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El Modernismo Narrativo

El modernismo fue un movimiento literario, nacido hacia 1880, que


constituyó la reacción de un grupo de jóvenes escritores contra los
excesos y la decadencia del romanticismo. Este movimiento supuso
una propuesta estética de Hispanoamérica para el mundo cuyo
propósito persiguió la renovación de la literatura y, muy
especialmente, la del lenguaje como forma de expresión literaria

En principio, el modernismo se planteó innovar y actualizar la


literatura en función de los cambios ocurridos en la realidad
superados los conflictos propios de las jóvenes naciones, los pueblos
hispano- americanos comenzaron a experimentar el espíritu del
progreso, progreso que para los modernistas implicó, en primer
término, la apertura hacia otras geografías y sus culturas.

A pesar de haber nacido como una reacción frente al romanticismo, el


modernismo se alimentó de éste y conservó para sí, el gusto por lo
exótico, la evasión hacia el pasado y lo cosmopolita. Además, se
nutrió de las propuestas del parnasianismo y del simbolismo, ambos
de origen francés, en cuanto a la importancia de la forma por encima
del fondo. Uno y otro promovieron la elaboración compleja del
lenguaje, rechazaron la utilidad social de la literatura como
instrumento de cambio y negaron el uso de las pasiones como
materia estética; de esta forma, la literatura fue reservada sólo para
las élites capaces de apreciar la belleza.

En definitiva, el modernismo desarrolló como preceptos para la


creación literaria:

El distanciamiento de la realidad cotidiana y consecuente refugio en


otros tiempos y latitudes.

La visión cosmopolita, abrirse al mundo para buscar en la literatura y


autores universales, la inspiración necesaria para la creación de
nuevas formas.
La revisión de la cultura clásica grecorromana así como del
Renacimiento y la mitología escandinava; además, el acercamiento a
países como China, Japón e India. El predominio de la forma y la
elaboración preciosista del lenguaje. Los modernistas utilizan
arcaísmos, crean neologismos e incluyen en su expresión palabras
extranjeras.

La búsqueda de la belleza a través de la adjetivación descriptiva y la


utilización de imágenes sensoriales.

En Venezuela, el modernismo se presentó muy vinculado al criollismo.


Efectivamente, nuestros escritores recibieron con gusto los postulados
estéticos de renovación propuestos por los modernistas pero a ellos
conjugaron la utilización de una temática nacional y la posibilidad de
establecer un compromiso con su realidad. En esta línea. destacan
cuatro escritores venezolanos identificados con las tres vertientes del
modernismo-criollismo desarrolladas en nuestra literatura: Pedro
Emilio Coll en la cosmopolita, Luis Manuel Urbaneja Achelpohl y
Rufino Blanco Bombona en la regionalista, y Manuel Díaz Rodríguez
en la artístico-esteticista; esta última centrada en el trabajo minucioso
de la palabra y los recursos estilísticos.

El autor
Manuel Diaz Rodríguez (Chacao, 1871-Nueva York, 1927) fue
médico, funcionario público, de alta jerarquía, y escritor. Una vez
graduado de médico en la Universidad Central, año 1891, Diaz
Rodríguez viajó y vivió, de forma intermitente entre Venezuela y
Francia. Poco a poco el médico le fue cediendo terreno al escritor,
oficio que lo condujo a crear y a publicar numerosas obras.

La noticia de la muerte del padre, en 1902, obligó a Manuel Diaz


Rodríguez a regresar a Venezuela para ocuparse de la hacienda
propie- dad de la familia.
Allí, en el campo, vivió durante siete años y regresó a la ciudad, luego
de la caída de Cipriano Castro, para ponerse al frente del periódico El
progresista, publicación a través de la cual dio curso a su desempeño
político. Muchos y variados fueron los cargos que asumió: Vicerrector
de la Universidad Central de Venezuela (1909), Director de Educación
Superior y de Bellas Artes en el Ministerio de Instrucción Pública
(1911), Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela (1914),
Senador por el estado Bolívar (1915), Ministro de Fomento (1916),
Ministro Plenipotenciario en Italia (1919) y Presidente del Estado
Nueva Esparta y del estado Sucre (1925 1926, respectivamente).

En el ámbito literario también fue prolífica su labor y como legado dejó


a las letras venezolanas las siguientes obras:

Sensaciones de viajes (1896)

Confidencias de psiquis (1897)

Mis romerías (1898)

Cuentos de color (1899)

Ídolos rotos (1901)

Sangre patricia (1902)

Camino de perfección (1910)

Sermones líricos (1918)

Peregrina o el pozo encantado (1922)

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