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et al., 2003). Durante los últimos veinte años la cronología ESR, combinada con las
fechas de la serie del uranio, ha contribuido de manera significativa a la cronología
de las primeras ocupaciones de Europa mediante la datación de cuarzos y esmaltes
dentarios de herbívoros (Falguéres, 2003).
Introducción
El clima y s u funcionamiento
El clima de un lugar nos viene indicado por el promedio del tiempo meteoroló
gico de un territorio a lo largo del año, así como su variación a lo largo de un año. Se
puede describir como el promedio y la variabilidad que han sufrido durante varios años
la temperatura, la precipitación, el viento y demás fenómenos meteorológicos, así como
su variación a lo largo de un año. El clima influye en los procesos físicos y químicos
así como en la tasa y el tipo de meteorización, erosión y sedimentación. También
condiciona — y en muchas ocasiones determina— la ecología y, por lo tanto, la bio-
geografía de la vegetación y de la fauna incluyendo, por supuesto, la evolución biológica
y cultural de los homínidos y como consecuencia su distribución geográfica durante
el Plio-Pleistoceno y el Pleistoceno.
Por su gran importancia, parece útil explicar ciertos aspectos del clima de una
forma simple (quizás demasiado simple). El lector interesado en el clima puede con
sultar la literatura abundante sobre el clima (Foucault, 1993; Vázquez Abeledo, 1998),
sobre los métodos del estudio del paleoclima — el clima del pasado— (Cronin, 1999;
Lowe & Walker, 1997; Zubakov & Borzenkova, 1990) y su impacto sobre el ambiente
y la fauna (Roberts, 1989; Vrba et al., 1995; Wilson et al., 1999).
El sol calienta la atmósfera de forma diferencial; en zonas próximas al Ecuador,
los rayos de luz llegan perpendicularmente a la superficie terrestre; en latitudes más
septentrionales el ángulo disminuye, y a su vez, se atenúa la intensidad de luz (ener
gía, o calor) que llega a la Tierra por unidad de superficie. Existen otros factores que
influyen en la cantidad de energía que impacta en la superficie: las grandes extensio
nes de hielo o las nubes que reflejan la luz en vez de absorber dicha energía. El ca
lentamiento diferencial provoca que en la atmósfera y en los océanos existan movi
mientos de circulación. Las circulaciones son un factor determinante en el clima global
del planeta, las responsables del transporte de energía y materia. Mientras que la cir
culación oceánica está modificada por la distribución de los continentes, o en térmi
nos generales, las isóbatas, la circulación atmosférica es más regular.
La circulación atmosférica ocurre en grandes celdas, que se nota como viento
donde el aire se desplaza horizontalmente y como presiones altas y bajas donde se des-
38 HOMÍNIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES
SSSW
WSW
\\\\\
SSSSS
Fig. 1.3. La circulación atmosférica ocurre en grandes celdas. La figura arriba demuestra
un ejemplo de una celda. La derecha de la figura se sitúa en el Congo, próximo al ecuador, y
la izquierda más al norte en el Sahara. Proximo al ecuador, el sol calienta el aire. El aire se
expande y se mueve hacia arriba. A grandes alturas, se enfría y provoca precipitación. En la
titudes más altas, este aire ya seco se baja y vuelve a absorber agua. Hay tres celdas en el he
misferio norte y tres en el hemisferio sur (figura de abajo). Estas celdas provocan zonas con
más y con menos precipitación (sus posiciones están indicadas en la figura de abajo por to
nos diferentes y nubes).
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3
in
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°.
s Ciclo de la excentricidad de la órbita
96 ka
Ciclo de la oblicuidad
Ciclo dominante
Fig. 1.4. Los Ciclos de Milankovich. A la izquierda, la escala del tiempo en millones de
años, el paleomagnetismo y el registro de isótopos de oxígeno (según Shackleton, 1995). A la
derecha, representación esquemática de la variación cíclica en la forma en la que la Tierra
gira alrededor del Sol. En el centro está indicado la duración de los ciclos en los que cambia
la excentricidad, oblicuidad y precesión de equinoccios y los períodos en los que los respecti
vos ciclos han tenido un efecto dominante sobre la Tierra. Se puede observar que el registro
de isótopos de oxígeno refleja la ciclicidad dominante. También se puede observar que los va
lores cada vez son más altos, lo que corresponde a temperaturas más bajas.
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individuos o ejemplares que pertenecen a la misma especie que el tipo reciben el mismo
nombre específico. Un género tiene una especie tipo y las especies parecidas a la es
pecie tipo son las que se incluyen en él.
Como ya mencionamos, los nombres se dan en latín o bien son «latinifícados»;
los genéricos y específicos se escriben en cursiva, con una única diferencia entre am
bos: los genéricos se escriben en mayúscula y los específicos en minúscula, por
ejemplo Sus scrofa (jabalí). El nombre específico se utiliza siempre en combinación
con el nombre genérico y dicha combinación es única, ya que no se admite homóni
mos ni sinónimos. Si se detecta que se han introducido dos nombres para un mismo
taxón, la norma es usar el nombre más antiguo. Esta norma y otras muchas están re
cogidas en el código de la nomenclatura o ICZN (International Code of Zoological
Nomenclature).
Los nombres de las clases, órdenes, familias, tribus y categorías relacionadas
(como subfamilias) deben empezar con mayúscula. La terminación de los nombres in
dica si se trata de familias, subfamilias y tribus: -idae, -inae e -ini, como pe. Suidae,
Suinae y Suini. Los nombres de las familias, subfamilias y tribus siempre se basan en
el nombre de un género representativo (el género tipo), en este caso del género Sus.
Los taxones de categoría superior a especie son más subjetivos, lo que da lugar fre
cuentemente a clasificaciones alternativas, aunque con el paso del tiempo una de las
variantes suele imponerse.
INTRODUCCIÓN 47
Hoy en día los prehistoriadores disponen de más medios y técnicas que hace unas
décadas para conocer los climas que han envuelto la evolución humana. A menudo
olvidamos que la palinología fue pionera en este campo y que sigue siendo necesaria
para conocer los ambientes y cómo han influido éstos en el largo camino que hemos
recorrido.
Así, una rama de la palinología, la paleopalinología, es la encargada, a través del
estudio de los pólenes fósiles, de reconstruir el paisaje vegetal contemporáneo de los
restos arqueológicos almacenados en depósitos naturales o antrópicos. Si somos ca
paces de restituir la vegetación, podremos deducir el clima que imperaba en aquella
época, ya que sabemos que las distintas comunidades vegetales de nuestro planeta res
ponden a determinados tipos de clima.
Para realizar un análisis palinológico sólo precisamos unos 20 g de muestra
de sedimento contemporáneo del nivel arqueológico a estudiar. Estos sedimen
tos se tratarán físico-químicamente en un laboratorio adecuado, hasta eliminar todo
el componente mineral, a fin de obtener un residuo orgánico en donde se hallará el
componente esporo-polínico a estudiar. El recuento y determinación de los ele
mentos palinológicos (polínicos y de la palinofacies) bajo microscopio óptico de
luz transmitida, permitirá elaborar unos diagramas que serán interpretados por el
palinólogo. Los paquetes estadísticos (análisis de clusters, de Correspondencias, etc.),
así como una formación básica en geología, botánica y arqueología y la relación
estrecha con otros analistas que hayan participado en el estudio, serán de valiosa
ayuda en la interpretación paleoecológica (Burjachs et al., 2003; López Sáez et al.,
2003).
De esta manera se ha podido saber que los ancestros de los humanos descen
dieron de los árboles, empujados por el retroceso de la selva ecuatorial. El clima
48 HOMÍNIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES
cas mitocondrias que poseería el zigoto serían las provenientes del óvulo, no las del
espermatozoide. Este punto es el que ha sido cuestionado por quienes opinan que una
pequeña parte del conjunto de mitocondrias paternas podría penetrar dentro del óvulo.
En cada célula, somática o gamética, hallamos entre 5 y 10 copias por cada mitocon-
dria del citoplasma celular. Puesto que hay muchas mitocondrias en cada célula, po
demos hallar entre cientos y miles de copias de este tipo de ADN en cada célula. Ya
que posee copias de sólo uno de los progenitores, el genoma mitocondrial es ha-
ploide y la secuencia de ADNmt se denomina haplotipo. Normalmente sólo se trans
mite un haplotipo a cada descendiente (homoplasmiá). Si aparece más de un haplo
tipo en un mismo organismo hablamos de heteroplasmia.
El Proyecto Genoma Humano nos ha permitido saber que, a diferencia de los
aproximadamente 100.000 que se creía, nuestra especie posee sólo entre 30.000 y
40.000 genes en su ADNn, es decir, poco más del doble de los de la conocida mosca
del vinagre, que tiene 13.602. El genoma humano (el conjunto de genes contenidos en
las cadenas de ADN) se compone de más de 3.000 millones de pares de bases, canti
dad que varía mucho entre los diferentes organismos biológicos. El ADNmt humano
posee 16.569 pares de bases (cantidad que es parecida en todos los animales) y con
tiene 37 genes. En el ADNmt tenemos una región de control (origen de la replica
tion) o D-loop (del inglés displacement loop, bucle de desplazamiento), no codifica
dora en los vertebrados y de aproximadamente 1.000 pares de bases. Dentro de la
región de control hallamos unas llamadas regiones hipervariables que varían de un in
dividuo a otro y son. por ello, la base de la identificación individual. Especialmente
en muestras degradadas o antiguas (forenses, históricas o prehistóricas) el ADNmt
tiene la ventaja de que, al haber muchas copias por célula y estar protegido por la do
ble membrana mitocondrial. es mucho más fácil de recuperar que el ADNn. Así, se
ha podido recuperar ADNmt de huesos de neandertales y compararlo con el de hu
manos modernos, llegándose a la conclusión de que aquél pertenecía a otra especie
distinta (Krings et al., 1997). Otra ventaja, a nivel de los estudios evolutivos, es que,
al no darse en él la recombinación cromosómica, sólo las mutaciones proveen su va
riabilidad. Además, en los casos forenses o de la Historia reciente, al heredarse — por
lo menos en principio— sólo por vía materna, puede ser comparado con cualquier
miembro del mismo linaje de la madre. Un ejemplo de ello es la identificación de los
huesos de la familia Romanov, basada en el haplotipo coincidente entre los restos óseos
de los supuestos miembros de la casa de los zares de Rusia y muestras de sangre de
Felipe de Inglaterra, descendiente directo vivo de la madre de la zarina (Gill et al.,
1994).
Dejando aparte el tema de la evolución de las distintas especies de homínidos,
dos de los temas clave en el campo de la paleoantropología y de la antropología pre
histórica son el origen y antigüedad de los humanos modernos, en cuyo estudio inter
viene de manera muy importante la antropología molecular (para un estudio del
tema, pueden consultarse Arsuaga & Martínez, 1998, y Boyd & Silk, 2001). La an
tropología molecular no puede concebirse actualmente sin el concurso de una técnica
de amplificación del ADN denominada «reacción en cadena de la polimerasa» (en in
glés Polymerase Chain Reaction o PCR). Ésta fue desarrollada en la década de 1980
por Kary B. Mullis, lo que le valió el premio Nobel de Química en 1993. La reacción
implica tres pasos (fig. 1.7). El primero (desnaturalización) separa las dos cadenas
del ADN a base de aplicar altas temperaturas (90 a 95 e C). El segundo (hibridación)
INTRODUCCIÓN 51
fe fe fe fe fe fe fe fe
t
t
t
. . Nuevo
Cebador adn
t
Nuevo
ADN
t
diana
t
t
t
Fig. 1.7. Esquema de funcionamiento de la amplificación genética mediante la técnica de
la PCR.
ASIA
H.T.U.V.W
I.J.K ,
A EUROPA:
39.000 a 51 .000 | AMÉRICA
años atrás
ÁFRICA
Fig. 1.8. Mapa de las migraciones del hombre moderno y sus fechas , de acuerdo con los da
tos del ADN de las mitocondrias y del cromosoma Y.
Introducción: la tipología
Hace dos millones y medio de años los primeros humanos ya fabricaban instru
mentos con piedras y probablemente con materiales orgánicos (como madera o hueso).
Las herramientas líticas suelen ser los restos arqueológicos mejor conservados, aun
que en ocasiones también aparecen deteriorados. La tecnología prehistórica j&íujna dis
ciplina que no sólo se ocupa de analizar la forma de estos objetos, sino que pretende
conocer su proceso de fabricación y cómo se utilizaron. Sin embargo, el estudio de es
tos objetos ha sido abordado desde diferentes perspectivas metodológicas.
Todavía hoy en día prevalece el tradicional enfoque empírico, culturalista y cro-
noestratigráfico, fuertemente enraizado en el origen de la Prehistoria europea. Desde
este punto de vista, determinados objetos pueden ser considerados como verdaderos
«marcadores» culturales, propios de una determinada «cultura prehistórica». En rea
lidad esta visión decimonónica es el reflejo en la Prehistoria del concepto de «fósil
director» de la Paleontología, sustituyendo el papel de marcador cronológico de un de
terminado fósil por una determinada herramienta. Esta manera de estudiar los objetos
prehistóricos tiene como primer objetivo su clasificación. Sin embargo, no se clasifi
can todos los objetos sino solamente los que se consideran representativos, las autén
ticas herramientas, que tradicionalmente son los objetos retocados. Esta clasificación,
meramente morfológica, permitirá determinar la existencia de objetos especialmente
caractrerísticos, que pueden ser indicativos de una determinada cultura prehistórica.
El mejor ejemplo, y el más seguido, de esta manera de estudiar los artefactos prehis
tóricos es la tipología de Francois Bordes (Bordes, 1961). Este investigador elaboró
una lista de tipos de objetos del Paleolítico inferior y el Paleolítico medio que sigue
siendo el pilar en el que se apoyan muchos trabajos sobre la industria lítica de estos
períodos. Este tipo de estudios adolecen de varias deficiencias. En primer lugar care
cen de una base teórica sólida. En segundo lugar, no toman en consideración todos
los objetos recuperados en un determinado nivel arqueológico, sino que conceden un
valor especial a determinados elementos y prescinden de otros. En tercer lugar, estos
trabajos se apoyan en la observación y clasificación de objetos según su morfología,
sin tener en cuenta otros aspectos, como el proceso de fabricación y su utilización.
Frente a esta concepción empirista surgió la tipología analítica y estructural de
G. Laplace (Laplace, 1972). Esta tipología cuenta con un marco teórico que parte del
carácter dialéctico de los procesos históricos y de la concepción estructural de los ob
jetos, bajo la influencia del estructuralismo y de planteamientos y sistemas de orde
nación derivados de la paleontología. La metodología utilizada se basa en la descom
posición de dichas estructuras morfotécnicas en una serie de caracteres significativos
(análisis). Este esquema pretende aumentar la objetividad en el proceso de recogida
de datos, al tiempo que permite conceptualizar los fenómenos de cambio a nivel dia-
crónico.
A pesar de la nueva dimensión teórica y epistemológica que introduce, la analí
tica laplaciana mantiene todavía concepciones enraizadas en una visión tradicional
de la arqueología, como su carácter tipológico y su perspectiva culturalista de la rea
lidad histórica. La confrontación con la escuela empírica tradicional condicionó el de
sarrollo de la tipología analítica de Laplace y determinó su escasa difusión.
54 HOMÍNIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES
BN
BN2G
BP1G © cg
BP2G
ción del cuerpo humano. El objeto es un instrumento de acción sobre el medio, por
tanto es el resultado de un proceso de selección e interacción. Tradicionalmente la re
lación entre los artefactos de un conjunto industrial se enfoca desde el punto de vista
de la tipología, agrupando series de objetos que presentan atributos morfológicamente
similares. Sin embargo, este enfoque no tiene en cuenta los procesos que dan lugar a
los artefactos.
Los objetos líticos deben ser estudiados desde tres enfoques: el morfotécnico,
el morfopotencial y el morfofuncional. El elemento morfotécnico es la materializa
ción de una determinada técnica que da forma al objeto. El elemento morfopotencial
se refiere a la capacidad teórica de intervención sobre el medio de una determinada
estructura morfotécnica, cuantificada por la morfología y el ángulo de los filos (Airvaux,
1987; 1994). El elemento morfofuncional se refiere a la manera específica en que una
estructura morfotécnica y potencial es utilizada.
El análisis morfotécnico consiste en el estudio analítico de los rasgos funda
mentales de cada objeto. El primer paso es la clasificación del artefacto dentro del pro
ceso de producción. En este sentido, el SLA distingue categorías estructurales de ar
tefactos y no tipos.
Por lo tanto, las sucesivas fases del proceso de talla dan lugar a las diferentes ca
tegorías estructurales. Cuando un objeto natural es seleccionado por un humano (Base
natural, Bn) experimenta una transformación. El proceso se plasma en la siguiente
secuencia: en primer lugar se seleccionan dos Bases naturales, una de las cuales será
utilizada como percutor y la otra como matriz sobre la cual se percutirá. La interac
ción de ambos objetos en un primer tiempo da lugar a la fragmentación de la Base
natural utilizada como matriz. Este objeto conserva el negativo de la extracción que
acaba de ser efectuada. El nuevo objeto resultante de esta interacción es el positivo. A
estos objetos el SLA los denomina Base Negativa de Primera Generación (BN1G) y
Base Positiva (BP). Esta interacción puede repetirse una y otra vez, creando más ne
gativos en la matriz (BN1G) y dando lugar a más positivos (BP). No obstante, tam
bién puede dejar de repetirse y el proceso de talla puede continuar con la selección de
una de las Bases Positivas extraídas de la matriz, para percutir sobre ella. De esta ma
nera, comenzaría una segunda fase del proceso (tiempo 2). La interacción sobre esta
BP da lugar a la aparición de un nuevo objeto, desprendido de la antigua BP, que pre
sentará el negativo de esta extracción. En consecuencia, la antigua BP se convierte en
una Base Negativa de Segunda Generación, mientras que el nuevo objeto será una Base
Positiva de Segunda Generación. El proceso podría continuar, si tomáramos esta BP2G
y percutiéramos sobre ella, de manera que la convertiríamos en una BN3G, y obten
dríamos BP3G (Carbonell et al., 1992).
Podemos realizar una gran distinción entre las Bases Negativas, en función del
objetivo de la talla: Explotación (matrices utilizadas como núcleos, con el objetivo de
extraer sistemáticamente Bases Positivas) y Configuración (herramientas expresamente
configuradas para su utilización). Las Bases Negativas de Explotación pueden ser de
1.a Generación (núcleo a partir de la explotación de un canto o de un nodulo) o
de 2. a Generación (núcleo sobre antigua Base Positiva, o lasca). Las Bases Negativas de
Configuración también pueden ser de 1.a Generación (cuando se trata de cantos talla
dos, cuyos retoques configuran una herramienta), o de 2.a Generación (cuando se
trata de lascas retocadas) (Rodríguez, 2004). En este libro utilizamos de forma indis
criminada tanto la terminología tradicional como la terminología del SLA (tabla 1.1).
56 HOMÍNIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES
Categoría estructural,
según el Sistema Lógico Analítico Abreviatura Término tipológico equivalente
Triedro
Diedro
recto
Diedro
Diedro
convexo
recto
Diedro cóncavo
Semidiedro
Fig. 1.11. Ejemplos de modelos morfopotenciales aplicados a los filos de artefactos Uticos.
58 HOMÍNIDOS: LAS PRIMERAS OCUPACIONES DE LOS CONTINENTES
Bate
Fig. 1.12. Suelo de ocupación del yacimiento de Galería (Sierra de Atapuerca, Burgos).
nía la idea que proclamaba el carroñeo como fuente principal de obtención de recur
sos animales entre estos homínidos (Binford, 1984, 1988a).
En definitiva, pues, no es posible concebir en la actualidad la zooarqueología sin
tener en cuenta las otras disciplinas, lo cual ha generado interesantes debates.
Zooarqueología, arqueozoología, tafonomía arqueológica, paleontología o paleo-
etnografía, entre otros muchos son términos sinónimos utilizados para designar
trabajos cuya finalidad última es hacer inferencias sobre el comportamiento cultural,
económico o social de los homínidos del pasado.
En este sentido, es necesario hacer una referencia especial a la tafonomía debido
a su complejidad. Esta disciplina, creada por Efremov (1940, 1953), es la encargada
del estudio de los procesos de formación de los yacimientos. Su función es identifi
car todos los agentes que intervienen en esos procesos y establecer unas leyes del en
terramiento. Desde este punto de vista, la tafonomía es aplicable a cualquier tipo de
yacimiento y a cualquier tipo de material recuperado. En el caso de los yacimientos
arqueológicos, la actividad humana pasa a ser uno de los agentes más importantes de
bido a la elevada capacidad de acumulación y de modificación que tienen los homí
nidos, tanto de los objetos como de su entorno inmediato.
Como consecuencia, la diferencia entre tafonomía y zooarqueología puede re
sultar algo difusa. A nuestro entender, la tafonomía debe tratar a los homínidos como
un agente más en la larga cadena de procesos de construcción de un yacimiento. Sus
métodos y técnicas son los más adecuados para identificar y caracterizar la actividad
humana. Sin embargo, las inferencias culturales que se puedan extraer de esta activi
dad humana, o de la relación de los homínidos con los animales (relaciones de com
petencia con los carnívoros, por ejemplo), son dominio de la zooarqueología.
La primera labor que debe realizar la zooarqueología en un conjunto faunístico
es el reconocimiento y la descripción de las especies o grupos con los que los homí
nidos tuvieron relación. Para ello suelen utilizarse colecciones de referencia y atlas
de anatomía comparada (Barone, 1966; Driesch, 1976; Hillson, 1986; 1992; Lavocat,
1966; Pales & Lambert, 1971; 1981; Schmidt, 1972). Es importante tener en cuenta
los datos que aportan información sobre la edad de los individuos, tales como el
reemplazamiento de los dientes deciduos por los definitivos, su grado de desgaste o
la fusión de las epífisis de los huesos. Con todos estos datos es posible efectuar los
recuentos necesarios para hacer una valoración taxonómica y de partes anatómicas del
conjunto, estableciendo el Número de Restos (NR), el Número Mínimo de Elementos
(NME) y el Número Mínimo de Individuos (NMI) (Grayson, 1984). Todos estos da
tos permiten efectuar una primera valoración de las características taxonómicas del
conjunto, evaluando la representación esquelética de los animales identificados y plan
teando hipótesis iniciales sobre aspectos relacionados con la presencia o ausencia de
algunos segmentos anatómicos.