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Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela. Antes de morir, le reveló
su secreto:
– La uva está hecha de vino, le susurró.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá
nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.
Eduardo Galeano. El libro de los abrazos.
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En la imagen: La Torre de Babel, de Pieter Brueghel el Viejo (1563).
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rendían a su soberanía entregándole el aire (el pájaro), la tierra (el ratón) y el agua (la
rana), así como las armas (las cinco saetas). Pero Gobrias, uno de los entendidos que
arrebataron al mago trono y vida dio una interpretación completamente distinta: Si
vosotros, persas, no os vais de aquí volando como pájaros, o no os metéis bajo la tierra
como ratones, o de un salto no os echáis a las aguas, como ranas, todos quedaréis
sepultados por estas saetas.
Heródoto. Historia, Libro IV.
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Narramos, escribimos y leemos porque hemos fabricado la fabulosa herramienta
del lenguaje humano. Por medio de las palabras, podemos compartir mundos interiores
e ideas quiméricas. Cuando un animal fantasea —si tal cosa es posible—, carece de
herramientas para contárselo a otro animal. Algunas especies están dotadas de
habilidades comunicativas, en ocasiones asombrosamente complejas, pero ninguna
puede compararse con las nuestras en flexibilidad, libertad y riqueza de matices. Este
prodigio lingüístico nos permite coexistir en dos geografías: el espacio tangible que
habitamos junto a miles de seres vivos y un universo paralelo que nos pertenece en
exclusiva —el de la fantasía, el de las posibilidades, el de los símbolos—, al que ninguna
otra criatura puede acceder.
Irene Vallejo. Manifiesto por la lectura.
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La palabra lógos en griego tenía múltiples acepciones: palabra, discurso, discurso racional y crítico.
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Y es que, aunque en ocasiones hablamos por hablar, sin tomarnos muy en
serio lo que decimos y las implicaciones que puede tener eso que decimos; sin
embargo, no se puede negar la tremenda eficacia de las palabras. Son instrumentos
gracias a los cuales podemos hacer infinidad de cosas. Podemos hacer
afirmaciones, predicciones, promesas, peticiones, advertencias y objeciones,dar
órdenes, insultar o amenazar, dimitir de nuestros cargos, convocar a un grupo de
personas, agradecer un favor, bromear, imaginar otros mundos, conocer a fondo
nuestro mundo… y muchas otras cosas. Los sofistas fueron los primeros en advertir
este uso de la palabra y refinar su enseñanza y aprendizaje.
Todos los sofistas, si bien no forman una escuela ni un grupo, compartían una
negación: es imposible acceder a la verdad universal. Da igual si la declaran los
dioses (de hecho, Protágoras se autodeclaraba agnóstico) o la declaran los filósofos
en la naturaleza. Esta posición se conoce como relativismo.
Si no podemos conocer la verdad, entonces el lenguaje no es más que un
instrumento creado por los seres humanos. Según Protágoras, “el hombre es la
medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son, y las que no son, en
tanto que no son”. Esto significa que la verdad es relativa al que conoce. Si la
verdad depende de la opinión de cada uno, entonces si dominas el lenguaje podrás
convencer a los demás de tu verdad e imponérsela. Gorgias es más radical.
Propone un argumento para refutar a Parménides partiendo de la tesis de que “nada
existe”5.
En fin, los sofistas concluyeron que el poder de la palabra reside en su
utilidad. Es posible convertir el argumento más débil en el más fuerte, tal y
como afirma Protágoras, si se sabe manejar bien el lenguaje. Por ejemplo, una
de las cosas que observaron es que la palabra bella persuade más que la palabra
fea. Además, a las personas les gusta oír lo que ellos piensan y si alguien se
enfrenta a ellos frontalmente es poco probable que estén dispuestos a escucharle.
Gorgias advirtió también que existe un buen discurso para cada edad, para sexo,
para cada acción y para cada uno de nosotros. Si sabes hablar desde tu propia
posición, habrás ganado ya mucho. ¿Y si pudiéramos usar todos esos trucos para
convencer a la gente de que nuestro discurso es el mejor y que tienen que hacernos
caso?
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La argumentación es esta: 1. Nada existe. 2. Si existiera, no podría conocerse. 3. Si se pudiera
conocer, no se podría comunicar.
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el poder de aquellos que adquiriesen la habilidad retórica y la pusiesen en práctica
en la Asamblea.
Para Sócrates y Platón, por el contrario, la única retórica legítima consiste en
decir la verdad, porque solo la verdad convence de verdad. Y es que existe,
según ellos, una verdad universal, que todos podemos
conocer a través del razonamiento y que aparece en el
lenguaje. “Tu verdad” y “mi verdad” son la misma verdad.
Por mucho de que me intentes convencer de que “2+2=5”
porque tú lo digas (o el Gran Hermano lo diga6), eso no
implica que sea cierto. Podrás crear un discurso hermoso,
cargado de figuras retóricas para convencerme. Podrás
borrarme la memoria o manipularla. Podrás crear una
sociedad del espectáculo que oculte que “2+2=4” o que
“lo justo no es lo mismo que lo conveniente7”. Pero “la
verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”, tal y como dijo Antonio
Machado.
En este sentido, alguien no es mejor porque pueda convencerme de que es
el mejor. El virtuoso debe demostrar que es el mejor, el excelente, no solo con sus
palabras, sino también con los hechos (y por supuesto con sus pensamientos). Es
decir, debe haber una coherencia entre lo que piensa, lo que dice y lo que hace.
¿Te imaginas una Escuela en la que las notas dependieran no del conocimiento,
sino de la apariencia de conocimiento? ¿Te imaginas las hordas de alumnos
tratando de convencer a los profesores de lo buenos que son, lo mucho que
estudian, cuánto se esfuerzan…?
A Sócrates y a Platón les escandaliza que los sofistas cobren grandes
sumas de dinero por sus enseñanzas. Pues así convierten la educación (y, con
ella, la verdad) en una mercancía en manos de aquel que la pueda comprar: los
ricos y los hijos de los ricos.
En lugar de vender el “hacer mejores a los demás”, Sócrates defiende que
cada uno debe tratar de conocerse a sí mismo.
Seguía la máxima del Oráculo de Delfos:
“Conócete a ti mismo”8. En la Apología de
Sócrates, Platón pone en boca de Sócrates una
frase que ha pasado a la historia de la
humanidad: “una vida sin examen no merece
ser vivida”. Desafortunadamente, ya sabemos
adonde le condujo eso. Y tú, ¿estás tratando de
conocerte a ti mismo?
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Referencia al libro 1984 de George Orwell.
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“Lo conveniente” es lo que conviene a alguien: a ti, a mí, a todos…
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En la imagen, el Templo de Apolo, en Delfos.
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II. Lógica
B. ¿Qué es la lógica?
La palabra “lógica” proviene del griego logikē epistēmē (ciencia del
pensamiento, ciencia de la razón o del razonamiento). Este a su vez viene de la
palabra lógos (palabra, discurso, razón, discurso racional).
Se suele definir la disciplina filosófica así porque la lógica no se ocupa de los
actos del pensar (objeto de la psicología) ni tampoco de los diferentes objetos o
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materias de pensamiento (de los que tratan las diversas ciencias), sino del orden
que han de seguir o la forma que deben tener los contenidos del pensamiento.
Las leyes del pensamiento o del razonamiento que estudia la lógica, por ser
formales, son también universales y necesarias, válidas para todo pensamiento
o razonamiento (sea cual sea su objeto o materia). Por esta razón, se ha
considerado tradicionalmente a la lógica como el órganon o instrumento para el
estudio de todas las demás ciencias. En el plan de estudios de las escuelas
filosóficas antiguas y medievales, el que se iniciaba en la filosofía comenzaba
precisamente por el aprendizaje de la lógica, pues no en vano es ella la ciencia (o
el arte) que enseña a pensar o razonar bien.
Hoy en día, se considera la versión aristotélica9 de la lógica como la “lógica
tradicional o clásica”. La aplicación del método matemático a la lógica clásica ha
dado lugar a que la versión contemporánea de la lógica contenga capítulos tales
como el cálculo de proposiciones, predicados, clases y relaciones. Las aplicaciones
de la lógica, en la versión matemática de nuestros días, son incontables. Por
ejemplo, la informática (con el código binario).
C. Lógica proposicional
La lógica proposicional, también denominada lógica de enunciados, se ocupa
de las proposiciones y los razonamientos.
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Es decir, de Aristóteles.
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a. Negador: Se simboliza: ¬. Se lee: no, no es el caso que.
Si p simboliza una proposición, ¬p constituye su negación. Si se
aplica a una proposición verdadera, la convierte en falsa, y
viceversa, tal y como se observa en la tabla de verdad de la
derecha.
En realidad, el negador no es una conectiva en sentido estricto,
pues no conecta dos proposiciones entre sí, sino que actúa sobre una proposición
alterando su valor de verdad.
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● p∨¬p
● p∧¬p
● (p→q)∧p
● [(p∨¬q)∧p]→¬q
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Premisa 1: Todos los primates son mamíferos.
Premisa 2: Todos los chimpancés son primates.
Luego todo C es B.
Para comprobar la validez de un razonamiento, hallaremos las tablas de
verdad de cada una de las premisas y de la conclusión. Con ellas, comprobaremos
si en algún caso sucede que todas las premisas son verdaderas y la conclusión es
falsa. Si esto ocurre, el razonamiento es incorrecto; si no ocurre, es válido. Por
ejemplo:
1. p→q
2. p
__________________________
⊢q
Esto es, como veremos más adelante, el modus ponens, cuya tabla de
verdad es:
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1. p→q
2. ¬p
__________________________
⊢¬q
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Adición De una proposición, tomada p
(Ad.) como premisa, puede concluirse _________
la disyunción de esta con ⊢p∨q
cualquier otra proposición.
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Ejemplo 2:
1. ¬(¬p∧¬q)
2. p→r
3. ¬r
_______________
⊢q∨s
Los pasos son los siguientes:
1. ¬(¬p∧¬q)
2. p→r
3. ¬r
4. p∨q ……………….. (DM 1)
5. ¬p ………………… (MT 2,3)
6. q …………………… (SD 4,5)
7. q∨s ………………….. (Ad. 6)
D. Falacias
Los seres humanos no razonamos siempre correctamente. Hay veces en
las que el fallo es evidente. Pero hay otros casos en los que el razonamiento parece
válido pero no lo es. Este tipo de razonamientos son las falacias o sofismas10.
Hay dos tipos de falacias: formales e informales.
-Falacias formales
Las falacias lógicas o formales son aquellos razonamientos no válidos debido
a la forma o estructura de la argumentación. Es decir, aquellos razonamientos que
vulneran alguna regla lógica. Las más comunes son las falacias que atentan contra
el modus ponens y el modus tollens:
● Falacia de negación del antecedente:
Si p, entonces q.
No p
Luego, no q.
Ejemplo:
Si llueve, las calles se mojan.
No llueve.
Luego, las calles no se mojan.
El hecho de que no haya llovido no garantiza que las calles no estén
mojadas. Podrían haber sido regadas, por ejemplo.
● Falacia de afirmación del consecuente:
Si p, entonces q.
q,
Luego, p.
Ejemplo:
Si llueve, las calles se mojan.
Las calles se mojan,
Luego, llueve.
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Ojo, deriva de la palabra “sofista”.
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Por la misma razón, el hecho de que las calles estén mojadas no garantiza
que haya llovido.
- Falacias informales
En este caso, la falta de validez tiene que ver con el contenido de las
premisas, y no con la forma lógica del razonamiento. Algunas de este tipo son:
● Argumento o falacia ad hominem (“contra el hombre”): Se comete cuando
se ataca a la persona que defiende una tesis en vez de atacar a su tesis.
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● Argumento o falacia ad baculum (recurso “al bastón”): Cuando se
recurre a amenazas para obligar a aceptar la tesis que se defiende.
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● Argumento o falacia ad antiquitatem (apelación a la tradición): Consiste
en hacer creer que lo correcto o verdadero es aquello que lleva haciéndose
desde hace mucho tiempo.
Existen muchos más tipos de falacias: ad novitatem (creer que algo es mejor
por ser más nuevo o moderno), ad hoc (explicar un hecho después de haber
sucedido), falso dilema (exponer dos opciones como las únicas posibles), etc. Si
quieres saber más, te recomiendo investigar la siguiente página: Retóricas:
Ejemplos de Argumentos y Falacias (retoricas.com) Ve pinchando en las falacias:
encontrarás su definición y ejemplos y te aparecerán más.
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