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Una obligación es un vínculo o relación jurídica en virtud de la cual una persona (acreedor)
tiene la facultad de exigir de otra (deudor) un determinado comportamiento positivo o
negativo ( prestación), de cuyo cumplimiento responderá en última instancia el patrimonio
del deudor.
Indica el artículo 1264 CC: “Las obligaciones deben cumplirse exactamente como han sido
contraídas. El deudor es responsable de daños y perjuicios, en caso de contravención”. El
efecto inmediato de la obligación consiste en hacer surgir a cargo del deudor, el deber de
prestación, el deber de cumplimiento exacto. La hipótesis normal es que el deudor cumpla
de manera espontánea y exacta la prestación debida: en ello consiste el cumplimiento
normal, cumplimiento en sentido estricto o cumplimiento en sentido objetivo. Y así se
satisface íntegramente el interés del acreedor. El efecto fundamental del cumplimiento es la
extinción de la obligación o más propiamente el vínculo.
La inejecución incluye los incumplimientos por causas imputables como la culpa y el dolo
del deudor, así como los causados por causas imputables como la conducta del deudor,
casos fortuitos o de fuerza mayor. La situación habitual es el cumplimiento "pleno y
oportuno" de las obligaciones. Existen dos situaciones que amenazan el normal
cumplimiento de las obligaciones: el retardo o mora si es culpable, y el incumplimiento.
En el ámbito legal, la RAE define la culpa como la"omisión de la diligencia exigible a
alguien, que implica que el hecho injusto o dañoso resultante motive su responsabilidad
civil o penal". En el ámbito penal en concreto, la culpa es la omisión del cuidado debido al
calcular las posibles y previsibles consecuencias de un hecho. Es decir, el autor tiene la
culpa de la producción de un daño al ejecutar una acción y no aplicar el debido cuidado
para evitar los posibles resultados. La culpa puede ser consciente e inconsciente y está
relacionada con la imprudencia, la negligencia o la impericia.
Por otra parte la RAE define el dolo como la "voluntad deliberada de cometer un delito a
sabiendas de su ilicitud", así como la "voluntad maliciosa de engañar a alguien o de
incumplir una obligación contraída". El dolo es la voluntad consciente encaminada y
orientada a la perpetración de un acto que la Ley prevé como punible.
En síntesis, el dolo es la voluntad y la conciencia de un sujeto para realizar una acción que
provoque un perjuicio a otra persona. Cuando el autor del hecho punible actúa con dolo,
quiere cometer ese delito a sabiendas del daño que va a causar.
La diferencia entre el dolo y la culpa es la mala fe necesaria en el dolo. La culpa puede ser
consciente o no, pero el daño derivado del delito culposo no se persigue de manera
consciente. En otras palabras: La culpa es el resultado de la realización de una acción sin
aplicar el deber objetivo de cuidado y sin intencionalidad (por ejemplo, una persona que
dispara a otra sin querer). Mientras que un delito doloso busca producir el daño de manera
voluntaria y consciente (por ejemplo, una persona que dispara a otra a propósito).
Los casos fortuitos son acontecimientos extraño a la voluntad del deudor, que no ha
podido preverse, o que previsto no ha podido evitarse. La Fuerza mayor: Es un
acontecimiento imprevisto, pero que aunque se hubiese podido prever, no se hubiese
podido evitar. Ejemplo: Marcos es un sastre y hace un contrato con María, para que le
confeccione un traje, lo cual deberá entregárselo a los quince días de firmado el contrato
por la cantidad de trescientos mil bolívares, Marcos toma las medidas y compra la tela, lo
confecciona y horas antes de entregarlo se produce un incendio lo cual impide que cumpla
con la obligación dentro del plazo establecido.