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CONTENIDO

INTRODUCCIÓN A LA CONSEJERÍA BÍBLICA


o ¿Qué es y qué no es la consejería bíblica? (3)
o Integrar el cristianismo y la sicología ¿es posible? (5)
o ¿Por qué la consejería bíblica es diferente? (8)

1. FUNDAMENTOS TEOLÓGICOS DE LA CONSEJERÍA BÍBLICA


o La consejería y la pecaminosidad humana (10)
o La unión con Cristo: Sus implicaciones para la consejería bíblica (12)
o Santificación progresiva (14)
o Cómo cambian y maduran los creyentes (19)
o El Espíritu Santo en la consejería bíblica (27)
o La disciplina espiritual y el consejero bíblico (29)

2. LA PRÁCTICA DE LA CONSEJERÍA BÍBLICA


o La dinámica y proceso de una sesión de consejería (33)
o Cómo discernir bíblicamente los problemas – recolección de información (35)
o Cómo interpretar la información (36)
o Dar esperanza (37)
o Dar tareas para la casa (40)
o Fallar en hacer las tareas (43)

3. EL CÓMO …
o Cómo manejar la ira (44)
o Cómo tratar la envidia, la preocupación, la ansiedad y la conmiseración de uno mismo (46)
o Ayudando a las personas deprimidas (47)
o Resolviendo las dificultades sexuales (50)
o Ayudando a los que tienen temor (54)
o Cómo aconsejar a los que temen haber cometido el pecado imperdonable (55)

4. APÉNDICES
o Conociendo la relación entre lo espiritual y lo físico (57)
o ¿Cómo pueden los pastores entender el temor, los medicamentos y las adicciones? (61)
o Lista de comprobación del consejero (65)
o Ficha de aconsejamiento semanal (66)
o Algunas cosas prohibidas en el aconsejar (67)
o Establecimiento de una mesa de diálogo (68)
o Hoja de resolución de problemas (69)
o La lista del consejero sobre «quitarse» y «ponerse» (69)
o Bibliografía (70)

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INTRODUCCIÓN A LA CONSEJERÍA BÍBLICA

Desde los tiempos apostólicos, la consejería se ha realizado en la Iglesia como una función natural de la vida
espiritual del cuerpo de Cristo. El mandato del N.T. a los creyentes es claro: leer Rom 15.14, Heb 3.13, 1 Ts
4.18, 1 Ts 5.11, Stg 5.16
Pablo escribió: «Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a
nosotros mismos» (Rom 15.1). Y: «Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois
espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas
tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo» (Gál 6.1-2).
Cualquier miembro de la iglesia puede usar estas instrucciones, pues no son exclusivas para alguna casta
sacerdotal de expertos. La consejería bíblica es un deber necesario en la vida y compañerismo cristianos, y es
también el resultado que se espera de la verdadera madurez espiritual. «La Palabra de Cristo more en
abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en
vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales» (Col 3.16).
La nueva ola de la psicología “cristiana”: Es un intento de reemplazar la consejería bíblica con técnicas y
sabiduría extraídas de las terapias seculares. Y aunque suenan vagamente bíblicos, citando las Escrituras,
mezclan ideas teológicas con las enseñanzas de Freud, Rogers, Jung o de cualquier escuela de psicología secular.
Peligros: Lleva a la Iglesia en una dirección no bíblica. Condiciona a los creyentes a pensar en la consejería
como algo que es mejor dejar en manos de expertos preparados. Ha abierto la puerta a teorías y terapias
extrabíblicas. Da la impresión de que la Palabra de Dios es incompleta, insuficiente e incapaz de ayudar a
personas con profundos problemas emocionales y espirituales. Ha llevado a millones de cristianos a buscar ayuda
espiritual lejos de sus pastores y hermanos creyentes (sicólogos, grupos de autoayuda, etc).
En síntesis: Este movimiento ha atacado la confianza de la Iglesia en las Escrituras, la oración, la comunión y
predicación como medios mediante los cuales el Espíritu de Dios obra en la transformación de vidas.
Pensemos en esto: Si las presuposiciones que hay detrás de este movimiento fueran correctas, esta generación de
cristianos sería la más santificada y la más emocionalmente sana que jamás haya vivido. Pero, claramente, este
no es el caso.
Nuestro llamado: Desde aquí, y unidos a otras voces, instamos a la Iglesia a que vuelva a las Escrituras como
fuente suficiente de ayuda para los problemas espirituales de la gente. Cada vez más pastores y líderes de la
iglesia están redescubriendo la importancia de la consejería bíblica. Comprendiendo lo que en realidad creyeron
siempre:

 Que la Escritura es superior a la sabiduría humana (1 Co 3.19);

 Que la Palabra de Dios discierne mejor el corazón humano que cualquier otro medio terrenal (He 4.12);

 Que el Espíritu de Dios es el único agente eficaz para la regeneración y santificación (Ef 5.18-19), y

 Que en Cristo Jesús se hallan todos los tesoros de sabiduría y conocimiento (Col 2.3).
Tales verdades son tan básicas para la fe cristiana que no nos debe asombrar que sean atacadas desde dentro de la
iglesia misma. Pero, por supuesto, esto es precisamente lo que ha ocurrido una vez tras otra en la historia de la
Iglesia. Ocurre incluso hoy mismo, cuando meten a la psicología dentro de la iglesia como una solución
necesaria, y aun superior, para los problemas espirituales.

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QUÉ ES Y QUÉ NO ES CONSEJERÍA BÍBLICA
A. Comencemos por lo que NO ES la consejería bíblica:
1. La consejería bíblica no es una actividad para “expertos”. “Que habite en ustedes la palabra de Cristo con
toda su riqueza: instrúyanse (enséñense) y aconséjense (amonéstense, exhórtense), unos a otros (ustedes
mismos), con toda sabiduría; …” (Colosenses 3:16) -Paréntesis añadidos-

Nosotros promovemos un modelo de consejería bíblica que cualquier creyente, que esté dispuesto a llenar
su corazón y mente con la Palabra de Dios, puede aplicar con éxito.

Un modelo que requiere trabajo y esfuerzo en aprender la Palabra de Dios. Pablo en Col 1:29 dice: “… trabajo,
luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.”. Spurgeon dijo: “Debemos trabajar
como si todo dependiera de nosotros, y orar como si todo dependiera de Dios”. En últimas, todo depende de
Dios. Porque Ud y yo no podemos cambiar a nadie. Solo la Palabra de Dios puede cambiar. Y si Ud está
preparado en la Palabra de Dios, entonces está preparado para la consejería bíblica.
2. La consejería bíblica no es un ministerio opcional. El N.T. no lo presenta así. En Hechos 20:20 tenemos el
modelo paulino de ministerio que debemos seguir. Según el modelo paulino la proclamación de la Palabra se
lleva a cabo en dos dimensiones: la pública (predicación) y la privada (consejería). Veamos otros textos:
Hechos 20:31 Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar
(advertir, aconsejar, instruir), con lágrimas a cada uno (en privado). -Paréntesis añadidos- Romanos 15:14 Por
mi parte, hermanos míos, estoy seguro de que ustedes mismos rebosan de bondad (en su trato con otros),
abundan en conocimiento y están capacitados para instruirse unos a otros (no era ya Pablo el que lo hacía, sino
ellos mismos). (NVI) -Paréntesis añadidos- Colosenses 1:28 A este Cristo proclamamos, aconsejando y
enseñando con toda sabiduría a todos (cada uno de) los seres humanos, para presentarlos a todos perfectos en
él. (NVI) -Paréntesis añadidos-
*¿Cómo respondemos cuando un hermano viene y nos cuenta que ha caído en adulterio o cuando una hermana
nos cuenta que tiene arranques de ira, u otro tiene ataques de pánico, o cayó en una depresion? ¿Cuál es la
respuesta típica? ¿Cómo lo ayudaríamos?
3. La consejería bíblica no es un ministerio separado del discipulado. Consejería es un discipulado enfocado.
Se enfoca en problemas específicos que tiene la gente y que por sí solos o en su propia vida devocional no han
podido resolver y están lidiando con ello sin éxito. El ejemplo de esto lo vemos en Pablo (leer 2 Corintios 5:17-
21): a) Llevó a las personas a Cristo, y b) Llevó a las personas a ser como Cristo.

Cuando se trata de instrucción general de los creyentes hacemos discipulado.


Cuando se trata de problemas específicos hacemos consejería bíblica.

4. La consejería bíblica no es una actividad insensible o indiferente. No es decirle a la gente “Tenés que orar
más hermano” o “Tenés que creer más”. Hay que involucrarse con sus derrotas o victorias. 1Cor 4:15
Es necesario ser humildes y considerados. Mañana nosotros podríamos estar en una situación similar. Gál 6:1
Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud
humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado. (NVI) Stg 2:15-17 Supongamos que un
hermano o una hermana no tienen con qué vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice:
«Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse», pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué
servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta. (NVI)
B. Ahora lo que SÍ ES la consejería bíblica:
1. La consejería bíblica discierne los deseos, pensamientos y comportamientos que Dios quiere que
cambiemos. Colosenses 1:28-29

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- “para presentarlos a todos perfectos en él” Está diseñada por Dios para ayudar al aconsejado a madurar
y ser más como Cristo.
- “por el poder de Cristo que obra en mí” Los resultados en las vidas de las personas son obra de Dios
2. La consejería bíblica utiliza la Palabra de Dios, por medio del Espíritu Santo, para cambiar los deseos,
pensamientos y comportamientos. La Palabra de Dios es la herramienta principal para hacer el diagnóstico
correcto del problema, y es el remedio y el agente de cambio que el Espíritu Santo usa para cambiarlos de
adentro hacia afuera.
3. La consejería bíblica busca la santificación del cristiano para la gloria de Dios. *Jay Adams fue a la
Conferencia Anual Internacional de Sicología y Siquiatría en Alemania. Ellos querían saber qué era esto de la
consejería bíblica. Él les dijo “hay una cosa que toda consejería tiene en común: todos queremos que la gente
cambie. Pero la diferencia entre Uds. y yo es que Uds. no se pueden poner de acuerdo en cuál es el cambio que
desean lograr en la gente. Hay tantas teorías como tratamientos que incluso se contradicen entre sí. En cambio,
nosotros queremos que los aconsejados sean más como Cristo”. Nosotros buscamos un cambio según la
semejanza de Cristo.
4. La consejería bíblica es “noutética” y para todos los creyentes. Noutesis (Gr. Noutheteo). Significa poner
sentido o entedimiento en la mente. Se usa: (a) de instrucción por la palabra hablada; (b) de advertencia; (c) de
amonestar.

La idea es poner en la mente un sentido o entendimiento bíblico. Porque la mente (“corazón” según la
terminología bíblica) es el centro de control del ser humano. Prov. 23:7 Porque cual es su pensamiento en su
corazón, tal es él…

Allí están los pensamientos, propósitos y expectativas del ser humano. Tiene que ver con nuestra intencionalidad,
nuestros deseos y planes
Escribe Jay Adams “… está claro que el N.T. asume que todos los cristianos deberían dedicarse a la consejería.
En Colosenses 3:16 Pablo urge: La palabra de Cristo habite ricamente en vosotros, enseñándoos y
confrontandoos unos a otros noutéticamente. Según Pablo, todos los cristianos se deben enseñar unos a otros y
confrontarse el uno al otro de una forma noutética. En apoyo de esta proposición, Pablo escribía también (Rom.
15:14): Pero estoy convencido de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad,
llenos de todo conocimiento, y capacitado también para confrontaros los unos a los otros noutéticamente. Él
estaba seguro de que los cristianos podían hacerlo, porque estaban llenos de conocimiento y de bondad. Así que
el primer hecho está claro: La actividad noutética es una obra en la que todo el pueblo de Dios puede participar.”
Tres elementos en la confrontación noutética
1º- Noutesis implica, específicamente, la necesidad de cambio en la persona confrontada… existe un problema
en su vida que precisa ser solucionado… En ella es central la idea de que hay algo que va mal, algún pecado,
alguna obstrucción, algún problema, alguna dificultad, alguna necesidad que tiene que ser reconocida y tratada...
Así, el propósito fundamental de la confrontación noutética es el de efectuar un cambio en la personalidad y en
el comportamiento.
2º- El segundo elemento inherente en el concepto de confrontación noutética es que los problemas se resuelven
noutéticamente por medios verbales. Dice Trench: Es la enseñanza por la palabra -por la palabra de aliento,
cuando ésta es suficiente-, pero también por la de reconvención, de reproche, de acusación, cuando éstas sean
necesarias; distinguiéndola de la enseñanza por hechos· y por disciplina como se expresa con paideia... La
característica distintiva de noutesia es la de la instrucción por la palabra hablada.
(…) La noutesis presupone una confrontación de tipo orientador.
Se pueden hallar ejemplos específicos de tal actividad noutética en la confrontación de David con Natán (2
Samuel 12:1-13), o el de Cristo restaurando a Pedro (Juan 21:15-19). El fracaso en confrontar noutéticamente
puede verse en 1 Samuel 3:13.
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3º- El tercer elemento en la palabra noutesis contempla el propósito o motivo que hay detrás de la actividad
noutética. El pensamiento es siempre beneficiar al aconsejado… 1 Corintios 4:14 No escribo esto para
avergonzaros, sino para confrontaros noutéticamente como a hijos míos amados. La noutesis está motivada por
el amor y una profunda preocupación, según lo cual se aconseja y corrige verbalmente al aconsejado para su
propio bien y, naturalmente, de manera fundamental, para que Dios sea glorificado.” -Fin de la cita-
El amor es el objetivo. ¿Cuáles son los objetivos de la orientación noutética? l Timoteo 1:5 El objetivo de este
mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida. La palabra
«mandamiento» (…) tiene el sentido de una enseñanza impuesta con autoridad. Se presupone que es la autoridad
de Dios. El objetivo de la predicación y de la consejería es el de potenciar el amor a Dios y al prójimo como Dios
lo manda.

INTEGRAR EL CRISTIANISMO Y LA SICOLOGÍA ¿ES POSIBLE?


“La Palabra de Dios nunca asegura de que tiene todas las respuestas a los problemas de la vida.” Dr. Gary
Collins, Ph.D. (Creyente e Integracionista)
El integracionismo dice que “puesto que toda la verdad es la verdad de Dios la integración de la verdad bíblica
con la “verdad” psicológica no es un gran problema. Siempre y cuando la “verdad” Psicológica no contradiga
la Biblia puede ser de confianza.” Por otro lado, los no integracionistas, creemos que es imposible integrar la
Palabra de Dios con las perspectivas humanas de la sociología. ¿Po qué? Porque la Biblia y la psicología no
tienen una misma fuente o base común.

El enfoque integracionista acerca de Dios, el hombre, la verdad, el pecado y el cambio,


son totalmente diferentes del enfoque puramente bíblico.

LA PSICOLOGÍA: El Nuevo Caballo de Troya en la Iglesia.


Escribe el Dr. MacArthur: “Los ‘psicólogos cristianos’ han venido a ser los nuevos campeones de la consejería
en la Iglesia. Ellos son ahora proclamados como los verdaderos sanadores del corazón humano. Pastores y
laicos han sido llevados a sentir que están mal equipados para aconsejar a menos que tengan un entrenamiento
formal en técnicas psicológicas” (J. MacArthur; Our Sufficiency in Christ; pg. 31).
Pensemos, ¿Es lícita esta unión entre la psicología y la religión o se trata de un yugo desigual con los incrédulos?
Existen muy buenas razones para pensar que este matrimonio ha venido a ser uno de los más grandes desastres
que ha sufrido la Iglesia de nuestra generación, y una de las causas principales de la decadencia espiritual de
estos días. Según avanza la psicología en la Iglesia, retrocede la predicación y la consejería bíblica; y a medida
que la Biblia es relegada a un segundo plano, y a veces en la práctica eliminada por completo, en esa misma
medida se ha ido debilitando la piedad de la Iglesia.
El Dr. Ed Payne, luego de haber analizado el contenido de cierta obra “cristiana” de psicología dice: “Tal
psicología, presentada por cristianos, es una plaga en la iglesia moderna, porque tergiversa la relación del
cristiano con Dios, retarda su santificación y debilita seriamente la Iglesia. Ninguna otra área del conocimiento
parece tener un dominio tan absoluto sobre la Iglesia (como la psicología)” (Psico-Herejía; Martin y Deidre
Bobgan; pg. 79-80; el paréntesis es mío). Y el Dr. Vernon McGee, escribió en un artículo titulado “Psico-Religión
– el nuevo flautista de Hamelín”, que: “Si la tendencia presente continúa, la enseñanza bíblica será eliminada
totalmente de las estaciones de radio cristianas, así como de la TV y del púlpito. Esta no es una manifestación
infundada hecha en un momento de preocupación emocional. La enseñanza bíblica está recibiendo baja
prioridad en las emisiones radiales, en tanto que la llamada sicología cristiana es puesta al frente como
solución bíblica a los problemas de la vida” (op. cit.; pg. 80).

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Pensemos, ¿Es la Palabra de Dios suficiente para tratar con los problemas del alma, o necesitamos también la
ayuda de la psicología secular?

No es que la psicología no tenga ninguna clase de utilidad,


sino que su utilidad es limitada.

La palabra “psicología” significa estudio del alma. Pero lo que la psicología estudia realmente es la conducta
humana, no el alma. Y sus observaciones limitadas a ese campo pueden ser útiles: en el área vocacional, para
detectar problemas de aprendizaje y ayudar a las personas a superarlos, en el área industrial, en la educación.
Pero para tratar con problemas como la ansiedad, el temor, la ira, la depresión, la amargura, el descontento, los
problemas matrimoniales, los hábitos pecaminosos; para lidiar con estas dificultades la psicología no tiene
ninguna solución que ofrecer que no podamos encontrarla en la Palabra de Dios.
Presuposiciones que erróneas asumen aquellos que se han volcado hacia la psicología para tratar con los
problemas del alma humana:
1º)- Presuponen que la psicoterapia (el aconsejamiento psicológico con sus teorías y técnicas) es una ciencia
objetiva, cuando es en realidad una especie de religión que posee sus credos y sus dogmas, y en los cuales sus
adherentes ejercen fe. El premio Nobel Richard Eynman, dice: “El psicoanálisis no es una ciencia… tal vez se
parezca más al curanderismo” (op. cit.; pg. 34). Y el psiquiatra Thomas Szasz, profesor de psiquiatría en la
Universidad Estatal de NY, dice: “No es sólo una religión que pretende ser ciencia, sino en realidad una religión
falsa que busca destruir a la verdadera religión” (Ibid; pg. 35).

La psicología y el cristianismo son dos religiones en lucha.

Carl Jung, uno de los padres de la psicología moderna, veía la “neurosis” como una crisis de orden espiritual, no
como un problema médico. El escribió: “¿Qué deben hacer los terapeutas cuando los problemas del paciente
surgen de “no tener amor sino sólo sexo; ninguna fe, porque teme andar en oscuridad; sin esperanza porque
está desilusionado del mundo y la vida, y sin entendimiento porque ha fracasado en la lectura del significado de
su propia existencia?” Entonces los terapeutas, desde este punto de vista, deben dar a los pacientes amor, fe,
esperanza y entendimiento. ¿No son estos problemas netamente espirituales? ¿Cómo podrá un hombre sin Dios
proveer tales cosas a un individuo? Como ven, la psicología es una religión rival que intenta desacreditar el
cristianismo.
En el origen de la psicología hay tres nombres principales: Sigmund Freud, Carl Jung, y Carl Rogers.
- Freud decía que las creencias religiosas son una mera ilusión, y que la religión misma no es otra cosa que “la
neurosis de obsesión de la humanidad”. De hecho, Freud atribuía a la religión el origen de los problemas
mentales del hombre.
- Carl Jung afirmaba que todas las religiones son positivas, pero imaginarias. Que son mitos que hacen bien y
pueden ayudar hasta cierto punto. El veía la psicoterapia como una religión alterna. “Las religiones – decía
él – son sistemas de sanidad para las enfermedades psíquicas… Es por eso que los pacientes imponen al
psicoterapeuta el rol de sacerdotes, y esperan y demandan de él que los libere de sus aflicciones. En
consecuencia, los psicoterapeutas nos ocupamos de problemas que, estrictamente hablando, pertenecen al
teólogo” (Ibid; pg. 26; el subrayado es mío). Ahora bien, no debemos pensar que Jung veía el cristianismo
con buenos ojos. No. Jung no sólo repudió el cristianismo, sino que exploró otras experiencias religiosas,
incluyendo prácticas ocultistas y la nigromancia, es decir, la comunicación con los muertos a través de un
médium.
- Carl Rogers. Estudió en un seminario teológico, pero renunció al cristianismo y se volcó hacia la psicología
secular, terminando también en la práctica del ocultismo y la nigromancia.
Y ahora nos preguntamos: Estos hombres que repudiaron el cristianismo bíblico, ¿de verdad tendrán algo que
decir a la Iglesia de Cristo acerca de cómo deben vivir los cristianos y cómo deben los hombres tratar con los
problemas del alma que Dios creó?

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Si del alma se trata. Cuando hablamos de los problemas del alma, y de las soluciones que debemos dar a estos
problemas, los psicólogos no pueden estudiar el alma en una forma científica y muchos de ellos ni siquiera creen
en la existencia del alma, y una gran mayoría niega la existencia del Dios que la creó. ¿Cómo pueden llegar a
conclusiones acertadas en ese terreno? Cuando la psicología penetra en ese terreno lo que afirma es pura opinión,
pura teoría, pero nada más.
El famoso historiador Paul Johnson, en su obra Tiempos Modernos, dice lo siguiente: “Después de 80 años de
experiencia, se ha demostrado que en general sus métodos terapéuticos (refiriéndose a Freud) son costosos
fracasos, más apropiados para mimar a los desgraciados que para curar a los enfermos. Ahora sabemos que
muchas ideas fundamentales del psicoanálisis carecen de base en la biología” (pg. 18). Y Karl Popper,
considerado como el filósofo de la ciencia más grande del siglo XX, dice lo siguiente sobre las teorías
psicológicas: “Aunque se hacen pasar como ciencias, tienen de hecho más en común con los mitos primitivos
que con la ciencia” (Ibíd.; pg. 55-56).
2º)- La segunda presuposición errónea es que la mejor clase de consejería es aquella que utiliza tanto la
psicología como la Biblia. Los llamados “psicólogos cristianos” creen tener lo mejor de los dos mundos. El
problema con esa integración es que los postulados sobre los cuales se basa la psicología se oponen totalmente a
los postulados esenciales del evangelio.
3º)- La tercera presuposición errónea es que existen problemas en el hombre que no son físicos, y por lo tanto,
no pueden ser tratados por un médico, ni tampoco son espirituales, y por lo tanto, no puede tratarlos un pastor.
Son problemas netamente psicológicos o mentales. Pero esto no es más que un mito. O nuestros problemas son
orgánicos, y en ese caso debemos buscar la ayuda de un médico, o tenemos un problema espiritual, y entonces
debemos ir a un pastor que trate con nosotros con la Palabra de Dios. Las enfermedades mentales, si usamos ese
término literalmente y no en un sentido metafórico, en realidad no existen.
El psiquiatra investigador E. Fuller Torrey dice: “El término en sí es disparatado, un error semántico. Las dos
palabras no pueden ir juntas” (cit. por Martin y Deidre Bobgan; pg. 179). Y el psiquiatra Thomas Szasz, dice:
“Es costumbre definir la psiquiatría como una especialidad médica que tiene que ver con el estudio, diagnóstico
y tratamiento de las enfermedades mentales. Esta es una definición sin valor, y engañosa. La enfermedad mental
es un mito” (Ibid; pg. 181-182). Cito aquí a Martin y Deidre Bobgan en su obra “Psico – Herejía; la Seducción
Sicológica de la Cristiandad”: “La mayor tragedia que produce el nombre erróneo de la enfermedad mental, es
que las personas que están experimentando problemas de la vida buscan ayuda fuera de la iglesia. Y cuando
piden esa ayuda a un líder de la iglesia, por lo general son (remitidas) a profesionales que se especializan en
‘enfermedad mental’ y ‘salud mental’. Se ha hecho tan fácil enviar a una persona con problemas matrimoniales
o de familia a un profesional de la salud mental, como enviar a una persona con una pierna quebrada a un
médico”. Y luego continúan diciendo: “Los problemas de la vida son problemas espirituales, que requieren
soluciones espirituales, no problemas psicológicos que requieren soluciones psicológicas. A la iglesia se le ha
embaucado para que crea que los problemas de la vida son problemas del cerebro, que requieren soluciones
científicas, más que problemas de la mente que requieren soluciones bíblicas… Mientras llamemos ‘enfermedad
mental’ a los problemas de la vida, seguiremos sustituyendo la responsabilidad por la terapia” (pg. 185-186).
Conclusión: Nosotros tenemos en la Biblia un manual completo de todo lo que nuestras almas necesitan para
una vida que glorifique a Dios. Los médicos deben tratar con los problemas del cuerpo, los cristianos debemos
tratar con Cristo y Su Palabra los problemas del alma. Decir lo contrario es resucitar la vieja herejía que Pablo
combatió en Colosas, los falsos maestros de Colosas querían convencer a estos hermanos de que era bueno tener
a Cristo y Su Palabra, pero no suficiente; de ahí la advertencia de Pablo: “Mirad que nadie os engañe por medio
de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no
según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él,
que es la cabeza de todo principado y potestad” (Col. 2:8-10).

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¿POR QUÉ LA CONSEJERÍA BÍBLICA ES DIFERENTE?
Una pregunta crucial: ¿Qué hace diferente nuestro trabajo del trabajo del sicólogo o del siquiatra? Respuesta:
Lo que creemos.
1º NOSOTROS creemos en el Dios de la Biblia. ELLOS no. Creemos que Dios tiene poder y autonomía sobre
toda Su creación. “Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste
todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4:11). Eso incluye todos los seres
humanos. El Dios de la Biblia creó al hombre. No somos el resultado de la evolución ciega.
Por esto mismo: 1- Estudiamos, oramos, nos preparamos y aconsejamos para darle gloria a Él. Nuestra meta es
hablar la Palabra de una manera que agrade a Dios. Él es nuestra primera audiencia. 2- Le enseñamos a los
aconsejados a cambiar hacia la santidad, para que el Creador sea mejor honrado en sus vidas. 3- Les enseñamos a
glorificar a Dios con sus vidas, no a buscar la felicidad. (Mat.5:1-12). La verdadera felicidad está en honrarlo a
Él obedeciendo su Palabra. (Sal 1:1-3)
En resumen: Nosotros tenemos una perspectiva diferente de Dios. El Soberano, Trino Señor; el Padre que
gobierna todo para su gloria, el Hijo de Dios quien fue crucificado como el Cordero de Dios en lugar de los
pecadores, resucitado, gobernando y quien regresará; el Espíritu Santo quien nos fortalece para destruir el
pecado, magnificar a Cristo y conocer al Padre.
2º NOSOTROS creemos que el ser humano es un ser caído en el pecado y sólo puede ser redimido y
librado del control del pecado a través de Jesucristo. ELLOS creen que el ser humano es bueno en esencia.

 El hombre fue creado sin pecado. Cuando Adán pecó, la muerte y el pecado entraron en el mundo
(Génesis 3; Romanos 5).
 Todo hombre está muerto en el pecado (Efesios 2:1-3), a menos que sea revivido con Cristo por el don de
la gracia salvadora (Efesios 2:4-10).
 La manera en que las personas perciben los problemas de la vida y sus soluciones está directamente
relacionada con lo que creen acerca del hombre.
 Los cristianos pueden vencer al pecado a través del poder de las Escrituras y el poder del Espíritu Santo.
No somos deterministas, ellos sí. Nosotros creemos que las situaciones de la vida contribuyen al estilo de vida
pecaminoso y provee también el escenario en el cual ciertos pecados o injusticias específicos se expresan. Ej.
Prov. 30:8-9
Las situaciones con todas sus complejidades revelan quién es la persona. Y te acordarás de todo el camino por
donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo
que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. (Deut 8:2). La situación NO causa
ninguna respuesta en particular. La situación NO es determinativa. NO se explica la razón del estilo de vida de
uno basado en situaciones tales como experiencias traumáticas, malos ejemplos, demonios y otros. El estilo de
vida se explica por las actitudes y reacciones ante las diferentes situaciones de la vida.
No somos víctimas.
En resumen: El hombre es responsable ante de Dios. Tiene que rendir cuentas delante de Dios por cómo se
expresa su corazón en sus hechos (Ec. 9:3; Gén. 6:5; Mr. 7:18-23; Mt. 12:33-37; Stg. 1:13s; 4:1-3; 3:2-4; Ef.
2:1-10)
3º NOSOTROS creemos que la Verdad nos fue revelada por Dios a través de la Biblia. ELLOS creen que
no existe la verdad objetiva.
 La inspiración y el origen de la Escritura: la Escritura procede de la misma persona de Dios (2 Timoteo
3:16). La autoridad de la Palabra de Dios la convierte en la fuente de todo buen consejo y enseñanza.

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 La obra única de la Biblia en el alma: Revela las motivaciones de los corazones de los hombres (Hebreos
4:12-13). La Palabra de Dios es una herramienta esencial para el cambio hacia la santidad (Salmo 119:9-
11).
En resumen: La todo-suficiente Palabra de Dios nos enseña cómo entender y tratar con los asuntos prácticos de
la vida. Las ideas y prácticas de la consejería bíblica están sometidas a la autoridad de la Biblia. La epistemología
del “evangelio psicológico” es fundamentalmente ecléctico: “(…) cada uno hacía lo que le parecía correcto
según su propio criterio.” (Jueces 21:25 - NTV).
4º NOSOTROS creemos en la doctrina del Pecado y la Culpa. ELLOS no. Los incrédulos son esclavos del
pecado. Por lo tanto, la enseñanza a los que no son salvos consiste en la presentación clara del Evangelio.

El Evangelio es la Buena Noticia de lo que Dios hizo por medio de la vida, muerte y resurrección de
su Hijo Jesucristo para salvar a pecadores.

¿Qué tenemos que hacer para ser salvos? “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado;
arrepentíos, y creed en el evangelio.” (Marcos 1:15).
a.-Tenemos que arrepentirnos: Arrepentimiento significa que uno reconoce su mala manera de vivir (su
pecado) y cambia su actitud hacia él. El arrepentimiento es verdadero cuando llegamos a odiar nuestro
pecado y luchamos contra él, sometiéndonos a la autoridad del Señor.
b.-Tenemos que creer: Creer significa confiar en lo que Dios ha dicho o prometido. Dios ha prometido
salvación a través de su Hijo Jesucristo.

 La nueva vida en Cristo crea la habilidad para que un alma tenga la victoria sobre el pecado (Romanos
6:10-12). El cristiano, a través del poder de las Escrituras (1 Pedro 2:1-3) y la morada del Espíritu (Juan
14:26), tiene la capacidad de vencer el pecado.
 La santificación o el cambio del pecado hacia la rectitud es la ocupación de cada creyente (Romanos
8:13).
En resumen: Los recursos necesitados para el cambio son ser limpiados de la culpa y el poder del pecado. La
Palabra de Dios NO ES para satisfacer necesidades percibidas de amor, significado, auto-estima, etc.
5º NOSOTROS creemos en el Cambio que surge de un corazón cambiado. ELLOS creen en el cambio de
conducta, pero no de la naturaleza humana. Los verdaderos creyentes vencen el pecado. El cambio de la
santificación provee seguridad de que uno es salvo (1 Juan 5:3-5).
En resumen: Cambio es arrepentimiento, fe, renovación de la mente (Rom. 12:1-2), llenura del Espíritu Santo,
nueva obediencia, santificación progresiva, para que pueda glorificar y apreciar al digno Dios.
CONCLUSION: Es fácil discernir entonces, que la piedra fundamental de toda psicología moderna contradice
las Escrituras, las cuales enseñan que:

 La humanidad está perdida, moralmente depravada, básicamente pecadores malvados que no desean la
verdadera vida o la justicia (Efe. 2).
 Nuestros corazones (intelecto, emociones, voluntad) están distorsionados y corruptos. Las únicas
respuestas dentro de nosotros son aquellas que engañan y nos decepcionan (Jer. 17:9).
 Dios nos ha dado, valores eternos y objetivos en la Escritura que deben regir y gobernar nuestras vidas.
 Siendo cristianos nacidos de nuevo y llenos del Espíritu Santo hemos de manejar los problemas que
enfrentamos en una manera que agrade a Dios, debemos crecer espiritualmente (2 Ped. 1:5-8; Stg. 1:2-
5), a través de la obediencia a la Palabra de Dios, (Col. 3:16; Hch. 20:32; 2 Tim. 3:16, 17), y al permitir
al Espíritu Santo tener Su control sobre nuestras vidas (Gál. 5:16, 22-25).

PARTE UNO
9
FUNDAMENTOS TEOLOGICOS DE LA CONSEJERÍA BÍBLICA

LA CONSEJERÍA Y LA PECAMINOSIDAD HUMANA


No hay concepto más importante para los gurúes de la psicología moderna que el de la autoestima. De acuerdo
con el credo de la autoestima, no hay gente mala; sólo personas que piensan mal de sí mismas. Expertos en
educación, psicólogos y un número creciente de líderes cristianos han exaltado la autoestima como el remedio
para toda clase de miserias humanas. Según los sustentadores de esta doctrina, si la gente tiene un buen
sentimiento para consigo misma, se comportará mejor, tendrá menos problemas emocionales y alcanzará más
logros.
LA FE CIEGA EN LA AUTOESTIMA. Un estudio reveló que la mayoría de la gente considera la autoestima
como la más importante motivación para trabajar duro y tener éxito. Pero ¿funciona realmente la autoestima?
Hay plena evidencia que indica que no. En un reciente estudio, se hizo una prueba de matemáticas a adolescentes
de seis diferentes naciones. Además de las preguntas sobre la materia, el examen pedía a los jóvenes responder sí
o no a la interrogación: «¿Soy bueno en matemáticas?». Los estudiantes norteamericanos obtuvieron las más
bajas calificaciones en las preguntas sobre matemáticas, lejos de los coreanos que alcanzaron el tope.
Irónicamente, más de las tres cuartas partes de los estudiantes coreanos contestaron no a aquella pregunta. En
claro contraste, sin embargo, el 68% de los estudiantes norteamericanos creían que su habilidad en matemáticas
era excelente. Nuestros jóvenes podían fallar en matemáticas, pero obviamente se sentían muy bien con lo que
hacían.
Un informe en la revista Newsweek sugería que la noción de que la autoestima hace mejores personas es
simplemente un asunto de fe religiosa ciega. No sólo esto, sino que es una religión contraria al cristianismo, en
razón de que es predicada en base a la presuposición de que la gente es básicamente buena y necesita reconocer
su propia bondad.
¿Realmente desea Dios que toda persona se sienta bien consigo misma? ¿O Él primero llama a los pecadores a
reconocer la absoluta desesperanza de su propio estado? Por supuesto, la respuesta es obvia para quienes
permiten que las Escrituras hablen por sí mismas.
ENTIENDA LA DOCTRINA DE LA DEPRAVACIÓN O INCAPACIDAD TOTAL
Las Escrituras, por supuesto, enseñan de principio a fin que toda la humanidad es totalmente depravada. Cuando
hablamos de la depravación total del hombre, nos referimos a la condición natural del mismo.
¿Son pecadores todos los hombres sin excepciones? “Eclesiastés 7:20, 7:29, Romanos 3:23

¿Cuán grande es nuestra pecaminosidad?


a.-Nacimos en pecado habiendo heredado la naturaleza pecaminosa de Adán: Salmos 51:5.
b.-Nuestro corazón y pensamientos son corruptos: Génesis 6:5 y 8:21, Jeremías 17:9, Mateo 15:19-
20.
c.-Nuestras obras son corruptas: Isaías 64:6, Romanos 3:10-12.

¿Podemos hacer algo para limpiarnos o cambiarnos? Jeremías 2:22 y 13:23

¿Cuál es el resultado de nuestro pecado?


a.-Separación de Dios: Salmos 5:4, Isaías 59:1-2.
b.-Oscuridad e ignorancia espiritual: Romanos 1:21-22, Romanos 3:11, Efesios 4:17-19.
c.-La muerte física: Ezequiel 18:4, Romanos 6:23.
d.-El castigo eterno: Apocalipsis 20:11-15
La salvación del pecado original sólo puede lograrse mediante la cruz de Cristo: «Porque, así como por la
desobediencia de un hombre [el pecado de Adán] los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la
obediencia de uno [Jesucristo], los muchos serán constituidos justos» (Ro 5.19).
10
Somos nacidos en pecado (Sal 51.5) y si hemos de llegar a ser hijos de Dios y entrar en su Reino, debemos nacer
de nuevo por el poder de su Espíritu (Jn 3.3-8). En otras palabras, contrariamente a lo que piensa la mayoría de
la gente (y también a las presuposiciones de la doctrina de la autoestima) hombres y mujeres no son buenos por
naturaleza. La verdad es justamente lo opuesto. Somos por naturaleza enemigos de Dios, amadores de nosotros
mismos y esclavos de nuestro propio pecado. Somos ciegos, sordos y muertos espirituales, incapaces aun de
creer de no intervenir la gracia de Dios. ¡Y sin embargo, somos orgullosos incorregibles! En realidad, nada es
más ilustrativo de la perversidad humana que su deseo de autoestima.

El primer paso hacia una adecuada autoimagen es un reconocimiento


de que todas estas cosas son ciertas.

Esto es por lo cual Jesús elogió al recaudador de impuestos, más que reprenderlo por su baja autoestima, cuando
el hombre se golpeaba el pecho pidiendo: «Dios, sé propicio a mí, pecador» (Lc 18.13). El hombre finalmente
había llegado al punto desde el cual se vio tal como era y quedó tan sobrecogido que su emoción resulto en
palabras de autocondenación. La verdad es que su autoimagen jamás había sido tan sana como en aquel momento
y, por tanto, «descendió a su casa justificado»; exaltado por Dios porque se había humillado a sí mismo (v. 14).
Por primera vez en su vida experimentaba verdadero gozo, paz con Dios y un nuevo sentimiento de dignidad
propia que la gracia de Dios concede a todos aquellos que adopta como sus hijos (Ro 8.1s).
La autoestima no sólo no es solución para la depravación humana, ¡sino que la agrava! Los problemas de nuestra
cultura, especialmente la angustia que destruye el corazón de los individuos, no serán solucionados por el engaño
de lograr que la persona piense mejor de sí misma. La culpa y la vergüenza que todos sentimos como pecadores
es legítima, natural y buena. Esto tiene el benéfico propósito de permitimos conocer la profundidad de nuestra
propia pecaminosidad. No nos atrevamos a pasarla por alto por las fallidas enseñanzas de la autoestima
humanista.

La Iglesia debe salvaguardar la sana doctrina recobrando la enseñanza de la depravación humana.

Usted puede estar preguntándose, por otra parte: ¿Es que Dios desea que vivamos revolcándonos en vergüenza y
auto-condenación permanentemente? No, en absoluto. Dios ofrece liberación del pecado y la vergüenza a través
de la fe en Cristo. Si estamos dispuestos a reconocer nuestro pecado y buscamos su gracia, Él maravillosamente
nos liberará de nuestro pecado y sus efectos. «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en
Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida
en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte» (Ro 8.1-2).
La liberación del pecado que describen estos versículos es la única base sobre la cual podemos realmente
sentirnos en paz con nosotros mismos.

LA UNION CON CRISTO


SUS IMPLICACIONES PARA LA CONSEJERÍA BÍBLICA

La consejería tiene que ver con el cambio. El concepto de cambio es central en el evangelio, como J. Gresham
Machen declara: «Es inconcebible que un hombre a quien se ha dado esta fe en Cristo, acepte este regalo que Él
ofrece y que continúe viviendo satisfecho con el pecado. Por el mismo hecho de que, lo que Cristo nos ofrece es
salvación del pecado, no sólo salvación de la culpa del pecado, sino salvación de su poder».
Hay tres premisas básicas que todo consejero bíblico debe sostener; son: 1) Dios ha creado a cada persona; 2) El
pecado ha perjudicado a cada persona; y 3) Dios ha hecho provisión para un cambio en cada persona.

La realidad principal del cambio en la salvación es la consecuencia


de la unión con Cristo.

LA IMPORTANCIA DE LA UNIÓN CON CRISTO


11
Los consejeros deben enfatizar la doctrina de la unión con Cristo. Esta es la doctrina que abarca los factores de lo
que Cristo ha cumplido (el indicativo) y lo que los creyentes son mandados a hacer (el imperativo). Moule dice
que el evangelio comienza «en la declaración indicativa de lo que Dios ha hecho» y antes de seguir con el
imperativo «esfuérzate», nos confronta con el otro imperativo a unirnos (¡Bautícese! ¡Incorpórese!).
La unión con Cristo es una doctrina indispensable para entender el cambio y la lucha en la vida de la gente.
LOS SÍMBOLOS DE LA UNIÓN CON CRISTO
En las Escrituras hallamos que la unión con Cristo es enseñada a través de, por lo menos, cinco metáforas.
Primero, es la unión de un edificio con su cimiento (Efesios 2.21-22 y 1 Ped 2.4-5).
Segundo, la unión con Cristo es representada como la unión del hombre con su esposa (Ef 5.31-32).
Tercero, es la ilustración de la vid y los pámpanos (Jn 15.1-5; cf. Ro 6.5 y Col 2.6-7).
Cuarto, Pablo usa la metáfora de la unión de la cabeza con los miembros del cuerpo (1 Corintios 12.12)
Quinto y más significativo, en Romanos 5 y 1 Corintios 15, Pablo habla de dos razas en las que está
incluida todo el linaje humano. Una es la raza de los no regenerados que están en Adán. Tal raza está bajo
sentencia de muerte. Cristo, el segundo Adán, es la cabeza de la segunda raza.
De acuerdo con un comentarista, en el capítulo 5 de Romanos, Pablo recuerda «lo que somos los seres humanos
como miembros de la raza caída de Adán; todo lo humano está hundido en el pecado y permanece bajo la ira de
Dios. Pero, por el otro lado, declara lo que llegamos a ser a través de Cristo; por fe en Él, fuimos liberados del
dominio de la ira y recibidos en el reino de la justicia y la vida».
Adán y el Mesías son vistos como los representantes de las dos humanidades. Quienes viven en unión con el
primer Adán, constituyen un cuerpo; aquellos que están unidos con el segundo Adán, constituyen otro. Veamos a
continuación las características de ambos.
EN ADÁN EN CRISTO
todos mueren todos viven
reina la muerte todos reinan en vida
todos pecan todos son justos
gobierna el pecado gobierna la gracia
el pecado esclaviza Cristo esclaviza

RESULTADOS DE LA UNIÓN CON CRISTO


Juan 1:12 Soy hijo de Dios.
Juan 15:15 Soy amigo de Cristo.
Romanos 5:1 He sido justificado de mis pecados
Romanos 6:3 Estoy muerto para el pecado.
Romanos 6:11 Estoy vivo para Cristo
1 Corintios 6:17 Estoy unido al Señor y en espíritu soy uno con ÉL
1 Corintios 6:20 He sido comprado con precio. Pertenezco a Dios.
1 Corintios 12:27 Soy miembro del cuerpo de Cristo.
2 Corintios 5:17 Soy una nueva persona en Cristo
Efesios 1:1 Soy santo.
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Efesios 1:5 Fui adoptado como hijo de Dios.
Efesios 2:18 Tengo directo acceso a Dios por medio del E.S.
Colosenses 1:14 He sido redimido y perdonado de todos mis pecados.
Colosenses 2:10 Estoy completo en Cristo.
Romanos 8:1-2 Estoy libre de condenación.
Romanos 8:28 Estoy seguro que las cosas resultarán para bien.
Romanos 8:31-34 Soy libre de toda condenación.
Romanos 8:35-39 Nada me puede separar del amor de Dios.
2 Corintios 1:21-22 He sido creado, ungido y sellado por Dios.
Filipenses 1:6 La buena obra que Dios comenzó será perfeccionada.
Filipenses 3:20 Soy ciudadano del cielo.
Colosenses 3:3 Estoy escondido con Cristo en Dios.
2 Timoteo 1:7 No tengo un espíritu de temor, sino de poder, amor y
dominio propio.
Hebreos 4:16 Puedo encontrar gracia y misericordia en tiempo de
angustia.
1 Juan 5:18 Soy hijo de Dios y el diablo no puede tocarme.
Juan 15:1,5 Soy rama de la verdadera vid, un canal de su vida.
Juan 15:16 Fui elegido para ser fructífero.
Hechos 1:8 Soy testigo de Cristo.
1 Corintios 3:16 Soy templo de Dios.
2 Corintios 5:17-21 Soy ministro de reconciliación de Dios.
2 Corintios 6:l Soy colaborador de Cristo (Ver l Corintios 3:9).
Efesios 2:6 Estoy sentado con Cristo en lugares celestiales.
Efesios 2:10 Soy obrero de Cristo.
Efesios 3:12 Tengo acceso a Dios con seguridad y confianza.
Filipenses 4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Pero, ¿qué significa estar «en Cristo»? Pablo usa la frase «en Cristo» unas 164 veces para significar que hay
una correspondencia entre la obra que Dios cumplió en Cristo y las bendiciones que reciben los creyentes a
través de ella. En Efesios 1 Pablo dice que, en Cristo el creyente es: «elegido» (v. 4), «objeto de su gracia» (v. 6),
redimido» (v. 7), «reconciliado» (v. 10), «destinado» (v. 11), y «sellado» (v. 13).
Dios obró en Cristo para efectuar la instauración de una nueva dimensión de existencia que eliminó el antiguo
dominio de Adán. Unidos con Cristo los creyentes son ahora miembros de esa nueva humanidad de la cual El es
la cabeza. El resultado inmediato es que, «los elegidos en Cristo», son bendecidos «con toda bendición

13
espiritual». En Cristo somos una nueva «creación» o una nueva persona cuya ciudadanía está en una nueva
esfera.
CONCLUSIÓN
Desde la obra de la redención de Cristo, en la vida ha habido dos dominios: el de Cristo y el de Adán. En tanto
está fuera de Cristo, la gente está espiritualmente muerta (Ef 2.11-12), pero una vez en Cristo, tiene vida con
Dios y puede experimentar bendiciones espirituales (Ef 1.3-14) y muerte al pecado (Ro 6.1-11).
Hablando en términos de redención, la persona que vivió una vez en la vieja era, ha dejado de existir. En el
lenguaje de Pablo, tal persona «ha pasado», fallecido (2 Co 5.17). «En Cristo, el Cristo eterno, quien sufrió,
murió, resucitó, ascendió y está ahora sentado a la diestra de Dios, supremo sobre todas las fuerzas del
universo: En Cristo, en la esfera celestial en que ahora permanece, en la región de actividades espirituales, toda
bendición espiritual es nuestra; en Cristo Dios nos ha bendecido». No debería sorprendemos que Pablo diga que
si alguno está en Cristo, «nueva criatura es». En Cristo, las cosas viejas pasaron y las nuevas han llegado.
La nueva persona es genuina pero no totalmente nueva ya que estar «libre del pecado» no es lo mismo que estar
«sin pecado», En Cristo, el nuevo hombre ha sido liberado del dominio del pecado, lo cual constituye la base y
explica la permanente lucha del creyente contra el pecado.
El conflicto de la persona aconsejada con el pecado debe interpretarse a la luz del conflicto de Pablo en
Romanos 7.14-25, porque, en ambos, la fuente de tensión radica en el choque entre dos diferentes modos de
existencia. En Romanos 7, el creyente está en conflicto a raíz de su doble situación, que se produce porque vive
la nueva vida (el Espíritu) en el contexto de la antigua existencia (la carne).

SANTIFICACIÓN PROGRESIVA
EL PROBLEMA ES EL PECADO
El aconsejar debe ser entendido y llevado a cabo como una batalla espiritual. Los consejeros tienen que conocer
los temas fundamentales del pecado, que aparecen en el relato del primer pecado registrado, en Génesis 3. Es
necesario examinar la historia de la caída, para poder comprender algunos de los problemas que están
relacionados con el pecado, y sus consecuencias.
La elección de una vida orientada y motivada por el deseo

Fundamentalmente, el problema del primer pecado se reduce a esto: Adán y Eva optaron por la
satisfacción del deseo más bien que por la obediencia a los mandamientos de Dios.

El diablo hizo apelación al «deseo de los ojos, la codicia de la carne y el orgullo de la vida» ( ver 1 Juan 2:16,
con Génesis 3:6). En contra de esto estaba el mandamiento de Dios: «No comeréis.» Las opciones que les fueron
dadas son las mismas con que nos enfrentamos ahora. Reflejan dos moralidades distintas, dos religiones
antitéticas, y dos maneras distintas de vida.
La una dice: «Viviré según mis sentimientos.» La otra: «Viviré según lo que Dios dice.»
Sólo hay estas dos clases de vida: la vida de pecado motivado por los sentimientos, orientada hacia el yo, y la
vida de santidad, orientada a los mandamientos y hacia Dios. El vivir conforme a los sentimientos más bien que
conforme al mandamiento de Dios es un obstáculo fundamental a la piedad (santidad), y es un factor con el cual
todo consejero cristiano ha de aprender a tratar.
Es una «trampa» astuta de Satán el tentar a los hombres para que crean que no pueden hacer lo que Dios
demanda porque no «sienten ganas» de hacerlo, o que tienen que hacer lo que sienten ganas de hacer y que no
pueden evitarlo.
14
Por ejemplo, un marido y una mujer pueden decir: «Me parece que no queda nada en nuestro matrimonio: no hay
amor, no hay sentimientos, no hay nada», y con ello esperan que el consejero cristiano conceda que debe ser
concedido un divorcio. Si consiguen que él esté de acuerdo con ellos en esto, esperan que su mala conciencia
desaparecerá sobre lo que ya han decidido hacer. Pero, en vez de aprobar, el consejero nouthético contesta: «Lo
lamento mucho. Tengo la impresión que deben confesar su pecado y aprender a amarse el uno al otro.» La
reacción de los dos suele ser de asombro. ¡Se quedan atónitos! «Pero —protestan— ya le hemos dicho que no
tenemos sentimiento alguno el uno respecto al otro.» «Ya lo comprendo, pero esto no tiene la menor importancia;
Dios dice que deben amarse el uno al otro. Cuando aprendan a hacerlo, el sentimiento de amor será el resultado.
El amor no es sentimiento al principio; empieza con un vivir en obediencia.» «¿Qué? ¿Quiere decir que hemos de
tratar de amarnos el uno al otro en contra de nuestros sentimientos?» «¡Exactamente!» «Pero, ¿no sería esto
hipocresía?» «No, esto sería obediencia a Dios que ha ordenado: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como
Dios amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella" (Efesios 5:25). Esposo, Dios dice que eres responsable
de amar a Lucía; el amor empieza con el marido, cuyo amor debe reflejar el amor de Jesucristo.» (1Juan 4:19).
Así que, no es hipocresía el trabajar para alcanzar el amor. El decirlo es una mentira de Satanás, que quiere que
creas como algo lógico la falta de sentimientos para no entregarse el uno al otro, justificando el pecado con la
excusa de que la obediencia a Dios sin sentimiento es hipocresía.»
El aconsejar orientado a los sentimientos: El aconsejar orientado hacia los sentimientos (y gran parte de la
consejería actual lo es), es una obra de Satanás, quien derrotó al primer hombre y a la primera mujer por medio
del deseo. El animar a los aconsejados a seguir sus sentimientos antes que obedecer la Palabra de Dios es ponerse
del lado de Satanás, fortalecer el problema original, y dar lugar a las consecuencias que vienen luego del
comportamiento pecaminoso. Es ponerse del lado del problema y sus causas más bien que del lado de la
solución. En vez de esto, un consejero, con Pablo debe afirmar: «No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo
mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias.» (Romanos 6:12) ¿Qué le habría dicho un consejero
orientado a los sentimientos de Esaú? (Génesis 25:27; Hebreos 12:16).
El hacer decisiones: Las dos formas de vida han de ser presentadas con frecuencia delante del aconsejado de
modo antitético (ver el ejemplo de Moisés en Hebreos 11:24-27). Hay que advertir a los aconsejados que no
tomen decisiones ni obren por desesperación.
- Cuando uno está seguro de que el curso de acción que intenta es bíblico, puede actuar; de otro modo,
nunca debe hacerlo debido sólo a los sentimientos. (Ver Romanos 14:23)
- Cuando se ha hecho una decisión sobre la base de la Palabra hay que instar al aconsejado a que no vacile
en ella, aunque las cosas no vayan bien; no importa cuáles sean sus sentimientos.
Los cristianos toman más decisiones equivocadas por seguir un sentimiento pasajero que por ninguna otra cosa (y
dejan las buenas decisiones, por la misma razón).
- Los sentimientos suben y bajan, y tienen altos y bajos.
- Los sentimientos engendrados por otras causas pueden enredarse con una decisión y afectar la forma
como vemos la cosa.
- No hay nada que pueda mantener la vida estable que no sea el vivir según el mandamiento (con
frecuencia a pesar de los sentimientos).
- Los altos y bajos se hacen más fuertes si se permite que pasen a ser la fuerza motivadora de la vida. Sin
embargo, tienden a moderarse a medida que la vida se orienta hacia el mandamiento.
Temas comunes de pecado
1. Adán y Eva pecaron porque rechazaron la Palabra de Dios. Si el rechazo procedió de una rebelión franca o
bien de la falta de fe, no importa mucho. Todo rechazo de la Palabra de Dios, cualquiera que sea el motivo, es en
último término un rechazo de Dios mismo.
2. Este rechazo lleva a consecuencias serias, tanto fuera como dentro.

15
- Fuera, el juicio de Dios, la expulsión del Jardín, la maldición de la tierra, la grieta en las relaciones
interpersonales entre el hombre y la mujer. Éste fue el resultado.
- Dentro, la naturaleza del hombre quedó corrompida: con todas las consecuencias desastrosas que
siguieron de ello, y la mala conciencia se sintió en las respuestas emocionales penosas que desencadenó.

Todos estos resultados, a su vez, pasaron a ser ocasiones para más pecado. Empezaron a experimentar las
complejidades que resultan de un vivir enmarañado. El pecado trajo complicaciones a la vida.
3. El hombre se escapó, empezó a esconderse, a evitar, a disimular. En mil maneras los aconsejados siguen
haciendo lo mismo. Los consejeros cristianos tienen que saber cómo ir a buscar a los hijos de Adán. Los hombres
todavía están escapándose de Dios. A menos que acabe en el arrepentimiento, se esconde.
4. El hombre empezó a poner la culpa en otros. Adán dijo: «La mujer que me diste...» Eva declaró: «La
serpiente...» Los matrimonios se echan la culpa mutuamente, a las circunstancias, a los parientes, etc. En último
término, el hacerlo no implica otra cosa que echar la culpa a Dios. Los consejeros cristianos deben aprender la
forma de enseñar a los aconsejados a tener en claro la responsabilidad propia con respecto a Dios y a los demás.
Entonces: El hombre rechaza a Dios, se vuelve un desgraciado ante Dios a causa de su culpa, se escapa de Dios
y luego (por encima de todo) ¡echa la culpa a Dios por su propio pecado! Y, con frecuencia, éste es precisamente
el estado en que el consejero encuentra al aconsejado.
Sentir y obrar: La discusión del problema del aconsejar en términos de dos caminos de vida, con sus dos
orientaciones y sus dos motivaciones de vida (deseo u obediencia), lleva a la cuestión de la relación del sentir al
obrar. Un pasaje muy relevante se halla en Génesis 4:3-7. Cuando Dios rechaza la ofrenda de Caín (Abel, en
contraste a Caín, había ofrecido las primicias y lo más gordo, esto es, lo mejor), Caín se enojó y «decayó» ( v. 5).
Entonces Dios le preguntó retóricamente a Caín: «¿Por qué ha decaído tu semblante?» y señaló el camino para
superarlo: «Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido?»

Dios establece el importante principio de que el comportamiento determina los sentimientos.

En algunas ocasiones, en lugar de hablar de enfermedad mental, la gente habla sobre «problemas emocionales».
Pero esta manera de hablar lleva tanto al error como la otra. Cuando un aconsejado se siente deprimido o
hipersensible, o ansioso, o mal humorado, el problema no reside en sus emociones, sino en su comportamiento.
Así, las soluciones dirigidas al alivio directo de las emociones (como, por ejemplo, por medio de la utilización de
pastillas o de alcohol), deben ser consideradas tan sólo como un alivio de los síntomas.

Las personas se sienten mal a causa de un mal comportamiento.


Los sentimientos brotan de las acciones.

Esta relación entre sentimientos y conducta queda muy clara en las Escrituras. Por ejemplo, Pedro señalaba
que vivir rectamente produce buenos sentimientos. En 1 Ped 3:10, cita el Salmo 34:12-13 El que quiere amar la
vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el
bien; busque la paz, y sígala. Así que, para tener días buenos, uno debe hacer buenas acciones.
Con esto no se dice que las buenas acciones salven a nadie, o que unas supuestas «buenas obras» realizadas
aparte del poder fortalecedor del Espíritu Santo sean buenas a los ojos de Dios, pero las buenas obras (en todo el
sentido bíblico de la palabra) llevan a buenos días. Pedro habla del valor de mantener una conciencia limpia: ...
para que en lo que murmuran de vosotros como malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra
buena conducta en Cristo (leer 1 Ped 3:16). Según Pedro, una buena conciencia depende de un buen
comportamiento.

Las buenas vidas provienen de las buenas obras.


Las buenas conciencias provienen de un buen comportamiento.

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La conciencia, que constituye la capacidad del hombre de evaluar sus propias acciones, activa unos
desagradables mecanismos internos y otros sistemas de alarma corporales. «Cuando se peca, se siente.» Estas
respuestas sirven para darle la alerta de que debe corregir el comportamiento errado que su conciencia no tolera.
Los sentimientos de malestar son las luces rojas del tablero, es un medio dado por Dios para decirle a los seres
humanos que han violado Sus normas. Alguien dijo que el «sufrimiento psíquico es infligido por el Espíritu
Santo, al crear la convicción de pecado, una convicción que testifica que la ley de Dios ha sido rota».
¿Qué se debe hacer para dar descanso a la conciencia? El verdadero problema con el que uno se enfrenta no
es la conciencia. Ella avisa de que algo va mal con su comportamiento. No existe ningún problema emocional.
La única manera satisfactoria de tratar con la conciencia es la de darle descanso a través del perdón, el hacer
restitución, el efectuar reconciliación, o sea lo que fuere que requiera el caso específico. Una doctora dijo así:
Igual de importante es la creencia de que el paciente puede hacer algo respecto a su comportamiento, y no
solamente hablar de él. Nos hemos hecho la vida más difícil a nosotros mismos y a nuestros pacientes al
postular que tan sólo un cambio de actitud o de motivos cambiará el comportamiento, dejando a un lado la
posibilidad alternativa de que un comportamiento cambiado pueda cambiar actitudes. Concluye ella: «Nuestra
psicología de la introspección ha dejado de lado demasiado a menudo la psicología del hacer.»
Responsabilidad y pecado. Es difícil, para algunos, el reconocer el pecado personal como la raíz y causa de la
mayor parte de los problemas que aparecen en el aconsejar día tras día. Esto es verdad, de modo particular en una
época saturada profundamente de freudianismo. Como Rogers ha enseñado a perder primero el sentimiento,
Freud ha enseñado a legitimizar el echar la culpa a otros. El consejero cristiano tiene que ser firme sobre este
punto, e insistir en la responsabilidad humana.
La influencia de la crianza infantil. Una pregunta: ¿cómo puede hacerse responsable a un niño de cuatro años
por el estilo de vida que ha desarrollado bajo las fuertes influencias del hogar? Por ejemplo, los malos tratos
extremos de los padres ¿no le ponen en desventaja para toda la vida?» ¿No harán los malos tratos que el niño se
desvíe de las pautas normales de vida y que éstas, de modo inevitable, se vuelvan anormales? Parte de la
respuesta a la pregunta de los efectos de los malos tratos del niño, indudablemente se halla en los malos tratos
físicos que, con frecuencia, afectan la vida a futuro. Estos malos tratos incluyen el maltrato sicológico.

No obstante, tenemos que afirmar el hecho bíblico que Dios considera responsables a los niños,
de su pecado, desde el primer día de sus vidas.
«Por naturaleza, hijos de ira» (esto es, con un depósito corrupto con el cual nacimos) (Efesios 2:3b). Son
culpables en Adán (Romanos 5). Además, expresan su naturaleza pecaminosa, al vivir «en los deseos de nuestra
carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos,» (Efesios 2:3a). Hasta qué punto Dios tiene al
niño como responsable es difícil decir, pero el hecho de que lo hace es cierto. David dice: «Mira que en maldad
he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.» (Salmo 51:5) En otro punto escribe: «Torcidos están los
impíos desde la matriz; extraviados y mentirosos desde que nacieron.» (Salmo 58:3).
El hecho de la mortalidad infantil en un mundo en el que Dios ha declarado: «La paga del pecado es la muerte»,
da base a esta doctrina de la culpabilidad moral de los niños ante Dios.

No puede haber dudas Dios tiene a los niños como responsables de su pecado.

El pecado es pecado, tanto si el pecador es joven como si es viejo. Tampoco se trata de si son responsables o no.
De nuevo, lo son. El mismo hecho que los niños no son considerados moralmente neutros a la vista de Dios,
significa que pueden ser considerados responsables de hacer todas las respuestas justas que sea posible para un
niño a cierta edad.
Como pecadores no redimidos, los niños fallarán en responder como debieran responder. De esto son
responsables. Cuando crecen en años, su responsabilidad aumenta a medida que su capacidad para responder
aumenta (es evidente que un niño de tres meses y uno de tres años pueden manejar su vida en dos maneras
distintas). A medida que la capacidad aumenta, no sólo se hace mayor la capacidad para la obediencia, sino
también la capacidad para las respuestas pecaminosas.

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En cualquier punto de su vida, un niño ha de ser considerado responsable
de hacer todo lo que debería poder hacer a esta edad.

Es verdad también que, en todo momento dado, el niño inconverso va a fallar. Su fallo consiste simplemente en
pecado. Además, a medida que la responsabilidad del niño en cuanto a su vida se ensancha y la responsabilidad
de sus padres, guardianes y maestros se estrecha, pasa a ser más y más plenamente responsable, incluso hasta el
punto en que reevalúa y abandona aquellas pautas pecaminosas que ha desarrollado y las que en gran parte
fueron introducidas en su vida por otros.

Los cristianos no aceptan los puntos de vista deterministas de los psicólogos y los psiquíatras, que creen
que el condicionamiento ambiental temprano fija el curso de su vida de tal forma que todo el futuro
comportamiento del niño queda virtualmente determinado por estas fuerzas.

En tanto que las Escrituras reconocen por todas partes el lugar importante que tiene el hábito, y describen
fielmente la dura lucha de deponer los caminos viejos de pecado, al mismo tiempo hacen sonar alto la seguridad
de que por medio de la Palabra y el Espíritu son posibles cambios radicales en cualquier punto de la vida, y al
margen de la historia o fondo vital de una persona. Hay esperanza de grandes cambios en el Evangelio de
Jesucristo.

Por tanto, cuando un niño se hace cristiano, hay que enseñarle que mucho de lo que ha aprendido a hacer
previamente tiene que ser cambiado. La antigua manera pecaminosa de vida, desarrollada por otros y por
él mismo, tiene que ser reemplazada por otras maneras piadosas de vivir.

Hoy se habla mucho sobre la prevención. Naturalmente, los padres piadosos, desde el principio pueden
estructurar modos de vida que disminuyan la necesidad de cambios radicales ulteriormente en el carácter. Pero la
prevención nunca puede reemplazar la conversión.
TRES MODELOS DE SANTIFICACIÓN
Una de las tareas cruciales del aconsejar es convencer a los aconsejados de que en Cristo hay una base bíblica de
esperanza para cambios significativos. Los hábitos de la antigua manera de vivir pueden ser cambiados.
a) El punto de vista wesleyano (perfección cristiana). Una segunda “obra de gracia” catapulta al creyente a un
estado de perfección, sin pecado, que a menudo se conoce como “santificación completa”. Cualquier cosa que no
sea hecha claramente “con intención” o de la cual se ignore, es simplemente un “error”. El crecimiento espiritual
tiene lugar después de la segunda obra de gracia por medio de un incremento en las buenas obras.
b) El punto de vista de Keswick (una vida más elevada o más profunda). Un compromiso (consagración)
post-salvación le permite al creyente entrar en una vida victoriosa y de obediencia consistente. La lucha con el
pecado continúa, pero es disminuida considerablemente por la nueva verdad que ha sido entendida y aceptada. El
crecimiento espiritual tiene lugar después de eso, principalmente por una confianza pasiva en la obra de Dios,
representada apropiadamente por el eslogan: “Rendirse y entregárselo a Dios”.
c) El punto de vista bíblico de la santificación progresiva (comúnmente conocido como el punto de vista
reformado). Es un ciclo de pecado, arrepentimiento, renovación y crecimiento hacia la semejanza a Cristo, que
dura toda la vida y que solo estará completo cuando estemos con nuestro Señor (Romanos 6-8). Esto se logra a
través de la disciplina activa del mismo creyente, quien confía en que el Espíritu Santo le da la energía para sus
esfuerzos (Filipenses 2:12-13, Hebreos 5:13-14).

La Confesión de Westminster, capítulo XIII, declara: I. Aquellos que son llamados eficazmente y
regenerados, teniendo creados un nuevo corazón y un nuevo espíritu en ellos, son además santificados real y
personalmente por medio de la virtud de la muerte y la resurrección de Cristo, por su Palabra y Espíritu que
mora en ellos; el dominio del pecado sobre el cuerpo entero es destruido, y las diversas concupiscencia de él son
debilitadas y mortificadas más y más, y los llamados son más y más fortalecidos y vivificados en todas las
gracias salvadoras, para la práctica de la verdadera santidad, sin la cual ningún hombre verá al Señor. II. Esta
santificación se efectúa en todo hombre, aunque es incompleta en esta vida. Todavía quedan algunos remanentes
18
de corrupción en todas partes, de donde surge una continua e irreconciliable batalla; la carne lucha contra el
Espíritu, y el Espíritu contra la carne. III. En dicha batalla, aunque la corrupción que aún queda puede
prevalecer mucho por algún tiempo, sin embargo, a través del continuo suministro de fuerza de parte del
Espíritu Santificador de Cristo, la parte regenerada triunfa: y así crecen en gracia los santos, perfeccionando la
santidad en el temor de Dios.

Muchas personas que afirman creer en el punto de vista bíblico, sin embargo,
prácticamente caen en los mismos errores de los otros dos enfoques.

(a)Se hacen eco tanto del punto de vista wesleyano como de Keswick, porque parecería que están esperando una
experiencia espiritual de poder que les quite los impulsos del pecado y elimine la necesidad de una autodisciplina
continua. (b) Se hacen eco del punto de vista wesleyano, específicamente cuando admiten que pecamos “todo el
tiempo”, pero rara vez lo confiesan o piden perdón. (c) Se hacen eco del punto de vista de Keswick,
específicamente cuando “dejan ir” las cosas y se las “dejan a la Palabra de Dios”, pensando solo recibiendo la
enseñanza de las Escrituras, sin ponerlas en práctica, los cambiará.

CÓMO CAMBIAN Y MADURAN LOS CREYENTES


Efesios 4:17-32

EL PROCESO: Despojarse Ser renovados en la mente Vestirse

Introducción: ¿Cuándo un chismoso/calumniador deja de ser un chismoso/calumniador? ¿Cuándo un gritón deja


de ser gritón? ¿Cuándo una persona callada deja de ser callada? ¿Cuándo un mentiroso deja de ser mentiroso o
un ladrón deja de ser ladrón?
I. Aprender la Palabra de Dios es fundamental para el cambio (v.20-21)
A. La Palabra de Dios nos desafía a ser diferentes “Pero vosotros no habéis…” Ver 4:1—cuando usted se hace
creyente, el resultado es un corazón transformado.
B. La Palabra de Dios es fundamental porque me enseña a ser un discípulo (aprendiz) de Jesucristo (v.20-21)
C. La Palabra de Dios es fundamental porque me enseña a enfocarme en Cristo. “Cristo”—Él es la meta (ver 1:3)
Hebreos 12:2
D. Esta es la enseñanza consistente de la Palabra. Santiago 1:21-22

Principio: El cambio no puede ser mayor que su conocimiento y aceptación de la Palabra de Dios.

II. Debemos tomar la decisión de “despojarnos” del viejo hombre, porque sabemos que tenemos una nueva
posición en Cristo (v.22).
A. Haga una acción decisiva—“Despojarse” o mortificación del pecado—“hacer morir” (Colosenses 3:5). Esto
significa que debo asumir una responsabilidad personal en el acto.
B. ¿De qué me quiero despojar de mí mismo? —“el viejo hombre”

Principio: Dios está en el negocio del cambio.


No debería hablar como el “viejo hombre, si mi corazón ha cambiado.

C. ¿Por qué debo despojarme de mí mismo? “se corrompe según los deseos engañosos”. Deseos engañosos—por
ejemplo: prometen paz, felicidad y alivio, pero producen tristeza, aflicción, dolor.
III. El cambio tendrá lugar mientras seamos renovados en el espíritu de nuestras mentes (v.23)
A. La acción es renovación—una condición nueva, refrescante (2 Corintios 5:17)
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B. El tiempo—tiempo presente, acción continua (2 Corintios 4:16-18)
C. El lugar—el espíritu de la mente (los pensamientos, actitudes, deseos de la persona interior). Esto es
equivalente al “corazón”.
 El “corazón” tiene “pensamientos” e “intenciones” (Hebreos 4:12).
 Los deseos cambian/el corazón cambia. Ver Romanos 12:1-2
 Cómo influye el corazón en la comunicación (Mateo 12:33-34)
 En realidad, la esencia de todo es la adoración –Mateo 6:21
D. Los facilitadores de la renovación

 La victoria en Cristo ya es un hecho—Romanos 6 (ver 2:8-10)


 La Palabra—Juan 8:31-32 (versículo 32; “conoceréis”)
 El Espíritu- 2 Corintios 3:18 (escribe la ley en nuestros corazones—Jeremías 31:33; Ezequiel
36:25-27), y su llenura (Efe. 5:18-19)

Principio: La verdadera libertad proviene del estudio completo y la obediencia a la Palabra de Dios,
mientras el Espíritu Santo lo aplica a nuestras mentes.

IV. El cambio estará completo cuando uno se vista con el nuevo hombre (v.24 [el nuevo hombre es Cristo,
vea Colosenses 3:10-11]).
A. Siga el proceso (siga las direcciones con precisión—cada paso es crucial)
 Despojarse, ser renovados, vestirse—la ropa nueva no queda bien si se la pone encima de la vieja.
 Ser renovados—no puede saltarse este paso, o habrá hipocresía (cambio externo sin cambio interno).
 Vestirse—no puede quedarse en los dos anteriores; si no, no ha habido un cambio verdadero.
 Comúnmente “Vestirse” es lo opuesto de lo que uno se “despoja”.
B. Para esto se necesita disciplina, con las motivaciones internas correctas (I Tim. 4:7).

 Deleite por encima de obligación; el flujo general de mi vida es uno que desea al Señor por encima de
todo los demás, a pesar de que, a veces, cedo a los deseos de la carne.
 Hay que perseverar, con consciencia de que es un proceso (I Co 9:24-27)
Martín Lutero: Esta vida, por tanto, no es de justicia, sino de crecimiento en la justicia. Todavía no somos los
que debemos ser, pero estamos creciendo hacia ese objetivo; el proceso todavía no está terminado, pero está
avanzando. Este no es el fin, sino que es el camino. No todo brilla en gloria todavía, sino que todo está siendo
purificado. Jay Adams: “Las Escrituras ofrecen la esperanza, direcciones y metas que necesitamos; el Espíritu
Santo provee el poder; y la disciplina cristiana es el método”.
V. Ejemplos del proceso integral (v.25-32)
A. Hablar la verdad (v.25)
B. Ira (v.26-27)
C. Robar (v.28)
D. Comunicación incompleta (v.29-30)
E. Amargura, etcétera (v.31-32)
VI. Cuatro principios de la comunicación basados en los versículos 25-32.
PRINCIPIO 1—Sea honesto (Efesios 4:25)
a) Hable: 1. Un imperativo en griego (es decir, un mandato): “Hablad”. 2. ¿Por qué? La gente no nos
puede leer la mente. 3. Quedarse callado no es una opción para el cristiano. Esto incluye evitar y evadir.

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b) Hable la verdad: 1. El verbo está en tiempo presente—acción continua. (Ver también Efesios 4:15;
Colosenses 3:9). 2. La honestidad es más que no mentir. Otros ejemplos de deshonestidad incluyen: (a)
Exageración. (b) Evasión. (c) Verdades a medias
c) Hable la verdad en amor (Efesios 4:15): 1. Preocúpese de lo que dice. 2. Preocúpese de cómo lo
dice. 3. Preocúpese de qué tanto dice. 4. Preocúpese de cuándo lo dice.
d) Conviértase en un hábil oidor (ejemplos de técnicas para escuchar y comunicación): 1.
Aclaración. 2. Reflexión
PRINCIPIO 2—Manténgase al día (v. 26-27)
a) El no tratar de resolver rápidamente los problemas de cada día es pecado. No deje los
problemas para mañana (Ver Mateo 6:34).
b) El no resolver rápidamente los problemas: 1. Abre el camino al resentimiento, el odio y la
amargura. 2. Distorsiona los próximos problemas. 3. Pone en peligro la relación sexual. 4. Establece el
escenario para el desaliento espiritual
c) Preguntas que se debe hacer antes de sacar a colación un conflicto: 1- Proverbios 18:13,15. 2-
Proverbios 27:6; Mateo 12:34b. 3- Mateo 7:1-5. 4- Efesios 4:15; Proverbios 15:1. 5- Proverbios 15:23b;
25:11. 6- Proverbios 3:5; Filipenses 4:6,7; I Tesalonicenses 5:17
PRINCIPIO 3—Ataque al problema, no a la persona (vv. 29-30).
a) “Palabra mala (corrompida)”: 1. Palabras que golpean, 2. Palabras que evitan el conflicto, 3.
Palabras que entristecen al Espíritu Santo. Principio en forma de pregunta: ¿Las palabras que uso llevará
a la otra persona por el camino de la santificación?
b) Palabras que edifican: 1. Palabras que edifican o construyen, 2. Palabras que lidian con lo que la
persona dice o hace, 3. Palabras que ayudan a llegar a una solución
c) El principio “Paciencia”
PRINCIPIO 4—Actúe, no reaccione (vv. 31-32).
a) Reacciones (v. 31): 1. Actitudes y acciones de las que debemos despojarnos: (a) Amargura. (b) Ira. (c)
Enojo. (d) Reclamos. (e) Calumnias. (f) Malicia. 2. La tendencia natural de nuestra naturaleza
pecaminosa natural es ponernos a la defensiva en vez de lidiar con nuestros pecados (transferencia de
culpa, huir, reaccionar, etcétera)
b) Acciones (v. 32). Principio: Romanos 12:21. 1. Actitudes y acciones con las que debemos vestirnos:
a) Amabilidad. b) Misericordia. c) Perdón, 2. Solo es a través del Espíritu Santo que podemos aprender a
ser así.
c) Los conflictos se resuelven cuando actuamos en vez de reaccionar.
Conclusión: En base a lo que acaba de oír enumere cinco áreas en las que necesita trabajar. ¿Cuáles son los dos
aspectos principales? ¿Cómo trabajará en ellos? ¿Cuándo empezará? Ahora escriba una oración de compromiso
con el Señor, en base a lo que acaba de decidir.
*Recurso recomendado: La guerra de las palabras por Paul Tripp.
(descarga: https://melitzyn.files.wordpress.com/2015/05/163-la-guerra-de-palabras.pdf)

CAMBIANDO EL PASADO
Algunas personas se centran en el pasado. Por lo tanto, el cambio va a ser imposible. No es el pasado que es
necesario tratar; en realidad el pasado ya no existe. No es el pasado que hay que cambiar; es al aconsejado. Los
consejeros tienen que ayudar a los aconsejados a enfocarse, no en el pasado, sino en los efectos del pasado en el
presente.
El pasado tiene que ser tratado en el presente, por medio del perdón, la rectificación, la reconciliación, y otros
cambios que es necesario hacer hoy. Los consejeros, pues, deben evitar el dejarse entrampar por la red de la
preocupación, la culpa, la conmiseración propia, el desánimo, los lamentos en que algunos aconsejados se han
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empantanado. Si ellos se dejan atrapar en las redes de «lo que podría haber sido», serán incapaces de ayudar a sus
aconsejados a que se liberen ellos mismos.
Más bien, la tarea del consejero cristiano es llamar al arrepentimiento, que es una llamada al cambio, un cambio
de mentalidad que lleva a un cambio de la vida. El arrepentimiento difiere de la mera pena por las consecuencias
finales de su pecado (remordimiento). Esaú sentía pena por las consecuencias finales de su pecado, pero no
estaba verdaderamente arrepentido (Hebreos 12:16-17). Por otra parte: «La tristeza que es según Dios produce
un arrepentimiento para salvación del que no hay que tener pesar.» (2 Corintios 7:10) En el verdadero
arrepentimiento, el Espíritu Santo siempre efectúa cambio.
Pablo lo describe cuando dice que ha predicado a los gentiles en la esperanza de que «se arrepintiesen y se
convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento» (Hechos 26:20). De esta manera, el verdadero
consejero llama al aconsejado a no persistir en el pasado, sino a tratar la culpa presente y los otros efectos del
pasado ahora, de modo que el pasado pueda ser olvidado y enterrado y, «olvidando el pasado», el aconsejado
pueda ser ayudado a «proseguir hacia lo que hay delante» (Filipenses 3:13-14).
EL CAMBIO... ES UN PROCESO DE DOS FACTORES:

Los aconsejados, junto con sus consejeros, deberían identificar pronto una lista de pautas habituales pecaminosas
en la columna de la izquierda que Dios, en las Escrituras, dice que hay que quitarse o eliminar. Las pautas
bíblicas correspondientes a añadir o adoptar deberían ser enumeradas en la columna de la derecha. La
identificación temprana de ellas puede clarificar la obra que es necesario hacer y mantenerlo todo en el rumbo
correcto.
ELEMENTOS DE DESHABITUACIÓN Y REHABITUACIÓN
Supongamos que un aconsejado ha dado el paso y se ha decidido a cambiar y que entiende que necesita las dos
cosas, «quitarse» y «ponerse»; ¿qué pasa después? ¿en qué forma tiene lugar la deshabituación y rehabituación
de un aconsejado? Una forma de ver el problema es pensar en los pasos o elementos implicados en los procesos.
Hay por lo menos siete elementos implicados en el cambio bíblico. No son pasos sucesivos, la mayoría de ellos
han de ser introducidos en el proceso del aconsejar y perseguidos simultáneamente.
Los elementos son como sigue:
1. Darse cuenta de la práctica (pauta) que es necesario quitarse, a la que hay que deshabituarse.
2. Descubrir la alternativa bíblica.
3. Romper los eslabones de la cadena de pecado.
4. Estructurar toda la situación para el cambio.
5. Conseguir ayuda de otros.
6. Insistir en la relación personal con Cristo.
7. Practicar la nueva pauta.

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1. Darse cuenta de la práctica (pauta) que es necesario quitarse, a la que hay que deshabituarse. Los tres
problemas fundamentales de un hábito se resumen diciendo que la práctica habitual ha pasado a ser una
«segunda naturaleza». Esto significa:
1º Que el aconsejado se siente cómodo con la práctica. Ya no se siente incómodo cuando lo hace.
2º El aconsejado, de modo automático, responde a ciertas situaciones (o estímulos) de una forma habitual.
3º El aconsejado realiza la práctica (o, por lo menos, empieza a hacerlo) sin una decisión o idea
consciente.
De modo que, es importante que el aconsejado se dé plena cuenta de la naturaleza, frecuencia y ocasiones de
la práctica. A menos que sepa exactamente lo que está haciendo, no va a saber cómo corregir la práctica.
2. Descubrir la alternativa bíblica. Los consejeros tienen que conseguir la habilidad en ayudar a los
aconsejados a localizar las alternativas bíblicas. Los consejeros también deben desarrollar la habilidad de
traducir los principios de las Escrituras en aplicaciones concretas a las circunstancias específicas de las
situaciones de la vida.
3. Romper los eslabones de la cadena de pecado. Muchos aconsejados piensan cambiar sólo en términos de
eliminar el problema que se ha desarrollado. Cuando piensan de esta manera, se desaniman. Una mujer puede
considerarse fuera de control, porque grita a los niños y produce escándalos. Sin embargo, se llegó a este
punto por pasos. Si bien incluso en el punto de explosión es posible conseguir tener control de la ira, es
mucho más fácil romper el primer eslabón de la cadena de pasos que conducen a este punto. Es por esto que
ayuda a los consejeros el romper una actividad en sus pasos previos.
Cuando las Escrituras hablan de control o dominio propio, con frecuencia quieren decir esto: El que
comienza la discordia escomo quien suelta las aguas; deja, pues, la contienda antes que se enrede
(Proverbios 17:14); La blanda respuesta calma la ira; más la palabra áspera hace subir el furor
(Proverbios 15:1); y El necio da rienda suelta a toda su ira, más el sabio al fin la sosiega (Proverbios
29:11).
Hay siempre por lo menos dos puntos en los cuales uno puede detener una acción:
a. En el punto de resistencia. El cerebro le permite al hombre aplazar la respuesta y escoger un curso de
acción.
b. En el punto de restricción. El aconsejado no siempre consigue rechazar la respuesta pecaminosa.
Algunas veces, antes de darse cuenta de lo sucedido, siente que dentro suyo empieza a arder en deseos de
venganza. Sólo después, puede que se dé cuenta de que en su corazón está surgiendo el odio. ¿Qué puede
hacer? Bien, incluso si ha pecado en su corazón, no es necesario que permita que este pecado siga su
curso. Puede restringirlo y frenarlo de tal modo que el aconsejado pueda obtener dominio de sí mismo,
que el Espíritu desarrolla en los creyentes. Es precisamente con estas pruebas que el dominio propio se
desarrolla cuando uno lo practica (2 Pedro 1:10b).
¿Cómo se realiza esta obra restrictiva en la práctica? Consideremos lo siguiente: En las muchas palabras,
no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente (Proverbios 10:19; ver también 21:23; 13:3);
y El que ahorra palabras tiene sabiduría; de espíritu prudente es el hombre entendido (Proverbios
17:27; ver también Santiago 1:19); y El corazón del justo piensa para responder; mas la boca de los
impíos derrama malas cosas (Proverbios 15:28).
- El pensar antes de obrar o de hablar es un elemento esencial de la restricción del mal. Si no se puede
hablar con calma, es mejor que la cosa se enfríe. El considerar la forma de contestar es también
importante.
- Si uno ha pecado en el corazón, primero tiene que pedir perdón a Dios; luego, habiéndolo hecho puede
buscar su ayuda para hacer frente a la situación bíblicamente. El tiempo que se necesita para hacer todo
esto es usado por Dios, con frecuencia, para calmar la tensión.

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4. Estructurar toda la situación para el cambio. Si busca liberación del hábito de fumar, debe dejar de
comprar cigarrillos. Si quiere vencer una vida con pensamientos impuros, debe dejar de mirar lo que no debe.
Si quiere librarse del mal carácter, debe abandonar la compañía de otros que tienen problemas similares
(Proverbios 14:7; 22:24-25). Así que la estructura de las actividades de uno, ambiente y asociaciones deben
estar en consonancia con su deseo de poner fin a la práctica pecaminosa.
Es igualmente importante, puesto que el cambio es de dos factores, que estructure la nueva práctica que
quiere desarrollar. Si desea aprender a resolver los problemas, en vez de permitir que se acumulen
resentimientos, debe tomar tiempo cada día para resolverlos con los otros miembros de la familia. Si procura
desarrollar hábitos regulares de estudio de la Biblia y oración, tiene que hacer un horario para ellos, y si es
necesario, incluso colocar un recordatorio en un lugar donde lo vea cada día. Si desea hacer nuevos amigos
cristianos que puedan actuar como modelos positivos para su conducta, tiene que unirse a una congregación
cristiana sana y asistir regularmente a los servicios.
Así, uno ha de poner en orden apropiado su ambiente, compañías, planes, actividades, o cualquier otro
impedimento en su vida que pueda ser ocasión de pecado, para que faciliten el aprender acerca de la nueva
forma de vida en Dios. Ha de estructurar su vida con miras a quitar los impedimentos a la nueva vida y
facilitarla, así como añadir impedimentos a los viejos caminos y quitar las cosas que los facilitaban.
5. Conseguir ayuda de otros. El cambio es difícil para un hombre de cincuenta años, y es difícil para un niño.
Una vez una pauta ha pasado a ser un hábito, ha pasado a ser casi parte de nuestra naturaleza. Los hábitos son
una bendición y una maldición, según su carácter. Somos bendecidos por no tener que pensar cada mañana
cuando nos abrochamos la camisa. Lo hacemos automáticamente, porque ha pasado a ser habitual en
nosotros. Lo mismo, sin pensar, respondemos en un arrebato, mutismo, internalizamos resentimientos, etc.,
según las pautas de vida pecaminosas que hemos desarrollado. Todos tenemos que curarnos de estos hábitos.
Un niño, al principio, necesita que se le recuerde que recoja sus medias cuando se los quita por la noche, si ha
de aprender este buen hábito. Cuando empieza a hacerlo por su cuenta, las palabras de aprecio le estimulan.
Del mismo modo, cuando los adultos intentan reemplazar una respuesta pecaminosa por otra bíblica, que es
agradable a Dios, con frecuencia necesitan recordatorios y estímulo. Los cristianos adultos algunas veces
piensan que ya no necesitan esta ayuda. Generalmente los que fallan en aceptar la ayuda disponible (de un
amigo, un miembro de la familia, etc.) acaban con resultados pobres. Con frecuencia, detrás de la objeción
está el orgullo. Hay dos versículos que son útiles en este punto: 1 Corintios 10:12: «El que piense estar
firme, mire no caiga», y Proverbios 16:18: «Delante del quebrantamiento va la soberbia, y delante de la
caída, la altivez de espíritu.» Las Escrituras hacen énfasis continuamente en la necesidad de ayuda mutua.
6. Insistir en la relación personal con Cristo. Hay que evitar manipulaciones mágicas. Es posible que los
aconsejados se centren en el cambio y se olviden del hecho más básico de que todo tiene que hacerse para
agradar a Dios y vivir para honrar a su Hijo Jesucristo.
Deben ser estimuladas la lectura de la Biblia y la oración, y la comunión con el pueblo de Dios en una base
regular. La disciplina del estudio de la Biblia, la oración y la comunión regulares, y el servicio en la iglesia,
son esenciales para todo crecimiento, y forman no sólo el terreno apropiado sobre el cual se pueden manejar
tareas específicas, sino que proveen también el sostén regular necesario para la vida cristiana sana.
7. Practicar la nueva pauta. Las pautas no se desarrollan automáticamente. Pasan a ser parte de la vida de uno
por medio de la práctica. Jotam «se hizo fuerte, porque preparó sus caminos delante de Jehová su Dios» (2°
Crónicas 27:6). La santidad no viene de modo instantáneo. La Biblia dice claramente la forma en que viene
la piedad. Pablo escribió: «Ejercítate para la piedad» (1 Timoteo 4:7). La disciplina es el secreto de la
piedad.
No cabe duda que gran parte del aconsejar falla por el descuido de la disciplina. En 2 Timoteo 3:16 el
consejero no debe olvidar el hecho que Pablo dice que la Escritura no sólo provee lo necesario para enseñar
lo que Dios requiere, sino también lo necesario para redargüir al aconsejado de su pecado, y la ayuda esencial
para corregirle, y finalmente lo que le capacita para enseñar al aconsejado en la justicia. No basta con saber
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lo que Dios requiere, que se ha fallado en cumplir los requerimientos y la forma en recuperarlos. Es de la
máxima importancia aprender a vivir de tal forma que uno no caiga una y otra vez en las pautas antiguas. El
enseñar o entrenar en la justicia, pues, no debe ser descuidado.
El alimento sólido es para los que son maduros, los que a fuerza de práctica están capacitados para
distinguir entre lo bueno y lo malo. (Heb 5:14)
LA MOTIVACIÓN PARA EL CAMBIO
A los aconsejados suele faltarles la motivación. La pérdida de la esperanza, la falta de paciencia, y la mera
dificultad de hacer cambios es la causa de esta falta. Los fallos pecaminosos de todas clases contribuyen al
problema. El consejero cristiano, pues, para poder efectuar cambios, ha de familiarizarse con los conceptos
bíblicos de la motivación.
La vida cristiana no es estática; es una vida de cambio. El cambio está en la esencia de su santificación, que
consiste en el proceso de eliminar las formas pecaminosas de vida, y revestirse de las piadosas. Pero un cambio
así es difícil; no es fácil «decir no al yo» (quitarlo, desvestirse de él) y «sí» a Jesús (ponérselo, vestirse de Él).
Esta negativa al yo se describe como «tomar la cruz». La cruz era un instrumento de muerte. La santificación
requiere una crucifixión diaria de los deseos propios. Esto es difícil. Pablo describe esta lucha por el crecimiento
en Ro. 7:14-25.
En tanto que hay victorias posibles en la lucha por medio de Cristo (v. 25), no son fáciles y no vienen sin batallas
diarias que implican este sacrificio de uno mismo. Todo cambio es difícil, y tiene que haber una motivación
poderosa para hacerlo. Como el cambio viene sólo gradualmente y a través de una resistencia paciente, tiene que
haber esperanza. ¿A qué fuente de motivación puede volverse el consejero para dar esperanza al aconsejado y
llevarle a emprender y mantener la acción bíblica?
1. Por causa de las misericordias de Dios. Lo definitivo es señalar a Cristo al aconsejado. Debido a Cristo y
sus «misericordias», todo creyente puede ser instado a que viva santamente (ver Ro. 12:1). ¿Hay alguna
forma en la cual estas misericordias redentoras puedan ser hechas vivas, urgentes, al aconsejado cristiano? La
respuesta a esta pregunta se halla en Ef. 4:1 y sig., y en el pasaje paralelo de Colosenses. Siguiendo una
notable discusión de tres capítulos sobre las misericordias de Cristo para los suyos, al planear y proveerles su
redención, Pablo hace transición a la segunda parte de la epístola en la que insta a los creyentes a que vivan
cristianamente, con estas palabras:
Yo, pues, preso en el Señor, os exhorto a que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis
llamados.
El argumento de Pablo es claro. Por el hecho de su alta vocación en Cristo, el creyente debe vivir de modo
distinto. Tiene que vivir una vida congruente con aquello a lo que ha sido llamado, y esta vida es una vida
que refleja la vida de Cristo. «Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en
Cristo Jesús, Señor nuestro» (Ro. 6:11). Fuimos, pues, sepultados juntamente con él para muerte por medio
del bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros
andemos en novedad de vida (Ro. 6:4). Las exhortaciones de Pablo es ser lo que ya somos en Cristo y por
Cristo.
2. Por el Premio y/o Castigo. Las misericordias de Dios deberían ser tenidas como una alta motivación en el
aconsejar. Pero en su amorosa misericordia el Padre ha decidido también motivar a sus hijos por medio de
premios y castigos. En Ef. 6:2-3 dice Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con
promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. En tanto que es verdad que la promesa
también implica una advertencia («Si no lo haces, no vivirás largo tiempo» Ef. 6:3). Dios enseña que los
hijos deben ser motivados no sólo por el castigo, sino también por la esperanza del premio (que no es lo
mismo que soborno).
Dios premia (Hebreos 11:6): En el A.T. se dice de aquellos que buscaban a Dios fueron recompensados.
2Cron. 26:5 Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en estos
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días que buscó a Jehová, él le prosperó. 2Crón. 31:21 En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de
Dios, de acuerdo con la ley, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado. Se entiende por
“buscar” obedecer la Palabra de Dios. Por lo tanto, el concepto es bíblico.
Dios castiga (Hebreos 12:6): ha de saber el aconsejado que si persiste en su desobediencia (negarse a
practicar la palabra de Dios para cambiar sus actitudes pecaminosas), será disciplinado por Dios mismo. E
incluso podría ser pasible de disciplina eclesiástica (Mateo 18:15-17)
3. Por complacer al Señor. Además de los tres factores motivacionales mencionados antes, consideremos las
palabras de Pedro: «Por causa del Señor someteos...» (1Ped 2:13), «...a causa de la conciencia delante de
Dios...» (1Ped 2:19), y «...si padecéis por causa de la justicia...» (1Ped 3:14). Pablo advierte a los esclavos:
Obedeced... no sirviendo al ojo, como los que sólo quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero,
temiendo a Dios... hacedlo de corazón como para el Señor, y no para los hombres... porque a Cristo el Señor
servís (Col. 3:22-24).
El consejero puede apelar al cristiano a que viva rectamente no meramente por temor de la pérdida o la
expectativa de recompensa, no sólo por lo que Cristo ha hecho por él y lo que ha pasado a ser, sino, más allá
de esto, simplemente por complacer a Dios; «por amor a su nombre».
En tanto que Pablo, como Pedro, invoca el amor de Dios y el honor de su Nombre ante el cristiano como
motivo, nunca desprecia los otros factores motivacionales.
La elección de un método para motivar
¿Cómo decide el consejero el método motivacional para un caso dado? La respuesta es doble. Primero, no
siempre tiene la necesidad de decidir entre varios métodos y medios de motivar a los aconsejados. Esto es, una
posibilidad no tiene por qué excluir a la otra. Todos los medios bíblicos pueden ser usados, y, como ya hemos
visto, más de un medio puede ser usado en conjunción con la misma apelación. Un estudio cuidadoso de
Hebreos 13 revela un enfoque de múltiples factores poderosos a la motivación. Segundo, cuando se selecciona
uno o más de los medios bíblicos con preferencia a otros, el consejero puede hacerlo a partir de las siguientes
consideraciones:
a) Si los datos han revelado que un medio es más productivo que otros para motivar al aconsejado en el
pasado, probablemente habría que optar por éste. Lo más probable es que este medio una vez más sea el
resorte principal para la motivación. Naturalmente, tiene que ser legítimo bíblicamente.
b) El consejero debe animar al aconsejado a considerar razones adicionales para actuar siempre que sea
necesario.
c) La motivación que es orientada a uno mismo tiene que ser cambiada por otra que esté orientada a otro
(por amor del nombre de Dios y el bienestar del prójimo). Este cambio puede exigir una confrontación
que lleve al arrepentimiento.

Es imposible evitar la motivación en el aconsejar.

EL ESPÍRITU SANTO EN LA CONSEJERÍA BÍBLICA


Las Escrituras en ninguna parte aconsejan a la gente buscar respuestas mirando a su ser interior. En realidad, ellas
explícitamente nos enseñan que somos pecadores y debemos desconfiar de nuestros propios corazones:
«Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la
mente, que pruebo el corazón […]» (Jer 17.9-10). Lamentablemente, la psicología y las terapias mundanas han
usurpado el papel de la santificación en la manera de pensar de ciertos cristianos. Santificación psicológica ha
llegado a sustituir la vida llena del Espíritu. Pero ¿puede la psicoterapia realizar algo que el Espíritu Santo no

26
pueda? ¿Podrá un terapeuta terrenal lograr más que el Consolador celestial? ¿Será de mayor ayuda la enmienda
de conducta que la santificación?
Para entender el papel crucial que juega el Espíritu Santo en satisfacer las necesidades íntimas de la gente,
debemos volver a lo que Jesús enseñé a sus discípulos cuando por primera vez les prometió enviarles el Espíritu
Santo en Juan 14.16-26.
Un ayudador divino. La palabra traducida «otro» da la clave para entender la naturaleza del Espíritu Santo.
Significa «otro de la misma clase». Jesús estaba prometiendo enviar a sus discípulos un Ayudador exactamente
igual que El: Un Ayudador compasivo, amante y divino. Ellos habían estado dependiendo del ministerio que les
había brindado Jesús. Él había sido su Maravilloso Consejero, Maestro, Líder, Amigo y les había mostrado al
Padre. Pero de ahora en adelante tendrían otro Consolador, uno igual que Él, que supliría las mismas necesidades
que Él había satisfecho.
Una guía a la verdad. Es digno de notar que Jesús se refirió al Espíritu Santo como «el Espíritu de verdad» ( v.
17). Es imposible para seres pecadores conocer o entender ninguna verdad espiritual. Según 1 Co 2.10, 12 y 14
el no regenerado no tiene acceso a la percepción espiritual. No puede comprender verdades espirituales porque
está espiritualmente muerto (Ef 2.1), incapaz de responder a nada, excepto a sus pasiones pecaminosas. Los
creyentes, en cambio, reciben una permanente enseñanza espiritual de parte de Dios mismo ( Jn 6.45). En
realidad, buena parte del ministerio del Espíritu a los creyentes involucra el enseñarles ( Jn 14.26; 1 Co 2.13; 1
Jn 2.20, 27); guiándoles hacia la verdad de Cristo (Jn. 6.13-14) e iluminando la verdad para ellos (1 Co 2.12).
Esta promesa de nuestro Señor revela al Espíritu Santo como un Maestro sobrenatural que ministra la verdad a
los corazones en que habita. El Espíritu nos guía a la verdad de la Palabra de Dios. Él nos enseña, afirma la
verdad en nuestros corazones, nos convence de pecado y, con frecuencia, lleva a la mente verdades y
declaraciones específicas de las Escrituras que son aplicables a nuestras vidas.
La presencia interior. Juan 14.17: «Porque mora con vosotros y estará en vosotros». Nuestro Señor estaba
prometiendo que el Espíritu Santo haría una permanente e ininterrumpida morada dentro de sus discípulos. Esto
no solo significaba que el Espíritu estaría presente con ellos; la verdad más preciosa era que Él dentro de ellos en
forma permanente.
Esta verdad de la habitación permanente del Espíritu es una de las maravillosas realidades del Nuevo Pacto.
Ezequiel 37.14 la profetizó: «y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis». En el Antiguo Testamento, el Espíritu
Santo estuvo, con frecuencia, presente con los creyentes, pero no habitó en ellos. Además, su presencia parecía
ser condicional; por eso David oró: «no quites de mí tu Santo Espíritu» (Salmo 51.11).
En la era del Nuevo Testamento, en cambio, tienen un Paracleto que habita permanentemente, no con sino en
ellos. En verdad, la habitación interior es una de las pruebas de nuestra salvación: «Mas vosotros no vivís según
la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de
Cristo, el tal no es de Él» (Ro 8.9).
Unión con Cristo. En Juan 14.18-19 Jesús continuó: «No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un
poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis». Cristo sabía que dentro de unas horas sería
crucificado. Pero reafirmó a los suyos que Él no los dejaría definitivamente. Ellos seguirían contemplándole. ¿En
qué sentido serían ellos capaces de verle? Esta promesa parece ligada a la venida del Espíritu Santo para habitar
en ellos. Lo que Jesús parece estar diciendo es que Él estaría presente en sus discípulos mediante la habitación
del Espíritu Santo.
Compare esto con la promesa que les dio antes de su ascensión: «y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo. Amén» (Mt 28.20). ¿En qué sentido estaría con sus elegidos? ¿Y en qué sentido ellos le
«verían» a Él? La respuesta parece ser que Él también habitaría en ellos a través del Espíritu Santo.
El amor de Dios. Hay por lo menos un aspecto más importante de la promesa de Jesús a sus discípulos aquella
noche: «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi
Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él» (Jn 14.21). Aquí Jesús está haciendo eco de una declaración que
27
había expresado unos versículos antes: «Si me amáis, guardad mis mandamientos», (v. 15); luego amplió esta
verdad tornándola en una promesa del amor que el Padre mostraría para con aquellos que siguieran al Hijo.
Es el Espíritu obrando dentro del creyente el que lo mueve a amar y obedecer a Cristo: «El amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado» (Ro 5.5). El Espíritu habita en el
creyente produciendo deseos y afectos santificados y derramando el amor de Dios en su corazón. El creyente así
ama a Cristo y se esfuerza por obedecerle.
Esto trae a colación una cuestión esencial para la consejería bíblica. ¿Puede el consejero bíblico ofrecer una
ayuda significativa a los no creyentes? Si el Espíritu Santo no mora en él; si la persona no está en comunión con
el Padre ni con el Hijo; ¿podrá cierta cantidad de consejos ayudar a resolver los problemas que, en principio,
movieron al individuo a procurar ayuda? La respuesta parece obvia. Por tanto, la absoluta prioridad del consejero
bíblico será determinar si el aconsejado es creyente.
El poder de Dios. Luc 24:49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros
en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. Este poder espiritual:
- Da a los hombres valor para reprender el pecado: Miq. 3:8 Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu
de Jehová, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado.
- Más poderoso que las fuerzas físicas: Zac. 4:6 Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es
palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho
Jehová de los ejércitos.
- Jesús, el ejemplo supremo de poder: Luc. 4:14 Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se
difundió su fama por toda la tierra de alrededor.
- Acompaña al bautismo del Espíritu Santo: Hch. 1:8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre
vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo
último de la tierra. (Hch_2:2)
- Capacita a los hombres a hablar con autoridad: Hch. 4:33 Y con gran poder los apóstoles daban
testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. (Hch_6:8)
- Capacita para enfrentar el poder satánico: Hch 13:9-10 Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno
del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del
diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?
- Llena la vida de influencias sanadoras: Hch. 19:11 Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano
de Pablo. Hch. 19:12 de tal manera que aún se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su
cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían. (1Co_2:4; Efe_3:16; 1Ts_1:5;
2Ti_1:7)

EL ESPÍRITU SANTO Y EL CAMBIO


El nuevo nacimiento es obra soberana del Espíritu Santo (Jn 3.8). Y todo aspecto de verdadero crecimiento
espiritual en la vida del creyente es producido por Él, utilizando las Escrituras (Jn 17.17). El consejero que pasa
por alto este punto experimentará fracaso, frustración y desaliento.
Sólo el Espíritu Santo puede obrar cambios fundamentales en el corazón; por tanto, Él es el agente indispensable
en toda consejería bíblica efectiva. El consejero, armado con la verdad bíblica, puede ofrecer guía y pasos
objetivos hacia el cambio. Pero, a menos que el Espíritu Santo esté obrando en el corazón del consejero y del
aconsejado, cualquier cambio aparente será ilusorio, superficial y temporal, y los mismos o peores problemas
reaparecerán muy pronto.
El verdadero creyente, en cambio, tiene un Ayudador que habita en él, El Espíritu Santo, que aplica las verdades
bíblicas objetivas en el proceso de santificación.

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LA DISCIPLINA ESPIRITUAL Y EL CONSEJERO BÍBLICO
¿Cómo debería ser el consejero/a para que usted esté dispuesto a compartir su pecado o fracaso más secreto?
¿Cómo puede el consejero ayudar a otro cristiano a lograr una vida disciplinada cuando el mismo no es
indisciplinado?
La necesidad básica en la vida del consejero bíblico es la Disciplina Espiritual. Esto es particularmente cierto
a la luz de la advertencia de Pablo (Gál. 6:1). Quien procure restaurar a otros, debe cuidar muy bien de no quedar
atrapado en los mismos pecados. El consejero bíblico debe tener una creciente relación con el Señor, debe
también crecer tanto en conocimiento como en obediencia a la Palabra de Dios y estar en guardia sobre su
posibilidad de caer en pecado.
RELACIÓN CON EL SEÑOR
El consejero bíblico, por supuesto, debe ser nacido de nuevo; porque ¿cómo podrán los consejeros usar
correctamente la Palabra de Dios si el Espíritu Santo no mora en ellos? ¿Y cómo podrían animar a otros a
cambiar y crecer en el Señor si ellos mismos no son un modelo viviente del cambio progresivo que el evangelio
opera cola vida?
Elementos esenciales para mantener una creciente relación con el Señor Jesús.
Leer la Palabra de Dios. Para estar en condiciones de aplicar correctamente la Palabra de Dios a las diferentes
situaciones que pueden darse en consejería, debemos conocerla y practicarla. Debemos leerla, estudiarla y
aplicarla a nuestras vidas antes de poder usarla con eficiencia en nuestra tarea de aconsejar. Seguir un programa
de lectura regular puede sernos muy útil para ese fin.
Memorizar las Escrituras. La memorización de la Escritura es una parte esencial de la relación del consejero
con Dios, y asimismo como medio de ampliar su conocimiento personal de la Palabra a ser usada en ayuda de
otros. En la medida que aplique pasajes memorizados a la vida diaria, ayudad al aconsejado a usarlos también en
forma efectiva. La Biblia es la espada del Espíritu y el consejero debe tenerla disponible
Oración. ¿Por qué necesitamos orar? Primero, es un mandato de Dios (Col 4.2; 1 Ti 5.17). Segundo, Cristo
modeló el ejemplo de oración para nosotros (Mc 1.35; Lc 6.12). Si Él, el único ser perfecto y exento de pecado,
oraba, ¿cuánto más deberíamos orar nosotros? Tercero, siendo que Cristo nos enseñé a orar, debemos dar por
sentado que Él espera que oremos; la oración es un acto de obediencia y adoración a Dios (Mt 6.5-9).
El ministerio de consejería es imposible si no se cuenta con la guía del Espíritu para entender la Palabra; por
tanto, el consejero debe buscar su ayuda en oración para utilizar correctamente la espada de la verdad al tratar
con los problemas del aconsejado.
RELACIÓN CON UNA IGLESIA LOCAL
Mantener relación con un cuerpo local de creyentes es una parte esencial de la relación del consejero con el
Señor. Esta relación es ordenada en la Biblia. En el Nuevo Testamento, los creyentes se unían rápidamente a la
asamblea local (Hch 2.41-47). De manera que, si intentamos ministrar independientemente de la iglesia local,
estamos ignorando la visión de Dios y el propósito de la Iglesia. Para los consejeros es particularmente
importante mostrar sumisión a otros líderes de la iglesia. De este modo dan ejemplo de sumisión a la Palabra de
Dios y al liderazgo, de manera que sus aconsejados también se sientan inclinados a sujetarse a la autoridad,
aunque esta no sea perfecta.
Adoración. Al creyente se le ordena adorar a Dios. La adoración es una experiencia derivada de un asombro
consciente de quién es Dios y una reverencia que el Espíritu Santo produce al enfocamos en Dios. Sin la
adoración es fácil minimizar el pecado y fallar en el crecimiento espiritual que agrada a Dios. La adoración nos
hace estar atentos a nuestras propias necesidades espirituales.
La iglesia es el lugar bíblico para adorar como Cuerpo de Cristo. La adoración incluye alabanza y acción de
gracias por lo que el Señor hace en la vida del consejero y los aconsejados.
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Teología correcta. Puesto que, básicamente, casi todos los problemas en consejería son doctrinales (creencias o
suposiciones erróneas), una correcta comprensión teológica es esencial para el consejero bíblico.
En consejería bíblica es particularmente importante que el consejero entienda de manera correcta el concepto
bíblico del pecado. Muchos problemas a tratar en consejería derivan del pecado y esto proviene, con frecuencia,
de que los aconsejados lo minimizan; desconocen la enseñanza bíblica tocante al pecado, cuán malo y corruptor
es, lo que Dios piensa del pecado o lo que ellos deben hacer acerca de él. Una posición doctrinal correcta es
también necesaria en otras situaciones que se dan en consejería.
La meta de la semejanza a Cristo. Romanos 8.28-29 enseña que la meta de todo creyente es parecerse cada vez
más a Cristo. Todo cuanto ocurre en la vida de un creyente es divinamente permitido con el fin de ir modelando
en él la imagen del Hijo de Dios. Ciertamente, esta debe ser una meta prioritaria en la vida del consejero.
Mayordomía. Los creyentes son mayordomos de todo lo que Dios les ha confiado. No tenemos nada que no nos
haya sido dado por Dios en la confianza de que lo usaremos para su gloria. Esto incluye nuestro cónyuge, hijos,
habilidades, posesiones, ministerio, etc. Al confiárnoslo, repetimos, el Señor espera que lo usemos fielmente para
su gloria.
NUESTRA RELACIÓN CON OTROS
Evangelizar a otros. Un consejero bíblico debe ser un evangelista porque la Palabra de Dios manda a los
creyentes a evangelizar (Mt 28.19-20; Mc 16.15; Hch 1.8). Si no hay evangelización no hay necesidad de
consejería puesto que el inconverso no puede ser aconsejado bíblicamente. Por tanto, el consejero debe estar
capacitado para mostrar a la gente, con la Biblia, cómo puede obtener el don de la vida eterna. La evangelización
es particularmente importante para la consejería bíblica porque, a menos que el aconsejado experimente la fe
salvadora, no habrá mucho progreso en el proceso de consejería.
Discipular a otros. La consejería bíblica es, simplemente, una extensión del discipulado. Discipular podría ser
descrito como enseñar principios cristianos básicos a un creyente, mientras que la consejería usa esos principios
para tratar con ciertas situaciones específicas en la vida del individuo. La consejería más productiva proviene del
ministerio de discipular a una persona después de su salvación; de enseñar a ese individuo los principios básicos
para vivir la vida cristiana. Los consejeros bíblicos que deseen ver vidas cambiadas deben ser discipuladores
activos.
Servir a otros. Jesús no vino a la tierra para ser servido, sino para servir (Mt 20.28). Si el Creador vino para
servir a aquellos que fueron creados, cuanto más éstos deberían estar dispuestos a servir. El ministerio de
aconsejar no debe estar dirigido a generar ingresos sino a servir. Servir a otros es esencial para establecer
integridad y autenticidad en la consejería bíblica. El consejero debe ser un servidor en el hogar, en la iglesia y
mucho más en posiciones de liderazgo.
Tratar con las críticas. Aunque nuestra reacción natural cuando nos creemos inocentes es defendernos o tratar
de hacer ver al acusador nuestra inocencia, necesitamos preguntar qué vio el acusador que le llevó a hacer su
acusación. Podemos ser totalmente inocentes en nuestras intenciones o motivos pero, sin querer, comunicar algo
diferente.
Por ejemplo, usted puede ser acusado de haberse airado con alguien a quien aconsejó. Y tal vez no recuerde
ningún enojo o disgusto con la persona durante la entrevista. Sin embargo, cuando le pregunte a esa persona qué
le hizo pensar que usted estaba enojado, tal vez le dirá que, mientras hablaba, tenía el ceño fruncido o su tono de
voz parecía más vehemente que de costumbre. El aconsejado captó esos signos no verbales como evidencias de
enojo. Aunque usted no estaba enojado, podrá entender por qué la persona interpretó que lo estaba y podrá tomar
la decisión de controlar mejor su tono de voz y sus expresiones faciales en el futuro.
La mejor manera de defender la inocencia es dejar que los hechos la prueben y los únicos hechos son los que
pueden ser observados.
RELACIONES PERSONALES

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Matrimonio. El matrimonio es una figura del amor de Cristo por su esposa, la Iglesia, y la sumisión de ella a su
Señor. El matrimonio del consejero bíblico debe ser un ejemplo de esta relación; si él no aplica los principios
bíblicos para el éxito de su matrimonio, no estará en condiciones de ayudar a otros en el suyo. No podemos
esperar que otras parejas construyan correctamente un matrimonio bíblico si no hemos construido primero el
nuestro.
Aunque no hay matrimonio totalmente libre de problemas, el hogar del consejero debe ser un ejemplo de cómo
una persona que estuvo bajo la maldición del pecado puede vivir en bíblica armonía con otra, aun en tiempos
difíciles. Los consejeros deben, ante todo, ministrar con éxito en sus propios hogares si han de demostrar con
eficacia a sus aconsejados el valor de los principios cristianos para la vida.
Familia. El primer ministerio del consejero debe ser hacia su cónyuge y sus hijos. No podremos ayudar a otros
padres con sus hijos si no estamos invirtiendo tiempo en preparar y disciplinar a los nuestros. Debemos criarlos
en la disciplina y amonestación del Señor (Ef 6.4). El tiempo que invertimos con ellos debe incluir diversiones
(haciendo lo que a ellos les gusta) tanto como tiempo de enseñanza espiritual directa. Si no resulta divertido vivir
con nosotros, tal vez necesitemos buscar los medios de crecer y cambiar (Ec 9.9).
RELACIÓN CON NOSOTROS MISMOS
Gálatas 6.1 exhorta a los consejeros a prestar atención a sus propias vidas; ellos deben estar creciendo
continuamente en su relación con Cristo. Los consejeros deberían ser caracterizados como personas que crecen y
cambian. Ningún consejero es perfecto, la perfección es imposible, pero debemos estar creciendo en nuestra
semejanza a Cristo Jesús, quien es perfecto. Aquí tenemos cuatro conceptos importantes a considerar en relación
con nuestro yo.
Posibilidad de pecar. Los consejeros deben tener una consideración realista de sí mismos y de su posibilidad de
caer en pecado. Esta es parte de la advertencia de Gálatas 6.1. Esto significa que estamos expuestos a caer en los
mismos pecados de los inconversos. Creer otra cosa es no sólo doctrinalmente erróneo, sino ingenuo y
potencialmente peligroso. Con esto en mente, debemos tomar precauciones extremas de modo que nos resulte
muy difícil caer en pecado (Mt 5.28-30).
Por ejemplo, si su relación sexual con su pareja no es todo lo que usted espera, esté alerta sobre la posibilidad de
ser tentado en esto. Si usted se siente atraído hacia una persona a quien está aconsejando, reconozca que tal
pensamiento o sentimiento está violando su compromiso matrimonial. Luego tome todas las precauciones
necesarias para eliminar cualquier situación en que pueda ser tentado con esa persona.
Respuesta al pecado. Un consejero que haya pecado debe hacer exactamente lo mismo que un aconsejado:
Arrepentirse y cambiar mediante el desarrollo de un plan específico para cambiar. Es de extrema importancia no
formar el hábito de sentirse cómodo con el pecado. No importa cuán pequeño o grande sea el pecado, debe ser
cortado. Cuando somos confrontados con pecado en nuestra vida, no podemos ignorarlo. Si somos culpables,
debemos arrepentirnos y cambiar.
Disciplina personal. En 1 Corintios 3.17, se exhorta a los creyentes a no destruir su cuerpo que es templo del
Espíritu Santo. Tener buen cuidado de nuestro cuerpo incluye dormir lo suficiente, ejercicio diario y disciplina
para mantener un peso normal.
Dormir. Un descanso suficiente es tan importante como cualquier otro aspecto físico. Sin suficiente descanso, la
fatiga torna difícil concentrarse, sobre todo cuando estudiamos o cuando escuchamos a un aconsejado.
Ejercicio. Numerosos estudios médicos confirman la necesidad de ejercicio para mantener un buen estado y su
beneficio a largo plazo para la salud mental y física. No sólo mantiene nuestro físico en buen funcionamiento,
sino que reduce las tensiones y disminuye el riesgo de enfermedades. Los consejeros necesitan formar un hábito
de ejercicio diario y, por lo menos de vez en cuando, hacer algún esfuerzo; esto aclarará la mente y proveerá
energía extra.

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Peso. Mantener un peso normal es un factor importante para la salud. Para muchos consejeros que hacen un
trabajo de escritorio que no demanda mucho ejercicio, se requiere una dosis extra de disciplina y determinación,
no sólo para escoger una dieta balanceada de bajas calorías, sino para quemarlas mediante el ejercicio. Mantener
nuestro peso bajo control es una necesidad porque, ¿cómo podrá un consejero insistir a su aconsejado que debe
disciplinarse en ciertas áreas de su vida cuando él no lo hace en aspectos tan básicos como la dieta y el control de
su peso?
Perspectiva global de la vida. Un consejero bíblico debe considerar toda su vida desde la perspectiva de Dios.
Ningún hecho en su vida o en la del aconsejado está fuera de Dios. Las Escrituras enseñan que cada aspecto de la
vida está bajo su control y Él lo usa para su gloria y nuestro beneficio (Ro 8.28-29). Podemos descansar seguros
de que «Dios nunca procura su gloria a expensas del bien de su pueblo ni tampoco procura nuestro bien a
expensas de su gloria. Él ha diseñado sus propósitos eternos de modo que su gloria y nuestro bien están
inseparablemente unidos».

PARTE DOS
LA PRÁCTICA DE LA CONSEJERÍA BÍBLICA

LA DINÁMICA Y EL PROCESO DE UNA SESIÓN DE CONSEJERÍA


La primera sesión
La primera sesión es importante de un modo especial. Se marcan las tendencias básicas; las actitudes y
decisiones iniciales, así como las relaciones, que se forman entre el consejero y sus aconsejados. Las notas que el
consejero toma en la primera sesión (y quizás en la siguiente), generalmente varían de las que siguen. Más allá de
esta recopilación de datos, el consejero querrá realizar varias cosas:
1. Querrá establecer su dirección o en el contexto del aconsejar, y obtener el compromiso del aconsejado.
2. Querrá centrar el aconsejar sobre Jesucristo y su Palabra, desde el principio.
3. Querrá determinar (si es posible) si el aconsejado es cristiano. Si hay dudas serias, querrá: a) presentar
el Evangelio.
4. Querrá establecer una pauta de lectura regular de la Biblia y de oración, si no existía antes.
5. Querrá dar esperanza.
6. Querrá resolver algunos problemas iniciales.
7. Querrá centrarse sobre soluciones, no sobre problemas.
8. Querrá asignar tarea en casa, con el propósito de conseguir éxito pronto y aliviar, obteniéndolo de la
acción bíblica.
9. Querrá procurarse toda la ayuda posible de otros y poner en marcha las cosas para animar a otras
personas afectadas a venir.
10. Querrá determinar cuáles son los problemas o el problema principal, si es posible.

La tarea del consejero en distribuir la sesión entre estos propósitos es difícil, puesto que puede ver que a fin de
conseguir algunos tiene que sacrificar otros. Las prioridades de cada caso tienen que decidirse. Si, por ejemplo, la
esperanza es la necesidad más vital, quizá la mitad de la sesión (o más) debe serle dedicada. La manera más
cómoda para el consejero de conocer y darse a conocer es ser relativamente pasivo, pasando la mayor parte del
tiempo haciendo preguntas y escuchando la historia del aconsejado. Hay que prestar atención a los asuntos más
importantes a mano. Éstos pueden ser:

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- Arrepentimiento
- Dar esperanza
- Recoger datos
- Decidir la lista o agenda y renegociación
- Solución de problemas (especialmente en situación de crisis)
- Devoción y entrega a aconsejar
- Evangelismo
- Explicar cómo conseguir que venga el marido/mujer, o explicar otras cosas importantes
- Perdón (concederlo o buscarlo)

El preparar la agenda para la próxima sesión de esta forma, con frecuencia: 1) es un estímulo para el aconsejado
a volver; 2) anima al aconsejado a ver que hay mucho más que queda por hacer, y 3) anima al aconsejado a ver
que el consejero: a) tiene un plan y un programa, b) obra a conciencia, sin apresuramientos, y c) tiene interés
suficiente para explicar lo que hace y por qué.
El uso de la columna de la agenda en la ficha semanal, permite al consejero y al aconsejado llevar a cabo lo que
queda pendiente en sesiones futuras.
Los consejeros deben tener mucho cuidado en empezar bien, porque la primera sesión es crucial. Con todo,
incluso los fracasos en la primera sesión se pueden compensar en sesiones posteriores. Pero es importante
empezar bien.

Retrato de un buen oyente – El consejero que escucha:


1. Mira directamente a la persona y expresa interés a través de la postura del cuerpo
2. Se relaja apropiadamente, no está tenso ni nervioso
3. Escucha concentradamente
4. Se disciplina para escuchar incluso cuando está cansado o no está de acuerdo y/o está siendo reprendido.
5. Controla las emociones mientras escucha. Es paciente y lento para la ira mientras escucha
6. Controla las respuestas
7. No domina la conversación
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8. Le da a la otra persona la libertad de hablar sobre sus intereses y preocupaciones, y que declaren de principio
a fin sus opiniones, antes de responder y sin saltar a las conclusiones
9. Se abstiene de sacar conclusiones o dar consejos hasta que haya escuchado con cuidado
10. Reconoce que su punto de vista podría estar parcializado
11. Recibe y solicita los aportes de otros
12. Está consciente de que es posible que no siempre escucha con exactitud las palabras que la otra persona
utilice
13. Trata de entender las palabras de la otra persona de la manera que ésta la usa y según lo que pretende decir
14. Se da cuenta de que su interpretación del discurso de la otra persona podría estar influido por su propia
condición emocional o por su actitud hacia la persona que está hablando
15. Es precavido antes de atribuir una intención malvada a las afirmaciones de la otra persona
16. Se abstiene de predecir dogmáticamente lo que la otra persona va a decir
17. Reconoce que la otra persona sabe más que él lo que ésta pretendía decir
18. Se rehúsa a enfocar su atención en preparar su respuesta o refutación cuando la otra persona está hablando
19. Es lento para interrumpir
20. Puede resumir con exactitud lo que se le ha dicho
CÓMO DISCERNIR BÍBLICAMENTE LOS PROBLEMAS – RECOLECCIÓN DE INFORMACIÓN

A. Por qué hay que recolectar información


1. ¿De quién? (1 Tesalonicenses 5:14)
2. ¿Qué enfoque? (Juan 3 Nicodemo, o Juan 4 la samaritana)
3. ¿Cuál es el verdadero problema? (Jeremías 6:14)

B. ¿Qué clase de datos recolectar?


1. Físicos: patrones de sueño; medicamentos; dieta; nivel de actividad; enfermedades
2. Recursos y relaciones: situación de trabajo; estudios; intelectuales; sociales; espirituales
3. Emociones (sentimientos): extremos; “orientación a los sentimientos”
4. Acciones: comportamiento; pecados de comisión y omisión
5. Conceptual (pensamientos): metas; valores; deseos; motivaciones
6. Historia: lo bueno y lo malo en un contexto pasado; contexto actual; fracasos; problemas en los
estudios o el trabajo

C. Cómo recolectar información


1. Inventario personal de información (más formal)

2. Hacer las preguntas apropiadas.


a) Preguntas relevantes

b) Preguntas para buscar los hechos


(1) ¿Qué fue lo que sucedió o Cuál fue el problema?
(2) ¿Cómo sucedió?
(3) ¿Dónde sucedió?
(4) ¿Cuándo sucedió?
(5) ¿Con cuánta frecuencia?
(6) ¿Para qué lo dijo o hizo?
(7) ¿Qué cree que debe hacer para resolverlo?
(7) ¿Qué hizo para resolverlo? (si la respuesta es “nada”)
(8) ¿Qué le impide resolverlo?

c) Preguntas abiertas: Tenga cuidado de no usar preguntas que se pueden responder con “sí” o
“no”
Ejemplo: (a) Pregunta cerrada: ¿Quiere casarse?, (b) Pregunta abierta: ¿Cuál es su opinión
acerca del matrimonio?

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d) Evite hacer un juicio (Proverbios 18:13, 17)
e) Marque las áreas importantes para hacer más preguntas en el futuro: registre los patrones,
afirmaciones importantes, hábitos
f) Observe el “semblante”. Comunicación no verbal

3. Otros métodos: a) Información de otras personas, b) Darle al aconsejado su perspectiva e invitar al


diálogo de retroalimentación, c) Observación del aconsejado fuera de la sesión, d) Escuchar sus
oraciones, e) Tareas para recolectar datos

D. La importancia de escuchar
1. Es necesaria (Proverbios 20:25)

2. Demanda autocontrol

3. Hay que estar pendientes: a) Cuando echan la culpa a otros, b) “No puedo”, “me falta la capacidad”,
“es demasiado”, c) Mentalidad de víctima, d) Cuando llaman enfermedad al pecado, e) Cuando “se van
por las ramas”, f) Lo que el aconsejado no dice, g) Desesperanza, h) Actitud evasiva, i) Exageraciones, j)
Actitud defensiva, k) Cuando juzgan las motivaciones de otros, l) Disposición a aceptar la
responsabilidad

4. Hábitos que se debe evitar al escuchar: a) No interrumpa, b) No se apresure a sacar conclusiones, c) No


deje que su mente divague, d) No haga cosas que le distraigan, e) No permita que la persona desperdicie
el tiempo, f) No tenga duda de preguntar si no entiende.

CÓMO INTERPRETAR LA INFORMACIÓN

A. Ilustraciones de interpretación
1. Bíblicas: a) 1 Samuel 1:12-18; Elí y Ana, b) Marcos 6:45-52; los discípulos tenían miedo, aunque su
corazón estaba endurecido, c) Marcos 10:17-23 el joven rico, d) Lucas 10:38-41; María y Marta:
prioridades, e) 2 Timoteo 4:10; Demas “abandonó” a Pablo, amó al mundo presente, f) 3 Juan 9-10;
Diótrefes: “protector de la Iglesia”

2. Estudio de caso
“Simplemente no puedo”
“Los sentimientos de inferioridad me han causado enfermedades físicas y me han hecho una
persona impotente en general”, dice Pedro. “He tratado de hacer lo que usted dice, pero
simplemente no puedo”.
En una sesión anterior, usted le pidió a Pedro que le pidiera perdón a su padre por varias ofensas
que admitió en contra de él. Pedro está ahora en su cuarta sesión y todavía no ha terminado la
única tarea que se le dejó desde hace dos semanas.
Su respuesta como consejero es: “‘No puedes’ realmente significa ‘no quieres’, ¿verdad?” “No,
es que simplemente no puedo hacer nada”, responde Pedro. “No soy alguien que se rinde, ni
nada por el estilo, pero eso es algo que no puedo hacer. Yo quiero. Sé que debería hacerlo, y si
tuviera más fortaleza en mi autoestima, a lo mejor pudiera hacerlo”.

a) ¿Cuál es la interpretación de Pedro acerca de su problema?

b) ¿Qué tendrá que hacer el consejero?

B. El proceso de la interpretación
1. Tome la información y ore antes de comparar lo que está pasando con el estándar de la Palabra de Dios
(Isaías 8:19-20): a) Compare las respuestas del comportamiento de la persona. b) Compare los
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pensamientos, actitudes e interpretaciones de la persona. c) Compare los deseos, valores, expectativas y
motivaciones de la persona.

2. Tome la información y busque los temas que se repiten y los patrones: a) ¿Existen respuestas típicas
del comportamiento en situaciones específicas?, b) ¿Existen pensamientos, actitudes o interpretaciones
típicas?, c) ¿Existen expectativas, deseos, anhelos o demandas típicas, que la persona tiene en situaciones
específicas?

3. Tome la información y asegúrese de etiquetar y describir los problemas de manera bíblica: a) Use
palabras y categorías bíblicas (por ejemplo, Gálatas 5:19-21; Marcos 7:21-22; Efesios 5:3-5;
Colosenses 3:4-11; 1 Corintios 6:9-11; 2 Corintios 2:12-16), b) Evite las etiquetas psicológicas (1
Corintios 2:12-13): (1) Desorden de personalidad, (2) Codependencia, (3) Familia disfuncional, (4)
Esquizofrenia, (5) Emociones dañadas, (6) Baja autoestima, (7) Necesidades insatisfechas, (8)
Perfeccionismo, (9) Adicción al trabajo, (10), Enfermedad mental, (11) Adicciones (apuestas, sexo,
drogas, alcohol, etcétera), (12) Personalidades múltiples, (13) Desórdenes alimenticios
4. Tome la información y póngala sobre la mesa: a) ¿Qué categorías bíblicas podrían usarse para describir
a la persona a la que estoy aconsejando? (1 Corintios 2:14-15; 1Tesalonicenses 5:14), b) ¿Qué entiende
la persona acerca del cambio bíblico?, c) ¿Qué factores podrían complicar la situación?, d) ¿Cuál es la
mejor manera de abordar al aconsejado? (Juan 3 y 4), e) ¿Cuál es la mayor necesidad del aconsejado?, f)
¿Qué indica la información acerca de por qué el aconsejado no ha resuelto el problema?, g) ¿Cuál es la
razón por la que el aconsejado ha venido a pedir ayuda esta vez? (Lucas 15:14-21), h) ¿Qué espera el
aconsejado de la consejería?, i) ¿Qué indica la información sobre posibles factores orgánicos? Recuerde
que no practicamos medicina ni leyes.

5. Tome la información y ore antes de estudiarla para identificar qué podría estar pasando en el corazón
de la persona (1 Juan 2:15-17): a) Pasión de la carne, pasión de los ojos, arrogancia de la vida o los tres,
b) IDOLATRÍA (Motivaciones que gobiernan = adorar ídolos hechos por uno mismo)

6. Comenzar a formular las interpretaciones de la naturaleza y la causa de los problemas de la persona.


a) Use las Escrituras para identificar las diferentes posibilidades: (1) Mentiras. (2) Ser crítico. (3)
Depresión. (4) Ansiedad. (5) Temor. (6) Dificultad para manejar las pruebas. (7) Comportamiento
estrafalario, raro.

b) Use su propia experiencia. (Tenga cuidado): (1) Proverbios 14:10. (2) 1 Corintios 10:13

7. Compruebe la validez de sus interpretaciones tentativas: a) Revise la información para ver qué
posibilidades tienen menos/más sustento. b) Ore otra vez. c) Siga buscando más información. d) Busque
contribuciones de otro consejero. e) Explique su interpretación al aconsejado y pida una
retroalimentación.

8. Después de haber evaluado y comprobado la validez de su interpretación, formule una estrategia para
ayudarle a la persona a tener la victoria sobre sus problemas: a) Esto incluye aclarar los problemas con
los que van a lidiar. b) Esto incluye priorizar el orden en que tratarán con estos problemas. c) Esto incluye
decidir.

DAR ESPERANZA
Todo el mundo necesita esperanza
En un sentido, todo aconsejado necesita esperanza. Todo cristiano está desanimado en una u otra ocasión. Con
frecuencia, esta actitud degenera en el pecado de la falta de esperanza. La duda y el desánimo y a veces la
desesperanza, se establecen con frecuencia en conjunción con otras dificultades, de modo que el consejero tiene

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que aprender pronto a afrontar y vencer estos problemas complicados. Hasta que éstos han sido aclarados y se ha
hecho lugar para la esperanza, es en general inútil tratar de resolver estas situaciones.
Hay en el Evangelio una doble esperanza: 1) la esperanza del futuro, que está unida a la venida de Cristo, la
liberación del pecado, el dolor y las lágrimas. Pero esto no es todo. 2) hay esperanza de una nueva vida
abundante ahora mismo. La miseria que viene de vivir en pecado puede ser aliviada. El creyente puede gozar de
paz, consuelo y la plenitud de la vida de Cristo aquí en esta vida.
Problemas específicos que requieren esperanza
o Primero, las personas con problemas de larga duración necesitan esperanza. Jesús hizo algo especial en la
curación del ciego de nacimiento (Juan 9).
o Segundo, las personas con problemas especialmente difíciles necesitan esperanza. Aunque la mayoría cree
que su problema es el más difícil, algunos problemas sí son más difíciles o mayores que otros. Tienen poca
esperanza de que alguien pueda resolverlos. Lo han intentado, pero han fracasado en de librarse de ellos.
Estas personas necesitan tener la seguridad de que hay esperanza en Cristo. La mujer con el flujo de sangre,
que había sufrido en las manos de muchos médicos, es un buen ejemplo de uno que necesitaba esperanza por
esta razón (Marcos 5:25-34)
o Tercero, las personas que arrastran una carga que no les corresponde llevar, éstas necesitan recibir esperanza.
Son aquellos a los cuales han dicho que están enfermos, cuando no lo están. Tienen que entender que están en
una situación difícil a causa de su pecado. Las personas que han sido etiquetadas por los psiquíatras o por
otros como esquizofrénicas, catatónicas, etc., con frecuencia empiezan a vivir conforme a estas etiquetas.
Estas personas necesitan una explicación clara de lo que es el problema real, de modo que se les pueda
restaurar de nuevo la esperanza.
o Con frecuencia es útil mostrar a estas personas desde otra área de sus vidas, en la cual están manejando con
éxito problemas similares, que son capaces de hacer lo que Dios requiere para manejar el problema de que se
trata. Si, por ejemplo, pueden controlar su carácter en otras partes, también puede aprender a hacerlo en la
casa.
o Cuarto, las personas que son oprimidas por el temor necesitan esperanza. El temor puede inmovilizar y aun
paralizar. Pero no es una fuerza más potente que el amor (1 Juan 4:18).
o Quinto, las personas cuyas esperanzas han sido destruidas repetidamente en el pasado necesitan esperanza.
Habían tenido grandes esperanzas, una y otra vez, sólo para quedar decepcionadas cada vez. Al fin, no sólo se
han vuelto desconfiadas de toda garantía de esperanza, aunque desean tener esperanza, la mantienen siempre
a distancia. Lo hacen por temor a sufrir un nuevo desengaño. Estos aconsejados tienen que ver la base bíblica
para la esperanza en 1 Corintios 10:13. La esperanza les falló porque la base era falsa; «Dios es fiel», y sus
promesas no fallan.
o Sexto, hay aquellos que han intentado hacer algo y han fracasado. Puede que estén enojados y aun resentidos
hacia Dios. Con frecuencia, cuando se les muestran las verdaderas razones de su fracaso, se les puede llevar a
que se arrepientan de sus actitudes, antes de ir más adelante. Estas personas pueden ser de dos clases: los que
han intentado las soluciones falsas, y los que han intentado las correctas. La esperanza lleva a la
perseverancia que da a uno la paciencia para continuar a pesar de las demoras o las dificultades ( 1
Tesalonicenses 1:3).
o Séptimo, las personas de edad necesitan con frecuencia esperanza. Creen muchas veces que han llegado ya al
punto en que no es posible cambiar las cosas. Hay que hacerles ver que la Biblia no pone limitaciones de
edad sobre la santificación. Los ancianos repiten: «A un perro viejo no se le enseñan nuevos trucos.» Quizás
esto sea verdad de perros viejos; pero a un anciano, creado a la imagen de Dios, ¡esto no le afecta!
o Octavo, las personas deprimidas necesitan esperanza. Insistamos que vuelvan a emprender sus tareas y
deberes regulares que han dejado de lado y, al llevar al arrepentimiento y a sus frutos otros actos y pautas
pecaminosas, renace la esperanza. La esperanza nunca viene de compadecerse a uno mismo y suspirar. En
estos casos, lo que trae la esperanza es la acción, no el hablar.
o Noveno, las personas con impulsos suicidas necesitan esperanza. El tomarlos en serio acerca de su pecado es
absolutamente esencial. La esperanza viene de reconocer que el aconsejado está desprovisto totalmente de

37
esperanza en su situación presente. Al estar de acuerdo con ellos en que no vale la pena continuar la vida de
esta forma, el consejero puede mostrarles la posibilidad de una nueva forma de vida diferente en Cristo.
o Décimo, las personas que han sufrido experiencias destructivas en la vida necesitan esperanza. La pena por la
pérdida de: 1) una persona fallecida, mudanza, adulterio, divorcio; 2) posesiones o 3) posición (empleo,
estatus social, buen nombre), puede llevar a esta necesidad. Los «colapsos nerviosos» constituyen otro
ejemplo frecuente.
o Finalmente (aunque la lista no es exhaustiva), los que no tienen a Cristo necesitan esperanza. Para ellos no
hay esperanza aparte de la esperanza del Evangelio; esto es, la esperanza que viene de creer el Evangelio (ver
Romanos 8:24).

No se puede decir «no se puede»


Nuestro lema es «no se puede decir no se puede». En 1 Corintios 10:13, Pablo muestra este punto. Dice que no
hay prueba que le haya alcanzado a uno que no sea común a los demás. Dios no permite al creyente que alegue
que su caso es singular o especial. Naturalmente, no hay dos casos que sean exactamente iguales. Pero los
elementos básicos del problema no son significativamente diferentes de aquellos que otros han afrontado. Cristo
afrontó los mismos problemas de hambre, falta de sueño, falta de comprensión, odio, desaliento y dolor que los
cristianos de ahora tienen que afrontar. Numerosos cristianos, al seguirle, han afrontado estos problemas
eficazmente. El conocimiento de estos hechos da aliento y esperanza.

Los cristianos no pueden decir «no se puede», porque Dios dice que sí pueden. Pueden afrontar sus
problemas tal como Cristo lo hizo, y tal como miles de otros cristianos lo han hecho.

Pablo dice que los cristianos no pueden decir «no· se puede», porque, aunque las pruebas básicas no son
singulares, las tentaciones y pruebas están hechas a la medida de cada individuo; y Dios no permitirá que el
diablo los tiente más allá de lo que son capaces de resistir. La historia de Job es testigo de esta promesa.
La mayor parte de cristianos que buscan consejo utilizan un lenguaje saturado del «no puedo». Esto no solo
indica lo que piensa, sino también influencia la manera en que reacciona. Si dicen continuamente: «No puedo
hacer todo lo que Cristo me pide», pronto empiezan a creer su propia mentira rebelde. La mentira es rebelde
debido a la naturaleza de la promesa que está basada en la fidelidad de Dios. Negar todo esto es decir que Dios es
infiel y mentiroso.
Cuando los consultantes creen que son impotentes, que alguna fuerza extraña y misteriosa les está atrayendo sin
remedio, y dicen que 1Corintios 10:13 no se aplica a ellos, la verdad puede consistir en que realmente no se han
propuesto seriamente hacer la voluntad de Dios. Están luchando con los mismos problemas de Pablo en
Romanos 7:15-25. Los viejos deseos entran en conflicto con los nuevos.
Finalmente, Pablo asegura que, juntamente con la prueba, Dios nos enviará una salida a fin de que podamos
resistir. Podemos estar seguros de que la vía de escape vendrá con tanta seguridad como el problema mismo. El
hecho de saber que habrá una vía de escape es, por sí mismo, tranquilizador. No podemos decir «no se puede»
cuando Dios dice que sí podemos.
Esperanza
Dios le dio esperanza a Adán. Durante la confrontación noutética que tuvo lugar después de que Adán pecara,
Dios trató todos los asuntos relacionados con el pecado de Adán, incluyendo su castigo, pero El también reveló
que enviaría un Salvador a destruir a la Serpiente y su obra (Gn. 3:15). El consejero noutético tiene que seguir la
pauta de Dios. Cristo confrontó a Pedro, sin pasar por alto su pecaminosa negación, pero también incluyó
palabras de restauración a un futuro servicio. Casi todos los profetas hablaron de juicio, pero también
proclamaron un mensaje de esperanza. El Evangelio, las buenas noticias de que Cristo triunfó sobre el pecado y
sobre todos sus efectos, es el terreno sobre el que crece la esperanza. En Colosenses 1:5 se habla de «la
esperanza del Evangelio». La esperanza del cristiano le da la seguridad de que, porque Cristo murió por sus
pecados, él tendrá vida eterna. Pero él tiene también la esperanza de que ahora puede vencer mucha de la miseria
a la que el pecado le ha arrojado.

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El modelo médico destruye la esperanza. El desaliento y la desesperanza saturan el concepto de «enfermedad
mental». Las instituciones mentales no ayudan a muchas personas. Además, los psiquiatras dicen cómo norma:
«Usted tiene que esperar que la terapia dure un largo tiempo, y, además, no podemos prometerle nada.»
Así que, cuando se le informa a un consultante cristiano en una de las primeras entrevistas: «Su problema parece
ser básicamente una consecuencia de pecado», no se le desalienta, sino que, al contrario, se le da esperanza. Los
cristianos saben 'que el pecado y todos sus efectos pueden ser enfrentados porque Dios lo ha dicho así en las
Escrituras y porque Cristo murió para vencer el pecado.
Así, cuando se menciona el pecado, hay verdadera esperanza. Por ejemplo, llamar enfermedad a la
homosexualidad o adicciones no despierta las esperanzas del aconsejado. Pero llamarlas como hace la Biblia,
pecado, es ofrecer esperanza. Probablemente no exista un factor tan importante como éste para ayudar a los
pecadores homosexuales y/o adictos. Es esencial demoler todos los aspectos desesperanzadores de los modelos
médico y/o genético de la homosexualidad y/o adicciones.
Una de las primeras cosas que el consultante necesita es esperanza. Por ello, los consejeros deben aprender a
despertar esperanza, ante todo, tomándose a las personas en serio en lo que respecta a sus pecados. Por ejemplo,
si un consultante dice: «Supongo que no he sido una esposa o una madre demasiado buena», espera
probablemente que el consejero minimice su evaluación de sí misma. La mayor parte de las personas han dejado
de tomar sus comentarios en serio en el pasado. Invariablemente, responden con algo así: «No hables de esta
manera, Susana; tú sabes que no has sido tan mala.» Estas respuestas destruyen la esperanza, porque la
consultante no ha sido tomada en serio.
Cuando los consejeros se toman a los consultantes en serio, éstos, por lo general, responden rápidamente,
exponiendo problemas, fracasos y pecados. Otros que minimizan este tipo de comentarios solamente logran hacer
que el consultante se trague lo que iba a decir y se calle. El consecuente enfoque de Cristo hacia aquellos que se
acercaban a El era de tomarles en cuenta sus pecados. Su frase característica era: «Tus pecados te son
perdonados». Lejos de minimizar los pecados, a menudo suscitaba la cuestión de pecado con aquellos que
dejaban de hacerlo. (la historia del joven rico, Lc. 18:18-23)
Proverbios 25:20 es pertinente al problema de la minimización: El que canta canciones al corazón afligido es
como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.
Lo que la minimización hace, en realidad, es magnificar el problema. Hay solamente una cosa que levante al
espíritu deprimido, aplastado por una carga de· pecado: La confesión y el perdón del pecado. La terapia musical
de David no ayudó realmente a Saúl; le aliviaba temporalmente, pero no le cambió. Las Escrituras no atribuyen
la locura de Saúl a enfermedad alguna. Ni tampoco se le excusa su pecado por considerársele «enfermo». En
lugar de ellos, se relacionan directamente sus pecados con su locura (1Sam. 18:6-11).
“Cantar canciones” a un corazón afligido podría temporalmente calmar al afligido. La terapia del juego o la
terapia del trabajo pueden eliminar temporalmente el pecado de la mente del consultante. El trabajo duro
eliminará, en ocasiones, el dolor de la culpa y traerá un alivio temporal, pero no puede efectuar una cura
permanente. Proverbios dice: «El ánimo del hombre le sostiene en su enfermedad; mas ¿quién sostendrá al ánimo
angustiado?» (Pr. 18:14). Está diciendo que la angustia es mucho más seria que los problemas físicos. El ánimo
dentro de uno mismo le puede capacitar para resistir el dolor físico, pero ¿qué hay que pueda sostener a aquel
cuyo espíritu está quebrantado y roto de dolor? La minimización del torbellino íntimo en el que uno puede verse
arrojado es una crueldad. La única forma de aliviar el dolor es empezar tomándose en serio al consultante.

DAR TAREAS PARA LA CASA


Recuerde: Estamos cumpliendo ¡LA GRAN COMISIÓN!”

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El aconsejado necesita ayuda; no sólo esperanza. La ayuda, sin embargo, tiene que ser real. Necesita ayuda que
se refiera a sus problemas presentes. El consejero no sólo debe mirar al pasado para ayudarle a descubrir y
resolver todo negocio no resuelto, sino que también debe enseñarle la forma en que Dios quiere resolver los
problemas que precipitaron y motivaron que fuera a buscar ayuda en aquel momento. Todos estos problemas
deben ser considerados importantes y auténticos. Un medio principal de ofrecer esta ayuda es el uso juicioso del
trabajo de casa.
Los consejeros deben tomar a los aconsejados en serio. Deben tomarles bastante en serio para asignarles trabajo
para casa, cuyo objetivo sea hacer frente al problema presentado. Si el problema fue presentado mal, o se hizo un
intento de engañar, no hay nada que vaya a manifestarlo mejor que el trabajo de casa.
Como cosa de principio, los consejeros deberían siempre manejar los problemas pequeños presentados tan
cuidadosa y celosamente como los grandes. Esto incluye dar trabajo para casa. De modo que lo primero que hay
que hacer, puede que sea ofrecer trabajo de casa con miras a ayudar a las dificultades presentes («Ve
inmediatamente a ver al profesor y arregla esto»).
Jesús trató de los problemas urgentes constantemente; nunca dejó de hacer caso del ruego. Primero curó al ciego
(Juan 9); sólo después le puso delante la mayor necesidad que tenía de vista espiritual.
El trabajo de casa, como resultado, es esencial a todo el aconsejar, no importa de qué problema se trate, puesto
que cuando es apropiado tiene por objetivo simplemente el empezar y mantener la práctica regular de la piedad
requerida por Pablo en 1Timoteo 4:7. El trabajo de casa, pues, es una herramienta esencial en el taller del
consejero. Tiene que aprender a usarlo con destreza.
Detectando al aconsejado profesional. En el proceso de recoger datos, un consejero puede tener ocasión de
conocer al que yo llamo el «aconsejado profesional». En contraste con los otros, éste no viene a buscar ayuda;
viene a poner a prueba al consejero. Hay algo que no hará, y es trabajar de modo serio sobre sus problemas.
Pronto va a tambalearse o se hará atrás. El consejero nouthético le confrontará sobre esto también. Antes de poco
su verdadero intento —el jugar a aconsejar— se hará aparente, y se verá forzado a hacer frente a la verdad sobre
sí mismo. En este punto, Dios puede llevarle al arrepentimiento, y él pasará a ser un aconsejado auténtico por
primera vez. O quizá, simplemente, se irá y no volverá.
El consejero bíblico ni le desprecia ni desespera de él, pero, en interés sincero por él, insistirá en que todo
aconsejar es serio. Procurará ganarle para Cristo y ayudarle a vencer cualquier problema que le haya llevado a él
al juego necio que está jugando. Con frecuencia, el aconsejado profesional es una persona que hace tiempo que
ha perdido toda esperanza. Originalmente procuró ser aconsejado buscando sinceramente ayuda. Pero, habiendo
fallado en recibir una respuesta a su problema desde varios orígenes, se ha convencido de que hay poca
esperanza para él, si es que hay alguna. Con sus esperanzas destruidas repetidas veces, ya no se atreve a cobrar
esperanza, y la mantiene a distancia, agarrándola con los brazos rígidos, para que no se acerque. Se ha dicho que
quiere ayuda, pero no actúa como si la quisiera. Gradualmente, el aconsejar ha pasado a ser una manera de vida.
La tarea del consejero cristiano es cortar estas barreras con la espada del Espíritu, que puede darle convicción de
pecado y frescor de esperanza. Un factor significativo en todo el proceso es el uso del trabajo en casa bíblico,
A. La base bíblica para las tareas. Mateo 7:24-27, Lucas 11:27-28, Santiago 1:21-25, 2 Corintios 3:18
B. Cómo aprenden las personas
1. Equipar. Efesios 4:11-13
2. Busque ayudar a que la persona integral madure (Romanos 15:14)
- Cabeza/Contenido
- Corazón/Carácter
- Manos/Competencia
- Hogar/Comunidad e iglesia

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C. Los beneficios de una buena tarea
1. Establece el patrón para la acción y el cambio: Proverbios 4:23
2. Aclara las expectativas del consejero hacia el aconsejado y del aconsejado hacia el consejero
3. Da esperanza al comunicar la idea de que se puede hacer algo respecto de los problemas del
aconsejado
4. Elimina al aconsejado profesional
5. Pone la responsabilidad del cambio en donde corresponde
6. Disminuye el potencial de la dependencia en el consejero
7. Es un medio para recolectar datos. a. La tarea misma, y b. La forma en que el aconsejado hace su tarea
8. Mantiene la determinación entre sesiones
9. Ahorra tiempo; acorta la longitud del período de consejería
10. Alienta a que tanto el consejero como el aconsejado sean específicos
11. Provee una vara de medir para evaluar la comprensión y el progreso del aconsejado
12. Provee una vara de medir para evaluar el compromiso del aconsejado
13. Cuando el aconsejado no hace la tarea, provee una oportunidad para recolectar información y hacer
una evaluación: a. Incidente o patrón, b. Un patrón orientado hacia los sentimientos: falta de disciplina,
autocontrol, c. Falta de organización, un estilo de vida desordenado, d. No entendió cuáles eran las
expectativas, e. Error del consejero, f. Falta de deseo, g. Falta de capacidad o no sabe cómo hacerlo, h.
No está en sintonía con el consejero.
14. Provee un buen punto de partida para cada sesión
15. Desarrolla la confianza del aconsejado para llevar su propia carga
16. Facilita la práctica de los principios bíblicos, esenciales para el desarrollo de hábitos piadosos
17. Provee al aconsejado un manual para resolver problemas y de auto edificación para el futuro
18. Provee ideas y material al aconsejado, que puede ser utilizado para ayudar a otros
D. La naturaleza de una buena tarea
1. Bíblica
2. Apropiada. a. Para la persona, b. Para los problemas de la persona, c. Para el estado, condición o
situación actual de la persona
3. Específica
a. El consejero debe ser específico al informar al aconsejado: i. Sobre lo que desea que haga el
aconsejado, ii. Sobre por qué quiere que el aconsejado lo haga, iii. Sobre qué esperar, iv. Incluso
el cómo, v. En ocasiones el cuándo, vi. Es mejor escribirlo. Guarde una copia para usted y otra
para dársela al aconsejado
b. La tarea debe ser concreta/específica
4. Práctica. Debe seguir el patrón establecido por Pablo: Efesios 4:29, 31-32; Colosenses 3:12-14; y por
Jesús en Mateo 28:19-21.
5. Flexible. a. Lo que damos, b. Cómo lo damos, c. Cuánto damos, d. Cómo lo usamos en la sesión
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6. Que permita el desarrollo: a. Tareas que faciliten el crecimiento y el desarrollo. Hágase la pregunta:
“¿Qué se necesitará para que esta persona dé el próximo paso en su crecimiento en la semejanza a
Cristo?”, b. Piense en la responsabilidad de la consejería como en la forma en que Dios desea que los
padres piensen en su responsabilidad para la crianza de los hijos: Efesios 6:4 (compare con el pastoreo)
7. Calificable: en dos sentidos. a. Examinar y dialogar (Lc. 9:1-2, 10, y 10:17-20); b. Que tenga la
capacidad de ser calificada
E. Clases de tareas
1. Listas: a. Pecados y equivocaciones, b. Gustos y disgustos, c. Pros y contras, d. Conflictos, e. Trabajos,
f. Cuentas por pagar, g. Las formas en que puede mejorar, Dios quiere que usted cambie, h. Las formas en
que puede servir, i. Metas, j. Fortalezas y debilidades, k. Cosas por las que se preocupa, l. Lista de cosas
por hacer, m. Actividades para desarrollar relaciones, n. Lista de cosas para pensar
2. Mesas de Diálogos. Agradar al cónyuge.
3. Estudios bíblicos: a. Desarrollados por el aconsejado: libro o pasaje, b. Provistos por el consejero
4. Actividades: Físicas, Sociales, Espirituales, Recreacionales, Ocupacionales o educacionales,
Educativas, Entrevista, visita, escribir cartas
5. Diarios o registros
a. General: lo que hace, lo que ocurre, lo más destacado en el día
b. Dirigidos: más específicos: Devocional. Cosas importantes que hace o que le ocurren. Gente
con la que tiene un contacto significativo. Conflictos. Tentaciones. Victorias y derrotas. Cómo ha
servido a otras personas. Registro de cómo se ha sentido complacido o cómo complace a otros.
Un diario para hablarse a uno mismo. Apreciación o agradecimiento, alabanza. Registro de
críticas o emisión de juicios. Alegrías y dolores. Temores, preocupación, egoísmo. Asuntos
beneficiosos
6. Audios, libros, material para lectura
7. Cómo determinar cómo y cuándo la consejería puede o debe finalizar: a. El consejero puede identificar
sus problemas y entiende la solución bíblica para los mismos, b. Los problemas principales están bien
encaminados para ser resueltos bíblicamente, c. El aconsejado se siente cómodo con el nuevo patrón de
respuestas, d. El aconsejado pone en práctica de forma consistente el nuevo patrón de respuestas, e. El
aconsejado ha fallado, pero puede diagnosticar la razón de su equivocación y cómo arreglarlo, f. El
aconsejado puede afirmar específicamente cómo ha cambiado, g. El aconsejado ha sido probado y ha
salido victorioso de la prueba, h. Rechazo, i. El aconsejado está claramente comprometido con la iglesia:
en la adoración, en el servicio y el discipulado continuo, j. Aumenta el tiempo entre sesiones, k. Permite
la asignación de sus propias tareas, l. Instrucciones específicas sobre qué hacer si encuentra una lucha
interna, m. Advertencia de lo que ocurrirá si no persevera (1 Corintios 10:12), n. Asegura una promesa de
seguir en contacto, o. Tareas para seguimiento, p. Cuando hay un alejamiento

FALLOS EN HACER LAS TAREAS


Si un aconsejado falla en hacer las asignaciones en casa, el consejero puede responder por lo menos de dos
maneras. Primero, le pregunta: «¿Dejó de completar la asignación por falta de interés o motivación?» Si es así,
entonces la sesión puede enfocarse sobre esta falta. Quizás el consejero no estimuló la esperanza en el aconsejado
en la sesión previa. Quizás el aconsejado ve obstáculos que cree necesario quitar. A veces, cuando se le pregunta,
admite francamente que no le importa, o no está seguro de si el esfuerzo vale la pena. El consejero, pues, hará un
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intento genuino de darle motivación, según las promesas y avisos bíblicos. Con frecuencia, esto implicará una
firme exhortación y a veces una clara reprensión. Un consejero dijo a un aconsejado: «Si usted tuviera que asistir
a una boda o a un entierro, habría encontrado manera de hacerlo, ¿no? Esto es de la misma importancia, si no
más.» Algunas veces, sin embargo, el consejero tiene que negarse a continuar el aconsejar cuando no se completa
el trabajo de casa.
En segundo lugar, puede haber ocasiones en que el aconsejado no pudo hacer su asignación porque no sabía
cómo hacerla. Quizás el consejero, o él mismo, pensó que podía hacer más de lo que en realidad podía hacer. Es
posible que el consejero no escribiera la asignación claramente o con bastante detalle. El consejero, pues, no debe
desanimarse por el hecho que no se ha hecho una asignación. Más bien, procurará desarrollar maneras de usar
esta situación con ventaja para todos. A fin de sacar el mejor partido posible de la circunstancia, el consejero
puede ver que es provechoso el seguir paso por paso los intentos que se hicieron de hacer la asignación, a fin de
descubrir exactamente dónde ocurrió el fallo.
Los consejeros han de distinguir cuidadosamente, sin embargo, entre obstáculos que estorban al aconsejado y la
negativa directa a hacer su parte en el trabajo. Generalmente se pueden distinguir los dos al descubrir si el
aconsejado hizo un esfuerzo real para realizar la asignación. Y esto puede ser detectado por el análisis paso a
paso mencionado antes. Cuando el problema es la falta de voluntad para hacer la tarea, el consejero puede
hacerse a sí mismo (y quizás al aconsejado) las siguientes preguntas:
1. ¿Se ha requerido verdaderamente perdón entre los afectados, y ha sido concedido? Si no se ha pedido
o concedido verdaderamente perdón, no hay sentido en intentar ir más allá, hasta que este punto esté
resuelto.
2. «¿Hay esperanza?» Con frecuencia falta esperanza y esto lleva a la falta de esfuerzo.
3. ¿Es el aconsejado verdaderamente cristiano? De un no creyente no puede esperarse que haga la
voluntad de Dios
4. ¿Está el aconsejado inmovilizado por el temor? La preocupación o el temor pueden bloquear
seriamente el esfuerzo.

PARTE TRES
EL CÓMO…

CÓMO MANEJAR LA IRA

La ira no tiene por qué ser pecaminosa


La ira, en sí y por sí, no es pecaminosa. Vemos la distinción que hace Pablo entre estar enojado y pecar: «Airaos,
pero no pequéis» (Efesios 4:26). Ahora, está claro que la ira pecaminosa desagrada a Dios (Salmo 37:8;
Proverbios 14:29). Definición: La definición en “Cómo sacar la ira de raíz”, de Robert Jones, página 14, dice:
“Nuestra ira es nuestra respuesta activa e integral del juicio moral negativo en contra de un mal percibido”.

a- Ira justa (Marcos 11:15-18)


b- Ira injusta
• Desahogo de la ira (Prov. 29:11 versus 19:11): Vociferar/gritar, Tirar cosas al piso, Decir malas
palabras, Desquitarse con alguien, Atacar verbalmente/insultos, Golpear.
• El fuego lento: Cerrarse/mal humor, Estar frustrados, Estar irritados, Mirar con furia,
Resoplar/bufar, Estar indignados

LOS DOS EXTREMOS PECAMINOSOS

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Energía IRA Energía

Estallar Resentirse, ofenderse


La ira es dirigida hacia (Internalización)
otros, o sea, la situación La ira es dirigida
sin control contra uno mismo

En ambos casos las energías de la ira son perdidas. En ambos casos son usadas
«destructivamente». En ninguno de los dos casos son usadas constructivamente para resolver problemas. El
estallido: es un pecado. Ver los siguientes pasajes de los Proverbios 14:17, 14:29, 15:18, 19:11, 19:19, 22:24-
25, 25:28, 29:11, 29:20, 29:22.

La internalización: El mutismo voluntario, la ira internalizada, mala voluntad o ira mal contenida, lleva a la
amargura y el resentimiento. En vez de permitir que la herida se agrande y se forme una llaga, hay que resolver
diariamente todas las diferencias emocionales entre él y los demás (Efesios 4:26-27). No se puede guardar rencor
contra los demás, ni alimentarlo. El dejar que el sol se ponga sobre el enojo es la causa más frecuente de
discordia sexual en el matrimonio. Es difícil llevar el resentimiento a la cama por la noche y esperar que habrá
libertad para una noche sexual apasionada.

Cómo manejar debida y justamente la ira


Considérese la siguiente gráfica. De nuevo representamos por «P» el problema o causa de la ira. Este diagrama
difiere radicalmente del primero. Aquí las tensiones de la ira son descargadas de modo primario hacia el
problema más bien que hacia otros o hacia uno mismo. Es decir que las energías de la emoción de la ira son
usadas de modo constructivo en la solución del problema; atacándolo, en vez de atacar a las personas.

IRA

El derivar la ira hacia el problema casi siempre implica la confrontación de otro en ira. El propósito de la
confrontación es ayudarse y resolver el problema. Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la
que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. (Efesios 4:29)

Uno controla su ira en la mejor manera posible cuando está orientado hacia la solución del problema, no hacia el
problema. Los cristianos que están orientados hacia los problemas, tienden a hablar del problema, se compadecen
de sí mismos, echan la culpa a alguien, y enfocan el uso de sus energías para hallar quién tiene la culpa. Los
cristianos orientados a las soluciones, toman las medidas del problema, tratan de orientarse en cuanto a las
responsabilidades sobre el caso, y luego se dirigen inmediatamente a buscar la solución del problema
bíblicamente.
Cómo ayudar a los aconsejados a dirigir la ira

44
Antes de discutir cómo controlar la ira, tiene que haber siempre el deseo de hacerlo. Luego el aconsejado debe
ser llevado al arrepentimiento por el hecho de no haber considerado que su esposa, marido, hijos, o quien sea la
persona que sufrió la embestida, no fueran tan importantes como para que él controlara su ira contra ellos.

Con frecuencia, los maridos y esposas, necesitan ser colocados en el punto en que se concedan perdón, antes de
que pueda seguir adelante el aconsejar.

Después el consejero debe procurar ayudar al aconsejado a «quitar» y a «poner». No basta, sin embargo,
«quitarse» el pecado del mal genio, resistiendo y calmando la ira de uno con la ayuda de Dios; hay que aprender
a descargar la ira constructivamente para resolver los problemas. La mesa de diálogo familiar puede ser usada
como ayuda en este punto. El dirigir la ira hacia el problema es la solución del resentimiento.

¿Cómo pueden un marido y su esposa que están peleando empezar a dirigir su energía a resolver los problemas
por los métodos de Dios, en vez de seguir en el mismo curso destructivo que va destruyendo su matrimonio? La
respuesta es: por medio de la comunicación apropiada (Mesa de Diálogo).

Atacarse uno al otro o Atacar el problema

CÓMO TRATAR LA ENVIDIA, LA PREOCUPACIÓN, LA ANSIEDAD


Y LA CONMISERACIÓN DE UNO MISMO

La envidia
Joan tenía un problema: la envidia. Tenía envidia de todos: su hermana, su madre, otras chicas y su novio. Era un
pecado, y como cristiana lo sabía. Deseaba el dinero, los vestidos, amigos, habilidades y gracias que los demás
tenían. En consecuencia, se pasaba las horas preguntándose por qué ella no había sido bendecida con lo que los
otros tenían. Nadaba en autocompasión, los problemas le parecían mayores, se sentía abatida, y la envidia seguía
escalando mayores alturas. ¿Qué podía hacer? Joan, al principio tuvo que reconocerlo y, luego, arrepentirse del
deseo de tener lo de otros. Pero, como había desarrollado pautas pecaminosas y un modo de vida que implicaba
envidia, no había nada, de no ser la gracia de Dios, que le permitiera «quitarse» estas viejas maneras y «ponerse»
las pautas de vida de Dios. Joan recibió ayuda para establecer nuevas pautas (después del arrepentimiento).

Hizo tres cosas: 1. En conformidad con Filipenses 2:3-4, empezó a orar por el bienestar de otros; no de modo
general, sino específico. 2. Empezó a apreciar lo que veía en los otros, viendo lo bueno. De esta manera empezó
a entender el significado de Filipenses 2:3-4; Romanos 15:2-3, y Efesios 4:7, 16 en su propia experiencia. 3. En
conjunción con estas dos actividades se la estimuló a hablar a otras personas sobre sus talentos. Cuando
expresaba aprecio por sus esfuerzos y preguntaba a otros cómo habían adquirido sus habilidades, descubrió que
más que nada las había aprendido por medio de mucha práctica, la clase de esfuerzo disciplinado que ella no
había ejercido.

Antes, siempre contrastaba su triste estado, y se quejaba de que los demás tenían «suerte». Ahora empezó a ver
que

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ellos, casi siempre, por medio de la oración, llegaban a sus logros merced a la obediencia a la Palabra de Dios.
Llegó a la conclusión de que en vez de nadar en autocompasión (como hacía antes), tenía que concentrar sus
energías y atención en fines más productivos.

En el proceso, Joan sufrió una transformación. El Espíritu de Dios usó las energías y capacidades que antes eran
dedicadas a las obras de la carne, en la producción de fruto para su propio honor. Esta transformación es lo que
indicaba Pablo al escribir: El que hurtaba, ya no hurte más, sino que trabaje, haciendo con sus manos lo que es
bueno, para que tenga que compartir con el que padece necesidad, y cuando instaba: Que así como para
iniquidad presentasteis vuestros miembros como siervos a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para
santificación presentad vuestros miembros como siervos a la justicia.

La cavilación y la autoconmiseración.
Consiste en una concentración sobre el yo y los supuestos «derechos» de uno y, generalmente, implica una
protesta contra la providencia de Dios. Es claramente un pecado autodestructivo. No es extraño que el salmista
escribiera: «En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos, porque tuve envidia de
los arrogantes» (Salmo 73:2-3). La envidia mezclada con la cavilación y la autocompasión, casi le habían
llevado a una desesperanza profunda y a la rebelión contra Dios. Explica: «Cuando medité para entender esto,
fue un duro trabajo para mí» (se refiere a la prosperidad de los malos) (v. 16). Dice también: «Se llenó de
amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas. Tan torpe era yo, que no entendía; era como una bestia
delante de ti» (vs. 21- 22). Queda claro que el escritor se acarreó sufrimiento y dolor como resultado de sus dos
pecados, autocompasión y envidia. El alivio vino con el arrepentimiento, cuando se le instruyó sobre el fin de los
malvados en el santuario de Dios (vs. 17-21). Las personas arrastradas por el remolino de la envidia y la
autocompasión, también necesitan oír el mismo mensaje. Los consejeros harán bien leyendo el Salmo 73 y
explicándoselo cuidadosamente.

Algunas veces los aconsejados confunden el cavilar y el autocompadecerse con el pensar productivo. Al llamar a
los dos «pensar», procuran justificar su pecado. Los consejeros deben distinguir entre los dos. Pueden
conseguirlo haciendo preguntas como: «¿Qué soluciones salieron de estos períodos de pensar?» o «¿Después de
estos períodos de pensar te sentís un cristiano mejor, capaz y triunfnate?»

La compasión de uno mismo es el material de que se forman la depresión, la desesperanza, el homicidio, el


suicidio y otros pecados. La historia de Elias, en 1 Reyes 19 lo ilustra. Por haber rehusado apartarse de esta
orientación hacia sí mismo, su ministerio profético le fue quitado y entregado a Elíseo. La compasión de uno
mismo, la envidia y la cavilación pueden llevar a otros resultados serios, como advierte David (Salmo 37:8). El
caso de Amnón muestra bien esta cavilación: «estaba angustiado hasta enfermarse» (2 Samuel 13:2-4). Este
continuo cavilar, a la larga, le llevó a consecuencias desastrosas.

El cavilar es pensar sin acción. Es hablar con uno mismo que no se centra en las soluciones de Dios. Sólo puede
producir efectos desastrosos.

Cómo cambiar la situación


¿Qué puede sugerir un consejero al aconsejado que cavila, se compadece a sí mismo, se angustia y tiene envidia?
Primero, el consejero puede dar un vistazo bíblico del problema, usando los Salmos 73 y 37. Segundo, puede
dirigir al aconsejado a romper la cadena de autocompasión > ira > amargura > depresión en el primero de los
eslabones. Tercero, el aconsejado ha de recibir instrucciones de orar sobre el problema, poniendo el asunto en las
manos de Dios. También puede orar pidiendo fuerza para romper las pautas destructivas de la envidia y la
autocompasión. Cuarto, debe levantarse y enfocarse en las responsabilidades presentes, que de otro modo serían
descuidadas.

AYUDANDO A LAS PERSONAS DEPRIMIDAS

¿Qué hay detrás de la depresión?


46
Casi cualquier cosa puede hallarse en la raíz de la depresión del aconsejado: una enfermedad reciente, en la cual
se ha atrasado de su trabajo, cambios hormonales, reveses de fortuna, las consecuencias del simple descuido,
culpa sobre algún pecado, autocompasión procedente de envidia o celos, o un curso desfavorable de las
circunstancias, sentimientos del tipo del resentimiento, preocupación, etc. El hecho importante que hay que
recordar es que una depresión no resulta directamente de ninguno de estos factores, sino que viene de un proceso
cíclico en el cual el problema inicial es tratado mal, de tal forma que se agranda en espirales descendentes, y que
al final acaban en la desesperanza. El ciclo del pecado descendente se mueve desde un problema a una respuesta
deficiente, pecaminosa, con lo cual se causa un problema adicional que complica, y que a su vez da lugar a una
respuesta pecaminosa, etc. Esta pauta tiene que ser invertida, empezándose un ciclo ascendente de justicia, que
resulta en más justicia.
Aquí la pauta invertida se puede ver: un problema que recibe una respuesta bíblica lleva a una solución que
refuerza la capacidad de resolver nuevos problemas. El ciclo hacia abajo esclaviza en la desesperanza y la culpa,
y con ello se va descendiendo o se cesa en la actividad, lo cual se llama depresión. Proverbios nos advierte
claramente contra la esclavización por los hábitos pecaminosos: Porque los caminos del hombre están ante los
ojos de Jehová y él considera todas sus veredas. Prenderán al impío sus propias iniquidades y será retenido con
las cuerdas de su pecado. (Proverbios 5:21-22).

ESPIRAL DESCENDENTE ESPIRAL ASCENDENTE


(aumenta los problemas) (reduce los problemas)

Los hábitos pecaminosos son difíciles de romper, pero, si no se rompen, siguen atando más y más al aconsejado.
Éste se encuentra con que, como las espirales de pecado descendentes le arrastran hacia abajo, está capturado y
atado por las cuerdas del pecado que se van apretando. Está retenido por las cuerdas de su propio pecado.

La historia de Caín (Gén. 4), ilustra la terrible dinámica del ciclo descendente:
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- Caín empezó mal, al presentar una ofrenda pecaminosa delante de Dios. Abel dio a Dios lo mejor
- Cuando Dios rechazó la ofrenda, Caín complicó el problema al responder mal a la reprensión («y se ensañó
Caín en gran manera y decayó su semblante»).
- La ira y depresión fueron notadas por Dios, el cual le advirtió las consecuencias de su respuesta errónea. Le
explicó Dios que con su gracia: «Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido?» (vs. 6-7), es decir, tu rostro será
levantado.
- Advirtió también a Caín que si fallaba en arrepentirse y ofrecer el sacrificio apropiado, esto complicaría el
problema y le haría caer en un pecado más profundo (en las garras del pecado, que, como un animal salvaje,
estaba agazapado tras la puerta esperando ya para echársele encima).
- Dios le ofreció esperanza, diciéndole que podía invertir la espiral y dominar el pecado si rompía la pauta de
pecado por medio del arrepentimiento y un cambio de comportamiento.
- Caín no hizo caso de la advertencia de Dios y cayó en mayores profundidades de pecado, tal como Dios le
había dicho que haría: el ciclo descendente llevó a la muerte de Abel.
El alimentar su agravio, su amor propio, el compadecerse a sí mismo, y la ira fueron los elementos del aspecto
deprimido del rostro de Caín, cosas de que Dios le había seriamente advertido.

El pecado lleva a la culpa y a la depresión; el manejar pecaminosamente el pecado complica más aún las cosas,
llevando a mayor culpa y depresión más profunda, y así sucesivamente. En el ciclo descendente la depresión
contribuye a más fallos, ya que con frecuencia pasa a ser una excusa por la manera deficiente de tratar el pecado
mismo. Pero, en contraste con los que hablan de cambiar los sentimientos a fin de cambiar la conducta, Dios
invierte el orden y dice: «Si bien hicieres, levantarás la cabeza.»

Evitando la depresión
Estas depresiones nunca tienen que llegar a este punto si el problema es tratado con los métodos de Dios. La
depresión no es inevitable, algo que simplemente ocurre y no puede ser evitado. Ni nunca llega tan lejos que no
pueda ser contrarrestada. El ciclo siempre puede ser detenido e invertido en cualquier punto por la acción bíblica
en el poder del Espíritu Santo.

La esperanza de las personas deprimidas, como hemos dicho con respecto a otras cosas, consiste en esto: la
depresión es el resultado del pecado del aconsejado. Si la depresión fuera alguna enfermedad extraña,
inexplicable, que ha caído sobre él, de la cual él no es responsable, y en consecuencia sobre la cual no puede
hacer nada, la esperanza se desvanecería. Los hechos, sin embargo, son que, aunque es posible que no sea
responsable del problema inicial (por ejemplo, la enfermedad física, o un giro desfavorable en sus finanzas), es
responsable de la forma en que trató este problema inicial, que ha de ser con los métodos de Dios. Por no haberlo
hecho, sino por haber reaccionado pecaminosamente al problema (descuidando sus deberes y tareas, acumulando
resentimiento, quejándose con autocompasión), luego, como resultado de esta reacción, se ha sentido deprimido.

Esta depresión es el resultado de la espiral de factores que complican; no es el resultado directo del problema
inicial. Cuando el problema inicial no es tratado debidamente, se añaden culpa y miseria a este problema original.
Si, a su vez, el aconsejado trata estas consecuencias pecaminosamente, la espiral se intensifica.

La forma en que puede ayudar el consejero


1. Los consejeros deberían comprobar la existencia de problemas que complican (dejar de hacer las tareas:
planchar, limpiar la casa, trabajo en el negocio, etc.) y poner al aconsejado a trabajar para manejar estas cosas
con los métodos de Dios. Esto debería empezar (por lo menos) a elevar la depresión y cambiar la dirección de la
espiral.
2. Luego debería comprobar todos los factores (incidentes, etcétera), y las pautas de vida que puedan haber
llevado a la reacción pecaminosa del problema inicial, e instar y ayudar al aconsejado a emprender acción bíblica
en el poder del Espíritu para reemplazar estas pautas (quitarse/ponerse) por otras bíblicas, y así asegurarse contra
fallos futuros, debidos a las mismas pautas.

El consejero debe explicar la dinámica de la depresión al aconsejado y ponerle en un plan de ataque a las
tendencias pecaminosas del corazón humano que se rinde a los sentimientos, en vez de seguir el camino de la
responsabilidad cristiana. Por ejemplo, en un caso en que la tarea de planchar es siempre la primera que queda
por hacer, el consejero debe aconsejar: “La próxima vez que sienta el deseo de no hacer el trabajo de planchar:
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1. No importa que tenga ganas de hacerlo o no: HÁGALO A PESAR DE NO TENER GANAS. Pida a
Dios que le ayude.
2. Diga a su marido que tiene problemas para empezar, de modo que pueda ayudarle y procurar que usted
haga el planchado tanto si tiene ganas como si no las tiene.
3. Si permite que la tarea de planchar se quede atrás, suprima todas las otras ocupaciones (televisión,
visitas a vecinas, etc.) y no se autorice ningún otro privilegio hasta que haya planchado.
4. Esfuércese en evitar todo fantasear, mirar y ratos de autocompasión. Tan pronto como se encuentre
deslizándose hacia ellos, disponga la tabla de planchar y póngase a trabajar.
5. En ocasiones así, busque una vecina que le permita llevar la tarea de planchar a su casa, para que pueda
hacerlo con ella.
6. En vez de compadecerse y preocuparse, diríjase al problema que fue el origen de todos estos
sentimientos. Escriba estas tres preguntas y sus respuestas:
a) ¿En qué consiste el problema que tengo?
b) ¿Qué es lo que Dios quiere que haga sobre el mismo? (La respuesta se halla en las Escrituras.)
c) ¿Cuándo, dónde y cómo debo empezar?
1) Da el primer paso tan pronto como puedas.
2) Haz planes para los ratos de reposo.”

Cómo no tratar a las personas deprimidas


El apoyo y el minimizar, por las razones discutidas en detalle en otros puntos de este manual es posible que
conduzcan al suicidio o a la desesperación. El uso de apoyo, como se ha mostrado, le dice al aconsejado: «No
hay esperanza; Dios no tiene respuestas», o a ideas de este estilo. El minimizar le dice: «Este consejero no puede
ayudarme; no entiende la seriedad de mi problema.» Ambos procedimientos, defectuosos, fallan en el tratamiento
del aconsejado como una persona responsable ante Dios y, por tanto, le quitan la esperanza. El quitar la
esperanza de una persona deprimida siempre es peligroso, porque le da ocasión de entrar en el desespero, incluso
hasta el punto de quitarse la vida.

Si, en vez de ello, se reconoce la magnitud del problema (en vez de minimizarla), pero a pesar de la gran
dificultad se presenta a Dios como capaz de manejar un problema difícil como éste, el aconsejado es más
probable que crea que el consejero puede proporcionar una base de confianza para la esperanza. La desesperanza
puede ser disipada, también, asegurándole al aconsejado que, a pesar del carácter grave del problema, Dios tiene
la respuesta. Al establecer el plan bíblico y bosquejar el curso escritural que se puede seguir en los días
inmediatos, el aconsejado puede ver que, en vez de ofrecérsele «apoyo», en el Evangelio de Cristo hay un
camino que permite salir de las circunstancias que antes sólo veía le llevaban a la desesperación.

RESOLVIENDO LAS DIFICULTADES SEXUALES

En el matrimonio
Los consejeros deberían reconocer que hay relativamente pocos problemas orgánicos, o «mecánicos», en lo que
se refiere al sexo. En casi cada caso, si hay un problema orgánico, el médico ya lo ha encontrado o va a hacerlo
pronto. Indagando, generalmente, se descubren pronto que las dificultades subyacentes son de tipo relacional.
Éstas suelen consistir en una de las siguientes: temor, ira y resentimiento, preocupación, celos, sospechas y
fatiga. Al interrogar, hay que hacer, primero, énfasis en la ira y el resentimiento, puesto que estos problemas son
los que se encuentran con más frecuencia en las dificultades sexuales. Para obtener ayuda en la solución de este
problema, el consejero debería consultar la sección de «Cómo resolver la ira». Siempre que se trata de
dificultades subyacentes de tipo relacional, los consejeros también deben dedicar tiempo a la discusión de los
principios bíblicos fundamentales de las relaciones sexuales. Es básica la discusión de Pablo del tema en 1
Corintios 7.

Principios bíblicos del sexo


1. Las relaciones sexuales en el matrimonio son buenas y sagradas. Dios las estimula y advierte en contra de su
cese.
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2. El placer en las relaciones sexuales no es pecaminoso, sino que se da por entendido (Cantar de los Cantares).
3. El placer sexual debe ser regulado por el principio de que la sexualidad de uno no debe estar orientada a sí
mismo, sino orientada al otro. La masturbación está en disconformidad con este principio fundamental.
4. Las relaciones sexuales han de ser regulares y continuadas. No hay un número preciso de veces por semana
que se pueda indicar como apropiado, sino que el principio es que ambos cónyuges deben proporcionarse
satisfacción sexual adecuada de modo que se evite la tentación de hallar satisfacción en otra parte.
5. El principio de satisfacción significa que cada cónyuge ha de proporcionar goce sexual (que le corresponde al
otro en el matrimonio) con la frecuencia que el otro requiera. Pero, naturalmente, hay otros principios bíblicos
(moderación, procurar agradar a otro en vez de agradarse a uno mismo, etc.) que también entran en juego. La
consideración para el otro ha de regular los requerimientos hechos en las relaciones sexuales. Pero esto no debe
ser usado como una excusa para fallar en cubrir las necesidades auténticas. Por otra parte, las solicitudes de
satisfacción sexual no pueden ser regidas por una concupiscencia idolátrica.
6. En conformidad con el principio de los «derechos», no tiene que haber «regateos» sexuales entre cónyuges.
7. Las relaciones sexuales son iguales y recíprocas. Pablo no da al hombre derechos superiores a los de la mujer.
Queda claro, pues, que la mutua estimulación y la iniciación mutua de relaciones es legítima. En realidad, la
doctrina de los derechos mutuos implica también la obligación de la responsabilidad mutua.

Estos principios deben ser usados, en la práctica del aconsejar, como las bases para tratar la gran variedad de
particularidades que suelen presentarse.

Procedimientos generales de aconsejar


En conjunción con el uso de principios bíblicos para las relaciones sexuales que hallamos en 1 Corintios, ha de
seguirse un plan para tratar las dificultades subyacentes específicas.
1. Descubrir las áreas de conflicto, dificultad, tanto de base como secundarias, al problema sexual. El consejero
puede empezar estableciendo una mesa de diálogo, ayudando a los aconsejados a hacer listas de conflictos y
enseñándoles la forma de tratar los problemas diariamente de una manera bíblica.
2. Entretanto, los problemas en las relaciones sexuales generalmente empezarán a desaparecer, sin tener que
prestar mucha atención directa a esta materia. El cambio, generalmente, tendrá lugar cuando mejore la relación
entre el marido y la mujer. Cuando empezaron a tratar estos problemas y cuando los cauces de comunicación
quedaron aclarados cada día, por medio de la práctica de la confesión y el perdón, el camino quedó abierto para
tener relaciones sexuales satisfactorias de nuevo.
3. Una vez persuadidos de que su relación entera afecta a la relación en todos los aspectos, el consejero desea
establecer el idóneo desempeño en cada uno. Relacionado específicamente con el lado sexual de la relación, los
va a instruir sobre los principios de 1 Corintios 7. Cuando las relaciones básicas entre esposos han sido
restablecidas en términos bíblicos, están preparados para recibir ayuda directa respecto a las dificultades
sexuales.
4. El consejero tiene que instruirlos en lo que estaban equivocados, que es lo que causaba las dificultades, y que
es lo que tienen que evitar los dos, si quieren evitar nuevos fracasos o recuperarse de fallos futuros.

Culpa sobre pecados


Con frecuencia, las relaciones sexuales se deterioran (o no se desarrollan nunca) debido a una culpa creciente
sobre promiscuidad sexual, sea antes del matrimonio o durante el mismo. La confesión, el perdón y la
reconciliación que incluyen el edificar una nueva relación interpersonal entre marido y mujer, es la respuesta de
Dios. Primero la relación con Dios, luego con el cónyuge. Éste es el orden en que tiene que ser restablecida.

La ignorancia sexual
¿Hasta qué punto está obligado el consejero cristiano a discutir la biología del sexo? Es difícil contestar esta
pregunta. En tanto que no es prerrogativa suya el desplegar láminas de anatomía y dar conferencias ilustradas, y
sin duda no tendrá el menor interés en dedicar el tiempo a aconsejar sobre cuestiones como el análisis de las
varias posiciones que es posible asumir durante las relaciones sexuales, hay muchas ocasiones en que tendrá
necesidad de discutir algo de la anatomía y la técnica.

Atención
Toda discusión de las relaciones sexuales en el aconsejar, como implica a dos individuos relacionados
íntimamente, debe ser hecha en presencia de ambos. El discutir estos asuntos en privado con la esposa, solamente
50
puede llevar a tentaciones innecesarias y a acusaciones en algunos casos. Si en circunstancias muy raras los
asuntos sexuales deben ser discutidos sólo con la mujer, siempre es prudente hacerlo en una situación de
aconsejar en equipo.

Ayudando a manejar la masturbación


La masturbación es un pecado. En 1 Corintios 6:12 dice: «Todas las cosas me son lícitas, yo no me dejaré
dominar por ninguna.» Éste es un principio importante. Significa que ni aun las cosas que son legítimas debe
permitirse que dominen al cristiano, que pasen a ser amos de él, y él pase a ser el esclavo.
Segundo principio se halla en Mateo 5:27-28. Aquí, Jesús, dice que no es sólo el acto externo del adulterio lo
que Dios prohíbe, sino también que Dios considera los pensamientos de consentimiento en el corazón como
adulterio.
El tercer factor que hay que considerar, en la discusión de la masturbación, es que no es presentada como una
opción bíblica. Cuando Pablo escribe: «Pero, si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que
estarse quemando» (1 Corintios 7:9), la alternativa es bien clara: dominio propio o matrimonio. No hay una
tercera opción. Pablo no dice que la masturbación sea un alivio apropiado al deseo sexual (quemarse).
Finalmente, la masturbación es claramente mala, porque es una perversión del acto sexual. En 1 Corintios 7:3-4
se ve una cosa clara: la capacidad sexual de uno no existe para satisfacción de uno mismo.

La masturbación puede ser dominada


¿Cómo puede ayudar el consejero? Tiene que hacer, por lo menos, dos cosas: 1) Explicar la base bíblica de lo
sexual, incluyendo el pecado de la masturbación. Tiene que explicarle también la función de los órganos del
cuerpo que están implicados y la forma en que Dios espera que los usemos de modo propio. Esto es lo primero
que necesita saber. Esta explicación, con frecuencia, culmina en el arrepentimiento. 2) Lo segundo que puede
hacer el consejero, es hablar claramente y llevar el problema a una solución bíblica. Lo que está haciendo va a
requerir alguna clase de estructura que haga frente a la situación específica. Necesitará el poder del Espíritu
Santo para operar dentro de la estructura. El Espíritu Santo mismo establece la necesidad de la estructura (en la
Biblia). Habla de «quitarse» las viejas pautas, y «ponerse» las nuevas. Insiste en la «disciplina». Habla de
«entrenamiento» (práctica) en la piedad. Da principios estructurales por los cuales guiar nuestras vidas.

En todos los casos hay que acoplar la oración con la estructura. El estándar para esta última son las Escrituras, y
el resultado de la primera es el poder del Espíritu Santo.

Cómo aconsejar a las personas implicadas en el pecado de la homosexualidad


Tratarlo como pecado. Debido a que reconocen la homosexualidad como un pecado, pueden ofrecer esperanza.
Dios perdona este pecado y limpia a los hombres del mismo. «Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados,
ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados.» (1 Corintios 6:11)

¿Cómo puede ayudar al homosexual el consejero cristiano?


Primero, el consejero cristiano da esperanza, reconociendo la homosexualidad por lo que es —un modo
pecaminoso de vida— en vez de un asunto determinado por factores sociales o genéticos. Ver Levítico 18:22,
20:13 y Romanos 1:26-27. La homosexualidad es mencionada también en 1 Corintios 6:9, en Génesis 19, y en
1 Timoteo 1:10. Siempre es considerada un pecado, no una enfermedad. En cada referencia bíblica, la
homosexualidad es considerada una forma irresponsable de vida, no un estado irresistible. Es llamada un
«extravío», una forma de vida falsa.
En segundo lugar, los consejeros deben mostrar al homosexual que Cristo tiene la respuesta del pecado. Es Él el
que «lava» y «santifica» a uno de su contaminación y su poder (1 Corintios 6:11). El evangelismo tiene que
entrar aquí.

Pero, asumiendo que el ofensor se haya hecho cristiano, y en verdadero arrepentimiento busque apartarse de toda
actividad homosexual y desee seguir el curso normal de hallar una esposa, o un marido si es una mujer, ¿qué
puede hacer? Para empezar, el consejero debe asegurarle al aconsejado homosexual que, como toda otra forma
pecaminosa de vida, la homosexualidad puede ser eliminada quitándose las pautas pecaminosas pasadas y
aprendiendo a vivir conforme a las pautas de vida según Dios, en lugar de las antiguas. Este cambio implica
varios procedimientos:

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- Primero, tiene que romper con las asociaciones pasadas, cortando el contacto con amistades hechas con
otros homosexuales. El consejero puede requerir que se comunique y que rompan la relación allí mismo.
No hay nada más importante que el hacer esta ruptura clara y tajante.
- En segundo lugar, tiene que reestructurar el curso de su vida para evitar los lugares en que se suelen hacer
y pueden haberse hecho los contactos homosexuales en su caso. Hay que cambiar las horas de las
actividades tan plenamente como se pueda.
- Luego, tiene que reconocer que la homosexualidad es un pecado que domina la vida, y que satura toda
fase y actividad de la vida. Uno puede empezar con la homosexualidad como un aspecto en su vida total,
pero antes de poco se desarrollan pautas fijas, y una vez se ha hecho un hábito, la homosexualidad pasa a
ser una forma total de vida.

La estructuración total.
Al aconsejar a los homosexuales, los consejeros deben obtener una promesa y compromiso de estructuración
total. La estructuración total significa considerar el problema en relación con todas las áreas de la vida. El
problema afecta a todas las áreas, y siempre que todas las áreas estén en la debida relación con Dios, las líneas de
puntos pasan a ser sólidas, y los problemas se disuelven.

Si el aconsejar se enfoca sobre el asunto de la homosexualidad exclusivamente, el resultado suele ser un fracaso.
El aconsejado, pues, debe darse cuenta de la importancia de la estructuración total y hay que instarle a trabajar de
firme en cada área de su vida por medio del poder del Espíritu.

Hay esperanza para el homosexual.


Esta esperanza se centra en lo siguiente:
1. Conversión cristiana.
2. Reconocimiento y confesión del pecado de la homosexualidad que lleva al perdón.
3. Frutos apropiados de arrepentimiento, tales como:
a) Abandono de las prácticas y asociaciones de carácter homosexuales (1 Corintios 15:33).
b) Construcción de nuevos horarios para las actividades, etcétera.

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c) Reestructuración de toda la vida, conforme a principios bíblicos por el poder del Espíritu de
Cristo.
d) Menos énfasis sobre las experiencias sexuales.
4. A menos que Dios dé el don de la continencia, el buscar y aprender y manifestar una vida de amor
entregándose a su esposa/o dentro de los lazos del matrimonio.

AYUDANDO A LOS QUE TIENEN TEMOR

Amor y temor
El amor busca oportunidades para dar; pregunta: «¿Qué puedo hacer por otro?» El temor mira receloso a las
posibles consecuencias, y pregunta: «¿Qué va a hacer él por mí?» El amor «no piensa mal»; el temor no piensa
en otra cosa. El amor trabaja haciendo las tareas de hoy y está tan ocupado que no tiene tiempo de preocuparse
del mañana. Por el hecho de enfocarse sobre el mañana, el temor falla en emprender tan sólo las
responsabilidades de hoy. El amor lleva a un mayor amor; el cumplir las obligaciones produce gozo y paz y
satisfacción y mayor amor y devoción en el trabajo. El temor, en cambio, ocasiona mayor temor, puesto que el
fallo en asumir responsabilidades acarrea temor adicional a las consecuencias de obrar de modo irresponsable.

¿Por qué contrastar el amor y el temor? ¿Por qué no hacerlo con el temor y la paz, el temor y la seguridad, el
temor y la serenidad?» 1 La respuesta a esta pregunta se encuentra en 1 Juan 4:17-18, en que Juan mismo pone
el temor y el amor frente a frente, como excluyéndose mutuamente. Juan muestra cómo el seguro amor de Dios,
y a Dios, borra todo este temor. El enemigo del temor es el amor; la manera de eliminar el temor, es, pues, amar.

¿En qué formas se excluyen el amor y el temor mutuamente?


El amor se entrega a sí mismo; el temor se protege a sí mismo. El amor avanza hacia los demás; el temor se
retrae, se aparta de ellos. Pero el consejero tiene que recordar (y persuadir al aconsejado) que el amor es más
fuerte, puesto que puede «echar fuera» el temor. Nada más posee el mismo poder expulsivo como el amor. Según
1 Juan 5:19, lo que capacita a los cristianos a amar es el amor previo de Dios. Por medio de la amante comunión
con Dios, este amor que responde, madura (es «perfeccionado»). El que uno tema, indica el hecho que su amor es
todavía imperfecto (v.18b). El crecer en amor produce osadía (v.17; «confianza») para acercarnos al Padre. El
temor y el amor varían en sentido inverso. Cuanto más temor, menos amor; cuanto más amor, menos temor.

Es interesante notar que en las Escrituras no se dice nunca de Jesús que tuviera miedo.
La razón evidente es que su amor era perfecto.

Temor y castigo
Juan hace notar que el temor «implica castigo». El castigo en el temor se ve, quizá más claramente, en el temor a
la muerte. Es el aguijón de la muerte (1 Corintios 15:55-57). Según Hebreos 2:14-15, las personas no salvas se
hallan «sujetas a servidumbre» (el elemento de castigo es evidente), a este temor toda su vida. Sólo Cristo, por
medio de su amor, puede dar liberación a su pueblo de esta servidumbre (ver Romanos 8:15). El cristiano no ha
recibido un «espíritu de servidumbre que le lleva otra vez al temor». Ya no tiene que estar «aterrorizado»
pensando en tener que presentarse delante de Dios (Hebreos 10:31). Un temor así es pecado. Este mismo énfasis
se encuentra frecuentemente en las Escrituras. Hebreos 13:6, citando el Salmo 118:6: «...Jehová está conmigo,
no temeré lo que me pueda hacer el hombre?»

Eliminando el temor por medio del amor


Los consejeros cristianos deben determinar la fuente del temor y hacerle frente con una llamada apropiada al
arrepentimiento y al amor. ¿Es el temor del aconsejado, básicamente, temor de Dios o temor del hombre? Si el
aconsejado teme a Dios, su relación con Dios tiene que ser explorada. El consejero debe considerar estos puntos:
- ¿Cree el aconsejado de modo genuino?
- ¿Comprende la enseñanza bíblica sobre la seguridad y la paz?

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- ¿Hay pecado en su vida que perturba su relación con Dios y enfría su ardor por Él? (Ver Deuteronomio
28:65-67, para una descripción sobria del temor que Dios puede enviar como consecuencia del pecado.) El
arrepentimiento y el servicio en amor renovado es lo apropiado.

Si el temor del aconsejado es fundamentalmente temor de hombre, entonces hay que estimularle a ocuparse en un
ministerio de amor, en el cual pueda entregarse a otros. Puede que sea necesario más que esto, pero en último
término, el temor va a desvanecerse sólo cuando haya aprendido a vivir la vida de amor e interés sincero por el
prójimo.

Temor de las consecuencias


«Huye el impío sin que nadie le persiga» (Proverbios 28:1; ver también Levítico 26:36). Esta afirmación forma
la base de gran número de problemas relacionados con el temor. Muestra claramente que una conciencia culpable
puede causar ansiedad emocional intensa, y aun comportamiento raro. Algunas personas han sido llamadas
«esquizofrénicas» sin ser nada más que un caso grave de temor originado en una conciencia culpable. Este temor
por las consecuencias de la culpa puede matizar de tal forma el modo de pensar y la vida de uno que (con el
tiempo) puede dar lugar al desarrollo de un mundo de fantasía, que en algunas formas está completamente
alejado de la realidad.

Los temores no deben ser descartados realmente como imaginarios. Janet se quejó de que Dios iba a matarla. Su
pastor trató la cosa por encima, como si no hubiera base para un temor así. Sin embargo, cuando un consejero
nouthético la trató, tomó sus temores en serio («¡Usted tiene que haber hecho cosas bastante serias para pensar
esto!» Ante este enfoque, pronto reveló que había dado a luz a dos hijos ilegítimos y que estaba tratando de
inducir a un hombre, con el cual en aquel entonces tenía un amorío, a que se casara con ella diciéndole
(falsamente) que el segundo hijo era de él. Los consejeros cristianos saben que un hombre que huye cuando nadie
le persigue es un «impío».

CÓMO ACONSEJAR A LOS QUE TEMEN HABER


COMETIDO EL PECADO IMPERDONABLE

De vez en cuando los consejeros cristianos tienen ocasión de ayudar a personas que están angustiadas en extremo
porque creen que han cometido (o pueden haber cometido) el pecado imperdonable. ¿Cómo aconsejar a estas
personas?

¿Qué es pecado?
Primero, el consejero tiene que saber de modo específico qué es el pecado imperdonable. Los pasajes referidos a
esto ocurren en Marcos 3:29-30 y Mateo 12:31-32, en que se describe cómo atribuir la obra del Espíritu Santo al
diablo. Se identifica en el contexto por los siguientes hechos:
- 1) el pecado imperdonable es un pecado contra el Espíritu Santo;
- 2) es una blasfemia contra el Espíritu; y más específicamente,
- 3) consiste en llamar al Espíritu Santo «un espíritu humano», al
- 4) atribuir su obra a Beelzebú.

¿Qué puede hacerse?


Entendiendo bien él mismo el pasaje, el consejero puede empezar preguntando al aconsejado qué describa el
pecado que ha cometido. Cuando lo hace (o lo hace ayudado por medio de un interrogatorio cuidadoso), el
consejero puede decidir si el aconsejado entiende bien en qué consiste o si lo entiende mal. Una vez se sabe cuál
es el pecado que ha sido realmente cometido (adulterio, homosexualidad, incesto, etc.), frecuentemente se ve que
es considerado por estas
personas como el pecado imperdonable; otros temen que lo hayan hecho debido a pensamientos obsesivos.2 El
consejero está, pues, en una posición en que puede hacer dos cosas. Las dos son vitales:

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Primero, puede explicar la verdadera naturaleza del pecado imperdonable: líderes religiosos endurecidos que
declaran que Jesús ha ejecutado sus obras milagrosas por medio del poder de Beelzebú, un espíritu inmundo, no
por medio del poder del Espíritu Santo, por lo que atribuyen la obra del Espíritu de santidad al diablo. Este
cuadro bíblico puede ser comparado con el pecado del aconsejado. Sin embargo, es totalmente esencial que al
mismo tiempo el consejero no quite importancia al carácter grave del pecado que ha cometido el aconsejado. Al
distinguir entre el pecado imperdonable y los otros pecados, hay esperanza; en el minimizar la culpa no hay
esperanza.
Segundo, el consejero debe pasar pronto al pecado o pecados cometidos realmente, hacer notar sus efectos
trágicos, y llamar al aconsejado al arrepentimiento, a la fe y a la necesidad de adoptar una nueva forma de vida.
En vez de hacer énfasis en el pecado imperdonable, el consejero debe dirigirse a los perdonables.
Se podría decir mucho más, pero en lo fundamental el método para tratar el problema del temor de haber
cometido el pecado imperdonable queda explicado fácilmente. La persistencia con que uno puede
obstinadamente rehusar una clara exégesis coherente, y la argumentación teológica sobria, no es fácil de manejar.
Se requiere persistencia en contrarrestarla con oración por parte del consejero. Tiene que insistir firmemente en
que el aconsejado comprenda de modo pleno cuáles son sus pecados, y luego en el perdón y en seguir cursos
bíblicos de acción en conjunción con cada uno. La confianza en su propia posición exegética, por parte del
consejero, con frecuencias constituye el factor más potente de todos. Por medio de esto, con frecuencia levanta
un mínimo de esperanza, que puede llegar a ser el boquete abierto en el dique, que dará paso a su destrucción.

CONCLUSIÓN
Nadie reconoce mejor que el compilador de lo incompleto que es este manual. Sin embargo, es un comienzo. De
hecho, el curso de consejería que sigue a éste será enfocado en el “Cómo” tratar problemáticas específicas como
depresión, temores, problemas sexuales, la ira, etc. Tengo la esperanza de que, en esos cursillos subsiguientes
otros consejeros cristianos encuentren el apoyo que hasta ahora no había estado a su disposición.

Reconozco también que nadie puede pasar a ser un consejero adecuado sólo leyendo libros o haciendo cursos.
Pero los libros y cursos, dirigidos a los aspectos prácticos del aconsejar cristiano, son mejores que las meras
discusiones teóricas. En el La Casa de la Palabra de Concordia hay sesiones reales de aconsejar y, por tanto,
entrenamiento adicional disponible.

Que el Dios a quien servimos, en su gracia, use este manual y este curso de manera que muchos consejeros,
animados por él, lleguen a ser una bendición para la herida y magullada Iglesia de Jesucristo.

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APENDICE

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BIBLIOGRAFÍA:
- La Consejería Bíblica - Cómo aconsejar bíblicamente, John Macarthur y la Facultad del Master’s College.
- Una Introducción a la Consejería Bíblica y Santificación Progresiva, Dr. John D. Street, Pastor y Profesor
adjunto en el SBTS y es el Pte. de la Maestría en Artes en Consejería Bíblica y Prof. de Consejería Bíblica.
- Capacitados para Orientar, Jay Adams. Autor, Teólogo, Prof. universitario y psicólogo.
- Manual del Consejero Cristiano, Jay Adams. Autor, Teólogo, Prof. universitario y psicólogo.
- ¿Por qué la Consejería Bíblica es Diferente?, David Powlison, Director Ejecutivo de la Fundación de
Consejería y Educación Cristiana.
- Intervención, proveer instrucción y dar tareas (implementación), Dr. Ernie Baker Profesor de Consejería
Bíblica The Master’s College, Consejero certificado de ACBC
- Teoría Secular y Teoría de Integración, Wayne Erick Johnston, Pte. de la Asociación Bíblica de Consejería y
Discipulado.
- La Psicología: ¿Un Nuevo Caballo de Troya en la Iglesia?, Sugel Michelen, Pastor y Profesor
- El Cristiano y la Psicología, Gary E. Gilley, Pastor y Escritor.
- Cómo cambia y madura la gente, Dr. Ernie Baker Profesor de Consejería Bíblica The Master’s College y
Consejero certificado de NANC
- La Consejería, Revista 9Marks Edición #2
- Conquistando los Problemas Más Difíciles de la Vida, Dr. Ed Hindosn, Pastor, Profesor y Decano del
Institute Studies de Liberty University en Virginia.

*Material preparado por Horacio Alcaraz para ser usado en la capacitación de cristianos en LCP Concordia.

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