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- Carlos Vaquero -
I. Introducción.
Para aclarar a qué me estoy refiriendo pondré dos ejemplos. El primero tiene que ver
con un anuncio de televisión de la multinacional McDonald. En él se nos muestra a tres
jóvenes en una moto con sidecar que ven una oferta de McDonald de dos Mcpollos por
el precio de uno. Los dos que viajan en la motocicleta separan el sidecar y lo dejan
suelto a su aire. La siguiente imagen es la de estos comiéndose el Mcpollo y viendo por
la ventana como el joven que monta en el sidecar se estrella contra un poste. En cuatro
escenas, que duran pocos segundos, vemos comprimido ese cambio de mentalidad.
Pero la fuerza del anuncio está en que, por un lado, el que va en el sidecar es retratado
como un pazguato, y como tal nos induce a sentir que se lo tiene merecido -las
desigualdades como fruto de las diferencias "naturales" entre capacidades individuales
y la selección de los más aptos de Herbet Spencer, el bisabuelo de los neoliberales
actuales-; y por otro, que el anuncio busca la identificación del espectador con los
"ganadores", naturalizando un comportamiento que se vive como normal: los dos
"ganadores" miran "sin pasión" -es decir, sin juicio moral, con indiferencia- como el otro
se estrella.
A la hora de definir el neoliberalismo, lo primero con lo que nos encontramos es que las
corrientes que se suelen incluir bajo el paraguas de neoliberales no se definen a sí
mismas con ese término -p.a., Friedman, monetarismo; Buchanan y la Publica Choice;
Stockman y la economía de oferta; la escuela de las expectativas racionales; el liberismo
de Hayek; escuela de análisis de la búsqueda de rentas....-. Estamos, por consiguiente,
ante un término construido exteriormente, por sus críticos, con el que se designa un
conjunto de políticas, sus fundamentaciones y su ligazón a un tradición intelectual -
política y económica-.
Además, nos surge la cuestión de por qué utilizar el prefijo neo para denominar a una
corriente que bebe de las fuentes del liberalismo económico clásico. En mi opinión, se
utiliza este concepto para diferenciarla de las diversas corrientes del liberalismo, que
han derivado, principalmente, de dos fuentes: "En primer lugar, hay distintos obstáculos
a la libertad (...). En segundo lugar, hay diferentes concepciones de la libertad, que
permiten periódicas redefiniciones del liberalismo" (Guilherme, 1991:197).
Así, por ejemplo, a comienzo de siglo surge una corriente a la que se denomina nuevo
liberalismo -o neoliberalismo-, para distinguirla del liberalismo conservador de la
segunda mitad del XIX. El incluir el igualitarismo y una ampliación de las libertades, era
una de sus señas de identidad.
III. Los diez años que conmovieron al mundo. El contexto internacional del
neoliberalismo.
Uno de los consensos más importantes en los albores de este milenio es el de que
estamos inmersos en una crisis. Dentro de las acepciones de este concepto me interesa
la que está relacionada con la de cambio considerable y súbito en la "enfermedad" de
un sistema. Súbito en tiempo histórico puede ser años. En el caso que nos ocupa viene
determinado por tres acontecimientos cruciales en el periodo de 10 años: La victoria de
Thatcher y Reagan para los países occidentales [1979, comienzo del neoliberalismo];
La crisis de la deuda externa para los países del Tercer Mundo [1982, extensión
internacional del neoliberalismo]; La caída del muro de Berlín [1989, constitución del
capitalismo neoliberal como pensamiento único].
Esos tres acontecimientos cierran el siglo XX, pues ellos clausuran las tres "invenciones"
que lo caracteriza como siglo: la revolución rusa [la alternativa al capitalismo]; el Estado
de Bienestar [la alternativa al capitalismo liberal del siglo XIX y a la Revolución Rusa]; y
el Tercer Mundo [la alternativa al orden internacional creado en 1492].
Este "cierre" genera una "ausencia" [o crisis] de las alternativas y configura la mentalidad
de vivir en un mundo único, que en su expresión más burda fue popularizada por
Fukuyama en su teoría de Fin de la historia.
Esta mentalidad, en cuya base está la idea de victoria de la civilización capitalista, es
impulsada por la hegemonía de la ortodoxia económica neoliberal en la mayoría de las
elites políticas y económicas de los Estados nacionales y de las organizaciones
internacionales. Estas políticas económicas van a favorecer el levantamiento de los
"obstáculos" a la libre circulación del capital dinero y a desarrollar los elementos
institucionales que favorecen el "libre" mercado. También van a redefinir la relación
Estado-mercado. Y todo esto favorecido por fuertes avances tecnológicos.
La siguiente tabla, creo que refleja el cambio de perspectiva entre lo que se denomina
neoliberalismo y el Estado de Bienestar. Entrar en cada uno de sus aspectos desborda
el objetivo de este artículo, por lo que nos detendremos en su relación con el mercado
de trabajo.
Si nos atenemos a la descripción anterior, este no ha existido nunca, por lo que estamos
ante una construcción utópica que, sin embargo, no es concebida como tal por sus
ideólogos, sino que es identificada con la realidad natural. Esta utopía se articula como
una fe, pero también como un programa político que basado en determinada teoría
económica "llega a pensarse como la descripción científica de la realidad".
Este programa se basa en la idea-fuerza de que todos los problemas económicos tienen
que ver con una ausencia del mercado correspondiente o con la existencia de una traba
o interferencia a éste. De esta forma, el trabajo se concibe como una mercancía más,
que está sujeta a las oscilaciones de la oferta y de la demanda y cuyo equilibrio
determina el salario justo y evita el desempleo. Este último vendrá determinado por un
salario superior al de equilibrio provocado por cualquier interferencia ajena al
funcionamiento natural del mercado de trabajo.
En esta perspectiva, los sindicatos son vistos como una interferencia, la flexibilidad se
convierte en la nueva ortodoxia y se reforman la mayoría de las leyes que protegían el
mercado de trabajo.
El último informe del Banco Central Europeo se hace eco de esta postura cuando
considera que el desempleo es causado por la "existencia de rigideces en los mercados
de bienes y trabajo que son el resultado, en parte, de una regulación excesiva e
inadecuada". Curiosamente, los mercados laborales de la Unión Europea, en general,
están actualmente bastante más flexibilizados que en los años sesenta y setenta y el
desempleo es mayor.
La crítica al neoliberalismo tiene que tener en cuenta este doble aspecto: la construcción
utópica y el programa político.
Desde el primero estamos ante una lógica perversa que conlleva el que siempre existan
en la realidad algún tipo de trabas al buen discurrir del "mercado perfecto". Desde el
segundo, como programa, estas políticas se justifican por su capacidad para generar
empleo y bienestar en la población. Después de 20 años, casi tantos como los de "vida"
de las políticas keynesianas puestas en marcha tras la segunda guerra mundial,
podemos discutirlas desde el punto de vista de su eficacia para cumplir estas promesas
y, sobre todo, desde la perspectiva del mundo que están contribuyendo a crear.
No voy a entrar en datos cuantitativos, para ello basta remitirse a los informes anuales
sobre desarrollo humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, o a los
estudios de la misma Comisión Europea.
Un tercer aspecto tiene que ver con una mayor desigualdad en los mercados de trabajo,
que se manifiesta mediante la polarización de los salarios y una mayor desigualdad
salarial. Esto ocurre en el conjunto de los países, pero sobre todo en aquellos con una
flexibilidad mayor del mercado de trabajo y menor red de seguridad social y
prestaciones: EEUU, Reino Unido, Nueva Zelanda, España.
La cuestión de los costes se convierte, por lo tanto, en uno de los problemas clave de
discusión. Por mi parte, creo que hay dos aspectos centrales. El primero es que resulta
evidente que en este proceso hay ganadores y perdedores, y que estos últimos no sólo
son determinados grupos sociales y países, sino áreas geográficas enteras como el
África subsahariana -los informes de la UNCTAD (Conferencia de Naciones Unidas
sobre Comercio y Desarrollo) permiten ver el alcance de algunas de estas dinámicas-.
Sin embargo, en los análisis oficiales se sostiene que la lógica del mercado tenderá a
resolver esos "costes de transición". Costes que recordémoslo hacen referencia a bolsas
de pobreza, a desempleo, marginación y exclusión social; que generan sufrimiento
humano y de los que no se sabe cuántos años durarán.
El segundo aspecto está relacionado con los costes ecológicos, con los efectos sobre
el medio ambiente. El último informe del World Watch Institute nos da algunas pistas
acerca de los efectos perniciosos que sobre el ecosistema tiene el modelo actual de
expansión de la economía mundial.
La globalización, al mismo tiempo, está siendo utilizada por las elites dirigentes de los
estados nación de los países del norte para justificar políticas impopulares.
Se afirma que el crecimiento de las importaciones de países con bajo nivel salarial ha
causado la destrucción de empleos industriales, intensivos en trabajo, en los países
desarrollados, generando con ello, al mismo tiempo, desigualdades salariales. Se
sostiene también que los flujos crecientes de inversiones extranjeras directas hacia
países periféricos, para aprovechar los bajos costos salariales y producir manufacturas
más baratas, producen también el mismo efecto sobre el mercado de trabajo interno de
los países industrializados.
Sin embargo, las pruebas empíricas de que se dispone hasta ahora nos indican que
estos factores son de escasa importancia a la hora de explicar el crecimiento del
desempleo y de la desigualdad salarial en los países desarrollados. "Pese al rápido
crecimiento de los últimos años, la proporción de las importaciones de manufacturas
procedentes de los países de bajo nivel salarial representa en 1994 tan sólo el 3,8 por
ciento del PIB de los países de la OCDE"(LEE, 96: 530). Además, el sector
manufacturero representa alrededor de un 20 % del empleo total de los países
industrializados, y de ellos las empresas intensivas en mano de obra utilizan,
aproximadamente, una cuarta parte del total. En cuanto a los flujos de inversión
extranjera directa son lo suficientemente pequeños -0,5% del PIB de los países
industrializados- para que supongan una desviación importante de las inversiones en el
país de origen.
1) ¿Qué es es Neoliberalismo?
2) Neoliberalismo y mercado de trabajo
3) Neoliberalismo y globalización.
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