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El Masón Ante Sí Mismo: El Camino hacia la Transformación Personal y

Social
Introducción:
Desde tiempos inmemoriales, la masonería ha sido un sendero de búsqueda
constante de la verdad, la sabiduría y la fraternidad, arraigado en la historia y la
tradición. A través de los milenios, los masones se han consagrado a la noble
tarea de trabajar por el bienestar de la humanidad y la mejora continua de la
sociedad en su totalidad. Sin embargo, antes de poder ejercer una influencia
positiva en el mundo exterior, el masón debe enfrentarse a un desafío aún más
significativo y profundo: el cambio personal, una odisea interna que trasciende
las barreras del tiempo y el espacio.
El Masón y su Transformación Interior:
El verdadero poder de la masonería reside en su capacidad para transformar a
los individuos desde adentro hacia afuera, moldeando sus almas y sus mentes
en un viaje de autodescubrimiento y redención. Antes de poder convertirse en
catalizadores de cambio en el mundo, los masones deben comenzar por
trabajar en sí mismos, adentrándose en los abismos de su propia existencia.
Este proceso de automejora implica un profundo autoexamen, una
introspección sin igual que requiere valor y humildad. La adopción de principios
éticos y la práctica constante de virtudes como la verdad, la justicia y la
compasión se convierten en los cimientos sobre los cuales se erige el templo
del alma masónica.
La masonería proporciona a sus miembros herramientas y enseñanzas que los
guían en este viaje interior, revelando los misterios ocultos del universo y del
ser humano. Los rituales, símbolos y ceremonias masónicas no solo transmiten
conocimientos esotéricos, sino que también sirven como medios para
reflexionar sobre la propia naturaleza humana y el propósito de la existencia. A
través de la meditación, el estudio y la interacción fraternal, el masón adquiere
una comprensión más profunda de sí mismo y de su lugar en el cosmos,
tejiendo los hilos del destino con cada paso hacia la iluminación.
El Cambio Personal como Fundamento del Cambio Social:
Una vez que el masón ha iniciado su viaje de automejora, está en condiciones
de influir positivamente en su entorno y en la sociedad en general, irradiando la
luz de la verdad y la bondad hacia los rincones más oscuros del mundo. Sin
embargo, esta influencia solo puede ser efectiva si se basa en la coherencia
entre las acciones individuales y los principios masónicos, en una armonía
divina entre el ser y el deber ser. Es decir, el masón debe vivir de acuerdo con
los valores que profesa y manifestarlos en todas sus interacciones con los
demás, encarnando la esencia misma de la fraternidad universal.
El compromiso del masón con la verdad, la justicia y la fraternidad no puede
limitarse al interior de la logia masónica, sino que debe extenderse a todas las
esferas de su existencia terrenal. Debe ser un faro de luz en la oscuridad, un
ejemplo viviente de rectitud y compasión para todos aquellos que lo rodean.
Solo entonces podrá ser un verdadero agente de cambio y contribuir
positivamente al bienestar colectivo, dejando una huella indeleble en el tapiz de
la historia humana.
Conclusión:
En resumen, el camino del masón hacia la transformación personal es el
fundamento sobre el cual se construye el cambio social, una odisea épica que
trasciende los límites del tiempo y el espacio. Antes de poder trabajar por la
mejora del mundo, el masón debe trabajar en sí mismo, cultivando virtudes y
valores que lo guíen en su vida diaria, en cada pensamiento, palabra y acción.
Al adoptar un enfoque holístico que integra la automejora con el servicio
desinteresado a los demás, el masón se convierte en un faro de esperanza en
un mundo lleno de desafíos y adversidades, un guardián de la llama eterna del
espíritu humano.
Para alcanzar la plena realización en la masonería, es fundamental liberarse de
las restricciones mentales que obstaculizan nuestro camino hacia la luz.

Cada grado masónico representa un punto de integración en nuestro viaje,


señalando el fin de una fase y el inicio de otra.

Nuestra evolución en la masonería implica un proceso gradual de


desvinculación y liberación de las ataduras que restringen nuestra vida. Desde
el momento en que se corta el cordón umbilical al nacer, hasta el desapego
gradual de las preocupaciones materiales.

El renunciar a las posesiones y apegos terrenales es un paso crucial en este


sendero iniciático. Se nos desafía a entregar nuestras "joyas y metales" para
demostrar nuestro compromiso con el progreso masónico. No son los bienes
en sí mismos los que nos limitan, sino nuestro apego a ellos y a cualquier otra
cosa.

Cualquier hábito perjudicial también se convierte en una cadena que


obstaculiza nuestro avance en la masonería y nuestra búsqueda de la verdad y
la iluminación.

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