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13 DE FEBRERO DE 2024

Una foto, una época

26 abril, 2017 por Redacción La tinta

Desde 1979, Eduardo Longoni trabaja


como fotógrafo documentalista. Sus
imágenes de los años de la dictadura
y los difíciles comienzos de la
democracia fueron expuestas en más
de cincuenta países y ya son parte de
la memoria de los argentinos cuando
hablan de esos hechos. Como forma
de completar ese trabajo, decidió
contar el contexto y la forma en que
tomó sus fotografías más
emblemáticas. Lo hizo en un libro
“Imágenes Apuntadas”, editado por
Planeta, y del que se presenta un
adelanto.
Por Eduardo Longoni para Revista Anfibia
Siempre me gustaron los libros de fotos: abrir alguno y
quedarme, quizás por media hora, con la vista clavada en
una misma imagen. Si se trata de un gran maestro de la
fotografía, de Cartier Bresson por ejemplo, además del
disfrute de apreciar su mirada trato de descubrir los secretos
de la composición, la manera como construyó la imagen.

Con los años fui armando una pequeña biblioteca de libros


fotográficos. Ellos y los consejos de mis colegas fueron mi
escuela. De alguna manera, “estudio” abriendo los libros y
pasando lentamente sus páginas. El cine y la literatura
hicieron el resto. Y así fui formando mi mirada.

De los fotógrafos que me interesan leí mucho: reportajes,


entrevistas, críticas. Pero varias veces sentí que me hubiera
gustado, además, conocer sus vivencias en primera persona.
Saber más de las circunstancias en las que apretaban el
disparador; empaparme de las sensaciones más genuinas,
esas que se desprenden de haber estado en el lugar (y en el
momento) de los sucesos.

Así nació este libro. Quise contar las


historias escondidas detrás de las
imágenes. Desde mi primera cobertura
periodística, un atentado de Montoneros
durante la última dictadura, pasando por las
fotografías de las Madres de Plaza de Mayo
o el juicio a las juntas militares, única vez
que empañé el visor de mi cámara con
lágrimas.
Hay relatos de los alzamientos carapintadas, la mano de
Dios de Maradona en el mundial de México, el ataque
guerrillero al cuartel de La Tablada y los recuerdos que
tengo de haber fotografiado a Sabato, Benedetti, Charly
García y Mercedes Sosa.

O al papa Francisco en su versión “de entrecasa”, cuando no


era la figura máxima de la Iglesia. También comparto mi
experiencia con los monjes Cartujos, la celebración en
homenaje al Gauchito Gil y el día en que Estela de Carlotto
recuperó el nieto 114: su nieto.

Esta es la historia de un aprendizaje. Casi toda mi vida. Los


relatos de un fotógrafo.

Mercedes y Charly
Cubrir una nota con Mercedes Sosa y Charly García. Un
privilegio que podía hacer valer en el diario, gracias a mi
doble función como fotógrafo y editor. Fue una noche de
diciembre en la casa de ella, departamento amplio sobre
Carlos Pellegrini, con una vista extraordinariamente porteña
hacia la avenida 9 de Julio.
Su voz y su figura, como una morocha luna tucumana,
transmitían paz. También una enorme autoridad moral.

Charly llegó acompañado de Fito Páez. Se sentó junto a ella


y empezaron a hablar, un poco entre ellos, para ellos, y
también para el selecto público de asistentes, managers y
amigos que miraban la escena protagonizada por los dos
músicos más convocantes de la Argentina.

El ambiente estaba cargado de jazmines y whisky del bueno,


perfumes que en poco tiempo perdieron la batalla contra los
cigarrillos que Charly fumaba, uno tras otro.

Eran tiempos del menemismo: la charla giró en torno a los


shoppings que se construían en serie, al supuesto primer
mundo al que estábamos por entrar mientras faltaban gasas
y curitas en los hospitales del conurbano.

Yo estaba ahí, un poco incómodo entre el sillón y una mesita


ratona llena de copas y ceniceros a tope, tratando de pasar
desapercibido.

Pero la luz era tan baja que estaba obligado a usar


flash. No me gusta usar luz artificial en mis fotos. En
una de sus geniales frases, el legendario fotógrafo
francés Henri Cartier Bresson sentenció que no
usaba flash “por respeto a la luz”. Esta vez
necesitaba contrariar a mi máximo referente en la
fotografía documental… no había cómo sacar una
foto sin el relámpago portátil que vuelve imposible
disimular la cámara.
Decidí que la única manera era sentarme frente a ellos,
cerca, en el suelo. Dejarlos hablar, mimetizarme con el
paisaje del público variopinto dando vueltas por el living. Y
disparar muy pocas veces, siempre con el flash apuntando al
techo, que era blanco, de modo de difuminar un poco su luz
dura.

Fue una noche divertida, con recuerdos, canciones a medias


y a capella, un placer único. Pero también fue una noche
melancólica: Mercedes estaba especialmente nostálgica por
sus años de exilio.

Tomé pocas fotos. Cuando Mercedes se apoyó en el brazo


de Charly supe que la nota estaba resuelta. Fue un
instante, cuando la geometría, los gestos y el encuadre
hacen nacer una foto que, uno cree, transmitirá ternura y,
de algún modo, traducirá el sentido del encuentro.

Cuando logro capturar ese momento mágico me relajo un


poco. Me quedo acechando con la cámara en el ojo por si
algún otro supera al anterior. Pero ya casi no disparo. No
tiene sentido.

*Por Eduardo Longoni para Revista Anfibia / Fotos: Eduardo


Longoni

Palabras claves: Eduardo Longoni, Fotografía

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Nilo Silvestrone y la mirada que resiste


7 junio, 2023 por Soledad Sgarella

En esta nota, el fotógrafo cordobés


Alejandro Montini nos cuenta el
proceso de investigación y
recuperación de la obra -y del lugar en
el mundo de la fotografía- de quien fue
el “principal reportero gráfico” del
Cordobazo: Nilo Silvestrone. Desde la
semana pasada, se puede visitar la
muestra que reúne más de 30
fotografías inéditas en la Galería del
Sindicato de Comercio de Córdoba
(AGEC) y, esta tarde, en la IV Bienal de
Periodismo y Comunicación de la
UNC, la doctora en Ciencias Sociales,
profesora y comunicadora, Cora
Gamarnik, presentará el proceso
documental en la charla “¿Cómo se
viralizó el Cordobazo antes de
internet? El impacto del
fotorreportaje de Nilo Silvestrone en
la prensa Argentina y el mundo”.
Por Soledad Sgarella para La tinta

Un hito histórico. Un fotógrafo en el momento preciso.


Décadas después, otro fotógrafo y sus ganas de investigar,
de documentar, de rescatar. El fotoperiodismo es una piedra
fundamental de la historia y la construcción de otros relatos
del presente, imprescindible e irremplazable en la lucha
social: las imágenes que retratan los grandes momentos
colectivos, el ojo de la cámara que llega donde el resto no y
oficia de testimonio de todo aquello que pretende ser
invisibilizado, decíamos hace unos años desde La tinta.

“Dentro de las cosas que había perdido en la época de la


dictadura, estaba la figura de Nilo Silvestrone”. Así comienza
su relato, en diálogo con nuestro medio, el fotógrafo
cordobés Alejandro Montini, quien, desde el 2014, trabaja
en la investigación y recuperación de la obra de Silvestrone,
principal reportero gráfico del Cordobazo, según sus
palabras.
Imagen: Nilo Silvestrone

Montini dice que Nilo fue el mentor para que se iniciara en la


fotografía y recuerda el momento en que se cruzó con esa
icónica imagen, “que se exhibía en un escaparate de un
negocio en la calle 9 de julio de la ciudad de Córdoba, en
1974. Cuando regresé de Ushuaia en 1994, después de vivir
10 años en Tierra del Fuego, entre tantas preguntas, siempre
estuvo Nilo: ¿qué había sido de aquel magnífico fotógrafo?
¿Dónde estaría y qué había sucedido con sus trabajos? El
hombre era bueno en lo que hacía para despertar la
curiosidad de varios jóvenes de mi generación, el tipo
debía poseer algo de magia”, cuenta Alejandro.

En enero de 2014, y después de escanear unas fotografías


de la revuelta popular de otro colega, Montini se decidió: “Es
ahora o nunca”, y se puso en campaña de investigación.
Como explica, en la web no había absolutamente nada:
“Simplemente, algunas fotos ya conocidas y la de quien
fuera el Secretario General de Luz y Fuerza: Agustín Tosco.
Imágenes que se repitieron y se repiten hasta hoy en día a
lo largo en medios de prensa, libros, revistas, folletos,
panfletos, hasta en un vinilo de jazz. En la mayoría de los
casos, no hacían mención a su autoría y hasta se la
otorgaban a otro fotógrafo. Anselmo Pérez (gran amigo de
Nilo) y su hija Susana sabían poco de la historia familiar, que
Nilo había fallecido a finales de la década del 80, que se
había casado dos veces y, con su segunda esposa, se habían
radicado en El Bolsón. Ellos no podían hablar mucho sobre
el tema, sus recuerdos llegaban hasta las lágrimas”.
Imagen: Nilo Silvestrone

Indagando en las viejas guías telefónicas de la Patagonia,


Montini logró contactarse con una de las hijas del segundo
matrimonio: Natalia. Un año después del contacto,
retomaron el diálogo: “No es fácil inmiscuirse en la historia
de una familia, despertar sentimientos que quizás estaban
dormidos. Los hijos de Nilo estaban viviendo en distintos
países: EE. UU., Inglaterra, Alemania; a pesar de eso, la
comunicación entre ellos era asidua y de buena relación,
pero entendí que no iba a ser fácil allanar el camino… ¿Quién
era yo para ellos? ¿Qué buscaba? ¿Un extraño con la
intención de reivindicar el trabajo de su padre? ¿Con poca
experiencia en la investigación, con falta de medios técnicos
y económicos? De alguna manera, entendí, más allá de las
dificultades, que debía intentarlo. Los amigos de Nilo que
aún estaban presentes son personas de la tercera edad y
tenía que registrar sus anécdotas… si no, todo desaparecería
y parte de la vida es rescatar la historia”.
Imagen: Nilo Silvestrone

La suma de las partes logra el todo, asegura Montini cuando


cuenta que, después de un par de años de idas y venidas, se
sumaron a “esta quimera” dos de sus grandes amigos:
Carlos “Gato” Ludueña -colega que también conoció a Nilo
fugazmente- y Mauro Beccaría -de la Escuela Ciencias de la
Información de la UNC-. “Comenzamos a registrar con
grabaciones de audio a algunos de los amigos de Nilo, que
nos contaran su experiencia, cómo había sido él. Mientras
tanto, la familia decidió colaborar escaneando los negativos
que poseían, repartidos entre EE. UU. y Europa. La historia
iba avanzando lentamente. En 2021, ganamos una beca del
Fondo Nacional de las Artes (FNA) para la realización de un
cartel séxtuple de la vía pública, que se instaló en Duarte
Quirós y La Cañada, en la ciudad de Córdoba. A pesar de
tener una muy buena repercusión, hay que decir que
aparecieron algunas resistencias de parte de otros colegas
fotógrafos que habían participado del Cordobazo, no sé cuál
fue el motivo… Tal vez por traerlo de vuelta o quizás no
interpretaron el texto del cartel: ‘Nilo Silvestrone, el fotógrafo
del Cordobazo’. Lo que queríamos plantear en esa frase y
esa imagen es que su trabajo fue sobresaliente en esa
gesta: de 40 imágenes en el suplemento especial de Siete
Días, 27 imágenes son de Silvestrone. Un trabajo que se
publicó en la revista Paris Match de Francia y, hoy en día, es
utilizado como material de análisis en ARGRA (Asociación
de Reporteros Gráficos de Argentina) en Buenos Aires. No
hay ningún otro reportero gráfico que lograra semejante
repercusión en ese acontecimiento y uno lo dice con
fundamentos, ya que contamos con más de 200 imágenes
que registró Nilo Silvestrone entre el 29 y 30 de mayo de
1969, donde el 60% del material es inédito, jamás vio la
luz. Apenas 15 personas han visto todo el material. Pero
entiendo que, en esta sociedad, a veces nos ocupa más
dividir las aguas, concretar grietas, que aunar deseos”,
expresa Alejandro.
Imagen: Nilo Silvestrone

Imagen: Nilo Silvestrone

La semana pasada, el equipo de trabajo presentó una


primera exposición, titulada “La mirada que resiste”, en la
Galería del Sindicato de Comercio de Córdoba (AGEC).
Montini explica que fue gracias a varios factores: con ayuda
del sindicato y una segunda beca que ganó en el FNA. “Se
sumó Susana Pérez, fotógrafa profesional y curadora junto a
María Belén Wonda. También recibimos la buena noticia de
que la Universidad Nacional de Córdoba se interesó por el
proyecto, colaborando con medios técnicos y profesionales
para continuar avanzando, Guillermo Iparraguirre desde la
casa universitaria y Evelyn Orga desde la producción. La
grata sorpresa fue que la nieta de Nilo, desde Dublin, Flavia
Pordominsky -realizadora cinematográfica-, se acopló al
proyecto para un posible documental con coproducción
entre las dos ciudades. Son puertas que se fueron abriendo
de gente que tiene en común rescatar del olvido a un
fotógrafo profesional que no merece quedar en el olvido.
Simplemente eso: memoria”, finalizó el fotógrafo cordobés.
Imagen: Nilo Silvestrone

Sobre Nilo, según Montini

“Nilo Silvestroni nació en Bahía Blanca en 1933. A los pocos


meses, sus padres deciden radicarse en la ciudad de
Córdoba. Durante su adolescencia, se interesa por la
fotografía y logra inscribirse en la Escuela de Aeronáutica, ya
que era el único lugar que enseñaba profesionalmente la
carrera de Fotografía. Con el tiempo, se conocen con
Anselmo Pérez, otro pilar fundamental de la fotografía
cordobesa; los dos jóvenes, unidos por esa pasión, traban
una hermosa amistad que los lleva a adquirir las pocas
publicaciones sobre fotografía que llegaban del exterior,
tomándose el trabajo de traducirlas con un diccionario
bilingüe.


Años más tarde, la empresa automotriz IKA lo contrata como
encargado del laboratorio fotográfico, departamento que
tendría a su cargo el registro de todas las actividades de la
planta industrial, publicidad, más la publicación de una
revista interna y de la Bienal de Arte de la ciudad de
Córdoba, donde IKA patrocinaba dicho evento A su cargo,
estaban tres fotógrafos de la ciudad de Córdoba: Anselmo
Pérez, Roberto Peralta y Carlos Legnassi. A mediados de la
década del 60, se desvincula de la compañía y comienza a
trabajar como reportero gráfico freelance para la Editorial
Abril de Buenos Aires. Cambia la última letra de su apellido y
firma sus obras como Nilo Silvestrone.
Imagen: Nilo Silvestrone

El 29 de mayo de 1969, en la ciudad de Córdoba, se produce


la mayor protesta obrera de post guerra: El Cordobazo. Nilo
Silvestrone logra registrar más de 200 fotografías durante
los acontecimientos, de las cuales, 20 imágenes se publican
en una edición especial del semanario Siete Días Ilustrado.
Hoy en día, ese compendio es considerado como uno de los
más importantes trabajos dentro del periodismo gráfico
argentino. Imágenes que trascendieron las fronteras, al
publicarse en la revista francesa: Paris Match. En ese
acontecimiento, Nilo logra una de las fotografías más
importantes en su carrera: la del obrero que arroja una
piedra defendiéndose de los disparos de dos policías, en las
intersecciones del Bv. San Juan y Marcelo T. de Alvear. Esa
imagen es de tal potencia visual que logra resumir el
Cordobazo. Años más tarde, suma otra célebre imagen, la
del Secretario General de Luz y Fuerza en ese momento:
Agustín Tosco. Las dos fotografías son utilizadas hasta el día
de la fecha para hacer referencia a la lucha obrera, en tapas
de libros, folletos, hasta en carátulas de obras musicales. En
la mayoría de las ocasiones, lamentablemente, no se hace
mención a su autoría.
Imagen: Nilo Silvestrone

En 1972, es convocado especialmente por la editorial Abril


de Buenos Aires para cubrir la llegada de Juan Domingo
Perón a Ezeiza y, en 1974, el sepelio de Perón. Ambos
trabajos no se encuentran en poder de la familia, pero
tenemos registrado el lugar donde están depositados. Se
sigue investigando. Recordamos que, en aquel entonces, los
reporteros gráficos exponían la película y las enviaban sin
revelar a las agencias de noticias o a las editoriales de los
medios de prensa. Y casi nunca recuperaban el material.


En 1976, decide radicarse en El Bolsón, provincia de Río
Negro, lugar que lo ataba a otra de sus pasiones: el
montañismo. En esa zona, años atrás, había sufrido un grave
accidente en el descenso del Cerro Tres Picos. En ese
penoso suceso, dos de sus amigos perdieron la vida, uno de
ellos aún se encuentra desaparecido.


Su último gran trabajo fue un encargo del presidente Dr.
Raúl Alfonsín: realizar un relevamiento fotográfico y fílmico
sobre la ciudad de Viedma, como posible traslado de la
capital federal. El material se revela y se imprime en el
laboratorio de Pedro Luis Raota, uno de los referentes de la
fotografía argentina en esos momentos. Todo el material
impreso se ha extraviado. Logramos encontrar las
diapositivas en un archivo de la provincia de Río Negro, el
cual está en trabajo de recuperación.


Nilo Silvestrone fallece en la localidad de El Bolsón en
noviembre de 1988, a la edad de 55 años, a causa de un
infarto. Sin lugar a dudas, fue un gran fotógrafo sin el
reconocimiento merecido, quizás, por los avatares
políticos que nos tocaron vivir”.

► Galería del Sindicato de Comercio de Córdoba (AGEC).


Hasta el viernes 28 de julio, en Deán Funes 266, de lunes a
viernes, de 9 a 20. Entrada libre y gratuita.

*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada:


Nilo Silvestrone (agradecimiento especial a su familia).

Palabras claves: Cora Gamarnik, Cordobazo,


fotoperiodismo

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