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ISBN 978-607-8649-36-5
Presentación 11
Primeros poemas
Busco 15
Viaje nocturno 16
Fragmentos luminosos 17
Sobre la poesía 18
Amor de juventud 19
David camina por Florencia 20
El amor tiene sus centros 21
La espina 22
Los tiempos del caracol 23
Metamorfosis en una ciudad que no era Praga 25
El sabor de la máscara 26
Sobre los ángeles II 27
Un rumor se abre paso 28
Viejos amantes 29
11
las abuelas y a su pasado, un pasado que la construye a sí
misma y a su poema.
12
Primeros poemas
Primeros poemas
Busco
Busco en un bosque
sin rastros de belleza
una voz
que aún no es pájaro vivo
y rompo las hojas
las desgarro
trago la sequedad
hurgo el silencio
y huyen de mi corazón
todas las tardes
en las que una neblina
cubre el rojo
el naranja, el rojo y el violeta
del sol
mi amado tic- tac-
que se va
15
Los tiempos del caracol
Viaje nocturno
16
Primeros poemas
Fragmentos luminosos
Breves momentos
en que la torre de una iglesia
puede ser un remanso
y la menor filigrana de cantera
una gloria personal
Momentos exultantes
en que ⸺olvidando la carga del pasado⸺
se puede morir y renacer
17
Los tiempos del caracol
Sobre la poesía
No sabes
si seguirás oyendo
el rebotar de sus pelotas
el tric - trac de los grillos
o si un revuelo de alas
te dictará un poema
18
Primeros poemas
Amor de juventud
Inventamos ciudades
con calles inmunes al desgaste
y balcones de sombra en la memoria
19
Los tiempos del caracol
20
Primeros poemas
Todo es presente
todo es eternidad puesta de pie
21
Los tiempos del caracol
La espina
Me imaginé frente a ti
contando hormigas
porque contigo eran felices
las inverosímiles posturas de los niños
22
Primeros poemas
23
Los tiempos del caracol
El caos se ordena
en el momento en que las voces
dibujan la silueta de un cuerpo
largamente buscado
mi cuerpo cara al sol
Nuestros cuerpos
lúcidamente entrando
en esta casa
de palabras
24
Primeros poemas
Yo también
cuadriculaba el tiempo
las agendas, los sueños
hasta que cierto día
desperté en otra ciudad
donde estallaron los colores
de un verano esplendente
Anaranjeaban las pequeñas
flores silvestres
en la tierra baldía
danzaban los sepias y cafés
bajo mis pasos crujientosos
que iban pisando
el escarabajo de oro
de la tarde
25
Los tiempos del caracol
El sabor de la máscara
26
Primeros poemas
27
Los tiempos del caracol
28
Primeros poemas
Viejos amantes
Él llegaba y se iba
y era un misterio
reconocer amor en sus palabras
que sonaban a ira contenida
¿o era mía, la ira?
29
Tiempos de volver a escribir
Tiempos de volver a escribir
33
Los tiempos del caracol
34
Tiempos de volver a escribir
35
Los tiempos del caracol
4. Tiempos de escuchar
Entonces vino un huracán tan violento
que descuajaba los montes
Pero el Señor no estaba en el viento
36
Tiempos de volver a escribir
Y podemos hundirnos
en imaginados mares de lavanda
donde las olas verticales nos llevan
hacia un mar interior
que también es un cielo
violáceo y perfumado
37
Parada 59 en La Purísima*
A Raquel y Estela
I
De aquellos años, no extraño nada. Ni los silbatos
de los talleres ni aquellos trenes que la gente veía
llegar emocionada. El templo aún no tenía torres,
pero la Virgen Purísima andaba recorriendo las
calles: en el día repartía el color y ternura de sus
vitrales y en las noches, nos llevaba la luna para
alumbrarnos. De aquellas rondas, sueño que se
despiden “Hilitos, hilitos de oro, que se me vienen
quebrando”. De aquellos años, me veo a mí misma
caminando descalza por el gusto de sentir, bajo mis
pies, la tierra.
41
Los tiempos del caracol
II
De aquellos años emerge (desde la madrugada) la
algarabía: ¡Baratas y caladas las papayas!, gritan
pilas de jitomates en el mercado. Y en la tarde,
los cantos después en la sinfonola: “Sombras nada
más”, canta Javier Solís, luego los Beatles, pero
tú preferías a Leo Dan y “No terminan nuestros
sueños, jamás terminan”, mientras caminábamos al
Parque Hidalgo que pocos años antes había sido La
Huerta Games.
42
Parada 59, en La Purísima
III
Dije que nada extraño, pero sí añoro la desnudez
del torso de jóvenes caleros que parecían fantasmas,
nunca los vi, pero en esta ciudad donde las gentes
ricas entraban a la alberca casi vestidos, mi padre nos
llevó, a mis hermanos y a mí, a conocer los Baños
de Los Arquitos, dijo que se llamaban Placeres. En
un cuartito cada familia, bebía del agua termal por
cada poro. Entonces, supe por qué las mujeres en
las acequias se reían de sus malos pensamientos e
indiscreciones.
43
Los tiempos del caracol
IV
“Que se me vienen quebrando, que manda decir el
rey, que cuántos hijos tendréis”. En ese tiempo yo
no podía saber de mis cuatro hijos, pero era fácil
pronosticarlo. Las doce exactamente. Mi amiga
Lucita lleva almuerzo a su padre, yo la acompaño.
Largos silbatos marcan entradas y salidas de nuestras
vidas. Así era el barrio. Había veinte cantinas a la
redonda y un Señor Jesucristo de Tres Caídas, por
eso los Matlachines bailaban frente a las casas.
44
Parada 59, en La Purísima
V
De humildes mujeres llevo la estirpe, ellas habían
llegado huyendo de “Los años del hambre” que
después de la revolución, asolaron los campos.
En sus manos traían el oficio de amasar el maíz,
en su alma el anhelo de volar alto. Ellas son como
el barrio, nunca volveremos a ser, pero ya fuimos.
45
Los tiempos del caracol
46
Un árbol me crece en la memoria
Un árbol me crece en la memoria
Fundación
49
Los tiempos del caracol
A Estela
De Japón y de China
han llegado rumores sobre un rastro de luz
que se percibe ciertas mañanas neblinosas
en las que gentes amargas
amanecen pensando en el suicidio
50
Un árbol me crece en la memoria
51
Los tiempos del caracol
El sueño de la muerte
52
Un árbol me crece en la memoria
Canto al viento
Me gusta cantarle al viento, porque lleva mis pesares
y digo lo que yo siento por toditos los lugares.
Cantaba mi madre
cuando
dejaba de llorar
por sus
propios dolores
corporales
por la vida y
a veces por la
muerte
Ya no tiemblo al oír
el retintín de llanto
ahogado en el fondo de su pecho
En esa voz quebrada y poderosa escucho
el canto de la tierra
53
Los tiempos del caracol
Ella, la sanadora
54
Un árbol me crece en la memoria
A mi hermano Alberto
55
Los tiempos del caracol
Mi amado es un roble
A Ricardo
Es mi amado
y me trae el té de jengibre a la cama, cuando estoy
[enferma
luego lava los trastos, barre la casa, limpia de
residuos la mesa
dócilmente
Él es mi amado esposo
Toma con levedad mi mano mientras conduce el auto
es un ligero roce, solo para que yo sepa que él jamás
[me olvida
que me tiene presente mientras guisa deliciosas
[comidas
que me recuerda (incluso mientras ve el futbol o
[se enoja porque pierde su equipo)
Él es el elegido de mi corazón
porque jamás flaquea
porque es fiel a sus costumbres y refranes:
“Más vale pájaro en mano, que ver un ciento
volar”
Yo soy su pájaro y él me encierra en su jaula
me aprisiona junto a su corazón y dice muy quedito
[que me ama
pero sé que debo creerle un poco menos
porque he dicho cosas que no son verdaderas
Solo hay una realidad:
él es un gran besador y me regala una flor cada
[semana
(también es cierto lo del té)
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Un árbol me crece en la memoria
Su paso de gacela
A José Antonio
Él es mi hermano
57
Los tiempos del caracol
58
Un árbol me crece en la memoria
59
Los tiempos del caracol
La mínima poesía
A mis nietas Andrea y Valentina
60
Un árbol me crece en la memoria
61
Los tiempos del caracol
62
La sed que alumbra
La sed que alumbra
Disertación
65
Los tiempos del caracol
66
La sed que alumbra
Lot
67
Los tiempos del caracol
68
La sed que alumbra
69
Los tiempos del caracol
Isla salvaje
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La sed que alumbra
71
Los tiempos del caracol
72
La sed que alumbra
Vírgenes prudentes
73
Los tiempos del caracol
Leonor
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