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(o especie de crónica que no está catalogada en algún libro sobre periodismo y que
Kapuściński conocía)
Las noticias que se conocen hasta el día de hoy, que ya no son noticias porque
agosto. La FIL cambió de sitio. La FIL se llevó acabo en el COE (Círculo de Oficiales
del Ejército). Los stands fueron menos, de menor tamaño. Fueron 50 mil personas que
escritor me había dicho: «Si vas temprano te llevas lo mejor. Libros a bajo precio,
incluso puedes robar algunos». Fui con esa frase resonando en mi cráneo (valga la
imagen, porque la realidad dice que el cráneo no resuena con frases dichas con
anterioridad). ¿Qué es lo que encontré? ¿La Utopía de Tomás Moro? ¿La Arcadia?
Encontré a personas de editoriales que ordenaban los libros, que llevaban cajas,
que colocaban precios, que adornaban el COE con publicidad nada literarias: Mujeres
con poca ropa anunciado teléfonos, anunciando memorias USB, anunciando refrescos.
secreto de robar libros o conseguirlos a bajo precio, pero el policía que me escoltó a la
Regresé a la FIL un sábado. Pagué 2 Bs. para llegar al COE. Pagué 7 Bs. para
ingresar. Estaba repleta. Hombres saliendo. Mujeres comiendo helados. Vendedores que
decían: «¿Qué busca?». Un joven preguntó: «¿Tiene “Cien años de soledad”?». «No
aconseja reír).
Sólo podía contentarme con mirar las tapas de los libros. La mayoría de ellos
estaban muy caros. Algunos datos: «Paradiso», de Lezama Lima costaba a 120 Bs. El
año pasado compré esa novela a 50 Bs. En el stand de Venezuela, stand que este año no
estuvo presente (por el limitado espacio). «El grito silencioso», de Kenzaburo Oe,
editorial País, que los vendedores del Mercado Lanza (libros usados y nuevos) venden a
30 Bs., me lo ofrecieron a 100 Bs. Con sonrisa de por medio del vendedor y una frase:
«Los traemos desde España». Cuando hojeé el libro encontré un sello que decía:
Los datos son fríos. Son como medallas. Esta FIL se llevó la medalla de acoger a
con los separadores que regalaban? Bolivia se lleva la medalla de que es un país sin
analfabetos. Otras preguntas: ¿Aprender a leer, saber leer, leer con frecuencia es lo
mismo? ¿Cuántos libros lee una persona por año? ¿Cuántos libros compran aquellas
personas, por año? ¿Cuántos de esos libros son nuevos, usados? ¿No seremos
analfabetos funcionales que sabemos leer pero no leemos? ¿Por qué no leemos?
Y luego debemos analizar una palabra que quema: Educación. Y otra palabra
que quema aún más: Economía. Mi padre no compra libros porque debe pagar una
hipoteca, porque vive para el día siendo profesional, porque debe pagar le pensión de mi
hermano que aún está en colegio. Y cuando quiere comprar un libro debe ahorrar hasta
Navidad, y aun así le faltará tener el suficiente dinero para comprase el «Hablar con los
perros», de Wilmer Urrelo (una de las promesas de la literatura boliviana que es poco
Salí de la FIL como un niño que debe conformarse con ver aparadores llenos de dulces,
que no puede comprar esos dulces porque son muy caros, porque está primero
sobrevivir antes de darse esos lujos. Creo que un filósofo dijo esto: «Un país ignorante,
es un país al que se le puede hacer de todo». Creo que fue Gramsci o tal vez fue
Por algo se prohibía leer «El Quijote» en los tiempos de la Colonia. ¿No se nos
estará prohibiendo leer al igual que en esos tiempos? Tal vez sea se nos prohíba de una
forma más sutil, más enmascarada, pero de seguro es la misma prohibición, al fin y al
cabo.