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Un artículo publicado este julio en The Wall Street Journal, da cuenta del
floreciente negocio de clínicas que prometen ayudar a vivir más y mejor.
Algunas de sus recomendaciones aparecen razonables, tales como tener una
rutina diaria de ejercicios, comer sano, bajar de peso, restringir el alcohol y la
ingesta de carnes rojas y no fumar. Otras terapias son más discutibles, ya sea
porque no están basadas en evidencia científica alguna o porque pueden
producir daño. Un ejemplo de esto es el caso del empresario Bryan Johnson,
quien ha gastado una fortuna en terapias no validadas; creyendo que
inyectarse plasma joven contribuye a evitar el paso del tiempo, ha utilizado a
su hijo de 17 años como donante de sangre para retrasar su envejecimiento.
Diversos artículos de prensa dan cuenta que este magnate, de 45 años,
tendría a un equipo de más de 30 médicos trabajando para retrasar su reloj
biológico (El Confidencial, enero 2023).
En principio, sólo queda celebrar esos logros científicos y esperar que pronto
puedan ser utilizados en la clínica, para así borrar las huellas que el paso de
la edad va dejando en los distintos órganos y tejidos. Pero la mera idea de
una vida extremadamente longeva tiene importantes cuestionamientos
éticos, no sólo sobre la conveniencia de tal vida, sino también por el
significado para nuestra comprensión de nosotros como humanos y de
nuestra propia mortalidad.
https://prensa.udd.cl/medios-y-prensa/en-busca-de-la-eterna-juventud/
EJERCICIO GRUPAL