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Dedicado a las y los que amo

LosTiempos del Caracol


Poemas de 2004 a 2022

Primera edición 2022


© Martha Lilia Sandoval
© Instituto Municipal Aguascalentense para la Cultura

Imagen de Portada: María del Pilar Palacio Sánchez.

Antonio Acevedo Escobedo Núm. 131, Zona Centro


Código Postal 20000, Aguascalientes, Ags.

ISBN 978-607-8649-36-5

Impreso en México / Printed in Mexico

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra


por cualquier medio, sin previa autorización de los editores.
Leonardo Montañez Castro
Presidente Municipal del H. Ayuntamiento
Constitucional del Municipio de Aguascalientes

Marisol Barrón Betancourt


Regidora Presidenta de la Comisión Permanente
de Cultura del H. Ayuntamiento Constitucional
de Aguascalientes

Octavio Alberto Ozuna


Director General del Instituto Municipal
Aguascalentense para la Cultura

Rocío Castro Fernández


Jefa del Departamento de Ediciones y Fomento
a la Lectura del IMAC

Humberto Rincón Castorena


Diseño de portada

Wilfrido Isamí Salazar Rule


Diseño editorial

Ma. de la Luz Ortiz Macías


Leticia de Luna Noriega
Equipo editorial
Los Tiempos del Caracol
Poemas de 2004 a 2022

Martha Lilia Sandoval


Índice

Presentación 11

Primeros poemas
Busco 15
Viaje nocturno 16
Fragmentos luminosos 17
Sobre la poesía 18
Amor de juventud 19
David camina por Florencia 20
El amor tiene sus centros 21
La espina 22
Los tiempos del caracol 23
Metamorfosis en una ciudad que no era Praga 25
El sabor de la máscara 26
Sobre los ángeles II 27
Un rumor se abre paso 28
Viejos amantes 29

Tiempos de volver a escribir


1. Tiempos de hablar de otras historias 33
2. Tiempos de encontrar otras formas de ser 34
3. Tiempo de (abstenerse de) abrazos 35
4.Tiempos de escuchar 36
5. Tiempos de hacerse a la mar en un barco de
vela 37

Parada 59, en La Purísima


I 41
II 42
III 43
IV 44
V 45
Un árbol me crece en la memoria
Fundación 49
La discreta belleza del manzano 50
El sueño de la muerte 52
Canto al viento 53
Ella, la sanadora 54
Los viejos eucaliptos 55
Mi amado es un roble 56
Su paso de gacela 57
Perséfone, con otros ojos 58
Tristana y los niños 59
La mínima poesía 60
La del pincel amoroso 61
Que octubre nos sepa 62

La sed que alumbra


Disertación 65
“Je suis en outre” revisitado 66
Lot 67
Mezquites, ficus y cipreses 68
El futuro es un tren inalcanzable 69
Isla salvaje 70
Limpieza en las profundidades 71
Lo del aire en el aire 72
Vírgenes prudentes 73
Leonor 74
Presentación

¿Qué busca un poeta? O ¿cómo se construye un poeta


a través del tiempo? Los Tiempos del Caracol, poemas de
2004 a 2022 de Martha Lilia Sandoval son una visita a la
mirada atenta de una poeta que busca incesantemente y se
construye en la intimidad y en sus lazos con los otros.

Pacientemente, al igual que el caracol, la poeta nos


introduce a los “Primeros poemas” en donde nos sorprende
la fluidez y la universalidad de sus palabras. Son estos poemas
en donde se percibe una necesidad de nombrar que va más
allá de cualquier mundana preocupación. Aquí las palabras
juegan, inventan y se saben poseedoras de una fuerza tal,
que logran tocar el mundo del lector.

Más adelante, Martha Lilia nos recuerda que, en


las búsquedas, la vida ocurre y los relojes avanzan. El
segundo momento de este poemario es una especie de
tiempo detenido por la enfermedad, por la pandemia y
son también “Tiempos de volver a escribir” y es quizá, este
tiempo suspendido, el que le permite a la poeta recordar
y evocar en la escritura caminos andados y personas que
han sido el hilo de sus historias. Es así como en las partes
de “Parada 59 en La Purísima” y “Un árbol me crece
en la memoria” la poeta teje cantos e imágenes de tierra
adentro y es en donde conocemos las aguas que corren
por la ciudad rememorada, por la construcción de su
discurso poético.

Son estas partes del poemario en donde aparece la voz


de mujer mayor, la madre, la abuela y es esta voz la que
recuerda al padre y aquel viaje entre sueños, la madre y
la tonada de “La Feria de las Flores”, la partera Tristana
con su nombre casi de tristeza. La poeta nombra al
hermano, al esposo, a los árboles que cercan su camino, a

11
las abuelas y a su pasado, un pasado que la construye a sí
misma y a su poema.

Finalmente, en “La sed que nos alumbra” surge la


pregunta: ¿quién soy? una y todas, dice la poeta. Revisita
sus pares en la memoria, en la literatura, navega las aguas
de la amistad, de la complicidad femenina, espacios
conocidos y habitados solo por ellas.

Aquí la sed se precipita en una serie de preguntas:


¿qué es la poesía en la vejez?, ¿qué cura la poesía en los
años, si los espejos se han empañado y la poeta busca
desesperadamente aclarar con palabras su memoria?

Entonces se vuelve latente la imperiosa necesidad que


tiene la poeta por nombrar, por nombrarse a sí misma,
porque sabe que el tiempo es breve:

Alguna vez fui Lot


y me llegó la madurez como un relámpago […]
Ahora camino hacia adelante
un viento de palabras me lleva
no sé a dónde
pero cada vez respiro mejor

Liliana Muñoz Sandoval

12
Primeros poemas
Primeros poemas

Busco

Busco en un bosque
sin rastros de belleza
una voz
que aún no es pájaro vivo
y rompo las hojas
las desgarro
trago la sequedad
hurgo el silencio
y huyen de mi corazón
todas las tardes
en las que una neblina
cubre el rojo
el naranja, el rojo y el violeta
del sol
mi amado tic- tac-
que se va

15
Los tiempos del caracol

Viaje nocturno

Aunque vienes inmerso en el tono


más leve de la aurora
nunca te acabo de nombrar

Las nubes se desnudan lentamente


los pájaros emigran
en este breve espacio, arrebatado al sueño

He madrugado para verte


para tocar tu cuerpo misterioso
tus venas que se expanden

La vida me devuelve tu recuerdo


mientras veo a las hormigas
en fila hacia tu cuerpo enterrado
en mi memoria

16
Primeros poemas

Fragmentos luminosos

Hay minutos en que se puede


inaugurar un amor
o despedirse de una ciudad

Breves momentos
en que la torre de una iglesia
puede ser un remanso
y la menor filigrana de cantera
una gloria personal

Momentos exultantes
en que ⸺olvidando la carga del pasado⸺
se puede morir y renacer

17
Los tiempos del caracol

Sobre la poesía

No sabes si es principio o es fin


ni qué combinaciones de palabras
te sugiere el roce
del viento ⸺o del ángel⸺
que cruza por la sala

Son voces que


murmuran o cantan
como las voces de tus propios hijos
dramatizando sus quejas
en un vaso de agua

No sabes
si seguirás oyendo
el rebotar de sus pelotas
el tric - trac de los grillos
o si un revuelo de alas
te dictará un poema

18
Primeros poemas

Amor de juventud

Aprendimos a jugar con el tiempo


y pensamos en nosotros
como en un rompecabezas

Inventamos ciudades
con calles inmunes al desgaste
y balcones de sombra en la memoria

Arbolados parques nos soñaban


plácidamente sentados en sus bancas
mientras corríamos
detrás de los minutos (eternos) de la espera

Desistimos dar una forma definida


a lo que solo entrevimos
en el arrebato del abrazo

Nada era seguro


solo tu mano abrazando mi espalda
solo los besos aprendidos a tientas

Solamente el esbozo de mí que iba surgiendo


mientras tú me mirabas

19
Los tiempos del caracol

David camina por Florencia

Perfectísimo, estás hecho de tiempo


pero también eterno
aguardas sin la impaciencia común a los mortales

Inmensamente suave, dibujas en ti mismo


los músculos del bíceps
del tórax, de las piernas

Todo puede decirse de ti


todo puede escribirse
sin temor a parecer obscenos

La armonía que fluye de tu centro viril


es dionisiaca
sin embargo, reposa entre tus piernas
se reclina en tu espalda
y tu cabeza corona
de nobles pensamientos

¡Ah, poderoso!, estás hecho de todas


las frías suavidades del mármol
y aún te conmueve la calidez de
mis palabras

20
Primeros poemas

El amor tiene sus centros

El amor te pone de pie


frente a ti mismo
se detiene lentamente
y te enseña
a sujetar entre tus manos el tiempo

El amor tiene sus centros


sus mariposas negras
sus caderas de leves movimientos
sus manos silenciosas
de ásperos dedos
que te abren las entrañas
a círculos concéntricos

El amor son los labios y la lengua


que maduran de noche
al ritmo del encuentro

Tiembla el amor, entonces


como alguien que se mira
por primera vez ante el espejo

Todo es presente
todo es eternidad puesta de pie

21
Los tiempos del caracol

La espina

Después de noches y días sin encontrarnos


supimos que era necesario
inventarnos un rostro
unos labios que pudieran ser besados
un pelo donde el viento
desmintiera toda formalidad

Me imaginé frente a ti
contando hormigas
porque contigo eran felices
las inverosímiles posturas de los niños

Me soñé sopesando tu ausencia


mientras el jazminero ⸺testigo del encuentro⸺
nos crecía en la memoria
como una espina clavada en medio de la lengua

Esa espina me salvó de quedar muda

22
Primeros poemas

Los tiempos del caracol

Después de días y noches


de silencios hostiles
cualquier palabra pronunciada en la casa
era solo la oquedad del sonido

En las paredes prosperaban las grietas


y la casa se nos había vuelto un globo
o
d
n
e
i
d
n
e
c
s
a
solitariamente
desprendido de la mano de algún niño

Donde estuvieron las fotos familiares


pálidas huellas nos miraban
con sus rostros sin ojos

Se abrían y cerraban las ventanas


al impulso de un viento terriblemente viejo

23
Los tiempos del caracol

En este desolado escenario


¿Cómo encontrar sentido
a las palabras que un fantasma
reúne en un cuaderno de notas?

Ellas avanzan por sí mismas


en varias direcciones:
Caracol palabra luz
lecho caracol casa locura

El caos se ordena
en el momento en que las voces
dibujan la silueta de un cuerpo
largamente buscado
mi cuerpo cara al sol

Nuestros cuerpos
lúcidamente entrando
en esta casa
de palabras

24
Primeros poemas

Metamorfosis en una ciudad que no era Praga

Yo también
cuadriculaba el tiempo
las agendas, los sueños
hasta que cierto día
desperté en otra ciudad
donde estallaron los colores
de un verano esplendente
Anaranjeaban las pequeñas
flores silvestres
en la tierra baldía
danzaban los sepias y cafés
bajo mis pasos crujientosos
que iban pisando
el escarabajo de oro
de la tarde

25
Los tiempos del caracol

El sabor de la máscara

El desencanto de la vejez es mutuo


se nos han ido cayendo las máscaras más íntimas
las más cargadas de humedad, las más queridas

¿Quiénes somos ahora? (dice una voz en off)


mientras se arrugan los espejos
y los utensilios de cocina
contaminan de sabor salobre
esporádicos besos

De la rutina diaria surgen voces violentas


y somos prisioneros
de silencios insomnes
mientras la noche avanza con un ritmo constante
hacia una fuente aún desconocida

26
Primeros poemas

Sobre los ángeles II

No puedes tener un ángel bondadoso


en la palma de la mano
sin notarlo
Son anillos de luz para tus dedos
o ⸺en tardes calurosas⸺
entrecierran tus ojos

No puedes ignorar que hay ángeles terribles


ellos mienten diciendo que solo
habitan en las sombras
pero incitan a cometer violentos crímenes
o te inspiran mentiras implacables

Yo los he visto a ambos


sin ellos no hubiera podido escribir nada

27
Los tiempos del caracol

Un rumor se abre paso

Un rumor susurraba en la playa


(cuando llegamos al puerto aquella noche)
Un tumulto de peces inundaba
los espacios del sueño y lamía
con lenguas insaciables
nuestros jóvenes cuerpos

Un paraíso marino se entreabría


como seno amoroso
tenaz e indoblegable

Nosotros, terrestres, rutinarios


(invitados a recuperar
nuestra conciencia originaria)
concebimos otras posibilidades de existir

28
Primeros poemas

Viejos amantes

Vibran las evocaciones


de la arena luminosa
que se desliza
en la clepsidra

Sueño mientras la ausencia


colma sus noches
de imposibles palabras

Él llegaba y se iba
y era un misterio
reconocer amor en sus palabras
que sonaban a ira contenida
¿o era mía, la ira?

Hoy han vuelto definitivamente de otra parte


donde la huella de los pies cansados
descubre la íntima verdad de días y noches
fuera del anhelo de ser uno

Ellos sueñan que son un mar abierto


un mar antiguo pero renovado
que vierte su odio en un venero
cristalino de luz

29
Tiempos de volver a escribir
Tiempos de volver a escribir

1. Tiempos de hablar de otras historias*

En tiempos de apocalipsis, nadie sale de casa


En ciudades desiertas
tú puedes salir a caminar
y descifrar relatos en las nubes
Puedes extasiarte con los arriates florecidos
en casas abandonadas
o ir observando pájaros, perros
y felinos fieles a sus casas
custodiando la puerta de entrada al paraíso
Unos viejos vamos hablando de gorriones
de golondrinas que recién hacen su nido
en nuestras almas
Porque no queremos hablar del mundo
Derrumbándose

* Segunda versión de cinco poemas publicados en Tiempos de pandemia, ICA, 2021.

33
Los tiempos del caracol

2. Tiempos de encontrar otras formas de ser

No me gusta el conteo obsesivo y continuo de los muertos


de los contagiados, de los asintomáticos
de los que no siguen las normas
de los insolidarios
de los que atacan a médicos y enfermeras
no me gustan los virus, ni los coronavirus
ni las noticias falsas de curas milagrosas
ni las noticias amarillistas
ni los ataques racistas
ni los ataques a mujeres
ni los secuestros a los niños

Pero, me place decir


que algunos nos hemos vuelto amigos de los pájaros
de los simples gorriones
que añoramos la playa, pero sin amarguras
que hemos llorado la muerte de amigos y parientes
pero no nos olvidamos de celebrar su vida

34
Tiempos de volver a escribir

3. Tiempos de (abstenerse de) abrazos

Después de varios años de soledad


me encuentro con mi esposo
nuestros cuerpos sin tiempo
reconocen su abrigo de inmediato
los besos tienen un sabor
inconfundiblemente delicioso
que nos lleva al deseo de ser jóvenes
Pero, es de día, y ésta no es nuestra casa
Nos echamos encima de una cama de sábanas
[revueltas
y estamos hallando el ritmo de los astros cuando nos
[interrumpen
Son ánimas en pena
Lo quieren saludar “Hace tanto tiempo que no lo ven”
Nos separamos. Con ira contenida lo persigo por las
[habitaciones
Mientras él habla con ellos (amigos o parientes)
⸺con todo el cuerpo como un solo corazón insosegado⸺
me recuesto a su lado y muerdo la punta de su oreja
Despierto con mi boca en la almohada

35
Los tiempos del caracol

4. Tiempos de escuchar
Entonces vino un huracán tan violento
que descuajaba los montes
Pero el Señor no estaba en el viento

Yo me pregunto si está en la ruidosa algarabía


que me despierta cada madrugada
y siento que Dios puede ser el pájaro que picotea mi
[corazón
Trina y trina incansable hasta horadar un silencioso túnel
un oscuro agujero donde caben
mis preguntas, mis dudas, todas mis inquietudes
Abro entonces oídos a los trinos, les entrego mi sueño
Y el silencio me dice: no te turbes, espera

36
Tiempos de volver a escribir

5. Tiempos de hacerse a la mar en un barco de vela

Mientras arden algunas ciudades y otros bosques


una muchacha de vestido blanco
camina con su rebozo de franjas azulosas
terciadas por la espalda
(Suyo es el retrato
en el calendario de mi mesa de noche)
Con la mirada puesta en esa imagen
he decidido que este mes seamos
un misterio fragante y oloroso
para limpiar al mundo
de explosiones y muertes

Y podemos hundirnos
en imaginados mares de lavanda
donde las olas verticales nos llevan
hacia un mar interior
que también es un cielo
violáceo y perfumado

37
Parada 59 en La Purísima*

* Segunda versión de cinco poemas publicados en el libro Aguascalientes. Ciudad abierta


con vocación de puerto, ICA, 2021.
Parada 59, en La Purísima

A Raquel y Estela

I
De aquellos años, no extraño nada. Ni los silbatos
de los talleres ni aquellos trenes que la gente veía
llegar emocionada. El templo aún no tenía torres,
pero la Virgen Purísima andaba recorriendo las
calles: en el día repartía el color y ternura de sus
vitrales y en las noches, nos llevaba la luna para
alumbrarnos. De aquellas rondas, sueño que se
despiden “Hilitos, hilitos de oro, que se me vienen
quebrando”. De aquellos años, me veo a mí misma
caminando descalza por el gusto de sentir, bajo mis
pies, la tierra.

41
Los tiempos del caracol

II
De aquellos años emerge (desde la madrugada) la
algarabía: ¡Baratas y caladas las papayas!, gritan
pilas de jitomates en el mercado. Y en la tarde,
los cantos después en la sinfonola: “Sombras nada
más”, canta Javier Solís, luego los Beatles, pero
tú preferías a Leo Dan y “No terminan nuestros
sueños, jamás terminan”, mientras caminábamos al
Parque Hidalgo que pocos años antes había sido La
Huerta Games.

42
Parada 59, en La Purísima

III
Dije que nada extraño, pero sí añoro la desnudez
del torso de jóvenes caleros que parecían fantasmas,
nunca los vi, pero en esta ciudad donde las gentes
ricas entraban a la alberca casi vestidos, mi padre nos
llevó, a mis hermanos y a mí, a conocer los Baños
de Los Arquitos, dijo que se llamaban Placeres. En
un cuartito cada familia, bebía del agua termal por
cada poro. Entonces, supe por qué las mujeres en
las acequias se reían de sus malos pensamientos e
indiscreciones.

43
Los tiempos del caracol

IV
“Que se me vienen quebrando, que manda decir el
rey, que cuántos hijos tendréis”. En ese tiempo yo
no podía saber de mis cuatro hijos, pero era fácil
pronosticarlo. Las doce exactamente. Mi amiga
Lucita lleva almuerzo a su padre, yo la acompaño.
Largos silbatos marcan entradas y salidas de nuestras
vidas. Así era el barrio. Había veinte cantinas a la
redonda y un Señor Jesucristo de Tres Caídas, por
eso los Matlachines bailaban frente a las casas.

44
Parada 59, en La Purísima

V
De humildes mujeres llevo la estirpe, ellas habían
llegado huyendo de “Los años del hambre” que
después de la revolución, asolaron los campos.
En sus manos traían el oficio de amasar el maíz,
en su alma el anhelo de volar alto. Ellas son como
el barrio, nunca volveremos a ser, pero ya fuimos.

45
Los tiempos del caracol

46
Un árbol me crece en la memoria
Un árbol me crece en la memoria

Fundación

Antonio Sandoval (después sería conocido como


[Capitán Alfer)
llegó de Tierra Blanca para fundar su estirpe
Traía un puñado de palabras en los bolsillos
y repartió su fotografía
de hombre guapo
entre las muchachas del barrio
la belleza de trenzas que lo aceptó
ignoraba que ponía su futuro en manos de un escéptico
lector de Antonio Plaza
“Por qué a las mujeres, Blas, algunos les llaman damas
⸺Porque aman al que da más”
Ella le dijo fuera acompañado
del párroco del templo más cercano
para pedir su mano
La misa de la boda, fue tempranito
después hubo un almuerzo de pan con chocolate
regalo del Sr. Parritas (el padrino de anillos)
la fotografía
del hombre que la muchacha aceptó por esposo
tiene anotada una frase común de aquellos años
Juanita: “el presente es para tus ojos
el original para tu corazón”
y la frase común encarnó entre nosotros
la primera de las hijas fue bautizada con un nombre
señorial y floral

49
Los tiempos del caracol

La discreta belleza del manzano

A Estela

Una tarde mi madre regresó con mi hermanita


y la rubia niña de los bucles traía el pelo cortado
(la que escribe no pudo contener el llanto
al sentir menguada esa belleza)

Por eso no me causa asombro


que su prestigio haya alcanzado a remotos países

De Japón y de China
han llegado rumores sobre un rastro de luz
que se percibe ciertas mañanas neblinosas
en las que gentes amargas
amanecen pensando en el suicidio

Entonces, un loto que esplende un poco menos


una piedra mal colocada en un jardín de piedra
conducen a los ásperos a una secreta evocación
y ven ⸺como en sueños⸺
a la segunda hija
de una familia mexicana
una niña tan frágil de apariencia
que su padre apodó para su adentro: “florecita de
[claustro”

50
Un árbol me crece en la memoria

Pasan los años la casa crece por obra de Felipe


los hijos llegan y maduran como frutos
y cerca de antiguos dioses y pirámides
percibimos a la mujer cultivando un huerto de
manzanas y moras
donde ella florece en los platillos
libres de cualquier alergia de la infancia

Entonces degustamos el aroma discreto del


manzano
y una blonda aurea esparce sobre el viento
su llamado a la vida

51
Los tiempos del caracol

El sueño de la muerte

A mi padre, que murió un 31 de diciembre de 1995

Padre, tu sueño me acompaña


me escoltan tus rasgos más amables
no los (amargos) últimos años de tu vida
sino los días del entusiasmo
los domingos en la matiné del cine Encanto
y los paseos al parque ferrocarrilero
las caminatas a la casa una tía
para ver el cuento del “Chocolate Express”
y no su cara avinagrada
Me acompaña, no el horrible sabor de la emulsión
[de Scott
sino tu preocupación por nuestra salud
No tus impaciencias, sino el empeño
que te llevó hasta la Ciudad de México
donde por fin encontraste la cura para Estela

No quiero hablar de tu mente perdida de los últimos


[años
Sino de tu espíritu libre hasta el último día
en que salimos del hospital y de la tierra
porque tú me llevabas en brazos al espacio

52
Un árbol me crece en la memoria

Canto al viento
Me gusta cantarle al viento, porque lleva mis pesares
y digo lo que yo siento por toditos los lugares.

Cantaba mi madre
cuando
dejaba de llorar
por sus
propios dolores
corporales
por la vida y
a veces por la
muerte

Y aquí vine porque


vine a la Feria de
las Flores,
no hay cerro que se
empine
ni cuaco que se me
atore

Ya no tiemblo al oír
el retintín de llanto
ahogado en el fondo de su pecho
En esa voz quebrada y poderosa escucho
el canto de la tierra

53
Los tiempos del caracol

Ella, la sanadora

Una mujer de noventa años


se desplaza por las habitaciones de la casa
apoyada en su andadera
y en la esperanza
de trascender las dimensiones de su cuarto
Ahora viajará (no sabe a dónde)
y sus pasos medidos son la nave
para cruzar la inmensidad del mar
con un solo mapa en la memoria
Un dibujo en mi sueño
donde aparecen los cafés y los sepias
pero ni un solo tono azul
ni un pez tornasolado
apenas un dorado mar de hojas caídas
y un puñado de fotografías
donde aparece la esposa casi niña
la madre huérfana, que perdió tres hijos
la joven viuda que esperó largos años
para curarse todas las heridas y las muertes

54
Un árbol me crece en la memoria

Los viejos eucaliptos

A mi hermano Alberto

Desde su altura, los viejos eucaliptos ven los cambios


las huertas que desaparecen
con ellas se van los higos y las moras
los sueños y los cantos
El “cinturón de esmeralda” de esta ciudad es un
[recuerdo
La gente emigra mientras
Yo decido permanecer aquí
arraigado a la tierra
mis raíces buscan los veneros del agua
Cuando los hijos vienen
les recuerdo: “aquí fuimos felices”
Nos sentamos alrededor de árboles viejos
pero vientos furiosos desprenden altas ramas
en un descuido, esos brazos arbolados
traspasarán nuestras gargantas

55
Los tiempos del caracol

Mi amado es un roble

A Ricardo

Es mi amado
y me trae el té de jengibre a la cama, cuando estoy
[enferma
luego lava los trastos, barre la casa, limpia de
residuos la mesa
dócilmente
Él es mi amado esposo
Toma con levedad mi mano mientras conduce el auto
es un ligero roce, solo para que yo sepa que él jamás
[me olvida
que me tiene presente mientras guisa deliciosas
[comidas
que me recuerda (incluso mientras ve el futbol o
[se enoja porque pierde su equipo)
Él es el elegido de mi corazón
porque jamás flaquea
porque es fiel a sus costumbres y refranes:
“Más vale pájaro en mano, que ver un ciento
volar”
Yo soy su pájaro y él me encierra en su jaula
me aprisiona junto a su corazón y dice muy quedito
[que me ama
pero sé que debo creerle un poco menos
porque he dicho cosas que no son verdaderas
Solo hay una realidad:
él es un gran besador y me regala una flor cada
[semana
(también es cierto lo del té)

56
Un árbol me crece en la memoria

Su paso de gacela

A José Antonio

El sujeto camina por las calles pensando


que cruza la selva o los desiertos
y especula que fieras temibles
lo acechan detrás de todas las ventanas
(él cruza por el barrio a paso de gacela y ojos de
[toro enfurecido)

Parece un desterrado aquí en su tierra


parece la imagen gastada de su padre
y es el caminante furibundo
que rastrilla en las banquetas
su miedo a ser él mismo

Se sienta en la ribera de las tiendas


y ríos de cocacola destapan su garganta
yo paso y lo saludo
no es necesario que ocurra nada más

Él es mi hermano

57
Los tiempos del caracol

Perséfone, con otros ojos

En medio de los más ajetreados días


las madres llegamos siempre
hasta sus nombres

De Ariadna, Perséfone y Pandora


⸺sus balbuceos⸺ echaron a andar el amoroso
tic-tac de los relojes

Las madres deseamos para ellas


una luz madrigal
y unos espacios abiertos y seguros
pero ellas ⸺jóvenes mujeres⸺
vivirán los mitos a su modo

Nadie queremos nada derruido


ni siquiera un amanecer
con los muslos y brazos entumidos

Ellas ⸺las dueñas del futuro⸺


son el atisbo feroz y esperanzado
de todo lo posible

58
Un árbol me crece en la memoria

Tristana y los niños

En el barrio, nunca se mencionó a los niños traídos


[de París
Parir se hacía en las casas, con el mayor sigilo
pero los menores advertíamos una atmósfera tensa
[si llegaba Tristana
la que ayudó a traer al mundo a mis hermanos
una señora de lentes, con maletín en mano
Después, otras mujeres hablaban de placenta
enterrada en el patio
Misterios de la vida
La partera traía a los niños en su maletín
Ahora sé la verdad:
Tristana cargaba con un libro de Sócrates
Ahí aprendía, no la técnica de las cesáreas
sino el arte del bien parir ⸺con naturalidad⸺
como quien hace emerger
la idea del niño bello y verdadero

59
Los tiempos del caracol

La mínima poesía
A mis nietas Andrea y Valentina

¿Sabes quién vino a visitarte?


La mínima poesía
las palabras rodando entre el baile y las flores
A ti que sueñas cumplir años
de Cenicienta o Princesa
con zapatillas rotas
que callan y sollozan
si no pueden abrazarte

Mientras giras y giras


por el salón de baile
doce campanadas cancelan sortilegios
mientras viejas palabras te envuelven con su manto

60
Un árbol me crece en la memoria

La del pincel amoroso


A Teresa Leal

La del cuerpo amoroso depósito de curvas


que contiene ternura, pero también cuchillo y
tenedor para degustar el sensual platillo de la noche

Tres lunas adornan su cabellera en libertad


tres broches menguantes sujetan su pelo en
[desbandada

Tres signos la convierten en un espacio cósmico


mientras acompañamos su desparpajo
de comerse a la luna

61
Los tiempos del caracol

Que octubre nos sepa

Que octubre nos sepa a


la miel amarilla
de las flores a la orilla
de las carreteras
a los colores de las hojas caídas
a canciones ya olvidadas
y vueltas a recordar
a lunas antiguas
a veces dulces
otras amargas
pero siempre intensas
inabarcables
amigas
inabarcables

62
La sed que alumbra
La sed que alumbra

Disertación

Aunque la experiencia nos diga lo contrario


Con un poco de paciencia podemos convencernos
[del sí
Surgen los “no” por todas partes
Mi ropa dice que ya no me queda
el mundo no descansa, no escucha y se atropella
y muchos no entienden cómo se puede ser
afectuoso y empático (a veces ni yo misma)
sin embargo, debe ser más divertido
cantar como sirena y jugarse la vida en altamar
que ser “Nadie” y salvar el pellejo, como Ulises
Yo estuve con Penélope cuando ella
prefería seguir siendo la esposa de un don “Nadie”
que enredarse entre las sábanas de ambiciosos
[pretendientes
Estuve con la joven que luego sería madre:
con ella encarnó la divinidad
Estuve también con la mujer que dijo sí a la vida,
al sexo, al buen humor
ella hizo feliz al Ulises de los tiempos modernos
Yo estuve enferma y afiebrada
pero con Penélope, María y Molly Bloom

Invito a decir sí a esta realidad

65
Los tiempos del caracol

Je suis en outre, revisitado

Yo soy “Juan y Margot, dos ángeles hermanos”


(poema de Juan de Dios Peza)
Y mis cinco hermanos, reales como seres terrestres
soy el primer payaso al que escuché decir:
“Claro, clarín, clarón, a sus órdenes Doña Pía”
Yo soy La Mensajera de María
revista que leía con mis abuelas para hacernos
santas
Soy Pina Pellicer en la película “Tardes de otoño”
cruzando por los puentes de la ciudad, vestida de
[novia
Soy Julieta, muerta de risa
en una función de teatro escolar
Soy “Aguascalientes, mi tierra querida”
de la Estudiantina normalista
Soy las canciones del Orfeón, “No tengo edad para
[amarte” y
“Blanca y radiante va la novia”
Soy la generación que se impactó con la muerte de
[Kennedy,
y con la matanza de Tlatelolco
Pero más que nada soy el 9-11 del 2001
porque esa fecha coincidió
con mi cirugía del meningioma benigno

Hechos que trastocaron el mundo conocido

66
La sed que alumbra

Lot

Alguna vez fui Lot


y me llegó la madurez como un relámpago
me entró como una hondura
donde solo cabe la gratitud
hacia los breves dones de la vida

Salí de la ciudad con mi familia


y atrás quedaron los esfuerzos mediocres
de encajar en los moldes
y en las expectativas de los otros
(toda la ciudad fue arrasada por el fuego del
presente)
Mi mujer, inmóvil como estatua
se quedó en el pasado
y ⸺por un tiempo⸺
yo seguí soñando con sus muslos y senos
pero no volví la vista atrás
Ahora camino hacia adelante
un viento de palabras me lleva
no sé a dónde
pero cada vez respiro mejor

67
Los tiempos del caracol

Mezquites, ficus o cipreses

Después de nuestro repaso de existencias


tejido con palabras feroces
me bebo una taza de azahar y pasiflora
que cure las heridas
Las charlas extensas son un bosque enredado
con hojas moribundas
que van dejando huellas
de aquellos árboles que fuimos
(mezquites, ficus o cipreses
que llevamos por dentro)

Azahar y pasiflora no conjuran el miedo

La luna deja subrepticiamente


su línea luminosa entre mis sábanas
Me invita a caminar en silencio
altos cipreses me acompañan a encontrar el desierto

68
La sed que alumbra

El futuro es un tren inalcanzable


En el presente vemos borrosamente
y nadie nos conocemos cara a cara
San Pablo

En el presente vamos tropezando


con los espejos sucios y empañados
que nos devuelven la imagen hecha trizas

Gastamos las palabras


las sonrisas y gestos
en juegos efímeros y fatuos

¿Se conservarán las guirnaldas


de flores y las joyas
con que hemos adornado nuestros cuerpos?

¿Permanecerá algo de todo nuestro empeño?


¿Habrá una pizca de verdad en nuestras voces?

Que cada cual sopese su corazón


y atienda a sus latidos
y diga ahora ⸺cuando todavía hay tiempo⸺
Te amo y extiendo mis manos hacia ti

69
Los tiempos del caracol

Isla salvaje

En el canto mañanero de los pájaros


encuentro voces
que me remiten al reino salvaje de mi cuarto
(libros desordenados, algunos cuadros y mi
[computadora)

Cierro la puerta a los discursos de los que no me


[aman
y abro mi corazón a las palabras
de los libros que leí cuando era niña
los que me acompañaron en la adolescencia
los que no me dejaron morir en la adultez
los que aún me sorprenden y curan mis heridas
de mujer mayor que escucha el trino de los pájaros
que cantan como el primer día de la creación

El silencio que flota cuando callan las aves


es un anticipo de la isla salvaje que requiere mi alma

70
La sed que alumbra

Limpieza en las profundidades

Una escalera de ladrillos desciende hacia un


[excusado maloliente y sucio
(con suciedad de años, llenando de huellas ocre y
[café los interiores)
Bajo con tiento, luego un descanso y otro tramo de
[escaleras
(donde con cierta fragilidad coloco un pie tras otro)
Altas paredes se alzan a ambos lados
cubiertas por anuncios de películas
(rectángulos desiguales, colocados muy juntos)
velados de una pátina ocre, evocadora de la mierda
Asumo que soy la limpiadora:
tomo una cubeta con agua
empuño una escoba y tallo con fiereza
(los muros recobran colores inocentes)
Desciendo y ya no alcanzo la alta dimensión de las
[paredes
llego al puerquísimo excusado
Y (no sin asco), lo limpio
El inmundo recobra cierta dignidad
me acerco hacia unas sábanas tendidas a modo de
[cortina
y descubro que alguien más habita en el fondo
a lo lejos, se asoman varias mínimas siluetas
Cuando despierto, percibo una cierta ligereza
de mi colon o tal vez de mi alma

71
Los tiempos del caracol

Lo del aire en el aire


A Alejandro García

“Que cada quien se envuelva en


su propio papalote y vuele según su aire”
Eso quisiera hacer, pero soy Ícaro cayendo
Nada tengo resuelto
soy una construcción
en proceso
desde tiempos de Ariadna

72
La sed que alumbra

Vírgenes prudentes

Las palabras-cuento, drama, discurso, poesía


son lo contrario
de las palabras
que descienden a
la difamación
y la calumnia
(vírgenes necias, sin aceite poético)

Ah, las palabras


puentes donde los seres se encuentran
y el Ser se magnífica

Madre mía del silencio


Morena y delicada
recoge en tu corazón mi propósito
de expresar solo palabras verdaderas,
como las de López Velarde
que “procedan de la íntima
combustión de mis huesos”
palabras que emanen de un corazón
ejercitado en el silencio

73
Los tiempos del caracol

Leonor

Escogía sus palabras


sabiamente: “Malo, malo Manuel”
“pero, más malo sin él”

Viuda a los treinta años


y trabajaba junto al fuego
mientras habitaba el mundo
con temple de señora
dueña de su sonrisa y su destino

Envuelta en su rebozo de silencio


habló para decir palabras sentenciosas
“Eso ya está juzgado de Dios”

Mi abuela era poeta


creó en mi corazón el deseo de nombrarla
yo, la callada, tantos años.

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