Basándose en los trabajos del naturalista Charles Darwin, disciplinas como la
sociobiología y psicología evolucionista han sostenido que la mente humana fue moldeada por la selección natural. Para sus representantes, tal como ocurre con la anatomía, las habilidades cognitivas del ser humano son resultado de la evolución genética.
Sin embargo, con el tiempo, tales enfoques centrados en la dimensión biológica
fueron criticados por su ineficacia explicativa. Novedosas propuestas teóricas demostraron que el componente más importante de la ecuación de la evolución humana no era la selección natural, sino la cultura. Ello mostró tener profundas implicancias en la evolución de la mente humana –un área llamada evolución cognitiva. ¿A qué llamamos “mente”? A mediados del siglo XX, el reconocido psicólogo B. F. Skinner (1977) rechazó las “explicaciones mentalistas” de la psicología cognitiva que empleaban términos como “mente”, “sentimiento” o “pensamiento”. Pese a las objeciones, la revolución cognitiva se instaló y el término “mente” fue ampliamente referido en muchas áreas de las ciencias cognitivas, incluyendo la filosofía.
La mente como adaptación biológica
En la carrera por la explicación de la mente, los trabajos de Darwin fueron
esenciales. Disciplinas como sociobiología (a mediados del siglo XX) o psicología evolucionista (desde los años 90 hasta la actualidad) sostuvieron que la mente humana fue moldeada por la selección natural –el principal mecanismo que posibilita la evolución de los organismos mediante el desarrollo de adaptaciones biológicas.
Refutando el adaptacionismo
Pese al impacto generado, la sociobiología y la psicología evolucionista fueron
criticadas por su adaptacionismo (por presuponer que la mente constituye una adaptación moldeada por selección natural). El paleontólogo Stephen Jay Gould (1997a) bautizó esta tendencia como “fundamentalismo darwiniano”: mientras el pluralismo aprehende diversos mecanismos evolutivos, el fundamentalismo enfatiza en la selección natural.
El vínculo cultura-cognición
Un primer paso para entender cómo la cultura moldea la mente es
comprendiendo su influencia en el día a día. Aunque la psicología social reconoce que la cultura afecta los procesos cognitivos (Shepherd, 2011), la antropología fue la primera disciplina en estudiar sistemáticamente el vínculo cultura-cognición, gracias a su larga tradición en la síntesis etnográfica de diversas culturas (D’Andrade, 1981).
Problemas con la diversidad
Como tal, la antropología ha analizado tópicos diversos (razonamiento causal,
teoría de la mente, toma de decisiones, categorización o cognición numérica) y develado un principio fundamental: la cultura importa al constituir el entorno sociocultural en el que ocurre el aprendizaje y se desarrollan nuestras habilidades cognitivas. Aquí la diversidad cultural obtiene mayor relevancia.
La evolución (cultural) de la mente
En los 70, Robert Boyd y Peter Richerson formularon la teoría de la herencia
dual. Para esta propuesta, la conducta humana debe explicarse considerando dos sistemas de herencia: el biológico, heredado de nuestros pares biológicos, y el cultural, heredado de nuestros pares sociales (Morales, 2020b). Dicha teoría analizó diversos aspectos de la evolución humana, incluida nuestra cognición.