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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN FACULTAD DE


PSICOLOGIA

Especialización en Psicología
clínica de niños y adolescentes con
orientación psicoanalítica

Garcete Walkiria Soledad


MARZO 2023
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Diagnósticos en disputa: hacia el rescate subjetivo de las infancias etiquetadas.

La siguiente propuesta se plantea abordar los efectos de los diagnósticos en las


infancias actuales, por lo que se trabajará desde una viñeta clínica articulando la
practica con aportes teóricos en relación a los efectos de los diagnósticos que operan
como etiquetas que obstaculizan el despliegue subjetivo.
En este sentido es de aclarar que la utilización de nomenclaciones diagnósticas
deberían implementarse en su vertiente de herramientas y guías terapéutica que
posibilitan la accesibilidad a derechos en relación a los apoyos que un sujeto necesita
para desarrollar sus experiencias y transitar su vida.

Actualmente parecería que estamos asistiendo a un incremento en la utilización de


diagnósticos tempranos que suelen estar destinados a nombrar a sujetos desde un
paradigma capacitista que tiene como efecto el cristalizar manifestaciones nombradas
como dis-capacitantes, en etiquetas.
En este sentido, Liliana Pantano, en su artículo “ Persona con discapacidad :
hablemos sin eufemismo” refiere las variadas formas desde donde se nombra a las
personas con discapacidad, y como los estereotipos y prejuicios operan social y
culturalmente en los discursos capacitistas, discursos que tratan de “suavizar” con
eufemismos la utilización de la palabra discapacidad,
…lo que aquí se intentó fue reflexionar más que sobre los términos en
sí mismos, sobre las orientaciones a que dan lugar en el trato hacia una
persona con discapacidad y las acciones consecuentes. Es cada vez
más importante entender la discapacidad como una diferencia y no
como una desigualdad. Reconocer la realidad, llamarla por su nombre y
terminar con los eufemismos y las expresiones “suavizantes”, puede
contribuir a ello de una manera sencilla, concreta y eficiente. (Pantano,
L. pp 6)
es así que podría pensarse que son esos mismo discursos capacitista que suelen
operar en la utilización de los diagnósticos como etiquetas borrando lo propio del
nombre propio de un sujeto. Continuando en esta misma dirección Patricia Brogna
refiere que
La posición de discapacidad es estructural, su origen esta en
nuestra estructura social, en nuestras representaciones, en
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nuestros valores, en nuestra idiosincrasia, en nuestras normas,


en nuestra cultura, en nuestros esquemas cognitivos. En términos
de Bourdieu: en nuestro habitus, que es el principio no elegido de
toda elección, las estructuras sociales internas que nos disponen
a pensar como pensamos. La posición de discapacidad esta
sostenida por el modo en que se diseñan y funcionan nuestras
estructuras sociales. Es a través de esas estructuras sociales
desde donde se asigna y se legitima esa posición. (…) La
posición de discapacidad se construye cada vez que se le niega
(a un sujeto) el reconocimiento de su condición de “ser persona”.
(Brogna, P., pp90-91)

Hacerse sujeto, de la hoja al libro: narrando lo propio de la infancia.


A partir de la siguiente viñeta clínica se intentará una articulación teórica con los
anteriormente expuesto. Partiendo de la necesidad de repensar una clínica de la
diversidad funcional desde el poder alojar lo propio de cada sujeto con un diagnóstico
que guie las intervenciones pero que a su vez posibilite movimientos subjetivantes.
Alan es un niño de 6 años con un diagnóstico de Retardo del desarrollo. Anomalía
cromosómica. No especifica. Llega al espacio terapéutico por motivación de la madre,
que al pasar por el consultorio le “llamó la atención los pisos de colores de la vereda”.
En la primera entrevista la madre relata que durante los primeros años del niño se
sentía muy sola, su pareja en ese momento no la acompañaba y no pasaban por un
buen momento, tras consultar a varios pediatras porque ella observaba que su niño
aun no se sentaba y presentaba dificultades al momento de succionar la teta, en
varias ocasiones enfermeras y pediatras le transmitían que el niño no tomaba el
pecho, porque “ella no lo amamantaba bien”. En una de las ultimas consultas una
pediatra le solicita estudios genéticos y es recién en ese momento en donde pueden
aproximarse a un diagnóstico. Luego de transitar por varios tratamientos la madre
decide consultar porque suponía “que su hijo necesitaba un lugar donde jugar” es así
que Alan llega al consultorio. Las primeras sesiones transcurrieron en el pasillo del
consultorio o en la sala de espera hasta que el niño logró ingresar al espacio
terapéutico, donde se propiciaron escenas del jugar que le posibilitaron al niño el
armado de su experiencia infantil, por momentos el niño recorría el espacio de forma
exploratoria, dando cuenta de interés por objetos que puedan adquirir diferentes
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formas, o ser manipulable, manifestaba un particular interés por los libros y papeles,
objetos que fueron utilizados para construir escenas que le posibilitaron nombrar sus
acciones, como ser “vení”, “papel”, “papa”, “papá” y en ese gesto de nombrarlos ir
adquiriendo representatividad psíquica. A su vez estas intervenciones posibilitaron
construir lo sensoriomotor e ir armando su imagen corporal en relación a otro, relación
en el que se ponen en juego aspectos transferenciales propios del dispositivo
clínico. En relación a esto, se trabajó con estrategias terapéuticas que tuvieron en
cuenta el momento subjetivo en el cual se encontraba el niño, de esta forma una de
las direcciones clínicas que guiaron las intervenciones fue el crear escenas donde
poner a jugar el cuerpo y armado de la imagen del cuerpo, a partir de la creación de
un “libro” donde poder armar y narrar su historia, es a partir de ese objeto “papel/hoja”
que aparecía en escena repetidamente, se buscó ligar, eso que aparecía sin sentido
y como un signo, a otro significante que produjera sentido y de esta forma lo particular
de sus manifestaciones se fue subjetivando en el espacio transferencial. Es así que
este objeto “libro” posibilito el armado de escenas que representan al mundo, las
cosas y los otros, facilitando la construcción de una historia en relación a hechos
significativos para el niño, que le permitieron y permiten ir trazando las coordenadas
de su propia experiencia infantil, más allá del diagnóstico, suponiendo que ahí donde
los discursos médicos hegemónicos nombran lo discapacitante se apuesta a la
emergencia y el rescate subjetivo de las infancias.
De la viñeta expuesta surgen varios interrogantes en relación al diagnóstico y sus
efectos, en un primer momento hay una madre que supone un sujeto de la infancia
más allá del diagnóstico, en su decir “que su hijo necesitaba un lugar donde jugar”,
surge la pregunta por ese sujeto que no juega o que juega con un papel -hoja pero
ligado a la imposibilidad de ese otro significativo de poder decodificar y significar ese
juego, cabe aquí introducir la pregunta por esas infancias que son ubicadas en una
posición de discapacidad y sus efectos. Siguiendo esta línea es necesario, a su vez,
ubicar la función del analista en el armado de experiencias subjetivantes, en este
sentido Maud Mannoni refiere que
La particularidad del análisis de los niños reside en el hecho de que son
los padres, más que el niño, quienes ponen a prueba a los analistas en
esta noción de guardianes de la ley, …la existencia del analista como
tercero es, desde ya, de una importancia capital para que el discurso de
la niña pueda llegar a tener sentido (Maud Mannoni , pp 73)
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En referencia a esto ultimo y a lo expuesto en la viñeta clínica, en el caso de Alan fue


necesario el armado de una escena lúdica desde donde poner a jugar lo propio del
nombre, a partir de la propuesta de la construcción de un libro, que se proponía narrar
lo que se perdió de esa primera infancia, una infancia atravesada por el diagnóstico
médico que en principio opero como nombre para eso que aparecía desde las
manifestaciones clínicas sin sentido para una madre que en busca de respuestas fue
velando la angustia ante lo real que devenía de las manifestaciones signadas por lo
patológico.
A modo de concluir, es necesario poder pensar y replantearnos la pregunta por las
infancias, e introducir interrogantes allí donde aparecen las etiquetas que nombran
desde los modelos médicos-hegemónicos lo propio de cada experiencia infantil, y en
este sentido retomo lo planteado por Patricia Brogna en referencia a la Convenciones
donde se acuerdan los modelos y paradigmas sobre la discapacidad,
La Convención es fruto de los cambios de representación sobre la
discapacidad que se han producido durante los últimos cuarenta años.
(…) Sin embargo las mayores amenazas que enfrentan son: a) no llegar
a modificar la posición de discapacidad que se le asigna a las personas,
b) quedarse atrapada en acciones y monitoreos de papel que impida su
cumplimiento efectivo y c) no reconocer la puja constante entre las
distintas visiones de la discapacidad y su impacto en lo cotidiano.
(Brogna, P. pp 93)
Por último, suponer un sujeto es un posicionamiento ético en pos de promover
practicas subjetivantes, desde un abordaje que garantice y promueva los derechos
de las infancias. La apuesta es por diagnósticos que se construyan en el lazo con
otros y que abracen lo propio del nombre propio.
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Bibliografía
 Pantano, Liliana. ‘Personas con discapacidad’: hablemos sin
eufemismos. Artículo publicado en: Revista La Fuente. Año X Nº 33-
Córdoba, Argentina, julio 2007
 Brogña, P. (2011) “Posición de discapacidad: Los aportes de la
Convención” en Del dicho al Hecho: Hacia la implementación de los
lineamientos organizativos y curriculares de la modalidad de educación
especial. Documento de Lectura. Ministerio de Educación de Tucumán.
 Mannoni, Maud. “El niño retardado y su madre”. Ed. Paidós. 2014

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