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Uriel Sánchez
Grupo: 20183051
Desarrollo Sostenible
Facultad de Educación
2019
La Misión de Crecimiento Verde explica una estrategia de
desarrollo sostenible para el país.
La expresión ‘crecimiento verde’ simboliza para muchos el futuro, la sociedad que
deseamos tener y en la que añoramos vivir; un modelo de desarrollo que pone la
sostenibilidad como prioridad para satisfacer las necesidades económicas, sociales y
ambientales de manera efectiva y perdurable.
Este modelo es el camino para dar respuesta tanto a problemas microeconómicos aún no
resueltos como a las manifestaciones de la crisis ecológica evitando posibles aprietos por
escasez de recursos en el próximo futuro. El crecimiento verde beneficia al país mediante
una estrategia sostenible con nuevas oportunidades económicas, más productividad y
formalización, una mayor seguridad en la provisión de recursos naturales y alimentos,
mayor resiliencia ante inestabilidad climática, menores niveles de emisiones de gases de
efecto invernadero (GEI) y, en términos generales, un país con mayor bienestar para todos.
(El Tiempo, 2018)
La misión adelantó estudios técnicos para identificar opciones de política que incorporaran
un enfoque de crecimiento verde en la planeación del desarrollo del país. Para esto nos
concentramos en tres ejes estratégicos: i) aprovechar integralmente las oportunidades que
abren los nuevos sectores económicos sostenibles, ii) lograr mayor eficiencia en el uso de
los recursos naturales, y iii) preparar las empresas y el capital humano para desarrollar esta
nueva orientación económica. También se requiere una decisión política de orientar la
ciencia, la tecnología y la innovación, y adoptar la regulación apropiada para que se logre
inducir una economía verde en el país. (El Tiempo, 2018)
Hacia la bioeconomía
Para cada uno de los objetivos, la misión detalló herramientas e instrumentos de política
pública para poder conseguir los resultados esperados.
En ese sentido, el primer objetivo tiene que ver con impulsar el desarrollo de la
bioeconomía. Colombia necesita nuevas fuentes de crecimiento económico que no
degraden el medioambiente y aprovechen sus ventajas comparativas en materia de
biodiversidad.
Aquí las prioridades son: aprovechar sosteniblemente los recursos, procesos y principios
biológicos de la biodiversidad colombiana; impulsar las actividades bioeconómicas,
incluyendo aprovechamiento de la biomasa y la biodiversidad; incrementar inversión
pública y privada en el impulso a la bioeconomía; promover el desarrollo tecnológico y
priorizar la formación de capital humano en áreas estratégicas. (El Tiempo, 2018)
Respecto del aprovechamiento del recurso forestal, encontramos que la contribución del
sector forestal al crecimiento económico es muy baja, rondando un 0,9 por ciento del PIB
en 2017. El sector tiene una baja competitividad internacional, lo cual ha conducido a un
crecimiento del déficit en balanza comercial en la última década, con volúmenes de
importaciones de madera, muebles, papel y otros productos forestales superiores al valor
exportado. Por ejemplo, de los 17 millones de hectáreas aptas, solo se usan cerca de
300.000 para plantaciones forestales. (El Tiempo, 2018)
En este frente, las prioridades deben centrarse en aumentar la provisión de madera legal
disponible para la industria colombiana; fomentar el consumo eficiente y la diversificación
del uso de los productos forestales y el desarrollo de la cadena de transformación para
promover el consumo de productos forestales.
Un tema que por estos días está a la orden de la discusión pública tiene que ver con el
desarrollo de energías renovables. Colombia tiene un gran potencial, pero un escaso
desarrollo de energías renovables de fuentes no convencionales, siendo uno de los países
más atrasados en la región latinoamericana, con apenas un 0,9 por ciento de la generación
total (Upme, 2017).
Otro de los objetivos es el de revertir el uso ineficiente del agua. Aquí encontramos que
Colombia ha reducido su disponibilidad de agua, en particular en el Caribe y la zona
andina, en parte por acción de la población que afecta el ciclo hidrológico. La conclusión es
contundente: las zonas que concentran la población urbana enfrentan elevadas presiones
hídricas. (El Tiempo, 2018)
Para mitigar este peligro latente, las prioridades que proponemos son: aumentar la
eficiencia en el uso del agua, la regulación de la demanda en particular en el sector agrícola,
reducir la contaminación del agua, reducir la huella hídrica de los productos de uso masivo
y gestionar el agua para su reúso en procesos de producción (tratamiento de vertimientos).
Sobre el objetivo de mejorar el uso del suelo diagnosticamos una productividad de la tierra
muy baja, de 33.000 dólares por km2 de tierra arable, mientras que en países de ingresos
medio alto es de 86.000 dólares y en países de la Ocde, de 179.000 dólares en promedio
(DNP, Fedesarrollo y GGGI, 2017).
Para esto es necesario avanzar en el ordenamiento territorial agropecuario para reducir los
conflictos en el uso del suelo; fortalecer el servicio de extensión agropecuaria y la
transferencia de conocimiento con un enfoque de sostenibilidad; promover el desarrollo
tecnológico en la producción agropecuaria, con énfasis en modelos verdes y agroecología;
desarrollar instrumentos de financiamiento verde en el sector agropecuario y fomentar una
mayor demanda de productos agropecuarios producidos sosteniblemente. (El Tiempo,
2018)
A electrificar el transporte
Para esto es necesario: consolidar mecanismos para una demanda activa (comercialización
minorista, medición inteligente, etc.); promover el desarrollo de una demanda eficiente e
innovadora a través de acceso a tecnología, mecanismos de financiación, compras públicas,
etc. y educar al consumidor y consolidar una demanda informada.
En el impulso de una movilidad sostenible, uno de los temas más gruesos sobre los cuales
trabajamos, es claro que el sector transporte en Colombia reúne varias problemáticas de
cara al crecimiento verde. Es el mayor consumidor de energía del país, con el 39,8 por
ciento del consumo energético, y este consumo proviene principalmente del ACPM (37 por
ciento) y de la gasolina (40 por ciento). Menos del 1 por ciento proviene de la electricidad.
Para tratar este tema, proponemos diseñar e implementar un plan maestro de transporte
intermodal, impulsar una política de electrificación del transporte nacional con 600.000
vehículos en los próximos 10 años, tener estabilidad regulatoria en infraestructura,
manufactura y servicio técnico local y plan tributario y de financiamiento de movilidad
eléctrica. (El Tiempo, 2018)
Por último, para adaptar el capital humano y el mercado laboral dada la baja productividad
laboral y las deficiencias en el capital humano, restan competitividad a la economía y
constituyen un desincentivo para la inversión y una barrera para el aprovechamiento de
nuevas oportunidades de crecimiento económico.
En este punto es relevante orientar la oferta de formación superior hacia los conocimientos
y competencias necesarios para el crecimiento verde, facilitar la movilidad laboral entre
lugares geográficos y actividades económicas e impulsar la demanda por productos y
servicios de alto valor ambiental.
Aquí, solo una parte de los resultados de esta misión: un conjunto de herramientas y
propuestas que esperamos sean objeto de seguimiento y de la cual se apropien todos los
colombianos para recorrer esta necesaria transición hacia el crecimiento verde. (El Tiempo,
2018)
Bibliografía