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Kevin Carter

Carter nació en Sudáfrica en 1960, y a los 23 años empezó a trabajar como fotógrafo deportivo en
un periódico local. En 1961, al estallar las revueltas raciales de 1984, fichó por otro periódico y
comenzó a documentar los desmanes y asesinatos del apartheid.

Fue miembro del Bang Bang Club, quienes lograron documentar, arriesgando sus vidas, la violenta
ola de disturbios en Sudáfrica, algo que hasta ese momento solo habían conseguido reflejar unos
pocos fotógrafos negros

En el año 1993 viajó al sur de Sudán con el propósito de fotografiar y denunciar la hambruna y la
guerra que sufría el país. Allí tomó la fotografía por la que se hizo famoso y por la que ganó
elpremio Pulitzer. En la fotografía aparece un niño sudanés moribundo, acechado por un buitre.
La opinión pública entendió la foto como una alegoría de lo que sucedía en Sudán: El niño
desnutrido era el problema del hambre y la pobreza, el buitre era el capitalismo y Carter era la
indiferencia del resto de la sociedad.

A Carter lo criticaron por no ayudar al niño y el mundo le dio por muerto a pesar de que el propio
Carter no le vio morir, sólo disparó la foto y se fue.

En la recogida del premio, Kevin Carter dijo: «Es la foto más importante de mi carrera, pero no estoy
orgulloso de ella, no quiero ni verla, la odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado al niño»,
meses después, con 33 años, se suicidó al no soportar el acoso y la presión pública que percibía.

14 años más tarde, en el año 2007, un equipo de periodistas viajó al lugar y logró constatar que el
pequeño sobrevivió a la hambruna pero que murió en 2002 por las "fiebres".
Una fotografía que lo llevó a la fama y a la muerte: ¿recuerdas al niño desnutrido
y el buitre acechando?

KEVIN CARTER VÍA TIME

Al mismo tiempo en que yo nacía, del otro lado del mundo miles de niños se estaban muriendo de hambre.
Kevin Carter tenía una misión: fotografiar todo lo que sucedía en África del Sur en la crisis de hambruna más
grave de su historia.

En 1993 viajó a Sudán. Estuvo un día entero fotografiando el pueblo Ayod. Cuando terminó se fue hacia el
bosque. De pronto escuchó gemidos. Un niño escuálido estaba tirado en el piso. Pero, según explicó, no podía
hacer nada. Le habían advertido y prohibido que no tocara a las víctimas de la enfermedad. Un buitre se paró
cerca de él con una mirada hambrienta. Carter no podía hacer nada: decidió quedarse allí hasta que el buitre se
fuera. «Encendí un cigarro, hablé con Dios y lloré».

El New York Times publicó la foto y lanzó a la fama a Kevin Carter, tanto que ganó el premio Pulitzer. Pero la
fotografía generó un debate que cambió la vida del fotógrafo: cuál era el límite de su trabajo.

Fue su fotografía más exitosa pero lo llevó a una depresión de la que nunca pudo salir. Un año después se
suicidó. En una carta explicó el porqué: «Esa foto es la más exitosa de mi carrera. Pero no la puedo colgar en mi
pared. La odio. Estoy atormentado por los recuerdos vividos, por las matanzas, los cadáveres, la ira y el
dolor».
¿Qué pasó con ese niño? Según se pudo saber, sobrevivió al buitre y a la desnutrición. No obstante, a sus 14
años falleció por fiebre palúdica, una enfermedad producida por la picadura de un mosquito de terrenos
pantanosos.

Te interesará: ¿Recuerdas a Omran Daqneesh? Denuncian que él y su familia están bajo arresto
domiciliario

¿Por qué volvemos a esta foto?


En un mundo cada vez más marcado por enfrentamientos, los fotógrafos juegan un papel fundamental.

REPUBBLIC
A VÍA HUFFINGTONPOST

En abril de 2017 un fotógrafo se volvió viral al llorar por un niño muerto en Siria. Cientos de autobuses se iban
de Alepo para salvar la vida de miles de ciudadanos. Sin embargo, un coche bomba explotó cerca de ellos e hizo
que 126 personas murieran. Entre los fallecidos había 80 niños. Abd Alkader Habak fue enviado a cubrir la
salida de todos los ciudadanos, pero se encontró con otra realidad: una imagen llena de muerte, fuego y niños.
Decidió olvidar su rol como fotógrafo y ayudar a los más pequeños. Pero, uno de esos niños no sobrevivió,
murió en sus brazos. Y Habak se desplomó y lloró: todos sus intentos habían sido en vano.

Este fue un caso de una persona que decidió hacer a un lado su trabajo. Pero, ¿cuál es el límite? En el caso de
Carter si él ayudaba al niño de otra manera, podía morir. En el caso de Habak, el incendio y los escombros
también podían afectarlo.
ALEPPO MEDIA CENTER

Por citar otro ejemplo: el caso de Omran Daqneesh, el niño sirio que fue fotografiado cubierto de polvo y
sangre. Una bomba destruyó su barrio y su hogar y fue rescatado. Mientras esperaba a ser atendido, un
fotógrafo capturó la imagen que se convirtió en el símbolo del terror de la guerra siria.

Los fotógrafos no deben olvidar su rol como ciudadanos ni tampoco la ética que conlleva su profesión. No
obstante, a veces es imposible actuar. En esos casos, la fotografía quizá no permita salvar esa vida, pero sí otras
vidas. Con una imagen, millones de personas pueden comprender lo que sucede en otra parte del mundo y
actuar para cambiar la situación.

¿Qué harías tú si fueras alguno de estos fotógrafo?

La verdadera historia detrás de la fotografía de Kevin Carter

¿Alguna vez os habéis preguntado qué se esconde tras las obras más importante de la historia de la
pintura o la fotografía?

¿Cual sería la razón del grito de Munch? ¿Qué esconde la sonrisa de la mona lisa? ¿Llegaron a
casarse el marinero y la enfermera de la fotografía de ‘El beso de Times Squeres’ de Robert
Doisneau?
Desafortunadamente no siempre descubrimos la verdad detrás de la ficción y como en todo,
debemos hacer nuestras propias interpretaciones. A veces muy equivocadas.

Descubre la trágica historia que se esconde detrás de ‘El buitre’ la controvertida imagen de Kevin
Carter, quién se suicidó tres meses después de ganar el premio Pulitzer en 1994, según dicen, por el
revuelo que provocó su trabajo, aunque la realidad es que no fue por la fotografía.

La fotografía de la discordia.

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El ‘buitre’ es sin duda la fotografía más icónica y representativa del hambre en África, y la culpable
de remover las conciencias occidentales ante esta gran tragedia.

Corría el año 1993 y un joven periodista de 32 años llamado Kevin Carter se encontraba en
Sudáfrica cubriendo el terror de la guerra tras la llegada al poder de los radicales.

La guerra, nunca cabalga sola y junto a ella van la enfermedad, el hambre y la muerte; pero Carter
no era un fotógrafo que se amilanara ante la crueldad del ser humano.
Arriesgando la vida y la salud, Carter hizo lo mejor que sabia hacer, informar con sus fotografías y
mostrar el horror en el que miles de personas vivían.

En la última parada de su viaje llegó hasta un centro de ayuda humanitaria de la Onu, en aquel
lugar realizó sus ultimas fotografías que mostraban la llegada de la tan ansiada ayuda internacional.

A 10 minutos de coger su helicóptero para regresar a casa, una extraña estampa se cruzó en su
camino, un niño exhausto dormitaba en el suelo mientras un buitre lo acechaba.

Como buen fotógrafo se sentó a esperar, y cuando la escena fue propicia disparó su cámara y tomó
la tan famosa instantánea.

La trágica historia.

La imagen era tremendamente poderosa y cuando el periódico New York Times la publicó, el
nombre de Carter entró en los libros de historia.

Nadie podia permanecer impasible ante tal sufrimiento, ante un niño desnutrido y ante tanta
miseria. La causa indigno a la opinión pública y por fin la movilizó. Lamentablemente la fotografía
se volvió contra Cárter.

La gente no podía comprender como se sentó a esperar, y la sociedad lo juzgó duramente. Acusado
de ser “el verdadero buitre de la fotografía” y de haberse aprovechado de aquel niño al que no
ayudó.

¿Qué habría sido del niño? ¿Hubiera Carter hecho más por él de haberlo recogido? ¿Y por África?

Tras ganar el Pulitzer en 1994, abandonó lo que más le gustaba hace, dejando su empleo de
fotoreportero y comenzando a trabajar como fotógrafo de naturaleza, sin embargo la presión de la
crítica continuaba creciendo y entonces sufrió otro gran golpe. Su mejor amigo y compañero Ken
Oosterbroek murió mientras cubría un tiroteo en Tokoza, Johannesburgo.

Deprimido por la noticia, desilusionado por su trabajo y agotado de la crítica y el horror de lo que
había visto, Carter se suicidó a los 33 años. Su nota de suicidio decía así:
“Estoy deprimido […] sin teléfono […] dinero para el alquiler […] dinero para la manutención de mis
hijos […] dinero para las deudas […] ¡¡¡dinero!!! […] Estoy atormentado por los recuerdos vívidos de
los asesinatos y los cadáveres y la ira y el dolor […] del morir del hambre o los niños heridos, de los
locos del gatillo fácil, a menudo de la policía, de los asesinos verdugos […] He ido a unirme con Ken, si
tengo suerte.”

Realidad contra ficción: el buitre solo estaba merodeando la zona y el niño no


estaba moribundo, defecaba, es más, sobrevivió hasta los 18 años.

Lo cierto es que Carter era una persona con problemas personales, una familia complicada, una
personalidad algo desordenada y depresiva, y un estilo de vida caótica llena de experiencias
trágicas.

Si la presión y la crítica fueron determinantes para su final, no se sabe a ciencia cierta, pero lo
cierto es que estaban ahí. Decide tú mismo.

Nadie vio morir a aquel niño pequeño tirado sobre la sabana africana, ni a la criatura devorarlo,
pero la opinión se cebó contra él. Las circunstancias de su muerte llevaron a muchos a investigar la
historia y consiguieron descubrir la verdad.

El buitre se encontraba a 20 metros del poblado, pero esperó a que entrara en el plano, y la
niña (que resulto ser un niño) sólo estaba defecando, debido a las diarreas.
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El niño se llamaba Kong Nyong y no murió. Como bien dijimos al principio, Carter había llegado a
la zona de ayuda humanitaria y si miramos la famosa fotografía

podemos observar que el niño tiene en su mano derecha una pulsera de plástico de la estación
de comida de la Organización para las Naciones Unidas (ONU). En ella figuraba el código T3,
la T que lo identifica como enfermo de malnutrición severa y el 3 que indica que fue el tercero
en recibir la ayuda humanitaria en el campamento.
18 años después, un equipo de periodistas viajó al lugar y logró constatar que el pequeño
sobrevivió a la hambruna

pero que murió en 2007 a consecuencia de unas fiebres.

A pesar de ello ya era tarde para el niño y para Carter, quien acusado de ser un desalmado fue
determinante para salvar y cambiar la situación de África en la década de los 90, por lo que se
merecía el Pulitzer, pero no toda esta crítica.

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