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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA RIOJA

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS HUMANAS Y DE LA


EDUCACIÓN
LIC. EN ARTE ESCÉNICO – MENCIÓN TEATRO

ANÁLISIS HISTÓRICO CRÍTICO DEL TEATRO II

Trabajo final: Fuenteovejuna y la actualidad

Profesora: Miriam del Valle Corzi

Estudiante: Roxana Edith Sosa Olivares

AÑO: 2022
En el presente escrito, consignado para la materia Análisis Histórico Crítico del
Teatro II, a cargo de la profesora Miriam Corzi, se analizará la obra
Fuenteovejuna de Lope De Vega. Este trabajo práctico fue confeccionado por
quien escribe, la estudiante de la Licenciatura en Arte Escénico, mención Teatro,
Sosa Olivares Roxana.

Introducción y contextualización de la obra y su autor


Pasear mis ojos exhaustivamente por las páginas de Fuenteovejuna me lleva siempre al
mismo lugar, al mismo tema, a la misma cuestión y a las mismas preguntas.
Como mujer que transita el siglo XXI, período en el cual los derechos de la mujer están
abarcando cada vez más ámbitos, reivindicando la firmeza del paso de la mujer por el
mundo, me es imposible no observar con mirada crítica los sucesos de períodos
anteriores de la historia en los cuales las mujeres no contaban con derechos (tal y como
los conocemos en la actualidad) lo que llevaba a una desigualdad y vulneración sin
escrúpulos de las mismas. Es por esto que los abusos sexuales que sufrieron los
personajes femeninos en la obra, especialmente el que padeció Laurencia, fueron mi
interés principal.
Analizando el escrito y comparándolo con las circunstancias que transitamos
actualmente, varias preguntas colmaron mi mente, las cuales he de desarrollar en este
escrito.
Primero que nada, debemos ubicar el contexto de Fuenteovejuna.
La obra fue publicada en el año 1619 por Lope De Vega y se basa en una serie de
sucesos ocurridos en Fuente Ovejuna, ciudad cordobesa situada en el sur de la región de
Andalucía, España.
El autor, durante sus 72 años de vida, presenció los reinados de Felipe II, Felipe III y
Felipe IV, a través de los cuales la figura imponente de España se fue debilitando cada
vez más.
La sociedad en ese entonces se hallaba fuertemente dividida en 3 estratos sociales: el
pueblo, agricultores, artesanos; los nobles, hidalgos y la iglesia; y en la punta de la
pirámide jerárquica el Rey. España transitaba así una monarquía absolutista. Es decir, el
poder se hallaba centralizado en una sola persona que obtenía su competencia por
mandato divino (o eso creían), y que daba como resultado el control ilimitado sobre la
muchedumbre jerárquicamente inferior.
El poder, de esta forma, pasó de las manos de los señores feudales que por tanto tiempo
lo poseyeron, a los monarcas. De esta forma, nuestro autor vivió el declive del
feudalismo en pos de una monarquía absolutista.
Fuenteovejuna: Argumento
Fuenteovejuna es un pequeño pueblo labrador que está bajo el dominio de Fernán
Gómez, Comendador Mayor de la orden de Calatrava. La gente del pueblo, harta de los
maltratos de su señor feudal, decide intervenir y matar al comendador. Para ello asaltan
su palacio, y luego del crimen acuerdan no decir nunca quién lo hizo, sino decir que fue
Fuente Ovejuna. El pueblo se somete a un juicio mediante el cual le juran lealtad a los
reyes diciéndoles que desean ser vasallos de ellos y de nadie más. Ante esta muestra de
valentía reciben el perdón y protección de los reyes.
Esta obra se divide en 3 actos argumentales con dos líneas narrativas diferentes, una que
sigue a los miembros del pueblo y otra se corresponde al accionar del Comendador:

 En el primer acto vemos el enfrentamiento entre Fernán Gómez y Frondoso.


 En el segundo se produce el triunfo del mal al final de la boda de Laurencia.
 En el último acto sucede la derrota del mal por parte del poder colectivo del
pueblo, que acaba con el perdón real.

Es así que Fuenteovejuna trata numerosos temas, siendo el abuso de poder por parte del
comendador y el levantamiento del pueblo contra el mismo, algunos de los tópicos
centrales del escrito, es decir nos encontramos frente a una situación en que rivalizan el
señor feudal y los vasallos de este. El tratamiento recibido, los derechos y la posición de
la mujer durante la Edad Media es otro punto que se refleja en la obra.
A lo largo del escrito he de analizar diferentes temas que funcionarán como contexto y
respaldo del tema principal: Fuenteovejuna en la actualidad.
El papel de la iglesia
Tradicionalmente se entiende a la Edad Media como un período controlado y moldeado
de acuerdo a la figura masculina, especialmente por aquellos hombres que
representaban y formaban parte fundamental de la Iglesia. Ellos afirmaban que la mujer
poseía pasiones incontrolables que, por su naturaleza vil, no podía domar, y que estas
eran capaces de alterar la psiquis de los hombres. Es por esto que a la figura femenina le
fueron impuestas gran cantidad de normas que la limitaban, oprimían y cercenaban
muchas de sus libertades, todo esto en pos de mantener el orden y la paz entre las
personas.
El cuerpo femenino, más específicamente, era el origen de todos los pecados y una gran
amenaza, según establecía la iglesia. De esta manera, la mujer y el concepto de pecado
se unían en una visión condensada y casi inseparable, por lo cual, donde había pecado
estaba la mujer, y donde se hallara la mujer, la seguiría el pecado.
Se llegó incluso a conceptualizar a la mujer como la encarnación de la serpiente, que era
frecuentemente considerada la encarnación y materialización del diablo.
Ante los ojos de la iglesia el hombre era la prueba fehaciente de la existencia de Dios, y
la mujer la prueba de la existencia sobre la tierra del Diablo; este último se manifestaba
a través de ella, haciendo que utilizara su cuerpo como herramienta funesta para obligar
al hombre a desobedecer los mandatos divinos.
De esta manera, en la época Medieval el concepto de cuerpo femenino sufre una
reconstrucción y pasa a ser visto como la fuente de todos los males, pero también como
la única propiedad que el hombre debe aspirar a tener y poseer. Así, se instala en el
pensamiento colectivo una justificación para la violencia ejercida sobre las mujeres.
Esta se ve normalizada debido a que, supuestamente, todos estos maltratos se hacían en
el nombre de Dios y de la religión para apaciguar el mal contenido en ellas.
Otra estructura que condicionaba a la figura de la mujer en la Edad Media era la clase
social a la que ésta perteneciera, gozando de muchos más derechos y privilegios
aquellas que formaran parte de la nobleza.
La Iglesia, en otro evento de reconocimiento global, se hace presente para entorpecer las
condiciones de vida de las mujeres castigando cruelmente a muchas de ellas bajo el
calificativo de “brujas”. Innumerables jóvenes fueron condenadas a arder en las llamas
de la hoguera por poseer vastos conocimientos de alquimia, herboristería, y
especialmente saberes concernientes a la anatomía y prácticas reproductivas/abortivas,
lo cual les permitía ejercer una sexualidad mucho más libre y ser ellas las que tuvieran
las riendas de ese aspecto de sus vidas. Estos actos eran considerados pecaminosos y
además castigados por el poder de la iglesia.
En el siglo XIII vemos cómo las mujeres que ejercían la prostitución eran perseguidas
duramente por la iglesia, hasta el momento en que esta institución convierte a la
prostitución en un servicio público para satisfacer a hombres y, según el
establecimiento: “alejarlos de la violencia y la homosexualidad”.
De esta manera, comprendemos que la Iglesia con su ilimitado poderío sobre los
diferentes ámbitos de la sociedad, se hallaba en una continua búsqueda e impartición del
orden y control y enemiga de este equilibrio era la mujer, más específicamente, aquellas
que no se adaptaban al modelo del cual la Virgen María era icono, en otras palabras,
jóvenes sumisas, calladas, obedientes, delicadas, mujeres que no fueran a sublevarse
ante el poderío patriarcal proveniente tanto del hogar como de la iglesia. Si profesaban
los ideales de castidad no serían castigadas, de lo contrario sufrirían la ira de aquellos al
poder. En mayor o menor medida, la forma de vivir y de pensar estaba condicionada por
leyes y costumbres que no tenían como prioridad el bienestar femenino, sino silenciar
las voces de mujeres bajo diversas excusas y postulados impulsados por el miedo al
desorden.
Leyendo la obra y comparándola con la actualidad pude notar algunas similitudes, y
numerosas preguntas nacieron de ello:
Primero que nada, podemos observar una complicidad en al antes y el ahora de las leyes
formuladas con respecto a los abusos sexuales sufridos por las mujeres.
El Derecho de pernada y sus consecuencias
El claro ejemplo, visible en la obra, es el derecho de pernada, mediante el cual los
señores feudales eran autorizados a tener relaciones sexuales con cualquier mujer que
sirviese en sus dominios y que fuera a contraer matrimonio con otro de sus siervos. De
esta manera, el señor feudal abusaba una vez más de su poder para saciar ambiciones de
poder sobre la mujer y el hombre, quien también era humillado y colocado en situación
de inferioridad con respecto a su posición de hombre. Vemos la voluntad de la mujer ser
vulnerada, y dicho acto transgresor ser respaldado por las leyes de la época, lo cual
significaba que el señor feudal no era condenado ni sometido a ningún tipo de pena.
Se observa así la tolerancia frente a los abusos sufridos por la mujer y el varón por
cuestiones jerárquicas y de clase social.
Miramos atrás con temor y hacia adelante con esperanza pensando que tales prácticas
no existen ya en la actualidad, pero en realidad casos como estos siguen aconteciendo.
El poder judicial actual es uno de los principales establecimientos que ejercen la
llamada “cultura de la violación” y perpetúan la re-victimización de mujeres que
denuncian a sus perpetradores.
La mayoría de los casos de violaciones que se reportan quedan impunes debido a que
los procesos judiciales se centran en interrogar a la víctima, cuestionando su
credibilidad, en lugar de focalizarse en el resto de las pruebas o personas involucradas.
Esto crea un estigma en las jóvenes que termina en el retiro de la denuncia o bien la
continuación del proceso pero que será increíblemente duro para ella, su mentalidad y
su reputación.
Los testimonios a los que son citadas una y otra vez para revivir el trauma, las pericias
físicas sumamente invasivas, el trato desconfiado recibido de la justicia, aporta al
pensamiento colectivo en el cual se tiende a culpar a las víctimas por el acontecimiento
sucedido.
A esto se le suma el hecho de que muchos perpetradores, por tener conexiones con
figuras de renombre en la política o la justicia, quedan en libertad por pertenecer a una
clase de mayor y de poder, similar a lo que sucedía con el derecho de pernada en la
Edad Media.
La víctima se enfrenta así a múltiples ultrajes:
-El que ejerce el abusador sobre su corporalidad.
-El que ejerce la sociedad.
-El que ejerce la justicia.
La cultura de la violación y el impacto de la misma en la integridad de
la mujer
La cultura de la violación es una mentalidad popular que se halla presente en aquellas
sociedades donde la violencia sexual es normalizada, ignorada, minimizada e incluso en
algunos casos fomentada, por el machismo, la misoginia y el sexismo. Los pilares que
sostienen esta manera de pensar son varios, siendo el principal que el hombre es un ser
violento por naturaleza, normalizando así los actos dañinos que él realiza puesto que “es
una naturaleza inevitable”; pensamiento similar al que llevó a legalizar la prostitución
en la Edad Media: la iglesia pensaba que el hombre poseía pasiones y deseos naturales
que debía sí o sí satisfacer, de esta manera se pasa por alto la idea de que existe pecado
contenido en el cuerpo de la mujer, siempre y cuando sirva para satisfacer las
necesidades carnales masculinas.
Si bien en la actualidad no existen tantas leyes que ejerzan control sobre el cuerpo de la
mujer como lo hacían en el Medioevo, la idea de la mujer como un objeto de
dominación y sobre el cual todos tienen derecho menos ella misma, sigue activa. Pero
poco a poco van cayendo aquellas trabas que oprimen a la mujer e imposibilitan el goce
pleno de su autonomía.
Para dar cuenta de la cosificación de la mujer, transcribo a continuación fragmentos
clave de la obra:
“PASCUALA. […] Pues tales los hombres son:

cuando no han menester

somos su vida, su ser,

su alma, su corazón;

pero pasadas las ascuas,

las tías somos judías,

y en vez de llamarnos tías,

anda el hombre de las pascuas.

LAURENCIA. No fiarse de ninguno.

PASCUALA. Lo mismo digo, Laurencia.” 1

Laurencia y Pascuala comparten una conversación en donde hablan de que los hombres
usan a las mujeres para su propio beneficio, pero cuando ellas no les son de utilidad las
mismas son desechadas.
La cultura de la violación va de la mano de la re-victimización que ejerce tanto la
sociedad como las autoridades e instituciones del Estado. Estos órganos en lugar de
brindar la ayuda para la cual fueron creados, colocan a la víctima en una situación de
vulnerabilidad extrema, bajo la cual se ataca su dignidad, se destruye su reputación y se
cuestiona la credibilidad de su testimonio.
Tenemos entonces, de un lado la violencia colectiva, proveniente de la sociedad que
perpetúa la cultura de la violación, y la violencia estructural ejercida por los órganos
privados encargados de otorgar justicia.
El suceso de abuso sexual en la obra expone además una situación de violencia
jerárquica de la mano del comendador, quien queda impune (hasta llegado el final
donde se comete un homicidio premeditado en grupo) debido a su posición por encima
de los vasallos de Fuenteovejuna.
En la actualidad existen numerosas de réplicas de esta clase de abuso de poder. En
primer lugar, debemos tener en cuenta que la relación que unía al señor feudal con sus
vasallos era una verticalista, estando estos últimos en una situación de inferioridad
económica y política. En pocas palabras, el vasallo era un empleado ligado a su señor
feudal por medio de un juramento, viéndose ambos beneficiados por mutuos acuerdos y

1
Fuenteovejuna, Lope De Vega, página 14.
obligaciones. Sin embargo, la unión era de carácter dependiente, y de las dos figuras
conformantes la del señor feudal representaba muchísimo más poder que la del vasallo,
ya que el señor pertenecía a la nobleza. Si bien ambos eran hombres libres, el
desequilibrio en la dinámica de poder era evidente, esto seguramente generaba una
especie de intimidación de parte del vasallo, quien en ocasiones debía acallar ciertas
injusticias debido a la potencia e impacto que la figura de su empleador sostenía.
En la actualidad, este desequilibrio de poder aun es aprovechado por la persona
jerárquicamente superior y utilizado como un escudo de inmunidad. Vemos cómo una
innumerable cantidad de mujeres sufren acoso, violencia sexual y maltrato psicológico
en el área laboral.
A modo de ejemplo, traigo a colación los resultados de una encuesta realizada en
España, donde 2.484 trabajadoras presentaron entre 2008 y 2015 denuncias por las
causas mencionadas anteriormente, datos recopilados por la Unión General de
Trabajadores de España. Sin embargo, sólo 49 hombres fueron condenados, es decir, un
2% apenas.2
Esta clase de delito posee dos posibles resultados: En uno, las mujeres no realizan la
denuncia por miedo a que en dicho ámbito no les crean y el maltrato sea perpetuado,
miedo a ser despedidas y perder el trabajo que algunas poseen como única fuente de
ingresos; sin embargo, los casos que sí son presentados ante la justicia poseen las
mismas repercusiones, el sujeto situado más arriba en la pirámide jerárquica es
apresado, pero la víctima también sufre el impacto, ya que en la mayoría de los casos las
situaciones mencionadas anteriormente también llegan a concretarse. Entonces, la
víctima se enfrenta a dos decisiones, las cuales en muchísimos casos poseen el mismo
resultado.
En un sentido más general, este abuso jerárquico puede verse reflejado en otros aspectos
como ser el político y económico, de la mano del término “Hijos del poder”.
La justicia y el abuso: Los hijos del poder
Mujeres que sufren una diversidad de ultrajes a nivel psicológico y físico, entre los
cuales se halla la violación y posterior femicidio, que no reciben justicia porque los
victimarios son cercanos, ya sea familiares, amigos o compañeros de trabajo de

2
Víctimas de violación, re-victimizadas por la justicia; Emilia Rojas Sasse.
personas que poseen cargos de alta jerarquía relacionados con el gobierno de turno. He
aquí una similitud con el poderío del señor feudal.
Ejemplos de este suceso son: El caso de María Soledad Morales, cuyo femicidio fue
perpetrado a manos de hombres que se hallaban en las fuerzas policiales, como así
también encubierto por un grupo de funcionarios que gobernaban la ciudad de
Catamarca como si de un feudo se tratase.
Lo sucedido a Paulina Lebos es extremadamente similar, su femicidio fue llevado a
cabo por allegados y familiares cercanos del que era en ese entonces gobernador de
Tucumán, lo que influyó en que el caso quedara impune y nadie fuese arrestado por el
crimen.
En todas las situaciones anteriormente mencionadas vemos un abuso de poder en
relación a la posición jerárquica que influye indudablemente en los casos de abuso
sexual y violación de mujeres; comparándolo con situaciones acontecidas en épocas en
las cuales la mujer no poseía derechos como los conocemos en la actualidad, las
similitudes son evidentes.
Volviendo a Fuenteovejuna, Laurencia, con un discurso de increíble valentía, se dirige
al pueblo, a la masa de habitantes de la ciudad mencionada y les exige que hagan algo al
respecto, ya que es su obligación como hombres y como personas.

“LAURENCIA. […] ¡Qué dagas no vi en mi pecho!

¡Qué desatinos enormes,

qué palabras, qué amenazas,

y qué delitos atroces,

por rendir mi castidad

a sus apetitos torpes!

Mis cabellos, ¿no lo dicen?

¿No se ven aquí los golpes,

de la sangre y las señales?

¿Vosotros sois hombres nobles?

¿Vosotros padres y deudos?

¿Vosotros, que no se os rompen


las entrañas de dolor,

de verme en tantos dolores?

Ovejas sois, bien lo dice

de Fuenteovejuna el nombre.”3

Me gustaría rescatar este fragmento del discurso para tratar diferentes puntos.
En primer lugar, ¿qué me llevó a crear este escrito? La primera vez que leí
Fuenteovejuna quedé realmente impresionada con la respuesta del pueblo ante la
confesión de Laurencia y de cómo acudieron en su ayuda sin cuestionar los hechos que
ella comentaba habían sucedido. Pensé ¿esto podría desarrollarse de igual manera en la
actualidad, en una sociedad tan contaminada por la misoginia y el machismo?” Para
intentar responder esa pregunta debemos analizar y comparar más en profundidad el
caso de Laurencia y de las mujeres de Fuenteovejuna.
Laurencia se vio obligada a dirigirse al pueblo, a lo colectivo, volver público su
reclamo, les da voz a todas aquellas personas afectadas por lo acontecido, y expone para
que se sensibilice y reflexione sobre la forma de las leyes y del orden con respecto a lo
vivido por el pueblo.
Aquí, el comendador no sólo está autorizado a realizar el ultraje ya que el derecho de
pernada lo respalda, sino también por el título que posee, al estar las mujeres víctimas
de su accionar por debajo de él a nivel social. Teniendo en cuenta todo esto, el
comendador se siente con el derecho suficiente para actuar sobre el cuerpo de las
mujeres del pueblo sin contar con el consentimiento de estas. Viendo cómo el órgano
del poder (en este caso representado por la iglesia y la autoridad del señor feudal) no
posee leyes con las cuales pueda ella protegerse y defender su autonomía, decide dirigir
el curso de su reclamo hacia el pueblo, que cansado de estar bajo el yugo tiránico del
comendador reclama la justicia por mano propia.
Ahora comparemos esto a los casos que suceden actualmente. Es que acaso, para
obtener justicia, ¿las víctimas deberían fuenteovejunizar sus vivencias, es decir volver
público cada caso? Pero realizar eso no es tan fácil, ya que la víctima, a diferencia de lo
que sucede en la obra, se deberá enfrentar a la crítica del pueblo y a la re-victimización,
a la cultura de la violación que tratará de hacerla sentir culpable por lo que le aconteció.
Debido a estos estigmas que marcan de por vida a la víctima, se intenta mantener en
secreto cuando se trata de casos de abuso sexual.
3
Fuenteovejuna, Lope De Vega, página 78.
¿Qué pasaría si Fuenteovejuna tuviera lugar en la actualidad?
Algo que une a Fuenteovejuna y la actualidad es el reclamo de la mujer, sin embargo el
resultado del mismo es sumamente diferente. Tanto en la obra como en la realidad
actual, existe un sistema patriarcal y machista que sigue operando en función del varón
y que hace que ese sistema judicial falle en proteger la integridad de la mujer.
Hemos visto a lo largo de la historia diferentes casos que han recurrido a la difusión
masiva para poder obtener respuestas del lado privado, como es el caso de María
Soledad Morales y Natalia Melmann, cuyos secuestros, violaciones y muertes quedaron
impunes, hasta que el pueblo, unido en la causa, salió a las calles a pedir justicia y la
obtuvieron.
Sin embargo, no todas estas manifestaciones colectivas acaban bien: En España, una
joven de 18 años fue abusada sexualmente por 5 hombres y al hacerse el caso público,
la gente salió a protestar a las calles, sí, pero en defensa de los abusadores, finalmente,
la víctima terminó siendo condenada en vez de los perpetradores.
Si algo aquí debería funcionar es la forma en que son procesados los casos de violación
por parte de la justicia, siempre con la atención y el tacto necesario de modo que no se
caiga en una re-victimización. La sociedad al momento de presenciar esta clase de
abusos debería proteger y confiar en la víctima en vez de buscar cuestionarla,
invalidarla o maltratarla. De esta manera, utópicamente hablando, podría obtenerse
justicia con más frecuencia en esta clase de casos, ya que la víctima no se sentirá
intimidada por el qué dirán de las demás personas, ni tampoco atormentada por el
proceso penal. Es decir brindarle todo el apoyo para que se sienta lo suficientemente
cómoda colocando una denuncia, declarando ante la justicia y soportando el proceso
legal en su extensión.
Pensando en lo anteriormente mencionado, ¿Movilizar al pueblo en manifestaciones es
la única manera de obligar al sector judicial a actuar? ¿Las víctimas deben exponer los
hechos públicamente cada vez que estos sucedan? ¿Las heridas y sufrimiento de las
víctimas deben estar tan expuestas como las de Laurencia para que el mundo pueda
creerles?
La pregunta siempre nos lleva a lo colectivo, a lo público, a la manifestación cruda
frente a las masas del dolor, y esto sería algo plausible si la sociedad no hiciera de
verdugo cada vez que escucha a las víctimas contar sus historias.
En una utópica versión de Fuenteovejuna las autoridades y las leyes no estarían
construidas de tal manera que obligaran a los pueblos reunidos en protestas hambrientas
de equidad a tomar justiciar por mano propia.
Como conclusión podemos establecer que a pesar de haber transitado siglos y siglos de
evolución, la sociedad aún posee defectos en lo que concierne a los derechos y valores
de la mujer. Pero también nos deja en claro del poder arrasador que el pueblo unido
posee sobre los aspectos privados de las leyes y la justicia.

BIBLIOGRAFÍA:

 Cuerpo de Mujer, fantasía de pecado; Marcela María Arango Carballo.


 Sexo, mentiras y Edad Media: el derecho de pernada y el cinturón de castidad
en la España Medieval; Ana E. Ortega. Revista electrónica Roda da Fortuna,
2016, 1-1.
 Violencia de género, Violencia laboral; Sabrina Díaz Virzi.
https://www.clarin.com/entremujeres/carrera-y-dinero/violencia-laboral-
mujeres-denuncia-genero_0_bD1k4uDz.html
 Ni tan víctimas: Cultura de la violación y re-victimización; Esther Pineda.
https://iberoamericasocial.com/tan-victimas-cultura-violacion-revictimizacion/
 El sistema judicial en los casos de violación; Olivia Sohr.
https://chequeado.com/el-explicador/que-pasa-con-las-condenas-por-violacion-
en-la-argentina/
 Víctimas de violación, re-victimizadas por la justicia; Emilia Rojas Sasse.
https://www.dw.com/es/víctimas-de-violación-revictimizadas-por-la-justicia/a-
54071299
 Violaciones graves a derechos humanos: Violencia institucional y
revictimización; José Manuel Bezanilla, Amparo Miranda, Jorge Humberto
González.
 La caza de brujas en la Edad Media: Reflexiones para el feminismo
contemporáneo; Diana Paola Salazar Arana.

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