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LOS HECHOS
Conocí a don FERNANDO CASTRO TORRES alrededor del año 2017, sin
embargo en ese año no mantuvimos una relación amorosa, nos volvimos a encontrar en el
año 2019, luego comenzamos una relación que tuvo una duración aproximada de 6 meses, la
que posteriormente tuvimos que terminar debido a que el tuvo que irse a un retiro a Santiago
y las relaciones a distancia para el no era una opción. Antes de poner término a la relación le
comenté de que estaba con atraso con respecto a mi periodo menstrual. A las semanas
después una vez realizado el test de embarazo cuyo resultado fue positivo, le comento esta
situación y el se alteró con la noticia diciéndome palabras groseras y fuera de lugar.
Posteriormente el jamás aporto con dinero para poder hacer una ecografía y cubrir gastos que
conlleva tener un embarazo, desde ese momento perdimos comunicación alguna , sin aportar
de forma económica. Posterior a ello nace mi hijo en el año 2020, una vez nacido, el se hizo
presente muy pocas veces habrán sido 3-4 veces . El de forma Autónoma decidió alejarse ya
que nunca le quite la posibilidad de que pudiera ver a su hijo. Con respecto a lo señalado
anteriormente es menester recalcar que desde ese entonces no he vuelto a saber de el, tampoco
tiene interés alguno por acercarse, sumado a que no la tiene reconocida.
EL DERECHO
La ley 19.585 de 26 de octubre de 1998 que reformó de manera sustancial el Código
Civil chileno, descansa sobre varios principios básicos, siendo uno de los más importantes el
derecho de toda persona a conocer sus orígenes o derecho a la identidad, principio que se
encuentra implícito en nuestra legislación relativa a la filiación, el que también es recogido
en los catálogos de derechos fundamentales de la Convención de los Derechos del Niño,
promulgada por Decreto N.º 830 del Ministerio de Relaciones Exteriores, publicado en el
Diario Oficial el 27 de septiembre de 1990, específicamente en su artículo 7º, que reconoce
expresamente que los niños “tendrán derecho, desde que nacen, a un nombre, a una
nacionalidad, y, a conocer a sus padres y ser cuidados por ellos”, obligando el numeral 2 a
que “Los Estados Partes velen por la aplicación de estos derechos de conformidad con su
legislación nacional y las obligaciones que hayan contraído en virtud de los instrumentos
internacionales pertinentes en esta esfera, sobre todo cuando el niño resultara de otro modo
apátrida”. Así mismo, el artículo 8º numeral 1 de la misma convención señala que “Los
Estados Partes se comprometen a respetar el derecho del niño a preservar su identidad,
incluidos la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares de conformidad con la ley,
sin injerencias ilícitas”.
Dichas normas han sido citadas por nuestros tribunales superiores de justicia, por
ejemplo, en el Considerando 10, del fallo dictado por la Corte Suprema, con fecha 31 de
marzo de 2006, en causa rol 2569-04, que señaló en su oportunidad, en relación al derecho
esencial de la personalidad que, “previo al análisis de las normas controvertidas, cabe
señalar que los autores establecen que el nombre de una persona es un atributo de la
personalidad, por el solo hecho de existir, que le permite diferenciarse de cualquiera otra y
además, un derecho substancial de toda persona y que incluso se encuentra protegido por
una norma penal, como es el artículo 214 del Código Punitivo que sanciona al que usurpare
el nombre de otro”.
Los principios antes señalados fueron recogidos expresamente por nuestro legislador
en la reforma legal antes señalada principalmente en el Libro I, Título VIII del Código
Civil. En efecto, el artículo 186 señala que “La filiación no matrimonial queda determinada
legalmente por el reconocimiento de uno de los progenitores, o de ambos, o por sentencia
firme en juicio de filiación”. El artículo 195 del Código Civil señala que “La ley posibilita
la investigación de la paternidad o maternidad, en la forma y con los medios previstos en los
artículos que siguen. El derecho de reclamar la filiación es imprescriptible e
irrenunciable”. Por último, el artículo 205 complementa las normas anteriores al disponer
que “La acción de reclamación de la filiación no matrimonial corresponde sólo al hijo
contra alguno de sus progenitores, o a cualquiera de éstos cuando el hijo tenga determinada
una filiación diferente”, señalando a continuación el inciso segundo “Podrá asimismo,
reclamar la filiación el representante legal del hijo incapaz, en interés de éste”.
Los métodos que ha creado nuestro legislador están basados en el principio de la libre
investigación de la paternidad, relacionados también a la verdad biológica, estableciéndose
los mismos en los artículos 198 y 199 del Código Civil que principalmente señalan que “En
los juicios sobre determinación de la filiación, la maternidad y la paternidad podrán
establecerse mediante toda clase de pruebas, decretadas de oficio o a petición de parte”
(198); “El juez podrá dar a estas pruebas periciales, por sí solas, valor suficiente para
establecer la paternidad o la maternidad, o para excluirla” (…) “la negativa injustificada
de una de las partes a practicarse el examen hará presumir legalmente la paternidad o la
maternidad, o la ausencia de ella, según corresponda” (199).
Todos estos derechos básicos y esenciales son tratados también en nuestra norma
suprema, a saber, artículo 5º de la Constitución Política de la República, al considerar la
personalidad como un derecho esencial que emana de la naturaleza humana, siendo por tanto
“deber de los órganos del estado respetar y promover tales derechos, garantizados por esta
constitución, así como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se
encuentren vigentes”, estos últimos tales como la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, Adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su
resolución 217 A (III), de 10 de diciembre de 1948 señala, en su artículo 6º que “Todo ser
humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica” o
la “Convención Americana de Derechos Humanos” (Pacto de San José), ratificada por
Chile el 29 de abril de 1989, que sostiene en su artículo 3º que “Toda persona tiene derecho
al reconocimiento de su personalidad jurídica”.
SEGUNDO OTROSÍ: Solicito a SS. tener por acompañada copia del siguiente
documento, teniendo presente que los medios de prueba serán propuestos e incorporados en
la oportunidad procesal correspondiente:
QUINTO OTROSÍ: Sírvase S.S. tener presente que confiero patrocinio y poder a
los abogados de la Corporación de Asistencia Judicial de Melipilla: don FREDDY LEONEL
LATORRE MEZA, cédula nacional de identidad N° 15.405.979-2, y HERNÁN
ALEJANDRO SAGREDO LISPERGUER cédula de identidad N° 17.425.984-4, Hago
presente que le confiero las más amplias facultades de ambos incisos del artículo 7 del código
de procedimiento civil, quienes podrán actuar conjunta, separada e indistintamente con el
suscrito, en la tramitación de la presente causa. Quienes a su vez delegan poder al postulante
de la Corporación de Asistencia Judicial de Melipilla, don CÉSAR IGNACIO
ALVARADO ARAYA, cédula de identidad 19.830.074-8, todos domiciliados para estos
efectos en calle Valdés N° 554, comuna de Melipilla, Región Metropolitana.