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Para los científicos, la búsqueda de vida inicia por comprender por qué la Tierra es
capaz de generar la vida, y lograr que esta permanezca y evolucione en ella. Con
esta información pueden desarrollar estrategias para su detección en otros
planetas alrededor de otras estrellas.
La doctora en Ciencias de la Tierra y maestra en Astronomía, Antígona Segura
Peralta, explica que la vida no es únicamente el grupo de los mamíferos: seres
que respiran oxígeno, con ojos, patas, entre otras características.
Incluso sin vida, K2-18b está ayudando a revelar toda una nueva clase de mundos
más grandes que la Tierra, pero más pequeños que Neptuno. Nikku
Madhusudhan, astrónomo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y autor
principal del artículo en el que se anuncian los resultados, había teorizado
anteriormente que estos planetas podrían albergar océanos líquidos bajo sus
atmósferas.
Recuerda haber visto los datos que mostraban la presencia de hidrógeno y, lo que
es aún más revelador, de metano y la ausencia de amoníaco. La investigación
sugiere que un planeta grande como K2-18 b sólo podría tener esa proporción de
gases si la atmósfera estuviera interactuando con el agua que hay debajo.
Para que un planeta fuera del sistema solar sea considerado habitable, NASA
utiliza una serie de determinaciones en su análisis, entre los que se encuentran las
siguientes condiciones: la vida requiere agua líquida, energía solar y nutrientes.
El planeta debe ubicarse en la región habitable de la órbita con su estrella, cuya
temperatura es propicia para contener vida de cualquier tipo.
Un planeta habitable necesita de atmósfera para poder filtrar los altos niveles de
rayos X y UV que emanan de la estrella que orbita.
El planeta dentro de la zona habitable puede ser cálido, pero carecer de aire. Es
por este motivo que NASA advierte que no todo cuerpo terrestre que orbite esa
zona es apto para albergar vida.
Por el momento, solo podemos especular sobre ello. Poco a poco vamos
conociendo más sobre nuestra galaxia y sobre la vida y su evolución.
En el contexto terrestre, existe consenso científico en que la vida surgió hace unos
4.200 millones de años. Lo llamativo es que tuvo lugar en un periodo corto a
escala geológica entre cientos de miles y 120 millones desde que la Tierra se hizo
habitable.