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J o r g e O . F o lin o
RiLcicn cadgiral
COLLCCIO N
DERECHO Y SALUD MENTAL
EDITORIAL I INTERFASE I FORENSE
Todos los derechos reservados.
Hecho el depósito que marca la Ley 11.723
Primera edición - Octubre de 2003
© 2003, EDITORIAL INTERFASE FORENSE
Calle: 53 n° 820 - Piso 15° A -1 9 0 0 La Plata, ARGENTINA
www.med.unlp.edu.ar/psiquiatria/maestria.htm
Copyright para la version original: © 1997 by the Mental Health, Law, and Policy Institute, Simon Fraser University
ISBN 9 8 7 -2 1 0 3 0 -0 -3
El derecho de propiedad de esta obra comprende para su autor la facultad de disponer de ella, publicarla, traducirla,
adaptarla, o autorizar su traducción y reproducción en cualquier forma, total o parcial, por medios electrónicos o mecá
nicos, incluyendo fotocopia, grabación magnetofónica y cualquier sistema de almacenamiento de información; por con
siguiente ninguna persona física o jurídica está facultada para ejecutar los derechos precitados sin permiso del autor y del
editor, por escrito. Los infractores serán reprim idos con las penas de los arts. 172 y concordantes del Código Penal
(arts. 2 ,9 ,1 0 ,7 1 ,7 2 , ley 11.723).
12
Agradecimientos:
31
14
ÍNDICE
PRÓLOGO 17
GENERALIDADES 20
Introducción 20
Propósito y alcance 25
O rganización de la HCR-20 32
Codificación de la HCR-20 42
Codificación de los ítem 43
Conclusiones finales 44
Codificación de los Factores de Riesgo medioambientales 46
Evaluaciones repetidas 47
Definición de violencia 48
51
FACTORES HISTÓRICOS 51
H4.Problem as laborales 59
H7. P sicopatía 65
FACTORES CLÍNICOS 73
C4. Im pulsividad 81
R5. Estrés 98
BIBLIOGRAFÍA 104
16
INTRODUCCION
A LA VERSIÓN
EN ESPAÑOL
71
Cotidianamente, se llama a los expertos en salud mental para que brinden
su opinión formal en diversas fases de los procesos judiciales y de las inter
venciones sanitarias. Entre ellas, en las últimas décadas, se destacaron las
siguientes (Smith, 1988):
a- la em ergencia o la internación
involuntaria prolongada del enfermo considera
do peligroso para sí o para terceros;
b- el alta, tanto condicional como incondi
cional, de los p a c ie n te s internados
involuntariamente;
c- la hospitalización de los inimputables por
enfermedad mental;
d- el traslado a hospitales de mayor segu
ridad de aquellos enfermos de peligro o de
dificultoso cuidado en hospitales comunes;
e- la internación involuntaria de los adictos
a sustancias;
f- instancias judiciales donde se plantean li
bertades bajo fianza o pena privativa de libertad
en suspenso;
g- el momento de la decisión de la pena;
h- cuando se solicita la liberación condicio
nal del que cumple pena con privación de liber
tad;
i- cuando se requieren permisos para traba
ja r o para que el prisionero se encuentre con
familiares;
j- al plantearse la detención o liberación de los
que cometieron delitos sexuales; y,
k-cuando es necesario el traslado a adecua
da prisión del individuo que resulta perturba
dor en prisiones regulares.
/
Ultimamente, se reconoció también la importancia de la evaluación y
opinión de los expertos en los casos de violencia familiar, escolar o
institucional.
18
Dificultades
en la evaluación
del riesgo de violencia
91
tremo de privar de la libertad a quien se conside
ra, por determinadas razones, en alto riesgo.
Como si las cuestiones éticas y técnicas fu e
ran poco suficiente para exigir la actualización
del profesional, hay acciones legales disponibles
para demandar al profesional y su responsabili
dad, por negligentes evaluaciones o prediccio
nes. Todas estas razones y una creciente y salu
dable tendencia al mayor escrutinio por parte de
la comunidad, reclaman al profesional su predis
posición a una actualizada y minuciosa labor a
la hora de evaluar riesgos de violencia.
no
Antecedentes
y desarrollos recientes
vinculados
con la evaluación
del riesgo de violencia
111
guien permanezca indebidamente en una institución cerrada o que se pro
duzca una nueva agresión que hubiera podido ser evitada.
Los esfuerzos para perfeccionar las evaluaciones y lograr mayor preci
sión en las predicciones y, más aún, lograr algún método estandarizado,
no son nuevos. Un ejemplo de esta actitud prototípica, digno de ser men
cionado, es la temprana iniciativa de un pionero rioplaiense: Loudet, en la
década de los años 30 (Loudet, 1931), elaboraba sus índices de peligrosi
dad. Aquellos índices los denominaba médico-psicológicos (alienación,
semialienación, personalidad psicopática), sociales (desorganización fa
miliar; factores económicos distorsionantes; educación defectuosa, insufi
ciente o nociva); legales (antecedentes policiales -prontuario, judiciales,
condenas—; delito o delitos cometidos). Más allá de cuestiones conceptua
les cuya discusión excede a esta introducción, aquel modelo tuvo el obstá
culo de no contar con los estudios que le respaldaran empíricamente y
quedó simplemente como propuesta para ser evaluada en el futuro.
La comunidad científica hizo muchos esfuerzos para lograr la delimita
ción empírica de los factores predictores de violencia que, mientras evita
ran el reduccionismo de la unidimensionalidad, ofrecieran la posibilidad
de más fá cil identificación y corroboración.
Hubo gran interés en los finales de la década del 60 y principios de los
70. Durante esa época, los estudios se preocuparon por contrastar las pre
dicciones con la realidad y los resultados mostraron altos niveles de erro
resfalsos positivos y señalaron que había bajas tasas de reincidencia en la
violencia, lo que constituía un obstáculo para la adecuada predicción.
En 1981, Monahan (Monahan, 1981) plantea un cambio de era de las
investigaciones. A lo largo de los 80, hubo estudios que se focalizaron en
la predicción a corto plazo. La predicción de violencia a corto plazo
puede considerarse un proceso clínico similar al de la predicción del
suicidio. Kenneth Tardiff (Tardiff 1989) propuso un modelo de este tipo,
definiendo el “corto plazo ”, como el período de pocos días o una sema
na como máximo, que habitualmente separa la entrevista actual con la
siguiente. Más allá de este plazo, aumentan las posibilidades de que
112
múltiples factores intervengan imprevisiblemente, como por ejemplo, in
terrupciones de tratamientos, reincidencia en abusos de tóxicos, varia
ciones en la situación económica o en la vida familiar, y la predicción se
torna menos precisa.
La necesidad social de seguridad pública, las demandas p o r res
ponsabilidad profesional en casos de violencia y el advenimiento de nue
vas tecnologías de apoyo a la investigación produjeron mayor ímpetu en la
búsqueda científica. Se intentó lograr una evaluación lo más confiable
posible. La tendencia resultó, durante la década de los 90, en una conver
gencia de los enfoques tradicionales comentados arriba. Tal como preten
dían algunos pioneros, se identificaron factores de riesgo a través de se
rios estudios empíricos, y tal como proponía la tradicional perspectiva
integradora propugnada por las ciencias de la salud mental, se revisaron
numerosos aspectos de la historia individual, de la personalidad del sujeto
y de sus circunstancias.
La confluencia ha sido plasmada en la consolidación del diálogo e
intercambio científico abierto entre, especialmente, investigadores inte
resados en la materia, asentados en el Canadá, los EE. UZJ., Alemania,
Noruega, Suecia, Holanda, el Reino Unido y la Argentina. La edición de
la HCR-20 versión 2 adaptada y comentada en la Argentina es una parte
de esta corriente de estudio y trabajo. Esta edición se enmarca en el
intercambio académico internacional realizado por la Maestría en Psi
quiatría Forense de la Universidad Nacional de La Plata —Argentina—y,
en este caso específico, con la Simón Fraser University, British Columbio
-C a n a d á -, y en los vínculos entre los profesionales de las instituciones
de servicios específicos, como el Programa Piloto de Evaluación de Ries
gos de Liberados de la Procuración General de la Suprema Corte de
Justicia de la Provincia de Buenos Aires -Argentina—y de la British
Columbio Forensic Psychiatric Services Comission —Canadá. La red de
intercambio y las investigaciones incluyen otras acciones e instrumentos
que son objeto de tratamiento fuera de esta edición.
131
114
La HCR-20
en los modelos
de evaluación actuales
151
se diferencia de la tradicional predicción clínica superándola en su im
precisión, se ha podido mejorar la validez predictiva de algunos instru
mentos actuariales (KroppyHart, 2000). Estas líneas de desarrollo hacia
la mayor especificación y contemplación multidimensional se basan en el
mejor conocimiento que se ha logrado sobre los factores de riesgo y en la
integración de esquemas básicos como la HCR-20.
Esta edición cuenta con una traducción y adaptación que respetan al
máximo posible el texto original de la HCR 20 versión 2 y, con una fuente
diferente, incorpora los comentarios del editor. El contenido de la HCR
20 se vincula temáticamente con otros textos e instrumentos que están en
preparación y cuya validez y confiabilidad están siendo evaluadas. Se
espera que, en el futuro próximo, material para la evaluación de riesgo
de violencia familiar y psicopatía, entre otros temas, esté disponible para
que la comunidad científica hispanohablante incremente la bibliografía
accesible en su idioma, facilitando tanto la actualización como la conti
nuidad del desarrollo en el área.
Por último, es importante exponer que la adaptación local de la HCR
20 no se produce en la ciudad de La Plata como un evento sin historia. En
La Plata, desde mediados de la década de los 80, se han desarrollado
líneas de investigación sobre diversos aspectos de la violencia (Folino y
Urrutia, 2001; Folino y Apezteguía, 2000; Folino y cois., 2001b; Folino
y cois., 2000; Folino, 1989; Folino y cois., 1994; Folino, 1993; Folino,
1999; Folino, 2000; Folino y cois., 2001a; Folino y Nájera Luna, 2003;
Folino, 1987; Folino y Marchiano, 2002; Folino y cois., 1987). Asimis
mo, La Plata es sede de innumerables actividades académicas que con
tribuyeron a la formación de los profesionales latinoamericanos que tra
bajan en la interfase de la Salud Mental y del Derecho. Es deseable que
esta colección estimule mayores investigaciones y la constante y necesa
ria superación en el servicio que los profesionales de la Salud Mental y el
Derecho ofrecen a la sociedad.
Jorge O. Folino
116
PRÓLOGO
171
Psiquiátrico Forense Váxjó, y los doctores Góran Fransson y Erik Soderberg,
en el Hospital Psiquiátrico Forense Sundsvall, están realizando proyectos en
instituciones penitenciarias y de salud mental de Suecia. El Dr. Rüdiger Müller-
Isbemer, del Hospital Psiquiátrico Forense Haina, emprendió una tarea simi
lar en Alemania. Estos colegas aportaron opiniones importantes acerca de la
definición y codificación de la HCR-20. Se agradece, también, al Dr. Belffage
que colaboró con los autores de este instrumento y desarrolló la versión sue
ca de la HCR-20. Sus observaciones fueron de gran ayuda durante la termina
ción de la Versión 2.
118
La HCR-20 es, sin lugar a duda, un trabajo en desarrollo. El objetivo
principal de esta revisión es convertirla en un manual que sea más fácil de
utilizar mediante la clarificación de los procedimientos de administración y
codificación. La investigación evalúa la validez predictiva y la confiabilidad
entre los evaluadores de la HCR-20. También se está recolectando informa
ción normativa con respecto a la prevalencia de factores de riesgo en distintas
muestras, que incluye pacientes psiquiátrico forenses y civiles, y delincuen
tes que están cumpliendo una condena. La idea es incluir los resultados de
esta investigación en revisiones futuras. Se espera, así mismo, poder tratar en
el futuro dos aspectos clínicos importantes: primero, cuál es la mejor forma
de utilizar la HCR-20 en el desarrollo de planes de prevención del riesgo
(esto es, estrategias de intervención y supervisión); y, segundo, cómo estable
cer pautas para la comunicación oral y escrita de los hallazgos relacionados
con la evaluación del riesgo y los planes de prevención del riesgo (esto es,
redacción de informes y testimonios de peritos).
191
GENERALIDADES Introducción
120
Este manual de la HCR-20 no es un test psico
lógico formal, sino una guía para la evaluación.
En esta sección, se comentan las bases de la HCR-
20 en función de las investigaciones que sirvie
ron de base para la misma. Para un estudio más
minucioso de estas investigaciones, se remite a
los lectores a otras fuentes. Aquí se ofrece un bre
ve sumario. También se trata el propósito y alcan
ce de la HCR-20 y se ofrecen algunos principios
generales para lograr precisión en las prediccio
nes. En las siguientes secciones se hacen comen
tarios detallados acerca de la administración de
la HCR-20, los requisitos del evaluador para uti
lizar este instrumento, la codificación de los ítem
y la definición de violencia.
211
Las bases
de la HCR-20
231
directo de los clínicos tiene, finalmente, el efecto de inducirlos a hablar en
térm inos probabilísticos, en vez de utilizar térm inos categóricos y
dicotómicos, como peligrosidad presente o ausente. Esto puede restringir
la responsabilidad del evaluador. La tarea, por otro lado, puede llegar a ser
menos fastidiosa que antes. Finalmente, ahora existen indicios de que, pese
a que algunos clínicos de diversas especialidades están de acuerdo en los
factores que consideran importantes a la hora de formular predicciones,
estos mismos clínicos varían considerablemente en la precisión de sus pro
nósticos (Menzies y Webster, 1995).
124
Propósito y alcance
251
Actualmente, la HCR-20 se debe considerar
como una ayuda memoria y como un instrumento
de investigación. La intención es perfeccionar y
d esa rro llar la escala hasta lo g rar una
estandarizada. Se debe utilizar con mucha caute
la y consultar a los autores u otros colegas que
estén familiarizados con este u otros esquemas
relacionados.
126
Principios generales
para mejorar
la precisión
de la predicción
271
vista significados que no merecen, y las teorías idiosincrásicas de los eva
luadores pueden adquirir una relevancia inapropiada, pese a la falta de sus
tento empírico. Asimismo, debe garantizarse que las evaluaciones se reali
cen en las condiciones apropiadas. Las evaluaciones que se basan en infor
mación parcial, o que se realizan apresuradamente o bajo mucha presión,
dan lugar a errores.
128
Se deben hacer algunas aclaraciones en cuanto al tipo y a la calidad de
los factores de riesgo que se consideran al formular una evaluación, así
como a la importancia que se les atribuye. Se debe prestar atención, parti
cularmente, a las consideraciones históricas, que deben ser la base de las
modificaciones que surjan del análisis de los factores situacionales y clíni
cos. Se debe comprobar la veracidad de la información histórica y revisar
la puntuación de los ítem y la importancia asignada a cada uno de ellos. En
todos los pasos, la comprobación de la información es crucial (Cormier,
1994), esto incluye la información obtenida en la entrevista. A menudo, es
necesario contactar a los familiares, amigos, compañeros del trabajo, etc.
del evaluado (Lidz y cois., 1993). Es muy importante tener acceso a la
historia clínica completa del individuo. También es muy importante estu
diar la capacidad de engaño y simulación.
Una vez tratados los puntos mencionados arriba al realizar las evalua
ciones del riesgo, existen algunas estrategias que pueden reducir aún más
el margen de error en dichas evalu aciones. Las prediccion es se deben ha
cer en términos específicos y para períodos específicos. Se deben estable-
291
cer los tipos particulares de resultados posibles.
Las proyecciones de violencia que no son claras,
o son demasiado amplias y que se refieren a un
futuro lejano, suponen, en cierta medida, que la
predicción se va a cumplir. Puede ser más útil y
preciso formular predicciones a corto y largo pla
zo, y especificar los factores que puedan aumen
tar o atenuar el riesgo en cada etapa. Se deben
fomentar las predicciones condicionales (Mulvey
y Lidz, 1995). Además, las predicciones se deben
hacer en términos probabilísticos y no, por medio
de respuestas dicotómicas, como “si” o “no”
(Webster, 1984).
130
del último delito1 del sujeto, sus antecedentes
penales, psiquiátricos y escolares, la información
relacionada con su formación, trabajo u oficio,
familia y otros aspectos históricos importantes.
La sección clínica contiene una descripción del
estado mental del individuo en el momento en
que ocurrió el delito o incidente, así como el diag
nóstico actual, y los factores sintomatológicos y
clínicos que influyen en el riesgo. La tercera sec
ción propone un plan terapéutico y ciertas pautas
acerca de los servicios, programas de apoyo, y
supervisión en general, que los individuos deben
tener a disposición para la prevención del riesgo
de violencia. El informe concluye con un resu
men o conclusión sobre la evaluación del riesgo.
r
311
Organización
de la HCR-20
í H7 Psicopatía
J H8 Inadaptación Temprana
1 H9 Trastorno de Personalidad
331
Investigación
con la HCR-20
351
correlacionaron apenas por debajo de + 0,30 con
varias medidas de violencia posterior en la comu
nidad. Los puntajes de la HCR-20 predijeron re
ingreso en el hospital forense (+ 0,38) y hospita
lizaciones psiquiátricas subsiguientes (+ 0,45). La
PCL-R se relacionó en menor grado con estas me
didas de resultado, + 0,25 y + 0,36, respectiva
mente. Las variables H mostraron una tendencia
a funcionar mejor que las variables C y R.
136
de violencia, violencia como parte de la reintemación, etc.). El análisis de
regresión indicó que las escalas H y R tuvieron mejor correlación con vio
lencia. La HCR-20 funcionó mejor que la PCL: SV. Es importante resaltar
que, en esta investigación, los puntajes de la escala C fueron considerable
mente más altos en el ingreso que en el alta. Si bien esto era esperable,
señala el hecho de que la HCR-20 puede ser útil como herramienta para
evaluar la disminución del riesgo como resultado de un tratamiento.
371
Administración
138
La utilización de referencias del evaluado sin corroboración para pun
tuar los ítem, se debe restringir a los casos en que los sujetos se incriminen
con sus declaraciones, pero no, cuando se promuevan con ellas, por los
siguientes motivos: En los ámbitos forenses o penitenciarios, es muy co
mún que los individuos minimicen el daño que causaron y la responsabili
dad que les incumbe, o las conductas nocivas del pasado. En general, no
tiene sentido exagerar la información negativa sobre ellos mismos, ya que
sólo los peijudicará. Por lo tanto, si las personas admiten haber cometido,
por ejemplo, actos de violencia de los que no haya registros, estos se codi
ficarán en los ítem correspondientes de la HCR-20. Sin embargo, si los
negasen, el evaluador no debe, sin previa corroboración, puntuar los ítem
como si los incidentes violentos no hubieran ocurrido. Este aspecto del
método de entrevista y puntuación es muy similar al que se utiliza en la
administración de la PCL-R.
Los evaluadores deben incluir en sus informes todas las fuentes que
consultaron, las que no (y explicar por qué no lo hicieron) o las que no
pudieron consultar.
391
Requisitos para el
usuario
140
obstante, éstas deben estar supervisadas por usuarios habilitados y éstos
deben asumir la responsabilidad por el tratamiento ético de los participan
tes de la investigación.
4. Cuando los ítem se omitan, dejando una constancia de cómo dicha omisión puede
limitar la evaluación final del riesgo.
411
Codificación
de ia HCR-20
142
Codificación Los ítem se codifican con una escala de 3 gra
de los ítem dos, de acuerdo a la certeza de la presencia de los
factores de riesgo2. El “0” indica que, de acuerdo
a la información obtenida en la evaluación, el fac
tor de riesgo está ausente (o, dicho de otra mane
ra, que no hay información que sugiera la presen
cia del factor de riesgo). El “ 1” indica la presen
cia probable o parcial del factor de riesgo; esto
es, la información de la evaluación indica que
existen indicios, pero que éstos no son pruebas
concluyentes. El “2” indica la presencia clara del
factor de riesgo. Si no existiese información res
pecto de alguno de los ítem, o si la información
no es confiable, el ítem se debe omitir. Esta op
ción se debe utilizar con moderación. El esquema
de puntuación se resume de la siguiente manera:
144
dúo, según el riesgo, en bajo, moderado o alto. Como se ha señalado (Kropp
y cois., 1995; Dietz, 1985), es posible y razonable que un evaluador con
cluya en que un paciente se encuentra en situación de riesgo alto de violen
cia sobre la base de un solo factor de violencia -si por ejemplo, ese factor
de riesgo es “Síntomas Activos de Trastornos Mentales Mayores” (C3) y
refleja la intención deliberada del evaluado de cometer un homicidio o de
llevar a cabo fantasías sexuales sádicas. Asimismo, la presencia de rasgos
psicopáticos extremos (“Psicopatía”, H7) puede llevar al evaluador a clasi
ficar al evaluado como un sujeto de alto riesgo (Hart y Haré, 1996). Tam
bién, pueden existir factores que lleven a la conclusión de que el evaluado
tiene un riesgo de violencia bajo (por ejemplo incapacidad física grave,
estado comatoso).4
451
Codificación Es importante que los evaluadores aclaren el
de los Factores de contexto de la evaluación del riesgo. En la hoja
Riesgo de puntuación de la HCR-20, esto se indica mar
medioambientales cando la casilla “Dentro” (violencia en la institu
ción) o “Fuera” (violencia en la comunidad) en la
sección del Riesgo Medioambiental.
146
Evaluacionesi Como se puede ver en las secciones anterio
Repetidas! res, las conclusiones de las evaluaciones destina
das a examinar el riesgo de violencia en institucio
nes pueden diferir notoriamente de las que tienen
como objeto la evaluación del riesgo de violencia
en la comunidad. Por esta razón, es importante
revaluar el riesgo cuando cambia el contexto.
471
Definición de violencia
148
Sobre la base de esta definición, algunos de
los ejemplos de actos que deben considerarse
violentos incluyen: pegar, dar puñetazos, patear,
morder, arañar o alguna otra forma de agresión
física hacia otra persona o personas. Algunos
ejemplos menos claros de violencia incluyen
secuestros, incendios o conducir con impruden
cia, ya que constituyen una amenaza de lesión.
Los actos que no se consideran violentos inclu
yen muchas formas de ofensas que no están
acompañadas de amenazas de daño físico o des
trucción de propiedad, donde no se pone en pe
ligro a terceros, y algunos ejemplos de poca gra
vedad, tales como rozar a otras personas. Es ne
cesario resaltar que hay muchos otros actos que
pueden ser clasificados como violentos, pero
también, muchos otros que no. Aquí ofrecemos
sólo algunos ejemplos.
150
FACTORES
HISTÓRICOS
511
La evaluación de los factores históricos es mucho más que la simple
colección de referencias del evaluado. Independientemente de que sea útil
consignar tales referencias, el clínico experimentado las considera en el
contexto de la significación personal y social, tratando de reconstruir el
patrón de conducta, modo de pensar y valorar o aspecto psicofuncional
relevante, en el marco de un proceso de contrastación con conceptos teóri
cos. La actividad clínica, cualquiera que sea la dimensión temporal de la
que se obtienen los datos, se diferencia notablemente de la transcripción
textual que puede hacer un escribiente o de la consideración deductiva que
puede hacer un investigador fáctico. Aún con la misma información, el
detective o el juez, por ejemplo, alcanzarán conclusiones de determinada
naturaleza, mientras que el clínico obtendrá las suyas, de naturaleza dife
rente. Ninguna de estas particularidades implica que las conclusiones del
clínico no sean pasibles de corroborarse o refutarse; por el contrario, en
tanto su conclusión tenga más características que le hagan corroborable o
refutable, más cercana estará de lo científicamente deseable.
La evaluación de los factores históricos no se puede considerar com
pleta sin la concurrencia de diversas fuentes, especialmente en lo que con
cierne a todos aquellos aspectos pasibles de ser distorsionados por la
deseabilidad social o algún otro dinamismo propio del sujeto o de la situa
ción que le compromete.
La importancia de este tipo de factores no debe ser solamente conside
rada en el momento de la evaluación de riesgo. Su importancia debería
guiar a todo clínico y persona involucrada en la evaluación, supervisión y
tratamiento de todos aquellos que están privados de libertad o internados.
Así, el adecuado registro de incidentes, funcionamiento y novedades que
puedan hacer enfermeros, clínicos, maestros, oficiales penitenciarios, etc.,
contribuye, a la postre, con la sólida evaluación de riesgos. Las institucio
nes no deberían apoyarse solamente en la actividad clínica que hacen los
profesionales de la salud mental, sino también, generar las condiciones
necesarias para el registro sistemático y eficiente del comportamiento de
la persona. Esa es una auténtica form a de integración de aportes de dife
rentes disciplinas.
152
H1 Violencia previa
531
Cuando se realiza una evaluación de personas con antecedentes delictivos
y actual compromiso legal, no deber ser sorprendente encontrar que las refe
rencias tiendan a suavizar las consecuencias de los actos o a negar
intencionalidad lesiva. Por ejemplo, es común escuchar cómo el examinado
cometió algunos robos con armas y sostener que no pensaba usarla y que
sólo quería asustar. Un robo en el que se utiliza arma, aún sin disparar, es
decir, sólo como amenaza, debe considerarse como acto violento grave. ~
Este ítem permite la consideración de algunos aspectos cualitativos que
p u eden ser relacionados específicam ente con fa c to re s de riesgo
medioambiental en el momento de alcanzar las conclusionesfinales. En oca
siones, es relevante conocer los detalles del hecho violento, sus circunstan
cias y la relación con la víctima. Por ejemplo, si la violencia se desencadenó
con un allegado con quien aún persiste el conflicto, el detalle debería tenerse
en cuenta y vincularse con el factor de exposición a desestabilizadores. La
conclusión sería diferente si el antecedente violento ocurrió durante un sín
drome confusional del cual el sujeto ni siquiera tiene suficiente registro
mnésico. La integración de ese nivel de detalle con otros factores permite
una mensura más ajustada a la realidad y, eventualmente, el diseño de apro
piada intervención para la prevención de futuros actos violentos.
Codificación
0 Inexistencia de antecedentes violentos
1 Violencia previa posible o leve (uno o dos actos de violencia moderadamente grave)
2 Violencia previa clara o grave (tres o más actos de violencia, o cualquier acto de
violencia grave).
154
H2 Edad temprana
en el momento
de la primera
conducta violenta
551
Codificación
0 Primera conducta violenta conocida a los 40 años o después.
1 Primera conducta violenta conocida entre los 20 y 39 años.
2 Primera conducta violenta conocida anterior a los 20 años.
156
H3 Inestabilidad
en las relaciones
de pareja
571
inestabilidad detectada no ser más que un estado transitorio. La puntua
ción dependerá, por ejemplo, de la actualidad y gravedad del conflicto. Su
impacto en las conclusiones se evaluará apropiadamente en la integración
con otros ítem. Este es un ítem histórico que puede tener variaciones a lo
largo de la evolución del sujeto.
Codificación
158
H4 Problemas laborales
Codificación
591
chos empleos en períodos cortos de tiempo, o hayan sido despedidos o
hayan renunciado en varias ocasiones. Lo central en este ítem es la presen
cia o ausencia de problemas laborales. Los evaluadores pueden tener en
cuenta algunas circunstancias que justifiquen la reducción del puntaje de
2 a 1 o 0 (esto es, factores económicos, o incapacidades físicas o mentales
que impidan que la persona trabaje). Sin embargo, los evaluadores deben
utilizar este criterio con moderación, ya que el ítem se centraliza en los
problemas de empleo y no, en la capacidad laboral. Las experiencias o los
programas laborales institucionales deben considerarse en este ítem. Aquí,
se incluyen los estudios posteriores a la educación media como trabajo.
160
H5 Problemas relacionados
con el uso
de substancias
611
evaluado tiende, por el contrario, a exagerar la información sobre su con
sumo. Aparentando un hábito de mayor consumo, el evaluado puede inten
tar atribuir responsabilidad de determinado hecho delictivo al estado de
intoxicación o intentar que se le aloje en un centro de tratamiento, al que
puede considerar, de diversas maneras, beneficioso. El diagnóstico preci
so, debe basarse en una minuciosa entrevista, la obtención de datos com
plementarios y la integración con la evaluación física, los métodos auxi
liares de diagnóstico y los conceptos teóricos que orienten hacia la plausi-
bilidad biológica de las referencias. Para completar este ítem, suelen ser
de gran utilidad los estudios que se realizan en la etapa de proceso penal y
las informaciones de centros asistenciales donde el evaluado pudo haber
estado en tratamiento.
Codificación
162
Trastorno mental mayor
Codificación
164
H7 Psicopatía
651
valuadores deben estar capacitados para administrar este instrumento. Es
posible que la versión de cribado de 12 ítem (PCL:SV) (Hart y cois., 1995),
que se vincula con la violencia (Hill y cois., 1996; Douglas, 1996), sea sufi
ciente para considerar si es necesario realizar una evaluación completa.
Codificación
Se debe señalar que estos puntajes se deben obtener sobre la báse de una
evaluación de psicopatía realizada por alguien que esté capacitado para
usar la PCL-R o la PCL:SV y con la suficiente información. Los autores
recomiendan el uso de este ítem basándose en una evaluación formal con la
PCL-R o con laPCL:SV.
En ámbitos psiquiátrico civiles, los evaluadores tal vez deban optar por
la PCL:SV, hasta tanto la PCL-R cuente con estudios normativos con muestra
apropiada.
La traducción y adaptación de ia PCL-R y los estudios que incluyen la
evaluación de su confiabilidad y validez están siendo realizados en la ciu
dad de La Plata. La PCL-R es una escala para la evaluación de psicopa
tía, especialmente útil para la población forense de varones. Abarca con
ductas y rasgos de personalidad comprendidos en la amplia concepción
clínica de psicopatía. En el ámbito clínico se utiliza para psicodiagnóstico.
Dado que el puntaje obtenido puede tener importantes consecuencias en el
sujeto y en su futuro, debe utilizarse con completa responsabilidad y entre
namiento en la temática. Su uso está restringido a los profesionales de las
ciencias de la conducta con entrenamiento y experiencia. Debe limitarse
su uso a la población en la que ha sido validada. La información necesaria
para completar la escala se obtiene de entrevistas clínicas y de la revisión
de información complementaria. La escala utiliza un marco temporal dado
por el funcionamiento personal perdurable o promedio y brinda criterios
para optar en casos de información contradictoria.
166
H8 Inadaptación temprana
671
La investigación de este aspecto de la historia individual tiene grandes
limitaciones cuando se realiza a través de la entrevista con el interesado. Es
común que, por actitud defensiva, se omitan antecedentes de conductas
disfuncionales infantiles, o que las mismas se minimicen exponiéndolas como
“cosas de chicos ” o refiriéndolas como similares a las conductas que todos
los niños solían tener. Para obtener información útil en la entrevista, es
necesario ofrecer la oportunidad de que el evaluado se explaye narrativamente
y, por supuesto, en un encuadre que no resulte punitivo. Por supuesto, resulta
sumamente valioso entrevistar al progenitor y obtener registros escolares o
judiciales (gabinetes psicopedagógicos, institutos de menores, tribunales de
menores, etc.). En ocasiones, los problemas de conducta de niños y jóvenes
que vivieron en zonas de riesgo social pueden ser normalizados, es decir,
considerados sinceramente como no problemáticos y como propios de la
edad. Esta normalización puede impactar de diversas maneras; puede faci
litar la comunicación, sin reparos de las conductas disociales o bien, por
subregistro psíquico de su importancia, puede facilitar la omisión. La mane
ra de compensar esta última consecuencia es, luego de permitir que el eva
luado se explaye, preguntar puntualmente por las conductas pertinentes.
Codificación
Este ítem incluye dos formas muy distintas de inadaptación temprana como
indicador de violencia futura. Una se relaciona con la victimización del niño
y la otra, con el niño como victimario o delincuente. Aunque ambos factores
predicen violencia en adultos, tienen implicaciones muy distintas en cuanto a
la intervención.
Los autores reconocen que, para muchos usuarios, sería preferible que
esta variable se divida en, por lo m en os, dos ítem (esto es, hogar y escuela).
Esto, por supuesto, se puede implementar en la investigación.
168
H9 Trastorno de personalidad
Codificación
691
Los trastornos de personalidad posibles o leves incluyen el diagnóstico
de rasgos de trastorno de la personalidad.
El diagnóstico de trastorno de personalidad es complejo. La interrelación
entre los profesional de la salud mental y el evaluado aporta una informa
ción que suele ser muy valiosa para el diagnóstico; sin embargo, la rela
ción pericial, con sus peculiares características, enrarece la relación y
puede interponer obstáculos al proceso diagnóstico. Cuando se carece de
informes previos o datos de historia clínica, se hace necesario reiterar
entrevistas y buscar información complementaria. El proceso diagnóstico
suele enriquecerse con la utilización de métodos auxiliares, tales como los
inventarios de personalidad u otro tipo de testificación útil para el objetivo
del ítem. Dada la peculiar posición del sujeto cuando se evalúa el riesgo de
violencia, son particularmente útiles los instrumentos que cuentan con es
calas de validez.
170
H10 Fracaso en previa alta
o liberación
Codificación
711
Cualquier fuga o intento de la misma durante una hospitalización o re
clusión, o fracaso durante un tratamiento ambulatorio supervisado es perti
nente para este ítem. El fracaso se considera grave si, como resultado, ocu
rre el reingreso en la institución penitenciaria o psiquiátrica. Algunos ejem
plos típicos son: fuga de una institución penitenciaria o de un hospital de
máxima seguridad, reincidencia durante la libertad condicional, revocación
de la libertad condicional o incumplimiento del tratamiento psiquiátrico
ordenado por el tribunal. Los fracasos leves son los incumplimientos técni
cos de las condiciones de liberación, que pueden tener como resultado al
guna medida disciplinaria menor (suspensión de privilegios o sanciones
leves, etc.); algunos ejemplos son: incumplimiento de los horarios de los
permisos de salidas, disturbios, incumplimiento del tratamiento prescripto,
y consumo de drogas y alcohol, cuando éstos están prohibidos.
172
FACTORES
CLÍNICOS
731
en la construcción de la HCR-20, y por otro, de los
trabajos publicados. En esta sección, se describen cin
co variables que tienen respaldo en la bibliografía de
investigación y, ahora, necesitan ponerse a prueba en
conjunto para comprobar su validez predictiva.
La puntuación de estos ítem no es una tarea apta
para realizarse mientras se desarrolla la entrevis
ta. Si bien en numerosas escalas y cuestionarios, el
evaluador tiene que realizar la puntuación a medi
da que observa el dato o lo pregunta, en la HCR 20,
esto no es posible porque los ítem son, en su gran
mayoría, variables complejas, cuya apreciación en
función de una escala requiere un minucioso proce
so de reflexión. El proceso de reflexión debe ser rea
lizado sin emergencia, serenamente, disponiendo de
datos obtenidos de diversas fuentes y vinculándolos
con aspectos teóricos. Esta aclaración es válida para
casi toda la HCR 20, pero se expone en esta sección
porque cabe la posibilidad de que el término clíni
co sea malinterpretado, restringiéndolo a aquello
que es ve rif ia b le solamente en la entrevista y, por
consiguiente, p a sib le de ser inm ediatam ente
puntuado. En esta sección, el término clínico se
utiliza de una manera más amplia, considerando los
estados variables en el tiempo y que pueden ser
verificables más allá de la entrevista y en otros con
textos (por ejemplo, observación de conducta
impulsiva en la institución o detección de consumo
de drogas). Asimismo, no sólo el evaluador clínico es
el que aporta información para completar la puntua
ción de la sección; como será expuesto reiteradamente,
informaciones de diversasfuentes pueden concurrir en
elproceso de mensura de los ítem. Elparámetro tempo
ral es el presente amplio; coherentemente con lo ante
dicho respecto a la incorporación de otrasfuentes dife
rentes a la entrevista, las conductas o variaciones clíni
cas registradas en los últimos días deberían ser consi
deradas para la puntuación de esta sección.
174
C1 Deficiencia en el juicio
Codificación
0 Juicio normal
1 Deficiencia en el juicio posible / leve.
2 Deficiencia en el juicio clara o grave.
751
Este ítem evalúa en que medida el paciente
reconoce y comprende el trastorno mental que
padece y los efectos que produce la enfermedad
en otras personas. La deficiencia en el juicio pue
de manifestarse de distintas maneras. Algunas
personas con trastornos mentales mayores eviden
tes no pueden o no desean ver que son propensas
a reaccionar violentamente si no toman regular
mente los medicamentos prescriptos. Otras tie
nen dificultades para comprender la importancia
que puede tener un gmpo de apoyo bien estruc
turado para prevenir las conductas violentas. Al
gunos sujetos no son conscientes del nivel gene
ralmente alto de peligrosidad e ira que pueden
alcanzar.
La evaluación de este ítem requiere que el clí
nico trascienda los conceptos que restringen la
definición de alteración del juicio a aquella en
contrada en los trastornos psicóticos. Las perso
nas que no padecen trastornos mentales mayores
ejercen su capacidad de juicio con calidad y efi
ciencia variable. Por ejemplo, en la población
forense es común encontrar personas que no con
sideran riesgosas conductas que el ciudadano
promedio sí lo haría. Asimismo, es posible que el
su jeto d efien d a sus va lo ra cio n es con
sobrevaloración, parcialidad o tendenciosidad
que afectan lo que podría considerarse un sano
juicio, aún sin implicar un desvío delirante del
mismo. Otro aspecto perturbador del juicio en
esta población es la omnipotencia o la subesti
mación del efecto del abuso de sustancias, lo que
es particularmente importante para el riesgo de
violencia. Por lo tanto, aún cuando no se detecte
enajenante insuficiencia, suspensión, desvío o
d eb ilita m ien to del ju ic io , las va ria cio n es
descriptas deberían contemplarse en el proceso
de opción de la puntuación apropiada.
176
C2 Actitudes negativas
771
Las actitudes antisociales pueden ser detectadas en las entrevistas pero,
tal como ocurre con otras informaciones comprometidas, es muy probable
que el evaluado interponga obstáculos, distorsiones y ocultamientos de
fensivos en la comunicación de las mismas. Ante la insuficiente congruen
cia entre lo expresado y lo actuado en relación a temas de sensibilidad
social o relevantes a la adaptación, debería sospecharse una actitud nega
tiva o disocial; por ejemplo, es común que los evaluados expresen su vo
luntad de aprender oficios y hasta de estudiar carreras universitarias y de
producir laboralmente, sin que puedan respaldar su verbalización con he
chos —habiendo tenido la posibilidad de ejecutarlos.
En ocasiones, las actitudes pueden ser investigadas a través de las justifi
caciones que el evaluado detenta ante determinados actos o circunstancias.
Por ejemplo, puede resultar permisivo ante conductas antisociales de terceros.
Las actitudes antisociales también pueden estar simbolizadas en tatuajes o
accesorios en la vestimenta, por lo que resulta imprescindible explorar varias
vías de acceso al mundo de los valores y las actitudes del examinado.
Que el ítem sea predominantemente clínico no obstaculiza la obtención
de información complementaria. Personas alojadas en instituciones p o
nen de manifiesto sus actitudes con conductas registrables, entre otros, por
personal de enfermería y, especialmente, por el personal docente (Folino
y cois., 1987). Recién cuando es posible integrar la información prove
niente de los diferentes sectores del sistema se genera el auténtico trabajo
interdisciplinario e institucional y se obtienen los más óptimos resultados.
Codificación
0 Inexistencia de actitudes negativas.
1 Actitudes negativas posibles / leves.
2 Actitudes negativas graves / claras.
178
C3 Síntomas activos
de trastorno mental
mayor
791
dos con la B rief Psychiatrie Rating Scale (Overall y
Gorham, 1962), y violencia (Douglas y Hart, 1996).
También se deben tener en cuenta otros estados clí
nicos, como las fantasías sádicas (MacCulloch y
cois., 1983), las tendencias suicidas (Hillbrand,
1995; Brent y cois., 1994; American Psychiatrie
Association, 1974), la paranoia, la megalomanía y
la celotipia patológica. La ideación homicida, claro
está, se debe investigar.
Codificación
0 l\lo presenta síntomas activos de trastorno mental mayor
1 Síntomas activos de trastorno mental mayor posibles /
leves.
2 Síntomas activos de trastorno mental mayor claros /
graves.
180
C4 Impulsividad
811
lidad (Megargee y cols., 1967; Menzies y Webster, 1995; Quinsey y cols.,
1983) y la ira (Kay y cols., 1988; Selby, 1984; Novaco, 1994) se relacionan
también con los actos violentos. Recientemente, se realizaron numerosas
revisiones exhaustivas sobre la impulsividad y su relación con la violencia
(Hollander y Stein, 1995; Webster y Jackson, 1997a).
182
Codificación
0 Ausencia de impulsividad.
1 Impulsividad posible / leve.
2 Impulsividad clara / grave.
831
Respuesta desfavorable
al tratamiento
Los individuos que obtengan un puntaje alto en este ítem pueden no res
ponder o tener una respuesta desfavorable a los tratamientos. No tienen mo
tivación, ni se esfuerzan. Los individuos no cumplen con la medicación. Tie
nen una tendencia a no alcanzar los objetivos que se proponen. Puede que las
personas que obtengan un puntaje alto en este ítem se nieguen a iniciar un
tratamiento; que interrumpan el tratamiento, si lo comienzan; que simulen
durante el tratamiento; o que lo terminen, sin obtener beneficios del mismo.
851
186
FACTORES
DE RIESGO
MEDIOAMBIENTALES
871
los evaluadores deseen realizar una evaluación que tenga en cuenta ambas
p o sib ilid ad es, para p o der tom ar decisiones respecto del riesgo
medioambiental independientemente de la situación particular del indivi
duo. De ser así, se recomienda que se completen dos formularios de puntua
ción distintos, uno para “Dentro” y el otro para “Fuera”. Esta opción es
adecuada para las evaluaciones que tienen como objetivo decidir si se da de
alta o no a un paciente, especialmente, en los casos en que existen dudas.
188
medioambientales. En esta perspectiva, se trata de revisarfuncionalmente
la interacción que el sujeto tendrá con su medio y a éste, de una manera
holística.
En la práctica, es común que la principal cuota de la información
contemplada en esta sección sea aportada p or profesionales licencia
dos en trabajo social. En términos generales, la integración de las
informaciones se enriquece cuando se mantiene independencia de los
evaluadores y se evita la subjetividad que agrega el conocimiento de
algunos antecedentes (por ejemplo, la mensura de la predisposición
de una esposa para recibir nuevamente a su marido luego de un p erío
do de encarcelamiento será más completa y precisa si se integran los
datos que obtuvo el profesional asistencial en la entrevista de consul
torio y los datos que obtuvo un trabajador social, de manera indepen
diente y a ciegas de lo anterior, en la entrevista domiciliaria). Sin
embargo, también es cierto que el funcionamiento de una persona cuan
do se reintegra a un medio del que fu e separado, depende en cierta
medida, de cómo funcionó antes y de qué características de ese medio
persisten relevantes (por ejemplo, si es alguien acusado de abuso sexual
a menores y en el domicilio al que planifica reintegrarse, está vivien
do una niña de 10 años). Por lo tanto, en cada caso es muy recomen
dable que se seleccione la información del caso que se compartirá
con el encargado de evaluar los factores medioambientales. E l equipo
podrá decidir cuáles son los datos relevantes y cuáles son los que
conviene mantener en reserva para luego integrarlos como fuentes
independientes.
891
RI Deficiencia del plan
de reinserción social
190
anticipada y que proponga medidas específicas o personalizadas de inter
vención. Si bien suele haber instituciones dispuestas para ello, por dife
rentes motivos y a pesar de los esfuerzos que los operadores suelen reali
zar, en general, no alcanzan a lograr sus loables objetivos. En cambio,
suele encontrarse una mayor especificidad y accesibilidad a recursos en el
plan de altas a pruebas de medidas de seguridad para inimputables por
enfermedad mental; es probable que la menor proporción de estos casos,
la mejor delimitación de necesidades vincidadas a la salud mental y la
mayor predisposición de los agentes de la salud mental contribuyan a ge
nerar planes más completos.
Tanto para el caso de los penados como de los sobreseídos por
inimputabilidad que son candidatos a la reinserción en la comunidad, en el
medio latinoamericano, resultan fundamentales el compromiso y las p o
tencialidades de la familia. En general, la familia debe, con sus propios
medios, proveer el alojamiento y acondicionar las vías de acceso al traba
jo. En ocasiones, cuando no se cuenta con una familia que colabore en la
planificación de la reinserción, es posible obtener colaboración de amigos
o instituciones de beneficencia (iglesias, organizaciones no gubernamen
tales). En el caso de que el referente sea un amigo, la evaluación del plan
debería contemplar qué grado de adaptación social éste detenta. Cuando
de un enfermo mental se trata, y ante la ausencia de familiares, a las posi
bilidades mencionadas arriba, se suman las que puede brindar la agencia
judicial que se encarga de la representación del incapaz. En el Poder Judi
cial de la Provincia de Buenos Aires, Argentina, funciona la Curaduría
Oficial de Alienados que cuenta con diversos medios para asistir a sus
tutelados (subsidios, casas de medio camino, profesionales de salud men
tal y de trabajo social, asesoramiento jurídico).
Codificación
0 Probabilidad baja de fracaso del plan.
1 Probabilidad moderada de fracaso del plan.
2 Probabilidad alta de fracaso del plan.
911
R2 Exposición a factores
desestabilizadores
192
Codificación
0 Probabilidad baja de exposición a factores desestabilizadores.
1 Probabilidad moderada de exposición a factores desestabilizadores.
2 Probabilidad alta de exposición a factores desestabilizadores.
931
R3 Falta de apoyo personal
194
familiar implicará una pérdida de espacio y tranquilidad y la reactivación
de antiguos conflictos. Entre ambos extremos, cualquier combinación de
predisposiciones es posible. El aspecto mesológico que se valora en este
ítem es sumamente importante por el rápido impacto que puede tener en
el liberado, ya sea incrementando el riesgo o actuando como protector.
En la valoración final, este ítem debería ser analizado contemplando los
eventuales nexos con el ítem histórico Inestabilidad en las relaciones de
pareja.
Codificación
0 Probabilidad baja de falta de apoyo personal.
1 Probabilidad moderada de falta de apoyo personal.
2 Probabilidad alta de falta de apoyo personal.
951
R4 Incumplimiento del plan
terapéutico
196
El lector se dará cuenta de que cuando esté codificando un caso “Dentro”
probablemente, este ítem coincide con el ítem C5 (“Respuesta Desfavorable
al Tratamiento”). Es menester tener en cuenta que los ítem C están relaciona
dos con el presente, y los ítem R, con el futuro. Mientras que un individuo
puede no haber respondido favorablemente a una intervención específica, y
tal vez, haya obtenido un 2 en el ítem C5, el proceso de evaluación de la
H C R - 20 requiere que se realice una nueva evaluación del ítem R4, de acuer
do a la probabilidad de cumplimiento de los planes futuros.
La probabilidad de incumplimiento del plan terapéutico depende tanto
de factores medioambientales como de factores personales. Por lo tanto,
una valoración completa del ítem se logrará cuando se integren las apre
ciaciones del plantel asistencial respecto a la predisposición del sujeto a
cumplir con el tratamiento, por una parte, con la evaluación de las con
diciones que podrán actuar como facilitadores u obstáculos, por otra. Entre
las condiciones facilitadoras se cuenta la existencia de una adecuada co
nexión con servicios ambulatorios, la disponibilidad de programas de
monitoreo bioquímico de abuso de sustancias y de suministro de medicación.
Estas condiciones son muy valoradas por los jueces, fundamentalmente, por
la magnitud que tiene el abuso de sustancias entre los convictos.
Los jueces imponen como condición de liberación anticipada, de mane
ra regular, que el sujeto intente el autosustento con actividad laboral. Este
aspecto debería ser contemplado en este ítem, pues es parte del plan de
reinserción, pero merece mayor reflexión: la posibilidad de cumplimiento
de tal condición no depende exclusivamente del sujeto liberado pues tam
bién influye la demanda laboral y las conexiones sociales. De todas mane
ras, ello no disminuye la gran importancia del tema ni impide que pueda
ser evaluado concretamente. No sería técnico descuidar el ítem porque en
determinado momento histórico social existe gran desempleo. Respecto al
cumplimiento vinculado al autosustento, el evaluador debería examinar,
concretamente, cuáles son las posibilidades laborales del sujeto, qué tipo
de capacitación tiene y en qué lugar podría desempeñarse y, más aún, si
cuenta o no con un puesto de trabajo.
971
R5 Estrés
198
Con un criterio clínico amplio, existe consenso en
que el estrés puede ser un factor desencadenante de
violencia independientemente de qué factores consti
tuyen la diátesis hacia la violencia del sujeto evalua
do. El déficit social estructural es, en principio, una
fuente de estrés, pero su consideración como factor de
riesgo dehe ser cautelosa. No es infrecuente que el eva
luado pertenezca a grupos sociales paupérrimos, en
los que las facilidades de alojamiento son pésimas y
los recursos económicos son insuficientes para satisfa
cer las necesidades básicas. Sin embargo, tales condi
ciones no son razón necesaria y suficiente como para
estimular la violencia o el delito. Indudablemente, lo
óptimo sería contar con criterios locales respecto a los
riesgos de violencia vinculados a los diferentes secto
res socioeconómicos, pero ello dista mucho de estar
disponible. Una orientación que puede brindar argu
mentos sustentables, sería tratar de revisar cómo ha
influido anteriormente el déficit estructural en el suje
to evaluado. Es posible que pueda configurarse un
patrón de búsqueda de satisfacción de sus necesidades
mediante el delito y, entonces, el déficit estructural p a
saría a ser, en términos relativos, un factor de peso. En
cambio, es posible que el evaluado haya sido privado
de libertad por algún hecho menos vinculado con el
d éficit estru ctu ra l (por ejem plo, un conflicto
interpersonal por cuestiones pasionales) y, entonces,
el déficit estructural y su estrés económico social re
sultan menos relevantes.
Codificación
0 Probabilidad baja de estrés.
1 Probabilidad moderada de estrés.
2 Probabilidad alta de estrés.
Este ítem se debe codificar teniendo en cuenta
la probabilidad de existencia real del factor
estresante grave o bien, la incapacidad de afronta-
miento de un factor estresante, aunque no sea tan
grave.
Lo que se intenta captar es la probabilidad de
desequilibrio entre la capacidad de afrontamiento
específica del sujeto y los factores estresantes a
los que estará expuesto. El juicio profesional debe
intentar ajustar la mensura a las potencialidades
del sujeto y a las condiciones del medio social de
una manera multidimensional. Respecto a la di
mensión temporal, no debe olvidarse que la
mensura tiende hacia el futuro, si bien, el juicio
estará enriquecido si se conocen los factores
estresantes típicos del medio al que perteneció el
sujeto y particulares de su historia individual, de
manera tal que esos antecedentes puedan ser pro
yectados de manera comprensiva hacia el nuevo
período.
1100
COMENTARIOS
FINALES
1011
1. hasta que no se adopte un lenguaje común, es muy difícil que los
profesionales que trabajan en el área general de la evaluación del riesgo
mejoren la capacidad para llevar a cabo las evaluaciones; y
Los autores comparten con Borum (Borum, 1996) la idea de que en los
últimos años se ha progresado mucho en el terreno de la evaluación del
riesgo. Gran parte se ha aprendido en los últimos 15 o 20 años. Saleem
Shah (Shah, 1981) estaba en lo cierto cuando decía: “Decir que algo es
difícil de hacer (concretamente, alcanzar niveles altos de precisión al pre
decir eventos que tienen tasas básales muy bajas) no es lo mismo que afir
mar que la tarea es imposible y que simplemente no se puede hacer” (1981,
p. 161; destacado original).
No cabe duda de que las últimas investigaciones sirvieron para explicar cues
tiones relacionadas con la evaluación del riesgo. El desafío ahora, como lo señala
Borum (Borum, 1996) es ayudar a que los colegas y estudiantes utilicen
sistemáticamente la información que ahora está disponible. Los autores desean
que, aunque sea en forma limitada, la HGR-20 brinde ayuda en este sentido.
Ante la complejidad y trascendencia implícita en la evaluación del ries
go de violencia, los responsables deberían aspirar a buscar modos de sis
tematización, perfeccionamiento y contrastación de los resultados. No es
que, necesariamente, todos deban constituirse en investigadores a nivel
poblacional. Lo importante es que las instituciones busquen la colabora
ción de investigadores y estimulen el estudio y la discusión en los equipos
y que dispongan de los recursos necesarios para ello. La inversión de este
tipo redunda en mayor profesionalismo, en menores errores y en menores
reclamos. Sólo el esfuerzo por hacer la tarea lo mejor posible puede dismi
nuirla tensión entre la demanda social y el servicio responsable.
1102
H o ja d e P u n tu a c ió n
Nombres
Í
Fecha___
m __ _
Factores Históricos_________________________________________Puntale
H1 Violencia previa
H2 Edad temprana en el momento de la primera conducta violenta
H3 Inestabilidad en las relaciones de pareja
H 4 Problemas laborales
H 5 Problemas relacionados con el uso de sustancias
H 6 Trastorno mental mayor
H7 Psicopatía
H8 Inadaptación temprana
H9 Trastorno de personalidad
H 1 0 Fracaso en previa alta o liberación
Factores Clínicos
C1 Deficiencia en el juicio
C2 Actitudes negativas
C3 Síntomas activos de trastorno mental mayor
C4 Impulsividad
C5 Respuesta desfavorable al tratamiento
1031
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Impreso electrónicamente en: SL1DER, La Plata, A rg e n tin a
Octubre de 2003: 2 0 0 e je m p la re s
Diseño de Tapa: C larisa C a p u rro - M elva P ic c irilli
Diseño y diagramación interior: C larisa C a p u rro
GUIA
SARA
PRÓLOGO
71
Jicos. Se movilizan las propias víctimas, los abogados, los médicos, los
psicólogos, los trabajadores sociales, los sociólogos y los antropólogos.
Todos estos actores involucrados pueden encontrar beneficios de la utili
zación de un esquema como la SARA, que facilita la sistemática de estu
dio del riesgo de violencia basado en hallazgos de estudios empíricos.
Asimismo, la SARA facilita la revisión, por parte de terceros, de cómo se
ha realizado la evaluación. Si bien diversos aspectos de la SARA son su
mamente técnicos y requieren que el evaluador esté capacitado en cien
cias de la conducta o la salud mental, el esquema, en general, puede ser
útil para todos los profesionales que necesiten revisar, interpretar y, even
tualmente, cuestionar una evaluación.
18
INTRODUCCION
91
1994; Canadian Panelon Violence Agaisnt Women, 1993; Koss et al., 1994;
Kurz, 1993; O’Leary et al., 1989; Walker, 1989). Por esta razón, la mayoría
de los comentarios en este manual se centran en la agresión hacia las espo
sas, aunque también se aplican a otras formas de violencia conyugal.
110
FORMATO
111
2 En este sentido, la SARA una guía de evaluación o lista de cotejo (es de
es similar a varios instrumentos
de evaluación forense común
cir, marco de referencia, conjunto de pautas y
mente usados (véase Grisso, ayuda memoria); una forma de garantizar que
1986). los evaluadores consideren y ponderen la in
3 Este trabajo se inspiró, en
parte , en el clásico texto de
formación pertinente2. El objetivo fue diseñar
Monahan (1981) y se intentó un esquema sistemático, completo, pero que no
considerar sus advertencias y requiera evaluaciones demasiado complejas o
recomendaciones de la mejor
forma posible. extensas3.
112
Aplicaciones de la
SARA
131
alternativas (por ejemplo, con privación o sin privación de la libertad) y
fijar o recomendar condiciones para la supervisión comunitaria (por ejem
plo, una medida cautelar que restrinja el contacto del procesado a las vícti
mas).
114
Advertencia a terceros: Prácticamente, todas las jurisdicciones en los
Estados Unidos de América tienen la obligación de advertir o notificar so
bre la existencia del riesgo de violencia. Esto se aplica a los profesionales
de la salud mental, los consejeros y los trabajadores sociales (Dickens, 1985).
En general, la obligación de advertir o notificar surge cuando el prestador
de servicios tiene fundamentos razonables y probables, o de otro tipo, para
creer que un individuo representa un peligro para sí o para terceros. La
SARA puede usarse cuando, durante la evaluación voluntaria u ordenada
por el tribunal, o durante el tratamiento, el prestador del servicio cree que el
individuo representa un peligro para terceros identificables (es decir, su cón
yuge y/o hijos). La presencia de factores de la SARA respaldaría la existen
cia de fundamentos razonables y probables. Los resultados obtenidos con la
SARA pueden actuar como «cotejo independiente» del juicio del prestador
del servicio y pueden ayudarlo a explicar los fundamentos de sus opiniones.
151
Descripción de la
SARA
116
La revisión bibliográfica también identificó
varias referencias clave que trataban la evalua
ción del riesgo de violencia en agresores con
yugales (por ejem plo, G oldsm ith, 1990; é
171
cinco áreas de contenido, llamadas secciones. A continuación, se resumen
los criterios de inclusión para cada ítem. Más adelante, en este manual, se
ofrece una descripción más completa.
Un ítem de esta sección, víctima y/o testigo de violencia fam iliar du-
r
118
en la bibliografía. No resulta claro por qué este factor está fuertemente
asociado con la violencia, aunque algunas investigaciones sugieren que
ciertos mecanismos de aprendizaje social pueden tener influencia (Widom,
1989).
les previas (Item 12) se refiere a las agresiones físicas de naturaleza sexual
o a las que ocurren en el contexto de extrema celotipia sexual. Uso de
r
191
daño físico grave o de muerte. Reciente escalada de la agresión en fre-
r
7El «último delito» es la ac Último delito7: Esta sección incluye tres ítem
tividad delictiva o antisocial por
la cual el delincuente se convier de contenido similar a aquellos que aparecen en
te en sujeto de evaluación. la sección anterior, que se codifican únicamente
sobre la base del último delito (el delito por el
cual el sujeto está siendo evaluado): Agresiones
r
120
Requisitos para el
usuario
211
Nótese que varios ítem de la SARA tratan aspectos de la salud mental y
puede ser necesario que se realice una evaluación psicodiagnóstica y/o que
se emitan juicios profesionales. Los usuarios que no son profesionales de la
salud mental (por ejemplo, las autoridades o funcionarios que supervisan a
los sujetos con libertad condicional) pueden codificar estos ítem mediante
la consulta de los informes psicológicos o psiquiátricos existentes. Otras
posibilidades pueden ser: a) codificar estos ítem y señalar que la codifica
ción debe considerarse provisoria (es decir, que no fue posible hacer la con
sulta psicológica o psiquiátrica); o b) omitir los ítem, y dejar constancia en
las conclusiones de riesgo de las limitaciones que esto puede tener.
122
Procedimiento de eva
luación
231
marión» que se puede completar para cada administración de la SARA
(véase el Apéndice B).
Una lectura cuidadosa de los ítem de la SARA indica que todas las
entrevistas deben abarcar las siguientes áreas con respecto al imputado:
• abuso y abandono durante la niñez (ítem 6);
• historia ocupacional y social (ítem 5);
• historia de relaciones de pareja (ítem 4);
• historia de la salud física y mental (desde el ítem 7 hasta el 10);
• estado mental actual (desde el ítem 7 hasta el 10);
• historia de comportamiento agresivo/abusivo (ítem 1 ,2 y desde el 11 hasta el 20);
• antecedentes penales (desde el ítem 1 hasta el 3 y desde el 11 hasta el 20);
• factores estresantes actuales (Otros);
• red de apoyo social actual (ítem 4 y Otros);
124
Comentario
251
Existen varias revisiones de procedimientos estandarizados para la
evaluación del abuso emocional y físico en relaciones de pareja (por ejem
plo, Goldsmith, 1990; Hotaling & Sugarman, 1986; Saunders, 1992). En
este trabajo, se utilizan las escalas desarrolladas por Linda Marshall (1992)
para medir violencia real, o el intento o amenaza de ésta, ya que estas
escalas parecen proporcionar una evaluación más completa que la mayo
ría de las otras autoevaluaciones (especialmente, en el área de la violencia
sexual). Se utiliza la escala desarrollada por Tolman (1989) para medir el
abuso emocional y psicológico más general. En cada caso, se le pide al
imputado que evalúe su comportamiento abusivo previo hacia la víctima,
y a la víctima, que evalúe el comportamiento abusivo previo del imputado
hacia ella. Además de indicar el grado y la gravedad del abuso pasado
(desde el ítem 11 hasta el 14, desde el 18 hasta el 20), estas respuestas
indican en qué medida el imputado puede estar minimizando o negando
su comportamiento abusivo (ítem 16).
126
Registros complementarios: Se debe intentar obtener copias de los
informes policiales, de los antecedentes penales y de las declaraciones de
la víctima inmediatas al hecho. Si el clínico no recibe estos documentos
como parte del proceso de derivación, a menudo, se pueden obtener a
través del fiscal o de las autoridades que controlan a los sujetos con liber
tad condicional. Los informes policiales, frecuentemente, contienen in
formación importante con respecto a: (a) las pruebas físicas de agresión
(por ejemplo, cortes y equimosis); (b) las declaraciones de testigos ocula
res o de aquellos que escucharon el incidente; (c) las observaciones de los
oficiales que realizaron el arresto sobre el comportamiento del imputado;
y (d) las medidas que se tomaron respecto de la seguridad de la víctima en
el momento del arresto. Los antecedentes penales son útiles para estable
cer los arrestos o condenas previas por agresiones9y los incumplimientos
de las condiciones de fianza, libertad condicional, etc. Por último, las
declaraciones de la víctima inmediatas al hecho proporcionan la magnitud
de los efectos físicos y emocionales sobre la(s) víctima(s).
Otros procedimientos
de evaluación:
Ya se analizó la importancia de las entre
vistas con la(s) víctima(s). Se pueden elegir
otros procedimientos para obtener información
adicional. Estos pueden incluir la utilización
de inventarios de personalidad, pruebas
cognitivas/de inteligencia, entrevistas con los
familiares/hijos, y entrevistas con las autori
dades competentes a cargo de los sujetos que
tienen algún tipo de liberación anticipada.
I n v e n t a r i o s de p e r s o n a l i d a d :
271
Como se analizó antes, la información proporcionada en una entrevista
puede no revelar exactamente en qué medida existen trastornos psicológi
cos. Por eso, los inventarios de personalidad estandarizados pueden brin
dar información significativa con respecto a la presencia de abuso de subs-
r
tancias (Item 7), trastornos mentales mayores (por ejemplo, trastorno del
pensamiento, pensamiento paranoide, depresión/pensamientos suicidas;
r r
I E v a lu a c ió n c o g n i t i v a / d e i n t e l i g e n c i a :
[E n tre v is ta s con l o s f a m i l i a r e s / h i j o s :
Al igual que las víctimas, los familiares y los hijos pueden brindar
información valiosa con respecto al patrón de agresión del acusado. Di
chas entrevistas pueden ayudar a establecer si el acusado es habitualmen
te agresivo o no. Es decir, si abusó de otros miembros de la familia o
conocidos. Como se analizó en los criterios para los ítem 1 y 2, esto puede
tener implicaciones en cuanto al riesgo.
| E n t r e v i s t a s con l o s f u n c i o n a r i o s o a u t o r i d a d e s que s u p e r v i s a n a
l o s s u j e t o s con l i b e r t a d c o n d ic io n a l:
128
tipo liberación anticipada) o algún tipo de medida cautelar puede brindar
información sobre las actividades diarias del sujeto. Generalmente, la au
toridad habla con los testigos clave, familiares y contactos de la comuni
dad (por ejemplo, empleadores) para preparar informes previos a la sen
tencia o simplemente como parte del manejo del caso. Además, a menudo,
el funcionario puede proporcionar el registro de cumplimiento de las con
diciones de liberación del sujeto. Esta información es esencial para codi
ficar los ítem 3 y 20.
Codificación
291
Sobre la base de las experiencias y de las investigaciones preliminares
(por ejemplo, Bond, Eaves, & Kropp, 1994; Kropp, 1995), la presencia de
ítem individuales es un indicador de riesgo relativamente objetivo: en ge
neral, y especialmente ante la ausencia de ítem decisivos (véase abajo), el
riesgo aumenta con el número de ítem codificados como presentes. Por
supuesto, completar la SARA requiere cierto grado de juicio profesional y
subjetivo por parte del evaluador; sin embargo, las investigaciones sugie
ren que la concordancia entre evaluadores respecto de la presencia o au
sencia de ítem de la SARA es muy alta (Kropp, 1995).
Presencia de ítem decisivos: los ítem decisivos son aquellos que, da
das las circunstancias del caso, son en sí mismos suficientes para que el
evaluador concluya que el individuo tiene un riesgo de violencia. Se in
cluyen considerando el hecho de que el riesgo, como lo percibe el evaluador,
no es una simple función lineal del número de factores de riesgo presentes
en un caso. Por este motivo, no se suman los códigos numéricos de los
ítem individuales de la SARA para obtener una puntaje total: es posible
que un evaluador, sobre la base de un solo ítem decisivo, pueda concluir
que un individuo tiene un riesgo de violencia alto. Los ítem decisivos se
codifican usando un formato de 2 puntos: 0 = ausente, 1 = presente.
130
Comunicación de los
hallazgos
311
les o previstos, red de apoyo actual o prevista, las circunstancias en tomo
al último delito (o la instancia de violencia conyugal más reciente), y los
resultados de cuestionarios o evaluaciones psicológicas. La sección de
opinión final debe presentar las conclusiones de riesgo, así como también
las estrategias que se recomiendan para el manejo del riesgo del sujeto.
Debido a la forma en que fue diseñada, la SARA es adecuada para anali
zar el manejo del riesgo; cada ítem de la SARA está lógicamente asociado
con una o más estrategias de manejo. Algunos de los factores de riesgo
son de naturaleza más estática (es decir, se espera que si cambian con el
tiempo, este cambio sea leve), mientras que otros son más dinámicos (y
pueden cambiar rápidamente). En la Tabla 1, los ítem de la SARA se des
criben en un continuo entre lo estático y lo dinámico, y se proponen algu
nas estrategias para el manejo del riesgo.
Tabla 1: Estrategias de Manejo del Riesgo Asociadas con los ítem de la SARA
132
GUIA DE EVA 1: Agresiones previas
LUACION DEL contra familiares
RIESGO DE
VIOLENCIA
CONYUGAL
C rite rio s
C o d ific a c ió n
331
N o ta ;
‘Agresión ’ incluye agresión física, agresión sexual, y el uso de
armas; ‘Familiares’incluye tanto los familiares biológicos como los que
no lo son (padres, padrastros, hermanos, hermanastros etc.), y también
los hijos de parejas anteriores o actuales pero no incluye a las parejas
anteriores o actuales (codificado en el ítem 4).
C o m e n ta rio
Agresiones previas
contra extraños o
conocidos
C rite rio s
134
2 Intento de agresión o agresión real contra extraños o conocidos en el pasado.
1 Amenaza de agresión contra extraños o conocidos en el pasado.
0 No hubo agresión real ni intento o amenaza de agresión contra extraños o conocidos en
el pasado.
N o ta ;
‘A gresión ’ incluye violencia física, violencia sexual y el uso de
armas; ‘extraños o conocidos ’ incluye cualquier persona que no sea p a
reja o familiar.
C o m e n ta rio
Violación previa de la
liberación anticipada o
supervisión comunitaria
C rite rio s
Este ítem debe ser codificado sobre la base de los registros formales de
la justicia penal (por ejemplo: informes de la policía o de libertad condi
cional, antecedentes penales, etc.)
351
Codificación
C o m e n ta rio
Problemas recientes
de pareja
C rite rio s
136
lentos, y una tasa de recidiva general y violenta más alta que aquellos con
relaciones de pareja estables (Andrews, 1991; Snyder & Fruchtman, 1981).
Con respecto a los varones que agreden a sus esposas, muchos clínicos
observaron que el riesgo de violencia parece ser más alto en las siguientes
circunstancias: (a) el sujeto está viviendo con su pareja, pero ella quiere
terminar la relación; (b) el sujeto está separado de su pareja, pero él quiere
recomenzar la relación; o (c) hubo una separación repentina y/o reciente
(Crawford & Gartner, 1992; Kennedy & Dutton, 1989; McNeil, 1987;
Solicitor General of Cañada, 1985; Sonkin, Martin, & Walker, 1985). El
homicidio de una pareja mujer cometido por un varón es más probable
que ocurra en el contexto de una separación o un divorcio (Daly & Wilson,
1988). En líneas más generales, se sostiene que los varones agresivos tie
nen graves problemas para comunicarse con sus parejas (Maiuro, Cahn, &
Vitaliano, 1986; Saunders, 1993).
C o d ific a c ió n
N o ta .*Este
ítem debe ser codificado de acuerdo con la gravedad del
conflicto en el último año, sin considerar si los miembros de la pareja reci
bieron tratamiento o si el conflicto se produjo a causa del último delito.
[^ ■ ■ ■ ■ ■ H P ro b lern as laborales
recientes
C rite rio s
371
sos bajos y las preocupaciones financieras también constituyen un fac
tor de riesgo para ejercer violencia conyugal (Campbell, 1986; Hotaling
and Sugarman, 1986; Stuart & Campbell, 1989). Un cambio repentino
y reciente en la situación laboral -m ás específicamente, el despido o
una suspensión- puede estar asociado a un mayor riesgo de violencia
(McNeil, 1987). Generalmente se cree que los varones pueden m ani
festarles a sus familiares ira y frustración relacionadas con el trabajo
(Saunders, 1993).
C o d ific a c ió n
2 Actualmente desempleado, con una historia laboral inestable durante el último año.
1 Actualmente desempleado, con una historia laboral estable durante el último año; o,
actualmente empleado, con una historia laboral inestable durante el último año.
0 Actualmente empleado, con una historia laboral estable durante el último año.
N o ta ;
‘Empleado ’ significa un trabajo de tiempo completo o práctica
mente de tiempo completo (que incluye trabajo autónomo); ‘inestable’
significa cambios de trabajo frecuentes o períodos de desempleo conside
rables.
C rite rio s
138
varones que agreden a sus esposas tenían muchas más probabilidades
que los no agresores de haber sido víctimas de un doble abuso —es decir,
ser tanto víctima como testigo de violencia de los padres. El riesgo de
recidiva violenta en varones que agreden a sus esposas también está
conectado al hecho de haber sufrido violencia familiar o a haber sido
testigo de ésta durante la niñez o la adolescencia (Saunders, 1992b;
Sonkin, 1987). Se descubrió, en una investigación realizada en sala de
emergencia psiquiátrica, que la calidad de vida familiar durante los pri
meros años tiene un poder decisivo como factor predictor de violencia
durante un año (Klassen & O ’Connor, 1989). Recientemente Saunders
(1993) incluyó esta variable como uno de los tres factores de riesgo de
violencia familiar más ‘prominentes’.
C o d ific a c ió n
Abuso/dependencia de
substancias reciente
C rite rio s
391
considera que el abuso de alcohol es uno de los tres factores de riesgo de
violencia familiar prominentes y agrega que el uso crónico puede provo
car peleas familiares debido al consumo excesivo de alcohol.
C o d ific a c ió n
N o ta :
Este ítem debe ser codificado de acuerdo con la gravedad del
abuso durante el último año, sin considerar si el individuo recibió trata
miento. ‘Grave ’ significa que el abuso de substancias perjudicó conside
rablemente la salud del individuo o su funcionamiento social (por ejem
plo, una sobredosis o pancreatitis; un arresto o la pérdida del empleo).
C o m e n ta rio
140
iniciada a temprana edad -habitualmente con consumo de psicofármacos
o inhalantes- combinada con conducta violenta tanto instrumental -por
ejemplo, con el objetivo de obtener la propiedad ajena- como alternativa
cotidiana para la resolución de conflictos interpersonales; b) el que mues
tran los sujetos que transcurren su historia vital desarrollando dependen
cia especialmente alcohólica, sin participar de actividades delictivas y sin
mostrar tempranas conductas agresivas pero que, en estadios avanzados
de la carrera alcohólica, cometen actos agresivos dirigidos hacia familia
res o amistades. Los primeros exponen rasgos del perfil antisocial de la
personalidad tales como paso rápido a la acción, intolerancia a las frustra
ciones, vivencia temporal predominante en el presente, insuficiente auto
nomía ética, egocentrismo, predominante valoración hedonista, irrespon
sabilidad en los roles sociales y familiares tradicionales, ausencia de sen
timientos de culpa, etc. Los segundos pueden evidenciar agresividad in
termitente asociada al consumo no cotidiano pero con incapacidad para
detenerse o una fenomenología en la que se destacan el estigma físico
del dependiente crónico, el deterioro de los rendimientos sociales, el debi
litamiento de la nitidez de conciencia y de las posibilidades de actuar con
adecuada previsión, retraso sensoperceptivo, dismnesia, bradipsiquia, per
severancia, puerilidad, primitivización, etc.
411
confusión es la comorbilidad con un trastorno antisocial de la personali
dad. De todas maneras, la baja frecuencia relativa de estos casos hace que
deban considerarse excepcionales (Folino, J. 1998).
Ideación/ intento de
suicidio u homicidio
reciente
C rite rio s
142
do suicidarse antes de cometer el delito; de hecho, no es raro que estos
varones intenten suicidarse o se suiciden después de cometer el homicidio.
C o d ific a c ió n
C o m e n ta rio
431
esposo/a sea un hecho sin planificar (Daly y Wilson, 1988). Estos últimos
autores, por el contrario, plantean que los homicidas se movilizan hasta
encontrar a la víctima con un objetivo claro en mente y que esto ocurre
así, predominantemente, en las parejas que están separadas (Daly y Wilson,
1988). Una interpretación apta para esos casos es que tales conductas
violentas son expresiones de la actitud masculina de sentirse propietario
de la mujer y de su capacidad reproductiva. En esas conductas violentas,
los varones estarían extendiendo hasta el extremo el ejercicio unilateral
de su autoridad.
144
Síntomas psicóticos y/
o maníacos recientes
C rite rio s
C o d ific a c ió n
451
Comentario
146
Trastorno de
personalidad con ira 5
impulsividad,
o inestabilidad de la
conducta
C rite rio s
C o d ific a c ió n
471
N o ta ;
‘Grave ’ significa que los síntomas dieron como resultado un
tratamiento psiquiátrico con hospitalización o ambulatorio, o que perju
dicaron considerablemente elfuncionamiento social (por ejemplo, puntaje
total de la PCL-R e» 25; diagnóstico de cualquier trastorno del Grupo B
del DSM-III-R); ‘moderado ’ significa que no necesitaron tratamiento y
que sólo perjudicaron levemente el funcionamiento social (por ejemplo,
puntaje total de la PCL-R entre 15 y 25; rasgos prominentes de cualquier
trastorno del Grupo B del DSM-III-R).
Comentario
148
producirse la ruptura, el ex violento inicia una campaña de acecho, inti
midación y terrorismo mental con alta probabilidad de reiteración de la
violencia. La conducta puede tener el objetivo de coercionar a la víctima
para que regrese o simplemente la venganza. Algunos presentan una vio
lencia depredadora, planeada, con propositividad y sin emocionalidad, sin
exaltación autonómica y con metas numerosas, tales como el control, la
intimidación o la devaluación de la víctima. Este tipo de violencia se aso
cia a la psicopatía o el trastorno antisocial de la personalidad.
Las personas con rasgos paranoides pueden pasar al acto agresivo cuan
do su suspicacia se exacerba, ya sea por conflictos concretos o porque
transcurre un período de exaltada unilateralidad en sus juicios que genera
fricción con la pareja. En ocasiones, acontecimientos reales y esperables
en una relación conflictiva, como, por ejemplo, el rechazo sexual o la
disminución en la comunicación, pueden desencadenar interpretaciones
celotípicas sobrevaloradas que justifican, para el agresor, adoptar con
ductas violentas.
Agresiones físicas
previas
C rite rio s
491
lencia (Fagan et a l, 1983; Sonkin, 1987). El cálculo aproximado de la tasa
de recidiva de agresión hacia las esposas oscila entre 30 y 70 % durante un
período de uno a dos años (Dutton, 1995); estas tasas parecen aplicarse
sin tener en cuenta si el sujeto está arrestado y/o bajo tratam iento
(Hamberger & Hastings, 1993).
C o d ific a c ió n
N o ta ;
‘A gresión física ’ incluye agresión con un arma pero no incluye
r
Agresiones sexuales/
celotipias sexuales
previas
C rite rio s
150
Codificación
N o ta :
‘A gresión sexual ’ incluye agresión sexual con un arma pero no
r
C o m e n ta rio
511
13 Uso de armas y/o
amenazas de muerte
verosímiles previas
C rite rio s
C o d ific a c ió n
N o t a : “A rm a'incluye
armas defuego, cuchillos, y objetos usados como
palos; ‘verosímiles ’ significa que las amenazas fueron percibidas como
reales por la víctima. Las amenazas imprecisas (por ejemplo, ‘Te voy a
agarrar j percibidas como reales por la víctima deben ser codificadas
como amenazas de daño físico grave.
152
Comentario
Reciente escalada de ia
agresión en frecuencia
o gravedad
C rite rio s
531
todos los registros pertinentes cuando se evalúan los patrones de violen
cia (Rice & Harris, 1992). En muchos casos esto demostrará una ‘evolu
ción de la violencia’ a través del tiempo (Greenland, 1985).
C o d ific a c ió n
N o ta ;
Codificar de acuerdo con la naturaleza de la escalada en el
último año, sin tener en cuenta si el individuo recibió tratamiento.
C o m e n ta rio
154
iolación previa de las
medidas precautorias
C rite rio s
C o d ific a c ió n
2 Arresto(s) previo(s) por violar las medidas precautorias ordenadas por un tribunal civil o
penal.
1 Violación(es) previa(s) de las medidas precautorias ordenadas por un tribunal civil o
penal que no dieron como resultado el arresto del sujeto.
0 No registra violaciones previas de las medidas precautorias ordenadas por un tribunal
civil o penal, o nunca existieron tales disposiciones.
N o ta ;
Las «órdenes de un tribunal civil o penal» incluyen fianza, eje
cución condicional de la pena, imposición de un radio de exclusión, etc.
Violación de una orden de «prohibición de contacto» también se tiene en
cuenta para la codificación del ítem 3.
551
Comentario
Minimización extrema o
negación de la historia
de violencia conyugal
C rite rio s
156
et al., 1985). En los varones que agreden a sus esposas, la minimización y
la negación se asocian con la falta de voluntad para modificar los compor
tamientos agresivos o para comenzar programas de tratamiento y también
están relacionadas con un riesgo mayor de recidiva violenta (Dutton, 1988;
Sonkin, 1987).
C o d ific a c ió n
2 Minimización extrema o negación del comportamiento agresivo previo pese a las pruebas
documentadas que indican lo contrario, según la presencia de uno o más de los siguientes
indicadores:
a. el individuo niega muchas o todas las agresiones previas;
b. el individuo niega la responsabilidad por muchas o todas las agresiones previas (por
ejemplo, culpa a la víctima);
c. el individuo niega las consecuencias graves de muchas o todas las agresiones previas
(por ejemplo, dice que la víctima no sufrió heridas físicas).
1 Minimización moderada del comportamiento agresivo previo pese a las pruebas
documentadas que indican lo contrario, según la presencia de uno o más de los
siguientes indicadores:
a. el individuo niega algunas agresiones previas, pero admite otras;
b. el individuo niega la responsabilidad que le cabe por algunas de las agresiones previas
(por ejemplo, culpa a la víctima), pero acepta la responsabilidad por otras;
c. el individuo niega las consecuencias graves de algunas agresiones previas
(por ejemplo, dice que la víctima no sufrió heridas físicas), pero reconoce otras
consecuencias.
0 No hay discrepancia, o la discrepancia es escasa, entre la versión del individuo acerca de
las agresiones previas y la(s) versión(es) documentada(s).
C o m e n ta rio
571
asume en el hogar. Esa persona está muy entrenada para el ocultamiento, la
distorsión y la justificación en pro de su imagen cargada de deseabilidad
social, al punto tal que la versión violenta puede resultar inverosímil para el
lego y difícil de vislumbrar para el idóneo. Asimismo ocurre con el abusa
dor de alcohol que, independientemente de la negación genérica que pueda
anteponer, suele estar bien acostumbrado a transferir culpas al alcohol y, a
minimizar, además del consumo, todas aquellas consecuencias disociales.
C o d ific a c ió n
2 Promueve explícitamente las actitudes que apoyan o aprueban la violencia conyugal.
1 Parece promover implícitamente las actitudes que apoyan o aprueban la violencia
conyugal.
0 No hay pruebas que indiquen actitudes que apoyan o aprueban la violencia conyugal.
158
C o m e n ta rio
KV
Agresiones graves y/o
sexuales
C rite rio s
tamnbién Item 11 y 12). Este ítem debe ser codificado únicamente sobre
la base del último delito.
C o d ific a c ió n
591
N o ta ;
«Violencia grave» significa que la víctima sufrió heridas físicas
graves (es decir, que necesitó atención médica).
C o m e n ta rio
C rite rio s
C o d ific a c ió n
160
N o ta .* ‘A rma
’ incluye armas de fuego, cuchillos, y objetos usados como
palos; ‘verosímiles ’ significa que las amenazas fueron percibidas como
reales por la víctima. Las amenazas imprecisas (por ejemplo, ‘Te voy a
agarrar j percibidas como verosímiles por la víctima deben ser codifica
das como amenazas de daño físico grave.
Violación de las
medidas precautorias
C rite rio s
C o d ific a c ió n
2 El último delito incluye un arresto por violar las medidas precautorias dispuestas por un
tribunal civil o penal.
1 El último delito incluye una violación de las medidas precautorias dispuestas por un
tribunal civil o penal, pero ésta no dio como resultado el arresto del sujeto.
0 El último delito no incluye una violación de las medidas precautorias dispuestas por un
tribunal civil o penal, o nunca existió tal orden.
N o ta :
«Orden de un Tribunal civil o penal» incluyen fianza, libertad
condicional, órdenes de restricción, etc.
611
Otros
C rite rio s
por los síntomas psicóticos y/o maníacos (que se codifican en el Item 9).
• Sadismo sexual.
Canadian Centre for Justice Statistics (1994). Wife assault: The findings
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631
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Apéndice A
731
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Noviembre de 2004: 1 0 0 e je m p la re s
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Diseño v diagramación interior. C la risa C a pu rro