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BLADE RUNNER

Teoría del Derecho, G.45


Irene Collado Cercós
Es 1968. Philip K. Dick, un reconocido escritor de ciencia ficción de la Nueva
Ola, publica una novela corta llamada ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
(Do androids dream of electric sheep?). Al igual que gran parte de su obra, explora la
idea de qué es lo que realmente es ser un ser humano. Este relato, como muchas otras
obras de ciencia ficción, emplea mundos futuristas y desconocidos para indagar en
temas filosóficos como son, en este caso, la identidad humana, la veracidad de lo
artificial o la religión. Esta novela, al igual que otras obras de Dick como Podemos
recordarlo por usted al por mayor (Desafío total) o El escáner de la minoría (Minority
report), serían adaptadas a la gran pantalla. Sin embargo, Blade Runner es quizá el
filme más reconocido de una obra de Dick. Este trabajo pues será un análisis de los
temas jurídicos que se dan en este filme, puesto que, aunque se incluirán temas tocados
tanto en el libro como en la secuela de la película, Blade Runner 2049, el eje central del
trabajo será la película de Ridley Scott.

Antes de analizar el contenido de la película, es importante conocer la situación


socioeconómica de su país de procedencia, Estados Unidos, ya que las preocupaciones
de la época se reflejan en el mundo de Scott.
Primeramente, cabe destacar la emigración a Estados Unidos que se dio en la
época de los ochenta. La emigración a Estados Unidos no era algo nuevo de la época,
durante todo el siglo emigrantes, mayormente europeos, habían buscado un futuro mejor
en el continente americano. Sin embargo, la emigración de 1980 consistía mayormente
en emigrantes de Hispanoamérica y Asia. Debido a esto, ciertos sectores de la sociedad
estadounidense temían que estos extranjeros tan abundantes pudieran hacer que la
cultura estadounidense se perdiera, que acabase volviéndose una amalgama global. Esta
idea se refleja en las ciudades distópicas de Blade Runner, donde las únicas personas
que permanecen en la tierra son o enfermos o aquellos que no se lo pueden permitir,
siendo estos grupos mayormente hispanos o asiáticos. La idea de la amalgama cultural
también se representa en el “cityspeak”, o interlingua en español, una mezcla entre
español, japonés y alemán que se habla en las zonas más pobres de la ciudad. La ciudad
masiva de Blade Runner también refleja el gran crecimiento de las ciudades en Estados
Unidos por la llegada de dichos inmigrantes.
Otro acontecimiento que cabe destacar fueron los grandes avances tecnológicos
de los 80. Inventos como la IBM Computadora Personal o el Motorola DynaTAC
8000X que más tarde darían lugar a los ordenadores y teléfonos móviles aparecieron en
esta década. La tecnología de la película refleja estos avances en su intento por ser
futurista. Sin embargo, estas predicciones se adelantan a la realidad en inventos como
los coches voladores o androides tan avanzados como los Nexus 6.
Aunque este tema no se menciona de forma directa en el filme, el mundo
distópico de Blade Runner es la consecuencia de una catástrofe ambiental causada por
una guerra mundial que ha dejado polvo radioactivo flotando en la atmosfera terrestre,
como bien se explora en la novela de Dick. Es cierto que no ha habido una catástrofe
medioambiental de semejante calibre en la realidad. Sin embargo, durante los años 70 y
80 se empezó a hablar de un problema medioambiental a nivel global: el cambio
climático. El filme de Scott nos muestra lo que podría ser de la tierra si la
contaminación no se reduce, acabando así con un planeta consumido en la polución, la
neblina y el polvo. El articulo “Hacia el escenario contaminado de Blade Runner” traza
una comparativa entre el Las Vegas de Blade Runner 2049 y ciertas ciudades de Estados
Unidos tras los incendios forestales de 2020 (Revilla, 2020).
Para finalizar este breve análisis cabe mencionar el auge de las empresas
multinacionales a nivel global. En efecto, la idea de grandes corporaciones con un gran
poder, ya no solo adquisitivo, se ve en Blade Runner en Tyrell Corporation. Esta
compañía tiene el monopolio a nivel interplanetario de la fabricación de robots, y cuenta
con el suficiente poder como para amenazar a un miembro de las fuerzas armadas como
es Deckard. La figura de la multinacional también aparece en Blade Runner 2049,
aunque en este caso Tyrell Corporation se ve sustituida por la Wallace Corporation, que
toma el papel de antagonista en dicho filme.

Blade Runner pues es una película de ciencia ficción dirigida por Ridley Scott
estrenada en 1982. La acción de la película se desarrolla en un mundo distópico
ciberpunk en el cual la gran parte de la especie humana ha tenido que abandonar la
tierra por las pobres situaciones medioambientales del planeta. En las colonias del
espacio exterior los humanos cuentan con androides llamados replicantes que se dedican
a las tareas más peligrosas y arduas. La trama de la película gira en torno a un grupo de
replicantes que ha huido a la Tierra en busca de una mejor vida y al Blade Runner que
ha de retirarlos, Rick Deckard (Harrison Ford).
El tema principal de la película es, al igual que en muchas otras obras de ciencia
ficción, qué es un ser humano. Esta idea se desarrolla a través de la comparación del
protagonista, Deckard, y los diferentes replicantes. Deckard se presenta como un Blade
Runner retirado; su único objetivo es hacer el trabajo que le han encargado. Para
comenzar con él acude a la sede de Tyrell Corporation, donde ha de poner a prueba el
test Voight-Kampff, el método que existe para diferenciar a replicantes y humanos. Su
sujeto de pruebas es Rachael (Sean Young), la secretaría de Tyrell (Joe Turkel).
Deckard es sorprendido cuando descubre que esta joven no es sino una replicante, la
cual tiene recuerdos sintéticos y desconoce su condición de androide. Esta revelación,
junto al asesinato de Zhora (Joanna Cassidy), primera replicante a la que retira,
introduce una duda tanto en Deckard como en el espectador que durará el resto del
filme: ¿cuál es la diferencia entre un ser humano y un Nexus 6? Los androides cuentan
con recuerdos, vidas e incluso emociones; sienten amor, como demuestra Rachael en su
encuentro con Deckard, y empatía, como más adelante demostrará Roy (Rutger Hauer)
tras la muerte de Pris (Daryl Hannah). Si la empatía es la esencia de la humanidad,
como sostiene el test Voight-Kampff, los androides están mucho más cerca de la
humanidad que Deckard, quien ejecuta sin remordimientos y carece de compasión. El
propio Deckard duda de su humanidad a medida que la película avanza, contemplando
la posibilidad de que él mismo sea un replicante con recuerdos implantados. La duda no
se resuelve de forma directa en ningún momento, quedando a interpretación del
espectador.
Durante la película la esencia de la humanidad, del humano pleno, la representa
Roy, cabecilla de los replicantes. Este personaje es el mayor exponente de otro de los
temas de la película: la relación entre creación y creador. Al estilo del Frankenstein de
Shelley, Roy es una creación que desafía los límites de lo humano: sus capacidades son
superiores a las de los hombres en todos los aspectos, lo único que le aparta de la
perfección es su corta vida. Él quiere más tiempo, razón por la que busca a Tyrell.
Cuando por fin le encuentra y este le revela que no solo le es imposible alargar su
esperanza de vida, sino que es más corta de lo que esperaba, Roy mata a Tyrell,
superando la creación al creador. Roy es un personaje fuerte, capaz, inteligente e
imparable, pero que a la vez se preocupa de los suyos y busca una vida mejor para ellos.
Encarna virtudes que desde eones se han asociado con la humanidad y, al igual que en
muchas historias, no puede superar los límites marcados por su condición.
Hay temas que no se abordan de forma directa en la película que ya se han
mencionado como las diferencias entre humanos (los sanos que están en las colonias y
los pobres o enfermos que permanecen en la tierra) o la situación medioambiental.
Blade Runner discurre en lo que se conoce como un mundo ciberpunk, una realidad
donde la tecnología es muy avanzada mientras que el nivel de vida es muy pobre
(“Ciberpunk,” 2021). La calidad de vida en la Tierra ya no solo es pésima por la
situación medioambiental y el polvo radioactivo, sino que la gran parte de la población,
obviando a aquellos en el poder como es Tyrell, viven en la pobreza. Las ciudades son
oscuras y sucias; no se ve ningún ser vivo que no sean humanos. Los animales que
aparecen, al igual que en la novela, no son más que copias mecánicas de las especies
reales, extintas en esta realidad.

Con esta información analizada cabe empezar el análisis de los temas jurídicos
en juego en Blade Runner. Como ya se ha mencionado previamente, aunque las
películas de ciencia ficción narren aventuras de seres mecánicos o extraterrestres y
lejanos planetas aún por descubrir, estas historias tienen una base en la realidad. Es por
esto por lo que se pueden trazar similitudes entre la realidad y el mundo ficticio de
Blade Runner.
Antes de que comience la película per se, hay una explicación sobre qué es un
replicante y a qué se dedican. “Los replicantes se usaban en el Off-world como mano de
obra esclava, en la ardua exploración y colonización de otros planetas.” (Scott, 1982).
La esclavitud está prohibida desde el siglo XIX a nivel global. El artículo 4 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos prohíbe la esclavitud y la trata de
esclavos en todas sus formas. Aún así, en la actualidad se cuentan con formas de
esclavitud como son el trabajo forzoso, el trabajo infantil o la trata (Naciones Unidas,
2021). Mientras que en nuestro mundo la esclavitud moderna sucede en los márgenes de
la ley, en el universo de Blade Runner tiene lugar en las colonias en mano de los
replicantes. Los replicantes en el mundo de Blade Runner carecen de derechos, no son
sujetos jurídicos, al igual que en nuestro mundo un ordenador tampoco lo es. Sin
embargo, como hemos visto en el análisis previo, los replicantes no son meras máquinas
que hacen aquello que se les ordenan, son seres racionales y empáticos que podrían
considerarse humanos. Es por esto por lo que la situación de los replicantes recuerda a
la de los esclavos en la Antigüedad: al nacer se les asigna la función de esclavo
(replicante) de la que no pueden escapar y son considerados objetos, ya que se pueden
comprar y solamente sirven para desempeñar dicha función. Cuando no la cumplen son
sancionados por el sistema, puesto que él cuenta con su existencia como esclavos, no
como seres libres.
La situación legal de los replicantes en Blade Runner no solo se puede
interpretar como la de los esclavos en la Antigüedad, sino como la de los migrantes en
la actualidad. Como bien desarrolla Javier de Lucas Martín en su libro Blade Runner: el
derecho, guardián de la diferencia, los replicantes pueden ser considerados como
migrantes ilegales en el filme. El grupo de Roy viaja a la Tierra desde una colonia para
conseguir una mejor vida. Sin embargo, la única función que tienen los replicantes para
la sociedad de Blade Runner es la de trabajadores. Al salirse de esta función son
perseguidos por el sistema, a través de Rick Deckard, puesto que no les interesa que
puedan ser vistos como ciudadanos. Javier de Lucas destaca que esto sucede
actualmente con los inmigrantes que llegan a occidente. Las campañas políticas actuales
tratan a los inmigrantes como si fueran un concepto abstracto o meros agentes
económicos en lugar de como seres humanos reales que simplemente quieren una vida
digna para ellos y sus familias. Cuando los migrantes llegan a otro país usualmente son
discriminados e incluso perseguidos. El cumplimiento de los Derechos Humanos es
especialmente necesario en estos casos, puesto que los migrantes son seres humanos y
han de ser tratados con dignidad e igualdad.
Por otro lado, los replicantes no son los únicos que pertenecen a un grupo
marginal en el universo de Blade Runner. Aunque esta idea se explora en mayor
profundidad en la novela de Dick con el personaje de Isidore, es preciso hablar de las
personas discapacitadas. En este mundo una gran parte de la población ha sido afectada
por polvo radioactivo, lo que les ha dejado secuelas físicas y psicológicas. Todos los
humanos afectados son llamados “especiales”, y estos no pueden emigrar de la Tierra,
haciendo que su condición se agrave. Su situación en la Tierra tampoco es óptima,
puesto que solamente pueden acceder a trabajos de poca importancia y algunos, como es
el caso de Isidore, se ven obligados a vivir en edificios abandonados por falta de un
mejor lugar. En nuestro mundo esto sería una violación contra la Convención sobre los
derechos de las personas con discapacidad de las Naciones Unidas, puesto que ya no
solo discrimina a las personas discapacitadas, sino que impide el acceso de estas
personas a una vida mejor. Aún con esta convención, las personas discapacitadas siguen
estando lejos de la igualdad real en nuestra sociedad. El derecho trabaja en conseguirlo
a través de medidas como la ya mencionada.
Otra idea clave en el análisis de Javier de Lucas es la del derecho como
“guardián del tiempo y la diferencia”. Este concepto alude a que el derecho es un
sistema normativo que tiene como objetivo mantener el orden social establecido y que
se cumplan ciertas normas para ello. Cuando hay un cambio en la sociedad, el derecho
tarda en reconocerlo, entrando así en conflicto la moral legalizada, es decir, las
cuestiones morales que se han introducido al código penal, y la moral crítica, las
cuestiones morales que pugnan por ser reconocidas en el derecho. En Blade Runner
podemos ver la lucha entre la moral legalizada y crítica a través de los replicantes; los
replicantes son prácticamente humanos, pero carecen de derechos y de reconocimiento
como tales. La moral crítica lucharía por incluir a los replicantes en el derecho y
convertirlos en sujetos jurídicos, mientras que la legal moralizada es la que sigue
Deckard, que los persigue y elimina. El derecho, como bien reconoce Javier de Lucas,
usualmente es un impedimento para el cambio social, lo antagoniza, puesto que su
función es mantener un orden anterior que rara vez se corresponde con el orden social.
Una de las herramientas que tiene el derecho para mantener dicho orden es la
policía, que en Blade Runner se ve a través de Deckard. La policía es un organismo
cuya función es proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la
seguridad ciudadana (Policía Nacional, 2020). En este caso el trabajo de Deckard
consiste en acabar con todos los Nexus 6 para velar por la seguridad ciudadana. Cabe
recordar que la ficción sucede en Estados Unidos, un país donde los policías pueden
disparar contra los civiles “si tiene la creencia razonable de que corre peligro de muerte
o de grave daño físico” y donde en muchos estados todavía es legal la pena de muerte.
Es entonces comprensible que Deckard tenga que acabar con androides, seres no
humanos. Sin embargo, tanto la película como la novela introducen la duda de que esto
sea lo correcto, puesto que, al fin y al cabo, se está acabando con vidas. El Derecho
Penal es la rama del Derecho que se encarga de los incumplimientos de las normas y sus
castigos. Esta rama se sostiene bajo los principios de imparcialidad y proporcionalidad.
En el caso de Blade Runner cabe poner en duda tanto la igualdad ante la ley (tanto de
humanos como de replicantes) al igual que la proporcionalidad de las sanciones.

Blade Runner es una película de ciencia ficción que hoy en día se sigue
venerando y adaptando en diferentes medios. Se realizó en los años 80, algo que se nota
tanto en la cinematografía como en la estética. Sin embargo, esta película tiene un
carácter universal innegable, lo que permite que sus temas y conflictos sigan siendo
aplicables hoy en día. Esto es quizá lo que hace que Blade Runner siga siendo tan
querida, y es por ello que el análisis de la película sigue siendo aplicable a la actualidad.

Bibliografía
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