Está en la página 1de 2

Hace 5 años.

Annia Petrovsky.
Esa noche después de que Dante bebió el agua, espere unos 5 minutos y entre para ver si ya estaba
dormido, abrí la puerta despacio, pero cuando lo vi, me asusté, él se removía en la cama, sudaba
mucho y fruncía el ceño, aprecia que estaba padeciendo un gran dolor, me preocupé, podría ser
que eso que le di le haga daño, así que me acerque para saber si tenía fiebre y estaba muy caliente,
eso me puso más ansiosa, pero cuando menos lo esperaba, él me tomó de la muñeca jalándome
hacia él, en ese momento se posó sobre mí, sus movimientos eran bruscos casi animales y me
besó, yo no entendía nada, hasta que me di cuenta de que podría estar drogado con algún
afrodisiaco, nunca había visto algo así, pero mis amigas contaban sobre cómo se veían los
hombres, serían como animales dispuestos a satisfacer sus necesidades más primitivas, y que lo
peor de todo es que no recordarán nada.
Sentí su lengua entrar en mi boca de forma demandante, yo lo empujaba, jalé de sus cabellos,
pero parecía emocionarse más, y sí, estaba muy asustada.
Sentí sus manos pasar por mi cuerpo y una de ellas entró por debajo de mi pijama hasta mi
intimidad, sentí como sus dedos la recorrían buscando algo, pero me di cuenta de que sabía muy
bien lo que buscaba.
De repente mi situación se volvió un poco extraña, él masajeaba una zona que se estaba poniendo
cada vez más sensible y se sentía muy bien, en ese momento, él se arrancó la ropa primero, no me
hablaba, gruñía y jadeaba sin decir una palabra, eso me hizo sentir algo tímida, sin embargo, no
sé por qué me gustaba que sea así, estoy loca lo sé, pero cuando terminó de arrancarse la ropa me
quedé en shock, Dante era más perfecto de lo que había imaginado, y es que lo había imaginado
varias veces, pero era un maldito Adonis, lo había visto en traje de baño, verlo así, claro que me
sonrojé, no salían las palabras de mi boca, solo di un grito suave cuando me arranco el pijama.
Ver su miembro erecto me hizo tener cosquillas en mi entrepierna, creo que no es talla estándar,
no entendía lo que me pasaba, en un momento de lucidez mía, obviamente, me di la vuelta y quise
salir de la cama, pero fue peor para mí, Dante me tomó del tobillo y me arrastró hasta donde
estaba y se subió sobre mí mientras yo aún estaba boca abajo, sentí su piel en contacto con la mía
y un gemido se escapó de mi boca, él estaba caliente, muy caliente, su piel casi me quemaba; sin
embargo, se sentía extrañamente bien, quería llorar, pero sus labios se apoderaron de mi cuello
succionando y mordiendo, eso me puso más indefensa, yo dejé de forcejear de la nada, mordió
mis hombros mientras metía sus manos debajo de mí y volvía a tocar ese punto que me estaba
valiendo loca cada vez que lo tocaba, yo solo deje de resistirme, su aliento era embriagador, había
un ligero olor a vino, todos los sonidos que hacía me hacían poner más y más sumisa.
Sentí como puso su miembro en mi intimidad, no entraba, solo lo frotaba con desesperación,
gruñía de placer hasta que por fin lo escuché decir algo que me hizo sonrojar de nuevo.
—Estás tan mojada — susurró, su voz era gruesa y profunda, estaba ronca haciendo que mi piel
se erice, solo jadee cuando dijo eso, pero de repente me volteó dejándome boca arriba, era brusco,
pero no me lastimaba, era como un pulpo, si yo bloqueaba una mano la otra haría el trabajo.
Dante me abrió las piernas y medio su cabeza entre ellas, sentí su lengua, recorrer mi intimidad
mientras gemidos escapaban de mi boca, como una tonta gemí varias veces, no podía evitarlo, se
sentía muy bien, me sentía como una degenerada que se estaba aprovechando de un hombre en
estado inconveniente, pero era Dante, era mi Dante y yo lo había metido en ese aprieto, y a mí
también.
Sentí que algo se acumulaba en mi intimidad, era como una bomba que debería explotar, y cuando
menos lo espere exploté en una sensación de lo más deliciosa, yo gemía mientras no advertía el
inminente peligro, mi espalda se arqueó por la increíble sensación, mi cuerpo temblaba, se
estremecía, y mi boca sacaba todo ese placer en casi un grito, solo sentí que él se acomodó sobre
mí, y me presionó sobre la cama, mientras trataba de reponerme de lo que había pasado, abrió mis
MI HERMNO DANTE
Autor: Adrianex Avila
piernas de nuevo y entro sin prisa, me dolía, era muy doloroso, pero de repente, Dante me dejó
en blanco, creo que hasta el dolor se me pasó del susto.
—Annia, estás tan apretada, eres tan bella conejita — cuando lo dijo estaba petrificada hasta que
terminó de hundirse sacándome un quejido, eso me dolió más que lo anterior, unas lágrimas se
escaparon; sin embargo, sus labios se apoderaron de los míos de nuevo, empezó a moverse y no
tardó en hacerlo con ferocidad, el dolor se fue pasando, sus dedos apretaban mis pezones, mi
cuerpo le rendía pleitesía y yo solo envolví mis piernas en su cintura, pero Dante empezó a hablar,
a decir cosa que yo jamás lo habría escuchado decir, estaba realmente confundida.
Sus ojos estaban oscuros, su expresión era desconcertante para mí, me miraba atentamente, pero
me hacía sentir más sensible a su contacto, solo lo escuchaba, mi mente se nublaba más en sus
palabras, es su cuerpo, sentirlo dentro mío mientras mordía y chupaba mis labios, luego mis
pezones, no tenía piedad y yo solo lo miraba como una degenerada, gemía y jadeaba sin
detenerme, me sentía increíble, todo lo que me hacía se sentía extrañamente bien.
Se derramó después de embestirme salvajemente y yo volví a gritar de placer, mi cuerpo estaba
empapado de sudor, su sudor y el mío, cuando pensé que todo había terminado y debía irme con
la esperanza de que él no recuerde nada y esto no se sepa, pero todo comenzó de nuevo, me volvió
a arrastrar de nuevo a su lado, me puso boca abajo y levantó mis caderas anclando mis rodillas en
la cama, las tenía abiertas y sentí de nuevo su lengua recorrer el lugar, gemía bajito, me sentía
como una actriz porno, hasta que las cosas se pusieron más intensas.
Dante volvió a entrar en mí, su miembro me hizo gemir de placer, me agarró de las caderas y me
embistió ahora si sin contemplaciones, era rudo, pero me estaba llevando al delirio, se detenía de
a momentos dejándome con más ganas de que lo haga más rápido, me removía mientras lo
escuchaba gruñir de placer al verme desesperada, aumentó la velocidad de nuevo teniéndome en
esa pose durante un buen tiempo, yo sin poder evitarlo me corrí, él no tardó mucho cuando lo
escuche dar un gemido casi gutural seguido de un gruñido, yo estaba babeado la sabana por el
último orgasmo y de nuevo, me dijo algo que respondí sin dudar, mi mente estaba realmente
nublada en ese momento y solo lo dije.
—Annia, mi amor, eres deliciosa, te amo tanto — lo dijo casi en un gruñido, pero lo escuché
claramente.
Salió de mí y me volteo para besarme con ferocidad mientras respondía el beso como pude, no
tenía idea de cómo hacerlo, solo deje que él me enseñe.
—Conejita, mi hermosa muñeca, eres solo mía, te amo tanto, eres mía, solo mía, dilo, di que me
amas, Annia, di que eres mía — Dijo acomodándose sobre mi para volver a penetrarme.
—Dante, yo te amo tanto, soy tuya, solo tuya, tú eres mi amado, mi hombre — dije totalmente
embriagada por él, aunque sabía que él no recordaría, al menos me quedaba la emoción de que él,
en una parte de su mente y su corazón me amaba y me deseaba tanto como yo a él, claro que lo
amaba, estaba loca por mi hermano Dante, pero no podía decirlo, no podía expresar eso, él en el
cotidiano solo me quería como una hermana o tal vez no tanto.
Así pasamos varias rondas más, yo no sé cuántas, pero al final, me dormí en un último éxtasis,
estaba rendida, muy cansada y mi cuerpo temblaba, no tenía fuerzas, quería salir de ahí, pero no
pude, me dormí o tal vez me desmayé, pero solo sé que mis ojos se cerraron y solo puede abrirlos
cuando un dolor punzante me despertó, mi intimidad dolía y ardía mucho, sentía que me había
atropellado un camión, recordé las palabras de dante declarando su amor por mí y lágrimas
cayeron.
Estaba segura de que se avecinaba una catástrofe, pude sentir que se movió a mi lado, lo sabría,
me descubriría y me odiaría a muerte, pero ¿cómo le digo que no fue mi intención, pero me
encantó que haya pasado?, ¿Quién me habría creído?, nadie habría creído que no fue mi intención,
pero en realidad me alegra que haya pasado, nadie, menos Dante, pero declararle mi amor fue
algo de lo que no me arrepiento, nunca lo haré.
MI HERMNO DANTE
Autor: Adrianex Avila

También podría gustarte