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LOS ECOS DE LA MARSELLESA

Eric Hobsbawm es reconocido como uno de los historiadores más destacados, especialmente por su análisis de eventos clave como la Revolución Industrial y la
Revolución Francesa. Su obra "Los Ecos de la Marsellesa" es objeto de esta monografía, donde se destacan sus ideas sobre el papel del historiador, la influencia
del contexto político y social en la producción historiográfica, y el impacto del revisionismo en la escritura de la historia.

Hobsbawm argumenta que la producción histórica sobre la Revolución Francesa, especialmente en su bicentenario, está sesgada y subestimada por la
historiografía tradicional. Defiende la importancia de comprender el contexto histórico de la época para interpretar adecuadamente los eventos.

Aunque hay consenso sobre los aspectos generales y la importancia de la Revolución Francesa, las interpretaciones divergen. Hobsbawm sostiene que es crucial
considerar el contexto contemporáneo al analizar la historia. Para él, comprender a las personas que vivieron la revolución es fundamental para entenderla
correctamente.

En esta monografía, se seguirán las divisiones establecidas por Hobsbawm en su obra, quien argumenta que la Revolución Francesa ha tenido un impacto
significativo y positivo en la historia de la humanidad.
UNA REVOLUCIÓN DE CLASE MEDIA

Hobsbawm sostiene que la idea de la Revolución Francesa como una revolución burguesa está siendo cuestionada por muchos historiadores, debido al
revisionismo y su crítica a la interpretación marxista de la historia. Se debate si realmente existió una lucha de clases entre la burguesía emergente y la
aristocracia feudal en el siglo XVIII en Francia. Los revisionistas critican la noción de que la Revolución Francesa fue esencial para el desarrollo de la sociedad
moderna y que representó un cambio de poder de una clase a otra. Esta interpretación también fue utilizada por los marxistas para respaldar la idea de un futuro
triunfo del proletariado a través de una revolución similar.

Eric Hobsbawm argumenta que en 1789 no existía una burguesía con conciencia de clase lista para liderar la sociedad y el Estado. Los primeros historiadores de
la Revolución Francesa la interpretaron como una lucha de clases donde la burguesía emergió victoriosa sobre la aristocracia feudal. Estos historiadores, como
Tocqueville, Guizot y Mignet, escribieron desde su propia experiencia y consideraron que la Revolución confirmó el ascenso de la burguesía al derribar la
estructura social feudal.

Según ellos, la clase media, atrapada entre el rey y el pueblo, se convertiría en la nueva clase dominante al tomar el control de las instituciones. La Revolución
representaba un proceso complejo donde la clase media reemplazaba gradualmente la sociedad del antiguo régimen con una nueva.
Este cambio no solo involucraba a hombres de negocios, sino también a intelectuales.

Hobsbawm sostiene que es difícil entender las críticas revisionistas que consideran la Revolución como un fracaso, ya que fue crucial para el surgimiento de la
conciencia de clase media. Aunque la democracia liberal contradecía los ideales originales de la burguesía, esta última continuó reivindicando la herencia de la
Revolución Francesa en los siglos XIX y XX.
MÁS ALLÁ DE LA BURGUESÍA

La Revolución Francesa fue un fenómeno de alcance global que influyó profundamente en la política y la sociedad occidental durante muchos años. Inspiró a
movimientos revolucionarios en otros países, especialmente a los obreros de naciones industrializadas que adoptaron su lenguaje y símbolos, como el jacobinismo.

La revolución se convirtió en un punto de referencia para quienes buscaban transformar la sociedad, y su legado resonó en movimientos revolucionarios
posteriores, como la Revolución Rusa de 1917. La crisis del zarismo y la búsqueda de instituciones burguesas en Rusia reflejaban paralelismos con la situación en
Francia en 1789.

Después de 1917, muchos revolucionarios rusos fueron comparados con figuras de la Revolución Francesa, como Robespierre y Saint-Just. Sin embargo, tras la
Revolución de Octubre, surgieron conflictos internos similares a los vividos en Francia entre Termidor y Brumario, con luchas entre facciones radicales y
moderadas.

La Revolución Francesa enseñó que las revoluciones son procesos complejos e impredecibles, que pueden tener consecuencias inesperadas.
Nadie en 1789 anticipaba la dictadura jacobina o el surgimiento de Napoleón. Esta lección subraya la naturaleza impredecible y tumultuosa de los cambios
revolucionarios.

DE UN CENTENARIO A OTRO

La Revolución Francesa ha trascendido su tiempo y lugar de origen, convirtiéndose en un evento con múltiples interpretaciones y significados en diferentes
contextos históricos. Durante los aniversarios del centenario y bicentenario de la Revolución, surgieron debates y conflictos sobre su
legado.

En 1889, durante el primer centenario, países como Estados Unidos celebraron la Revolución Francesa como un símbolo de la república y la libertad,
mientras que las monarquías mostraron reservas debido a su asociación con el regicidio y la democracia jacobina.

El segundo centenario trajo una ampliación considerable de la historiografía sobre la Revolución Francesa. Antes de la Primera Guerra Mundial, la historiografía
estaba centrada en la familia real y atraía a lectores conservadores, pero después de la guerra, otros sectores sociales y líderes revolucionarios fueron destacados,
inclinando el enfoque historiográfico hacia la izquierda.
A medida que avanzaba el siglo XX, la historiografía revolucionaria se interesaba más en cuestiones sociales y económicas, influida en parte por el movimiento
obrero socialista. Esta tendencia se intensificó en la década de 1930 con la amenaza del fascismo, que representaba una oposición radical a la Revolución Francesa
y atrajo a los antifascistas en su defensa.

SOBREVIVIR AL REVISIONISMO

Eric Hobsbawm defiende firmemente la importancia histórica de la Revolución Francesa frente a las críticas revisionistas que la minimizan.
Argumenta que estas críticas se basan en interpretaciones contemporáneas, ignorando las percepciones de la época. Hobsbawm rechaza la idea de que la
Revolución Francesa fue un mero obstáculo en la evolución de Francia.

En contraste con la escuela de Annales, que no prestaba mucha atención a las revoluciones, el marxismo consideraba las revoluciones como eventos
cruciales debido a los profundos cambios que traían consigo. Los revisionistas franceses, en cambio, reinterpretan los hechos de la
Revolución Francesa guiados por sus propias interpretaciones y a menudo se apoyan más en investigaciones extranjeras que en trabajos locales.

Hobsbawm reconoce la necesidad de actualizar la historiografía de la Revolución Francesa para incluir nuevos enfoques y datos, pero advierte contra la influencia
excesiva de las tendencias contemporáneas de análisis. Crítica la revisión liberal de la historia revolucionaria, que cuestiona los cambios radicales promovidos por
la Revolución Francesa y aboga por reformas graduales.

La historiografía tradicional de la Revolución Francesa estaba arraigada en la tercera república y reflejaba una Francia pretecnológica, donde los historiadores
no necesitaban inventar nuevas interpretaciones para ser reconocidos.

A pesar de las críticas revisionistas, la Revolución Francesa sigue siendo reconocida como un evento de gran relevancia que dejó un legado duradero en los
sistemas legales, la idea de nación y el concepto de cambio social y político. Su lema, "Libertad, Igualdad, Fraternidad", sigue resonando como uno de los
eslóganes más poderosos de todos los tiempos.

CONCLUSIÓN

Los Ecos de la Marsellesa es una obra valiosa que ofrece una mirada crítica y perspicaz sobre la historiografía de la Revolución Francesa. Eric Hobsbawm ha
querido conducirnos hacia un viaje histórico que nos permite comprender la profunda relevancia que la Revolución Francesa ha tenido y continúa teniendo
para la humanidad. A pesar de haber transcurrido más de dos siglos desde aquellos acontecimientos, la Revolución
Francesa sigue siendo un tema de intensa investigación, resonando en los círculos académicos e incluso en la esfera pública hasta nuestros días.
Hobsbawn nos hace reflexionar sobre cómo los ecos de la Marsellesa, el himno emblemático de los ideales revolucionarios, aún resuenan en nuestra sociedad
contemporánea. Este himno, que simboliza lucha por la libertad, la igualdad y la fraternidad, sigue siendo una poderosa fuente de inspiración para los movimientos
sociales y políticos en todo el mundo.

A través de su análisis, Hobsbawn desafía la interpretación revisionistas que intentan minimizar la importancia de la Revolución Francesa o reinterpretar sus
eventos de manera simplista. En cambio, destaca cómo los ideales y las luchas de aquellos tiempos turbulentos siguen teniendo una relevancia actualmente,
sirviendo como recordatorio constante de la lucha por la justicia y la emancipación.

Al explorar la trascendencia duradera de la Revolución Francesa, Hobsbawn muestra cómo su legado sigue moldeando nuestras sociedades y nuestras ideas
sobre la política, la economía y la justicia social, Su libreo nos insta a mirar más allña de las interpretaciones simplistas y a reconocer la complejidad y la riqueza
de este evento histórico fundamental, que continúa inspirando y desafiando a las generaciones presentes y futuras.

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