Está en la página 1de 1952

1.

1 Red Desert
The demons we're running from

They're begging to stay

Mi cabeza da vueltas, nunca he llegado a este punto de


embriaguez así que no se exactamente que puede
suceder a continuación.

Pese a que mis movimientos no son completamente


coordinados todavía tengo algunas facultades, por
ejemplo, no paro de notar como un atractivo
desconocido al otro lado de la sala no me quita la vista
de encima.

Siempre que mi mirada se desvía hacía él lo veo


mirándome, no se siente intimidado y en ningún
momento aparta la mirada.

Con una renovada valentía mis pies me llevan hasta su


lado. Mientras camino noto como la música retumba en
el suelo.

Pelo castaño desordenado, ojos azules, brazos fuertes


marcados...es el tipo más sexy que he visto en mi vida.

-¿Quieres bailar? -la pregunta se escapa de mis labios de


forma repentina.
-No bailo con nadie-responde, su tono de voz es grave y
vibra por todo mi cuerpo. Sus ojos me miran con
diversión.

-Me importa una mierda, así que baila conmigo- escucho


las palabras salir de mi boca, pero no parecen mías.

Nunca he sido tan determinada y exigente. ¿Es el alcohol


el que habla por mí? Normalmente no diría eso, la Julliet
sobria no se acercaría un atractivo desconocido y lo
arrastraría a bailar.

El sexy desconocido me mira como si estuviera loca,


pero no me rechaza cuando extiendo mi brazo. Toma mi
mano y la corriente fluye entre nosotros. Lo miro y sus
ojos se oscurecen haciendo que mi estómago se encoja.
Tiene un magnetismo increíble.

Mis labios se curvan en una sonrisa victoriosa cuando


llegamos al medio la pista, él se queda quieto, le doy la
espalda y empiezo a balancear mi cadera, tiro la cabeza
hacía atrás, muy cerca de su pecho. Todo es tan intenso,
tan...real. Por primera vez en mi vida me siento fuera de
control y me gusta la sensación.

-¿Cuál es tu nombre, pequeña mandona? -me pregunta


susurrándome al oído.
-¿Qué más da eso? -le digo riendo y sacudiendo la
cabeza.

Mis ojos se alzan hasta su cara, él me está mirando


como si fuera fascinante, como si fuera un
rompecabezas que está dispuesto a solucionar. Sus
manos agarran mi cintura y empieza a bailar conmigo.
Estamos tan pegados que puedo sentir cada parte de él
contra mí.

-Tienes unos ojos increíbles-susurra provocando que mi


piel se erice.

-¿Esa es tu línea? -pregunto con una sonrisa de


suficiencia.

-Cariño, yo no necesito líneas-responde con arrogancia.

Mi móvil vibra en el bolsillo trasero de mis pantalones y


sé que mi acompañante también lo está notando.

Lo saco y veo su mensaje.

Nate:Buenas noches, espero que estés teniendo


diversión. Te quiero.

Bloqueo la pantalla y por una milésima de segundo me


siento culpable.
Mi amiga Lexie se acerca a nosotros.

-Jul tenemos que irnos ya, mañana es tu primer día de


clase-me dice, sus ojos saltan del desconocido a mí.

Yo ruedo los ojos, no quiero irme cuando lo estoy


pasando tan bien. El desconocido me sigue mirando
fijamente, tanto que me da la sensación de que ve
dentro de mí. Algo en él me tiene atrapada, como si no
pudiera irme de su lado. Nunca me había sentido así.

-Vete tu Lex, ya pediré un Uber-le respondo.

Toma mi brazo y se acerca a mi oreja para que el


desconocido no la escuche.

-Ni hablar, no voy a dejarte aquí sola-continua ella.

-Lex no me voy a ir, así que si quieres irte ya, hazlo. No


pasa nada, nos vemos mañana-digo dándole un abrazo.

-¿Qué pasa con Nathan? -me pregunta con un leve tono


de desaprobación.

-Lex...-suspiro-Ya hablaremos.

Ella asiente, no muy convencida. Cojo la mano del


desconocido y lo empiezo a arrastrar por el local, él se
deja fiar por mi criterio ciegamente. Lo llevo a un sitio
más tranquilo de la sala, donde solamente hay otra
pareja.

¿Qué estás haciendo, Julliet?

Mi parte no sensata rodea los brazos en el cuello del


desconocido y se pone de puntillas tirando de el para
besarlo, él me encuentra a medio camino.

Nuestros labios se mueven con fuerza y desesperación,


siento el calor y la humedad de su boca contra la mía y la
excitación en mi interior va creciendo. Una de sus manos
aprieta mi cintura con salvajismo y la otra se pasea por
mi espalda por debajo de mi camiseta.

-¿Quieres que vayamos a mi casa? -me susurra sin


aliento en mi oído.

Asiento incapaz de encontrar mi voz. Se lame el labio


superior y mis piernas se debilitan.

No puedo seguir culpando al alcohol de mis acciones,


pese a mi falta de coordinación creo estar al menos un
noventa y nueve por ciento consciente de que estoy
subida en la parte de atrás de una moto, agarrada a un
desconocido que pretende llevarme a su piso para
follarme.
La velocidad de la moto me marea un poco pero el
viento frío contra mi cuerpo ayuda a que no acabe
vomitando.

Cuando llegamos mis estados de alerta se activan,


estamos en uno de esos barrios que he visto varias
veces en las noticias. El último titular era referente a un
asesinato con violación. Un ligero estremecimiento me
recorre y el tipo coloca su chaqueta de cuero en mis
hombros.

¿En serio vive en esta zona?

El local en el que estábamos era bastante exclusivo, Lexie


tenía contactos y habíamos logrado entrar, pero ¿como
lo había hecho él?

Lo miro de arriba abajo y me muerdo el labio, tatuajes


en el brazo derecho, está fumando un cigarro, su
chaqueta de cuero... Sí, un estereotipo en toda regla.

Me coge de la cintura con firmeza y me ayuda a bajar, ir


con tacones y borracha no es una buena mezcla ya que
voy tambaleándome por la calle.

Pasamos por una esquina en la que hay un grupo de tíos


bebiendo de una botella y hablando en voz alta, me
dirigen una mirada y mis manos comienzan a temblar.
No me gusta nada la forma en la que me están
desvistiendo con sus ojos.

Me pego más al desconocido cuando pasamos por


delante de ellos. Dos de ellos se ponen a silbar y a
decirme soeces. El pánico y la adrenalina recorren mi
cuerpo, el desconocido los mira y ellos se callan de
golpe.

Es irónico que me sienta a salvo con un hombre que


tiene la misma pinta que ellos y del cual no se ni su
nombre.

Subimos en silencio a su apartamento y antes de abrir la


puerta se queda pensando.

¿Qué pasa? ¿No quiere que entre?

-Mira... -empieza a decir- Solo quiero dejarlo todo claro


antes de entrar...quiero follarte, pero no quiero nada
más-dice con honestidad.

Está tan serio que me echo a reír. A reír de verdad, me


tengo que sujetar la barriga y todo del dolor que me
produce reírme tan fuerte.

Su cara refleja confusión.


-¿Y bien? -dice un poco molesto.

-Sí, sí, tranquilo-respondo limpiando las lágrimas que se


han escapado de mis ojos a causa de la risa.

En cuanto cierra la puerta de su casa me horrorizo, el


tipo es realmente desordenado.

No me da tiempo a mirar mucho más porque me


empuja contra la pared. Coge mis dos piernas para que
rodee su cintura con ellas y lo siento justo ahí. No puedo
evitar escapar un gemido cuando se presiona con fuerza.

Agarrándome del culo me lleva hasta su habitación, me


tira en la cama y empieza a quitarme los zapatos. Yo me
incorporo y le quito la camiseta con desesperación.
Parece una especie de competición por ver quién le
quita la ropa al otro antes.

Me da pequeños mordiscos en el cuello que envían


ondas de placer por todo mi cuerpo. Dios, con Nate
nunca había sentido nada parecido. Le estiro del pelo y
noto como su respiración se acelera. Paso mis manos
por su pecho desnudo hasta la cinturilla de su bóxer
donde me recreo un rato.

-Me estás matando-gruñe contra mi cuello.


Sonrío y se los bajo. Pongo mi mano en el y gime
fuertemente.

¿En serio vas a tirar seis años de relación por un polvo?

Quiero esto, necesito esto.

Mi mano se mueve descaradamente por toda su


longitud, mi interior se retuerce imaginando como será
tenerlo dentro.

Sus ojos están cerrados y parece completamente


relajado, noto como cada vez está más duro bajo mi
mano, lo que provoca que yo esté cada vez más
húmeda.

Levanta su mano y empieza a viajar por mi cuello, estoy


segura de que nota lo aceleradas que están mis
pulsaciones. Se va deslizando hacía abajo, no llevo
sujetador y mis pezones están completamente
marcados, contengo el aliento cuando pellizca uno con
sus dedos.

El desconocido se inclina hasta que su boca está cerca de


mi oído, sopla y muerde el lóbulo de mi oreja, es tan
caliente que siento que en cualquier momento puedo
combustionar.

-Quítate esto-ordena con la voz ronca.


Mi mano lo suelta y tiro mi camiseta hacía arriba
quedando desnuda de cintura para arriba. Sus ojos se
oscurecen a medida que me inspeccionan y mi interior
se contrae.

-Jodidamente perfecta nena-gruñe mientras su boca


vuela directa a morder y lamer mi pecho.

Enredo mis dedos en su pelo y tiro de el, mis gemidos


llenan el silencio de la habitación.

Su mano libre desabrocha con habilidad mi pantalón y


levanto mi cadera para que pueda deslizarlos hacía
abajo.

Aparta con sus dedos mi ropa interior a un lado y me


toca donde más lo necesito. Su dedo se mueve en
círculos haciendo que mis caderas se balanceen.
Necesito sentirlo desesperadamente en mi interior.

Me deshago de mi ropa interior y él busca un condón.


Me quedo maravillada viendo como lo hace rodar por
toda su longitud.

-Ponte a cuatro-su tono autoritario es tan caliente como


él.
Le hago caso y me siento ligeramente nerviosa, con Nate
nunca lo había hecho así, nada más que el misionero
para nosotros. Me siento muy expuesta de este modo.

Su mano acaricia mi culo antes de palmearlo, no duele,


se siente bien. Todo acerca de él se siente muy bien.
Siento como presiona en mi entrada, es muy profundo
de este modo y ambos gemimos cuando está
completamente dentro.

Me agarra de la cintura con una mano y aprieta, siento


sus dedos clavados. Con la otra mano tira de mi pelo,
muerdo mi labio disfrutando de la sensación, es tan
sucio y está tan mal...sin embargo no creo recordar
haber estado tan excitada antes como ahora.

Empuja con rudeza y duele a la vez que me vuelve loca


de placer, me corro dos veces antes de que él termine.
Estoy sin aliento para cuando ha acabado. Mi cuerpo
está completamente exhausto.

Se pone en pie y se quita el preservativo, me pasa mi


ropa y se enciende un cigarro. Odio el olor a tabaco pero
no digo nada.

Lo observo mientras me visto, es tan apuesto que


molesta a la vista. Tiene la mirada perdida en la ventana,
no parece incómodo por su desnudez.
-¿Quieres uno? -pregunta cuando va a coger otro
cigarrillo.

Niego con la cabeza.

-Bueno...ha sido un placer-guiña su ojo-Ya sabes donde


está la puerta.

Asiento y me voy sin mirar hacía atrás.

Me noto más despejada, intento contener el sentimiento


de culpa que parece ahogarme. He engañado a Nate.
Nate con quien he estado seis años saliendo. Mi
prometido y futuro esposo.

Oficialmente soy una persona horrible.


2. The Feel Good Drag
"Like the devils in your hands"

Odio el silencio. Desde hace un año todo "Like the devils


in your hands"

Odio el silencio. Desde hace un año todo lo que ha


habido en mi vida es silencio.

Mi pecho se encoge cuando entro en casa. Desearía


tener que entrar a hurtadillas para no despertar a nadie,
pero no hay alguiena quién despertar.

Tiro mis llaves al mueble del recibidor, pero se caen al


suelo, no me molesto en recogerlas. Me libero de los
tacones y suspiro placenteramente cuando noto el suelo
plano contra mis pies.

El reloj marca las cinco de la madrugada, en dos horas


debo estar lista para ir a clase, pero solo quiero
olvidarme de todo y meterme en mi cama.

Me arrastro hasta la ducha y el agua se lleva el sudor y el


olor a infidelidad que impregna mi cuerpo.

Me noto entumecida y temo caer del agotamiento en


cualquier momento y quedarme inconsciente.
Cierro el grifo y me envuelvo en la toalla, me dejo caer
en la cama sin molestarme en secarme o ponerme la
ropa y cierro los ojos.

No se cuanto tiempo lleva sonando la alarma, pero


definitivamente no es la primera vez que suena.

Mis ojos parecen estar pegados, mi pelo sigue húmedo y


tengo los dedos de los pies congelados por el frío.

Estiro la mano para apagar el teléfono, pero no lo


alcanzo bien y acabo tirándolo al suelo. El sonido de
como cruje me hace saltar de golpe, no me sobra el
dinero para comprar otro teléfono nuevo. Lo cojo y
antes de girarlo rezo para que esté bien. Hay una línea
que va de un extremo al otro de la pantalla, pero solo ha
sido afectado el protector. Suspiro agradecida y es
entonces cuando me fijo en que ya debería estar en
clase.

Me muevo rápidamente de un lado a otro. No me doy


cuenta de que el suelo del baño sigue húmedo hasta que
mi pie descalzo resbalaba por el, lo siguiente que noto es
la esquina de la bañera en mi pómulo derecho. Ouch.
Muerdo mi lengua para evitar gritar de dolor.

Mi mano aprieta con fuerza la zona afectada y maldigo


por lo bajo.
Me visto en tiempo récord y cojo lo esencial para
sobrevivir el primer día de clase.

Tengo una resaca horrible y la luz del día intensifica mi


malestar.

Arranco el motor del coche y me cuestiono si todavía


sigo un poco borracha para conducir.

Para mi suerte llego de una pieza a la universidad. Miro


el reloj y muerdo mis uñas fuera de la puerta
debatiéndome si entrar o no. Según mi planificación las
dos primeras horas son Historia del Derecho y ya llevan
una hora dando clase. Si abro la puerta me puedo
encontrar dos cosas; tal vez están haciendo un descanso
antes de la siguiente hora de clase o tal vez el profesor
no da descansos y está dando la clase.

Mi mano tiembla ligeramente mientras empujo la


puerta, una voz masculina grave resuena por los
altavoces del aula, intento no mirar a nadie porque me
siento mortificada. De repente la voz se calla y siento
muchos pares de ojos mirándome.

-¿Puedo ayudarla en algo, Srta...? -pregunta la voz grave.

Mis mejillas se sonrojan y no soy capaz de mirarlo a la


cara.
-Collins-respondo por lo bajo-Yo...venía a su clase señor.

-¿Una hora tarde?

Escucho como sus pasos se acercan.

-Lo siento mucho señor, no volverá a pasar-mi voz suena


llena vergüenza.

-Por supuesto que no, no permito que ningún alumno


interrumpa mis clases una vez han comenzado. Así que
escúcheme bien Srta. Collins...y el resto de la clase
presten atención también a estas palabras; una vez
suene el timbre no aceptaré que ninguno de ustedes
entre a mi clase, no me importa si es día de examen, de
presentación o de clase. Pueden quedarse fuera y
estudiar el temario perdido en la biblioteca.

Levanto la mirada y me quedo sin aliento, el hombre que


tengo delante mío debe rondar los treinta y es realmente
atractivo. Pelo rubio ceniza bien peinado, mandíbula
fuerte, ojos azules grisáceos. Su traje no le queda
precisamente estrecho, pero se vislumbra un cuerpo en
forma debajo de el.

¿Este va a ser mi profesor? ¿Desde cuando existen los


profesores que están buenísimos?
Su discurso queda en el aire cuando nuestros ojos se
encuentran y da un pequeño respingo.

En pocos segundos se aclara la garganta y vuelve a


hablar.

-Es el primer día y por lo tanto hoy y solo hoy haré la


excepción de dejarla pasar.

Se aparta y prácticamente corro al primer asiento que


veo libre.

Miro mi planificación y veo el nombre del profesor


caliente; Sr. Andrew Henderson.

El Sr. Henderson continua la clase ignorando lo sucedido


recientemente y cuando le escucho decir algo de un "rito
cosmogónico" me echo las manos a la cabeza. Sigue
soltando miles de términos y palabras que no he
escuchado nunca, las apunto con rapidez para poder
investigar más tarde.

Mi cabeza va a estallar y doy las gracias al timbre que


indica que la clase ya ha terminado. Miro hacía mis
apuntes y suspiro, solo llevo una hora de clase y ya me
estoy planteando dejar la carrera.

Meto todo en mi bolsa y me pongo en pie, la gente


empieza a cuchichear y hablar tranquilamente, cuando
estoy a punto de llegar a la puerta la voz del Sr.
Henderson me para.

-Srta. Collins me gustaría tener unas palabras con usted.

Mis ojos se cierran y me giro lentamente. Me arrastro


hasta su mesa. Tiene muy buena cara de póker así que
no logro averiguar que es lo que quiere decirme.

¿Querrá echarme bronca de nuevo?

Él está centrado en unos papeles y levanta la vista por


encima de su hombro mirando como el último alumno
que quedaba en la clase sale del aula.

Trago con nervios, de repente el estar a solas con él me


impone muchísimo.

-No es la primera vez que se matricula de esta


asignatura-afirma mientras levanta una de sus hojas.

Muerdo mi labio inferior.

-No, señor.

-¿Reprobó la asignatura? Llevo aquí tres años y no


recuerdo haberla visto antes.
-Yo...no llegué a presentarme, me he tomado un tiempo
de...descanso-le explico.

-¿Tiene algún problema del que quiera hablar conmigo


Srta. Collins?

Le miro con confusión y noto la profundidad con la que


me devuelve la mirada.

¿A qué se refiere?

-Creo que no le entiendo...

Su mano toca mi mejilla con delicadeza y me quedo


congelada por el atrevimiento. Mis ojos se abren con
asombro e instintivamente me aparto.

Él parece sorprendido por sus actos y retira la mano con


firmeza.

-Disculpe-carraspea-No pretendía...

Pasa la mano por su pelo y da un paso atrás.

-Srta. Collins simplemente quería decirle que, aunque


sea su profesor...

¡Oh, Dios mío! ¿Se está declarando?


-...sepa que también tiene mi apoyo, puede contar
conmigo si tiene cualquier problema.

-¿Porque sigue diciendo eso?

-Reconozco un golpe cuando lo veo-entrecierra los ojos.

-¿Un golpe?

Mi mano toca el mismo lugar donde ha tocado él


segundos antes y jadeo de dolor. No recordaba que me
había golpeado en el baño.

-Eso ha sido un accidente.

Me mira con escepticismo cuando pronuncio la palabra


accidente.

-Nadie me ha hecho daño, me he caído esta mañana en


el baño y me he golpeado la cara.

-¿Está segura de lo que esta diciendo? -continúa.

-Le agradezco su preocupación Sr. Henderson, pero de


verdad que ha sido un accidente-aseguro.

El Sr. Henderson suspira y asiente.

-Está bien.
Me siento incomoda por la intensidad de la
conversación, mis pasos me llevan rápido hasta la
puerta.

-Me alegro haya retomado la carrera Srta. Collins-dice


antes de cierre la puerta.

Lo miro y veo una gran sonrisa ocupando su rostro, es


increíble como cambian sus facciones cuando sonríe, le
hace lucir mucho más joven y despreocupado.

Me quedó fascinada unos segundos mirándolo antes de


asentir.

El resto de la mañana transcurre sin incidencias. Mi


mente no para de reproducir la forma en la que el Sr.
Henderson me ha dicho "reconozco un golpe cuando lo
veo".

Lexie lleva todo el día acribillándome a mensajes sobre


lo que pasó anoche. Mi cuerpo se estremece al recordar
la sensación de estar con aquel desconocido.

Nate: ¿Puedo pasarme por tu casa después de comer?

El mensaje de Nathan me revuelve el estómago, no se


cuanto tiempo podré aguantar esto.

Yo: Claro
Respondo con dedos temblorosos.

Me paseo de un lado a otro, no se si quiero vomitar por


la idea de verlo o por el malestar de beber tanto anoche.

Aparco delante de mi casa y dejo caer mi cabeza en el


volante mientras cuento mis respiraciones. Noto como si
el corazón se me fuera a salir del pecho constantemente.

Unos golpes en el cristal de la ventanilla del coche me


sobresaltan. Giro mi cabeza y le veo ahí con una gran
sonrisa.

Abro la puerta y salgo, no se que hacer. ¿Se lo digo o no


se lo digo? Soy una persona horrible, aunque haga una
cosa o otra. El resultado es el mismo.

Rodea el coche y llega hasta a mi lado, antes de darme


cuenta ya ha cogido mi cara con sus manos y ha
plantado un beso rápido en mi boca.

Mascullo cuando noto su mano en la zona golpeada y


Nate rápidamente parece darse cuenta y se aparta.

-¿Qué te ha pasado? -pregunta sorprendido.

-Un pequeño accidente en el baño-comento mientras


empiezo a caminar hacía dentro de la casa.
-Es una pena, estropea ese rostro tan perfecto...

Me giro para mirarlo y levanto mis cejas.

-Discúlpame por no ser perfecta cada maldito minuto de


mi vida-contesto dramáticamente.

-¿Alguien está de mal humor?

-Yo...perdona, estoy algo estregada-suspiro.

-El primer día siempre es difícil cariño, estoy muy


orgulloso de ti por volver a estudiar.

Su mirada muestra aprobación y orgullo, lo que me hace


sentir peor.

Entramos en la casa y esparzo mis apuntes por el


comedor, saco el portátil y empiezo a teclear palabras.

Nathan se pone detrás de mí y empieza a besar mi


cuello.

-Nate...-lo aparto con delicadeza-Tengo muchas cosas


que hacer.

Sonríe y se aparta.

-Perdona, es que llevábamos muchos días sin vernos.


-Lo sé...

Eso es lo que pasa cuando intentas evitar a alguien.

-Me portaré bien lo prometo-dice alzando las manos y


sentándose junto a mí.

Nathan saca su ordenador y empieza a mirar cosas


relacionadas con su trabajo. Solo nos llevamos unos
años de diferencia, pero como yo dejé la universidad él
ya está graduado y trabajando.

El sentimiento de culpa en mi pecho va creciendo y


creciendo. Voy lanzándole miradas discretas, se le ve
feliz y relajado. No puedo decírselo, lo destrozará.

Muerdo mi labio con tanta fuerza que noto el sabor


metálico de la sangre en mi boca.

Me pilla mirándolo y enarca una ceja.

-¿Qué pasa?

-No pasa nada-mi voz suena a la defensiva, pero parezco


incapaz de controlar mis emociones.

-Juls-suspira.

-Nate-lo imito.
Él niega con la cabeza y vuelve a la pantalla de su
ordenador. Intento concentrarme en la información que
estoy buscando, pero mi cabeza no me está dando
tregua.

-Mi madre me está preguntando si tenemos una fecha


ya-comenta al cabo de media hora.

-Nate...no empieces.

Deja el portátil en la mesa y gira su cuerpo para quedar


cara a cara conmigo.

-Julliet...sé que todo es muy difícil...pero tienes que


seguir adelante cariño, tienes que formar tu vida...No
quiero que vuelvas al punto en el que estabas hace un
año, tienes que esforzarte un poco por...

No puedo seguir escuchando su discurso, me levanto sin


decir nada y voy hacía mi habitación.

Lo escucho murmurar algo y a continuación sus pasos


me siguen, cierro la puerta con fuerza y hecho el pestillo.

La puerta tiembla cuando Nate intenta abrirla.

-Julliet no te comportes como una niña-su voz está


calmada, pero sé que le estoy poniendo de los nervios.
Lo ignoro y pongo música muy alta, la verdad es que sí
estoy actuando como una maldita adolescente rabiosa
pero lo último que ha dicho...

No quiero volver al psiquiátrico, odio,realmente odioque


saque ese tema.

No se cuanto tiempo pasa hasta que deja de intentar


entrar. La música amortigua todos los sonidos así que no
se si en algún momento se ha ido o sigue ahí.

Estoy tumbada en la cama mirando fijamente el techo


pensando en todas las conversaciones Mr. Wonderful de
mierda que me ha ido diciendo la gente estos últimos
años, que equivocados están todos.

Las heridas con el tiempo van sanando.

Esa era una de las frases que más odiaba porque yo


sentía que mis heridas no sanaban, solo se hacían más
grandes.

3. Play With Fire


“Hot blood these veins

My pleasure is their pain”

Me despierto desorientada, todo está oscuro. Busco mi


teléfono en la mesita y recuerdo que no está aquí, se ha
quedado abajo en el salón.

Pego mi oreja en la puerta para ver si escucho algún


ruido, todo parece tranquilo y silencioso. 

Quito el pestillo y voy sigilosamente hacía abajo, las


cosas de Nathan no están así que asumo que ya se ha
ido. Suspiro relajada y cojo el teléfono del sofá. Tengo un
mensaje suyo.

Nate: Juls no puedes seguir teniendo estás rabietas,


debes ser capaz de mantener una conversación adulta
conmigo sin salir corriendo…háblame cuando estés de
humor, estaré esperando.

Ruedo los ojos y dejo el mensaje en visto. No quiero


hablar con él. No entiendo como no me ha dejado
todavía. Son las doce de la noche, pero estoy muerta de
hambre así que decido ir a la cocina a comer algo.

Estoy preparándome un sándwich cuando un mensaje


entra en mi correo. Lo abro con curiosidad y veo que
solo es propaganda, Uber quiere que valore al conductor
que me recogió la noche pasada.

Mi interior se aprieta recordando la sensación de estar


con el desconocido caliente. Hacía tanto tiempo que no
sentía nada que estar con él había sido como volver a
estar viva un rato.

Mis ojos recaen en el correo y me doy cuenta de que


está la dirección en la que me recogieron…la dirección
de donde vive el desconocido. Interesante. Antes de mi
cabeza le de más vueltas me estoy poniendo los zapatos
y saliendo por la puerta. 

Arranco el coche y pongo el GPS, definitivamente lo que


estoy haciendo está mal, es una locura, es desesperado,
es cruel… Pero necesito eso, mi cuerpo me está rogando
por un poco de liberación de oxitocina.

Aparco el coche delante del edificio y camino hacía el.


Cuando estoy en la puerta mi mano vacila, no se a donde
picar, no recuerdo donde vivía. Masajeo mi sien y
suspiro. Es muy tarde y no se si ese tipo quiere volver a
verme o si está acompañado. Está claro que lo que estoy
haciendo es totalmente loco.

Un poco de sensatez parece hacerme recobrar el sentido


común y me vuelvo a dirigir al coche.
Unos silbidos disparan la adrenalina por mi cuerpo.
Camino rápido sin girarme, pero siento como tiran de mi
brazo.

Todo es rápido y desconcertante. 

Intenta buscar algo de valor que quitarme y de paso


aprovecha para manosearme descadaramente, las
arcadas suben por mi garganta e intento zafarme de su
agarre.

Pega su cuerpo junto al mío y noto como se restriega, su


mano tapa mi boca para callarme.

—¿Qué esta pasando ahí? —una voz fría suena detrás


del coche y es como música para mis oídos.

El tipo asqueroso se aparta y mira con miedo en


dirección de donde ha sonado la voz, tal vez no debería
sentirme aliviada. Giro mi cabeza y mi corazón golpea
con más fuerza. Como si de una plegaria se tratase el
caliente desconocido con el que engañé a Nate se
encuentra ahí.

—Ka-Kaden…—tartamudea el asqueroso.

—Largo—da la orden firme y el hombre asiente


asustado y echa a correr.
Suelto el aire que estaba contenido, mis rodillas ceden
por el alivio y caigo al suelo.

El sonido del encendedor me revela que Kaden se está


encendiendo un cigarro. Escucho sus pasos y se agacha
hasta quedar a mi altura.

—¿Te ha tocado? ¿Te ha robado algo?

Asiento y niego la cabeza. Sus ojos se entrecierran.

—¿Qué haces aquí? —pregunta soltando el humo de su


boca.

Mi respiración ya ha vuelto a la normalidad y me


encuentro cautivada por su mirada azulada.Muerdo mi
labio. Su mano se estira hacía mi cara y libera el labio
que estoy apretando con mis dientes.

—Tienes una manía horrible de hacer eso—comenta


mientras acaricia con sus dedos mi labio inferior.

Mi boca se seca y el fuego empieza a recorrer mis


venas.  

—¿Has venido a verme? —una sonrisa arrogante adorna


su cara.
Me sonrojo al pensar que parece bastante desesperado,
pero asiento.

—No me gusta repetir—le da una calada al cigarro.

El sentimiento de humillación va creciendo


exponencialmente.

—Y no deberías volver a venir por aquí sola—su tono de


advertencia es firme y frío.

Mis piernas tiemblan cuando me pongo en pie, sin coraje


líquido en mi cuerpo no me siento tan atrevida estando
cerca de Kaden.

Me doy la vuelta sin decir nada y tanteo las llaves de mi


coche en mi bolsillo trasero.

—Espera—su mano agarra mi braza y siento calor en la


zona que me toca.

Me giro y lo miro esperando que diga algo más.

Tira el cigarro al suelo y lo pisa con el pie. Se pasa la


mano por la barbilla y me mira con intensidad.

—Ya que has venido hasta aquí no desperdicies el viaje.

Mi corazón empieza a golpear con más fuerza. 


—¿No decías que no repetías? —muero mi lengua
cuando reflexiono las palabras que acabo de decir. No
quiero sabotearme a mí misma, si tengo la oportunidad
de volver a acostarme con el estoy totalmente dentro.

Su sonrisa se ensancha. Esa es una sonrisa mojabragas


en toda regla.

—Pareces el tipo de persona por el que vale la pena


saltarse las reglas, nena.

Trago con fuerza, tiene una aura peligrosa y carismática


al mismo tiempo, no puedo explicar bien el efecto que
causa en mí.

Extiende su mano y la cojo sin pensar. El diamante de mi


anillo luce reluciente en mi mano.

Baja su mirada y lo ve.

—Esto no estaba aquí ayer.

—¿Eso te importa? —me muerdo el labio

—Lo único que me importa es la cantidad de ropa que


llevas ahora mismo.
La temperatura sube uno grados, o al menos me da esa
sensación. Me caliento solo de pensar lo que vamos a
hacer.

Se mueve con rapidez e intento seguir su paso, parece


desesperado por llegar a su piso y la idea me gusta.

Las puertas del ascensor se cierran y sin contener las


ganas tiro de él para besarlo. Su lengua lame mi labio
inferior y gimo en su boca.

Se mueve presionando su cuerpo contra el mío, estamos


jadeando cuando las puertas se abren. 

Siento mis labios hinchados y estoy completamente lista


para sentirlo dentro.

Abre la puerta de su piso y antes de darme cuenta de


nada ya estoy dentro contra la pared. Su boca está por
todas partes y tiro mi cabeza hacía atrás golpeándome la
parte posterior, es tan placentero todo que ni me
molesta el golpe.

Se mueve presionando su cuerpo contra el mío, estamos


jadeando cuando las puertas se abren. 

Siento mis labios hinchados y estoy completamente lista


para sentirlo dentro.
Abre la puerta de su piso y antes de darme cuenta de
nada ya estoy dentro contra la pared. Su boca está por
todas partes y tiro mi cabeza hacía atrás golpeándome la
parte posterior, es tan placentero todo que ni me
molesta el golpe.

Su mano tira con fuerza mi blusa y todos los botones se


rompen y saltan por el suelo. Ese acto me vuelve loca.
Baja mi sujetador liberando mis pechos y se lanza a
chupar, morder y tirar de mis pezones. Mis manos se
enredan en su pelo y mis gemidos son cada vez más
audibles.

Siento su erección presionada contra mi vientre y muevo


mis caderas para crear un poco de fricción. Sus manos
desabrochan mis pantalones y los bajan quedando
arrodillado delante de mí. Coge mi pierna y tira del
pantalón, repite la misma acción con la otra. Me mira
desde abajo y una sonrisa maliciosa se desliza por su
boca.

Mi corazón amenaza con salirse del pecho, siento el aire


caliente de su boca contra mi zona más íntima.

Aspira con fuerza y hasta mis orejas se ponen coloradas.

Jadeo cuando noto que aparta mi ropa interior, su boca


encuentra mi clítoris y empieza a besar y tirar de el con
sus labios, mis ojos se ponen en blanco y disfruto de
cada segundo. Nunca he estado tan excitada en mi vida.
Es una sensación a la que me podría volver adicta sin
problemas.

Un dedo recorre mi entrada mientras sigue con las


caricias de su boca. Lo desliza dentro y gimo con fuerza.

—Joder, están tan mojada—murmura alejándose un


segundo. Protesto y se ríe por lo bajo.

—¿Quieres que te haga venir con mi boca? —pregunta,


sus labios brillan con mi excitación.

Nadie me había hablado de ese modo nunca, me fascina


lo mucho que me enciende.

Asiento, pero el niega con la cabeza.

—Quiero escucharte—me provoca.

La vergüenza se apodera de mí, pero la empujo a un


lado.

—Quiero correrme en tu boca—le contesto.

Sus labios se curvan en una sonrisa y el fuego aparece


en su mirada.
Sigue trabajando con su boca y mis caderas se mueven
involuntariamente, añade otro dedo en mi interior y
siento como me contraigo a su alrededor. Siento la
construcción de mi orgasmo cada vez más cerca, mis
ojos están cerrados y absorbiendo el placer que me está
dando. 

Exploto en mil pedazos en su boca, mis dedos se curvan


y mi cabeza se nubla. Mi pecho se mueve de forma
agitada y ese ha sido el orgasmo más alocado de mi vida.

Cuando abro los ojos veo que prácticamente se está


arrancando su propia ropa, saca un condón y lo rueda
por su erección. 

Tira de una de mis piernas y rodeo su cintura con ella. Se


mete de una estocada en mi interior y gime cuando está
completamente dentro. Suspiro placenteramente, mis
uñas se clavan en su espalda y me muevo alentándolo a
que siga. Se retira y entra con más fuerza, coge mi otra
pierna y estoy totalmente agarrada a el. Sus caderas se
mueven en movimientos rápidos y profundos y me
quedo sin aliento.

—Rodea tus brazos en mi cuello—indica

Le hago caso, sus manos me cogen del trasero y me


empieza a caminar por la casa, no vamos muy lejos, se
sienta en el sofá conmigo todavía dentro. Me quedo
encima de él.

—Es tu turno cariño, muéstrame como te mueves—


susurra en mi oído.

Sus manos acarician mi espalda provocando que se erice


mi piel, muevo mis caderas y suspiro, me encanta
sentirlo de este modo. Su mano baja y aprieta con
rudeza mi trasero.

Bajo mi cabeza y lo beso profundamente mientras sigo


subiendo y bajando sobre el. Me muevo cada vez más
rápido y un espasmo recorre su cuerpo mientras se deja
llevar, verlo de ese modo provoca que me deje ir con él.

Beso su cuello mientras salgo y nuestras respiraciones


poco a poco vuelven a la normalidad.

4. Lover
"And I'm highly suspicious that everyone who sees you
wants you"

Me levanto y observo como Kaden recorre mi cuerpo


con hambre en sus ojos. Busco mi ropa por el suelo y me
meto en ella con rapidez, cojo la blusa del suelo y
suspiro, ya no hay botones para poder cerrarla, me hago
un nudo con los extremos pero queda demasiado
provocador para salir a la calle. 

—Coge esto—me dice mientras extiende la camiseta que


llevaba.

Me quito la blusa y deslizo su camiseta por mi cuerpo,


me queda larguísima y huele a tabaco y a él.

—Gracias Kaden—le susurro, de repente me siento un


poco tímida utilizando su nombre.

Su ceja se levanta.

—Creo que es justo que yo también conozca tu nombre.

—Me llamo Julliet.

—Julliet—chasquea mi nombre en su boca, en sus labios


suena mucho más sensual de lo que es.
Estiro mis brazos y me siento incómoda, no se que hacer
a continuación. Decido seguir el ejemplo de la última vez
que estuve aquí.

Cuando tengo la mano en el pomo de la puerta siento


sus manos en mi cintura.

—Espera, ¿te vas sin despedirte?—murmura en mi cuello


mientras deposita besos en el.

Me giro sorprendida, su cambio de actitud me


desconcierta.

—¿Adiós?—pregunto sintiéndome estúpida.

Una sonrisa curva sus labios.

—¡Oh! ¿Quieres dejarme tan poco satisfecho?

Utiliza un tono de voz teatral y el reconocimiento de esa


línea me asombra.

—¿Acabas de citar a Romeo?—pregunto boquiabierta.

El infierno debe acabar de congelarse.

Su sonrisa se ensancha aún más y me guiña el ojo.

—Eso parece Juliet.
—¿Estás haciendo bromas con mi nombre?

—¿Siempre preguntas cosas obvias?

Sonrío por lo extraña que me parece la situación, se


siente bien sonreír.

—Eso parece Kaden—utilizo su frase.

Me retira un mechón de pelo y lo coloca detrás de mi


oreja, inclina su cabeza y besa un punto de mi cuello que
me vuelve loca, me estremezco de placer al sentir sus
labios.

Se retira y la mirada de satisfacción y arrogancia que


tiene en los ojos me parece tremendamente sexy.

—No vuelvas a venir por aquí sola, déjame tu teléfono.

Lo miro con cara de interrogante, no lo entiendo para


nada.

—Solo quiero guardar mi número—explica mientras sigo


ahí pasmada.

Lo desbloqueo y de forma automática se lo entrego.

Teclea con rapidez y me lo devuelve, sigo sintiendo esa


corriente cada vez que nuestras manos se rozan.
Bajo la mirada a la pantalla y miro confusa el nombre
que ha guardado.

—¿Taylor?—pregunto en voz alta.

—Es mi segundo nombre...uno que casi nadie sabe y


prefiero que siga así.

—¿Porque lo has puesto en mi teléfono entonces?

—Porque Taylor es un nombre con el que no tienes que


dar explicaciones si las cosas se ponen extrañas con tu
prometido.

Llevo mi mano a mi cabeza que da vueltas intentando


entender todo lo que dice.

—¿Si las cosas se ponen extrañas?

—Julliet si vas a hacer esto debes hacerlo bien—suspira


como si fuera obvio.

—¿Que es esto?

—Tener una aventura

—¿Eso es lo que tenemos?

El brillo arrogante de sus ojos reluce con más fuerza.


—Eso parece.

Muerdo mi labio.

—Nunca he dicho que quiera seguir haciendo esto.

—No hace falta que lo hagas, tu cuerpo habla por ti. 

Mi respiración se altera levemente.

—Pensaba que tú no repetías.

—Contigo es diferente.

Mi estómago se aprieta ante sus palabras.

—¿Diferente porqué?

Se inclina hacía a mí y su rostro queda a centímetros de


mi cara, puedo notar su cálido aliento mezclándose con
el mío.

—Estás comprometida, obviamente no quieres tener


una relación conmigo más allá de lo sexual ¿estoy en lo
cierto?

Lo pienso unos segundos y asiento.

—Entonces estoy bien con eso, puedes usarme  tanto


como quieras.
—¿Y que pasa con el nombre Taylor?—pregunto 

—Si él pregunta solo tienes que decir que soy una amiga
de...tu amiga anoche dijo algo de clases ¿vas a la
universidad?

Asiento nuevamente.

—Solo soy una nueva amiga de la universidad...con la


que tienes trabajos, muchos trabajos—su sonrisa
mojabragas aparece de nuevo.

Mi interior se aprieta cuando escucha la parte de


trabajos, en mi cabeza nuestros cuerpos sin duda están
trabajando juntos.

Se inclina aún más y nuestros labios prácticamente se


están rozando, mi aliento queda atascado y espero a que
me bese.

Se aparta y lo miro confundida.

—Te acompaño hasta tu coche.

—La otra noche no me acompañaste.

Saca un cigarro y lo enciende.

—Lo sé.
Cruzo mis brazos esperando que diga algo más.

—Iba a salir ahora de todas formas, me viene de paso—


dice después de darle una larga calada.

Me encojo de hombros mostrando indiferencia pero


siento curiosidad por saber donde tendrá que ir a las
dos de la madrugada. De todas formas no es mi asunto.

Lo sigo y permanecemos en silencio todo el rato hasta


que llego a mi coche.

Me giro y estrella sus labios contra los míos, jadeo con


sorpresa pero respondo con rapidez. Su lengua lame mi
labio inferior y tira de el con sus dientes. Gimo y mis
manos se enroscan en su cuello tirando de su pelo con
fuerza.

Nos separamos y la lujuria de su mirada acelera aún más


mis pulsaciones.

—Ahora eso sí que es una despedida Julliet. Estaré


pendiente del teléfono, tú solo dime donde y cuando.

Trago con fuerza y mis dedos acarician mis labios


hinchados. Me guiña un ojo y creo que podría desfallecer
de lo atractivo que es.
Abro la puerta y noto su brazo en mi cuello, me gira la
cara con delicadeza.

—Antes de que te vayas necesito saber algo...

Inclino la cabeza con curiosidad.

—Tu prometido...¿Él no te ha hecho esto, no?—acaricia


con suavidad mi mejilla golpeada

La mirada de sus ojos me recuerda mucho a la que he


visto esta mañana en la cara del Sr. Andrews.

—No, él nunca haría algo así—aseguro.

Sus hombros se relajan y asiente.

—Juliet...que el sueño se aposente en tus ojos y la paz en tu


corazón—su cálida voz, tan diferente a otras veces, me
deja fascinada.

Una sonrisa se desliza por mi cara.

—¿Me vas a estar citando a Shakespeare por mi


nombre?

Se ríe y casi empiezo a babear.

—Esperaré tu mensaje—contesta obviando mi pregunta.


Me meto en el coche y cuando arranco observo de reojo
por el espejo como da media vuelta hacía su casa.

¿Me ha mentido?

El olor de su camisa impregna mis fosas nasales. Me


siento satisfecha, nerviosa, excitada, ansiosa...siento
tantas cosas a la vez que estoy echa un lío. Aún así me
siento tan viva como nunca lo había estado. 

El resto de la noche sueño con unos ojos azules


cautivadores.

***

—Me gustaría que leyeran el tema tres para mañana y


respondieran las preguntas on-line que he preparado
para ustedes, cualquier duda que tengan la pueden
comunicar por el foro o pueden pedir cita conmigo—
comenta el Sr. Henderson mientras apaga el proyector.

La chica rubia que está sentada a mi lado se inclina hacía


mí y susurra por lo bajo:

—Sin duda le pedería una cita al Sr. ProfesorCaliente 

Me río cuando mueve las cejas de arriba a abajo de


forma sugerente y eso atrae la mirada del Sr.
Henderson.
—¿Algo divertido que quiera compartir con la clase Srta.
Collins?—pregunta con los ojos entrecerrados.

Niego con la cabeza y el timbre suena. La expresión


salvada por la campana cobra sentido para mí.

—Es taaaan caliente la forma en la que te dice señorita,


me dan ganas de ponerme a cantar la canción de Shawn
Mendes, ya sabes—parlotea la chica que se sentaba a mi
lado.

La miro con diversión.

—I love it when you call me señorita..—continua ella.

—No conozco la canción...

Se lleva una mano al pecho y realiza una exclamación


ahogada.

—¿Cómo no puedes conocerla? ¿Que vives en otro


planeta o debajo de una piedra?

Me río y niego la cabeza.

—No suelo escuchar mucha música—explico.

Me devuelve la mirada como si acabara de crecerme un


tercer ojo en la frente.
—Amiga me necesitas en tu vida para llevarte por el
buen camino—suspira—¿Como has sido feliz hasta
ahora?

Mi sonrisa se congela, hace tiempo escuchaba música


pero me había negado a mi misma muchos placeres
después del accidente.

—¿Estás bien?—pregunta sacándome de mis


pensamientos.

Sacudo la cabeza y asiento.

—Soy Taylor—dice con una gran sonrisa.

Mi boca se abre con asombro. 

No puede ser.

—¿Porque no puede ser?—pregunta confusa—Taylor es


un nombre muy común.

¿He dicho eso en voz alta?

—Oh, no, es solo...te llamas como alguien a quién he


conocido recientemente.  Yo soy Julliet—le digo
sonriente.
Para el final de la mañana Taylor ya ha proclamado que
somos amigas del alma. La verdad es que me hace reír
todo el tiempo con sus ocurrencias y se siente bien tener
una amiga en la universidad.

Cuando aparco delante de casa lo veo sentado en la


entrada y mi corazón se salta un latido.

—¿Podemos hablar?—pregunta Nate cuando me acerco


a él.

Lo va a hacer. Va a cortar conmigo de una vez por todas.

—Claro—respondo mientras abro la puerta y le invito a


pasar.

Nos sentamos en el mismo sitio que estuvimos ayer y


comienza el mismo discurso que llevo escuchando
durante dos años con frases de mierda Mr. Wonderful. 

Lo miro y me da pena, se niega a aceptar que la Julliet


que amaba murió en ese accidente y desde entonces ya
no soy la misma. Nada lo es. Las cosas no tienen el
mismo sentido.

—¿Lo entiendes Juls?—pregunta cuando termina.


Asiento porque pese a que no he estado prestando
atención a cada palabra que ha dicho, se exactamente lo
que me está diciendo.

Su mano se extiende y acaricia mi mejilla.

—Solo quiero que seas feliz—susurra.

¿Cómo lo dices a alguien que te ama que no puedes ser feliz


a su lado?

—Lo sé—respondo apartando la mirada.

Acerca su cara a la mía y une nuestros labios. Se


siente...bien...pero no puedo evitar compararlo con
Kaden. Kaden es más apasionada, me deja sin aliento y
con las rodillas temblando. El beso de Nathan
son...labios...y ya está.

La culpa me golpea con fuerza pero no hago nada al


respecto, dejo que fluya.

Se aparta y sonríe.

—¿Quieres que me quede a cenar? Podemos pedir algo,


no tengo que trabajar esta tarde.

—Tengo mucho trabajo de la universidad Nate...


Su ceño se frunce.

—Si solo es tu segundo día de universidad...

—Lo sé, pero hay un profesor que manda mucha tarea y


de he de tenerlo listo para antes de las doce porque se
cerrará el programa.

Nate suspira y se levanta.

—Está bien, no te molesto más—percibo el tono de


indignación en su voz.

—No he dicho eso Nathan, simplemente no voy a poder


estar por ti si te quedas aquí, he de hacer trabajos...

—No me importa que estés por mí, solo quiero estar un


rato a tu lado, si viviéramos juntos ya no tendríamos
estas discusiones. No estoy pidiendo nada alocado, solo
quiero estar con mi prometida.

—¡Bien! Quédate. 

Gira la cabeza pero antes de hacerlo veo una sonrisa de


triunfo. Saco todas las cosas y me sumerjo en leer
detenidamente el temario para poder responder las
preguntas, hay varias cosas que no entiendo y las
intento buscar en dios todopoderoso google pero no
localizo las respuestas.
Nathan está leyendo un libro a mi lado y está
cumpliendo con la parte de no distraerme. Cuando se
hace tarde y mi estómago gruñe cierro el portátil y
pedimos una pizza.

Nate aprovecha y me tumba en el sofá, se recuesta


encima mío y  me siento nerviosa, se lo que quiere hacer
y no estoy segura de querer hacerlo yo.

Sus besos húmedos en mi cuello me estremecen pero no


en el buen sentido, estoy tan incómoda sabiendo que le
he sido infiel. ¿Lo notará de algún modo? Mi cabeza no
para de darle vueltas y hace que esté totalmente
desconectada de la situación.

Nate no se da cuenta y sigue a la suyo, su mano se pasea


por debajo de mi camiseta hasta encontrar mis pechos,
los amasa y gime en mi boca. No estoy nada excitada
pero sin embargo él sí, lo noto presionar su erección en
mi entrepierna.

Miro al techo y mi mente flota en la deriva, los ojos


azules de Kaden aparecen en mis pensamientos y es
entonces cuando empiezo a calentarme un poco. 

La mano de Nate desabrocha con desesperación mis


pantalones y los tira hacía abajo, quiero decirle que pare
pero no soy capaz. No tengo ganas de hacerlo.
El timbre de la casa suena y salto del sofá, me recoloco la
ropa y suspiro agradecida. Nathan murmura algo por lo
bajo pero no le presto atención.

Voy prácticamente corriendo a la puerta y cuando la


abro me quedo congelada. Kaden está allí, tan guapo
como de costumbre, en lugar de llevar su ropa oscura
luce alguna especie de chaqueta con el logo de la
pizzería, le queda tan bien que es más tentador
comérselo a él que a la pizza.

La sonrisa de reconocimiento se arrastra por sus labios.

Mi pecho se agita cuando me doy cuenta de que él está


aquí y Nathan en otra habitación.

Dios mío. Dios mío.

—¿Así que vives aquí?—pregunta alzando una ceja.

Chisteo para que se calle y señalo mi anillo mientras


inclino la cabeza a la otra habitación.

—¿Que te toma tanto tiempo cariño?—pregunta Nate


apareciendo detrás de mí, su excitación todavía es un
poco obvia y me sonrojo.
Kaden sonríe y me entrega la pizza. Le doy el dinero y
cuando nuestras manos se rozan muerdo el interior de
mi boca.

Le dirige una mirada soberbia a Nate antes de voltearse.

Cuando cierro la puerta estoy luchando por respirar con


normalidad.

—¿Has visto como te miraba? ¿Y como me ha mirado?


Menudo imbécil maleducado—gruñe Nate enfadado.

Sigo sus paso pero me mantengo en silencio.

—¿Te ha dicho algo antes de que llegara?

—¿Qué? ¿Por qué dices eso?—pregunto ocultando los


nervios de mi voz.

—Te miraba como...como si quisiera tenerte—escupe


con rabia.

—No digas tonterías Nate, y no, no me ha dicho nada.

—Creo que no deberías pedir más pizzas a ese local.

—Nate estás exagerando.

Rueda sus ojos y empezamos a comer, no vuelve a sacar


el tema y cuando terminamos se marcha sin intentar
reanudar lo que había empezado antes, me siento
agradecida por ello.

Mis manos tiemblan cuando decido enviarle un mensaje


a "Taylor". 

5
. Sexual
“I don't know what you done 
but I can't get enough”

Mis ojos se empiezan a cerrar luchando contra el sueño,


leer ofertas de trabajo a altas horas de la noche es buen
material contra el insomnio.

Me planteo desistir de la fallida búsqueda hasta que


encuentro uno que encaja con las características que
estoy buscando. Repaso varias veces el anuncio para
asegurarme de que es real. La esperanza se instala en mi
pecho, este trabajo me va como anillo al dedo. Cumple
los requisitos principales que estoy buscando: trabajo de
fin de semana, turno de noche y buen salario.

Me inscribo en la oferta y envío el currículum, cruzo los


dedos y cierro el portátil. Vuelvo a revisar mi teléfono y
todavía no hay respuesta de Kaden. Parezco una loca
obsesionada, pero realmente solo puedo pensar en
follarlo una y otra vez. Me he vuelto adicta a la
adrenalina, a la sensación de saber que estoy haciendo
algo malo, a los increíbles orgasmos que solo él parece
ser capaz de proporcionarme.

Miro mi reloj y suspiro, hace dos horas que le escribí y ni


siquiera sale el tic azul de que haya leído el mensaje. 

Me meto debajo del edredón y me remuevo incómoda,


pensar en Kaden de nuevo me ha puesto demasiado
caliente para dormir. Mis ojos oscilan por la habitación y
se encuentran con su camiseta. Ahora que caigo en ello
si Nate hubiera subido a mi habitación hubiera sido
difícil explicar de donde había salido esa camiseta.

Mis pies desnudos se pasean por el suelo frío hasta


llegar a la camiseta, me agacho y aspiro su olor. Está
claro que la poca cordura que me quedaba se la ha
llevado el increíble cuerpo de Kaden.

Me despojo de toda mi ropa y deslizo su camiseta en mi


cuerpo.

Me tumbo en mi cama de nuevo y cierro los ojos, revivo


la maravillosa sensación de tenerlo dentro y mi mano
parece tener mente propia con sus recuerdos. 

El timbre me sobresalta y me saca de mi ensoñación.


Busco mis zapatillas y me pongo una bata encima. Bajo
las escaleras con nerviosismo, el timbre suena cada vez
con más insistencia.

Miro por la mirilla de la puerta y la adrenalina se dispara


por mi cuerpo.

—¿Qué haces aquí? —pregunto sorprendida.

Estira su brazo y descuerda mi bata revelando que


debajo llevo únicamente su camiseta.
—¿No puedes dejar de pensar en mi, cierto? —la sonrisa
ladeada de arrogancia le queda malditamente bien en
ese rostro.

Mis mejillas se calientan, da un paso hacía adelante y


cierra la puerta, doy un paso atrás de forma instintiva,
aunque mi cuerpo ruega lanzarse a sus brazos.

—Podrías haber respondido el mensaje, pensaba que ya


no vendrías…—le recrimino.

—¿Quieres que me marche? ¿Te he despertado? —


pregunta manteniendo la sonrisa.

Niego con la cabeza.

—No ¿qué?

—No a ninguna de tus preguntas.

—Entonces estabas despierta…a las dos de la


madrugada…Dime Julliet, ¿qué te mantiene despierta a
esta hora?

Trago con fuerza por la intensidad de su mirada. 

—Tú—respondo conteniendo el aliento.

Su sonrisa se ensancha.
—Enséñame tu habitación.

El aire abandona mis pulmones, me siento masilla en sus


manos.

Giro mis talones y comienzo a subir las escaleras,


observo por encima de mi hombro que me está
siguiendo. Noto sus manos en mi trasero y doy un
respingo. Él se ríe.

—Eres demasiado irresistible—se justifica.

Abro la puerta de mi habitación y veo como mira por


encima antes de tirarme con brusquedad en la cama.

Mi espalda rebota contra el colchón y se sube encima de


mí dejándome presa de su cuerpo. Coge mis manos con
las suyas y las alza por encima de mi cabeza. 

Nunca, jamás, en mi vida he estado tan caliente como


ahora. Kaden tiene la capacidad de excitarme cada vez
más y me temo no ser capaz de salir de la adicción que
me provocan sus caricias.

Mantiene mis manos agarradas con una de las suyas


mientras que con la otra va bajando lentamente, a
medida que baja empiezo a reír, tengo muchas
cosquillas en esa zona.
Él me mira con diversión y sigue paseando lentamente
los dedos en la zona que me hace reír. Las lágrimas se
escapan de mis ojos y mi estómago duele por estar
apretado.

—Por favor—le ruego entre risas.

—¿Por favor, qué? —pregunta haciéndose el loco.

—Para, por favor—continuo con mis plegarias.

—¿Porque debería parar? Me gusta verte así.

Mi corazón se acelera por la declaración de sus palabras.

—Kaden…

Sus manos me sueltan, pero no me muevo del lugar,


intento recuperar un poco de aire. Se incorpora
levemente y en un movimiento rápido tira de su
camiseta. 

Mis ojos recorren su torso y muerdo mi labio inferior,


este hombre está hecho para pecar.

Sus ojos se oscurecen un poco cuando tira de mi labio,


liberándolo del agarre de mis dientes, pasea sus dedos
por mi labios y noto calor por todo mi cuerpo. Jadeo y
mete su pulgar en mi boca. Mi interior se aprieta
mientras mi lengua traza círculos en su dedo.

Kaden traga con fuerza y entrecierra sus ojos, su pecho


baja y sube con más rapidez.

—Suficiente tentación por el momento—chasquea su


lengua mientras saca su dedo de mi boca.

Me gusta provocarle, quiero hacerle perder el control


como hace él conmigo.

Tira de mi camiseta hacía arriba y me quedo con los ojos


tapados, noto su sonrisa en mi cuello. No verlo me
vuelve loca y parece que mis sentidos se han
multiplicado por cien.

Me besa suavemente y luego mordisquea. Mi cabeza da


vueltas y la necesidad que se construye en mi interior se
intensifica.

Siento la humedad de su boca en mis pechos y mis


caderas se mueven, buscándolo, noto como sus dedos
se clavan en mi cintura para mantener quieta.

Estira y muerde con suavidad mis pezones, mis gemidos


son incontrolables, no ver que es lo que está haciendo
hace que esté expectante todo el tiempo. 
De forma brusca me voltea y quedo bocabajo. 

Recorre sus dedos con mucha delicadeza por mi


columna, me estremezco ante su tacto. 

—Tan suave…
Su boca sustituye sus dedos y los dedos de mis pies se
curvan ante la sensación, mi espalda se arquea ante sus
labios.

—Tan dulce…

Probablemente si mesuraran los latidos de mi corazón


en esos momentos rompería la maquina.

Su mano baja y me da una cachetada, exclamo un grito


ahogado y siento el escozor en la zona golpeada.
Rápidamente acarician la zona volviéndome loca por el
contraste de sensaciones. Va alternando y nunca se que
tocará, la relación entre el dolor y el placer es más
compleja de lo que puedo describir. 

Sube sus manos por mi espalda y contengo el aliento, se


posan en mi cuello y aprieta ligeramente, me tira hacía
atrás levantándome y pega su cuerpo contra el mío, su
rostro queda a la altura de mi cuello y su aliento me
envía escalofríos.
—¿Lo notas? Así es como me tienes desde hace tres días
—gruñe por lo bajo mientras restriega su dureza.

Desliza las manos por mi clavícula y continúa bajando,


tiro mi cabeza hacía atrás y jadeo cuando se acera donde
más lo necesito. Sus dedos me recorren lentamente por
fuera, quiero gruñir y exigirle que me toque como
necesito, sé que solo me está provocando.

Su risa en mi cuello confirma mi teoría.

—Tan mal lo quieres ¿no? —se burla.

Me volteo para mirarlo con rabia, pero su mirada lasciva


me enciende todavía más. 

Kaden coge mi cintura y me sienta en la cama. Quita por


completo mi camiseta arrugada en mi cabeza y abre de
golpe mis piernas, se retira y lo miro con confusión.

Sus ojos brillan con perversión.

—Muéstrame que estabas haciendo antes de que llegara


—ordena.

Me sonrojo con intensidad y mi mano tiembla ante su


mirada, la voy bajando lentamente por mi cuello,
pasando por mis pechos y mi vientre, justo antes de
llegar donde él quiere veo como traga con fuerza y
acomoda sus pantalones. Sonrío viendo lo abultados
que están.

Muevo mis dedos por la cintura de mis caderas sin llegar


más abajo. Su ceja se levanta y me mira deseoso.

—¿Me estás provocando? —pregunta con la voz un poco


más ronca de lo normal.

—Me voy a tocar…si tú también te tocas.

Sus ojos se amplían, pero la sonrisa no tarda en llegar. 

—Me parece un trato justo.

Se quita los zapatos y los calcetines con agilidad y se


incorpora llevando sus manos al cierre de su pantalón. 

Mi respiración se acelera cuando veo como lentamente


baja la cremallera, de un tirón libera su erección y la
rodea con su mano. Mi boca se seca ante la imagen y mi
interior se contrae.

—Cumple tu palabra, Julliet—me recuerda. 

Sacudo mi cabeza volviendo a la realidad y hago caso a


su petición, me encuentro muy húmeda y mis dedos
resbalan con facilidad. Acaricio el centro de
terminaciones nerviosas y mis caderas se burlan
moviéndose en círculos, tentándolo. 

Sus movimientos sobre su longitud son firmes y rápidos,


es una imagen que nunca voy a poder quitarme de la
cabeza. Totalmente excitante la forma en que el músculo
de su brazo resalta, la contracción de su abdomen, su
mirada perdida en el deseo…

Mis movimientos empiezan a ser más rápidos a medida


que siento como mi orgasmo crece, lucho contra el
cierre de mis ojos porque no quiero perderme su mirada
mientras estallo delante suyo. Un estremecimiento me
recorre todo el cuerpo y me dejo ir mordiendo mi labio
con fuerza.

—Eres lo más excitante que he visto nunca pequeña


Julliet—gruñe mientras se lanza hacía mí. 

Su boca busca la mía con desesperación y la recibo con


gusto, nuestras lenguas entremezcladas se mueven
lentamente haciendo que mi excitación se reinicie de
nuevo.

Mi mano se enreda en su pelo y tiro con fuerza, gruñe en


mi boca mientras tantea mi cuerpo con sus manos, abre
mis muslos y se coloca en el centro, noto como desliza
por fuera su erección que está toda mojada con mi
humedad.

Gimo con fuerza cuando la necesidad se vuelve tangible,


mi mano va a la mesita de noche y tanteo en el cajón en
busca de un preservativo. Cuando lo encuentro separo
mi boca de sus labios y con los dientes muerdo el
envase. 

Me mira con lujuria mientras me encargo de rodar el


plástico por su longitud. 

—¿Qué quieres, Julliet?—pregunta con burla mientras


sigue deslizándose por fuera. 

Mis uñas se clavan en su culo mientras mi cadera se


levanta incitándolo a entrar. 

Niega con la cabeza.

—Dímelo—exige.

Muerdo mi lengua para no gritarle y mandarlo a la


mierda.

—Kaden…—jadeo cuando siento que presiona un poco.

—¿Sí?
—Kaden, por favor…—mi capacidad mental está muy
reducida puesto que estoy completamente absorta por
el placer.

—¿Qué?

Mis uñas se clavan con más fuerza en su piel, estoy


segura de que le va a quedar una marca.

—Kaden, por Dios, fóllame ya—suplico.

Se ríe por mi lenguaje y me hace caso, entra lentamente


y me siento completamente llena.

Suspiro cuando lo noto por completo, se retira con


rapidez para entrar de nuevo de forma más violenta. Mis
caderas se mueven para encontrarse con sus
arremetidas, araño su espalda y nuestras frentes se
quedan pegadas mientras acelera sus movimientos. Mi
cara se levanta y mis labios buscando los suyos. Me besa
con avidez y muerde mi labio inferior. 

La familiar sensación del orgasmo me golpea de nuevo y


mis ojos se quedan en blanco mientras me estremezco
en sus brazos. No hay mejor sensación en el mundo que
la que él es capaz de brindarme. Siento como se tensa y
se deja llevar antes de caer a mi lado.
Mi respiración todavía está muy alterada, no puedo
creerme que cada polvo sea mejor que el anterior. 

Lo miro de reojo y veo su mirada clavada en el techo, su


pecho también sube y baja con rapidez. Sus ojos se
desvían y se encuentran con los míos, sigo fascinada por
su mirada azulada.

Una sonrisa perezosa se desliza por su boca y mi


estómago se aprieta asimilando lo atractivo que es.

—No va a aparecer tu prometido en cualquier momento


para acuchillarme, ¿no?

Sus palabras se sienten como un balde de agua fría y me


incorporo de golpe. Miró a mi alrededor y recojo mi
ropa.

—No, vivo sola…

Se sienta y evito mirarlo porque dios sabe que me


volvería a lanzar a sus brazos sin cuestionarlo siquiera.

Pongo mi pijama y lo miro, sigue exactamente en el


mismo lugar.

—¿Esa es tu mirada de que me vaya? —pregunta con


diversión.
—Bueno tu misión aquí ha finalizado con éxito—
contesto poniendo los ojos en blanco.

—¿Con éxito, eh?

Su arrogancia aparece con fuerza y me sonrojo.

—He de decirte que tu rubor me parece adorable


teniendo en cuenta lo mucho que te gusta el sexo rudo.

Si su propósito es sonrojarme más creedme que lo


consigue. No digo nada y miro a mi alrededor con
incomodidad, no se como lidiar con el momento post
sexo nunca, es todo tan extraño… ¿Mantengo una charla
amistosa? ¿Lo ignoro hasta que se marche? ¿Me limito a
responder lo que sea que diga?

—¿Trabajas en una pizzería? —la pregunta se escapa de


mis labios.

Kaden alza una ceja y me mira con curiosidad mientras


tapa ese maravilloso torso que tiene. Diez de diez. O mil
de mil. O cien mil de cien mil… o no hay forma de
numerar o sexy que es.

—No.

—¿No? ¿Tienes un hermano gemelo que sí reparte pizza?


Su sonrisa aparece de nuevo.

—No.

Genial, ahora era monosílabo.

Debe ver mi rostro de confusión porque se aclara la


garganta y coge aire antes de hablar.

—Estaba haciéndole un favor a alguien hoy, pero no, no


trabajo en una pizzería—explica.

Miles de preguntas asaltan mi cabeza. ¿De qué trabaja


entonces? ¿A quién le hacía un favor? ¿Por qué le hacía
un favor? ¿Como puede ser tan sexy sin esforzarse?

—Humm—sin embargo, eso es lo que digo en voz alta.

Cuando está completamente vestido me mira. 

—Estaré fuera de la ciudad un par de días.

La decepción se instala en mi cuerpo, no más sexo


excelente por un par de días…

—Oh

—¿Podrás vivir sin este cuerpo? —pregunta coqueto


mientras pasa su mano por su pecho.
Me encojo de hombros.

—Haré mi mejor esfuerzo—respondo con indiferencia.

Seguramente me masturbaré hasta que se caiga el dedo


pensando en ti. 

—Estaré pendiente del teléfono por si no puedes


aguantar—dice con burla.

¿Sexo telefónico? Interesante…

Da un paso y queda enfrente de mí, su cercanía me hace


temblar un poco las piernas.

—Descansa estos días Julliet, necesitarás energía extra


para cuando vuelva—murmura antes de plantar sus
labios en los míos. 

Respondo de forma automática a su beso y antes de que


se ponga más interesante se aparta.

—Buenas noches—le digo sintiéndome estúpida.

—Créeme, ya lo han sido—guiña un ojo antes de


desaparecer por mi puerta. 
6. Dark Side
"Acting like I'm heartless, I do it all the time
That don't mean I'm scarless, that don't mean I'm fine"
—Tú, pequeña zorra ¿podrías responder el teléfono de
vez en cuando? —es lo primero que dice Lexie cuando le
abro la puerta.

Me rio y dejo que me envuelva con sus brazos. Lexie es


la persona que mejor me entiende en este mundo.

—He estado un poco ocupada…—me excuso.


Lexie entra tranquilamente y nos dirigimos al salón
principal.

—Oh apuesto mi trasero a que sí… ¿El tipo del bar…? —


empieza a decir.

Muerdo mi labio.

—¿Te enrollaste con él? —pregunta mientras se estira en


mi sofá con toda la confianza.

—Estoy teniendo una aventura con él—corrijo.

Ella se incorpora de golpe al oír esas palabras.

—¿Estás engañando a Nathaniel de forma reiterada? —


pregunta asombrada.

Froto mi sien mientras asiento con la cabeza.

—Joder Juls…nunca me ha acabado de gustar Nathan,


pero ¿no crees…?

—Todo lo que vayas a decir seguramente ya lo he


pensado—la interrumpo.

—¿Y a qué esperas?

—Sabes que no puedo dejarlo.


—Julliet… No puedes vivir en base a compromisos de tu
pasado.

—No es eso.

—Claro que es eso, te conozco. Estás haciendo todo esto


porque eres incapaz de dejarlo, estás saboteando tu
propia relación de un modo…cruel.

—Lex, no es eso…

—Como no quieres dejarlo estás enrollándote con otro,


así le das motivo para que te deje él cuando se entere.

Sus palabras se sienten como una bofetada en mi cara,


pero mi cerebro analiza cuanta parte de verdad tienen.

—No, no quiero que Nate se entere. Esto es un secreto.

Alza sus cejas y me mira con astucia.

—Sabes que tarde o temprano se enterará.

Muerdo mi labio y niego con la cabeza.

—¿Entonces vas a seguir adelante con esto? ¿Vas a poner


una fecha para la boda, vas a hacer los preparativos, vas
a meterte en ese vestido que sientes que es una cárcel
para ti y vas a unir tu vida con alguien que ya no amas?
¿Todo esto mientras te follas a otro?

Mis puños se cierran y mis ojos se llenan de lágrimas, la


idea me aterroriza, el anillo se siente mil veces más
pesado en mi mano.

—¿Porque me dices estas cosas? —pregunto


conteniendo mis emociones.

—Porque soy tu amiga, y necesitas a alguien que te diga


las cosas tal y como son. 

Cojo aire con fuerza.

—Dejaré de ver a Kaden, debo estar con Nate…

Lexie rueda sus ojos.

—Corta el rollo de lo que debes o no debes hacer Jules,


es tu vida.

—Pero ella quería que yo…—tapo mi boca conteniendo


un sollozo.

Lexie suspira y pasa su brazo a mi alrededor,


abrazándome con fuerza.
—Ella quería que fueras feliz, Nathaniel por aquel
entonces te hacía feliz…

Niego en su hombro mientras las lágrimas brotan sin


cesar.

—No Lex, no sabes lo mucho que amaban a Nate,


estaban tan felices cuando me pidió matrimonio…

Sus manos acarician mi espalda intentando


reconfortarme.

—Estoy segura de que estarían de acuerdo conmigo


Jules…

Limpio mi cara con los puños de mi manga y niego con la


cabeza.

—Pero no puedo hacerle daño de esta manera…

—Ocultárselo y seguir haciendo lo que haces es


muchísimo peor—la sinceridad de Lexie es una de las
cosas que más me gusta por muy cruda que sea.

Sorbo mi nariz y mis ganas de llorar aparecen de nuevo.

—Sé que tienes razón pe-pero


El timbre de la puerta nos interrumpe y me levanto de
golpe. Aparto los mechones que se han enganchado en
mis mejillas húmedas y paso las manos por mi cara.

—¿Esperas a alguien? —pregunta Lex.

Niego con la cabeza.

Me muevo hasta la puerta y miro por la mirilla, veo unas


espaldas anchas y fuertes, pero está demasiado cerca
para que reconozca quién es.

Abro la puerta con vacilación y al otro lado veo a Nate de


espaldas, su sonrisa desaparece en cuanto ve mi cara.

—Cariño ¿estás bien? ¿ha pasado algo? —pregunta con


preocupación mientras me acerca a sus brazos.

Niego con la cabeza y mi cabeza trabaja en inventar una


excusa.

Lexie se asoma por el pasillo y abre la boca cuando ve a


Nate.

—Nathan…Juls y yo estábamos…viendo películas tristes,


ya sabes como se pone…—dice ella mientras se rasca el
cuello.
Noto como su cuerpo se relaja, pasa sus manos por mi
pelo y besa mi frente.

Su dulzura se siente como un puñetazo en mi estomago


y creo que en cualquier momento voy a vomitar.

—No sabía que teníais tarde de chicas amor, quería


darte una sorpresa—explica Nate.

Me aparto ligeramente y lo miro, duele ver la mirada de


adoración que tiene por mí.

—No…Lexie se ha autoinvitado también.

—¡Eh! Es difícil contactar contigo de otro modo


últimamente—reniega ella.

Me quedo sin aire por sus palabras.

—Sí, nuestra universitaria tiene mucho trabajo—dice él


con una gran sonrisa.

Lexie entrecierra los ojos y desvía la mirada.

—Sí—se ríe de forma actuada—Mucho trabajo.

Le dirijo una mirada de advertencia y cierra la boca.

—Bueno, yo ya me voy para dejaros solos tortolitos.


Agarra su chaqueta y su bolso y me da un abrazo rápido.

—Habla con él—susurra en mi oído con discreción.

Se aparta y asiente a Nate como despedida antes de


escabullirse.

—¿Seguro que todo está bien? Te noto un poco más rara


de lo normal últimamente…

—Tengo muchas cosas en la cabeza, solo es eso—


respondo mientras nos adentramos al interior de la
casa.

Nate coge mi cara entre sus manos y aparta los


mechones que tapan mi rostro.

—¿Sabes lo mucho que te amo, cierto?

Trago el nudo de mi garganta y asiento.

Sonríe antes de apretar sus labios contra los míos, cierro


mis ojos e intento, de verdad que lo intento, sentir lo
mismo que sentía hace unos años. Esa electricidad y
calidez ha desaparecido por completo.

Rompo nuestro beso y veo como levanta una ceja.


—¿Te he dicho que me han llamado para una entrevista?
—le digo rápidamente para distraerlo.

—Eso es genial, Juls—sonríe—¿Cumple tus requisitos?

Asiento e intento devolverle la sonrisa sin que quede


muy forzado.

—Es un local que abrirá dentro de poco, “Mala”.

—No he escuchado hablar de el—comenta pasándose


los dedos por su barbilla—¿Y cuando es la entrevista?

Muerdo mi labio.

—En dos horas, solo tengo veinte minutos en coche


hasta allí, pero quería prepararme…

—Oh—comenta decepcionado.

—Podemos cenar esta noche si quieres, puedo quedar


en tu apartamento…

Muerdo mi lengua, no se porque estoy diciendo todo


esto si no quiero hacer nada de eso.

Sus ojos se iluminan y caigo en el espiral de la


culpabilidad de nuevo.

—Eso me encantaría cariño.


Me da un beso en la mejilla y me desea suerte antes de
marcharse.

Siento ganas de gritar y lanzar objetos por los aires, en


su lugar subo arrastrando los pies hasta mi cuarto.

Veo la camiseta de Kaden hecha un ovillo en el suelo, la


cojo y muerdo mi labio recordando lo bien que me hace
sentir. La enrollo con mis manos y la meto al final de mi
armario.

Miro la ropa que hay colgada y me decanto por una


blusa negra no muy escotada y unos pantalones blancos
ajustados.

Aplico un poco de maquillaje en mi rostro, mi mejilla ya


tiene un tono verdoso amarillento que es fácil de tapar
con la base. Recojo mi pelo en una cola alta y coloco
unos pendientes pequeños en mis orejas.

Me miro en el espejo y realizo distintas poses, luzco


bastante presentable por lo que cojo mi bolso y las llaves
y salgo camino a la entrevista.

Llego antes de tiempo para mirar la zona, el local está


bastante apartado del centro, queda más en una zona
industrial bastante poco concurrida.
Hay pequeño letrero rojo sobre un fondo negro, las
puertas son completamente opacas y me impiden ver el
interior del local.

—¿Julliet Collins? —pregunta una voz que se acerca.

Me giro para mirarla y me sonrojo porque me haya


encontrado husmeando por el cristal.

—¿Sí?

—Te he reconocido por tu foto del currículum—sonríe y


me extiende la mano—Me llamo Agnes Myers, te he
concertado para la cita de las seis.

Tomo su mano y no puedo evitar pensar lo elegante y


sofisticada que se ve. Debe rondar los cuarenta años.

—Encantada.

—Lo mismo digo—me sonríe y muestra su dentadura


perfecta—¿Estás preparada?

Asiento y noto un nudo en mi estómago por los nervios.

—Acompáñame por aquí, por favor—solicita mientras se


voltea. Rodeamos el edificio y entramos por una puerta
lateral, el repique de sus tacones es lo único que se
escucha.
Mis nervios aumentan cada vez más.

—He de admitir que tienes un rostro fascinante, eres


muy guapa, justo lo que buscamos.

Me sonrojo por sus palabras.

—Gracias—me limito a responder, nunca se que decir


ante los cumplidos.

El pasillo es largo y completamente blanco, la


temperatura es tan baja que se me eriza la piel.
Entramos a un despacho y me señala una de las sillas
par que tome asiento.

—He visto que tienes experiencia como camarera en


otro local.

—Sí. He estado trabajando en una discoteca durante


todo el verano.

—Eso está muy bien, supongo que tendrás experiencia


en preparar todo tipo de cocteles y bebidas.

—Sí, aprendí muchas cosas en mi último trabajo.

Se coloca las gafas y ojea el currículum que tiene


impreso en la mesa.
—Supongo que te interesa trabajar el fin de semana
porque eres estudiante ¿no?

—Es justo el motivo por el que solo estoy interesada en


trabajar el fin de semana.

Ella sonríe y cruza los dedos de sus manos mientras me


inspecciona.

—La verdad es que te tendría que hacer mil preguntas


más, pero me cautiva tu presencia.

Me sonrojo aún más por su comentario.

—Estoy bastante interesada en contratarte, con tu


experiencia y esa cara se que vas a atraer a muchos
clientes… Pero tengo que advertirte de algo, esto es un
club de swingers.

—¿De natación? —mi ceja se levanta, me parece extraño.

Sacude la cabeza hacía atrás y se ríe. Cuando ve mi


rostro de confusión para de reírse.

—Oh…oh—entrecierra sus ojos con entendimiento.

Sé que me suena de algo esa palabra, pero no se de


qué. 
Viendo que mi rostro permanece impasible se aclara la
garganta.

—Tal vez eres muy joven para esto…—suspira—Es un


club de intercambio de parejas.

Procesos sus palabras y mi boca se abre formando una


o. 

—Está claro que eres demasiado joven—dice mientras


se aparta un mechón colocándolo detrás de su oreja.

Sacudo la cabeza, intentando recomponerme. El sueldo


aquí es tan bueno…aunque ahora entiendo en parte por
qué.

—No yo…

Una sonrisa amable aparece en su rostro.

—No pasa nada Julliet.

—De verdad que estoy interesada en trabajar aquí Sra.


Myers—muerdo mi labio.

Levanta una ceja y golpea su dedo en su barbilla,


pensando.

—Levántate—ordena.
La miro confusa, pero hago caso de su petición.

Ella se dirige hasta un armario empotrado y empieza a


rebuscar algo.

El peso de mis pies va de un lado a otro mientras mi


cabeza reproduce miles de pensamientos. 

¿Un local de intercambio? ¿La gente tendrá…tendrá sexo


en directo? 

Mi estómago se encoge ante la idea. Intento pensar que


no será muy diferente a cualquier video porno que ya
haya visto alguna vez.

Excepto que es en directo.

—Aquí, creo que este será de tu talla—dice Agnes


mientras saca un vestido negro muy corto de látex.

Trago con fuerza mirándolo, ¿quiere que me ponga eso?

—Este es el estilo de ropa que hacemos que lleven


nuestras camareras, ¿segura que te ves capaz?

—Cla-claro…

—Genial, pruébatelo—dice mientras me lo pasa.


Cojo la tela y noto que me sudan las palmas de las
manos.

Ella hace un gesto con su cabeza y me señala el baño


que hay dentro de la sala.

Asiento e intento ir con la cabeza alta y con paso firme.

Una vez dentro me tiro las manos a la cabeza. ¿Como


voy a hacer esto? No soy una persona tan liberal y
abierta de mente… Si Nate se entera seguro que pierde
la cabeza.

Ese último dato me resulta alentador y miro el vestido


con más determinación mientras mis dientes maltratan
mi labio inferior.

Me quito la ropa con rapidez y me coloco el vestido, es


tan ajustado que parece una segunda capa de piel, los
movimientos son un poco limitados y me pregunto como
diablos voy a poder servir copas de este modo.

Coloco la ropa en mi bolso y salgo con la cabeza bien


alta.

Agnes sonríe cuando me ve y asiente con aprobación. 

—Te queda divino—afirma.


Unos golpes en la puerta nos interrumpen.

Agnes y yo dirigimos nuestra mirada a la puerta que se


está abriendo.

—Agnes los preparativos de la apertura del viernes…—la


ronca voz de la persona que entra se queda en el aire
cuando fija su mirada en mí.

Mi boca se abre al reconocer a la figura que tengo


delante. 

—¿Srta. Collins? —pregunta boquiabierto el Sr.


Henderson.

Joder. ¿Qué hace aquí el profesor buenorro?

7. Where we come alive

"Bringing the  unknown 


This is where we come alive."
Observo como por un segundo la mirada del Sr. Andrew
se desliza a mi escote. Siento calor en todas partes y doy
un traspié al caminar hacía atrás. Enseguida tengo sus
brazos a mi alrededor que me aguantan con fuerza para
no comerme el suelo.

Alzo la mirada y veo la intensidad en sus ojos grisáceos.

¿Porque tiene que ser tan condenadamente atractivo?

Parpadeo un par de veces para ver si son imaginaciones


mías pero no. Sigue aquí. En carne y hueso.

Y que carne...

—No puedes estar aquí—masculla entre dientes


mientras me incorpora.

Agnes pone una mano en mi hombro y se encara al Sr.


Andrews

—Drew ¿la estás viendo bien? Es perfecta, justo lo que


buscábamos.

Él resopla y de repente siento como si Agnes me


estuviera vendiendo como a un caballo.

—Es mi alumna—gruñe por lo bajo.


Ella salta su mirada entre nosotros.

—¿Y qué? No es que te la vayas a follar, solo va a trabajar


para ti.

Me sorprende que alguien con una presencia tan


sofisticada utilice términos tan...vulgares.

El Sr. Henderson entrecierra los ojos y desvía la mirada.

—No es apropiado...

¿Él será mi jefe? Joder, joder, joder...

Agnes sonríe con descaro.

—Ya sabe tu pequeño secreto, ¿qué más da?

¿Él hace estas cosas?

Andrew se pasa las manos por el pelo varias veces.

Me señala con el dedo y me tenso.

—Tienes prohibido decir cualquier palabra sobre mí,


¿queda claro?

Asiento un poco atemorizada por su frialdad.

—Verbalízalo—ordena.
Joder, como calienta en modo mandón.

—Que-queda claro Sr. Henderson—tartamudeo.

La risa de Agnes resuena en la sala.

—Sin duda es material de sumisa—dice.

Andrew le dirige una mirada de advertencia pero solo


parece causarle más gracia a Agnes.

¿Sumisa?

Mi parte sensata grita que corra y huya de allí, sin


embargo últimamente no escucho a la sensatez.

—Enséñale todas las normas—ladra Andrew—¿Supongo


que nunca has estado en un club como este, no?

La pregunta va a dirigida a mí, muevo mi cabeza


frenéticamente.

Él suspira y vuelve a mirar a Agnes.

—¿Cuales son tus planes para ella? ¿No la pondrás en la


zona de espectáculo, no?—sus hombres se tensan con la
última pregunta.

—Tranquilo, planeo que sirva copas en la sala uno y dos.


El Sr. Henderson se relaja un poco.

—Bien.

Se voltea y se marcha sin más.

—¿No es caliente cuando se enfada?—dice Agnes entre


risas.

Caliente y atemorizante.

—Ojalá en mi época hubiera tenido un profesor así,


aunque dudo que hubiera podido aprender algo, uff, el
morbo del profesor y la estudiante siempre ha sido una
de mis fantasías favoritas—continua hablando.

La miro y me pregunto si me habré equivocado


suponiendo que ronda los cuarenta, su forma de hablar
me parece tan fuera de lugar.

—Ven conmigo cariño, voy enseñarte todo esto...—dice


mientras camino a la puerta.

Bajo la mirada a la ropa que llevo y curvo mis labios.

—Puedes dejártelo puesto, así te vas acostumbrando—


comenta adivinando mis pensamientos.
Intento seguir sus pasos pero el maldito vestido de látex
no me facilita los movimientos.

El pasillo blanco tiene varias oficinas y habitaciones más,


la verdad es que me sorprende lo grande que es el local.

Llegamos hasta la puerta del final, Agnes teclea un


código de seguridad y pasa una tarjeta, la puerta se abre
de forma automática.

—Bienvenida al mundo del placer—susurra.

Siento como mis músculos se tensan, no se si estoy


preparada para ver lo que sea que tengo que ver.

Agnes se voltea y se comienza a reír. Empiezo a pensar


que todo le causa risa.

—Si vieras tu rostro ahora mismo cariño, ¿qué esperabas


gente a cuatro patas fornicando como si no hubiese un
mañana?

Más o menos.

Arrugo mi nariz y permanezco callada.

—El local todavía no ha sido abierto. Tenemos varios


como este por todo el país. En todos seguimos la misma
estructura y normas.
Hay una gran sala con varios sofás, una barra, una pista
central y una cabina para el DJ. Desde aquí parece como
cualquier otro local o discoteca.

—Esta es la sala dos, verás que tenemos códigos de


vestimenta en cada sala. Por allí se accede a la sala uno,
es la más...normal—se ríe— Antes de la sala uno se
encuentra el vestíbulo, la recepción y la taquilla.

Miro por encima, sigue pareciéndome todo de lo más


normal.

—Sígueme—ordena mientras se dirige a una escalera


con luces azuladas que hay al final de la sala dos.

Bajamos a una especie de planta subterránea que sigue


la misma temática de luces que las escaleras, todo
oscuro iluminado por un color azulado intenso, me sigue
asombrando lo grade que es el local.

Hay un largo pasillo lleno de habitaciones con camas,


todas ellas tienen paredes de cristales por lo que son
totalmente visibles.

Siento como el estomago se me va encogiendo cada vez


más y más.

No estoy preparada para esto. Esto es una puta locura.


¿Porqué coño no he salido ya corriendo?
Continua dándome un tour por todo el reciento, hay
duchas, saunas, una piscina, un jardín privado...

Siento que se me va a salir el corazón del pecho cuando


subimos a la planta de arriba, está divida en lo que
denomina como "Cuarto oscuro" y el "Glory Hole".

Mi boca se seca cuando explica lo que se hace en cada


de una de ellas y siento el impulso de coger una biblia y
empezar a bendecir el lugar, y eso que no soy creyente.

Cuando volvemos a su despacho mis piernas están


temblando. Se sienta encima de su escritorio y cruza las
piernas mientras me da una mirada divertida.

—Déjame adivinar...—se pasa las manos por la barbilla—


Piensas que todo esto es de degenerados y pervertidos
sexuales que tienen un algún problema en la cabeza. No
hay forma de que puedas sentirte cómoda aquí y no
sabes porque no te has ido ya.

Trago con fuerza y paso las manos por mis muslos


intentando controlar el temblor.

—Es normal que puedas pensar eso, la sociedad se ha


esforzado mucho en imponer todo tipo de prejuicios y
tabúes sobre el sexo...pero déjame decirte lo que es
realmente este lugar...
Se agacha y su mirada felina me observa con intensidad.

—¿Alguna vez has querido hacer probar algo nuevo pero


te has sentido reprimida por vergüenza? ¿Has tenido
fantasías que no has sido capaz de expresar en voz alta?

Sus palabras envían escalofríos por mi cuerpo, quiero


gritar que sí pero muerdo mi lengua.

Mi corazón golpea con fuerza en mi pecho.

—En nuestro club la gente se libera de todo esos


convencionalismos y manifiestan su verdadero ser,
únicamente con el objetivo de buscar placer—sonríe.

Hace una pausa y se pone en pie.

—Siempre desde el respeto y la educación por


supuesto.A diferencia de lo que se cree, las parejas que
vienen aquí potencian su unión y confianza, no hay nada
más gratificante que poder compartir con tu pareja tus
fantasías más secretas.

Mi cerebro intenta procesar todo lo que dice, suena tan


tentador, tan atractivo...y al mismo tiempo me siento
¿culpable? ¿avergonzada?

Maldito prejuicios...
Una amplia sonrisa muestra sus dientes.

—De todas formas el personal tiene estrictamente


prohibido tener sexo durante la jornada laboral. Servir
copas. Eso sería todo lo que tendrías que hacer. Tal vez
observes alguna escena subida de tono, pero la
verdadera acción se encuentra fuera de la sala uno y
dos...y no tengo intención de reubicarte.

Coge una tarjeta y me la entrega.

—Reflexionalo con tu almohada y dame una respuesta


para mañana por la mañana en este número.

Cojo la tarjeta y me pongo en pie. Me doy cuenta de que


he estado muda mucho rato, todavía estoy demasiado
conmocionada.

—Puedes cambiarte ya si quieres.

Asiento y me meto en el baño con rapidez, me quito la


ropa y siento que mis pulmones son libres para respirar
de nuevo. Me visto y cuando salgo la veo sentada
tecleando cosas en su ordenador. Levanta la vista y me
mira.

—Estaré pendiente del teléfono para saber su respuesta.


Eso me recuerda tanto a Kaden, muerdo mi labio cuando
su imagen se proyecta en mi cabeza.

—Gracias Sra. Myers.

Asiente y vuelve la mirada a su ordenador. Me muevo


con rapidez hasta la salida y echo un vistazo por encima
de hombro para ver si vuelvo a ver al Sr. Henderson.
Para mi suerte no lo veo más.

Me meto en el coche y apoyo mi cabeza contra el


volante, miles de imágenes subidas de tono recorren mis
pensamientos. Después de ver todas esas salas y saber
lo que se hace allí... Dios, ¿seré capaz de hacer como si
nada y trabajar ahí?

El teléfono me trae de vuelta a la realidad. Tengo una


llamada perdida de Nate y un mensaje suyo.

Me han llamado de la oficina, tengo que acabar unos


informes ¿podemos dejarlo para otro día? :(

Suelto el aire que estaba conteniendo y la noticia me


alegra más de lo que debería.

Claro, que no se te haga muy pesado xx

Le escribo con rapidez la contestación.


Bloqueo la pantalla y pongo en marcha el motor,
conducir siempre había sido una de las cosas que más
me relajaban pero desde el accidente cada segundo que
estaba dentro de un coche me sentía completamente
tensa.

Llego a casa y me meto directa en la ducha, me quedo


debajo del agua más tiempo de lo normal reflexionando.

¿Que estoy haciendo con mi vida?

Me recuesto sobre las frías baldas de la pared mientras


noto como el agua recorre mi cuerpo.

El dinero de mi cuenta ha bajado considerablemente,


sobre todo por los pagos universitarios. Hago un balance
de las otras ofertas de trabajo y sueldos que he
visto...No, nada se compara con lo que ganaría en Mala.

Salgo de la ducha y seco mi cuerpo con la toalla que hay


colgada. Camino descalza hasta mi cómoda y me visto
únicamente con una camiseta corta y mi ropa interior.

Me recuesto en la cama con el pelo todavía húmedo y


miro mi teléfono. Llevo un rato mirándolo cuando noto
que vibra por la entrada de un nuevo mensaje.

¿Me echas de menos?


Al principio pienso que es de Nate, pero cuando me fijo
bien veo que el remitente es "Taylor".

Mi interior se contrae y mi respiración se acelera.


Empiezo a teclear una respuesta pero no se me ocurre
nada ingenioso que contestarle, borro varias respuestas
y antes de que me decida por ninguna recibo otro
mensaje suyo.

Pon el temporizador de la cámara de tu teléfono y


colócalo encima de tu cómoda. Inclínate sobre los pies
de tu cama, quiero que agarres los postes con tus
manos y mantengas esa sexy curva de tu espalda que
me vuelve loco.

Mi boca se seca al leer el mensaje. Nunca he hecho


sexting con nadie.

Hazlo, ahora.

Siento el calor recorrer mi cuerpo, me vuelve loca


imaginar su mirada demandante y su voz ronca por la
orden.

Coloco el teléfono tal como ordena y pongo el


temporizador de la cámara, me despojo de la camiseta y
me dejo puesto únicamente el tanga negro que
contrasta con mi piel blanca.
Me coloco de espaldas y cuento el tiempo que tarda en
disparar la imagen. Me volteo y cojo el móvil con mis
manos.

Mi corazón late con rapidez, la imagen es bastante


caliente y provocadora. Mis dedos tiemblan mientras le
doy a enviar.

Genial, justo así es como te voy a follar cuando vuelva.

Me derrito por dentro, nunca había imaginado que algo


tan simple pudiera calentarme tanto.
Me aseguro de borrar la imagen de la papelera del
teléfono y dejo el móvil en la mesita de noche.

Imágenes de Kaden tomándome en este mismo lugar se


filtran en mi cabeza, la temperatura de mi cuerpo sube
varios grados.

La promesa de su mensaje hace que fantasee sobre su


regreso, en principio dijo un par de días...por lo tanto,
mañana volvía a la ciudad.

Cierro mis ojos y me dejo llevar en la deriva del sueño.

Kaden acaricia mis labios con los suyos, me está volviendo


loca la suavidad con la que lo está haciendo. Quiero
enredar mis manos en su pelo y empujarlo hasta devorar
su boca por completo pero no puedo, mis manos están
esposadas a cada extremo de la cama.

La sonrisa arrogante de Kaden aparece cuando ve como


intento impulsarme hacía adelante.

Su boca se mueve hacía abajo, sus labios rozan mi cuerpo


con tanta delicadeza que se siente como si pasara una
pluma por el. Noto su boca en mi clavícula, mis pechos, mi
vientre...Mis piernas se retuercen cuando noto su aliento en
mis caderas.

Se aparta y un gruñido de frustración brota de mis labios.


Vuelve a repetir el mismo proceso sin llegar hasta el final.
Estoy perdiendo la cabeza, me está llevando al extremo del
frenesí sexual.

—Kaden...—gimoteo cuando vuelve a besarme del mismo


modo. Lo necesito tan mal que duele.

—Dile lo que quieres Stra. Collins—mi cabeza se levanta y


detrás de Kaden veo al Sr. Henderson. Está vestido
únicamente con unos pantalones y se ve como un pecado
andante. Lujuria. Sin duda ese es el pecado.

Trago con fuerza cuando veo como ambos me miran con


ojos hambrientos. Me siento expuesta y necesitada.
—Por favor...—imploro en general, no me importa cual de
los dos sea pero necesito que me tomen antes de que
muera por frustración.

Las manos del Sr. Henderson acarician mi pierna hasta


llegar a mis muslos, a medida que sube mi corazón
martillea con más fuerza.

Su mirada se oscurece cuando encuentra la humedad de


mis piernas. Kaden a su lado está devorando mis pechos
con su boca.

—¿Te gusta esto? ¿Compartirnos a ambos mientras varias


personas se deleitan con tu placer?

Levanto un poco la cabeza y mis ojos escanean la


habitación, veo que estoy en la sala transparente del club
Mala. Detrás del cristal hay personas anónimas que
disfrutan del espectáculo que les estamos proporcionando.

Tiro mi cabeza hacía atrás, el placer es insoportable. Saber


que estamos siendo observados despierta algo en mí, el
morbo es tal que siento que puedo estallar en cualquier
momento.

Andrew sigue acariciando ese punto mientras introduce sus


dedos en mi interior, Kaden se quita los pantalones y
muestra su dura erección.
—Abre la boca—ordena mientras acaricia  con una de sus
manos su longitud.

Humedezco mis labios con mi lengua y hago caso de su


petición.

—No me apartes la mirada en ningún momento—exige


mientras poco a poco noto como se desliza en mi boca.
Siento una arcada cuando llega hasta el final pero se
remueve dejando que se me pase.

Sus ojos azules me miran con lascivia, mi lengua rodea su


longitud mientras el continua las embestidas en mi boca. Su
respiración se vuelve pesada y noto como una gota de
sudor recorre mi frente.

Siento las manos del Sr. Henderson abriendo mis muslos


con amplitud. Escucho el sonido de un cremallera bajando
y lo siguiente que noto es su dureza contra mi centro.
Quiero cerrar los ojos para absorber todo el placer que me
están brindando pero recuerdo la petición de Kaden y los
mantengo abiertos.

El Sr. Henderson se desliza con facilidad en mi interior,


estoy tan mojada que estoy segura de que hay una mancha
de humedad en la cama.

—Me encanta lo estrecha que se siente Srta. Collins.


Kaden aparta la mirada y se voltea hasta mirar a Andrew.

—Tienes que probar su boca, me está volviendo loco su


lengua traviesa.

Ellos sonríen con complicidad y mi mundo da vueltas.

Me despierto de golpe, mi pecho sube y baja con rapidez


y estoy completamente caliente y sudada.

Cojo el teléfono con rapidez y le envío un mensaje a la


Sra. Myers.

Estaré encantada de trabajar para ustedes. ¿Cuando


empiezo?

8. Heartless

"Never be a wedding plan for the heartless


Low life for life because I'm heartless"
Recojo mis apuntes con rapidez y evito mirar al Sr.
Andrews, después del sueño de anoche mirarlo se
sentiría demasiado....simplemente demasiado.

Taylor está hablando de algo de las clases pero tengo la


mente en la deriva de mis pensamientos. El club "Mala"
abrirá mañana y esta tarde vuelve Kaden, esos son mis
temas principales de distracción.

—Así que definitivamente voy a suspender los parciales


—alcanzo a escuchar.

Miro a Taylor y asiento de forma automática.

—¿No has escuchado nada de lo que he dicho, verdad?—


suspira.

—Perdona, mañana empiezo a trabajar en un lugar


nuevo y estoy un poco...ansiosa.

—Oh, supongo que también estaría nerviosa. Odio


empezar en sitios nuevos. ¿De que es el trabajo?

Mis mejillas se calientan.

—Camarera en un local de noche.

—¿Porqué te sonrojas? Ni que fueras a servir las copas


desnuda—se ríe.
Bueno, más o menos...

—No, claro...—me rio yo también.

—¿Por cierto has notado lo raro que estaba hoy el Sr.


Profesorcaliente? No paraba de lanzarte miradas
extrañas.

Sus manos recorriendo mis muslos...

Sacudo la cabeza mientras el maldito sueño se


reproduce en mi cabeza.

—¿Eh? No, no me he dado cuenta...

—Es como que desde el primer día no te quita el ojo de


encima, tal vez siga enojado contigo por llegar tarde.
Tiene pinta de tener mucho carácter ese
hombre...aunque eso debe ser sexy en el otro terreno,
ya sabes—guiña su ojo.

Dile lo que quieres Stra. Collins

La orden de Andrew en mi sueño era totalmente sexy,


necesitaba tomar varias duchas, ese sueño estaba
arruinando mi vida.

Caminamos juntas hasta la biblioteca y repasamos un


rato antes de la hora de comer. El primer examen de
Historia del Derecho es en tres semanas pero ya hay
tanto temario que nuestra cabeza va a explotar.

—Oye—susurra—¿Crees que el profesor sexy aceptará


sexo a cambio de aprobados? O sin aprobados, da igual
—se ríe.

Me rio por lo bajo mientras niego la cabeza, con lo


estirado que es apuesto a que le alteraría muchísimo la
propuesta de Taylor.

Alguien nos manda callar y volvemos a nuestros


apuntes. Nos quedamos estudiando hasta que nuestros
estómagos gruñen por la necesidad de alimentos.

—¿Quieres que vayamos a comer juntas al campus? Me


vendría bien revisar una vez más el tema seis.

Acepto, tenemos un descuento muy bueno los


estudiantes y tampoco tengo nada preparado para
comer en casa.

Empezamos a dirigirnos al comedor y ella tantea algo en


su bolso.

—Mierda, ¿te importa si pasamos por mi residencia


antes? Me he dejado la tarjeta de estudiante allí...

—No hay problema—sonrío.


Cuando entramos a la residencia los recuerdos me
golpean con fuerza, fue mi primer día de estudiante
cuando pasó el accidente, no había vuelto a pisar la
residencia del campus.

Ignoro el nudo de la garganta e intento distraerme


fijándome en las paredes, en la gente que camina por
allí, en cualquier cosa...

Taylor intenta abrir la puerta pero está bloqueada.

—Que raro, mi compañera a esta hora suele estar...—


comenta mientras rebusca las llaves.

Las saca y abre la puerta, lo primero que notamos son


dos cuerpos desnudos moviéndose al unísono mientras
los gemidos de la chica retumban por toda la habitación.

—¡Jenny joder! ¡Deja un puto calcetín blanco en el pomo


o algo la próxima vez!—grita Taylor mientras se tapa los
ojos con las manos.

La chica, la tal Jenny, está moviéndose encima del tipo, él


la agarra del trasero con sus grandes brazos, los cuales
están adornados por unos tatuajes familiares.

—¿Kaden?—jadeo cuando los identifico.


El tipo inclina la cabeza y me mira con asombro, el
reconocimiento en sus ojos llega al momento.

Abro mi boca, sé, de verdad que sé que no tengo ningún


derecho y que lo que hago yo es muchísimo peor, pero
al verlo follándose a otra los celos me ahogan.

Me siento traicionada. Que estúpida soy, que hipócrita


es que tenga estos sentimientos.

Su mirada permanece impasible, doy un paso atrás y me


marcho corriendo. Escucho como Taylor me llama pero
no me doy la vuelta.

La realidad se siente como una balda de agua fría en mi


cuerpo.

Te estabas encaprichando de él, solo le han hecho falta tres


polvos para seas una tonta celosa por verlo con otra.

Es penoso, muy penoso.

Imagínate como se sentirá Nathaniel...

Me llevo las manos a la cabeza y la sacudo con fuerza,


¿porque no soy capaz de callar las voces de mis
subconsciente?

Porque la culpa ya te corroe por dentro.


Quiero gritar en voz alta hasta quedarme sin voz.

Estúpida, estúpida, estúpida.

Nate no se merece a alguien tan zorra.

Me meto en el coche hecha una furia y conduzco


directamente al apartamento de Nate. No sé si estará ahí
y no me molesto en preguntárselo. Necesito verlo. Ya.

Conduzco de forma imprudente y más rápido de lo


normal, en apenas quince minutos ya he llegado a su
apartamento.

Corro y pico a su timbre con insistencia, para mi agrado


él si que está allí.

—¿Jules?—pregunta sorprendido.

No digo nada y me lanzo a sus brazos, lo beso con fuerza


pero él no responde. Me aparta y me mira con una
expresión de desconcierto.

—¿Qué pasa cariño?

Su tono de preocupación me mata.

Zorra, zorra, zorra.

—Te necesito—respondo antes de volverlo a besar.


Esta vez si corresponde mi beso, me envuelve en sus
brazos y cierra la puerta detrás nuestro.

Estiro su ropa con fuerza y me ayuda a quitársela.


Contengo las lágrimas que amenazan con salir de mis
ojos e intento sentir placer.

Caminamos hasta su salón y lo empujo al sofá, me subo


encima de su regazo y continua la sesión de besos y
magreo.

Él no es Kaden.

Joder, sé eso muy bien. Maldito Kaden.

Nate agarra con firmeza mis caderas y las balancea


sobre el bulto que crece en su entrepierna.

La rabia me abruma, no soy capaz de sentir nada. Antes


de conocer a Kaden un mínimo de placer existía al
acostarme con Nate, no era la gran cosa pero era algo,
ahora no hay nada. Nada. NADA.

Me muevo de forma mecánica, Nate tiene los ojos


cerrados y suspira placenteramente.
Quita mi camiseta y sujetador y toca mis pechos,
muerdo mi labio con fuerza para evitar gritar de
frustración. Frustración real porque no siento nada. Es
como si estuviera en una maldita revisión médica.

Baja su mano y la mete dentro de mis pantalones, quiero


llorar cuando me toca ahí. Esta más seco de lo que ha
estado en mi vida. Se da cuenta de ello y me mira,
intento que no se me note en la cara lo horrible que está
siendo todo. Cojo su mano y meto sus dedos en mi boca.

Sus ojos se amplían ante mi gesto y el bulto de su


entrepierna se siente más duro. Me levanto y me quito la
ropa que me queda, él imita mi gesto y se deshace de
sus pantalones y bóxers.

Me acaricia de nuevo con sus dedos húmedos por mi


boca, cierro los ojos y el color azul de la mirada de Kaden
me quita el aliento. Sus recuerdos me humedecen un
poco y eso me cabrea.

Nate me recoloca encima suyo y me baja sobre su


erección. Duele un poco porque no estoy lo
suficientemente mojada, pero él no se da cuenta de mi
mueca y continua moviéndome a su antojo.

Miro su rostro, su boca abierta por el placer emite


gemidos, sus ojos están practicante en blanco. Hacía casi
dos meses que no follábamos. Me mueve con rapidez y
muerdo el interior de mi boca, duele, duele, duele.

En pocos minutos noto el líquido derramándose en mi


interior. Suspira y apoya su frente en la mía.

Salgo de él y noto el líquido caliente corriendo por mi


muslo.

—Perdona cariño, hacía demasiado tiempo...—se


disculpa intentando recuperar el aliento.

No me siento mejor en absoluto.

Aparta los mechones que cubren mi cara y acaricia mi


mejilla.

No soy capaz de decírselo. No puedo.

Me visto y veo su sonrisa todo el tiempo, quiero vomitar.

—Nate...yo...—comienzo a decir. Mis manos tiemblan.

—¿Qué?—pregunta al ver que soy incapaz de seguir.

—No quiero casarme contigo, no quiero seguir con


nuestra relación—lo suelto todo de forma atropellada.

Me mira con confusión y las ganas de vomitar van


incrementando.
—¿Qué?—repite.

Me dirijo hasta la puerta, no puedo mirarle a la cara.

—Julliet espera—coge mi brazo y me enfrenta.—¿Qué


has dicho?

—No hagas que lo repita—murmuro mordiendo mi labio


con tanta fuerza que noto la sangre.

Su cara es la definición de incredulidad.

—No lo dices enserio...—susurra con la mirada perdida.

Me rompe verlo así.

—Ya no siento lo mismo por ti. Hace tiempo que no


siento lo mismo—respondo mirando al suelo.

Alza mi cara para obligarme a mirarlo, sus ojos están


conteniendo las lágrimas.

—Jules, amor...

Aparto sus manos y doy un paso atrás.

—Lo siento Nate...

Las lágrimas empiezan a rodar por sus mejillas.


—Dime que es una broma cariño, no es real lo que estás
diciendo.

—Es lo más real que he dicho en mucho tiempo.

Su respiración se altera y pasa las manos por su pelo con


desesperación.

—Julliet...

—Adiós Nathan—digo mientras saco el anillo de mi dedo


y lo dejo en la mesita de la entrada.

Se planta de rodillas en el suelo y no soy capaz de


mirarlo así de destrozado.

Echo a correr huyendo de allí y lo escucho llamarme una


vez más.

Quiero morirme, quiero que me atropelle un coche, que


me caiga una puta maceta en la cabeza. Algo, cualquier
cosa. No me gusta la persona en la que me he
convertido. Odio que mis padres y mi hermano murieran
en ese estúpido accidente, odio haberle hecho daño a
Nate, odio sentir celos de Kaden, odio ser una persona
tan débil. Odio, odio y odio.

Odio es todo lo que corre por mis venas. Me siento en el


borde, justo como hace unos años. Las imágenes de lo
que hice antes de que me ingresaran en el psiquiátrico
aparecen en mi cabeza.

Tan tentador, tan malditamente tentador.

Cojo aire con fuerza y entro en el primer supermercado


que veo, cojo unas cuantas botellas del primer alcohol
que veo y me dirijo a la caja. La dependienta me pido el
carnet y prácticamente se lo lanzo a la cara.

Conduzco con rapidez hasta mi casa y doy un gran


portazo al entrar. No me molesto en buscar un vaso si
quiera, me siento en el suelo del comedor y destapo la
botella, empiezo a beber y el alcohol quema mi garganta.

Está asqueroso y caliente pero solo busco la sensación


de evasión que proporciona. No se cuanto rato pasa
pero mis ojos se sienten cada vez más pesados al igual
que mi cuerpo.

La botella medio vacía rueda por el suelo llenándolo


todo de alcohol. Cojo otra de las botellas que he
comprado y sigo bebiendo, no me molesto en limpiar el
desastre que estoy causando.

Mi cabeza se empieza a nublar y una sonrisa aparece en


mi rostro, esto es lo que quería, un poquito de paz.
Mi teléfono no ha dejado de sonar desde que me fui del
apartamento de Nate, lo he tenido que apagar para no
leer su nombre en la pantalla todo el tiempo.

No tengo fuerzas para seguir bebiendo, apenas me


mantengo firme, la risa aparece y me duele el estomago
de reír tanto.

Un ruido me molesta, cojo el mando del televisor pero la


televisión no está encendida.

Es el timbre estúpida.

Me rio de mi propio subconsciente, intento ponerme en


pie pero me caigo varias veces, me voy recostando
contra las paredes hasta llegar a la puerta.

Quiero desconectar el timbre para que dejen de


molestar pero no es algo que pueda hacer. Abro la
puerta esperando encontrarme a Nate pero no es él.

Me tambaleo hasta el tipo que hay delante de mi puerta


y este me coge en brazos.

—Joder Julliet—susurra la voz de Kaden mientras me


coge en sus brazos.

La fase de risa por todo continua y mi cabeza da vueltas


mientras me rio.
—Jejt odsa—le intento decir.

Te odio.

Su olor me parece irresistible, quiero hundir mi cara en


su cuello y aspirarlo con fuerza.

—Teodk s clpe toa—continuo.

Todo esto es culpa tuya.

—Si estás invocando algún demonio para ya, por favor—


me dice.

Como estoy en la fase de risa sus palabras me hacen


más gracia de lo normal. Sus brazos me sueltan en algo
blandito pero todo me sigue dando vueltas.

—Dios ¿cuanto has bebido?

Quiero responder que lo suficiente para estar viendo dos


Kadens. Uhmm dos Kadens suena mejor que uno.

Se agacha y esos malditos ojos azules que me vuelven


loca me miran con seriedad.

—¿Porqué te haces esto?

Ojalá lo supiera.
Mi consciencia va y viene, no se lo que está pasando la
mayor parte del tiempo y lo escucho suspirar varias
veces.
No se si sueño que aparece Nate y se enfrenta a Kaden o
son imaginaciones mías. El mundo real y el irreal se
mezclan.
Creo que en algún momento Kaden me hace vomitar,
luego noto agua fría que hace que la ropa se pegue en
mi cuerpo.
Su mirada cabreada me persigue en mis sueños, no
puedo evitar desearlo ni allí.

9. I hate u I love u

I hate that I want you."

Creo que esta es la experiencia más cercana a sentir que


tu cabeza ha sido fuertemente golpeada. Mis ojos se
abren y mi mano automáticamente intenta tapar la luz
que ilumina la habitación.

Hay demasiada luz.


Algo moviéndose despierta las alarmas de mi cuerpo, me
incorporo de golpe y el gesto hace que tenga ganas de
vomitar. Giro mi cabeza y veo una mirada azulada
furiosa mirándome.

Trago con fuerza, impone mucho la forma en la que me


mira.

—¿Qué haces aquí?—mi voz suena pastosa.

Me continúa mirando con desaprobación. Me remuevo


incómoda y echo un vistazo a mi cuerpo, solo voy vestida
con una camiseta, su camiseta, no llevo nada más. Me
sonrojo y estiro un poco de ella.

—¿No vas a decir nada?—pregunto ante su silencio.

—No sé que quieres que te diga, la verdad—responde,


noto el fastidio en su tono de voz.

—Pues lárgate—le espeto.

Encarna una ceja y se inclina para quedar más cerca de


mí.

—¿Eso quieres?

—Sí—mascullo apretando los dientes con fuerza.


—Eso no es lo que decías anoche.

Me levanto para poner distancia entre nosotros, rebusco


algún pantalón en mi armario y lo deslizo por mis
piernas con rapidez.

—No sé de que hablas—respondo cruzando mis brazos.

—Ya me lo imagino, bebiste demasiado...no me gusta ser


el niñero de nadie—arruga su nariz con disgusto.

—No te pedí que vinieras a cuidarme ¿no?—digo con


burla.

Su labio inferior se curva hacía abajo y sus ojos se


entrecierran.

—Tuviste suerte de que estuviera aquí.

—¿Ah, sí?

Estoy tan cabreada con él, irracionalmente estoy


focalizando todos mis errores en él. Sé que no tiene la
culpa, pero me daigual. Si no fuera tan condenadamente
atractivo no me hubiera acostado con él, no hubiera
descubierto lo genial que es el sexo y no habría
terminado con Nate.

Le tendrías que dar las gracias, no culparlo.


Estúpida consciencia.

Te ha salvado de una vida llena de polvos mediocres.

Pensaba que estabas del lugar de Nate.

Yo soy tú, estamos en el mismo lugar, y no es con Nate.

Ugh, te odio, tanto como al maldito de Kaden.

No tiene sentido que discutas contigo misma, y sabemos


muy bien que no odias a Kaden, más bien todo lo contrario.

—Estuve apunto de llevarte al hospital. Te podrías haber


atragantado en tu propio vomito y ni darte
cuenta...podrías haber muerto, fue una estupidez lo que
hiciste.—escupe la última palabra con rabia.

—¿Y eso te hubiera molestado por qué...?—dejo en el


aire—No tienes problemas en buscar otro coño al que
follar.

Se levanta y suspira frustrado.

—Estás realmente mal de la cabeza. ¿Todo ese numerito


era por celos? No tenemos una relación exclusiva, estás
prometida, no me reclames nada.
—Estaba—le corrijo—Pero tienes razón, tu y yo no
tenemos nada y es mejor así.

—¿Lo has dejado por mí?—pregunta bloqueándome el


paso cuando intento salir.

—No seas tan arrogante, no eres el centro de mi mundo.


Apenas te conozco.

—Follar Julliet, eso era todo, sin explicaciones y sin


justificaciones. ¿Por qué las mujeres complicáis tanto las
cosas? ¿Tenías que montar el drama de beberte hasta el
agua de las macetas por verme con otra?

Lo miro con furia, mi mano pica por las ganas de darle


un manotazo en la cara pero respiro hondo antes de ser
una loca impulsiva.

—No me emborraché por ti, lo hice por ser una


subnormal que se me mete con otro tipo y tira por la
borda su relación de seis años y compromiso.

—Es decir, que lo hiciste por mí.

Abro y cierro la boca. No, no fue solo por él. Fue por
todo.

—Cuanto más hablo contigo menos me gustas—


refunfuño.
—El sentimiento es recíproco, nena—responde con
gesto burlón.

—Genial, ¿entonces porque no has desaparecido ya?

Su sonrisa arrogante aparece y mis piernas tiemblan un


poco.

—Porque soy una persona que cumple su palabra y dije


que te follaría de una forma muy concreta cuando
volviera.

Abro mis ojos con sorpresa y una risa floja se me escapa.


Está loco.

—Estás loco si crees que me voy a acostar contigo—me


rio.

—¿Lo estoy?—pregunta mientras se acerca cada vez


más.

—No quiero verte más, todo esto ha sido un error.

—¿No? Anoche rogabas que te follara.

Mi aliento se queda atascado en mi garganta.

—Estaba muy muy borracha—mi voz empieza a temblar.


—Hay algo que no se puede negar... y es que nuestros
cuerpos están hechos para estar juntos.

Me confunde tanto, su cambio de actitud me


desestabiliza. ¿Antes estaba enfadado conmigo y ahora
está caliente? No soy capaz de entenderlo.

—El tuyo está hecho para estar con cualquiera, por lo


visto—muerdo mi lengua.

Sus brazos me aprisionan contra la pared.

—No estés celosa, deberías sentirte especial, eres la


única con la que repito.

Me pongo una mano en el pecho y ruedo mis ojos.

—¡Dios, soy tan afortunada!—contesto con ironía.

Pone su mano en mi esternón y contengo el aire, se que


nota como mis pulsaciones se están acelerando.

Odio desearlo tanto.

—Debería mantenerme alejado de ti...porque ya tengo


suficiente mierda con la que lidiar en mi vida como para
aguantar tus dramas...pero no puedo dejar pensar en tu
cuerpo, creo que me estoy volviendo adicto a ti.
Su declaración se siente como una patada en el
estómago y una caricia al mismo tiempo.

—Te lo voy a facilitar, largo—ladro mientras lo intento


empujar con mis manos.

En cuanto las palmas de mis manos entran en contacto


con su piel siento fuego por todas partes.

Agarra mis manos con su mano libre y las sube por


encima de mi cabeza dejándome inmóvil. Le gusta
tenerme a su merced.

Mi interior se aprieta ante su gesto dominante.

Maldito cuerpo, no reacciones, no reacciones.

—No puedes evitar sentirlo ¿verdad?—susurra en mi


oreja.

Muerdo mi labio para contener el gemido, la mano que


tiene en mi esternón va bajando.

Baja, baja y baja.

Levanta un poco mi camiseta, que en realidad es su


camiseta, y desliza un dedo por mi monte.

—Me encanta lo suave que eres—murmura.


Su dedo se sigue deslizando hacía abajo y encuentra mi
apertura, estoy tan húmeda que me da hasta vergüenza.

Empieza a acariciarme, sus movimientos son expertos y


hábiles y quiero gritar lo bien que me hace sentir pero
muerdo mi lengua.

Introduce un dedo en mi interior mientras que con otro


sigue haciendo círculos en mi clítoris, mi respiración
cada vez esta más agitada. Me está enviando al borde
del orgasmo con rapidez.

—¿Cuando querías que me largara? ¿Ahora?—pregunta


con burla.

Sus dedos se mueven con más rapidez y mis ojos se


cierran absorbiendo la sensación , es tan buena, tan
jodidamente buena...

—Dime Julliet, ¿estoy loco por creer que te vas a acostar


conmigo?—continua.

Quiero golpearlo y follarlo, siento ganas de abofetear


esa estúpida sonrisa arrogante y luego quiero meterle la
lengua hasta la garganta.

Nadie nunca me había hecho sentir dos emociones tan


contrarias al mismo tiempo. Amor-odio. O más bien,
lujuria-odio.
Mis caderas se mueven de forma frenética siguiendo su
compás, cuando estoy en las puertas del orgasmo para
de repente.

Abro mis ojos y echo chispas por ellos.

—Kaden—gruño.

La mano que tenía en mi interior la tiene ahora en su


boca, saca su lengua y lame sus dedos con un gesto
lascivo.

—Saber tan bien es peligroso para ti. Hace que quiera


más y más.

Mis piernas se retuercen, estaba tan cerca, necesito


acabar.

Mueve la mano con la que me está aguantado los brazos


y tira la camiseta fuera. Me quedo desnuda delante de él
y noto como me barre con su mirada mientras lame sus
labios.

Joder, joder, joder.

En un movimiento rápido me lleva hasta los postes de mi


cama. Me empuja y me apoyo en los postes para no
caer, me sonrojo al recordar que esta era la pose que
tenía en la foto que le pasé.
Escucho el sonido de su cremallera bajando y lo
siguiente que noto es su dura erección pegada contra mi
trasero.

—¿Debería irme ahora Julliet?

El sonido del plástico rompiéndose es como campanas


para mis oídos.

—¿Puedes callarte de una vez y follarme como es


debido?—las palabras salen de mi boca sin mesura.

Siento su risa en mi cuello y me estremezco.

Se mete en mi interior de una estocada y ya no callo mis


gemidos, sus golpes son profundos y fuertes, tiene la
capacidad de partirme en dos en cualquier momento.

Mi orgasmo pausado no tarda en llegar, clavo los dedos


en la madera de mis postes y gruño, sus movimientos no
cesan y al cabo de un rato vuelvo a sentir como se
construye de nuevo esa maravillosa sensación en mi
interior.

Me agarra con tanta fuerza de la cintura que estoy


segura de que debo tener marcados sus dedos en mi
piel.
Una de sus manos se desliza por delante y vuelve a
torturarme acariciando mi clítoris, es increíble la facilidad
que tiene para hacerme perder la cordura. Mi cuerpo
parece responder a todos los estímulos que me
proporciona con gusto.

Muerdo mi labio cuando siento que me acerco de nuevo.


Lo noto más duro y latente en mi interior, está cerca él
también.

—Acaba conmigo—ordena dando unas últimas


embestidas. Acato su orden y noto como mi interior se
contrae a su alrededor. Estoy exhausta y sin aliento.

Cuando sale me giro y lo encaro.

—No quiero saber nada más de ti, no quiero volver a


verte—le digo intentado controlar mi voz.

—Sigue repitiéndotelo hasta que te lo creas-dice con


burla mientras guarda a su amigo en sus pantalones.

—Lo digo enserio.

Mueve su mano desechando mis palabras.

—Lo que tu digas...—contesta con tono vacilón.


Me pongo mi ropa de nuevo y me doy una palmada
mental por haber caído con tanta facilidad.

—Quiero que te vayas—le digo mientras subo mis


pantalones.

—Me voy porque tengo cosas que hacer—aclara y se


acerca hasta mí. Coge mi mentón con sus manos y me
obliga a mirarlo.

—No vuelvas a beber como hiciste ayer, por favor.

La forma en que dice por favor derrite mi interior.

Maldito Kaden.

Observo su espalda mientras desaparece por la puerta,


me tiro en mi cama y pataleo como una niña pequeña,
quiero gritar para liberar las emociones que el estúpido
de Kaden me provoca.

Míralo por el lado bueno, ya no estabas engañando a


nadie...Bueno, puede que a ti misma por creer que no lo
deseabas.

¿Como apagar tu subconsciente? Yahoo respuestas.

No eres graciosa.
Suspiro y bajo a la planta inferior, creo recordar que
todo era un desastre pero sorprendentemente está todo
recogido. Voy hasta la cocina y veo varias botellas vacías
en el cubo de la basura. Estoy segura de que compré
más botellas que no bebí pero no las localizo por ningún
lado.

Voy hasta el salón y veo mi teléfono, lo enciendo y casi


queman las notificaciones que no paran llegar de los
mensajes y llamadas de Nate.

No me siento con la fuerza de voluntad de escuchar ni


leer uno de sus mensajes así que los ignoro.

Miro la hora y definitivamente hoy va a ser el primer día


que me salte las clases, pero bueno, es viernes, no pasa
nada. Hoy solo tenía clases de la Sra. Kendall y sube todo
el contenido que da al campus virtual.

Abro el correo de la Sra. Myers y repaso las normas y la


información que me ha enviado del local. Me avisó de
que al ser la apertura debía ir una hora antes de lo
habitual, quiere que todo salga perfecto.

Mi teléfono sigue vibrando, no he dejado de recibir


mensajes de Nate. Sigue y sigue. Hago algo que nunca
pensé que haría, bloqueo a Nate. Casi soy capaz de
escuchar a mi teléfono decir << Gracias>>.
A pesar de todas las emociones de ayer hoy me siento
más ligera, más...libre. Es como si la carga que
presionaba mi pecho hubiera disminuido un poco.

Mi cabeza es un desastre, no soy capaz de poner orden a


mis pensamientos. Entro en la habitación que era de mis
padres, es algo que no había hecho en mucho tiempo.

La piel se me eriza mientras mis dedos recorren los


pocos muebles que me quedan en la habitación, había
quemado y tirado muchos cosas en un arrebato de furia
algún tiempo atrás.

Los echo tanto de menos, el vacío en mi pecho que


dejaron se acentúa un poco. Nate me había dicho mil
veces que vendiera la casa, que me ayudaría a seguir
adelante, pero no podía...Era como vender mis
recuerdos, los recuerdos que tenía con ellos.

Entro al baño que hay en la habitación y enciendo el


grifo de la bañera. El sonido del agua cayendo siempre
me ha relajado. Miro mi reflejo en el espejo y tengo cara
de estar pasando la resaca de mi vida, lo cual es en parte
cierto.

Pulso el botón de la radio que hay al lado de la pica de


manos y la música llena el silencio. Escuchar música y
cantar era algo que hacía siempre con mi madre.
Me quito la ropa y meto un pie dentro de la bañera, el
agua caliente se siente como el cielo, entro del todo y me
estiro por completo. Mi interior sigue sensible por las
arremetidas de Kaden y con el agua soy más consciente
de ello.

Me sumerjo y el mundo queda aislado, amo la sensación


de amortiguación y desconexión que da estar bajo el
agua. Tal vez debería haber hecho esto ayer en vez de
coger prácticamente un coma etílico.

Cuando mis pulmones luchan por la necesidad de aire


saco la cabeza, me recuesto y cierro los ojos.

Pensaba que me sentiría más culpable una vez


terminara con Nate, pero en su lugar siento más libertad
que culpabilidad.

Eres una persona horrible.

Lo soy.

Me quedo dentro de la bañera hasta que el agua enfría


mis extremidades y mis dedos se arrugan.

Me visto e intento comer algo, pero los nervios por ir al


local juegan en mi contra y apenas tomo un bocado me
siento llena.
Busco información en línea sobre los clubs swingers, mi
corazón late desbocado cuanto más leo, me siento
fascinada y atraída. Leo algunos relatos de experiencias
en primera persona y mi boca se seca.

Solo vas a trabajar, detén los pensamientos fantasiosos.

La alarma me notifica que es hora de salir, cojo lo


necesario y los nervios recorren cada fibra de mi ser.

Primer día de trabajo, allá vamos.

10. Don't call me angel

"Boy, don't call me angel,


 you ain't got me right"
Creo que estoy empezando a sentir la evolución de los
nervios, porque no estoy nerviosa, hace muchos
kilómetros pasé el pueblo de los nervios y ahora estoy
en un terreno desconocido y nuevo para mí.

Cojo aire varias veces antes de entrar por la misma


puerta que entré con la Sra. Myers, esta vez una persona
de seguridad me pide mi identificación, revisa mi
nombre en su lista y me permite pasar.

Camino con paso vacilante, todavía estoy a tiempo de


irme.

¿Pero la curiosidad te puede, eh?

Niego con la cabeza y voy mirando las puertas. Vestuario


tres, tengo que encontrar el vestuario tres.

Una puerta se abre y mis ojos se amplían, de allí sale un


tipo con una especie de tanga de cuero negro, su pecho
está cubierto únicamente por unas cintas con hebillas.

Se da cuenta de que lo estoy mirando y me sonríe, siento


el impulso de salir corriendo. Detrás de él aparece una
mujer muy atractiva vestida con un corsé negro, un
pequeño tanga, ligas, tacones muy altos y...un látigo, un
maldito látigo de verdad.

Padre nuestro que está en los cielo, santificado sea tu...

Deja el discursito religioso, ni siquiera eres creyente.


Abro y cierro mi boca varias veces, pero las palabras
parecen haberse quedado atascadas en mi garganta.

—¿Puedo ayudarte en algo cielo?—pregunta la mujer, las


comisuras de sus labios se elevan formando y una
sonrisa.

— Yo-yo...bus-buscaba...—farfullo mientras mis ojos se


desplazan al suelo. No puedo seguir mirándola, lleva un
corsé con el que le puedo ver hasta sus pecados.

Escucho el resonar de las agujas de sus tacones contra el


suelo y de repente los tengo en mi punto de visión.

Sus manos levantan mi cara y trago con fuerza,


últimamente la gente parece tomarse la libertad de
cogerme la cara mucho. No se a cuento de qué, pero me
está empezando a poner histérica.

—¿Qué hace un corderito como tu por aquí?—pregunta


mientras me escanea con sus ojos.

No soy capaz de mirarla fijamente, hay algo en su mirada


que me pone los pelos de punta. Parece tan...tan...
¿mandona? ¿firme? No sé cual es la palabra exacta para
describirla.

Su mano se desliza por mi mejilla, coge un mechón de mi


pelo y lo acaricia. Virgen santísima.
—Dom, déjala—ordena una voz detrás de ella.

Mis ojos se levantan y siento que se me corta la


respiración cuando veo al Sr. Henderson en un traje.

Cargando a la lista de fantasías sexuales...

La mujer suelta mi pelo y gira la cara para mirar al Sr.


Henderson.

—¿Cuando aprenderás que no acepto órdenes de nadie,


querido Drew?—le contesta.

El Sr. Henderson sonríe y veo la complicidad en la


mirada que tienen. ¿Serán amantes? Me cuesta imaginar
al Sr. Henderson con alguien tan explosivo como esta
mujer.

—Stra. Collins venga conmigo—dice ignorando la


pregunta de la mujer.

Vente con él...suena bien.

Agacho la cabeza mientras paso por el lado de la mujer


látigo y el hombre con poca ropa.

—Uhm...que obediente—escucho la voz femenina a mis


espaldas.
Mis piernas empiezan a temblar, definitivamente no
estoy preparada para esto.

Sigo al Sr. Henderson hasta una puerta que tiene


pintado el número tres delante.

—Este es el vestuario de los camareros, es decir, su


vestuario a partir de ahora. Se cambiará aquí siempre—
explica mientras abre la puerta.

Observo a diferentes figuras masculinas y femeninas


cambiándose de ropa.

—¿Es-es mixto?—pregunto sintiéndome avergonzada.

Cruza sus brazos y se recuesta en la pared, me mira


levantando una ceja.

—¿Sabe que está en un club liberal, cierto?—pregunta


dirigiéndome una mirada que señala la obviedad.

—S-sí.

Rueda sus ojos y suspira.

—¿Porque ha aceptado este trabajo? Es más que obvio


que no se siente cómoda.

Buena pregunta, no lo sé ni yo.


Pequeña mentirosa...¿te recuerdo las fantasías que estás
teniendo desde que saliste de aquí? Atada en la cama, con
Kaden a un lado mientras Andrew...

—El sueldo es muy bueno...—respondo aclarándome la


garganta—¿Usted...usted no quiere que esté aquí?

Me mira sorprendido por mi pregunta.

—Simplemente no quiero que me complique las cosas—


se limita a contestar. Aunque no es una respuesta que
me sirva.

—¿Que puedo complicarle yo?—pregunto confusa.

El Sr. Henderson sostiene mi mirada y niega con la


cabeza.

—Cámbiese—ordena mientras chasquea su lengua.

Uff...no puedo con ese tono mandón.

Me da la espalda y se marcha, hasta ahora no me había


dado cuenta pero ese hombre si que sabe lucir unos
pantalones apretados, ya me entendéis.

Entro al vestuario y observo como algunos ojos curiosos


me miran, las taquillas tienen nombres así que empiezo
a buscar la mía.
—¿Julliet?—pregunta un chico joven sin camisa.

Hola abdominales.

—¿Sí?

—Esta es tu taquilla—señala, está justo al lado de la


suya.

Arrastro mis pies hasta su lado e intento no mirar su


cuerpo semidesnudo.

—¿Cómo lo has sabido?—pregunto mientras abro la


taquilla.

—Eres la última en llegar...

Dentro de la taquilla hay colgado un conjunto y un par


de tacones, son con mucha plataforma por lo que con
suerte aguantaré toda la noche con ellos sin querer
cortarme las piernas.

Saco el conjunto y alzo las cejas cuando los inspecciono,


está compuesto por un body demasiado sexy blanco,
unos medias altas blancas con ligas, un halo y unas alas
blancas. Las alas está muy logradas, toco las suaves
plumas blancas con mis dedos.
Recuerdo los correos de la Sra. Myers, las fiestas
temáticas se desarrollaban en la sala dos, eso quería
decir que me quedaba fuera de la normalidad que
proporcionaba la sala uno.

—Parece que seremos compañeros en la sala dos esta


noche—sonríe el chico que está a mi lado mientras se
coloca unos cuernos rojos en la cabeza.

Ángeles y demonios, que original.

—Sí, eso cr—mis palabras se cortan cuando se baja su


ropa interior y la reemplaza por un bóxer corto de cuero
rojo.

Bueno, acabas de conocer del todo a tu nuevo compañero.

—¿Te pasa algo?—pregunta mientras apoya un brazo en


la taquilla.

—Tu cola...

Sus ojos brillan con diversión cuando escucha mi


respuesta.

—¿Sí...?

Muerdo mi labio, mierda, no estoy hablando de sus


atributos masculinos.
—La cola de ehm...esto...la cola del bóxer se ha quedado
atrapada.

Sí, su bóxer rojo tiene colgando una cola de diablo en la


parte trasera, pero al subírselo ha quedado atrapada.

—¿Quieres sacarla?

Jadeo por su descaro y se ríe de mi expresión.

—Era broma Ángel—dice mientras libera la cola. La del


disfraz. Dios, no estoy hecha para este trabajo.

Aprieto el conjunto en mis manos y me voy hasta el baño


del vestuario, no me siento cómoda desnudándome
delante de tanta gente desconocida.

El body es transparente en la parte del vientre por lo que


se vislumbran levemente las marcas que ha dejado
Kaden en mi cintura al agarrarme con fuerza esta
mañana.

Cuando me acabo de colocar el ligero, que por cierto


cuesta horrores, camino hasta el espejo.

Sin duda no tengo ninguna pinta de ser un ángel, más


bien parezco sacada del catalogo de fantasías sexuales del
infierno.
Nunca había llevado algo tan sugerente, me doy la vuelta
en el espejo y sí, definitivamente voy a ir al infierno.

¿Como pretenden que sirva copas así? Madre de dios...

Cuando camino hasta la taquilla para dejar las cosas veo


como varias personas me siguen con la mirada.

El demonio de mi compañero hace un silbido cuando me


ve.

—Podrías desfilar por la pasarela de Victoria's Secret sin


problema Ángel.

Me sonrojo por su cumplido y por la mirada que me da


que recorre cada parte de mi cuerpo.

—Es adorable ese color rosado de tus mejillas, pero no


eres tan angelical como pareces, ¿verdad?—dice
mientras señala las marcas de mi cintura.

Estoy bullendo en mi propia vergüenza.

—Devan, Julliet, Nell y Braxton ¿podéis venir conmigo?—


indica la Sra. Myers mientras se asoma por la puerta.

Miro a las dos personas que se unen con nosotros, una


demonio y un ángel. Seguimos los pasos de la Sra. Myers
hasta la sala del otro día. La sala dos no parece la misma
que vi, está perfectamente decorada, una parte sigue la
temática del infierno y otra la del cielo. No se cuento
deben pagar los socios del club pero esta gente si que
sabe gastar en presencia y decoración.

—Ella es Julliet chicos—dice mientras me señala con la


cabeza—Es nueva, así que quiero que la ayudéis en todo
lo que podáis.

Mi mirada salta entre ellos.

—¿No somos todos nuevos?—pregunto confundida.

—Solo tú Angel, nosotros trabajamos juntos en el


antiguo club. Este se ha abierto porque el otro se estaba
quedando pequeño para la cantidad de clientes que
teníamos.

—¿Recuerdas las normas?—pregunta la Sra. Myers


focalizando su atención en mí.

Asiento y me sonríe.

—Bien, si necesitáis cualquier cosa sabéis donde


encontrarme.

Me volteo hasta el demonio cuando veo como la Sra.


Myers se marcha.
—¿Donde?

—En la sala de la tortura, también conocida como el


salón BDSM—sonríe.

Me estremezco pensando en esa sala, la cruz, las


cuerdas, la jaula...

El ángel se acerca hasta mí y me mira con interés.

—Soy Braxton—dice tendiéndome su mano. La cojo y la


estrecho, mi mano parece mi pequeña junto a la suya.

—Mucho gusto—respondo.

—Y yo Nell—me dice la chica demonio.

Le sonrío y asiento.

—Así que por descarte ya sabes mi nombre Ángel—dice


el demonio, Devan.

Es un nombre curioso. Sin duda le va a su aspecto.

—¿Has estado en algún club así antes?—pregunta Nell


con tono amistoso.

Devan resopla.

—Es obvio que no—responde él.


Le lanzo una mirada de fastidio, su actitud me empieza a
irritar.

—Pues no, la verdad—le contesto a Nell ignorando a


Devan.

—Yo estaba muerta de nervios el primer día que entré


en un local swinger, aunque yo iba a probar, no a
trabajar—Nell se ríe.

La miro con interés, entonces ella practica este tipo de


relaciones... Me pregunto cuanta gente que trabaja en
este local lo hace.

—¿Y como fue?—digo sin poder evitarlo.

—Bastante excitante, obviamente el primer día no hice


mucho pero poco a poco me fui soltando más.

—¿Y fuiste con tu pareja o...?—estoy demasiado curiosa


sobre el tema.

Ella sonríe y Braxton le pasa el brazo por la cintura.

—Sí, fui con mi pareja—dice besando la mejilla de este.


Oh, están juntos.—A Braxton le encanta el Blizz.

Mi nariz se arruga, he estado investigando un poco en


línea pero no recuerdo haber leído nada de esa palabra.
—Es cuando dos parejas heteros observan a sus mujeres
tener acción entre ellas, mientras tanto nuestros
hombres solo miran—explica cuando ve lo perdida que
estoy.

Mi boca se seca ante la imagen, Nell jugando con otra


mujer mientras Braxton y otro tipo las miran. Dios.

—Le encanta compartirme con otras mujeres—susurra


una octava más bajo ahora.

—Muy bien, no corrompas a nuestro angelito antes de


tiempo—dice Devan mientras me coge de los hombros y
me aparta de ellos.

—¿Qué pasa?—le digo con molestia.

—Estaba a un segundo de lanzarse a tu yugular, ¿quieres


follarte a Nell?

—¿Qué?

—¿Quieres follarte a Nell? La verdad es que la idea


también me gusta si me dejáis mirar, pero...

—Las normas dicen que en el horario de trabajo no se


puede...no se puede—le interrumpo.

Se empieza a reír a carcajadas.


—Intenta aguantar un turno sin descargar la tensión
sexual de tu cuerpo Ángel y luego me recuerdas las
normas.

Lo miro boquiabierta, no puede estar diciéndolo enserio.

—La Sra. Myers dijo que...

—La Sra. Myers es la primera que se salta la norma.


Obviamente tiene que decir que está prohibido, no
puedes tener sexo mientras te están pagando por
trabajar, eso difumina la línea entre trabajar para ganar
dinero y tener sexo para ganar dinero, pueden tener
problemas legales si llega a oídos mayores.

—¿Entonces los trabajadores de aquí...?

Se ríe.

—No somos de piedra Ángel, por supuesto que tenemos


sexo, todo el tiempo.

Abro mi boca formando una gran o.

—¿Entre vosotros o con clientes?

Se encoge de hombros.
—Depende del día. Obviamente debemos seguir
trabajando y proporcionar un servicio, así que a veces
debemos cubrirnos las espaldas.

—¿Me estás diciendo que en cualquier momento te


largarás a follar y me dejarás sola?

—Eso, sin duda, es algo muy probable Ángel. Aunque


como es tu primer día y tienes que estar pegada a mí tal
vez sea considerado.

La música estalla en los altavoces y mis ojos van a la


cabina del DJ, desde donde estoy no puedo apreciar su
rostro. Por su postura puedo ver que está concentrado
en lo que está haciendo.

Me quedo ensimismada mirándolo, hay algo en la forma


que se mueve que me resulta atractivo.

—Bueno Ángel sígueme que no tenemos toda la noche,


los clientes empezarán a entrar en cualquier momento—
indica Devan mientras tira de mi brazo.

Lo sigo hasta detrás de la barra, me explica que él y yo


nos quedaremos atendiendo aquí y que Braxton y Nell
servirán a los clientes que estén sentados.

Me señala donde está todo y me enseña el


funcionamiento de la caja registradora, la pantalla táctil
tiene todos los nombres de las bebidas que se pueden
servir así que no me parece nada complicado. El local en
el que estuve en verano tenía un funcionamiento similar.

—Como ya sabes no se toleran puntos excesivos de


embriaguez en el local, si alguien lleva unas copas de
más dejamos de servirle alcohol.

Asiento mientras repaso mentalmente mi esquema de


algunas de las normas más sencillas.

Nada de drogas.

Nada de prostitución.

Nada de tomar copas de más.

Nada de presionar a nadie.

Saca dos cubetas llenas de miles de preservativos, hay


diferentes tamaños, texturas y colores.

El uso de condón es obligatorio.

—No estés nerviosa Ángel, nadie te va a obligar a nada—


comenta mientras mueve las cosas de un lado a otro.

—¿Tengo un nombre sabes? No me llames Ángel—le


digo con fastidio.
—Claro, Ángel—responde con burla.

Resoplo y lo ayudo con lo que está haciendo, al cabo de


un cuarto de hora o así empiezan a entrar los primeros
clientes.

Devan saluda a una pareja que acaba de entrar, cuando


me acerco hasta ellos me doy cuenta de que los
conozco.

Joder, son mis suegros. O más bien ex-suegros.

11. Rude boy


"I like the way you touch me there

I like the way you pull my hair"


Automáticamente me agacho tras la barra para no me
vean.

Joder, joder, joder...

Devan se percata de mi movimiento mientras me


escabullo agachada.

—Esta noche estarán sirviendo Brax y Nelly, así que


tenéis suerte-les dice mientras me mira por el rabillo del
ojo.

¿Y ahora que hago?

Escucho los pasos de Devan y lo veo agacharse hasta


quedar a mi altura.

—¿Estás sirviendo copas a las hormigas del suelo? El


local está extremadamente limpio así que no te va a
servir como excusa.

Ignoro sus comentarios y asomo un poco la cabeza por


fuera.

—¿Se han ido?—le pregunto.

—¿Quién? ¿Sabes que nuestro trabajo consisten en


atender personas, no?
Le doy una mirada fulminante y se ríe.

—¿Las personas con las que hablabas siguen aquí?—


murmuro por lo bajo, no soy capaz de verlos.

—Se han sentado en los sofás que hay junto al


escenario, ¿por qué te escondes de ellos?

—Porque son mi suegros—farfullo—Ex-suegros—me


corrijo al momento.

Inclina la cabeza con diversión.

—Pues déjame decirte Ángel que tus ex-suegros sí que


saben tener una vida sexual activa, son clientes nuestros
desde hace mucho tiempo.

Me echo las manos a la cabeza horrorizada con la idea.


No quería tener esa imagen, era feliz en mi bendita
ignorancia.

Madre del amor hermoso, ¿todavía puedo dejar el


trabajo?

Me tira del brazo hacía arriba poniéndome en pie.

—Vamos Ángel, no te rindas en el primer minuto. Aquí


todo el mundo es muy discreto, lo que pasa en Mala se
queda en Mala.
—Pero ellos no saben que yo... dios mío—murmuro—
Ayer dejé a su hijo, con el que estaba comprometida.

Decirlo en voz alta hace que se sienta más real, llevaba


tanto tiempo con Nathaniel que no recordaba apenas mi
vida antes de él.

—¿Él es el que te ha follado hasta marcarte la cintura?


Parece una buena cogida...—especula.

—¿No crees que preguntas cosas demasiado


personales?—respondo frunciendo los labios.

—Aquí hablar de sexo es un tema común—dice mientras


se encoge de hombros.

—Pues no, el nunca me haría una marca follando—


respondo.

Sus labios se curvan en una sonrisa traviesa.

—Ya veo porque has dejado a ese hombre...debe sor


todo lo contrario a sus padres.

—Pues eso parece—digo recolocándome el halo de mi


cabeza.

—Bueno no te preocupes por ellos, a la señora M le


encanta jugar con Nelly así que va a estar distraída.
Mis ojos se amplían cuando mi cerebro interpreta la
imagen.

Descartar, borrar, suprimir. Puaaaj.

A ver, no son personas poco atractivas, son los padres de


Nate y Nate es bastante popular por su belleza, pero son
los padres de Nate. LOS PADRES DE NATE. Los conocía
de prácticamente siempre, nuestros padres habían
estudiado juntos y eran amigos.

Si tengo que verlos revolcándose con Nelly me voy a sacar


los ojos.

Una pareja de chicas levanta la mano llamando mi


atención y me dirijo hasta ellas.

—Buenas noches, ¿qué os pongo?—les digo con una


sonrisa educada.

Una de ellas suelta una risita por lo bajo.

—Intenta evitar esa palabra sino quieres escuchar


barbaridades, Ángel—dice Devan a mis espaldas
mientras preparaba un par de gin-tonics. Los desliza por
la barra y lo pone delante de la pareja de mujeres que
estaba intentando atender.

—Hacía tiempo que no os veía señoritas—les dice.


—No queríamos perdernos la gran inauguración—
responde una de ellas con una sonrisa coqueta-Hemos
estado haciendo muchos viajes.

—Seguro que tenéis miles de historia que quiero


escuchar—contesta Devan con un guiño.

—Oh te encantará saber nuestra experiencia en Venecia


—dice una mientras da un sorbo a su bebida.

—Sí, allí el carnaval fue una locura erótica—dice entre


risas la otra chica.

Muerdo mi labio cuando en mi cabeza aparece la imagen


de cuerpos desnudos cubiertos únicamente con
mascaras venecianas mientras se magrean unos a otros.

Se acaban las bebidas y se van de la mano. Observo que


no se quedan en la sala dos y trago al pensar a donde
pueden estar dirigiéndose.

—Siempre se toman un gin-tonic antes de pasar a la


acción—explica Devan en mi oído.

—Pareces conocer muy bien a los clientes.

—Tengo don de gentes, sí—levanta una ceja con


arrogancia.
Resoplo y coloco las copas vacías en su sitio. Han
entrado varias parejas y algunas mujeres pero no todo el
mundo se acerca a la barra, algunas personas se sientan
en los diferentes sofás esperando ser atendidos por
nuestros compañeros y otras se ponen a bailar.

La música me resulta de lo más sensual, el DJ si que sabe


como crear un ambiente morboso y tenso.

Hasta ahora no veo nada realmente perturbador.

Más que la imagen de tus ex-suegros.

Sí que es cierto que hay parejas que se toquetean un


poco, pero nada que no haya visto en cualquier local
norma y la gente va bien vestida o mayormente vestida.

Antes de que me de cuenta ya llevamos varias horas


atendiendo y estamos en el clímax de la noche.

Aunque me duela admitirlo realmente Devan sabe lo


que se hace, tiene a la gente comiendo de la palma de su
mano, todo el mundo lo adora.

Me voy fijando en los colores de las pulseras que llevan


nuestros clientes, cada color indica hasta donde está
dispuesta a jugar esa persona. Me sonrojo cada vez que
veo a alguien con la pulsera roja, esos son los que se
conocen como parejas full.
Identifico la canción que suena ahora, Rude Boy de
Rihanna. A mi lado Devan resopla, es entonces cuando
veo que Nell deja de servir y se sube al escenario.

Comienza a bailar de forma seductora alrededor de la


barra y todo el mundo se queda fascinado por sus
movimientos.

—Es la canción de Nell, a nuestro DJ le encanta


ponérsela—me dice Devan.

Me quedo maravillada viendo como se mueve Nell, es


realmente sexy. Tiene mucha confianza en sus
movimientos lo que la hace doblemente sexy.

Se baja del escenario en medio de la canción y veo como


se acerca lentamente hasta mí con una mirada perversa.

—Es el momento de correr o jugar Ángel—susurra


Devan en mi oído.

La gente nos mira animada, trago con dificultad cuando


veo como tira de mi brazo hasta subirme al escenario.

Genial, el demonio corrompiendo al ángel. ¿Hay algo más


sexy que eso? Sí, que sean dos mujeres.

Pega mi cuerpo junto a la barra y baila para mí, me está


utilizando como su barra.
Restriega su trasero contra mi entrepierna mientras se
inclina hacía adelante, se gira y pone las manos en mi
cintura mientras baja lentamente hasta el suelo.

Se levanta y coloca sus brazos alrededor de mi cuello


mientras sigue moviéndose al ritmo de la música.

I like the way you touch me there

Coloca mi mano en su cintura.

I like the way you pull my hair

Agarra mi pelo y tira suavemente hacía atrás exponiendo


mi cuello.

Baby, if I don't feel it

Pasa sus manos por el contorno de mis pechos y las baja


hasta agarrar mi cintura.

I ain't faking, no no

I like when you tell me kiss it here

Sus labios recorren mi cuello con suavidad.

I like when you tell me move it there


Su boca sigue subiendo hasta mi mandíbula, cuando
llega hasta la comisura de mis labios se detiene y sonríe.
Mi boca está completamente seca y creo que hace rato
que he olvidado como se respira. Se da la vuelta y sigue
bailando.

Bueno, ahí va tu primera experiencia de mojarte con una


mujer.

La gente aplaude cuando la canción termina y Nell se


gira y me guiña un ojo. Todo el mundo vuelve a lo suyo y
mis piernas tiemblan mientras vuelvo a la barra.

—Diablos señorita, me habéis puesto como un tren. Esa


carita de inocencia y despertar sexual que ponías Ángel
es totalmente material para masturbarse—silba Devan.

Observo que no miente cuando dice que "le hemos


puesto como un tren". Muerdo mi labio y aparto la
mirada avergonzada.

Una figura se sienta en el taburete del final y voy


automáticamente hacía allí.

—¿Que puedo servirle?—pregunto con una gran sonrisa


que se congela al observar que es el Sr. Henderson.

—¿Como le está yendo en su primera noche Srta.


Collins?—contesta mientras desliza la mirada por mi
cuerpo, lo hace de forma rápida pero me doy cuenta de
ello.

—Bien señor.

Devan nos mira desde el otro extremo de la barra con


curiosidad.

—Genial, solo quería asegurarme.

—¿Quiere que le sirva un trago?—pregunto cruzando


mis brazos sobre la barra.

Se esfuerza por mantenerme la mirada, lo noto tenso.

—Estoy bien, gracias.

Asiento y me muevo hasta otro cliente. Me siento


observada por él todo el tiempo y eso me calienta mal
pero muy mal.

Y ese traje no ayuda nada, los pantalones se parecen tanto


a los que llevaba en el sueño...

Cuando baja el volumen de faena Devan me pone una


copa delante.
—Toma, ya que parece que no vamos a tener un
orgasmo esta noche al menos te lo daré en formato
bebida.

Miro la crema batida que hay en la bebida y arrugo la


nariz, no es muy apetecible. Cojo la copa entre mis
dedos y la olisqueo.

—¿Qué pasa? ¿Es tu primer orgasmo?—dice con una


sonrisa malvada.

—No, pero no tengo fe en tus habilidades—me burlo.

—Puedo darte miles de referencias—dice sacudiendo los


hombros.

Me rio y le doy un sorbo, la verdad es que no sabe tan


mal como parece.

—Te está gustando ¿verdad?—susurra con un brillo


perverso en sus ojos.

—No te lo crees tanto, no es el mejor de mi vida


tampoco.

Se ríe y prepara otra copa, me la pasa y lo miro con cara


de interrogante.

—¿Me estás intentando emborrachar?


—Este no es para ti egoísta, acércaselo al DJ mientras
sigo atendiendo. Braxton y Nell están...ocupados.

Mi boca se abre cuando entiendo a que se está


refiriendo.

Uff...¿hace calor?

Cojo un par de pedidos más y los dejo en las mesas con


una sonrisa amable antes de subir las escaleras para
llegar a cabina del DJ.

Me cuesta subir con un equilibro perfecto pero creo que


no hago mucho el ridículo. Me acerco a sus espaldas y
toco su hombro con timidez.

Cuando se gira tiro la bandeja que llevaba con su bebida.


Sus ojos se amplían cuando me mira de arriba a abajo.

—¿Julliet?—pregunta boquiabierto mientras aparta uno


de sus auriculares.

Me parecería gracioso verlo tan asombrado sino fuera


porque yo también lo estoy.

—¿Sean? ¿Eres tú?

Curva sus labios en una gran sonrisa que muestra sus


dientes.
—No me lo puedo creer, ¿hace como? ¿cuanto? ¿siete
años que no nos vemos?

Justamente. Siete años.

Sean había sido mi primer amor. Había perdido el


contacto con él un año antes de empezar a salir con
Nathaniel. Aunque había sido un amor más platónico
que otra cosa, él era el vecino de al lado, nuestra historia
era el típico cliché de nosotros peleando y jugando de
niños y luego siendo amigos de adolescentes, me dio mi
primer beso antes de mudarse a otra ciudad con sus
padres, nunca había sabido nada más de él.

—Siete años sí—respondo totalmente aturdida—


¿Cuando has vuelto a la ciudad?

—Hace un par de meses, llevo trabajando en Mala desde


entonces. Había imaginado reencontrarme contigo
muchas veces pero nunca en esta situación ¿sabes?—se
ríe.

Mi corazón se acelera un poco cuando repara en que se


ha imaginado reencontrarse conmigo.

—Estás preciosa—dice humedeciendo su labio inferior.

Y medio desnuda, sí.


—Gracias—respondo sonrojándome—Tu tampoco estás
nada mal.

Me sonríe y toca algo en su portátil que hace cambiar la


canción.

—¿Así que eres nueva aquí?

Asiento mientras balanceo el peso de una pierna a otra.

—¿Eso significa que nos vamos a ver cada semana?

Vuelvo a asentir.

—Estupendo, tenemos mucho tiempo perdido que


recuperar—guiña un ojo.

Donde y cuando quieras.

Recojo la copa del suelo con cuidado de no cortarme con


ningún cristal. Bajo de nuevo y observo como la gente
está un poco más animada. Algunas parejas se tocan sin
pudor en la pista.

Voy rápido hasta la barra y me deshago de los restos de


la copa, Devan me mira con un poco de agobio.
—¿Puedes llevar esto a la zona de reservados mientras
acabo de atender aquí?—pregunta mientras me pasa
una bandeja.

Asiento y la cojo, tengo estudiada la distribución de


zonas de la sala uno y dos, así que voy sin problema
hasta el sitio indicado.

Mi estomago se encoge cuando llego hasta las dos


parejas que están ahí, la mujer está haciéndole una
mamada a uno de los hombres y la otra está
masturbando al otro tipo.

Dejo las copas e intento mantener cara de póker, el


hombre al que le están haciendo la mamada me sonríe y
me coge del brazo.

—Ha sido muy excitante verte con Nelly, ¿eres nueva


cielo?

Me siento ligeramente incómoda por la mirada que me


da.

—Sí, es mi primera noche—contesto.

—¿Te gusta trabajar aquí?—pregunta mientras enredada


su puño en la cabeza de la mujer con fuerza para hacerla
subir y bajar más rápido por su erección.
Me siento un poco violenta por estar recibiendo su
atención de este modo mientras hace...eso.

—Su-supongo—estoy poniéndome cada vez más


nerviosa.

Sus ojos se cierran y tira la cabeza para atrás.

Me remuevo inquieta en el lugar.

—¿Te gustaría unirte cielo?—pregunta entrecerrando los


ojos.

Niego con la cabeza, la adrenalina se dispara por mi


cuerpo. Doy un paso atrás pero me vuelve a coger del
brazo.

—¿Estás segura? Me encantaría correrme en tu boca


angelical.

Abro mi boca por su desfachatez, la palma de mi mano


pica por las ganas que tengo de soltarle un guantazo.

—No, gracias.

Sus dedos recorren mi brazo ahora y me retuerzo para


liberarme de su agarre. Sé que lo que está haciendo está
prohibido, no solo porque soy trabajadora sino porque
está prohibido insistir después de una negativa.
—Vamos—repite con insistencia.

Una figura masculina aparece entre las sombras y mi


corazón se detiene.

—Voy a tener que pedirle que se vaya—gruñe esa voz


que últimamente parezco escuchar en todos lados.

El hombre me suelta y pone cara de fastidio.

—No estoy haciendo nada malo—responde a la


defensiva.

—¿Quiere hacerlo por las buenas o por las malas?

La pareja y la mujer que están con él se mueven con


rapidez y recogen sus cosas. Kaden los escolta hasta la
salida y dejo salir todo el aire que estaba conteniendo.

¿Kaden trabaja aquí? Mi pecho sube y baja con rapidez y


las palmas de mis manos empiezan a sudar.

Hola fantasía, ya puedes meter al sexy profesor y al dios


sexual en la cama.

Me muevo de forma automática hasta la barra. Las cosas


se han relajado un poco más y Devan está recostado
mientras me mira con el ceño fruncido.
—¿Estás bien Julliet? He avisado a Kaden, uno de
nuestros chicos de seguridad, en cuanto he visto que no
te soltaban.

Abro mi boca y la vuelvo a cerrar, estoy demasiado


perpleja.

—¿Quieres tomarte un descanso?—pregunta poniendo


su mano en mi hombro.

Sacudo la cabeza y y me recompongo.

—Estoy bien.

—¿Estás segura?—muerde su labio.

—Sí, solo...me ha sorprendido...—niego la cabeza.—


Estoy bien—repito.

Escuchamos las risas de Braxton y Nelly que se acercan


seguidos de mis suegros. Ex-suegros. Uf, debo empezar
a hacerme a la idea

Tierra trágame en lo más profundo de los abismos, por


favor.

—¿Julliet?—jadean al unísono al reparar en mi presencia.


Les dirijo una sonrisa incómoda mientras asiento con la
cabeza. La madre de Nate cambia su rostro de sorpresa
a indignación y sale echa una furia seguida del padre de
Nate que va tras ella.

Bueno, creo que saben que has dejado a su hijo.

Me llevo las manos a la cabeza y resoplo con frustración.

—¿Que acaba de pasar?—pregunta Nell confundida.

—Acabáis de follaros a los ex-suegros de nuestra


querida Ángel—responde Devan con una sonrisa de lado
a lado.

Braxton y Nell se miran entre ellos sorprendidos.

—Vaya, debe de ser raro—dice ella.

Raro se queda lejos.

12. Don't you know


"I'm a damn good lover
Shivers up your spine"
Kaden ha vuelto tras echar a las dos parejas y observo
como mantiene un ojo en mí todo el tiempo.
—¿No es el tipo más caliente que has visto? A parte de
mí, por supuesto—murmura Devan cuando me ve
mirando de reojo a Kaden.

—No está mal—me encojo de hombros.

Casi me lo creo eh, pero sigue intentándolo.

—¿Mal? Menudo eufemismo, ese hombre es la clara


personificación del pecado.

Levanto una ceja mientras observo como mira con


lujuria a Kaden.

Oh...oh.

—¿Por qué esa mirada? ¿Te sorprende que juegue en los


dos equipos?

Me sonrojo y niego con la cabeza.

Uhm...Devan con otro hombre suena sexy.

Es oficial, ya soy cien por cien pervertida.

¿Donde se recoge el diploma?

—¿Te pone imaginarme con otros tíos?—dice con una


sonrisa lasciva.
—Devan, ¿no te estás tomando muchas confianzas con
alguien que conoces desde hace unas cuantas horas?

—Oh pero tu y yo somos almas gemelas Ángel—mueve


su mano— soy tu amor prohibido, tu demonio y todo
eso...mi misión es corromperte.

Ruedo los ojos mientras él sigue con su teatro. Cojo una


botella de agua, estoy completamente deshidratada de
tanto movimiento.

—Y hablando de amores prohibidos...¿te follas al jefe?—


dice casual.

Escupo el agua que estaba bebiendo en su pecho y me


mira divertido.

—A algunas personas les molestaría que les escupieran


agua pero a mi es algo que me pone caliente—lame sus
labios.

Empiezo a pensar que a Devan le pone caliente hasta la


esquina de una mesa.

—¿Y bien?—pregunta impaciente.

—¿Que-que? Por-por supuesto que no—se ponen rojas


hasta mis orejas.
—¿No?—dice ligeramente decepcionado.

—No, no y no. Es mi profesor.

Rápidamente cierro la boca, no se si debería haber dicho


eso.

Su boca se abre con asombro y rápidamente una sonrisa


se desliza por su rostro.

—Jefe y profesor, mmm, doblemente morboso.

—Estás enfermo—digo poniendo los ojos en blanco.

—No cariño, yo disfruto de los placeres de la vida. Los


que están realmente enfermos son los que se reprimen.

Desvío la mirada y el rubor aparece de nuevo.

—Para tu suerte me has encontrado en tu camino, y


pronto sabrás lo que es aprovechar la vida de verdad.

—¿Te estás insinuando?

Sonríe y coloca sus brazos a cada lado de la barra


dejándome en medio de ellos.

—No se ¿me estoy insinuando?—pregunta mientras se


inclina peligrosamente a mi rostro.
Devan es atractivo sí, como casi todos los trabajadores
de aquí, empiezo a pensar que es algo que tiene muy
calculado la Sra. Myers.

—Eres un maldito coqueto—digo poniendo la mano en


su pecho y dándole un leve empujón.

Se aparta con una sonrisa en la cara.

—Tic tac, Ángel, el tiempo corre en tu contra. Antes de lo


que esperas estarás en mis brazos rogando que te folle
con fuerza. Como por lo visto te gusta—guiña un ojo.

Una garganta se aclara y alzamos la vista, Kaden nos


mira con rostro inexpresivo.

—¿Puedo hacer algo por ti, guapo?—le dice Devan


moviendo sus cejas de forma sugerente.

—Quiero una botella de agua—responde con sequedad.

—¿Puedo dártela boca a boca?—pregunta Devan


esperanzado.

Kaden hace una mueca y toma la botella en sus manos.

—Algún día tienes que probar lo que es capaz de darte


un hombre Kay, nosotros sabemos bien lo que nos
gusta.
Este niega con la cabeza y se marcha sin mirarnos.

—Uf ese rollito de fuckboy badboy que lleva por la vida


me encanta—comenta con lo ojos clavados en él.

—¿Quieres que te rocíe con el extintor o algo?—le digo


con burla.

—Vamos, no puedes ser inmune a sus encantos.

Sí tu supieras...

—No es mi estilo.

Alerta mentirosa, repito, alerta mentirosa.

—¿Y yo soy tu estilo Ángel?

—¿Porque no le sigues coqueteando a Kaden?—


respondo molesta.

—Porque está lejos.

Suspiro y acabo de guardar todo lo que falta, los últimos


clientes hace media hora que se han ido y en cuanto
acabamos de recoger todo podremos hacerlo nosotros
también.

—No me puedo creer que me vaya a ir a casa sin haber


hecho nada más que...trabajar—dice horrorizado—
Espero que mañana por la noche me recompenses de
algún modo Ángel.

—Por mi como si te vas al cuarto oscuro y desapareces


un rato.

Sean baja por las escaleras y en cuanto me ve se acerca.

—¿Nos vemos mañana entonces?—sonríe.

Asiento mientras muerdo mi labio.

—¿Quieres ir a cenar algo antes de entrar a trabajar?


Conozco un restaurante a diez minutos que está de
muerte.

—¿Quedamos a las nueve?—respondo.

—Sí, puedo pasar a por ti si quieres. Oh, espera...¿sigues


viviendo en el mismo sitio, no?

—Sí—sonrío.

—Estupendo.

Mis mejillas se calientan mientras lo veo marcharse, mi


yo adolescente está saltando de alegría en mi interior.

—¿Tan pronto rompes mi corazón Ángel? ¿Coqueteando


con otros en mis narices? Espero que me dejes participar
por lo menos. Para tu suerte no soy celoso, me gusta
compartir.

Ruedo mis ojos y estiro mis brazos, me siento muerta del


cansancio.

Los tacones de la Sra. Myers resuenan por la sala, me


doy cuenta de que tiene el pelo revuelto y las mejillas
sonrojadas.

—¿Todo bien chicos?—pregunta, su voz suena


entrecortada.

Se la acaban de coger, pero bien. Que envidia.

—No tan bien como te ha ido a ti Agnes—contesta Devan


con una sonrisa burlona.

Nelly se ríe por lo bajo y lo disimula con una tos. La Sra.


Myers encarna una ceja y cruza los brazos.

—Quería decir, todo en orden Sra. Myers—rectifica


poniendo la espalda recta.

—Genial, pues sois libres. Cambiaos y os quiero mañana


a la hora de siempre—dice con una gran sonrisa.

Cuando me dispongo a salir de la sala dos para ir al


vestuario la Sra. Myers llama mi atención.
—¿Ha sido tan horrible como imaginabas?—pregunta
con una mirada triunfante en sus ojos.

Sacudo la cabeza, en el único momento realmente


violento de la noche Kaden ha venido rápidamente.

Kaden. Uf. Kaden trabaja aquí.

Oh, sí cariño.

—Drew me ha comentando que Nelly te ha arrastrado al


escenario, ¿has estado incomoda?

Más bien caliente y sorprendida. Espera ¿el profesor


caliente ha hablado de mí con ella? 

Interesante...

Niego y ella sonríe con satisfacción.

—Tienes potencial cariño, no te censures a ti misma y


disfruta un poco de tu vida—comenta mientras me
aguanta la puerta que lleva al pasillo de los vestuarios.

—Gracias Sra. Myers.

Cuando llego al vestuario casi todos ya se han vestido, la


gente está realmente exhausta y deseando irse a casa.
—Oye Ángel danos tu número de teléfono que te
añadiremos al grupo de WhatsApp de camareros sexys
de Mala.

Se lo doy y rápidamente recibo la notificación de que he


sido añadida a un grupo nuevo.

—¿No estaréis enviando todo el día contenido obsceno,


no?

—Ya nos conoces tan bien—responde mientras se limpia


lágrimas falsas de orgullo.

Suspiro y me quito el halo y las alas. Observo la mirada


fija de Devan en cada uno de mis movimientos.

—¿Te vas a volver a escapar al baño Ángel?

—Si ya estás vestido ¿porque no te vas? ¿No estabas tan


cansado?

Se sienta en el banco que tenemos delante de las


taquillas y pone los brazos detrás de su cabeza.

—Quiero ver el espectáculo.

Le doy una mirada fulminante.


—Vamos Ángel, tu me has visto desnudo, es un trato
justo.

Sonrío y me pongo justo delante suyo. Desabrocho la


parte de atrás y muevo un tirante lentamente, veo como
su nuez de adán sube y baja al tragar con fuerza. Deslizo
el otro tirante y sus pupilas se dilatan.

Aguanto las copas del body con mis manos y las bajo
solo un poco. Su boca está entreabierta.

Giro mis talones, cojo mi ropa y me escabullo


rápidamente al baño dejándolo frustrado.

—Eres tan mala Ángel, ¿no te han enseñado que no se


juega con el diablo?—dice detrás de la puerta del baño.

Me rio mientras deslizo mi ropa por mi cuerpo, cuando


salgo veo que tiene un puchero en su cara.

Paso por su lado y lo escucho refunfuñar mientras cojo


mis cosas.

—¿Necesitas que te acerque a casa?—pregunta mientras


salimos por el largo pasillo.

—No es necesario he venido en mi co—mi boca se abre


con asombro cuando veo al tipo del tanga y la mujer del
látigo.
El hombre tiene el cuerpo lleno de borrones escritos con
pintalabios, lleva escrita palabras muy obscenas y
denigrantes. Lo que más me horroriza son las marcas de
su espalda y nalgas, están completamente magulladas
con marcas lineales y grandes verdugones, sin embargo
luce una gran sonrisa en su rostro.

Auch auch auch, eso tiene que doler horrores.

Devan me mira de soslayo y se ríe al ver mi expresión.

—Es tan refrescante tenerte por aquí Ángel.

—Buenas noches Dom—le dice Devan a la mujer cuando


pasamos por su lado. Ella entrecierra sus ojos y fija su
mirada en mí, sus labios se curvan con perversión.

—Buenas noches—contesta.

—¿Qué clase de nombre es Dom?—pregunto por lo bajo


mientras salimos.

Él me mira con incredulidad y luego suelta grandes


carcajadas.

—Su nombre no es Dom—se ríe—Dom es la abreviatura


de dominante, Winter es domina, dominatriz,
dominatrix, como quieras decirlo.
—¿Ella le ha echo eso al tipo?—no puedo evitar estar
curiosa al respecto.

—Seguramente entre ella y la Sra. Myers—contesta.

Jadeo con su respuesta, ¿la Sra. Myers golpeando a ese


hombre...?

—Cambia esa cara Ángel, Morgan es sumiso y lo habrá


disfrutado de lo lindo. Deberías ver mañana un rato el
espectáculo en directo.

Abro mis ojos horrorizada con la idea, no creo que ver a


dos mujeres golpeando a un hombre me guste en
absoluto.

—Yo-yo no-no—tartamudeo por los nervios de pensar


en estar allí.

—¿Qué? ¿Por lo visto te gusta rudo, no? Amplia tus


horizontes Ángel.

Voy a soltar algún comentario ingenioso cuando veo a


Kaden cerca de mi coche. Mi corazón como de
costumbre empieza la maratón. Está fumando un cigarro
y haciendo caso omiso de una mujer que le habla muy
animada y le toca el pecho.

Ahí están de nuevo, lo malditos celos.


¿Porque no puedo controlarlo? No tiene sentido. No lo
conozco ni me importa lo suficiente como para sentir
celos.

Aún así ahí están, es una respuesta tan visceral que no


puedo evitarla.

Alza una ceja cuando me ve y sus ojos se posan en


Devan, tira el cigarro al suelo y lo aplasta con el pie.

Devan se ríe por lo bajo mirándolos.

—No se como no se Chelsea no se rinde con Kaden, es


tan persistente—comenta.

—¿Rendirse?

—Kaden se la cogió hace unos meses, desde entonces


ella le ha perseguido todo el tiempo. Todos sabemos que
es una perdida de tiempo, Kaden tiene una norma muy
estricta de no meter el pico en el mismo hoyo dos veces.

Muerdo mi labio inferior.

Mi hoyo está destrozado por la insistencia de su pico.

—Vaya norma más estúpida—respondo.


—Estoy de acuerdo contigo Ángel, aunque si con un
polvo puede idiotizar a Chelsea no me imagino que haría
con más de uno.

—Ese es mi coche—le señaló a Devan—Nos vemos


mañana—me despido.

—¿Y mi beso de despedida?—dice haciendo nuevamente


un puchero.

Niego con la cabeza divertida y me acerco hasta el coche,


mis piernas tiemblan un poco cuando paso por el lado
de Kaden.

Este me coge del brazo y me obliga a encararlo.

—¿Estás bien?

Asiento porque he perdido la capacidad de hablar por


unos segundos.

Maldito Kaden. Estúpidos ojos azulados hipnotizantes.

Me suelta y tengo el impulso de que me siga tocando, mi


cuerpo anhela su contacto con desesperación.

—Bien—se limita a responder.


Me confunde y eso me estresa. Me meto en mi coche
con prisa para pederlo de vista antes de cometer
cualquier estupidez. Observo su mirada por el retrovisor
lateral y muerdo mi labio.

Empieza a amanecer en el exterior y el sueño comienza a


infiltrarse en mi cuerpo, no me doy cuenta de la moto
que va detrás de mi coche hasta que aparco delante de
casa.

De repente vuelvo a estar más despierta que nunca,


conozco esa moto. He estado en esa moto.

Doy un fuerte golpe a la puerta de mi coche cuando lo


cierro y me giro molesta hasta Kaden.

—¿Que es lo que quieres Kaden?—gruño.

—Creo que ya sabes la respuesta a esa pregunta—dice


recorriendo mi cuerpo con su mirada.

Volteo ignorando las sensaciones que me provoca y voy


hasta la puerta, no puedo lidiar con él porque se que
seguiré cayendo. Mi cuerpo está totalmente
desconectado de mi parte racional cuando se trata de
follar con Kaden.

Escucho sus paso detrás de mí.


Intento abrir la puerta pero apoya un brazo contra ella y
siento su aliento en mi cuello.

—Me deseas tanto como te deseo yo nena—su voz


ronca eriza mi piel—No sabes lo mucho que me he
tenido que contener para no follarte en ese pequeño
disfraz de ángel en el club.

Trago con fuerza e intento apartar su brazo con el mío.


Su boca baja hasta mi cuello y mis piernas tiemblan.

—Ve..te—intento decir, pero mi cerebro parece estar


haciendo la maleta para irse de vacaciones un rato.

—Solo voy a ir a un lado nena, y ese lado se encuentra


entre tus piernas—gruñe mordisqueando mi hombro.

Apagando el sistema...Modo automático activado.

Mi cabeza se inclina absorbiendo el placer que me


provocan sus labios y sus pequeños mordiscos. Su mano
agarra mi cintura y mi boca suelta un gemido de dolor
cuando aprieta la zona magullada gracias a su última
follada.

Se percata de ello y afloja el agarre, deslizando con


suavidad sus dedos.
—O abres la puerta o te tomo aquí mismo—susurra
unas octavas más bajo de lo normal.

Mi interior se contrae ante su tono exigente y mi mano


tiembla mientras giro las llaves.

Me empuja dentro y cierra la puerta de golpe. Me giro


para encararlo y tiene esa mirada que es capaz de
derretir el polo norte entero.

Se lanza hacía a mí como un animal atacando a su presa


y enreda su mano en mi pelo. Su boca devora la mía, me
besa como si no tuviera suficiente. Sus labios tiran de los
míos y gimo en su boca. Su lengua se enreda con la mía
y siento como la humedad se va filtrando en mi ropa
interior.

Mis manos tiran frenéticamente su camiseta y mis ojos


disfrutan de ese torso esculpido por los dioses. Él imita
mi gesto y en pocos segundos mi camiseta y mi
sujetador caen al suelo. Se separa un poco y me observa,
sus pupilas están dilatadas por la excitación. Su mano
agarra mi pecho y pellizca el pezón con suavidad
provocando que mi espalda se curve en respuesta.

Su boca va hacía mi otro pecho y siento la humedad de


su lengua contra mi pezón, la mueve en círculos y mis
ojos se cierran automáticamente.
—¿Que voy a a hacer contigo Julliet?—pregunta mientras
se va deshaciendo de mis pantalones.

Tengo un par de ideas.

Mi cuerpo tiembla por la anticipación y suelto un jadeo


cuando su mano se cuela en mi ropa interior.

—Dime nena, ¿alguien más es capaz de hacerte sentir


así?—dice con una sonrisa de suficiencia.

Maldito Kaden, esa arrogancia le queda demasiado sexy.

—Responde—ordena.

Muerdo mi labio cuando su dedo empieza a hacer


círculos en una lenta tortura.

—No—confieso en un gemido.

—No te puedes imaginar lo mucho que te deseo—


murmura bajando su boca por mi vientre.

Mis piernas se aprietan y mi estomago se encoge, lo


necesito, lo necesito con urgencia.

Tira mi ropa interior hacía abajo y coge mi pie para


poder deshacerse de la ropa, repita la misma acción con
el otro y vuelvo a estar desnuda delante de él.
Y todo esto en menos de veinticuatro horas.

Abre mis piernas y noto la calidez de su aliento en mi


entrepierna. Grito de placer cuando siento su lengua ahí,
sus labios chupan y tiran mientras que sus dedos crean
un lento vaivén en mi interior.

Mis caderas se mueven con mente propia, miro hacía


abajo y observo que me devuelve la mirada, eso me
acerca todavía más. Siento la corriente deslizándose por
todo mi cuerpo hasta que estallo alrededor de sus
dedos, me deja recuperarme unos segundos y se pone
en pie.

Lame sus labios brillantes por mi excitación y es


malditamente caliente. Muevo mis manos hasta su
pantalón y me los llevo junto a su ropa interior mientras
él se quita los zapatos con habilidad.

Quedo arrodillada a la altura de su erección y mi boca se


seca, desde tan cerca puedo apreciar lo grande que es.

Coloco mi mano a su alrededor y comienzo a moverla de


arriba a abajo, sus ojos se cierran y gruñe, noto como se
endurece todavía más.
De forma impulsiva la meto en mi boca y Kaden jadea
sorprendido, mi lengua hace círculos alrededor de la
punta mientras subo y bajo por su longitud.

Agarra mi cabeza con su mano y aparta los mechones


que me tapan la cara, sus ojos están crispados por el
deseo. Su respiración se acelera y me aparta, lo miro con
confusión.

—Quiero correrme dentro tuyo—gruñe por lo bajo.

Mi interior se contrae con la idea, se agacha y rebusca un


condón en sus pantalones. Rompe el plástico con
rapidez y lo hace rodar por su erección.

Me guía hasta la escalera y me hace subir un par de


escalones.

—Inclínate hacía adelante—ordena.

Mi cuerpo, totalmente embrujado por sus peticiones le


hace caso. Mi trasero queda elevado a la altura de su
cintura, recorre su mano por mi espalda haciendo que
me estremezca y llega hasta mis nalgas, las agarra con
fuerza a la vez que se mete en mi interior de golpe.

Muerdo el interior de mi boca y mis ojos se quedan en


blanco. Lo siento tan profundamente que es
dolorosamente placentero.
Empieza a embestirme con fuerza y mis dedos se curvan
de lo bien que se siente. Mis piernas tiemblan y mi
cuerpo construye un nuevo orgasmo.

Lo siento tan duro, tan fuerte, tan bueno. Noto como


una gota de sudor rueda por mi frente, Kaden tiene un
buen aguante. Mis gemidos son cada vez más altos y
noto como me acerco, una de las manos que agarra mi
cintura se mueve hacía adelanta y sube hasta apretar mi
pecho. Tiro mi cabeza hacía atrás mientras me dejo ir y
noto como palpita en mi interior viniéndose conmigo.

Sale y siento el vacío que deja. Me incorporo y me giro


avergonzada, no entiendo como es capaz de hacer lo
que quiera con mi cuerpo.

—No puedes seguir haciendo esto—murmuro cuando


mi cerebro vuelve a funcionar.

—Pues siento decepcionarte nena, porque no voy a


parar.

13. Hot n Cold


"You, you don't really wanna stay no
You, but you don't really wanna go"
Siento cada molécula de mi cuerpo completamente
dolorida cuando despierto, estiro mis brazos con fuerza
y choco con algo duro.

Me incorporo de golpe y mis ojos se posan en la figura


masculina acostada a mi lado. Kaden se remueve a mi
lado y suspira, sus ojos siguen cerrados.

Me molesta lo mucho que me gusta verlo en mi cama, su


rostro parece casi angelical estando dormido. Controlo el
impulso de acariciar esa cara tan malditamente perfecta.

Miles de pensamientos obscenos invaden mi cabeza,


antes de llegar a mi habitación lo hicimos tres veces más,
y una vez entramos en mi cuarto perdí la cuenta. No se
ni en que momento nos hemos quedado dormidos, pero
sin duda habíamos caído exhaustos.

Debe estar agotado, menudo rendimiento tiene.

Joder para "no repetir nunca" te ha dejado completamente


destrozada.

Salgo de la cama con cuidado de no despertarlo y voy


hasta el baño de mi habitación, mi vejiga se siente como
si fuera a estallar en cualquier momento.
Mis músculos internos se quejan con cada movimiento
que hago y noto lo adolorida que esta la zona en la que
se ha estado recreando Kaden toda la mañana.

Tiro de la cadena y abro el grifo de la ducha, necesito un


poco de agua caliente para renovar mi cuerpo. Entro y
veo como el vapor va formándose cuando cierro la
mampara. Mis ojos se cierran y suspiro
placenteramente, se siento como el cielo el agua caliente
contra mi piel.

Enjabono cada parte de mi cuerpo y es cuando veo los


chupetones por mi cuello y mi pecho.

Maldito Kaden. ¿Cómo no me di cuenta de eso?

Estoy tan concentrada en mi mundo interior que pego


un salto cuando noto una mano envolviendo mi cintura.

Me giro asustada y veo el fuego en los ojos de Kaden.

Pues ya se ha despertado...y su amigo también.

—Kaden...—mi voz empieza a temblar por el deseo.

Cuando se trata de él soy totalmente insaciable.


Observo como el agua moja su cuerpo, siento el impulso
de sacar la lengua y lamer las gotas que empiezan a
recorrer su torso.

Sus labios se curvan en una sonrisa arrogante cuando ve


como me lo estoy comiendo con la mirada.

Reclina su brazo contra la pared y su boca se acerca


peligrosamente a la mía.

—¿Que-que estás haciendo?—pregunto nerviosa.

¿Quiero hacerlo aquí? ¿En la ducha? Nunca lo he hecho


así...

—Hay que ahorrar agua, me preocupo por el medio


ambiente ¿sabes?—su sonrisa lasciva me confiesa que
sus intenciones no tienen nada que ver con el medio
ambiente.

Sus ojos se clavan en mis labios, los muerdo


conteniendo la excitación y automáticamente los libera
como hace siempre.

—Empiezo a pensar que solo te gusta provocarme—


susurra, mientras pasea su pulgar por mi labio inferior,
me sorprende lo erótico que me resulta siempre que
haga eso.
Estira su brazo y coge el jabón que hay detrás de mí.
Abre la palma de mi mano y pone un poco de jabón en
ella.

—¿Me ayudas? No llego bien a mi espalda...—sonríe


coqueto.

Asiento embobaba y cuando se da la vuelta admiro su


maravilloso culo. Sin duda no he visto algo más perfecto.

Kaden es por lo menos diez centímetros más alto que yo,


por lo que me tengo que poner de puntillas para
esparcir el jabón. Su piel está suave y resbaladiza y me
resulta de lo más excitante tocarlo.

Bajo mis manos y le agarro el trasero, él gira su cabeza,


sus ojos mirada muestra que le divierte la situación.

—Creo que ahí no está mi espalda nena...

Ignoro sus palabras y muevo mi mano hacía adelante,


agarro su erección y él jadea cuando empiezo a
masturbarlo con mi mano.

No hace falta que me toque porque hacerle lo que le


estoy haciendo me calienta casi tanto como cuando sus
manos están sobre mí.
Me pongo de rodillas con cuidado de no resbalar y veo
como sus ojos se oscurecen. Me siento tan deseada y
poderosa cuando veo como controlo su excitación.

Lamo la punta mientras mis ojos siguen fijos en los


suyos, veo como traga con dificultad y contengo una
sonrisa triunfadora.

Lo deslizo lentamente en mi boca y me concentro en


respirar por la nariz, gime y su cabeza se inclina hacía
atrás cuando llega al fondo de mi garganta.

Empiezo a mover mi cabeza de arriba a abajo y noto


como crece más en mi boca, nunca he sido fan de hacer
esto pero me encanta verlo perder la cabeza y lo que eso
provoca en mí.

Su mano se enreda en mi cuero cabelludo y controla mis


movimientos, estoy tan caliente que no puedo evitar
deslizar una de mis manos libres hasta mi entrepierna.
Me acaricio mientras su erección sigue entrenando y
saliendo de mi boca.

Sus ojos siguen el recorrido de mi mano y gruñe


mientras aprieta con más fuerza mi pelo.

Cuando llevamos un rato noto que me estoy acercando y


que mi boca empieza a doler por albergar su tamaño
tanto tiempo, mis gemidos quedan amortiguados y con
la mano que tengo libre clavo mis uñas en su trasero.

—Nena si no quieres que me corra en tu boca te sugiero


que...—gime cuando aumento la velocidad. Lo noto
pulsátil y se lo cerca que está.

Arrastro mis uñas y estoy segura de que le estoy dejando


unos buenos arañazos pero en vez de molestarle parece
calentarlo más.

Noto como su cuerpo se tensa y un líquido caliente se


derrama en la parte posterior de mi garganta, para mi
sorpresa no me molesta su sabor, una sensación de
electricidad me recorre y me dejo ir yo también.

Me mira satisfecho y me coge de la mano para


ayudarme a ponerme de pie, cuando subo me tira a sus
brazos y me besa con pasión. Sentir nuestros cuerpos
mojados juntos me vuelve loca.

—Si creía que no podía ser más adicto a tu boca...—


murmura contra mis labios.

¿Como puede hacerme sentir tan bien? ¿Como había


vivido hasta ahora sin conocer este tipo de placer?
Mientras estamos calientes estoy absorta por el placer,
pero cuando acabamos me siento vulnerable y
desarmada.

Me separo de él y mi cuerpo protesta. Lo miro y me


pierdo en sus ojos azulados, son tan indescifrables y
enigmáticos. Todo en él irradia magnetismo.

Como el agua se ha llevado todo el jabón de mi cuerpo


hace rato aprovecho para escabullirme. Antes de cerrar
la mampara veo su mirada confusa.

Me envuelvo en una toalla y saco otra del armario y se la


dejo fuera.

Camino en silencio hasta mi habitación mientras la


confusión me nubla la mente. Porque todo es así con
Kaden, malditamente confuso. No me puedo creer que
hace solo una semana que lo conozco. Es una locura la
de vueltas que le está dando a mi vida.

Me coloco mi ropa interior y una camisa larga que me


llega hasta las rodillas, cojo mi teléfono y lo desbloqueo.
Devan me ha pasado varias fotos suyas sugerentes con
mensajes muy elocuentes y pese a todo me rio, ese
maldito coqueto es capaz de distraerme.
Bajo las escalares mientras sigo mirando los chats,
ignoro el icono en blanco que ocupa ahora el contacto
de Nate. Se me hace raro despertar sin leer ningún
mensaje suyo.

Lexie: Nathan no para de acosarme, ¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿¿¿habéis


roto???????!!!!!!! ¡¡Perra me tienes mal informada!!
Respóndele al teléfono antes de que me vuelva loca y
dime cuando llevo champán para celebrar tu soltería.

Observo la hora, son casi las cinco de la tarde, mi


estómago gruñe con fuerza debido al poco alimento que
ha ingerido desde ayer y la gran cantidad de actividad
física que ha desarrollado mi cuerpo durante el día.

Devan: Nuestro querido DJ me ha pedido tu número


porque no se acordó de preguntártelo, como soy buena
gente y nada celoso se lo he dado. ¡Pero quiero que os
grabéis follando y que me lo envíes a cambio!

Número desconocido: Jullie soy Sean, ¿sigue en pie que


pase a por ti a las nueve?

Añado el contacto y le respondo rápidamente que sí.


Tengo ganas de verlo, fuimos muy amigos en la infancia.
Busco su nombre en Instagram y veo que en su biografía
tiene su cuenta de Spotify enlazada, entro curiosa y una
de las playlists que tiene se llama "Mala".

Le doy a reproducción automática y mi respiración se


agita, las canciones son muy sensuales, justo como
anoche. Me hacen pensar en cosas muy concretas.

Empiezo a sacar ingredientes para cocinar algo cuando


escucho unos pasos acercándose a la cocina.

Kaden lleva únicamente sus pantalones puestos, su pelo


mojado deja caer algunas gotitas por su pecho desnudo.

Sexy.

Se sienta tranquilamente en uno de los taburetes de la


encimera y apoya sus codos mientras me mira.

—¿Que haces?—pregunto confusa.

¿No debería haberse esfumado ya? Mucho me sorprende


que haya dormido aquí.

—Creo que me merezco un poco de alimento, has


agotado todas mis energías. ¿No quieres que llegue a
casa desfallecido, no?

Niego con la cabeza, incrédula por su actitud.


—¿Quieres que te ayude? Soy bastante bueno en la
cocina.

Abro mi boca pero las palabras no salen. Se ríe y viene


hasta mi lado, mira lo que he sacado de la nevera y se
pone a cortar con agilidad los vegetales.

—¿Tienes algo de pasta?—pregunta mientras sigue como


si nada.

Míralo, si parece un ser humano y todo. Que doméstico y


comestible luce así.

Mis movimientos se vuelen automáticos mientras saco


los espaguetis del armario.

—¿Puedes ponerlos a hervir?—pregunta mientras sigue


concentrado en cortar todo en un tamaño
perfectamente simétrico.

Asiento mientras saco una olla, pongo agua en ella


enciendo el fuego y la dejo encima.

La música llena el silencio, me siento incomoda porque


no se como diablos actuar con él.

—¿Te ha mordido la lengua el gato Julliet?—dice con


diversión.
Sacudo la cabeza y continuo fingiendo que no me
perturba la situación. Tararea algunas canciones por lo
bajo mientras cocina y mi boca prácticamente está
rozando el suelo.

Cuando lo pone todo en el fuego limpia sus manos y las


seca con el trapo que hay colgando.

Se gira hacía mí y me mira.

—No le des tantas vueltas a las cosas, parece que te sale


humo de la cabeza—comenta con burla.

—Es que tu...tu...—empiezo a decir.

—Yo ¿qué?

—Me confundes—digo cruzando mis brazos.

—¿Porque te confundo?—su ceja se eleva.

—Porque...porque...

Sus labios se curvan, está intentando contener la risa.

—Porque no te entiendo Kaden, dices algo y actúas


haciendo todo lo contrario. No sé como lidiar contigo—
confieso.
—Si te consuela yo tampoco sé como lidiar contigo—
responde.

—¿Qué estamos haciendo?—suspiro, estoy cansada de


sentirme así.

—La comida—señala la olla que hay en el fuego.

Ruedo mis ojos y bufo.

—Sabes que no me refiero a eso.

Kaden remueve lo que está cocinando y espero a que


diga algo.

—Es la segunda noche seguida que paso en tu casa.


¿Qué me estás haciendo tú a mí?

Mi corazón se acelera cuando noto la seriedad de sus


palabras.

Suspiro y paso las manos por mi pelo todavía húmedo.

—¿Qué quieres de mí? ¿Porque te sigues acostando


conmigo?

Se acerca hasta que quedamos cara a cara, se inclina y


puedo sentir el calor de su aliento en mi cara.
—¿Te crees que eres la única que está confusa con todo
esto? ¿Qué quieres tu de mí Julliet? Empiezo a pensar
que estamos en el mismo punto—sus ojos se oscurecen.

—Yo...yo no quiero nada—muerdo el interior de mi boca.

—Se sincera conmigo—replica.

—¿Quieres sinceridad?—me empiezo a alterar—


Sinceramente no puedo dejar de desearte y al mismo
tiempo te mandaría a la mierda. No me gusta tu actitud,
no me gusta tu indiferencia seguida de tu preocupación
porque jode mi cabeza. No me gusta que me cuides y
me recites frases para luego follarme y largarte sin más.

Me mira con interés.

—¿Acaso me he ido? ¿Me fui ayer? Creo que últimamente


la única que se esfuerza en que me vaya o se va tras
follar eres tú. ¿Quién usa a quién aquí?

Tiene razón, maldita sea.

—¿Ahora no dices nada?—dice alzando una ceja.

Aprieto los labios.

—¿Entonces que? ¿Seguimos haciendo esto?—digo


señalándonos.
—Ambos disfrutamos, no veo porque tendríamos que
parar.

No veo fallas a su lógica.

—¿Y eso es todo, no?

—¿Es que quieres algo más?

—No, acabo de salir de una relación y un compromiso.


Créeme que lo último que quiero es meterme en otra.

—Bien, porque si algo tengo claro es que no quiero tener


una relación contigo.

Auch.

Mi corazón cruje un poco por su declaración.

—No pongas esa cara Julliet, lo digo por ti, no te


conviene enamorarte de alguien como yo.

Sacudo la cabeza.

—Yo solo estoy enamorada de tu...—mis ojos se desvían


hasta su entrepierna y sonríe.

—Ese sí que es un amor correspondido nena.


Y tan tensa como estaba la situación de repente el
ambiente se revierte.

—Esta bien, ¿podemos intentar ser amigos entonces?

—Sí, pero deberíamos poner unos límites...—reflexiona.

Empiezo a sacar los platos y sirvo la comida.

—Suena bien. ¿Algo así como normas?

—Me gustan las normas—dice asintiendo, pasa sus


dedos por la barbilla.—La primera norma está clara;
nada de enamoramientos el uno con el otro. En cuanto
las cosas se pongan raras debemos dejarlo estar.

—Me parece bien...Segunda norma; no hace falta


deshacerse el uno del otro justo después de follar,
podemos pasar un rato después sin hacer un drama al
respecto.

—Vale...tercera norma; nada de celar al otro. No somos


exclusivos, si me gusta o te gusta alguien siéntete libre
de hacer, al igual que yo, lo que te plazca.

¿Oyes eso cerebro? Nada de celos.


—Estoy de acuerdo...cuarta norma; sinceridad, me ha
gustado que me hayas obligado a ser sincera, creo que
es la única forma de hacer esto.

—Sí...quinta norma; si me necesitas o te necesito nos


avisamos. Ha de ser algo prioritario—dice.

Sonrío, esa va a ser mi norma favorita.

—No se me ocurre nada más—digo mientras nos


sentamos en la mesa.

—Bueno podemos ir añadiendo y rectificando.

Empezamos a comer y en cuanto mis lengua prueba la


comida gimo.

—Vale, no hay forma que no me enamore de ti si cocinas


así Kaden—digo cerrando los ojos.

Escucho su risa y mi corazón se acelera.

Norma uno, norma uno, norma uno.

—Ya te he dicho que se me daba bien, tengo otros


talentos fuera de la cama—dice con esa sonrisa
arrogante que me encanta.
Me rio y seguimos hablando, resulta más fácil de lo que
pensaba. Cuando terminamos de comer recogemos
todo.

—¿Trabajas esta noche? Puedo pasar a por ti si quieres...


—comenta después de vestirse por completo.

—Oh, he quedado con Sean.

—¿El DJ?—pregunta elevando sus cejas.

Asiento.

—Iremos a cenar antes de entrar a trabajar.

—Oh, está bien. Pues nos vemos por allí entonces—


sonríe.

Lo acompaño hasta la puerta y nos miramos.

—¿Y ahora como me despido de ti? ¿Los besos se limitan


solo al dormitorio?—pregunto mordiendo el interior de
mi boca.

—No—se inclina y pone su mano en mi mejilla—Soy


demasiado adicto a tu boca para limitar nuestros besos.

¡Norma uno!
Sus labios rozan los míos con suavidad y me deja sin
aliento. Se aparta un poco y sonríe cuando tiro de él para
besarlo con fuerza.

Cuando nos separamos me estoy planteando


seriamente si arrastrarlo de nuevo dentro y quitarle toda
la ropa.

—Hasta luego nena.

Asiento mientras sonrío y me deleito de ver como mueve


ese sexy trasero hasta su moto.

Me estiro un rato antes de prepararme, tengo muchas


ganas de ver a Sean y saber que ha sido de su vida todo
este tiempo.

Cuando se acerca la hora subo y me visto de forma


sencilla, he intentado tapar algunas de las marcas que
ha dejado Kaden por mi cuerpo pero no acabo consigo
esconderlas del todo.

Debería ponerle como nueva norma que no me deje


chupones visibles con ropa.

El timbre de mi puerta suena dos minutos antes de las


nueve, bajo corriendo y abro la puerta con una gran
sonrisa.
Sean me espera con las manos metidas en los bolsillos,
luce tan atractivo que se me hace la boca agua.

—¿Estás lista Jullie?—pregunta con una gran sonrisa.

Asiento, cojo el bolso y cierro la puerta. Mientras estoy


echando la llave una voz ronca suena detrás nuestro.

—¿Julliet?

Me giro y me tenso. Nathan está ahí, mirándonos con


furia a Sean y a mí.

Oh oh
14. Losing my religion
"What if all these fantasies
Come, flailing around "
—Nate...—mi voz se quiebra, estoy demasiado nerviosa
de repente.

Suelta una carcajada amarga y señala con sus dedos las


marcas visibles que me han dejado los labios de Kaden.

—Veo que no pierdes el tiempo—dice entre dientes.

Automáticamente me llevo las manos, cubriéndolas.

—Dime Jules—dice con rabia—¿Tienes a uno diferente


cada día?

Desliza su mirada asqueada por Sean.

—Yo...—mis ojos pican, tengo ganas de llorar.

—No me puedo creer...no puedo creerlo. Me das asco.


No solo ignoras mis mensajes y mis llamadas sino que
cuando vengo a verte estás como una cuba en brazos
del imbécil de la pizzería, del cual, por cierto, tuviste la
desfachatez de decirme que "imaginaba cosas"—niega la
cabeza.
—Y ahora, vuelvo y estás con otro...—se ríe—Esto es
increíble. Ni un puto día has tardado Julliet, ni un maldito
día. ¿Como has sido capaz de hacerme esto? ¿Me has
dejado para follarte a toda la puta ciudad o que coño te
pasa?

Se pasa las manos por el pelo con desesperación. Nate


nunca antes ha utilizado ese lenguaje conmigo, su
cuerpo tiembla por la ira.

Me remuevo incómoda en el lugar, Sean pone su mano


en mi espalda, parece dispuesto a intervenir si hace
falta.

—Nate...—intento decir de nuevo pero niega la cabeza.

—Solo quiero que admitas algo. El tipo ese de la puta


pizzería...¿me engañaste con él?

Sus ojos se oscurecen y por primera vez en mi vida tengo


miedo de él. Se acerca hasta mí y Sean me protege con
su cuerpo.

—Será mejor que te vayas—le dice Sean.

Sus ojos saltan a mí, ignorando a Sean.

—Admítelo en voz alta cobarde, demuéstrame lo zorra


que eres—escupe.
—Sí—susurro mientras las lágrimas ruedan por mis
mejillas.

—¿Sabes? Me alegro de que me hayas dejado, está claro


que la zorra que tengo delante no es la Julliet de la que
me enamoré, ella murió el mismo día que lo hicieron tus
padres.

Jadeo por sus palabras y Sean aprieta los puños. Siento


ganas de vomitar de los nervios que revolotean por mi
estomago.

—Vete—le advierte Sean.

—Amigo aléjate de esta perra antes de que destroce tu


vida, ni siquiera es buena follan—Nathan no es capaz de
terminar la frase porque Sean le planta un puñetazo en
la cara.

Este exclama de dolor y dirige su mano a la zona


golpeada, por su nariz empieza a correr un hilo de
sangre.

—No hables así de ella, lárgate antes de que te acabe de


romper la cara—amenaza Sean.

Los ojos de Nathan brillan con furia.


—Espero que rompan tu jodido corazón cariño, créeme
que es lo que más deseo en este mundo—me dice antes
de voltearse y desaparecer.

Mi mano tapa mi boca conteniendo los sollozos.

He hecho tanto daño a Nathan que lo he convertido en


alguien horrible y furioso.

—Jullie...—murmura Sean antes de envolverme en sus


brazos, sus manos se mueven por mi espalda intentando
reconfortarme.

Me siento mal por no haber sabido hacer las cosas bien,


todo ese daño se lo podría haber ahorrado si hubiera
actuado de forma sensata.

Lloro en el pecho de Sean mientras intenta consolarme,


mi mente se nubla y no soy capaz de pensar en nada.

No se cuanto rato permanecemos así pero llega un


momento en el que no me quedan más lágrimas, me
aparto limpiando mis mejillas, siento la cara hinchada.

—Ya se que no estás bien así que voy a obviar hacerte


una pregunta tan estúpida... En su lugar, ¿hay algo que
pueda hacer por ti? ¿Quieres hablar de ello?—pregunta,
su ceño está fruncido y luce muy serio.
—Lo que ha dicho es verdad...—admito.

—No juzgo a nadie Jullie y ninguna relación es perfecta.


Las acciones que tomamos no suelen ser sin más,
siempre hay muchos motivos detrás.

—No seas tan comprensivo, no me lo merezco...

—Tampoco te mereces que te traten del modo en que él


lo ha hecho—sus labios se aprietan.

—Le he hecho mucho daño—confieso.

Aparta los mechones de mi cara y acaricia mi mejilla.

—Eso no justifica su actitud.

Suspiro y niego la cabeza.

—No quiero seguir hablando de ello...—muerdo mi labio.

—Está bien, ¿quieres ir igualmente a cenar o...?

—Sí, necesito estar distraída...—murmuro.

Siento la presión en el pecho, las palabras de Nathan


han logrado totalmente su objetivo; herirme.

Entro en su coche, mi cuerpo está aquí pero mi cabeza


está en otro mundo. Sean enciende la radio e identifico
la letra de la canción que suena, la misma que me cantó
Taylor, "Señorita". Automáticamente en mi mente
aparece el Sr. Andrews.

Ese hombre es un infierno de distracción.

—Bueno y ¿que estás haciendo?—pregunta Sean


rompiendo el silencio—¿Trabajas en otro lugar o...?

—No, he retomado la universidad. Estudio derecho—


respondo.

—Derecho, ¿eh? Como tu padre—comenta con una


sonrisa, rápidamente cierra la boca y me mira de reojo—
Lo siento, no he podido evitar...¿que pasó con ellos?

La herida de mi pecho se abre, me cuesta hablar de eso


todavía.

—Accidente de coche—respondo por lo bajo.—Matt iba


con ellos en el coche, aguantó un tiempo pero no lo
superó.

Me da vueltas la cabeza solo de recordarlo, cada día en


el hospital rezando para que saliera del coma, la
esperanza muriendo segundo a segundo...

Suspira y pone la mano que tenía en el cambio de


marchas en mi muslo.
—Lo siento mucho Jullie—sus palabras suenan sinceras.

Mucha gente me ha dicho esas palabras en los últimos


años, pero el modo en que lo dice Sean me reconforta
un poco.

—Les echo de menos cada día—contengo el nudo que se


empieza a formar en mi garganta.

Acaricia mi muslo como gesto de consolación.

Miro por la ventanilla del coche y me distraigo


observando a la gente, Sean permanece en silencio pero
no se siente incomodo el ambiente.

Aparca delante del restaurante y bajamos del coche.

—¿Y como que decidiste volver?—pregunto mientras nos


adentramos dentro del local.

—Echaba de menos la ciudad, después de todo aquí es


donde he pasado la mayor parte de mi vida...

Nos sentamos en una mesa apartada, es bastante


privado el lugar. Reconozco algunas caras de los clientes
de Mala cenando allí. La mesera se acerca, nos saluda
con una sonrisa y nos da la carta a cada uno. La verdad
es que no tengo nada de hambre pero aún así me obligo
a ordenar algo porque se que sino moriré de hambre a
media noche.

Cuando la camarera se marcha con nuestra orden miro a


Sean, él tiene su mirada fija en mí todo el rato. Es tan
guapo como recordaba.

—¿Y como empezaste a trabajar en Mala?—le digo


curiosa.

Una sonrisa ladeada aparece en su cara.

—Trabajaba como Dj en otro de los locales de Mala, hay


varios en muchas ciudades.

—¿Y alguna vez has...?—cierro la boca, de repente siento


que tal vez estoy haciendo preguntas demasiado
comprometidas.

—¿Ido como cliente?—termina la frase por mí


levantando su ceja, parece divertido por mi pregunta
incompleta.

Asiento y noto un poco de calor por todas partes.

—Mi ex-novia me propuso ir allí por primera vez, así


también es como empecé a trabajar en aquel local.
Muerdo mis labios, estoy sedienta de saber diferentes
experiencias en este mundo.

Se inclina más cerca de mí.

—¿Y tu?—pregunta con interés.

—No-no, yo no...—muerdo mi labio de nuevo, si Kaden


estuviera aquí seguramente ya me estaría regañando
por ello.

Se echa hacía atrás con una sonrisa.

—Es una pena, es una experiencia que recomiendo sin


lugar a dudas.

Mi corazón martillea con fuerza en mi pecho.

—No se si podría...

—Ni lo sabrás hasta que lo pruebes—comenta con brillo


perverso en sus ojos.

La camarera trae la comida y me saca de la ensoñación


de su mirada.

—¿Entonces estás con alguien ahora?—pregunta


mientras se lleva la comida a la boca, tiene unos labios
tentadores. Recuerdo como se sintieron cuando me dio
mi primer beso y aparecen mariposas en mi estómago.

—No...—respondo de forma automática.

—¿El chico que te ha marcado el cuello y tu no tenéis


nada serio?—tantea.

Niego la cabeza y su sonrisa se amplía.

—Eso está muy bien saberlo.

Me sonrojo, definitivamente está coqueteando conmigo.

—¿Y tú?—pregunto—¿Que pasó con tu ex-novia?

—Incompatibilidad...ella fue la que propuso ir al local,


ambos éramos novatos en eso...yo descubrí lo mucho
que me gustó y ella descubrió que no era lo suyo. Los
celos son un tema a controlar en situaciones así, hay
personas dentro de una pareja que no toleran que otra
persona pueda excitar a su pareja.

Escucho cada palabra con sumo interés.

—Vaya...—murmuro.

—En realidad me hizo un favor, ahora disfruto mucho


más de mi sexualidad.
Me sonrojo y siento el calor recorrer mi cuerpo.

Continuamos hablando de temas triviales y noto como


me va lanzando miradas, en un momento de la
conversación pone su mano en mi muslo y casi me
atraganto. Mi mira con diversión pero no hace nada.
Antes de que nos demos cuenta ya es la hora de ir al
local, con toda la escena provocada por Nate hemos
llegado más tarde a la reserva.

En pocos minutos ya estamos allí, miro de reojo a Sean,


me siento un poco nerviosa.

¿Esto era una cita o algo?

—Ha estado muy bien Jullie, deberíamos repetir esto—


dice con una amplia sonrisa.

—Claro—respondo mordiendo mi labio.

Enseñamos nuestra identificación al hombre de


seguridad y entramos al local, nos despedimos delante
de la puerta del vestuario.

—Ángel—canturrea Devan en cuanto me ve—¿Me has


echado de menos? Pero que preguntas más tontas que
hago...claro que sí—se responde a sí mismo.

Me rio negando la cabeza.


Sus ojos me recorren y se entrecierran cuando repara en
las marcas de mi cuello.

—¿Sean te ha dado un buen viaje?—comenta con una


sonrisa ladeada.

—No.

La revelación llega a sus ojos.

—Oh Ángel, que traviesa eres...Ya sabía yo que


estábamos destinados.

Oculto una sonrisa mientras abro la taquilla, a mi lado


Devan se empieza a quitarse la ropa con cero pudor.

Exclamo un grito ahogado cuando saco las prendas que


están el interior.

—Empiezo a pensar que la Sra. Myers tiene una


perversión extraña con la religión—murmuro con
disgusto mientras toco la tela con mis manos, creo que
intentan simular un disfraz de monja...nada religiosa.

—Ohh hacía mucho tiempo que no teníamos el


confesionario sexual, me encanta.

—¿Quiero saber que es eso?—pregunto haciendo una


mueca.
—¿Sabes lo que es un confesionario?—contesta con una
sonrisa.

—Claro—respondo.

—Vale, pues Agnes habrá puesto varías habitáculos en la


sala, solo que ahí no se confiesan pecados, se
confiesan...fantasías.

Me estremezco con la imagen.

—Las cosas se calentaran un poco más en la sala dos


esta noche Ángel, pero siempre puedes venir a rezar
conmigo. Yo te daré la absolución—dice con una mirada
lujuriosa.

—¿Porque me da que tu absolución es más una


propuesta indecente que no una religiosa?—contesto
entre dientes.

Veo como le divierte provocarme.

—Porque ya me conoces tan bien Ángel...como te he


dicho, estamos destinados, cielo mío.

Ruedo mis ojos y le doy un leve empujón.

Cuando cojo todo lo escucho quejarse a mis espaldas.


—Oh vamos, aquí hay confianza, no hace falta que te
cambies siempre dentro del baño Ángel—protesta.

—Cuando sienta que no me comes con la mirada me


cambiaré delante tuyo.

Devan resopla.

—Es decir, nunca.

—Veo que nos vamos entendiendo—le guiño un ojo


antes de cerrar la puerta con pestillo.

Me coloco el traje, es de una tela transparente que


oculta un poco los chupetones. Aún así es muy
revelador, una cruz de cuero refuerza las zonas más
íntimas, pero el resto de mi cuerpo queda visible por la
transparencia de la tela.

Me pongo el velo en la cabeza, hay más tela en el velo


que en el traje que llevo. Me miro en el espejo y siento
vergüenza, parezco la fantasía sexual de un cura
perverso.

Estoy segura de que si existe un dios acaba de meterme


en la lista del infierno solo por llevar esta ropa.
Cuando salgo observo como Devan tiene colocado su
versión perversa de traje de cura, es similar al mío pero
el suyo es más corto.

—Perdóname padre porque he pecado...—murmura en


cuanto me ve, sus ojos se amplían y la lujuria se refleja
en ellos.

Me rio y guardo mis cosas en la taquilla.

Agnes viene a buscarnos como la noche anterior pero


esta vez no están ni Nell ni Braxton.

—Ellos trabajan de lunes a viernes—me comenta Devan


cuando me ve buscándolos con la mirada.

Es increíble la facilidad que tiene para leerme.

Como es sábado me explican que es el día que más


clientes tenemos, por lo que somos seis camareros
trabajando en la sala dos en lugar de cuatro. Vienen con
nosotros dos curas y dos monjas. Por lo visto ellos
trabajan siempre exclusivamente los sábados como
refuerzo en la sala dos, se presentan como Chelsea (la
chica que anoche iba detrás de Kaden), Halsey, Ryan y
Jules.

Noto que no tengo simpatía hacía Chelsea y se


exactamente por qué.
Norma tres, recuerda, norma tres.

Sean está en la cabina ya, centrado en sus cosas.

Mis ojos recorren la sala y mi corazón se para cuando


veo a Kaden alejado en un rincón, se mantiene firme y
serio y está tan condenadamente sexy con su ropa
negra. A su lado hay otra persona vestida igual que él.

Hacérselo con el traje de seguridad puesto...cargando


fantasía sexual.

Chelsea se dirige directamente a Kaden, se contonea al


caminar y exagera sus movimientos intentando llamar
su atención.

—Vamos Ángel—dice Devan tirando de mi brazo y


arrastrándome hasta un cubículo.

La verdad es que una vez más la decoración vuelve a


estar muy lograda, cuando me empuja dentro Devan
corre la cortina y se frota las manos.

Mis ojos reparan en la cubeta llena de condones.

Sí, dudo que eso sea algo que haya en un confesionario.

Devan me mira con una sonrisa perversa y coloca sus


brazos contra la pared, dejándome en medio.
—¿Que-que haces?—tartamudeo nerviosa.

—Voy a confesarte mis pecados...—acerca su cara


lentamente.

Dejo de respirar y trago con fuerza.

—Tengo pensamientos impuros contigo Ángel—susurra


en mi oído.

—Devan...—murmuro por lo bajo.

Su mirada se fija en mis labios entreabiertos.

Maldito coqueto. ¿No podría ser un poco menos atractivo?

—Julliet...—susurra ahora con seriedad mientras sus


labios prácticamente rozan los míos.

La cortina se abre de golpe haciendo un ruido que nos


separa. Devan mueve la cabeza con fastidio para ver de
quién se trata.

Kaden tiene una mirada indiferente en su rostro, mi


corazón está haciendo arritmias por la situación.

—La Sra. Myers os está buscando—informa con sencillez


antes de irse.

Qué oportuna.
Salimos apresurados y vamos junto a Agnes.

Ella espera sentada en uno de los taburetes de la barra,


están todos allí menos nosotros. Mis mejillas se sonrojan
pero nadie dice nada.

—Muy bien chicos, como sabéis hoy tenemos una de


nuestras fiestas...religiosas—se ríe.

—Tenéis que hacer turnos en los confesionarios para


escuchar las fantasías de nuestros clientes, esta noche
estarán Kaden y Jonas aquí para controlar las cosas—
continua explicando.—Hoy no estaré en la sala BDSM, si
me necesitáis deberéis subir al pasillo francés. Que
tengáis una buena noche—sonríe antes de marcharse.

—¿El pasillo francés?—pregunto confusa.

Algunos se ríen.

—Es lo que también se conoce como el Glory Hole—


contesta Devan con una sonrisa perversa.

Recuerdo mi investigación en modo incógnito por


internet de lo que era exactamente el Glory Hole y se me
seca la boca.

—Podemos estar una hora cada uno en el confesionario,


¿quién empieza?—pregunta Jules.
—¿Que es eso de que debemos estar una hora cada
uno?—digo frunciendo el ceño.

—La cabina número uno siempre la ocupa un empleado,


los clientes allí simplemente expresan en voz alta
algunas de sus fantasías. Las otras cabinas son para
clientes-clientes únicamente, y ahí es donde algunas
parejas también aprovechan para hacer intercambios...
—explica Halsey.

—¿Entonces tengo que estar una hora sentada


escuchando las fantasías sexuales de la gente?—
pregunto horrorizada.

No estoy preparada para eso, ¿simplemente tengo que


escuchar? Oh dios mío.

—Sí, y es bastante caliente...—murmura Chelsea.

Dios dame fuerza, la voy a necesitar.

15. River
"Holy hands, oh they make me a sinner
Like a river, like a river
Shut your mouth and run me like a river"
Siento los pezones marcados contra la tela del disfraz
todo el rato, no exageraba Devan cuando decía que las
cosas se iban a calentar más que ayer.

En dos horas me toca estar en el confesionario pero ya


estoy demasiado cachonda viendo según que escenas
entre nuestros clientes como para encimar tener que
estar escuchando relatos sexuales.

Devan me lanza miradas coquetas todo el tiempo y mi


cabeza da vueltas. Creo que entre Kaden y este trabajo
me estoy pervirtiendo demasiado.

Oh sí...

Servimos las copas en las mesas y mis ojos se agrandan


con lo que voy viendo, por lo visto si los clientes hoy
llevaban algún símbolo religioso tenían una copa gratis,
por lo que tenemos mucho trabajo.

Llevo varios martinis a una mesa en la que hay tres


personas; dos mujeres y un hombre. Una de ellas tiene
el vestido subido hasta la cintura y  la otra mujer que la
está tocando sin ningún reparo. Se besan
apasionadamente mientras el hombre las mira
ensimismado acariciando el bulto creciente de su
entrepierna.
Mis manos tiemblan mientras dejo las copas y me
marcho con la respiración acelerada.

—¿Ahora entiendes lo que te decía ayer de la frustración


sexual de trabajar aquí?—pregunta Devan en mi oído
cuando dejo la bandeja en la barra.

—No se a que te refieres—miento mordiendo el interior


de mi boca.

Su labios se curvan hacía arriba.

—Pues tu cuerpo sí que sabe de lo hablo—dice rozando


levemente mi pecho, jadeo con su contacto y se ríe.

Me muevo hasta una nueva mesa ocupada y trago con


fuerza cuando veo que se trata del Sr. Henderson junto
con otro hombre.

—Buenas noches, ¿que puedo servirles?—pregunto con


una sonrisa que tiembla en mis labios.

—Un whisky, por favor—contesta en tono amable la


persona que acompaña al Sr. Henderson.

—Lo mismo para mí—responde Andrew sin mirarme.

Apunto el pedido y me muevo rápido hasta la barra.


—Vaya está aquí el Sr. Evans—murmura Chelsea.

—¿Está aquí?—pregunta Jules estirando el cuello


buscando a alguien.

—¿Quién?—pregunto con curiosidad.

—El Sr. Evans, el que está junto al Sr. Henderson, ambos


son socios de todos los locales Mala del país.

¿El Sr. Henderson es dueño de este y varios locales? Dios...

—Más te vale no tirarles la copa encima—se burla


Chelsea.

Estúpida, a ti te la tendría que tirar encima.

Coloco los vasos en la bandeja y vuelvo hacía ellos, me


siento más intimidada que antes con esa nueva
información.

—Muchas gracias preciosa—dice el Sr. Evans cuando


coloco los vasos en la mesa. No suena baboso, solo
educado.

El Sr. Henderson tiene los puños apretados y no me


dirige la mirada en ningún momento.

¿Estará molesto por algo?


Esquivo a algunas parejas bailando y me muevo por
todos lados recogiendo copas y sirviéndolas.

El tiempo transcurre de forma rápida debido a la


cantidad de trabajo, antes de que me de cuenta ya tengo
a Jules buscándome porque es mi turno de entrar al
confesionario.

—¿Pero que tengo que hacer?—le pregunto nerviosa


mientras nos acercábamos al maldito cubículo.

—Nada, solo escuchar. Es un espacio para desahogarse


no para que mantengas conversaciones con ellos,
algunas personas sí que siguen el juego pero puedes
limitarte a decir lo típico que se dice en los
confesionarios.

Lo miro horrorizada.

—¿Y que se dice?

—Él cliente empezará diciéndote "Ave maría purísima" y


tú tienes que responder "Sin pecado concebida".

—¿Y no se enfadan nuestros clientes religiosos?

Jules niega con la cabeza.


—Solo es roleplay Julliet, la gente lo entiende. Ah, cuando
acaben de confesar tienes que decir "Yo te absuelvo de
tus pecados".

—No se si sería mejor que me apuntara en la mano o


algo eso...

—Son dos frases—se ríe Jules.

Mis manos tiemblan mientras Chelsea sale del


confesionario, se está limpiando la boca con el dorso de
su mano y mi boca se abre un poco con asombro.

Detrás de ella sale uno de nuestros clientes.

Vaya, vaya...

Me giro asustada a Jules.

—¿Seguro que es solo hablar?

—Seguro, tu puedes invitar a la gente si estás dispuesta


a algo más pero las normas están claras. Si los clientes
quieren jugar tienen a su disposición los otros cubículos.

—Vale...—muerdo mi labio.
Entro en el cubículo y cierro la cortina, mi respiración
esta acelerada por los nervios. El olor a almizcle
característico del sexo impregna el reducido espacio.

Escucho el ruido de alguien sentándose al otro lado.

—Ave maría purísima—dice una voz ronca.

—Sin pecado concebida—respondo con voz temblorosa.

—Quería confesar una de mis fantasías más secretas, mi


mujer está aquí conmigo...está relacionada con ella.

—Prosiga—siento como mi estomago se encoge por los


nervios.

—Fantaseo desde hace tiempo con una situación muy


concreta...Llego a casa de trabajar y mujer esta en el
salón desnuda. Está a cuatro patas siendo follada por
todos sus agujeros, está disfrutando sintiendo como
todas esas pollas la llenan con fuerza. Uno de ellos se da
cuenta de que estoy allí y me ata a una silla obligándome
a mirar como la toman una y otro vez, como se corren
en sus boca, en su cara, en sus tetas...

Su voz de va volviendo más grabe a medida que narra su


fantasía. Escucho a su lado como la mujer jadea.
—Cuando terminan de llenarla de leche la obligan a
chuparme la polla mientras sigo atado.

—Uhmm—gime la mujer que está con él.

Vaya, parece más bien que la fantasía también es de ella.

La imagen se descrita se reproduce en mi cabeza y noto


la humedad filtrándose por el body.

Aclaro mi garganta.

—Yo te absuelvo de tus pecados—murmuro sintiendo


calor en todas partes.

—Muchas gracias—responde el hombre.

Escucho movimientos y una nueva voz llena el silencio.

—Ave maría purísima—la voz grave del hombre suena


familiar.

—Sin pecado concebida.

—Necesito confesar mi última fantasía...Hay una mujer


que me está volviendo loco, cierro los ojos y veo su dulce
rostro...Es una tentación...pero no puedo acercarme a
ella...
La cortina se abre de golpe y una figura masculina tapa
mi boca evitando que grite.

Alzo la mirada y los ojos azules de Kaden me abrasan.

—No puedo aguantar más—gruñe en mi oído.

Su labios chocan con fuerza contra los míos y su mano


se mueve directamente a mi entrepierna. Desabrocha
con habilidad los ganchos del body y desliza sus dedos
por mi humedad.

—Sin embargo eso no me impide fantasear todo el


tiempo, me levanto tan duro pensando en ella... Solo
deseo tomarla con fuerza para ver si eso ayuda a sacarla
de mi cabeza—continua la voz que está al otro lado.

Kaden mete sus dedos en mi entrada empapada y


esparce la humedad hasta mi centro de terminaciones
nerviosas, empieza a realizar círculos y mis ojos se
quedan en blanco del placer que me produce.

Mueve mi mano hasta su entrepierna y me insta a


moverla. Noto lo duro que se va poniendo bajo la palma
de mi mano.

—Mi última fantasía consiste en que estamos en clase,


ella lleva una falda corta y no tiene ropa interior debajo.
Se sienta justo delante de la silla que queda enfrente de
mi escritorio. Cuando empiezo a dar clases abre sus
piernas con descaro para que me de cuenta de que no
lleva ropa interior.

El relato del desconocido y las manos de Kaden me están


quitando toda la cordura que me quedaba. Gimo con
fuerza pero eso no molesta a la persona que sigue
explicando su fantasía.

Escucho el sonido de la cremallera bajando y la voz del


desconocido suena cada vez más grave.

—Ella toca discretamente su clítoris mientras muerde su


labio, su mirada no se aparta de la mía mientras yo sigo
explicando el temario, me pongo tan duro que tengo que
sentarme en mi escritorio para esconder la erección a
toda la clase. Ella sonríe cuando se da cuenta del efecto
que provoca en mí—continua explicando.

El relato me transporta a la clase del Sr. Henderson y me


imagino haciendo exactamente lo que está describiendo
este hombre.

Bajo la cremallera de Kaden loca de placer y su erección


se sacude en mi mano. Muevo mi mano por su suave
firmeza y contiene un gemido.
Se sienta en la banqueta y me pone en su regazo. Mis
caderas se mueven a la largo de su erección,
humedeciéndola con mis fluidos. Me arranca el velo de
la cabeza y lo tira al suelo, tira de mi pelo con fuerza
exponiendo mi cuello y aprovecha para morderlo y
lamerlo con desesperación, mis caderas se balancean
con más rapidez.

La fricción de su dureza contra mi centro me acerca al


orgasmo, loca por aumentar las sensaciones guío su
erección en mi interior y la introduzco lentamente.

Se siente tan malditamente bien, ¿como puede sentirse


cada vez mejor?

Su boca se abre y jadea, aprieto mis labios contra los


suyos y abre la boca, nuestras lenguas se encuentran en
un lento baile sensual.

Sus manos agarran mi trasero, siento como clava sus


dedos mientras me mueve por lo largo de su longitud.

—Cierra los ojos y entreabre su boca mientras se corre


en silencio, tengo que contener el impulso de saltar
sobre ella y embestirla ahí mismo delante de toda la
puñetera clase.
Bajo y subo, moliendo la erección de Kaden, creo que
estoy tan mojada que mis fluidos resbalan.

—Cuando termina la clase ella no se levanta, permanece


en su asiento hasta que sale el último alumno. Es
entonces cuando se pone en pie. Camina hasta mi
escritorio y se sienta en el, abre de nuevo sus piernas
proporcionando una imagen en primer plano. Me
susurra que a qué estoy esperando para follarla y no
puedo reprimirme más...

Mis ojos se cierran cuando Kaden empieza a realizar


círculos con sus dedos de nuevo en esa zona.

—Me bajo el pantalón y la follo con fuerza en la mesa de


mi escritorio. Ni siquiera nos importa que la puerta
pueda abrirse, solo necesito follarla una y otra vez hasta
que me corro encima de su coño. Ella desliza los dedos y
recoge mi corrida, con una mirada traviesa se lleva el
dedo a la boca y gime.

Siento como me contraigo alrededor de Kaden


dejándome llevar por mi orgasmo, él me sacude un par
de veces más hasta que noto como un líquido caliente
en mi interior.

¿Un líquido caliente? Mierdaaaa, mierdaaaa.


—Kaden el condón joder—gruño en su oído sacándolo
de mi interior, noto como me recorre el muslo la
humedad de nuestras excitaciones mezcladas.

Nunca nos habíamos olvidado de eso, y lo habíamos


hecho muchas veces hasta ahora.

Sus ojos se oscurecen y se frota la sien con sus manos.

—Joder, nunca me había pasado esto—murmura—


¿Necesitarás la pastilla del día de después?

—Eso no es lo que me preocupa, tomo la píldora. ¿Estás


limpio?—pregunto en voz baja recolocándome la ropa.

Me doy cuenta de que el desconocido del otro lado lleva


cerca de un minuto en silencio.

—Yo te absuelvo de tus pecados—sentencio para que


pueda marcharse.

Escucho como se levanta y se marcha. Recojo el velo del


suelo y lo coloco nuevamente en mi cabeza.

—Nunca había follado sin condón Julliet, y suelo realizar


revisiones mensuales, así que sí, estoy limpio. ¿Tú?

—Sí, también llevo un control con mi especialista...


—Bien—susurra aliviado.

Se pone en pie y mete a su amigo en el pantalón. Tiene


el pelo todo revuelto por mi culpa.

Luce lo suficientemente atractivo para que vuelva a


follármelo.

—Ave maría purísima—dice una voz femenina.

—Sin pecado concebida—respondo agitada por el efecto


post orgasmo.

Kaden sonríe y besa mis labios.

—Quedamos en la salida, todavía no he terminado


contigo nena—murmura en mi oído antes de salir del
cubículo.

Me siento en el banco intentando controlar los latidos de


mi corazón.

—Me gustaría confesar una de mis últimas fantasías, el


mejor amigo de mi hijo últimamente pasa mucho tiempo
en casa, solo tiene dieciocho años, le llevo veintitrés
años...Aún así noto las miradas que me lanza. Mi marido
hace tiempo que no me hace caso, empecé a venir a
estos clubs para poder jugar con otras parejas que
buscaran a una tercera persona...
Muerdo mis labios, siento simpatía en la parte en la que
dice que su marido ya no le hace caso. Poco después de
salir del psiquiátrico Nate no quería ni tocarme, hasta
hace unos meses no tuvo ningún interés sexual en mí de
nuevo.

—A veces me acaricia, me roza, todo lo hace parecer de


forma accidental pero me está volviendo loca. La última
vez que estuvo en mi casa me encontró masturbándome
en la ducha, se quedó mirando hasta que me corrí...no
tuve el valor de pedirle que se uniera. Estaba duro, lo
podía ver en sus pantalones, lo deseaba tanto...Quería
que se metiera conmigo, me pegara contra el cristal y
me follara con fuerza hasta correrme.

Trago con fuerza, parece que me esté describiendo un


maldito vídeo porno.

Cuando se hace el silencio agito mi cabeza, esto esta


siendo más excitante de lo que imaginaba.

—Yo te absuelvo de tus pecados.

Llegan unas cuantas confesiones más y me cuesta


controlar mis manos para mí misma. Cuando Devan
corre la cortina estoy practicante jadeando.

Sus ojos brillan con diversión.


—Ángel verte así me hace desearte con más fuerza,
saber que podría aliviar la presión que sientes con
facilidad...—susurra.

—¿Es tu turno?—pregunto poniendo en pie


interrumpiéndolo.

—Sí, ¿te has divertido?

Cierro los ojos.

Más bien ha sido una tortura placentera.

—Divertido no sería la palabra.

Le dejo pasar y se sienta en la banqueta, pasa sus brazos


por detrás de su cabeza.

—¿Quieres confesarme algo Ángel?

Que te daría como a un televisor viejo que no se enciende.

—No, tengo que volver al trabajo—aclaro mi garganta


mientras salgo de ahí con rapidez.

Me centro nuevamente en intentar hacer mi trabajo


correctamente, las escenas subidas de tono están allá
donde mire. Observo que la mesa del Sr. Evans y el Sr.
Henderson están vacías, recojo los vasos y los llevo hasta
la barra.

Chelsea se ha escaqueado y esta hablando de forma


animada con Kaden, este hace como si nada y apenas le
dirige la atención.

—Julliet ¿puedes llevarle esto a nuestro DJ? Ha pedido


expresamente que seas tú si puedes la que se lo
acerque. Dice algo de que le debes una copa de ayer...—
me dice Halsey.

Tomo el pedido con gusto y voy hasta donde se


encuentra Sean, me observa antes de llegar y está
esperando por mí.

Toca algo en su ordenador y empieza a sonar Confident


de Justin Bieber, me parece una canción bastante sexy.

—¿Como va la noche?—pregunta quitándose los cascos.

—Uhmm...intensa—respondo.

Se ríe y coge el vaso que le estoy ofreciendo.

—¿Has estado en el confesionario?

Me han follado en el confesionario.


—Sí—respondo contiendo el aire solo de recordarlo.

—Es bastante caliente ¿eh? Agnes sabe como montarse


una buena fiesta temática...

La forma en que dice el nombre de la Sra. Myers me


hace levantar una ceja.

—Sí, sin duda. Tengo miedo ya de imaginar que tiene


planeado para la semana que viene—contesto.

Sean deja la copa y se lame los labios. Tira de mis brazos


pegando su cuerpo con el mío.

—Baila esta canción conmigo—me pide.

—Sean debo volver a...

—Solo esta canción, por favor—murmura mientras sus


manos pasan por mi cintura.

She said it's her first time

I think she might have lied

Mueve sus caderas pegadas a las mías, me dejo llevar al


ritmo de la canción y bailamos juntos.

Feels so good damn, and I don't know why


Me gira y quedamos cara a cara, sus manos descansan
en mis caderas mientras continuamos moviéndonos.

I'm addicted, something like an addict

Estamos tan pegados que noto su respiración en mi


cara.

Got me twisted, but still I gotta have it

Separa la distancia y noto la suavidad de sus labios junto


a los míos. Las mariposas que sentía cuando era una
adolescente encaprichada por él aparecen de nuevo.

Me besa hasta que termina la canción, suspira al


separarse y toca algo nuevo en su ordenador.

—Yo...esto...debo volver abajo—digo mareada por el


beso.

—Lo sé—sonríe.

Me vuelvo sobre mis talones y evito mirarlo de reojo.


Acabamos de besarnos. Que fuerte.

Cuando llego abajo veo las espaldas de Kaden de cara a


la barra.
—¿Puedo ofrecerte algo?—le pregunto poniéndome
detrás.

—Si me haces esa pregunta de nuevo nena te pondré


encima de hombro y te arrastraré a cualquier rincón
para follarte—responde con fuego en su mirada.

Me deja muda, mis boca se seca y tengo que pasar la


lengua por mi labios para humedecerlos. Sus ojos se
clavan en ellos.

—¿Me estás tentando?—pregunta en un gruñido bajo.

Sacudo la cabeza.

Sonríe y mi estomago se encoge, es demasiado atractivo.


Pero demasiado demasiado, no se cuantos demasiados
puedo poner para explicar cuan demasiado es.

—¿Me puedes dar una botella de agua por favor, nena?

Me derrite un poco, es tan serio con todo el mundo


siempre que me sorprende a veces.

Le doy la botella y me guiña un ojo antes de marcharse.

—Oye ¿que ha confesado el Sr. Henderson?—pregunta


Halsey acercándose hasta mi lado.
—¿Qué?—le respondo con confusión.

—Ha entrado al confesionario mientras estabas dentro,


él nunca participa en ninguna actividad ni nada. Nos
hemos quedado muy sorprendidos.

¿El Sr. Henderson ha entrado al confesionario? De golpe


me viene a la cabeza la voz que me resultaba familiar, el
relato de la alumna.

Santa virgen.
16. Heaven
They say "all good boys go to heaven"
But bad boys bring heaven to you
Bueno, bueno, bueno. Qué fuerte.

¿Al Sr. Henderson le gusta una de sus alumnas?

Esa información es un poco impactante. Empiezo a


repasar mentalmente algunas de las chicas que están en
clases, algunas son muy guapas, sí.

Ay querida, a veces me pregunto como puedo ser tu


consciencia si eres tan inconsciente.

¿Uhm?

¿Que si el relato iba sobre ti? Es decir, nosotras.

No, no hay forma en el que Sr. Henderson...

Pero existe la posibilidad, eso no lo puedes negar.

Unas manos me rodean la cintura y me tenso.

—¿Recuerdas lo que dije ayer de que esperaba que me


recompensaras de algún modo, Ángel? Bien, ya estoy
listo para ello—susurra Devan en mi oído.
Acaricia con la yema de sus dedos mi vientre, me
estremezco y escucho como se ríe.

—Ya te dije que te puedes escaquear donde quieras—


respondo controlando mi voz temblorosa.

—Pero quiero escaquearme contigo.

—Devan...—suspiro—No compliques las cosas.

—¿Complicarlas? Al contrario, Ángel.

Me volteo y lo miro fijamente.

—No—replico.

—¿Estás rechazándome para que me resultes más


atrayente? Funciona.

—¿Qué pasa? ¿Acaso nunca te han rechazado?—


respondo cruzándome de brazos.

—¿Has visto este cuerpo y esta cara? Claro que no,


Ángel.

—Bueno, siento ser la que rompa tu buena racha...

—¿Entonces te niegas a ti misma las cosas que quieres?


—pregunta con una sonrisa burlona.
—¿Como te tienes tanta estima? Esa afirmación es
bastante arrogante.

Se encoge de hombros.

—Es difícil no tenerla con espejos cerca, Ángel.

Ruedo los ojos, un cliente se sienta y aprovecho para


escabullirme hasta él. Noto la mirada de Devan pegada a
mi espalda.

—¿Y bien?—dice Halsey sacando de nuevo el tema


cuando vuelvo a la barra para tomar el pedido.

—No se que me ha dicho, no he reconocido su voz—


miento mordiendo el interior de mi boca.

Ella suspira decepcionada.

—Es tan misterioso siempre, realmente tenía ganas de


saber con qué fantasea. Desde que pasó lo de su mujer
no ha vuelto a mostrar interés en nada.

—¿Lo de su mujer?—pregunto curiosa.

El Sr. Evans se sienta justo delante nuestro sonriente y


ambas nos callamos de golpe. Halsey se vuelve hacía él y
lo atiende.
Miro por el rabillo del ojo y observo como una pareja
habla muy animada con Devan. La mujer estira el brazo
y acaricia el pecho de Devan, él le guiña un ojo. El
hombre murmura algo y Devan asiente, lo siguiente que
veo es como se marchan los tres de la sala.

No se que me posee en ese momento para hacer lo que


hago, pero los sigo. Le digo a Halsey que vengo en unos
minutos y ella asiente con una sonrisa.

Me muevo con rapidez hasta la puerta por la que han


salido y los observo al final del pasillo, bajan las
escaleras azules que conducen hasta las habitaciones
con cristales transparentes.

Tengo la piel erizada y mi pecho se mueve de forma


agitada por mi respiración alterada.

Observo a otras parejas, muchas de ellas van


completamente desnudas. 

Todo el mundo parece completamente absorto en su


mundo de fantasía.

Guardo las distancias y veo como entran en una


habitación, me acerco con discreción y reparo en que
hay otras personas fuera mirando. Me cuelo entre ellas y
quedo escondida entre el gentío.
Miro lo que sucede al otro lado del cristal y mi boca se
seca.

El hombre está sentado en la cama y tiene a su mujer de


espaldas entre sus piernas. Le baja los tirantes de la
camiseta a la mujer dejando a la vista sus pechos. Devan
se inclina y mete uno en su boca mientras agarra el otro
con su mano, la mujer tira su cabeza hacía atrás
cerrando los ojos.

Continua su asalto con el otro pecho y mueve sus manos


hasta el pantalón de la mujer. Se aparta para retirárselos
y se lleva la ropa interior también dejándola en un
montón del suelo.

El hombre le quita por completo la camiseta a la mujer y


ella se queda desnuda entre ambos.

Devan se arrodilla y mete su cabeza entre las piernas de


la mujer. Va besando sus muslos lentamente en sentido
ascendente.

La mujer busca la boca del hombre y se besan


apasionadamente mientras Devan continua lamiéndola.
Ella mueve las caderas y Devan la agarra para
mantenerla quieta mientras la devora.
Algunas de las personas que están a mi lado se han
empezado a tocar observando lo que hacen esos tres.

Cuando la mujer se corre Devan se aparta y se deshace


del disfraz. El hombre también se quita su ropa y se
coloca en la cama sobre sus codos y rodillas.

Mi boca se abre cuando veo como la mujer comienza a


besarle el trasero, lo agarra con sus manos abriéndolo y
mete su lengua en el centro. El hombre a su vez atrae a
Devan hasta su lado, coge la erección de este entre sus
manos y se la lleva a la boca.

Devan le agarra del pelo y mueve las caderas dentro y


fuera de la boca del hombre.

Nunca había visto algo tan morboso en mi vida.

La mujer se separa y se abre de piernas en la cama, el


hombre libera la erección de Devan de su boca y se
coloca entre las piernas de su mujer. La empieza a
embestir con fuerza y Devan se coloca detrás suyo, veo
como escupe en su mano y reparte la humedad por su
longitud.

Estoy a punto de combustionar cuando Devan dirige su


erección por el trasero del hombre. Devan embiste al
hombre mientras este a su vez embiste a su mujer.
Devan gira su cara hacía donde estamos y sonríe cuando
se da cuenta de que estoy ahí.

Obligo a mis pies a reaccionar para salir de ahí y


practicante subo corriendo hasta la sala dos.

¿Qué coño acabo de ver?

Bueno, coños varios y también algunas...

Shhh.

Siento mis mejillas acaloradas y creo que necesito


meterme en una piscina de hielos para borrar el
calentón que me ha dado observar lo que acabo de
observar.

—Julliet ¿puedes echarme una mano? Jules se ha


marchado un momento—me dice Halsey estirando su
brazo.

Me pongo a su lado y vamos preparando los cócteles y


colocándolos en las bandejas.

—¿Devan está abajo?—pregunta sonriente.

—Sí—mis mejillas se tiñen de rojo de nuevo recordando


la imagen.
—A nuestros clientes les encanta ver a Devan en acción,
pero quién los culpa, ese hombre sabe como subir la
temperatura de un cuarto.

—Ajá—respondo mordiendo el interior de mi boca.

—Ya te irás acostumbrando—se ríe.

Al cabo de media hora aparece Devan con una sonrisa


de lado a lado.

—¿Por qué te has ido Ángel? Te has perdido la mejor


parte—se burla.

Siento toda la sangre concentrándose en mi cara y me


cuesta pensar con claridad.

—Yo-yo no...

—Oh—alza una ceja divertido—¿No me irás a negar que


has ido a espiarme? ¿Sabes? Tu lado voyeur me pone
muchísimo.

—No soy...yo solo...

Se cruza de brazos e inclina la cabeza.

—Solo tenía curiosidad—termino la frase.

Inclina su cabeza quedando a la altura de mi oído.


—Cuando quieras probar esa curiosidad aquí estoy
Ángel—susurra haciendo que trague con fuerza.

Alguien se aclara la garganta y nos volteamos para ver


de quién se trata.

—¿Es que aquí solo estoy trabajando yo o qué?—


protesta Chelsea con voz irritante.

Mátala, no pasa nada, está totalmente justificado.

—Cierra el pico Chels, tu has estado jugando antes—le


responde Devan.

Ella resopla y coge las bandejas.

Acabamos nuestro turno exhaustos, estoy tan cansada


de ir de un lado a otro con tacones que siento que si me
cortaran las piernas ahora me harían un favor.

Cuando se van los últimos clientes la Sra. Myers viene a


ver como estamos, intento obviar el hecho de que
parece tener algo pegajoso pegado en diferentes partes
de su cuerpo.

Cuando vamos al vestuario me cambió con rapidez, pese


al cansancio estoy ansiosa por encontrarme de nuevo
con Kaden.
Me despido de los chicos ignorando los coqueteos de
Devan y salgo por el largo pasillo. Antes de llegar a la
puerta observo la puerta entreabierta del despacho de la
Sra. Myers, allí está el Sr. Henderson curvado con la
cabeza entre sus manos, Agnes le acaricia la espalda y le
susurra algo que no soy capaz de entender.

La persona de seguridad me abre la puerta y el contraste


de temperaturas me golpea, cada vez empieza a hacer
más frío de madrugada.

Miro a mis alrededores y veo que Kaden todavía no ha


salido, suspiro y busco mi teléfono para enviarle un
mensaje pero alguien me llama la atención.

—¿Lo de repetir para cuando te viene bien?—pregunta


Sean con una gran sonrisa.

—Uhmm—murmuro desprevenida.

—No dejo de pensar en ese beso—susurra inclinando su


cara y quedando a centímetros de la mía.

—Esto...

—Ahora que lo pienso ¿quieres que te acerque a casa?


Como te he traído yo no has venido en tu coche...—dice.
—¿Estás lista Julliet?—pregunta Kaden haciendo que
Sean y yo nos separemos de golpe.

La mirada de Sean viaja de Kaden a mí, hace una mueca


cuando el entendimiento llega a su cara.

—Ya te mandaré un mensaje—murmura antes de


voltearse con el ceño fruncido.

Ni siquiera me da tiempo a despedirme de él.

—¿Norma tres, recuerdas?—le digo a Kaden cruzándome


de brazos.

Él levanta su ceja y sonríe con arrogancia.

—¿Crees que estoy celoso?

—Acabas de espantar a Sean.

—Me importa una mierda, norma cinco ¿recuerdas? Si te


necesito soy tu prioridad. Cuando acabemos si quieres
te vas con él a follarlo.

Abro la boca con indignación y se da cuenta de que la ha


cagado con su comentario. Me doy la vuelta enfadada y
me coge del brazo.
—Perdona Juls...—es la primera vez que me llama así y
mi corazón se acelera—Solo...te necesito. No se que me
pasa contigo pero parece que nunca tengo suficiente de
ti. Discúlpame, no lo quería decir de ese modo...

Lo miro y veo arrepentimiento real en su mirada.

—Está bien.

Su cuerpo se relaja y sonríe.

—¿Quieres que vayamos a mi casa?—pregunta.

Hago una mueca de disgusto y me mira con interés.

—¿Qué pasa?

—Verás...tu barrio...y tu casa...

—Puedo llevarte a mi casa real—dice entre risas.

Lo miro con completa confusión.

—El sitio al que fuiste no es donde vivo realmente, lo


tengo rentado solo para llevar a...

A los polvos de una vez.

—¿Quién en su sano juicio tiene un apartamento de


follar?—señalo incrédula.
—Es más fácil para evitar que vuelvan, aunque no
funciono en tu caso...—se ríe.

—Estás loco—digo negando con la cabeza.

—Te prometo que te gustará, ¿quieres?—pregunta


extendiendo su mano.

Asiento y tomo su mano, intento ignorar la corriente que


siento cuando nuestros cuerpos se tocan.

Vamos hacía su moto y me da el casco que hay dentro


del asiento, lo coloco en mi cabeza y me mira de arriba a
abajo.

—Eres una fantasía andante nena—me dice antes de


colocarse su casco.

Me sonrojo y muerdo mi labio, por suerte con el casco


no me ve hacer eso.

Se sube y palmea el asiento invitándome a subir. Paso la


pierna y me siento, rodeo mis brazos en su cintura y
apoyo la cabeza en su espalda.

No debería sentirme así de bien.

 Norma uno, norma uno, norma uno.


El viaje se siente un poco largo pero no me molesta estar
abrazándolo.

Escucho el sonido del mar, debe de haber alguna playa


cerca, nunca había ido por esta zona.

Aparcamos delante de un casa impresionante, queda


bastante apartada del resto. Es una zona muy íntima y
se ve el agua del mar delante.

Abro la boca.

¿Kaden es rico? ¿Cómo puede vivir aquí?

Se ríe al ver mi expresión y se pasa la mano por el pelo.

—Te había dicho que te gustaría—murmura por lo bajo.

—¿Como diablos vives aquí? ¿Eres narco o algo?


¿Trabajas en seguridad como tapadera?—pregunto
sorprendida.

—Esta era la casa de mi padre—explica cambiando un


poco la expresión de su cara.

Parece un tema que no vamos a poder tocar.


—De todas formas tengo un negocio y gano algo de
dinero, lo del club es algo secundario que hago por
diversión.

—¿Te gusta ponerte duro con la gente?—pregunto


alzando mi ceja.

—Tu lo deberías saber mejor que nadie nena.

Me sonrojo y se ríe tirándome a sus brazos.

Me coge la cara entre sus manos y me besa. Mi cerebro


se apaga mientras nuestras bocas se mueven
desesperadas, pronto me quedo sin aliento y tengo que
apartarme para poder respirar de nuevo.

Caminos al interior y estoy realmente fascinada. Es un


sitio de ensueño.

—¿Cual es el otro negocio?—pregunto con curiosidad.

—Tengo un par de estudios de tatuajes—sonríe mientras


saca dos copas vino.

Solo nosotros nos ponemos a beber vino a las seis de la


mañana.

—¿Tatuajes?—pregunto mientras me llevo la copa a los


labios.
—Sí—contesta con diversión.

Me acerco y me mira con expectación. Paso mis manos


por su vientre tirando hacía arriba de su camiseta, él se
dejar hacer y alza los brazos ayudándome a quitarla.

Acaricio con la yema de mis dedos los dibujos sobre su


piel.

—¿Algunos de estos son tuyos?—le digo hipnotizada por


la tinta que le cubre.

—Los diseños son todos míos, y alguno de ellos sí me los


hice yo.

—Increíble—respondo.

Rodea su mano en mi muñeca impidiendo que siga


tocándolo.

—No sabes lo mucho que te deseo Juls—su voz está más


ronca de lo normal.

Ahí esta el Juls de nuevo, me siento estúpidamente


emocionada porque me llame así.

—Demuéstramelo—susurro.
Esperancitos, poned ahora mismo de fondo Crazy in
Love versión Remix (50 sombras de Grey) de la diosa
Beyoncé, es lo que he tenido modo bucle para
escribir las escenitas de este capítulo.

17. Love Me Harder


"And if in the moment you bite your lip
When I get you moaning you'll know it's real"
—Kaden—jadeo sin aliento—Por favor...estoy demasiado
caliente...Necesito...

Lleva un rato besándome en su cama, me ha quitado


toda la ropa menos mis bragas.

Hace como diez minutos que está jugando conmigo,


pasea sus dedos por encima de la humedad formada en
mi ropa interior, a veces las retira e introduce un dedo,
otras me acaricia en círculos volviéndome
completamente loca de necesidad.

Se aparta con una sonrisa traviesa llena de promesas.

—¿Demasiado caliente?—pregunta con tono burlón.

Mis caderas se mueven pero las ignora.

—Kaden...
—Habrá que enfriarte de algún modo

—¿Qué?—soy incapaz de pensar, solo necesito correrme.


Siento mi cuerpo al límite por la desesperación.

—¿Donde vas?—pregunto.

Coge su cinturón y me mira con lujuria.

—¿Que-que estás haciendo?—tartamudeo.

—Shhh—murmura mientras amarra mis manos juntas


con su cinturón. Lo miro confusa y enfadada por
dejarme en una tortura eterna.—Bienvenida al bondage
Julliet

Hola papi Grey

—Kaden—mi tono de voz suena cada vez más frustrado.

Se ríe y alza mis brazos, pasa la cuerda sobrante del


cinturón por el poste y hace un nudo dejándome atada.

Me retuerzo buscando su contacto.

Saca algo de su cajón y lo miro con curiosidad. Es un


antifaz de los que utiliza la gente para dormir.

O para no dormir...
Me lo coloca y no veo nada, me caliento más cada
segundo que pasa.

—Espera aquí—ordena plantando un dulce beso en la


punta de mi nariz.

Como si pudiera ir a otro sitio.

Aunque no me vea lo estoy mirando furiosa.

Escucho como se pone en pie y luego pasos por la


habitación.

¿Es una broma? Oh dios mío voy a matarlo.

—Kaden ¿que mierda estás haciendo?

—Ahora vengo nena.

Lo voy a matar, voy a librarme como sea de su agarre y lo


estrangularé con su maldito cinturón.

Escucho pasos por la casa y las imágenes de lo


sangrienta que será su muerte en mis manos aparecen
en mi cabeza.

Bueno, primero lo follaré antes de matarlo.

Pasa un minuto y me estoy volviendo loca, ni siquiera


puedo tocarme y estoy tan necesitada.
Escucho como se acerca y aunque él no lo sepa lo estoy
atravesando con la mirada.

—¿Alguien ha dicho que estaba muy caliente?—se burla.

—Kaden por favor—ruego.

Coge mi cara entre sus manos y abro mi boca cuando se


acerca. Jadeo al sentir algo helado en sus labios, es un
maldito cubo de hielo. Sus labios mojados por el hielo
derritiéndose chocan con los míos, el contraste de
nuestras bocas calientes con el hielo congelado es
confuso y sexy.

Mi lengua se encuentra con el bloque helado y el frío me


atraviesa, jadeo cuando noto su lengua junto a la mía.

Se tira hacía atrás y protesto, el no ver nada me


mantiene expectante. 

 Pasea el hielo por mi mandíbula, continua bajando por


mi cuello y me estremezco, lo mueve a lo largo de mi
clavícula dibujando una línea invisible que va dejando
gotitas de agua.

Mis pezones están tan erectos que podría cortar el cristal


con ellos. Sigue bajando y gimo cuando hace círculos con
el hielo sobre el montículo de mi pecho, los realiza
alrededor de la areola del pezón hasta que deja caer el
hielo justo en miedo.

Grito de placer por el contraste de sensaciones y me


siento mareada. Mis manos luchan desesperadas por
liberarse y poder tocarlo.

Realiza la misma acción con el otro pecho y gimo.

El hielo acaba reduciéndose en un trozo muy diminuto.


Mueve su mano y lo escucho tanteando algo en la
mesita, descubro que es otro hielo cuando lo deja caer
en mi esternón. Lo pasea justo por el centro de mis
pechos hasta mi vientre, cuando llega a mi cadera lo
mueve de lado a lado y mis piernas se retuercen.

—Kaden por dios...—lloriqueó.

Se ríe en voz baja y mi instinto asesino reaparece de


nuevo. Deja descansar el hielo en mi ombligo y me baja
el elástico de las bragas. Alzo mis caderas para ayudarle
a quitármelas.

Noto como recupera el hielo y lo baja, lo va deslizando


por el interior de mi muslo muy lentamente. Contengo el
aire, jadeando.

Cuando lo coloca en el centro de mis piernas exclamo un


grito ahogado. Lo presiona y lo mueve contra la zona
llena de terminaciones nerviosas y mis caderas se
retuercen, el frío es tan intenso que siento ardor. Muevo
mi cabeza contra la almohada y mis piernas se tensan.

Baja el hielo un poco dejando un reguero de agua y lo


introduce un poco en mi interior.

—¡Kaden!—gimo.

—Solo cumplo tus peticiones nena, tenías mucho calor,


¿no?

Maldito Kaden.

Mi espalda se arquea mientras sigue jugando con el


hielo en mi entrepierna, el contraste de sensaciones me
está volviendo completamente loca.

—No sabes lo excitante que es verte así—murmura con


esa voz ronca tan sexy que tiene.

—Kaden...por favor...por favor—ruego moviendo mis


caderas.

—¿Por favor qué?—estoy segura de que esta diciendo


eso con esa estúpida sonrisa arrogante que amo.

Esto...que amo no, que me gusta. Sí, me gusta, me


encanta.
Aiiiiiiis

—Por favor, fóllame ya—estoy tan necesitada que no me


importa decir lo que sea. Y eso es exactamente lo que él
quiere oír.

—Uhmm...no puedo negarte una petición así.

El sonido de la cremallera de su pantalón bajando hace


que casi me corra y llore de alegría.

—Mierda—gruñe.

—¿Qué?—muevo mi cabeza.

—No tengo condones, nunca me han hecho falta aquí—


dice en un soplido.

A tomar por culo, no me importa.

—Da igual, ya lo hemos hecho antes, ambos estamos


limpios y yo estoy en control de natalidad. Así que
fóllame antes de que muera de frustración, por favor—
suplico entre lloriqueos.

Se ríe y abre bien mis piernas, se coloca en medio y noto


como frota su erección contra mí, mis caderas se
levantan buscándolo, pero sigue con su lenta tortura.
—Kaden, por favor...—algún día me vengaré dulcemente
de esto.

Coloca la punta en la entrada y poco a poco se mete en


mi interior. Lo hace tan lentamente que puedo notar
cada centímetro de placer que me da.

Suspiro del gozo de tenerlo completamente enterrado,


balancea sus caderas hacía atrás y vuelve a entrar con
más fuerza. Mis caderas se mueven para encontrarlo a
medio a camino y empezamos a movernos de forma
coordinada.

—Quiero verte...por favor—le pido.

Su mano arranca el antifaz y sus ojos azulados hacen


que se contraiga el estómago.

Creo que es la primera vez que follamos de este modo,


de repente se siente mucho más íntimo.

Acaricia mis muslos con sus manos y los enrolla en sus


caderas, lo noto más profundo todavía de este modo.

Sigue entrando y saliendo, cada vez con más intensidad.


Noto como la humedad del cubito ya ha desaparecido
del todo y solo hay calor, la piel con piel con él me esta
haciendo perder la cordura. Se siente tan bien. Tan bien.
Es imposible no volverse adicta al sexo con Kaden. Ese
hombre esta diseñado para hacer perder la cabeza a
cualquier con su herramienta mágica.

Mi cuerpo se tensa a medida que me acerco, siento la


presión en lo bajo de mi vientre y gimo con fuerza
mientras me corro a su alrededor.

—No cierres los ojos—ordena mientras me dejo llevar.

Entra una vez más y se deja ir en mi interior, mantiene


su mirada en la mía y me resulta muy sensual.

Se deja caer y me besa con fuerza. Nuestras lenguas se


rozan, atrapa mi labio inferior con sus dientes y tira de
el.

Me ha convertido en el monstruo de los gemidos, es


estar en sus brazos y todo lo que puedo hacer es gemir y
gemir.

Desata mis brazos y siento alivio cuando los puedo bajar


de nuevo, es casi un segundo orgasmo.

Acaricia mis muñecas y las besa.

Me derrito mirándolo más de lo que se ha derretido el


maldito cubito de hielo.
—¿Todo bien?—pregunta con una sonrisa ladeada.

Asiento mientras mi respiración se normaliza.

—Genial, porque no hemos acabado todavía...—me tira


hacía adelante y me quedo sentada entre sus piernas.

Este hombre me va a matar de placer, y no hay quejas al


respecto señoría.

***

El olor de algo rico cocinándose me despierta, me


revuelvo y me doy cuenta de que no se donde estoy.

La cama del papi Grey.

Cierto, otra vez hemos tenido mucha actividad física


hasta caer dormidos del agotamiento.

Me levanto y cojo una de sus camisetas cubriendo mi


cuerpo desnudo. Camino siguiendo el olor de comida y
mi estómago gruñe.

—No me debería gustar tanto verte en mi ropa—hace un


gesto de aprobación barriéndome con su mirada.

¿Hola? ¿Normas? ¿Habéis borrado esa parte de vuestros


cerebros?
Kaden está vestido únicamente con sus bóxers y la
imagen me da hambre de algo más que comida.

—Por favor dime que llevas algo de ropa interior debajo


de eso—sus ojos se entrecierran señalándome.

—¿Porque no lo descubres por ti mismo?—contesto con


una sonrisa pícara.

Apaga el fuego y en dos grandes zancadas llega a mi


lado. Me alza cogiéndome del trasero, obligándome a
enrollar las piernas a su alrededor. Camina y me deja
encima de la encimera.

Inclino mi cabeza mientras lo miro con diversión.

—¿Qué estás haciendo? ¿No vamos a comer?

Se agacha y pone su cara en la altura de mi entrepierna.

—Eso es justo lo que voy a hacer ahora nena.

Muerdo mi labio con fuerza cuando noto su lengua ahí,


mis manos arañan sus hombros y mis caderas se
empiezan a mover al compás de su boca.

Mete un par de dedos en mi interior y grito extasiada.


Los va introduciendo y sacando mientras su boca
continua proporcionándome placer, en pocos minutos
me tiene jadeando y me corro en su boca.

Esa amigos, es la lengua más habilidosa que existe en la


Tierra.

Sonríe cuando se aparta y lame sus labios. Joder. No hay


nada más sensual en la maldita galaxia.

Veo el bulto que se ha formado en su bóxer y me siento


en la obligación de devolver el favor.

Salto de la encimera y me pongo de rodillas, sus ojos se


oscurecen cuando averigua mis intenciones.

Lo libero de su bóxer y gime cuando envuelvo mi mano


en el. Saco la lengua y lo lamo lentamente mientras
mantengo su mirada en él.

—Joder Julliet—gruñe con los ojos crispados por el


deseo.

Chupo la punta con lentitud y jadea, me siento muy


poderosa controlando su placer. Reprimo una sonrisa
victoriosa mientras lo introduzco en mi boca.

Tira su cabeza hacía atrás y suspira placenteramente.


Lo rodeo con la lengua al mismo tiempo que sigo
metiéndolo y sacándolo. Enrolla sus dedos en mi pelo y
empuja sus caderas.

Clavo mis uñas en su trasero y su respiración cada vez se


vuelve más pesada. Noto como se acerca y aprieta sus
dedos en mi cuero cabelludo mientras un líquido me
golpea la parte posterior de la garganta.

Sale de mi boca y se pasa las manos por el pelo. Me


pongo de pie sintiéndome la ama del universo.

—Eres demasiado adictiva nena—admite besando mis


labios. Sentir nuestros sabores en nuestras bocas se
siente sucio y morboso.

Mi estomago gruñe recordándome que lo que quiere es


comida y Kaden se ríe contra mi boca.

—Me ha quedado claro—bromea palmeando mi vientre.

Observo como sirve la comida en los platos y


prácticamente babeo.

—¿Trabajas en el club cada noche?—pregunto mientras


nos sentamos en la mesa.

—No, solo los viernes y los sábados, es cuando más


clientes hay.
Uhmm, justo los días que trabajo yo, la noticia me alegra
demasiado.

—¿Y el resto del tiempo estás en los estudios de


tatuajes? Me cuesta verte como a un chico de negocios—
me burlo llevándome el tenedor a la boca.

Prometo que la cocina de Kaden es tan buena que me


hace querer secuestrarlo y encadenarlo en mi cocina.
Nunca había disfrutado tanto comiendo.

—¿Por qué?—alza una ceja con interés.

—No se...solo...te veo muy joven y...

—¿Cuantos años crees que tengo?—pregunta


conteniendo una sonrisa, el brillo de sus ojos le delata.

Es algo que nunca me había planteado, lo recorro con


mis ojos intrigada por el reto de acertar su edad.

—¿Veinticuatro?—tanteo.

Luce joven, dudo que tenga muchos más años que yo.

Kaden niega la cabeza divertido.

Golpeo mi barbilla con mis dedos.

—Más de veintiséis es imposible...—murmuro.


—¿Lo es?—se ríe.

No hay nada en el mundo como verlo reírse, es chocante


y baja por completo mis defensas.
Por lo que he visto hasta ahora Kaden es bastante serio
y distante con la gente en general. Así que verlo reírse es
como observar un avivamiento de ovnis. 

—¿Kaden cuantos años tienes?

—Veintinueve.

Jadeo sorprendida. No aparenta para nada esa edad.

—¿Eres tan viejo?—digo boquiabierta.

—¿Viejo?—una sonrisa asoma la comisura de sus labios


—¿Cuantos años tienes tú?

Decido gastarle un pequeña broma.

—La noche que me follaste por primera vez era mi


decimoctavo cumpleaños.

Abre sus ojos de par en par y se atraganta.

Vale, tal vez no ha sido una buena idea la bromita.


Golpeo su espalda y le paso el vaso de agua.

—Es broma Kaden, tengo veintiuno.


—¿Te crees muy graciosilla, eh?—pregunta limpiándose
la boca con la servilleta.

—Solo quería observar tu reacción—me burlo—Pero


ahora sé que no debo bromear con alguien de una edad
tan avanzada, puede ser perjudicial para su salud.

Una sonrisa ladeada aparece en su rostro.

—¿Edad avanzada?—se inclina hasta la altura de mi oído


—¿Mi rendimiento de hace unas horas te parecía de
alguien de edad avanzada?

Contengo el aliento, su voz provoca que mi interior se


derrita.

—No lo recuerdo bien—me hago la loca.

—Bueno, supongo que tendremos una tarde muy


ocupada recordándotelo—sentencia con seriedad. Sus
ojos azulados brillan más que nunca.

Mi cuerpo se preparada con anticipación. Está adicción


debería estar empezando a preocuparme pero no puede
importarme menos.

Hablar con Kaden cada vez es más divertido e


interesante.
Terminamos de comer y recogemos todo, cuando
caminamos de regreso a su dormitorio entre risas no
puedo evitar parar en el pasillo. No me había dado
cuenta hasta ahora de que está repleto de estanterías
llenas de libros. Kaden me observa mirándolos y sonríe.

—Eran de mi madre, por lo visto era una lectora


romántica empedernida—aclara.

—¿Era?—hago todos mis esfuerzos por no preguntar,


pero mi curiosidad siempre me supera.

Asiente evitando mi mirada, otro tema que parece que


no vamos a poder tocar.

—¿Y los has leído?—pregunto asombrada pasando mis


dedos por los lomos de los libros.

—Sí—murmura.

—¿Todos?

—Sí, es una buena forma de mirar el mundo con sus


ojos.

Mi corazón da un vuelco con sus palabras. Lo miro de


reojo mientras coge uno de los libros.
¿Que te ha hecho ser tan frío con la gente Kaden? ¿Estás tan
roto como yo? ¿Cuanto has sufrido?

Así que Kaden es un lector ávido, yo leo algo de tanto en


tanto, pero no soy una gran aficionada.

Me extiende el libro que tiene en las manos.

—En dos palabras se resumiría entonces mi futuro: muerte


e infierno; porque la vida, si la perdiera a ella, sería un
infierno.

El aire escapa de mis pulmones mientras lo escucho.

—¿Es de cumbres borrascosas?—pregunto mirando el


libro que me ha pasado.

—Sí, es mi favorito.

—Nunca lo he leído.

—Puedo prestártelo, si quieres—inclina la cabeza y se


cruza de brazos.

¿Me va a prestar su libro favorito?

—Esta bien—contesto.

—Cuídalo bien...o tendré que darte unos azotes como


escarmiento.
Mi boca se seca.

Papi Grey quiere salir a jugar.

—Aunque creo que eso te gustaría demasiado—


murmura con una mirada lujuriosa.

—Tendré cuidado—aseguro mordiendo mi labio.

Cuando llegamos a su habitación observo las vistas al


mar que ofrece, debe ser una fantasía vivir aquí.

—¿Quieres darte un baño?—pregunta sonriente.

—No tengo bañador...

—¿Y qué? Esa es la mejor parte.

La mirada lasciva de sus ojos hace que mi respiración se


acelere. No se que está haciendo Kaden conmigo, pero
sé que no quiero que pare.

18. So Far Away


"How do I live without the ones I love?"

Sin duda este debe haber sido el fin de semana más


intenso de mi vida. Cuando Kaden me deja delante de
casa todavía estoy procesando todo lo que ha pasado en
las últimas cuarenta y ocho horas de mi vida.

Lo que resume a mucho muchísimo sexo con Kaden.

Siento mis músculos internos doloridos y maltratados,


aún así mi cuerpo masoca sigue pidiendo más de Kaden.

Cuando abro la puerta de casa la soledad me invade un


poco, arrastro mis pies hasta mi cuarto y miro la hora del
reloj que adorna la pared.

Son casi las once de la noche y no he hecho los ejercicios


on-line que mandó el Sr. Henderson, el plazo de
realización cierra a las doce así que lo veo prácticamente
imposible.

No debería haberme quedado con Kaden tanto tiempo,


pero después de comer hemos ido a la playa y después
de la playa a la ducha.

O mejor dicho: sexo en la playa y sexo en la ducha.

Abro mi portátil y me dejo caer en la cama, entro en el


campus virtual y suspiro.

Déjate de ejercicios y mañana te pones la falda, aprobado


listo.
Mi cabeza empieza a echar humo mientras intento
buscar las respuestas en los pdfs colgados. Esto es
imposible. Esta asignatura es demasiado aburrida.

Mi teléfono vibra e intento resistir la tentación de mirar


quién me está hablando, necesito acabar de responder
las preguntas virtuales.

Un nuevo zumbido acaba con mi fuerza de voluntad y


volteo el teléfono para ver de quién se trata.

Tengo dos mensajes pendientes de leer.

Sean: Aquí está el mensaje prometido...¿Cuando


podemos quedar de nuevo?

Devan: ¿Te masturbas antes de irte a dormir? Si la


respuesta es afirmativa ¿me puedes enviar una foto? Te
mandaré otra a cambio.

Mordisqueo mis uñas y niego volviendo a los ejercicios


del campus, el reloj parece burlarse de mí. Veinte
minutos, eso es todo lo que me queda para responder
treinta preguntas.

Misión imposible, abortar. Iniciamos plan fantasía del Sr.


Profesorcaliente.
Estúpido subconsciente. Empiezo a leer las preguntas
por encima y contestar un poco al azar, no se que
porcentaje tiene este ejercicio en la nota final pero rezo
porque sea muy bajo.

Otro zumbido me hace desviar la mirada a mi teléfono.

Taylor: ¿Mañana quieres que nos veamos ? ¿Tú casa o la


mía?

Mi estomago se encoge con anticipación.

No no no, debo acabar, me queda diez minutos.

La exasperación va en aumento a medida que veo como


el tiempo pasa, el ordenador decide bloquearse por la
saturación de estar abriendo ochocientas pestañas en
las que estoy intentando buscar las respuestas.

—¡No, ahora no, mierda!—golpeo el teclado con fuerza.

Y esa, amigos, es una mala decisión.

"Añadiendo contenido adjunto..." "Enviando el


mensaje..."

¿Contenido adjunto? ¿Mensaje? ¿Qué mensaje?

De repente se empieza a cerrar todo.


"Apagando el sistema...."

—¡Jodeeeer!—grito frustrada mientras me tiro hacía


atrás en la cama. Me incorporo de golpe y enciendo de
nuevo el ordenador.

—¡Vamos, vamos, vamos!—le grito al aparato electrónico


que tengo delante.

¿La falda negra de volantes la seguimos teniendo en el


armario?

Cuando se abre la pantalla de inicio abro con


desesperación el correo de estudiantes, voy a la bandeja
de elementos enviados y mis dedos tiemblan mientras
abro el mensaje.

Solo tengo dos imágenes en mi portátil; una es con mi


familia y la otra es con Lexi en la playa este verano.

Por lo visto le he mandado una de esas fotos al Sr.


Henderson.

Obviamente como la mala suerte me persigue la foto


enviada es la de la playa.

¿He mencionado que salgo en topless?

Ah, y los ejercicios se han quedado a medio contestar.


Genial. Maravilloso. Fabuloso.

Rápidamente tecleo un mensaje de disculpas para el Sr.


Henderson.

¿Se puede hacer más el ridículo?

Bueno, creo que es hora de mirar perfiles académicos de


otras carreras, esta claro que no puedo volver a verle la
cara al Sr. Henderson, ah y también debería a empezar a
buscar otro trabajo.

Cierro el portátil con un bufido y estoy tentada de tirarlo


al suelo para descargar la rabia, pero no me puedo
permitir comprar uno nuevo ahora.

Cojo el teléfono y mando respuestas a los mensajes que


tengo sin contestar antes de acostarme.

Tal vez deba empezar a hacerme religiosa para que mis


plegarias empiezan a tener algo de valor, porque sin
duda antes de cerrar los ojos rezo porque mañana el Sr.
Henderson no vaya a clase.

***

Estoy prácticamente bailando de la emoción, parece que


no voy a tener que comprar una biblia porque mis
deseos se han cumplido.
Hace quince minutos que debería haber empezado la
clase y el Sr. Henderson no está por ningún lado, los
cuchicheos son cada vez más audibles y algunas
personas ya se han ido del aula.

—¿Y como ha ido tu fin de semana?—me pregunta


Taylor mientras golpetea el bolígrafo contra la mesa con
impaciencia.

¿Mi fin de semana?

No sabría ni por donde empezar.

—Bastante bien—me limito a decir mientras muerdo mi


labio.

—¿Y el trabajo nuevo? Seguro que no era para tanto ¿no?

Me atraganto con mi propia saliva y empiezo a toser con


violencia.

Taylor me golpea la espalda y me mira con una ceja


alzada.

—No, no ha sido para tanto—creo que hasta mi alma se


sonroja pensando en el club Mala.

—¿Ves que bien? Tal vez podría ir algún día, ¿ponen


buena música?
La puerta se abre de golpe librándome de responder a
Taylor. El Sr. Henderson entra hecha una furia y deja
caer su maletín en el escritorio ante de dirigirse a
nosotros.

—Les pido disculpas por mi impuntualidad, he tenido


unos inconvenientes personales durante el camino—
explica pasándose la mano por su pelo.

La clase se queda sumida en completo silencio, notamos


que el Sr. Henderson no está de humor para que nadie
se atreva ni a suspirar.

Empieza a dar la clase y me doy cuenta que no fija su


mirada en mí en ningún momento. El alivio recorre por
mis venas, no podría soportar mirarlo a la cara. Tal vez
dentro de medio año sea capaz, sí.

Nuestro querido sexy profesor da tanto temario en dos


horas que siento que mi cabeza va a estallar por
procesamiento excesivo de datos.

Cuando suena el timbre varios alumnos suspiran


aliviados, creo que media clase estaba a un termino
nuevo más del suicidio.
Bajo feliz por las escaleras del anfiteatro, Taylor a mi
lado parlotea alegremente sobre algo del último álbum
de un grupo llamado no se qué segundos de verano.

—¿Srta. Collins puedo tener unas palabras con usted?—


dice en voz alta el Sr. Henderson.

Me estremezco y trago con fuerza. ¿Y si me hago la


sorda? Sí, eso puede funcionar.

Continuo caminando lentamente y escucho un


carraspeo.

—Juls creo que el Sr. Henderson te ha llamado—dice


Taylor girando su cabeza hacía él.

Expuesta.

Cierro los ojos y cuento hasta cinco, giro mis talones y


arrastro los pies hasta su escritorio. Mi mirada se queda
clavada en el suelo.

—¿Quería algo?

El golpe de la puerta cerrándose me hace levantar la


mirada. Estamos solos. Estupendo.

—Sepa que sus desnudos parciales no conseguirán subir


la nota de un ejercicio incompleto, rogaría que se
abstuviera de mandar ese tipo de contenido en un
futuro.

Siento como si fuera a vomitar, estoy demasiado


nerviosa por sus palabras.

—Como le dije en el correo Sr. Henderson yo no sé que


pasó, el ordenador se bloqueó y no sé como...

Levanta la mano cortando mi discurso.

—No me interesan sus justificaciones Srta. Collins.

Mis mejillas se tiñen por la humillación.

—Le pido disculpas, no volverá a suceder—aseguro.

—Espero que así sea—dice entre dientes.

No soporto tu mal humor porque le hace lucir


demasiado sexy.

Camino en grandes zancadas hasta la salida


desesperada por abandonar el aula y las luces empiezan
a parpadear hasta que se apaga.

Miro extrañada a mi alrededor, pongo mi mano en el


tirador de la puerta y esta no cede. La sacudo y nada de
nada. Está bloqueada.
Esto tiene que ser una broma.

El Sr. Henderson llega hasta mi lado y su cercanía eriza


mi piel.

—¿Qué sucede?—pregunta rozando su mano con la mía


cuando yo la apartó y la estira para abrir la puerta.

Mueve la manilla de forma enérgica y esta continua


bloqueada. Saca su tarjeta de profesorado y la acerca al
sensor.

—Está bloqueada—anuncia por lo bajo.

Se acerca al interruptor y prueba a encenderlo.

—Se ha ido la luz—declara con un suspiro.

—¿Que tiene que ver eso con la puerta?—pregunto


haciendo un mohín.

—Las puertas van conectadas a la corriente, hasta que


no vuelva la luz no podré abrirla.

Esta tiene que ser la peor broma del universo.

—¿Bueno y no se puede llamar a nadie para que nos


saquen de aquí?
—De todas formas no podrán hacer nada hasta que
vuelva la luz, no creo que tarde mucho, ya ha pasado
esto anteriormente.

Empiezo a caminar de un lado a otro con impaciencia,


reparo en las ventanas que hay al final del aula y me
muevo hasta allí.

Me asomo y valoro la distancia, sí, seguramente acabaría


con alguna extremidad.

—¿La idea de estar encerrado conmigo es tan horrible


que se está planteando saltar?—pregunta Andrew
cruzándose de brazos.

—No me gusta estar encerrada—repongo—No es por


usted.

—Mírelo por el lado bueno, por lo menos no se ha


quedado colgando en un ascensor.

La sola idea me pone los pelos de punta. Qué miedo.

—¿Bueno no decía que esto se solucionaba rápido?


¿Deben de haber pasado ya quince minutos por lo
menos no?

Extiende su muñeca y mira el reloj.


—Trece para ser exactos.

Resoplo y continuo moviéndome de un lado a otro.

—Su nerviosismo se me está empezando a contagiar—


comenta mientras me sigue con la mirada.

—Bueno no creo que pueda relajarme—farfullo.

Noto un nudo en el estómago y tengo los nervios a flor


de piel. Estar a solas con el Sr. Henderson me pone
demasiado nerviosa.

—¿Quiere hacer el favor de sentarse? Va acabar


haciendo un agujero en el suelo.

—Bueno tal vez así logremos salir de aquí.

—¿Es usted un tanto dramática, no cree? No es como


que nos hayan puesto en cuarentena y vayamos a estar
meses aquí encerrados, el problema eléctrico se
solucionará pronto.

Hago una risa sarcástica y continuo paseando


frenéticamente por el aula.

El Sr. Henderson se apoya contra su escritorio y me mira


de brazos cruzados. Los minutos siguen pasando y
siento que me voy a volver loca, necesito distraerme.
—¿Por qué ha llegado tarde?—le pregunto.

—¿Qué le hace pensar que voy a hablar de mi vida


privada con usted?—replica.

—¿Es siempre tan antipático?—las palabras salen de mi


boca antes de pensarlas.

Aprieta los labios.

—¿Es usted siempre tan entrometida?

—Sí, es uno de mis múltiples defectos. He supuesto que


preferiría que le preguntara eso y no el por qué de abrir
una serie de clubs liberales por todo el país.

Los hombros del Sr. Henderson se tensan.

—¿Conoce el refrán la curiosidad mató al gato?

—¿Insinúa que me va a matar por unas preguntas?

Una sonrisa asoma la comisura de sus labios y mi


corazón se salta un latido.

—¿Por qué no me dice usted porque dejó la carrera hace


tres años?

Es mi turno de tensarme.
—Miau—respondo infantilmente.

—Si se cree ingeniosa permítame decirle que no lo es.

—¿Quién es el entrometido ahora?

—Soy su profesor, mis motivos son legítimos.

—Como abogado creo que está haciendo un uso


inadecuado del término legitimidad.

Muestra su perfecta dentadura en una nueva sonrisa.

—Hagamos una cosa, si usted me responde a la


pregunta yo le responderé a una de sus entrometidas
preguntas.

Levanto mi ceja curiosa por su oferta.

—¿A la que yo quiera?

Entrecierra sus ojos y asiente.

Cojo aire y lo expulso con fuerza.

—El día que empecé la universidad mis padres


fallecieron en un accidente de coche. Mi hermano
pequeño iba con ellos y quedó muy grave, estuve
diariamente con él durante el siguiente año. Estudiar se
sentía...algo que podía esperar.
Su rostro se va poniendo serio a medida que asimila mis
palabras. Nunca hablo de esto con tanta facilidad, y
menos con desconocidos.

Empiezo a subir y bajar las escaleras del anfiteatro, no


puedo quedarme quieta, necesito estar en constante
movimiento para ir liberando el nerviosismo que me
recorre.

—Yo...lo siento Srta. Collins.

—¿Sabe que es lo peor de todo?—murmuro mientras


mis pies se tambalean en los escalones.

Niega la cabeza.

Noto el vacío acentuándose en mi pecho.

—Que lo último que le dije a mis padres es que ellos


estaban muertos para mí—confieso.

Las lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas pero las


ignoro.

El Sr. Henderson jadea ante mi declaración. Apuesto a


que lo he incomodado, él se lo ha buscado, por
preguntar.
—Obviamente no lo decía enserio, era una adolescente
tonta y estúpida. Pero esas fueron mis últimas palabras
para ellos. ¿Sabe lo jodido que es eso?

—Estoy seguro de que no se tomaron enserio sus


palabras—responde.

—Aún así...—muerdo la parte interna de mi boca,


conteniendo el nudo que se forma en mi garganta.

El Sr. Henderson hace un ademán de acercarse pero alzo


mi brazo para detenerlo.

—Estoy bien—digo sorbiendo la nariz y limpiando las


lágrimas derramadas.

—Srta. Collins no debe...

Muevo mis pies por las escaleras con más rapidez, con
tanta rapidez que piso antes de alcanzar el escalón y
resbalo escaleras abajo.

Unos brazos amortiguan la caída y jadeo acelerada. La


adrenalina se ha disparado por mi cuerpo.

—Joder Julliet, ¿estas bien?—gruñe mientras noto sus


brazos rodeándome.
Me echo a llorar, me siento en una montaña rusa de
emociones.

Sus brazos cálidos me envuelven, su mano acaricia mi


pelo.

Me vuelvo vulnerable e indefensa en su pecho, no se


porque me da la sensación de que puedo hablar
abiertamente con el Sr. Henderson.

—¿Como podemos vivir sin los que amamos?—pregunto


desconsolada.

Es como si la herida se hubiera abierto de nuevo por


completo. Desgarradora y profunda. Arrastrándome a
un abismo de tristeza.

—A veces es tan difícil...tan difícil...—continuo entre


lágrimas.

Se separa y me mira fijamente.

—La vida sigue, pero al mismo tiempo es como si se


hubiera parado de algún modo...—dice él.

Es así justo como lo siento.

—Entiendo tu sufrimiento Julliet, pero mientras estés


viva ellos lo estarán contigo, en tu recuerdo.
Sorbo y asiento con la cabeza, es medio reconfortante
esa realidad.

Me mantiene abrazada y me relajo en su cálido pecho.


No se cuanto rato pasamos así pero acabo con la cabeza
más despejada.

Intento ponerme en pie y separarme de él pero el tobillo


me da una punzada de dolor al apoyarlo.

—¿Te lo has torcido?—pregunta el Sr. Henderson


viéndome como hago una mueca de dolor.

—Eso creo—murmuro.

Me siento en uno de los pupitres y alzo el pie.

—Déjame ver—indica colocando sus manos en mi


tobillo.

Asiento y sube un poco mi pantalón, descuerda mi


deportiva y el gesto de repente se siente demasiado
íntimo. ¿Qué está pasando?

Me quito el calcetín yo y ambos miramos mi pie, la zona


lateral se está torneando de rojo.

—Tiene pinta de esguince—farfulla—¿Duele mucho?


Curvo mis labios hacía abajo.

—Solo cuando apoyo el peso en el.

Su mano descansa de forma inocente en mi muslo, pero


yo me estoy siendo muy consciente del acto.

—Esto...—carraspeo fijando mi mirada en su mano, él se


percata de la dirección de mi mirada y retira la mano con
rapidez pidiendo disculpas.

—Sr. Henderson...gracias...por escucharme.

Una sonrisa pura se desliza por su boca.

—Bueno, ahora es tu turno, ¿cual es esa pregunta


entrometida?—dice intrigado.

Muerdo mi labio, ya no me siento tan valiente para


hacérsela.

—¿Y bien?

—No quieres saberla...

—Realmente tengo mucha curiosidad al respecto.

Levanto mi mirada y trago con fuerza.

—¿Cual de sus alumnas le hace perder la cabeza?


Su boca se abre, ligeramente asombrado.

—Stra. Collins...

Y vuelvo a ser "señorita", se ha acabado lo de tutearnos.

—Cumpla con su parte del trato Sr. Henderson.

Se humedece los labios y se inclina un poco, dejo de


respirar al sentir su cercanía.

La luces empiezan a parpadear de nuevo.

Ya somos libres.

19. Parachute
"But first I'm gonna show you something
You fucked this up yourself"
—A veces es mejor vivir en la ignorancia Srta. Collins—
murmura cerca de mis labios.
Tengo el pulso tan alterado como si acabara de correr
una maldita maratón.

—Pero como ya le he dicho una de mis debilidades es


ser demasiado curiosa...—susurro hipnotizada por el
momento.

—¿Cambiaría algo que se lo dijera?—inclina su cabeza


hacía un lado.

—No lo se, ¿lo haría?—demando.

—No—asegura desviando la mirada.

El Sr. Henderson se aparta y la decepción se instala en


mi sistema circulatorio.

Me coloco de nuevo el calcetín y el zapato, bajo del


pupitre apoyando el pie bueno y cojeo un poco por el
lugar.

Los murmullos son cada vez más audibles en los pasillos,


la gente de que debía estar encerradas en otras aulas
está saliendo con desesperación de las clases.

—¿Quiere que la acompañe o avise a alguien?—pregunta


el Sr. Henderson sin dirigirme la mirada mientras guarda
las cosas de su escritorio en su maletín.
Intento caminar como puedo pero los pinchazos me
hacen jadear de dolor.

—No, ya me las apañaré de algún modo...

—Srta. Collins no tengo clases por el resto del día, puedo


acercarla a que le hagan una revisión. La universidad
tiene seguro médico para los estudiantes y esto le ha
sucedido dentro del recinto universitario.

—Bueno, esta bien...

Coge mi brazo y lo pasa por el suyo, haciendo que mi


peso quede repartido en él.

Caminamos lentamente hasta su coche, algunos


alumnos nos miran descaradamente mientras
cuchichean.

Bueno, oficialmente ya eres la comidilla del campus.

El Sr. Henderson me abre la puerta del coche y me ayuda


a subir, realmente no es para tanto pero él insiste.

Lo miro de reojo sentarse en el otro asiento, revisa los


espejos y pone su cinturón de seguridad.

—Puedes poner la radio si quieres—murmura mientras


mantiene la mirada fija en la carretera.
Como he vuelto a darme ese capricho de escuchar
música alargo la mano y enciendo el estéreo del coche.

Voy pasando de emisora por la pantalla hasta que mis


oídos reconocen una canción, creo que es una de esas
con las que Taylor ha estado machacándome en la
universidad durante nuestras sesiones de estudio.

Nos quedamos en silencio y por mi cabeza siguen


pasando miles de preguntas inapropiadas, mi cerebro
escoge una al azar para formular en voz alta.

—¿Está usted metido en todo eso del BDSM?

El coche se sacude por el frenazo brusco que da cuando


nos acercamos a un semáforo en rojo.

—¡¿Srta. Collins cree que este es el mejor momento para


hacer preguntas de esa índole?!

Me encojo en mi asiento.

—Disculpe—digo mordiendo mi lengua.

Sacude la cabeza y resopla.

—Está claro que usted es  un caso aparte.—resopla—


Por favor, no me vuelva a formular preguntas de
carácter sexual nunca más.
—¿Por qué? ¿Le hace pensar en situaciones
comprometidas...conmigo?—inhalo conteniendo el aire
en mis pulmones.

Su mandíbula se tensa.

—Su curiosidad no conoce límites.

—¿Sabe que evitando responder a mis preguntas me da


idea de las respuestas?

Eso es, hazlo sudar.

—Respuestas que usted asume, yo no estoy


confirmando ni desmintiendo nada.

Maldito rompecabezas sexy.

—La Sra. Myers sí que está metida en ese mundo ¿no? Y


usted es cercano a la Sra. Myers...

Pone sus ojos en blanco.

—Por mucho que insista este es un tema que no voy a


tocar con usted.

Las palabras tocar y usted en una misma frase saliendo


de su boca me hacen fantasear demasiado.

—¿Y que va a tocar conmigo?—pregunto divertida.


No se de donde está saliendo tanta valentía, pero me
gusta.

—Su brazo, para acompañarla hasta el centro sanitario.

Mis labios se curvan hacía abajo con decepción.

—Es usted un aburrido Sr. Henderson.

—Y usted una curiosa demasiado atrevida...

Aparca delante del hospital y baja con rapidez para


ayudarme, la verdad es que considero que es un gesto
adorable aunque nada en él parezca adorable.

Nos acercamos hasta la recepción y el Sr. Henderson se


encarga de todo, para mi suerte, porque no tengo ni idea
de como funciona el seguro médico de la universidad.

Paso por el triaje y me toman las constantes y apuntan


porque estoy aquí. Por lo visto hay muchos pacientes en
el servicio de urgencias, por lo que vamos a estar un
buen rato hasta que me atienda un especialista.

Miro aburrida mi alrededor, el Sr. Henderson está


concentrado mirando su teléfono. Recuerdo que llevo
algo en mi bolsa y lo saco; el ejemplar de Cumbres
Borrascosas que me prestó ayer Kaden.
Dentro del libro hay un marcapáginas muy bonito, está
pintado con acuarelas.

Me sumerjo en la lectura y olvido el mundo exterior,


estoy tan concentrada que no me percato de que me
está llamando el Sr. Henderson hasta que toca mi
hombro.

—¿Qué?—pregunto distraída.

—El marcapáginas...¿de donde lo has sacado?—su ceño


está fruncido mientras lo mira.

—Mmm...me lo han prestado.

—¿Quién?—demanda.

—Un amigo...—entrecierro mis ojos.

¿A qué viene el interrogatorio?

—¿Qué amigo?—insiste.

—¿Por que es tan importante?—pregunto confundida.

—¿Qué amigo Julliet?—reclama con la voz tensa.

—Sr. Henderson no entiendo la importancia de...


Julliet Collins acuda al box tres, Julliet Collins acuda al
box tres.

Me levanto y cojeo hasta la consulta dejando al Sr.


Henderson con esa expresión seria aterradora en el
rostro.

—Buenas tardes Sra. Collins, soy la Dra. Stryder, por


favor siéntese—indica la doctora señalándome la
camilla.

—Buenas tardes.

Mira algo en su ordenador y empieza a teclear en el.

—¿Así que se ha resbalado y torcido el tobillo hace unas


horas, no?—pregunta y asiento— Quítese el calzado y la
ropa que lo cubre.

Acato sus ordenes y ella se acerca hasta mí y se coloca


los guantes. Se agacha y empieza a mover mi tobillo a su
antojo.

Mi cara se crispa en dolor según el gesto que realiza.

—Parece un esguince de primer grado, ¿le duele mucho


al caminar?

—Bastante—contesto.
—¿Pero si está así en reposo le duele?

Lo valoro unos segundos, no, en reposo no me molesta


en absoluto.

—No. Es como si no tuviera nada así.

—Bien, pasará ahora por el box número uno que allí se


encargaran de ponerle una venda elástica. Seguramente
en menos de una semana ya no le moleste, de todas
formas le recomiendo abstenerse de actividades físicas.
Mantenga elevado su pie cuando esté sentada o
acostada, sobretodo en la noche, puede probar a poner
un par de almohadas debajo. También le voy a recetar
analgésicos y antiinflamatorios.

Se quita los guantes y vuelve a su ordenador, teclea con


rapidez y empieza a imprimir documentos.

—Si viera que su dolor empeora no acude en


presentarse de nuevo al servicio de urgencias.

—Muchas gracias Dra. Stryder—respondo cogiendo los


papeles.

El Sr. Henderson está fuera esperándome con mi bolsa y


sus cosas en las manos.

—¿Y bien?—pregunta mirando mi pie.


—No es nada, solo un esguince cutre, la semana que
viene ya podré correr por los prados como Heidi.

Me mira como si no entendiera lo que dijera.

—Tengo que ir al box uno para que me venden el pie—


explico señalando la puerta del final del pasillo.

—¿Srta. Collins?—pregunta una voz familiar mientras la


puerta del box uno de abre.

Mi boca cuelga hasta el suelo.

—¿Devan?—preguntamos Andrew y yo
simultáneamente.

Él nos devuelve la mirada divertido.

Lo observo vestido con su pijama blanco sanitario.


¿Devan trabaja aquí también?

Vale, estoy impresionada. Y diabos, Devan  sanitario es


malditamente sexy.

—Adelante, Ángel—señala hacía adentro con su cabeza.

Camino con ayuda del Sr. Henderson hasta allí.

—Si quieres que pase puede pasar—dice Devan


desviando su mirada al Sr. Henderson.
Me encojo de hombros, me daigual que pase conmigo o
no.

—¿Qué haces aquí?—digo totalmente desconcertada.

—Oh, pues he predicho que te ibas a tropezar y me he


sacado el grado de enfermería, después he solicitado
puesto de trabajo aquí para poder atenderte—contesta
con una sonrisa burlona.

Niego con la cabeza, Devan siempre tiene respuestas


para todo. Y siempre son descabelladas.

Me siento en la camilla y observo como prepara el


material y se coloca los guantes.

—¿Así que no tenías nada con el jefe profesor, eh?—


murmura divertido por lo bajo cuando se acerca a mí,
solo lo escucho yo.

—No, no...

—Ya—me interrumpe con una gran sonrisa.

—No sabía que trabajaba aquí—dice el Sr. Henderson


detrás nuestro.

—Me gusta ser una caja de sorpresas señor—replica


Devan.
Devan empieza a trabajar en mi tobillo, coloca un tejido
elástico de tubo y luego lo empieza a envolver en vendas
de tela.

—Sigo esperando la foto que te pedí anoche, Ángel.

Me ruborizo pensando en su mensaje.

—Pues sigue esperando—contesto con burla.

—Como te gusta hacerte rogar eh...

—Y a ti ser insistente...

El Sr. Henderson nos mira con curiosidad en su rostro.

—¿La doctora te ha dicho lo que tienes que hacer?

—Colocar el pie en alto, nada de actividades físicas y


tomar medicamentos.

—Sí, pero te falta algo.

—¿El qué?—pregunto levantando una ceja, creo haberlo


dicho todo.

—Enviarme la foto—dice con una sonrisa lobuna.

Lo empujo levemente mientras contengo una risa.


—Deberían ponerte de ejemplo de constancia—
murmuro.

—Quién la sigue la consigue, ¿verdad Sr. Henderson?—


dice Devan volteándose hacía él.

—¿Eh?—pregunta él perdido.

—Eso suena más a obtener una orden de alejamiento Sr.


coqueto—digo con una sonrisa.

—No llevarías una vida feliz si me tuvieras lejos de ella,


Ángel—responde con arrogancia.

Pongo los ojos en blanco.

—Mi trabajo aquí ya está hecho, si necesitas cuidados a


domicilio llámame Ángel, haré una excepción contigo ya
que ahora eres mi paciente favorita—guiña su ojo.

Me pongo en pie con cuidado.

—Pide cita en el mostrador para dentro de una semana


que quitaremos el vendaje y miraremos como va, ¿vale?

Asiento.

—Aunque me duela la idea no deberías trabajar este fin


de semana—comenta Devan haciendo una mueca.
Levanto la mirada y miro al Sr. Henderson.

—Ya me encargaré de hablar con Agnes, no te preocupes


—me dice Andrew con amabilidad.

La opción de no trabajar en el club este fin de semana


me desilusiona un poco.

—Gracia Devan—digo mientras vamos hasta la puerta.

—Ha sido un placer Ángel.

Volvemos a la recepción y pido la cita para dentro de una


semana. El Sr. Henderson se mantiene pensativo todo el
tiempo.

Volvemos hacía su coche y me pregunta la dirección de


mi casa. Se la doy y la introduce en el GPS que hay en el
vehículo.

Cuando para delante de la puerta de mi casa se voltea y


me mira.

—Tenga cuidado Srta. Collins—advierte.

—Sí, aunque me temo que ser patosa esta en mi lista de


defectos.

—No me refería a eso—murmura en voz baja.


—Uhmmm...de acuerdo—contesto confusa—Muchas
gracias.

El Sr. Henderson simplemente asiente.

Cuando salgo del coche me doy cuenta de que hay una


figura masculina delante de la puerta de mi casa.

Mierda. Lo había olvidado.

—¿Sean?

Este se gira y me mira de arriba a abajo.

—Ya estaba pensando que me estabas dando plantón


Jullie—dice sonriente.

Señalo mi tobillo y hago una mueca.

—He tenido un pequeño contratiempo.

—¿Estás bien?—frunce el ceño con preocupación.

—Sí, solo yo siendo yo, nada nuevo—resoplo.

—Veo que tu vena torpe persiste con los años...

—Para mí suerte sí.


—Bueno, ¿entonces quieres que me marche? ¿Anulamos
la cita?

La cita. No es realmente una cita como tal...o bueno,


tampoco hemos hablado de eso.

—Puedes pasar dentro un rato...

—Eso me gustaría...—dice con una sonrisa de oreja a


oreja.

Abro la puerta y Sean espera a mi lado, dejo las cosas en


la entrada y caminamos hasta el salón.

—Hacía mucho tiempo que no estaba por aquí...—


comenta Sean mirando el alrededor.

—Unos cuantos años—murmuro mientras me dejo caer


en el sofá. Coloco el pie en la mesita de café debajo de
un cojín.

—¿Necesitas algo más?—pregunta Sean mirando mi pie.

—No, estoy bien.

Se sienta a mi lado a una distancia prudencial. Enciendo


el televisor y ponemos Netflix, nos toma media hora
decidir que vemos.
Cuando empieza la película me muevo un poco más
cerca de él, observo por el rabillo del ojo como sonríe y
estira su brazo pasándolo por mis hombros.

Cada minuto que pasa me cuesta más concentrarme en


lo que dicen los protagonistas, estoy nerviosa por su
cercanía y solo quiero empujarlo y sentir de nuevo sus
labios sobre los míos.

Sus dedos acarician en círculos la piel desnuda de mi


hombro, enviado escalofríos por mi columna.

Inclino un poco más mi cabeza y queda apoyada en su


pecho. Alzo la mirada y veo que me está mirando.

Trago con fuerza y observo que él está haciendo justo lo


mismo.

—No sabes las ganas que tengo de besarte...—susurra.

—¿Y a qué esperas?

Baja su cabeza y roza sus labios con los míos


brevemente, lo miro confundida y se ríe antes de unir
nuestras bocas de nuevo.

Gimo cuando su lengua se encuentra con la mía, Sean es


de esas personas que cuando besa te deja la mente en
blanco.
Hago una mueca cuando muevo involuntariamente el
pie para acercarme más a él y Sean se separa.

—¿Estás bien?

—Sí, no pares—ordeno mientras vuelvo a buscar sus


labios.

Se recuesta llevándome con él encima, cierro los ojos


cuando su boca baja por mi cuello. Mi piel se eriza
cuando encuentra uno de los puntos que está más
sensible por las marcas que ha dejado Kaden.

Sus manos acarician la piel desnuda de mi espalda por


debajo de mi ropa. Suspiro placenteramente y me medio
incorporo para quitarle su camiseta.

El timbre suena y gruñimos por la interrupción.

—¿Quieres que vaya yo?—pregunta sin aliento.

—No, está bien—digo poniéndome en pie y voy medio


cojeando hasta la puerta.

Espero que sea el paquete de Amazon que me tiene que


llegar esta semana.

Abro la puerta y la mirada azulada que derrite hasta mi


alma me mira con preocupación.
Este paquete es mucho mejor.

—¿Estás bien? No recibes los mensajes...—es lo primero


que dice Kaden.

—¿Qué haces aquí?—digo ligeramente sorprendida.

—No habíamos acabado de concretar si nos íbamos a


ver y has dejado de recibir los mensajes...estaba
preocupado.

Mi corazón da un vuelco cuando dice la palabra que


empieza por p.

—No me he acordado de poner a cargar el teléfono...

—¿Qué le ha pasado a tu pie?—pregunta cruzándose de


brazos.

—Me he tropezado, pero no ha sido nada grave...

Apoya su peso de un pie a otro.

—Entonces...¿puedo pasar?—pregunta.

—En realidad, Julliet y yo estábamos un poco ocupados


—dice una voz apareciendo detrás de mí.

Kaden fija su mirada en Sean, el cual sigue sin su


camiseta.
—Ya veo—contesta este, sus ojos se oscurecen un poco
—Discúlpame entonces—dice con un poco de sarcasmo
antes de voltearse.

No entiendo nada de lo que está pasando, es todo


surrealista.

En resumen: muchos hombres en muy poco tiempo.

—Kaden—lo llamo y me ignora.

Se sube en su moto y arranca sin mirar a atrás.

¿Que mierda le pasa?

Me vuelvo hacía Sean que tiene una mirada confusa en


el rostro.

—¿A que venía?—pregunta.

—¿Eso que importa?—contesto—¿Por qué lo has echado


así?

—Yo no he echado a nadie Julliet, solo le he dicho que tu


y yo estábamos ocupados. Habíamos quedado nosotros,
no sabía que también habías quedado con él.

—No, no había quedado con él.

Todavía. Faltaba aclarar la hora y el donde.


—No entiendo nada...¿Porque estaba aquí? ¿No os
habéis visto ya este fin de semana?

—Sí—murmuro y noto como la sangre se concentra en


mis mejillas recordando diversas escenas del fin de
semana.

—¿Y porque vuelve? Es Kaden, él no...—frunce el ceño y


deja la frase en el aire.

Me mira y sus ojos se abren con asombro.

—¿Ha estado contigo más de una vez?—pregunta


boquiabierto.

—¿Por que me preguntas eso?

—¿Sí o no Julliet?

—No creo que deba darte explicaciones de ningún tipo.

—No quiero meterme en el camino de Kaden—se


justifica.

¿En el camino?

—No hay ningún camino, no somos nada. Al igual que tu


y yo tampoco—repongo enfadándome un poco mientras
cruzo mis brazos.
—Será mejor que me marche...no quiero problemas con
él—murmura mientras va al comedor y recoge su
camiseta.

—¿Problemas? ¿Que dices?

—Deberías mantener alejada de ese tipo...avísame


cuando lo hagas.

20. Cough syrup


"Life's too short to even care at all"

Estúpidos hombres. ¿Quién los entiende?

Gruño, cojo la bolsa que había dejado en el mueble de la


entrada y me arrastro hasta mi cuarto, una vez entro
pongo el teléfono a cargar.

Cuando tiene un mínimo de batería empiezan a entrar


varios mensajes seguidos.

Taylor: ¿Entonces al final a las diez o a las once? ¿En tu


casa, seguro?
Taylor: ¿Todo bien? Sino puedes quedar no hay
problema...

Taylor: ¿Julliet estás bien? Creo que no te llegan los


mensajes...

Tecleo una respuesta.

Yo: ¿Por qué te has ido así? Pensaba que la sinceridad y


los no celos eran parte del trato.

No estoy para quebraderos de cabeza, bufo y dejo caer


el móvil en la cama.

Miro al libro que está encima del escritorio, parece


burlarse de mí. Las palabras de Kaden diciendo que lo
cuide bien resuenan en mi cabeza.

Maldito Kaden.

Me recuesto en la cama y no puedo evitar mirar la


pantalla del teléfono de nuevo, no hay respuesta ni leído
por su parte.

Pues bien, tampoco es que me importe.

Ya, claro.
Pienso que es el calentón del momento, pero Kaden no
responde mi mensaje ni da señales de vida en toda la
semana.

***

Al lunes siguiente estoy perfecta del tobillo, voy hasta el


centro sanitario por mi cuenta y para mi secreta tristeza
Devan no tiene turno de tarde ese día, cosa que ya me
había notificado él mismo por teléfono, hemos estado
hablando a diario. Bueno, él ha estado coqueteando más
que hablando.

Me quitan el vendaje y se observa un ligero rastro


amarillento de lo que había sido un hematoma, pero ya
no duele y puedo caminar sin estar maldiciendo a nadie.

Cuando vuelvo a casa me quedo mirando el maldito libro


del maldito Kaden que no responde a mi mensaje.

Tampoco he insistido en decirle nada más, él sabrá lo


que quiere.

Te mueres por verlo orgullosita.

Tengo síndrome de abstinencia de Kaden. No estoy


orgullosa de confesar que he tenido que tocarme
pensando en él para aliviar la tensión sexual acumulada.
Por otro lado Sean está bastante evasivo y no me quiere
dar respuestas ni explicaciones de ningún tipo. Así que
he pasado de tener una semana de hiperactividad sexual
a quedarme a dos velas.

Y yo que quería disfrutar de mi soltería como si no hubiera


un mañana...

El Sr. Henderson se mantiene tan serio y distante como


siempre, empiezo a replantearme que el encierro con él
lo soñé y que su amabilidad fue solo producto de la
fantasía de mi sueño.

Lexie ha venido un par de veces a mi casa, la primera de


ellas realmente trajo champán para celebrar que había
dejado a Nathan. Nunca he comprendido la mala
relación de ellos dos.

He puesto al día de mi vida a Lexie y casi se cae de la silla


cuando le he dicho que trabajo en un club swinger.
Después de contarle sobre los nuevos hombres
presentes en mi vida ella se ha declarado a si misma
TeamDevan.

El martes cuando voy a clases sigo notando todas las


miradas puestas en mí, por el campus corre el rumor de
que el Sr. Henderson y yo tenemos una aventura.
La puta del profesor, así es como me llaman algunas
personas del campus. Apodo que, sin duda, no me hace
ninguna gracia.

Taylor ha estado enfrentándose a las personas que se


han atrevido a hacerme comentarios directos a la cara,
según ella solo son "perras celosas que me tienen
envidia".

—Vamos Juls...es tradición—farfulla Taylor haciendo un


puchero.

—No quiero tener que estar toda la noche escuchando


los cotilleos y las burlas, ya tengo suficiente con hacerlo
por la mañana—repongo—Además, ¿quién diablos
organiza una fiesta un maldito martes? Mañana tenemos
clase.

—Esto es la universidad Juls, aquí la fiesta puede ser


cualquier día. Vengaaa, ven conmigoooo—insiste.

—No—me mantengo firme en mi decisión.

—Julliet es la primera fiesta de universidad a la que voy,


necesito el apoyo moral de mi amiga del alma con gusto
pésimo musical.

—¿Esa es tu forma de persudiarme?


—Si vienes a la fiesta puedes seguir con tu adaptación
musical a este siglo. Es un beneficio para ambas.

—No quiero ir Taylor—digo mientras cogemos las


bandejas de la comida.

Llevamos toda la semana comiendo aquí para repasar el


primer examen del Sr. Henderson.

—Pero trae buena suerte ir de fiesta antes de la semana


de examen—continua mientras hace un puchero.

—¿Porque me iba a dar buena suerte tener mañana


resaca?

Taylor resopla.

—Juls, por favor, no te pediré ir a ninguna fiesta más en


todo lo que queda de curso, pero ven a esta, por favor,
por favor.

—Todavía me duele el pie un poco—miento.

—Eres una mentirosa, antes has ido corriendo a coger


chocolatinas de la maquina cuando las han repuesto.

Expuesta...Es que necesitaba urgentemente chocolate.


—Si digo que sí ¿no me insistirás más en ir a otras
fiestas?

Taylor da un pequeño chillido de alegría y luego asiente


frenéticamente.

—Está bien, iré, pero me podré marchar cuando me de


la gana.

Taylor hace una mueca.

—No quiero que estés dos minutos, por lo menos dos


horas mínimo...

¿Me están poniendo un mínimo de tiempo en una fiesta?


¿Así de triste es mi vida ya?

—Dos horas, luego seré libre de escabullirme cuando


quiera.

—Bien—dice en un resoplido.

No saca el tema de nuevo, comemos mientras


repasamos el temario y luego nos quedamos un rato
más haciéndonos preguntas de conceptos clave.

—Vamos a bordar ese examen—dice con optimismo.


—No se, el Sr. Henderson da miedo...¿viste las preguntas
on-line? Si eso era fácil comparado con lo que se viene
en el examen voy a ir mirando otras carreras...—
respondo.

—Siempre podemos buscar algún punto débil y


chantajearlo—se ríe con malicia.

Bueno, de eso algo sé.

Quedamos en que iré a su residencia a las siete, la fiesta


es a partir de las nueve pero quiere que vaya y la ayude
con su vestuario.

Desbloqueo mi teléfono y mi corazón se para cuando ve


el tic azul de leído en el mensaje que le mandé la
semana pasada a Kaden, veo que está en línea y
prácticamente tiro el teléfono mientras salgo de
WhatsApp.

Pasa un minuto y compruebo de forma prudencial si ha


dicho algo.

No, no hay nada.

Ahora he pasado de ser ignorada a ser ignorada en visto.

Estupendo.
Pues que le den.

Tampoco era tan genial.

Era guapo y el sexo ha sido el mejor sexo de mi puta


vida, pero sí, no era para tanto. Ya encontraré otro sexo
fantástico.

Tal vez esta noche con suerte.

De repente me siento más animada para la fiesta.

Me preparo algo de cenar y hago un despliegue de mis


vestidos más atrevidos encima de mi cama.

Devan inicia una videollamada y la acepto divertida.

—Mi radar me dice que estabas pensando en mí ¿estoy


en lo cierto Ángel?

—Claro Devan, siempre estoy pensando en ti—me burlo.


He empezado a seguirle el estúpido juego estos días.

—¿Que estaba haciendo mi Ángel travieso?

Él está cenando en su piso, me mira con curiosidad


mientras absorbe sus fideos chinos. Hasta haciendo algo
tan simple sigue siendo atractivo.
—Elección de vestuario, Taylor me arrastra a una
estúpida fiesta universitaria.

—Oh como echo de menos esas fiestas, la gente de


enfermería era bastante pervertida, totalmente mi tipo
de gente.

—Podrías venir, así no tendría que estar toda la noche


echándote de menos—digo entre risas.

—Me encanta que ya admitas abiertamente tu profundo


amor por mí Ángel. Pásame la dirección.

—Lo decía en broma tonto, no puedes colarte en la


fiesta, es solo para gente de Derecho.

—Pero nadie lo sabrá, será nuestro secretito—dice


guiñando un ojo.

—¿Y si alguien te hace alguna broma relacionada con el


mundo legal y no la entiendes?

—Miraré por internet chistes de abogados antes de ir, no


hay problema. Bueno, enséñame las opciones con las
que me vas a seducir esta noche Ángel.

Cambio la cámara interna y pongo la trasera, enfoco los


vestidos extendidos encima de mi cama.
—Esto va a ser una tortura Ángel, apuesto a que todos te
quedan de muerte.

—¿Cuál te gusta más?—digo pasando la mano por


encima de ellos.

—Creo que sabes cual me gustaría más.

Miro el vestido rojo escotado. Sí, sin duda ese es que el


Devan elegiría.

Lo cojo y lo escucho gruñir.

—¿Por que no mejor nos montamos una fiesta privada


tu y yo?

Me río y vuelvo a poner la cámara interna.

—Porque debo ir a la fiesta, se lo he prometido a Taylor.

—Oh...voy a poder conocer a la famosa Taylor—se frota


las manos.

—Mantén tus manos pervertidas lejos de mi amiga—le


advierto.

—No te pongas celosa Ángel, tu eres mi alma gemela y


mi amor eterno, no lo olvides.
—Sí, sí, pero manténte alejado de ella. Es mucho más
inocente que tu.

Taylor me había explicado que sigue siendo virgen, claro


que ella también acaba de cumplir dieciocho años.

—Las inocentes son las más traviesas, como tú—dice


con una sonrisa lujuriosa.

Ruedo los ojos y continuamos hablando, le paso la


ubicación en cuanto cortamos la llamada y me dice que
no sabe a que hora se pasara porque antes tiene que
asegurarse de no se qué en el hospital.

Me aliso el pelo y utilizo un labial rojo que combina con


el color del vestido. Me miro en el espejo desde
diferentes ángulos, tal vez es demasiado...

No pienses tonterías, estamos arrasadoras.

Cojo las cosas básicas y las meto en un pequeño bolso


negro que combinado con mis tacones, tal vez no es la
mejor decisión después de un esguince pero vida solo
hay una.

Y esta noche necesitamos un polvito.

Conduzco hasta la residencia de Taylor y aparco el coche


delante, la fiesta es en una de las fraternidades que hay
cerca así que si acabo muy borracha Taylor me ha dicho
que duerma con ella en su cama.

Escucho varios silbidos mientras camino hasta su planta


y mis mejillas se ponen tan rojas como el vestido.

Pico a la puerta de Taylor y se me encoge el estómago


recordando que la última vez que estuve aquí Kaden se
lo estaba montando con su compañera de habitación.

Jenny abre la puerta e intento con todo mi ser no mirarla


mal, ella solo es alguien que se ha acostado con el mejor
polvo de mi vida, nada más.

Me sonríe con incomodidad mientras paso hacía


adentro. El odio es recíproco. Bien.

—¡Estás increíble Juls!—exclama Taylor boquiabierta.

Como no se me da bien lidiar con los cumplidos, sonrío


agradecida y asiento.

—Siempre utilizas ropa tan simple que...diablos...—


continua boquiabierta.

Me debería sentir ofendida pero es verdad, mi ropa es


bastante simple y aburrida.
—¿Bueno que tienes en mente para esta noche?—
pregunto.

—La cosa está complicada—dice señalando una pila


inmensa de ropa.

—¿Todo eso son tus opciones?—pregunto


escandalizada.

Afirma con la cabeza sin vergüenza alguna.

—¿Porque te crees que te necesitaba dos horas antes


aquí?—resopla.

Empieza a probarse diferentes conjuntos y


prácticamente me hace un pase de modelo exclusivo.

—Vale no necesito ver nada más, este es el bueno—


aseguro dando mi aprobación a un vestido negro de
espalda descubierta.

—¿Tú crees?—pregunta dando una vuelta delante de su


espejo.

—Totalmente.

Le ondulo el pelo con las tenacillas mientras habla


entusiasmada de la fiesta. Cuando llega la hora he de
reconocer que estoy un poco nerviosa. También es mi
primera fiesta universitaria y no se que esperar.

Cuando salía con Nathan nunca había ido a una de sus


fiestas universitarias, estaba demasiado deprimida para
ir de fiesta, y él tampoco había ido a muchas.

Llegamos a la fraternidad y me sorprende encontrarme


ya a gente bastante borracha. Por lo visto algunos han
empezado a beber antes de venir.

La música está tan alta que mantener una conversación


es imposible a no ser que grites en el oído de tu
acompañante.

—Como vea a alguien jugando a la botella o a verdad o


atrevimiento me largo—grito en la oreja de Taylor.

Ella se ríe y niega la cabeza con diversión.

—No pierdas de vista la copa—le advierto.

Alza los pulgares como gesto afirmativo y nos


arrastramos hasta la zona en la que está bailando la
gente.

La verdad es que no está tan mal como pensaba, cuando


el alcohol empieza a hacer efecto por mi sistema
nervioso me siento más relajada.
Bailo pegada a Taylor hasta que ambas estamos
sudando, hay mucha gente en todos lados y empieza a
hacer bastante calor.

—¿Quieres tomar un poco de aire fresco? Voy a por unas


copas—me grita al oído.

Asiento y veo como desaparece entre la multitud. Se


acerca uno de los tipos que ha estado intentado
coquetear conmigo desde que llegamos, no está mal
pero me recuerda ligeramente a Nate así que queda
automáticamente descartado.

Me doy cuenta de que en la fiesta hay gente que no he


visto en clase, somos muchos alumnos y es difícil
conocerlos a todos pero hay rostros más adultos que no
recuerdo haber visto jamás.

Cuando llega Taylor a mi lado de nuevo bebo la copa con


desesperación, la calor me ha dado una sed infernal.

—Oye ¿no te da la sensación de que aquí hay mucha


gente que no es de clase?

—Claro, porque la fiesta de inicio se celebra con los


alumnos graduados del año anterior—explica.

¿Alumnos graduados del año anterior? Mi cabeza


empieza a dar vueltas.
No, no, no, no hay forma de que Nathan esté aquí ¿no?

Miro a mi alrededor de forma obsesiva y no lo veo por


ningún lado, él nunca ha sido de ir a muchas fiestas y
dudo que estando ahora en un bufete se de el lujo de ir
a una fiesta universitaria entre semana.

Me relajo un poco y continuo bebiendo para calmar mis


nervios. Las ganas de hacer pis me pasan factura por la
cantidad de alcohol ingerido.

Taylor está coqueteando con un tipo de clase así que


decido ir sola en búsqueda de un baño.

Me tambaleo ligeramente descordinada por el lugar


hasta que localizo uno. Esta vacío para mi suerte.

La puerta no tiene pestillo así que tengo que ser creativa


en aguantarla mientras mantengo el equilibrio de no
mearme encima.

Cuando salgo me miro en el espejo mientras limpio mis


manos, para estar sudada y borracha todavía conservo
un aspecto más o menos decentes.

Unas manos me rodean la cintura y mi corazón se para.

Mi mirada se encuentra con los ojos que me observan en


el reflejo del cristal.
—Hola cariño—susurra Nate de forma lenta, está
borracho.

—Su-suéltame—contesto nerviosa intentando empujar


sus manos fuera.

—¿Por qué? ¿Ahora eres una perra, no? He escuchado


por ahí que también te follas a uno de tu profesores—
suelta una risa amarga.

—Que me dejes—ordeno dandole un ligero empujón.

Nate no es así, nunca ha sido así. ¿Esto es culpa mía? Esa


amargura y ese desprecio...

Dale una patada en los huevos y libra al mundo de su


descendencia.

Sacudo mi cabeza y lo empujo de nuevo cuando vuelve a


rodearme con sus brazos, agacha su cabeza y noto su
aliento en mi cuello, me tiene presionada contra la
pared.

Me pone los pelos de punta.

—¿Te crees muy especial, verdad?

—Nathan...—advierto.
—¿Quieres que te confiese algo cariño?—su boca está
plantando besos en mi cuello y mis ojos se están
llenando de lágrimas de la impotencia.

—Quiero que me dejes en paz.

Aparta un mechón de mi pelo y lo coloca detrás de mi


oreja.

—No fuiste la primera en poner los cuernos de nuestra


relación—dice con una sonrisita.

Mi boca se abre con asombro.

—¿Qué?

—Pregúntale a tu amiguita Lexie, ella sabrá de que hablo


—baja sus manos hasta mi trasero y lo aprieta
restregándose contra mí.

—Me daigual lo que hayas hecho, suéltame—las


lágrimas se han empezado a derramar por mis mejillas.

—¿Osea que ahora cualquiera te puede follar menos yo?

—Nate por favor—suplico desesperada.


Su mano se cuela por debajo de la falda del vestido y
quiero vomitar. Intento empujarle y clavarle el codo pero
eso solo consigo cabrearlo.

Me voltea y pega mi cara contra la pared agarrándome


con fuerza del pelo, su mano sigue paseándose por
debajo de mi vestido lo levanta un poco y muerdo mi
lengua cuando escucho como baja su cremallera.

—No hagas esto Nate, no hagas esto por favor—mi


llanto se ve acentuado por la situación.

Cierro los ojos y me imagino que no estoy aquí, que esto


no es real.

De repente siento como se separa bruscamente de mí,


me giro nerviosa y veo a Nathan en el suelo con Devan
encima linchándolo a puñetazos.

Mis manos tiemblan mientras bajo mi vestido.

—¡Vuelve a acercarte a ella y será lo último que hagas en


tu miserable vida!—escupe Devan con furia.

La cara de Nathan está desencajada y sangra por la boca


y la nariz.
Me llevo la mano a la boca conteniendo los sollozos.
Devan alza la vista hasta mí y su expresión cambia por
completo.

Se levanta, le planta una patada en las costillas a Nate y


acto seguido se acerca a mí.

—Vamos a salir de aquí Ángel—susurra envolviéndome


en sus brazos.

Varias personas están mirando la situación y se ha


creado un silencio sepulcral.

Taylor está fuera frenética y se acerca hasta mí


temblando.

—¿Juls estás bien? ¿Llamo a una ambulancia? ¿Qué ha


pasado?—pregunta con nerviosismo.

—Ya me encargo yo de ella—murmura Devan.

Asiento y Taylor se queda con el ceño fruncido.

—Hablamos más tarde—le aseguro mientras mis


lágrimas siguen corriendo por mis mejillas.

Devan me protege con sus brazos todo el camino, me


siento como si hubieran desconectado mi cabeza de mi
cuerpo y simplemente me estuviera dejando llevar.
Abre la puerta de su coche y me ayuda a entrar.

—Vamos a denunciarlo—dice en voz baja.

Se me hace raro ver a Devan tan serio.

Niego la cabeza.

—Ángel...lo que ha hecho...

Tiemblo con el recuerdo de sus manos y Devan me


abraza con fuerza.

—Llévame a tu casa, por favor—susurro en su oído.

21. Teeth
"Late night devil, put your hands on me
And never, never, never ever let go"
No he parado de llorar en silencio en todo el rato, Devan
ha insistido un poco en que denuncie la agresión pero
no me atrevo a hablar de ello en voz alta.

Además de que el padre de Nathan es uno de los


mejores abogados del país, acabaría antes en la cárcel yo
que él.
—¿Estás segura Julliet?—pregunta de nuevo cuando
aparca delante de una serie de edificios.

Sorbo y asiento.

Él suspira pero no dice nada. Abre la puerta del coche y


se baja, aparece por mi lado y abre mi puerta, estoy
prácticamente inmóvil y me ayuda a desabrochar el
cinturón.

—Vamos Ángel—murmura mientras pasa mi brazo por


su cuello.

Caminamos en silencio hasta su departamento, no paro


de recordar la sensación de su cuerpo presionada junto
al mío. Del aire luchando por entrar en mis pulmones.
De su mano explorando mi cuerpo por debajo de mi
vestido. Del sonido de la cremallera bajando.

Me estremezco y Devan me aprieta contra él con más


fuerza.

Subimos hasta su departamento y me fijo en que Devan


tiene el ceño fruncido todo el tiempo.

—¿Puedo darme una ducha?—pregunto en voz baja.

—Necesito que me confirmes algo antes Ángel, ¿él no ha


llegado a...?
Niego con la cabeza frenéticamente. Devan me llama
Ángel a mí, pero estoy empezando a pensar que el ángel
es él. Si no hubiera llegado...faltaba nada para....

—Puedes ducharte cielo—dice acariciando mi pelo.

Su cariño me abruma y me pone más sensible.

Me acompaña hasta su baño, prepara unas toallas y un


poco de ropa suya.

—¿Puedes quedarte?—solicito mordiendo mi labio


tembloroso con fuerza—Por favor.

Devan asiente y me da la espalda.

Me quito la ropa como si quemara y miro mi cuerpo, las


marcas de Kaden estaban empezando a borrarse pero
ahora hay alguna nueva de Nathan.

Nathan, alguien que nunca me había puesto una mano


encima.

Las lágrimas no corren solo por mis mejillas, ahora se


deslizan por mi cuello y continuan bajando.

Me meto debajo del agua caliente y froto mi cuerpo con


fuerza, intento borrar la sensación de sus manos en mi
cuerpo. Froto y froto cada vez con más insistencia. Mi
llanto ahora es audible y siento como si no pudiera
respirar.

—Ángel...—dice Devan con la voz rota, no se ha girado


en ningún momento.

Sigo llorando y caigo de rodillas en la ducha.

Es mi culpa, Nate era una buena, él era una buena


persona. He creado un monstruo.

—Ne-necesito...—digo entre sollozos.

—¿Qué Ángel? ¿Qué necesitas?—responde Devan con


angustia.

—Borrarlo, quiero borrarlo de mi piel—continuo


frotándome con fuerza, mi piel empieza a estar roja por
la fuerza.

—¿Puedo voltearme?—pregunta ansioso.

—Sí.

Se gira y cuando me mira sus ojos se abren.

—Para Julliet. Te vas a hacer daño—dice mientras


inspecciona mi cuerpo con su mirada.

—Tengo-tengo que borrarlo.


Hace una mueca y veo la tristeza en sus ojos.

—¿Vamos a salir de la ducha, vale?—pregunta


acercándome una toalla grande.

Se estira y moja su brazo mientras cierra el grifo, mi piel


escuece. Coloca la toalla por mis hombros y me cubre
con ella.

Cojo su brazo para mantener el equilibro mientras salgo


de la ducha.

Me quedo inmóvil con la mirada perdida.

¿Cómo ha podido pasar esto? ¿Por qué? Nate no es así,


él no es así.

Devan enciendo el secador y me peina y seca el pelo


mientras yo sigo en mi mundo.

—Vístete Ángel, no quiero que te enfermes.

Dejo caer la toalla de golpe y Devan aparta la mirada.


Seguro que le causo repulsión, toda marcada y
magullada. Me sigo sintiendo sucia.

Me muevo de forma automática y paso su camiseta por


mi cuerpo, me llega hasta las rodillas casi pero aun así
me coloco su bóxer.
Caminamos hasta su habitación, destapa las sábanas y
palmea el colchón para que me estire.

—Dormiré en el sofá cielo, si necesitas cualquier cosa


pídemela.

Le cojo del brazo impidiendo que se mueva.

—No, duerme conmigo.

Devan curva sus labios formando una mueca.

—Ángel...—suena cansado.

—Por favor—susurro.

—Ésta bien, deja que me cambie—murmura librándose


de mi agarre.

Coge la ropa que hay encima de su cómoda y


desaparece un par de minutos. Cuando vuele lo veo
vestido con una camiseta y unos pantalones corto.

Sé que no duerme así y que solo va vestido de ese modo


por mí.

Pasa por mi lado y se estira en la cama, mi cuerpo lo


busca de forma instintiva y me recuesto en su pecho.

Cierra los ojos y traga con fuerza.


—Intenta descansar—dice contra mi pelo.

El calor que emana su cuerpo me reconforta, Devan es


tan bueno que siento ganas de llorar de nuevo.

Su mano acaricia mi espalda de forma inocente y me


relajo contra su cuerpo.

Estoy tan cansada que no tardo en caer dormida, sin


embargo no descanso. En mis sueños aparece Nathan y
continua lo que no ha podido acabar en el baño. Grito
para que alguien lo pare pero no viene nadie.

Unos brazos me sacuden con fuerza y mi cara está


empapada en lágrimas. Estoy desorientada mirando mi
alrededor hasta que veo la cara de Devan.

—Me mata verte así Ángel—dice con el rostro crispado


de dolor.

Envuelvo mis brazos en su cuello y lloro contra en el. Me


susurra palabras tranquilizadoras mientras acaricia mi
pelo y mi espalda.

Me aparto, limpio mis mejillas con las palmas de mis


manos y tan retorcido como puede parecer lo que hago
a continuación lo hago de todas formas.
Mis labios se mueven desesperados contra los de Devan,
el cual se queda helado y completamente en shock,
cuando asimila lo que está pasando me aparta con
amabilidad.

—No hagas esto Julliet—susurra frunciendo sus labios.

Niego con la cabeza y hago un ademán de acercarme de


nuevo. No puedo explicar lo mucho que necesito que
sea él la última persona que me toque y me desee.
Necesito que sea él, porque si no es él significa que la
última persona ha sido...y no puede ser...

—Por favor Devan—ruego acercándome de nuevo—


Bórralo. Necesito que lo borres.

Niega con firmeza y en sus ojos veo la lucha interna en la


que se está debatiendo.

—Devan...—murmuro haciendo una mueca.

—Esto es lo último que necesitas—contempla.

—No, es lo único que necesito, que lo borres, que seas tu


el que... por favor.

Mi corazón se encoge cuando vuelve a negar con la


cabeza. Ignoro sus deseos y me siento encima de su
regazo, él se tensa bajo mi cuerpo.
—Devan te necesito—suplico apoyando mi frente contra
la suya.

—Esto no está bien—dice apretando sus labios con


fuerza.

—Necesito que dejes de lado tu moralidad y hagas que


me olvide de que él...

Sus labios besan mis mejillas llevándose las lágrimas que


ruedan por ellas.

Cojo su cara entre mis manos y uno de nuevo nuestras


bocas, sus labios me responden esta vez y mi cara se
calienta. Es suave y delicado, nada que ver con lo que
había visto de él en Mala.

Mi lengua busca tentativa la suya y gruñe por lo bajo


cuando se rozan lentamente.

—No Julliet—dice apartándome.

—Sí—replico yo quitándome su camiseta y quedando


desnuda de cintura para arriba. Mi piel blanca contrasta
con la noche y traga con fuerza cuando sus ojos se
deslizan una milésima de segundo hacía abajo.

—¿No querías verme desnuda Devan?—digo


deshaciéndome también de su bóxer.
—Así no, Ángel, no hagas esto por favor—me pide, veo
su mirada torturada.

Está mal, pero necesito esto. Lo necesito.

Cojo sus manos y las pongo encima de mis pechos, sigo


sentada encima de él por lo que noto el movimiento que
empieza a haber por debajo de su ropa interior.

Cierra los ojos y su nuez de adán se mueve cuando traga


con fuerza.

—Necesito que me hagas sentir bien—susurro en su


oído.

Cuando los vuelve a abrir hay fuego de su mirada, me


acaricia con delicadeza y me besa con avidez.

Tiro de su camiseta y levanta los brazos para que pueda


quitársela, aprieto mi cuerpo contra el suyo sintiendo su
piel caliente contra la mía. Me estremezco
placenteramente. 

Sus dedos recorren mi columna, sus besos bajan por mi


cuello y continuan por mi clavícula.

—Eres preciosa Ángel—susurra contra mi cuerpo.

El efecto de sus palabras altera los latidos de mi corazón.


Mis manos se enredan en su sedoso pelo y estiran un
poco de él. Mis caderas se mueven lentamente contra la
erección que se está formando debajo de ellas.

Me coge de la cintura frenando mis movimientos.

—No puedo hacer esto—murmura con culpabilidad.

—No me hagas rogar—farfullo entrecerrando mis ojos.

Su autocontrol se esfuma y baja sus manos hasta


apretar mi trasero, me mece encima de su regazo y gimo
placenteramente al notarlo.

Su boca baja y lame mi pezón, lo atrapa entre sus labios


y tira de el con suavidad.

Abro la boca y exclamo un grito ahogado. Sus labios


prestan atención a mi otro pecho mientras sus manos
suben y bajan acariciando mi espalda.

Me recuesta con suavidad y me observa.

—Eres lo más hermoso que he visto nunca Ángel—su


voz suena ligeramente ronca.

Mi pecho sube y baja con rapidez, la mirada que me está


dando calienta mi cara. Me hace sentir querida y
deseada.
Se inclina buscando mi boca de nuevo y la acepto con
gusto. Gimo cuando noto como sus dedos acarician la
piel desnuda de mi vientre.

Se separa y su boca continua un reguero de besos en


dirección descendente.

Mis ojos se cierran cuando noto su respiración contra mi


interior, me abre las piernas con delicadeza y coloca su
cara entre ellas.

—Mírame Ángel, si quieres que hagamos esto no apartes


la mirada de mí ni en segundo—solicita. En sus ojos se
refleja la lujuria.

Cuando noto su lengua contra mi centro se siente tan


bien que mis ojos pesan, me toma toda la fuerza de
voluntad del mundo no cerrarlos.

Me excita verle dándome placer con su boca mientras su


mirada sigue conectada a la mía.

Atrapo mi labio inferior con mis dientes con fuerza


mientras mis caderas se mueven.

Hace maravillas con su lengua, succiona, lame y tira


haciendo que mi cabeza de vueltas.
Un espasmo me indica lo cerca que estoy de dejarme ir.
Introduce un par de dedos en mi interior mientras
continua devorándome, la excitación se concentra en la
parte inferior de mi vientre, mi espalda se arquea y me
corro en su boca en un grito sofocado.

Devan se aparta y lame sus labios mientras continua


mirándome.

—Creo que acabas de arruinarme para el resto de


mujeres Ángel, verte corriéndote es algo que va a ser
difícil borrar de mi cabeza.

Sus palabras sonrojan mis mejillas, ha conseguido


despejar mi mente y solo soy capaz de concentrarme en
él.

Lo miro y levanto una ceja, no sé a que espera.

—¿Qué?—pregunta intrigado.

Desvío la mirada hasta su prominente erección.

—No me culpes, no es algo que pueda controlar—dice


conteniendo una sonrisa.

—Lo sé, y no entiendo que estás esperando...

El reconocimiento alcanza su mirada y niega la cabeza.


—No, no voy a hacerlo—dice haciendo una mueca.

—"¿Vas a negarte a ti mismo las cosas que quieres?"—


utilizo su frase, la que me dijo hace más de una semana
en el club.

—Creo que vamos a necesitar terapia ambos si seguimos


con esto, no entiendes cuán jodido...

—Lo que necesito Devan es que me hagas olvidar hasta


mi nombre—le pido mientras me incorporo y rodeo mis
brazos alrededor de su cintura.

Me planta un beso en la cabeza y acaricia mi mejilla.

—Si quieres hacer esto, hazlo tú—murmura mientras


sigue pasando su mano por mi cara con suavidad.

—¿Qué?—inclino mi cabeza con confusión.

Devan se separa y se sienta en la cama, recuesta su


espalda contra la pared dejando caer sus brazos en
ambos lados.

—Que no voy a hacer nada Ángel, si lo quieres lo vas a


tomar por ti misma. Voluntariamente y consciente de lo
que estás haciendo en todo momento.
Su mano tantea la mesita de noche y abre el cajón, saca
un plástico y lo deja encima.

—¿Quieres que yo...?—pregunto mordiendo mi labio.

Asiente con firmeza.

Si se piensa que así voy a parar está muy equivocado.


Cojo el plástico con mis manos y bajo sus bóxers.

Traga con dificultad y sus ojos se oscurecen cuando


ruedo el condón por su longitud.

Paso las piernas por encima suyo y me quedo sentada


justo encima de su erección, sus manos
automáticamente sujetan mi cintura.

—Ángel...—su mirada torturada aparece de nuevo—No


creo que...

Se calla cuando lo introduzco lentamente en mi interior,


sus ojos se cierran y su cabeza se choca contra el cabezal
cuando la inclina hacía atrás. Balanceo mis caderas de
arriba a abajo, me envuelve con sus brazos y observo
como se está conteniendo para no moverse.

Bajo mis labios junto a los suyos y me besa


apasionadamente mientras sigo subiendo y bajando.
Dibuja figuras aleatorias en mi espalda con las yemas de
sus dedos, erizando mi piel por su toque.

—¿Me deseas Devan?—pregunto contra su boca.

—Cada segundo de mi vida—murmura.

Mis manos se enredan en su pelo y lo tiro hacía atrás


exponiendo su cuello, lamo un pequeña parte antes de
succionar con fuerza la zona.

Jadea y lo noto más duro en mi interior, me aparto


observando la pequeña marca roja que empieza a
colorear su cuello.

Cojo su manos y las llevo hacía mis pechos de nuevo, los


aprieta y pasa sus pulgares por mi pezón erecto.

No puede contener su mirada fascinada y eso me


calienta todavía más. Me muevo con más rapidez, las
gotas de sudor de mi frente empiezan a resbalar por mi
cara, noto a Devan apunto de estallar.

—Acaba conmigo—me pide mientras me besa con


desesperación.

Mis músculos internos se contraen a su alrededor


mientras siento como se deja ir. Desacelero mis
movimientos y descanso mi frente contra la suya,
nuestras respiraciones se entremezclan.

—Estaba equivocado, no eres un ángel. Eres...una diosa


—susurra con la voz agitada.

Le sonrío y acaricio su cara. Planto un suave beso en sus


labios y me aparto.

Devan se mueve y se deshace del condón. Vuelve a la


cama y se estira, me agarra recostando mi cabeza
encima de él y entrelaza nuestras piernas, escucho su
corazón latir con rapidez debajo de mi oído.

—Eres increíble—murmura mientras sigo notando sus


caricias en mi espalda. Cierro los ojos concentrándome
el golpeteo de su pecho y me dejo llevar en la deriva del
sueño.

Cuando despierto el lado que ocupaba Devan está vacío,


miro a mi alrededor y no lo veo por ningún lado pero si
escucho ruidos en el apartamento.

Me coloco su camiseta y camino descalza por la


superficie fría del suelo, Devan está de espaldas
batiendo huevos en un cuenco.

Carraspeo y se da la vuelta, cuando me mira una sonrisa


se desliza por su cara.
—Hola Ángel. ¿Tienes hambre?

Asiento y camino hasta los taburetes que hay en la isla


de su cocina.

—Tengo que trabajar en el hospital en un par de horas,


¿quieres que te acerque a casa antes?—pregunta
mientras echa la mezcla de huevos batidos en la sartén.

—¿Me puedes acercar al campus? Allí tengo mi coche


aparcado...

—Lo que quieras cielo.

Mordisqueo mis uñas con nerviosismo, los recuerdo de


anoche asaltan mis pensamientos. Prácticamente
obligué a Devan a acostarse conmigo.

—No te he dado las gracias...por sacarme de la fiesta—


digo mordiendo mi labio.

—No quiero que me des las gracias Ángel, quiero que lo


denuncies—su rostro se vuelve serio de nuevo.

—No puedo denunciarlo.

—Claro que sí, yo fui testigo y...


—Es mi ex prometido Devan—admito interrumpiendo su
discurso.

—Me daigual quién sea Julliet, es un imbécil que merece


pagar una condena, eso es lo que es—su mandíbula se
aprieta con rabia.

—Su padre es de los mejores abogados del país, nunca


ha perdido un caso en toda su carrera... Y él no llegó a...
—soy incapaz de decir la palabra que empieza por v.

—No, no intentes restarle importancia a un asunto tan


importante Julliet.

—No quiero seguir hablando de esto, ¿puedes no sacar


el tema de nuevo, por favor?—le pido haciendo una
mueca.

Aprieta sus labios y asiente.

—Pero si en cualquier momento quieres tomar medidas


estaré a tu lado, siempre—asegura.
22. Criminal
"And this type of love isn't rational, its physical"

Devan me lleva al campus y decido coger el coche e ir


directa a casa. No estoy de humor para ver a nadie de
clase, sobretodo después de que varios alumnos
presenciaran la escena que tuvo lugar en el baño.

Me siento insegura y desprotegida estando sola en casa.


¿Y si se le ocurre a Nathan venir en algún momento?

Tiemblo solo de pensar en esa idea.

¿Cómo he podido llegar a este punto?

Sus palabras resuenan en mi cabeza y siento ganas de


vomitar...por otro lado lo que me dijo de Lexie me tiene
confusa.
Cojo los apuntes y me estiro en mi cama mientras
intento mantener mi cerebro ocupado.

Mi teléfono vibra notificándome que ha entrado un


nuevo mensaje.

Devan: No sabía que eras de las que dejan marcas


Ángel, algunas ancianitas del hospital están
escandalizadas por el chupetón de mi cuello.

Yo: La verdad es que nunca había hecho uno...

Devan: Ya sé que soy especial para ti pero me gusta que


me lo recuerdes.

Una sonrisa aparece en mis labios mientras miro su


mensaje, me gusta que me siga tratando del mismo
modo.

Lexie: OMG tenemos que ver la nueva película de Noah


Centineo. ¿Que tal esta tarde? ¿A las cuatro?

Yo: Claro, traes tu las palomitas.

Decido que no voy a creerme las palabras de Nathan


hasta que hable con Lexie, ella es mi mejor amiga y la
persona en la que más confío, sé que no haría algo así.
Es imposible.
Me levanto y dejo todos los apuntes encima del
escritorio, algo se cae encima del pie haciendo que de un
alarido de dolor.

Miro hacía abajo y observo que se trata del libro de


Kaden, debería terminarlo, la verdad es que me estaba
gustando...pero leerlo me hace pensar en él.

Y no quiero pensar en él.

Quiero borrarlo de mi cabeza a él, a sus estúpidas


normas y a sus secretismos.

Acaricio la portada y observo como resalta el


marcapáginas. ¿Por qué le interesaría tanto al Sr.
Henderson?

Me inquieta no entender nada. ¿Que relación tendrán


Sean y el Sr. Henderson con Kaden?

Preparo algo de comer y después de recoger los platos


que he ensuciado no me resisto más y continuo con
Cumbres borrascosas.

"No he sido yo quien ha roto tu corazón, te lo has roto


tú misma, y al hacerlo has destrozado, de paso, el mío."

La frase está subrayada en el libro. Me pregunto si la


habrá marcado Kaden o su madre.
El timbre suena y me fijo que ya son las cuatro, coloco el
famoso marcapáginas dentro del libro y bajo para abrir
la puerta.

Observo por la mirilla que se trata solo de Lexie y abro la


puerta.

—¿Estás preparada para mojar tu ropa interior viendo al


sexy Noah?—dice con una sonrisa.

Fuerzo una sonrisa y me aparto para que entre.

—¿Pasa algo?—pregunta enarcando una ceja.

—Quería hablar contigo de algo...—murmuro.

—¿A que viene esa cara Juls? Me estás asustando.

Nos sentamos en el sofá y cojo aire.

—Ayer fui a una fiesta de la universidad...—empiezo a


explicarle.

Me mira atenta y noto como las palmas de mis manos


empiezan a sudar recordando lo que pasó.

—Y en la fiesta estaba—muerdo mi labio con fuerza, no


quiero decir su nombre—Estaba Nathan.
—¿Se puso a rogarte que volvierais o algo?—pregunta
inclinando su cabeza.

Niego y mi corazón empieza a latir desbocado.

—Me acorraló en el baño y...—sacudo la cabeza—Me


dijo que vosotros dos...que tú y él...

Lexie abre sus ojos con asombro y aprieta sus puños.

—¿Que nosotros qué?—pregunta cabreada.

—Me dijo que él me había engañado, y que te


preguntara a ti, que tu sabrías de lo que hablaba.

Su pierna empieza a temblar y la ira cubre su rostro.

—¿Y piensas que me acostaría con el prometido de mi


mejor amiga?

Sacudo la cabeza.

—Te quiero como a una hermana Lex, pero no entiendo


porque Nathan diría algo así...

—Yo nunca, jamás me acostaría con alguien como él.

—¿Alguien como él?


—Mira, ya sé que lo querías y todo eso, pero estabas
ciega Juls y nunca me escuchabas cuando te decía algo
de él. Ese tipo es un cretino baboso que...

—¿Por qué dices eso?—pregunto.

Lex nunca había mostrado tanta animadversión por él.

Suspira y aparta su mirada.

—Por nada.

—Lex...

—Nunca me ha gustado Nathan. No es un secreto, lo has


sabido siempre—se limita a responder.

Noto como si se estuviera mordiendo la lengua para


evitar decir algo más.

—¿Por alguna razón en concreto?

Aprieta los labios y continua sin devolverme la mirada.

—No—masculla.

—Lex—suspiro—¿Qué pasa?

—No pasa nada—responde con rapidez.


—¿Y porque me da la sensación de que me estoy
perdiendo algo?

Sus hombros se tensan.

—¿Podemos poner la película ya?—cambia de tema


mientras coge el control remoto y enciende el televisor.

Se lo arrebato y la apago.

—No, estamos hablando Lex.

—Mira, si quieres hablar de lo que sea me parece bien,


pero no quiero seguir hablando de tu ex—me quita el
control remoto de nuevo.

Muerdo mi labio y cojo aire antes de soltar la bomba.

—Anoche...Nathan intentó...forzarme—escucho las


palabras salir de mi boca pero no se sienten como si
estuviera hablando de mí misma.

El mando cae de su mano y rebota en el suelo.

—¿Qué?—pregunta abriendo sus ojos.

—No me hagas repetirlo, por favor...—murmuro


intentando no pensar en ello.
—Ese hijo de puta...—sisea—Dime que lo has
denunciado Juls.

Mis labios se curvan hacía abajo en una mueca.

—Sabes que no puedo hacerlo, sabes quién es el padre


de Nathan...

Decir su nombre me provoca repulsión.

Lexie se levanta de golpe y suspira frustrada.

—Es increíble—masculla mientras se pasea de un lado a


otro—Tienes que denunciarlo Juls, debes hacerlo.

Presiono mis manos contra mis piernas para que dejen


de temblar.

—No puedo hacerlo—suspiro cansada.

—No quieres hacerlo, que es muy diferente.

Me duele el tono acusatorio y de desaprobación que


está utilizando conmigo.

—No es tan fácil Lex...

—Nadie ha dicho que lo sea—resopla enfadada.


No entiendo su reacción para nada, pensaba que sería
más...¿comprensiva?

—Lex tienes que entender que...

—No Juls, he apoyado muchas decisiones estúpidas de


tu vida, pero esta no es una de ellas. Avísame cuando
seas una persona racional.

Recoge sus cosas y se va echa una furia.

Mi boca se abre con asombro.

En otra ocasión seguramente estaría llorando ahora


mismo, pero estoy tan sorprendida que tengo la mente
en blanco.

Acabo de decirle a mi mejor amiga que mi ex prometido


casi me...y ella se ha enfadado conmigo por no
denunciarlo y se ha ido sin más.

Vale, yo también estoy sorprendida. Aunque es Lex.

El timbre de la puerta suena y suspiro aliviada, seguro


que ha visto que su reacción ha sido exagerada y vuelve
a hablar conmigo.

Voy hasta la puerta y cuando la abro me congelo.


Maldito Kaden, había olvidado lo atractivo que eras.

—Hola—dice como si nada.

¿Hola? ¿Hola? Voy a partirte la cara maldito imbécil, a mi


nadie me deja en visto ¿me oyes?

Me cruzo de brazos y permanezco callada.

—Mmm...veo que ya estás mejor del pie, ¿no?—pregunta


desviando su mirada por mi cuerpo.

Bueno un poquito de sexo y luego lo linchas a hostias.

—¿Qué quieres Kaden?—pregunto aborrecida.

—Verte.

—Bueno, misión cumplida, ya me has visto—replico


cerrando la puerta.

El timbre suena de nuevo.

Su ceja está levantada y parece que está conteniendo


una sonrisa.

¿Se piensa que estoy jugando?

Maldito Kaden, maldito Kaden, maldito Kaden.


—Y hablar—dice.

—Hubiera estado bien que hubieras pensando lo mismo


cuando te mandé el mensaje, hace más de una semana.

—No quería molestarte—dice entredientes.

—¿Molestarme? Lo que me molesta es que actúes de la


forma en que lo hiciste.

—Bueno ¿estabas muy ocupada, no? Luego estuve


ocupado yo. Habíamos acordado no ser exclusivos, que
yo recuerde.

—¿Que tu recuerdes?—me burlo con una risa sarcástica


— ¿Y recuerdas el resto de normas? ¿Como la
sinceridad? Porque me parece que la sinceridad entre
nosotros brilla por su ausencia Kaden.

—¿Puedo pasar? ¿Y lo hablamos?

Quiero gritarle que no y que se vaya a la mierda, pero lo


dejo pasar.

Entra con las manos metidas en su bolsillo y echa un


vistazo a su alrededor, parece que esté mirando si a
alguien más.
Tengo ganas de decirle que Sean no está por su culpa
pero muerdo mi lengua.

—Soy toda oídos—le digo.

Se pasa las manos por el pelo y suspira.

—¿Por qué estás tan enfadada?

—No sé, será que soy una persona irracional—respondo


con sarcasmo.

—Juls...

Oh no estúpido corazón traicionero no te emociones porque


te diga Juls.

—Yo solo...necesitaba espacio, para pensar—dice


recostándose contra la pared.

—¿Y escribir eso en un mensaje de texto era tan difícil?—


bufo.

—No podía escribirte un mensaje.

—¿Por qué no? Tienes dos manos funcionales ¿no?

—Porque no sabía que decirte sin quedar como un


completo imbécil.
—Bueno, siento decírtelo, pero me pareces un completo
imbécil.

—Mira, desde el primer momento he estado haciendo


todo mal...—suspira— nunca debí volverme a acostar
contigo—entrecierra sus ojos.

Me cruzo de brazos y empiezo a echar chispas.

—No lo estás mejorando, ahora me pareces un completo


capullo.

—No...no es eso. Yo...

—¿Porque no te largas antes de que me arrepienta de


haberte dejado entrar?

Estira su brazo y me toca la cara, me aparto cabreada.


No quiero que me toque porque mi cuerpo es irracional
a su tacto y me vuelve tonta.

—No lo entiendes Julliet, las normas en mi vida son muy


importantes...y parece que contigo me las salto todas.

¿Todas?

Permanezco callada y siento como si se me fuera a salir


el corazón del pecho.
—Cuando te vi con el DJ yo...no se como me sentí...nunca
me había sentido de ese modo.

Olvido como se respira por unos segundos.

—Necesitaba irme porque verlo contigo me molestaba, y


eso no tiene sentido Julliet. No tiene sentido que moleste
verte con otras personas. Debía...debía reflexionarlo
antes de volver a verte.

—¿Y bien?—pregunto tragando con fuerza.

—Llegué a la conclusión de que...de que estaba celoso.


No de un modo romántico...tenía celos de que otras
personas pudieran hacerte disfrutar del mismo modo
que yo. Y eso es una locura egoísta .

Estoy segura de que estoy taquicardica.

—Me he acostado con muchas chicas esta semana—


confiesa—¿Y sabes que es lo peor de todo? Que no podía
evitar pensar en ti mientras estaba con ellas.

Las estúpidas mariposas revolotean por mi estómago,


esa debe ser una de las peores declaraciones de la
historia.

—¿Sabes por qué es importante seguir las normas? Para


no joder tu propia mente. No debería haber roto mi
norma principal contigo Julliet porque ahora no te saco
de mi cabeza, daigual con quien folle, ellas no son tú.

Le llaman Romeo.

—No se a que punto quieres llegar diciéndome todo


esto...—murmuro.

—Solo estoy siendo transparente contigo, e intento


cumplir la norma de la sinceridad.

—Vale.

—¿Vale?—dice confundido.

—Sí, vale, me parece estupendo que seas sincero.

Me mira como si acabara de salirme un tercer ojo en


medio de la frente.

—¿Qué?—pregunta perplejo.

—¿Qué de qué Kaden?

—Supongo que esperaba más palabras por tu parte


después de declararte todo lo que he dicho.

—Bueno, no tengo ganas de pensar en ello. Nos


conocemos desde hace muy poco tiempo y no entiendo
nuestra relación, bueno, básicamente no te entiendo a ti
Kaden.

—Si te consuela yo tampoco me entiendo.

—Ahora soy yo la que necesita reflexionar...—masajeo


mi sien—Así que si ya has terminado te pido por favor
que te vayas...

Me mira con el rostro lleno de confusión.

—¿Me estás echando?

—Mira...es que...no quiero estar jugando al ratón y al


gato contigo, deja que piense lo que has dicho y ya te
diré algo...—digo apartando mi mirada de la suya.

—Solo dime algo ahora...

Espero expectante y noto como se acerca y coge mi cara


entre sus manos.

—¿Me has echado de menos?—susurra.

—Kaden...—mi boca se seca.

—¿Has estado pensando en mí?—pregunta.


QUE SÍ

—¿Porque cada vez que cierro los ojos apareces en mi


mente, Julliet?

Su cara se inclina quedando a centímetros de distancia


de la mía. Mi boca se entreabre y mi mente empieza a
quedarse en blanco.

¡La estamos perdiendo soldado!

—¿Que me estás haciendo sentir?—pregunta antes de


juntar sus labios con los míos.

Y eso es todo, adiós cordura y sensatez. Fue bonito


sentiros unos minutos en mi cuerpo.

Rodeo mis brazos en su cuello y mis pies se alzan


buscando su boca con desesperación.

Es un tipo de adicción insensata, no puedo hacer ni


pensar otra cosa que no sea estar con él.

Sus manos baja por mi cintura y clava sus dedos en mis


caderas. Lo beso como si mi vida dependiera de ello.

Me agarra de los muslos y tira de mí haciendo que


enrolle mis piernas alrededor de su cintura.
Siento como mi espalda choca contra la pared y jadeo
cuando noto como tira de mi lóbulo con sus dientes. Su
boca continua un camino de besos húmedos por mi
cuello y mis ojos se quedan en blanco.

En estos momentos vivo exclusivamente para sentir los


besos y las caricias de Kaden.

No se cuanto rato nos besamos así pero llega un punto


en el que jadeo sin aliento. Mis manos se cuelan por
debajo de la camiseta de Kaden y me deleito de sentir su
piel contra la yema de mis dedos.

El timbre suena y gruño, estoy empezando a pensar


seriamente en desconectar ese maldito chisme.

Seguro que Lexie viene a darme un nuevo discursito.

Kaden me suelta y ambos estamos luchando por


introducir un poco de oxígeno en nuestros cuerpos de
nuevo.

Mi cabeza se empieza a despejar mientras camino hasta


la puerta.

¿Porque sigo cayendo en las redes de ese maldito atractivo?


Abro la puerta y me arrepiento de no haber mirado
quién había tras ella en el mismo segundo en que siento
unas manos apretando mi cuello.

No puedo hablar, no puedo gritar, y la circulación del


aire está disminuyendo por segundos.

—¡¿Que coño andas diciendo por ahí?!—gruñe Nathan


con furia en su rostro.

Su cara tiene varios hematomas y su ceja está adornada


por unos puntos cosidos.

Mis manos se mueven con histeria alrededor de las


suyas intentando hacer que me suelte, como no
funciona le golpeo el pecho.

La adrenalina se dispara por mi cuerpo.

Me suelta de golpe tirándome al suelo y caigo en un


ruido sordo. Me llevo las manos al cuello
automáticamente intentando respirar.

—Sino quieres que tu amiguito acabe en la cárcel por


agresión más te vale cerrar la puta boca. Sabes que
tengo los recursos suficientes para ello cariño—escupe
con rabia.

Estoy paralizada por el miedo.


Los pasos de Kaden resuenan por el piso, cuando llega
hasta mi lado y me ve tirada en el suelo su cara cambia
por completo.

Nathan me da miedo, pero en ese momento la expresión


de Kaden es la cosa más escalofriante que he visto en mi
vida.

—¿Que mierda está pasando aquí?—pregunta en un


gruñido bajo.

—Tu...—murmura asustado Nathan mientras da un paso


hacías atrás.

—Tienes cinco segundos de ventaja antes de que acabe


con tu vida—le amenaza Kaden.

Nathan da un traspié y se cae al suelo.

—Eres demasiado lento—le dice Kaden antes de


empezar a golpearlo.

En cuestión de segundos la cara de Nathan es un


reguero de sangre.

—¡Kaden para!—le ruego asustada.

Lo va a matar. Lo va a matar de verdad.


Nunca he visto a alguien tan cabreado. Kaden en estos
momentos es una representación gráfica de la ira.

—¡Kaden por favor!—digo intentando cogerlo del brazo.

Su codo alzado golpea accidentalmente mi esternón y


salgo volando detrás de él. Eso parece traerlo de vuelta a
la realidad y se gira mirándome con arrepentimiento.

El dolor me atraviesa, Kaden es mucho más fuerte de lo


que aparenta.

Se incorpora y viene hasta mi lado con el ceño fruncido.

—Lárgate antes de que cambie de opinión—le masculla


Kaden a Nathan.

Nathan se arrastra, su camiseta está completamente


manchada de sangre. Va a necesitar puntos nuevos. Se
tambalea de un lado a otro mientras se pone en pie y se
va sin mirar hacía atrás.

—Lo siento mucho Juls—me susurra Kaden acariciando


mi pelo.

Niego la cabeza y siento como mi cara se embadurna en


lágrimas.
23. In the shadows
"Lately I been walking, walking in circles 
Watching, waiting for something
Feel me, touch me, heal me, come take me higher"

En algún punto Kaden ha cargado conmigo hasta mi


cama, estoy estirada en ella con la mente en blanco,
impactada por la visita de Nathan todavía.

Ha intentado hablar conmigo varias veces pero no he


sabido que responder, así que he permanecido callada
todo el tiempo.

Las manos de Nathan apretando mi cuello todavía me


dejan sin aliento.
No dejes que arruine tu vida ahora que estás empezando a
construirla de nuevo...

Ojalá fuera tan fácil.

—Juls...—empieza a decir de nuevo Kaden—Habla


conmigo.

—No quiero hablar—digo mirando un punto fijo de la


pared.

Sino quieres que tu amiguito acabe en la cárcel por


agresión más te vale cerrar la puta boca. Sabes que
tengo los recursos suficientes para ello cariño

¿Estaba amenazando a Devan?

—Está bien—dice en un suspiro. Escucho el movimiento


de la silla en la que está sentado y mis ojos se mueven
hasta su lado.

Se ha levantado y camina hasta mi puerta.

—E-espera...—le pido.

Kaden se gira y me mira con interés.

—No te vayas, por favor—muerdo mi labio con fuerza.

Tengo miedo de que vuelva.


—No me voy a quedar aquí si eres incapaz de hablar
conmigo.

Siento el nudo en la garganta y lo intento tragar.

—¿Eso es un tanto manipulador, no crees?—digo


entredientes.

Kaden se cruza de brazos y entrecierra los ojos.

—No me estás dando otra alternativa Julliet, quiero


ayudarte, quiero que puedas comunicarte conmigo...

Me incorporo y abrazo mis rodillas con mis brazos


mientras mantengo su mirada.

—¿No puedes olvidarlo y ya está?

—¿Que ese capullo haya intentado hacerte daño? No,


creo que no puedo olvidarlo—gruñe.

Mordisqueo mis uñas con nerviosismo.

—Solo está enfadado conmigo...me vio con Sean, me ha


visto contigo y cree que también me he acostado con mi
profesor...

—Me dijiste que él era incapaz de ponerte una mano


encima—murmura.
—Parece que no lo conocía tan bien como creía...

—Deberías poner una orden de restricción contra él.

Sí, y denunciarlo por intento de violación.

—No creo que vuelva a acercarse a mí después de las


palizas que le habéis dado...—miento estremeciéndome.

—¿"Que le habéis"?—remarca el plural.

Te acabas de delatar.

—Uhmm...

—¿Quién más le ha dado una paliza a ese imbécil Juls?—


pregunta sentándose a los pies de mi cama.

Lo pienso unos minutos y decido responder.

—Devan—digo con sencillez.

—¿El camarero pervertido de Mala?—pregunta alzando


la ceja.

Asiento.

—¿Por qué? ¿Qué hizo?—su mirada se empieza a


oscurecer.
Mi respiración comienza a acelerarse y siento la sangre
que circula por mi cuerpo golpeando con fuerza las
paredes de los vasos sanguíneos.

—Solo estaba siendo un imbécil...

Y un violador de mierda.

—Me cuesta imaginar al camarero pegando una paliza a


alguien solo por ser un imbécil.

Eres demasiado inteligente   Kaden Taylor.

—Devan solo me estaba defendiendo.

Su ceño se frunce, y su cara indica que no acaba de creer


del todo mis palabras.

Su teléfono suena sacándonos del trance de la


conversación, suspira cuando ve el nombre en la
pantalla y se pone en pie saliendo de mi cuarto.

—No puedo ir esta noche...—le dice en voz baja al


teléfono.

—No, no es por un polvo...

—Estoy cansado de jugar al hermano mayor contigo


Amy, ¿por qué no se lo pides a Alec?
¿Amy?

Se escuchan varios gruñidos y suspiros.

—Está bien, te recojo en veinte minutos.

Sus pasos me avisan de que se acerca de nuevo y miro a


otro lado pretendiendo que no estaba escuchando nada.

—Me tengo que ir...—explica pasando su mano por su


pelo.

Asiento pero no quiero que se vaya.

—Ponte algo más de ropa, te vienes conmigo—ordena.

—¿Qué?—pregunto confusa.

—No voy a dejarte aquí sola, vamos.

—Kaden no voy a ir contigo a dios sabe donde...—


murmuro haciendo una mueca.

—Solo voy a hacer de taxi, te quedas en mi casa conmigo


esta noche—sentencia con firmeza.

—Kaden...

—No me obliges a cargarte en brazos—advierte.


Arrastro mis pies fuera de la cama, me quito el pantalón
corto de pijama que llevaba para estar por la casa.
Siento los ojos de Kaden clavados en mi trasero
expuesto.

Deslizo los jeans por mis piernas y meto mis pies en las
primeras deportivas que encuentro.

Bajamos en silencio y busco mi teléfono en el salón, lo


guardo en el bolsillo trasero del pantalón y salimos.

Me aseguro de cerrar con llave la puerta y me giro hacía


Kaden que me mira de forma indescifrable.

—¿Como vas a hacer de taxi si en la moto...?—pregunto.

—Por suerte he venido en coche—dice señalando un


coche que hay aparcado justo detrás del mío.

Desbloquea las puertas y me planto delante pensativa,


no se si debo subirme en la parte del copiloto o atrás. A
lo mejor la tal Amy se quiere sentar delante y...

—¿A qué esperas?—me dice con impaciencia abriendo la


puerta del copiloto.

Cuando se sube y enciende el coche la música estalla en


los altavoces, me sobresalto asustada y una sonrisita
asoma la comisura de sus labios mientras baja el
volumen.

—¿A donde vamos exactamente?—pregunto mientras


cruzo por mi cuerpo el cinturón de seguridad.

—A una pizzería—contesta mientras arranca el motor.

Mi ceño se frunce con confusión.

—Tengo que recoger a Amy—explica.

El mismo nombre que ha mencionado por teléfono,


¿quién será esta chica?

Kaden se pone a cantar por lo bajo y me recuerda a él


cocinando en mi cocina haciendo lo mismo.

La verdad es que tiene una voz increíble, me pregunto


que se le dará mal en la vida.

Ser simpático con la gente.

Mi mente comienza a divagar en diferentes temas para


no centrarme en el dolor que siento en el cuello y lo que
ello ha conllevado.

—¿De que conoces al Sr. Henderson?—suelto sin más.

Sus manos aprietan con más fuerza el volante.


—Es el dueño del local en el que trabajamos—masculla.

—Sí, pero...

—¿Qué?

—Parecía muy interesado en el marcapáginas de tu libro.

—¿Porque ha visto él el libro?—sus hombros están cada


vez más tensos.

—Uhmm...lo de mi pie sucedió en el campus y él me


acompañó a urgencias, como había mucha demora me
puse a leer y lo vio.

—¿Andrew es tu profesor?¿Estudias Derecho?

Así que sabe más cosas de él aparte de que es nuestro


jefe.

—Sí. ¿Lo conoces de algo más que ser solo el dueño del
local, cierto?

—Si algo así...—murmura.

—Te quejas de que no te cuento las cosas pero tu haces


exactamente lo mismo—farfullo cruzando mis brazos.

—¿Que quieres saber exactamente?—pregunta


entredientes.
—¿De que lo conoces además del club?

Coge aire y suspira.

—Crecimos juntos.

Jadeo con asombro y mis ojos se abren de par en par.

—¿Qué? ¿Como...? ¿Qué?—pregunto como una estúpida.

—No es la gran cosa—encoge sus hombros.

—¿Porque habéis crecido juntos?

—No no, ya he respondido a una de tus preguntas.


Ahora me toca a mí.

—No te lo preguntaba como moneda de cambio para


que ahora puedas preguntarme tu lo que quieras...—
murmuro mordiendo mi labio inferior.

—Es lo justo ¿no?

—Kaden no quiero hablar de él—contesto


adelantándome a su pregunta.

—Solo dime porque el camarero lo apalizó.

—Por favor...
—Está bien—suspira derrotado.

Mi móvil empieza a vibrar en mi bolsillo y caigo en la


hora que es. Devan últimamente me videollama a esta
hora.

Kaden mira por el rabillo de su ojo y yo rechazo la


llamada y le escribo un mensaje de texto a Devan.

Yo: Estoy con alguien ahora, no puedo hablar.

Devan: ¿Quién va a ser más importante que yo Ángel?


Espero que este bien bueno por lo menos.

Yo: ¿Porque piensas que es un él?

Devan: Instinto de adivino. ¿Estoy en lo correcto? P.d: La


idea de que estés con una mujer me resultaría mucho
más interesante

Yo: Estás en lo correcto.

Devan: Por otro lado...¿todo bien?

Yo: Sí, todo bien.

No me gusta mentir a Devan, es una de las personas a


las que más cariño le tengo ahora mismo y no quiero
preocuparlo.
Sino quieres que tu amiguito acabe en la cárcel por
agresión...

Las palabras de Nathan resuenan de nuevo y mi cabeza


y mis puños se cierran con rabia.

Kaden aparca delante de una pizzería e inmediatamente


reconozco el local, la imagen de Kaden vestido con la
ropa de esta cadena de pizzas aparece en mi mente.

Una chica golpea el cristal de la ventanilla de Kaden y


sonríe mientras sacude la mano. Es joven, más joven que
yo, debe rondar los dieciocho como mucho, y  es guapa,
muy guapa, su pelo negro cae en ondas y sus ojos
verdes contrastan con su piel blanca.

Kaden baja la ventanilla y el rostro feliz de la chica


cambia cuando me ve.

—¿Quién es esta?—pregunta desconcertada.

—Esos modales Amy...

—¿Me has traído a una de tus folladas?—pregunta


arrugando su frente y cruzándose de brazos.

—Julliet es mi amiga—le explica.

Mi corazón empieza a alterarse.


—Tú no tienes amigas—masculla ella apretando sus
labios.

—Tú eres mi amiga.

—Yo no soy tu amiga, soy tu futura esposa—le guiña un


ojo de forma coqueta.

Kaden se ríe y contengo el aliento, siempre que lo


escucho reírse me quedo fascinada.

—Sube al coche anda...—le dice.

Ella mira hacía mi lado con desaprobación.

—Está en mi sitio—continua Amy con su arrebato.

—No actúes como una cría y sube atrás...

Amy resopla y cuando sube cierra la puerta con


brusquedad.

Debe estar pensando: ¿Qué veo, un rival?

—Mi jefe sigue queriendo contratarte, por lo visto


causaste furor entre nuestras clientela femenina—dice
metiendo su cara por el hueco que hay entre nuestros
asientos.
—Dile que ni en broma pienso volver a repartir una
pizza. Temí por mi integridad ese día. Las mujeres
hambrientas son realmente peligrosas.

Amy se ríe y veo en sus ojos algo bastante obvio; está


totalmente enamorada de Kaden.

—¿Y de qué conoces a Kaden, Julliet?—me pregunta


arrugando su nariz cuando pronuncia mi nombre.

Nos odia.

—Uhmm...trabajamos juntos—respondo evitando su


mirada.

—¿Eres stripper o algo?—inquiere con indiscreción.

—No, soy camarera.

—Ugh, que aburrido...¿Y habéis follado?—suelta como si


nada.

—¿A que vienen tantas preguntas Amy?—le recrimina


Kaden.

—Solo tengo curiosidad, es la primera amiga tuya que


conozco—contesta la joven encogiéndose de hombros.

—Deja a Julliet tranquila—advierte.


—A Julliet no le molesta que le pregunte, ¿a que no?—
dice levantando sus cejas.

—Uhmm...

—Amy—suspira Kaden.

—Agh, está bien—refunfuña mientras se tira hacía atrás.

Se crea un silencio en el ambiente que rápidamente es


interrumpido por la voz de Amy.

—Oye Kaden pon mi canción—le pide.

Kaden pone los ojos en blanco pero estira la mano y


empieza a pasar canciones hasta que deja sonar una.

If U Seek Amy de Britney Spears retumba por los


altavoces del auto de Kaden, Amy sonríe y empieza a
cantarla alegremente. Kaden la mira por el espejo y le
sonríe.

Siento un punzada de algo en mi estómago y me obligo a


apartar la mirada.

Cuando la canción termina Amy sigue cantando las


canciones que suenan a continuación, no lo hace mal,
Kaden y ella formarían un buen dúo.
Al cabo de un rato Kaden para delante de un bloque de
edificios, la cabeza de Amy se asoma desde atrás y
planta un sonoro beso en la mejilla de Kaden.

—Gracias Kay, eres el mejor.

Kaden limpia su mejilla con exageración, gesto que hace


reír a Amy.

—Buenas noches—le dice este.

—Buenas noches Kay—se voltea hacía mí y su sonrisa


disminuye un poco—Buenas noches Julliet.

Antes de que abra la boca ella ya ha salido del coche.

Kaden baja la ventanilla y observa como Amy entra en


uno de los edificios que hay, una vez ella desaparece tras
la puerta sube la ventanilla y arranca el coche.

—¿Te importa mucho, no?—pregunto mirando la


carretera.

—¿Amy?

—Sí.

—Es una buena chica—contesta con sencillez.

Que está loca por ti.


—¿De que la conoces?—mordisqueo mis uñas.

—Es la hermana pequeña de mi mejor amigo.

—¿Por eso trabajaste aquella vez de repartidor? ¿Por


ella?

—Se enfermó, cubrí su turno para evitar que la echaran.

Mi corazón se derrite un poco. Baja esos muros hay


mucho más de lo que aparenta.

—¿No existen derechos laborales en su trabajo?

—Su jefe es un imbécil, pero necesita el dinero y no


puede dejarlo.

El camino me empieza a resultar familiar, debemos estar


cerca de su casa.

Al cabo de diez minutos llegamos y me vuelvo a quedar


asombrada, la casa de Kaden es de esos lugares en los
que envidias vivir.

Cuando salgo del coche mi mente se llena de recuerdos


de la última vez que estuve aquí, me estremezco
recordando lo placentero que fue.
Kaden camina hacía adentro y lo sigo con paso vacilante,
parece que mi cabreo por ignorarme durante una
semana se ha esfumado por completo.

Enciende las luces y lo primero que observo son los


millones de bocetos esparcidos por la encimera de la
cocina.

No puedo evitar acercarme y coger uno con mis manos,


es increíblemente talentoso. Kaden se acerca hasta mi
lado y me mira con curiosidad.

—¿Los has hecho tu?—pregunto cogiendo otro.

—Sí, son para los estudios de tatuajes.

Imagino a decenas de personas ojeando estos dibujos y


diciendo cual deciden para tener en su piel. En cierto
modo llevan a Kaden para siempre con ellos y esa idea
hace volar mi mente.

—Debe ser una locura...saber que una de tus creaciones


permanece en la piel de alguien por siempre...

—Siempre que no se lo borre—contesta con una sonrisa


que muestra sus dientes.

Uno capta mi atención, un pájaro escapando de su jaula,


es bastante hermoso.
Libertad

—Me encanta...—murmuro cogiendo el boceto.

—Podría hacértelo—me dice, siento su respiración cerca


de mi cuello y mi pulso se acelera.

—¿Sí? ¿Donde sería un buen lugar para tenerlo?—


pregunto mordiendo mi labio.

Su dedo se cuela por debajo de mi camiseta y sube


lentamente erizando mi piel.

—Aquí—para su dedo entre mis omoplatos. Saca su


mano de debajo de mi camiseta y recorre mi brazo, se
detiene justo en la parte posterior de mi brazo—O aquí.

—¿Duele?—trago.

—A algunas personas más que a otras...

Su cercanía nubla mi mente y me cuesta pensar en


cualquier cosa que no sea su cuerpo.

Se separa un poco y me giro y lo miro confusa, pensaba


que se iba a lanzar en cualquier momento.

—¿Tienes hambre? ¿Has cenado algo?

Sí, pero no de comida.


—No...

—¿No qué?

—No a ambas de tus preguntas.

Kaden suspira y se mueve hasta la nevera.

—Tienes que comer algo Juls—dice mientras empieza a


sacar alimentos.

Apila todos lo dibujos y los coloca dentro de una carpeta.

—¿Te apetece algo en concreto?—pregunta.

Me apeteces tu.

—Lo que sea estará bien—digo en su lugar.

—¿Quieres darte un baño o mhmm algo? He pensado


que puede ayudar a relajarte... Puedes coger mi ropa...
La cena tardará un rato en estar lista.

Recuerdo la inmensa bañera de Kaden con chorros


hidromasajes y la idea suena muy atractiva.

—Está bien, gracias...

—Las toallas están en el segundo estante, y siéntete libre


de coger lo que quieras de mi armario.
Camino indecisa por la casa, tampoco es que me sepa
del todo la distribución...pero el baño y la habitación de
Kaden las conozco muy bien.

Entro a su habitación y el olor de Kaden está en todos


lados, es extraño que solo eso me excite.

Abro la puerta corredera del armario y observo la ropa


que hay en el, estoy tentanda de hundir mi nariz y
aspirar el olor de su ropa.

Cojo una camiseta blanca y unos pantalones cortos de


deporte. Kaden tiene un sistema automático conectado
en toda la casa, me percato de que ha encendido la
música y ha ajustado las luces del baño. Asumo que lo
ha hecho desde el centro de control de la cocina.

Me parece un gesto adorable y considerado. La música


acústica ocupa el silencio de la habitación, enciendo el
grifo y me despojo de la ropa que llevo dejándola
doblada en un lado.

Observo mi reflejo en el espejo, mi cuerpo desnudo y


pálido tiene alguna que otra marca. Mis dedos acarician
mi cuello y me cuesta respirar, es como si pudiera sentir
todavía la mano de Nathan apretando mi garganta.
Echo un poco de jabón en el agua y con el efecto de los
chorros se empieza a crear espuma, cuando el agua
cubre más de la mitad de la superficie me meto dentro.

La verdad es que sí consigo relajarme, cierro los ojos


disfrutando del agua cálida que rodea mi cuerpo, el
agradable olor del jabón que impregna mis fosas
nasales, la música que resuena en una melodía
tranquilizadora...

No se cuenta rato paso así pero el agua empieza a


enfriarse, abro mis ojos cuando escucho unos pasos
acercándose.

—¿Juls? La cena ya está lista—me mira con prudencia


desde la puerta abierta.

Me pongo en pie y siento las gotas de agua recorriendo


mi cuerpo. Los ojos de Kaden se entrecierran con deseo
mientras me mira y traga con fuerza.

—¿Crees que puede esperar un poco?—salgo de la


bañera y me acerco lentamente hacía él dejando huellas
mojadas en el suelo.

—Totalmente—contesta agachando la cabeza para


encontrar mis labios.
24. Too Good
"I don't know how to talk to you
I just know I found myself getting lost with you"
He echado muchísimo de menos el cuerpo de Kaden y
su capacidad de hacerme desconectar del mundo.

Cada vez que nos acostamos siento que me vuelvo más


adicta a él y eso me preocupa.

¿Hasta cuanto durará esto?

Estamos estirados en su cama completamente desnudos


mientras recuperamos el aliento, mi pelo mojado por el
baño está dejando un rastro de humedad en las
sabanas.

Kaden se incorpora y planta un dulce beso en mi


espalda.

—Hora de cenar comida nena—murmura mientras sale


de la cama y alcanza unos pantalones.
Me deleito viendo que no se cubre la parte superior,
creo que nunca podría cansarme de ver lo maravilloso e
increíble que es su cuerpo.

Placer visual.

Estiro mis extremidades y cuando me pongo en pie


busco la ropa que había seleccionado antes.

Me dirijo hasta la cocina y reparo en los libros que hay


en los estantes del pasillo, los cuales me hacen pensar
automáticamente en el Sr. Henderson.

Tenga cuidado Srta. Collins.

Me pregunto que clase de relación tienen o han tenido


ese par.

Imágenes perversas del sueño erótico que tuve con


ambos asaltan mi cabeza y siento como mis pezones se
endurecen bajo la camiseta de Kaden.

Vivo por que se haga realidad ese sueño.

Kaden ha recalentado la comida y la está sirviendo en los


platos. Me siento y apoyo mis codos en la isla de la
cocina.

—¿Entonces...?—comienzo a formular.
—¿Qué?

—¿Tú y el Sr. Henderson...?

Su frente se arruga cuando digo su nombre.

—¿Ya hemos vuelto a ese tema?—suspira.

—¿Qué pasa? ¿Te llevas mal con él o algo?

—O algo—contesta dejando el plato delante de mí.

—A veces eres un hombre de pocas palabras—resoplo.

—Y tu una mujer demasiado curiosa ¿te lo han dicho


alguna vez?

Sí, el Sr. Henderson...y puede que algunas personas más.

—¿Bueno somos amigos no? Los amigos se conocen—le


recuerdo pensando en que es así como se ha referido a
mí con Amy.

—¿Así que ya no quieres reflexionar? ¿Me has


perdonado?—se burla conteniendo una sonrisa
triunfadora.

Te han perdonado los orgasmos que me has dado hace


unos minutos.
Ruedo mis ojos y cruzo los brazos.

—No hagas que me lo piense mejor Kay.

Su ceja se alza cuando lo llamo así y muerdo mi lengua.

—Kay...me gusta—contesta haciendo que se tiñan mis


mejillas de rojo—Vale, entonces amigos que se
conocen...

Y que se desnudan juntos, esa es la parte importante.

Asiento.

Kaden me pasa mi plato con una cantidad considerable


de comida.

—Entonces el Sr. Henderson...—digo.

—Y aquí vamos de nuevo...

—Mi curiosidad está totalmente justificada—refunfuño.

—Muy bien, pero al igual que has hecho tu voy a vetarte


algunas preguntas.

Se sienta a mi lado y empezamos a comer.

—Está bien—curvo mis labios—¿Pero a que te refieres


con eso de que crecisteis juntos?
Bebe agua exagerando el tiempo, maldita intriga.
Cuando baja el vaso siento el impulso de lamer sus
labios mojados. Como si leyera mi mente pasa su lengua
por ellos enviando pensamientos obscenos a mi cerebro.

—Pues significa que desde que éramos un par de críos


hasta hace algunos niños vivimos juntos, en un mismo
espacio cerrado.

Es un listillo.

—¿Pero por qué? ¿Sois parientes?

Físicamente no se parecen en nada.

—Su madre y mi padre se casaron cuando yo tenía unos


cinco años.

—Oh...¿ya no están casados?

—Seguro que eres de las que piensa que el amor es para


siempre, ¿no?

Me encojo de hombros.

Kaden mastica y observo como parece indeciso sobre


algo.

—La madre de Andrew está muerta.


Mis ojos se amplían.

—Debió ser muy difícil tu padre y para vosotros—


susurro.

Se ríe amargamente y su rostro cambia por completo.

—No lo creo, fue mi padre el que la mató.

Jadeo y mi cubierto cae al suelo, mi corazón se acelera,


las palmas de mis manos comienzan a sudar y me
pregunto como me he metido en un terreno tan turbio.

—Yo....

No se que decir, ¿que se dice ante estas situaciones?

—No hace falta que digas nada Julliet.

Muerdo mi labio y Kaden automáticamente lo libera


como hace siempre.

—¿Entiendes ahora que puede haber ciertos temas de


los que no me apetece hablar, no?—murmura.

Asiento tragando con fuerza, me remuevo incomoda en


el asiento y por primera vez en mi vida me arrepiento de
ser una fuente insaciable de curiosidad.
Que tu padre haya asesinado a alguien...¿que traumas
deja eso? ¿Como vives con esa información el resto de tu
vida? El Sr. Henderson debía odiar al padre de Kaden...
¿lo odiaría a él también?

—¿Entonces, como es que estudias derecho?—pregunta


Kaden cambiando de tema por completo.

Cosa que agradezco, aunque el tema al que se ha


movido no es precisamente idóneo.

—Mi padre era abogado...siempre les hizo ilusión que


estudiara la misma carrera que él.

Kaden abre los ojos cuando utilizo el pasado para


referirme a ellos.

—¿Y que querías estudiar tu?—pregunta con astucia


antes de llevarse el tenedor a la boca.

—¿Yo?

Asiente expectante.

La discusión con ellos sobre mi futuro aparece en mi


cabeza haciéndome sentir culpable.

—¿Porque piensas que querría estudiar otra cosa?


Derecho es una carrera bastante...
Aburrida.

—Porque hablas de lo que ellos querían, no de lo que tu


quieres.

—Solo pensaban en mi bienestar, estudiar otra cosa


habría sido un capricho pasajero...

—Eso suena a un buen lavado de cerebro. Vamos, ¿que


te gusta Juls?

Paso mi mano por mi pelo de forma reiterada.

—La danza, amaba bailar—digo con un poco de


nostalgia en mi voz.

Kaden inclina la cabeza.

—¿Ellos no lo aprobaban?

—Como hobby sí, pero no como un futuro que page


cuentas...

—Es una pena lo infravaloraras que están las artes


cuando toda nuestra sociedad se cimienta sobre ellas.

Sus palabras remueven algo en mi interior.

Seguimos lanzándonos preguntas, algunas son bastante


triviales mientras que otras son intensas.
—¿Entonces como van las cosas con el DJ?—pregunta
intentando sonar casual mientras limpiamos los platos
que se han ensuciado.

—Oh...no van de ningún modo—suspiro frunciendo el


ceño.

—Vaya, que pena—aprieta sus labios y me doy cuenta de


que está conteniendo una sonrisa.

Maldito Kaden.

—En realidad, quería preguntarte algo...¿os conocéis?

Alza su ceja con curiosidad.

—No. ¿Por qué?

—Uhmm...por nada.

¿Porqué Sean insiste en no meterse en el camino de


Kaden? ¿A qué viene ese temor?

Cuando pasamos por el salón no puedo evitar mirar


fuera, la playa de noche me resulta atrayente.

—¿Te importa si doy un paseo?—pregunto.

No tengo nada de sueño.


—Te acompaño.

Kaden coge las llaves y cierra la puerta trasera activando


una alarma.

Camino descalza, cuando piso la arena fría hundo más


mis pies, enterrándolos y disfrutando de la sensación.

La luna se refleja en el mar, es una imagen hermosa y


cautivadora. El sonido de las olas rompiendo me resulta
extremadamente tranquilizador.

Continuo caminando hasta llegar a la orilla, cuando el


agua choca contra mis pies me sorprende lo cálida que
esta. Muevo mis dedos y observo como aparecen y
desaparecen bajo el agua.

—Como me gustaría vivir en un lugar como este—


suspiro.

—Por lo visto a mi madre le encantaba el mar—dice


Kaden con la mirada perdida.

—¿Tu madre? ¿Tu madre biologica?

Kaden asiente y mete sus manos en sus bolsillos.

—¿Y que pasó con ella?


—Cáncer. Murió cuando yo era muy pequeño, poco
antes de que mi padre saliera con...

Con la madre del Sr. Henderson.

A la que mato su propio padre.

Todavía me cuesta asimilar ese dato.

Intento imaginar la vida de Kaden y me cuesta procesar


tanta tragedia.

—¿Te acuerdas de ella?

—Vagamente...

Kaden coloca su brazo por encima de hombros y me


acerca a él enterrando su cara en mi cuello.

—¿Te apetece un baño nocturno?—murmura.

¿Otra vez? Bueno, vale.

Miro a nuestro alrededor y observo que estamos


completamente solos, como la última vez. La sensación
de que alguien pueda pillarnos me da un morbo
increíble.
Kaden se deshace de sus pantalones y suspiro, espero
superar algún día la fascinación que tengo por su
cuerpo.

Camina hasta que el agua cubre su cintura, se gira y me


sonríe.

—¿A qué esperas?

Muevo automáticamente mis manos y me quito la


camiseta tirándola al lado de los pantalones de Kaden,
bajo mis pantalones, bueno en realidad son sus
pantalones, y me vuelvo a quedar completamente
desnuda delante suyo.

Me mira de una forma que calienta cada parte de mi


cuerpo, camino con paso decidido hacía adentro, cuando
llego a su lado tira de mis piernas para que las enrolle al
rededor de su cintura.

Sus ojos azules se oscurecen cuando nuestras


intimidades quedan completamente pegadas.

Las manos mojadas de Kaden recorren mi espalda y


agacha su cabeza para buscar mis labios. Las ondas de
nuestro alrededor nos mecen mientras nos perdemos
en el cuerpo del otro.
Su besos son salados por el agua del mar, nuestras
lenguas se rozan y mi espalda se arquea cuando siento
su mano acariciando el punto que se encuentra entre
mis piernas.

—Kaden...—gimo.

No quiero preámbulos, mi cuerpo siempre está listo


para recibirlo.

—¿Si?—pregunta, lo siento sonreír contra mi boca.

—Te necesito dentro—le pido casi rogándole.

—Hazlo tu misma—me dice en un susurro.

Eso me recuerda a Devan y desconecto un segundo de la


realidad.

Mi cabeza está hecha un lío.

Bajo mi mano por su torso hasta su cintura, gime


cuando encuentro su erección, la rodeo con mi mano y
la guío a mi entrada. Ambos suspiramos
placenteramente cuando bajo con mi cuerpo
introduciéndolo por completo en mi interior.
Me muevo lentamente clavando mis uñas en su espalda,
su boca mordisquea mi mandíbula, mi clavícula, mis
pechos...

Sus manos bajan y aprietan con fuerza mi trasero


mientras acompaña mis movimientos.

Mis piernas se enroscan con más intensidad a medida


que mis movimientos se aceleran, su aliento pesado
contra mi cuello hace que mi piel se erice.

—¿Estás cerca verdad?—murmura besándome.

—Sí—respondo totalmente desconcentrada. Solo soy


capaz de pensar ahora mismo en el placer que se está
construyendo en la parte baja de mi vientre.

Siento como se endurece cada vez más.

—Acaba conmigo—me ordena devorando mi boca.

Mi cuerpo obedece y mi interior se contrae a su


alrededor mientras siento como se tensa en mis brazos.

Mi frente descansa contra la suya mientras intentamos


respirar con normalidad. Cuando abro los ojos observo
que me está mirando fijamente.
De forma impulsiva lo beso intentado ignorar lo que
estoy sintiendo.

¿Que me estás haciendo Kaden?

***

Me despierto notando la excitación de Kaden pegada


contra mi trasero, creo que esta podría ser una buena
forma de despertar diariamente.

Me muevo para provocarlo un poco y escucho una


especie de quejido gemido. Me río por lo bajo y en un
rápido movimiento Kaden me tiene atrapada bajo sus
brazos.

—¿Te hace gracia provocarme?—dice seriamente


aunque sus ojos brillan con diversión.

Aprieto mis labios conteniendo una sonrisa y niego la


cabeza.

—Humm...así que ahora eres una pequeña mentirosa

Su boca baja hacía uno de mis pechos y tira de mi pezón,


se endurecen al instante. Continua torturando mis
pechos hasta que cierro mis ojos absorbiendo el placer
que me da.
Alguien jadea y mis ojos se abren por completo, en la
puerta hay un hombre que nos mira boquiabierto.

Me ruborizo y Kaden estira la sabana tapándome.

—Amy no mentía—dice el hombre mientras continúa


rozando la mandíbula contra el suelo.

—Alec tienes cinco segundos para salir de aquí sino


quieres que patee tu trasero—le amenaza Kaden en un
gruñido.

El tal Alec sonríe y desaparece rápidamente mientras


farfulla algo por lo bajo.

—Perdona—se disculpa Kaden incorporándose.

—¿Quién es?—pregunto incorporándome.

—El imbécil de mi mejor amigo, tiene llaves de la casa y


se presenta sin avisar y cuando le da la gana—suspira.

Observo con decepción como se pone la ropa y me


levanto para hacer lo mismo. Me pongo mi propia ropa y
miro la hora, todavía me da tiempo de llegar a clase.

Cuando caminamos hacía la cocina Alec está sentando


desayunando tranquilamente. Me mira con diversión
mientras bebe su café.
—¿Así que tu eres la nueva amiga de Kaden? La cual por
cierto no me había mencionado—dice lo último con
reproche hacía Kaden.

Me siento tímida mientras asiento.

—¿Recuérdame en que estúpido momento de mi vida te


di una llave de mi casa?—le dice Kaden entrecerrando
sus ojos.

—Una de esas veces en las que me abrazabas borracho


y me decías que me querías—contesta Alec riéndose.

—Lección aprendida, el alcohol no trae nada bueno.

Esta faceta de Kaden me gusta, y odio que me guste.

—Yo soy Alec, la única persona de la tierra que aguanta


al subnormal este—me dice haciendo un gesto con su
cabeza hacía Kaden—¿Tu eres la famosa Julliet?

Bueno, famosa no...

—Amy es una bocazas—resopla Kaden mientras sirve


café en dos tazas.

—¿Entonces como has engañado a nuestro querido


Kaden super estricto con sus estúpidas normas?
—¿Qué?—digo confusa.

—Kaden nunca trae una chica a su casa, y estabais a


punto de follar así que...

Kaden le da una colleja y Alec protesta.

—¿Porque no te largas ya?—le dice Kaden cabreado.

—Venía a por los bocetos—contesta Alec frotando el


lugar que ha golpeado Kaden.

Kaden coge la pila de bocetos y los coloca en una


carpeta, se la entrega a Alec y se cruza de brazos.

—Listo, adiós muy buenas.

Alec se bebe de golpe el café y hace una mueca.

—Eres un aburrido, tenemos una conversación


pendiente—se gira y me sonríe—Ha sido un placer
Julliet.

Observamos en silencio como Alec se marcha.

—¿Entonces ese es el hermano de Amy?—pregunto


llevándome una tostada a la boca.

—El mismo.
La alarma de mi teléfono suena avisándome de que
debo despertarme para ir a clase. La apago y curvo mis
labios en una mueca.

—¿Te importa acercarme a la universidad?—le pido


mordiendo mi labio.

Kaden automaticamente lo libera y me sonríe.

—Voy a empezar a follarte cada vez que hagas eso, ¿no


ves que luego lastimas tus labios?

Mi interior se contrae alegremente y siento el impulso de


morder descaradamente mi labio.

—Y claro que puedo acercarte, salimos en dos minutos—


me dice antes de levantarse del asiento y desaparecer
hacía su cuarto.

Kaden me deja directamente en el campus, le he tenido


que pedir varias hojas blancas y algún bolígrafo para no
ir con las manos vacías a clase.

En cuanto Taylor me ve viene corriendo a mi lado.

—¡Julliet! Estaba tan preocupada...¿Estás bien? Ayer no


viniste y...

Asiento aunque intento no pensar demasiado en ello.


—Ese tipo...¡oh dios mío! ¡Lo siento tanto Juls!—se
lamenta.

—No es tu culpa—mascullo.

Ella niega con la cabeza y parece al borde de las


lágrimas.

—Él preguntó por ti, yo le dije que seguramente habías


ido al baño...pensaba que erais amigos... tenía una foto
contigo en su teléfono ¡oh dios mío! De verdad no sabes
lo mucho que lo siento.

Pongo una mano sobre su hombro.

—Taylor sigue sin ser culpa tuya—aseguro.

—Yo...yo...—farfulla conteniendo las lágrimas

La abrazo y pienso en la ironía de estar consolándola yo


a ella.

—Todo está bien ¿vale?—le digo.

El timbre suena y nos separamos escuchando como la


puerta se cierra de golpe, el Sr. Henderson tiene aspecto
de estar de mal humor. Para variar.

—Examen sorpresa—es lo único que dice.


¿Examen sorpresa? ¡Si en una semana teníamos el
primer parcial suyo!
Toda la clase resopla y empieza a protestar.
—Si alguien no quiere hacerlo es libre de irse, esto os
ayudará a estudiar con tiempo para los exámenes.

Empieza a ofrecer diferentes pilas de folio a las personas


que se encuentran en primera fila para que vayan
cogiendo un modelo y pasen para atrás el resto.

Cuando el dichoso examen llega a mis manos empiezo a


rezar porque sepa las respuestas, he estado estudiando
con tiempo pero no se si estoy lo suficientemente
preparada.

El tiempo pasa volando mientras respondo la pregunta,


estoy segura de que al menos aprobar, aprobaré.

El timbre suena avisando de que la clase ha terminado,


hay varios suspiros generales y lamentos.

—Este examen que habéis hecho hoy no sirve para nota,


espero que esto os haga espabilar porque sí que haré
exámenes sorpresas durante el curso que puntuaran
para expediente.

Este hombre quiere matarnos a todos. Varias personas


se alegran de la noticia y suspiran con alivio.
Cuando dejo mi examen en la mesa evito mantener el
contacto con el Sr. Henderson.

—¿Como está su pie Srta. Collins?—pregunta tecleando


algo en su portátil.

—Está bien señor, gracias.

—¿La veré en su puesto de trabajo entonces este fin de


semana?—pregunta unas octavas más bajo.

—Sí, señor.

—Estupendo.

Salgo rápidamente y mi teléfono empieza a vibrar


indicándome que está entrando una llamada, cuando
bajo la vista y el leo nombre de la pantalla contesto al
momento.

—¿Ahora quieres hablar Lex?—pregunto enfadada

Escucho un llanto al otro lado del teléfono que activa mi


sistema de alerta.

—¿Julliet?—reconozco la voz de la Sra. Coleman, la


madre de Lexie.

—¿Sra. Coleman?—pregunto confusa.


—Oh Julliet—lloriquea—Lexie está en el hospital.

¿Qué?

25. Hope For The Hopeless


"I will never quit, this is it
Cause there's hope for the hopeless"
Conduzco de forma imprudente hasta el hospital. 

La Sra. Coleman no me ha podido explicar exactamente


que le ha sucedido a Lexie porque me he quedado sin
batería y siento que los nervios me van a hacer vomitar
de un momento a otro.

El tono de su voz sonaba aterrado y mi mente baraja


demasiadas posibilidades que me vuelven loca.

En menos de veinte minutos llego al hospital, mi cuerpo


tiembla mientras cruzo las puertas del hospital.

La última vez que estuve en el edifico de hospitalización


fue cuando desconectaron a Matt, por lo que se hace
muy duro volver a pisar este suelo.

Pico al botón del ascensor con insistencia y contengo las


ganas de llorar. Un par de enfermeras se suben al
ascensor y cuchichean algo tras mirarme.
Siento como si se me fuera a salir el corazón del pecho
mientras intento localizar la habitación que me ha dicho
la Sra. Coleman.

Golpeo la puerta avisando de que voy a entrar y al


abrirla me encuentro a la Sra. Coleman sentada junto a
Lexi, está apretando una de las manos de Lexie mientras
llora en silencio.

—¿Sra. Coleman?—mi voz suena temblorosa.

Ella alza la vista y se limpia las lágrimas derramadas de


su mejilla.

—Oh, cariño...

Me acerco y se pone en pie, cuando estoy a poca


distancia me envuelve en un abrazo.

—¿Que ha pasado?—pregunto en voz baja.

Se aparta y suspira con pesar.

—Traumatismo craneoencefálico...no saben si ha sido


accidental...o intencionado—la última palabra la dice
horrorizada.

Me cuesta respirar, miro el rostro inconsciente de Lexie y


siento una angustia terrible.
—Pero...¿se va a poner bien?—mi pregunta suena más
bien una súplica.

—Respira por su cuenta...pero no ha recuperado la


consciencia desde que la encontraron—dice mientras se
sigue limpiando las lágrimas que ruedan por su cara.

Pongo una mano sobre su hombro y muerdo mi labio


para evitar ponerme a llorar yo también.

—Pensaba que no tendría que pasar por algo así nunca


más...¿por qué...?—solloza sin terminar la oración.

Me estremezco cuando dice "algo así", sé a lo que se


refiere. El algo así es lo que me hizo conocer a Lex.

—Se pondrá bien Sra. Coleman, Lexie es muy fuerte—le


aseguro mientras aprieto mi puño con impotencia.

Su labio tiembla y se me parte el alma, Lexie lo es todo


para la Sra. Coleman.

La puerta se abre y nos sobresaltamos de forma


simultánea.

Mi boca se abre y las cejas de Devan se alzan por la


sorpresa. El suero que lleva en las manos se le resbala
pero logra cogerlo antes de que caiga al suelo.
—¿Julliet?

La Sra. Coleman salta su mirada de Devan a mí.

—Devan...—verlo aquí me hace sentir más vulnerable y


sensible.

—Tengo que cambiar la medicación...—explica alzando


el contenido de sus manos.

Nos apartamos para dejarle pasar y observamos como


Devan cambia los equipos de sueros que van conectados
las vías intravenosas de Lexie.

—¿Es tu amiga?—me pregunta Devan, tiene el ceño


fruncido.

—Mi mejor amiga...—aclaro apretando los labios.

—¿Os conocéis?—pregunta la Sra. Coleman, que por


primera vez ha dejado de llorar.

—Somos amigos—le respondo.

Devan coge los botes vacíos y señala discretamente la


puerta con la cabeza.

—El médico vendrá en unos minutos a comentar el


resultado de la TC Sra. Coleman.
Cuando sale de la habitación me quedo mirando la
puerta.

¿Quiere que salga?

—Uhmm...voy al baño un segundo Sra. Coleman.

Ella asiente, está totalmente concentrada en Lexie.

Camino hasta la puerta y miro a ambos lados esperando


ver a Devan.

Siento un brazo que tira de mi y de repente estoy


encerrada en una especie de cuarto lleno de sábanas y
camisones doblados.

—¿Estás bien Ángel?—pregunta Devan inclinando la


cabeza, sus ojos se entrecierran con preocupación.

—Yo...sí, supongo—murmuro pasándome la mano por el


pelo—No sabía que trabajabas en esta zona también...

—No soy exclusivo del servicio de urgencias, voy donde


me necesiten—explica.

—Tú...¿tú sabes como está?

—No debería hablar de eso contigo Ángel...


—Es que no entiendo...ayer por la tarde quedamos y
ahora...no entiendo como...—mi cabeza intenta ordenar
la cantidad de pensamientos que pasan por ella.

Devan suspira y se recuesta contra la pared.

—¿No sabes que le ha pasado?—pregunta.

—Su madre me ha dicho que tiene un traumatismo...que


no saben como ha sido.

—¿Tú tampoco sabes como ha sido?

—¡No, no se nada!—digo alterada.

Estira su brazo y me coge llevándome a su pecho, me


tenso unos segundos hasta que noto como me acaricia
el pelo.

—Seguro que se pondrá bien Ángel—me susurra.

—¿Pero por qué...?—trago el nudo que se está formando


en mi garganta.

—No lo sabemos, un médico cree que ha sido un


accidente pero otro afirma que ha sido un acto
intencionado...la cuestión es... si ha sido intencionado...
¿ha sido por ella o por alguien más?
—¿Qué?—me aparto confusa para mirarlo a la cara.

—Tu eres su mejor amiga ¿sabes que antecedentes


tiene?

Claro que los sabía, yo acarreaba con ese mismo


antecedente también.

—Lex no se golpearía la cabeza a propósito—salto a la


defensiva.

—Yo tampoco lo creo, hay otros métodos más efectivos


y menos...sádicos. Pero tampoco creo que haya sido
accidental...¿conoces a alguien que quiera hacerle daño
a tu amiga?

Lo pienso por unos instantes y sacudo la cabeza.

—Pues no queda más que esperar a que despierte...

—Ayer discutimos—suelto arrepentida.

Devan se cruza de brazos.

—¿Porque?

—Le dije lo de...lo de...—cojo aire y lo suelto—lo de la


fiesta.
—¿Y se enfado contigo?—pregunta perplejo, luego el
entendimiento llega a su mirada—Oh...porque no
quieres denunciar. Ya me cae bien—murmura lo último
más para sí mismo.

—Nunca se había enfadado conmigo de ese modo...y


ahora...—mi pie repiquetea contra el suelo.

Acaricia mi mejilla con su mano y me obliga a mantener


la mirada.

—¿Vamos a intentar ser optimistas, vale?—me dice con


calidez.

Asiento antes de notar como tira de mi de nuevo para


rodearme con sus brazos, descanso mi cabeza en su
pecho y me asombro por lo curiosas que son las
relaciones humanas.

¿Como alguien a quién conozco desde hace apenas un


par de semanas puede hacerme sentir como si nos
conociéramos de toda la vida?

Cuando me separo mi mirada se fija en el punto rojo de


su cuello, mis mejillas se tiñen al recordar porque lo
tiene ahí.

—Debo volver a mi trabajo...—murmura haciendo una


mueca.—Te llamaré esta noche.
Como hace cada día.

Salimos del cuarto y vuelvo junto a Lexie, me quedo un


rato hasta que nos indican que por la noche solo puede
haber un familiar y como es la Sra. Coleman la que se va
a quedar a dormir me marcho.

***

Los nervios me asaltan cuando estoy cerca de casa. Miro


de forma impulsiva a mi alrededor y me quedo más
tranquila cuando no observo rastro de Nathan por
ningún lado.

Me preparo algo de cenar pese a que no tengo nada de


hambre. Cuando estoy comiendo siento calambres en mi
vientre y me encojo de dolor, había olvidado lo
maravilloso que es ser mujer mensualmente.

Después de ir al baño voy directa a por las braguitas


deprimentes de mi cajón y me tiro dramáticamente en la
cama odiando tener ovarios.

Pongo el teléfono a cargar pero tiene tan poca batería


que no puedo encenderlo.

Cojo el portátil y bajo hasta el salón, enciendo el televisor


para escuchar ruido de fondo y no sentirme tan sola.
El timbre me saca de mis estudios, la adrenalina se
dispara por mi sistema porque no espero visita y miro
discretamente por la ventana. Me tranquilizo al ver que
se trata de Kaden y voy a abrir la puerta.

Sus hombros tensos se relajan cuando me ve, pero su


rostro se endurece.

—¿No tienes la costumbre de preguntar nunca quién hay


detrás, no?—es lo primero que dice con tono
desaprobatorio.

—Sabía que eras tú, he mirado por la ventana.

—¿Y si no hubiera sido yo?

—¿A qué te refieres?

—¿Por qué tienes el teléfono apagado Julliet?—suena


molesto.

Recuerdo que lleva prácticamente todo el día apagado y


que no lo he encendido al ponerlo a cargar.

—Me he quedado sin batería...

Suspira aliviado y se pasa una mano por el pelo con


fuerza.
—No sabes lo preocupado que me tenías...

—¿Eh?

—¿Cómo que eh? Después de lo de ayer te intento


localizar y no das señales de vida, es normal que...—se
calla de golpe.

Está preocupado por mí.

Esa declaración hace que sienta mariposas en mi


estomago.

—Estoy....—bien no estoy, no sé que decir.

—¿Ha pasado algo?

Da un paso acercándose a mí.

—Mi mejor amiga está en el hospital...—decirlo me trae


devuelta a la cruda realidad—Por eso no he estado
pendiente del teléfono...

—Yo...—se queda sin palabras—¿Se pondrá bien?

Me encojo de hombros y siento como reaparece el nudo


en mi garganta.

Da otro paso y coge mi cara con sus manos, pasa sus


pulgares por mis mejillas, acariciándolas.
No dice nada, porque no hace falta. Su gesto es
suficiente para reconfortarme.

—¿Quieres...entrar?—pregunto.

Kaden asiente y me hago a un lado para que pase.


Cuando cierro la puerta veo que ya ha caminado hasta el
salón.

—¿Estabas estudiando?

—Tengo el primer examen en una semana—muerdo mi


labio.

Se asoma una sonrisa en la comisura de los labios de


Kaden y tira su mano liberando mi labio de mis dientes.

Su promesa de la mañana resuena en mi cabeza y me


sonrojo.

—Esta vez lo dejará pasar—murmura con un brillo de


diversión en sus ojos.

Nos sentamos en el sofá y tira de mi sentándome en su


regazo. Mis ojos reparan un momento en el reloj colgado
de la pared y me levanto de golpe.

—¿Qué sucede?—pregunta confuso.


—Necesito...hacer una llamada—explico practicante
corriendo por las escaleras hacía mi habitación.

Enciendo el teléfono que ya está completamente


cargado y empiezan a llegar las notificaciones. 

Tengo mensajes de Taylor universidad, Taylor y Devan.

Videollamada perdida de Devan hace dos minutos.

Le doy al botón de llamar y al primer timbre Devan me


cuelga. Miro confusa el teléfono y veo que entra una
solicitud de videollamada.

—¿No creerías que iba me a conformar solo con tu voz


Ángel?—me dice un Devan sonriente sin camiseta.

Comestible.

—Esto...estoy un poco ocupada—murmuro.

—Dos días seguidos rechazándome va a acabar conmigo


Ángel—hace un puchero.

—No te estoy rechazando—resoplo.

Deja el móvil en la mesa y estira los brazos mientras


bosteza.
—¿Entonces podemos tener nuestra videollamada
tranquila de siempre?

—Bueno...hay alguien en mi casa...

—¿Es la misma persona con la que estabas ayer?—


pregunta interesado.

—Uhm...sí.

Se pasa las manos por la barbilla con una sonrisa


perversa.

—Interesante...¿Sabes que espero los detalles jugosos,


no?

Mi frente se arruga y niego con la cabeza.

—Es solo un amigo.

—¿Y que haces con ese amigo?—su sonrisa se ensancha.

—Yo...—me ruborizo pensando en todo lo que hago con


él.

—¿Es así de bueno? ¿Es el que te deja marquitas en la


cintura? No se si estoy celoso de él o de ti...

Se escuchan unos golpes en la puerta y Kaden se asoma.


—El teléfono está sonando—me informa con el teléfono
inalámbrico de la casa en la mano.

Devan exclama un grito ahogado al otro lado de la


pantalla y se queda boquiabierto.

—¿Ese es Kaden?—pregunta incrédulo.

Kaden frunce el ceño y me mira a mí y al teléfono.

—Voy—le respondo. Miro a Devan y hago una mueca—


Hablamos más tarde.

—Oh Ángel ni se te ocurra dejarme así...—advierte


mientras cuelgo la llamada.

Extiendo la mano y descuelgo el teléfono que me está


ofreciendo Kaden.

—¿Sí?—contesto

—Julliet cariño, perdona que te moleste al teléfono de


casa pero no he podido localizarte en tú móvil...

—¿Sucede algo Sra. Coleman?—pregunto arrugando mi


frente.
—Lexie se ha despertado ya, creen que está bien, van a a
hacerle algunas pruebas para revisarlo todo—su voz
suena más tranquila que esta tarde.

Siento como si quitaran un peso de mi cuerpo y suspiro


tranquila.

—Eso es estupendo—contesto aliviada.

—Es muy tarde y no te dejaran pasar ahora cielo, pero


puedes venir mañana a primera hora si quieres.

—Allí estaré, muchas gracias por llamarme Sra. Coleman.

—Ya sabes que eres como de la familia para Lexie, hasta


mañana Julliet.

—Hasta mañana.

Cuelgo el teléfono y una sonrisa se extiende por mi cara.

—¿Todo bien?

—Mi amiga se ha despertado—la sonrisa es tan ancha


que creo que se va a salir de mi cara.

—Eso es genial Juls.


Ahí están las estúpidas mariposas de nuevo, mucha
gente me llama Juls pero cuando lo dice él me vuelvo
masilla en sus manos.

Sin poder evitarlo y en la euforia del momento me


acerco a él y rodeo mis brazos alrededor de su cuello
poniéndome de puntillas.

Choco sus labios junto a los míos y Kaden me devuelve el


beso con entusiasmo. Sus manos se enroscan en mi
cintura y cuando nuestras lenguas se rozan gimo en su
boca.

Por extraño que suene es como si todo volviera a estar


en su lugar.

Sus manos me acarician por debajo de mi camiseta,


cuando se mueven hacía el sur un calambre me agua la
fiesta y me aparto frustrada.

—¿Qué pasa?—pregunta Kaden jadeando.

—Uhm...no puedo...ya sabes—alzo mis cejas e intento


recuperar un poco de aire.

—¿Por qué no?

—Estoy en esa época del mes...—me da vergüenza


hablar de ello con él.
—No me molesta—aclara.

Un soldado de verdad no tiene miedo de manchar su...

—Bueno pero a mí sí, me hace sentir incómoda—arrugo


la nariz.

Intenta ocultar la decepción de su rostro mientras


reacomoda sus pantalones.

—Está bien.

Hago una mueca.

—¿Quieres irte?—no puedo evitar preguntar.

—¿Quieres que me vaya?—sus cejas se alzan.

—No he dicho eso...pero no podemos...

—¿Te piensan que si no follamos no quiero estar aquí?

Obvio.

—Yo...

—Iba a quedarme contigo esta noche lo hiciéramos o no


Juls, no quiero dejarte sola estos días. Después de que
ayer tu...
Mi corazón aletea con fuerza en mi pecho.

—Entonces...

—¿Entonces?—una sonrisa aparece en sus labios.

—¿Qué quieres hacer?

Levanta una ceja y lame su labio inferior.

—Creo que sabes muy bien lo que quiero hacer.

Aprieto mis labios.

—Sabiendo que eso no lo vamos a hacer—aclaro.

—No se ¿que hacen los amigos?

Follar normalmente no, amigo Kaden.

—Uhmm ¿quieres que...? ¿quieres que vemos una


película?

—¿Una película?—pregunta como si no entendiera el


término.

—Sí, eso que se suele proyectar en los cines pero que


puedes disfrutar también desde la comodidad de tu casa
—me burlo.
—¿Eso es lo que hacen los amigos?

—Entre otras cosas...¿que sueles hacer con Alec?

—Bebemos cerveza—se encoge de hombros.

—Y...¿Ya está?

—Hablamos de trabajo, vamos de fiesta...pero


principalmente nos emborrachamos. Es difícil soportar a
Alec sobrio—por el tono se que está bromeando.

—¿Se te ocurre algo mejor?—pregunto inclinando mi


cabeza a un lado.

La sonrisa pervertida vuelve a aparecer en su rostro.

—Sí.

—Kaden...—suspiro.

—Podría hacerte cambiar de opinión con facilidad—


asegura conteniendo una sonrisa.

—Pero no lo harás—le advierto.

Pone los ojos en blanco y acaba accediendo a ver una


película. Me coloco mi pijama y Kaden se queda en su
ropa interior.
Cosa que agradezco y a la vez no.

Maldita tentación.

Maldito Kaden.

Ponernos de acuerdo para elegir lo que vamos a ver se


convierte en una misión imposible. Kaden no quiere ver
películas de romance y yo no quiero ver películas de
acción, al final acabamos poniendo una de las de Destino
final cuando coincidimos en que es una de nuestras
favoritas.

Activo la alarma y nos recostamos en mi cama, enciendo


el televisor y Kaden se coloca detrás de mí dejando
descansar su brazo en mi cintura.

Y este es el claro ejemplo de algo que no hacen dos amigos.

Me distrae sentir su aliento en mi cuello y apenas presto


atención a la película.

Sus dedos dibujan figuras aleatorias en mi vientre y


tengo calor por todas partes.

Cuando la película está llegando al final me giro para ver


a Kaden, él cual hace rato ha parado de tocarme, sus ojos
están cerrados y respira con suavidad.
Le aparto un mechón de la frente y me quedo
ensimismada mirándolo.

Apago el televisor y me acomodo a su lado.

—Julliet—murmura con los ojos todavía cerrados.

Paso la mano por delante de su cara y veo que sigue


durmiendo.

¿Está soñando conmigo?

—Quédate—murmura removiéndose por la cama,


cuando choca su cuerpo contra el mío se relaja.

Va a ser muy difícil cumplir la maldita norma uno.

Ja.

Cierro mis ojos y me dejo llevar por el cansancio.

***

Me despierto aturdida por la sensación de estar siendo


aplastada, la alarma suena con insistencia y muevo mi
brazo tanteando la mesita para poder apagarla.

Kaden que está medio encima de mí gruñe y se mueve


dejándome respirar de nuevo.
—¿Que es ese ruido del infierno?—murmura por lo bajo
metiendo la cabeza debajo de la almohada.

—Mi alarma—respondo con la voz rasposa.

—Ese es el peor tono de alarma que he escuchado en mi


vida Juls—gruñe—Ese tono debe hacerte empezar el día
de mal humor.

Tengo como tono de alarma un sonido estridente que


me recuerda a algo que sonaría si evacuaran una central,
es el único tono que consigue despertarme cuando estoy
profundamente dormida.

Me río porque es cierto, suelo estar de muy mal humor


por las mañanas cuando me despierto con esa alarma.

Kaden se incorpora y mira el reloj suspirando.

—Solo son las seis Juls, ¿pretendes matarme de sueño?


Esta amistad va a durar poco si no duermo las horas
imprescindibles.

—El hospital permite visitas a partir de las siete, quiero


estar allí lo antes posible—explico poniéndome en pie.

—Está bien...—se frota los ojos con las manos y bosteza.


Voy hasta el baño y me preparo en tiempo récord,
cuando salgo Kaden ya está completamente vestido y
tiene el ceño fruncido mientras mira su teléfono.

Bajamos a la cocina y desayunamos entre burlas y


bromas.

—Tengo que irme...—explica—¿Esta noche tu casa o la


mía?

—¿Quieres que durmamos juntos de nuevo?

Asiente.

—¿Cuanto va a durar lo de dormir juntos?

—Un par de días más para asegurarme de que ese


imbécil no aparece de nuevo.

—Kaden...no es necesario...

—Pero quiero hacerlo—replica.

—Uhmm...está bien ¿mi casa?

—Estaré aquí a la misma ahora que anoche— sonríe y se


agacha para plantar un rápido beso en mis labios. Se
aparta confundido y se esfuma rápidamente dejándome
estupefacta. 
Mi teléfono esta lleno de mensajes de Devan, me rio
mientras los leo y decido enviarle un sticker que solo
consigue hacerle enfadar por mi evasiva.

Conduzco al hospital alegremente, saber que Lexie está


bien me pone de muy buen humor. Puede que el dormir
con Kaden también haya influido en mi estado de ánimo.

Pico a la puerta y la abro, observo que Lexie está


incorporada comiendo un yogur. Deja la cuchara a
medio camino de su boca y me mira.

—Lexie no sabes lo mucho que me alegro de que estés


bien—mi voz suena cargada de emoción.

—Lo siento...—empieza a murmurar frunciendo el ceño.

—No pasa nada Lex—aseguro moviéndome hasta su


lado.

—Lo siento...pero...¿quién eres?—pregunta con


confusión.
26. Dance To This
"We can just dance to this
Don't take much to start me"
Me congelo en el lugar y dejo de respirar.

—Lexie...—murmuro por lo bajo.

Su mirada continua mostrando confusión y me pongo


cada vez más nerviosa.

—¿Me conoces?—pregunta dejando el yogurt de lado.

¿Esto es una broma?

No puede ser real.

No puede haberme olvidado.

Abro la boca y no se que decir. Siento que me voy a


derrumbar en cualquier segundo.
Una figura femenina aparece por la puerta con un café
en la mano, la Sra. Coleman nos sonríe.

—¿Ya estás despierta cariño?—pregunta.

—¿Y tú quién eres?—Lexie inclina su cabeza a un lado.

La Sra. Coleman mira mi rostro estupefacto y resopla


dejando el café en la mesita.

—Lexie ya te he dicho que no me hace gracia que le


hagas esta broma a Julliet.

Lexie se empieza a reír tirando la cabeza hacía atrás.

Paso de estar perpleja a cabreada.

Voy a ahogarla con su almohada un rato.

—¡No me puedo creer que...!—la señalo con un dedo en


tono acusatorio mientras me acerco a zanjadas.

Ella sonríe intentando contener las carcajadas.

—Alexandra Davis—gruño su nombre completo


mientras ella parpadea con inocencia.

—Estoy en una cama de hospital, no puedes estar


enfadada conmigo—se encoge de hombros.
—Tu sentido del humor nunca me ha gustado—replico
abrazándola con fuerza.

—Es lo que más te gusta de mi Juls—murmura contra mi


cuello.

Nos quedamos abrazadas un rato y doy las gracias a lo


que sea que haya hecho que Lexie esté bien.

No podría perderla a ella también, fue mi salvación en mi


tormento.

Me aparto y la miro fijamente.

—¿Entonces...que pasó Lex?

Ella curva sus labios haciendo una mueca.

—Créeme que me gustaría saberlo...

—¿Qué?—pregunto confundida.

—Tengo amnesia postraumática retrógrada—dice como


si hubiera memorizado muy bien las palabras.

—¿Eso que significa?

—Que es como si hubieran borrado de mi cerebro los


últimos dos días de mi vida. No recuerdo
completamente nada. He visto en mi móvil que el día del
accidente quedamos, ¿qué pasó?

Me remuevo incómoda recordando la discusión.

—Viniste a ver una película a mi casa...—murmuro


mirando en otra dirección.

—¿La nueva de Noah Centineo? Bueno, ya tengo excusa


para volverla a ver porque no me acuerdo. ¿Y luego?

—No se...supongo que te marchaste a casa.

Lex suspira.

—¿Te puedes creer que me han llegado a preguntar si


me he golpeado la cabeza voluntariamente? Suicida una
vez, suicida para siempre—pone los ojos en blanco.

La Sra. Coleman exclama un grito ahogado y la mira con


desaprobación.

—Cariño no hables así de...

—Mamá, estoy bien, ya te lo he dicho, no tienes que


preocuparte de que...—asegura quedando interrumpida
por la puerta que se abre.

Una chica morena sonriente entra junto a Devan.


—Buenos días Lexie, ¿como va el apetito?—le pregunta
la chica, en su placa aparece identificada como Chyler y
es enfermera como Devan.

Devan en cuanto me ve contiene una sonrisa que se


refleja en sus ojos brillantes.

—Ya ha vuelto por completo, me comería una vaca


entera si me dejáis—le responde Lexie que ya ha vuelto
a atacar su yogurt.

—Este es Devan—le presenta mientras él le asiente


sonriente—Fue tu enfermero ayer por la tarde y lo será
hoy durante el turno de mañana. Le dejo el relevo a él.

—Gracias Chyler.

Chyler empieza a soltar varios términos médicos a Devan


que no identifico y él asiente mientras toma notas en
una libretita pequeña.

—En un rato estaré aquí con tu medicación—le dice


Devan a Lexie.

Lexie asiente y me lanza miraditas de soslayo.

—¿Mama puedes traerme un bocadillo de la cafetería?—


le pide Lexie haciendo un puchero.
—¿Cariño no acabas de desayunar?

—Llevo dos días sin comer, un poco de compasión...—


dice con dramatismo.

La Sra. Coleman se levanta de la silla arrugando su


frente y nos murmura que ahora viene, cuando cierra la
puerta Lexie exclama con entusiasmo.

—¿Has visto a ese enfermero? Me estoy desmayando—


dice llevándose una mano a la frente continuando con el
drama.

Visto, probado y la marca que tiene en su cuello se la he


dejado yo.

—Sí...

—Es gracioso, porque se llama como el chico ese de tu


trabajo en el club...

Balanceo mi peso de un pie a otro.

—Esto...—mordisqueo mis uñas—es que es él.

—¿¡Qué!?—pregunta boquiabierta.

—Ese Devan es mi Devan...quiero decir, mi compañero


Devan—me corrijo.
Una sonrisa se desliza por su boca.

—Sabía que hacía bien siendo del Team Devan, madre


mía, que hombre...—suspira mientras se abanica.

Me rio por su entusiasmo.

—Es bastante genial sí, pero es un coqueto arrogante...

La puerta se abre y Devan nos mira como si hubiera


estado escuchando parte de la conversación.

—¿Qué más soy Ángel?—pregunta con burla y yo me


sonrojo por haber sido pillada.

Lexie salta su mirada entre nosotros como si fuera un


partido de tenis.

—Ehh...—me quedo muda.

Devan se ríe y cambia la medicación que va conectada a


la vía de Lex.

—Estas drogas son lo mejor-murmura Lex entrecerrando


sus ojos.

—Te bajarán a radiología en veinte minutos—le explica—


Te harán una resonancia.

—Ugh—hace una mueca de disgusto.


—Y Julliet...¿podemos hablar fuera?—pregunta Devan
volteándose hacía mí.

—¿Fuera? ¡No! ¡Yo quiero enterarme!—protesta Lexie


haciendo una mueca.

Le lanzo una mirada de advertencia a Lexie antes de


asentir hacía Devan. Cuando salimos me toma de la
mano y me mete de nuevo en la misma sala de material
de ayer.

—¿Kaden? ¿Enserio Ángel? ¿Kaden?—repite boquiabierto.

—Uhmm...—lo había olvidado, anoche Devan se había


enterado de mi aventura con Kaden.

—¿Pero como...?—se empieza a reír.—"No está mal"—se


burla imitando mi tono de voz.—Qué engañado me
tenías.

—Él...

—¿Repite contigo?—pregunta alzando la ceja con interés.

Asiento sintiéndome nerviosa, después de la reacción de


Sean me da miedo que se lo tome mal Devan.
—Bueno, entiendo que tú seas la excepción de su regla.

Sus palabras aceleran los latidos de mi corazón. Maldito


coqueto.

Cállate y móntatelo con él contra los armarios.

Ignoro los pensamientos obscenos que afloran en mi


pervertido cerebro y me rasco el cuello.

—Estaré encantado de participar en un trío con vosotros


—comenta asintiendo con seguridad.

—¡Devan!—exclamo ampliando mis ojos.

—¿Qué?—pregunta inocentemente.

—No voy a hacer un...un...

Pervertida ¿sueñas con ellos y eres incapaz de decir la


palabra en voz alta?

—Te queda tanto recorrido en tu vida sexual Ángel—


niega con la cabeza—pero tranquila, yo seré tu gurú
sexual. ¿Los miércoles te va bien?

Lo dice con tanta seriedad mirando la agenda de su


móvil que no puedo evitar echarme a reír.

—Estás loco.
—Y volvemos a la dichosa palabra, que no estoy loco
Ángel, que los locos son los que se mueren por probar y
son incapaces si quiera de expresarlo en voz alta.

—¿Hablas de mí?—alzo una ceja cruzándome de brazos.

—Si te das por aludida, sí—se encoge de hombros.

—Yo no...

—¿No?—una sonrisa arrogante aparece en sus labios—


¿Nunca has fantaseado con tener a dos hombres
recorriendo tu cuerpo y llenándote de placer? Dos
personas centrándose únicamente en ti. Solo para ti.

Mi aliento se queda atascado en mi garganta


imaginando la escena.

Devan se acerca y noto como mi espalda queda pegada


contra uno de los armarios, el dorso de su mano acaricia
mi mejilla y trago con dificultad.

—Si una persona puede hacerte perder la cabeza


imagina lo que pueden llegar a hacerte dos.

Mi boca se seca mientras la mano que tiene en mi mejilla


va bajando, recorriendo el contorno de mi pecho.

—Piénsalo—sonríe separándose de golpe.


Estoy practicante hiperventilado.

—Y dime Ángel—sus ojos brillan con perversidad—


¿Quién de los dos la tiene más grande?

Me atraganto con mi propia saliva y Devan me atrae


hacía él palmeando mi espalda.

—¿La arrogancia?—pregunto sabiendo que no se refiere


para nada a eso—No sabría decirte.

Un pitido que sale de un aparato pequeño que tiene


enganchado Devan en su cintura cambia su rostro.

—¡Nos vemos luego Julliet!—exclama saliendo corriendo


de la habitación.

Me froto la sien con mis manos y no puedo evitar pensar


en lo mucho que me gustaría satisfacer mi curiosidad
morbosa.

¿Qué me está pasando? Yo nunca he sido


tan...tan...pervertida.

Sí lo eras, me tenías en la sombra.

Sacudo la cabeza y vuelvo a la habitación de Lexie. Ella


intenta sonsacarme información pero rápidamente viene
un camillero para bajarla a radiología, me despido de
ella asegurándole que después de clases volveré a verla.

Taylor: ¿Cómo está tu amiga?

Yo: Bien, gracias por preguntar

Taylor: Genial. ¿Te puedo llevar a un sitio esta noche?

Mi ceño se frunce leyendo la pregunta.

Yo: ¿A donde?

Taylor: Ponte un vestido, te recojo a las ocho.

Imagino su tono mandón y exhalo. Este hombre es capaz


de calentarme a distancia.

Yo: ¿Es imprescindible que me ponga uno?

Taylor: No, es solo una excusa para observar esas


piernas de infarto, nena.

La anticipación me recorre y me siento entusiasmada.

Cuando llego al campus me encuentro a Taylor hablando


con el mismo chico de la fiesta, se ríen y parecen
bastante acaramelados. Paso por su lado con una
sonrisa.
Es el único día de la semana que no tengo clase con el Sr.
Henderson, por lo que no me veo obligada a estar
frustrada durante la mañana.

Mientras comemos en la cafetería Taylor me explica los


detalles de como se está desarrollando su relación con el
chico de clase, el cual, para mi desgracia, se llama
Nathan.

Nunca imagine que sería capaz de odiar un simple


nombre, pero cada vez que lo escucho se me ponen los
pelos de punta.

—Mañana iremos unos cuantos al cine, ¿te apetece


venir?—me pregunta mientras dejamos nuestras
bandejas.

—Mañana...—lo pienso unos instantes—Mañana es


viernes ¿no? Trabajo los viernes y los sábados.

En ese momento me doy cuenta de que mañana vuelvo


a Mala.

—Podríamos pasarnos por allí después del cine—


comenta alegremente.

El pánico me invade y miro mi teléfono con impulsividad.


—¡Uy! ¡Que tarde es! ¡Hablamos en otro momento!—
exclamo escabulléndome de allí dejando a Taylor
confundida.

Visito a Lexie en el hospital, continuan haciéndole


pruebas pero no explican mucho el porque y la Sra.
Coleman está un poco preocupada al respecto.

—Como tenga que seguir comiendo la comida del


hospital me suicidare con el cable del timbre de avisar a
enfermería—comenta en un gruñido mientras aparta la
bandeja.

La verdad es que tiene una pinta horrible esa comida.

La Sra. Coleman mira con desaprobación a Lexie.

—Lexie ya sabes que no me gusta que hagas esas


bromas—la reprende.

Es totalmente normal, a fin de cuentas fue la Sra.


Coleman la que encontró hace años a Lexie tirada en el
suelo...pero Lexie tiene un humor negro muy insensible
a veces.

—No es una broma. Esto esta asqueroso—arruga la


nariz.
Continuan con la incomoda conversación un rato hasta
que me obligo a sacar temas para desviar la tensión.

Cuando miro la hora veo que apenas queda una hora


para que Kaden pase a recogerme, me despido de Lex y
como un sandwich de la máquina del hospital mientras
conduzco de vuelta a casa.

Llamo a Devan y deja caer un par de insinuaciones más


sobre el trío, le explico que he quedado con Kaden de
nuevo esta noche y me intenta sonsacar si tenemos
alguna relación.

—Somos amigos—insisto.

—Pero Kaden no tiene amigas, lo sabe todo el mundo—


frota sus manos con interés.

—Bueno tampoco se acostaba con la misma persona y


mira.

—Estoy tan celoso—resopla—de él y de ti.

Me río viéndolo fruncir los labios.

—¿Entonces no sabes donde te lleva?—pregunta


mientras se prepara la cena.

—No, solo me ha dicho que me ponga un vestido.


—Eso es que quiere follarte en un sitio público—explica
tranquilamente.

—¡Devan!—jadeo.

—¿Qué? Los vestidos son fácil acceso, todo el mundo lo


sabe.

Niego con la cabeza.

—No nos vamos a acostar.

Todavía estoy con mi período, así que no es una opción.

—"Acostar"—repite imitando mi voz con diversión.

Lo fulmino con la mirada al otro lado de la pantalla.

—Está claro que vienes de una relación con falta de....—


sus palabras se quedan en el aire y aprieta los labios con
fuerza—Perdona Julliet, no estaba pensando...

Sacudo cabeza restandole importancia.

—No importa.

—Julliet...
Se me hace tan raro que me llame así, me he dado
cuenta de que solo lo hace cuando está serio o
arrepentido.

—De verdad Devan, déjalo—le aseguro.

Intento amenizar la conversación y Devan me acaba


ayudando con mi selección de vestuario.

Una parte de mí quiere vestirse de cualquier forma solo


por llevarle la contraria a Kaden, mientras que otra se
muere por ver su reacción al verme con el vestido de
volantes que he escogido.

Como llevo ropa interior muy ligera decido probar la


copa menstrual por primera vez en mi vida, me toma
varios tutoriales de Youtube conseguir aclararme en
como se pone el dichoso chisme.

Me echo un rápido vistazo en el espejo, mis mejillas


están sonrojadas y mi pelo cae en ondas por haber
estado llevando una trenza gran parte del día. El vestido
negro se ajusta hasta mi cintura, luego cae en volantes
hasta mi rodilla.

Estoy colocándome los tacones bajos cuando el timbre


suena, faltan dos minutos para que sean las ocho pero
me he dado de que siempre llega unos minutos antes de
la hora a la que sea que tiene que llegar.

Miro por la mirilla y hablo en voz alta al otro lado de la


puerta a propósito.

—¿Quién es?—pregunto conteniendo una sonrisa.

—Soy Kaden, Juls.

—¿Kaden? ¿Qué Kaden?—me hago la tonta.

—Julliet...

Abro la puerta y se queda con la frase en la boca, sus


ojos me escanean de arriba a abajo calentando cada
parte de mi cuerpo. Hago lo mismo yo con él, lleva una
camisa arremangada con los primeros botones
desabrochados mostrando una parte de su pecho, algo
que lo hace lucir realmente sexy.

Prácticamente estamos babeando en silencio el uno con


el otro.

—Estás...—empieza a decir pasando las manos por su


pelo—Dios Juls, no se si quiero salir contigo o meterte
dentro de casa y hacerte gemir mi nombre toda la
noche.
La segunda opción, gracias.

¡Que no! ¡Que tengo la estúpida regla!

Noto como mis labios están a punto de morder mi labio


inferior y consigo evitarlo a tiempo. Es hora de quitarme
esa manía si no quiero que Kaden cumpla su palabra.

Pero yo quiero que la cumpla, maldita.

Debo de estar volviéndome loca.

Ya lo estabas.

—¿A donde vamos?—pregunto sacudiendo mis


estúpidos pensamientos.

Extiende su mano y la cojo automaticamente.

—Es una sorpresa—dice con una sonrisa.

—¿Y no lo puedo saber?

—¿Sabes lo que implica la palabra sorpresa?—se burla.

—Es que me tienes intrigada...—suspiro.

Se ríe mientras nos acercamos a su moto, cuando se


sube me mira esperando a que haga lo mismo. Paso lo
pierna y me coloco rápidamente tras él, me da el casco y
me despido mentalmente de mi peinado perfecto.

Cuando arranca no puedo evitar enroscar mis manos en


su cintura, el viento hace ondear los laterales de mi
vestido, por lo menos es lo suficiente largo y estoy lo
suficientemente pegada a Kaden para no enseñar nada.

Apoyo mi cabeza en su espalda y cierro los ojos. Estás


últimas semanas me estoy sintiendo más viva que en los
últimos tres años, y me temo que Kaden tiene mucho
que ver con eso.

Aprovecha cada vez que para en un semáforo para


acariciar mis rodillas que lo abrazan con fuerza.

Aparca al cabo de veinte minutos delante de un local con


un cartel luminoso, me ayuda a bajar y pierdo el
equilibrio con los tacones, me agarra fuertemente contra
su pecho y mis ojos se deslizan a su boca.

Estoy muriéndome por besarlo, aún así no lo hago.

Nos acercamos a la puerta y puedo escuchar la música


desde aquí, Kaden saluda a un tipo muy tatuado de
seguridad que permite que pasemos.
—No se que estilo de música bailabas...pero he pensado
que esto podría gustarte—murmura en mi oreja
mientras nos adentramos en el local.

Varias parejas bailan juntas en medio de la pista al ritmo


de la música en directo. La música latina siempre había
sido una de mis debilidades en el baile, me parece muy
sensual.

¿Como pretende que no me enamore de él si hace cosas


como esta?

—Pensaba que no bailabas—murmuro fascinada


observando como la gente disfruta dejándose llevar.

¿En serio? ¿Que tal un "gracias"?

—Sí—se ríe—ya ha quedado bastante claro que contigo


hago cosas que no suelo hacer.

Vale, vamos a fingir que no me altera esa declaración.

AHHHHHHHHHHHHHHH

Caminamos de la mano hasta la barra y Kaden me


pregunta si quiero tomar algo, niego con la cabeza y me
doy cuenta de que no se pide ninguna bebida alcohólica.
Mis pies se mueven impacientes deseando liberarse en
medio de la pista. Kaden bebe tranquilamente su
refresco mientras me mira. Cuando lo termina me vuelve
a coger de la mano y nos movemos entre el gentío.

Coloca una de sus manos en mi cintura y yo la pongo


sobre su hombro, balanceo mis caderas con una gran
sonrisa en mi cara mientras damos vueltas.

Me hace girar sobre mi misma y pega mi espalda contra


su cuerpo mientras bajo lentamente. Sus manos
aprietan mis caderas y la temperatura sube varios
grados.

Una vez más me sorprende lo bien que baila, nadie


debería tener tantas cualidades.

Echaba tanto de menos bailar algo que no fuera música


electrónica de los locales a los que me llevaba Lexie.

Estira mi cuerpo recostando mi peso en su mano,


dejándome a centímetros del suelo, su mirada está
clavada en mis labios y mi respiración está agitada.

Sonríe poniéndome en pie y me hace girar de nuevo,


continuamos bailando canción tras canción hasta que
ambos estamos exhaustos y sudando.
Pega su cuerpo contra el mío y tira del lóbulo de mi oreja
con sus labios haciéndome estremecer.

No se cual de los dos esta más deseoso de arrancarle la


ropa al otro.

—Creo que necesito...un poco de agua—le digo con la


boca seca.

Kaden asiente y vamos de la mano hasta la barra, no se


si él es consciente de ello pero todas las miradas
femeninas le persiguen por la sala.

Pide agua fría para mi y se sienta en el taburete


manteniéndome entre sus piernas.

Mi corazón hace horas que late desbocado, este hombre


es peligroso para mi salud cardíaca.

El camarero me abre una botella de agua y sirve un poco


en un vaso, lo bebo como si mi vida dependiera de ello y
el frío lastima mi garganta.

—¿Está fría?—pregunta Kaden conteniendo una sonrisa.

—Sí—murmuro llevándome una mano al cuello.

—A ver...—pide.
Le extiendo mi vaso pero él lo ignora tomando mi cara
entre sus manos, se lame su labio inferior antes de
besarme con devoción.

El contraste de mi lengua fría en su boca se siente


terriblemente placentero, tanto que creo que gimo.

—Sí, está bastante fría—asegura separándose con una


gran sonrisa.

Lo único que deseo en estos momentos es llevarlo a


cualquier sitio, subirme el vestido y dejarle tomarme con
fuerza.

—Deberíamos ir volviendo...mañana trabajamos los dos


en el club—murmura.

Asiento.

—Muchas gracias...por esto Kaden—le digo mientras


salimos del local.

—Lo he disfrutado más de lo que esperaba—sus ojos


brillan— y no deberías dejar de bailar nunca Juls.

Érase una vez, unas bonitas normas que no servían para


nada...
Nos subimos a su moto y no puedo parar de pensar en
lo bien que se sentía bailar en sus brazos. Antes de que
me de cuenta ya estamos enfrente de mi casa. El camino
de vuelta se me ha hecho mucho más ameno, aunque he
estado muy distraída reviviendo la sensación de tener su
cuerpo pegado al mío.

Entramos y me aseguro de echar la llave cuando cierro,


Kaden me dice de coger una botella de agua y le digo
que se sirva el mismo.

Le aviso de que me voy a meter en la ducha y él asiente


distraído mirando su teléfono.

Me despojo de mi ropa y me siento el retrete para


quitarme la copa menstrual, quitarla es una drama más
serio que colocarla, pero por suerte consigo hacerlo
antes de que requiera otro video tutorial.

La limpio y me voy a la ducha. El agua caliente contra mi


cuerpo pegajoso se siente como si me devolvieran a la
vida.

Mis músculos lo agradecen y suspiro. Enjabono mi


cabeza y cierro los ojos, canturreo una canción del local
por lo bajo sorprendiéndome a mí misma, no recordaba
la última vez que había cantado.
La puerta del baño se abre de golpe haciendo que me
sobresalte.

—Saber que estás aquí desnuda me está volviendo loco


—murmura Kaden arracándose su ropa para
seguidamente meterse en la ducha conmigo.

—Kaden no...

Estoy avergonzada viendo si hay algún rastro visible en


el plato de ducha de sangre filtrada con el agua.

Kaden coge mi cara entre sus manos y me obliga a


mirarlo.

—No tienes que ser tímida conmigo Juls.

Como se ha vuelto una costumbre, siento miles de


emociones cuando me llama así.

Baja su boca pegando sus labios contra los míos con


frenesí y sus manos se enredan en mi pelo mojado.

Gimo cuando presiona su húmedo cuerpo contra el mío,


el agua cae sobre nuestras pieles resbaladizas haciendo
que me excite de sobremanera.

Por unos instantes soy capaz de olvidar que estoy con mi


maldita menstruación.
—Kaden...—jadeo cuando se separa y ataca con su boca
mi cuello, continua bajando hasta mis pechos. Cuando
mete uno de mis pezones en su boca mi espalda se
arquea y mis manos agarran su pelo con fuerza.

—¿Quieres esto, verdad?—murmura contra mi pecho.

A tomar por culo la timidez y mi período, lo necesito con


urgencia.

—Sí—gimo cuando estira del pezón con sus dientes.

Me coge con fuerza por los muslos haciendo que


enrosque mis piernas en su cintura, mi espalda se
golpea contra las baldosas mojadas de la ducha. Kaden
frota su erección contra mi centro haciéndome perder la
cabeza.

—Necesito...—susurro incapaz de poder pensar con


claridad.

—¿Qué necesitas nena?

Ya lo sabes maldito Kaden, ya lo sabes.

Se burla de mí haciendo un ademan de entrar, se retira y


vuelve a restregarse contra mí. La situación es un tanto
obscena y admito que me encanta.
Sus manos agarran con fuerza mi trasero aguantando
parte de mi peso, los músculos de su brazo se marcan
más por el gesto y la forma en la que luce es capaz de
provocar desmayos, seguramente.

—Kaden no me hagas rogar—protesto en un quejido


mientras muevo mi cadera.

Sonríe con perversión antes de meterse de una sola


estacada, mi cabeza se golpea y ni siquiera me importa
en estos momentos.

Se desliza hacía fuera lentamente para volver a


embestirme rápido y fuerte, y ahí empieza su dulce
tortura que me lleva a la perdición.

Clavo mis uñas en su hombro mientras intento


mantener mis piernas enroscadas a su alrededor.

Después de toda la tensión sexual ambos estamos


mucho más cerca que otras veces, lo noto cada vez más
necesitado y se mueve con urgencia llevándome al
frenéis.

Busca mis labios con los suyos y me besa con avidez,


cuando nuestras lenguas se enroscan siento que mi
interior se derrite. La presión que se construye en la
parte baja de mi vientre estalla y me contraigo
placenteramente a su alrededor.

Kaden no tarda en seguirme y se tensa en mis brazos


mientras se descarga dentro de mi, su boca está
ligeramente abierta y sus ojos están entrecerrados...es la
imagen más sensual del planeta tierra.

—Juls...—gime dejando caer su frente contra la mía.

Voy a necesitar que alguien me enseñe como se supera


el sexo con Kaden, o mi vida estará arruinada para
siempre.

27. S&M
"But chains and whips
Excite me"
Kaden pasa la noche conmigo de nuevo y siento que mi
corazón peligra cada vez que lo escucho reírse durante
la mañana siguiente mientras desayunamos. Me
comenta que después del local podemos ir a su casa y
accedo.

Visito a Lexie a la cual van a dejar ingresada un par de


días más por algo de una pruebas no concluyentes y
luego me voy a clase.
Estoy todo el día nerviosa por lo que me pueda
encontrar hoy en Mala y cuando llega la hora siento
como se me encoge el estómago.

Cuando entro al vestuario veo que Devan ya está


completamente vestido con la ropa temática, aunque
completamente vestido seria un eufemismo, ya que
apenas lleva ropa que le recubra ese maravilloso cuerpo.

—¿Has sido una chica buena o voy a tener que llevarte al


calabozo?—dice Devan moviendo en círculos las
esposas.

Esta debe ser la temática de la sala dos esta semana;


policías y presidiarios. Me pregunto cual de los dos me
tocará a mí.

Abro la taquilla y veo un vestido negro simple.

Mi ceja se enarca y lo saco confundida, no parece nada


temático.

—No, no, no. ¿Y tu disfraz?—pregunta Devan arrugando


la frente.

—Solo tengo esto—contesto dandole la vuelta a la


prenda que cuelga en mi mano.
—Joder Ángel—hace una mueca decepcionado—Esa es
la ropa que llevan las camareras de la sala uno.

¿La sala uno?

La decepción se instala en mi sistema, ¿no voy a trabajar


junto a Devan esta noche?

Me empiezo a quitar la ropa para ponerme el aburrido


vestido negro y veo como Devan aparta la mirada.

Interesante.

—¿Que pasa Devan? Tanto torturarme con verme sin


ropa y ahora...—le digo con burla acercándome a él en
mi ropa interior.

Traga con dificultad y parece nervioso. Devan nervioso


debe ser algo único en la vida.

—Yo...joder...—murmura, está haciendo un esfuerzo por


mantener sus ojos en mi cara.

Mis manos van hacía mi espalda para desabrochar mi


sujetador.

—No alcanzo bien...¿me echas una mano?—le pregunto


con una sonrisa traviesa.
—Ángel...ese vestido no necesita que te quites el
sujetador—su voz suena torturada.

—¿Qué pasa?—me rio—Si ya me has visto con mucho


menos...

—Precisamente por eso, me vienen imágenes a la cabeza


y...y...joder.

Camina hacía atrás hasta que choca y se sienta en el


banquillo que hay enfrente de nuestras taquillas.

Me siento justo encima de su regazo y sus manos


automáticamente aguantan la parte inferior de mi
espalda.

—¿Qué estás haciendo Ángel?—sus ojos están


completamente abiertos.

—Jugar con el diablo—contesto moviéndome


lentamente sobre su regazo.

Eso es, estoy orgullosa de nosotras.

Cierra los ojos y sus dedos se clavan con más fuerza en


mi espalda. Siento como se endurece y sonrío.
Golpean la puerta del vestuario y acto seguido se abre.
Todo el mundo mira al Sr. Henderson y cuando él repara
en nosotros salto fuera del regazo de Devan.

Sus ojos escanean mi cuerpo semidesnudo rápidamente


antes de apartar la mirada.

—La Sra. Myers no ha podido venir hoy—explica en voz


alta mirando a ningún punto en concreto—Algunos
trabajaréis en distintas salas hoy.

—Si necesitáis cualquier cosa o tenéis algún problema


podréis recurrir a mí, estaré en la sala BDSM—comenta.

Algunas personas cuchichean por lo bajo y otras


asienten. El Sr. Henderson impone muchísimo.

Devan se levanta y suspira.

—Eres demasiado mala para ser un ángel, Ángel—dice


haciendo una mueca.

Le saco la lengua de forma infantil y se agacha


cogiéndome la cara lamiendo mi lengua con la suya. Doy
un respingo sorprendida y se ríe.

—Eso por provocarme.


Coloco el vestido por mi cabeza y lo dejo caer por mi
cuerpo.

—Es una mierda que estamos separados, seguro que lo


ha hecho a propósito el Sr. Henderson, ¿has visto como
te miraba?

—¿Eh?

—Que el Sr. Henderson se muere por entrar en tus


bragas, lo que es sorprendente teniendo en cuenta que
los rumores dicen que no se ha follado a nadie desde
que su esposa...

—¡Devan!—una chica vestida de presidiaria sexy se


acerca alegremente a nosotros—¡Volvemos a trabajar
juntos!

—Yupi—le contesta con tono aburrido entrecerrando


sus ojos.

—¡Oh, vamos! ¡No seas así!—le riñe empujándole


cariñosamente el brazo.

Aparta de Devan.

Woah, no acabo de pensar eso.


—Rachel ¿por qué no te vas por donde has vuelto?—le
dice suspirando.

—¿Quién es la nueva?—pregunta ignorando lo que ha


dicho y dirigiendo su mirada en mí.

No se porque pero no me cae bien, tal vez sea porque


está claro que a Devan le disgusta. Y porque va a
trabajar con él en vez de poder hacerlo yo.

—Uhmm...

—Rachel no empieces...

—Me demonizas más de lo que merezco—le dice Rachel


a Devan.

—No lo suficiente.

—Yo soy Rachel, ¿tu eres?—me vuelve a mirar.

—Julliet—murmuro intentado poner cara de póker para


que no vea que ya me desagrada.

—¿Tu eres Julliet?—pregunta abriendo sus ojos con


sorpresa.

—Sí...—respondo extrañada.
—¡Es la hora chicos!—murmura Nell acercándose a
nosotros vestida de policía—Oh. Hola Julliet, te echamos
de menos la semana pasada—me guiña un ojo.

Me pongo roja recordando como casi me besa hace dos


semanas durante la dichosa cancioncita de Rihanna.

Braxton se acerco por detrás de ella y pone un brazo en


su cintura.

—¿Estás en la sala uno esta semana?—me pregunta.

Asiento y Rachel se pone a hablar.

—Podríais fingir un poco que estáis contentos porque


trabaje con vosotros esta noche...—dice irritada.

Todo el mundo la ignora y Nell grita el nombre de


alguien, a los pocos segundos un chico vestido
completamente de negro viene hacía nosotros.

—Este es Kurt—me dice Nell—Él siempre está en la sala


uno, estaréis juntos esta noche.

—Kurt ella es Julliet—se voltea hacía el tipo—la chica


nueva.

Miro a Kurt y me siento un poco intimidada, es bastante


alto y tiene tatuajes hasta en los tatuajes.
—Hola—le digo con timidez.

—Encantado, Julliet—dice con una amplia sonrisa que lo


hace lucir menos intimidatorio.

Devan se agacha y siento su aliento en mi oído.

—Si te gusta Kurt él está dispuesto a jugar a tres bandas


—susurra en voz baja.

Trago con fuerza y algunas personas nos miran con


curiosidad.

Alguien vuelve a comentar el tema de la hora y nos


movemos todos hasta nuestros respectivos puestos de
trabajo.

Pasamos por la sala dos y observo que hay diferentes


celdas y una mesa de interrogatorio.

Y me voy a perder todo esto, vaya.

Mírate, si ya empiezas a ser consciente de que eres una


pervertidilla más.

La sala uno es como un local cualquiera, no tiene nada


especial ni llamativo.
Kurt habla conmigo y me doy cuenta de que es mucho
más amigable de lo que parece. Las palabras de Devan
se repiten en mi cabeza y no puedo evitar pensar en
estar con ellos dos.

Los clientes de esta sala son más recatados, se nota que


muchos de ellos acuden aquí por primera vez.

Al cabo de una hora Kaden se acerca a nosotros y olvido


como se respira por unos segundos al verlo.

—Nos han cambiado el número de teléfono—comenta


con esa máscara de frialdad que utiliza con gran parte de
la humanidad—Para llamarnos deberías marcar el ocho
cuatro seis.

Kurt asiente y lo anota en un pos-it que deja al lado de la


caja registradora.

Se marcha y me decepciono un poco.

—Julliet ¿sabes donde está la sala BDSM?—me pregunta


Kurt.

—Sí.

—Genial, necesito que le lleves el mechero a Dom, la Sra.


Myers me comentó ayer que no quedaban y como hoy
no ha venido nadie lo habrá repuesto...
—¿Quieres que vaya yo a la sala?

—¿Te incomoda ir?—pregunta con curiosidad.

Sí.

—No, claro que no—miento.

—Estupendo—me extiende el mechero y lo aprieto con


fuerza en la palma de mi mano.

—Ehmm...ahora vengo—murmuro poniendo un poco


nerviosa.

Para ir hacía la sala BDSM tengo que pasar por la sala


dos, allí el ambiente está mucho más subido de tono y
siento calor en todas partes observando según que
escenas.

Me doy cuenta de que Devan no está ni tampoco Rachel,


únicamente están atendiendo Nell y Braxton que cuando
me ven sonríen.

Sean está en su cabina ajeno de todo y siento un poco


de enfado al mirarlo.

Continuo mi camino hasta la sala de la tortura, tras


cruzar la sala dos ver a gente completamente desnuda
me hace sentir fuera de lugar con mi ropa puesta.
Subo por las escaleras y cuando llego al pasillo estoy
temblando, mi mano se queda en el pomo unos
segundos hasta que decido abrir la puerta de la sala
BDSM. En ella hay varias parejas vestidas con mucho
látex y cuero mirando el escenario central, en el hay una
mujer completamente desnuda que está atada en un
estructura con forma de x. Tiene los ojos tapados por
una venda y su boca está abierta en puro éxtasis.

Dom sonríe mientras coloca unas pinzas en los pezones


de la mujer. A su lado el Sr. Henderson camina con una
fusta en la mano, en sus pantalones se marca lo que
debe ser la madre de todas las erecciones del mundo.

Virgen santísima ¿Como puede tener eso entre las


piernas?

Dom estira de la cuerda metálica que conecta ambas


pinzas y la mujer grita retorciéndose en sus amarres.

Dom se aparta y el Sr. Henderson se coloca delante de la


mujer, le coloca la fusta delante de sus labios y ella la
besa.

El Sr. Henderson separa la fusta de su boca y comienza a


recorrerle el cuerpo en sentido descendente. La pasea
por su cuello, baja por la clavícula, continua por el centro
de sus pechos y se detiene en su vientre.

La respiración de la mujer está completamente agitada,


creo que intenta controlarse pero su pecho sube y baja
con rapidez.

Una sonrisita aparece en los labios del Sr. Henderson


cuando continua bajando la fusta, una vez está entre las
piernas de la mujer golpea con un rápido movimiento.

Vale, si Kaden es papi Grey el Sr. Henderson es el Grey


supremo.

Dios, eso tiene que doler.

Observo como retuerce los pies y muerde su labio con


fuerza, como si se estuviera conteniendo un grito.

—Esa ha sido la primera, ¿cuantas quieres?—le pregunta


el Sr. Henderson con esa voz grave que me hace
temblar.

—Las que usted desee Amo—responde entre dientes la


mujer.

El Sr. Henderson acaricia su cara con una mano mientras


que con la otra la vuelve a fustigar.
—Eres una perra muy obediente—en su voz hay un
ligero atisbo de aprobación.

—¿Cuantas debería darle Dom?—le responde


volteándose hacía ella.

Dom lame sus labios y se acerca para estirar de nuevo la


cuerda que conecta con las pinzas enganchadas a los
pezones de la mujer.

—No sé...Dejemos que alguien más decida...—sus ojos


escanean la sala y cuando reparan en mí tengo ganas de
desaparecer del universo.

Se acerca lentamente con una sonrisa de satisfacción.

—¿Cuantas veces crees que deberíamos fustigarla,


corderito?—me pregunta directamente.

Los hombros del Sr. Henderson se tensan y gira la


cabeza bruscamente mirándome.

Oh, oh.

Sus ojos se oscurecen en cuanto me ve y su mano se


aprieta con más fuerza al rededor del mango de la fusta.
—Yo...—mi boca está seca y me remuevo incómoda
cuando siento que todos los ojos de la sala están
puestos en mí.

—Dinos corderito, ¿que número de golpes le tiene que


dar el Sr. Henderson a nuestra perrita?

Todo el mundo espera expectante a que diga un


número.

Joder, yo que se.

¿En que momento me he metido en este barullo?

Qué la golpee hasta que se corra.

¿Se puede correr alguien a base de golpes?

—Dinos un número cielito, o te tendré que poner a ti en


la cruz—su voz suena seductora pero esta mujer parece
muy peligrosa.

Trago con fuerza y suelto el primer número que pasa por


mi cabeza.

—Trece—murmuro por lo bajo.

—¿Has oído Drew? La tienes que fustigar trece veces.


El Sr. Henderson aprieta la mandíbula y aparta su mirada
de la mía.

—Te voy a dar trece veces, quiero que las cuentes en voz
altas y que le des las gracias a la Srta. Collins por cada
una de ellas. ¿Lo has entendido?

Madre del amor hermoso, mis pezones se tensan con


sus palabras y mi cabeza da vueltas.

—Sí, Amo.

—Bien.

Y empieza a golpearla con la fusta, casi siempre es entre


sus piernas pero también recibe golpes en sus pechos,
en su vientre, en sus muslos.

Su voz suena al borde del llanto a partir del séptimo


azote.

—Ocho, gracias Srta. Collins—masculla retorciéndose.

Mi corazón se encoge cada vez que dice mi nombre.

Cuando terminan los trece golpes el cuerpo de la mujer


está lleno de zonas sonrosadas.
—¿Quieres darle un beso de agradecimiento a nuestro
corderito, perra?—le pregunta Dom quitándole los
amarres.

—Sí, Ama.

—Acércate—me ordena de forma tajante Dom.

Mis pies parecen pegados al suelo.

¿Quéeeee?

—Venga corderito, no tenemos toda la noche—dice con


burla.

Me muevo de forma automática, no quiero averiguar lo


que puede hacer conmigo si no la obedezco.

—Bésala y muéstrale que tan agradecida estás con ella—


la empuja Dom a mis brazos, la chica continua con los
ojos tapados así que se choca conmigo.

Nunca he besado a una mujer.

¿Qué está pasando aquí?

La mujer pone sus manos en mi cintura y sube


lentamente, me coge de la cara como si estuviera
estudiando mi ubicación exacta y se inclina.
Sus labios acarician suavemente los míos
confundiéndome, se aparta unos centímetros para
volver a besarme con más fuerza. Su lengua invade mi
boca buscando la mía, tira de labio inferior con fuerza
haciéndome gemir.

—Suficiente—concluye el Sr. Henderson aclarándose la


garganta.

La mujer se separa de golpe y permanece


completamente recta.

Vale.

Me ha gustado.

Me ha gustado el beso de una mujer.

Parpadeo perpleja mientras siento las miradas de Dom y


el Sr. Henderson clavadas en mí.

—¿Necesitas algo?—pregunta el Sr. Henderson con la


mandíbula todavía apretada.

A ti, en mi cama.

De repente recuerdo porqué estoy aquí y estiro la mano


mostrando el inocente mechero.
—Estupendo—dice Dom con una sonrisa mientras coge
el mechero de mi mano.

—Vuelve a tu puesto de trabajo—murmura el Sr.


Henderson por lo bajo.

Asiento varias veces y me marcho lo más rápido posible,


no quiero saber que van a hacer con ese mechero.

Cuando cierro la puerta de la sala de la tortura me


recuesto contra el pasillo intentando controlar mi
respiración.

Me paso las manos por el pelo de forma reiterada, no


puedo dejar de pensar en lo que acabo de ver.

La puerta se abre a mi lado y me congelo en mi sitio, el


Sr. Henderson tiene una mirada furiosa en su rostro.

—¿Que te he ordenado Julliet?—gruñe por lo bajo.

Me pongo recta y murmullo una disculpa. Coge mi brazo


y me empuja contra la pared manteniéndome presa por
sus brazos.

—Tú querías saber ¿verdad? No podías dejar de


curiosear...—suspira—sabía que era una mala decisión
que trabajaras aquí.
No entiendo la mitad de las cosas que está diciendo y
solo soy capaz de centrarme en esos maravillosos labios
carnosos que están tan cerca de los míos.

—Disculpe Sr...—empiezo a decir pero me interrumpe.

—¿Por qué tienes que ser mi jodida alumna?—su


pregunta suena más bien a un lamento que pronuncia
gruñiendo—¿Por qué?

—Yo...—y me vuelve a interrumpir, pero esta vez lo hace


chocando sus labios contra los míos.

28. Nightmare
"Keep my exes in check in my basement
'Cause kindness is weakness, or worse, you're
complacent"
El shock del momento hace que tarde unos segundos en
reaccionar, la boca del Sr. Henderson se mueve sobre la
mía con fiereza dejándome sin aliento.

Cuando mi cerebro parece funcionar de nuevo alzo mis


brazos enredándolos en su pelo para empujarlo con más
fuerza contra mi. Su lengua saquea mi boca,
reclamándome. Siento como su cuerpo me presiona
contra la pared y gimo al notar la conexión de nuestras
intimidades.
Nos besamos hasta quedarnos sin aire, cuando se
separa ambos estamos jadeando.

—Sr. Henderson...—mi voz suena ronca por la excitación.

Cierra sus ojos, como si mirarme fuera demasiado y


golpea la pared con la mano abierta que tiene apoyada
contra ella.

Me sobresalto asustada y veo como en su rostro


aparecen arrugas de frustración.

—Vuelva a su puesto Srta. Collins—ordena. Continua


rehusando mi mirada.

No profe, continue con la lección.

Mis piernas están temblando mientras hago mi camino


de vuelta.

Camino ajena a la realidad, mi cabeza continua en un


estado de confusión extremo. Es como si hubiera tenido
dos de mis respuestas de golpe; sí el Sr. Henderson está
metido en el mundo del BDSM, y sí, me desea.

¿Pero estaría dispuesta a dejarme azotar o lo que sea


que haga?
Pienso en las veces que Kaden me ha palmeado el
trasero y lo mucho que he disfrutado de ello, es
innegable que el sexo rudo me gusta.

Unos brazos tiran de mí y me encuentro a un Devan


sonriente mirándome. Ni siquiera era consciente de que
estaba en la sala dos ya.

—¿Porque parece que vienes de algún lugar que te ha


traumado Ángel? ¿Estás explorando los lugares secretos
de Mala sin mí?

¿Por qué tenía que ser él también tan atractivo con esa
estúpida sonrisa de coqueto?

—Yo...

He besado a mi profesor/jefe, ah, y a una mujer.

—Tengo que volver a la sala uno—digo en su lugar.

Devan frunce el ceño y me suelta.

—¿Seguro que estás bien?—inclina su cabeza, su tono


suena ahora menos burlón.

Asiento y continuo caminando.


El resto de la noche pasa de forma rápida, tal vez lo
siento así porque continuo en mi mundo interior
pensando demasiado.

—¿Entonces te apuntarás?—pregunta Kurt mientras


limpia la barra.

Se que me ha estado explicando algo pero no he sido


capaz de prestarle atención.

—¿Eh?—pregunto confundida.

Kurt se ríe y guarda el trapo.

—¿Que si te apetece venir a la acampada del mes que


viene?

—¿Una acampada?

—Algunos trabajadores hacemos una acampada anual el


único fin de semana que Mala cierra. Devan siempre
viene—sonríe.

¿Está usando a Devan para que acepte?

—¿Y qué?—pregunto enarcando una ceja.

—Bueno, no sé, está muy encaprichado contigo pensaba


que vosotros...
—Nos llevábamos muy bien, pero Devan se lleva muy
bien con todo el mundo.

—Pero contigo es diferente.

¿Conmigo es diferente? No lo creo, ese hombre es


coqueto hasta con las plantas.

Apagamos las luces y cuando pasamos por la sala dos


todos están recogiendo también.

—¡Vamos Devan! ¿No me lo vas a decir?—le dice Rachel


estirando de su brazo.

—Que no. No seas pesada—le responde.

—Necesito saber quien es la persona que ha conseguido


marcar al señorito "nada de marcas en mi cuerpo"—se
burla.

—¿Por qué?—le dice aburrido.

—¿Era un chico o una chica?—continua interrogándolo.

—Era un extraterrestre, no tenía género.

Kurt los saluda y Devan repara en mi presencia con


rapidez.

—Ángel—dice sonriendo ampliamente.


Rachel me mira arrugando su frente.

—¿"Ángel"?—repite Rachel—¿No te llamabas Julliet?

Devan la ignora y viene hasta mi lado.

No puedo evitar sentirme incomoda por lo que acabo de


escuchar, ¿molesté a Devan al hacerle un chupetón?

Sean está bajando las escaleras y Kaden aparece por


otro lado cerrando las puertas. Mis ojos saltan entre
todos ellos y me empiezo a sentir débil, tengo ganas de
vomitar pero se me pasa rápido cuando siento como
todo se oscurece.

—¿No deberíamos avisar a una ambulancia?—el tono del


Sr. Henderson suena exigente.

—Solo han pasado un par de minutos y ya está


recobrando la consciencia—le dice Devan.

Abro mis ojos y veo que Devan me está manteniendo las


piernas alzadas contra su pecho. Estoy recostada en el
suelo y varias personas me rodean.

Esto es la madre de las juntadas de ganado.

Ignoremos el hecho de tengo el vestido subido por la


gravedad y que todo el mundo está viendo mi ropa
interior, porque muchos de aquí me han visto en
lencería mucho más atrevida que mi inocente tanga.

—Antes de asustarnos avísanos Ángel—me dice Devan


con una sonrisa torcida.

—¿Que ha pasado?—estoy demasiado confusa.

—Te has desplomado, ¿cuando ha sido la última vez que


has bebido agua hoy?—pregunta enarcando una ceja.

Intento pensar en ello y no lo puedo recordar.

—Uhmm ¿ayer?

El agua fría de ayer en el local al que Kaden me llevó a


bailar.

—¿Como pasas un maldito día sin beber agua Ángel?


¿Conoces el concepto de deshidratación?—suena
molesto ahora.

—¿No bebes agua desde el local de anoche?—pregunta


Kaden con desaprobación haciendo que todo el mundo
lo mire como si le hubiera crecido otra cabeza.

—Eh...sí—respondo poniendo roja por toda la atención.


—¿Seguro que no debemos avisar a una ambulancia?—
insiste el Sr. Henderson.

—Sr. Henderson he lidiado con esto muchas veces, se lo


que hago—le contesta Devan.

—Bien...pues...haga caso de las indicaciones de Devan,


Srta. Collins—murmura antes de marcharse.

—¿Srta. Collins? ¿Porque todo el mundo la llama de una


forma distinta?—la voz de Rachel hace que me den
ganas de volverme a desmayar.

Sean me mira unos segundos a mí, luego a Kaden, que


permanece ajeno a su mirada, y se va.

Que le den.

—Bueno, aquí no hay nada que ver, podéis ir desfilando


—dice Devan a la gente que me rodea.

Algunos obedecen y se marchan, pero Kaden continua a


mi lado.

—Puedo encargarme de ella—le asegura Devan a Kaden


—Voy a tenerla así diez minutos más.
Kaden lo ignora y se cuela detrás de la barra, me
pregunto que está haciendo hasta que lo veo con una
botella en la mano. Cuando Devan lo ve asiente con
aprobación.

—Incorpora su cabeza un poco, no queremos que se nos


broncoaspire ahora—le indica Devan.

Kaden coloca mi cabeza en su regazo y me intenta dar


agua.

—¿Sabéis que no estoy paralítica, cierto?—murmuro


mirándolos.

—Tú quieta—me reprende Devan.

Kaden acaricia mi mejilla y me vuelve a acercar la botella,


a Devan parece que se le van a salir los ojos de las
órbitas observándolo.

Se crea un extraño silencio lleno de miradas.

—¿Falta mucho?—protesto incomoda al cabo de unos


minutos.

—Cuatro minuto más quejica—me responde Devan.


Suspiro y dirijo mi vista a Kaden, el cual está mirándome
fijamente, mis mejillas se sonrojan por la intensidad de
su mirada.

—Puedes ir al vestuario si quieres...estoy bien—le


aseguro.

—No tengo prisa por irme, ¿nos vamos juntos,


recuerdas?—dice lo último levantando la mirada hacía
Devan.

Una sonrisa se extiende por el rostro de Devan.

—No hace falta que marques territorio Kaden, si haces


disfrutar a mi Ángel estoy más que feliz de compartirla.

¿Se dan cuenta de que estoy ahí, no?

—Yo no estoy marcan....—repone Kaden.

—¿No?—le interrumpe divertido Devan.

Las manos de Devan que están en mis tobillos empiezan


a ascender lentamente por mis piernas bajo la mirada
escrutadora de Kaden.

Cuando llegan al interior de mi muslo he dejado de


respirar, continua su lento ascenso y Kaden se mueve
agarrando su mano para detenerlo.
—¿A qué juegas?—masculla con una mirada de frialdad.

—A muchas cosas, pero ahora solo estoy probando mi


punto—contesta Devan

—Ella puede hacer lo que quiera con quién quiera, pero


no delante de mis narices.

—¿Por qué? ¿Te pone...celoso?

Creo que Devan quiere morir o algo.

—Ella no es mía para ponerme celoso.

—Pero aún así...no puedes evitar sentirte de ese modo,


¿verdad?

—¿Hola?—los interrumpo recordándoles que sigo


presente.

Ambos me miran.

—Yo de verdad que estoy muy bien eh, mejor me voy


levantando—digo ligeramente molesta.

—Haz caso al pervertido—indica Kaden cogiéndome de


los hombros para que no me levante.
—¿Pervertido?—se ríe Devan—Ya me gustaría
demostrarte cuanto... Julliet ya sabe que si estás
dispuesto me apunto a montármelo con vosotros dos.

La frente de Kaden se arruga.

—No voy a hacer un trío, ni contigo ni con nadie—


resopla.

Vamos a fingir que eso no me entristece profundamente.

—Oh, ya veo, tu ego no permite ver como otra persona


le da placer...es una pena, porque es una de las fantasía
de nuestra Julliet ¿cierto?

Estoy apunto de combustionar o asesinar a Devan. Una


de las dos.

—Devan...—advierto.

—No pasa nada Ángel, conozco a mucha más gente


dispuesta a jugar. Es una pena porque Kaden es muy
atractivo, pero...

—Devan, cállate. Estoy bien, dejadme en paz—digo


levantándome y dejándolos confusos mientras me
apresuro a entrar en los vestuarios.
—¿Ya estás mejor Julliet?—me pregunta Nell con una
sonrisa amable.

—Sí—respondo quitándome el vestido con agilidad.

Me visto tan rápido que cuando Devan llega ya me he


cambiado.

—Ángel...

—¿Por qué te tenías que meter?—le pregunto molesta.

—Solo quería...

—Me da igual, no soy un objeto ¿recuerdas?—cierro la


taquilla con más fuerza de lo normal y me volteo para
marcharme.

—No quería insinuar que...

—Adiós—le corto marchándome del vestuario.

Frena el carro del drama amiga.

Camino por el largo pasillo cuando me encuentro a Dom,


trago con fuerza al ver su intimidatoria mirada.

—¿Te has divertido observando corderito?

—Me llamo Julliet—le digo con mi renovada valentía.


Una sonrisa se desliza por sus labios.

—Para mi eres corderito, Julliet, porque eres una


inocente animalito en este lugar lleno de lobos
dispuestos a saltarte a la yugular en cualquier momento.

Su mano se estira y hace un ademán de tocar mi mejilla.

—No soy ningún corderito—refunfuño apartándome y


saliendo a toda prisa.

No se si es porque sigo con mis cambios hormonales del


período o qué pero de repente tengo ganas de mandar a
la mierda a todo el mundo.

Me estoy subiendo en mi coche cuando alguien llama mi


atención.

—¿Te vas?—pregunta Kaden desconcertado.

—Me apetece estar sola...

—¿Que pasa con tu ex? ¿Y si vuelve?

—Llamaré a la polícia.

—Juls...

No, no seas débil ahora, no te rindas solo porque te ha


llamado Juls.
—Nos vemos mañana.

Lo dejo con la palabra en la boca y arranco el coche.


Estoy confusa y cabreada. No entiendo a Kaden, no
entiendo al Sr. Henderson, no entiendo a Devan y Sean
se lleva la palma de la mano.

Tal vez debería olvidarme de los hombres por un tiempo,


total, el beso con esa mujer no ha estado mal.

El sueño cada vez es más intenso, varios coches me


tienen que pitar en diferentes semáforos porque me
estoy quedando adormilada al volante.

Por suerte llego a casa de una pieza, voy dando portazos


por todos lados hasta que me tiro en la cama con la ropa
puesta.

Cierro los ojos y me dejo llevar por el cansancio.

—¿Esto es lo que querías no?—me pregunta el Sr.


Henderson.

¿Qué?

Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estoy desnuda


atada en la x. Muevo mis manos pero están agarradas en
cada extremo.
—¿Que voy a hacer con usted Srta. Collins? No ha sido una
alumna muy ejemplar  enviándome esa foto...—acaricia la
fusta que tiene en sus manos y trago con fuerza.

—Sr. Henderson no...

Él sonríe con perversión.

—No soy el Sr. Henderson, soy tu Amo.

Niego con la cabeza confundida.

—Yo...

—Déjame darle el primer azote a mí, al fin y al cabo debo


castigarla por haber marcado mi cuello—reclama Devan.

Mis ojos se fijan en él y veo como me devuelve la mirada, en


sus ojos brilla la perversión.

—No, si alguien debe castigarla soy yo—murmura Kaden—


Después de todo me está haciendo romper las normas.

Mis pupilas se dilatan y me cuesta respirar.

—Aunque ya sabes que yo soy más de palmadas ¿cierto


nena? Devan colócala en el potro y ponle la mordaza—le
ordena Kaden a Devan.
Mi cabeza da vueltas y miro asustada a Devan cuando me
suelta las manos.

—Devan yo no...

—Shh...te lo vas a pasar muy bien Ángel—asegura frotando


mis muñecas.

Me suelta los pies y tira de mí. Me empuja y me quedo


bocabajo de cintura para arriba sobre una superficie lisa,
mis pechos están presionados contra la fría madera y mi
trasero queda visiblemente expuesto para ellos.

El Sr. Henderson me amarra las manos por encima de mi


cabeza mientras siento como alguien abre mis piernas
ampliamente.

Estoy mortificada y caliente, no sabría decir cual de las dos


más.

Siento varias manos deslizándose por mi cuerpo y muerdo


mi labio con fuerza conteniendo un gemido.

—Practicamente gotea de lo húmeda que está—dice Kaden


con fascinación mientras recorre un dedo en mi entrada.

Intento voltearme para mirarlos pero en la posición en la


que estoy me es imposible.
Devan se acerca y mete una bola en mi boca, intento
murmurar algo pero no me presta atención y continua
atando la mordaza en mi cabeza.

—Puedes gritar tanto como quieras aunque...te va ser un


poco difícil...—se ríe.

Mi corazón late desbocado y las palmas de mis manos


empiezan a sudar.

Una mano está acariciando mi trasero, reconozco esa


mano, ha estado palmeando mi trasero con anterioridad.

Simultáneamente siento unos dedos realizando círculos en


el punto sensible que se encuentra entre mis piernas. Mis
gemidos quedan amortiguados por la mordaza y cada vez
tengo calor y más calor.

Noto como algo ligero y suave se pasea por mi columna,


es...¿una pluma? No podría confirmarlo pero se siente
como una. Mi espalda se curva pero el movimiento queda
frustrado por los amarres.

Todo son caricias gentiles hasta que siento la primera


palmada. Mi trasero pica y tengo ganas de frotar el lugar
que han golpeado. La mano que acaricia mi clítoris queda
reemplazada por algo redondo que vibra y estallo en mil
pedazos. Las oleadas del orgasmo me envuelven una y otro
vez.

Continuan mi tortura, siento eso vibrando ahí mientras me


golpean cada vez con más fuerza, en algún momento la
mano pasa a ser la fusta y joder, si pensaba que la mano
dolía la fusta le da mil vueltas.

La vibración va aumentando y me pierdo entre el dolor y el


placer, mi cuerpo no está preparado para asimilar tantas
sensaciones. No se cuantas veces me corro mientras
torturan mi cuerpo una y otra vez.

—Devan, acércame la rueda de Wartenberg.

¿Que es eso? Dios, no se si quiero saberlo.

La vibración entre mis piernas se detiene y las caricias de mi


espalda también, por unos instantes lo único que siento son
los golpes de la fusta que se intercalan con unos dedos que
penetran mi entrada entre golpe y golpe.

Las caricias de mi espalda con lo que creo que son la pluma


son reemplazadas por algo que pincha y me hace gritar de
dolor. La presión que ejerce es suave, pero aun así
es  tremendamente doloroso.

El aire en mis pulmones queda atascado cuando siento


como me embisten con fuerza, mi trasero está tan
adolorido que con cada arremetida siento como si me
estuvieran pegando de nuevo.

Mis ojos se llenan de lágrimas y lo peor de todo es que


aunque una parte de mi quiere que paren la otra parte está
disfrutando como nunca.

Los pinchos de mi espalda cesan y unos labios realizan el


mismo recorrido que había echo el aparato del demonio.

El Sr. Henderson se coloca delante de mí y me desata la


mordaza, observo como un hilo de saliva queda conectado
a la bola.

Una de sus manos me coge con fuerza del pelo mientras


que con la otra se baja la bragueta del pantalón mostrando
su prominente erección.

—Ya sabe lo que tiene que hacer Srta. Collins—sus ojos se


oscurecen mientras se acerca a mi boca.

No hay forma de que semejante tamaño entre en mi boca.


Saco la lengua y lamo desde el tronco hasta la punta. El Sr.
Henderson gime y se mete en mi boca de golpe.

—Esperad...nadie tiene más motivos que yo de castigar a


esta zorra—murmura una voz que congela mi sangre. Mis
ojos se deslizan hacía la derecha y mi cuerpo empieza a
temblar.
De repente estoy completamente sola con Nathan.

—¿Que pasa cariño?—pregunta mientras baja la cremallera


de su pantalón.

La mordaza ha vuelto mágicamente en mi boca y no puedo


gritar.

—Venga, que con lo zorra que eres ahora lo vas a disfrutar


—asegura.

Cuando lo noto en mi entrada empiezo a llorar


desconsoladamente, entra en mi interior con fuerza y se
siente como si me estuvieran rompiendo por dentro.

Grito a través de la mordaza.

Me despierto de golpe y noto la cara húmeda, me limpio


las mejillas e intento respirar con normalidad.

Busco mi teléfono y le escribo un mensaje a la persona


que más necesito ver ahora. Me meto en la ducha
intentando olvidar le horrible sensación de mi pesadilla.

Lo único bueno en estos momentos es que ya no estoy


con mi maldito período.

Cuando acabo de ducharme me visto con rapidez, el


timbre suena cuando estoy poniéndome la camiseta.
Bajo las escaleras con las piernas todavía un poco
temblorosas, miro por la mirilla de la puerta y suelto el
aire que estaba conteniendo.

Abro la puerta y unos ojos amables me miran con


preocupación.

—¿Qué sucede Ángel?

—Creo que...creo que voy a denunciar a Nathan.

29. Don't Be So Shy


"Just lay down
Turn my side
Do you feel my heat on your skin?"
Devan me mira sorprendido por unos instantes y me
mira con aprobación.

—Ya te dije que estaría a tu lado en esto Ángel.

—¿Quieres pasar?—pregunto un poco nerviosa.

Asiente con decisión y me hago a un lado para que


entre.

Observo como mira su alrededor con curiosidad, Devan


nunca ha estado en mi casa.
Bueno, el único que falta por conocerla es el profesor
caliente.

—¿Quieres tomar algo o...?—ofrezco.

—Antes de nada...dime, por favor, que has bebido o


comido.

Muerdo mi labio pensando en que no he hecho ninguna


de esas cosas y niego con la cabeza un poco
avergonzada.

—¿Voy a tener que ponerte un niñero?—pregunta


frunciendo el ceño—Bueno, guíame a tu cocina que te
prepararé algún exquisito manjar.

Pone su brazo en forma de jarra para que me agarre a él


y lo hago encantada.

Le guío hasta la cocina y una vez allí Devan se mueve


libremente por ella como si estuviera en su propia casa.
Curiosea lo que hay en los armarios y va cogiendo
diversos ingredientes y utensilios.

—¿Como eres tan bueno cocinando?—pregunto viendo


su desenvoltura.

Debemos tener más o menos la misma edad y yo soy un


desastre en la cocina.
Papi Grey tiene competencia culinaria.

—Soy muy autosuficiente Ángel. Llevo gran parte de mi


vida haciéndolo.

—Gran parte de mi vida...—resoplo imitándolo— No eres


tan viejo Devan.

—No—se ríe—Pero he tenido que cocinar para mi


mismo practicamente desde siempre.

—¿Por qué? ¿Tus padres no estaban en casa?

—Exactamente—la sonrisa no abandona su rostro en


ningún momento.

—¿Viajaban mucho?

Modo curiosidad activado.

—No tengo ni idea.

Lo miro más confundida que antes, sus respuestas solo


me plantean más preguntas.

—Por suerte o por desgracia no los conozco Ángel. He


pasado mucho tiempo viviendo...por mi cuenta—explica.

Mi boca forma una o y de repente me siento un poco


incómoda por haber abordado el tema.
—No te comas la cabeza ahora con esa información, soy
una persona feliz—sus ojos se entrecierran con
diversión.

¿Como puede hablar sobre ello tan alegremente? Crecer


sin padres debe dejar algún tipo de carencia o trauma
¿no?

—Yo...perdí a mis padres hace tres años—me sincero.

Devan me mira con intensidad antes de pronunciar sus


siguientes palabras.

—Lo sé.

Espera.

¿Qué?

—Estaba en el hospital de practicas universitarias y uno


de mis pacientes...fue Matt—hace una mueca al decir su
nombre.

Parpadeo varias veces completamente perpleja.

¿Devan fue uno de los enfermeros de mi hermano? No


puede ser, me acordaría de él. Bueno...¿Lo haría? Era
una época un poco triste y oscura para mí.
—Me acuerdo de ti Julliet, estabas todo el tiempo en el
hospital con él.

—¿Como...?¿Que...? ¿Desde...? ¿Desde cuando sabes que


me conoces?-
—permanezco desconcertada.

—Desde que cruzaste la puerta del vestuario.

De repente recuerdo como me llamo por mi nombre en


cuanto entré al vestuario.

Mi frente se arruga.

—¿Porque no me habías dicho nada hasta ahora?

—Porque...no lo sé—suspira—Estabas tan...tan triste. No


quería ver esa mirada de nuevo en tus ojos.

Me siento un poco estúpida por no recordarlo. ¿Como he


olvidado a alguien tan genial?

—Yo...yo no me acuerdo de ti—confieso.

—Es normal Julliet, únicamente estabas centrado en él,


apenas eras consciente de tu alrededor por aquel
entonces...

Las imágenes de Matt en aquella cama de hospital pasan


por mi cabeza y noto como mis ojos pican. Devan afloja
el fuego y tira de mi a sus brazos, recuesto mi cabeza en
su pecho mientras me estrecha con fuerza.

Me abraza hasta que se ve obligado a continuar con la


comida para evitar que se queme.

—Entonces...con respecto a la denuncia...—tantea el


tema mientras me sirve el plato de comida.

—Quiero hacerlo...—muerdo mi labio-


—pero...tengo miedo.

Se sienta a mi lado mientras empiezo a comer.

—Es normal que tengas miedo.

—No, no lo entiendes—dejo caer el tenedor en el plato


con fuerza—Nathan me amenazó con que...—desvío la
mirada.

—¿Lo has vuelto a ver?—su tono de voz se altera.

Trago con fuerza y asiento.

—Se presento en mi casa la noche siguiente...Kaden


estaba conmigo y...le dio una paliza, pero antes de eso él
me agarró del cuello y me dijo que si decía algo te iba a
meter en prisión por agresión.
Levanto la mirada y veo que tiene los puños cerrados
con tanta fuerza que sus nudillos se marcan.

-Que lo intente—masculla.

-No Devan, no sabes la influencia que tiene su padre en


la corte...

Devan sonríe.

-Conozco a sus padres demasiado bien ¿no lo recuerdas?


Estoy seguro de que las cámaras de seguridad del club lo
conocen igual de bien...—una sonrisa perversa aparece
en sus labios.

–No sé...no quiero que salgas perjudicado con todo


esto...

—No es en mí en quién debes pensar ahora—asegura


poniendo una de sus manos en mi hombro.

—Voy a tener que buscar un buen abogado...—suspiro.

—¿Conoces a alguno?

—Sí, pero trabajan en el buffet del padre de Nathan y no


creo que...
—Espera, ¿tengo entendido que el Sr. Henderson es
abogado, no?

Mis orejas se ponen rojas recordando mi último


momento a solas con el Sr. Henderson.

—Sí, pero...

—Estoy seguro de que si se lo dices te echará una mano.

—Uhmm...no lo tengo tan claro.

Rememoro su rostro de frustración y me muevo


incómoda en el asiento.

—Seguro que sí—responde—Y oye, sobre lo de esta


madrugada...no quería dar a entender que...

—Lo sé, he exagerado, discúlpame...—murmuro.

Me acaricia la mejilla y noto como me sonrojo bajo la


palma de su mano.

Termino de comer mientras me explica una historia muy


extraña de algo que lo sucedió estando de guardia en
urgencias.

Cuando acabo llevo todo a la pica y empiezo a limpiarlo.


—Oye, Kurt me ha hablado de una acampada...—le
empiezo a decir.

Devan se ríe.

—¿Te ha dicho que vengas? No se si estás preparada


para eso Ángel, una acampada con el personal de Mala
suele terminar en orgía.

Jadeo y mis ojos se amplían.

—¿Es-es una broma?

—Nunca bromeo con el sexo Ángel, es un tema sagrado


en mi vida—me contesta formando una sonrisa ladeada.

—Uhmm...—mis manos tiemblan ligeramente mientras


continuo enjabonando los utensilios de la cocina.

—Puedes venir—asegura—pero no creo que estés lista


para ello, aunque ya sabes que estoy encantado de
corromperte.

De repente la temperatura de la habitación sube unos


grados. Devan y sus insinuaciones perversas es algo a lo
que no crea que pueda acostumbrarme nunca sin que
me afecte.
Suelto de golpe la cuchara que tengo en mi mano y se
crea una fuente que moja todo, incluyendo mi camiseta,
que queda completamente empapada.

—¡Mierda!—gruño cerrando el grifo con rapidez.

Devan está conteniendo la risa mientras observa como


me peleo con el desastre que se ha formado.

—No es gracioso—mascullo despegando la camiseta que


ahora se adhiere a mi cuerpo.

—No—se lame el labio superior—en realidad es


bastante excitante.

Sus ojos se oscurecen clavando su mirada en mi pecho.

—Siempre he sido un gran admirador de los concursos


de camisetas mojadas Ángel—dice acercándose
peligrosamente a mí.

Me muevo instintivamente hacía atrás y sonríe.

—¿Donde está toda la valentía de los vestuarios?—


pregunta alzando una ceja.

¿Como se respiraba?

—Ehh...yo...—choco suavemente contra la encimera.


—Ya sabes, al diablo no hay que tentarlo-su sonrisa
traviesa hace muchas promesas silenciosas.

Muerdo mi labio inferior y su sonrisa se ensancha.

—¿Do-donde queda la indiferencia del vestuario?—


pregunto cundo me encierra con sus brazos.

—Nunca he sido indiferente con respecto a ti Ángel...—


asegura inclinando su cabeza.

Clava sus ojos en los míos y trago con fuerza.

Devan tiene los ojos azules, pero a diferencia de Kaden,


sus ojos son mucho más claros.

—Pero...—murmuro.

—Pero no quiero estropear nuestra amistad, te tengo


mucho aprecio.

Mi pecho sube y baja con rapidez cuando noto su mirada


en mis labios entreabiertos.

—Entonces...—susurro.

—Entonces será mejor que no nos volvamos a acostar—


susurra él también.

Asiento, tengo la boca completamente seca.


—¿Estás de acuerdo conmigo?—pregunta acercándose
cada vez más y más.

Está tan cerca que noto su aliento caliente contra mi


cara.

—Sí—respondo en voz baja.

—Estupendo.

No se cual de los dos hace el primer movimiento, tal vez


lo hacemos de forma simultánea, la cuestión es que
nuestros labios chocan con desesperación mezclándose
en un beso intenso y cargado de deseo.

Mis dedos se clavan en su nuca, acercándolo, su lengua


se enreda con la mía y mi cabeza empieza a dar vueltas.

La excitación se construye en mi interior, Devan atrapa


mi labio inferior con sus dientes y lo muerde.

Su mano se cuela por debajo de mi camiseta mojada,


subiendo lentamente, cuando pasa por el contorno de
mis pechos gimo en su boca.

Devan se aparta un poco y me sonríe perversamente


mientras tira de mi camiseta para quitármela. Sus ojos
recorren la piel expuesta y mi cuerpo le responde
calentándose en todas partes.
Se agacha un poco y noto como su boca va plantando
besos húmedos en mi cuello, mis ojos se cierran y solo
soy capaz de sentir.

En ese momento solo existo con la finalidad de notar la


suavidad de su boca contra mi piel.

La boca de Devan continua bajando, realizando un


trazado de besos aleatorios a lo largo de mi clavícula,
haciendo que mi aliento se quede atascado en mi
garganta.

Pone sus manos encima de mis pechos y los expone


bajando el sujetador de un tirón, mi respiración se
vuelve superficial cuando su boca rodea uno de mis
pezones, lo humedece y estira de el con sus dientes.

Mis caderas se mueven de forma involuntaria, buscando


la fricción, mis manos se enredan en su pelo mientras su
boca continua con la dulce tortura.

Mueve su mano por mi espalda y desengancha con


habilidad mi sujetador que cae al suelo en un ruido
sordo.

Tiro de su camiseta y se incorpora para facilitarme el


trabajo. Paso mis manos por su torso y muerdo mi labio.

Benditos abdominales.
Cuando llego a la cinturilla de su pantalón sus ojos se
entrecierra.

—Enséñame tu habitación Ángel—exige con la voz ronca


por la excitación atrapando mis manos con las suyas.

Caminamos entre besos hasta mi cuarto, cuando


llegamos no tarda en empujarme contra la cama. Lleva
las manos hasta mis pantalones y se deshace de ellos
junto a mi ropa interior en un solo movimiento.

Se separa un poco y venera mi desnudez con sus ojos.

—Este cuerpo está hecho para pecar—murmura con


deseo.

Se sube a la cama y pasea sus dedos por mi vientre,


continua dibujando una línea invisible hasta mi cuello.
Con su dedo índice recorre mis labios y tira levemente
de mi boca para introducirlo en mi boca. Lo succiono
bajo su atenta mirada, cuando está satisfecho lo saca
lentamente y lo vuelve a pasear por el centro de mis
pechos, esta vez va hacía abajo.

Mis ojos se cierran cuando noto como acaricia el punto


que se encuentra entre mis piernas. Introduce un dedo
en mi interior mientras continua con sus caricias.
—Devan—gimo su nombre cuando acelera sus
movimientos.

—Necesito ver de nuevo como te deshaces bajo mis


manos Ángel.

Muerdo mi labio con fuerza cuando siento una espiral de


deseo que me hace estallar al rededor de sus dedos.

—Eres lo más sexy que he visto en mi vida, y créeme que


he visto muchas cosas—asegura con una sonrisa
ladeada.

Estoy en el séptimo cielo, tan ajena a lo que pasa en la


tierra que tardo un rato en procesar que está lamiendo
sus dedos. Esos dedos. Los que tenía en mi interior.

Se ríe cuando mi ceño fruncido.

—¿Es mi recompensa, no?—pregunta inocentemente—


Aunque creo que no he tenido suficiente.

Hace ademan de agachar su cara a la altura de mi


entrepierna y lo paro.

—Espera—le pido.

—¿Qué?—pregunta alzando una ceja.

—Quiero...uhm...
—¿Qué quieres Ángel?—sonríe interesado.

—Quiero devolverte el favor...

Una mirada perversa aparece en su rostro.

—¿De algún modo en concreto?

Una idea cruda mis pensamientos y la suelto sin tapujos.

—Con mi boca.

Sus ojos se amplían y traga con fuerza.

—Joder Ángel.

Una sonrisa victoriosa se desliza por mis labios, me


gusta alterarlo. Se incorpora y en cuestión de segundos
se deshace de toda la ropa que le quedaba.

Observo su erguida erección y humedezco mis labios.


Envuelvo mi mano alrededor de su erección y la muevo
de arriba a abajo.

Cierra los ojos y gruñe por lo bajo.

Me inclino hasta que mi cara queda a la altura de su


longitud, abro mi boca introduciendo lentamente la
punta, su mano se enreda en mi pelo y sé que se está
conteniendo para no moverse.
Cuando lo noto contra mi garganta intento contener la
arcada y voy moviendo mi cabeza de arriba a abajo, una
y otra vez. Siento como se va endureciendo cada vez
más.

—Espera Ángel, vamos a hacer esto a mi manera—dice


apartándose de golpe.

Se acuesta en la cama tirando de mí para recostarme


encima suyo.

—Colócate sobre mi cara—ordena.

—¿Qué?—pregunto.

¿He escuchado bien?

—¿Sabes que número va entre el sesenta y ocho y el


setenta?—pregunta. Sus ojos brillan con perversidad y
diversión.

Me sonrojo y asiento.

—Pues venga—exige palmeando suavemente mi trasero.

Me siento tímida y vulnerable, pero dejo a un lado esos


sentimientos y cumplo su petición.
Cojo aire y me armo de valentía colocando mi
entrepierna en su cara, sus brazos recorren mis muslos
lentamente antes de incorporar su cara y besar la zona
que reclama su atención.

Noto su lengua en todas partes mientras lo introduzco


en mi boca y tengo que esforzarme en concentrarme
para no morderlo. Nos damos placer el uno al otro de
forma simultánea y la situación me produce tal morbo
que en pocos minutos me corro en su boca.

Devan me aparta con delicadeza y levanto mi cabeza


para mirarlo.

—Dime, por favor, que tienes condones.

Muevo mi mano a la mesita y saco uno lanzándolo sobre


la cama.

Devan lo coge y lo rompe, observo como lo hace rodar a


lo largo de su longitud y vuelvo a calentarme.

—Ponte a cuatro Ángel—demanda.

La cosa va de números.

Lo obedezco sin rechistar y siento como su mano


acaricia mi espalda, va bajando hasta agarrar mi trasero
con fuerza.
Su erección presiona mi entrada y lo siguiente que noto
es como se mete de golpe. Mis gritos de excitación van
aumentado a medida que sus empujes se convierten en
algo primitivo y mi cuerpo se rinde al placer que ofrece
embestida tras embestida.

Siento una oleada de euforia cuando me dejo ir y Devan


no tarda en seguirme. Se recuesta sobre mi espalda y
noto su aliento en mi columna.

Poco a poco nuestras respiraciones vuelven a la


normalidad y sale de mi interior.

Lo miro con una sonrisa complacida y me devuelve la


sonrisa.

El timbre de casa suena haciendo explotar mi burbuja de


felicidad post orgásmica.

El timbre suena con insistencia y suspiro, en mi vida


había sonado tanto el maldito timbre y en las últimas
semanas van a terminar rompiéndolo.

Me coloco una camiseta con rapidez y deslizo los


primeros pantalones que encuentro por mis piernas. A
mi lado Devan se incorpora y empieza a buscar su ropa.

—¿Esperas a alguien?
Creo que últimamente he escuchado demasiado esa
pregunta.

—No.

—Voy contigo entonces-frunce el ceño.

Se deshace del condón y se coloca la ropa interior y los


pantalones, bajamos descalzos hasta la puerta. Cuando
me pongo de puntillas para mirar por la mirilla mi
corazón empieza a latir con fuerza.

El timbre suena de nuevo, sobresaltándome.

Mi mano tiembla mientras quito el pestillo.

—Sr. Henderson...¿que hace aquí?—pregunto


sorprendida.

Su mirada repara en Devan antes dirigirse a mí.

—Solo quería comunicarle que...está despedida.


30. My Oh My
"I swear on my life that I've been a good girl
Tonight I don't want to be her"
Tres semanas, y una de ellas no he podido ir a trabajar.
Ese es el tiempo que he estado trabajando en Mala y ya
estoy siendo despedida.

—¿Qué?—respondemos Devan y y al mismo tiempo.

—¿Puedo hablar a solas con usted?—pregunta el Sr.


Henderson apretando sus labios.

—¿Sr. Henderson está ebrio? No puede echar a Julliet...—


farfulla Devan.

El Sr. Henderson arruga su frente y mira a Devan.


—No creo que esté en la posición de decirme lo que
puedo o no hacer Sr. Keen.

—Como jefe de los camareros exijo que se replantee su


decisión, Julliet es muy buena trabajando y...

—No existe tal cargo como el que acaba de mencionar—


entrecierra los ojos— y una vez más, le recomiendo que
se abstenga de darme una opinión que no le he pedido.

Devan se cruza de brazos y refunfuña por lo bajo.

—¿Porque...?—dejo la preguntan suspendida en el aire.

—Insisto en que me gustaría hablar con usted en


privado, por favor.

Me volteo hacía a Devan y asiento, él resopla y pone los


ojos en blanco.

—Devan...—suspiro.

—Está bien—gruñe mientras se da media vuelta y sube


hacía mi habitación.

—¿Quiere pasar?—ofrezco.

—Aquí estoy bien, gracias.

—Sr. Henderson si es por lo que sucedió anoche yo no...


—Precisamente por eso no debe volver allí, no puedo...
—se pasa la mano por su pelo con desesperación—ya es
complicado verla en clase como para tener que estar
soportando...Simplemente necesito limitar mis
encuentros con usted. Le haré una carta de
recomendación, puede trabajar en cualquier otro de
nuestros locales, pero no en Mala.

—Pero...

Cierra sus ojos y coge aire.

—Srta. Collins lo he intentado, créame que lo he


intentado—abre sus ojos y parece abrasarme con ellos—
pero no puedo hacerlo. Usted pone en peligro mi
sentido común y mi puesto de trabajo.

Muerdo mi labio y agacho la cabeza.

—Yo no...—empiezo a decir pero me interrumpe.

—Lo siento pero no puedo tenerla allí. Le ingresarán en


la cuenta un mes más completo y el finiquito.

Abro mi boca sorprendida y niego con la cabeza.

—Sr. Henderson...
—Lo siento Srta. Collins—murmura antes de darse
media vuelta y marcharse.

Ni siquiera me ha dejado hablar.

Maldito profesor caliente.

Subo las escaleras  y cuando abro la puerta de mi


habitación veo a Devan recostado en mi cama
tranquilamente con el libro de Kaden en sus manos.

—No te tomaba por alguien que leyera literatura


inglesa...—murmura ojeando el libro.

—Es de...—empiezo a explicar pero me callo de golpe.

—¿De...?—dice con intriga—¿De quién?

—Uhmm...de Kaden.

—Vale, eso me sorprende más todavía. ¿Entonces los


párrafos subrayados están subrayados por él? ¿O es que
os mandáis indirectas románticas y cursis de este modo?
—una sonrisa burlona aparece en sus labios.

—Creo que lo hizo su madre, no estoy segura.

Devan sacude la cabeza y deja el libro en mi mesita de


noche.
—Bueno, el tema importante, ¿has conseguido hacer
cambiar de opinión al Sr. Henderson?—dice
incorporándose de golpe.

—Apenas he podido hablar, simplemente me ha soltado


el discurso y ha huido.

—¿Pero a que viene de forma tan repentina echarte? No


entiendo nada—niega confundido.

Desvío la mirada y me planteo por unos segundos si


debo decir las palabras que digo a continuación.

—Bueno...anoche me besó.

—¿Qué qué?—pregunta boquiabierto.

Rasco mi cuello con incomodidad mientras balanceo el


peso de mi cuerpo de una pierna a otra.

—Que...me besó, bueno, nos besamos.

Una sonrisa perversa se desliza por la boca de Devan.

—Oh Ángel, ¿empiezas a hacerme competencia en mi


vida sexual?

—Solo...solo nos besamos—aseguro con rapidez.


—Tal vez si te lo tiras te contrata de nuevo—sugiere
encogiéndose de hombros.

—¡Devan!

—¿Qué? Es obvio que la atracción es mutua.

—No me voy a acostar nadie por un puesto de trabajo.

—¿Ni siquiera por uno que permita que trabajes


conmigo?—hace un puchero.

—Devan...

—¿Que? Tampoco es como si no fuerais a disfrutarlo.

Ruedo mis ojos y niego con la cabeza.

—Es mi profesor.

—¿Y qué?

—Pues que el campus tiene normas muy estrictas con


respecto a la relaciones entre profesores y alumnos, si se
enteraran podrían echarlo.

—Dinero y trabajo no es que le falte.

—No va a sacrificar su puesto por un polvo Devan.


—Pero es un polvo contigo, vale totalmente la pena.
Puedo darle referencias tuyas si quieres—asegura.

Inclino mi cabeza, divertida por sus palabras.

—Tendré que buscar un nuevo trabajo...—murmuro.

—O...

—¿O?

—O podemos iniciar la misión "Julliet recupera su puesto


en Mala siendo mala"—me dice con una sonrisa
perversa.

—¿Ese nombre se te ha ocurrido a ti solito?—digo con


burla.

—Es brillante, lo sé.

—Bueno, ¿y en que consiste tu maravilloso plan?

—Vamos a buscar algo decente en tu armario Ángel, esta


noche no irás a Mala como empleada, irás como clienta—
explica mientras se frota las manos.

***
Me estoy arrepintiendo de hacerle caso a Devan antes
incluso de entrar al local. Fuera hay varias parejas y
algunas me resultan levemente familiares.

Cojo aire y cruzo las puertas de Mala por un sitio al que


no estoy acostumbrada. Uno de los chico de seguridad
me sonríe y me dirijo al mostrador. Como he sido
empleada del local ya tienen una ficha con mis datos
personales y los resultados de mis últimos análisis.

Keane, el chico que está en la recepción me hace escoger


una pulsera y me entrega una pila de documentos.

Pulsera verde: Recomendada para principiantes, con


esta pulsera indicas que quieres observar pero puedes
cambiar de parecer y unirte al juego.

Pulsera amarilla: Recomendada para aquellas personas


que desean participar en encuentros sexuales que
excluyen la penetración vaginal.

Pulsera azul: Recomendada para parejas que desean


añadir una tercera persona en sus encuentros
sexuales / También recomendada para individuos que
quieren ser la tercera persona.
Pulsera roja: Recomendada para las personas/parejas
que permiten todo tipo de encuentro. Nada queda
excluido.

Estoy tentada de coger la pulsera azul pero me acobardo


en el último momento y escojo la verde. Keane me
sonríe mientras pasa la pulsera por un aparato extraño
que tiene una luz roja y me la entrega.

—Tu pulsera está vinculada a la taquilla trece del


vestuario femenino—me explica.

El uso de teléfonos móviles está completamente


prohibido en todas las salas a excepción de la sala uno.

Está prohibo el consumo de estupefacientes o


substancias psicotrópicas a excepción de bebidas
alcohólicas.

El consumo de bebidas alcohólicas queda limitado a un


máximo de tres consumiciones por cliente.

Está prohibida toda relación directa o indirecta


relacionada con la prostitución.

El uso de preservativos es obligatorio para todo


nuestros usuarios a excepción de los encuentros entre
parejas que hayan certificado su estado de salud.
Es obligatorio seguir las medidas de higiene.

Los usuarios deben ser respetuosos y discretos.

El código de vestimenta queda sujeto a el código de


vestimenta de cada sala.

En la piscina y el jacuzzi está prohibido mantener


relaciones sexuales.

Continuo leyendo las normas mientras siento como mi


pulso se acelera.

Esto es real, estoy entrando en Mala como clienta.

Trago con fuerza mientras firmo la hoja en la que me


comprometo a cumplir las normas y entrego el
documento a Keane.

—Que disfrute la noche—me dice con una sonrisa


amable.

Mis piernas tiemblan mientras empiezo a bajar las


escaleras que llevan camino al vestuario de clientes. Dejo
mis cosas en la taquilla que me han asignado y miro las
duchas, las mujeres se pasean desnuda sin ningún tipo
de pudor, algo que admiro.
Me encierro en el primer baño que veo y me llevo las
manos a la cabeza mientras respiro de forma agitada.

¿Que estoy haciendo?

Al principio me sentía atraída por la idea de venir como


clienta, pero ahora no estoy segura de ser tan valiente.

Cuento mis respiraciones un par de veces antes de


armarme de valor y salir.

Miro mi reflejo en el espejo, llevo unos pantalones


elásticos muy cortos de color negro y en la parte
superior llevo un top, también negro, que cubre muy
poca piel.

Ni siquiera sabía que tenía ropa tan atrevida hasta que


Devan ha revuelto mi armario, sin duda es algo que en
conjunto jamás habría utilizado.

Me pasa un poco de agua fría por la nuca y me echo un


último vistazo antes de salir del vestuario.

No me había dado cuenta pero el local tiene bastantes


carteles de señalización, por lo que no se me hace difícil
localizar la salas dos.

—Y aquí está mi Ángel—me sonríe Devan cuando me


acerco a la barra.
Él va vestido de demonio como en mi primera noche de
trabajo.

Chelsea está en el otro extremo preparado cocteles, y


Jules y Halsey están sirviendo las bebidas.

—Devan no se si esto es una buena idea...—muerdo mi


labio.

—Solo estás nerviosa porque todo esto es nuevo para ti.

—No estoy segura de que esto vaya a funcionar—


reflexiono haciendo una mueca.

—El Sr. Henderson no quiere que estés aquí como


empleada pero no puede prohibirte la entrada como
clienta si no rompes ninguna de las normas.

—Pero...

—No tienes que hacer nada que no quieras Ángel,


simplemente déjate llevar y disfruta.

Eso, ponte la pulserita roja y déjate de tonterías.

—No sé si...
—El problema es que piensas demasiado las cosas,
intenta apagar esa cabecita tuya llena de prejuicios y
bebe esto, anda.

Me extiende una copa.

—¿No será otro de tus orgasmos?—hago una mueca


cogiendo el cóctel.

—No, ya te he dado demasiados de esos hoy—dice con


una sonrisa victoriosa.

Pues sí, unos tres, no hay quejas al respecto señoría.

Me llevo la copa a los labios y le doy un pequeño sorbo,


es algo afrutado y dulce, y la verdad es que está
delicioso.

—¿Qué es?—pregunto intrigada.

—El cóctel Ángel, una nueva creación.

Me sonrojo por el nombre y continuo bebiendo.

—Por cierto, la Sra. Myers se ha enfadado bastante con


el Sr. Henderson, los gritos de la discusión se
escuchaban desde los vestuarios. La tenemos de nuestro
lado—explica divertido alzando ambos pulgares.
—¿Sabes donde está él?

—Como la Sra. Myers está aquí estará en la sala tres, tal


y como hemos hablado.

Bueno, por lo menos me libraré de ver como azota a una


mujer.

Continuo bebiendo el cóctel que me ha preparado


Devan mientras analizo mi alrededor, trabajando aquí no
me sentía como me siento ahora. Tengo la sensación de
que soy un objetivo para la mayoría de parejas que
clavan su mirada en mi.

—Bueno, deséame suerte—le digo extendiendo la copa


vacía de regreso a Devan.

—Acaba con él—me responde.

Oh sí.

Camino con decisión hasta la sala tres, cuando abro las


puertas observo un ambiente muy diferente al de la sala
dos.

A diferencia de la sala uno y dos la sala tres está más


enfocada en el espectáculo, por lo que no hay ninguna
pista de baile, sino varios escenarios y sillones.
En los escenarios hay diferentes situaciones; en algunos
hay strippers bailando sensualmente al rededor de la
barra mientras que en otros hay personas representado
escenas sexuales de forma muy explícita.

Siento calor observando las imágenes que se


reproducen a pocos metros de mí y lamo mis labios
completamente secos.

Una mano se enrosca en mi brazo y tira de el, me giro


asustada para ver la cara de la persona que me está
agarrando.

—¿Juls? ¿Que está pasando? He escuchado que te han


despedido ¿Es cierto?—murmura Kaden con el ceño
fruncido mientras me mira de arriba a abajo.

—Kaden...—suelto el aire que estaba conteniendo—Me


has asustado.

—¿Es cierto que te han despedido?—pregunta de nuevo.

—Sí—murmuro agachando la cabeza.

—¿Por qué? ¿Y que haces aquí?

En ese momento repara en la pulsera verde de mi


muñeca y el entendimiento llega a sus ojos.
—Oh—constesta apretando los labios.

Aparto su agarre y lo miro con incomodidad.

—Yo...

—Sí, ya veo. Bueno, no quería interrumpirte—dice


volviendo a poner ese rostro de indiferencia que odio.

—Kaden...

—Que tengas una buena noche Julliet.

Voy a tener que imprimir las normas y dárselas por escrito.

Sacudo la cabeza ignorando los sentimientos que


despierta en mí y me muevo por la sala buscando al Sr.
Henderson.

Cuando lo veo sonrío y me siento justo en el sillón que


queda enfrente .

Está manteniendo una conversación con otro hombre


mientras beben su copa. Él no repara en mi presencia
pero su acompañante sí, el cual me mira y me sonríe con
descaro. El Sr. Henderson se da cuenta de ello y busca
con la mirada a quién le sonríe.

Cuando me ve sus hombros se tensan visiblemente.


—Hola Andrew—intento sonar lo más casual posible
mientras cruzo mis piernas.

Sus fosas nasales se ensanchan y observo como sus


manos se cierran formando puños.

—¿Srta. Collins que diablos hace aquí?

El acompañante mira a el Sr. Henderson como si le


acabara de salir otra cabeza.

—Disfrutar de sus instalaciones—comento lamiendo mi


labio superior mientras me inclino un poco para que
resalte mi escote.

Así, perrísima, me encanta.

—Creía que le había dejado claro que no quería verla


aquí.

Sonrío y entrecierro mis ojos.

—Oh, pero no estoy trabajando, ¿así que no tiene poder


sobre mí ahora no?

Sacude la cabeza con enfado.

—Soy el dueño del maldito local, tengo reservado el


derecho de admisión.
Descruzo las piernas y subo la mano por mi muslo
lentamente, sus ojos se distraen un segundo en mis
acciones y sonrío victoriosa.

—Pero si no estoy incumpliendo ninguna norma, señor


—digo con inocencia.

El baile que está realizando la stripper que tenemos


delante en el escenario termina y una mujer se acerca
hablando por un micro.

—Y llega uno de nuestros momentos favoritos de la


noche, ¿alguna valiente que quiera venir a probar la
barra?—pregunta la mujer.

Antes de pensar en lo que estoy haciendo mi mano ya


está levantada y el Sr. Henderson está mascullando algo
por lo bajo.

—¡Estupendo! Suba por el lateral del escenario señorita.

Me levanto y doy dos pasos hasta el Sr. Henderson, me


inclino a la altura de su oído y veo como traga con
fuerza.

—Tú decides como me tienes aquí, si como empleada o


como clienta, Andrew—susurro.
No se de donde está saliendo tanta valentía pero estoy
amando cada segundo de ello. Tal vez el cóctel de Devan
era mágico.

Camino hasta el escenario y noto los ojos de varias


personas clavados en mí,

—¿Como te llamas querida?—me pregunta la mujer que


está en el escenario.

—Julliet—sonrío.

—Muy bien Julliet ¿has probado el pole dance alguna


vez?

—Alguna vez—murmuro divertida.

He practicado todo tipo de bailes, pero este era uno de


mis favoritos y lo practicaba a escondidas de mis padres.

—Pues...todo tuyo.

Apartad y aprended.

Me quito los zapatos y los empujo al otro extremo,


camino de puntillas mirando fijamente al Sr. Henderson,
el cual no despega sus ojos de los míos.

Es un juego de seducción y me siento lista para ganar.


Las luces se atenúan y la música se intensifica creando
un clima perfecto, coloco mis manos en el frío metal de
la barra y doy una vuelta lentamente mientras
contorsiono mi cuerpo.

Cada vez noto más miradas puestas en mí pero continuo


centrándome exclusivamente en el Sr. Henderson.

Vuelvo a dar un vuelta pero esta vez me impulso


quedando a varios palmos del suelo, inclino mi cuerpo
hacía un lado y quedo sujeta a la barra por una mano y
mis piernas cruzadas.

Estiro el otro brazo y subo un poco más, voy bajando las


manos lentamente por la barra y quedo completamente
boca abajo agarrada únicamente por mis piernas
mientras continuo girando. Mi cuerpo se desliza hacía
abajo poco a poco y coloco las manos en el suelo.
Desenredo las piernas cuando mi espalda queda
recostada contra el suelo y las abro con gran flexibilidad.

Me doy la vuelta y gateo por el suelo hasta acercarme al


final del escenario, me pongo sobre mis rodillas
mientras continuo bailando sensualmente.

Muevo la cabeza al compás que mi cuerpo y paseo las


manos lentamente desde el contorno de mis pechos
hasta mi rodillas.
Me pongo en pie y sacudo las caderas de vuelta a la
barra, la agarro con una mano y salto enganchando y
doblando una de mis piernas mientras doy vueltas.

Continuo bailando hasta que la canción termina, varias


personas se ponen en pie y me aplauden con energía.

En el momento en despego mis ojos del Sr. Henderson


veo que Kaden se ha acercado y me mira practicamente
boquiabierto.

—¿Habéis visto eso?—pregunta la chica del micro—


Vamos a tener que comentarle a nuestro jefe que te
incluya en el repertorio de actuaciones, ¿estáis de
acuerdo conmigo?

Con trabajar como camarera me conformo, gracias.


Varias personas exclaman afirmaciones y silban con
aprobación, en ese momento reparo en lo que acabo de
hacer y siento como el color rojo de mis mejillas se
intensifica.

—Bueno Julliet, ha sido un placer verte bailar. ¿Tenemos


alguna otra voluntaria?

Recojo mis zapatos y los coloco antes de bajar, vuelvo al


mismo sitio en el que estaba y veo que el Sr. Henderson
ya no está.
Camino por la sala, buscándolo, y cuando lo encuentro
mi corazón se salta un latido.

Está hablando con Kaden en voz baja, se siente como si


estuvieran manteniendo una conversación muy privada,
doy un paso hacía atrás y tropiezo con algo que me hace
caer de culo al suelo.

De repente ambos clavan sus ojos en mí y me olvido de


respirar.

31. Again
"You just made the worst mistake
And you'll regret it, darling
Because once you give and then you take
You'll only end up wanting"
Kaden y Andrew se acercan y me extienden sus manos
de forma simultánea, cuando se percatan de ello se
miran el uno al otro y parecen saltar chispas en sus
miradas.

Me levanto ignorando la ayuda que intentan


proporcionarme y me sacudo el trasero con la mano.

—¿Estás bien?—pregunta Kaden apartando la mirada del


Sr. Henderson.
Me duele el trasero ¿lo acaricias un poco a ver si se pasa?

—No ha sido nada—respondo, porque es totalmente


cierto. Lo único que ha salido herido ha sido mi sentido
de la vergüenza.

—¿Seguro?—pregunta el Sr. Henderson.

Asiento mordiéndome el labio y Kaden contiene una


sonrisa al darse cuenta.

El ambiente se vuelve más incomodo a medida que


pasan los segundos.

Propón el trío, a ver si cuela.

—Bueno...uhm...¿así que sois hermanastros, eh?

Por favor, dime que no acabas decir eso.

Me mudo de cabeza, chao.

El Sr. Henderson da un respingo y mira de reojo a Kaden.

—¿Qué le has dicho?—sisea entre dientes.

La mandíbula de Kaden se aprieta.

—No te alteres—murmura Kaden por lo bajo.


—Kaden—le advierte el Sr. Henderson.

—Andrew—le imita en tono burlón Kaden.

Julliet

¿Que?

¿Nadie dice mi nombre?

—Bueno...yo eh...tenía cosas que hacer en...sí, adiós—les


digo intentando escabullir de allí lo antes posible.

Nota para el futuro: No quedarme a solas con Kaden y el


Sr. Henderson.

Con lo bonito que había sido el sueño.

Camino hasta la sala dos y me decepciono al no ver a


Devan allí. Me acerco hasta Halsey y me responde con
una sonrisa perversa que Devan está muy ocupado.

Maldito coqueto caliente, ¿no se cansa nunca o que?

Pues como tú mi ciela.

Estoy tentada de sentarme en la barra y pedir una


consumición pero la persona que está atendiendo es
Chelsea y no se porqué me da la sensación de que antes
de darme la copa escupirá en ella.
Paseo de un lado a otro sin saber muy bien que hacer,
debería seguir torturando al Sr. Henderson como en el
plan inicial pero por hoy no creo que tenga más fuerzas
para hacerlo.

Tal vez mi mejor opción sea volver a casa o... no se.

Alguien golpea mi hombro llamando mi atención y me


volteo para ver a una pareja de unos treinta y largos o
cuarenta años bastante atractiva mirándome.

—Disculpa, te hemos visto en la sala tres y no hemos


podido evitar sentirnos atraídos por ti, sabemos que
tienes la pulsera verde pero tal vez podríamos hacerte
cambiar de opinión—me dice la mujer con una gran
sonrisa.

Mi corazón empieza a latir con fuerza en mi pecho.

—Esto...muchas gracias, pero no...

Entienden mi mensaje con rapidez y asienten con una


sonrisa cordial antes de marcharse.

Suspiro y miro a mi alrededor, realmente no se que


estoy haciendo aquí.

¿Tiene sentido intentar recuperar un trabajo como este?


Creo que el sexo está afectando demasiado a mi vida y
no se si es bueno.

¿Me estaré convirtiendo en una ninfómana sin darme


cuenta?

De repente ese pensamiento me golpea con fuerza.

¿Y si es así?

Ultimamente solo pienso en sexo y parezco insaciable al


respecto.

Tal vez debería comentárselo al Dr. Kendall en la


próxima sesión.

Estoy a punto de marcharme cuando veo que Devan


vuelve a su puesto de trabajo.

—¿Que haces aquí Ángel? ¿El Sr. Henderson no estaba en


la sala tres?—me pregunta extrañado.

—Eh...sí.

—¿Y has hablado con él?

—Un poco.

—¿Y?
—También he bailado para él.

Sus ojos se amplían y abre un poco la boca, ligeramente


sorprendido.

—¿En el escenario?

Asiento notando como mis mejillas se tiñen al recordar


lo que he hecho delante de tanta gente.

Se lleva una mano a la cabeza y suspira.

—¿Como me he perdido eso?—se lamenta por lo bajo—


Bueno, ¿y te ha dicho algo?

—Creo que está un poco enfadado.

—Genial, veremos cuanto tiempo aguanta—se frota las


manos con malicia—¿Que vas a hacer ahora?

—Estaba pensando en volver a casa.

—Con todas las posibilidades que tienes aquí Ángel...

—He tenido suficiente sexo por hoy.

—Oh, sí. Lo recuerdo muy bien—dice orgulloso de sí


mismo—¿Hablamos mañana entonces?

Asiento y me sonríe.
—Descansa Ángel.

—Que tengáis una buena noche.

Otra pareja intenta persuadirme para que me una a


ellos, rechazo la invitación y de nuevo me sorprende lo
poco violento y lo respetuosa que es la gente con
respecto a este tema.

Estoy pasando por el largo pasillo que conduce a las


escaleras para bajar al vestuario, mi cuerpo se siente un
poco cansado por el desgaste de energía por lo que
decido coger el ascensor.

Mientras se están cerrando las puertas aparece una


mano que bloquea el cierre, lo siguiente que veo es al Sr.
Henderson mirándome y mascullando algo por lo bajo.
Intenta hacer un ademán de salir del pequeño espacio
en el que estamos pero ya es demasiado tarde.

El ascensor empieza su descenso y el ambiente se vuelve


tenso entre nosotros.

—No se a que está jugando Stra. Collins, pero no me


gusta.

O te gusta demasiado.

—Contráteme de nuevo.
—Las cosas no se solucionan de ese modo.

—Tampoco echándome del modo en lo ha hecho.

Miro las puertas del ascensor con impaciencia, ¿cuanto


tarda esto en bajar?

Creo que el Sr. Henderson piensa lo mismo que yo


porque estira el brazo y pica de nuevo a la planta
inferior.

La lucecita roja que indica que la planta ha sido marcada


no se enciende, el Sr. Henderson pica de nuevo y nada.

De repente el ascensor se detiene bruscamente


haciendo un ruido extraño, la luz del cubículo parpadea
hasta que se apaga y queda reemplazada por una
pequeña luz que apenas ilumina nada.

Me llevo la mano al pecho asustada y mi respiración se


empieza a alterar.

—¿Que-que está pasando?—pregunto nerviosa.

—No puede ser verdad—repone en un siseo.

El Sr. Henderson empieza a picar a diferentes botones y


ninguno responde.
—¡No puede ser verdad!—repite con enfado golpeando
el control.

El destino debe estar poniéndonos a prueba o algo,


¿enserio me he vuelto a quedar atrapada con él?

—¿No puede picar la alarma?—pregunto.

—No funciona nada—dice exasperado mientras


continua su aporreo a los diferentes botones.

Siento como si empezara a faltar aire en el pequeño


espacio en el que estamos y mi respiración se acelera
junto a mis nervios.

—Relájese—masculla el Sr. Henderson.

—¿Como? ¿Como vamos a salir de aquí?—sueno


bastante histérica.

—Alguien se dará cuenta, no se ponga nerviosa.

—¿No tiene un teléfono para que podamos llamar?

—¿Tengo cara de tenerlo? ¿Cree que estaría peleándome


con el ascensor si lo tuviera?

Rápidamente se da cuenta del tono en el que me está


hablando y se disculpa.
—Lo siento. Es solo....esto no puede ser cierto—suspira
pasándose la mano por el pelo con fuerza—¿Usted no
lleva el teléfono encima, verdad?—pregunta conociendo
la respuesta.

—No está permitido en las salas a las que iba, así que
no.

Noto como mis latidos se aceleran bajo la mano que


tengo en mi pecho, es como si en cualquier momento el
corazón se me fuera a salir del pecho.

El Sr. Henderson me mira y entrecierra sus ojos con


preocupación.

—¿Está bien?

—Creo que...¿no falta aire aquí?—pregunto nerviosa.

—Srta. Collins hay un sistema independiente de


ventilación en el techo, en ningún momento le va a faltar
el aire.

—¿Y porque me da la sensación de que nos estamos


ahogando?

—Porque me temo que está teniendo un ataque de


pánico, siéntese en el suelo.
¿Un ataque de pánico? No, simplemente creo que como
no hay aire vamos a morir en cualquier momento.

—Yo no...

—Hágame caso por una vez en su vida, por favor—


insiste.

Deslizo mi espalda por la pared hasta que noto como mi


trasero choca contra el suelo. El Sr. Henderson se
arrodilla y se coloca delante de mí.

No hay aire, me ha mentido, vamos a morir, vamos a


morir.

—Srta. Collins necesito que se relaje, inspire lentamente,


muy lentamente. Cierre los ojos, le ayudará a
concentrarse.

Tiene sus manos apoyadas en mis rodillas, lo que no


ayuda para nada a que me relaje.

Acato sus indicaciones y cierro los ojos, respiro


lentamente notando como se hincha mi pecho y suelto
el aire poco a poco.

Repito este proceso varias veces y progresivamente mis


latidos empiezan a disminuir el ritmo.
—Muy bien, eso es—intenta animarme el Sr. Henderson.

Cuando abro los ojos veo su mirada clavada a la mía,


muerdo mi labio inferior y sus ojos bajan hasta mi boca.

—¿Se encuentra mejor?—su voz suena más ronca que de


costumbre.

—Sí, muchas gracias.

Empiezo a alterarme, pero por una situación


completamente diferente.

Suelta las manos que tiene en mis rodillas y se sienta


recostando su espalda en la pared.

Pasan los minutos y permanecemos en silencio. ES algo


peligroso para mí porque cuando estoy incomoda
empiezo a hacer preguntas indiscretas.

—¿Entonces se alteró tanto por el libro porque sabía que


era de Kaden?—le digo mordisqueando mis uñas.

El Sr. Henderson resopla.

—Su insaciable curiosidad acaba conmigo Stra. Collins.

—Fue usted el que se mostró tan interesado en el libro,


estoy en mi derecho de preguntar.
—¿Que tanto conoce a Kaden?—me pregunta él a mí.

Anatómicamente podría hacerte dibujos muy específicos.

—Uhm...somos amigos—digo pensando en la respuesta


que ha estado dando él hasta ahora.

El Sr. Henderson se ríe de forma sarcástica.

—Kaden no tiene amigas.

—Tal vez yo soy la excepción.

—No, ustedes dos deben estar manteniendo algún otro


tipo de relación. Cosa que no le conviene.

—¿Por qué no?

—Porque no conoce a Kaden.

—Él me...me ha explicado cosas.

—Lo sé, estoy bastante sorprendido al respecto.

—Me dijo que su madre...

—¿También le ha explicado eso?—jadea boquiabierto.

Asiento y me mira como si fuera un enigma


indescifrable.
—El padre de Kaden era un capullo—dice entre dientes,
sus palabras están teñidas de odio.

—¿Era?—no puedo evitar preguntar.

—Murió en prisión, cosa que no me entristece en


absoluto—responde esta vez con una sonrisa.

Trago con fuerza antes de seguir con mi interrogatorio


fuera de lugar.

—¿Por asesinar a su madre?

—Entre otras cosas.

—¿Usted...usted culpa a Kaden por ello?

—Claro que no, él no es responsable de las acciones de


otra persona.

—¿Entonces se llevan bien?

—Nos toleramos... a veces. Después de todo crecimos


juntos, es lo más cercano a un hermano para mí, por eso
se de lo que hablo cuando digo que le conviene
mantenerse alejada de él.
—¿Porque se anda con tantos rodeos? Me lanza
advertencias pero no me explica los motivos, así no
puedo tomar enserio sus consejos.

—Kaden es...complejo.

Y sexy. Complejamente sexy.

Se vuelve a formar un silencio y miro mis manos como si


fueran algo interesante, el Sr. Henderson me va
lanzando miradas, como yo voy haciendo lo mismo
nuestros ojos se encuentran varias veces.

De repente recuerdo algo bastante importante.

—¿Sr. Henderson usted sigue ejerciendo como abogado?

—¿Ya vuelvo a ser el Sr. Henderson?—pregunta


conteniendo una sonrisa.

Asiento notando como mis mejillas se sonrojan.

—A veces. Me gusta ser profesor, y eso ocupa mucha


parte de mi tiempo junto al club—me explica.

—¿Entonces si alguien lo quisiera contratar declinaría el


caso?

—Dependería del caso...me gusta llevar casos muy


específicos. ¿Por qué?
—¿Sus honorarios son muy elevados?

—¿A que viene el interrogatorio Srta. Collins?

—Uhm...tengo una amiga que...—rasco mi cuello con


incomodidad—Está planteando denunciar a su ex-novio.

—¿Por qué motivo?

Cojo aire con fuerza, es más fácil hablar de ello si finjo


que no soy yo.

—Agresión sexual.

La mandíbula del Sr. Henderson se tensa.

—Puede darle mi correo y que se ponga en contacto


conmigo—murmura.

—Eh, sí, se lo comentaré...muchas gracias.

Estiro las piernas y recuesto la cabeza en la pared.

—¿Cree que estaremos aquí mucho rato?—le pregunto.

—Espero que no, supongo que debemos esperar a que


alguien se de cuenta y lo notifique.

Lo miro y me doy cuenta de que tiene la vista clavada en


mi escote.
Sr. Henderson es usted un pervertido, y me encanta.

Cuando se da cuenta de que lo he pillado se aclara la


garganta y mira hacía el techo.

—¿Y cuanto va a durar el numerito de la tortura de


acudir a Mala como clienta?—pregunta.

—Depende de usted.

—¿Porque tiene tanto interés en trabajar aquí? ¿Es por el


camarero?

Y por Kaden, y por usted, y por el morbo.

—Me gusta este trabajo.

—Eso no responde a mi pregunta.

—Devan es una parte importante de la ecuación, sí.

—¿Y no puede conformarse con verlo fuera del trabajo


como por lo visto ya estaba haciendo?

Sacudo la cabeza.

—Ya le he dicho que él no es únicamente el motivo.

—¿Entonces planea bailar en la sala tres hasta que la


contrate de nuevo?
—Entre otras cosas—digo conteniendo una sonrisa
pensando en las ideas que había propuesto Devan.

El Sr. Henderson suspira y recuesta su cabeza en sus


manos.

—Está bien, puede volver a su puesto original, pero por


favor, no vuelva a bailar.

—¿Por que? ¿No le ha gustado?

Levanta la cabeza y me mira fijamente, con tanta


intensidad que me quedo atrapada en su mirada.

—Lo que no me gusta es lo mucho que me ha gustado


Srta. Collins.

Cuando quiera le enseño mis otros movimientos.

El aliento se queda atascado en mi garganta y siento


mariposas en el estómago, me muevo hasta quedar
justo delante suyo.

—¿Si le atraigo tanto no hace nada al respecto?—


pregunto con valentía aunque por dentro esté
temblando.

—La lista de motivos es demasiado larga—carraspea.


—Es una pena...—suspiro.

—¿Por qué?—traga con fuerza.

—Porque usted me vuelve loca también—susurro.

La tensión en el ambiente cada vez es más palpable,


estiro el brazo para tocarle la cara y detiene mi
movimiento apretando con fuerza su mano alrededor de
mi brazo.

—No lo haga—advierte, su voz suena una octava más


baja de lo normal.

Me zafo de su agarre y me pongo de rodillas,


encerrándolo en mis brazos como hizo él la noche
anterior.

—¿Que no haga qué, Andrew?—pregunto llevándolo al


límite.

Ya he recuperado mi puesto de trabajo y tal vez con esto


lo estoy tirando todo por tierra, pero la vida es una sola.

Inclino mi cabeza hasta quedar a pocos centímetros de


distancia. Muevo mis piernas lentamente dejándolas a
cada lado de las suyas, su respiración empieza a
alterarse al igual que la mía pero no me detiene en
ningún momento y me siento poderosa.
Me dejo caer en su regazo y cierra los ojos de forma
automática.

—No quieres que baile más en la barra, pero ¿que te


parecería un baile de regazo?

Creo que el Sr. Henderson saca mi lado más travieso,


más que Kaden o Devan incluso. Hay algo en desafiarlo
que me vuelve completamente loca.

—No sabes donde te estás metiendo Julliet—dice todavía


con los ojos cerrados, está tan tenso que puedo sentirlo
en el aire.

—¿No? Enséñamelo entonces profesor—contesto


cerrando la distancia entre nuestros labios.
32. S.E.X
"S is for the simple need.
E is for the ecstasy.
X is just to mark the spot,
Because that's the one you really want"
Cinco segundos. Ese es el tiempo que le toma al Sr.
Henderson devolverme el beso con avidez y pasión.

Es como si se hubiera desatado una guerra entre


nuestros cuerpos, sus manos están recorriendo mi
cuerpo por todas partes y las mías hacen exactamente lo
mismo.

Le quito frenéticamente los botones de la camisa y me


deleito recorriendo su torso bien trabajado.
Virgen santísima, ¿dónde estaban escondidos estos
abdominales?

Cuando se separa ambos estamos sin aliento, por un


segundo creo que va a volver a alejarme pero para mi
suerte está lejos de echarse para atrás. Andrew dirige
sus manos a mi trasero y se pone en pie cargándome
con él, me empuja contra la pared y aprovecho para
enrollar mis piernas alrededor de su cintura, la sesión de
besos se intensifica y mi cabeza se nubla.
Mis caderas empiezan a balancearse y siento lo excitado
que esta. Mi pulso va tan rápido que noto los latidos
resonar en mi cabeza.

Estoy jadeando cuando se aparta. Él continua besando la


curva de mi cuello, gimo y cierro mis ojos cuando me da
un pequeño mordisco cerca de la clavícula.

Hundo mi mano en su pelo cuando vuelve a atacar mi


boca con sus labios, su lengua busca la mía,
profundizando el beso.

Sus manos van desde mi cintura hasta el contorno de mi


pecho, sus dedos buscan el cierre del top y con habilidad
se deshace de el dejándolo caer al suelo. Me quedo
desnuda de cintura para arriba y sus ojos abrasan mi
piel.

Bueno, esto ya lo había visto en una foto.

La fricción constante de mi entrepierna contra su dureza


me tiene completamente húmeda, necesito
desesperadamente sentirlo dentro.

Deslizo las piernas hacía abajo y me pongo en pie,


Andrew me mira expectante por mi próximo movimiento
y sus ojos se entrecierran cuando me planto de rodillas
delante suyo.
Oremos.

Desabrocho su cinturón seguidamente del botón de su


pantalón, bajo mi mano noto su gran y preocupante
tamaño.

Andrew me mira desafiante, como si no creyera que


fuera a hacer lo que hago a continuación; le bajo el
pantalón llevándome su ropa interior.

Delante de mí se alza su gran erección, la cual, aunque


intento disimularlo, me intimida bastante.

Es la primera vez que veo una sonrisa arrogante en el


rostro de Andrew y para que negarlo, tiene todo el
derecho del mundo a tenerla.

Envuelvo mi mano a su alrededor y humedezco mis


labios bajo su atenta mirada, lo tomo lentamente en mi
boca mientras clavo mi mano libre en la parte trasera de
su muslo.

Succiono con fuerza de forma reiterada y su mano se


enreda en mi pelo, acompañando mis movimientos.

Se inclina un poco hacía adelante y desliza su mano libre


acariciando mi cuello, continua bajando hasta mi pecho,
pellizca el pezón con sus dedos y exclamo un grito que
queda amortiguado por tener la boca...ocupada.
Repite la misma acción en mi otro pecho y me retuerzo,
alterna caricias y pellizcos volviéndome loca.

Andrew me empuja levemente saliendo de mi boca y me


coge del brazo para ponerme en pie, su mano se clava
en mi cuello mientras busca con desesperación sus
labios con los míos.

Mientras nos besamos desabrocha mi pantalón e


introduce la mano dentro, explora con sus dedos mi
interior y me acaricia desatando un frenesí de excitación.

Bajo mis pantalones y mi ropa interior y salgo de ella


echándola a un lado. Me quedo completamente desnuda
excepto por mis zapatos.

—¿Estás en control de natalidad, verdad?—pregunta.

—Sí.

¿Como lo sabe?

Oh, mi ficha de salud.

Me presiona contra la pared y apenas puedo respirar de


lo juntos que estamos, noto su erección contra mi
vientre y mi interior se derrite un poco más con
anticipación.
Acaricia mi pierna y la enredada al rededor de su cintura
mientras la aguanta.

—¿Quieres hacer esto Julliet? Estoy limpio pero no llevo


condones encima.

—Sí, por favor—mi voz suena a suplica, porque en este


momento lo necesito con todo mi ser.

Mueve su longitud a través de mis pliegues y me quedo


sin aire mientras se empieza a introducir en mi interior
lentamente, pese a lo lubricada que estoy es demasiado
grande y siento un poco de molestia.

Andrew se queda quieto dejando que me adapte a su


tamaño y cuando clavo las uñas en su hombro entiende
que ya puede moverse.

Con cada embestida mi espalda se golpea contra la


pared, el sonido de nuestros cuerpos chocando y mis
gemidos es lo único que se escucha.

Es como si no existiera nada más que este momento,


mis ojos se cierran a medida que me acerco al orgasmo,
arrastro mis uñas por su espalda, marcándolo, Andrew
gruñe por lo bajo.
Mi respiración es superficial, estoy demasiado cerca, la
presión se construye en mi interior y estallo a su
alrededor en mil pedazos.

Me ha enviado al cielo de un orgasmo. Estoy flotando


fuera de mí pero él continua, lejos de correrse. Sale de
mi interior y me voltea, apoyo mi frente contra la pared a
la vez que mis manos y me toma desde atrás.

Sus manos agarran con fuerza mis caderas mientras


continua con sus deliciosas y salvajes embestidas.

Mi boca está entreabierta, disfrutando de la plenitud que


me proporciona. Cuando noto que está cerca desliza una
de su manos por delante, acariciando mi clítoris con
maestría.

Me lleva al límite junto a él y me corro por segunda vez


mientras se deja ir encima de mi trasero.

Oficialmente me acababa de follar a mi profesor/jefe.

¿Que tan mal esta eso cuando se siente tan bien?

Me giro y el Sr. Henderson se está subiendo los


pantalones, cuando se los abrocha saca un pañuelo de
su bolsillo y procede a limpiar amablemente su corrida
de mi cuerpo.
—¿Deberíamos hablar de lo que acaba de pasar?—
pregunta con la voz todavía alterada por nuestras
respiraciones aceleradas.

—No es necesario, ¿creo que era algo que debíamos


sacar de nuestro sistema, no?

—Sí.

Hace una bola con el papel y la guarda de nuevo en su


bolsillo. Coge su camisa del suelo y se la coloca cerrando
los botones con lentitud.

Me agacho para recoger mi ropa y deslizo mi ropa


interior y mis pantalones por mis piernas.

Me entra el pánico cuando las luces se encienden y las


puertas empiezan a abrirse, continuo desnuda de
cintura para arriba por lo que me tapo con mis manos y
el top.

Al otro lado de la puerta está Kaden con una llave en la


mano mirándonos sorprendido.

El Sr. Henderson se coloca delante de mí y aprovecho


para acabar de recolocar mi top.

Kaden sacude la cabeza y se recompone del shock.


—No he podido abrir antes, disculpad-murmura entre
dientes.

—Está bien—contesta el Sr. Henderson.

—Yo...continuaré por las escaleras...adiós—digo


nerviosa.

Paso por el lado de Kaden con rapidez y practicamente


corro escaleras abajo.

Cuando llego al vestuario mi cabeza da vueltas por la


cantidad de pensamientos que me invaden. Cojo una de
las toallas que proporciona el club y decido meterme en
las duchas.

Descubro que son abiertas y ofrecen cero intimidad,


pero tiene sentido teniendo en cuenta el club en el que
estoy. Por lo menos no hay nadie, creo que debe ser
cerca de la hora del cierre.

Voy hasta el final de las duchas y abro el grifo, hay


jabones en todos los estantes, cojo un poco y empiezo a
enjabonarme mientras el agua cae sobre mi cuerpo.

Escucho risitas y me giro para ver de donde vienen, dos


mujeres desnudas se han unido a las duchas y están
tonteando de forma descarada.
Una empuja a la otra contra la pared y seguidamente la
besa, el agua cae sobre ellas creando una imagen muy
excitante. Se besan mientras se manosean la una a la
otra.

Una de ellas se separa y empieza a besarla por todas


partes, se agacha y le abre las piernas ampliamente,
coloca su cara entre ellas y continua su sesión de besos
en esa zona. La otra mujer está disfrutando de lo lindo,
gime y enreda sus manos en el pelo de la otra chica
mientras balancea sus caderas.

Sacudo la cabeza y aparto la mirada, intento


concentrarme en aclarar mi pelo pero los gemidos cada
vez son más audibles y no puedo evitar volver a mirar.

La chica que está recibiendo el oral de su vida abre los


ojos y gira su cabeza, mirándome.

Me pongo rojo y aparto la mirada.

—¿Quieres unirte?—pregunta con la voz crispada por el


deseo.

Entiendo que se refiere a mi, porque no hay nadie más.

Que considera es la gente del club.

Cojo la toalla y me envuelvo en ella.


—No, muchas gracias—respondo nerviosa.

—¿Seguro? Está claro que lo estabas disfrutando...

—Eh...estoy bien—aseguro pasando rápidamente por allí


y yendo hacía mi taquilla.

Me seco a una velocidad ultrasónica y me lanzo hacía mi


ropa, en cuestión de segundo ya estoy completamente
vestida y salgo del vestuario como si me persiguiera el
diablo.
Camino de vuelta a la recepción y dejo la pulsera allí.
Salgo y noto de golpe el contraste de temperaturas, mi
pelo, todavía húmedo por la ducha, hace que aumente
mi sensación de frío.

Rebusco las llaves de mi coche y cuando levanto la


mirada se me caen al suelo.

Me agacho, temblando, para recogerlas.

Siento un escalofrío mientras miro lo que le han hecho a


mi coche. Tiene las ruedas pinchadas, el parabrisas está
destrozado y la palabra ZORRA está escrita en las
puertas laterales.

No parece algo casual, tiene pinta de ser totalmente


intencionado.
La primera persona que viene a mi cabeza es Nathaniel,
me estremezco solo de pensar en él.

Cojo el móvil con mis manos temblorosas y busco el


número de la grúa entre mis contactos.

Realmente no se que hacer, dudo que deba avisar a la


policía por algo así sin poder demostrar nada.

Una mano se posa en mi hombro y me congelo.

—¿Ese es tu coche?—la voz de Kaden me tranquiliza de


golpe.

Me volteo para mirarlo y veo su ceño fruncido.

—Lo que queda de el—murmuro intentando contener


las lágrimas de impotencia.

—¿Quién....?—tira el cigarrillo que tenía en la boca y


cierra los puños con fuerza—¿Donde vive el capullo de tu
ex-novio?

Admito que el tono que utiliza me pone los pelos de


punta.

—Kaden...no sé si ha sido él.


—¿Quién más podría haber sido?—masculla entre
dientes.

Me encojo de hombros y agacho la mirada.

—No lo sé...¿me puedes acercar a casa?

Después de todo no se si hago bien pidiéndole que me


lleve a casa, tal vez debería pedírselo a Devan.

—Claro—asegura con rapidez.

Le sigo hasta su moto y cuando me pasa el casco siento


que el ambiente está ligeramente tenso entre nosotros.
Cuando arranca la moto me subo en la parte trasera y
me agarro a los laterales, él coge mis manos y me obliga
a rodear su cintura con ellas. Suspiro dejando salir el aire
que estoy conteniendo y apoyo mi cabeza en su espalda.

Cierro los ojos, mi cuerpo tiembla ligeramente, no por el


frío, por el miedo que me infunda Nathan.

¿Hasta donde está dispuesto a llegar? ¿Ni siquiera lo he


denunciado ya está destrozando mi coche?

Eso asumiendo que haya sido él, pero si no ha sido él...


¿quién más? ¿Y como sabían donde encontrarme?
Aprieto con más fuerza mis brazos alrededor de Kaden y
él acaricia suavemente mi rodilla mientras esperamos en
un semáforo.

Cuando abro mis ojos me doy cuenta de que este no es


el camino que conduce a mi casa.

—¡¿Que estás haciendo?! ¡Por aquí no es!—le grito a


través del casco para que pueda oírme.

—¡Lo sé!—responde.

Miro a mi alrededor y caigo en que me está llevando a su


casa.

Maldito Kaden que hace lo que le da la gana.


Cuando llegamos me bajo de un salto de la moto,
perdiendo el equilibrio, no me como el suelo de milagro,
y porque Kaden extiende su brazo para que no caiga.

—Esta no es mi casa Kaden—resoplo irguiéndome.

—Créeme que lo sé.

Me cruzo de brazos.

—¿Y no puedes llevarme a casa?—pregunto ligeramente


indignada.
Parece divertirle mi reacción, lo que hace que me cabree
un poquito más.

—No—dice con una sonrisa.

—Genial, pues pediré un Uber que me saldrá carísimo


porque vives en el culo del mundo—digo rebuscando mi
teléfono en el bolso.

—No vas a pedir un Uber, te quedas conmigo.

—No.

—Sí.

—No.

—Sí.

—¿Piensas estar así todo el rato?

—Tú dirás.

—Kaden, debo ir a casa, no creo que dormir contigo...

—¿Quién ha hablado de dormir?—su sonrisa se


ensancha.

—Pediré un Uber—aseguro sacando mi teléfono.


Kaden da dos zancadas y se agacha cogiéndome por las
piernas y colocándome encima de su hombro.

Hola trasero sexy.

—¿Que haces?—pregunto colgada bocabajo.

—Raptarte—responde palmeando suavemente mi


trasero.

—Kaden no tiene gracia.

Siento como la gravedad actúa concentrando toda la


sangre en mi cabeza.

—Yo me lo estoy pasando muy bien—admite.

Me lleva hasta su casa y una vez dentro me suelta en el


suelo.

—¿El secuestro es ilegal, lo sabes?

—Una condena más no me hará daño—responde


mostrando sus dientes en su estúpida sonrisa
encantadora—¿Por que estás tan enfadada?

—¿En serio lo preguntas?—me cruzo de brazos de


nuevo.
—"¿Ella puede hacer lo que quiera con quién quiera,
pero no delante de mis narices?"—le imito—Por no
hablar de todos los numeritos de celos posteriores. ¿Que
pasa con las normas Kaden? ¿Ya no existen y no me he
enterado?

—Tal vez deberíamos replantearlas...

—¿Ya no puedo acostarme con quien quiera?

—Sí, pero intenta no restregármelo a la cara.

—¿Por qué? ¿Sigues con la estúpida idea de que nadie


más aparte de ti me puede dar placer? Ah ¿pero eso no
se aplica a la inversa, cierto?

—¿Me has visto con cualquier otra mujer desde que


pusimos las normas?

—No, pero...

Alza sus cejas como diciendo que ha ganado el discurso.

—¿Entonces norma tres "nada de celar al otro. No somos


exclusivos, si me gusta o te gusta alguien siéntete libre
de hacer, al igual que yo, lo que te plazca" se convierte
en puedes acostarte con quién quieras pero con
discreción?—pregunto mordiendo mi labio.
—Sí.

—Kaden...tu...

—¿Qué?

—¿No estarás rompiendo la primera norma, cierto?

Primera norma: Nada de enamoramientos el uno con el


otro. En cuanto las cosas se pongan raras debemos
dejarlo estar.

Me mira sorprendido por unos segundos y luego niega


con la cabeza.

—No, claro que no—dice aclarando su garganta.

—Bien—respondo pasándome la mano por el pelo.

—¿Pero te tienes que tirar a Andrew?—dice haciendo


una mueca.

—Yo...

—Puede ser cualquier persona, cualquier persona Juls,


pero no Andrew, por favor.

—¿Porque no?
—Porque es como mi hermano, y no quiero que te
cargues las poca relación que nos queda.

—Ha sido cosa de una vez.

—¿Segura?

No.

—Sí.

—De acuerdo...¿Quieres tomar algo?

—Sinceramente estoy tan cansada que solo tengo ganas


de dormir Kaden.

—Acuéstate en mi cama entonces, puedes coger algo de


mi armario.

—¿No vienes?—pregunto inclinando la cabeza.

—Esperaré a que te duermas, no creo que pueda


mantener las manos quietas en una cama en la que sé
que estás despierta.

Trago con fuerza antes sus palabras y asiento.

—Descansa Juls.

—Buenas noches Kaden.


33. Call out my name
"We found each other
I helped you out of a broken place
You gave me comfort"
Unas sacudidas me sacan de la horrible pesadilla, me
incorporo de golpe observando mi alrededor. Mi pecho
sube y baja con rapidez debido a mi respiración agitada,
noto mi frente pegajosa por el sudor y mis mejillas están
inundadas por lágrimas.

Me cuesta varios segundos darme cuenta de que estoy


en la habitación de Kaden, él está a mi lado mirándome
intensamente, su frente tiene pequeñas arrugas de
preocupación.

—¿Qué diablos estaban soñando Juls?—pregunta con lo


voz medio adormilada.

—Yo...no lo recuerdo.

Tengo una mala sensación, no sé que he soñado pero sé


que no era agradable.

—Estabas gritando y llorando—sus hombros están


completamente tensos.
Recojo mi pelo con una mano para sentir un poco de
aire fresco en mi nuca.

—Bueno pues ya no lo recuerdo.

—¿Segura?—pregunta entrecerrando sus ojos.

—Sí.

Kaden suspira y se recuesta de nuevo. Lo miro de reojo y


veo que tiene la mirada clavada en el techo.

—¿Me tienes miedo Julliet?

Sus palabras me sorprende por completo.

—¿Qué?—pregunto confusa.

Gira su cara y me mira fijamente.

—Estabas gimiendo mi nombre y de repente has


empezado a gritar "¡Para! ¡No lo hagas, por favor!"

Me remuevo incomoda y salgo de la cama.

—No. No te tengo miedo. Y ya te he dicho que no se que


he soñado—contesto haciendo una mueca.

—Julliet...
—Déjalo estar Kaden...necesito...necesito lavarme la cara
—me excuso caminando descalza hacía su baño.

Miro mi reflejo en el espejo, mis ojos están enrojecidos y


tengo ojeras por falta de sueño.

Abro el grifo y me paso agua varias veces por la cara, no


quiero pensar en que estaba soñando.

No quiero que me afecte tanto el tema.

Es una tontería.

Ni siquiera llegó a pasar nada.

Nunca me había sentido tan vulnerable e indefensa en


mi vida.

Me seco la cara y las manos y vuelvo a la habitación de


Kaden, él sigue recostado pero no se ha vuelto a dormir.

Camino hasta el otro extremo de la cama y me acuesto a


una distancia prudencial, Kaden estira el brazo y me
acerca a su lado, pasa su brazo por mi cintura y
enredada una de sus piernas con las mías.

Me tenso unos segundos y luego me relajo en sus


brazos, nos quedamos en silencio y poco a poco
volvemos a dormirnos. Esta vez no tengo ninguna
pesadilla.

La intensa y calurosa luz que se filtra por la ventana es lo


que me hace despertar esta vez.

Observo a Kaden, tiene los ojos cerrados y su cara


transmite una paz que cuesta apreciar usualmente en su
rostro. Me tiene completamente presa de su cuerpo,
visto desde fuera nunca lo habría tomado por alguien
que abraza durmiendo, es tan tierno que me da hasta
risa verlo así.

—¿Te estás burlando de mí?—pregunta con los ojos


todavía cerrados.

Me tenso al ser pillada y muerdo mi labio inferior.

Cuando abre sus ojos su mirada se desvía rápidamente a


mi labio.

—Creo que va siendo hora de cumpla mi palabra—gruñe


apretando sus dedos en mi cintura.

Te echaba de menos Papi Grey.

—¿Qué?
Kaden se estira y me besa con fuerza. Antes de
separarse atrapa mi labio inferior con sus dientes y
estira de el.

—Este labio solo lo puedo morder yo—declara.

Sus palabras causan un efecto agradable en algunas


zonas concretas de mi cuerpo.

Acaricia mi cara con la yemas de su dedo y procede a


bajar, dibujando una línea invisible en mi cuello, se
inclina y su lengua hace el mismo recorrido que acaba de
hacer su dedo.

Me estremezco placenteramente y me muevo, buscando


la sensación de estar más cerca de él.

Kaden me coge de la cintura con sus manos y en rápido


movimiento me voltea sentándome encima suyo.

Nuestras caderas quedan íntimamente unidas, lo único


que las separa es nuestra ropa interior.

Quiere que tome el control, y para que negarlo, me


apetece tomarlo un rato.

Acaricio su torso desde su cintura hasta su pecho,


disfrutando del tacto de su piel dura bajo mis suaves
manos. Cuando llego a su cuello continuo ascendiendo
hasta que llego a la parte trasera de su mentón, me
encanta enredar mis manos en su pelo y tirar de el.

Me inclino, dejando mi cara a pocos centímetros de


distancia de la suya, nuestros respiraciones se
entremezclan por la cercanía, su mirada se pierde en mi
boca y ninguno hace ningún movimiento.

Simplemente disfrutamos de la anticipación unos


segundos antes de perder el control.

Cubro mi boca con la suya en un beso ardiente que nos


funde a los dos, sus manos se extienden por mi espalda,
deslizándose a través de mis costados, cuando llega a
mis pechos gimo en su boca.

Rompo el beso de forma repentina y le aparto las manos


para proceder a quitarme su camiseta. Sus ojos me
recorren con deseo y me siento la persona más sexy del
planeta.

Sonrío y le lanzo la camiseta a su cara, tapándole las


vistas, veo un atisbo de sonrisa en su boca antes de que
la camiseta le oculte el rostro.

Cojo sus manos y enredo nuestros dedos, las levanto por


encima de su cabeza y me separo. Me acerco a su oído y
susurro.
—Tienes prohibido mover las manos de ahí.

Escucho una risita que acelera los latidos ya alterados de


mi corazón.

—No creo que pueda tener tanto autocontrol nena—


contesta divertido.

Muerdo mi labio sabiendo que no me ve.

—No muerdas tu labio—gruñe.

¿Es adivino o tiene visión rayos X este sexy hombre?

Mis manos juegan con la cinturilla de su bóxer.

—Si no te portas bien y me haces caso pararé con lo que


estoy haciendo—le advierto.

Veo como su nuez de adán se mueve al tragar con


fuerza.

Sonrío victoriosa y continuo con mi misión de llevarle a


una frenesí sexual. Me inclino y comienzo a plantar
besos en la parte inferior de su vientre. Empuja sus
caderas con impaciencia y clavo mis rodillas en sus
muslos para intentar que se quede quieto.
—Quietecito—le indico.

—Tu tono mandón me está volviendo loco—admite.

—Hazme caso y verás lo loco que te puedo volver.

Su boca emite algo semejante a un gruñido/gemido y me


rio.

Le bajo el bóxer y acaricio su erección con mi mano, me


inclino y lo tomo con profundidad en mi garganta, sus
manos se mueven unos centímetros y paro lo que estoy
haciendo.

Kaden gruñe frustrado y vuelve a colocar las manos


donde las tenía.

Lamo la punta y lo introduzco de nuevo en mi boca,


succiono con fuerza de arriba a abajo y sus caderas se
mueven.

—Joder Julliet—su voz suena más ronca de lo normal.

Parece algo imposible, pero noto como cada vez se


endurece más en mi boca.

—Tócate—ordena.
Me muevo retirando mi ropa interior y dirijo mi mano a
mi entrepierna, acariciándome, mientras continuo
saboreándolo con mi boca.

Kaden sacude la cabeza librándose de la camiseta que le


tapa las vistas, cuando me mira gruñe por lo bajo.

Sus mirada me abrasa y hace subir varios grados la


temperatura del cuarto. Separa las manos de la pared y
cuando voy a protestar me agarra de la cintura y me da
media vuelta, dejándome otra vez debajo suyo.

Pasa sus manos por mis muslos y separa mis piernas, se


acomoda entre medio de ellas y se desliza
profundamente en mi interior.

Mis ojos se cierran disfrutando de la sensación de


tenerlo dentro.

—Mírame Juls—ordena con la voz ronca por la


excitación.

Abro mis ojos y me pierdo en su mirada azulada


lujuriosa.

Nunca podré describir lo maravillosos e intensos que


son sus ojos, sin duda es una de mis cosas favoritas de
él.
Kaden emite un sonido primitivo mientras se desliza
fuera y embiste con fuerza de nuevo en mi interior.

Mis manos se sujetan a su espalda, clavo mis dedos en


ella mientras continua con sus arremetidas, mi cadera se
mueve de forma involuntaria encontrándolo a medio
camino.

Sus manos acarician mis muslos, seguidamente coloca


mis piernas encima de sus hombros profundizando sus
embestidas, gimo con fuerza al sentirlo de este modo.

—Kaden—murmuro ida de placer.

Es tan profundo de este modo que con cada embestida


me acerca al orgasmo con rapidez.

Sus dedos aprietan con fuerza mis muslo mientras


continua entrando y saliendo. Agarro las sabanas con
mis manos y tengo que hacer un esfuerzo superior para
no cerrar los ojos.

Mi cuerpo se tensa y mi espalda se arquea, siento como


la ondas de placer me recorren de arriba a abajo.

Kaden aumenta la velocidad de sus empujes con


urgencia mientras mi cabeza sigue dando vueltas por el
maravilloso orgasmo.
—Julliet—jadea.

Su cuerpo se tensa y se deja ir en mi interior. Me mira


mientras acaricia mis piernas y sale. Noto el vacío que
deja, coloca mis piernas hacía abajo y se recuesta a mi
lado. Nos quedamos así unos minutos, recuperando el
aliento.

—Esta sí que es una buena forma de empezar el día—


asegura girando su cabeza hacía mí con una sonrisa de
autosuficiencia—¿Tienes hambre?

Es tan malditamente encantador que molesta a la vista.

—Un poco—admito, la actividad física con Kaden


siempre me tiene hambrienta.

—Iré a preparar algo de comer entonces, ¿quieres darte


una ducha? Puedes coger mi ropa—me dice mientras se
pone en pie.

Recorro con mis ojos su cuerpo desnudo.

No es justo que alguien luzca así de bien.

—¿Disfrutando de las vistas?—me pregunta con una


sonrisa arrogante sacándome de mi ensoñación.

—No te lo tengas tan creído—resoplo mintiendo.


Te lo puedes tener muy creído Papi Grey.

Me pongo de pie yo también y camino desnuda por su


cuarto.

Cuando llego hasta el baño de su habitación me paro en


el marco de la puerta y me giro, veo que tiene su mirada
pegada en mi trasero, levanto una ceja y se encoge de
hombros.

—Yo sí que disfruto de las vistas—me dice con una


sonrisa traviesa.

Inclino mi cabeza a un lado y le sonrío.

—¿No quieres unirte a la ducha?—le pregunto.

—Creo que nunca podré rechazar esa propuesta—


responde siguiéndome hasta el baño.

***

—¿Porque no fumas dentro de tu casa?—le pregunto


cuando entra de nuevo, llevo cinco minutos mirando a
través de la gran cristalera como fuma en el exterior.

Estoy sentada en su sofá con un libro en mi regazo.


Nuestra maratón de sexo ha culminado después de
comer, donde Kaden ha decidido que yo era su postre. 
Este es el primer momento del día en que no estamos
arrancándonos la ropa.

—Porque sé que te molesta el olor—responde con


sencillez.

—¿Eh?

—Cada vez que me ves con un cigarro en la boca arrugas


un poco la nariz.

Malditamente observador.

—No me importa—miento.

Una sonrisa ladeada aparece en la boca de Kaden.

—Mentir no es una de tus cualidades nena.

Me cruzo de brazos, ligeramente indignada por su


actitud de "te conozco tan bien".

—¿Y cuales son mis cualidades?—pregunto retándolo.

Su ceja se alza con diversión.

—¿Quieres que te las numere?

Asiento.
—Tienes un gran sentido del humor—me dice sonriente
—tus ojos son el mejor tono azulado que existe en el
mundo, te mueves con una seguridad que te hace ver
muy sexy y confiada, tu rostro inocente es capaz de
hacer perder la cabeza a cualquier persona. La palabra
hermosa se queda corta contigo, nena.

He dejado de respirar hace unos segundos, no parece


estar bromeando.

—Y nunca he visto a nadie bailar como tú, el mundo


debería poder disfrutar del arte que creas con tu cuerpo
—termina.

Sus palabras me emocionan.

—Kaden...

Se inclina y coloca sus brazos a mi alrededor.

—No rompería mi norma principal por nadie Juls,


pero...tu belleza sedujo mis ojos—enfatiza.

Sonrío, no soy una ávida lectora romántica pero Romeo


y Julieta es uno de mis libros favoritos y reconozco la
frase de nuevo.

"Creía conocer el amor hasta que tu belleza sedujo a


mis ojos."
—Sin duda estás hecho todo un Romeo—bromeo
empujando su pecho.

—Hasta ahora nunca había tenido a mi propia Julieta.

Alerta roja, alerta roja.

—Estoy segura de que usar frases literarias de los


romances más clásicos de la historia te ha conseguido
muchos polvos.

Kaden sonríe con arrogancia.

—Como ya te dije la noche que te conocí nunca he


necesitado líneas nena.

Tira de mi sentándome en su regazo, acaricia mi cintura


por debajo de su camiseta y continua ascendiendo por
mi espalda, me agacho y busco sus labios con los míos.

Nos fundimos en un beso lento que altera mi pulso.

—Ding dong—comenta una voz tras carraspear.

Me tenso en el regazo de Kaden y él suspira.

—Por lo menos esta vez estáis vestidos—dice Alec


divertido.

Está ahí plantado con un pastel en las manos.


Ese tipo es un ninja o algo, se mueve de forma
demasiado sigilosa.

O tal vez es que tenías los sentidos de alerta desconectados


por el Papi Grey.

Me aparto del regazo de Kaden y estiro la camiseta


cubriendo mis muslos.

—¿Qué haces aquí Alec?—resopla con fastidio.

—Voy a ignorar tu tono y fingir que no me duele que te


olvides de nuestra cita porque Amy debe estar apunto
de llegar.

Kaden se levanta de golpe.

—¡Joder! Lo había olvidado...

—No se lo digas a ella, la destrozaría—dice con diversión


—¿Por lo menos tendrás su regalo, no?—pregunta
dejando el pastel sobre la barra de la cocina.

—Sí—responde desapareciendo por el pasillo.

Alec me mira y alza una ceja.

—Así que la causa de su amnesia debes ser tú ¿no?—


pregunta con una gran sonrisa.
—Yo no...

Alec se ríe.

—No sé que estás haciendo con él, pero nunca lo había


visto así de...—se calla cuando la escuchamos los pasos
de Kaden de nuevo.

Kaden aparece con la bolsa de una boutique en la mano.

—Espero que sean del color que quería—murmura


Kaden dejando la bolsa sobre la encimera.

El timbre suena y Alec se va hacia la puerta.

—¿Es la fiesta de alguien?—pregunto.

—Es el cumpleaños de Amy.

—Creo que debería irme a casa, pediré un Uber.

Camino hasta su cuarto y escucho los pasos de Kaden


detrás de mí. Me visto con rapidez, Kaden tiene los
brazos cruzados y está recostado contra el marco de su
puerta mientras me mira.

—No hace falta que te vayas Juls.

Estoy segura de que a Amy le encantaría tenerme en su


cumpleaños, sí.
—Sí, tengo que acabar unos trabajos de la universidad y
preparar el examen de...

—Puedes quedarte, lo digo enserio.

—Kaden...me tengo que ir.

—No quiero que te vayas.

—Me lo he pasado muy bien hoy, pero debo volver a


casa.

Kaden me mira, se siente como si mirara a través de mi


alma. 

Suspira y asiente.

—Está bien, puedes llevarte mi coche si quieres, no hace


falta que pidas un Uber.

—¿Qué?

—Yo casi siempre utilizo la moto, y tu necesitas un


transporte de forma temporal ¿no? No me importa que
te lo lleves, tengo otro en el garaje.

—Kaden, ¿le estás ofreciendo tu coche a alguien a quien


conoces desde hace casi un mes?

Una sonrisa ladeada aparece en su boca.


—Eso parece.

—¿No te parece un poco alocado?

—Sé donde vives, siempre podría arreglar cuentas


contigo—sonríe con diversión.

—Uhm...es muy amable por tu parte pero no puedo


aceptar tu oferta.

—¿Por qué no?

—Porque es demasiado.

—Bueno necesitas ir la universidad y a ver a tu amiga,


¿no?—pregunta evidenciando mi situación.

Sopeso mis opciones, sí, no tener transporte va a ser una


mierda.

—Los amigos se hacen favores ¿no?—continua


insistiendo.

—Kaden...

—Si no te vas a quedar al menos llévate el coche Juls,


necesito saber que tienes transporte si lo necesitas, y
mantén tu teléfono cargado y contigo.

Papi Grey modo mandón activado.


—¿Algo más?—le digo con una sonrisa.

—Avísame si pasa cualquier cosa—su rostro se vuelve


serio ahora.

Caminamos hasta la entrada y allí veo a Amy. Su rostro


pasa de la felicidad absoluta a la repulsión.

—¿Que hace esta aquí?—pregunta disgustada.

—¡Amy!—exclama Alec.

—Sabes su nombre Amy—resopla Kaden enarcando una


ceja.

—Perdón, ¿que hace Julliet aquí?—suena más que


molesta.

—Yo ya me iba. Ehm...feliz cumpleaños—murmuro


pasando rápido por la puerta.

Kaden me coge del brazo, impidiendo que me vaya.

—Te dejabas las llaves—dice colocando las llaves en la


palma de mi mano.

—¿Le dejas tu coche?—pregunto Alec boquiabierto.

—Kaden...
—Ya hemos hablado de esto Juls.

—Está bien—suspiro.

—Cualquier cosa me llamas, lo digo enserio.

—Gracias.

—Adiós Juls.

—Adiós Kaden—miro por encima de su hombro a los


rostros de Alec y Amy asombrados—Adiós.

Localizo el coche de Kaden y me meto dentro, su olor


está por todos lados y me encanta.

Recoloco los espejos y el asiento a mi altura y arranco, la


música suena en cuanto se enciende el coche,
asustándome, muevo la mano y la aflojo un poco pero
no la apago.

Estoy disfrutando del trayecto de vuelta hasta que


pienso en mi coche destrozado. Kaden consigue que me
olvide de todo, pero ahora que no estoy distraída con él
es inevitable que piense en lo que pasó anoche.

Cuando paro en el semáforo la luz del atardecer es tan


intensa que me molesta a lo ojos, busco en la guantera a
ver si tiene una gafas de sol y algo se cae.
Los coches que están esperando detrás de mí empiezan
a pitar y me veo obligada a continuar.

Al cabo de un rato aparco delante de mi casa y me


agacho para buscar lo que he tirado.

Miro la fotografía que tengo en mis manos y algo en mi


interior se encoge.

Un Kaden mucho más joven tiene los brazos alrededor


de la cintura de una chica guapísima que le está besando
la mejilla.

¿Una antigua novia?

La meto en la guantera como si quemara en mis manos,


sacudo la cabeza y salgo del coche.

Cuando entro en casa me da la sensación de que algo


extraño sucede. Camino hasta el comedor y mi corazón
late con fuerza cuando veo la piedra que ha roto el
cristal del comedor. Me pongo frenética a medida que
me acerco.

Me agacho y cojo el papel que envuelve la piedra.

Mis ojos leen las palabras que están escritas en la hoja.

"Nadie creerá a una zorra como tú".


34. Earned It
"We said it wouldn't be love
But we felt the rush
It made us believe it was only us
Convinced we were broken inside"
El papel arrugado en mis manos se siente como si
pesara toneladas, el mensaje está escrito a ordenador
por lo que no puedo identificar la caligrafía, una parte de
mí grita que esto es obra de Nate, pero una vez más no
se como demostrarlo.

Mi teléfono empieza a sonar y me sobresalto.

Camino cautelosa hasta mi bolso y mis manos tiemblan


mientras saco el pequeño aparto electrónico, el aviso de
que tengo una videollamada entrante de Devan me
tranquiliza en parte.

Cuando deslizo y acepto la llamada veo a un Devan muy


sonriente al otro lado de la pantalla, su rostro cambia
cuando me ve y frunce el ceño.

—¿Todo bien Julliet?

Si Devan me está llamando por mi nombre es que debo


tener una expresión horrible en la cara.
—Bueno...—digo mordiendo mi labio.

—¿Qué sucede?—pregunta, su tono denota inquietud.

Giro la cámara del teléfono y le enseño el papel junto al


estropicio formado.

—Dime, por favor, que has llamado a la policía.

—Devan...

Volteo de nuevo la cámara y veo su rostro teñido en la


preocupación.

—Julliet, por favor.

—¿Para decir qué exactamente?

—¿Que algún psicópata está dejándote mensajes


escalofriantes rompiendo tu ventana?—dice con
obviedad.

No estoy muy convencida al respecto.

—Al menos fotografíalo Julliet, haz fotos y envíamelas


para que tengamos las pruebas más de una persona.

—Está bien...
—¿Estabas en casa cuando...? ¿Entiendes que podría
haberte golpeado eso?—suena más frustrado a medida
que habla y me siento mal por él.

—No, acabo de llegar, no se cuando ha sido...—explico.

—No duermas ahí sola, y deberías instalarte una alarma


o algo...Tengo turno de noche en el hospital pero puedes
dormir en mi apartamento si quieres—me ofrece.

Ahora mismo tengo la opción de llamar a Kaden e ir a su


casa o ir al apartamento vacío de Devan.

Mi lado pervertido grita que vaya con Kaden, pero no sé


si todavía estará con sus amigos...

—¿Te está saliendo humo de la cabeza Ángel, que te


planteas tanto?

Avísame si pasa cualquier cosa.

Las palabras de Kaden resuenan en mi cabeza. ¿Debería


decirle?

—Kaden me ha ofrecido ir a su casa antes.

—Bueno si la opciones son sexo maravillo con Kaden o


quedarte en mi triste apartamento vacío tengo muy claro
que vas a escoger.
—Lo llamaré... a ver si le parece bien.

—Maldito suertudo...dime algo cuando sepas que harás


Ángel.

Asiento y terminamos la llamada.

Busco entre contactos el número de Kaden y no lo


encuentro, recuerdo entonces que lo tengo como Taylor
y lo llamo.

Tal vez debería cambiar de una vez el nombre con el que


lo tengo guardado.

Y poner papi Grey en su lugar.

Voy directa al buzón de voz tras el primer timbre. ¿Ha


colgado?

Pruebo de nuevo y decido que si no responde iré a casa


de Devan.

Un timbre, dos timbres, tres...

—¿Qué quieres?—me responde con fastidio la voz de


Amy.
De fondo escucho a un muy borracho Kaden cantando 4
minutes de Madonna a dueto con lo que asumo que es
un Alec muy borracho también.

—Hola...—muerdo mi labio con inseguridad—Soy Julliet,


quería...

—Lo sé, tiene tu número guardado—comenta


practicamente gruñendo.

—Me gustaría hablar con Kaden, por favor.

—¿No has estropeado mi cumpleaños suficiente, ya?


Déjanos tranquilos que por aquí nos lo estamos pasa...—
su voz se corta y escucho como discute brevemente con
Kaden.

—¿Juls?—pregunta Kaden muy muy borracho.

Creo que se ha ido a otra habitación porque ya no


escucho el ruido de fondo.

—Disculpa Kaden, no quería molestar...—me arrepiento


de llamar tras la conversación con Amy.

—Tú nunca molestas Juls—dice arrastrando las palabras.

—No, no, disculpa...


—¿Quieres venir?—pregunta esperanzado—Quiero verte
bailar de nuevo, tenemos música y yo quiero verte bailar
de nuevo. Tu eres...cuando bailas... quiero verte bailar de
nuevo. ¿Estoy diciendo eso mucho? Es que quiero verte
bailar de nuevo mucho.

Me río por lo bajo, Kaden borracho es bastante adorable.

—Me encanta escucharte reír—murmura.

Alerta norma uno, repito, alerta norma uno.

Mi corazón se acelera con sus palabras y por unos


segundos olvido todas mis preocupaciones.

—Si estáis todavía en la fiesta de Amy no creo que deba


ir...

—¿Quieres venir, verdad? Por eso me llamabas—casi


puedo ver su sonrisa arrogante a distancia—Oh...
espera, ¿ha pasado algo?—pese a que sigue borracho se
detecta un atisbo de alteración en su tono de voz.

No se que me impulsa a mentirle, pero después de lo de


anoche no quiero que se preocupe más. No quiero tener
a todo el mundo preocupado.

—No...solo quería verte.


Kaden suspira con alivio.

—Yo también soy adicto a ti nena—se ríe.

—No he dicho que sea adicta a ti—me burlo con una


risita.

Pero lo soy.

—Después de follarme cinco veces hoy o...¿han sido


seis? Si quieres verme de nuevo es que eres totalmente
adicta a mí—dice con orgullo.

—¿Cuanto has bebido Kaden?

—Lo suficiente para hacer duetos con Alec de canciones


de los ochenta. ¿Entonces vienes ya?—pregunta
ligeramente ansioso.

—Sí, cogeré las cosas para la universidad y voy para allí.

—Estupendo, maravilloso, genial.

Kaden borracho es un Kaden totalmente diferente.

—Estaré allí en media hora—comento mordiendo mi


labio.

—¿Te estás mordiendo el labio?—pregunta con un


medio gruñido.
Sí papi Grey, castígame.

—No—miento.

—No me mientas Juls, creí que había dejado claro que


ese labio solo lo puedo morder yo.

—¿Supongo que tendrás que hacer algo al respecto, no?


—pregunto con voz traviesa.

Kaden gruñe y mi interior se contrae con anticipación.

—Apuesta ese lindo trasero a que haré algo al respecto


—promete—Nos vemos, nena.

—Adiós Kaden.

Cuelgo el teléfono y suspiro, Kaden tiene la capacidad de


hacer olvidar todo. Daigual que mi vida se esté
derrumbando a mi alrededor, estar con él es todo lo que
necesito.

Una vía de escape.

Subo a mi cuarto y me deshago de toda la ropa que


llevo, cojo algo del armario que pueda utilizar para ir
mañana directa a la universidad y la falda colgada en la
percha parece burlarse de mí.
Mañana veré al Sr. Henderson.

Sacudo la cabeza librándome de los pensamientos


fantasiosos que la invaden y meto varias cosa en mi
bolsa.

Cuando bajo al piso inferior busco una lámina metálica.


Mi padre siempre había tenido varias láminas para
cuando había lluvias torrenciales, de ese modo se
aseguraba de que no se filtrara agua. Hago varias fotos
del desastre y se las mando a Devan, le informo de que
pasaré la noche con Kaden y me envía emojis
sugerentes.

Encajo la lamina en la ventana y la aseguro con los clips


laterales.

Nunca me había sentido así de insegura en mi propia


casa, y es una mierda, la verdad.

Múdate de forma definitiva a casa de Papi Grey, o alterna la


mudanza con el apartamento de Devan.

Cuando me meto en el coche de Kaden siento el impulso


de mirar de nuevo la foto, mi vena curiosa y entrometida
es un monstruo insaciable de cotilleo.
Intento luchar contra él pero me acaba ganando y saco
de nuevo la fotografía de la guantera, la analizo
detalladamente y no me gusta lo que me hace sentir.

Kaden debe tener unos diez años menos en la foto, y la


chica parece rondar su edad. Su cara está seria pero
parece que la expresión sea forzada, la chica besa su
mejilla y rebosa felicidad.

Kaden tiene los brazos alrededor de su cintura y ella está


entremedio de sus piernas.

El fondo de la fotografía me resulta ligeramente familiar,


lo observo un rato hasta que me doy cuenta de que es
mi universidad.

¿Kaden ha estudiado allí?

Meto de nuevo la fotografía donde estaba e intento


dejarle de dar vueltas al asunto.

¿Esa chica era su novia? Parecen pareja en la foto... ¿que


pasó con ella? ¿La seguirá viendo?

Estoy tan sumergida en mis pensamientos que no me


doy cuenta de que ya estoy en casa de Kaden.

Pico a su puerta nerviosa, la sensación de ver a Amy me


produce malestar.
Para mi suerte cuando Kaden abre la puerta observo
que no hay signos de que sigan allí.

—Hola nena—me dice sonriente, huelo el alcohol a


distancia.

—¿Estás solo?

—Afirmativo—dice tirando de mi brazo mientras con la


otra mano cierra la puerta.

Me coge de la cara y me besa de una forma que hace


que mis rodillas tiemblen.

Cuando se separa tengo la cara roja y respiro de forma


acelerada.

—¿Entonces vas a bailar para mí?—pregunta con una


sonrisa traviesa—Estoy pensando seriamente en poner
una barra para que puedas practicar, además sería una
excusa perfecta para que vinieras más.

Empiezo a pensar que los efectos del alcohol hacen que


no tenga filtro a la hora de hablar.

Me rio y empujo suavemente su pecho.


—¿Quien dice que practicaría aquí? Siempre puedo
bailar en el club ¿no?
Traga con fuerza y su mirada se ensombrece.

—Joder...estuviste...necesito ver eso de nuevo.

Una sonrisa victoriosa se desliza por mis labios.

—Pues esta es tu noche de suerte—le digo cogiéndolo


del brazo.

Lo guío hasta su habitación y una vez estamos allí lo


empujo contra su cama.

Kaden me mira como si fuera un maldito premio de


lotería mientras se incorpora clavando los codos en su
cama.

Busco en mi teléfono una canción que va perfecta para


el momento, Earned It de The Weeknd. La pongo en
modo bucle mientras agradezco mentalmente que Lexie
me hiciera ver la película de Cincuenta sombras de Grey
con ella porque de otro modo no tendría canción sexy de
baile.

Dejo la bolsa y el teléfono encima de la cómoda y me


volteo para mirar a Kaden.

El bulto de su entrepierna ya empieza a hacerse visible y


muerdo mi labio deliberadamente.
Coloco un pie sobre mi otro talón y tiro del zapato, repito
la misma acción con el otro pie y me quedo descalza.

Empiezo a bailar lentamente al compás de la música y


Kaden me mira como si estuviera hipnotizado. Llevo las
manos al dobladillo de mi camiseta y la subo
lentamente, me giro y lo escucho gemir por lo bajo.

Tiro de la camiseta y la dejo caer al suelo. Llevo un corsé


negro que nunca me había puesto en la vida, Lexie
decidió regalármelo pero hasta ahora no había querido
utilizarlo.

Cuando me doy la vuelta de nuevo Kaden abre


ampliamente sus ojos y me devora con ellos. Mis pechos
quedan completamente realzados por el corsé y
practicamente están fuera.

Me llevo las manos desde la cadera hasta la curva de mis


pechos, con la yema de mis dedos acaricio la carne que
queda expuesta de mis pechos y Kaden traga con fuerza.

Bajo las manos a mis pantalones mientras continuo con


mi baile, desabrocho el botón y bajo la cremallera, hago
un ademán de bajarlos pero simplemente los deslizo un
poco hacía abajo.
Deshago la cola que ata mi pelo y este cae en hondas
por mi espalda, muevo mi cuello en un lento círculo
mientras entrecierro mis ojos.

Me doy la vuelta de nuevo y me inclino hacía adelante


mientras bajo mis pantalones. Kaden tiene una imagen
en primer plana de mi trasero únicamente tapado por
un pequeño tanga negro.

—Joder...me estás matando—murmura.

Sonrío con autosuficiencia y me enderezo de nuevo.


Continuo bailando hasta que la canción termina, cuando
acaba y vuelve a sonar camino hasta la cama, me pongo
de rodillas y me subo a su regazo.

Me froto contra él mientras continuo bailando sobre su


regazo.

Sus manos se mueven hasta los corchetes de mi corsé y


las paro.

—Shhh...el baile no ha terminado.

Continuo torturando un poco más su erección y mi


humedad empieza a filtrarse por mi ropa interior.
Llega un punto en que no puede más y agarra las
mejillas expuestas de mi trasero con fuerza mientras yo
continuo moliéndolo.

—Necesito estar dentro de ti—murmura perdido en el


deseo.

Me levanta un poco las caderas y se baja de un tirón el


pantalón llevándose la ropa interior con él.

La urgencia del momento es palpable y no se molesta ni


en quitar mi ropa interior, simplemente la desliza a un
lado mientras guía mis caderas hacía abajo.

—Kaden—gimo cuando lo tengo complemente dentro.

—Muévete nena—ordena, sus mano buscan y tiran del


corsé, liberando mis pechos.

Comienzo a subir y bajar mientras hago círculos con mis


caderas, la sensación es tan placentera que me abruma.
Hundo mis manos en su pelo mientras me inclino para
besar su boca con desesperación, nuestros labios
chocan con fuerza haciéndome temblar de satisfacción.

Sus manos juegan con mis pezones y amasa mis pechos,


mis ojos se cierran, disfrutando de la sensación que me
proporciona.
Continuo moviéndome encima suyo, cada vez más
rápido, la ropa interior empiezo a molestarme pero el
momento hace que sea incapaz de hacer otra cosa que
no sea montar a Kaden.

Él se da cuenta y baja sus manos, escucho un crujido y lo


miro con asombro.

—¿Acabas de romper mi tanga?—pregunto boquiabierta.

—Te compraré uno nuevo—asegura mientras su mano


se mueve a ese punto que me vuelve loca.

Empieza a acariciarme y mi cabeza da vueltas.


La tensión se acumula en la parte baja de mi vientre y mi
respiración empieza a ser superficial a medida que me
acerco al orgasmo.

—Si continuas haciendo eso no voy a aguantar mucho—


protesto sintiendo al límite.

—Yo también estoy cerca...ese baile ha sido...joder—


gruñe— acaba conmigo, nena.

Lo miro y noto lo pulsátil que se siente en mi interior,


mis dedos se clavan en sus espalda y me estremezco a
su alrededor mientras me dejo ir. Kaden mueve las
caderas hacía arriba, vaciándose en mi interior.
Choco mi frente contra la suya, continuamos
íntimamente unidos mientras recuperamos el aliento.

—Eres lo más sexy del mundo—murmura buscando mis


labios con los suyos.

Me besa con suavidad, algo que no ha hecho casi nunca


hasta ahora. Siento mariposas en el estomago cuando
acaricia con su pulgar mi mejilla.

Me aparto y me muevo, sacándolo de mi interior.

—Me has dejado sin ropa interior para mañana.

—Siempre puedes llevarte uno de mis bóxers.

—Al final acabarás teniendo más ropa en mi casa que en


la tuya si me sigo llevando tu ropa.

Kaden se ríe mientras se incorpora y busco algo en su


armario.

Me tira una de sus camisetas, me quito el corsé y la paso


por mi cabeza, quedando únicamente vestida con su
camiseta.

Se coloca sus bóxers y vuelve a la cama.

Apaga la luz y pasa su brazo por mi cintura.


—¿Sigues borracho?—pregunto por lo bajo.

—Sigo teniendo ganas de cantar canciones antiguas, así


que sí.

Me rio y me giro para mirarlo. Tiene los ojos abiertos y


nuestras miradas se encuentran.

—Kaden...—empiezo a decir pero me callo.

—¿Que?

—No, nada.

—¿Que quiere saber la curiosa Juls ahora?—pregunta


con burla.

—¿Como que la curiosa Juls?

—Eres una chismosilla, y has utilizado tu tono de voy a


hacer una pregunta indiscreta.

Frunzo mi frente y abro la boca indignada.

—No soy una chismosa.

—Sí lo eres—se ríe.

—Que no.
—¿No? ¿Entones que ibas a decir?

—Te iba a decir buenas noches—miento dándome la


vuelta.

—Ajá—murmura cogiéndome del brazo y colocándome


debajo suyo—Va, pregúntame lo que quieras saber
chismosilla, te responderé con sinceridad.

—Uhm...

Kaden espera pacientemente.

—¿Alguna vez has salido con alguien?—pregunto


queriendo alimentar al monstruo.

Sus ojos se abren con asombro.

—¿Era eso lo que querías saber?

Asiento.

—Pues no, no he salido con nadie.

Planteo mi pregunta de otro modo, tal vez no llego a salir


con esa chica pero si tenía sentimientos por ella.

—¿Y alguna vez te has enamorado?


Kaden sonríe y mi corazón deja de latir unos segundos.
Se mueve, librándome de sus brazos, y se sienta
recostando su espalda contra el cabezal de la cama.

—Pues no, no creo que eso sea algo real—murmura por


lo bajo.

—Estamos hablando de un sentimiento Kaden, no de


Santa Claus...—resoplo.

—Mira, reconozco que puedes encariñarte de alguien y


la lujuria puede llegar a ser una emoción intensa...pero
de ahí al amor que te hace perder la cabeza por la otra
persona, el amor que se describe en los libros...no creo
que eso sea real.

—No me lo puedo creer. ¿Entonces nunca le has dicho a


nadie que le quieres?—pregunto recostándome sobre mi
codo mientras lo miro.

—Pues no—contesta con sencillez.

Entonces o me está mintiendo o nunca le dijo a la chica


de la foto que la quería.

—¡No me lo puedo creer!—repito— ¡Eres virgen!

Kaden frunce el ceño.


—Tú mejor que nadie deberías saber que no soy virgen
para nada...

—Eres virgen del te quiero.

—Es una palabra bastante intensa que  considero que no


debería decirse a la ligera. Hoy en día cualquier persona
las utiliza, restándole el valor original a la palabra.

—Esa es una reflexión bastante profunda para alguien


borracho.

Se ríe y niega con la cabeza.

—Si lo prefieres puedo cantar, mi repertorio musical es


muy amplio.
Continua bromeando hasta que el sueño que me invade,
escucho que murmura algo inteligible antes de que mis
ojos se cierren.

Me despierto antes de que suene la alarma, Kaden


continua dormido por lo que me aparto cuidadosamente
de su lado.
Es muy temprano, quiero aprovechar para ir a ver a Lex
antes de ir a la universidad, me muevo de forma sigilosa
por la casa de Kaden y le dejo una nota de
agradecimiento antes de marcharme.
Conduzco hasta el hospital con impaciencia, cuando
llego a la planta de Lexie me encuentro con Devan.

A diferencia de otras veces no me sonríe cuando me ve,


tiene los hombros y la mandíbula tensa.

—Buenos días Devan—le digo.

—Hola Julliet—responde.

Frunzo el ceño, ¿porque me llama por mi nombre?

—¿Pasa algo?

—Deberías hablar con tu amiga...

No entiendo nada, asiento preocupada y entro


rápidamente a la habitación de Lexie.

—Lex...buenos días.

—Juls—sus ojos están llenos de lágrimas contenidas.

Mis pulsaciones se aceleran y me acerco hasta el lado de


su cama.

—¿Que sucede?

Empieza a llorar e instintivamente la abrazo, acaricio su


espalda mientras solloza contra mi.
—Las pruebas que me estaban haciendo...han salido
mal...—explica con la cara enterrada en mi hombro.

—¿Como mal?—pregunto sintiendo un nudo en mi


estomago.

—Han visto algo en las pruebas, tengo un...un tumor en


la cabeza.

Me congelo por unos instantes y es como si el mundo


también se detuviera. ¿Lexie está enferma? No, ella no
puede estar enferma. Es Lexie. No puede ser.

Me aparto y miro su cara surcada en lágrimas.

—Está muy cerca de la zona de la memoria, por eso mis


recuerdos pueden estar alterados...pero estoy segura de
algo Juls.

—¿De qué?

—Los médicos dicen que mis recuerdos no son fiables,


que pueden ser invenciones, pero se cien por cien que
esto sucedió.

—¿El qué Lex?

—Nathan fue el que me golpeó.


35. Amárrame
"Tómame del pelo y repíteme mi nombre
Y ámame pero sin querer
Deja que te lleve que mañana acaba todo
Amárrame"
—¿Que él qué?—pregunto perpleja.

—Recuerdo hablar con él por algo...no se por qué,


estaba muy enfadado. Fue él seguro.

—¿Porque haría algo así?

Puede que no se llevaran especialmente bien, pero me


cuesta imaginar a Nathan golpeando a Lexie.

—No lo sé...yo...estoy tan confundida, tengo lagunas.

—¿Vas a denunciarlo?

—Los médicos me dicen que mi criterio ahora mismo no


tiene validez alguna, así que no serviría de nada...—
resopla mientras se limpia con el dorso de la mano las
lágrimas de su mejilla.

Mi puño se crispa con rabia.

—¿Estás segura Lex?


—Sé que hable con él—dice asintiendo.

—¿Pero recuerdas que...que te golpeara?—mascullo


enfadada.

Lexie desvia la mirada.

—El momento exacto no lo recuerdo...pero sé que hablé


con él.

—¿Cara a cara?

La miro y me doy cuenta de que está distraída en algo.

—¿Me puedes pasar mi teléfono?—pregunta al cabo de


un minuto.

Automáticamente me muevo hasta el otro extremo de la


habitación donde tiene el teléfono cargando, lo
desconecto y se lo acerco.

Lexie mira la pantalla con concentración, le aparecen


pequeñas arrugas en la frente siempre que hace eso.

—Aquí, mira.

Me gira el teléfono y me enseña la factura de llamadas.


—No me aparece en registros del teléfono pero sí queda
constancia en la compañía telefónica que hablé con
Nathan esa tarde.

Miro la hora y hago una mueca, según el registro


hablaron poco antes de que Nathan apareciera en mi
casa y me amenazara.

¿¡Que coño andas diciendo por ahí?!

Sino quieres que tu amiguito acabe en la cárcel por


agresión más te vale cerrar la puta boca.

Las palabras de Nathan se repiten en mi cabeza y


parecen cobrar más sentido, tal vez cuando le expliqué a
Lexie lo que pasó en la fiesta contacto con él después de
salir de mi casa y por eso Nathan vino a verme.

—¿Pero por qué? No entiendo de que tendría que hablar


yo con él Juls...—murmura Lexie pensativa.

Esta claro que no recuerda la parte en la que confesé lo


que había pasado en la fiesta. ¿Debería volver a
decírselo? No quiero que se enfade de nuevo...pero por
otro lado voy a denunciar a Nathan, tal vez reaccione
mejor ahora. Aunque...¿es el momento de hacerlo?
Acaba de descubrir que está enferma, tal vez no debería
preocuparla con más cosas...
—Ahora lo importante es centrarnos en tu salud Lex—le
digo sacudiendo la cabeza.

—Tengo un mal presentimiento de algo y no sé de que


Juls, y eso me está volviendo loca—suspira mientras se
pasa las manos por el pelo.

—No creo que te haga bien alguno pensar en teorías.

—Lo que quiero es saber porque mierda estoy en esta


cama de hospital...¿Sabes que es lo más gracioso de
todo?—dice con sarcasmo.

No creo que pueda haber nada gracioso en esta


situación.

—Que me han podido detectar a tiempo un tumor que


nunca se alcanza a ver hasta que está demasiado
avanzado para hacer algo, el golpe me ha salvado la vida
—niega con la cabeza.—De todas formas...¿has vuelto a
ver a Nathan tras la ruptura?

Decido que no lo voy a mentir, simplemente voy a


explicarle solo una parte.

—Se presentó tres días después en mi casa y se puso a


insultarme...se enteró de...de la infidelidad.

Lexie exclama un grito ahogado.


—¿Se enteró?

—Uhm...Kaden vino a mi casa el día en que lo dejamos


y...Nathan también. No se de que hablaron pero... Los
chupetones que vio esa noche en mi cuello tampoco
ayudaron mucho.

—Debió ponerse echo una furia.

—Sí...—hasta que Sean le dio un buen puñetazo.

Lexie estira los brazos y aparta la sábana haciendo un


ademan de levantarse.

—¿Espera, te dejan ponerte en pie ya?—pregunto


frenándola.

—No aguanto más aquí tumbada, solo quiero


levantarme.

—Lex—la aguanto de los hombros.

—Aghh—gruñe recostando la cabeza en la almohada.

—Déjame avisar a alguien ¿vale?

Salgo al pasillo y busco a Devan, está concentrado


metiendo líquido en una botecito pequeño de vidrio que
contiene polvos en su interior.
—Uhm...perdona—lo interrumpo.

Devan se gira para mirarme y el botecito que tiene en la


mano empieza a combustionar.

—¡Mierda!—murmura limpiando el líquido que brota del


agujero que le ha hecho a la tapa elástica del botecito.

Muerdo mi labio arrepentida de haberlo molestado.

—¿Te puedo ayudar en algo Ángel?—pregunta tirando


todo a la basura y limpiándose las manos.

Ya vuelvo a ser Ángel.

—¿Lo sabías? ¿Por eso estabas así cuando he llegado?

Devan desvia la mirada y asiente.

—No era algo que pudiera explicarte yo... ¿estás bien?

—Supongo—me encojo de hombros—Dice que le han


dicho que se lo han detectado a tiempo.

—Sí...pero las neurocirugías son bastante—hace una


mueca—arriesgadas.

—¿No crees que deba operarse?

—No tiene otra alternativa.


—Ella cree...cree que Nathan fue la persona que le
golpeó.

Devan frunce el ceño.

—¿Eso te ha dicho? Estoy empezando a odiar


profundamente a ese tipo—gruñe.

Ver a Devan enfadado es algo bastante inusual.

—Pero creo que no es posible...Nathan vino a mi casa y


tuvo que recibir asistencia médica después de la paliza
que le dio.

—¿Tal vez antes de irte a casa?

—No me cuadran en la cabeza los períodos de tiempo,


Lex vive bastante lejos de mi casa...y la Sra. Coleman me
dijo que fue su compañera de piso la que la encontró
inconsciente.

—Sea como sea, ese tipo merece estar entre rejas. ¿Has
podido ya decirle al Sr. Henderson?

—Algo así...me dijo que le enviara un correo electrónico.

—¿Por qué? ¿No se lo explicaste cara a cara ya?


—Bueno...es que no le dije exactamente que yo era la
persona que quería denunciar.

—¿Y quién se piensa que es? Oh no, ¿has usado la carta


de tengo una amiga que...?

Me sonrojo por lo tonto que suena y asiento.

Devan niega con la cabeza.

—¿Eres consciente de que algún momento le vas a tener


que decir que eres tú, no?

—Lo sé—suspiro.

Pero no quiero hablar de ello, hablar de ello hace que


sea real.

—Si quieres puedo estar contigo cuando hables con él,


para darte apoyo moral y todo eso...—ofrece poniendo
una mano en mi hombro.

Lo miro a los ojos y veo la honestidad y pureza en su


mirada. Devan es una persona increíble. El mundo
necesita más personas como él.

—Gracias...de todas formas tal vez el Sr. Henderson


quiera hablar contigo porque tu fuiste el que...
—¿El que le partió la cara? Ha sido lo mejor que he echo
este año. Bueno, lo segundo—dice con una sonrisa.

—¿Por que me da la sensación de que lo primero es algo


pervertido?

—Porque lo es, y te implica a ti Ángel.

La sangre se concentra en mis mejillas por su extraño


alago.

—Bueno, ¿y que querías?—pregunta levantado la ceja.

—Lexie quiere ponerse en pie.

Devan niega rapidamente.

—Necesita ayuda para eso, hay que vigilarla, todavía no


está del todo recuperada—murmura yéndose
rápidamente hacía la habitación.

Lo sigo y exclamo cuando veo a Lexie desplomada en el


suelo.

—¿¡Que pasa!?—pregunto asustada.

Devan activa una alarma y me mira con indiferencia.

—No pasa nada Ángel, ya le hemos dicho a la cabezota


de tu amiga que debe pedirnos ayuda para levantarse.
Simplemente se ha desmayado por una bajada de
tensión, es lo que se conoce como hipotensión
ortostática.

—¿Esto ya le ha pasado?—pregunto un poco más


tranquila viendo que él lo está.

—Digamos que me ha dado un turno de trabajo


interesante tu amiga.

Otro sanitario entra por la puerta y mira a Devan.

—¿Otra vez?—pregunta el sanitario.

—Sí.

—Va a romper el récord de partes de caídas, ojalá


pudiéramos realizarle contención por desobediencia.

—Luke...—le dice en tono de advertencia Devan al otro


sanitario.

Cogen a Lexie y la colocan de nuevo en la cama, ella está


empezando a despertarse ya.

—Si quieres llamar mi atención tienes otras formas de


hacerlo, como con este bonito y funcional timbre—le
dice Devan amonestándola cariñosamente mientras le
enseña el timbre que cuelga al lado de la cama.
—No me gustas ya, ya no soy Team Devan—resopla
Lexie moviendo la cabeza.

Devan se lleva la mano al pecho, fingiendo que le han


dolido sus palabras.

—Oh no—murmura de forma dramática—¿Recuerdas


quién te da las drogas para el dolor?

Lexie curva los labios.

—Quiero decir, nunca he dejado de ser Team Devan,


presido el club—rectifica.

—Eso está mejor—le sonríe.

Los miro sorprendida, está claro que Devan sabe como


manejar a la gente, es algo que había visto en el club
pero por lo visto a sus pacientes también los tiene
comiendo de su mano.

Cuando se marchan de la habitación Lexie me mira.

—Quiero que te cases con él, y si no lo haces tu lo haré


yo—me dice con seriedad.

Me empiezo a reír y me siento a su lado.


Es como que toda la tensión ha desaparecido y vuelve a
ser la misma.

—No quiero quedarme calva—refunfuña.

—¿Por que...?

—Me tienen que rapar la cabeza para la intervención, el


look Britney Spears alocada ya no se lleva.

—Eres guapísima Lex, el pelo no va a hacer la diferencia.

Ella entrecierra los ojos mientras me mira.

—Esa frase suena a una de las mierdas positivas que nos


repetían en el psiquiátrico.

—Tal vez me estoy recuperando de verdad—le digo con


tono burlón.

—Seguro que el sexo alucinante con el bomboncito del


bar era la mejor terapia—resopla.

Y con Devan, y con el Sr. ProfesorCaliente...

Dios. Sí que soy realmente una ninfómana.

Y sigue así, por favor y gracias.


—Oye, ¿tu no tienes clase hoy?—pregunta con la mirada
perdida en el televisor.

Me giro y miro lo que está viendo, en las noticias aparece


la hora en la parte superior derecha

—¡Joder, joder!—grito mientras busco frenéticamente la


bolsa—Perdona Lex, ¡hablamos luego!

Recuerdo lo estricto que es el Sr. Henderson con la


puntualidad y salgo corriendo.

—¿Ángel...?—escucho que pregunta Devan confundido.

—¡Tengo prisa! ¡Ya hablaremos!—le respondo mientras


sigo con mi carrera a contrareloj.

Conduzco de forma imprudente y corro por el campus,


la clase de hoy es muy importante porque es un repaso
pre-examen.

Estoy corriendo por el pasillo cuando el timbre suena,


mierda, estoy fuera.

Suspiro y recuesto mi cabeza en la puerta.

—Puede entrar Stra. Collins—murmura la voz grave del


Sr. Henderson detrás de mí.
Me giro lentamente y lo veo ahí, no soy la única que llega
tarde. Cuando le miro a los ojos mi interior se contrae,
recordando la sensación tan placentera de tenerlo
dentro.

—Si no entra antes de que lo haga yo no la dejaré pasar


—aclara.

Sacudo la cabeza y me meto rápidamente en el aula,


Taylor ha dejado un sitio libre a su lado por lo que me
siento directamente allí.

El Sr. Henderson entra pocos segundos después de mí,


lo que levanta cuchicheos en el aula.

Por lo menos ahora son ciertos.

Andrew deja caer su maletín sonoramente en el


escritorio y mira a la clase en general antes de voltearse
a la pizarra y empezar a escribir algo.

La injusticia en cualquier parte es una amenaza a la


justicia en todas partes.

Todos nos quedamos en silencio mirándome fijamente


las palabras de la pizarra.

—¿Alguno de ustedes sabe de quién es esta cita?—


pregunta en general.
—Martin Luther King—responde alguien.

El Sr. Henderson asiente y se coloca delante de su


escritorio, apoyándose parcialmente en el mientras se
cruza de brazos.

—Exacto—confirma—Hoy hace exactamente un mes que


empezaron a estudiar la carrera de derecho. La palabra
justicia es una palabra que les perseguirá
constantemente a lo largo de sus vidas, ustedes como
futuros abogados tienen la obligación defender el valor
de la justicia. Recientemente se me planteó un caso
nuevo, muchos de ustedes tal vez piensen que
únicamente me dedico a la enseñanza, pero no es así.

Oh, están tan equivocados Grey supremo.

—Continuo ejerciendo como abogado en aquellos casos


que considero injustos, porque, como bien decía una de
las personas más influyentes de las últimas décadas, no
debemos permanecer impasibles antes los actos
injustos.

¿Hablará de mi caso?

Se sienta detrás de su escritorio y conecta el temario


para iniciar el repaso. Me doy cuenta que se esfuerza por
no mirarme en ningún momento.
Después del repaso mi cabeza se siente al borde del
colapso de información, estoy bajando las escaleras
cuando el Sr. Henderson me interrumpe.

—¿Srta. Collins?

—¿Sí?—me volteó para mirarle, no me está mirando,


sigue concentrado en la pantalla de su ordenador.

—No he recibido el mensaje de su amiga, ¿le ha dado mi


correo?

Balanceo el peso de mi cuerpo de una pierna a otra.

—Se lo recordaré...—murmuro.

—Gracias, estaré pendiente.

La tensión es tan intensa que se puede cortar con un


cuchillo.

—Uhmm claro, gracias Sr. Henderson.

Noo, llámalo Andrew.

—Puede marcharse ya, tiene mucho que estudiar para el


examen.

Exijo clases privadas de repaso, sin ropa.


Asiento aunque no me esté mirando y muevo con
rapidez hasta la puerta. Taylor está fuera esperándome.

—¿Soy yo o el Sr. ProfesorCaliente es cada días más


caliente?

Las imágenes del ascensor se recrean en mis


pensamientos y siento calor en todas partes.

—No sé, lo veo como siempre.

Es decir, ultra cogible.

Nos dirigimos a la la siguiente clase, mi mente


permanece el resto del día distraída en pensar como
narices le digo al Sr. Henderson que todo el tiempo he
estado hablando de mi misma.

***

Cuando a llego a casa todo está exactamente como


recordaba, suspiro aliviada y empiezo a estudiar cuando
mi teléfono me notifica que tengo un mensaje nuevo.

Taylor: Espero que tengas algún modo de compensar la


triste nota que estaba al lado de mi cama.
Yo: Te veías demasiado dormido para que te
despertara, además agradece que no has escuchado mi
alarma. P.D: ¿Como va la resaca?

Taylor: He tenido peores...Entonces...¿que te parece


compensarme esta noche el abandono de esta mañana?

Debería estudiar, pero sé muy bien que si rechazo la


petición de Kaden estaré pensando en él todo el rato y
tampoco podré concentrarme.

Yo: Claro...¿Nos vemos en mi ca

Borro el mensaje y lo escribo de nuevo.

Yo: Claro, ¿en tu casa a las nueve?

Taylor: Prepararé la cena, no te molestes en traer ropa


interior.

Sus palabras son suficientes para hacerme perder la


cabeza lo que queda de tarde. Intento tramitar la gestión
de contratación de alarma y llamo al seguro para la
reparación de la ventana, pero soy incapaz de contestar
con coherencia. Estoy demasiado ansiosa por ver a
Kaden esta noche.
Cuando me llama Devan me doy cuenta de que luce
cansado, no entiendo como aguanta el ritmo de vida que
lleva trabajando tanto.

—¿Por que no dejas Mala?—le pregunto aunque no


quiero que lo haga.

—Lo estuve pensando un tiempo...pero no puedo, es


demasiado divertido para dejarlo, además me perdería
los sexys trajes que te hace llevar Agnes.

Ruedo los ojos.

—Estoy seguro que de podrías vivir sin ello.

—Yo no lo tengo tan claro Ángel. ¿Por cierto te han


instalado la alarma ya?

—No, vendrán mañana por la tarde.

—¿Quieres dormir conmigo entonces?—pregunta


levantando sus cejas de forma sugerente.

Curvo mis labios en una mueca.

—En realidad ya tengo planes...

Devan entrecierra los ojos.

—Dile a Kaden que compartir es vivir.


—¿Como sabes que son con él?

—Porque estás poniendo esa cara fantasiosa que pones


siempre antes de verlo, por cierto, ¿que diablos hay
entre vosotros dos?

—Somos amigos—le digo encogiéndome de hombros.

—Sí, y yo soy el gobernante de Wakanda—resopla—


Ángel, amigos somos tu y yo, no Kaden y tu...

—Que somos amigos—insisto.

—¿Amigos es la nueva forma de decir que estáis locos el


uno por el otro?

—Devan

—¿Qué? Es bastante obvio desde donde yo lo veo.

—Kaden es Kaden, no está loco por mí.

—Es difícil no estar loco por ti Ángel.

—No quiero salir con nadie, y estoy segura de que Kaden


tampoco.

—No, si por mi mucho mejor...—guiña un ojo.

—Eres un maldito coqueto Devan.


—Ese es mi segundo nombre, sí.

Empiezo a bajar las escaleras mientras continuo


hablando con Devan.

—Bueno, ten una buena noche Ángel—dice guiñando el


ojo.

—Igualmente.

—¿Y puedes gr...?

—No, no voy a grabar mis encuentros sexuales con


Kaden—resoplo rodando los ojos.

—Le quitas lo divertido a la vida—refunfuña.

—Buenas noches.

—Placenteras noches para ti—responde.

Conduzco el coche de Kaden hasta su casa, mi corazón


late desbocado todo el tiempo. Kaden tiene razón, soy
adicta a él, o más bien soy adicta al sexo con él.

Pero no es mi culpa, es suya, por ser tan malditamente


bueno y...

Sacudo la cabeza y mi mano se mueve con de forma


impaciente contra el volante.
Llego puntual a su casa y no tarda ni cinco segundos en
abrirme la puerta. Su mirada me recorre de arriba a
abajo y ya me siento lista para pasar directa al
dormitorio.

—Estás....muy muy follable—las palabras suenan


obscenas y calientes en su boca.

Sonrío con picardía, llevo un vestido y he cumplido al pie


de la letra su petición.

Su vista se clava en mi pecho y mis pezones se


endurecen por la atención. Dios, me tiene realmente
necesitada.

—¿Tienes hambre?—pregunta sonriente.

Sí, pero no de comida Papi Grey.

—Claro—respondo entrando a su casa.

—Y dime...¿anoche que tanto hice el ridículo?

Oculto una sonrisa y lo miro mientras nos sentamos en


la mesa.

—¿No te acuerdas?
—Recuerdo las partes importantes, como que te debo
ropa interior nueva.

—Pese a que me quede con las ganas...no te vi en


directo actuando como Madonna—me burlo.

Kaden niega con la cabeza y me sonríe.

—Eso explica que todavía sigas aquí.

—Bueno, admito que escuche una parte por teléfono, no


sonaba tan mal.

—¿Hablamos por teléfono?—pregunta confundido.

Me rio por lo bajo, esas lagunas son interesantes.

—Sí...fue una conversación...interesante.

Kaden deja el tenedor de golpe y me mira preocupado.

—Oh no, ¿que dije?

Escondo una sonrisa mientras bebo de la copa de vino.


Cuando la dejo en la mesa lamo mis labios lentamente y
su mirada se pierde en ellos.

—Fuiste muy insistente diciendo que querías verme


bailar de nuevo.
La tensión de sus hombros se alivia y sacude la cabeza.

—Bueno, está claro que pagaría lo que fuera por verte


bailar cualquier cosa. Eres increíble nena.

Me sonrojo un poco por el cumplido y me concentro en


mi plato.

La anticipación es más notable cada vez, todavía no


hemos acabado el plato cuando Kaden empieza la
cuenta atrás de cuanto tardamos en arrancarnos la ropa
el uno al otro.

—Y dime Juls...¿que llevas debajo de ese vestido?

Estira la mano y acaricia mi rodilla de forma inocente.

—Para que decírtelo...¿si puedes descubrirlo por tu


cuenta?

Mi trabajo aquí ya está hecho pequeña saltamontes.

Sus ojos se oscurecen y siento como recorre las yemas


de sus dedos por el interior de mi muslo, sube
lentamente, muy lentamente.

Mi boca se seca y poco a poco me pongo taquicardia.


Cuando su dedo encuentra mi piel desnuda muerdo el
tenedor con más fuerza de lo normal.

—Creo que no tengo más hambre—susurra unas


octavas más bajo de lo normal.

Mi respiración se agita a medida que sus dedos juegan


conmigo, me acaricia, se retira, introduce un dedo en mi
humedad y vuelve a acariciarme. Me está volviendo loca.

—Yo tampoco—mi voz suena entrecortada.

Kaden se pone en pie y extiende su mano para que la


coja.

—Tengo una sorpresa para ti.

Lo miro intrigada, caminamos hasta su habitación


mientras contengo las ganas de quitarle la ropa y follarlo
en medio del pasillo.

—¿Que sorp...?

Mis palabras quedan interrumpidas por el contacto de


sus labios en mi cuello, inclino la cabeza hacía atrás
mientras miso ojos se cierran.

Sus manos se mueven hasta el cierre de mi vestido y va


bajando la cremallera, a medida que va dejando un trozo
de piel expuesta lo va cubriendo en suaves besos que
me erizan la piel.

El vestido se desliza por mis caderas y cae al suelo.


Acaricia mi cuerpo desde atrás y gimo cuando juega con
mis pezones.

—Quiero volver a atarte—susurra en mi oído.

Papi Grey quiero que me ates y hagas lo que quieras.

Trago con fuerza y asiento.

Kaden enrosca su mano en mi cuello y aprieta un poco


mientras se pega a mí. Siento su dureza contra mi
trasero y la sensación es tan placentera y provocadora
que mi cabeza empieza a dar vueltas.

—No te imaginas lo mucho que te deseo nena—


murmura apretando sus manos haciendo que la
cantidad de aire que entra disminuya.

Cuando me libera me empuja sobre la cama. Lo miro


expectante y veo como saca de un cajón un par de
esposas, parecen nuevas.

—Lo he comprado pensando en ti—murmura con una


sonrisa traviesa.
Mi interior se contrae y muerdo mi labio.

Kaden se inclina y atrapa mi labio con sus dientes, tira de


él y gimo.

—Solo yo—me recuerda.

Me acaricia las muñecas antes de amarrarme con las


esposas de neopreno, estira mi brazo atándolo a uno de
los postes de la cama y repite la misma acción con el
otro.

—¿Vas a portarte bien o tengo que atarte las piernas


también?

Joder.

He olvidado como se habla de lo caliente que estoy.

—Vamos a asegurarnos por si acaso—murmura


divertido cogiéndome de los tobillos.

El aire se queda atascado en mis pulmones bajo su


atenta mirada, estoy completamente expuesta para él.

—Bien Julliet, es momento de sentir, por lo que no te


hace falta ver nada—asegura colocando un pañuelo
alrededor de mis ojos—Solo vas a sentir placer, pero si
es demasiado simplemente di que pare.
Los dedos de mis pies se enroscan y creo que si sigue
hablando de ese modo no hará falta ni que me toque
para correrme.

—Vas a sentir un calor intenso y luego una vibración.

¿Qué?

Noto algo líquido en el punto exacto de entre mis


piernas y mis caderas se mueven.

Kaden se inclina y me besa, estoy tan concentrada en su


boca que no me doy cuenta que empiezo a notar un
calor abrasador ahí.

Jó-de-me.

El calor se reemplaza rápidamente por una vibración,


¿como es posible...? La sensación es tan intensa que mis
caderas se empiezan a mover solas.

—¿Te gusta?—pregunta Kaden en mi oído en un susurro.

—Sí—jadeo.

—Te voy a tomar mientras sientes la vibración—me


explica.
Escucho como se deshace de su ropa y lo espero
impaciente mientras continuo retorciendo mis piernas
sujetas.

Siento su erección contra mi entrada, como hace


siempre me tortura un poco antes de introducirse,
levanto mis caderas pero él sigue provocándome.

—Kaden por favor...—suplico.

—Me gusta demasiado oírte rogar nena.

—Necesito...por favor...—lloriqueo.

Preparando venganza 2.0

—¿Qué necesitas?—escucho su tono de burla que activa


mi instinto asesino.

—Fóllame de una maldita vez—exijo.

Escucho una risita por lo bajo que queda reemplazada


por el gemido de ambos, mis manos se sacuden en las
esposas y mi espalda se aquea.

Golpea con fuerza en mi interior y se sumerge por


completo. La vibración continua constante en mi clítoris,
cuando empieza a descender Kaden deja caer de nuevo
un poco de ese líquido de diablo.
Sus manos se clavan en mi trasero mientras continua
embistiendo con fuerza. Estoy rendida al paraíso de las
sensaciones y no quiero salir de aquí nunca más.

Me besa profundamente y siento como como mi


excitación se eleva a medida que se mueve con más
rapidez y dureza.

Mis piernas se tensan y me dejo ir a su alrededor


mientras continua sus embestidas. Deja caer su frente
contra la mía y siento como se tensa llegando al clímax.

Mi pecho sube y baja con rapidez, siento la respiración


agitada de Kaden contra mi cara.

Se estira y me libera una mano, planta un beso en la


zona en la que estaba la esposa y hace lo mismo con
todas mis extremidades.

Cuando se recuesta a mi lado y me sonríe tengo que


forzarme por recordar las normas, porque creo que cada
vez son más difíciles de cumplir.

Después de repetir varias veces caemos exhaustos en un


profundo sueño, son las ganas de hacer pis lo que me
despiertan en medio de la noche.

Cuando termino voy a la cocina a por un vaso de agua,


mientras pasa por mi garganta aliviándome la sed veo la
pantalla del portátil de Kaden abierta. No miro a
propósito, simplemente me llama la atención la entrada
del nuevo correo.

Anulación contrato alquiler.

Esas son las palabras del asunto del correo.

36. House of Memories


"I don't want to be afraid
The deeper that I go
It takes my breath away"
¿Contrato de alquiler?

¿De uno de sus estudios de tatuajes? ¿O...? no, la otra


opción no puede ser posible. Kaden sigue manteniendo
su estilo de vida ¿no? ¿Ese correo no habla de su piso
para las folladas, verdad?

La idea me aterra y confunde, sacudo la cabeza y vuelvo


a la habitación de Kaden, él continua profundamente
dormido, su brazo está extendido en la zona en la que
estaba acostada.

Me siento sigilosamente en la cama y me tenso cuando


escucho como Kaden murmura algo.

—Bonnie no lo hagas.

¿Bonnie? ¿Quién es Bonnie?

—Bon no—continua murmurando.

Lo miro con el ceño fruncido mientras se gira. Tiene su


cara delante de mí ahora y por su frente arrugada
parece estar teniendo una pesadilla.
Me acuesto evitando tocarlo para no despertarlo. Su
frente se relaja y suspira.

—Juls.

Mi corazón se salta un latido cuando escucho como me


llama y contengo el aliento.

—Te quiero—susurra con un atisbo de sonrisa en sus


labios.

Mis ojos se abren de par en par y me incorporo de golpe.

¿Acabo de escuchar bien? Siento pánico y euforia.

Solo es un sueño. Solo es un sueño.

Ni siquiera sé si hablaba de mí, tal vez se refería a la


Bonnie esa.

Tengo que irme de aquí.

Tanteo el suelo buscando mi vestido y mis tacones,


cuando me los coloco me pongo en pie mi tobillo se
tuerce y caigo al suelo en un ruido sordo.

La respiración tranquila de Kaden se interrumpe y


cuando levanto la mirada veo que me está mirando.
—¿Te vas?—pregunta desconcertado con los ojos
entrecerrados por el sueño.

—Sí...yo...olvidaba algo que...—empiezo a decir nerviosa.

—Es tarde Juls, déjalo para mañana y quédate.

—No...es importante que...sí, hablamos otro día ¿eh?—


mi voz suena alterada.

—¿Qué pasa Julliet?

—Nada, no pasa nada, gracias por la cena. Adiós.

—Espera...

No escucho nada más porque practicamente estoy


corriendo fuera de su casa. Me siento bastante mal
utilizando su coche para salir de ahí pero ahora mismo
no tengo opciones.

Conduzco de vuelta a mi casa, mi pulso late tan rápido


que siento las palpitaciones en mi cabeza.

Estoy doblando la esquina de mi casa cuando veo un


coche muy familiar aparcado delante de mi casa. Me
congelo por completo y freno bruscamente.

Es el coche de Nathan.
No puede ser, no puede ser, no puede ser.

Veo una sombra masculina con gorra sacar una llave de


baldosa que hay en el exterior y desparece tras abrir la
puerta.

Mi respiración se empieza a acelerar y la adrenalina se


dispara por mi cuerpo. Sigo conduciendo sin detenerme.

Antes de pensar a donde estoy yendo me doy cuenta de


que he llegado al apartamento de Devan.

No quiero molestarlo, pero pensándolo bien él querría


que lo hiciera.

Pico a su apartamento y espero recostando mi cabeza en


la puerta.

—¿Quién es?—pregunta la voz adormilada de Devan.

—Soy Julliet...esto...disculpa por la hora pero...

—¿Estás bien Ángel? Sube—suena más despierto de


golpe.

Mis piernas tiemblan mientras subo las escaleras, la idea


de ir desnuda bajo el vestido ya no me gusta tanto.
—¿Qué ha pasado?—pregunta Devan en cuanto me ve,
va sin camiseta y lleva únicamente unos pantalones
cortos deportivos que apuesto que acaba de ponerse
rápidamente.

—Perdona...—empiezo a disculparme, estoy demasiado


alterada.

Entramos a su departamento y cierra la puerta tras


nosotros.

—Me estás preocupando Ángel ¿ha pasado algo con


Kaden?—dice recostándose contra la pared y cruzándose
de brazos.

Sacudo la cabeza y me llevo la mano a la boca para


mordisquear mis uñas con nerviosismo.

—Julliet...

—¿Puedo quedarme aquí?

—Siempre que quieras, pero dime por favor por que


estás así.

—Creo que Nathan estaba en mi casa—suelto mirando


fijamente al suelo.

—¡¿Qué?!
—No lo he visto bien, pero su coche estaba aparcado
enfrente de mi casa y...¿por qué no para? ¿Por qué no
me deja tranquila? Tal vez si no denuncio dejará de...

—Seguramente eso es lo que quiere, meterte miedo


para que no lo hagas—masculla enfadado.

Devan se mueve y se pasa las manos por el pelo


estirando de el y resoplando.

—Deberías hablar con el Sr. Henderson lo antes posible


y pedir una orden de alejamiento—me aconseja
mientras pone sus manos en mis hombros.

Levanto la mirada y me pierdo en sus cálidos y amables


ojos. Mi cuerpo está completamente tenso, el miedo
infunda cada fibra de mi ser.

En mi cabeza no paro de imaginar posibles escenarios.


¿Y si hubiera dormido en mi casa esta noche? ¿Y si
hubiera entrado a mi casa y luego hubiera venido
Nathan? ¿Qué iba a hacer conmigo?

Me siento tan estúpidamente indefensa y débil.

—Hablaré con él mañana—le aseguro.

—Ven aquí—dice tirando de mi y envolviéndome en sus


brazos.
Dejo descansar mi cabeza contra su pecho y envuelvo
mis brazos al rededor de su cintura. Los abrazos de
Devan parecen sanadores. Mi cuerpo se va relajando y la
presión que siento disminuye un poco.

Acaricia mi pelo y seguidamente noto sus labios en él,


acaba de besar mi cabeza.

—Vamos a dormir Ángel—murmura.

Levanto la mirada y acaricia mi mejilla con su pulgar, por


un segundo me da la sensación de que va a besarme,
pero no lo hace.

—Te dejaré algo de ropa para no duermas...en...ya sabes


—señala el vestido que llevo puesto.

Vamos a su habitación y saca de su cómoda un pantalón


corto de deporte y una camiseta.

—Gracias Devan, te pido disculpas de nuevo por...

—Ángel si me dices que es por venir aquí o


interrumpirme o cualquier otra tontería te daré unas
palmaditas ¿vale?

Asiento y extiendo mi brazo para coger la ropa que ha


sacado para mí, camino hasta su baño y me cambio allí
dentro.
Tengo que hacer varios nudos para que no se me caiga
el pantalón deportivo, cuando me coloco su camiseta me
doy cuenta de que tengo varios chupetones nuevos.

Pensar en Kaden me altera de una forma muy diferente,


sobre todo después de lo que ha pasado antes de irme.

No puedo seguir con esto, tengo que frenarlo de raíz. No


necesito tener sentimientos por otra persona ahora, no
me harán ningún bien.

Debo terminar lo que sea que tengamos y alejarme de


él.

Cuando camino de vuelta a la habitación de Devan


observo que él no está ahí, miro a mis alrededores
extrañada y salgo de la habitación buscándolo.

—¿Devan?—pregunto en voz alta.

Una mano se levanta desde el sofá.

—Estoy aquí.

Camino hasta su lado y lo miro, mi ceño se frunce


cuando veo que ha cogido una almohada y está
recostado en su sofá.

—¿Qué estás haciendo?


Devan entrecierra los ojos mientras me mira.

—Intento dormir—contesta bostezando.

—¿Aquí?

—Sí, tu puedes dormir en mi cama.

Resoplo mientras ruedo mis ojos.

—Devan vuelve a tu cama, podemos dormir juntos.

Devan se da la vuelta dándome la espalda.

—No hace falta—murmura—Estoy bien aquí.

—Devan si no vuelves a tu cama me marcho.

Se incorpora y me mira.

—¿Me estás chantajeando?—parece que se está


esforzando por contener una sonrisa.

—Sí—afirmo cruzándome de brazos.

Baja las piernas del sofá al suelo y se pone en mi pie


mientras niega la cabeza.

—Esta bien—resopla.
Le sigo hasta su cuarto y nos acostamos en la cama, me
quedo mirando el techo en silencio, reflexionando.

Devan apoya su cabeza en su codo y me mira con


interés.

—¿Porque no te has quedado con Kaden?

Escuchar su nombre provoca que se me encoja el


estómago.

—Es complicado...—suspiro al cabo de un rato.

—¿Ha pasado algo?

—No exactamente...

—¿Él te gusta mucho, verdad?

—¿Qué? No, bueno, no... no sé. Aunque fuera así no


importaría.

—¿Por qué no?

Porque tengo miedo de lo que pueda hacerme sentir.

—Acabo de salir de una relación muy larga que


actualmente me está persiguiendo, no es nada sensato
meterme ahora en más dramas sentimentales ¿no
crees?
—Creo que esas cosas no se pueden elegir Ángel.

—¿Y tu qué? ¿No te gusta nadie?

Devan me sonríe, con esa sonrisa tan encantadora que


tiene.

—A mi me gusta mucha gente.

—Ya sabes a que me refiero...

—No estoy enamorado de nadie, si es a lo que te


refieres.

—¿Y has tenido alguna relación alguna vez?

Devan hace mueca, es un tema que no hemos tocado


pese a lo mucho que hemos hablado estas semanas.

—Sí.

—¿Y que pasó?

—Que terminó.

—¿Ella hizo algo que...?

—Ellos—me corrige.

¿Ellos?
—¿Estuviste con en una relación con más de una
persona?

—Estuve saliendo dos años con mi mejor amiga y un ex-


compañero de trabajo.

Lo miro intrigada.

—¿Y que pasó?

—Que querían que eligiera, y no elegí a ninguno.

—¿Pero ellos estaban juntos también?

—Al principio se gustaron, pero después de la magia


inicial se volvieron posesivos. Considero que el amor
tiene que ser libre, así que la relación estaba condenada.

Me quedo en silencio pensando en sus palabras. Amor


libre. Esa idea parece una utopía en mi cabeza.

—¿Puedo preguntarte algo?—le digo.

—¿No lo haces siempre Ángel?

—¿Cuando supiste que te gustaban los chicos también?

—¿También?—se ríe—A mi no me atrae el género de una


persona, me atrae la persona en si.
—¿Y lo has sabido siempre?

—Sí. No comparto las imposiciones sociales que


tenemos en nuestra sociedad, son demasiados
restrictivas y limitantes.

—Eres una persona muy interesante Devan—en realidad


es algo que pienso para mí misma pero acabo diciendo
en voz alta.

—Gracias Ángel, tu también lo eres.

El silencio inunda la habitación y poco a poco me voy


durmiendo, la conversación de Devan ha servido para
mantenerme distraída un rato, pero cuando caigo en mis
sueños las pesadillas con Nathaniel me persiguen de
nuevo.

Cuando me despierto estoy sudando en los brazos de


Devan.

—No soporto verte así—murmura con una mueca de


disgusto.

Mi corazón va a mil y siento como si me faltara aire.

—Son solo pesadillas...


—¿Las tienes frecuentemente?—pregunta frunciendo el
ceño.

Me encojo de hombros restándole importancia.

—Tu subconsciente te está gritando Ángel.

Se aparta un poco y aprovecho para escaparme de sus


brazos y ponerme en pie.

—No sé que hacer, no lo puedo controlar.

—¿Y si pides ayuda a un profesional? Tal vez hablar de


ello te ayude.

—He tenido suficientes loqueros en mi vida, ya sé lo que


me van a decir.

—¿Qué?—pregunta Devan arrugando la frente.

Cojo aire con fuerza y lo miro.

—Estuve internada en un psiquiátrico hace más de un


año, después de la muerte de Matt yo...entré en un sitio
muy oscuro del que no podía salir.

Devan se acerca hasta mi lado.


—Allí conocí a Lexie—continuo explicándole—Ella fue
vital en mi proceso de recuperación, ambas lo fuimos la
una con la otra.

El rostro de Devan permanece completamente serio, es


tan raro verlo así.

—Julliet...¿te intentaste suicidar?

Aprieto los dientes con fuerza y la mano que tengo


cogiendo mi otro brazo ejerce un poco más de presión.

Asiento incapaz de mirarle.

Se queda en silencio y me obligo a ver que cara está


poniendo, normalmente la gente se incomoda cuando se
habla de este tema.

Devan tiene la mirada perdida.

—Debería haber insistido más—murmura.

—¿Insistido?—pregunto perdida.

—Cuando desconectaron a Matt le dije a mi enfermera


referente que debíamos manejar tu duelo, que no
estabas bien. Ella dijo que era normal que no debía
preocuparme tanto pero debería haber insistido... yo te
veía a diario, sabía que no...

—Devan ni se te ocurra culparte de ello, es la cosa más


estúpida que he escuchado en mi vida.

—Pero tú...

—No, Devan, no.

Se pasa la mano por el pelo y suspira.

—Por eso no creo que me ayude, no tengo mucha fe en


los psicólogos y los psiquiatras—continuó diciéndolo.

—Tal vez no has encontrado unos con los que estés lo


suficientemente cómoda.

—Puede, pero no me gustan, me recuerdan a los meses


en los que estuve ingresada y fue horrible. Ese lugar era
horrible Devan, tan horrible que quise matarme de
nuevo.

—¿Y si lo enfocamos de otra forma?

—¿Cómo?

—Cierra los ojos y piensa en tu ex un segundo...¿cuando


piensan en él como te hace sentir?
Cumplo su petición y cuando cierro los ojos me imagino
la cara de Nathan, me siento pequeña, débil.

—Indefensa—murmuro abriendo los ojos.

—¿Y si te apuntas a clases de defensa personal? Tal vez


reforzar ese sentimiento te haga sentir menos
vulnerable.

Lo considero unos instantes, la idea no suena nada mal.

—Sí, podría mirar de...

—Conozco a la persona perfecta que podrá ayudarte.

***

Devan me ha acompañado a casa para recoger un par


de cosas y hemos vuelto a su piso, me ha convencido de
que pase un par de semanas con él hasta que pueda
presentar la orden de alejamiento.

Le he escrito un correo al Sr. Henderson explicándole


absolutamente todo, incluido el porque no había ido hoy
a clase.

Los nervios me están matando, no sé que me va


responder al mensaje.
—¿Entonces te volvió a contratar?—pregunta Devan
mientras me pasa el plato de comida—No puedo creer
que no me hayas informado al respecto antes. Que poco
ha durado nuestro plan.

—No solo eso...también...ehm...nos acostamos.

Devan se atraganta con la comida y empieza a auto


palmear su esternón.

—Esas cosas no se dicen así sin más, Ángel—me regaña


cuando se recupera.

Aprieto mis labios para contener una sonrisa.

—Sí, no se si fue una idea muy buena.

—¿Lo disfrutaste?—pregunta levantado una ceja.

Me sonrojo mientras asiento.

—¿Entonces que tiene de malo?

—Estoy segura de no es ético tirarse a tu


profesor/jefe/posible abogado.

Vamos añadiendo cargos a la lista.

—Mientras nadie lo sepa...—sonríe con perversión.


—Bueno...—suspiro.

—¿Qué?

—Kaden lo sabe, nos pilló uhm...

—¿Os pilló follando?—me interrumpe exaltado.

—No exactamente, fue después.

—Que considerado—se ríe—Oh, espera...¡no puede ser!

—¿El qué?

—¡El Sr. Henderson ha follado!

Lo miro no entiendo su asombro.

—¿Y?

—¿Como que "y" Ángel? ¿No lo entiendes? El Sr.


Henderson tiene fama de que no se acuesta con nadie
desde que falleció su esposa.

—¿Estaba casado?

—Sí, su esposa falleció en un accidente automovilístico,


fue horrible, dejó de venir al club y se le veía muy
decaído. Por lo visto estaba embarazada cuando pasó lo
del accidente...Pensábamos que no se recompondría
pero con la apertura de local empezamos a verlo de
nuevo.

Es mucha información para procesar de golpe, me viene


un flashback del momento en el que le expliqué al Sr.
Henderson lo de la muerte de mis padres, parecía
entenderme muy bien, ahora tiene sentido.

—Creo que le gustas más de lo que pensaba al Sr.


Hernderson—reflexiona Devan en voz alta.

—¿Qué?—me rio por lo absurdo que suena—Ni siquiera


me conoce.

—No hace falta conocerte para caer rendido a tus pies


Ángel.

Pongo los ojos en blanco y continuo comiendo pensando


en la vida del Sr. Henderson.

Mi móvil vibra y lo cojo con desesperación, no es un


mensaje del Sr. Henderson, es un mensaje de Kaden.

Taylor: ¿Vamos a hablar en algún momento de porque


huiste de ese modo anoche?

Trago con fuerza. No quiero, estoy muy confundida para


hablar con él ahora.
Otro mensaje llega y suspiro.

Cuando veo que es del Sr. Henderson mi corazón


empieza a latir con fuerza, las palmas me sudan
mientras abro el correo.

De: Andrew Henderson <>

Fecha: 3 de octubre de 2018 16:03

Asunto: Reunión

Para: Julliet Collins <>

Buenas tardes Srta. Collins,

Me gustaría reunirme con usted en la siguiente


dirección que le adjunto. Confírmeme si le va bien
vernos hoy a las 18.00h.

Un cordial saludo.

Rápidamente respondo a su correo aceptando su


propuesta, busco la ubicación que ha enviado en el
teléfono y veo que se trata de un domicilio particular.

¿Es su casa?
37. Stronger
"Set me on fire
Set me on, set me on fire" 
Si pensaba que la casa de Kaden era increíble la casa del
Sr. Henderson le da mil vueltas, no tiene la playa
enfrente, lo que le resta puntos, pero aún así es una
pasada.

Estoy practicamente boquiabierta mientras pico al


timbre exterior, supongo que debe tener bastante
dinero alguien que tiene varios clubs por el país y es un
exitoso catedrático y abogado.

—¿Sí?—contesta la voz del Sr. Henderson a través del


altavoz.

—Soy Julliet—digo sintiéndome intimidada.

La valla se empieza a abrir de forma automática y


conduzco por el interior de la finca, hay amplios jardines
verdes y una gran fuente de agua, es todo muy lujoso.

Cuando bajo del coche veo que el Sr. Henderson está en


la puerta de la casa con las manos metidas en los
bolsillos.

Tiene los primeros botones de su camisa desabrochados


y las mangas arremangadas, está tan atractivo que me
deja sin aliento unos segundos.

—¿Ese coche no es suyo, cierto?—pregunta cuando me


acerco a él.

Niego con la cabeza.


—Ya veo que no se está tomando enserio mi consejo.
Sobretodo si ahora conduce su vehículo.

—Están reparando el mío.

El Sr. Henderson aprieta la mandíbula, parece


sumamente cabreado. Se hace a un lado para que pase y
cuando entre lo sigo hasta un estudio.

Se sienta en su escritorio y me señala la silla de enfrente,


me da la sensación de que estamos en la universidad.

—¿Me mintió Srta. Collins?

Muerdo mi labio.

—No quería decirle que era yo, se que fue una estupidez
pero...

—No hablo de eso—me interrumpe levantando la mano


—El golpe que tenía en la cara el primer día de clase, ¿se
lo hizo él? ¿Su ex-prometido?

—No, él nunca me había puesto la mano encima.

—Necesito que sea cien por cien sincera conmigo si


quiere que lleve su caso.

—Lo estoy siendo—le aseguro con rapidez.


El Sr. Henderson repiquetea el bolígrafo el mesa
mientras me mira.

—Está bien, la creo. Háblame de la relación que


mantenía con su ex-prometido, no omita detalles, quiero
que me explique todo lo que pueda y recuerde.

—¿Eso significa que va a tomar mi caso?

Que tome el caso y te tome a ti también.

—Por supuesto.

Suelto el aire que estaba conteniendo y me relajo en la


silla.

El Sr. Henderson se inclina buscando algo en su


escritorio, cierra un cajón y coloca una grabadora encima
de la mesa.

—Si le parece bien procederemos a grabar las sesiones,


quiero dejar constancia de todas y cada una de las
palabras que declare.

—Me parece bien ¿entonces nos veremos de nuevo?

—Me gustaría que realizáramos mínimo una sesión o


dos semanal, quiero que me informe de todo, por muy
insignificante que a usted le parezca.
—Esta bien.

El Sr. Henderson coloca los codos en el escritorio y


entrelaza sus dedos, me escudriña con la mirada.

—¿Cuando empezó su relación con el Sr. Nathaniel?

—En el instituto, yo era una estudiante de primer año y


Nate era de último curso.

—¿Era la primera vez que lo conocía?

Esto ya lo sabe, le he explicado muchas cosas en el


correo, pero entiendo que quiere tener toda la
información en las grabaciones.

—No, lo conozco de toda la vida, nuestros padres


estudiaron juntos en la universidad y fueron amigos toda
la vida. Lo veía en algunas fiestas o cumpleaños cada
año.

—¿Y eran amigos? ¿Que tipo de relación tenían?

—Nos llevábamos bien pero tampoco éramos amigos,


supongo que él me consideraba pequeña o...no sé,
nunca se interesó mucho por mí hasta el instituto.

—¿Fue él el que inició la relación?


—Sí, me pidió salir la segunda semana de curso.

—¿Y usted aceptó, cierto?

—Era un sueño adolescente hecho realidad, Nate era


muy popular, todo el mundo lo adoraba, me sentía muy
afortunada porque se fijara en mí.

—¿Y sus padres? ¿Se alegraron de la noticia?

Resoplo.

—Por supuesto, nuestras madres planeaban nuestra


boda desde el día en que nací. Siempre me hablaban de
lo genial que era Nate por esto y por lo otro.

—¿Entonces de algún modo se sentía condicionada a


establecer una relación con él? ¿Tal vez quería complacer
a sus padres? ¿Popularidad?

—No lo voy a negar que todo eso fue un factor


determinante para empezar una relación con él, pero no
fue solo eso, él me gustaba. Era muy atento y
encantador.

El Sr. Henderson entrecierra los ojos.

—¿Y fue siempre así? ¿Hasta el último día en que


mantuvieron la relación?
Asiento.

—Necesito que verbalice sus respuestas Srta. Collins.

Sacudo la cabeza y me disculpo.

—Sí, siempre fue así.

—¿Nunca detectó conductas controladoras o posesivas?


¿Alguna vez le presionó a hacer algo que usted no
quisiera?

Me quedo en silencio unos segundos repasando los


últimos años de mi vida.

—No lo sé.

—Piénselo bien Srta. Collins.

—Bueno...no le gustaba algún tipo de ropa que tenía.

—¿Se lo dijo explícitamente alguna vez?

—Sí, decía que no me hacía falta vestir de forma


provocadora, que ya tenía pareja.

Los dedos del Sr. Henderson se clavan con más fuerza


en sus manos.

—¿La controlaba?
—Bueno, le gustaba saber donde estaba, pero no lo
hacía en ese sentido creo, simplemente quería saber que
estaba bien. Eso decía.

Entrecierra sus ojos con mi respuesta.

—Volvamos al punto inicial, háblame del inicio de su


relación. ¿Como fue? ¿A donde la llevó?

—Fuimos a ver un partido de beisbol, Nate es un gran


aficionado a ese deporte.

—¿De que hablaron? ¿Se divirtió aquella noche?

—No lo recuerdo muy bien, estaba un poco nerviosa.

—¿En algún momento la hizo sentir incomoda?

—No, fue muy caballeroso.

—¿Y tras esa primera cita iniciaron su relación?

—Sí. Mis padres estaban eufóricos, no me pusieron


toque de queda para verlo, tenía libertad absoluta con
él.

—¿Cree que de algún modo la coaccionaban para que


estuviera con él?
No me gusta la forma en la que está reconduciendo las
preguntas, quiero dejar a mis padres al margen.

—No lo creo, simplemente sabían que él me hacía feliz.

—¿La hacía feliz?

—Claro.

—¿Está segura de eso Srta. Collins?

—Bueno, no era feliz todo el tiempo, es imposible


estarlo, como cualquier otra pareja tuvimos nuestras
discusiones y altibajos.

—¿Cuanto duró la burbuja de felicidad? ¿Cuando


tuvieron la primer discusión?

Lo pienso y cuanto más lo pienso peor me siento.

—La primera semana.

—¿La primera semana de la relación?

Me remuevo incómoda en el asiento.

—Sí.

—¿Por que discutieron?


Desvío la mirada, se siente muy privado hablar de esto.

—Porque no quería acostarme con él, yo era virgen y no


me sentía preparada para...

—¿La presionó entonces?

—No, fue una pequeña discusión, se disculpó y dijo que


esperaría lo que hiciera falta, que merecía la pena
esperar por mí.

En ese momento recuerdo que pensé que era algo super


romántico, ahora la idea me está dando nauseas.

—¿Y lo hizo? ¿Esperó?

—Claro.

—¿No insistió en otra ocasión?

—Bueno, él tenía dieciocho años, es normal que un chico


de su edad quiera tener sexo con su novia ¿no?

—Estamos hablando de usted Srta. Collins, pero si me lo


pregunta directamente la respuesta es no. Si usted no
quería él debía tenerlo muy claro y no insistir de nuevo.

Me encojo en mi asiento, cada vez me siento más


estúpida.
—Bueno, no es que fuera agresivo ni nada, solo se
molestaba un poco.

—¿Como fue su primera vez? ¿Como eran las relaciones


sexuales que mantenía con él?

—¿Tenemos que hablar de esto?—pregunto sintiéndome


mortificada.

—Como ya le he dicho deseo conocer todo detalle con


exactitud.

Mordisqueo mis uñas con nerviosismo.

—Pues...nos acostamos por primera vez a los tres meses


de iniciar la relación.

—¿Usted tenía dieciséis años y él dieciocho, cierto?

—Sí. Era la fiesta de uno de sus amigos y me invitó a ir


con él.

—¿En esa fiesta eran todos mayores de edad?

—No, aunque yo era de las más pequeñas. Era casi todo


gente de último año.

—¿Qué paso en esa fiesta? ¿Bebió?


—Claro, era una fiesta—respondo como si fuera lo más
lógico del mundo.

El Sr. Henderson entrecierra los ojos.

—¿Que bebió?

—No lo recuerdo exactamente, me lo dio Nathan, fue la


primera vez que me emborraché.

—¿Entonces no tiene recuerdos claro de su primera vez?

—Bueno...—mis pies se mueven golpeando el suelo de


forma repetitiva—Tengo algunos recuerdo vagos.

La mandíbula del Sr. Henderson se aprieta visiblemente.

—¿Y a raíz de ahí empezaron a mantener una relación


física?

—Sí.

—¿Le obligaba a hacer cosas que le hacían sentir


incomoda durante las relaciones sexuales?

Suena tan profesional todo el tiempo, me cuesta creer


que es el mismo tipo que estuvo azotando a la mujer
esa.
—No, eran muy...—mis mejillas se tiene de rojo—
Nuestras relaciones sexuales eran muy básicas.

Muy aburridas. Normalmente poco placenteras.

—¿A que se refiere cuando dice que eran básicas?

Pues que no tenía ni idea de lo bueno Grey Supremo.

—Me refiero a que siempre eran lo mismo, solo le


gustaba una posición, siempre quería estar ehm...arriba,
decía que le gustaba mirarme a la cara cuando...

Muerdo mi labio, se siente demasiado hablar de esto. Y


no es nada agradable.

—¿Cuando?

—Cuando se corría.

—¿Entonces se podría decir que siempre la sometía en la


cama?

Quiero cavar una agujero en la tierra meterme en el y no


salir de allí nunca más.

—Bueno, supongo...Alguna vez me dejo esto...estar


arriba, pero...

El Sr. Henderson alza las cejas.


—¿No la obligó nunca a hacer nada que no quisiera, no?

—Referente a nuestra vida sexual no.

—¿En algún otro ambito sí?

—No le gustaba que bailara, el también quería que


estudiara derecho, cuando tuve la gran discusión con
mis padres antes del accidente él se puso del lado de
ellos.

Una alarma empieza a sonar interrumpiéndonos.

El Sr. Henderson extiende la mano y apaga la grabadora.

—Se ha acabado el tiempo Srta. Collins, me gustaría


tener otra reunión con usted esta semana. ¿Tiene
preferencia por algún día en concreto? ¿El viernes le va
bien?

—¿Antes de ir a Mala?

Aprieta los labios y asiente.

—Sí, me va bien—respondo.

—Estupendo.
Sale por una puerta diferente esta vez, lo sigo y me
quedo boquiabierta cuando veo la zona exterior, tiene
una maldita piscina infinita.

—¡Es increíble!—exclamo asombrada acercándome.

—Srta. Collins tenga cuidado, hay un desnivel en...

Ploff.

Caigo al agua y de repente me doy cuenta de que es


mucho más profunda de lo que parece, intento mover
los brazos como puedo pero no soy una buena
nadadora.

Trago un poco de agua y toso mientras me continuo


hundiendo, debo estar haciendo el ridículo de forma
profesional.

Escucho un fuerte sonido y el agua se ondea a mi


alrededor con más intensidad, de repente siento unos
fuertes brazos rodeándome. Toso de nuevo e intento
meter un poco de aire en mis pulmones.

—¿No sabe nadar?—me pregunta confuso mientras me


lleva al borde la piscina.
Las gotitas caen por su frente y me cuesta concentrarme
en la pregunta que me acaba de hacer.

—No muy bien—respondo.

En ese momento soy consciente de la cercanía de


nuestros cuerpos, mi piernas se han enroscado al
rededor de su cintura cuando me ha cogido entre sus
brazos y empiezo a notar un calor interno muy
agradable.

Muerdo mi labio y los latidos de mi corazón empiezan a


alterarse.

Estar rodeada de hombres tan atractivos va acabar


provocándome problemas cardíacos.

—¿Se encuentra bien?—pregunta con esa voz grave que


derrite mi interior.

—Sí—murmuro, no puedo evitar mirar su labios,


parecen estar llamándome.

—Julliet no mires de ese modo—gruñe por lo bajo.

Julliet.

HA DICHO JULLIET.
—¿Por qué?—pregunto cautivada por la tensión del
momento.

Sus ojos se deslizan a mis labios y su mirada se oscurece.

—Porque...—estrella sus labios contra los míos y me


deshago en sus brazos.

Mis brazos rodean su cuello y profundizo el beso,


nuestros labios están mojados por el agua y se deslizan
con facilidad y fiereza.

Cuando nuestras lenguas se rozan gimo en su boca y me


aparta de golpe.

Sus manos se colocan en mi cintura y me alza


sentándome en el borde de la piscina. Se impulsa y
cuando sale practicamente babeo, la camiseta blanca se
pega totalmente a su cuerpo y puedo vislumbrar la obra
de arte que hay debajo.

Sacude la cabeza esparciendo gotitas de agua por todos


lados y creo que en cualquier momento me voy a
desmayar por el efecto que causa en mí.

¿Donde están las cámaras con efecto lento cuando hacen


falta?
Está completamente tenso, todo él, sus pantalones
también.

—¿Quiere que le preste algo de ropa seca y coloque lo


que lleva en la secadora?

Y ya hemos vuelto al usted. Maldito profesor caliente.

Rehusa mi mirada y eso me vuelve loca.

—Sí.

Empiezo a dirigir mis manos al final de mi blusa pero


detiene mis manos.

—No se desnude, le daré ropa y se puede cambiar en el


baño.

Modo Juls seductor activado.

—No es nada que no haya visto antes profesor—


murmuro coqueta jugando con los botones de la blusa.

Niega la cabeza y entra al interior de la casa, resoplo de


forma infantil y lo sigo. Vamos dejando un camino de
huellas hasta una de las habitaciones de la planta
superior, esta casa es demasiado grande.
Entra a la habitación y abre una puerta corrediza, tiene
un vestidor increíble detrás de esa puerta.

Que envidia.

El Sr. Henderson saca una camisa y me la lanza.

—Mis pantalones no le servirán pero la camiseta es lo


suficientemente larga para cubrirla.

Asiento mientras muerdo mi labio.

—En el armario del baño encontrará las toallas, séquese


y deme su ropa mojada para poder ponerla en la
secadora.

—¿El baño?

Me señala una puerta de las que hay en la habitación y


me dirijo a ella.

Su baño es tan increíble como el resto de la casa, tiene


un maldito jacuzzi en él. ¿Quién es tan rico para tener un
jacuzzi en el baño de la habitación?

Maldita pobreza.

Quitarme los jeans mojados es un trabajo arduo, una vez


lo logro doblo toda la ropa húmeda en una pila y me
seco con una de las toallas. Me coloco la camisa del Sr.
Henderson y efectivamente me llega hasta las rodillas.

Cuando salgo y lo veo tengo que parpadear un par de


veces, no puede ser real, es demasiado sexy para ser
real. Está colocando una camisa seca por su torso
desnudo y ya se ha cambiado de pantalones.

Humedezco mis labios que se han quedado


completamente secos por la imagen y camino hasta él.

—Aquí está—digo mostrándole mi ropa mojada.

—Venga conmigo.

Donde quiera Grey supremo.

Bajamos la escalera y caminamos por la enorme casa, no


se si esto se considera mansión, ¿a partir de cuantos
metros cuadrados es una mansión? Creo que para esta
casa hace falta un mapa, así que sí debe entrar en la
condición de mansión.

Entramos al cuarto de la lavadoras y cuando coge mi


ropa nuestras manos se rozan enviando corrientes
eléctricas por mi cuerpo.

—En una hora estará lista—comenta agachándose para


colocar el interior de la secadora.
Disfruto unos segundos de la vista de ese maravilloso
trasero inclinado, cuando se incorpora desvío la mirada
rápidamente.

—¿Y se le ocurre algo que podamos hacer para matar el


tiempo?—pregunto con tono seductor mientras me
acerco lentamente.

—Srta. Collins...

—No, llámame Julliet, Andrew—le pido mientras


desabrocho los primeros botones de su camisa.

—Para.

—¿Por qué?—pregunto inclinando mi cabeza—¿Te da


miedo no poder controlarte como en el pasillo de Mala?
¿O como en la piscina?—sus ojos se van oscureciendo—
¿O como en el ascensor?

Sonrío coquetamente diciendo lo último.

—¿Por que me haces esto?—pregunta torturado


mirando la apertura de mi camiseta.

—Porque no puedo evitar desearte.

Cuando estoy delante de él veo como traga con fuerza.


—No puedo.

Acaricio su brazo con mis dedos y cuando llego hasta su


mano la cojo y la guío hasta uno de mis pechos
expuestos.

—Claro que puedes Andrew.

Gruñe por lo bajo y lo siguiente que noto es como me


alza haciéndome rodear su cintura con mis piernas. Nos
besamos de forma frenética y siento fuego por todas
partes.

Eso es lo que provoca en mí, el deseo es tan intenso que


quema en mi piel, como si prendiera fuego a cada parte
de mi cuerpo.

Me coloca encima de la lavadora y sus manos hacen


saltar los pocos botones que quedaban atados de mi/su
camisa.

Sus ojos recorren cada centímetro de mi piel y el aliento


se queda atascado en mi garganta.

—Eres mi perdición—murmura por lo bajo antes de


volver a besarme con intensidad.

Mis manos se mueven por su pecho y me voy


deshaciendo de los botones. Tiro de su camiseta y me
deleito de la sensación de recorrer su torso con la yema
de mis dedos.

Se aparta y continua el recorrido de besos en sentido


descendiente, acaricia mi piel con sus labios,
haciéndome estremecer. Es tan placentero que cierro
mis ojos.

Cuando siento su aliento en el interior de mis muslos


abro los ojos de golpe, su mirada se alza y se mantiene
clavada en la mía mientras besa ese punto que se
encuentra entre mis piernas.

Siento su lengua por todos lados lo que me hace gemir


audiblemente.

Uno de sus largos dedos se introduce en mi interior y


mis caderas se mueven, la secadora se sacude con
fuerza debajo de mí.

El Sr. Henderson continua besándome ahí con su


habilidosa lengua, mi cadera ha encontrado un ritmo
propio. Enredo mis manos en su pelo mientras me dejo
ir en su boca.

Cuando se incorpora lame sus labios brillantes y muerdo


mi labio ante la imagen.
Mis manos se mueven de forma frenética hacía la
cremallera de su pantalón, la desabrocho y lo bajo de un
tirón, su erección se alza firme y la rodeo con mi mano.

Me mira expectante, como si esperara que realizara yo el


siguiente movimiento, paso una por su trasero y lo
empujo más cerca de mí, introduzco su erección en mi
interior y gimo por la sensación de plenitud que me
proporciona.

Sus manos acarician mi espalda y cuando bajan agarra


mi culo con fuerza, aprieta sus dedos tan fuerte que
estoy segura de que me dejarán marca.

Empieza a moverse con fuerza y mi cabeza se inclina


hacía atrás, es increíble. Él es increíble.

Se agacha y mete uno de mis pechos en su boca, siento


como humedece mi pezón antes de tirar de él. Me vuelve
loca en el sentido más placentero de la cordura.

Mis uñas se arrastran por su espalda, nos movemos de


forma violenta y apasionada.

No se cuanto rato estamos así pero me hace llegar un


par de veces antes de vaciarse encima de mí.

Recoge la camiseta que ha destrozado y me limpia con


ella.
—Tu ropa ya está seca—murmura, su voz suena un poco
entrecortada.

Me bajo de la secadora y me quedo en pie, empiezo a


vestirme con mi ropa, la cual está bastante caliente y
mientras tanto el Sr. Henderson se coloca sus
pantalones.

—¿Entonces el viernes a la misma hora que hoy?—


intento sonar lo más casual posible.

—Sí.

—Perfecto. Hasta el viernes, ya sé donde está la puerta—


le respondo saliendo rápidamente de allí.

Cuando estoy llegando a la salida uno de los cuadros


que hay en la entrada llama mi atención, en el sale la
chica de la foto de la guantera de Kaden apoyada en el
pecho de Kaden, a su lado hay otra pareja, es una
versión más joven del Sr. Henderson junto a una chica
guapísima.

Así que él también la conoce.


38. Love Lies
"Are you into me?
When it feels so good, but it's bad for you
Can't say I don't want it 'cause I know I do"
Le he escrito un mensaje a Lexie diciéndole que hoy no
podré ir a verla pero que le explicaré todo en cuanto la
vea.

Mis piernas todavía tiemblan de pensar en lo que acabo


de hacer.

¿Por qué no puedo controlarme cerca de Andrew? ¿Qué


tiene que me hace actuar de ese modo?
Estoy conduciendo de vuelta al piso de Devan cuando mi
móvil empieza a sonar, pongo el manos libres y atiendo
la llamada de Kaden con un nudo en el estómago.

—¿Sí?

—¿Qué pasa Julliet?—por su tono de voz suena


ligeramente irritado.

—¿Qué pasa de qué?

—¿Me estás evitando? ¿Por qué te fuiste ayer de ese


modo?

—No te estoy evitando—miento.

Kaden se ríe de forma sarcástica.

—¿Que pasó con la cuarta norma? ¿Ya no somos


sinceros el uno con el otro?

Es mi turno de reírme con sarcasmo.

—¿Ahora te interesan las normas Kaden? Debe ser la


primera vez...

—¿A qué te refieres?—inquiere.

—No creo que debamos hablar esto por teléfono...—


murmuro.
—Ven a mi casa entonces y lo hablamos, o ya voy yo a la
tuya.

—¡No! Yo...no estoy en mi casa—respondo intentando


ocultar el nerviosismo de mi voz.

—Bueno ¿a qué hora llegas, entonces?

Muerdo mi labio con fuerza.

—No iré a mi casa esta noche Kaden.

Se forma un silencio que se prolonga varios segundos, se


sienten como una eternidad para mí.

—¿Íbamos a ser prioridad el uno para el otro, no? Quinta


norma.

Malditas normas.

Maldito Kaden.

—Kaden no creo que...

La sombra de una figura repentina en la carretera me


hace dar un volantazo y pierdo el control del coche
varios segundos mientras este da vueltas.
Las ruedas chirrían con fuerza cuando intento enderezar
el volante, mi cabeza da vueltas y mi cuerpo tiembla por
la adrenalina del momento.

—¡¿Julliet?!—pregunta Kaden completamente alterado.

Mi pecho sube y baja con rapidez, estoy hiperventilando.

—¡¿Julliet?! ¡¿Estás bien?!—insiste con preocupación.

—E-estoy bien—digo sacudiendo la cabeza.

—¿Estás conduciendo mientras hablas conmigo?

—Sí, pero estás en manos libres...

—¿Qué ha pasado?

—Creo que...creo que había un animal en la carretera.

—¿Un animal?—pregunta extrañado—¿Estás por las


afueras de la ciudad?

—Sí.

Mierda.

¿Sabrá donde vive el Sr. Henderson?

—Me gustaría verte esta noche Julliet.


Como cada noche ¿no Papi Grey?

—No puedo Kaden, mañana tengo el primer examen de


la universidad y...

—Solo un rato, no te quedes a dormir si no quieres.

Lo que se traduce en que me quede el tiempo de follar.

—Debo repasar para el e...

—Jus, por favor, quiero verte.

Aprieto los dedos con fuerza en el volante y debato


interiormente que hacer.

—¿Te va bien si estoy allí en veinte minutos?—pregunto


mascullando.

—Sí, por supuesto.

—Bien, nos vemos entonces.

—Hasta ahora.

Cuando la llamada se acaba tengo ganas de gritar.

¿Qué estoy haciendo? ¿No tengo fuerza de voluntad


cuando se trata de este hombre?
Obvio que no, es Papi Grey.

No creo que sea lo más sensato verlo después de haber


estado con el Sr. Henderson, sin embargo estoy
conduciendo hasta su casa.

¿Qué está mal conmigo?

La ninfómana insaciable de mi interior está


practicamente bailando alegremente al saber que voy a
ver a Kaden.

Sexo con Kaden, sexo con Kaden, sexo con Kaden.

Mi cabeza está llena de pensamientos obscenos y al


mismo tiempo no para de repetir el momento de Kaden
dormido diciendo te quiero. Lo que en parte me
atemoriza.

Cuando aparco delante de su casa se siente como si


fuera mi última oportunidad de dar media vuelta y
alejarme de él.

Bajo del coche y cierro la puerta con más fuerza de la


necesaria.

¿Qué debo hacer?


Antes de ser consciente de mis acciones estoy llamando
a su timbre.

Kaden aparece al cabo de pocos segundos, para mi


tortura personal va vestido únicamente con un pantalón
corto de ejercicio y tiene una toalla al rededor del cuello.

Papi Grey ejercitándose sin nosotras, que decepción.

—Pensaba que tardarías más en llegar, iba a meterme


en la ducha ahora—comenta secándose con la toalla el
sudor de la frente.

—He dicho que estaba en veinte minutos ¿no?

—Y han pasado diez—responde Kaden mirando su reloj


tecnológico.

—Bueno...dúchate, puedo esperar.

Paso por su lado y me siento en el sofá de su salón, miro


mi teléfono aburrida mientras escucho como camina
hasta su baño.

Cuando oigo el sonido de la ducha mi imaginación se


enciende sola. Tengo una visión muy clara de ese cuerpo
espectacular bajo el agua, mis pezones se tensan contra
mi blusa y empiezo a tener calor.
Actúo de forma inconsciente, únicamente guiada por la
locura sexual que parece gobernar mi vida últimamente.
Me levanto y empiezo a dejar caer prendas de ropa por
toda la casa hasta su baño, como si fuera dejando un
rastro de mi ropa detrás de mí.

Kaden tiene las manos recostadas contra la pared de la


ducha y la cabeza inclinada, no se percata de mi
presencia hasta que presiono mi cuerpo contra su
espalda y le rodeo con mis brazos su cintura.

Su cuerpo se tensa unos segundos hasta que se gira y


me ve. Me mira con una mirada indescifrable y me
presiona contra la pared, enjaulándome con su cuerpo,
mientras su boca busca la mía en un beso frenético y
cargado de deseo.

No hacen falta palabras entre nosotros, porque nuestro


cuerpos se entienden a la perfección sin la necesidad de
ellas.

El agua cae haciendo que nuestras pieles resbalen con


facilidad, me pongo de puntillas entrelazando mis dedos
en su pelo húmedo y tiro de el.
Debería parar esto, ni siquiera debería estar aquí, pero
una fuerza mayor me sigue atrayendo a Kaden, una y
otra vez.

La fuerza del puterío.

Kaden continua besándome a lo largo de mi clavícula y


cuando llega a mi cuello siento unos pequeños mordisco
que estremecen mi piel. Cierro los ojos absorbiendo el
momento, sus manos recorren la parte inferior de mi
espalda y continuan bajando hasta que agarra con
fuerza mi trasero.

Una de sus manos continua bajando por la parte trasera


de mi muslo, coge mi pierna y me hace rodearle la
cintura con ella, puedo sentir lo mucho que me desea
cuando nuestras intimidades quedan completamente
pegadas.

Engancha mi otra pierna alrededor de su cintura y me


mantiene completamente alzada mientras se desliza en
mi interior de una estacada. Me asombra la capacidad
física de Kaden, está aguantando todo mi peso con su
brazos.

Pequeños gemidos se escapan de mi boca provocados


por sus duras y fuertes embestidas.
—Eres tan malditamente ardiente nena—gruñe mientras
continua entrando y saliendo de mi interior.

Continua un rato así hasta que baja mis piernas al suelo,


con un movimiento brusco me voltea y pega mis pechos
y mi cara contra el cristal de la ducha. Inclina mis caderas
y me toma desde atrás, pasa su mano por mi cabeza,
acariciándome, coge mi pelo con su mano y tira
fuertemente de él.

Me encanta lo salvaje que es, me enciende de muy mala


manera.

Su otra mano agarra con fuerza mi trasero mientras


continua enterrándose con fuerza en mi interior.

Mis dedos se curvan cuando siento como se acumula esa


maravillosa tensión en la parte inferior de mi vientre,
grito y cierro los ojos mientras me vengo a su alrededor.

Kaden aumenta la velocidad de sus embestidas hasta


que puedo sentir su palpitante erección dejándose ir en
mi interior.

Cuando sale alcanza la regadera y pasa agua entre mis


piernas, limpiando el estropicio que acaba de generar en
ellas, miro la cara de concentración que tiene y siento
mil cosas a la vez.
—Esto es lo único que quiero—murmuro separándome
de él.

—¿Sexo en la ducha?—pregunta con confusión.

—Sexo. Nada más.

—Creí que eso estaba aclarado ya.

Salgo de la ducha y cojo una toalla para rodear mi


cuerpo con ella.

—¿Estás seguro de eso?

—¿Por qué me hablas en clave todo el tiempo?

—No te hablo en clave es que....—intento decir mientras


seco mi cuerpo.

—¿Es que qué? No te andes con rodeos Julliet, sé clara—


me exige mientras sale de la ducha y se coloca una toalla
alrededor de la cintura.

¿Es una locura que vuelva a desearle de nuevo? ¿No se


cansa mi lado pervertido nunca o qué?

No amiga, lo siento.

—¿Sigues utilizando tu apartamento de...ya sabes?—


pregunto sacando el tema.
—¿Mi apartamento de ya sé?—me dice divertido
mientras seca su cabeza con otra toalla.

—Sí, donde nos acostamos las primeras veces...

—¿Realmente quieres hablar de esto?—una sonrisa


socarrona aparece en sus labios.

Asiento, me quito la toalla y la cuelgo en la pared.

Sus ojos se distraen unos segundos en mi cuerpo


desnudo y cuando fija su mirada en mi cara me da la
sensación de que se han oscurecido.

—Sí, lo sigo utilizando—responde con indiferencia.

—¿Entonces no vas a dejar el alquiler?

Su ceño se frunce con mi pregunta.

—No, ¿qué te hace pensar eso?

Vale...¿cómo se lo explico?

—Entonces sigues manteniendo activa tu


vida...ehm...sexual aparte de mí ¿no?

—¿Porqué iba a dejarla exactamente?


No se si su respuesta me molesta o me alivia. Estoy tan
confundida ahora mismo.

—Está bien.

—¿Era eso lo que te molestaba? ¿Te pensabas que eres


exclusiva para mí?

Mis labios se curvan en una mueca.

—No, yo...—miento, sí, por unas horas había llegado a


creer que había cambiado.—Solo me da la sensación de
que a veces me tratas de forma...uhmm...

No sé como decirlo sin sonar estúpida.

—Eres especial para mí Juls, pero eso no cambia nada.

Su respuesta me hace sentir emociones tan


contradictorias, pero así es Kaden, la personificación de
la contrariedad.

—Todo aclarado entonces—contesto buscando mi ropa


por el suelo.

—¿Seguro?—pregunta siguiéndome por su casa.

—Sí—respondo colocándome la ropa interior.


—¿Por qué me da la sensación de que eso no es todo?—
pregunta entrecerrado sus ojos con astucia.

Me encojo de hombros haciéndome la indiferente.

—Juls—insiste.

Vale, no puedo más, él quiere saber y me está


presionando.

—¿Quién es Bonnie?—pregunto mirándolo fijamente.

Se congela unos instantes y parece ausente.

—¿Donde has escuchado ese nombre?—pregunta un


poco tenso.

—Lo dijiste dormido.

Kaden se pasa la mano por el pelo y camina hacía su


cuarto ignorándome por completo.

—¿Kaden?

Ha dejado caer la toalla y está buscando algo de ropa en


su armario, ya no recuerdo ni de que estábamos
hablando.
Observo como buena pervertida que soy como se viste,
cuando se voltea para verme tiene esa cara de
ignorancia que tanto me molesta.

—No vuelvas a preguntarme sobre ella.

—¿Por qué?

—Porque no es algo que te incumba—dice con frialdad.

Sus palabras me duelen más de lo que me gustaría


admitir.

—Pero...

—No Julliet, es un tema vetado ¿queda claro?—suena


completamente irritado.

Maldito Kaden.

—Como el agua—resoplo molesta por su actitud.

—Estupendo.

—Genial, pues ya me voy.

—¿Qué?—pregunta confundido.

—Que me voy, adiós.


Su frente se arruga, como si no entendiera mi actitud.

—Puedes quedarte, ya lo hemos hablado otras veces,


pensaba que ya no huíamos después de follar.

—Me has aclarado todas las dudas que tenía y tengo que
estudiar, así que adiós Kaden.

Todas las que has querido responder.

Maldito Kaden.

Empiezo a caminar dando zancadas hasta su puerta,


pero su brazo me atrapa y me impide salir.

—Espera—demanda.

—¿Qué?

—¿Cómo está tu amiga?

—Está...bien—bueno, más o menos, pero no quiero


entrar en detalles ahora.

—¿Y de tu coche? ¿Ya sabes algo?

—El viernes lo tendrán listo.

—No hagas esto Julliet—responde.


—¿Hacer el qué?

—No te enfades conmigo.

—No estoy enfadada.

—No tiene sentido que lo hagas, tu tampoco me lo


explicas todo—señala.

—Que no estoy enfadada—repito.

Me suelta y lo miro, no lo entiendo en absoluto, empiezo


a pensar que es cierto lo que que dijo el Sr. Henderson
sobre que Kaden era complejo.

—Ya nos veremos—le digo.

—Adiós.

Se siente más fría esta despedida que la de la primera


noche que nos acostamos, y eso que ni me acompañó a
la puerta.

Cuando me subo a su maldito coche dejo caer mi cabeza


dramáticamente en el volante.

¿Que me pasa con Kaden? ¿Porque parece todo tan


complicado cuando en realidad debe ser bastante
sencillo?
Conduzco distraída en mis pensamientos, creo
vislumbrar la figura de Nathan caminando por la calle, lo
miro un milisegundo y me doy cuenta de que no es él,
solo es alguien que se le parece, cuando vuelvo a mirar a
la carretera freno bruscamente, el tipo al que casi
atropello parece estar asesinándome con la mirada.

Es bastante alto e intimidante. Parece capaz de matar a


alguien simplemente chasqueando sus dedos.

Tiene espaldas anchas bien trabajadas y su pelo es tan


negro como el carbón, sino fuera porque parece querer
arrancarme los ojos me parecería bastante sexy.

Camina enfadado hasta mi puerta y golpea el cristal.

—¿A ti no te han explicado en la autoescuela que los


viandantes no son un objetivo de atropello?—masculla
cuando bajo la ventanilla.

—Lo siento muchísimo, nunca me había distraído de


este modo, de verdad que lo siento—me disculpo con
nerviosismo.

—A ver si lo adivino...¿Estabas mirando el móvil? Los


jóvenes sois tan imprudentes con la conducción y la
tecnología—se queja irritado.
—Blake, ya se ha disculpado, deja a la chica—dice una
voz femenina.

Una chica rubia guapísima se aproxima a su lado, la


chica lleva en brazos una niña pequeña de unos tres
años.

Él entrecierra sus ojos y me disculpo de nuevo.

—Ves con cuidado—me advierte.

—Lo haré, lo siento.

—Da gracias a que no me has atropellado para sentirlo


de verdad—resopla.

—Disculpa su genio, en realidad es buena persona—lo


justifica la chica.

—No, no, es normal que esté enfadado, no debería


haberme distraído. De verdad que lo siento uhm Blake—
digo.

Él asiente no muy convencido.

—Esto...adiós—murmuro.
—Adiós—responde la chica rubia, la niña pequeña
observa a su madre e imita su gesto diciéndome adiós
también.

—¿Has visto? Dana es más educada que tu con solo dos


años y medio—le dice la chica rubia al tal Blake, es lo
último que logro escuchar.

Cuando llego al piso de Devan él ya ha preparado la


cena.

—¿Como está Lex?—le pregunto sentándome en la mesa


junto a él.

—Tu amiga es un dolor de cabeza Ángel, no hace caso de


nada de lo que decimos.

Me rio porque es algo totalmente Lexie, en el


psiquiátrico tenía loco a todo el personal, nunca mejor
dicho.

—¿Ya hay fecha para la intervención?

—Seguramente será la semana que viene, no pueden


dejar pasar mucho tiempo.

Me quedo en silencio pensando en que debe sentir Lex,


seguramente la idea le aterre.
—¿Como ha ido la reunión con nuestro dominante
favorito?

Me sonrojo pensando en lo que hemos hecho encima de


su secadora.

—Oh dios mío ¡te lo has follado!—exclama señalándome


con el dedo.

—¿Qué?

—Mi Ángel es un diablillo encubierto—dice divertido.

—Yo...

—¿No lo irás a negar, no?

—Devan no...

El timbre de su apartamento suena y lo miro extrañada.


Devan se queda pensativo unos segundos y hace una
mueca.

—Mierda, con todo el tema de que te mudaras aquí no


me he acordado de decirle a Sam que no viniera.

—¿Sam?

—Sí, es una amiga que viene los miércoles a...—una


sonrisa perversa aparece en sus labios—jugar al Twister.
—No tienes que cancelar nada Devan, no cambies lo que
sea que hagas por mí.

—Solo quiero que no te sientas incomoda, este es tu


hogar provisional—me dice con ese tono de calidez que
me encanta de él.

—No me sentiré incomoda.

—¿Estás segura? Ahora que lo pienso....siempre puedes


unirte a nosotros.

—¿Qué?

—Que puedes jugar con nosotros.

—¿Al Twister?

Devan asiente, un brillo de perversión adorna sus ojos.

—Y a lo que quieras Ángel—su tono promete muchas


más cosas en silencio.

Debería estudiar, pero creo que estoy dispuesta a jugar a


lo que sea que me ofrezca Devan esta noche.
39. Lost The Game
"Lost the game, lost the game
The game, the game"
Devan abre la puerta de su departamento y aparece una
chica morena con una mirada felina, debe tener más o
menos nuestra edad y se la ve muy segura de sí misma.
—Devan—le dice sonriente dándole dos besos en cada
mejilla. Cuando alza la vista y me ve su sonrisa se
ensancha.—Hola—me dice.

Me pongo en pie con un poco de nerviosismo y me


acerco a ellos.

—Hola—le respondo con una sonrisa educada.

—Ella es Julliet, Sam—me presenta Devan—Julliet, esta


es Sam, es una ex-trabajadora de Mala.

Sam se acerca y me da dos besos, me quedo un poco


sorprendida por la confianza.

—Encantada de conocerte Julliet—murmura cerca de mi


oído.

Mi piel se eriza, tiene uno de esos tonos de voz


electrizantes.

—I-igualmente—tartamudeo un poco sintiéndome


intimidada.

Devan deja caer su brazo en mis hombros de forma


casual.

—Estará viviendo conmigo una temporada—le explica


Devan.
—Qué bien. ¿Tu también trabajas en Mala?—me
pregunta Sam.

—Sí, llevo un mes trabajando allí los fines de semana.

—¿Te gusta? Es un lugar...curioso para trabajar, ¿verdad?

Su voz es tan increíble, me tiene cautivada el tono


seductor de sus palabras.

Asiento mientras muerdo mi labio.

—Bueno, ¿entonces Julliet jugará con nosotros esta


noche?—dice dirigiendo su mirada a Devan.

—Dependerá de ella—contesta Devan mirándome con


interés.

Me siento como si fuera el caramelito de la habitación y


en cualquier momento me fueran a comer.

Se dirigen a la cocina y Devan saca de un armario una


botella de alcohol y pequeños vasitos.

—¿A que jugáis?—pregunto con curiosidad clavando mis


codos en la isla de la cocina.

—Normalmente al Strip Twister—responde Sam con una


sonrisa divertida—¿Has jugado alguna vez?
Vale, la parte de Strip era algo importante, ahora
entendía la sonrisa traviesa de Devan.

Devan me mira curioso levantando una ceja.

—Al Twister normal sí...y al de beber, pero siempre


con...ehm...ropa—contesto sonrojándome.

—¿A que nuestra versión es mucho más entretenida?—


me pregunta Sam.

En mi cabeza empiezo a desarrollar la imagen y mi


respiración se vuelve un poco más superficial.

—Ehm...supongo—digo con una risita nerviosa.

—¿Nos dejas un segundo Samy?—pregunta Devan


tirando de mi brazo.

—Claro—responde ella sirviéndose un trago.

Me encierra en el baño junto a él y mi cabeza da vueltas.

—Ángel, no tienes que hacer nada que no te apetezca,


no pasa nada, de verdad—asegura.

Lo miro y veo la sinceridad en sus ojos. Devan es


siempre tan atento, tan considerado.

—¿No quieres que juegue con vosotros?


Intenta contener una sonrisa.

—Quiero que hagas lo que tú quieras.

—Me apetece jugar...

—¿Eres consciente de en que suele terminar nuestro


juego?

—Sexo—respondo con sencillez aunque la palabra me


marea un poco.

—¿Y aún así quieres jugar?—pregunta frunciendo el


ceño.

¿Quiero hacerlo?

Síiiiiiiiiiiiii.

Creo que debería empezar a escuchar a mi


subconsciente y dejar de comerme la cabeza por todo.

—Sí.

Los ojos de Devan se ensanchan y traga con dificultad.

—Está bien, igualmente en cualquier momento puedes


irte a la habitación, no te preocupes, si no estás cómoda
simplemente te vas. Y si quieres que Sam y yo nos
vayamos a su pi...
—Devan—le pongo una mano en el hombro
interrumpiéndolo—Deja de preocuparte, estoy bien.

—Está bien Ángel.

Cuando salimos del baño Sam ha estirado el plástico en


el suelo del comedor  y está bebiendo de su vasito
tranquilamente.

—¿Todo bien?—pregunta dando sorbos.

—Sí—contesto metiendo mis manos en los bolsillos del


pantalón mientras me balanceo intentando controlar los
nervios.

Hay algo en Sam que me resulta muy atrayente, tal vez


sea le mezcla de seguridad que tiene en si misma junto a
su tono de voz.

Voy hasta la mesita y me sirvo un pequeño trago.


Mañana tengo el primer examen de la carrera con el Sr.
Henderson, ¿qué diablos estoy haciendo?

Divertirte.

¿No me he divertido suficiente hasta ahora? He estado


en el mismo día con mi maldito profesor/abogado/jefe y
con Kaden.
No, siempre puedes tener más diversión.

El alcohol quema mi garganta y arrugo mi nariz.

Devan se quita los zapatos y me doy cuenta en ese


momento de que Sam ya va descalza, imito el gesto y me
deshago de los míos.

—¿Has hablado ya con Kurt?—le pregunta Devan a Sam


mientras se sienta en el sofá con la tabla del Twister en
su regazo.

—No—resopla Sam.

—¿Cuando vais a arreglar las cosas? Echo de menos


jugar los tres juntos—dice haciendo un puchero.

Intento no parecer asombrada con la conversación que


estás manteniendo.

—Cuando deje de ser un imbécil.

¿Kurt? A mi me pareció un tipo bastante encantador.

—Vamos Samy, tienes que entender que Kurt...

—No me apetece hablar de él esta noche D.

La mirada de Sam se enfoca en mí.


—Y dime Julliet, ¿alguna vez has estado con una mujer?—
pregunta sin rodeos.

Me atraganto con mi bebida y Devan estira su mano


para palmear mi espalda.

—Eh...yo...no—respondo mordiendo mi labio inferior.

Sam inclina la cabeza con diversión.

—¿Y a que te dedicas? ¿Trabajas solo en Mala?

Devan me mira mientras bebe de su vaso.

—Estudio Derecho.

—¿A que no sabes quién es su profesor?—le dice Devan


divertido a Sam.

—¡No fastidies! ¿Tienes al Sr. Henderson?

Lo he tenido entre las piernas si esa es la pregunta, sí.

—Sí—respondo con un poco de timidez.

—Que envidia—suspira tirándose para atrás—Ese


hombre es una fantasía andante.

Devan se ríe mientras bebe.


—¿Y tu en que trabajas ahora? ¿Dejaste Mala?—pregunto
desviando el tema.

Una sonrisa perversa dibuja los labios de Sam.

—Trabajo en una línea erótica—contesta.

Podría decir que me sorprende, pero con su tono de voz


lo entiendo totalmente. Es tan seductor.

—Pero también soy azafata de vuelo, viajo mucho a nivel


estatal—continua explicando.

—Ugh, no soportaría el dolor constante de oídos—


murmuro.

—Barotrauma—me dice Devan.

—¿Eh?

—Lo que dices se llama barotrauma, es el daño


producido por la diferencia de presiones.

—¿No te encanta cuando habla con su jerga médica?—


me dice Sam con una sonrisa.

Es sexy, confirmamos.

—A mi Ángel le gusto todo el tiempo—responde Devan.


Sam desvía su mirada entre nosotros con curiosidad.

—Bueno ¿vamos a jugar?—siento sus ojos clavados en


mí, me giro hacía Devan quién también parece
expectante por mi reacción.

—Claro—respondo antes de llevarme el vaso de nuevo a


la boca.

Le doy un trajo y siento como el coraje líquido se


empieza a instalar por mi sistema.

—¿Conoces las normas Ángel?

—¿Del Strip Twister?

Asiente.

—Supongo que consiste en quitarse una prenda de ropa


cada vez que caes al suelo¿no?

—Y cada vez que a alguien le toca el color amarillo—


añade Sam.

Bueno, vamos a desnudarnos gente.

—¿Quién empieza?—pregunto.

—Los nuevos siempre son los primeros—contesta Sam.


—Bien.

Devan gira la ruleta y mis ojos se clavan en la aguja,


cuando está apunto de parar siento el nerviosismo por
lo cerca del amarillo que está, por suerte cae en el azul.

—Mano derecha al azul Ángel.

Me pongo en pie y camino hasta la lona de plástico, me


inclino y coloco mi mano en el círculo azul.

Devan gira de nuevo y mira sonriente a Sam.

—Pie derecho en amarillo Samy.

Sam sonríe y se incorpora, se quita la camiseta sin pudor


y coloca un pie en el círculo amarillo.

Si levanto la vista tengo una visión muy clara desde


abajo de sus pechos, tiene un tatuaje que rodea el
contorno inferior de ambos pechos. Es bastante sexy.

—¿Te gusta?—me pregunta Sam.

Me sonrojo y asiento.

—¿Quieres hacerte uno? El tatuador que me lo hizo


trabaja en Mala también, podrías decirle que te lo
hiciera.
—¿Hablas de Kaden?—le pregunto.

—¿Lo conoces?

Devan se empieza a reír y lo disimula con una tos.

—Sí—contesto.

—Es bastante bueno en lo que hace—su frase connota


un doble sentido muy claro.

Lo sé, conozco bien a Papi Grey.

—Pie izquierdo en azul—comenta Devan en voz alta


poniéndose a mi lado, cuando coloca su pie en uno de
los círculos tengo su entrepierna a la altura de mi cara,
muerdo mi labio recordando lo que hicimos en mi cama.

Devan gira y me mira.

—Pie izquierdo en rojo Ángel.

Paso mi pierna entre las piernas de Devan hasta el


círculo rojo mientras continuo manteniendo mi mano en
el círculo azul.

—Pie izquierdo en verde Sam—le dice.

Sam se queda abierta de piernas mientras nos mira.


—Mano derecha en amarillo—sonríe Devan quitándose
la camiseta.

Me pierdo unos segundos en esos maravillosos


abdominales, él se inclina pasando su cuerpo por encima
de mí para estirar la mano hasta el círculo amarillo.
Empezamos a estar bastante enredados.

Devan intenta mantener el equilibro mientras hace girar


la ruleta.

—Mano izquierda en amarillo Ángel.

Es decir, que me toca quitarme algo.

Muerdo mi labio pensativa, ¿que me quito?

Me incorporo un momento y quito mi sujetador bajo la


blusa, lo paso por una manga y luego estiro de el por la
otra.

La sonrisa de Devan va de lado a lado.

Vuelvo a la posición en la que estaba intentando colocar


mi mano izquierda en el círculo amarillo pero es
bastante difícil.

Devan gira de nuevo y le indica a Sam lo que tiene que


hacer, cuando es su turno tiene que mover el pie de una
forma tan complicada que no puedo mantener el
equilibrio y caigo al suelo.

—Toca pagar con prenda Ángel.

Devan tiene la ventaja de que lleva calcetines, Sam y yo


vamos descalzas, por lo que la siguiente prenda que me
quito son los pantalones, quedando únicamente vestida
con la blusa y mi tanga.

Dos prendas.

¿Como me pueden quedar solo dos prendas?

No puedo caerme de nuevo.

Que te caigas, que te caigas, que te caigas.

—Esta es la mejor partida de mi vida—asegura Devan


con tono habitual de coquetería mientras recorre mis
piernas desnudas.

Las siguientes rondas me mantengo en pie y no caigo en


el color amarillo en ningún turno, para mi suerte son
ellos los que van perdiendo ropa a medida que pasan los
turnos.
Devan cae una vez al suelo y otras dos le toca el color
amarillo, por lo que está vestido únicamente con sus
bóxers.

Sam ha vuelto a caer en el amarillo y se deshecho de sus


pantalones.

La temperatura de la habitación va subiendo varios a


grados a medida que nuestra ropa va cayendo al suelo,
mi corazón late desbocado por la excitación y la
adrenalina del momento.

Nunca podré jugar al Twister de nuevo sin que


aparezcan imágenes perversas en mi cabeza.
He acabado con la cabeza entre las piernas de Sam,
estoy en una posición bastante complicada y mis brazos
empiezan a estar cansados.

—Pie izquierdo en amarillo Ángel.

Mierda.

Bueno, la vida es una.

Me levanto y me quito la blusa, quedándome


practicamente desnuda delante de ellos. Me coloco en la
posición que toca y el brazo de Devan cruza mi torso,
rozándose con uno de mis pechos. Mis pezones están
completamente erectos.
Aguantamos un par de rondas más sin que a nadie le
toque quitarse nada, no quiero ser la primera en quedar
completamente desnuda pero Devan y yo somos los que
vamos más desaventajados.

—Pie derecho en amarillo Sam.

Sam se levanta y descuerda con facilidad su sujetador,


tiene unos pechos bonitos, completamente llenos y
firmes, uno de sus pezones queda atravesado por un
piercing y me pregunto que se sentirá tener un piercing
ahí.

¿Hasta cuando vamos a seguir jugando a esto?

Espero que Devan me indique que tengo que hacer pero


no dice nada, levanto la vista de nuevo y observo que
está besándose con Sam.

Trago con fuerza mirándolos, supongo que es hora de


cambiar de juego.

Cuando se separan me mira, estoy igual de nerviosa que


excitada. 

Es decir, mucho de ambas.

Devan me extiende una mano y la tomo con inseguridad.


¿Estoy segura de querer hacer esto?

Cualquier duda que tengo queda acallada con los labios


de Devan. Acaricia mis mejillas con las yemas de sus
dedos y cuando me separo de él veo el deseo reflejado
en sus ojos.

—Si quieres hacer esto...solo déjate llevar Ángel—


susurra en mi oído, a continuación tira de mi lóbulo con
sus dientes.

Siento las manos suaves de Sam abrazar mi cintura


desde atrás, desliza sus dedos por mis costillas y hace
una línea invisible por el contorno de mis pechos.

Mi piel se eriza y me falta el aliento, el morbo de la


situación nubla mi mente por completo.

Aparta mi pelo y siento sus labios en mi cuello, lame un


trozo y gimo en la boca de Devan.

Devan se separa y lame sus labios, su bóxer parece a


punto de reventar, lleva la mitad de la partida excitado,
aunque estoy segura de que la humedad que se filtra
por mi ropa interior es igual de notable.

Me giro y quedo atrapada por la mirada felina de Sam,


coge mi cara entre sus manos y se inclina quedando a
pocos centímetros de mí.
—¿Quieres jugar con nosotros a más cosas Julliet?—
propone con ese tono tan seductor.

—Sí—murmuro hechizada por sus ojos.

Ella acorta la distancia y me besa con suavidad y dulzura,


me sorprende lo mucho que me gusta, sus pechos se
presionan junto a los míos y mi excitación aumenta
considerablemente.

Siento cuatro manos recorriendo mi cuerpo, lo que me


hace volverme loca de placer.

Una de las manos me acaricia por encima de mi ropa


interior y mi interior se contrae con anticipación.

—¿Qué quieres que hagamos contigo Ángel?—pregunta


Devan, su voz suena ronca por la excitación.

No lo sé, las posibilidades son tantas que no soy capaz


de pensar en ellas con claridad.

Me separo de Sam y muerdo mi labio.

—No lo sé—les respondo.

Sam me sonríe y tira de mi mano, se sienta en el sofá y


me quedo de pie delante de ella.
—Quítale el tanga Devan—le ordena Sam.

Siento besos por el centro de mi columna, van desciendo


lentamente por mi espalda hasta donde termina.

Devan engancha sus dedos en el elástico de mi ropa


interior y la baja lentamente dejándome desnuda por
completo.

Sam me recorre con la mirada y se lame los labios de


forma seductora.

—Eres una preciosidad Julliet—me dice ella.

Muerdo mi labio y la miro, se está acariciando los


pechos, el metal de su pezón derecho llama mi atención
de nuevo.

—¿Quieres probarlo?—pregunta con una sonrisa


coqueta.

No sé que me impulsa a asentir con la cabeza pero lo


hago. Me arrodillo entre sus piernas e inclino mi cabeza
para atrapar su pecho con mi boca.

El metal está frío, el conjunto de su carne con la pequeña


pieza es curioso, estiro de el con mis labios y Sam gime
con fuerza.
Noto la erección de Devan presionada junto a mi
espalda, cuando levanto la mirada veo que se están
besando de forma desenfrenada.

Me pone muchísimo verlos, es como si todas las


sensaciones se hubieran multiplicado.

Levanto mi mano y acaricio su otro pecho, jugando con


su pezón entre mis dedos. Libero su pecho de mis labios
y Sam y Devan se separan.

Saco valentía de algún lugar desconocido y muevo mis


manos hasta el elástico de la ropa interior de Sam, ella
levanta las caderas y me ayuda a bajarla.

Está perfectamente depilada, como yo, lamo mis labios y


empiezo a besarla en todas partes. No pienso en nada
más que en el morbo del momento.

—Déjame hacerte sentir bien Julliet—me pide Sam


extendiendo su mano. La tomo y tira de mí poniéndome
en pie, ella también se levanta, me empuja sobre el sofá
y pone sus manos en mis mulos abriéndolos
ampliamente.

Sonríe perversamente antes de inclinarse y besar el


punto de mis terminaciones nerviosas, mis ojos se
cierran y mi cabeza se inclina hacía atrás de forma
automática.

Este es el mejor oral de mi vida, y me lo está dando una


mujer. 

Virgen santísima.

Mis caderas se mueven, Sam coge mis muslos para


impedir que me mueva mientras continua devorándome
con su boca.

Levanto la mirada y veo como Devan nos mira con deseo


mientras acaricia su larga longitud.

—No sabes lo mucho que me pone verte disfrutar Ángel


—susurra Devan.

Muerdo mis labios con fuerza y clavo los dedos en el


sofá, no puedo contener mis gemidos.

—Joder—murmuro sintiendo como se tensa mi cuerpo.

Muerde con suavidad y eso es suficiente para hacerme


llevar al cielo del orgasmo.

Cuando miro a Sam está lamiendo sus brillantes labios.


—Eres deliciosa, ¿quieres probarte?—me pregunta
acercando su boca a la mía.

Antes de que pueda responderle me está besando con


pasión, pruebo mi excitación en sus labios cuando
nuestras lenguas se entrelazan.

Se separa y me sonríe. No me siento incomoda ni


nerviosa, y me encanta la sensación de estar con ellos.

Observo que Devan ha desparecido, escucho unos pasos


y cuando se acerca de nuevo tira un par de preservativos
encima del sofá.

—Ahora déjame ver como le das a placer a Devan, me


encanta mirar—me pide Sam.

Devan inclina su cabeza y me mira con una sonrisa, le


indico con el dedo que se acerque y se planta delante de
mí, me inclino y rodeo con mi mano su erección, levanto
la mirada y no separo mis ojos de los suyos mientras lo
introduzco en mi boca.

—Joder Ángel—murmura torturado entrecerrando sus


ojos.

Empiezo a succionar con fuerza acompañando los


movimientos con mi mano, aparto mis ojos y desvío la
mirada unos segundos, observo como Sam nos mira
mientras se acaricia a si misma.

Devan empuja suavemente mis hombros y sale de mi


boca.

Mis manos tantean por el sofá y cuando encuentro el


paquete de aluminio lo rompo con mis dedos. Saco el
preservativo y lo hago rodar por su longitud.

Muerdo mi labio, estoy indecisa porque hacer a


continuación, Devan acaricia mi cara y me besa.

Sus dientes tiran de mi labio inferior y por una milésima


de segundo Kaden aparece en mi mente.

Sam se levanta del sofá y viene hasta nuestro lado,


tumba a Devan en el sofá y él sonríe mientras cae.

—Elige—me exige Sam al oído.

¿Qué elija? Oh

Oh.

Me acerco y me coloco encima del regazo de Devan,


siento su dureza presionada con fuerza contra mi centro.
Sus ojos se entrecierran mientras guío su erección en mi
interior, me entierro lentamente mientras suspiro.

Sam se acerca y se siente encima de la cara de Devan,


mueve sus caderas mientras él la devora. Me muevo
montando a Devan mientras los miro, la fricción de mis
movimientos contra mi clítoris se siente demasiado
placentera.

Sam se inclina y mete uno de mis pechos en su boca.


Gimo con fuerza mientras muerdo mi labio, me muevo
con más rapidez sobre Devan, lo noto cada vez más duro
y palpitante.

Levanta la cabeza y me coge por el cuello, acercándome


a ella para besarme con fuerza.

Nuestras lenguas se enredan y mi interior se contrae en


espasmos repetidos alrededor de Devan. No tardo en
notar como él se deja ir también.

Cuando salgo observo a Sam, está moviendo sus caderas


frenéticamente sobre Devan, sus gemidos van
aumentando hasta que estalla en mil pedazos.

Pasamos la noche sin tapujos ni complejos, rendidos


simplemente a disfrutar del placer de nuestros cuerpos.
40. Mother's Daughter
"Don't f**k with my freedom
I came up to get me some"
Cuando despierto mi cuerpo se siente exhausto, parece
rogarme una semana de abstinencia para poder
recomponerse.

Me estiro y observo que continuo desnuda, a mi lado


están Devan y Sam dormidos, intento moverme sin
hacer mucho ruido y voy al baño.

Mi vejiga se siente como si fuera a estallar, la


acumulación de orgasmos me está pasando factura.
Cuando acabo de hacer pis me meto en la ducha, se
siente como el cielo el agua caliente contra mis músculos
agotados.

Rodeo mi cuerpo en una de las toallas que traje de mi


casa y camino descalza por el apartamento de Devan,
busco algo de ropa en mi bolsa de forma sigilosa, ellos
continuan dormidos por lo que me visto ahí mismo.

Busco mi teléfono y apago la alarma ante de que suene,


camino hacía la cocina y preparo un poco de café. Me
siento encima de la isla y repaso los conceptos claves del
examen mientras bebo de la taza.

Devan aparece por el salón rascándose la cabeza, se ha


puesto unos pantalones cortos por lo que puedo
disfrutar de sus maravillosos abdominales.

—Buenos días Ángel—dice bostezando.

—Buenos días—le respondo con una sonrisa amable.

—Bueno...¿como te sientes?

—Nerviosa, el Sr. Henderson tiene pinta de hacer


exámenes rompe cabezas.

Devan se ríe y se siente a mi lado.


—Decía como te sientes...después de lo que pasó
anoche.

Muerdo mi labio y sacudo la cabeza.

—Bien.

—Lo disfrutaste mucho ¿verdad?

Asiento.

—Me alegro Ángel, puedes volverte miembro de


nuestras partidas de Twister siempre que quieras—me
asegura.

Sonrío y llevo la taza a mis labios para darle un sorbo.

—¿Estás ocupada está tarde?—me pregunta.

—Quería ir a ver a Lex después de la comida, ¿por qué?

—Oh, ayer hablé con la persona que creo que puede


ayudarte con el tema de defensa personal, me dijo que
podías pasarte por su clase a las siete, si quieres puedo
llevarte.

—¿Crees que debo empezar ya?

—Creo que necesitas sentirte segura contigo misma lo


antes posible Ángel.
—Está bien, ¿trabajas hoy?

—Tengo turno de noche.

Lo que se traduce en que estaré sola en su apartamento.

—Si quieres puedo intentar cambiar el turno Ángel...

Sacudo la cabeza con rapidez.

—No, no, no quiero que cambies tu vida por mi Devan,


mucho estás haciendo. Por cierto todavía no hemos
concretado cuanto quieres que te page por...

Devan se lleva las manos a las orejas y se levanta


ignorándome.

—Si vas a volver a hablar de que quieres pagar un


alquiler o algo así no pienso escucharte Ángel.

—Devan...—hago una muca.

—No—niega mientras continua tapando sus orejas.

Resoplo y voy hasta el fregadero para limpiar la taza.

—Mucha suerte en el examen—me dice alzando ambos


pulgares—¿Preparo comido para ti también o te
quedarás en la cafetería de la universidad?
—Cogeré algo de la cafetería para ir directa al hospital.

—¿Has puesto mi número como marcación rápida?

—Sí, señor.

—Genial, que tengas un buen día Ángel.

Me acerco a su lado y me pongo de puntillas para


besarle la mejilla.

—Gracias por todo Devan, y dile a Sam que fue un placer


conocerla.

Devan se rie y asiente.

Cojo mi bolsa y salgo a toda prisa del apartamento, he


quedado con Taylor para hacernos preguntas antes del
examen.

Conduzco hasta la universidad sumergida mentalmente


en el temario del examen. Apenas está empezando a
amanecer.

Cuando llego hay un silencio sepulcral en el campus, se


nota que todavía no empiezan las clases. Camino por los
pasillos vacíos hasta quedar delante de la puerta de la
clase del Sr. Henderson.
Cuando llego me sorprende verla abierta, en principio
permanecen siempre cerradas hasta que no se acerca la
hora de la clase.

Asomo la cabeza y veo al Sr. Henderson escribiendo algo


en la pizarra.

—Buenos días—murmuro tras carraspear.

Las espaldas del Sr. Henderson se tensan y se voltea


para mirarme.

—¿Srta. Collins? ¿Que hace aquí tan temprano? Queda


más de una hora para el examen...

—He quedado con Taylor para repasar el temario señor.

Se me hace tan raro jugar al rol de profesor alumna con


él, en todo lo que puedo pensar es en Andrew dándome
con fuerza encima de su secadora.

—Son unas alumnas muy implicadas.

Bueno, anoche no estuve muy implicada que digamos.

—Dígame que no será muy difícil el examen...

—Estoy segura de que usted podrá con el—dice


conteniendo una sonrisa.
Mi corazón se acelera con entusiasmo.

—¿Sino se le ocurre alguna forma de subir nota?—


pregunto coqueta pasando la mano por el escote de mi
blusa.

—Srta. Collins...—su tono desaprobatorio me divierte.

—Era broma señor...

O no.

El Sr. Henderson niega con la cabeza.

—Nos vemos en un rato Sr. Henderson—le digo


volteándome sobre mis pies y caminando al exterior del
aula.

Taylor está recostada contra la ventana y tiene la mirada


perdida en su teléfono.

—¿La clase está abierta?—pregunta extrañada.

—El Sr. Henderson está dentro apuntando códigos en la


pizarra.

—Joder, creo que nunca he estado más nerviosa en mi


vida.
Me doy cuenta de que a lo largo de su clavícula y su
cuello empiezan a colorearse varias zonas.

—¿Estás bien?—pregunto señalándolas.

—Sí, me pasa siempre que estoy nerviosa—explica


pasándose la mano.

—Estoy segura de que lo bordarás Tay, hasta ahora


siempre que hemos hecho ronda de preguntas has
tenido cien por cien de aciertos.

—Espero que tengas razón.

No somos las únicas personas de primero que han


llegado antes para repasar, en la biblioteca de la
universidad hay varios compañeros.

Taylor y yo nos sentamos y nos concentramos en los


miles de apuntes que esparcimos a lo largo de la mesa.

—Este examen va a acabar conmigo—resopla por lo


bajo.

Me rio y sacudo la cabeza, estoy segura de que lo


aprobará con buena nota.
Cuando se acerca la hora caminamos hasta el aula, el
bullicio del pasillo denota el nerviosismo generalizado de
los alumnos.

El Sr. Henderson se coloca delante de la puerta con una


lista en la mano y todo el mundo se calla de golpe.

—Los iré llamando por orden alfabética, deberán


sentarse en el mismo orden, deben ocupar las primeras
filas y así sucesivamente dejando dos espacios libres.
Verán que hay diversos códigos anotados en la pizarra,
deben apuntar en la hoja de examen el código que
coincida con el modelo que tengan. Buena suerte—
explica en voz alta.

Empieza a llamarnos uno a uno y se siente como si nos


estuvieran llamando para la horca.

Me siento en el pupitre y golpeteo mi pierna con


nerviosismo contra el suelo, cuando todos los alumnos
están sentados el Sr. Henderson cierra la puerta detrás
de él.

—Pueden empezar—sentencia.

Giramos la hoja del examen y se empiezan a escuchar


resoplidos. Miro el modelo de examen y anoto el código
correspondiente a la pizarra.
Para mi sorpresa me parece realmente fácil, respondo a
todo sin vacilar y acabo antes de que termine el tiempo
de realización de examen. Repaso las respuestas que he
contestado y me pongo en pie con la hoja de respuestas.

Soy de las primeras personas en terminar, cuando bajo


las escaleras me pregunto si tal vez lo tengo todo mal y
por eso he acabado tan rápido.

Cuando dejo el examen encima de la mesa del Sr.


Henderson él levanta la vista y me observa.

—¿Le ha ido bien Srta. Collins?—me pregunta mientras


firmo la hoja de asistencia.

Le miro fijamente mientras respondo.

—Eso creo señor.

—Me alegra escucharlo.

Le sonrío y salgo de la clase, al ser día de examen no


tenemos ninguna asignatura más por lo que tengo el
resto del día libre.

Me siento como si me hubiera quitado un enorme peso


de encima, cojo mi teléfono y veo que tengo un mensaje
de Devan.
Devan: ¿Como ha ido el examen Ángel?

Yo: Sorprendentemente bien...lo que no sé si es malo o


bueno.

Le escribo un mensaje de texto a Taylor diciéndole que


no me espere para comer que iré directa a ver a una
amiga.

Paso por la cafetería y cojo un bocadillo, me pongo en la


cola y escucho cuchicheos a mi alrededor.

—Ella es la que se está tirando al Sr. Henderson—


murmura una voz por lo bajo.

—Ya hay que ser zorra para follarse a un profesor para


poder aprobar—responde otra voz.

Me giro hacía ellos cabreada y finjo una sonrisa.

—¿Queréis que os folle a vosotros también?—les


pregunto conteniendo mi genio.

Los ojos de ambos se amplían y tragan con fuerza.

—¿Lo-lo dices enserio?—pregunta uno de ellos.


—No, no follo con gilipollas chismosos como vosotros.
Que tengáis un buen día—respondo sonriente mientras
pago.

Se quedan boquiabiertos mientras me doy la vuelta.

Eso es, aunque yo les hubiera tirado una sopa en la cabeza


o algo.

Bueno, paso a paso.

Voy comiendo camino hacía el coche de Kaden, cuando


llego guardo el resto de bocata en mi bolso y entro.

Conducir el coche de Kaden me hace pensar en él y la


conversación que tuvimos ayer.

¿Debería hablar con él?

Sacudo la cabeza.

No tengo nada que decirle realmente...aunque hay algo


que tengo ganas de hacer desde anoche.

Cuando estaciono delante del hospital cojo el teléfono y


le escribo un mensaje.

Yo: ¿Crees que podría tatuarme uno de tus diseños?


Bloqueo el teléfono y lo guardo en mi bolsa. Mis pies se
mueven de forma automática por el recinto hasta la
habitación de Lexie.

Antes de llegar a su habitación escucho gritos desde


fuera.

—¡Suéltame! ¡Para! ¡Para!—la voz de Lexie suena


aterrada.

Abro la puerta con rapidez y escaneo la situación que se


desarrolla delante de mis ojos. Lexie se mueve
frenéticamente de un lado a otro mientras la Sra.
Coleman y una enfermera intentan contenerla.

—¡Déjame! ¡Suelta!

—Lexie tranquilízate por favor—le pide la enfermera.

Su mirada parece perdida, como si no estuviera aquí.

—¡Nathan para!—grita mientras empieza a dar


manotazos al aire.

Me congelo en mi sitio, ¿acaba de decir Nathan?

Entra otra enfermera en la habitación con una jeringa en


la mano, la destapa y se la clava en el brazo a Lexie.
Lexie continua gritando alterada intentando librarse del
agarre, poco a poco va tranquilizándose hasta que se
balancea de un lado a otro.

Entre ambas enfermeras la cogen y la recuestan en su


cama.

—¿Qué ha pasado?—le pregunto a la Sra. Coleman.

Ella me mira con preocupación, luce bastante nerviosa.

—Se ha puesto a gritar de repente, no lo sabemos, lleva


un buen rato histérica y no reaccionaba.

Mi frente se arruga mientras la miro y siento un nudo en


el estómago.

¿Por qué gritaba el nombre de Nathan así, Lex? ¿Por


qué?

—Llamaremos al médico de guardia—nos comenta una


de las enfermeras.

La Sra. Coleman asiente y se coloca junto a Lexie, le


acaricia el pelo mientras la mira intentando contener las
lágrimas.

—Julliet—murmura la Sra. Coleman.


—¿Sí?

—¿Tu novio no se llama Nathan?

—Uhm sí, pero ya no estoy con él.

La Sra. Coleman no aparta la mirada de Lexie en ningún


momento.

—Creo que a mi Lexie nunca le gustó, me decía que te


manipulaba.

—No le gustaba, no.

El médico llega al poco rato y se bajan a Lexie para


hacerle más pruebas, al cabo de un rato le informan a la
Sra. Coleman de que el tumor ha crecido más rápido de
lo que imaginan, afecta por completo a la zona de la
memoria por lo que puede tener alucinaciones.

Lexie se despierta en algún momento de la tarde, pero


no recuerda nada de lo que pasado. Habla un rato con la
Sra. Coleman y yo le digo a ella que aproveche para ir a
casa mientras me quedo con Lex hasta las seis.

Lexie me pregunta mi versión de lo que ha pasado


cuando la Sra. Coleman se marcha.
—Gritabas el nombre de Nathan—le explicó tragando
con fuerza.

—Seguro que es porque he recordado que me golpeó,


que rabia no acordarme de nuevo.

—Lex...

—¿No me crees? Estoy segura de que fue él.

Tengo que contárselo, tengo que explicarle todo lo que


está pasando, pero no puedo, el doctor nos ha
comentado que es mejor para su salud no alterarla de
ningún modo, que ya está demasiado susceptible.

—Solo quiero que te pongas bien—murmuro


inclinándome para abrazarla.

Ella me rodea con sus brazos y suspira.

—Eres como una hermana para mí Juls, no sabes lo


mucho que significa para mí que estés aquí.

—Tu también eres como una hermana para mí Lex.

—Vale, vamos a terminar este abrazo antes de que este


momento se vuelva demasiado cursi—carraspea.

Me aparto riendo y aprieto su mano.


Hablamos de cosas triviales hasta que me suena la
alarma del móvil.

—¿Tienes una cita?—pregunta moviendo sus cejas de


forma sugestiva.

—Uhm...he quedado con Devan.

Lexie me sonríe.

—No sabes lo mucho que me gusta la versión de Juls


soltera.

—Creo que a mi también me gusta—le digo


agachándome para besar su mejilla—Nos vemos
mañana Lex.

La Sra. Coleman está siendo puntual entrando por la


puerta.

—Intenta colarme un croissant de nuestro sitio, necesito


un poco de comida de verdad.

—Lo tendré presente—me rio.

—Hasta mañana Juls.


Me despido de la Sra. Coleman y camino con rapidez
hasta el coche, conduzco hasta el departamento de
Devan.

Cuando abro la puerta con la llave que me ha dado lo


encuentro sentado en el sofá, está sumergido en un libro
de algo sanitario.

—Hola Devan—le sonrío dejando las cosas.

—Me alegro de que ya estés en casa Ángel—se pasa las


manos por la barbilla—¿has visto que bien suena eso?

Sacudo la cabeza mientras me rio.

—¿Quieres ponerte algo de ropa deportiva? —dice


mientras señala mi atuendo.

—Sí, estoy lista en cinco minutos.

Voy hasta su cuarto y rebusco en una de las bolsas de


ropa, me desvisto con habilidad y me coloco unos
leggins y una camiseta de manga corta.

Devan pica a la puerta mientras estoy atando mis


deportivas.

—¿Te queda mucho Ángel?


—Ya estoy—contesto poniéndome en pie.

Cuando abro la puerta me mira de arriba a abajo.

—¿Como puedes lucir tan caliente con cualquier cosa?—


me pregunta.

—Creo que simplemente me miras con buenos ojos...o


más bien con ojos de pervertido—le digo entre risas.

Devan sacude la cabeza.

—Eres tú Ángel, nunca había visto a nadie tan... no sé, es


como hipnotizante mirarte—explica.

Me sonrojo con su cumplido y caminamos hasta la


puerta.

—¿Entonces de que conoces a alguien que entrena en


defensa personal? ¿Es un cliente de Mala o algo?

—No, era el guardaespaldas de una paciente que estuvo


en el hospital unos cuantos meses.

—¿Y te hiciste su amigo?

—No exactamente...

—¡¿Te enrollaste con él?!—pregunto emocionada por el


chisme.
Devan se ríe.

—No, por mucho que me guste la idea.

—¿Entonces?

—Él se topo con una chica fuera del hospital que había
sido...abusada sexualmente—aprieta sus labios—Creo
que le afectó un poco, al cabo de un año cuando dejó de
trabajar como guardaespaldas vino al hospital y nos dio
su tarjeta, por lo visto había decidido abrir un gimnasio
de defensa personal.

—¿Crees que lo hizo por encontrarse con aquella chica?

—Estoy seguro de que fue por eso, tiene pinta de tipo


duro, pero lo vi hablando con la chica que cuidaba y es
un trozo de pan. También es muy sexy, y por desgracia
hetero. Tal vez podrías cogértelo en mi honor Ángel.

—Devan—me rio empujando el hombro.

El gimnasio no queda muy lejos del departamento de


Devan, es un local bien cuidado y bastante moderno.
—Tenemos una cita con Pierson a las siete—le dice
Devan al chico que está en la recepción.
—¿A nombre de quién?
—Julliet Collins.
El chico de recepción me da una llave.
—Es para tu taquilla—me informa—Puedes utilizar las
instalaciones para asearte tras la clase.
No he cogido ropa de recambio, pero es interesante
saber que me podré duchar aquí.
—Muchas gracias.
Devan me acompaña y lo miro extrañada.
—¿No tengo que pagar nada? ¿Registrarme? ¿Algo?
—Es una clase de prueba esta Ángel, si te gusta tendrás
que inscribirte.
—Bien.
Caminamos por el largo pasillo, hay varias máquinas y
sacos de boxeo para ejercitarse dentro del local.
Esto debe ser carísimo, no sé si voy a poder
permitírmelo. Todavía ni siquiera he hablado de cuanto
voy a tener que pagarle al Sr. Henderson.
Cuando llegamos hasta la sala del final observo que está
recubierta de una especie de gomaespuma.
Una figura masculina grande nos da la espalda, está
peleando con una chica, ella realiza un movimiento con
la pierna que logra tumbar al hombre.
Me quedo boquiabierta mientras los miro, espero ser
capaz de hacer eso algún día.
—Y pensabas que nunca podrías tumbarme Brit—le dice
el tipo riendo mientras se incorpora de un salto.

Esa voz me resulta vagamente familiar, cuando lo miro


más de cerca recuerdo de golpe porque me suena.
Es el tipo que casi atropello ayer.
Ups.

—Muchas gracias por la clase Blake—le dice la chica con


una sonrisa.

Blake inclina la cabeza mientras le devuelve la sonrisa.

La chica camina hasta nuestro lado mientras Blake va a


una esquina y coge su botella de agua.

—Pierson—llama Devan su atención.

Blake se gira y lo mira, camina hasta nosotros y cuando


me ve frunce el ceño.

—Tú...—murmura.

—¿Os conocéis?—pregunta Devan saltando la mirada


entre ambos

—Casi...lo atropello ayer—contesto mordiendo mi labio.

Devan se empieza a reír y me siento mortificada.

—Tal vez deberías aprender defensa personal de ella


Blake—le dice Devan entre risas.

Blake rueda sus ojos.


—Vamos a olvidar el pequeño incidente y empezar de
cero...Blake Pierson—me dice extiendo su mano.

Cuando la tomo mi mano se siente muy pequeña en la


suya.

—Julliet Collins.

—Bien Julliet, vamos a convertirte en una pateadora de


traseros—me sonríe.

41. Secrets
"I hear the secrets that you keep
When you're talking in your sleep"
Después de esto voy a necesitar que alguien camine por
mí, porque creo que esa misión va a ser imposible
llevarla a cabo por mi cuenta.

Tengo agujetas solo de pensar en las agujetas que me


van a salir mañana.
Me levanto del suelo, intentando no pensar en la
cantidad de veces que he hecho eso ya y miro a Blake.

—Tienes buena flexibilidad pero te recomendaría


mejorar tu resistencia física—me comenta.

Bueno, no es mi culpa, últimamente mi cuerpo está


agotado por el exceso de actividad física.

Me paso la mano por la frente llevándome el sudor e


intento recuperar un poco de aire.

—¿Estás seguro de que esto sirve para defenderme o


solo intentas matarme de forma tortuosa?

Los labios de Blake se aprietan un poco conteniendo una


sonrisa que veo reflejada en el brillo de sus ojos.

—Esto no va a acabar contigo. Eres más fuerte de lo que


crees, simplemente necesitas un poco de ejercicio para
mejorar tu aguante.

Coloco ambas manos en mi rodilla y me inclino para


descansar un poco.

No debería haber dejado el baile, antes sí que estaba en


forma.

—La clase ha terminado.


Esas palabras suenan como música para mis oídos.

—Muchas gracias.

—¿Me das las gracias porque ha acabado o por la


lección?

—¿Puede ser por ambas?

Blake se ríe y me da la sensación de que no es algo


habitual en él.

—Fuera te darán toda la información por si deseas


continuar con las clases.

—¿Podré tumbarte del mismo modo que lo ha hecho la


chica de antes?

Yo quiero tumbarlo de otra forma.

—Dependerá de ti.

—Sería interesante poder hacerlo, teniendo en cuenta la


cantidad de veces que me has tenido en el suelo hoy.

Y ninguna con la finalidad que me hubiera gustado.

—Puedes tomártelo como una motivación personal.

Caminamos fuera de la sala y Blake apaga las luces.


—Diría que ha sido un placer, pero mentiría—murmuro.

Blake se ríe de nuevo.

—Que tengas una buena noche Collins.

—La tendré, estoy tan cansada que apuesto a que no


tardaré cinco segundos en dormirme.

Se despide y observo ese trasero bien hecho caminar


escaleras arriba.

Cojo mis cosas y voy hacía el mostrador, el chico me


informa que podría entrenar con Blake tres veces por
semana a esta hora, tengo total libertad para utilizar las
instalaciones el resto del tiempo.

Cuando le pregunto el precio cruzo los dedos para que


sea algo asequible, me dice la tarifa y vuelvo a preguntar
porque me sorprende su respuesta.

—No puede ser...—murmuro por lo bajo.

—Ese es el precio—asegura el chico—¿Deseas inscribirte


entonces?

¿Pero y qué gana Blake poniendo precios tan bajos?


Apenas debe sacar un mínimo de beneficio para
mantener el lugar.
—Sí, por supuesto.

Me extiende los formularios y los empiezo a completar


con rapidez.

—Muchas gracias—le digo devolviéndoselos.

Me sonríe educadamente mientras los toma y me


despido.

Cuando salgo al exterior las calles ya están iluminadas


por las farolas, camino distraída mirando el teléfono.

Taylor: Claro, ¿quieres mirarlos en algún estudio o


prefieres venir a mi casa?

Debería contestar que en el estudio, sé que si voy a su


casa acabaremos en la cama y no mirando bocetos.

Devan: Espero que haya ido bien la clase Ángel, hay


fajitas de la mañana que puedes cenar si quieres.

Sonrío mirando su mensaje, Devan parece una madre


preocupada a veces.

Sean: Jullie...me gustaría hablar contigo, creo que te


debo una disculpa y una explicación.
El último mensaje me sorprende bastante, Sean ha
estado básicamente ignorándome desde que se enteró
que me acostaba con Kaden.

Empiezo a girar la esquina distraída en mi teléfono


cuando escucho un grito, alzó la mirada alarmada y
observo la escena que se desarrolla ante mis ojos.

Una chica está peleando con un hombre que intenta


quitarle el bolso, él saca algo plateado reluciente y grito
cuando me doy cuenta de que es una navaja y le está
apuñalando el vientre con ella. La mujer se retuerce del
dolor y cae al suelo.

Me quedó helada en mi sitio viendo como el hombre


sale corriendo, el shock dura pocos segundos porque
corro al lado de la chica que está desangrándose en el
suelo.

La mujer balbucea algo incomprensible antes de perder


el conocimiento, marco el número de emergencias
frenética mientras me llevo las manos a la cabeza.

Me siento impotente, no sé como ayudar y me da rabia


no haber podido hacer nada antes.

Presiono instintivamente la herida por la que no para de


brotar sangre mientras pongo el manos libres, a los
pocos minutos un coche patrulla y una ambulancia
acuden al lugar.

La suben rápidamente a la camilla y me pregunto si


conseguirá salir de esta.

—Necesitaremos que atestigüe en la oficina Sra. Collins


—me dice una de las oficiales.

—Uhm...claro—respondo todavía con la cabeza nublada,


es como si estuviera reaccionando en piloto automático.

Voy a comisaría con ellas e intento dar la versión de los


hechos lo más detallado posible, intento recordar al
hombre atacante pero apenas puedo recordar sus
facciones.

Cuando levanto la mirada me doy cuenta de que es


bastante tarde.

—¿Quiere un café Sra. Collins?—ofrece la oficial.

Es bastante joven y atractiva, mantiene un aire


profesional todo el tiempo.

—Estoy bien, gracias—rechazo amablemente.

—Unas preguntas más y podrá marcharse a casa—me


contesta su compañero.
Termino sintiendo como si mi cabeza fuera a estallar,
estoy agotada, tanto mi cuerpo como mi mente se
sienten exhaustos.

—Muchas gracias por la ayuda que nos ha


proporcionado Sra. Collins—me dice la oficial mientras
me acompaña a la salida.

—Espero que puedan atraparlo—murmuro.

Levanto la mirada y observo los amables ojos de la


oficial, ¿debería presentar la denuncia de Nathan? ¿Es
este el mejor momento? Tal vez debería acabar de
aclarar el caso con el Sr. Henderson y presentar la
denuncia pero... La oficial me hace sentir en cierto modo
protegida, parece alguien en quién puedes confiar.

—Oficial Allison...—empiezo decir por lo bajo.

—¿Estás lista cariño?—pregunta una voz que se acerca a


nosotras.

Esa voz.

Mi mundo se detiene por completo.

Si estuviera viendo un reloj ahora mismo podría


asegurar que las agujas se han parado por completo.
Ahora mismo no existe nada más que esa voz.

El terror se empieza a instalar en mi sistema y me quedo


bloqueada.

—Nate—responde alegremente la oficial Allison—


Déjame cinco minutos que me tengo que cambiar.

Soy incapaz de darme la vuelta y mirarlo.

—¿Quería algo más Sra. Collins?—me dice amablemente


la oficial.

Sé que tengo que responder, pero estoy demasiado


asustada para hablar. En mi cabeza estoy reviviendo una
y otra la sensación de ser presionada contra la pared del
baño.

—¿Se encuentra bien?—pregunta poniendo la mano en


mi hombro sacándome de mi ensoñación.

—Sí, sí...yo...gracias...esto...buenas noches—contesto con


la mirada fija en el suelo, me muevo rápidamente fuera
conteniendo el aliento.

Tengo la necesidad de correr y huir de allí, cuando noto


el aire de la calle contra mi cara respiro de nuevo.

¿Nathan está saliendo con una oficial de policía?


No puede ser, no puede ser, no puede ser.

Es como si todo diera vueltas.

Corro sin mirar atrás hasta el apartamento de Devan,


meto la llave frenéticamente en la cerradura y cierro la
puerta con fuerza asegurándome de echar todos los
seguros.

Me resbalo por la puerta y caigo al suelo enterrando mi


cara en mis rodillas.

No hay forma de que lo venza, no conseguiré nada


denunciándolo. Ni siquiera tengo pruebas de nada que
lo relacionen a él directamente.

Los siguientes minutos de mi vida transcurren sin que


sea consciente de ellos, cuando miro lo que tengo en mis
manos es cuando recupero el sentido común.

No puedo hacer esto de nuevo.

Necesito distraerme, sino lo hago acabaré haciendo algo


de lo que me arrepentiré.

Cojo mi teléfono y mis manos tiemblan mientras busco


entre los contactos.

Un timbre, dos timbres, tres timbres, cuatro...


—¿Juls?

—¿Puedo ir a tu casa?—mi voz suena completamente


desesperada.

—Claro...no estoy allí pero tardo veinte minutos ¿Quieres


que pase a por ti o vaya a tu casa?

—No, nos vemos allí directamente.

—¿Estás bien?—me pregunta, hay un ligero atisbo de


preocupación en su tono de voz.

—No—contesto con sinceridad.

Hay un silencio breve que queda interrumpido por la


siguiente pregunta de Kaden.

—¿Seguro que no quieres que vaya a tu casa?

—Nos vemos en media hora—contesto antes de colgar


el teléfono.

Quiero gritar, quiero lastimarme, quiero hacer


desaparecer todo.
Sé que no es la solución a nada, soy plenamente
consciente de ello, pero no me impide desearlo.

Cuando bajo a la calle miro frenéticamente mi alrededor,


estoy un poco paranoica.

Me meto en el coche de Kaden y cierro la puerta con


fuerza antes de echar el seguro y bloquear las puertas.

La música suena y estiro la mano para apagarla.


Conduzco hasta la casa de Kaden intentando mantener
en blanco mi mente, es algo muy difícil porque no dejan
de llegar imágenes indeseadas.

Las luces de la casa de Kaden están apagadas, pico a la


puerta pero siento que todavía no está aquí. Me muevo
de un lado a otro, necesito dejar de pensar.

Escucho la moto de Kaden y miro como aparca delante


de su casa.

Cuando se baja y se quita el casco me olvido de todo.

La realidad de esa idea me golpea con fuerza: Kaden me


hace olvidarme de todo. Es mi escape personal.

—¿Juls?—pregunta Kaden mientras se acerca. Cuando


me escanea con su mirada sus ojos se abren de par en
par.
—¡¿Estás herida?!—pregunta alterado mientras me coge
por los brazos.

Miro hacía abajo y me doy cuenta de que todavía estoy


cubierta con algo de sangre de la mujer que ha sido
apuñalada.

—No es mía—susurró por lo bajo.

—¿Estás bien? ¿Qué pasado?—pregunta mientras tira de


mi para entrar en su casa.

—He visto como apuñalaban a una mujer—contesto, se


siente como si estuviera desconectada de mi cuerpo.

¿Estará bien la mujer?

—Vamos a meterte en la bañera Juls—me dice en un


tono cálido que nunca había escuchado.

Lo miro con confusión, Kaden me toma en sus brazos y


me lleva hasta su baño. Se agacha y abre el grifo de la
bañera.

—No sé si ha muerto, se la ha llevado la ambulancia y no


sé...

—No ha sido tu culpa Juls.


—No lo he evitado, tal vez podría...

Acaricia mi mejilla con su mano y me obliga a levantar la


cara para mirarlo fijamente.

—Ni se te ocurra tener remordimientos por ello.

Cierro mis ojos y me pierdo en su tacto, esto es lo que


necesito.

Lo necesito a él.

Mi preocupación principal realmente no es la mujer, es


Nathan, pero no puedo hablar de esto con Kaden.

No quiero.

Me da la sensación de que va a enloquecer si se lo digo.

Sus manos bajan hacía el dobladillo de mi camiseta


deportiva y tiran de ella, levanto mi brazos para facilitar
la tarea. Se arrodilla y descuerda mis zapatos deportivos,
los quita y lleva sus manos a mi cintura, baja mi leggin
junto a mi ropa interior y quedo completamente
desnuda.

A diferencia de todas las veces que he estado así delante


de él por primera vez no veo la lujuria en sus ojos.
Cierra el grifo y me alenta a entrar dentro de la bañera.

Me está cuidando. Me limpia pasando el jabón por mi


cuerpo sin fines sexuales.

Estoy tan confundida con su dulzura.

Confusión; siempre que estoy cerca de Kaden y no


estamos arrancándonos la ropa el uno al otro es lo
mismo. Se siente confuso todo.

No sé que quiere de mí, no sé que quiero de él y eso me


hace estar confusa.

—¿Qué puedo hacer por ti Julliet?—murmura mientras


me ayuda a salir de la bañera.

—Yo...quiero... quiero dejar de pensar...necesito...


¿puedes distraerme?—levanto la mirada y me pierdo en
el color azulado de sus ojos.

—¿Cómo...?

Me pongo de puntillas y busco sus labios con los míos,


su pregunta queda acallada con mi beso.

Parece entender lo que necesito, sus manos recorren


suavemente mi cintura y descansan en la parte inferior
de mi espalda.
—Julliet...—murmura separándose unos segundos.

—Esto es lo que necesito—susurro por lo bajo.

Kaden cierra los ojos unos segundos y cuando los vuelve


a abrir veo la determinación en su mirada.

Inclina su cabeza y me besa, enrollo mis brazos en su


cuello y pego nuestros cuerpos, su ropa se moja por mi
culpa pero no parece importarle.

Pasa sus manos por mis muslos y me alza en sus brazos


para que rodee mis piernas alrededor de su cintura.

Camina hasta su habitación cargándome, me deja caer


en la cama suavemente y se aparta. Tira de su camiseta
bajo mi mirada y se deshace de sus pantalones y su ropa
interior.

Se sube a la cama y se coloca entre mis piernas, agacha


la cabeza y me besa de nuevo.

No entiendo que estamos haciendo, porque por primera


vez desde que empezamos a acostarnos no hay
desesperación ni frenetismo en nuestros actos.

Me acaricia con dulzura y sus labios se mueven


lentamente sobre los míos, como si estuviera
degustando el momento.
Su boca se pierde en mi cuerpo y cierro mis ojos, estoy
abrumada por las sensaciones.

No hablamos, las palabras se sienten fuera de lugar en


este momento, sin embargo cada caricia, cada gesto,
cada mirada parece gritar por nosotros.

Cuando se desliza en mi interior me mira fijamente,


estoy atrapada en su mirada. Se retira y empuja de
nuevo sin aparta la vista ni un solo segundo.

Es como si pudiera ver a través de mi alma y yo a través


de la suya. Veo sufrimiento, arrepentimiento...tantos
sentimientos negativos que es como si me estuviera
viendo reflejada en un espejo. Todo eso queda ahogado
por la placentera conexión de nuestros cuerpos.

—Acaba conmigo Juls—murmura acercándose al clímax.

Clavo mis uñas en su espalda y me estremezco


dejándome ir a su alrededor. Bajo mis manos noto como
se tensa y llega en mi interior.

No sé que acabamos de hacer, pero no se ha sentido


como solo sexo, y eso me preocupa.

Sale y recuesta su frente contra la mía, me obligo a


cerrar los ojos porque me abruma la intensidad de su
mirada.
—Descansa Julliet—murmura besando dulcemente mi
frente.

Permanezco con las ojos cerrados mientras me cubre


con la sábana y se estira a mi lado.

Pensaba que después de todo lo que ha pasado tendría


pesadillas, pero de algún modo se mantienen al margen
dándome una noche de tregua.

***

Despierto sintiendo mucha calor, me remuevo y noto un


fuerte brazo que me tiene presionada. Esa es la fuente
principal del calor que tengo.

Lo aparto lentamente para no despertar a Kaden y salgo


de la cama, cojo una de sus camisetas y la paso por mi
cuerpo desnudo, voy a su baño y después de vaciar mi
vejiga busco mi teléfono en la pila de ropa del suelo. No
está aquí.

Camino por el pasillo y miro a mi alrededor, cuando llego


al salón observo que está encima de la isla de la cocina.

Cuando cojo el teléfono veo que tengo algunos mensajes


y llamadas perdidas de Devan.
Le devuelvo la llamada a Devan y no tarda en contestar
el teléfono.

—¡¿Julliet?!—suena histérico.

—Devan estoy bien, estoy en casa de Kaden...

—¿Estás bien?—repite.

—Sí, yo...

—¿Por qué hay sangre en la entrada Julliet?

Mierda, seguramente manché la moqueta del suelo con


mi ropa ensangrentada.

—Luego te lo explicaré, estoy bien, ayer atacaron a una


mujer delante mío...pero estoy bien, la sangre no es mía.

Suspira aliviado al otro lado de la línea.

—La próxima vez déjame una nota o envíame un


mensaje de texto por favor Ángel...

—Lo sé, no lo pensé, lo siento Devan.

—No pasa nada Ángel, lo importante es que estés bien.

—Iré a tu casa después de recoger el coche del taller.


—No es mi casa, es nuestra, temporalmente es tuya
también.

—Devan que viva allí temporalmente no la hace mi casa.

—Yo digo que sí—contesta como un niño pequeño.

Sacudo la cabeza, Devan es capaz de hacer desaparecer


la tensión de la situación con facilidad.

—Nos vemos más tarde.

—Adiós Ángel.

Cuando cuelgo me giro y veo la figura de Kaden en la


entrada del salón, está analizándome con su mirada.

—¿Vives con el camarero?—pregunta entrecerrando sus


ojos.

Trago con fuerza antes de responder.

—Temporalmente.

—¿Por qué?

Balanceo mi peso de una pierna a otra.

—No me apetece hablar de ello Kaden.


—¿Es por tu ex? ¿Ha hecho algo más aparte de destrozar
tu coche?

Me tenso en el lugar.

—No sé si lo del coche lo hizo él...—murmuro mordiendo


mi labio.

Kaden camina hasta mi lado y levanta mi cara.

—Quiero que hables conmigo Julliet, quiero que confíes


en mí.

No sé como hacerlo.
42. If Walls Could Talk
"If these walls could talk, I'd hope they wouldn't say
anything
Because they've seen way too many things"
—Han estado pasando...cosas.

Kaden frunce el ceño.

—¿Qué cosas Juls?

Desvío la mirada y contengo el aliento.

Muchas cosas.

¿Debería explicárselas? ¿De que sirve que él las sepa?

Cuéntale a Papi Grey, a ver si así deja inmóvil al asqueroso


de...
Sacudo la cabeza. No necesito que nadie más lastime a
Nathan, eso solo le cabrearía más y pondría a más
personas en peligro.

Devan ya está siendo amenazado por Nathan, no sé que


recursos tiene pero no me gustaría que lo condenarán
por agresión.

—Es que tampoco estoy segura de quién está haciendo


esas cosas Kaden...—murmuro por lo bajo.

—¿Qué ha pasado Juls?

Aprieto mis labios con fuerza.

—No sé como...no sé por donde empezar a...

—Ven conmigo—tira de mi mano y me guía de nuevo a


su dormitorio.

Lo miro indecisa, no sé cuales son sus intenciones.

—Ponte esto—me indica tirándome un pantalón corto


suyo.

Observo como se coloca él también un pantalón y una


camiseta. Cuando deslizo su pantalón por mis piernas y
lo ato con fuerza lo miro expectante.
—Vamos—ordena extendiendo su mano.

La tomo sin vacilar y me dejo guiar, abre la puerta


corrediza del salón y salimos al exterior.

El sonido de las olas rompiendo en la orilla se escucha


desde aquí.

Kaden empieza a bajar las escaleras y mis pies descalzos


pisan la arena.

Caminamos en silencio hasta la orilla, lo miro de reojo


pero no me devuelve la mirada en ningún momento,
parece absorto en sus propios pensamientos. Cuando
estamos cerca del agua se sienta de golpe, se apoya en
sus manos y fija la mirada en el mar.

Imito su gesto, es tranquilizante ver el agua en continuo


movimiento. La ligera brisa marina remueve mi pelo.

—Siempre me ha servido venir aquí para aclarar mis


ideas—me comenta todavía con la mirada perdida.

—Me hubiera gustado tener un lugar así de cerca de mi


casa.

Kaden se ríe por lo bajo de forma sarcástica.


—Si el precio a pagar era vivir en esa casa créeme que
no te hubiera gustado.

Giro mi cabeza y observo como sus facciones se han


endurecido.

—¿No te gusta tu casa?

—Me gusta, lo que no me gusta son los recuerdos que


tengo de ella.

—¿Entonces por qué no la vendes?

—Porque la diseñó mi madre, era su casa ideal.

—¿Tu madre biológica?

Kaden asiente.

—¿Era arquitecta?

—Eso tengo entendido.

Debe ser extraño crecer sin tu madre, intento


imaginármelo pero me resulta imposible.

—Aún así...

—No podría hacerlo...además siempre puedo intentar


crear nuevos recuerdos ¿no? Últimamente tengo unos
cuantos buenos—comenta girando la cabeza, su sonrisa
ladeada hace que mi corazón se salte un latido

—¿Entonces crecísteis aquí?¿Tú y...?

—¿El Sr. Henderson?—termina la oración por mí.

Asiento.

—Sí.

Me cuesta mucho imaginarlos de ese modo, es como si


no encajaran.

El agua brilla por el reflejo del sol, es hipnotizante en


cierto modo.

Entiendo que Kaden venga aquí, el ambiente es tan


tranquilizante que es capaz de despejar tu mente.

—¿Qué cosas han estado pasando últimamente Juls?—


me pregunta al cabo de unos minutos.

Mis dedos se unden un poco más en la arena.

—¿Recuerdas la noche que viniste a mi casa y


ehm...golpeaste a...?

—¿Al gilipollas de tu ex? Sí, no podría olvidarlo.


Doblego mis rodillas y las rodeo con mis brazos.

—Esa noche Nathan vino a... Quería que me mantuviera


callada.

Soy incapaz de mirar a Kaden.

–¿Callada? ¿Qué se supone que te tienes que callar?—


pregunta, suena completamente tenso su tono de voz.

—Fui a una fiesta la noche anterior... Él también estaba


allí y quería... Él quería... Pero yo no...

Mis ojos pican, las palmas de mis manos se sienten


sudorosas.

—Yo no quería—continuo.

Es como si no fuera capaz de pronunciar las palabras en


voz alta.

—¿Qué no querías Juls?—pone una de sus manos en mis


tensos hombros.

—No quería... Tener... Uhm...yo no quería sexo con él.

Muerdo mis labios con tanta fuerza que noto la sangre


en mi boca.
La mano que tiene Kaden amablemente en mi hombro
aprieta con más fuerza.

—¿Te presionó?—su voz es completamente gélida ahora.

Abrazo con más fuerza mis rodillas, llevándolas a mi


pecho.

—No, llegó Devan y lo apartó.

Esto era lo que no le quise explicar aquel día, tampoco


estoy segura de que deba estar contándoselo ahora.

—¿Y donde dices que vive el subnormal de tu ex novio?

—Kaden...

—Nada de Kaden Juls, escoria como él no debería...


Espera, ¿no lo denunciaste, verdad? ¿Por eso vino al día
siguiente?¿Te amenazó?

Inclino la cabeza hacía un lado y hago una mueca.

—Pero ahora estoy pensando en denunciarlo, el Sr.


Henderson será mi abogado y...

—¿Por eso estabas en su casa el otro día? ¿Por qué será


el abogado del caso?
—¿Cómo sabes que estuve en su casa?—pregunto
girando mi cara para mirarlo.

—Él vive en las afueras y el otro día dijiste que estabas


por ahí.

Desvío mis ojos, así que sí que lo sabía...

—Pues sí, es por eso.

—Un momento... ¿Ha hecho algo más el gilipollas ese?


¿Por eso vives con el camarero?

—Kaden...

—¿Qué más ha hecho Julliet?

Mi corazón martillea con fuerza en mi pecho.

—Realmente no sé ni puedo demostrar si ha sido él


pero... A parte del coche rompieron un cristal de casa y
me dejaron un mensaje.

—¿Qué decía?

—Qué nadie creería a una zorra como yo...y el otro día...


Cuando me fui de aquí en medio de la noche... Uhm...
Creo que vi a Nathan entrando en mi casa... No lo pude
ver bien pero su coche estaba aparcado fuera.
—Vas a traer tus cosas y venir conmigo.

—Kaden no tienes que...

—Sí—me interrumpe—Aquí estarás a salvo conmigo.


Aunque también voy a encargarme de dejarle claro a ese
subnormal...

—¡Basta! Ni se te ocurra hacerle nada Kaden, tiene


muchos recursos y no quiero que te amenace a ti
también.

La ceja de Kaden se alza.

—¿Te preocupas por mí?

¿Eso es lo único que le ha interesado de la frase?

Ignoro su pregunta y me centro en los verdaderamente


importante.

—No lo conoces Kay, su padre es uno de los mejores


abogados del país.

—Andrew es otro de los mejores abogados del país.

—Prométeme que no le harás nada, eso solo jugará en


nuestra contra si llega a juicio...

—Julliet...
—Prométemelo Kaden—insisto mirándolo fijamente a
los ojos.

Su mandíbula se aprieta pero asiente.

—Gracias—le contesto.

Kaden estira sus brazos y se pone en pie.

—¿Entonces quieres que vayamos a traer tu cosas?

—¿Mis cosas?—repito, no entendiendo su pregunta.

—Sí, para que te mudes aquí.

Sacudo la cabeza.

—No me voy a mudar aquí Kaden.

—Claro que sí, si alguien puede protegerte soy yo.

—Devan ha hecho un buen trabajo hasta ahora—lo


defiendo.

Kaden rueda los ojos.

—Sí, estoy segura de que el camarero podrá defenderte


—resopla con sarcasmo.
Me pongo en pie y lo miro, estoy ligeramente irritada por
su actitud.

—Me da seguridad, que es lo que más necesito.

—¿Y no crees que yo pueda dártela?

—No lo sé Kaden, pero conozco a Devan... Y...realmente


lo conozco mejor que a ti.

Eso era completamente cierto, llevaba un mes hablando


con Devan casi a diario, sabíamos muchas cosas el uno
del otro. Me sentía segura a su lado. Era alguien en
quién podía confiar.

—Tú eres de las personas que más me conoce—


contesta.

—Kaden prácticamente no se nada de ti.

—Puedes preguntarme.

—¿Para que evites mis preguntas?

—No saques ese tema de nuevo—su frente se arruga.

Habla del tema Bonnie, cuanto menos quiere hablar de


ella más curiosidad tengo.

—No he dicho nada.


—No pero hablabas de eso al decir que evito tus
preguntas, ahórrate la psicología inversa conmigo que
no funcionará.

—Aunque me lo explicarás daigual, estoy viviendo con


Devan ahora 

Sus labios se aprietan con fuerza.

—¿Porqué tienes que ser tan testaruda? ¿No ves que


simplemente quiero que estés segura?

Me cruzo de brazos, su insistencia está empezando a


cabrearme.

—¿Estás hablando de mi seguridad o es que te molesta


que esté quedándome con Devan?

—¿Si estás tan segura con él porque viniste anoche a mi


casa?—pregunta arqueando una ceja—¿Te permitió que
salieras en medio de la noche?

Trago con fuerza.

—En primer lugar no es mi dueño, no tiene porqué


permitirme nada, y en segundo lugar vine aquí porque...

—¿Por qué?
Porque sentía que me estaba hundiendo, y tu eres capaz
de mantenerme a flote.

—Devan trabaja algunas noches...

—¿Así que soy tu plato de consolación?

Me paso las manos por el pelo, me frustra tanto su


actitud.

—No he dicho eso Kaden.

—¿Entonces porque no vienes conmigo? Está claro que si


él trabaja algunas noches no va a poder defenderte.

—No va a pasar nada porque me quede sola en su


apartamento.

Kaden se mueve rápidamente y me atrapa en sus brazos


dejándome inmóvil, no puedo ver su cara, me tiene de
espaldas. Puedo sentir su respiración contra mi cuello.

—¿Cómo puedes defenderte por tu cuenta? Intenta


escapar.

Me remuevo pero me tiene bloqueada, ojalá en la clase


de ayer hubiera aprendido este movimiento de escape.

—Suéltame—le exigo.
—Eso es lo que le dirás al capullo de tu ex ¿crees que te
hará caso?—susurra en mi oído. Me estremezco por el
miedo y la impotencia de imaginar la situación, es como
si volviera al baño de nuevo, siento la misma
indefensión.

—Kaden suéltame—repito.

Libera mis brazos y abrazo mi cuerpo con ellos.

—Solo te estaba demostrando mi punto—señala.

—Pues no ha tenido gracia—mascullo.

—Créeme que nada de esto me divierte—entrecierra sus


ojos.

Me sacudo la arena del pantalón y doy media vuelta.

—¿A donde vas?

—Qué te importa—murmullo por lo bajo.

—Julliet—me coge del brazo.

Me volteo y lo miro enfadada.

—Me voy a casa Kaden.

—No tiene sentido que te enfades.


—¿No? ¿Quieres que me ria porque me inmovilices o
prefieres que te de las gracias?—respondo con
sarcasmo.

—¿Crees que me gusta llegar a ese extremo? Solo quería


demostrarte que no estás segura Juls. No quieres
quedarte conmigo y no me dejas aclarar las cosas con tu
ex. ¿Qué se supone que debo hacer? No quiero que te
pase nada.

Apuesto que su aclarar las cosas implica que Nathan


acabe ingresado en el hospital.

—Nathan no sabe nada de Devan ni donde vive, así que


no pasa nada.

—Es cuestión de tiempo, apuesto a que te sigue, ¿sino


como sabía donde estaba tu coche?

—Una vez le dije que tenía una entrevista para Mala.

Muerdo el interior de mi boca, tengo sospechas de que


tal vez me siga pero espero equivocarme.

—Al menos prométeme que te quedarás las noches que


estés sola aquí—me pide.

—Lo pensaré.
Cuando entro a su casa busco mi ropa, hago una mueca
al obersvar que está hecha un desastre por la sangre.

—Puedes llevarte mi ropa—murmura Kaden detrás de


mí.

—Te la devolveré esta noche.

—No hace falta Juls.

Cojo la llave de su coche y se la doy en la mano, él la


mira y luego me mira a mí.

—Hoy me devuelven el coche del taller, ya no lo


necesitaré... Muchas gracias—le explico.

—Necesitas el coche para irte de aquí.

—No, voy a pedir un...

Kaden resopla.

—Ya te acerco con mi moto.

Niego con la cabeza.

—No es necesario—contesto con rapidez.


Kaden hace oídos sordos y desaparece por el pasillo, no
tarda ni veinte segundos en aparecer con los zapatos
puestos.

—Vamos—exige cogiendo las llaves de su moto.

—Kaden no quiero que me lleves, no hace fa...

—Bueno pero yo quiero llevarte, así que vamos—me


interrumpe.

—Qué voy a pedir un Ub...

No me deja acabar la oración y me coge por los muslos


tirándome a su hombro.

—¿Enserio? —resoplo mirando como su mueve trasero


desde donde estoy.

—Te secuestro de nuevo, pero esta vez para devolverte.

—Estupendo—contesto poniendo los ojos en blanco.

—No te quejes tanto—gruñe palmeando mi trasero.

Camina conmigo en sus brazos hasta su moto, me


devuelve al suelo y lo fulmino con la mirada.

Kaden aprieta mis mofletes con una mano y se inclina


para juntar sus labios con los míos.
Por unos segundos me quedo totalmente
desconcertada.

—¿Qué...?—pregunto cuando se separa sin saber qué


decir exactamente.

—¿A qué ya no estás enfadada? —dice alzando una ceja


con diversión.

—Empiezo a pensar que eres bipolar.

—Tú me haces actuar de ese modo nena.

Me cruzo de brazos.

—Es lo más bonito que me has dicho hasta ahora—me


burlo.

—¿Ahora quieres que te diga cosas bonitas? —pregunta


sonriendo.

—No, yo...

—Tienes unos ojos increíbles—murmura inclinando su


cabeza y mirando fijamente.

Intento contener mi sonrisa pero fallo, eso es lo que me


dijo la noche que lo conocí.

—¿Esa es tu línea?—repito siguiéndole el juego.


Tal vez ambos somos bipolares, al menos el uno con el
otro.

—Cariño, yo no necesito líneas.

Inclino la cabeza divertida.

—¿Cuando viene la parte en la que me dices que no te


gusta repetir?—lo provoco.

—Al día siguiente, cuando vienes rogando por más—


responde con una sonrisa de burla.

Muerdo mi labio y Kaden se inclina para liberarlo. Lo


acaricia con las yemas de sus dedos y contengo la
respiración.

—¿Nos vamos?—pregunta separándose de golpe.

Asiento confundida.

—Me tendrás que guiar, porque no tengo ni idea de


donde vive el camarero.

—¿Por qué lo llamas camarero todo el tiempo? Su


nombre es Devan, y es más cosas aparte de camarero,
por ejemplo, también es enfermero.

Kaden rueda los ojos.


—¿Y tú por qué lo defiendes tanto?

—Me gusta, por lo que no me agrada que lo


menosprecies con esa actitud—crítico señalándolo.

Pone los ojos en blanco.

—Está bien, pues me tendrás que guiar hasta el


apartamento del camarero/enfermero.

Debe ser alérgico a decir su nombre.

Niego con la cabeza y me subo a la parte trasera de su


moto tras colocarme el casco.

Cuando arranca intento apoyarme en los laterales de la


moto pero Kaden aprovecha en un semaforo para coger
mis brazos y me obliga a rodearle la cintura con ellos.

Otro viernes que no voy a clase, se está empezando a


convertir en costumbre.

Voy diciéndole a Kaden por donde ir, cuando llega al


apartamento de Devan me bajo de un salto.

—¿Quieres que te acerque al taller?

Niego.

—¿Estás segura?
—Sí.

—¿Te pensarás lo de pasar las noches que estés sola en


mi casa? Estoy segura de que al camarero/enfermero le
parecerá bien, ¿a que sí?

Lo pienso unos segundos, conociendo a Devan sí, me


tirará a los brazos de Kaden y me hará bromas sobre la
suerte que tengo.

—Lo pensaré—me repito de nuevo.

Kaden asiente y mueve la cabeza despidiéndose de mí.

—Nos vemos esta noche nena.

—Hasta luego Kaden.

***

El resto del día pasa de forma monótona, Devan me


hace miles de preguntas y le cuento que Kaden se ha
ofrecido a que me quede con él las noches en que Devan
trabaje.

Por supuesto a él le parece buena idea, pero puntualiza


que siempre que a mí me lo parezca, por supuesto.
Empiezo a pensar que Devan es perfecto, es tan atento
siempre...

Cuando se acerca la hora de ir a la casa del Sr.


Henderson siento como se encoje mi estómago, no me
apetece hablar de Nathan ni de la relación que teníamos.
Con cada pregunta de Andrew me siento más tonta, está
claro que en mi mente todo estaba mucho más
idealizado de lo que era la realidad.

Voy hasta el taller a por mi coche y de allí voy directa a la


mansión del profesor.

Cuando veo al Sr. Henderson fuera de la puerta de su


casa los nervios aumentan.

—Sr. Henderson antes de nada me gustaría decirle que


anoche vi a Nathan y...

—¿Cómo que lo viste?—me interrumpe, suena


completamente enfadado pese a que mantiene la
compostura.

—Fue algo casual, no es que quisiera verlo—explico


rápidamente.

—¿Le hizo o le dijo algo? ¿Había algún testigo?


—No, no me dijo nada... Yo uhm... Estaba en comisaría
porque presencié un robo con agresión... Y cuando me
estaba marchando él entró... Creo que sale con una
agente de policía.

El Sr. Henderson bufa y niega la cabeza.

—No me gustan las cartas a las que juega su ex pareja


Srta. Collins.

Yo también creo que es mucha casualidad que justo


ahora salga con alguien que trabaja en el departamento
de policía.

Me hace entrar al interior de su casa y pasamos hacía la


misma sala del otro día.

—Le recuerdo que nuestras conversaciones serán


grabadas Srta. Collins.

Asiento.

No llevamos ni diez minutos cuando alguien llama a la


puerta.

—Disculpe Sr. Henderson—empieza a decir un tipo que


tiene pinta de trabajar aquí—La Sra. Bonnie Lee está en
la puerta y pregunta por usted.
¿Bonnie? ¿La Bonnie de Kaden?

—Eso no es posible—murmura el Sr. Henderson


abriendo sus ojos por completo.

—Quiere verlo—continua diciendo el hombre.

Andrew se pone en pie, parece completamente perplejo.

Siento la necesidad de averiguar si es ella, y por qué es


un tema tabú para Kaden.
43. Should I Stay or Should I Go
"Should I stay or should I go now?
If I go there will be trouble"
—¿Me disculpa un momento Stra. Collins?—me pregunta
el Sr. Henderson volteándose hacía mí.

Sacudo la cabeza, no me importa pero quiero saber.

—Estaré de vuelta enseguida—asegura caminando hacía


la puerta.

Miro mis manos y suspiro, ¿debería quedarme o debería


ir?

No sé si tendré otra oportunidad como esta y mi lado


insaciable de curiosidad se muere porque cruce esa
puerta con la mayor discreción posible.

Espero un par de minutos, el pulso se me está


empezando a disparar y ni siquiera he salido de la
habitación.

Trago con fuerza y me pongo en pie, camino


sigilosamente y abro la puerta con sumo cuidado para
no hacer ruido, no es que sea importante, dudo que a la
distancia que estoy el Sr. Henderson me escuchara, de
todas formas prefiero ser prudencial.
Camino pisando el suelo con suavidad, cuando llego al
final del pasillo me asomo ligeramente.

Veo las espaldas tensas del Sr. Henderson desde donde


estoy, masculla algo por lo bajo, intento concentrarme
para ver si escucho algo de lo que dice.

Yo no tengo quejas de ver el increíble trasero del Sr.


Profesor caliente.

—Deberías marcharte Bonnie—le dice Andrew.

No puedo ver bien a la chica, el cuerpo del Sr.


Henderson me bloquea la vista.

—Hoy era su cumpleaños Andrew, solo quería pasar un


rato contigo.

—Bonnie, no debes estar en esta ciudad.

—No me he acercado a su casa—contesta la voz


femenina.

Me muevo un poco para ver si alcanzo a verla desde otro


ángulo, vislumbra parcialmente su silueta.

Me agarro al esquina de la pared y me estiro un poco


más, solo un poco más.
Caigo al suelo en un ruido sordo, el Sr. Henderson se
gira y me mira.

La curiosidad se paga cara.

Soy completamente capaz de ver a la chica ahora, es la


misma que la de la foto de la guantera de Kaden y la foto
del Sr. Henderson. Ha envejecido unos años pero sin
duda es ella.

Sus ojos me escanean, siento como si me estuviera


analizando escrupulosamente.

—Srta. Collins... —empieza a murmurar con


desaprobación—Enseguida estoy con usted.

—Yo... Ehm... Buscaba el baño—digo diciendo la primera


escusa que pasa por mi cabeza.

—Está en la otra dirección—responde entrecerrando los


ojos.

Me pongo en pie de un salto y asiento.

—Gracias—le digo girando en dirección contraria.

Antes de girar del todo observo algo en la mirada de


Bonnie que me pone los pelos de punta.
Camino por el pasillo y me encierro en el primer baño
que veo.

¿Porqué no debería estar Bonnie en la ciudad? ¿No se


suponen que son amigos? En la foto lo parecen... Sin
embargo el tono que ha utilizado Andrew con Bonnie es
de todo menos amigable.

Las preguntas continúan invadiendo mis pensamientos.

Hasta ahora lo único que sé es lo siguiente:

Bonnie debe haber sido alguien significante en la vida de


Kaden.

Kaden no quiere ni que la mencione, pero conserva una


fotografía de ella.

El Sr. Henderson parece conocerla, y no tiene pinta de


mantener ninguna relación con ella.

Vale, básicamente no sé nada, y eso cabrea a mi lado


curioso.

Vuelvo al despacho del Sr. Henderson y me siento en la


silla.

Al cabo de poco minutos aparece él por la puerta.


—¿Es usted siempre tan curiosa Srta. Collins?

Muerdo mi labio.

—¿Quién es ella?

El Sr. Henderson camina hacia su escritorio, se sienta en


silencio y coge la grabadora, la apaga y me mira con
interés.

—¿Porqué quiere saberlo?

—Kaden no quiere hablar de ella y...

—¿Y cree que puede sonsacarme la información a mí?


¿No cree que eso es un poco entrometido?

Desvío la mirada.

—Sí, no voy a negárselo, solo me pregunto porque


Kaden dice su nombre en sueños.

La mandíbula del Sr. Henderson se cierra de golpe.

—¿En sueños? ¿Duermes con Kaden?

Suena tan desconcertado que me está tratando de


nuevo de tú en vez de usted.
Analizo la frase y me doy cuenta de que prácticamente
acabo de decírselo.

—Uhm...—empiezo a murmurar.

—Julliet... Sé que no debo meterme en esto pero creo


que deberías conocer bien a Kaden antes de involucrarte
tanto con él. Empieza a tomar en cuenta mi consejo.

—¿Por qué?

—Porqué no te conviene.

Resoplo con indignación.

—¿Ahora sabes lo que me conviene?—pregunto


entrecerrando los ojos.

El Sr. Henderson sacude la cabeza.

—Créeme que todo esto te lo digo para evitar que salgas


herida...

—¿Bonnie es la ex novia de Kaden?—pregunto sin


rodeos ignorando lo último que me ha dicho.

El Sr. Henderson se inclina hacia atrás recostado su


espalda en la silla.
—Yo no la llamaría exactamente su ex novia—contesta
para mi asombro.

—¿Y que la llamarías?

—Su ex amante.

Una chica con la que repetía... Me pregunto si es a partir


de ella cuando decidió poner esa estúpida regla de no
acostarse de nuevo con la misma chica.

—¿Y que pasó entre ellos? ¿Porqué le has dicho que no


debería estar en la ciudad?

El Sr. Henderson pasa sus dedos por sus barbillas,


parece pensativo, como si se estuviera replanteando
decir las palabras que dice a continuación.

—Porque tiene una orden de alejamiento contra Kaden.

Mi boca se abre con asombro.

—¿Qué? ¿Por qué?

El Sr. Henderson se inclina, acercándose a mí.

—Bonnie puede llegar a ser... peligrosa.


Bonnie tiene un rostro bastante inocente, pero es cierto
que el modo en el que me ha mirado era capaz de
helarme la sangre.

—Pero entonces...

—No creo que deba seguir hablándote de ello Julliet...


Será mejor que prosigamos con la reunión.

Yo quiero seguir hablando sobre Bonnie, no sobre el


imbécil de Nathan.

—En el correo mencionaste algo sobre tu vehículo pero


no he recibido las fotos de como quedó el coche—me
comenta mientras mira su ordenador.

—Es que... No le hice ninguna fotografía.

Andrew frota su sienes y suspira.

—Intenta fotografiarlo todo siempre Julliet, nos será útil.

—Pero es que realmente no sé si fue Nathan, ni tengo


forma de demostrarlo...

—¿Donde fue?

—Fuera del local Mala.


—Podríamos revisar las cámaras de seguridad, a ver si
enfoca el ángulo. Le diré a Agnes que me envíe una copia
de la noche en que sucedió.

¿Hay cámaras enfocando a la entrada? ¿Porqué le tiene


que decir a la Sra. Myers? ¿No va a ir él hoy al local?

—¿No irás a Mala esta noche?

—No, hoy no iré.

¿Por qué no? Siento el impulso de preguntarle pero no


me da la sensación de que vaya a responder.

Andrew enciende la grabadora de nuevo y me hace


varias preguntas sobre mi relación con Nathan, intento
responder con el mayor detalle posible.

—¿Entonces fue usted la que terminó la relación?

—Sí.

—¿Puede explicarme que motivos le impulsaron a tomar


esa decisión? ¿Fue repentino? ¿Cuando se planteó por
primera vez acabar la relación?

Muerdo mi labio mientras pienso la respuesta.


—La primera vez que lo pensé fue mientras estuve en el
psiquiátrico.

La cara del Sr. Henderson cambia por completo, estira la


mano y apaga la grabadora.

—Eso no me lo había comentado Srta. Collins.

—Se lo estoy explicando ahora.

—¿Podría decirme el diagnóstico que la llevo a estar


internada en un psiquiátrico? ¿Cuanto tiempo estuvo?
¿Cuando le dieron el alta?

—Depresión severa, estuve medio año ingresada y me


dieron de alta hace más de un año.

El Sr. Henderson suspira y pasa sus manos por su cara.

—¿Qué pasó en el psiquiátrico?

—En una de las visitas Nathan empezó a hablar sobre


planes de boda y me di cuenta de que no quería
casarme con él, ahí me percaté de que no estaba segura
de querer continuar la relación.

—Háblame del día de la ruptura.

Mordisqueo mis uñas con nerviosismo.


—Yo fui a su casa y... Me acosté con él pero... No sentía
nada... Cuando me vestí le dije que no quería continuar
con nuestro compromiso ni con nuestra relación.

Andrew parpadea perplejo.

—¿Se lo dijo simplemente así?

—Sí.

—Entiendo que no quedaría conforme... que el Sr.


Nathan querría contactar de nuevo con usted.

—Sí, ese mismo día el fue a mi casa pero yo no lo


recuerdo, uhm... Él habló con Kaden creo...

La alarma de mi teléfono empieza a sonar.

Me volteo y la apago, es tarde, tengo que irme ya para


poder llegar a tiempo al trabajo.

—Disculpe Sr. Henderson yo esto...tengo que


marcharme ya.

—Por supuesto—responde poniéndose en pie.

Cojo mis cosas y camino hacia la puerta, escucho los


pasos del Sr. Henderson detrás de mí.

—Yo... Uhm...Gracias Sr. Henderson.


Él asiente.

—Si le parece bien podemos reunirnos de nuevo el


martes.

—Por supuesto. Adiós Sr. Henderson.

—¿Srta. Collins?—me pregunta cuando estoy


volteándome para marcharme.

—¿Sí?

—Revise el correo del campus virtual y enhorabuena, es


la primera vez que un alumno mío saca una nota tan
perfecta en ese modelo de examen.

Levanto una ceja, me cuesta unos segundos procesar lo


que acaba de decir. Cuando me doy cuenta cojo
frenéticamente el móvil y entro en la página del campus
virtual.

Por el grupo de WhatsApp de la universidad todo el


mundo está hablando de las notas. Mis dedos tiemblan
mientras introduzco mi usuario.

Mi corazón late desbocado mientras carga el listado, no


tiene sentido que esté tan nerviosa porque el Sr.
Henderson me ha dejado claro que tengo una buena
nota, aún así no puedo evitar sentirme ansiosa.
Mis ojos recorren todas las numeraciones, cuando
encuentro mi identificador y veo la nota que aparece al
lado mi boca se abre con asombro.

Un diez. Un maldito diez.

No puedo creérmelo.

Exclamo y doy un pequeño salto de alegría, el Sr.


Henderson que continua mirándome desde su puerta se
ríe viendo mi expresión.

Estoy eufórica, no esperaba que me fuera tan bien el


primer examen de la carrera.

Le escribo un mensaje a Devan diciéndoselo.

Levanto la mano y me despido alegremente de Andrew.

Antes de entrar en mi coche lo miro por última vez, me


doy cuenta de que en ningún momento aparta su
mirada de mí.

***

—¿Entonces ha ido bien la reunión con el Sr. Henderson?


—pregunta Devan levantado las cejas sugestivamente.
Hemos cenado juntos y estoy conduciendo camino al
local, como vivimos juntos tiene sentido que vayamos en
un solo coche.

—No ha sido así—resoplo mientras miro el semáforo


rojo.

—Vaya, ¿ no te ha enseñado su sótano?

—¿Su sótano? ¿Porqué suena tan escalofriante eso?

Devan se ríe.

—Una vez escuchamos a la Sra. Myers hablar del sótano


del Sr. Henderson, por lo visto es una versión extrema
de la sala BDSM de Mala.

Mis pelos se ponen de punta solo de imaginarlo.

—Entonces espero no verlo—aseguro.

Devan se ríe de nuevo.

—¿No te llama la atención ese mundillo Ángel?

—Yo... —muerdo mi labio—No sé, supongo que me


intimida un poco.

Yo quiero que Grey supremo nos ate.


Los recuerdos del sueño que tuve con los tres se
deslizan en mis pensamientos y me sonrojo
recordándolo.

—A mi nunca me ha acabado de gustar, reconozco que


el bondage puede ser sexy pero el dolor...darlo o
recibirlo... no me produce ningún tipo de placer.

Vaya, Kaden no quiere trios y Devan no quiere torturarnos


placenteramente, adiós a otra fantasía.

—Oh.

—¿Por qué ese "oh" tan decepcionado Ángel?—puedo


identificar la diversión en su tono de voz.

—No, no estoy decepcionada—suelto una risita nerviosa.

—¿Querías que te diera unos azotes?

Sí, junto a Papi Grey y Grey supremo.

—No, claro que no.

Cuando bajamos del coche caminamos juntos hasta el


vestuario.

Devan saca su disfraz de bombero de la taquilla y sonríe


perversamente en mi dirección.
—¿Conoces algún fuego que pueda apagar con mi
manguera, Ángel?—pregunta guiñándome un ojo.

Me rio mientras sacudo la cabeza. Abro mi taquilla para


ver como es mi disfraz pero me decepciono al encontrar
el vestido negro de la sala uno.

—Esto empieza a ser aburrido—protesta Devan cuando


lo ve.

Me deshago de mi ropa rápidamente y coloco el vestido


por mi cuerpo a regañadientes.

—Que tengas una buena noche Ángel—me dice Devan


inclinando la cabeza para besar mi mejilla cuando
salimos del vestuario.—Escápate un rato luego a verme.

Empiezo a tomar el desvío para ir hacía la sala uno


cuando la voz de la Sra. Myers llama mi atención.

—¡Julliet!—exclama apresurándose a mi lado.

—Sra. Myers ¿puedo hacer algo por usted?

—Quería comentarte una cosa, ¿puedes venir a mi


despacho unos minutos?
Asiento y la sigo hasta su despacho, por el camino me
encuentro con Dom y contengo el aliento mientras paso
por su lado.

—Puedes tomar asiento—indica señalando la silla que


hay frente a su mesa.

Me siento y cruzo las piernas, esperando pacientemente


lo que sea que tenga que decir.

—En primer lugar quería disculparme por la forma en


que Drew te despidió, normalmente no es así de
impulsivo y no actuó correctamente, tenía pensado
llamarte para informarte de te incorporarás de nuevo
pero ya he visto que conseguiste de nuevo tu puesto—
sus labios se curvan diciendo lo último.

Asiento mientras me remuevo en la silla.

La Sra. Myers se levanta y se coloca delante de mí, se


apoya en el escritorio y me inspecciona con la mirada.

—Realmente no quiero que estés en la sala uno, mañana


estarás de nuevo en la sala dos. Por cierto, he escuchado
que causaste furor en la sala tres la semana pasada.

Muerdo mi labio recordando el bailecito que hice para


llamar la atención del Sr. Henderson.
—Aunque Drew quiera impedirlo me gustaría que
bailaras, tal vez al principio podrías hacerlo solo los
viernes...¿Que te parecería eso? El sueldo es un poco
más alto y son menos horas...

¿Más dinero por trabajar menos y bailando?

—¿Y los sábados continuaría como camarera?—


pregunto.

Agnes asiente.

—Aunque podríamos ir viendo como te desenvuelves, si


estás cómoda y te gusta tal vez podrías hacer las dos
noches.

—No creo que al Sr. Henderson le guste la idea...me dijo


que no bailara de nuevo.

La Sra. Myers se encoge de hombros.

—Aunque él sea el dueño quién dirige este club soy yo,


ya me las arreglaré con él, no te preocupes por eso.

—Entonces...supongo que sí, me gustaría hacerlo.

Froto las palmas de mis manos en mis rodillas para


contener el nerviosismo.
—Me gustaría verte esta noche, a las doce ves al
vestuario seis que preparé tu atuendo, encontrarás una
taquilla a tu nombre como en el vestuario tres.
Simplemente me apetece ver un baile, cuando estés
cambiada me buscas en la sala BDSM.

—De acuerdo Sra. Myers.

Ella sonríe ampliamente.

—Estupendo entonces. Oh, ya lo olvidaba—dice


palmeando su frente—Andrew me ha pedido una copia
de una grabación, ya se la he enviado pero me ha
explicado que el coche que destrozan es el tuyo. He
pensando que tal vez te gustaría ver quién aparece en la
grabación.

Trago con fuerza y asiento.

Agnes se coloca detrás de su escritorio y empieza a


teclear algo en su ordenador. Mi corazón late con más
fuerza a medida que van pasando los segundos.

—Aquí—comenta girando la pantalla de su ordenador—


El ángulo apunta justo a tu coche, si lo hubieras
aparcado un poco más arriba no habría quedado
registrado por la cámara.
Las palmas de mis manos sudan mientras observo
atentamente las imágenes, cuando una figura entra en el
plano mi boca se abre con asombro.

No es Nathan el que destroza mi coche, es Bonnie.


44. Lost in the Fire

"Type of sex you could never put a price on" 

Una parte de mí tenía claro que Nathan no lo había


hecho, sin embargo, el que mis ojos los confirmen es
totalmente desconcertante.

¿Por qué hace esto? 

Ni siquiera me conoce.

Pero sí conoce a Kaden y el Sr. Henderson me ha dicho


que es peligrosa...

Siento un escalofrío que recorre mi columna vertebral


mientras observo como se ensaña con mi vehículo.

—Espero que te sea de ayuda—comenta la Sra. Myers


girando de nuevo su pantalla.

Estoy demasiado conmocionada para decir nada, creo


que asiento y me muevo automáticamente.

—¡No olvides buscarme cuando tengas tu vestuario


puesto! —me recuerda Agnes cuando estoy saliendo por
su puerta.
—Julliet ¿no estás con nosotros esta noche tampoco? —
pregunta Nell cuando estoy atravesando la sala dos.

Algunos clientes ya han empezado a llegar, me doy


cuenta de que Devan tiene una mini manguera y moja a
algunas personas aleatoriamente mientras se ríe de
forma traviesa.

—No—respondo, todavía tengo la cabeza en otro lado.

Me dice algo más pero no puedo prestarle atención,


tengo grabada a fuego la mirada de Bonnie en mi mente.

Recorro la sala dos y cuando llego a la uno me centro en


trabajar para distraerme. Trabajar con Kurt es bastante
sencillo, atendemos a todos los clientes y voy mirando el
reloj para ir siendo consciente de la hora.

Cuando son las doce menos cuarto informo empiezo a


dirigirme al vestuario seis, al pasar por la sala dos Devan
llama mi atención.

—¿Vienes a verme Ángel? —pregunta con una sonrisa


socarrona en el rostro.

—En realidad iba al vestuario seis—comento apartando


un mechón que se ha escapado de mi coleta.

—¿Seis? —repite Devan con confusión.


—La Sra. Myers me ha pedido que baile esta noche.

Los ojos de Devan se iluminan.

—Eso tengo que verlo.

—¿No estáis muy liados para escaquearte? —pregunto


mirando mi alrededor, la sala dos está bastante
saturada.

—Ya me perdí el último baile, no voy a perderme esta


también—responde haciendo una mueca.

Yo bailaría para ti cuando quisieras maldito coqueto.

Parece un niño pequeño al que le están negando un


caramelo.

—Bueno, pues estaré en la sala tres en veinte minutos.

—Allí estaré entonces—dice guiñando un ojo.

Me muevo con rapidez fuera de la sala, voy fijándome en


los números de las puertas atentamente.

Cuando localizo el vestuario entro y busco la taquilla, la


distribución del interior es muy similar a la del vestuario
de camareros. Leo los nombres que están delante de las
taquillas y cuando veo el mío siento como se acelera mi
pulso.

Una cosa es bailar para provocar al Sr. Henderson, pero


esto... Últimamente ni me reconozco, la Julliet de hace un
mes nunca hubiera hecho algo así, aunque... Tal vez me
he estado conteniendo todo el tiempo y ahora empiezo a
ser la verdadera yo; Una persona que se va deshaciendo
de los prejuicios y disfruta de la sensualidad y el
erotismo de la vida.

Cojo el conjunto que ha dejado la Sra. Myers y lo miro


con una renovada valentía. Me deshago del vestido que
llevaba para la sala uno y me visto con agilidad.

La parte superior está compuesta por un top negro con


piedrecitas brillantes, la parte inferior es una especie de
braga alta negra que tiene la misma temática que el top,
desde la parte trasera hasta los laterales la cubre otra
tela creando un efecto de falda abierta. 

Sin contar el vestido sencillo de la sala uno esta debe ser


una de las prendas que más me cubre hasta ahora.

Deslizo mis pies en los altos tacones y rehago mi


peinado. Coloco el vestido de la sala uno dentro de la
taquilla y la cierro.
Antes de salir del vestuario repaso mi atuendo en el
espejo, la verdad es que me da un aire seductor. 

Me muevo por el local para ir a buscar a la Sra. Myers,


tengo un poco de respeto a la sala BDSM pero por suerte
sé que el Sr. Henderson no estará ahí esta noche.

Abro la puerta, vacilante, y escaneo la sala para ver


buscar a la Sra. Myers.

Jadeo cuando me doy cuenta de que hay una mujer


colgando en medio de la sala, está atada por cuerdas y
nudos muy complejos que recorren todo su cuerpo,
queda completamente inmovilizada y suspendida. 

La cuerda parece presionar con fuerza cada parte de su


cuerpo, me estremezco imaginando lo doloroso que
debe ser.

Agnes se percata de mi presencia y se excusa, de


repente todo el mundo se voltea para mirarme y me
siento intimidada, por suerte en pocos segundos la Sra.
Myers llega a mi lado y salimos de allí.

—Te queda estupendo el traje—dice con aprobación.

—¿Seguro que no me estaré metiendo en un lío con el


Sr. Henderson por esto?
—Tranquila, de eso ya me encargaré yo...Por cierto, me
tienes que decir un nombre artístico, todas nuestras
bailarinas tienen uno.

Lo pienso unos instantes y digo lo primero que me pasa


por la cabeza, la Sra. Myers sonríe al escucharlo.

—Ahora está Celeste bailando, serás la siguiente


después de ella y bailarás dos canciones, nuestra
presentadora dará pie a que subas al escenario. Voy a
informarle de que ya estás lista.

Me coloco en el lateral del escenario y empiezo a fijarme


en la gente, observo que Kaden está en esta sala y trago
con fuerza al mirarlo, él todavía no se ha dado cuenta de
que estoy aquí.

Continúo mirando y mis ojos se abren con asombro


cuando identifico a uno de los tipos que está sentado
delante del escenario.

Blake sacude la cabeza y parece ligeramente incómodo


mientras uno de los hombres que va con él bromea y le
golpea el hombro juguetonamente.

—Muchos tuvisteis el placer de deleitaros con los


maravillosos movimientos de una nuestras camareras, a
petición popular ha vuelto esta noche aquí para bailar un
par de canciones. Recibid con un aplauso a Ángel en el
escenario.

Ángel es el nombre artístico que he decidido utilizar,


estoy segura de que a Devan le va a encantar.

Camino con firmeza y seguridad y me subo al escenario.

No puedo evitar mirar a Blake esperando su reacción,


cuando se percata de mi presencia su boca se abre
ligeramente.

Esto no es un club de striptease, por lo que no me tengo


que desnudar en ningún momento, simplemente debo
bailar.

Mis tacones repiquetean contra el suelo en cada paso


que doy, me muevo contoneando las caderas
seductoramente hasta llegar a la barra.

Acaricio con la yema de mis dedos el frío metal de la


barra, los paseo de arriba a abajo y la rodeo con fuerza.
Doy una simplemente vuelta y me separo para comenzar
a bailar al compás de la música.

Hago un círculo con la cabeza en un movimiento sensual


mientras entrecierro mis ojos, tiro mi cabello hacía atrás
con mi mano y aprovecho el movimiento para recorrer
con lentitud la curvatura de mi cuello, continúo bajando
por el contorno de mi pecho y acaricio mi vientre
desnudo.

Me volteo y engancho una pierna al rededor de la barra,


paso el brazo por encima de mi cabeza y me sujeto
mientras doy vueltas mirando al público. Me impulso
con la pierna que tengo libre y dejo que mis piernas
soporten el peso de mi cuerpo, arqueo mi espalda
quedando boca abajo, siento la fuerza de la gravedad
ejerciendo su efecto, bajo una mano hasta que toco el
suelo y repito el movimiento con la otra.

Siento todos los ojos de la sala mirándome, aunque


estoy absorta y concentrada en realizar los movimientos
a la perfección me distraigo unos segundos mirando a
Kaden y Devan.

Estos parecen completamente maravillados.

Desengancho mis piernas de la barra y las abro por


completo en el aire, las vuelvo a enroscar en la barra y
las subo para poder incorporarme, este es uno de los
pasos que siempre me ha costado más, pero pese a la
falta de entrenamiento lo consigo realizar con precisión.

Me siento poderosa, como si fuera capaz de cautivar a


cualquier persona de la sala con mis movimientos. En
estos momentos el tiempo se ha detenido y solo existe la
música, despierta tantas emociones en mi interior que
estoy extasiada.

Antes de que me de cuenta la segunda canción ya ha


terminado y el público aplaude con ímpetu.

Hago una pequeña reverencia y me volteo para bajar del


escenario, al final de las escaleras ya está Devan
esperándome.

—¿Por qué no había visto eso antes? —pregunta


estirando su mano para ayudarme a bajar el último
escalón.

Sonrío mientras inclino mi cabeza a un lado.

—¿Te ha gustado? —le pregunto.

—Eso sería quedarse corto, y ya sabes que no es mi caso


—responde juguetón mirando su entrepierna. 

Mis ojos inconscientemente siguen el mismo trayecto y


me sonrojo levemente.

—¿Has visto que Blake está aquí? —digo cambiando de


tema.

—¿Qué? ¿Blake? ¿Pierson?


Asiento.

—Creo que a parte de a ti no he podido ser capaz de


mirar otra cosa Ángel.

Giro mi cabeza y lo busco con mi mirada.

—Ahí está—señalo discretamente con mi cabeza los


asientos que hay frente el escenario.

—Oh, ya lo veo, pues vamos a saludar, ¿no?

—¿Qué? —pregunto confusa mientras Devan empieza a


empujarme por los hombros para llevarme junto a
Blake.

—Pierson, ¿qué ven mis ojos?

Blake se pone en pie y nos mira.

—¿Trabajáis aquí? —pregunta, parece completamente


incrédulo.

—Sí—responde Devan alegremente, rodea sus brazos en


mi cintura y me abraza desde atrás—¿Has disfrutado del
baile? Ángel es capaz de levantar pasiones ¿verdad?

Y erecciones por lo que estoy viendo.


—Bailas...muy bien Julliet, la ehm...flexibilidad puede
serte útil en las próximas clases—comenta rascando su
cuello.

—Gracias—respondo mirando mis pies.

—¿Como has conseguido entrar? En Mala solo entran


parejas y mujeres—le pregunta Devan.

—Un excompañero es amigo de la directora del local y


quería venir aquí a tomar algo—explica Blake inclinando
la cabeza hacía uno de los tipos que estaba sentando
junto a él.

—Este es el último lugar del mundo en el que te


imaginaba—responde Devan riendo.

—Pues ahora que lo pienso este sitio encaja totalmente


contigo—replica Blake.

—Exacto, Mala es como mi segunda casa—dice Devan


con orgullo.

La Sra. Myers viene hasta nuestro lado.

—¿Tú no deberías estar en la sala dos? —le reprende


Agnes a Devan.
—Me he perdido Sra. Myers, todavía no me he adaptado
al nuevo local—se excusa él poniendo una mirada
inocente en el rostro.

—Vuelve a tu sitio, Devan—le ordena.

—Sí, señora—contesta haciendo un saludo militar.

Uno de los acompañantes de Blake se levanta y se


acerca hasta la Sra. Myers, se saludan con dos besos.

—¿Estáis pasando una buena noche? —pregunta Agnes.

—Sí, tienes unas bailarinas muy buenas—responde lo


último dirigiendo su mirada hacía mí.

—Ángel es nuestra nueva incorporación, aunque por el


momento solo actuará los viernes—explica la Sra. Myers
—Puedes volver a la sala uno Julliet, antes de irte ven a
mi despacho.

Asiento y me despido de ellos.

Camino de vuelta al vestuario seis para cambiarme,


estoy desabrochando la parte superior cuando siento
unos manos en mi cuerpo.

Me tenso y me volteo asustada para ver de quién se


trata.
La intensa mirada azulada de los ojos de Kaden me
quema, derrite hasta la última molécula de mi cuerpo.

Presiona su cuerpo contra el mío y siento como mi


espalda choca contra las taquillas. Inclina su cabeza y me
besa con tal fuerza que me deja sin aliento.

Sus manos acaricia mi cintura y continuan bajando hasta


mis caderas, cuando llegan a mis muslos los coge para
que rodee su cintura con ellos.

Mis ojos se cierran cuando siento su boca recorriendo mi


cuello, mordisquea el punto de mi oreja que me vuelve
loca y gimo.

—¿Por qué no puedo dejar de desearte Juls?—pregunta


recostando su frente junto a la mía.

Las mariposas en mi estómago aparecen, pero las ignoro


con todos mis esfuerzos.

Una de sus mansos dibuja una línea debajo de mi


clavícula, cuando llega al centro baja continuando la
línea invisible entre el medio de mis pechos. Desliza la
mano un poco hacía la derecha y amasa mi pecho,
cuando sus dedos pellizcan mi pezón mis ojos se cierran.
—No cierres los ojos Juls, quiero ver esa mirada que
pongo en tu cara todo el tiempo—exige con la voz ronca
por la excitación.

Hago un esfuerzo por cumplir su petición y me pierdo en


el deseo de su mirada.

Baja mis piernas al suelo y se coloca de rodillas delante


de mí, no hay nada más sexy que él mirándome como si
fuera todo lo que necesita.

Coloca sus manos en mis caderas y baja lentamente la


parte inferior de mi traje. Mi boca se seca y mi lengua
lame mis labios, humedeciéndolos.

Kaden separa un poco más mis piernas y coloca su cara


entre ellas, cuando noto su lengua en mi centro mis pies
se curvan por el placer que me está proporcionando.

Mi mano se enreda en su pelo y mis caderas se mueven


al compás de su talentosa boca.

Me lleva al cielo en pocos minutos, durante todo el


tiempo me obliga a mantenerle la mirada y eso me
vuelve loca.

Se pone en pie y mis manos desabrochan


frenéticamente sus pantalones, necesito sentirlo con
desesperación.
Levanta una de mis piernas y la sujeta en el aire
mientras se agacha levemente para deslizarse en mi
interior. El sonido de nuestros cuerpos moviéndose con
frenesí me excita de sobremanera.
Puedo ver una sombra en la puerta, eso aumenta el
morbo de la situación, cuando me doy cuenta de quién
es la persona que está en la puerta mi pulso se altera
todavía más.
Devan.
Saber que me está follando mientras él nos mira me
excita el doble, es como si hubiese desconectado la
cabeza de mi cuerpo y me hubiera entregado a los
sentidos.
Fantaseo con la idea de que se una a nuestra fiesta
privada, pero sé que Kaden no lo permitiría.
Hace el ademan de irse, pero niego con la cabeza, quiero
que nos vea, y él quiere vernos.
Cuando Kaden se corre en mi interior me acuerdo de
algo que me ha estado rondando todo el día.

No me he tomado la pastilla.

45. Slow Down


"If you want me I'm accepting applications"
Bueno, me tendré que tomar dos.

No pasa nada. No es como si fuera la primera vez que


me pasa...

¿Estoy dentro de las horas?

Cuento mentalmente y suspiro cuando me doy cuenta


de que ya han pasado más de doce horas desde que
debí tomármela.

Lo hice con Kaden la noche anterior y se corrió dentro,


así que el riesgo existe.

-¿Por qué parece que estás viendo un fantasma Ángel?-


pregunta Devan pasando su mano por delante de mi
rostro.

Sacudo la cabeza y vuelvo a la tierra.

-Creo que necesito la píldora del día de después-


murmuro.

Devan asiente.

-En cuanto acabe el turno vamos a la farmacia ¿vale?


¿Cuantas horas...?
-Unas veinticuatro-respondo antes de que termine de
preguntar.

-Está bien, lo mejor es lo antes posible, pero mientras


estés dentro de las setenta y dos horas todo bien-dice
utilizando ese tono que pone cuando intenta animarme.

Muerdo mi labio, he sido demasiado imprudente, pero


teniendo en cuenta todo lo que han pasado las últimos
veinticuatro horas de mi vida creo que es comprensible
que algo así se me pase por alto.

Deslizo el vestido por mi cuerpo y observo como Devan


recoloca su disfraz.

-Tengo que volver antes de que la Sra. Myers se de


cuenta o Nell o Braxton me maten por demorarme
tanto...

-Voy contigo, debería estar ya en la sala uno.

Cierro la taquilla con fuerza y salimos del vestuario,


volvemos a nuestros respectivos puestos de trabajo y
continuo trabajando como si nada.

El drama de la pastilla sirve para que no vuelva a pensar


en Bonnie, algo que estaba eclipsando mis
pensamientos esta noche.
El trabajo de la sala uno no es tan pesado como en la
sala dos, también se debe a que hay muchos menos
clientes en esta sala, aquí solo entran las personas
curiosas que no están del todo seguras de querer
continuar cruzando puertas en el local.

Recogemos y voy con rapidez al vestuario para ir directa


al despacho de la Sra. Myers, tal y como me había
pedido.

Cuando Devan está entrando yo ya estoy vestida con mi


ropa.

-¿Tienes prisa Ángel?

-La Sra. Myers me ha pedido que fuera a hablar con ella


antes de irme, ¿me esperas fuera?

Devan asiente y me despido en general de la gente que


está entrando en el vestuario.

Pico al despacho de la Sra. Myers y espero una


respuesta, como no dice nada insisto de nuevo.

Nada.

Bueno, pues habrá que abrir ¿no?


Empiezo a empujar la puerta suavemente y mis ojos se
abren de par en par cuando ven lo que hay al otro lado
de la puerta.

Dom está besando con tal salvajismo a la Sra. Myers que


ni se percatan de mi presencia.

Hago un ademán de cerrar la puerta de nueva pero hace


un poco de ruido y ambas se giran para mirarme.

-Julliet, perdona-se disculpa la Sra. Myers sin aliento.

Dom sonríe con perversidad.

-Yo...no quería interrumpir-me excuso desviando la


mirada.

-A mi me gusta el público corderito-me dice Dom.

Agnes sacude la cabeza.

-Nos vemos luego Winter-le dice a Sra. Myers a Dom.

Ella entrecierra los ojos con aburrimiento.

Cuando pasa por mi lado para salir se me ponen los


pelos de punto.

-Buenas noches corderito-murmura por lo bajo con


diversión.
La Sra. Myers se recoloca la blusa y se sienta en su silla,
me señala la silla que hay enfrente y tomo asiento.

-Bueno, me ha encantado el número de esta noche, no


esperaba que bailaras tan bien.

-Gracias Sra. Myers.

-Entonces había pensado que los viernes podrías bailar


en el número principal y luego tener unas cuantas
canciones individuales, también tenemos un espacio
para bailes privados...pero no sé si eso te interesaría.

-¿Bailes privados?

-Sí, hay algunos reservados en la sala tres que se utilizan


para bailes privados, la bailarina se lleva el sesenta por
ciento de los beneficios.

-¿Se pagan aparte?

-Exacto, cobramos doscientos dólares por ellos.

Mi boca se abre con asombro.

¿Quién paga tal cantidad de dinero por un simple baile?

-Yo...lo pensaré, muchas gracias.


-Dame una respuesta la próxima semana. Ah, y recuerda
que mañana estarás en la sala dos.

Asiento.

-Eso es todo Julliet, que descanses-me dice con una


amplia sonrisa.

Me pongo en pie y me despido de ella.

Cuando salgo fuera Devan ya está allí esperándome.

-¿Ha ido bien?-pregunta curioso.

-Sí, la Sra. Myers quiere que los viernes baile y los


sábados esté en la sala dos.

Busco inconscientemente a Kaden, está fumando en un


extremo y una chica que no había visto antes habla con
él animadamente, parece distraído, como si no estuviera
escuchando nada de lo que le dice.

Cuando sus ojos entran en contacto con los míos mi


pulso se acelera.

-¿Vamos a la farmacia Ángel?

-Sí-contesto mientras continuo mirando a Kaden.


No pierdo detalle de como desvía la mirada y le dice algo
a la chica que está con él. Mi corazón se detiene unos
segundos cuando observo como se marchan juntos.

Así que nada de restregar nuestros ligues delante del


otro ¿no?

-¿Estás bien?-pregunta Devan sacándome del trance.

Sacudo la cabeza y asiento.

-¿Eso que significa?-suena sumamente confundido.

-Estoy bien, vamos-me apresuro a entrar en mi coche.

Cuando Devan se sienta a mi lado su rostro cambia por


completo.

-¿Qué es esto?-pregunta levantando unas fotografías.

Me inclino hacía su lado y tomo las fotografías que tiene


en la mano, en ellas salgo yo, tengo la cara tachada en
todas ellas.

Siento escalofríos mientras las miro, son recientes, de las


últimas semanas. Fotos mías en la universidad, en la
cafetería, entrando a mi casa, en la portería de Devan,
entrando en mi coche, fotos con Kaden.
Tengo ganas de vomitar, mi estomago está
completamente revuelto.

-¿Quién está tan enfermo?-pregunta Devan disgustado.

-No lo sé.

-¿Crees que es tu ex el que ha tomado estas fotos?-su


mandíbula está apretada, parece muy tenso.

-Mi ex...o Bonnie, o...no sé-suspiro enterrando mi cara


en mis manos.

-¿Quién es Bonnie?

-La ex amanta de Kaden, no sé que pasó entre ellos


pero...ella fue la que me destrozó el coche.

-¿Qué?-pregunta perplejo.

-Lo he visto en los videos de seguridad de Mala.

-Julliet, las fotos, lo de tu casa, lo de coche...empieza a


ser demasiado-suena terriblemente preocupado.

Cojo aire con fuerza.

-¿Y qué puedo hacer?

-¿Reportarlo a la polícia?
Mis manos se aprietan con más fuerza entorno al
volante.

-Lo hablaré con el Sr. Henderson y tomaré una decisión.

Aparco delante de la farmacia y me bajo, Devan me


acompaña en todo momento. Cuando compro la pastilla
siento que tengo un problema menos del que
preocuparme.

Volvemos a su apartamento en silencio, los ánimos están


más decaídos que nunca.

Cuando llegamos me meto directamente en la ducha,


siento ganas de llorar. Devan entra a los pocos minutos
en el pequeño cubículo y me abraza.

No hay nada sexual en sus actos, simplemente intenta


reconfortarme.

Enjabona mi cabeza y cierro los ojos.

¿Por qué es tan bueno?

¿Como he tenido tanta suerte de conocer alguien como


él?

Todo el mundo debería tener un Devan en su vida.


Dejo que cuide todo el tiempo, cuando nos recostamos
en su cama lleva mi cabeza a mi pecho, acaricia mi pelo
hasta que me quedo dormida.

***

He dormido solo cuatro horas, estoy inquieta por varias


cosas, una de ellas es Lexie. Intento no despertar a
Devan pero cuando me separo de su pecho se despierta.

-¿A donde vas Ángel?-pregunta con voz adormilada.

-Quiero ir a ver a Lex al hospital.

Devan se incorpora bostezando.

-Te acompaño.

-Pero has dormido muy poco, no hace falta.

-Quiero acompañarte-insiste poniéndose de pie.

Suena tan decidido que decido no llevarle la contraria,


preparamos un simple desayuno y nos vestimos.

Aunque bromea e intenta distraerme una parte de mi


cabeza no logra desconectar.
Cuando llegamos a la habitación Lexie tiene un aspecto
horrible, parece ligeramente consumida y sus ojeras son
bastante notables.

-¿Como estás?-pregunto acercándome a su lado.

Ella mira a Devan por encima de mi hombro.

-¿Cuando vuelves? La enfermera que me lleva ahora es la


personificación del mal.

Devan se ríe.

-El lunes creo que me vuelven a colocar en esta planta.

Lexie suspira y me mira.

-Me tienen en ayunas porque me operarán hoy.

-¿Qué? ¿Hoy?-pregunto alarmada.

-No quieren esperar más, en las últimas pruebas están


viendo que crece demasiado rápido.

El miedo se instala en mis sistema.

-Seguro que irá bien, el Dr. Williams es uno de los


mejores-dice Devan poniendo una mano en mi hombro.
-No sé si es uno de los mejores, pero si que está bien
bueno. Por lo menos si muero veré ese agradable rostro
antes de pasar al otro barrio-murmura con un intento de
sonrisa.

-Lex-le digo con tono desaprobatorio.

Por suerte la Sra. Coleman ha salido cuando hemos


llegado, porque sino seguro que estaría al borde de las
lágrimas con las macabras bromas de Lexie.

Alguien entra en la habitación con una bandeja en las


manos.

-La intervención queda aplazada para mañana, hemos


tenido una urgencia más grave-le explica la mujer a
Lexie.

Lexie asiente y abre la bandeja hambrienta.

-En estos momentos hasta esta basura me parece


buena-murmura llenándose la boca.

Continuamos con ella un par de horas, Devan no se


despega de mi lado en ningún momento.

-Mañana estaré aquí-le aseguro a Lexie besando su


frente.
-No te pongas cursi.

-Te quiero Lex.

Ella hace un sonido de arcada y sonrío.

-Haced el favor de enrollaros por mí, echo de menos el


sexo-suspira decaída mirándonos.

Devan se ríe.

-Adiós Lexie-le dice él.

Cuando salimos del hospital me siento desanimada, es


como si estuviera viviendo continuamente en una
montaña rusa de emociones.

-Vamos a comer fuera Ángel, invito yo-me dice colocando


su brazo en mi hombro.

-¿Crees que la operación irá bien?-pregunto.

Devan aprieta su brazo acercándome a él.

-Vamos a ser optimistas ¿vale?

Asiento, aunque realmente solo tengo ganas de


meterme debajo de las sabanas y quedarme allí todo el
día.
***

No he hablado con Kaden desde el vestuario, cuando


llegamos esa noche a Mala Devan y yo no lo veo por
ningún lado.

Me siento más animada, Devan se ha esforzado en ello.

Vamos a nuestro vestuario y sacamos los disfraces, mi


mente vuela directamente a la fantasía del Sr.
Henderson.

Devan lleva una camisa completamente abierta y unos


pantalones largos, creo que hasta ahora es el disfraz que
más ropa tiene.

Cuando acabo de colocarme el mini trozo de tela que


pretender ser una falda siento como mis mejillas se
enrojecen, he llevado cosas bastantes atrevidas aquí
pero este traje me da especialmente vergüenza. La falda
es tan corta que enseño parte de mi trasero gracias al
pequeño tanga y la camisa corta se ata en el centro
haciendo que mis pechos luzcan tan juntos que resulta
obsceno.

-¿Quieres que te suba alguna nota Ángel? Creo que


conozco algunos trabajos extras que podrías hacer-se
burla Devan recalcando sus gafas falsas.
-Creo que la Sra. Myers está quemando todos los clichés
posibles.

Devan se ríe.

-Y créeme que yo lo estoy disfrutando-asegura


recorriéndome con su mirada.

Salimos hasta la sala dos y me coloco detrás de la barra,


por lo visto hay un chupito especial de la noche que
incluye un azote con una regla, cada vez que lo pide un
cliente me pongo nerviosa.

-Ya veo que no te gusta sacar tu lado dominante Ángel-


dice Devan con burla.

-¿Quieres que te azote a ti?-lo provoco palmeando la


regla en mi mano.

Devan me da la espalda y sonrío, si se piensa que no lo


voy a hacer lo lleva claro.

Acerco la regla a su trasero y lo palmeo suavemente, da


un respingo y se gira sorprendido.

-Estás perdiendo puntos en el cielo siendo mala Ángel.

-Tú lo querías-me excuso encogiéndome de hombros.


Alguien carraspea su garganta y nos giramos para
mirarlo.

El Sr. Henderson parece completamente descolocado


cuando me ve.

-¿Qué hace en esta sala Srta. Collins?-pregunta


entrecerrando los ojos.

Doy una vuelta sobre mi misma y sonrío.

-Soy una colegiala que sirve copas-explico.

Se pasa la mano por la cabeza y suspira.

-Voy a matar a Agnes-masculla por lo bajo mientras se


voltea.

Devan me mira con una sonrisa en la cara.

-¿No vas a impedirlo?-me reta.

-¿Yo?

Asiente.

-Pero...

-¿No quieres ir?


Una idea cruza mi mente y salgo disparada detrás del Sr.
Henderson, lo alcanzo antes de que suba las escaleras y
lo cojo del brazo.

Él se gira sorprendido y me mira con desconcierto.

-¿Qué está haciendo?-pregunta.

No respondo y me limito a empujarlo, se deja llevar y tiró


de él por el pasillo hasta que veo su despacho.

Busco la llave en el bolsillo de chaqueta y sonrío cuando


me doy cuenta de como contiene la respiración.

-Stra. Collins...

Me pongo de puntillas y le pongo un dedo en los labios


para callarlo. Con mi otra mano abro su despacho y nos
empujo dentro.

-Siéntate-le digo.

El Sr. Henderson parece en trance, por unos segundos


temo que no vaya a hacerme caso pero se deja caer en
la silla mientras me mira expectante.

Desabrocho la blusa y esta se abre revelando mis pechos


desnudos, traga con fuerza pero no despega sus ojos de
los míos.
No sé que tiene Andrew que siempre me empuja al
límite, haciendo que deje mi timidez de lado.

-Cuénteme profesor...¿como era su fantasía?-murmuro


sentándome encima del escritorio.

Abro mis piernas ampliamente y acaricio con las yemas


de mis dedos mi muslo lentamente.

-Julliet-susurra, su voz suena mucho más ronca de lo


normal.

Muevo el hilo que me cubre y deslizo mis dedos por mi


centro. Pierde el control y desvía su mirada por mi
cuerpo, sus ojos se oscurecen cuando observa lo que
estoy haciendo.

-¿Qué iba a continuación?-pregunto con la voz


entrecortada.

Parece torturado, abre la boca para decir algo pero dos


golpes en la puerta nos interrumpen.

No me da tiempo de recolocar mi ropa mientras la


puerta se está abriendo.

La mirada furiosa de Kaden se clava en nosotros.


46. Lies In The Dark
"Good people do bad things too"

En un mundo perfecto Kaden se hubiera unido a lo que


estaba por pasar. Sin embargo, su mirada no indica
ningún indicio de que vaya a hacerlo.

El ambiente está tan tenso que apenas soy capaz de


moverme para...bueno...taparme, al menos cubrir mis
pechos.

No es como que ninguno de los dos no los haya visto


antes, pero se siente fuera de lugar estar semidesnuda
mientras se batalla una guerra de miradas silenciosas.

Intento pensar cualquier cosa que pueda decir para


aligerar la tensión, sin embargo todas las ocurrencias
que pasan por mi cabeza suenan estúpidas.

Qué novedad.

Ignoro el tono sarcástico de mi subconsciente y me


volteo para mirar a Andrew.

Su mandíbula está apretada y tiene los puños cerrados


con fuerza.
Yo quiero que se pongan a darme amor entre los dos y en
cambio estos parecen a punto de liarse a puñetazos entre
ellos.

—No recuerdo haberte dado permiso para entrar Kaden


—masculla el Sr. Henderson poniéndose en pie.

Una sonrisa sarcástica cubre los labios de Kaden.

—¿Solo tiene permiso tu alumna?—pronuncia las


palabras como si le repulsaran— ¿Que opinará el colegio
de abogados de lo que estoy viendo? ¿O la universidad?
¿Donde están tus putos principios Andrew?

Anudo con fuerza la camiseta y me bajo del escritorio.

—Kaden...—murmuro pero él aparta su mirada, como si


no soportara verme.

—Lo prometiste. ¿Alguna vez cumples tu palabra Juls?—


la amargura de su voz se siente como una patada en el
estómago.

—Nunca lo prometí, dije que había sido cosa de una vez


pero...

—Pero ¿no has podido controlarlo, no? No puedes hacer


esto Julliet—me interrumpe.
—¿Quién te crees que eres para decirle lo que puede o
no puede hacer?—señala el Sr. Henderson moviéndose
hasta mi lado, cuando pone una de sus grandes manos
en mi hombro Kaden parece al borde de estallar.

—Suéltala—le ordena con furia.

—No eres su dueño, ella es libre de tomar sus propias


decisiones.

—¿Y mientras te involucren a ti todo bien, no? Anne


estaría tan decepcionada de la mierda de persona en la
que te estás convirtiendo—escupe con veneno.

—Será mejor que cierres la boca—se encara.

Muevo mi cabeza de un lado a otro, parece que esté


siguiendo un partido de tenis.

—¿Por qué? ¿Tienes miedo de que diga algo?

El Sr. Henderson parece furioso, aún así luce mucho más


calmado que Kaden.

—Vete antes de que tome consecuencias.

Kaden se cruza de brazos mientras lo reta con la mirada.


—¿Se lo has dicho ya?—pregunta con una sonrisa
burlona.

¿Decirle el qué a quién?

—Kaden, cállate—demanda el Sr. Henderson.

—¿Así que no lo sabe, no?—continua provocándolo.

—¿Saber el qué?—pregunto en voz alta.

—Es tan retorcido Thomas, incluso para ti—le dice Kaden


a Andrew.

¿Thomas? ¿Ese es el segundo nombre del Sr. Henderson?

—Una palabra más y estás despedido—le advierte


Andrew.

Kaden se encoge de hombros, como si no le importara y


me mira con esa expresión vacía que me gusta tan poco
en él.

—Antes de seguir follándote a tu profesor, nena, te


aconsejo que escarbes un poco más en su pasado.
Quiero decir, a mi no me gustaría tirarme al responsable
de la muerte de mis padres.

Mi mundo se detiene unos segundos.


¿Qué?

¿He escuchado bien?

—No fue así y lo sabes—gruñe Andrew.

—¿No? ¿No fuiste el esposo infiel que permitió que su


esposa alterada cogiera el coche en ese estado?

Trago con fuerza.

Todo da vueltas y parece que cada vez me cuesta más


respirar.

Tenía entendido que la persona que choco el coche


contra el de mis padres era una mujer embarazada que
también falleció en el impacto, pero jamás se me habría
pasado por la cabeza que esa mujer fuera la esposa del
Sr. Henderson.

—No quiero volver a verte por aquí. Estás despedido.

Miro al Sr. Henderson con miles de dudas, él continua


con la mirada fija en Kaden.

¿Como saben ellos...? Al Sr. Henderson le expliqué lo del


accidente, pero con Kaden nunca había hablado de ello
¿no? ¿No?
Recuerdo las flores que envió la familia de la mujer en el
funeral. Recuerdo mirarlas con desprecio y rabia. No
quería unas estúpidas flores de consolación, quería
explicaciones.

En ese momento de mi vida quería saber que diablos


había pasado para que esa mujer invadiera el carril
contrario.

Sin embargo ahora no quiero saberlo, no quiero seguir


escuchando ninguna palabra más sobre el asunto.

Siento como las lágrimas se empiezan a acumular en mis


ojos nublando mi vista.

—Julliet—dice el Sr. Henderson extendiendo su brazo


para tocarme.

Me aparto con violencia y desvío la mirada.

—No—mi voz suena rota.

Cuando las lágrimas ruedan por mis mejillas veo como


Kaden hace una mueca, como si se arrepintiera.

—Déjame expl...
—No quiero saber nada. De ninguno de los dos—lo
interrumpo limpiando al humedad de mi cara con el
dorso de mi mano.

Salgo corriendo de allí y me encierro en el baño del


vestuario. Entierro mi cara en mis rodillas y me
desahogo.

Me siento tan estúpida, como si de algún modo hubieran


estado jugando conmigo.

No se cuanto rato paso aquí, en algún momento pierdo


la noción del tiempo.

Me pongo en pie sintiendo mi trasero entumecido y me


lavo la cara, cuando veo mi reflejo en el espejo me
cuesta reconocerme.

Pongo mi mejor cara de póker y vuelvo a la sala dos pero


están recogiendo todo ya.

¿Tanto rato he estado en el baño?

—¿Así que es cierto que el Sr. Henderson tarda mucho


en...?—Devan deja de hablar en cuanto ve mi cara.—
¿Estás bien Julliet?

—Sí, solo...tengo ganas de ir a casa.


—¿Ha pasado algo?

Sacudo la cabeza.

Estira de mi brazo y me entierra en uno de sus abrazos


reparadores. Apoyo mi cabeza en su pecho y cierro los
ojos.

—Puedes contarme lo que quieras ¿lo sabes, verdad?—


murmura en mi oído.

Asiento y besa mi frente.

—Vamos—dice tirando de mí para ir hacía los vestuarios.

Algunos de los camareros de Mala reparan en lo tenso


que está el ambiente y no dicen nada.

—¿Entonces...vas a venir?—le pregunta Halsey a Devan.

—Me voy a casa—contesta él cerrando la taquilla y


viniendo a mi lado.

—Pero...

—Me apuntaré a la próxima chicos, estoy un poco


cansado y quiero ir a casa.

Paso la blusa por mi cabeza y lo miro con curiosidad.


—¿A donde vas?

—A casa, contigo.

—Devan...

—Déjalo estar, Ángel.

Salimos del local en silencio, no intenta presionarme


para hablar en ningún momento, lo miro de reojo varias
veces, parece tan sereno todo el tiempo.

Por suerte no me cruzo de nuevo ni con Kaden ni con el


Sr. Henderson.

***

La alarma nos despierta a las pocas horas, Devan ha


insistido de nuevo en que quiere acompañarme al
hospital. He intentado convencerle de que no hace falta,
porque ¿quién quiere ir a su lugar de trabajo los únicos
dos días que descansa?

Sin embargo aquí esta, a mi lado.

De camino al hospital le cuento todo, él me escucha


prestando suma atención a cada una de mis palabras.
—Supongo que...no te lo dijo para no hacerte más daño
—me dice suspirando.

—Aún así... es como si...no sé...como si se hubieran


burlado a mi costa.

—Si algo he aprendido estos años en el hospital es que


los accidentes son accidentes, buscar culpables no sirve
de nada. La vida le puede cambiar en un segundo a
cualquier persona.

Aparco el coche y lo miro en silencio, Devan está mucho


más serio que otras veces.

Cuando llegamos a la habitación de Lexie un camillero ya


la está sacando fuera.

—Lex...—murmuro en cuanto la veo.

Ella esboza una sonrisa tranquilizadora, sin embargo


puedo vislumbrar el temor en sus ojos.

—Nada de dramas—me dice.

—¿Frase Mr. Wonderful?

Lexie se ríe y asiente.

—Nunca tires la toalla...si no es en la playa—le digo.


—Genial, mis ganas de vivir han disminuido un cincuenta
por ciento.

Sacudo la cabeza y extiendo los brazos para envolverla


en un rápido abrazo.

—No te mueras ¿me oyes?—le pido al oído.

—Haré mi mejor esfuerzo—asegura cuando me separo


de ella.

—Pórtate bien—le dice Devan.

Esperamos en la sala que se encuentra fuera de los


quirófanos, la Sra. Coleman lleva tanta cafeína encima
que resulta preocupante.

—No hace falta que te quedes, han dicho que estará


unas siete horas en quirófano—le aseguro a Devan al
cabo de un rato.

—Soy tu hombro para dormir Ángel, no puedo


desperdiciar la ocasión.

—No voy a dormirme.

Pero lo hago, al cabo de un rato pese a la preocupación,


me siento tan cómoda apoyada en Devan que cierro los
ojos un rato.
Tengo uno de esos sueños en los que soy consciente de
que estoy dormida y escucho lo que sucede a mi
alrededor.

Cuando despierto Devan está dormido y la Sra. Coleman


tiene otro café en las manos.

Cojo el móvil y miro la hora, todavía quedan por lo


menos tres horas más.

Me separo lentamente de Devan y estiro los brazos, me


pongo en pie y busco por el hospital una máquina de
refrigerios.

—¡Tú!—grita una voz femenina con efusividad.

Me giro instintivamente a ver de donde proviene la voz y


veo a una chica en silla de ruedas con la bata del
hospital. Me resulta muy familiar.

—¿Tú me ayudaste, verdad? No paro de ver tu cara


cuando cierro los ojos.

Mi boca se abre con asombro cuando la recuerdo, es la


mujer que apuñalaron delante de mí.

—Estás...estás

—¿Viva? Gracias a ti. ¿Cómo te llamas?


Una parte de mí se queda tranquila sabiendo que lo ha
logrado.

—Julliet.

Extiende su mano y la tomo.

—Yo soy Jane.

—Me alegra ver que...—me callo de golpe, no sé si está


bien, quiero decir, va en silla de ruedas.

Debe notar como miro la silla.

—Es por la puñalada, pero puedo caminar—me explica.

Suspiro aliviada y le sonrío.

—No sé como agradecerte la ayuda, la policía me dijo


que fuiste a testificar.

—Sí—me estremezco ligeramente cuando recuerdo que


vi a Nathan allí—Espero que lo puedan atrapar pronto.

Jane hace una mueca.

—Eso espero.
Continuamos hablando un par de minutos más, la mitad
de la conversación consiste en ella sintiéndose
extremadamente agradecida conmigo.

Vuelvo a la sala de espera con un par de refrescos y


sandwiches. Devan continua dormido, luce bastante
cansado.

Enciendo mi teléfono y lo miro distraída mientras como


el sandwich, tengo dos llamadas perdidas de Kaden y
varios mensajes suyos. Una parte de mí quiere leerlos,
sin embargo resisto la tentación.

El tiempo transcurre de forma pausada, los segundos se


sienten como horas y cada vez que miro el reloj parece
que no avanza.

Cuando Devan despierta devora la comida que he traído


para él, le explico que he visto a la mujer que apuñalaron
y al igual que yo se alegra de que esté bien.

Hablar con él hace que el tiempo pase ligeramente más


rápido, al cabo de unas horas sale un cirujano
guapísimo. Lexie no mentía cuando hablaba de lo
atractivo que es.

—¿Familiares de la Sra. Davis?


Nos ponemos de pie de un salto y el Dr. Williams nos
mira frunciendo el ceño.

La Sra. Coleman se acerca y se dan la mano.

—Ha ido todo muy bien, esperamos una buena


recuperación. Ahora mismo Lexie está en reanimación,
pasará un par de horas allí antes de que la ingresen en la
UCI. Por protocolo pasará dos días allí, para mantenerla
mejor monitorizada. Pueden consultar el horario de
visitas en la entrada, es más restrictivo que en planta.

La Sra. Coleman suspira aliviada y me abraza.

—Vete a casa y descansa un poco, de todas formas hasta


mañana no podrás verla—sugiere la madre de Lexie.

Miro a Devan y él asiente.

—Avíseme ante cualquier cambio.

—Por supuesto—me asegura.

Devan pasa su brazo por mi hombro y caminamos de


vuelta al coche. La noticia de que Lexie estará bien me
hace sentir optimismo de nuevo.

***
—¿Te has colado por el desagüe, Ángel?—pregunta
Devan golpeando la puerta del baño.

Llevo tanto rato debajo de la ducha que he perdido la


noción del tiempo.

—Ya acabo—respondo aclarando el champú de mi


cabeza.

—¿Puedo pensar mal?

—¿No lo haces siempre?—me burlo.

—Venga, Ángel, que quiero ducharme yo también.

—¿Y porqué no entras?—le reto.

No tarda ni una milésima de segundo en abrir la puerta.

—¿Estoy soñando?

Me río mientras cierro el grifo y estiro la mano para


alcanzar la toalla. Cuando no la encuentro asomo la
cabeza.

Devan tiene cogida mi toalla con sus manos.

—¿Buscas esto?—pregunta con una sonrisa traviesa.


Deslizo la cortina y salgo sin pudor ninguno, Devan me
ha visto demasiadas veces desnuda para que me
importe.

—Mierda—murmura cuando me ve, está tan distraído


mirándome que se le cae la toalla.

—¿Qué pasa?—pregunto cogiendo la toalla del suelo.

Cierra los ojos con fuerza y masculla algo por lo bajo.

—¿Te gusta jugar conmigo verdad, Ángel?—pregunta


cuando abre de nuevo los ojos.

—Me encanta jugar contigo—aseguro poniéndome de


puntillas para estar más cerca de él.

Sus ojos se deslizan a mis labios y noto la anticipación en


mi estómago.

Veo como se mueven su nuez de adán cuando traga con


fuerza.

Siento su respiración caliente contra mi cara, parece que


hemos entrando en un trance del que no somos capaces
de salir.

—¿No ibas a ducharte?—pregunto en un susurro.


—Creo que prefiero sudar un poco antes—murmura en
respuesta.

—Bueno, creo que puedo ayudarte con eso.

Acorto la distancia que nos separa y nos fundimos en un


beso apasionado. Una de sus manos se hunde en mi
pelo húmedo, la otra se pasea por la curva de mi
espalda, cuando llega al final aprieta mi trasero con
fuerza y gimo en su boca.

Me levanta en brazos y rodeo mis piernas a su


alrededor, continua besándome de camino a su cama,
me deja caer en ella, extiende mis piernas ampliamente
y se deshace de su ropa con rapidez.

Estoy totalmente expuesta bajo su mirada, la cual me


recorre con puro deseo.

—Voy a besar cada parte de ti Ángel.

Y no es una promesa en vano, se inclina y recorre con


sus labios cada centímetro de mi cuerpo.

—Devan—gimo cerrando mis ojos cuando me besa entre


las piernas.
Introduce un dedo en mi interior, estoy tan mojada que
lo hace sin esfuerzo alguno, cuando mete el segundo mis
caderas se mueven, necesito más.

Los saca y continua bajando, me tenso cuando lo noto


contra mi entrada trasera.

Devan se da cuenta y me mira.

—Te gustará—asegura.

Muerdo mi labio con fuerza y asiento, confío en él y el


morbo del momento me hace sentir valiente y curiosa.

Continua devorándome con su boca mientras su dedo


explora mi otro agujero con mi propia lubricación. Se
siente extraño pero increíblemente placentero.

Muerdo mi labio con fuerza mientras me corro en su


boca. Devan se separa y acaricia mis muslos con sus
manos, se coloca entre mis piernas y se acerca para
besarme de nuevo, la presión de su erección contra mi
centro me lleva al borde de la desesperación.

Estiro la mano y abro torpemente el cajón de su mesita


de noche, cuando localizo el pequeño paquete de
aluminio lo rompo.

Me muevo quedando encima de él y ruedo el condón


por su longitud. Observa cada uno de mis movimientos
con atención. Levanto las caderas y me hundo
lentamente en él, cuando lo tomo por completo
suspiramos.

Se siente tan bien.

Empiezo a moverme en un lento vaivén.

—Inclínate hacía atrás—murmura, sus ojos están


oscurecidos por el deseo.

Estiro el cuerpo agarrándome a sus piernas, estira la


mano y acaricia mi vientre, continua bajando hasta que
atrapa mi clítoris con sus dedos, realiza círculos sobre el
llevándome al éxtasis del placer.

—Te sientes como el cielo—gruñe.

Me muevo con más rapidez, con esta posición siento


como golpea algo en mi interior que se siente
terriblemente placentero. Entre eso y sus caricias no
tardo en llegar al orgasmo de nuevo.

Devan empuja sus caderas desde abajo y noto como su


cuerpo se tensa antes de dejarse ir.

Me recuesto a su lado y lo miro.

—Me gusta nuestra amistad, Ángel.

Sonrío.

—A mi también.
47. I'll Be There For You
"Someone to face the day with
Make it through all the rest with
Someone I'll always laugh with
Even at my worst I'm best with you"
La recuperación de Lexie es un poco más lenta de lo que
todos esperábamos, la mayor parte del día lo pasa
durmiendo así que las dos visitas que he hecho hasta
ahora han consistido en verla dormir.

He ignorado los mensajes de Kaden exitosamente, solo


llevo dos días sin verlo, aún así, mi parte masoquista
ansía estar con él.

Como hice ayer, nada más entrar en la clase del Sr.


Henderson clavo mi vista en el suelo, todavía me cuesta
procesar saber que su mujer fue la que chocó contra mis
padres.

En teoría esta tarde teníamos una reunión para seguir


hablando de la denuncia contra Nathan, en la práctica
pasar tiempo a solas con él no es algo que esté en mis
planes.

Devan tiene razón, incluso las propias palabras del Sr.


Henderson de una conversación anterior que
mantuvimos resuenan en mi cabeza:
"Él no es responsable de las acciones de otra persona"

Eso es lo que me respondió cuando le pregunté si


culpaba a Kaden por el asesinato de su madre a manos
del padre de Kaden.

En este caso, no puedo culpar los actos del Sr.


Henderson, su esposa cogió el coche bajo su propia
decisión.

Y como dice Devan, un accidente es un accidente,


realmente tampoco es que pueda culparla a ella.

Sin embargo me siento...no lo sé exactamente, es una


mezcla de decepción, traición y desconfianza...sin llegar
a ser ninguna de ellas.

Taylor susurra algo en mi oído sobre lo especialmente


ardiente que luce el Sr. Henderson hoy e
inconscientemente alzo la mirada.

Nuestras miradas se encuentran y trago con fuerza, la


tensión es tan palpable que me marea ligeramente.

Muerdo mi labio y desvío la mirada, no vuelvo a mirarlo


en las siguientes horas.
Cuando suena el timbre siento el trasero entumecido
por pasar tanto rato sentada, estiro mis brazos
ligeramente y bajo las escaleras.

—Srta. Collins me gustaría tener unas palabras con


usted.

Y a mi me gustaría que no me ocultara cosas, pero no ha


sido posible hasta ahora ¿no?

A mi me gustaría tenerlo sin ropa bajo el escritorio.

Tú calla.

Sé lo que piensas, no te hagas la inocente.

Si alguien fuera capaz de escuchar mis peleas internas


con mi subconsciente estoy segura de que me enviarían
de nuevo al psiquiátrico, sobretodo para paliar la
ninfomanía que está desarrollando mi lado perverso.

Pero si te encanta y lo disfrutas bien.

Miro el reloj imaginario de mi muñeca y hago una


mueca.

—¿Es necesario? Llego tarde a mi siguiente clase—


refunfuño.
El Sr. Henderson resopla.

—Esta era la última clase de la mañana.

Pillada.

—Yo hablaba de mi...clase de...de macramé.

¿Eso es lo mejor que se te ha ocurrido? ¿Macramé?

—Estoy seguro de que su próxima clase ficticia puede


esperar un par de minutos.

Me veo obligada a levantar la mirada para verlo y no me


gusta. No me gusta porque él me gusta, y ahora mismo
no me gusta que me guste.

Maldito profesor caliente con esa mandíbula perfecta y


ese torso increíble.

¿Por qué tiene que ser tan atractivo?

—Quería hablar sobre la de reunión de esta tarde—


murmura mientras apila papeles.

Empiezo a pensar que hace eso solo para hacerse el


interesante.

—Sí...sobre eso...uhm...no podré ir—respondo


rascándome la nuca.
—Srta. Collins...—suspira con desaprobación.

—Es que la clase de...esto...macramé me mantendrá


ocupada.

—No haga esto, Srta. Collins.

—Lo siento Sr. Henderson, pero no podré ir esta tarde.

Empiezo a voltearme porque soy incapaz de seguir


viéndolo.

—Julliet—masculla haciendo que mi mano se detenga en


el pomo de la puerta.

—Adiós, Sr. Henderson—murmuro cerrando la puerta


con fuerza detrás de mí.

Taylor está esperándome en la biblioteca, repasamos


por encima el temario de hoy y empezamos a trabajar en
el proyecto de Técnicas de trabajo y comunicación,
estamos emparejadas con otra persona que nunca viene
a clase, pero que por lo menos contacta con nosotras
telemáticamente y nos envía su parte del trabajo.

Acabamos parte del trabajo en la cafetería mientras


comemos, una vez más escucho cuchicheos a mi
alrededor, por lo visto que el Sr. Henderson me pida
quedarme después de clase no ayuda con los cotilleos
del campus.

—Entonces...¿has escuchado sobre la fiesta de mañana?


—me pregunta Taylor jugueteando con el tenedor en su
plato.

—¿Otra fiesta?

—¿No sabes que día es mañana?

Frunzo el ceño mientras bajo la vista al calendario de mi


móvil.

Treintaiuno de octubre, ugh, Halloween.

—No soy muy fan de las celebraciones—murmuro antes


de llevar la cuchara a mi boca.

—Pero es Halloween.

—¿Y qué?

—¿Cómo no puedes amarlo? ¿No te gusta el terror?

—Si la gente diera miedo de verdad me gustaría más,


pero seamos honestos, casi todo el mundo se disfraza
con trajes obscenos que más que asustar provocan otra
cosa.
Taylor sonríe.

—Vamos, será divertido, mi madre trabaja en una tienda


de disfraces y he pensado que estaría bien que
fuéramos de la misma temática—comenta.

Ruedo mis ojos con disimulo.

—Mira, aquí está mi propuesta—extiende su móvil.

Miro detenidamente la imagen, en ella salen dos chicas,


una disfrazada de ángel y otra de demonio.

—¿Cuál quieres llevar tú?—pregunto con curiosidad.

—Si no te importa me gustaría ser el demonio, he sido el


ángel otros años.

Intento no poner los ojos en blanco, parece que la


temática me persigue incluso fuera de Mala.

Oh, ahora que lo pienso...Apuesto a la sala dos este


sábado será con temática de Halloween.

Qué suerte.

—Venga, Juls, será divertido.


Los recuerdos de la última fiesta universitaria a la que
acudí erizan mi piel. No quiero que eso me cohiba,
quiero poder ser capaz de ir a las fiestas sin temerlas.

—Está bien—acepto.

Taylor aplaude con entusiasmo, es tan fácil hacerla feliz.

Tras terminar de comer me obliga a ir hasta la tienda,


nos probamos el disfraz y la madre de Taylor insiste en
que no es necesario que page nada por el, me despido
de ella y conduzco hasta el departamento de Devan.

Cuando entro al departamento mi boca se abre con


asombro, la imagen de todo fuera de los armarios junto
a Devan en delantal y guantes no es exactamente lo que
esperaba encontrarme.

Parece frustrado limpiando hasta el último rincón del


lugar.

—Hola—murmuro dejando las llaves en la entrada.

Devan se gira y me mira, cuando me ve su ceño se relaja


un poco pero parece completamente tenso.

—Buenas tardes, Ángel.


—¿Día de limpieza?—pregunto acercándome hasta su
lado.

—Estoy un poco estresado, cuando me estreso limpio.

—Está bien, Monica Geller. ¿Quieres explicarme por qué


estás estresado?

—¿Te gusta Friends?

—Por supuesto, es la mejor serie de la historia—asiento


con énfasis.

—¿Cuál es tu personaje favorito?—pregunta


completamente serio.

—Chandler Bing, obviamente.

Clava una rodilla en el suelo y toma mi mano.

—¿Te casas conmigo, Ángel?—pregunta con una amplia


sonrisa.

Inclino la cabeza, divertida por su propuesta.

—¿A ti también te gusta?

Asiente energicamente.
—¿Entonces prometes ver un capítulo de Friends y
repetir los diálogos conmigo cada noche mientras
cenamos hasta el día de nuestra muerte?

—Por supuesto.

—Entonces acepto.

Devan se pone de pie y me coge de la cintura


haciéndome girar por el salón, me rio mientras doy
vueltas, cuando me deja de nuevo en el suelo todo se
tambalea un poco.

—¿Qué es eso?—pregunta señalando el disfraz tapado


que he dejado sobre el sofá.

—Oh, es mi disfraz de Halloween, Taylor me arrastra a la


fiesta universitaria. ¿Tienes turno de noche mañana?

Se pasa las manos por la barbilla, dubitativo.

—No, creo que es mi día libre por excedente horario.

—¿Quieres venir entonces?

—Donde haya una fiesta en la que estés tú, Ángel, allí


estoy yo—dice señalándose así mismo—Por cierto, ¿de
que vas disfrazada?
Me muerdo el labio, ocultando mi sonrisa.

—Lo verás mañana.

—¿Me vas a dejar con la intriga?—pregunta haciendo un


puchero que lo hace lucir irresistible.

—Sí.

Hace una mueca.

—Bueno, ¿y por qué estás estresado?—le pregunto


sentándome encima de la encimera.

Se pasa una mano por el pelo y suspira, permanece


callado un par de minutos, estoy apunto de decirle que
no hace falta que diga nada cuando por fin habla.

—Es por un paciente.

—¿Ha pasado algo?

Empieza a colocar las cosas limpias dentro de los


armarios.

—Está esperando unos resultados para ver si es


recidivante y no sé, es un tontería, no debería ponerme
así por un paciente, lo sé. Simplemente...no quiero que
pase por eso de nuevo, los análisis salieron alterados en
la revisión por lo que ahora está a la espera de los
resultas de la TC.

Tiene un corazón tan grande que dudo que le pueda


caber en el pecho.

Doy un salto de la encimera al suelo y me acerco hasta


su lado para abrazarlo desde atrás, pego mi frente en su
espalda y él suelta lo que tiene en las manos para poner
sus manos encima de las mías.

—¿Vamos a ser optimistas, vale?—le digo utilizando su


línea.

Devan se gira y por primera vez veo la vulnerabilidad de


su mirada.

—Siento que a veces me sobrepasa la situación, es como


si fuera absorbiendo y almacenando toda la angustia y el
sufrimiento de los pacientes.

Parece tan frágil, tan real, tan humano. Viéndolo así


siento el impulso de abrazarlo con fuerza y decirle que
todo estará bien, sea o no verdad.

—Toda esa gente no podrían tener más suerte de que tú


seas quien los cuide—murmuro.
Una sonrisa triste cubre sus labios, nunca había visto a
Devan de este modo.

Me gusta este vínculo de confianza que tenemos, es


como si pudiéramos hablar de cualquier cosa entre
nosotros.

Continuamos abrazados un par de minutos más y


cuando se separa le ayudo a guardar toda las cosas que
había estado limpiando.

—¿No tenías reunión con el Sr. Henderson hoy?

Hago un mueca.

—Sí.

—¿Y por qué continuas estando aquí?

—No voy a ir.

Devan deja lo que está haciendo y me mira, su ceño está


levemente fruncido.

—Ángel...no puedes dejar el caso de lado, no me gusta


todo lo que te está pasando últimamente.
—No lo voy a dejar de lado—muerdo mi labio—Pero no
puedo verlo, de momento ya tengo suficiente con tener
que aguantarlo en clase.

Él suspira.

Mi móvil vibra notificándome que tengo la entrada de un


correo, cuando veo que se trata de un correo del Sr.
Henderson me exaspero.

Hablando de diablo...

De: Andrew Henderson <>

Fecha: 30 de octubre de 2018 17:38

Asunto: Reunión

Para: Julliet Collins <>

Buenas tardes Srta. Collins,

Confío en que simplemente esté llegando tarde a la


reunión.

Un cordial saludo.

Lo vuelvo a marcar como no leído y lo ignoro.


Otro día más en que no podré ver el sótano del profesor
caliente.

Ni lo veremos.

Pero si te mueres de curiosidad, ¿o te recuerdo el sueño de


anoche?

Solo de pensarlo mis mejillas se sonrojan.

Cuando se acerca la hora de ir a clases de defensa


personal me cambio de ropa, necesito acercarme de
nuevo a casa y coger más ropa deportiva, sobretodo
teniendo en cuenta que mi último conjunto quedó hecho
un desastre.

Cuelgo la ropa de deporte en mi hombro y me despido


de Devan.

Llego diez minutos antes de lo previsto a la clase, por lo


que me quedo fuera de la sala mirando como entrena a
otra chica, me resulta vagamente familiar pero no sé por
qué.

La chica esquiva uno de los ataques de Blake dando una


vuelta en el aire y mi boca se abre con asombro.

—¿Has visto eso? ¿Bastante guay para una mamá, eh?—


pregunta la mujer apartando su pelo rubio de la cara.
Blake parece igual se sorprendido que yo.

—Estoy realmente impresionado Alissa, sobretodo


porque yo te he enseñado ese movimiento.

Ella se ríe y sacude la cabeza.

—Marcus me ha estado enseñando algunas cosas.

—¿Entones por qué te has apuntado aquí?—pregunta


alzando una ceja con curiosidad mientras se agacha para
coger su botella de agua.

—Te echaba de menos—responde con sencillez mientras


se encoge de hombros.

Blake se aclara la garganta y desvía la mirada.

Interesante...

Cuando se despiden y la tal Alissa empieza a caminar


hacía mi dirección recuerdo porque me resulta tan
familiar. Es la mujer que iba con Blake el día que casi lo
atropello, la que me defendió y sostenía una niña
pequeña en brazos.

—Qué puntual—dice Blake con aprobación cuando


entro.
—Estaba ansiosa por otra clase que haga que me duela
hasta el parpadear.

Blake sonríe y aprecio lo sexy que es simplemente así.

Empezamos haciendo un poco de calentamiento,


cuando terminamos de calentar me siento lista para
morir, me da la sensación de que un pulmón quiere
escapar de mi pecho.

—Vamos, Julliet, solo han sido un par de vueltas—me


recuerda mientras intento hacer algo de tiempo
bebiendo más rato de lo normal mi botella de agua.

Intento con todo mi ser no lanzarle una mirada asesina,


por qué sé que en el fondo esto lo hace para ayudarme.
Me explica un par de movimientos defensivos, me cuesta
mucho concentrarme cuando la explicación la realiza
tocando mi cuerpo.
No soy inmune a sus encantos, y tendría que ser ilegal
que te tu entrenador personal parezca recién sacado de
una película de Hollywood.
—Vale, ahora voy a atacarte y quiero que intentes aplicar
los movimientos que te he enseñado. ¿Me has
entendido?

Asiento e intento concentrarme.


Nos miramos mientras caminamos formando un círculo,
está a la acecha para pillarme desprevenida.

Cuando se lanza intento bloquearle, tal y como me ha


explicado, pero algo no logra funcionar del todo porque
acabo tumbada en el suelo con el peso de su cuerpo
encima.

—Inténtalo de nuevo, está vez céntrate en bloquearme


con el codo primero.

Repetimos el movimiento y termino de nuevo en el


suelo, sus manos permanecen firmes al rededor de mis
muñecas y eso me gusta más de lo que sería capaz de
admitir en voz alta.

—Una vez más—murmura, mientras me mantiene


tumbada en el suelo, su rostro está a unos centímetros
del mío.

Me pongo de pie, estoy sin aliento y completamente


exhausta.
Vuelve a atacarme y el resultado es el mismo, empiezo a
sentirme frustrada.
—Es normal, es la segunda clase. Concéntrate, imagínate
que estás esquivando a una persona a la que odias—
intenta animarme.
Esa motivación para funcionar exitosamente.

—Eso ha estado muy bien Julliet, estoy seguro de que


aprenderás rápido—me felicita.

—Muchas gracias, Blake—le digo con una amplia


sonrisa.

—¿Nos vemos el jueves?—pregunta secándose el sudor


de la frente con su toalla.

Asiento.

—Estupendo, que descanses.

—Igualmente—contesto mordiendo mi labio inferior.

Después de ducharme vuelvo a paso ligero al


departamento de Devan, él ya ha preparado la cena y
me está esperando. Cuando terminamos nos
recostamos en el sofá y ponemos un capítulo de Friends
al azar, Devan coloca uno de sus brazos por mi hombro
llevándome a su pecho.
En esos momentos, pese a todo lo que está sucediendo
a mi alrededor, me siento feliz y segura.
Y me temo que una gran parte de mi felicidad se debe a
él.
48. I Kissed A Girl
"Us girls we are so magical
Soft skin, red lips, so kissable
Hard to resist so touchable
Too good to deny it"
El timbre suena y suspiro aliviada, no tengo ganas de
seguir escuchando al Sr. Henderson.

—¿Quieres que nos preparemos juntas para la fiesta?—


pregunta Taylor mientras bajamos los escalones del
aula.

—Claro, ¿quedamos a las ocho en tu residencia?

—¿Y si quedamos mejor a las siete? Quiero intentar


alisar este desastre de rizos y me vendría bien tu ayuda
—murmura señalando su bonita melena rizada.

—Allí estaré.

Cuando pasamos por delante del escritorio de Sr.


Henderson rezo internamente para que no me llame, y
por lo visto funciona.

—¿No te quedas a comer hoy?—me dice Taylor cuando


me despido de ella.
—No, quiero pasarme por el hospital para ver a mi
amiga que esta mañana no me ha dado tiempo.

Gracias a Devan y su entretenimiento extra en la ducha.

—Vale, nos vemos luego entonces—se despide


sacudiendo la mano con una gran sonrisa.

Lexie continua ingresada en la UCI, las pruebas


postoperatorias que le han hecho confirman que han
podido extirpar todo el tejido neoplásico, lo que Devan
me tradujo como que han quitado todo el tumor.

Sin embargo, Lexie continua muy somnolienta, algo que


no parece preocupar a nadie, porque según todos la
recuperación de una neurocirugía puede ser algo lenta
algunas veces.

Me quedo sentada a su lado mientras la observo


descansar, lleva una gran venda que cubre su cabeza.

Siento un ligero apretón en mi mano y el entusiasmo


recorre mi cuerpo.

—¿Lex?—pregunto en voz baja.

—¿Juls?—su voz suena rasposa, intenta abrir los ojos


pero parece que la luz le molesta—Duele.
—¿Qué duele, Lexie?

—Duele—repite moviendo la cabeza.

—Voy a avisar a alguien.

Salgo fuera de la habitación y llamo a una de sus


enfermeras.

Cuando entramos de nuevo a la habitación Lexie


continua murmurando lo mismo.

—Tranquila, ahora pondremos algo para el dolor—le


dice la enfermera con dulzura mientras sale de la
habitación. En poco segundos aparece de nuevo y coloca
algún tipo de suero a una de las vías que tiene en los
brazos.

—En unos minutos dejará de doler—le asegura


acariciando su mano.

—Nathan—farfulla antes de volverse a dormir.

Me tenso cuando escucho como dice su nombre.

¿Por qué lo hace?


El horario de visitas en la UCI es muy corto, y solo utilizo
un poco de ese tiempo cada día porque el resto del
tiempo esta la madre de Lex con ella.

***

—Bueno, estoy listo para ver ese disfraz—murmura


Devan frotándose las manos.

—Me cambiaré donde Taylor, quiere que nos arreglemos


juntas.

Devan resopla.

—Le quitas lo divertido a la vida, Ángel.

—¿No es más divertido llevarse la sorpresa de verme con


el disfraz puesto en la fiesta?

—Creo que mi concepto de diversión te incluye sin ese


disfraz, realmente, sin ningún tipo de ropa sobre tu
cuerpo—guiña el ojo de forma coqueta.

El teléfono de Devan empieza a sonar y lo busca para


contestar.

—Samy—responde alegremente—¿Has visto mi


mensaje?
¿Sam?

¿Esa Sam?

¿La misma Sam del Twister?

Mi corazón late con fuerza en mi pecho cuando pienso


en la amiga de Devan, recuerdo que me dijo que
quedaba con ella los miércoles y hoy es miércoles.

—Exacto, ¿podemos dejarlo para la semana que viene?—


le pregunta Devan por teléfono.

Me acerco a Devan y le hago señales con la mano para


indicarle que quiero hablar con él.

—Un segundo Samy—dice tapando la parte inferior con


su mano—¿Qué pasa Ángel?

—¿Por qué no le dices a Sam que se venga a la fiesta?

—¿Estás segura?

Asiento y Devan sonríe ampliamente.

—Por lo visto alguien está deseando verte—dice con


tono burlón—¿Te apetece venir a una fiesta universitaria
esta noche?
Devan alza un pulgar indicándome con gesto afirmativo
que vendrá.

Estupendo.

Continuan hablando un rato y me alegra ver lo bien que


se llevan, está claro que Devan tiene una facilidad innata
para llevarse bien con la gente.

Empiezo a lanzar mi maquillaje en la bolsa,


preservativos, pañuelos, llaves, cargador del teléfono,
pastillas anticonceptivas...sí, creo que ya lo llevo todo.

Cojo el disfraz que permanece completamente tapado y


camino hasta Devan, él está recostado en el sofá
concentrado en uno de sus libros de cosas sanitarias.

—¿Te vas ya?—pregunta alzando una ceja.

—Sí, Taylor y yo iremos a la diez, ¿nos vemos allí


directamente?

Devan asiente, me agacho y beso su mejilla.

—Nos vemos luego—murmuro.

—Estoy deseando ver ese disfraz, Ángel.

Sonrío y me despido de él moviendo mi mano.


Bajo las escaleras y abro la puerta de la calle, mi sonrisa
se congela cuando veo a Kaden, parecía apunto de
llamar al departamento de Devan.

Sus ojos se abren con asombro cuando se percata de mi


presencia.

—Julliet...

—¿Qué...qué haces aquí?—pregunto entrecerrando los


ojos.

Las ojeras de sus ojos son bastante notables, luce


bastante cansado y alrededor de su pómulo hay un feo
moretón que cubre gran parte de el.

—¿Estás bien?—mi mano se mueve automáticamente


para acariciarlo, cuando me doy cuenta de lo que estoy
haciendo la retiro con rapidez.

—Estoy bien...yo...no respondes a mis


mensajes...y...quería verte.

Me cruzo de brazos, aguantando el disfraz con fuerza


contra mi cuerpo.

—No me apetece hablar contigo—contesto.

—¿No crees que quién debería estar enfadado soy yo?


Su pregunta aumenta mi nivel de indignación.

—¿Y eso por qué exactamente?

—¿Que tal por lo que estaba apunto de pasar el sábado


por la noche en Mala? ¿O ya lo has olvidado?

—Créeme que no voy a poder olvidarlo tan fácilmente—


resoplo— No me puedo creer que no me lo dijeras
antes.

—Se supone que era Andrew quién te lo tenía que decir,


al igual que se supone que no debías follártelo.

Sacudo mi cabeza, no pienso aguantar de nuevo esta


conversación.

Lo ignoro y empiezo a ir directa a mi coche.

—Juls, espera—dice tirando de mi brazo.

—No Kaden, déjame en paz.

—Mira, sé que no debería actuar de este modo, pero


entiéndeme, estamos hablando de mi hermanastro.

Muerdo mi labio con fuerza, Kaden estira la mano pero


me aparto para que no me toque.

—Tal vez sea mejor que dejemos de vernos—susurro.


Kaden da un paso hacía atrás, como si mis palabras le
hubieran impactado.

—¿Eso quieres?

Asiento ignorando lo que realmente deseo.

—Está bien—responde con una frialdad que cala en mis


huesos.

Entro en mi coche sin dirigirle de nuevo la mirada, sé


que si lo hago voy a arrepentirme de todo lo que acabo
de decir.

Conduzco rápidamente hasta la residencia de Taylor, el


encuentro con Kaden mantiene mis pensamientos muy
ocupados.

Maldito Kaden.

Cuando pico a la puerta del cuarto de Taylor me abre su


compañera, la tal Jenny, la misma que encontré follando
con Kaden hace más de un mes.

Que bonita es la capacidad del cerebro de recordar


detalladamente ciertas cosas.
—Taylor ha salido unos minutos a la ducha, pero me ha
dicho que vendrías. Puedes pasar—indica apartándose a
un lado para que entre.

Que bien, esto no es nada incómodo.

—Así que ¿estudias Derecho tú también?—me pregunta


mientras se sienta en su escritorio.

Tiene un arsenal de maquillaje desplegado en el.

—Sí—contesto dejando el disfraz junto al de Taylor.

—Yo estoy en tercero de Literatura—me explica


mientras pega unas tiras de papel en su cara.

—Oh—murmuro sin saber que responder.

Por el rabillo del ojo veo como coge unas tijeras y corta
la costra de papel que ha pegado en su cara.

No sé que diablos está haciendo, pero tampoco quiero


preguntar.

Taylor entra en la habitación, solo lleva una toalla


alrededor de su cuerpo.

—Hola Juls, pensaba que no ibas a ser tan puntual.


Deja caer la toalla libremente y aparto la mirada, me
sorprende la confianza que tiene con su cuerpo y la
desnudez del mismo.

Cuando vuelvo a mirarla se ha colocado una larga


camiseta de manga corta que le llega hasta las rodillas.

—¿Que te harás tú en el pelo?—pregunta mientras


enciende las planchas.

—No sé, había pensado dejarlo liso o hacerme una cola,


llevo el halo así que tampoco creo que deba hacer nada
especial.

Taylor asiente.

—Tal vez podríamos llevarlo las dos lis...¿Qué diablos te


estás haciendo en la cara Jenn?—pregunta extrañada.

Ella se gira y nos mira, varias tiras de papel rajado cruzan


su rostro.

—Son las garras del lobo feroz, he aprendido en un


tutorial de Youtube como hacer mis propias heridas—
comenta orgullosa.

—Oh...espero que luzcan mejor de lo que lo hacen ahora


—se ríe Taylor.
—Espera y verás, lo probé el otro día y quedaba
fantástico.

Y tiene razón, cuando termina de taparlas con el


maquillaje se aplica sangre falsa y el resultado es
bastante asombroso.

—Increíble—murmuro mientras aliso el pelo de Taylor.

—Vale, son bastante realistas—dice Taylor con


aprobación.

Jenn sonríe con autosuficiencia.

Acabamos de arreglarnos al mismo tiempo, la verdad es


que en el rato que he estado con Jenn me he dado
cuenta de que parece una chica bastante agradable,
incluso se ha ofrecido a ayudarnos con el maquillaje.

Nos miramos las tres en el espejo, contentas con el


resultado.

Mi vestido blanco es ceñido en la parte superior, tiene un


escote en forma de corazón y a partir de la cintura cae
hasta las rodillas. La verdad es que para ser un disfraz de
Halloween no es tan obsceno como la mayoría.
Taylor tiene un vestido exactamente igual que el mío
pero de color rojo, sus alas rojas son puntiagudas, las
mías blancas tienen un acabado redondeando.

Jenn va disfrazada de caperucita roja, la cual ha tenido


un encuentro salvaje con el lobo feroz, incluso ha puesto
en uno de sus ojos una lentilla roja.

Cuando salimos de la habitación un único pensamiento


pasa por mi cabeza; espero que esta fiesta acabe mejor
que la última.

***

—Una de mis fantasías es hacértelo vestida así, Ángel—


murmura la voz de Devan en mi oído, me sobresalto
sorprendida y me giro para mirarlo.

Está vestido de presidiario con un mono naranja, lo lleva


abierto hasta la cintura y puedo deleitarme viendo esos
maravillosos abdominales que tiene.

A su lado esta Sam, la cual va vestida  de caperucita roja,


al igual que Jenn.

—No sabía que habéis llegado ya—digo con una amplia


sonrisa—Taylor, Jenn...estos son Devan y Sam.
—¿Sois estudiantes?—pregunta Jenn mientras los saluda
estrechando sus manos.

Devan y Sam se miran entre ellos y sonríen.

—No, somos unos infiltrados—contesta Devan con una


sonrisa perversa.

—Estás...muy guapa, Julliet—me dice Sam tras dirigirme


una lenta mirada por mi cuerpo.

Muerdo mi labio, la tensión que siento con esta mujer


me tiene mal.

—Tú también estás muy bien—respondo.

—¿Crees que encontraré a mi lobo feroz esta noche?


Aunque...no me importaría que fuera una loba...o un
ángel—su voz sigue siendo tan seductora como
recordaba.

Devan sonríe mientras se lleva el vaso de plástico a los


labios y Jenn y Taylor giran su cabeza para mirarme con
sorpresa.

Una risita nerviosa se escapa de mis labios.

—¡Taylor ahí estás!—exclama el Nathan de nuestra clase.


Es un buen chico, pero que se llame igual que mi ex
prometido es algo que me hace generarle rechazo.

—Hola Nate—sonríe ella mientras se pone de puntillas


para besarlo en la mejilla.

Nos quedamos charlando un rato todo, no paro de notar


las miradas que me lanza Sam.

—¿Te apetece beber algo?—me pregunta Sam


extendiendo su mano.

Asiento mientras la cojo pero Devan me detiene.

—Me sentiría más tranquilo sabiendo que no te vas a


separar de ninguno de los dos esta noche—murmura en
mi oído.

—No tengo intención de hacerlo.

—Bien, os espero aquí entonces. Por cierto, ¿Jenn está


soltera?

—Eres un maldito coqueto, descúbrelo por ti mismo—


me rio empujando su pecho.

Sam estira de mi brazo y me conduce a través del gentío,


llegamos hasta la zona de las bebidas y nos servimos
una copa.
—Me lo pasé muy bien la semana pasada, Julliet—me
dice antes de dar un largo trago a su bebida.

—Sí, uhm, yo también.

—¿Te apetece bailar? Devan me ha dicho que eres muy


buena bailando.

—Claro—sonrío.

Nos movemos hasta la otra sala donde está todo el


mundo bailando, las luces tenues, la música a todo
volumen y el torrente de alcohol en mi sangre hacen que
desconecte de todo.

Necesitaba esto.
Sam estira su brazo y lo coloca en mi cintura, bailamos
coordinadamente mientras nos reímos, apenas soy
capaz de entender lo que me dice por lo alta que esta la
música pero no importa.
Cuando una canción más lenta suena pegamos nuestros
cuerpos más juntos, una gota de sudor rueda por mi
frente, estamos tan cerca que puedo notar su
respiración contra mi cara.
Estira su mano y aparta uno de los mechones que se ha
escapado de diadema colocándolo detrás de mi oreja.
Se inclina y me susurra al oído.
—Normalmente me atraen más los hombres que las
mujeres, pero tu me resultas irresistible.

Cuando se aparta me doy cuenta de que su mirada está


clavada en mis labios entreabiertos, cierro mis ojos
cuando veo que se acerca, expectante por sentir esa
dulce boca contra la mía.
Presiona sus labios contra los míos, son tan suaves... Soy
capaz de probar su brillo de labios y eso me excita.
Se separa unos centímetros y nuestras respiraciones se
entremezclan.
—No sé si podré esperar toda la noche a probarte de
nuevo...¿te gustaría eso?

Asiento perdida en el morbo del momento y Sam sonríe


perversamente.

Me da la sensación de que alguien tiene la mirada


clavada en mí, miro a mi alrededor pero no veo nada
extraño.

Sacudo la cabeza y vuelvo a prestar atención a Sam,


continuamos bailando pegadas la una a la otra canción
tras canción.

Al cabo de un rato se acerca Devan a nuestro lado y baila


con nosotras, me lo paso tan bien con ellos que me
olvido de todo por completo.
—¿Donde está Taylor?—le pegunto a Devan al oído para
que me escuche.

—Se ha ido con el tal Nate ese, parecían apunto de


querer arrancarse la ropa el uno al otro.

Sonrío, por lo menos espero que tenga una buena


primera vez.

Sam se va un momento a por más bebidas y yo siento mi


vejiga apunto de estallar.

—Necesito ir a hacer pis—le grito a Devan.

—Te acompaño—me responde.

Me doy cuenta como varias personas nos miran con


interés, está claro que Devan es acaparador de miradas.
No puedo culparlo, es muy atractivo.

—¿Vas a sostener mi mano mientras lo hago o qué?—le


pregunto riendo mientras me balanceo ligeramente.

Él se ríe y sacude la cabeza.

—Si es lo que quieres, pero no pensaba que tendrías


fetiches tan raros, Ángel—responde con burla.
Empujo su pecho mientras me rio, una parte de mi
empieza a pensar que tal vez estoy bebiendo
demasiado.

—No lo quiero, así que sal del baño.

—No, te espero aquí.

—Pero...pero me escucharás hacer pis—suena


terriblemente tonto pero mi lado borracho está
empezando a dominarme.

—¿Crees que será la primera vez? Llevamos dos


semanas viviendo juntos, Ángel.

Sacudo la cabeza y eso me hace tambalearme de nuevo.

—Vale, creo que no hay más copas para ti—murmura


Devan mientras me atrapa en sus brazos.

—Estoy bien—aseguro incorporándome por mi cuenta.

—No lo tengo muy claro eso...

—Que sí—respondo tozudamente encerrándome en el


cubículo—¿Puedes cantar o algo? Me incomoda saber
que me estás escuchando.
Escucho como se ríe y de repente empieza a cantar una
canción que no conozco, hago pis tranquilamente y mi
vejiga me lo agradece.

Cuando salgo lo veo recostado contra el lavamanos,


tiene los brazos cruzados por delante de su pecho y
continua canturreando.

—Estás especialmente hermosa esta noche—su sonrisa


se ve reflejada en esos bonitos ojos azules.

—Tú estás...—muerdo mi labio, solo hay una palabra


que me ha cruzado la cabeza toda la noche cada vez que
he mirado a Devan—Sexy.

Paso por su lado y empiezo a lavar mis manos, Devan se


coloca detrás de mí pegando sus manos en mi cintura.

—¿Cumplirás mi fantasía, Ángel?—susurra en mi oído


antes de mordisquearlo en el punto que sabe que me
vuelve loca.

Cierro los ojos por lo bien que se siente, sus labios


acarician la curva de mi cuello y de repente me paralizo.

—Su-suéltame—le pido en un murmullo.

Devan se separa de mi de golpe y me mira extrañado.


—¿Qué pasa, Ángel?

—Aquí no—murmuro desesperada de repente por salir


de este baño.

El reconocimiento llega a sus ojos y toma mi mano para


sacarnos de allí lo antes posible.

Los recuerdos se han sentido como una jarra de fría de


agua y me siento mucho más despejada, buscamos por
la sala a Sam.
Nos acercamos a ella y mi boca se abre cuando veo a
Kaden delante de ella, él se agacha y la besa con fuerza.
—¿Ese es Kaden?—pregunta Devan tan sorprendido
como yo.

—Sí—respondo en un sonido apenas audible.

—¿Dónde habíais ido chicos?—pregunta Sam detrás


nuestro.

Un segundo, entonces no es Sam la chica que se está


dando el lote con Kaden.

Ellos se giran levemente y me percato de que es Jenn.

Espera...Jenn ya se ha acostado con Kaden antes, lo he


visto con mis propios ojos. ¿Por qué la vuelve a besar?
Parece que ya no eres la única con la que repite.

49. High
"Once I get it
So addicted"

Cuando se separan Kaden levanta la mirada y la clava en


mí.

Su mensaje me llega alto y claro; Lo único que me ha


diferenciado hasta ahora de sus otros polvos era que
conmigo sí repetía, y con ese acto acaba de
demostrarme que ya no es así.

No sé si se trata de un juego pero no me puede importar


menos, sigo cabreada con él por los numeritos que ha
estado montando últimamente.

Repítelo hasta que te lo creas.

—¿Queréis continuar la fiesta en otro sitio?—pregunta


Sam.
Devan asiente y me mira, esperando una respuesta por
mi parte.

—Sí—murmuro ignorado la sensación de tener la mirada


de Kaden fija en mí.

Sam estira su mano y la tomo sin vacilar, me empuja a


través de la personas buscando una salida mientras
Devan se mueve detrás nuestro.

Ninguno de los tres está lo suficientemente sobrio para


conducir, por lo que pedimos un Uber.

Nos sentamos detrás los tres juntos y yo quedo en


medio, entre Devan y Sam.

Las manos de Devan y Sam descansan en mis rodillas,


trago con fuerza cuando noto como los dedos de Sam
trazan líneas por el interior de mi muslo, mis manos
arrugan el dobladillo de mi vestido.

Devan se inclina y besa mi mandíbula, continua bajando,


succiona con fuerza en un punto de mi cuello y me deja
sin aliento.

Si estamos ofendiendo al conductor con nuestra


conducta promiscua no hace ningún ademán de parecer
disgustado.
Cuando los dedos de Sam se acercan a la zona que
ruega por atención aprieto los muslos, Devan lo nota y
me obliga a separar ligeramente las piernas. Muerdo mi
labio con fuerza para no gemir cuando siento como Sam
retira mi ropa interior hacía un lado y me acaricia.

Uno de sus dedos presiona en mi entrada, la cual ya está


preparada para todo lo que tengan en mente, lo retira y
observo como lo pasa por sus labios lentamente.

Mi boca se seca mientras miro como lo hace, se siente


tan sucio y obsceno que me enciende el doble. Devan se
inclina, pasando por delante de mí y devora la boca de
Sam, cuando se separa coge mi cara entre sus manos y
me besa, haciendo que prueba mi excitación de sus
labios.

Respiro profundamente cuando noto como la mano de


Devan también se cuela bajo mi vestido, empieza a
realizar círculos al rededor de mi clítoris y mis ojos se
cierran.

—¿Te excita ser mala en público, Ángel?—pregunta en mi


oído, su voz suena más ronca de lo normal por la
excitación.

Asiento.
—¿Crees que a Sam también le gusta? ¿Quieres
averiguarlo?—susurra, retándome con su propuesta
indecente.

Abro mis ojos y miro a Devan, el desafío en sus ojos me


impulsa a colocar mi mano en la rodilla de Sam, ella
sonríe cuando ve como continuo ascendiendo por su
cremosa piel.

Me quedo boquiabierta cuando mis dedos se


encuentran con su piel desnuda, descubriendo que que
no lleva ropa interior. Está húmeda, casi tanto como yo,
esparzo esa humedad y la acaricio, como he hecho
conmigo misma infinitud de veces. Ella retuerce las
caderas y sonrío victoriosa.

—Déjame probar—solicita Devan.

Saco mis dedos lentamente, dejando un rastro de


humedad a lo largo de su muslo y Devan se agacha para
meter mi dedo en su boca, observo como lo succiona
con fuerza y mi interior se contrae. Es tan sexy verlo
hacer eso.

El conductor del Uber carraspea la garganta y levanto la


mirada avergonzada, Sam y Devan parecen divertidos.
—Ya hemos llegado—murmura el conductor, su cara
está completamente roja.

—Que tenga una buena noche—contesta Devan


alegremente mientras abre la puerta y se baja.

—I-igualmente—le responde el hombre sin dejar de


mirarnos, parece completamente afectado.

Sam se ríe y sale del vehículo, me ofrece su mano y me


ayuda a salir, cuando pongo mis pies en tierra firme me
tira a sus brazos y me besa apasionadamente.

Nuestras lenguas se enredan, como si tuvieran su propio


y húmedo baile privado.

Mi pecho sube y baja con rapidez cuando rompe el beso.

Subimos las escaleras entre risas, estoy completamente


embriagada por el deseo. Siento una conexión pulsátil
tan grande entre nosotros que me asombra.

En cuanto la puerta se cierra la ropa empieza a caer, esta


vez nos dirigimos directamente al dormitorio de Devan,
dejando un camino de piezas de ropa hasta el.

Sam empuja a Devan y este cae sobre la cama, se sube y


gatea sobre ella hasta quedar a la altura de la
entrepierna de Devan, por la erección que tiene puedo
decir que él está tan excitado como nosotras.

—Es hora de jugar un poco con él, ¿no crees Julliet?—


murmura Sam como una sonrisa traviesa.

Me acerco hasta ellos y observo en primer plano como


se lleva la erección de Devan a su boca, lo chupa
succionando con tanta intensidad que se puede ver
como sus pómulos se hunden hacía dentro. La libera de
su boca y desliza la mano por ella, extendiendo su saliva.

Muerdo mi labio inferior, deseando probarlo también.

Como si pudiera leer mis pensamientos Sam la mueve,


ofreciéndomela.

Me agacho y paso mi lengua por toda su longitud antes


de meterla en la boca, muevo mi cabeza, sacándola y
metiéndola una y otra vez.

Sam la reclama de nuevo y la compartimos, nuestras


lenguas se encuentran en algún punto de las lamidas y
Devan nos mira entrecerrando los ojos y gimiendo
mientras tira la cabeza hacía atrás.

Cada vez está más dura y palpitante, parece a punto de


estallar en cualquier momento.
—Joder—murmura cuando lo rodeo con mi lengua.

Los fluidos cálidos contra la parte posterior de mi


garganta me toman desprevenida, trago y lo libero de mi
boca.

Cuando levanto mi mirada veo que está completamente


ido de placer.

—¿He muerto y estoy en el cielo?—pregunta Devan en


un suspiro.

Me rio y sacudo la cabeza.

—Creo, entonces, que simplemente soy la persona más


afortunada del mundo.

Sam y yo sonreímos y Devan tira de Sam, recostándola


sobre la cama.

—Es tu turno, Samy—murmura abriendo sus piernas


ampliamente.

Él se coloca entre sus muslos y empieza a besarla con


devoción.

—Ven aquí, Julliet—ordena Sam golpeando sus labios


con su dedo.
Me acerco para besarla pero sacude la cabeza.

—No son esos labios los que me apetece probar—


observo como sus ojos se oscurecen y mi interior se
contrae.

Paso mi pierna por encima de su cuerpo y ella palmea mi


trasero.

Podríamos añadirla como Mami Grey a la ecuación.

—Date la vuelta, quiero que veas todo el tiempo lo que


hace Devan—su voz suena más alterada, está claro que
Devan la está llevando al paraíso del placer.

Me giro dejando mi intimidad sobre su cara, cuando sus


labios atrapan mi clítoris no puedo evitar gemir con
fuerza, Devan levanta la mirada y me observa mientras
continua lo que está haciendo.

Mis caderas se mueven involuntariamente y Sam atrapa


mis muslos con sus manos para mantenerme quieta.

Su lengua recorre mis pliegues antes de introducirse en


mi interior, me estremezco mientras me tortura con su
lengua habilidosa.
Observo como las piernas de Sam se tensan y noto como
deja de lamerme. El gemido que brota de sus labios
contra mi muslo me calienta más y más.

Devan se separa de ella y lame sus labios con la lengua,


vuelve a estar completamente excitado.

A los pocos segundos noto uno de los dedos de Sam


introduciéndose en mi interior, continua haciendo
maravillas con su boca mientras me penetra con sus
dedos. No tardo ni treinta segundos en correrme de este
modo.

Es todo tan placentero, tan intenso.

Me declaro fan de los tríos.

—¿Alguna vez te han tomado por aquí, Julliet?—pregunta


acercando uno de sus húmedos dedos en mi entrada
posterior.

—No—jadeo sintiendo como lo introduce lentamente.

—¿Te gustaría probarlo? A mí Devan me vuelve loca


cuando folla mi trasero.

La transparencia de su confesión hace que el aliento se


quede atascado en mi garganta.
—Yo...—gimo cuando noto como introduce un segundo
dedo.

Devan me mira con curiosidad mientras hace rodar un


preservativo a lo largo de su longitud, se levanta y busca
algo en su cajón.

Trago con fuerza cuando veo que se trata de un bote de


lubricante.

Sam libera mis piernas y se coloca sobre sus rodillas y


codos en la cama, Devan acaricia su espalda lentamente
y Sam cierra los ojos, suspirando.

Observo como abre el bote de lubricante y suelta una


buena cantidad sobre el trasero de Sam, lo esparce con
detenimiento y procede a hacer lo mismo sobre su
erección.

Muerdo mi labio cuando veo como se introduce


lentamente, clavando sus manos con fuerza.

Sam jadea y agarra las sábanas, formando un puño con


ellas.

Devan sale y la embiste con más ímpetu, la imagen es


tan erótica que me excito viéndolos.
Me gustaría ser Sam en estos momentos para saber que
está sintiendo.

Una de las manos de Devan se desliza y agarra la cintura


de Sam.

—¿Te gusta mirar, Ángel?

Asiento mientras humedezco mis labios con mi lengua.

—Enséñame cuanto te excita, déjame ver como te das


placer a ti misma.

Sam gira la cabeza y me mira con interés, me siento


completamente observada mientras abro mis piernas
para ellos y empiezo a tocar todo mi cuerpo.

Pellizco uno de mis pezones mientras mi otra mano se


desliza por mi vientre, cuando mis dedos rozan el punto
sensible que se encuentran en mis piernas arqueo la
espalda.

Este es el mejor porno en directo de mi vida.

Los gemidos de Sam son cada vez más audibles y me


quedo boquiabierta cuando veo como le sale un reguero
de líquido transparente a propulsión.
Devan sale de su interior y tira el preservativo para
colocarse otro.

—Es tu turno, Ángel.

Muerdo mi labio y me coloco en la misma posición que


estaba Sam. Planta un suave beso en el centro de mi
espalda que eriza mi piel.

—Eres demasiado estrecha para que tome por atrás


todavía, te haría daño si te lo hiciera ahora, así que lo
haremos como siempre—murmura en mi oído.

Siento como su erección presiona contra mi entrada y


procede a deslizarse con facilidad, cuando está
completamente enterrado suspiro placenteramente.

A la vez que vuelve a embestirme introduce uno de sus


dedos en mi trasero, la sensación de plenitud es tan
increíble que hace volar mi cabeza.

Continua embistiendo con fuerza y profundidad, mis


pies se curvan y mi respiración se agita.

Es tan bueno que me faltan adjetivos para describirlo.

Sam se acerca y acaricia mi mejilla antes de inclinarse y


besar mis labios, siento como una corriente eléctrica
recorre mi cuerpo y me hace estallar en mil pedazos.
Devan continua con sus arremetidas un par de minutos
más antes de correrse en mi interior.

Menudo aguante tiene el demonio coqueto.

Caemos rendidos en la cama, nuestros cuerpos


completamente desnudos quedan enredados mientras
nos dejamos llevar en la deriva del sueño.

***

Ir a clase después de una fiesta como la de anoche no es


una muy buena idea, la asistencia hoy es de las más
bajas del curso hasta ahora.

Mi cabeza duele por la falta de sueño y la resaca,


desearía continuar en la cama con Devan y Sam pero en
su lugar estoy escuchando la voz de la Sra. Rimes.

—Así que...no me habías hablado de tu amiga Sam—me


dice Taylor con una sonrisa significativa.

—Sí, es una amiga de Devan principalmente—contesto


mordiendo mi labio.

—Parece que le gustabas demasiado—levanta sus cejas


sugestivamente.

Me rio por lo bajo.


—Ella es bastante increíble.

Taylor sonríe.

—¿Como te fue con Nathan?—pregunto.

—Oh—sus mejillas se sonrojan—Muy muy bien.

—¿Sí?

—Ajá—asiente para darle más énfasis.

—Me alegro por ti—aseguro con una risita.

Yo ni recuerdo mi primera vez con exactitud, aunque


tampoco es que tenga ganas.

Cuando el timbre suena se escucha un suspiro de alivio


colectivo, Taylor y yo nos ponemos en pie y recogemos
nuestras cosas.

Caminamos hasta la clase el Sr. Henderson y empiezo a


sentir los nervios habituales a medida que nos
acercamos a la puerta.

Para nuestra sorpresa el Sr. Henderson no está en clase,


y eso que él es extremadamente puntual.
Al cabo de quince minutos viene una de las secretarias a
notificarnos que hoy no podrá venir el Sr. Henderson por
motivos personales.

La curiosidad me hace preguntarme porqué no habrá


venido. ¿Estará bien? ¿Habrá sucedido algo?

—Creo que el día no podía ir mejor, tengo unas ganas


terrible de pasar el resto del día durmiendo—dice Taylor
mientras bosteza.

Miro mi reloj y veo que me da tiempo de ir a visitar a Lex


en el horario de mañana.

—Yo aprovecharé para ir al hospital, nos vemos mañana,


Tay.

—¿Vendrás?—pregunta levantando una ceja mientras


sonríe—Sería de los primeros viernes que vienes.

—Eso espero.

Salgo del campus, la temperatura ha empezado a bajar


estos días y no he recordado coger la chaqueta por lo
que me congelo camino a mi coche.

Conduzco hasta el hospital y cuando llego hasta la UCI


me notifican que Lexie ya ha subido a planta.
La Sra. Coleman se ha quedado dormida en la silla que
hay junto a Lexie y ella está despierta mirando su
teléfono.

—Lex—murmuro con entusiasmo acercándome a su


lado.

Ella levanta la vista y veo en su mirada como algo anda


mal.

—Juls—suena completamente seria, para nada como


ella.

—¿Qué sucede?—pregunto sentándome en la esquina


de su cama.

—Tienes que cortar con Nathan—murmura por lo bajo.

Mi frente se arruga y la miro sin entender lo que me está


diciendo.

—¿Qué?

—No es bueno para ti Juls, ya sé que tus padres querían


que estuvierais juntos pero no es bueno.

No tienen sentido sus palabras.

—Lex...hace más de un mes que lo dejé con él.


Suspira aliviada y luego frunce el ceño.

—No...no lo recuerdo—sacude la cabeza—¿Qué me está


pasando, Juls? Últimamente tengo sueños muy raros y
no quiero tener esos sueños.

—Te estás recuperando de una intervención difícil,


supongo que es normal.

Ella curva su boca haciendo una mueca.

Dos golpes en la puerta despiertan a la Sra. Coleman,


entran en la habitación dos médicos, una mujer y el
mismo médico por el que babea Lexie.

—Buenos días, ¿como estás Lexie?—pregunta el Dr.


Williams.

—Ahora que estas aquí mucho mejor—responde


pestañeando de forma exagerada.

La doctora se rie y el Dr. Williams se remueve incomodo


en el lugar.

—Te harán una prueba mañana para asegurarnos de


que todo sigue bien.

Continuan haciéndole un par de preguntas más y se


marchan.
—No sé si me parece más guapo Devan o el sexy
doctorcito Dan.

—¿Ese es su nombre?—pregunto.

—Sí, lo pone en su placa identificativa.

—Creo que no le he prestado tanta atención como tú—


digo con burla.

Lex sonríe y me saca la lengua de forma infantil, me doy


cuenta durante nuestra conversación que tiene
pequeñas lagunas en sus recuerdos.

Lo que me asusta aunque digan que es normal.

***

El viernes transcurre con normalidad, durante la semana


no he recibido más avisos extraños ni notas
amenazantes de ningún tipo por lo que me siento más
tranquila.

Mi cuerpo sin embargo se siente completamente


adolorido, la clase de la noche anterior con Blake me ha
dejado destrozada y esta noche tengo que bailar en
Mala.
La Sra. Myers ha contactado conmigo para preguntarme
si ofreceré bailes privados, la idea de bailar sacándome
un buen dinero extra me entusiasma por lo que he
acabado accediendo.

Los bailes privados no incluyen desnudos, así que


realmente no será muy diferente a bailar para el resto
de la sala tres.

Hoy no visitaré a Lexie, estarán todo el día haciéndole


más pruebas por lo que hemos estado enviándonos
mensajes todo el tiempo.

—¿Sabes que la temática de hoy y mañana estará


relacionada con Halloween, no?—me pregunta Devan
mientras conducimos hasta Mala.

—Me lo he imaginado—digo con un suspiro.

—La Sra. Myers siempre contrata a maquilladores


profesionales, son bastante increíbles.

—¿De qué crees que te disfrazarás?

—No lo sé, supongo que a cada uno nos tocará una cosa
diferente como cada año, algo que no incluya mucha
ropa.

—Sí, típico de la Sra. Myers—respondo entre risas.


Ella y su afán por llevar a los camareros medio desnudos
es algo que he aprendido este tiempo.

—¿Qué horario tienes hoy, Ángel?

—Supongo que dependerá de los bailes privados.

Devan hace un puchero.

—Yo quiero uno de esos.

—Ya te haré uno en casa—contesto guiñándole un ojo.

Él sonríe ampliamente, contento con mi respuesta.

—Voy a estar esperándolo—asegura.

Cuando bajamos del coche me tenso, no tengo ganas de


encontrarme con el Sr. Henderson bajo ningún
concepto.

Que pena que Grey Supremo sea el dueño del local.

El sarcasmo de mi subconsciente me hace poner los ojos


en blanco, por lo menos Kaden no estará aquí.

—Tienes que ir al vestuario de artistas—me explica


Devan—Nos separan Ángel—farfulla con exagerada
tristeza—Tendré que hacerme bailarín o algo yo
también.
—Te iré a ver un rato si quieres.

—Prefiero ir a verte yo a ti.

Me encojo de hombros.

—Como quieras, nos vemos luego.

—Hasta luego, Ángel.

Conozco a pocas bailarinas de Mala, cuando entro al


vestuario muchas se está cambiando y cuchichean
alegremente.

—¿Tomas clases de baile Ángel?—me pregunta Celeste.

Supongo que entre ellas se llaman por el nombre


artístico.

—Tomaba, hacía unos años que no bailaba.

—Oh, eso explica porque eres tan buena—dice con una


sonrisa.

Me hacen unas cuantas preguntas más y recibo halagos


de todas ellas.

Caminamos hasta la sala tres y observo como poco a


poco se va llenando, algunos de los clientes me resultan
familiares pero no veo a nadie conocido entre la
multitud.

Esta noche no participo en el número conjunto porque


no he podido ensañar con ellas, pero al igual que la
semana pasada tengo mis propias canciones
individuales.

Me siento tan bien moviendo mi cuerpo al compás de la


música, es liberador en cierto modo.

Cuando termino de bailar varias personas aplauden con


entusiasmo, la Sra. Myers me espera abajo del
escenario.

—Eso ha sido fantástico, Julliet—me felicita mientras me


tiende una botella de agua.

—Muchas gracias Sra. Myers.

—Chris es la persona que se encarga de gestionar el


tema de los bailes privados, si alguien contrata el servicio
te lo notificará ella. En principio cada bailarina tiene su
propio reservado, Chris te ha asignado el número tres.

—De acuerdo—digo asintiendo con la cabeza.


—Que tengas una buena noche Julliet, cualquier cosa ya
sabes donde encontrarme—me dice antes de
desaparecer de la sala.

Devan llega al cabo de un rato y hace una mueca cuando


me ve.

—¿Me lo he perdido?—pregunta con un lamento.

Asiento intentando reprimir una sonrisa.

—¿Ángel? Han contratado tus servicios—murmura una


mujer que se acerca a mi lado.

Devan levanta la ceja con curiosidad.

De repente siento nervios en el estómago, nunca he


bailado para nadie de ese modo

Mentira, le hiciste un streaptease a Papi Grey.

Bueno, sí, pero no se trata de hacer un streaptease aquí.

—¿Tu eres Chris?—pregunto.

—Sí, perdona—dice palmeando su frente—Me encargo


de gestionar los bailes privados.

—Sí, sí, la Sra. Myers me lo ha comentado. ¿Uhm tengo


que ir ya?
—Sí, el cliente está esperando en el reservado. El estéreo
está en la entrada, simplemente tienes que presionar
play, puedes cambiar de canción si quieres.

—De acuerdo.

Me giro a Devan y le susurro.

—Deséame suerte.

—Suerte es lo que tiene la persona para la que bailes—


murmura—Lo harás bien, Ángel.

Sonrío y empiezo a buscar los reservados, camino por


delante y cuando localizo el número tres entro.

Siento como si se me fuera a salir el corazón del pecho


en cualquier momento.

Cuando cierro la puerta detrás de mí miro a la persona


que está sentada en el sofá.

Es Kaden.
50. Bad kind of Butterflies
"I got bad, bad, bad kinda butterflies"

No estaba esperando encontrármelo, por lo que mi boca


se abre con asombro y se me dificulta controlar mi
reacción de indiferencia.

Su mirada desafiante me llega hasta el alma, sus ojos


gritan tantas cosas en silencio que me abruma.

Le da un largo trago a la bebida que tiene en la mano y


la deja en la mesita.

No me mires así, Papi Grey.

—¿Qué haces aquí?—pregunto, estoy completamente


tensa.
Aprieta los labios, como si estuviera conteniendo una
sonrisa, le gusta que me sienta afectada por su
presencia.

—¿Vas a bailar de una vez?—responde manteniendo su


máscara de frialdad.

—¿Qué pretendes exactamente, Kaden?—presiono


cruzándome de brazos.

—No he pagado para escucharte hablar.

Frunzo mi ceño y cuento mentalmente hasta diez para


no mandarlo a la mierda.

Bien, dos puedes jugar a este juego.

Sacudo la cabeza y enciendo el estéreo. Cierro los ojos


unos segundos y cuando los abro empiezo a contonear
mis caderas al compás de la música. Su mirada no se
despega de la mía en ningún momento, intento ignorar
la sensación de mariposas que aflora en mi estomago y
me centro en bailar.

Deslizo mis manos desde el inicio de mis muslos hasta


mis rodillas lentamente mientras me voy agachando
hasta el suelo, cuando mis rodillas se clavan en el suelo
giro la cabeza y paso las manos desde la curvatura de mi
cuello hasta el contorno de mis pechos.
Me pongo de pie y le doy la espalda, tambaleo mis
caderas de un lado a otro, cuando la canción se acerca al
coro me muevo lentamente hasta quedar delante de él,
coloco una rodilla en el sofá mientras apoyo ambos
manos a cada lado suyo, dejándolo en medio, cuando
paso la otra pierna por encima de su regazo veo como
traga con dificultad.

Tenerlo tan cerca me afecta, tiro la cola que sujeta mi


pelo y sacudo la cabeza, me balanceo encima de su
regazo y muerdo mi labio deliberadamente. Sus ojos se
oscurecen enviando escalofríos por mi columna.

Puedo notar cuanto me desea a través de sus


pantalones y eso me hace perder la cabeza. Es posible
que nunca llegue a entender del todo a Kaden pero hay
algo que nunca podré negar, y es que nuestros cuerpos
se entienden a la perfección.

Pone sus manos en mi costado, sentir sus dedos contra


mi piel desnuda hace que el aliento se quede atascado
en mi garganta.

—No está permitido tocar a las bailarinas—le recuerdo


en un pequeño murmuro.

Los labios de Kaden se curvan hacía arriba.


—¿Y que harás? ¿Avisar a seguridad?—me provoca con
burla mientras dibuja figuras aleatorias en mi piel
expuesta.

Pongo mis manos sobre las suyas e ignorando la


corriente que me sacude se las aparto.

Continuo bailando sobre su regazo, cada vez me cuesta


más estar centrada, no paran de venirme flashes a la
cabeza de cuando baile sobre su regazo en su cama
antes de acostarnos.

Mis dedos aprietan con fuerza el acolchado del sofá, mi


corazón golpea con tanta fuerza en mi pecho que no
falta mucho para que pueda escucharse.

En un movimiento rápido coloca su mano en mi nuca y


me tira contra él, sus labios rozan mi oído.

—¿Me deseas tanto como lo hago yo?—pregunta en un


susurro seductor.

Humedezco mis labios y niego con la cabeza.


¿Pero que tenemos aquí? Si es la prima perdida de Pinocho,
aunque en vez de crecerte la nariz haces que a Kaden le
crezca la...

Suficiente.

—No me mientas, Juls—murmura tirando del lóbulo de


mi oreja con sus dientes.

No puedo hacerlo, no debo hacerlo.

Hazlo, hazlo, hazlo.

Su nariz roza la curva de mi cuello y me estremezco


cuando su boca en ese punto, mis ojos se entrecierran y
por unos segundos no pienso en nada, simplemente
disfruto de la succión de sus labios en mi cuello.

Un gemido escapa de mi boca y suenan las alarmas en


mi cabeza, coloco mis manos en su pecho y me separo
de él poniéndome de pie en un salto.

Me mira con intensidad mientras doy un paso atrás,


manteniendo una distancia prudencial.

Alarga la mano y coge su copa.

—No me gusta jugar al ratón y al gato, nena—murmura


llevándose la bebida a los labios.
—Te dije que era mejor dejar de vernos.

—En realidad, las palabras exactas fueron "Tal vez sea


mejor dejar de vernos", tal vez es un adverbio dubitativo,
no afirma nada.

Maldito listillo.

—Quedaba implícito.

Se pone en pie y retrocedo otro paso.

—No lo hacía—se acerca.

—Sí—retrocedo.

—No—continua acercándose.

—Sí—respondo sintiendo la pared contra mi espalda.

—No—sus labios están a centímetros de los míos.

—Lo que sea que hubiera entre nosotros se ha acabado


—le digo en un murmullo.

Sus ojos se clavan en los míos y olvido como se respira


por unos segundos.

—Te equivocas, solo acaba de empezar—asegura antes


de separarse y marcharse del reservado.
Me quedo allí, hiperventilando y confusa.

***

—¿Y que dijo?—pregunta Devan mientras devora su


plato, acabamos de salir de Mala pero en vez de ir
directamente al apartamento y dormir hemos parado en
una cafetería para saciar el hueco sin fondo que tiene en
el estómago.

—Qué solo "acaba de de empezar"—alzo mis dedos


haciendo comillas en el aire para enfatizar sus palabras.

Devan echa la cabeza para atrás y se ríe.

—Está claro que Kaden te ama con locura y quiere que


seas la madre de sus futuros Kadensitos.

—¿Te has pinchado accidentalmente la medicación de un


paciente, Devan?

—Vamos, aquí yo soy el narrador objetivo, y lo veo


bastante claro.

Ruedo mis ojos y jugueteo con el tenedor en mi plato.

—Kaden no me quiere, él mismo me dijo que ni siquiera


cree en el amor.
Devan sonríe mostrando sus dientes.

—Bueno, si él pienso eso mejor para mí.

—¿Por qué?—digo alzando una ceja.

—Por que así tú y yo podemos tener pequeños angelitos


—contesta inclinando su cabeza mientras guiña un ojo.

Me rio y sacudo la cabeza.

—¿Y cuando vas a reunirte con el Sr. Henderson?—


pregunta desviando el tema.

—No lo sé—digo soltando un largo suspiro.

—Mira, indiferentemente de lo que pase entre vosotros


debes continuar con la denuncia, tú seguridad es lo
primero, Ángel.

Mordisqueo mis uñas.

Estira su mano y acaricia mi mejilla.

—Hablo totalmente enserio, Julliet.


Aprieto mis labios, sé que debo hacerlo y tiene razón, sin
embargo no me siento preparada para afrontar a
Andrew.

—Hablaré con él—le digo—Por cierto, después de


dormir me gustaría pasar por casa a recoger algunas
cosas.

—Claro, voy contigo.

—Devan, no hace falta que me acompañes a todos


lados...

—¿Blake te ha enseñado a hacer alguna clave mortal, ya?

Sacudo la cabeza.

—Pues entonces te acompaño.

***

Hemos pasado la mayor parte del sábado durmiendo,


cuando nos hemos levantado Devan ha cumplido con su
palabra y me está acompañando hasta mi casa.

Confieso que no me da tanto miedo ir sabiendo que


Devan está a mi lado, aunque al mismo tiempo no me
gusta sentir que dependo de nadie.
Sean me ha vuelto enviar un mensaje, la verdad es que
me había olvidado por completo de él hasta que no he
visto su nombre en la pantalla.

Demasiado ganado.

Hemos quedado en vernos mañana por la tarde y no sé


como sentirme al respecto, al fin y al cabo fuimos amigos
una gran parte de nuestras vidas.

Tengo una mala sensación mientras abro la puerta de mi


casa, como si algo no acabara de ir del todo bien.

Cuando entramos en el interior miro mi alrededor, todo,


completamente todo, está lleno de papeles. Papeles con
imágenes, se me encoge el estomago cuando tomo uno
de esos papeles.

Son capturas de videos.

Capturas de videos míos haciéndolo con Kaden en mi


cuarto.

Capturas de videos míos haciéndolo con Devan en mi


cuarto.

Capturas de videos míos haciéndolo con Nathan en mi


salón.
Capturas de videos míos besando a Sean en el salón.

Las imágenes siempre son con el mismo fondo, mi


habitación y el salón.

¿Crees que alguien creerá a una zorra como tú?

Las palabras aparecen como pie de foto en cada hoja.

—Por favor, por favor, deja que llame a la policía—ruega


Devan recogiendo los papeles esparcidos por el salón.

Mis ojos empiezan a empañarse de la impotencia.

—¿Para decirles qué exactamente? ¿Que soy una zorra?


—pregunto sintiendo como me tiembla la voz.

—No eres una zorra, y ese tipo tiene cámaras en tu casa


Julliet, ha cruzado demasiadas lineas.

Miro la estantería que está frente al sofá, falta algo, noto


la ausencia de algo pero no sé que es.

—No hay forma de que pueda hacer nada Devan, ¿no lo


ves? Tiene videos. Nadie me creería en un juicio con
estos videos—farfullo pasándome las manos por el pelo
de forma frenética.

Hace una mueca y se acerca a mi lado.


—No puedo hacer nada, ningún jurado me creerá si ve
esos vídeos—murmuro con la mirada perdida.

—Yo fui testigo.

—¿Tú?—me rio sarcásticamente levantando uno de los


papeles en el que salimos los dos—¿Crees que creerán
tu palabra?

—Esta prueba también lo inculpa a él, ese hombre está


obsesionado contigo.

Sacudo la cabeza, estoy perdida, no hay forma de que lo


gane en el juicio.

—He perdido antes de empezar si quiera la partida.

—Julliet...

—Tengo que salir de aquí, no puedo estar ni un minuto


más en este lugar.

Salgo corriendo.

Necesito correr, necesito escapar.

—¡Julliet espera!—grita Devan a mis espaldas.

No puedo, ahora no.


Empiezo a correr calle abajo mientras mi cabeza maneja
miles de pensamientos por segundo.

¿Qué puedo hacer?

¿Qué debería hacer?

¿En qué momento empezó a pasar todo esto?

Me dirijo al único sitio de la ciudad en el que me siento


aislada, la cuesta arriba me tiene jadeando sin aliento
pero merece totalmente la pena.

Siento como arden las plantas de mis pies cuando llego


al mirador, no hay nadie como de costumbre.

Camino hasta el borde del precipicio y observo la ciudad


desde esta altura. Aquí los problemas se ven tan
pequeños como los edificios que cubren el paisaje.

—Creo que no estoy tan en forma como tú—murmura


una voz detrás de mí haciendo que me sobresalte.

—¿Sean?

—Hola, Jullie—sonríe quitándose los auriculares que


lleva puestos, lo observo de arriba a abajo, va vestido de
deporte—Te he visto corriendo abajo, imaginaba que
subías hasta aquí.
Balanceo el peso de mi cuerpo de un pie a otro, no sé
que decirle.

—¿Estás bien? Estás un poco pálida—pregunta


frunciendo el ceño.

—Estoy bien—miento.

—No esperaba encontrarme contigo por aquí—dice


pasando su brazo por su frente.

—Necesitaba desconectar un poco.

—Sí, este ha sido siempre tu sitio para eso, recuerdo que


cuando tenías peleas con tus padres te escabullías hasta
aquí.

—Y yo recuerdo a ti siguiéndome.

—Es un sitio un tanto peligroso, sobretodo a altas horas


de la noche.

—Ahora es de día.

—Lo sé, no te estaba siguiendo ni nada—se burla—Vivo


cerca de aquí y este sitio está en mi recorrido diario.
Aunque admito que hasta ahora he esperado verte
algún día aquí. Este lugar es especial para mí, me trae
buenos recuerdos.
Fue el lugar donde nos besamos antes de que se
marchara a otra ciudad.

—Mira...sobre la forma en que me alejé...quería pedirte


disculpas, fue muy cobarde por mi parte. Quería hacerte
ver que de verdad debías alejarte de ese tipo—
murmura.

—¿De Kaden? ¿Qué pasa con él?

Sean hace una mueca, como si no quisiera hablar de


ello.

—He escuchado muchas cosa de él, es un tipo un


poco...violento.

—¿Por rumores? ¿Por eso decías que debía alejarme de


él?

—No es simplemente eso, una vez, entrando al local lo


escuché hablando con el jefe. Hablaban de algo del
cumplimento de la condena, ese tipo ha estado en
prisión, Jullie.

¿Kaden ha estado en prisión?

¿Kaden?

¿En prisión?
¿A eso se refería el Sr. Henderson cuando me advertía
que me alejará de Kaden? ¿Es peligroso?

Me cuesta imaginármelo así...aunque cuando le dio la


paliza a Nathan parecía disfrutarlo.

—¿Por qué me cuentas esto ahora?—pregunto


sacudiendo la cabeza.

—Porque no quiero mantenerme alejado de ti.

Lo miro y toda la magia que sentía por mi


encaprichamiento adolescente  ha desaparecido. Ya no
hay nada.

—Sean...

—Eramos amigos Jullie, no veo porque deberíamos dejar


de serlos.

—No estoy interesada en nada más—respondo con


sinceridad mientras muerdo mi labio.

Sean sonríe.

—Yo tampoco lo estoy, hace poco he empezado a salir


con alguien, cuando te digo lo de la amistad lo digo
enserio.
Mis mejillas se sonrojan, de repente me siento tonta por
haber insinuado algo que él quería algo más.

—Oh—murmuro.

—¿Estamos bien, entonces? ¿Amigos?—pregunta


extiendo su mano.

La miro y la acepto.

—Amigos.

—Hazme un favor, si sigues teniendo algún tipo de


relación con Kaden...habla con él.

—Nosotros, ya, uhm, no somos nada—contesto.

—Sinceramente creo que es lo mejor.

Quiero pensar eso yo también, aunque cada vez que lo


veo siento las estúpidas mariposas en mi estómago.
51. Nemo
"For hope I'd give my everything"

Sean me acompaña de vuelta a casa, allí está Devan


esperándome, me siento un poco mal cuando veo lo
nervioso que está por haberme ido de ese modo.

Sin embargo no me presiona, respeta mi espacio en todo


momento y no me hace preguntas.

Ha recogido todas los papeles que había dispersos por la


casa, subimos a mi habitación y empiezo a echar cosas
de mi armario a la bolsa de deporte.
El libro de Kaden parece burlarse de mí desde mi
escritorio, ¿y ahora cómo se lo devuelvo?

Solo de pensar en volver a verlo mi ritmo cardíaco se


altera.

En todos los escenarios posibles que se desarrollan en


mi imaginación ninguno termina con mi integridad
intacta.

Tal vez debería enviárselo por correo postal.

—Julliet, no sé si es el mejor momento pero...deberíamos


buscar las cámaras—me dice Devan mientras cierro la
bolsa deportiva.

La idea de saber que he tenido cámaras en mi casa me


repulsa, ha sido Nathan, seguro.

Va cinco pasos por delante de mí.

Las fotos con él son de antes de que empezará mí


aventura con Kaden, a saber cuanto tiempo ha estado
controlándome.

El día que terminé nuestro compromiso él ya lo sabía,


sabía que le había sido infiel si tenía los vídeos. ¿Por qué
hizo todo el numerito posterior, entonces?
—Según la posición de las imágenes debería estar por
aquí...—murmura Devan acercándose a mi cómoda.

Me acerco a su lado y la miro, aquí también me da la


sensación de que falta algo.

—Ya no están—mascullo cuando me doy cuenta.

—¿Qué?

—Tanto aquí como en el salón faltan dos marcos de foto,


debían estar ahí las cámaras.

—¿Estás segura?

—No, pero es mucha coincidencia que los dos marcos


que estaba situados en la posición que se grababa hayan
desaparecido.

Devan aprieta los puños y murmura algo por lo bajo.

—¿Lo ves? No tengo nada en su contra, será mi palabra


contra la suya y además él tiene pruebas de mis...ehm...y
nadie me creerá, ningún jurado me tendrá en cuenta
viendo esos vídeos—murmuro sintiendo el pesar de mis
propias palabras.

—No lo dejes ganar, Julliet.


—Ya lo ha hecho.

—No, se está esforzando por hacer que le tengas miedo,


eso es que no debe tener tan claro que pueda ganarte.

—Paciente ex-psiquiátrica con conductas promiscuas


que denuncia a una promesa en el mundo legal, el chiste
se cuenta solo—digo con tono sarcástico.

—Tienes que seguir con esto, no te olvides de que yo soy


un testigo, lo presencié.

—Desacreditará tu testimonio, tiene un video nuestro


Devan.

Parece tan frustrado como yo.

—¿Y el resto de los que estaban en la fiesta?

—Ellos solo vieron como le dabas una paliza a Nathan.

—Julliet...

—No tiene sentido que siga con esto, será una pérdida
de tiempo.

Devan golpea la cómoda y me sobresalto.

—¡Maldita sea Julliet, reacciona de una vez!


Me llevo la mano al esternón, sintiendo los latidos
acelerados de mi corazón.

—¿Qué más hace falta para que lo denuncies?—


pregunta intentando controlar su tono de voz.

Está tan enfadado como cuando se encontró a Nathan


presionándome en el baño.

Aprieto mis labios con fuerza, sintiendo su decepción.

—Lo siento, no quería ponerme de ese modo—suspira


pasándose una mano por el pelo—No sé como ayudarte,
la impotencia me come por dentro sabiendo que ese
capullo...

Trago con fuerza y doy un paso hacía él.

—Devan...aunque lo hiciera, aunque el caso llegara a


juicio, las probabilidades son...

—Solo te pido que no te rindas, que no le dejes ganar,


porque los dos sabemos lo que hubiera pasado si no
llego a detenerlo.

Un escalofrío recorre mi columna y la bilis sube por mi


garganta, en mis sueños todavía me persigue la
sensación de su cuerpo presionado contra el mío y sus
manos por debajo de mi vestido.
Mis puños se cierran con fuerza y muerdo mi labio
inferior, el cual empieza a temblar levemente.

—Tienes razón—murmuro por lo bajo—Voy a...voy a


enviarle un mensaje al Sr. Henderson y lo haré.

Devan pasa su mano por mi espalda, acariciándola.

—No estarás sola en esto, Ángel.

***

El Sr. Henderson responde a mi correo a los pocos


minutos de que lleguemos de vuelta al departamento
Devan, me indica que si lo deseo puedo ir a su casa para
reunirnos ya y oficializar la denuncia para presentarla en
comisaría.

Mientras conduzco camino a su casa intento dejar de


lado todos los sentimientos que me provoca, ahora
mismo no importa nada más que oficializar la denuncia.

Mis manos están tan tensas alrededor del volante que


me cuesta conducir más de lo normal.

Cuando llego suelto todo el aire que estaba conteniendo,


a diferencia de las otras dos veces el Sr. Henderson no
me espera fuera ni me abre la puerta, lo hace alguien de
su personal.
—Srta. Collins, el Sr. Henderson se encuentra
indispuesto en estos momentos—me comenta uno de
sus trabajadores.

—Pero me ha dicho que viniera...—murmuro mordiendo


mi labio inferior.

—Dave déjala pasar, le he dicho que podía venir—


comenta la voz de Andrew a lo lejos del pasillo.

Dave se aparta permitiendo mi paso y cuando veo al Sr.


Henderson mi boca se abre con asombro.

Parece que se aguanta las costillas por el dolor y tiene un


gran moretón alrededor de su ojo derecho.

—¿Qué...qué le ha pasado?

—Eso no es importante, acompáñeme a mi despacho,


por favor.

Camina como si le doliera hasta el último músculo de su


cuerpo, mi corazón se encoge ante la imagen que tengo
delante.

—Sr. Henderson, no sabía que estaba...Puedo venir en


otro momento.
—No—responde rápidamente mientras se deja caer en
su silla.

—Pero...pero si apenas puede sostenerse.

—¿Está preocupado por mí, Srta. Collins?—su rostro


permanece impasible pero en su tono de voz se aprecia
la diversión de la pregunta.

—Yo no...bueno, no...

—Estoy bien, procedamos a formalizar la denuncia.

—Hay algo que debe saber.

Levanta una ceja con curiosidad.

—Hoy he ido a mi casa y...bueno, el salón estaba


cubierto por unos papales.

—¿Papeles?—pregunta inclinándose más cerca de mí.

Asiento.

—¿Que ponía en esos papeles?

—Bueno, eran principalmente imágenes de


vídeos...vídeos de...uhm...comprometidos.

—¿Comprometidos?
Siento como mis mejillas se calientan.

—Vídeos míos manteniendo relaciones sexuales.

El Sr. Henderson me mira con incredulidad.

—¿Con el Sr. Nathaniel?

—Sí...pero no solo con él. También con—trago con


fuerza—Kaden y Devan.

—¿Se graba manteniendo relaciones sexuales con ellos?

Mi cara se pone más roja mientras la sacudo con fuerza.

—No, no. Debía tener cámaras en mi salón y dormitorio,


yo no lo sabía...

—¿Crees que es obra de Nathaniel todo esto?

Asiento de nuevo.

—No es que quiera...pero debo ver esos papeles.

Saco unos cuantos de mi bolso y los extiendo sobre su


escritorio. El Sr. Henderson extiende la mano para coger
uno y su cara se crispa de dolor.

—Sr. Henderson de verdad que podemos dejarlo para


otro día...
Levanta su mano desestimando mis palabras.

Observo como mira atentamente las diferentes


imágenes de la mesa.

—Quiere desacreditar su palabra—murmura apilando


los papeles.

—Sí, no tengo nada que hacer, ¿verdad?

Hace una mueca y sacude la cabeza.

—No diga eso Srta. Collins, no puede rendirse antes de


empezar.

—Siendo objetivos...sabe que un jurado sin pruebas no


creerá mis palabras.

—Yo la creo.

Me pierdo unos segundos en la firmeza de su mirada


hasta que aclara su garganta.

—Bien, empecemos a redactar la noche de los sucesos—


murmura desviando su mirada a su ordenador.

Explico lo que pasó el día de la fiesta lo más detallado


posible, le cuento como Nathan aparece en mi casa al
día siguiente para amenazarme de que no diga nada.
Puedo ver como su mandíbula se aprieta a medida que
explico lo sucedido.

Cuando termino de hablar el Sr. Henderson coloca su


mano sobre la mía.

—Lo que está haciendo es muy valiente, y estoy


orgulloso de usted Srta. Collins.

Muerdo el interior de mi boca mientras asiento.

Firmo los documentos que ha impreso y procede a


escanearlos para enviarlos.

Siento como si me estuvieran quitando un peso de


encima a la vez que añaden otro más pesado.

—Sobre lo que dijo Kaden...creo que le debo una


explicación.

—No quiero escucharla—rechazo sintiendo como mis


hombros se tensan.

—Srta. Collins, debe poder confiar en mí, necesito


sincerarme con usted.

—¿Y por qué ahora? ¿Porque Kaden lo ha sacado a la


luz? ¿Cuando tenía pensado decírmelo, exactamente?
Suspira desviando la mirada.

—Tiene razón, le pido disculpas.

—Me ha hecho sentir como una estúpida sabiendo que


usted sabía todo este tiempo quién era.

—Entiendo su punto de vista aunque...¿hubiera


cambiado algo?

—¿Qué?—pregunto sacudiendo la cabeza.

—Cree que si se lo hubiera dicho, ¿hubiera cambiado


algo?

—No...

—No podemos deshacer el pasado, Srta. Collins. ¿Me


considera responsable del accidente ahora que lo sabe?

Muerdo mi labio inferior mientras sacudo la cabeza.

—Aquel día perdimos mucho ambos—pasa la mano por


su barbilla—sin embargo no había nada que se pudiera
hacer para evitarlo, no podemos controlar el azar. A
diferencia de lo que piensa Kaden, Anne estaba alterada
sí, pero podía conducir, hubo un problema con la
dirección del coche, por eso perdió el control sobre el
volante y choco contra el automóvil de tu familia. Nadie
podría haberlo predicho. Yo...siento que haya pasado
por esto, Srta. Collins.

Me quedo en silencio sin saber que decir.

—Necesito que confíe en mí, prometo que no habrá más


secretos entre nosotros—me asegura.

—Está bien—contesto.

—¿Continuaremos con las reuniones? Debemos


prepararnos para el posible juicio.

—Sí.

—Si queremos que esto funcione...necesito que se


controle Srta. Collins, no ponga a prueba mi autocontrol,
se lo pido por favor.

Humedezco mis labios cuando las imágenes vienen a mi


cabeza y asiento incapaz de hablar.

—Esto es todo por hoy.

Me pongo de pie y recojo mi bolso.

—Por cierto, sobre el vídeo del coche...—empiezo a


comentarle.

—¿Sí?
—¿Debería demandar a Bonnie por ello?

—¿Bonnie?—repite el Sr. Henderson desconcertado.

—Sí, el vídeo de las cámaras de seguridad. ¿No lo ha


visto?

—No—dice, sus hombros están completamente tensos.

—La Sra. Myers me dijo que se lo había enviado—


respondo extrañada.

El Sr. Henderson empieza a teclear algo.

—No he recibido ningún correo suyo...¿Está segura de


que era Bonnie la que aparecía en el vídeo?

—Sí.

—Joder...Vaya con cuidado con ella, no se fíe de su


palabra, es una persona muy manipuladora.

—Pero ¿por qué...?

—Supongo que porque la vio con Kaden en más de una


ocasión.

—¿Ella quiere a Kaden? ¿Es por eso? ¿Celos?

—Diría más bien que quiere arruinarle la vida.


Siento como los nervios afloran en mi estómago.

—¿Por eso Kaden le puso la orden de alejamiento?

El Sr. Henderson me mira como si entendiera mis


palabras.

—¿Qué? No fue Kaden quién la puso, fue Bonnie.

—Pero...pero usted me dijo que...

—Le dije que tiene una orden de alejamiento contra


Kaden.

—Pero dijo que ella era peligrosa.

—Una cosa no quita la otra.

—No entiendo nada.

—Lo único que debe saber es que no debe confiar en


ella.

—Pero, si le aprobaron la orden de alejamiento a Bonnie


significa que tenía pruebas para inculpar a Kaden de
algo.

El Sr. Henderson aprieta la mandíbula.


—No puedo hablarle de eso, desconozco toda la versión
de los hechos.

—¿Cree...cree que Kaden le hizo daño?

—Creo que ambos se lo hicieron.

Mi cabeza da vueltas, entre lo que me ha dicho Sean de


que Kaden ha estado en prisión y esto todo se siente
demasiado confuso.

—Le acompaño a la puerta, Srta. Collins.

Empiezo a caminar hasta la salida, la imagen de Kaden


con el pómulo golpeado aparece en mi mente y freno de
golpe.

El Sr. Henderson que me seguía choca conmigo y se


desequilibra cayendo sobre mí.

Una exclamación brota de mis labios cuando siento


como mi cuerpo golpea con fuerza el suelo, el peso del
cuerpo del Sr. Henderson me aplasta haciendo que el
aire no circule por mis pulmones.

—¿Estás bien?—pregunta incorporándose rápidamente


para dejarme respirar de nuevo, cuando lo hace veo
como intenta disimular un quejido. Dios. ¿Quién ha
golpeado de ese modo al Sr. Henderson?—¿Te has
golpeado la cabeza?

—Estoy bien—murmuro haciendo una mueca por el


dolor.

—¿Estás segura?—extiende su mano para ayudarme a


ponerme en pie pero jadea de dolor cuando intenta
estirar de mí.

—¿Sr. Henderson no debería ir al hospital? ¿Qué le ha


pasado? ¿Ha sido...ha sido Kaden?

—¿Por qué piensa eso?

—Él también estaba golpeado, aunque...no tanto.

—¿Lo sigues viendo?—inquiere frunciendo el ceño.

—No, yo...bueno, tampoco es que deba darle


explicaciones de ello.

Froto la zona golpeada posterior de mi cabeza, siento


como si palpitara.

Me pongo de pie y un pequeño mareo hace que me


tambalee.

—Vale, está claro que debería ir al hospital.


—No puedo, tengo que ir a trabajar, solo me he caído,
no es nada...

—Srta. Collins se ha golpeado la cabeza en la caída, los


golpes en las cabeza son bastante serios.

—También lo son sus golpes y no lo veo a usted en el


hospital.

—Yo estoy bien—sisea entre dientes.

—Igual que yo.

Suspira y sacude la cabeza.

—¿Por qué tiene que ser tan tozuda?

—¿Está hablando de mí o de usted mismo?

—Deje que alguien le acerque a local por lo menos, no


me fío de sus habilidades en el volante ahora mismo.

—No es necesario...

—¡Dave!

—¿Sí, Sr. Henderson?—comenta su ayudante


apareciendo de la nada.

—Acompañe a la Srta. Collins a Mala, por favor.


—Por supuesto, señor.

—Insisto en que no es necesario que...

Pero una vez más mis palabras se las lleva el viento y


acabo siendo llevada hasta el local. No me enorgullece
decir que tenemos que parar para que pueda vomitar en
una cuneta.

—¿Seguro que no puedo acercarla la hospital Srta.


Collins?

—No es necesario, ya me encuentro mucho mejor.

Dave no parece muy convencido.

Cuando llegamos hasta Malo caigo en cuenta de que


ahora Dave no tiene coche para volver a la casa del Sr.
Henderson.

—No se preocupe, el Sr. Henderson se encargará de


pagarme el transporte—me dice—Que tenga una buena
noche, Srta. Collins.

—Igualmente.

Cuando entro al local voy directa a los vestuarios, Devan


esta allí cambiado y parece ligeramente alterado
mientras tiene el teléfono en su oreja.
—Si que has llegado pronto—le digo cuando me acerco a
su lado.

Se sobresalta cuando escucha mi voz y me mira.

—¿Tienes el teléfono en silencio? Te estaba intentando


llamar.

—Sí, lo he puesto en silencio antes de entrar a la reunión


del Sr. Henderson. ¿Qué pasa?

Hace una mueca y me extiende su móvil.

—Los vídeos, están por todas tus redes, como si los


hubieras colgado tú.

—¿Qué?—mis manos tiemblan mientras bajo la mirada a


la pequeña pantalla.

Efectivamente, ahí estoy yo.

Son vídeos cortos, de veinte segundos cada uno.

Hay varios colgados; vídeos míos teniendo sexo con


Nathan, Kaden y Devan.

Estoy acabada.
52. Everybody's Fool
"Perfect by nature
Icons of self-indulgence
Just what we all need
More lies about a world that
Never was and never will be
Have you no shame? 
Don't you see me?
You know you've got everybody fooled"
Llevan subidos una hora, es decir, ha dado tiempo
suficiente para que ya circulen por todos lados.

Los comentarios despectivos hacen que se me encoja el


estómago, mis manos tiemblan mientras intento buscar
como narices borrar eso.

—Yo no-yo no he subido esto—mi voz suena


completamente alterada.

—Ya lo imagino, pero alguien tiene acceso a tu cuenta


porque los vídeos aparecen subidos desde ahí. Te
recomiendo cambiar tus claves de acceso.
—Dios, esto no puede ser real, no puede ser real—
suspiro pasándome las manos por el pelo con fuerza—
¡¿Cómo mierda se borra esto?!—grito frustrada
golpeando la pantalla del teléfono.

—Dámelo—me dice Devan quitando mi teléfono de las


manos.

Miro a mi alrededor y en la mirada de nuestros


compañeros veo pesar, todo el mundo está callado.

Lo deben de haber visto ellos también, seguramente a


estas alturas no queda nadie en toda la ciudad que no
haya visto los malditos vídeos.

—Ya está, y he activado la función de que nadie pueda


poner comentarios en tus fotografías.

Tengo ganas de meterme bajo tierra y no salir nunca de


allí.

—Debería borrar mis redes. Tengo decenas de mensajes


directos...—y no son nada agradables.

—Ignóralos, en unos días todo el mundo se habrá


olvidado.

—Sino conoces un modo de avanzar el tiempo hasta que


hayan pasado esos días no me sirve ese consejo.
—Intenta no pensar en ello, céntrate en el trabajo y
desconecta un poco ¿vale?

Lo miro haciendo una mueca, siento como si mi vida


estuviera arruinada para siempre.

Esos vídeos...

¿Por qué me grababa? ¿Por qué?

Lo odio, lo odio tanto.

Estoy segura de que ha sido él.

—Todo el mundo practica sexo—me recuerda Devan.

—Sí, pero no hay vídeos de todo el mundo haciéndolo


con diferentes personas en sus redes sociales.

Me desvisto y coloco el disfraz por mi cuerpo, me siento


completamente desanimada y agobiada.

—Tenemos que pasar por maquillaje...—me indica


cuando termino de colocar mis ligas.

—Ya tengo suficiente pinta de muerta.

—Vamos, Ángel—dice extendiendo su mano.


La tomo a regañadientes y vamos hacía otro de los
vestuarios, allí me siento y dejo que maquillen mi cara
por completo. Cuando abro los ojos aprecio el excelente
trabajo que han hecho.

Me han pintado la cara de esqueleto, incluso han


colocado algo en mis pómulos para marcarlos de forma
más notoria.

El resto de mi vestuario consiste en un body negro con el


estampado de esqueleto y unas medias que van sujetas
a unas ligas.

Devan luce bastante caliente con su maquillaje de


esqueleto, no es que le haga falta mucho para estar
increíble, pero sus ojos quedan completamente
realzados contra el contraste pálido de su piel.

—Eres la muerta más sexy que he visto nunca—me dice


cuando salto fuera de la silla.

Intento dirigirle una sonrisa pero no estoy de humor, él


lo detecta enseguida.

—Voy a prohibirte que pienses en ellos esta noche, ¿no


ves que tanta preocupación no sirve para nada?—señala
mientras inclina su cabeza hacía mí.
—¿Cómo quieres que me olvide? Esto va arruinar
cualquier posibilidad de futuro, esos vídeos...

—Se me ocurre algo para distraerte—susurra agachando


su cabeza y atrapando mis labios con los suyos.

Esto ya me gusta más.

Dístraeme tanto como quieras.

Su boca se mueve con fuerza sobre la mía, enviando un


calor que recorre todo mi cuerpo.

—¡El maquillaje!—nos riñe una de los maquilladores


separándonos.

Devan gruñe algo por lo bajo mientras le lanza una


mirada disgustada.

Por unos segundos ha logrado conseguir su objetivo y


me he olvidado de todo, pero la realidad me golpea de
nuevo cuando caminamos hacía la sala dos.

Tampoco es pueda estar besándome todo el rato.

¿Por qué no?

Nadie del club me dice nada, y sé que muchos de ellos


han visto los vídeos porque me siguen en redes sociales.
Tal vez no sea para tanto...

Imagino los cotilleos de la universidad y resoplo.

—¿Qué pasa Ángel?

—No quiero ir el lunes a clase—murmuro haciendo una


mueca mientras preparo los cócteles.

Devan suspira.

—No has hecho nada que no haya hecho otra persona.

—¿Has visto los mensajes?

Eran humillantes, degradantes y ofensivos.

—La gente se olvidará de esto enseguida.

Aprieto mis labios, no me siento tan optimista al


respecto.

Deslizo las copas por la barra y fuerzo una sonrisa para


los clientes.

Casi todo el mundo va disfrazado, o al menos en su


mayor parte porque hay más piel expuesta que tela.

Cojo unas copas vacías y me agacho para colocarlas en


una de las cestas de plástico.
—¿Julliet?—pregunta una voz familiar.

Cuando me levanto me asombro por ver a Jenn ahí


plantada.

¿Qué hace aquí?

—Jenn...hola—respondo confusa.

—No sabía que trabajabas aquí—contesta con una


sonrisa incómoda.

—Sí...¿es la primera vez que vienes?

Ella asiente.

—¿Que puedo servirte?—le ofrezco cordialmente.

—Yo quiero un Bloody Mary...y Kaden quería...

Me tenso al escuchar su nombre.

¿Kaden?

¿Ha venido con ella?

Jenn se voltea y busca a alguien con la mirada.

—¿Qué era lo que querías?—le pregunta Jenn a Kaden


mientras camina lentamente hacía nosotras.
—¿Qué?

—¿Qué te apetece tomar?—repite Jenn.

La mirada de Kaden se clava en mí, robando mi aliento. 

Es tan intenso que siento como si todo nuestro


alrededor se difuminara.

—Julliet sabe lo que quiero—murmura mientras curva


hacía arriba sus labios.

Trago con fuerza y saco la botella de Bourbon, lleno el


vaso ignorando la sensación que me provoca y se lo
extiendo.

Creo que Papi Grey no se refería a esto.

Mueve la mano con rapidez para que nuestros dedos se


rocen deliberadamente.

La tensión está por todas partes, lista para hacerme


estallar en cualquier momento.

—Gracias, Juls—su voz suena un poco más ronca, lo que


no es nada bueno para mi estabilidad mental.
Su pómulo golpeado me recuerda directamente a
Andrew.

¿No es demasiada casualidad que ambos parezcan


haber peleado con alguien?

Realizo de forma mecánica el Bloody Mary y cojo las


consumiciones de ambos.

Muerdo mi labio inferior mientras observo como se van


bien juntitos hasta uno de los rincones de la sala.

Chelsea parece asesinar con la mirada a la pobre Jenn, la


cual parece ajena a todo y feliz en su burbuja mientras
parlotea con Kaden.

Me siento mal por ella, porque Kaden no para de


buscarme con la mirada, y no me gusta pensar que la
está utilizando.

—Kaden no deja de sorprenderme...¿Estás bien?—me


pregunta Devan

—¿Eh?

Mueve su cabeza señalándolos.

Me encojo de hombros, indicando que no me importa,


pero es mentira.
Aunque no lo quiera admitir y me cueste siquiera
pensarlo, una pequeña parte de mí siente celos, quiere
estar ahí tomando algo de forma despreocupada con
Kaden mientras él pasea sus largos dedos por mis
muslos al igual que está haciendo con Jenn.

Desecho ese pensamiento y continuo intentando


centrarme en no mezclar bebidas que no debo.

—¿Quieres darle un poco de su propia medicina?—me


pregunta Devan con una sonrisa maliciosa.

—No tengo doce años para estar jugando a juegos de


celos, y tampoco creo que le importara.

—Estoy seguro de que le cabreará, ¿no quieres ver a


Kaden enfadado? Me pone mucho esa faceta suya.

Levanto mi ceja.

—A ti te pone todo.

Devan pasa sus manos por la barbilla, dubitativo.

—Todo no, aunque todo sobre Kaden sí.

Hago una mueca.


—Vamos Ángel, no pongas esa cara, ya sabes que tu eres
mi favorita en el mundo. La que más me pone—guiña su
ojo.

—Me siento realmente halagada—respondo con ironía.

Una de las parejas habituales con las que juega Devan


llega y le digo que puede ausentarse sin problema, al
principio se muestra un poco reacio pero Devan es
Devan, y la tentación y a perversión le pueden.

Mi lado masoquista mira de reojo como Kaden se enrolla


con Jenn, la verdad es que no lo entiendo.

¿Qué hace aquí?

¿No decía que no le gustaba compartir?

¿Que espera hacer con Jennifer aquí entonces?

—¿Puedes llevarle esto a Sean? Yo te cubro—indica


Halsey pasándome una botella grande de agua fría.

Asiento y camino hacía su cabina, el ambiente de Mala es


algo a lo que creo que nunca pueda llegar a
acostumbrarme.

La sensación de erotismo y sensualidad carga el


ambiente, acompañada siempre por una música
sugerente que mantiene tu cerebro en constantes
pensamientos fantasiosos.

—Jullie...—murmura Sean sacándose los auriculares


cuando me acerco a él, por la mueca en su cara lo sé.

Ha visto los vídeos.

Que sorpresa.

Bueno él era protagonista de una sesión de besuqueos


en mi sofá, así que no sé como le habrán sentado.

—¿Estás bien?—pregunta frunciendo el ceño.

Asiento no me convenida de resultar creíble.

—Asumo que esos vídeos no los has subido tú, ¿no?


Aunque no entiendo ¿cuando grabaste...?

Sacudo la cabeza con rapidez.

—No he grabado nada, sé que el vídeo es de mi casa


pero no sé como...exactamente...yo no—me empiezo a
alterar, ni siquiera sé que explicarle.

—Tranquila, coge aire—me indica.

—Lo siento, no he subido esos vídeos, sé que parecía así


pero yo no...
—Lo sé, no pasa nada, no estoy enfadado ni nada de
eso. Solo estaba preocupado por ti.

Mis labios se curvan hacía abajo, dibujando una mueca


en mi rostro.

—Solo quiero que todo esto desaparezca, no, me


gustaría que ni siquiera existieran.

—¿Sabes quién...?

—Tengo mis sospechas, ahora solo necesito averiguar


como demostrarlo.

—Siento que estés pasando por esto—hay sinceridad en


su tono de voz.

—Yo también—respondo con una sonrisa vacía.

***

Mi estado de ánimo es mucho peor el domingo, no he


llegado a levantarme de la cama en ningún momento.

Los vídeos aunque fueran borrados han acabado en


miles de teléfonos, han llegado a enviarlos por el grupo
que tenemos de la facultad, en el que cual estoy incluida.
Los mensajes posteriores al envío de los vídeos
revuelven mi estómago, no entiendo el oido y la
crueldad de la gente.

Paso el día debajo de la manta, intentando esconderme


del mundo en general, lo único que he hecho has sido
escribir un mensaje a Lexie para ver como se encontraba
y decirle que no podía ir al hospital.

Ella también ha visto los vídeos, como todo el maldito


mundo.

Los malditos vídeos han acabado en diferentes páginas


adultas, ahora soy la actriz porno amateur favorita de
muchas personas.

Maravilloso.

Me aguarda un futuro prometedor.

Después de eso he tenido que apagar el teléfono, la


cantidad de mensajes que estaba recibiendo de forma
privada por todos lados me estaba abrumando.

—Ángel...—murmura Devan colocando su mano encima


de la colcha para sacudirme un poco.

Me mantengo callada, no me apetece hablar, no me


apetece hacer nada.
Muevo las rodillas más cerca de mi pecho.

—Come algo, por favor, o bebe un poco de agua aunque


sea.

Se me parte el alma escuchando lo preocupado que


suena, hago un esfuerzo por sacar la cabeza de debajo
de la colcha y lo miro.

Tiene el ceño fruncido, creo que estoy haciendo


envejecer a Devan por estrés.

—Tengo que ir a trabajar...pero no quiero dejarte sola.


He llamado a alguien—explica.

¿A alguien?

¿A quién?

Las alarmas en mi cabeza se activan y me incorporo un


poco más.

—Sabía que eso llamaría tu atención...¿tienes curiosidad,


verdad?—una lenta sonrisa se desliza por sus labios.

Muerdo el interior de mi boca mientras lo miro, espero y


espero.
—¿No me lo vas a decir?—murmuro, mi voz suena
rasposa por pasar tanto rato sin hablar.

El brillo de la mirada de Devan indica una clara


satisfacción.

—Estoy dispuesto a negociar, pero tendrás que beber un


poco más y comer algo.

Hago una mueca.

—¿Esto es chantaje?

—Llámalo como quieras, lo estoy haciendo por las


buenas, recuerda que soy enfermero y puedo ponerte
una sonda que conecte de tu nariz a tu estómago, y
créeme, no es agradable.

Arrugo la nariz mientras tomo la pequeña botella que


me ofrece.

—Eso es—dice con aprobación mientras observa como


la bebo.

Al cabo de media hora mi vejiga me obliga a salir de la


cama, me paseo en modo zombie hasta al baño, cuando
salgo de el me doy cuenta de que Devan está comiendo.
Ha dejado otro plato preparado para mí, el muy listillo
ha cocinado mi pasta favorita. Carbonara.

—Uhmm...está deliciosa—murmura con exageración


mientras frota sus benditos abdominales.

Muerdo mi labio inferior mirando el plato, la verdad es


que tiene muy buena pinta.

Camino hasta su lado y me siento. Mira fijamente como


cojo el tenedor y le doy un bocado a los espaguetis.

—Mi siguiente opción era colocar un ventilador que


enviara el aroma a la habitación, me alegro que no haya
tenido que llegar a ese extremo—explica enrollando la
pasta en su tenedor.

—Perdóname, sé que mi actitud es una mierda pero


simplemente no...

—Lo sé, no pasa nada Ángel, lo entiendo. De todas


formas estoy segura de que alguien será capaz de
ponerte de mejor humor.

—Lo dudo.

Devan sonríe.
Cuando terminamos recojo los platos y los lavo para
mantenerme distraída, es algo que siempre ayuda a
poner mi mente en blanco.

El timbre suena y me sobresalto.

Devan va hasta la puerta y abre, cuando escucho la voz


de Sam noto como mis latidos se aceleran.

—¿Alguien ha pedido una canguro sexy a domicilio?—


pregunta con ese tono seductor que altera mi cabeza.

Seco mis manos en el paño y me giro para verla, luce


increíblemente espectacular.

—No era necesario...no soy la mejor compañía ahora


mismo.

—Eso es algo que puedo cambiar.

Devan coge sus cosas y me mira.

—Volveré cuando termine mi turno, portaos tan mal


como lo haría yo. Cualquier cosa me llamas, y tranquila,
echaré un ojo sobre Lexie.

Asiento agradecida.
Cuando se cierra la puerta Sam me escanea de arriba a
abajo.

—Nada de lamentos Julliet, esta es la noche de la


diversión.

—¿Tú también los has visto, verdad?

—Sí, y luces increíble, muy excitantes, nada que no


hubiera comprobado de primera mano.

—Los comentarios...

—La sociedad en general es muy hipócrita, ¿sabes


cuanta gente se graba teniendo sexo?

Sacudo la cabeza.

—Yo tampoco, pero debe ser mucha ¿no? Puedo


inventarme una cifra por ti.

Una risita se escapa de mis labios y me asombro de que


haya conseguido tan fácilmente hacerme reír.

Puede que Sam sí sea mágica.

—Lo primero que necesitas es una ducha. Venga—coge


mis hombro y me empieza a empujar por el salón hasta
llegar al baño.
—No tengo ganas de...—protesto.

—Ropa fuera, mientras te duchas voy a preparar unos


margaritas.

—Sam...

—¡Quiero escuchar el agua de ese grifo corriendo!—


exclama mientras sale del baño.

Me despojo de mi ropa a regañadientes y me meto en la


ducha, el agua también me hace sentir un poquito más
nueva.

No me demoro mucho tiempo, algo me dice que Sam


puede volver en cualquier momento y la idea me pone
un poco nerviosa.

Envuelvo mi cuerpo en la toalla y camino hasta la


habitación de Devan.

—Nada de pijamas, ponte algo sexy—la voz de Sam me


sobresalta, aguanto la toalla con fuerza para que no se
caiga.

—¿Qué? Si no vamos a salir.


—¿Y qué? Un vestuario atrevido siempre sube la moral.
Enséñame que tienes.—murmura sentándose en una
esquina de la cama.

Mi frente se arruga pero no me atrevo a llevarle la


contrario.

Saco mis opciones más decentes y las extiendo sobre la


cama.

—Vale, después de ver esto resérvame un día de la


semana que viene para que vayamos de compras, el
fondo de tu armario me está deprimiendo.

—Esto no está mal, algunas de mis mejores opciones


están en casa—digo a la defensiva levantando mi vestido
ajustado negro.

—Decidido, voy a esperar fuera y me vas modelar estas


opciones, así decidiré cual es la mejor.

—Sam...

—Nada de "Sam..."—dice imitándome—Espero fuera,


vamos, saca tu lado de modelo de Victoria's Secret.

Sonrío mordiendo mi labio mientras sacudo la cabeza.


No sé porque le estoy siguiendo el juego, pero la verdad
es que sí que me está ayudando a distraerme.

Coloco por mis piernas uno de mis mejores conjuntos de


ropa interior y deslizo el primer vestido por mi cuerpo.

Camino hasta fuera y Sam sacude su cabeza.

—No, no, no. No lo estoy sintiendo, pavonéate, quiero


ver como esas caderas se mueven de forma exagerada—
indica agitando la mano en mi dirección

Está sentada en uno de los sillones y con su otra mano


aguanta su copa.

—No...

—Mira—se pone en pie dejando la bebida en la mesita y


empieza a caminar de una lado a otro sacudiendo sus
caderas—Espera, pondré algo de música, para entrar en
situación.

Coge su teléfono y lo conecta al televisor para reproducir


una canción de Spotify.

—Prueba de nuevo.

Imito sus gestos bajo su atenta mirada, ella aplaude


mientras sonríe ampliamente.
—Estupendo, eso es.

Hago un par de poses imaginando que estoy en una


pasarela y me doy la vuelta, Sam vitorea mientras se ríe.

Llego a mi cuarto y cojo otro conjunto, un top rojo junto


a falda de volantes.

Salgo de la habitación de Devan y vuelvo a modelar para


Sam, la situación es bastante cómica en si.

Cuando llego hasta ella me pasa mi copa y le doy un


largo sorbo, el alcohol quema mi garganta.

La acidez de la lima me hace arrugar la frente y eso le


hace gracia a Sam, le devuelvo la copa y continuo
probándome modelitos para ella.

—Este es el último—concluyo.

Ella gira su dedo en el aire, indicándome que me de la


espalda, no tardo en sentir su aliento en mi cuello.

—Me gusta, pero creo que toda esta ropa no te hace


justicia...tu mejor versión es sin ella—susurra bajando la
cremallera de mi vestido lentamente.

Trago con fuerza, mi piel se eriza bajo su tacto.


—Tienes un cuerpo increíble, y una presencia... tan
seductora sin ni siquiera intentarlo—murmura.

El aliento se queda atascado en mi garganta cuando


desliza un tirante por mi hombro, estoy nerviosa por su
próximo movimiento.

Desliza el otro tirante y los baja lentamente, el vestido


cae en cascada a mi alrededor.

Me quedo en la ropa interior que he elegido pensando


especialmente en ella.

—Fascinante, eso es lo que eres, Julliet. Una mujer


fascinante—su voz es tan tan increíble que creo que
podría correrme simplemente escuchándola.

Me volteo y la miro, en sus ojos se refleja el deseo que


siente por mí y eso me humedece.

Coloca un mechón de mi pelo detrás de mi oreja y con


su pulgar acaricia mi mejilla.

—¿Te gusto, Julliet?

Sí, Mami Grey.

Asiento mientras trago de forma audible.


Una sonrisa aparece en los labios de Sam.

—Tú también me gustas—su mano continua bajando


hasta mi clavícula.

Mi pecho sube y baja con rapidez cuando coge una de


sus manos y la coloca sobre su cuerpo.

Inclina su cabeza y siento su aliento contra mi oído.

—¿Quieres tener otro tipo de diversión ahora?—me


ofrece en un susurro.

Humedezco mis labios, los cuales se han quedado


completamente secos, y asiento.

Sam da un paso hacía atrás y se quita el maravilloso


vestido que lleva.

Me queda fascinada mirando su figura, es tan sensual


que resulta hipnotizante.

Acaricia mi espalda, recorriendo la yema de sus dedos


por mi columna.

Cuando encuentra el gancho de mi sujetador lo


desabrocha con habilidad y este cae al suelo.
Su boca se cierne sobre mis pechos y gimo, mis manos
se enredan en su pelo sedoso mientras observo como su
lengua recorre mi pezón.

Continua su sesión de besos hacía abajo, cuando besa


mi vientre alza la mirada.

—Vamos a la habitación—sugiere.

—Sí—murmuro extendiéndole mi mano, cuando la toma


siento un calor agradable donde se unen.

Caminamos con impaciencia hasta el cuarto de Devan.


Cuando llegamos me dejo caer en el colchón desgastado
de Devan, Sam se sube sobre sus rodillas y abre mis
piernas ampliamente.

Realiza un camino de besos hacía el interior de mi muslo


y tiemblo con anticipación.

Su mano tira de mi ropa interior, deshaciéndose de ella


con facilidad.

La succión de su boca entre mis piernas hace que mis


caderas se muevan involuntariamente, su lengua hace
maravillas y quedo aducida por el momento.

Jadeo cuando siento como introduce uno de sus dedos


en mi interior, muerdo mi labio con fuerza cuando noto
el segundo dedo presionando con fuerza. Empieza a
realizar un movimiento rítmico mientras continua
devorándome con su boca.

—Sam, voy a...—muerdo mi labio con más fuerza, con


tanta que fuerza que seguramente me lo he lastimado.

—Dámelo Julliet, quiero sentir tu orgasmo en mi boca—


murmura separándose brevemente antes de continuar.

Esa voz.

Esa voz me tiene mal.

Mami Grey necesito escuchar podcasts tuyos.

Cierro mis ojos y me dejo ir en su boca, siento como mis


músculos se tensan alrededor de sus dedos, la oleada
placentera me sacude una y otra vez dejándome sin
aliento.

Sam se coloca encima de mí, en algún momento se ha


despojado de la ropa que le quedaba y ahora está
completamente desnuda.

Me besa por todas partes hasta encontrar mis labios,


probar mi excitación en su boca es algo que siempre
vuelve loca a mi lado pervertido.
Sus manos se deslizan por mi cintura.

—Incorpórate, quiero hacerte sentir una de las


maravillas de estar con una mujer.

Coloco mis codos en el colchón y me incorporo. Sam


dobla una de mis rodillas y pasa su pierna por debajo,
sus manos tiran de mí apretándome más cerca de ella,
agarra con fuerza mis muslos y siento como se presiona
contra mí. La fricción de nuestras intimidades juntas me
excita de sobremanera, mueve las caderas contra mí e
imito el movimiento.

Es un nuevo tipo de morbo.

Y me encanta.

Ambas buscamos el placer, su humedad se entremezcla


con la mía y el deslizamiento cada vez es más fácil.

Inclino mi cabeza y la beso con avidez, sus suaves labios


se mueven con fiereza sobre los míos.

Su boca junto a la sensación de su cuerpo frotándose


contra el mío me lleva nuevamente a la espiral del
deseo, estoy atrapada en ella, cayendo profundamente
al abismo del placer.
Nos deshacemos en los brazos de la otra, explora mi
cuerpo hasta el último milímetro y hago lo mismo con
ella.

Cuando terminamos caemos exhaustas en la cama.

Mi último pensamiento antes de dormirme es que a


Devan le encantará encontrarnos así.

***

Odio los lunes.

Pero este lunes tiene una dosis extra de odio.

No quiero ir a clase.

Sin embargo tampoco creo que cambiar de universidad


a estas alturas sea posible.

¿Un traslado?

Descarto la idea y me mentalizo de que todo va ir bien.


Simplemente debo hacer como si no hubiera pasa nada.

Todo va ir bien.

Camino por el campus con la cabeza agachada, soy


incapaz de mirar a la gente a los ojos porque temo que
me voy a encontrar en sus miradas.
—¡Julliet!—grita alguien a mis espaldas.

Mis pies frenan de golpe.

Esa voz...

Esa maldita voz...

—¡¿Como te atreves a humillarme de ese modo...?!—


pregunta Nathan enfadado tirando de mi brazo para que
lo encare.

Estoy tan paralizada que apenas soy capaz de decir


nada, su mirada es tan fría y calculadora que me congela
por completo.

Está haciendo una escena, varias personas curiosas se


han parado para mirarnos con atención.

—¡¿No era suficiente con engañarme como lo hiciste?!


¡¿Ahora también quieres hundir mi carrera?!

Continuo perpleja.

—¡Pienso presentar una demanda contra ti por esos


vídeos! ¡Dios, como has caído tan bajo Julliet!

Se inclina hacía mí, manteniendo muy poca distancia


entre nuestros rostros.
—Por cierto, he recibido tu falsa denuncia. Que sepas
que voy a acabar contigo, cariño, porque, ya sabes, nadie
se creerá a una zorra como tú—murmura por lo bajo
para que solo yo pueda escucharlo.

Me gustaría tener la valentía suficiente para afrontarlo,


pero el miedo me tiene paralizada. Mis pensamientos
están completamente nublados.

Lo odio, lo odio, lo odio.

Se marcha a zancadas y los cuchicheos son más notables


que de normal.

—Yo quiero ver si tiene un vídeo con el Sr. Henderson.

—Él no caería tan bajo de grabarse con una simple


estudiante—le responde otra voz.

—He visto que era su prometido y por lo visto lo engañó,


ya hay que ser zorra para engañar a tu prometido de ese
modo.

—Sí, pobre chico, sus redes están llenas de comentarios,


menuda forma de burlarse de él.

La gente ni se molesta en hablar en voz baja, quieren


que los escuche, que sepa lo que piensan de mí.
Me paso la mayor parte de la mañana intentando hacer
oídos sordos pero cada vez es más difícil.

—¡Oye, tú!—grita alguien.

Ignoro a quien sea, no tengo ganas de escuchar a nadie


más por lo que queda de año.

—¡Espera!—dice tocando mi hombro, cuando me giro


veo esa sonrisa lasciva que encoge mi estomago—He
visto tus vídeos y quería preguntarte algo.

Siento como la sangre se concentra en mi cara.

—¿Cuanto cobras? ¿Haces precio especial por una


mamad...?

Antes de termine la oración le cruzo la cara con la palma


de mi mano, la cual al momento empieza a escocer por
la fuerza empleada.

Veo como una preciosa marca roja empieza a colorear la


zona golpeada.

Bien merecida la bofetada, capullo.

—Ni por todo el dinero del mundo me tiraría a alguien


tan basura como tú, empieza a tratar a las mujeres con
decencia sino quieres que ponga en practica mis
ejercicios de defensa personal contigo—le digo con tono
de advertencia.
El tipo se queda boquiabierto apretando su mano contra
su mejilla golpeada.

Me giro golpeando mi cabello contra su cara de


estúpido, no pienso tolerar más menosprecios.

53. Go Fuck Yourself


"Play these little games
Actin' all okay
Today, today"
Los días pasan y los comentarios no cesan, en su lugar
crecen de forma exponencial.

Nadie se atreve a encararme después de haberle


plantado frente a más de uno, sin embargo, los
murmullos están allí donde vaya.

Continuo intentando llevar mi vida con normalidad, con


toda la normalidad que puedo dentro de lo descabellada
que es.
Han abierto una investigación contra Nathan por mi
denuncia, algo que me alegraría sino fuera por el hecho
de que he recibido una denuncia por su parte.

Me acusa por "atentar contra su intimidad y honor".

Honor, como se atreve a hablar de honor esa asquerosa


rata.

La condena si Nathan ganara el juicio consiste en


cumplir entre tres meses y un año de prisión.

Prisión.

La sola idea me parece una locura.

No he subido esos vídeos, no puedo ir a prisión por un


crimen que no he cometido.

Yo digo de ir a prisión por homicidio, ese bastardo no


merece viv...

Sacudo la cabeza desechando las fantasías de mi


subconsciente.

He cambiado mi número de teléfono porque no paraba


de recibir mensajes y llamadas bastante repulsivas.
El Sr. Henderson se ha quedado con mi antigua tarjeta,
dice que nos puede ser útil contra la denuncia de
Nathan.

Ha movido algunos cables para intentar averiguar desde


donde se subieron los malditos vídeos pero todavía
estamos a la espera de recibir noticias.

Sam tiene un vuelo más largo de lo normal esta semana


y estará fuera todos los días, por lo que no hay juegos
del miércoles para nosotros.

Y Devan está haciendo turnos de noche toda la semana


menos los días de Mala, así que cada noche cuando
vuelvo a casa me abraza la frialdad de la soledad.

La parte más desesperada de mí se muere por levantar


el teléfono y llamar a Kaden, sin embargo últimamente
parezco tener un poco más de cordura y no he caído en
la tentación ni una sola vez.

Aunque echo de menos el sexo, me he vuelto demasiado


adicta a el para dejarlo de golpe, cinco días de
abstinencia y auto orgasmos poco satisfactorios no se
sienten suficiente.

Las clases con Blake son cada vez más tensas, anoche
cuando tenía su peso sobre mi cuerpo sentí el impulso
de acercar mi boca a la suya y probar esos labios
carnosos.

—No me gusta el sustituto de Henderson, ni siquiera es


guapo, la asignatura es una mierda sin él—me dice
Taylor haciendo una mueca.

Nos han informado que el Sr. Henderson no impartirá


clases por todo el mes por asuntos personales.

—El temario es el mismo—digo ocultando una sonrisa.

—Sí, pero por lo menos antes podía distraerme y


fantasear con el profesor caliente, con el Sr. Ryan solo
fantaseo con colgar una soga alrededor de mi cuello
para dejar de escucharlo.

Me atraganto con mi comida por la risa y Taylor estira su


mano para golpear mi espalda.

—No es tan aburrido...—intento defenderle.

Ella levanta una ceja.

—¿Me lo dices tú? ¿Te recuerdo que te has quedado


dormida en tres de las cuatro clases que nos ha dado?

Muerdo mi labio.
—Eso no ha sido porque él sea aburrido, es que
últimamente no duermo muy bien.

—Eso explica esas enormes ojeras, voy a añadir a la lista


de que regalarte para tu cumpleaños un corrector. Por
cierto, ¿cuando es?

—El catorce de febrero, y no quiero ningún corrector,


este look me ayuda a generar un poco de terror entre
esos buitres—digo mirando por encima de mi hombro,
como siempre varias personas me están mirando con
curiosidad.

—¿El catorce de febrero? ¿De verdad? ¿San Valentín?

Asiento y encojo mis hombros, no me gustan los festivos,


lo único que tolero es la Navidad porque está llena de
regalos y comida deliciosa.

—Que romántico—murmura llevándose el tenedor a la


boca.

—Si tienes pareja...

Taylor levanta las cejas sugestivamente.

—¿Y que pasa con la chica aquella de la fiesta? ¿Sam?

Siento calor en mi vientre solo de pensar en ella.


—¿Que pasa con ella?—pregunto.

—No sé, parecía haber mucha química entre vosotras.

—Me gusta, pero no así.

—¿Y el chico? ¿Devan?

Pienso en él y suspiro.

—Demasiado perfecto para involucrarme con él de ese


modo.

—¿Y el chico que está con Jenn? Parece que entre


vosotros había algo.

—Has utilizado el pasado correctamente.

—Por la forma en que te miraba no estoy segura de ello.

—Kaden es...—sacudo la cabeza—No importa, de todas


formas no tengo la fuerza de estar en una relación
ahora. Me gustan las cosas como están ¿sabes? Sin
ataduras ni explicaciones.

Echo de menos a Papi Grey, sobretodo a sus ataduras...

Taylor frunce sus labios.


—Dejando de lado mi inexistente vida sentimental...
¿cómo van las cosas con Nathan?—le pregunto.

Un rubor tiñe las mejillas de Taylor.

—Oh, bien, bastante bien, no somos oficiales ni nada por


el estilo...pero él me gusta, me gusta mucho.

Sonrío ampliamente.

—Me alegra escuchar eso.

Cuando terminamos de comer me despido de ella y


conduzco hasta el hospital para ver a Lexie.

Su recuperación va mejorando, aunque cada vez para


más angustiada y nerviosa.

Pico a su puerta y la abro lentamente, cuando no veo a


nadie me extraño. No recuerdo que me dijera que tenían
que hacerle ninguna otra prueba.

Golpeo la puerta del baño y cuando no hay respuesta


abro, está completamente vacío.

Salgo fuera y me acerco a la chica del mostrador de la


planta.
—Disculpe, estaba visitando a la chica de la trescientos
veintitrés, pero no está allí, ¿sabe si la han bajado a
radiología o algo?

La chica del mostrador empieza a teclear algo en su


ordenador.

—No, la Srta. Davis debería estar en su habitación.

Frunzo el ceño y vuelvo a entrar en la habitación, no hay


nadie.

Abro la mesita y me doy cuenta de que sus objetos


personales no están ahí.

—Lexie no está en su habitación.

Saco mi teléfono y marco su número una y otra vez, no


contesta ninguna de las llamadas.

Me empiezo a alterar y llamo a la Sra. Coleman.

—¿Julliet? ¿Ha pasado algo? ¿Lex está bien?—pregunta


respondiendo la llamada.

—No está aquí, no está en su habitación.

La Sra. Coleman suspira al otro lado de la línea.


—No te asustes, últimamente le ha dado por ir de paseo
al jardín interior, seguramente estará allí.

Mi cuerpo se relaja y le digo que voy a mirar allí antes de


cortar la llamada.

Me muevo por el interior del edificio hasta llegar al jardín


interior, varios pacientes pasean acompañados por
enfermeras, observo a Lexie sentada en uno de los
bancos, está balanceando sus piernas de un lado a otro
mientras mira fijamente a alguien.

—Joder Lex, me habías asustado.

—¿Eh?—pregunta levantado su cabeza para mirarme.

—No estabas en tu cuarto, ni tus cosas tampoco.

Mira su teléfono, el cual tiene bocabajo en su regazo.

—Perdona, lo tenía en silencio. Había perdido la noción


del tiempo, no sabía que ya era la hora de que vinieras.

Suspiro agradecida y me siento a su lado, le envío un


mensaje de texto a su madre diciéndole que estoy con
ella.

—¿Qué miras con tanta atención?—pregunto.


—Al Dr. Williams, es mi nueva afición, sale a esta hora
cada día.

Sonrío mientras observo como casi babea por él.

—¿No crees que te estás obsesionado un poco con tu


cirujano?

—Sí, lo he buscado en Instagram y todo.

Me da su teléfono y observo el perfil del doctor Dan


Williams. No tiene muchas publicaciones pero una de
ellas me llama la atención.

—Yo...conozco a esta chica, la he visto antes—murmuro


ampliando la foto donde sale la chica rubia.

—¡Ten cuidado!—me regaña Lex quitándome el móvil de


las manos.

—No le he dado like, tranquila.

Lexie frunce el ceño y me mira.

—¿La conoces? ¿Crees que es su novia? Es la única chica


con la que ha subido una foto y es guapísima—me dice.

—Va al mismo gimnasio de defensa personal que yo,


creo que es madre.
—¿Vas a un gimnasio de defensa personal?¿Desde
cuando?—pregunta entrecerrando sus ojos.

—Oh, sí—me remuevo incomoda en el banco—Ya sabes,


siempre va bien saber como defenderse.

Ella me mira con suspicacia.

—¿Que no estás explicando, Juls?

—¿Yo?—me rio con nerviosismo—Nada.

—Julliet Evolet Collins, empieza a hablar.

Arrugo mi nariz cuando escucho como dice mi segundo


nombre.

—No me llames así—digo haciendo una mueca.

—Pues desembucha.

—No es nada, hacía una buena oferta y me parecía


interesante—miento.

—Juls, te conozco desde hace dos años, puede parecer


poco tiempo pero sé cuando me mientes.

Aparto la mirada y la fijo en mis manos.


—Solo quiero sentirme un poco más segura, ser capaz
de poder cuidar de mí misma.

—¿Por qué ahora?

No lo recuerda, sigue sin recordar que le expliqué lo que


pasó en la fiesta universitaria.

No he podido sacar el tema de nuevo por su estado de


salud, y por el miedo a que reaccionara de la misma
forma que la última vez.

—Verás, esto es algo que no recuerdas, el día de tu


accidente viniste a mi casa y te expliqué algo sobre...

—Srta. Davis, ¿no debería estar guardando reposo en su


habitación?—nos interrumpe el Dr. Williams.

Lexie se gira hacía a él y queda embobado en sus


encantos.

—Quería tomar un poco de aire fresco—le dice ella.

—Debería volver a su cama—le aconseja.

—Preferiría estar en la suya—responde sin descaro.

Exclamo un grito ahogado y miro a Lexie, ¿se ha atrevido


a decirle eso a su doctor?
Me gusta su forma de actuar, aprende un poco.

El Dr. Williams aclara su garganta y aparta la mirada.

—Ehh...debo volver a mi guardia, haga caso de mis


recomendaciones—dice, haciendo oídos sordos a lo que
le ha dicho Lex.

Observamos mudas como se aleja de nosotras.

—¿Me ha rechazado, verdad? He perdido mi toque—


suspira—¿Es porque ahora estoy calva?

—Lex...¿no crees que es porque es tu médico? ¿No hay


normas en contra de eso? Ya sabes, el juramento ese y
todo el rollo.

—¿Y qué? Si Izzie pudo enamorarse de Denny, el sexy


doctorcito Williams puede follarme, ¿no?

—No creo que debas tomar Anatomía de Grey como


referente en la vida, es ficción.

Lex pone los ojos en blanco.

—Como sea... ¿qué me decías?

La alarma de mi teléfono empieza a sonar.


—Tengo que marcharme ya, he de ensayar con las chicas
para el número grupal—explico poniéndome en pie.

—Sabes que en cuanto me den el alta iré a verte bailar,


¿no?

—La entrada en Mala es bastante cara.

—Pero soy tu amiga, ¿no puedes colarme?

Me encojo de hombros.

—Bueno, pásatelo bien—dice guiñando su ojo.

Practicamente voy corriendo hasta mi coche y conduzco


velozmente hasta el departamento de Devan.

Necesito dejar las cosas de la universidad y cambiarme


de ropa.

Cuando abro la puerta escucho gemidos, muy altos,


claramente unos de los sonidos suenan a Devan.

Mi ropa está en la habitación.

¿Ahora qué hago?

—¡¿Estás en casa, Ángel?!—exclama desde la habitación.

Se escucha una risita y un siseo.


—¡Sí, perdona...no quería interrumpir!—respondo
acercándome a la puerta cerrada.

—¡Puedes pasar, está todo cubierto!

Mi mano se mueve con indecisión sobre el pomo de la


puerta, lo giro lentamente y fijo mi mirada en el suelo
cuando entro al cuarto.

—Vamos Ángel, hay confianza y Justin no es tímido—me


dice Devan.

Levanto la mirada y los veo a ambos en su cama, Devan


está recostado de lado y tiene la mano estirada sobre la
cintura del tipo que debe ser Justin, ambos están
cubiertos por la sábana.

—Justin está es Julliet, mi compañera de piso y la


persona más interesante que podrás llegar a conocer.

Justin me sonríe.

—Encantado.

—I-igualmente—contesto mordiendo mi labio inferior.

—Puedes quedarte a mirar si quieres, Ángel—me ofrece


Devan con una sonrisa coqueta.
Sí, veamos que hacen.

—Tengo ensayo, ¿nos vemos directamente en Mala?—


digo dándoles la espalda y quitando mi ropa con rapidez.

Aburrida.

Coloco por mis piernas unos leggins y en la parte


superior utilizo un top deportivo.

—Claro, nos vemos allí.

—Estupendo, que tengáis una buena...ehm...sí...Adiós—


estoy tan nerviosa que golpeo mi frente contra el marco
de la puerta.

—¿Estás bien?—pregunta Devan poniéndose en pie.

Cuando lo veo en su gloria desnudez aparto la mirada.

—Sí, todo bien. Hasta luego.

***

Go Fuck Yourself, ese es el tema que bailamos en


conjunto todas las bailarinas de la sala tres. Parece la
canción perfecta para los cliente de Mala.
La verdad es que no es un baile demasiado complicado,
pero si requiere un contacto bastante explícito con otras
bailarinas, lo que acelera mi pulso todo el tiempo.

Intento dejar la mente en blanco pero la abstinencia me


está pasando factura, solo pienso en sexo, sexo y más
sexo.

Necesito acostarme con alguien y sacarlo del sistema.

Será que tienes pocos pretendientes.

Cuando terminamos el ensayo voy directa a las duchas,


dos de las bailarinas no paran de tontear entre ellas y no
puedo evitar mirarlas de reojo.

—¿Julliet?—me pregunta una de las chicas.

Giro la cabeza hacía ella.

—¿Sí?

—Mira, no quiero que te tomes esto a mal, pero


simplemente le he prometido a mi amiga que te lo
comentaría.

—¿Eh?—digo confusa.
—Verás, tengo una amiga que trabaja en la industria
pornográfica, han visto los vídeos que circulan y le
gustaría que audicionaras para ella. Ofrecen una
cantidad de dinero bastante...

Me tenso al escuchar sus palabras.

—Esos vídeos se filtraron sin mi autorización—mascullo


interrumpiéndola.

—Pensaba que...como se subieron desde tu cuenta...

—No estoy interesada en hacer ese tipo de contenido—


mi tono de voz suena tajante.

—Disculpa, no pensaba que...

—Solo... es algo que me está complicando un poco el día


a día, no quiero seguir hablando de ello, ¿vale?

—Claro, perdona.

Salimos de las duchas y nos preparamos, para el número


grupal llevamos todas el mismo vestuario.

—¿Cómo están mis bailarinas favoritas?—pregunta


Agnes entrando al vestuario—Esta noche tenemos un
cliente especial, así que si brilláis más de lo usual podréis
conseguir llamar su atención.
—¿Quién viene?—pregunta una de las chicas con
curiosidad.

—Jefferson Thicke.

Varias personas jadean sorprendidas, yo incluida.

Uno de los mayores directores de Broadway.

En Mala.

Esta noche.

Los nervios aparecen en mi estómago y tengo ganas de


vomitar.

—Como ya sabéis algunas de las antiguas bailarinas de


Mala ahora trabajan en grandes espectáculos, no
desaprovechéis la oportunidad chicas.

Algunas de las chicas gritan emocionadas y a otras les da


completamente igual la noticia.

Mis pies tiemblan al pensar que alguien tan importante


como Thicke estará entre el público esta noche.

Cuando llego la hora de actuar trago mis nervios y salgo


con valentía al escenario. Por unos instantes siento
dudas de poder hacerlo bien, solo he ensayado un día
este número, sin embargo aparto esas inseguridades y
doy todo mi rendimiento y concentración en hacer el
baile perfecto.

La música termina y queda reemplazada por una


ovación de aplausos.

Nos retiramos del escenario y volvemos al vestuario,


necesito destacar con mis números individuales.

Vuelvo a la sala tres y espero detrás de las cortinas, voy


después de Celeste que es la que está bailando ahora.

Asomo la cabeza y miro al público, el Sr. Thicke está


sentado en segunda fila y tiene su mirada clavada en la
bebida que está tomando, observo movimiento a su lado
y mi corazón se detiene cuando me doy cuenta de que la
persona que se sienta junto a él es Kaden.

Maldito Kaden.

¿No puede quedarse una noche en su lujosa casa?

Él le sonríe y se dan la mano.

¿Se conocen?

Oh dios mío, ¿se conocen?


Mi mente empieza a formular miles de pensamientos
por segundo, estoy tan distraída que no me doy cuenta
de que Celeste ya ha terminado y es mi turno.

Cojo aire con fuerza y camino hacía fuera, las luces se


atenúan y siento como me persigue el foco principal.

Camino lentamente mirando el suelo y cuando llego al


final del escenario levanto mi mirada con decisión y la
clavo sobre ellos.

Las mariposas revoletean con fuerza cuando veo una


sonrisa en los labios de Kaden, murmura algo por lo bajo
al Sr. Thicke.

Balanceo mis caderas y dejo que mi cuerpo fluya al


compás de la música. El primer número lo realizo sin la
barra, los volantes de mi vestuario se mueven de un lado
a otro con cada uno de mis movimientos.

Estoy sin aliento por la intensidad de la mirada de


Kaden, es como si todo se difuminara a su alrededor y
bailara exclusivamente para él.

Cuando termina la canción camino hasta la barra, en


más de una ocasión fantaseo que estoy bailando a su
alrededor y no al rededor del metal frío.
La música termina me saca de mi ensoñación, Kaden no
aplaude, pero el Jefferson Thicke sí y eso me hace
enloquecer mentalmente.

¿Le habrá gustado?

No he podido concentrarme en observar sus reacciones


mientras bailaba.

—Devan ¿te has vuelto a perder?—escucho a la Sra.


Myers riñendo a Devan.

Giro mi cabeza y los miro, cuando me fijo en que está allí


levanta sus pulgares hacía mí.

Le sonrío antes de verlo marcharse.

—Parece que has causa buena impresión—me dice


Agnes llegando a mi lado.

—¿Sí?

—Jefferson Thicke no aplaude a cualquier bailarina.

Tengo ganas de correr y ponerme a saltar.

Chris llega a hasta nosotras y llama mi atención.

—Han contratado un baile privado, Julliet.


—Oh, voy, no me ha dado tiempo a cambiarme...—digo
haciendo una mueca.

—No importa, puedes hacer los bailes privados con este


vestuario, también—responde la Sra. Myers.

—Está bien, pues voy allí, adiós—les digo sacudiendo mi


mano en el aire.

Abro la puerta de la cabina y encuentro la mirada


azulada que me vuelve loca.

—¿Otra vez?—pregunto levantando una ceja.

Kaden se pasa la mano por el pelo de forma


despreocupada pero no dice nada.

—¿Vas a venir cada semana?—resoplo.

Sus labios se curvan ligeramente hacía arriba.

—Hasta que me arruine, y créeme, queda mucho para


eso—responde.

Sacudo la cabeza y enciendo el estéreo, el vestuario de


los bailes privados es un poco más reservado que el que
llevo ahora, pero no es como si Kaden no me hubiera
visto completamente desnuda. Múltiples veces.
—No, me gustaría que bailaras otra canción. Esta aquí—
abre la palma de su mano revelando un USB.

Lo tomo ignorando la corriente que recorre entre


nosotros y lo conecto, cuando la música empieza a sonar
lo miro.

—¿En serio?—pregunto.

—¿Algún problema?

Ha escogido Earned It, la misma canción con la que le


hice un streaptease en su casa.

—No—contesto tragando con fuerza.

—Bien, adelante—me anima inclinándose para coger su


bebida.

No puedo evitar recordar esta misma situación en su


casa, sus ojos están cargados de deseo, igual que
cuando baile para él.

Le doy la espalda y muevo mis caderas lentamente


bajando hacía el suelo, cuando llego hasta abajo coloco
mis manos sobre mis rodillas y curvo la espalda
dejándole mi trasero en primer plano.

Su respiración suena cada vez más agitada, como la mía.


Paso las manos por mis caderas y volteo, sus labios
entreabiertos son hipnotizadores, me acerco hasta
quedar enfrente suyo y continuo bailando.

Sus manos se aprietan clavándose con fuerza en el sofá,


parece estar conteniéndose, como su estuviera
dispuesto a abalanzarse sobre mí en cualquier
momento.

Me toma toda mi fuerza de voluntad controlarme


cuando me coloco encima de su regazo, ondeo mi pelo y
cierro los ojos mientras nuestras intimidades conectan
sobre la ropa. Su dureza me humedece todavía más.

Hace calor en este pequeño espacio, mucho calor.

Cuando la música termina mi corazón late con tanta


fuerza que casi puedo escucharlo.

Sus ojos están clavados en mis labios.

—¿Cuanto tiempo vas a seguir con esto?—pregunta, su


voz suena ronca y eso me pone mala.

—¿Con qué?—respondo en un jadeo.

—Fingiendo que no me deseas.


Nuestras miradas se encuentran y me olvido de como se
respira.

—No finjo nada—murmuro humedeciendo mi labio


inferior.

—¿No?—pregunta inclinándose más cerca de mí.

Sacudo la cabeza.

—Entonces si deslizara mi mano por aquí—dice


recorriendo mi muslo lentamente—Y continuara por
aquí—ahogo un gemido cuando sus dedos se acercan
peligrosamente a la zona que ruega por su atención—No
te encontraría empapada como estás, ¿no?

Su sonrisa burlona me resulta molesta y excitante al


mismo tiempo.

—Aparta la mano—murmullo, mi voz no suena firme en


absoluto.

—¿Eso quieres?

No. No. No.

—Sí.
Pese a mi petición continua moviéndola de forma
deliberada, excitándome cada vez más.

—Está bien, no quiero llegar tarde a mi cita—dice con


una sonrisa.

Lo miro confundida mientras me aparta de su regazo.

—Buenas noches, Juls.

¿A qué estás jugando Kaden?

54. Don't Blame Me
"Don't blame me, love made me crazy" 

En la vida me gusta especialmente ignorar esos


momentos incómodos en los que nadie sabe que decir y
se genera un silencio eterno.

Me gusta porque mi cerebro parece tener cortocircuitos


en estas particulares ocasiones y empiezo a decir las
primeras gilipolleces que pasan por mi cabeza sin ningún
tipo de filtro.

Después de la intensidad del último encuentro que tuve


al mismo tiempo con Kaden y el Sr. Henderson pensé
que ya no me vería metida entre ellos dos nunca más.
Y como me gustaría estar metida entre ellos dos.

Así que viéndome aquí, el sábado por la tarde, sentada


en el despacho de la mansión del Sr. Henderson junto a
Kaden y el propio Sr. Henderson, me hace tener
momentos de conflictos mentales.

Andrew nos ha convocado a los dos para añadir


información al caso, pensaba que Kaden se negaría a
venir pero para mi asombro, y creo que secretamente
para el asombro de Andrew, él ha venido.

—¿Qué tipo de relación tiene con la Srta. Collins?—le


pregunta Andrew a Kaden manteniendo su tono
profesional.

La pregunta del millón.

—¿Actualmente?—responde él con aire aburrido.

—Sí.

Los ojos de Kaden se desvían un segundo hacía mí y le


devuelve la mirada a Andrew.

—Ninguna.

Vamos a fingir que eso no me afecta en lo absoluto.


Tanto fingir va a terminar dándonos un Oscar.

No sé como el Sr. Henderson ha convencido a Kaden de


venir hasta aquí, pero admito que a mi lado insaciable de
curiosidad le hubiera gustado escuchar esa
conversación.

—¿Y qué tipo de relación tenía con ella?

Kaden se inclina y pasa sus dedos por su barbilla,


dubitativo.

—Follábamos, eso es todo.

Trago con fuerza mientras escucho sus palabras.

El Sr. Henderson se aclara a garganta y me mira.

—La Srta. Collins no describía de ese modo su relación.

Los dientes de Kaden relucen cuando muestra una


amplia sonrisa.

—Estoy intrigado por saber como la describía—contesta


él con burla.

Andrew baja la mirada a sus papeles y levanta uno


leyendo lo que supongo que es una transcripción de una
de nuestras reuniones.
—"Es uhm...complicado...creo que lo más acertado sería
decir que éramos...uhm...¿Amigos con beneficios? Bueno,
tampoco emplearía la palabra amigos, no sé, como ya le
digo es complicado"—recita en voz alta.

Mis mejillas se sonrojan escuchando mis palabras en la


boca del Sr. Henderson, ¿así de tonta sueno?

—Bueno, ahí tienes tu respuesta—le dice Kaden


apretando los labios para esconder una sonrisa.

Por lo menos alguien se divierte con la situación.

Sí, porque el suicido en este momento suena agradable de


nuevo.

—¿Entonces considera que su relación iba más allá de lo


carnal?

Eso, sácale los trapitos sucios a Papi Grey.

Kaden se encoge de hombros.

—Necesito una respuesta más específica Sr. Kane.

—¿Puedes cortar el rollo formalista? Me da mal rollo que


me llames por mi apellido.
—Lo sé—responde Andrew con un brillo de diversión en
sus ojos—Responda Kaden.

—¿Estoy aquí, no? Me importa, me importaba, lo que sea.

Mi corazón está haciendo su propia carrera personal


escuchando las respuestas de Kaden.

—Descríbame lo sucedido la noche del diecisiete de


septiembre—le demanda Andrew.

—¿El diecisiete? No recuerdo ni que cené anoche ¿Cómo


quieres que te hable de lo que pasó hace más de un
mes?

El Sr. Henderson coge aire con fuerza.

—El diecisiete de septiembre es la noche en la que


presuntamente agredió al ex-prometido de la Srta.
Collins al interrumpir el mismo en su casa.

—Ah, sí, una gran noche—dice ahora divertido.

Ruedo los ojos al escuchar el repentino entusiasmo en


su tono de voz.

Tanto Andrew como yo miramos a Kaden con


expectación.
—Esa noche fui a casa de Julliet a...bueno, mientras
manteníamos una agradable conversación en su salón
picaron a la puerta, ella fue a abrir y yo esperé, al
escuchar los gritos del energúmeno ese y una especie de
golpe me acerqué.

Sus nudillos están ahora blancos, tiene los puños


cerrados con fuerza.

>>Julliet estaba tirada en el suelo, y el gilipollas ese la


estaba amenazando.

—¿Pudo ver el momento de la agresión?

—Si lo hubiera visto, ese capullo no estaría respirando


ahora.

—Kaden—suspira Andrew masajeando su sien—este es


el tipo de comentarios que no puedes decir así sin más si
te llaman a testificar.

—¿No se supone que tengo que decir la verdad?

—Intenta filtrar un poco tus respuestas, como


sugerencia, eso te evitará volver a pr...

El Sr. Henderson se callad de forma repentina y aclara su


garganta mientras mira a otro lado.
—¿Pudo escuchar la amenaza?—pregunta Andrew.

—No exactamente, escuché algo de "cerrar la puta boca"


y no sé qué de "recursos suficientes".

—¿Entonces que pasó cuando llegó hasta el Sr.


Nathaniel?

—Le di cinco segundos para marcharse, pero el tipo es


un poco lento.

—¿Lo amenazó?

—Le aconsejé que se fuera en cinco segundos, pero no


fue muy listo.

—¿Lo agredió?

—Él había agredido a Julliet, solo la estaba defendiendo.

—Estas son las fotos de como quedó el ex prometido de


Julliet, aquí no hay defensa, hay ensañamiento.

Andrew despliega sobre las mesas fotos de Nathan lleno


de heridas, moretones y golpes.

¿Cómo ha conseguido eso el Sr. Henderson?


—Él no es inocente, se lo merecía. Le había puesto las
manos encima a Julliet...—su voz empieza a temblar
ligeramente por la ira.

—Relájate—le ordena Andrew a Kaden.

Ambos se miran con intensidad y Kaden se pone en pie.

—Necesito un poco de aire—dice, luce completamente


tenso.

—No tires las cenizas al suelo, pídele a Dave un cenicero


—le advierte Andrew a Kaden mientras este sale del
despacho.

La puerta se cierra con violencia y miro al Sr. Henderson.

—¿Seria mejor que no estuviera presente?—le pregunto.

—No, tu presencia es necesaria—asegura.

—¿Por qué?

El Sr. Henderson apoya los codos en el escritorio y


entrelaza sus dedos.

—He considerado que era lo más conveniente.

—¿Cree que Kaden puede ser útil como testigo para la


defensa?
—¿Sinceramente?

Asiento.

—No, pero seguramente lo llamarán a declarar, necesito


estar preparado y saber todo lo que piensa, he de
conocer su punto de vista de la historia.

A mi también me gustaría conocerlo.

—Entonces....¿también tendrás que hablar con Devan?

—No, ya lo he hecho.

—¿Qué? ¿Cuando?

—Hace unos días.

Me extraña que no me haya dicho nada Devan, aunque


esta semana hemos coincidido poco tiempo en casa.

—¿Y cree que su testimonio si será útil?

El Sr. Henderson suelta un largo suspiro.

—No lo sé Srta. Collins, me temo que la estrategia de los


vídeos pretende desacreditar el testimonio del Sr. Keen,
deberemos confiar en la sinceridad de sus palabras y la
credibilidad que tengan sobre el jurado.
Me tiro hacía atrás, dejando caer mi espalda contra el
respaldo de la silla.

—Nadie va a creerme, mi reputación está por los suelos


—mascullo.

—¿Sabe lo que veo yo cuando miro esos vídeos?

Lo miro y niego la cabeza.

—Una mujer que disfruta abiertamente de su


sexualidad, y eso Srta. Collins no tendría que
desacreditar su palabra, ni dañar su reputación.

—No tendría...—repito sus palabras—en un mundo


perfecto, no en nuestra sociedad actual.

—Lamentablemente todavía hay mucho pensamiento


retrógrada, sí, pero eso no le tiene que hacer tirar la
toalla.

Me fascina.

Lo odio.

No quiero que me fascine.

Deslizo mi mirada por su cuello, el primer botón de su


camisa no está atado, continuo por sus brazos
flexionados bien trabajados, parecen querer romper la
camisa que lleva.

Tan comestible.

Pasaría su mano por su pecho y continuaría bajando por...

—Deje de mirarme de ese modo, Srta. Collins—dice


Andrew con su habitual tono autoritario.

—¿De que modo?—pregunto sacudiendo mi cabeza y


saliendo de mi fantasía.

—Sabe a lo que me refiere, no es necesario que se lo


aclare.

Buuuuuu

¿Dónde está Grey Supremo?

—He escuchado por ahí que tiene un sótano peculiar.

¿Acabo de decir eso en voz alta?

Los ojos de Andrew se abren con asombro.

—Srta. Collins...

—¿Allí hace lo que le hacía a aquella mujer en Mala?


Ya que estamos...De perdidos, al río.

—¿Por qué tiene tanto interés en conocer los detalles


privados de mi vida personal, Srta. Collins?

—Usted conoce los míos, es justo ¿no?

—Los conozco por otro tipo de interés, si estuviera en mi


mano preferiría no conocerlos, créame.

—¿Tiene un potro en el sótano?

Así se podría cumplir el sueño.

Sus labios se curvan levemente hacía arriba.

—No sea curiosa Srta. Collins, no le conviene.

Resoplo.

—¿Siempre me tiene que decir lo que me conviene o lo


que no me conviene?

—Sí, por lo visto ya es una costumbre—sonríe.

Verlo sonreír es tan inusual, que cada vez que lo hace


me deslumbra, con Kaden pasa exactamente lo mismo.

Kaden abre la puerta repentinamente y nos mira.


—¿Terminamos con esto ya?—pregunta ligeramente
irritado.

Andrew asiente y Kaden se aproxima y se deja caer en la


silla.

La tensión del ambiente entre ellos dos es palpable


mientras responde a las preguntas de Andrew.

—Eso es todo lo que necesitaba saber, gracias por la


colaboración Kaden—concluye el Sr. Henderson.

Kaden me mira.

—¿Necesitas que te acerque a casa?

Necesito un libro que me explique su personalidad,


porque no entiendo a este hombre.

¿Ahora quiere llevarme a casa?

Llévame mejor a tu casa, Papi Grey.

—La reunión ha finalizado contigo, pero con la Srta.


Collins no ha terminado—responde Andrew.

—¿Entonces ella se queda aquí? ¿Contigo?

El Sr. Henderson levanta una ceja.


—¿Hay algún problema con eso?

—No sé, ¿no hay otro lugar más apropiado para las
reuniones?

—¿Que mi despacho de reuniones? No, no lo creo—le


responde Andrew con sarcasmo.

Ninguno dice nada y vuelan miraditas entre todos


nosotros.

—La siguiente parte de la reunión es privada, necesito


que te marches. Muchas gracias por haber venido.

—¿No puedo quedarme? Ella ha estado presente


durante mi interrogatorio.

—Kaden—dice en un suspiro Andrew.

Se pone en pie, parece ligeramente enfadado.

—Estás en una posición de poder sobre ella, no te


aproveches—le advierte.

Miro a Kaden con confusión.

—Puedes ahorrarte tus advertencias—le contesta


Andrew.
—Dime una cosa, ¿te las follado aquí también? ¿Donde?
¿Tal vez aquí?—pregunta dando una patada al sofá que
hay en el despacho y desplazándolo varios metros—¿O
sobre este escritorio, como estabais en Mala?

De todas las facetas que tiene esta es una que llega a


asustarme. Parece completamente cegado por la ira.

Hace un ademan de tirar todo pero el Sr. Henderson se


pone en pie y lo para.

—Vete—le ordena.

—Me das asco, Andrew. No deberías ser su abogado.

—Vete Kaden—le repite.

Él me mira haciendo una mueca, coge su chaqueta y se


marcha sin mirar atrás.

El Sr. Henderson se queda reflexivo y nos segundos


mientras me mira.

—Él tiene razón.

—¿Qué?

—No debería ser tu abogado, no después de lo que ha


pasado entre nosotros.
—¿Quieres...quieres abandonar el caso?—pregunto con
repentino nerviosismo.

Sacude la cabeza.

—No quiero, pero no está bien. Esto no está bien—


suspira frustrado mientras pasas su mano por su pelo—
Debería haber tenido mejor autocontrol.

—No sirve de nada arrepentirse ahora, Andrew—le digo


poniendo en pie y acercándome a su lado.

—No me llames así—resopla dando un paso atrás.

—Es tu nombre.

—Sí, pero necesito que mantengas cierta distancia, no


eres mi amiga, ni mi amante. Eres mi alumna y mi
cliente.

—Y tu empleada—añado.

—Exacto.

La corriente entre nosotros fluye en el ambiente,


atrayéndome hacía él como si una fuerza magnética me
empujara a sus brazos.
—Será mejor que lo dejemos estar por hoy, así podrás
descansar un poco antes de tu turno de trabajo—dice
interrumpiendo el momento.

—Pero...

—Márchese Srta. Collins, lo retomaremos otro día.

***

Mientras conduzco de vuelta al departamento de Devan


mi cabeza no deja de reproducir el ataque de ira de
Kaden.

Aparco el coche y cuando salgo de el y empiezo a


caminar siento la vista de alguien clavada en mí, me giro
y miro a mis alrededores.

—Julliet—la voz femenina de una chica capta mi


atención.

Me volteo hasta ella y me tenso.

Bonnie.

—¿Qué quieres?¿Me estás siguiendo?

—Necesito hablar contigo.

—Déjame tranquila antes de que llame a la polícia.


—¿Porqué harías eso? Solo quiero hablar.

La miro con confusión, ¿qué querrá?

—Habla—le digo secamente.

—¿Sabes quién soy?

La loca ex amante de Kaden, sí.

—La mujer que destrozó mi coche, sí.

Bonnie hace una mueca.

—Lo hice para protegerte.

La miro con incredulidad.

—¿Para protegerme necesitabas destrozar mi coche?

—Quería hacer ver que lo había hecho Kaden, pero no


me dio tiempo.

Cu-cú, cu-cú, cu-cú

Sacudo la cabeza, no entendiendo nada.

Porqué esta loca, los locos son incomprensibles.


—Lo hice por tu bien, para que te alejarás de él—explica
ante mi confusión.

No aclara nada, solo me confunde más.

—¿Por qué?

—Porque no es bueno, es un maltratador de mierda, la


misma basura que era su padre.

—Kaden no...—le digo con recelo

Bonnie se ríe con amargura interrumpiéndome.

—Kaden sí, tengo fotos si no lo crees, y una orden de


alejamiento...Él...debería seguir en prisión, no es bueno
para nadie.

No la creo.

—¿Porqué te importa lo que haga? ¿No deberías


mantenerte alejada de él?

—No quiero que haga con otras lo mismo que hizo


conmigo. ¿Él y tu ya no estáis juntos, verdad?

De repente recuerdo la advertencia del Sr. Henderson,


dijo que Bonnie era peligrosa y tiene un aura que me da
muy mal rollo.
—No—le digo.

—Bien, quería asegurarme....ahora puedo hablar contigo


tranquilamente entonces.

No quiero hablar contigo.

—Creo que está con otra nueva chica, ¿la conoces,


verdad?—pregunta.

Dios, es una stalker total.

—No lo sé, y no me importa.

—Tenemos que ayudarla a ella también—cuantas más


cosas dice más loca me parece.

—Mira, gracias por el aviso Bonnie, pero tengo cosas que


hacer, él no me importa, y no quiero involucrarme más
en nada que lo relacione.

Ella parpadea varias veces, como si estuviera procesando


mis palabras.

—Pero...pero tenemos que ayudarla—se acerca y


enrosca sus manos en mis brazos, apretando con fuerza.

—Suéltame—digo intentando sacudirme para liberarme


de su agarre.
—¿No lo entiendes? Hay que ayudarla—aprieta con más
fuerza.

Hay que ayudarte a ti, llevándote a un psiquiátrico.

—Bonnie, suéltame.

—Eres una egoísta, ¿no quieres ayudarla?

—Que me sueltes—repito.

Su mirada está vacía, y cuando nuestros ojos conectan


es como mirar el fondo de un abismo.

—Dejáme en paz, no quiero tener nada que ver con


vosotros.

Intento aplicar uno de los movimientos que me ha


enseñado Blake esta semana y me libro de su agarre, en
el movimiento de soltarme ella pierde el equilibrio y cae
de culo al suelo.

Me mira frunciendo el ceño.

—No eres buena, eres como él.

Se da la vuelta mientras continua repitiendo la misma


frase una y otra vez, y de verdad pienso que no hay nada
cierto en sus palabras, que está loca.
El lunes cuando veo a Jenn por el campus andando con
un ojo negro me pregunto si tal vez estaba equivocada.

Tengo que hablar con Kaden.

O tal vez debería alejarme por completo de él.

No sé que debo hacer, pero sí sé lo que quiero.

55. Daddy
"Baby, I'm falling in love"

—¿La falda negra de volantes o el vestido floral?—


pregunta Taylor sosteniendo con cada mano sus
opciones.

La visualizo mentalmente y me decanto por el vestido, lo


señalo con el dedo y ella asiente.

Estoy estirada en su cama mientras asesoro su look pre-


cita, mis ojos se deslizan a la cama vacía de Jenn,
después de verla esta mañana a primera hora por los
pasillos del campus con ese moretón en su cara no me
quito la imagen de la cabeza.

—¿Ya sabes a donde te va a llevar?

Taylor desliza el vestido por su cabeza y lo deja caer


alisando la parte inferior.

—Su familia tiene un barco, cena romántica en alta mar


—dice con ojos ensoñadores.

—Qué mareo—respondo arrugando la nariz.

Ella se ríe y sacude la cabeza.

—Nunca he estado en uno, espero no terminar


vomitando la comida por la cubierta. ¿Tu has salido a
navegar alguna mi vez?

Sí, con Nathan, y no lo soportaba.

Asiento y me encojo de hombros.

La puerta de la habitación se abre y me tenso al ver a


Jenn, quiero preguntarle pero al mismo tiempo siento
que es demasiado entrometido.
—¿Has visto mis guantes, Tay?—pregunta removiendo
sus cosas de forma desesperada—Ah, hola, Julliet, no
sabía que estabas aquí.

Levanto mi mano haciendo el gesto de saludarla pero no


me ve ya que parece concentrada en buscar lo que sea
que esté buscando.

—Creo que los he visto debajo de la cama esta mañana


—le responde Taylor mientras aplica rímel a sus
pestañas.

Ella se agacha y rebusca, cuando saca dos guantes rojos


de boxeo siento una especie de alivio.

—¿Haces boxeo, Jenn?—pregunto incorporándome.

—Bueno, empecé la semana pasada, de momento no


soy muy buena en ello—señala su ojo morado.

Sabía que Kaden no podría haberle hecho daño, Bonnie


está loca, simplemente está loca.

Jenn se cambia el calzado y se coloca unas deportivas.

—Me tengo que ir sino quiero llegar tarde, hasta luego


chicas.

—Adiós—respondemos simultáneamente Taylor y yo.


Vale, es como si me hubieran quitado un peso de
encima, sin embargo aún creo que debo hablar con
Kaden.

—¿Como estoy?—me pregunta Taylor dando una vuelta


sobre sí misma.

—Perfecta—respondo alzando mis pulgares.

Viene hasta mi lado y abre su mesita de noche, coge un


paquetito de preservativos y lo mira antes de volver a
dejarlo.

—¿No quieres hacerlo en alta mar?—le digo moviendo


mis cejas sugestivamente.

—No es eso, es que estoy con mi periodo y no...

Eso me recuerda a Kaden haciéndomelo en la ducha


después de llevarme a bailar.

Qué buenos tiempos.

De repente empiezo a repasar a qué día de la semana


estamos.

Mierda.

Mierda, mierda, mierda.


—¿Estás teniendo un viaje astral o qué?—pregunta
Taylor moviendo su mano por delante de mi cara para
llamar mi atención.

—¿Estamos a lunes, verdad?

—Sí...

—Tengo que irme, que vaya muy bien la cita, ya me


darás los detalles por mensaje—digo pegando un salto y
poniéndome en pie.

No puede ser, debe de tratarse de un error o el estrés


debe de estar retrasando mi periodo.

Pero nunca me ha pasado, desde que tomo las píldoras


anticonceptivas siempre he sido cien por cien regular, ni
un día de retraso, ni mucho menos cuatro como tenía
ahora.

Mi pulso late con fuerza, tengo que tragar las nauseas


que se forman en mi garganta a causa de los nervios.

Conduzco hasta una de las farmacias más alejadas del


centro, lo último que necesito después de los vídeos es
que alguien me vea comprando un maldito test de
embarazo.
La campanita de la tienda suena cuando abro la puerta,
mis ojos recorren los pasillos pasando por diversos
medicamentos, cuando llego a la zona de planificación
familiar trago con fuerza, cojo la pequeña cajita de
cartón con mis manos y la aprieto con fuerza.

Me muevo hasta la cola, hay dos personas por delante


de mí.

Balanceo el peso de mi cuerpo de una pierna a otra,


estoy tan nerviosa que las palmas de mis manos
empiezan a sudar.

Alguien abre la puerta haciendo que suene de nuevo la


campanita, mis ojos se mueven directamente a la puerta,
una sombra masculina se mueve directamente al
segundo pasillo, no alcanzo a verla.

—¿El siguiente?—pregunta el chico de la caja.

Me doy cuenta de que las dos personas que tenía


delante ya han sido atendidas y avanzo hasta la caja.

Dejo caer el test sobre el mostrador como si quemara, el


chico me mira y sus ojos brillan con reconocimiento.

Genial, otro que ha visto los vídeos.


—Son doce dólares—indica el chico después de escanear
el producto.

Saco el dinero de mi cartera y lo extiendo por el


mostrador, me da el cambio y lo cojo junto al test de
embarazo.

—¿Julliet?—pregunta alguien detrás de mí.

Hola, dios, soy yo de nuevo...

Me volteo y ambos nos miramos fijamente, Kaden está


allí plantado con una caja de preservativos en la mano.

—Hola—contesto con sencillez.

Su boca se abre ligeramente cuando se da cuenta de lo


que tengo en las manos.

—¿Eso es...?

—No, no—aseguro negando la cabeza.

—¿No es un test de embarazo?—su voz suena


completamente tensa.

—No...bueno, sí.

—¿Crees que...crees que estás embarazada?—parece ir


poniéndose pálido por momentos.
—No, simplemente me gusta hacerme uno de estos de
vez en cuando, ya sabes, por diversión—respondo
sarcásticamente.

—¿Cómo...? ¿Quién...?

Muy buena pregunta Kaden, muy buena pregunta.

—No importa, yo...tengo prisa. Adiós, Kaden.

Paso por su lado con rapidez pero me coge del brazo.

—Espera.

—¿Qué?

—Vas a venir conmigo.

—¿Qué? No, no voy contigo a ningún sitio.

Él suspira, deja la cajita de preservativos que llevaba en


la mano en un estante y se agacha para cogerme de las
piernas.

—¡¿Pero que te crees que estás haciendo?!—pregunto


indignada.

—Creo que ya sabes la respuesta a esa pregunta.

—Bájame Kaden, no tiene gracia.


—No, esta vez no la tiene—responde mostrándose de
acuerdo conmigo.

Pataleo su espalda con mis brazos colgantes intentando


que me libre.

—¿Ne-necesitas ayuda?—pregunta el dependiente


mirando la escena.

—No, está bien—contesta Kaden por mí.

—¿Llamo a...?

—Si quieres seguir respirando metete en tus asuntos—lo


amenaza Kaden mientras me carga boca abajo.

—Kaden me estoy mareando—le advierto el efecto de la


gravedad actual haciendo que se me concentre la sangre
en la cabeza.

—¿Si te bajo te vas a portar bien?

—Bájame.

—No has respondido a mi pregunta.

—Que me bajes.

—Eso no es un sí.
Suspiro.

—Vale, pero bájame.

Cuando siento mis pies contra el suelo echo a correr


dejando a Kaden con cara de confusión.

—¿Qué crees que estás haciendo?—pregunta detrás de


mí cerrando la puerta de mi coche.

—Huir de ti—estoy

—No seas infantil, Juls.

No me digas Juls, que no puedo con ello.

—¿Ahora soy yo la infantil?

Bueno, sí.

—Te vienes conmigo hasta que sepa el resultado de esa


prueba.

—Kaden no...

—No voy a discutir esto contigo, Julliet.

Coge las llaves de mi coche y se sube al asiento del


conductor, lo miro con confusión mientras arranca el
motor, mueve su cabeza señalando el asiento vacía del
copiloto.

—Sube.

—¿Quién te creer que eres para decirme lo que hacer?


Aparte de coger mi coche sin permiso—respondo
indignada mientras me siento a su lado—¿Por cierto y tu
moto? ¿Como has venido hasta aquí?

—¿Te das cuentas que estás a dos manzanas de mi casa?


He venido andando.

Maldito google maps y sus recomendaciones de


farmacias.

Resoplo mientras miro por la ventana para evitar babear


por él.

Hoy, no sé porqué, luce más atractivo de lo normal.

Tal vez es que empiezo a echarlo de menos y la


desesperación está nublando mi vista.

No, Papi Grey siempre está modo comestible.

La cajita que continua en mis manos está arrugada por


la fuerza que estoy ejerciendo sobre ella.
En menos de un minuto ya hemos llegado a su casa, no
negaré que he echado de menos estar aquí.

Salgo de mi coche y espero a Kaden, no parece ni la


mitad de asustado de lo que estoy yo.

Tal vez es muy bueno poniendo cara de póker y por


dentro está gritando.

Lo sigo en silencio hasta su puerta, nada más entrar


desactiva un sistema de alarma que no recordaba haber
visto antes.

—Kaden no debería estar aquí.

Él me ignora y tira de mi brazo llevándome hasta su


baño.

—¿No esperaras que lo haga delante tuyo, no?

Me mira como si no fuera la gran cosa y se encoge de


hombros.

—Hay líneas que respetar Kaden, una de ellas es que no


me veas meando sobre un palito.

—No me voy a ir.


—Pues no voy a hacerlo—refunfuño cruzándome de
brazos.

Pone los ojos en blanco y me da la espalda.

—¿Te sirve?

—¿No puedes esperar fuera?—pregunto irritada.

—Podría, pero no quiero.

Tengo el impulso de enseñarle mi bonito dedo del


medio.

—¿Te divierte cabrearme?

—No, me pone—dice con sinceridad.

Mis mejillas se sonrojan por su respuesta.

—¿Puedes hacerlo ya?—pregunta impaciente.

—Cuando salgas.

—No voy a salir.

—Pues no voy a hacerlo.

—Bien, pero en cuanto estés entraré—dice volteándose


para mirarme.
—Está bien.

Sale cerrando la puerta detrás de él.

Camino hasta el lavamanos, echo agua fría en mi nuca,


los nervios me están mareando.

Saco el plástico del interior de la caja y las instrucciones,


las leo detenidamente y me desespero.

Bajo mis pantalones, me siento en el retrete y coloco el


palito de forma estratégica, intento concentrarme en
apuntar bien.

—¿Estás ya?—pregunta Kaden golpeando la puerta.

—No.

Espero y espero, pero los nervios me juegan una mala


pasada haciendo que no pueda mear.

—¿Y ahora?—insiste.

—No me presiones.

—¿Quieres que busque sonidos de cascadas y ríos


fluyendo?

—¿Qué?
—Podría ayudarte.

Kaden conecta su teléfono con el sistema digital de su


baño y de repente por los discretos altavoces suena el
agua fluyendo con fuerza.

Esto es surrealista.

Pero funciona.

Me levanto los pantalones y coloco la tapita que lleva el


test, ahora a esperar cinco eternos minutos.

—Ya está—respondo tirando de la cisterna.

Abre la puerta y camina hasta mi lado.

—¿Cuanto hay que esperar?—pregunta cogiendo el test.

Hago una mueca mientras veo como lo sostiene en sus


manos.

—No cojas eso, acabo de hacer pis sobre el.

—Pero si está tapado—resopla—No seas tan


escrupulosa.

—Déjalo donde estaba, no quiero que lo muevas, y hay


que esperar cinco minutos, ya he puesto el temporizador
en mi teléfono.
Los segundos pasan lentamente, como si se estuvieran
burlando de mí.

Me muevo de un lado a otro, intentando disipar mi


nerviosismo.

—¿Por qué va tan lento esto?—pregunta golpeando con


su dedo la cuenta atrás de mi teléfono.

—No va lento.

—¿Seguro?

Pongo los ojos en blanco y continuo mi recorrido de


histeria.

—¿Qué pasará si...?—deja la pregunta en el aire.

—No quiero pensar en ello, hasta que no sepa el


resultado no quiero pensar en nada.

Kaden suspira y se sienta sobre el filo de su bañera.

—¿Es mío?

—¿Podemos no hablar de esto, por favor?

Tira la cabeza hacía atrás y pasa sus manos por su pelo.

—No se me ocurren otros temas de conversaciones.


—Pues disfrutemos del maravilloso silencio—le sugiero.

Son los cinco minutos más largos de mi existencia, cada


maldito segundo se sienten como horas.

La adrenalina me invade manteniéndome tensa y alerta,


necesito saber el resultado ya antes de que mi corazón
se salga de mi pecho.

—Julliet...yo...—la alarma interrumpe lo que sea que


Kaden vaya a decir y ambos clavamos nuestra vista en el
palito.

Una parte de mí se muere por darle la vuelta y mirar el


resultado, y la otra está tan asustada que me mantiene
paralizada.

—Ya está el resultado—murmura Kaden colocando una


de sus manos en la parte inferior de mi espalda.

—Lo sé—contesto tragando con fuerza.

—¿Puedo...?

Asiento.

Kaden coge el palito con sus manos y lo voltea.

—¿Que significa una línea rosa?


Una línea.

¿Ha dicho una línea?

—¿Una?—pregunto.

—Sí.

Arranco el test de sus manos y lo miro con mis propios


ojos.

Es una línea.

No estoy embarazada.

Gracias a dios.

—No estoy embarazada...¡No estoy embarazada!—


exclamo.

El alivio recorre mi cuerpo, se siente como una droga


que me entumece por completo, de repente siento
efusividad.

NO ESTOY EMBARAZADA.

Antes de darme cuenta de lo que estoy haciendo mis


brazos están alrededor de la cintura de Kaden y sus
labios están besando los míos con desesperación.
Lo llamaremos la felicidad del momento.

Cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo me


separo de golpe.

—Espera, espera, esto no está bien—murmuro sin


aliento.

—¿No? Porque se siente jodidamente bien—afirma


Kaden antes de inclinar su cabeza para buscar
nuevamente mi boca.

Su beso me confunde, haciendo que cada vez me cueste


más pensar con claridad.

—No—mi negación suena débil, porque mi deseo está


batallando contra mi cordura.

Las manos de Kaden se cuelan por debajo de mi blusa,


sus dedos acarician mi espalda haciendo que me
estremezca en sus brazos.

—No—repito separándome.

—¿Por qué no?—pregunta con los ojos entrecerrados.

Mi pecho sube y baja con rapidez.

—Porque no somos nada, ¿recuerdas?


—Porqué tú no quieres.

—¿Qué?—qué está insinuando.

—Tú eres la que me aleja, Julliet, todo el tiempo.

—¿Qué quieres de mí Kaden?

Abre la boca para responder pero rápidamente la cierra,


apretando con fuerza sus labios.

Nos miramos en silencio unos segundos antes de que


responda.

—No lo sé—admite—¿Y tú qué quieres?

¿Yo que quiero?

Quiero...

Un trío con él y el Sr. Henderson.

No lo sé, quiero que las cosas no parezcan tan


complicadas.

Quiero que no se formen dramas por todo.

Quiero tranquiladad.

Y todas esas cosas no parecen posibles a su lado.


Cuando me doy cuenta de ello me siento más
decepcionada.

—Quiero mantenerme alejada de ti—digo mordiendo mi


labio inferior.

Kaden permanece en silencio mientras asimila mis


palabras.

—No sé qué quiero de ti, pero mantenerme alejado no


es una de las opciones.

—Lo siento, Kaden. Tengo que...será mejor que me


marche.

***

Tengo varias llamadas perdidas de la madre de Lexie en


mi teléfono, pongo el manos libres y llamo mientras
conduzco de vuelta al departamento de Devan.

—¿Julliet?—su voz suena alterada.

—¿Pasa algo, Sra. Coleman?

—Lexie ha intentado lastimarse así misma.

No puede ser.

—¿Qué? No...¿Por qué?


—No lo sabemos, no quiere hablar con nadie. He
pensado que tal vez contigo querría hablar.

—Voy de camino.

Cambio la dirección y accelero pisando el pedal, me


siento ansiosa por llegar junto a Lex.

Cuando llego al hospital cierro la puerta con fuerza,


prácticamente voy corriendo hasta su planta.

La Sra. Coleman está fuera hablando con una enfermera


pero tienen la puerta entreabierta.

Mi corazón se encoje cuando veo a Lexie atada a la


cama.

La tienen atada.

Atada.

—Sra. Coleman...

—Hola, cariño —me saluda envolviéndome en sus


brazos.

—¿Puedo pasar? ¿Está bien?

—Más o menos, pasa, esperaré aquí fuera.


Me meto dentro de la habitación, Lexie no gira su cara
para mirarme, permanece con la vista perdida en la
ventana.

—¿Lex?

No me hace caso, camino hasta quedar frente ella.

Tiene puntos en la frente.

¿Se ha golpeado?

Tengo ganas de llorar solo de verla.

—Lex ¿qué pasa?

Me siento a su lado y acaricio su mejilla.

—Puedes hablar conmigo, Lexie.

Sus ojos brillan, conteniendo las lágrimas.

—¿Qué ha pasado?

—He recordado algo, algo que preferiría no recordar.

—¿Quieres hablar de ello?

—No.

—¿Segura?

Su labio tiembla, parece complamente indecisa.


—Me enfadé contigo, no fui justa—dice.

—¿Qué?

—La tarde del accidente, me contaste lo que te pasó en


aquella fiesta con...

No dice su nombre, pero sé de quién habla.

—No pasa nada, Lex, no importa.

—Sí, sí que importa.

La miro no entiendo a donde quiere llegar.

—Lo que él intentó hacer contigo... Lo hizo conmigo.

56. Going Under


"I've got to breathe
I can't keep going under"

Odio a Nathan.

Lo odio con todo mi ser.

El sentimiento de odio es tan intenso y profundo que me


hace hervir la sangre.
En ningún momento me cuestiono la palabra de Lexie,
es como si todas las piezas encajaran, como si la mala
relación de ellos y su animadversión tuvieran sentido.

—Lex...—murmuro sin saber bien que decir.

—Preferiría tener de nuevo esa mierda en mi cabeza y


no acordarme de ello. No puedo quitármelo de la cabeza
Juls, no puedo.

Siento su angustia como si formara parte de mí.

—Yo...lo he denunciado por lo que pasó, tal vez tú


también podrías hacerlo.

—No—sacude la cabeza—No puedo hablar de esto con


nadie, Julliet. Ni tu, prométemelo, confío en ti.

Quiero decirle que no tiene sentido, que debe hablarlo


con alguien más, pero la entiendo, entiendo la rabia, la
impotencia, la vergüenza.

Es tan complejo, desde fuera puede parecer muy simple,


pero desde el otro lado puedes ver la cara de la cruda
realidad.

Asiento.
—Intentaré llevarlo entre rejas, lo haré por nosotras, te
lo prometo—le digo apretando su mano junto a la mía.

—No hay nada que le pudieran hacer que me hiciera


sentir mejor—murmura, suena tan decaída, tan poco
Lex.

Dos golpes en la puerta nos interrumpen, dirijo mi


mirada hacía ella y observo como dos sanitarios entran
con una camilla.

—Tenemos que llevarnos a la Srta. Davis—explican


haciendo un gesto con la cabeza para que me mueva de
la cama.

—¿Llevársela?—pregunto.

La Sra. Coleman entra detrás de ellos junto a una


doctora.

—Me llevan al loquero de nuevo, lo que no entienden es


que eso me hace querer acabar con todo más que
estando en cualquier otro lugar—masculla Lexie.

—Pero...pero, ¡no pueden llevársela!—digo mirándolos a


todos.

Los recuerdos que tengo del psiquiátrico son


prácticamente pesadillas.
—La Srta. Davis es un peligro para si misma en estos
momentos, necesita ayuda de profesionales—comenta
la doctora acercándose hasta mi lado.

Mi vista se clava en la madre de Lexie, parece


confundida, como si no supiera que hacer, como si se
cuestionara su decisión.

Cuando desatan a Lex para cambiarla de camilla ella


empieza a patalear en el aire e intenta huir de ellos, luce
desesperada e impotente.

Uno de ellos le clava algo en el brazo y poco a poco ella


deja de batallar.

—¿Has podido hablar con ella?—pregunta la Sra.


Coleman poniendo su mano sobre mi hombro.

—No—miento—Pero ella, no puede volver allí, no creo


que sea bueno...

—¿Y qué quieres que haga, Julliet? ¿Mirar a otro lado


mientras intenta quitarse la vida? Es mi hija, mi niña, no
puedo...necesita ayuda.

Aprieto mis labios con fuerza, entiendo su punto de


vista, pero también entiendo el Lexie.
La suben a la camilla y atan con firmeza sus
extremidades.

—Lex...—susurro sintiendo como mis ojos se llenan de


lágrimas.

No puede escucharme, está demasiado sedada.

—¿Se la llevan a Riverside?—pregunto.

La Sra. Coleman asiente.

—¿Podré...podré verla?

—Sabes que eso dependerá del médico.

Me acerco hasta Lexie y me inclino para plantarle un


beso en la frente, cerca de la herida que se ha provocado
a sí misma.

—No te dejaré sola Lex—le prometo aunque no pueda


escucharme.

Miro como se la llevan, ojalá pudiera hacer algo por ella.

Tal vez ella piense que nada de lo que pueda pasarle a


Nathan va a hacerle sentir mejor, pero un buen
puñetazo la cara de Nathan me haría sentir mucho
mejor a mí ahora mismo.
¿Cómo ha podido hacerle eso a Lexie?

¿Qué clase de monstruo era mi ex prometido?

¿Cómo nunca lo vi?

¿Por qué pensaba que era tan perfecto?

Estaba ciega, completamente cegada por la opinión


popular y la presión de nuestras familias porque
estuviéramos juntos.

Cuanto más lo veo más repulsión siento, las nauseas


suben por mi garganta y tengo que ir corriendo al baño
para vomitar.

Me limpio la boca y cuando miro mi reflejo en el espejo


siento una de esas crisis existenciales que me hacen
cuestionármelo todo.

Si yo tengo pesadillas por algo que no llego a suceder,


¿cómo debe sentirse Lexie?

La idea de que quiera quitarse la vida no me parece una


locura, debe ser insoportable recordar la sensación de...

Me estremezco solo de imaginarlo.


Estoy cayendo de nuevo, mi mente me está llevando a
ese lugar peligroso en el que no me gusta estar.

Necesito salir de ahí, distraerme, entumecer mis


pensamientos de algún modo.

Salgo con rapidez del hospital y conduzco hasta el


primer lugar que me venda alcohol.

Es imprudente, es una forma de negar la realidad, es


inmaduro y todo lo que pueda ser, pero es lo que me
ayuda y es lo que necesito.

Lo necesito.

Ni siquiera llego al departamento de Devan, me empiezo


a beber la botella de forma desesperada en el asiento de
mi vehículo.

Y a partir de este momento solo tomo malas decisiones,


como conducir ebria.

Algo totalmente peligroso e imprudente.

Por algún milagro del universo llego de una pieza y sin


dañar a nadie por el camino a la mansión del Sr.
Henderson.
Pico al timbre que hay junto a la valla y Dave me abre la
puerta.

—Srta. Collins, el Sr. Henderson no tenía concertada una


cita con usted hoy...—me dice mientras me tambaleo
hacía la puerta.

—Tengo que hablar con él—hipo cuando termino de


pronunciar la oración.

Dave me mira con ligera desaprobación, el Sr.


Henderson ya está llegando hasta la entrada.

—¿Srta. Collins?—pregunta perplejo.

—Quiero matarlo Andrew, quiero estrangularlo con mis


propios manos—admito mientras intento mantenerme
en pie.

El tema del equilibrio y la embriaguez no son muy


compatibles.

—¿Está borracha, Srta. Collins? ¿Ha conducido hasta aquí


borracha?—por su tono de voz suena completamente
cabreado.

Levanto la botella de licor que tengo en la mano y le doy


un largo trago delante suyo.
Él da una zancada hasta mi lado y me la arrebata.

—Devuélvemela—protesto alzando mis brazos para


recuperarla, él me esquiva y me tambaleo.

Antes de caer al suelo me sujeta con firmeza por el


brazo.

—¿Qué se cree que está haciendo?

—¡Callar las voces! ¡Es la única forma de hacerlas callar!


—suelto.

Me mira como si estuviera completamente loca, algo


lógico porque lo que estoy diciendo suena a psiquiátrico
urgente.

—¿De qué voces está hablando?

—Las que quieren acabar con todo, están cansadas,


cansadas...

Las lágrimas fluyen libremente por mis mejillas.

El Sr. Henderson parece no saber que hacer conmigo.

Siento nauseas de nuevo y me cubro la boca intentando


controlarlas.

—¿Srta. Collins va a vom...?


Antes de que acabe la pregunta estoy vomitando sobre
parte de mi ropa, la suya y el suelo. El contenido es
líquido, practicamente estoy devolviendo a la naturaleza
el licor que acabo de beberme.

Andrew arruga la nariz y se coloca a mi lado


aguantándome.

—Lo siento—murmuro entre lágrimas—lo siento, lo


siento mucho.

—Ven, necesitas despejarte.

Me lleva hasta uno de sus baños y me quita los zapatos,


continuo llorando sin saber exactamente porqué.

Se quita sus zapatos y entra conmigo en la enorme


regadera.

El agua fría moja nuestras ropas.

—No sé como ayudarte, Julliet—dice mientras acaricia mi


mejilla con su pulgar.

Muerdo mi labio con fuerza, la ropa húmeda se pega a


mi cuerpo como si se tratara de una segunda capa de
piel.
Me mira con indecisión, como si no supiera que hacer a
continuación, sale de la ducha y me deja allí.

—Voy a traerte algo de ropa seca.

Me quedo allí quieta sintiendo el agua caer sobre mi


cuerpo, despeja un poco mi estado de embriaguez pero
todavía soy incapaz de mantenerme del todo erguida.

En algún momento paro de llorar, como si ya no me


quedaran más lágrimas.

El Sr. Henderson entra nuevamente en el baño, ha


reemplazado su ropa mojada y parece recién salido de
un catálogo de moda. Deja sobre el mueble del
lavamanos una de sus grandes camisetas y un par de
bóxers.

—Vamos, tienes que salir—dice extiendo su mano para


que la coja, la tomo y salgo.

Las gotitas forman un charco allí donde estoy pisando,


algunos mechones húmedos de mi pelo se pegan en mi
frente, los aparto y empiezo a quitarme la ropa mojada.

Andrew continua allí, impasible, mientras me desnudo


delante suyo. Cuando bajo las últimas piezas que cubren
mi cuerpo lo miro.
Coge una gran toalla y la deja caer sobre mis hombros,
envolviéndome con ella.

—¿Qué ha pasado, Julliet?—pregunta inclinándose para


estar a mi altura.

Su tono de voz me pone sensible de nuevo, aprieto mis


labios y trago el nudo que se está formando en mi
garganta.

—Nathan...él....—me estremezco, no puedo utilizar la


palabra que describe los hechos, se siente demasiado
grande, demasiado impactante—él...

—¿Lo has vuelto a ver?—su mandíbula se aprieta con


fuerza

Sacudo la cabeza y automáticamente relaja los hombros.

—¿Entonces que pasa con él, Julliet?

—Quiero hacerle daño, quiero que sufra—mascullo.

—Mi objetivo principal ahora es meterlo entre rejas—


asegura—Pero no puedes tomarte la justicia por tu
mano.

—En este caso sería lo más justo, él...él le ha hecho eso a


alguien más.
—¿Eso?—pregunta desconcertado, cuando el
entendimiento llega a sus ojos aprieta sus manos
formando puños—¿Ha agredido sexualmente a otra
persona?

Asiento, la furia se instala en mi sistema.

—¿Y la víctima lo denunciará?

Sacudo la cabeza.

—Ni siquiera quiere hablar de ello.

—¿Quién es?

Muerdo mi labio inferior, insegura sobre lo que decir.

—Julliet, puedes confiar en mí.

—No me corresponde a mí decírtelo, ella no quiere


hablar.

—Queremos ayudarla.

Lo miro, sus ojos reflejan un poco de desesperación.

—Pero no quiere ayuda.

Parece frustrado con mis palabras.


Dejo caer la toalla, la cabeza todavía me da un poco de
vueltas y cuando extiendo el brazo para coger su
camiseta me tambaleo hacía adelante.

El Sr. Henderson me aguanta de nuevo antes de que


caiga, sus manos sobre mi cuerpo desnudo me
confunden. Estira el brazo para coger su camiseta y la
pasa por mi cabeza, meto los brazos por las mangas y la
camiseta cae cubriendo mi cuerpo.

Alcanza los bóxers y se pone de rodillas delante de mí,


coge mi tobillo y lo levanta del suelo para colocarlo por
el agujero de la pierna del bóxer, repite la misma acción
con la otra pierna y desliza lentamente hasta mis rodillas
su ropa interior.

—Súbelos—me ordena.

Me agacho y acabo de colocarlos, él mantiene la vista en


otro lado.

—Te dejaré descansar en la habitación de invitados .

Como todavía no camino del todo en línea recta, Andrew


pasa su mano por mi espalda y me ayuda a llegar hasta
la habitación de invitados.

—No te vayas—le pido cuando me deja en la cama.


—Julliet...

—Por favor.

Suspira con fuerza pero cumple mi petición y se recuesta


a mi lado boca arriba.

—Esas voces...¿las oyes con frecuencia?—pregunta al


cabo de unos minutos.

Me tenso por su pregunta, en mi estado actual estoy en


modo sinceridad absoluta, lo que no es nada bueno.

—No, ya no.

—¿Antes sí?

—Sí, después del accidente y lo de mi hermano...eran


constantes—farfullo.

El Sr. Henderson gira su cabeza y me mira.

—¿Y que te dicen?

Hago una mueca.

—Son pensamientos, ideas de como hacer que...que


todo termine. Vienen impulsadas por un sentimiento de
vacío, el vacío me ahoga, como si estuviera cayendo en
una espiral infinita de nada absoluta.
—La depresión es muy seria, Julliet, no puedes recurrir al
alcohol cuando las cosas vayan mal, necesitas ayuda,
ayuda de un profesional, alguien que pueda darte
herramientas y tal vez algún tipo de medicación que...

—La medicación es una mierda—lo interrumpo.

—El suicidio es una mierda—contrapone utilizando parte


de mis palabras.

Me mantengo en silencio, sin saber que decir ante eso.

Algunas personas piensan que es la salida fácil, que es


de cobardes, sin embargo siempre he creído que es una
decisión que requiere mucha valentía.

Los pensamientos destructivos invaden mi cabeza de


nuevo, me incorporo y me acerco al Sr. Henderson,
cuando me siento sobre su regazo se tensa bajo mi
cuerpo.

—¿Qué estás haciendo?

—Decías que querías ayudarme ¿no? Hazme sentir bien


—murmuro agachándome para buscar mis labios con
los suyos.

—No, Julliet—dice firmemente mientras me empuja


fuera de su regazo.
—¿No?—repito confundida.

—No.

—¿Por qué no? ¿No lo deseas?

—Hay demasiadas razones por las que no, la principal es


que continuas borracha.

—No, ya no estoy borrach...

Las nauseas suben de nuevo por mi garganta y echo a


correr al baño que hay dentro de la habitación.

Beber grandes cantidades de alcohol a temperatura


ambiente me está pasando factura.

—Voy a traerte agua—me dice Andrew desde el otro


lado del baño.

Cierro los ojos y apoyo mi frente sudorosa contra el


inodoro, siento mi cuerpo demasiado débil.

Al cabo de un rato unos fuertes brazos me transportan


de nuevo a la cama, me tumba e incorpora mi cabeza
sobre su regazo.

—Bebe un poco—ordena con su habitual tono


autoritario.
—¿Siempre eres tan mandón, Grey supremo?

—¿Cómo me has llamado?—pregunta desconcertado.

Ups

Cierro los ojos y finjo que no le he escuchado, la cama se


hunde a mi lado, el Sr. Henderson se queda junto a mi
todo el tiempo.

***

La resaca es uno de los castigos de beber demasiado, la


luz me molesta y me da un dolor de cabeza terrible.

Me muevo intentando huir de ella pero está por todos


lados, inundando la habitación por completo.

Abro los ojos lentamente hasta que consigo una visión


clara del lugar, al principio me cuesta reconocer donde
estoy.

El Sr. Henderson no está, pero todo huele a él. Mi ropa


está seca y doblada sobre la cómoda, la reemplazo por
lo que llevo y voy hasta el baño, mi vejiga se siente a
punto de explotar, cuando termino limpio mis manos y
salgo de la habitación.

Empiezo a bajar las escaleras, cuando escucho una voz


familiar me detengo en el lugar.
—¿Está aquí?—pregunta Kaden, suena ansioso.

—¿La estás controlando?—responde Andrew.

—No te pongas así, el camarero me llamó para


preguntarme si estaba conmigo, y visto por lo que ha
pasado últimamente es normal que quiera saber si está
aquí.

Devan, mierda, no le avisé.

—Sí, está aquí.

—¿Está bien?

—Más o menos.

—¿Ha pasado algo?

—¿Por qué te preocupas tanto por ella?

—No es algo que te incumba.

—Déjala tranquila Kaden, no necesita más problemas en


su vida.

—¿Por qué tendría problemas? No he hecho nada—dice


a la defensiva.

—Bonnie está aquí, destrozó su coche.


—¿Bonnie...? Joder, joder. Maldita loca de mierda, ¿no
puede dejarme tranquilo?—masculla.

—Julliet tiene demasiadas cosas, no compliques más su


vida.

—No la complico, la mejoro.

—¿Sí? ¿Y que pasará cuando te canses de ella? ¿La


desecharás como has hecho con el resto de mujeres?

—No, esta vez es diferente.

—Haz el favor de dejar de pensar con la polla y actúa


como un ser decente por una vez en tu vida.

Y dicho eso se escucha como cierra la puerta con fuerza.

57. Nothing Left To Say


"Who knows what's right?
The lines keep getting thinner"
La puerta se cierra con fuerza haciendo que me
sobresalte, me agarro con fuerza a la barandilla y
continuo bajando rápidamente las escaleras.
El Sr. Henderson camina hacía mi dirección, por su
rostro parece ligeramente irritado, sin embargo, cuando
se percata de mi presencia sus facciones se relajan.

—Buenos días, Srta. Collins.

—Buenos días—murmuro mirando el suelo, estoy


bastante avergonzada por todo lo sucedido el día
anterior.

—¿Como se encuentra?

Me encojo de hombros como respuesta.

—En la mesa del salón principal podrá encontrar


diferentes opciones de desayuno.

—Muchas gracias pero me marcharé ya, yo...ehm...siento


las molestias ocasionadas.

—No se vaya sin comer nada, Srta. Collins.

—No tengo hambre, pero agradezco su amabilidad.

—Lleva demasiadas horas sin ingerir ningún tipo de


alimento, por favor, hágame caso una sola vez.

Levanto la mirada y siento la intensidad con la que me


devuelve la mirada.
—Además, me gustaría hablar con usted algunos temas
—añade.

Eso me intriga, no puedo negarlo.

—Está bien—le digo.

—Después de usted—me indica haciendo un gesto con


su mano.

—Pero...no sé donde está ese salón, ¿tiene un mapa del


lugar?

Pone los ojos en blanco.

—Sígame.

Nos movemos por la enorme mansión, todavía estoy


intrigada por saber como es su famoso sótano.

De repente caigo en algo y palpo mis bolsillos en busca


de mi teléfono.

—¿Pasa algo?—pregunta viendo mi cara de histeria.

—Mi teléfono, necesito enviar un mensaje.

—No tenía el teléfono con usted ayer.

¿Estará en el coche?
—¿Puedo hacer una llamada?

—Por supuesto—tantea el bolsillo de sus pantalones y


desbloquea su teléfono—Aquí tiene.

Miro el teclado dubitativa.

—El otro día me dijo que había hablado con Devan, ¿por
casualidad conserva su número de teléfono?

—¿Es con él con quién quiere hablar?

Asiento.

—Hablé con Devan anoche, si es lo que le preocupa.

Mis cejas se alzan con asombro.

—¿Sabe que estoy aquí?

—Sí—entrecierra sus ojos con astucia—¿Estaba


escuchando mi conversación con Kaden?

Muerdo mi labio inferior mientras asiento.

—¿Por qué no me sorprende?

—Disculpe—digo casi de forma automática.


—No lo siente, no pida disculpas por cosas de las que no
se arrepiente, Srta. Collins.

Tiene razón, no lo siento, mi lado curioso practicamente


se regodea.

—¿Entonces él sabe que estoy aquí, que estoy bien?—le


pregunto.

—¿Lo está? No me lo parecía ayer.

Aprieto mis labios con fuerza.

—Estoy bien, ahora lo estoy, simplemente fue un


momento de estrés.

Encima de la mesa del salón parece haber un maldito


buffet, el Sr. Henderson separa una de las sillas de la
mesa y me hace un gesto con su cabeza para que me
siente.

Cuando lo hago me acerca a la mesa y se sienta a mi


lado.

—¿Un poco de zumo?—pregunta levantando una jarra


de cristal.

Asiento y dejo que me sirva un vaso.


—Hay varias cosas que me gustaría comentar con usted,
Srta. Collins.

—Soy toda oídos—contesto llevándome el vaso a los


labios.

—Voy a trasladar su caso a una persona de confianza.

—¿No lo llevará usted?—pregunto desconcertada.

—No.

—¿Por qué?

El Sr. Henderson suspira y se frota las sienes con sus


manos.

—Considero que he cruzado demasiadas líneas con


usted, temo no poder ser neutral y tomar decisiones de
forma objetiva.

—¿Es por mi culpa?—no puedo evitar preguntar.

Su boca se tuerce formando una mueca.

—No, Srta. Collins, debería haber actuado de forma


mucho más madura y no haberme dejado llevar por los
impulsos.

—¿Se arrepiente de haberse acostado conmigo?


La sola idea hiere mi orgullo.

—No, me arrepiento de no haber actuado con cordura y


ahora no ser capaz de defenderla en la corte. Trabajaré
junto a la persona que la defienda, lo asesoraré y
llevaremos la investigación y la recopilación de datos
juntos, pero él será quién la represente.

No sé como sentirme al respecto, una parte de mí quiere


que sea Andrew quien lleve el juicio, y otra entiende que
es demasiado complicado.

—¿Es bueno?

—No la podría dejar en mejores manos—asegura.

—De acuerdo.

—Después de lo que vi ayer...—me tenso esperando sus


siguientes palabras—Me gustaría que se planteara la
opción de realizar algún tipo de terapia.

Mi corazón martillea con más fuerza en mi pecho.

—No es necesario—contesto distraída mientras le doy


vueltas a un panecillo.

—Eso no fue lo que me pareció.


—Fue un momento de debilidad, ¿nunca ha tenido uno?

—Sí—admite—¿Y sabe como mejoré? Acudiendo a un


especialista.

—Ya he estado en terapias otras veces, Sr. Henderson, y


no sirven para nada.

—Una sesión, si cree que no podrá ayudarle no la


presionaré de nuevo.

—No creo que tenga tiempo...

—Estoy seguro de que puede encontrar un hueco de dos


horas en su semana, Srta. Collins.

—Pero...

—¿Puede dejar de poner excusas y aceptar mi


propuesta?

Devan también quería que fuera a uno, tal vez debería


hacerle caso a ambos.

—Lo probaré, una vez—acepto.

—La daré sus datos para que pueda ponerse en


contacto. Y con respecto al tema del alcohol...
—Pensaba que esta conversación iba a ser mucho más
interesante—lo interrumpo molesta.

—Que me vomitara ayer fue muy interesante—responde


sarcásticamente.

Mis mejillas se sonrojan al recordarlo, por lo menos no


llegue al estado de embriaguez de hablar en el idioma
inventado.

—Solo bebí un poco más de la cuenta, no es nada del


otro mundo, cada fin de semana miles de adolescentes
lo hacen.

—En primer lugar usted ya no es una adolescente, y en


segundo lugar sí es algo del otro mundo, condujo en
estado de embriaguez, ¿es consciente de lo que podría
haber pasado?

Me encojo en mi sitio, el Sr. Henderson sí que sabe dar


reprimendas.

Será un padre excelente.

—Lo sé, fue irresponsable por mi parte.

—Podría haberse lastimado, o haber hecho daño a


alguien más, ¿puede imaginar lo que es cargar con eso
toda su vida?
—No lo haré de nuevo.

—Espero que su promesa sea cierta.

¿Bueno y cuando viene la parte en la que la ropa sobra?

—Y por último...

—¿Hay algo más por lo que me tenga que reñir?—


replico.

Pone los ojos en blanco e ignora mi pregunta.

—¿Existe alguna posibilidad de que la otra víctima


denuncie?

Cuando pienso en Lex me tenso.

—No lo sé, pero aunque lo hiciera...

—¿Qué?

—Su historial médico no le daría credibilidad.

—¿Por qué no?

—No puedo hablar de ella, Sr. Henderson, se lo prometí.

—Solo quiero ayudarla, quiero ayudarlas a ambas.


—Lo sé, pero no puedo hacerle esto.

—Intenté hablar con ella de nuevo.

—No es tan fácil...

—No he dicho que lo sea.

***

Cuando los días continuan pasando y con ellos sigue sin


venir mi periodo empiezo a preocuparme de nuevo.

—¿Qué pasa, Ángel?

—Nada...

—Ese nada parece algo—murmura terminando de hacer


su sandwich.

—Es que...tengo un retraso.

—¿A dónde?—pregunta dandole un bocado a su comida,


cuando se da cuenta de mis palabras escupe lo que
acaba de meterse en la boca y tose—¿No has tenido tu
período este mes?

Sacudo la cabeza.
—Hace unos días me hice un test y salió negativo, pero
sigue sin venirme...

—¿Sabes que existen los falsos negativos, verdad?

—¿Qué?

—La hormona que se detecta en los tests puede no


aparecer y la mujer estar embarazada igualmente. Tarda
unos días en detectarse, lo mejor es realizar el test
durante la primera micción del día, que es cuando la
orina está más concentrada.

—¿Estás insinuando qué...?

—Vamos al hospital, te haremos una analítica de sangre


para asegurarnos.

Y los nervios vienen de nuevo.

—No te preocupes Juls, la pastilla del día de después


puede retrasar tu período. Coge lo que necesites,
podemos acercarnos ahora y así sales de dudas.

Nos subimos a coche y al cabo de poco tiempo ya


estamos en el hospital, nada más entrar Devan habla
con la chica del mostrador, cuando termina me hace un
gesto con su cabeza para indicarme que lo siga.
Caminamos por un largo pasillo y cuando llegamos a la
puerta de "solo personal" me dice que espere fuera un
momento.

Mordisqueo mis uñas con nerviosismo mientras lo


espero, me fijo en cualquier detalle de mi alrededor para
intentar mantener mi mente ocupada.

Las puertas se abren y Devan aparece con un papel en la


mano, pasa su brazo por la parte baja de mi espalda y
me conduce hasta el otro extremo del pasillo.

—Te haré yo mismo la extracción, pero necesitaba la


petición médica—me explica.

—¿Esto se puede hacer? ¿No te meterás en ningún lío,


no?

—No, le he enviado un mensaje a la supervisora, todo


bien.

Las luces del despacho parpadean hasta quedar


completamente encendidas, coge un taburete giratorio
con ruedas y lo acerca para que me siente.

—Sube la manga de tu blusa, Ángel—me pide mientras


busca en los armarios diferentes cosas.
La manga es estrecha, por lo que no puede subirla por
del codo. Desabrocho los botones delanteros y saco el
brazo, quedando medio desnuda.

Devan coloca todo en una bandeja plateada y coge otra


silla acercándose a mí.

Se pone los guantes y echa un poco de alcohol en un


algodón antes de pasarlo por mi brazo.

Coloca una tira elástica por encima de mi codo y me


indica que cierre el puño.

—Si no te gustan las agujas te recomiendo que mires a


otro lado, Ángel—me aconseja mientras palpa con la
yema de sus dedos las venas de mi brazo.

Giro la cabeza y me fijo en uno de los pósters que hay


colgados en la pared.

—Vale, uno, dos y tres...—dice antes de clavar la aguja en


mi brazo, el dolor punzante dura una milésima de
segundo—Ya puedes abrir el puño.

Deslizo mis ojos unos segundos al botecito pequeño que


se va llenando de mi sangre, la sensación me resulta
demasiado desagradable y vuelvo a apartar la vista.
Devan deja caer su mano libre en mi rodilla y la acaricia
para tranquilizarme.

—En un rato tendrán los resultados, no te preocupes.

—Pero...¿y si es positivo? Apenas soy capaz de cuidar de


mi misma, no me imagino haciéndolo con otra pequeña
vida.

Su mirada me transmite calidez y comprensión.

—Tenerlo no es la única opción, Julliet, podrías abortar, o


tenerlo y darlo en adopción...

—Eso sueno tan...no sé...¿egoísta?

—No lo es, egoísta sería tenerlo sabiendo que eres


incapaz de proporcionarle todo lo que necesita—dice
mientras inclina su cabeza a un lado.

Recuerdo la historia que me contó Devan sobre su


familia, él no ha crecido con sus padres alrededor, ¿lo
dirá desde su propia experiencia?

Quita la aguja y tapa con un algodón la zona mientras


me dice que presione.

—De todas formas lo mejor será que vayas planteándote


las opciones a medida que sepas los resultados, no sirve
de nada que te agobies ahora con las posibilidades—
murmura mientras coloca unas pegatinas sobre los
botecitos que ha llenado.

—Si fuera tan fácil...mis pensamientos trabajan en mi


contra, no puedo controlarlos.

—Buscaremos alguna forma de distracción entonces,


voy a llevar esto un momento al laboratorio, en cinco
minutos estoy aquí, puedes recolocar tu ropa.

—Gracias Devan, no sé que haría sin ti.

Me guiña un ojo y sale de la habitación.

Continuo presionando el algodón hasta que la zona de


punción deja de sangrar, paso la mano por la blusa de
nuevo y abrocho los botones.

Me pongo de pie y camino por la consulta, hay varios


trípticos informativos sobre la mesa, uno de ellos habla
sobre el embarazo.

Mis manos tiemblan mientras lo sostengo, le echo una


ojeada por encima y siento el peso del mundo sobre mis
hombros.

No puedo estar embarazada, no puedo.


Dejo de nuevo el tríptico y me paso las manos por el
pelo.

No quiero tener un hijo ahora, no estoy preparada, mi


vida es una maldito caos, no puedo...

—¿Nos vamos, Ángel?—pregunta Devan abriendo


nuevamente la puerta.

Asiento y lo sigo, cuando subimos a su coche pasa una


mano por mi cabeza, despeinándome.

—¿Sabes qué? Esta tarde haremos algo de repostería,


eso sube el animo a cualquiera.

—¿No viene Sam esta noche?

—No, se ha ido unas semanas a Argentina, su padre está


bastante grave.

—¿Se está muriendo?—pregunto.

Devan asiente y hago una mueca.

Pobre Sam.

Nos quedamos en silencio durante el trayecto hasta el


super, al ser un miércoles por la tarde no está nada
abarrotado y podemos caminar libremente por los
pasillos.

—¿Pastel de chocolate?—me pregunta Devan levantando


varias tabletas de chocolate con sus manos.

Asiento y las tira dentro de la cesta.

—¿Sabes que el chocolate es un afrodisíaco, Ángel?

—Entonces no deberías tomar—le digo con burla.

—¿Por qué no?

—Tu libido ya suele estar por las nubes sin ningún tipo
de aliciente.

—Vivir contigo es un aliciente, ¿cómo pretendes que no


tenga el libido alto?

Sonrío y sacudo la cabeza.

—Una pregunta...¿como tendré los resultados?

—Se cuelgan de forma automática en tu portal de salud.

—¿Y cuando estarán?

Se encoge de hombros.

—En un par de horas, supongo.


Cuando terminamos de seleccionar todos los productos
pagamos y volvemos a su apartamento.

—¿Has cocinado algún pastel algún vez?

Sacudo la cabeza.

—Bien, me alegra ser tu primero entonces—dice con


tono coqueto—Saca el molde que hay en armario de la
izquierda.

Me giro y me pongo de puntillas para intentar alcanzar el


molde, pero está demasiado alto.

—Sino llegas avísame, Ángel—murmura Devan


colocándose detrás de mí, su cuerpo se pega contra el
mío mientras se estira para cogerlo.

—¿Estas coqueteándome?—le pregunto cuando noto su


nariz en la curvatura de mi cuello.

—Siempre, ya lo sabes—contesta antes de plantar un


dulce beso en la piel expuesta de mi hombro.

Tan pronto como lo hace se separa, dejándome


ligeramente confundida.

—Bien, separa las yemas y las claras, batiremos las


claras aparte.
Cojo los huevos que hay sobre la encimera e intento
acatar su orden sin fracasar en el intento.

—Tienes que dar un golpe firme, sino tienes más


posibilidades de que caigan cascaras, mira, así—me
explica enseñándome como hacerlo.

Devan modo cocinero es equivalente a que se derrita mi


ropa interior.

Mi mente empieza a fantasear imaginándolo únicamente


vestido con un delantal.

Sexy.

—¿Estás prestando atención?

—¿Eh? Sí, sí, golpear firmemente.

—Bien, prueba de nuevo—me indica.

Queda más satisfecho con el resultado esta vez.

Se mueve de un lado a otro mezclando y batiendo


ingredientes, mantiene el ceño fruncido por la
concentración.

—Pensaba que esto terminaría en una pelea de harina,


como en las películas—le digo mientras me siento
encima del taburete.
Devan se ríe.

—¿Eso querías?

—No lo sé, la limpieza posterior me resulta muy poco


atractiva.

—Siempre podemos jugar con el chocolate fundido—


comenta mientras coloca la masa dentro del molde.

—Eso ensucia más.

—No si cae sobre tu cuerpo...y lo limpio con mi boca.

Mis ojos se abren con asombro, visualiza gráficamente


esa imagen en mi cabeza y el calor se extiende por mi
cuerpo.

El sonido de mi teléfono interrumpe la situación, bajo la


vista a la pequeña pantalla y miro el mensaje que he
recibido.

Puede acceder a los resultados de la última prueba


realizada desde su Portal de salud.

Ya están los resultados.

58. Be Honest
"Be honest (be honest)
You want this (you want this)
But I can be heartless
Regardless of my conscience"

Positivo o negativo, esas son mis opciones.

Cualquiera de esas dos palabras tiene un enorme


significado ahora mismo.

La adrenalina se dispara por mi cuerpo mientras


introduzco mi clave de acceso, el circulito de carga se
burla de mí tardando una eternidad.

—¿Son los resultados?—pregunta Devan mirando por


encima.

Asiento enérgicamente.

—¿Y bien...?

—No lo sé, se queda cargando todo el tiempo y no abre


el PDF—resoplo mientras doy golpecitos con mi uña a la
pantalla.

—Tal vez es tu conexión, Ángel.

Recargo la página de forma compulsiva, cada que


selecciono el icono de visualización se queda colgado.
—¡¿Es una broma?!—pregunto en voz alta exasperada,
tengo ganas de lanzar el móvil contra la pared.

—Espera, probemos desde el mío—dice Devan mientras


saca de su bolsillo trasero su móvil y me lo extiende.

Lo cojo con desesperación e introduzco mi usuario,


cuando voy hacía el documento sucede lo mismo que
con mi teléfono, se queda eternamente cargando sin
llegar a abrir el archivo.

—¡¿Por qué no te abres?!—le exclamo frustrada al


pequeño dispositivo.

—Dede de tratarse de algún error informático, déjame


llamar a uno de mis contactos del laboratorio.

Le devuelvo su teléfono y busca en su agenda el número,


cuando se lleva el móvil a la oreja mordisqueo mis uñas
con ansiedad.

—¿Te lo dirán? ¿No se supone que la ley de protección


de datos...?

Se encoge de hombros.

—Hola, Mark—saluda alegremente Devan desde el otro


lado de la línea—Sí, ya hemos visto que se ha colgado el
documento pero mi amiga no puede abrirlo.
Permanezco callada mientras escucho atentamente.

—¿Puede decirte de una vez si es positivo o negativo?—


le pregunto en voz baja, siento que si no lo sé ya voy a
acabar desmayándome.

—¿Cuál es el resultado?—le pregunta Devan.

Intento agudizar mi oreja para ver si puedo escuchar lo


que le responden.

Necesito saberlo.

Necesito saberlo más que respirar ahora mismo.

—¿Lo subís de nuevo, entonces?

Acribillo con mis ojos a Devan, en busca de una


respuesta, sin embargo su rostro permanece impasible.

—Bien, muchas gracias, Mark. Nos vemos esta noche.

—¿Y bien?—le pregunto colocando mis brazos alrededor


de sus hombros.

—Es negativa, te volverán a subir el archivo para que


esta vez si puedas visualizarlo.

—¿Es negativa? ¿Negativa negativa?


—Negativa negativa—responde con una sonrisa.

Mi cuerpo entra en un estado profundo de relajación.

—Creo que necesito sentarme—murmuro caminando


hasta el sofá, me desplomo en el y cierro los ojos.

—¿Estás bien?—pregunta Devan apartando los


mechones que cubren mi cara.

—Mejor que nunca.

—Voy a colocar la masa del pastel en el horno, ahora


vengo.

Estiro mis brazos y fijo mi mirada en mis manos,


necesito una buena sesión de manicura después de
haber acabado con mis uñas por el estrés.

Devan vuelve de nuevo, levanta mis piernas para poder


sentarse en el sofá y las coloca de nuevo dejándolas
sobre su regazo.

—¿Cuando irás a la sesión de psicoterapia?—me


pregunta mientras dibuja figuras aleatorias en mi muslo.

—Mañana, antes de mi clase con de defensa personal.

Asiente con aprobación.


—¿Entonces es hoy cuando tienes reunión con el Sr.
Henderson?

—Sí, conoceré a mi nuevo abogado.

Devan suspira como si estuviera en un trance de


ensoñación.

—Apuesto a que está buenísimo, la gente que estudia


Derecho es como que tiene un extra de sensualidad.

Hago una mueca pensando en Nathan.

—Hay excepciones, te lo aseguro.

—Bueno, de todas formas no es como te lo puedas tirar


tampoco, a no ser que quieras tener que volver a
cambiar de abogado—dice con una sonrisa traviesa.

—No pensaba hacerlo—respondo rodando mis ojos.

—Ajáaa.

—Lo digo enserio—farfullo mientras lo golpeo con el


cojín.

Levanta sus manos en son de paz.

—Tranquila, si no te juzgo, si estuviera en tu lugar haría


lo mismo, a poder ser con ambos al mismo tiempo.
—Ni siquiera sabes como luce.

—Eso lo podemos solucionar rápido, ¿sabes su nombre?

Resoplo.

—No, creo que el Sr. Henderson me mandó un mensaje


con sus datos, pero no...

—Búscalo, ahora tengo curiosidad por saber como es.

Le sigo el juego y busco el correo entre mi bandeja de


entrada.

—Su nombre es... Jared Dylan Evans.

—Hoy en día todo el mundo tiene Instagram,


confirmemos mi teoría.

Su ceño se frunce mientras se concentra en la pantalla


de su móvil, su boca se abre ampliamente y me
incorporo con curiosidad para ver que está mirando.

—Este hombre no puede ser real—murmura todavía


boquiabierto.

Miro su pantalla y me fijo en la foto que tiene


seleccionada, en ella sale un chico que debe rondar la
edad de Kaden, tiene unos ojos verdes increíbles y el
pelo marrón cobrizo.

—Creo que me he enamorado—dice Devan, parece estar


babeando por él, y tiene toda la razón del mundo para
hacerlo.

Me río y niego la cabeza.

—¿Crees que cometer algún crimen para contratarlo


como abogado es muy loco?

—¡Devan!—le riño en broma mientras empujo su pecho.

—¿Qué? ¿Lo estás viendo? Es más guapo que Kaden


incluso.

—No es más guapo que Kaden.

Devan levanta las cejas y una sonrisa perversa cubre sus


labios.

—¿No lo es?—me provoca.

—Bueno, no sé, no importa—digo encogiéndome de


hombros.

—¿Cuando admitirás que te mueres por Kaden, Ángel?

—¿Qué? No, yo no...


—Yaaaa

—Eres odioso a veces—le digo levantándome para


escapar de esta conversación.

—No puedes huir de la verdad—se burla.

Voy hasta la cocina y busco una botella de agua en la


nevera, cuando la cierro me sobresalto al ver que Devan
está detrás de ella.

¿Es un ninja este hombre o qué?

—¿Lo has visto estos días?—pregunta.

—¿A quién?—le digo aunque ya sé de quién habla.

—A Kaden, por supuesto, el martes cuando lo llamé para


saber si estabas con él sonaba muy preocupado.

—¿A donde quieres llegar, Devan?

—Me siento un poco Celestina con vosotros dos, no


entiendo porque no estáis juntos.

Levanto mis dedos numerando las razones.

—Porqué conozco muy pocas cosas de él, varias


personas, entre ellas él incluido, me han advertido sobre
que no me encapriche con él, sus cambios de humor me
vuelven loca, me ha estado ocultando cosas
importantes...

—Bueno, visto así parece que simplemente necesitáis


una buena charla y ya está.

—Las cosas no son tan simples.

—No, porque os esforzáis en complicarlas.

—¿Pero tú de qué lado estás?—refunfuño poniendo mis


brazos en jarra.

—Del tuyo, por supuesto—dice asistiendo—Y del de


Kaden—carraspea por lo bajo.

Pongo los ojos en blanco.

—Vamos, tienes que entender mi entusiasmo, Kaden


nunca va detrás de nadie, esto debe ser un
acontecimiento único en la vida.

—Él no va detrás de mí.

—¿Cuanto tiempo hace que no realizas una revisión de


tu vista?

—¿Podemos dejar de hablar de esto?

—No, me hace gracia ver tus reacciones.


—Pues yo prefiero ver lo que eres capaz de hacer con el
chocolate.

¿Estoy hablando a través de ti?

Sus ojos se amplían.

—Vale, eso me interesa más—dice.

—Era broma—digo respirando un poco más acelerada.

Da un paso y me enjaula contra la encimera.

—No se bromea con el sexo, Ángel, es un tema sagrado.

—Dudo que Dios apruebe tus prácticas—me río.

Mis ojos se cierran de forma automática cuando entierra


su cara en mi cuello.

—¿Entonces estabas bromeando? Llevamos muchos días


sin hacerlo, Ángel.

Sí, y se sienten como años.

Necesito salir ya de mi periodo de abstinencia.

Un gemido se escapa de mi garganta cuando sus labios


succionan con fuerza el punto que se encuentra bajo mi
oreja.
—Eso no me suena a broma—siento su sonrisa contra
mi piel—¿Me dejas probar el chocolate en tu piel?
Apuesto a que resulta mucho más dulce—su tono
seductor me seduce.

Asiento con decisión, se aparta y veo reflejado en sus


ojos su deseo por mí.

Pasa sus manos por mi espalda lentamente hasta llegar


a mi trasero, lo empuja presionándome contra su cuerpo
y me derrito un poco más.

—Te he echado de menos—murmura acariciándome


bajo mi ropa, enrollando la tela de mi blusa—
Desabróchatela.

Mis dedos se mueven de forma automática hacía los


botones, desabrochándolos uno a uno bajo su atenta
mirada.

Mi cuerpo ruega por su atención, estoy en modo


automático disfrutando de la excitación del momento.

—Esto también lo quiero fuera—dice deslizando uno de


los tirantes de mi sujetador.

Mis manos encuentran el cierre y lo abro dejándolo caer


al suelo.
Se agacha y me coge por los muslos, dejándome sobre la
encimera.

—Espera...igualdad de condiciones—exijo tirando de su


camiseta.

Devan sonríe y se deshace de ella, paso mis manos por


sus abdominales y lamo mis labios, enrosco mis piernas
en su cintura y lo tiro junto a mi para besarlo.

Amo la sensación de su torso desnudo contra el mío.

Su lengua acaricia la mía provocando otro gemido por mi


parte, es un maldito buen besador el demonio coqueto.

La dureza de sus pantalones cada vez es más notable,


me muevo contra él, desesperada por sentirlo.

Rompe el beso para buscar el cuenco con chocolate,


abre uno de los cajones y saca una cuchara, la sumerge
en el recipiente cogiendo un poco. Acerca la cuchara a
mi cara y abro la boca, cuando la introduce pruebo el
chocolate fundido.

—¿Está bueno?

Asiento mientras observo como coge un poco más de


chocolate.
—Creo que está mucho mejor aquí—frota la cuchara
contra uno de mis pezones y seguidamente se inclina
para recogerlo con su boca.

Jadeo y mis dedos se agarran con fuerza al borde de la


encimera. Su lengua hace maravillas alrededor de mi
pecho y parece que no puedo obtener suficiente de ello.

Mi ropa interior debe encontrarse en llamas ahora


mismo.

—¿Debería probar si sabe diferente en el otro?—


pregunta pellizcando mi otro pezón con sus dedos.

Muerdo mi labio ocultando una sonrisa y asiento.

Repite la misma acción con mi otro pecho y me pregunto


si es capaz de hacerme llegar simplemente así.

Continua dejando pequeñas cantidades de chocolate


para a continuación llevárselas con su boca. Cuando se
incorpora deja el cuenco a un lado y pasa su mano por
mi nuca, sus manos se enroscan en mi pelo y me besa.

Su lengua sabe a chocolate y me entretengo en


saborearla hasta que desaparece el sabor.
—¿Sabes en que otro lugar me gustaría probar el
chocolate, Ángel?—pregunta con ese tono grave de
deseo.

Mis labios se secan y tengo que humedecerlos con mi


lengua.

—No—respondo.

Devan sonríe.

—Creo que sí lo sabes.

Sacudo la cabeza.

—No es justo, yo también quiero probar el chocolate en


ti.

Sus ojos brillan con ligera perversión, coloca la palma de


su mano hacía arriba para que la tome y baje de la
encimera.

—Vamos a continuar esto en la habitación, entonces.

Sus dedos se enroscan junto a los míos, y con su mano


libre coge el cuenco y la cuchara, me guía a través del
salón hacía su habitación.
Cuando entramos deja el cuenco en la mesita y se
deshace de la ropa que le queda, imito su gesto y admiro
su desnudez antes de sentir mi espalda rebotando
contra su cama.

Su erección se alza firme, rogando por atención, muevo


la mano por la mesita y cogo el cuenco.

—Es mi turno—le digo.

Cojo una pequeña cantidad de chocolate y la esparzo


alrededor de su tronco.

Fondue de Devan, exquisito.

Devan me mira con atención mientras me inclino y lo


introduzco en mi boca, mi lengua lo rodea llevándose el
chocolate que he colocado. La mezcla de su salinidad
con la dulzura del chocolate me encanta.

Sus ojos se entrecierran y su respiración se vuelve más


pesada.

—Joder, Ángel...

Succiono con fuerza y siento como se endurece cada vez


más en mi boca.
—Ahora cada vez que coma chocolate pensaré en ti—
ronroneo al separarme mientras lamo mis labios.

—Vale, ahora no podré ver el chocolate sin tener una


erección—murmura cerrando sus ojos.

Extiendo un poco más de chocolate y lo lamo como si se


tratara de un helado.

—Creo que es mi turno—protesta en un jadeo.

—No he acabado todavía.

Sus ojos relucen con perversión.

—Podemos hacerlo de forma simultánea—propone.

Me arrebata la cuchara y se acerca hasta mi intimidad


con ella, la restriega contra mi centro enviando
escalofríos placenteros por mi columna.

Se recuesta en la cama y me mira.

—Dame lo que quiero, Ángel—demanda deseoso.

Me muevo con cautela para no manchar nada y me


coloco sobre su cara, cuando se lengua me atrapa siento
como tira de mi con sus labios y mis caderas se mueven
con mente propia.
Sus manos se enroscan al rededor de mis muslos, mis
ojos se quedan en blanco a causa del placer que me está
proporcionando.

Sacudo la cabeza, intentando centrarme,  me inclino


sobre su cuerpo para introducir su erección en mi boca
de nuevo.

Es difícil realizarle el oral, me distrae continuamente con


su habilidosa técnica.

—Necesito estar dentro de ti, Ángel—murmura


separándose.

Muevo mis piernas y él se incorpora, estira la mano


buscando un preservativo en su mesita, rompe el
aluminio y rueda el condón por su dureza.

Paso una pierna por regazo y me siento sobre él, mi


mano busca su erección y lo introduzco lentamente en
mi interior, cuando lo tengo profundamente enterrado
ambos suspiramos.

Me impulso lentamente hacía arriba y vuelvo a caer


sobre él, sus manos se clavan en mi cintura siguiendo
cada uno de mis movimientos.

Se incorpora levemente e introduce uno de mis pechos


en su boca, la fricción constante de mi clítoris sumada a
la sensación de sus labios sobre mis pezones me llevan a
una espiral de deseo.

Mis piernas se tensan cuando siento ese agradable tirón


bajo mi vientre, acaricio su cabeza antes de enroscar mis
manos en su pelo y me dejo llevar a su alrededor.

Devan me voltea y me coloca sobre mis rodillas, sus


labios acarician mi nuca, planta besos sutiles a lo largo
de mi columna, erizando mi piel.

Me empuja ligeramente hacía adelante y me toma desde


atrás, mis manos forman puños alrededor de las
sábanas.

Necesitaba esto.

Me da igual si soy una ninfómana, esto es todo lo que


necesito.

Sus manos agarran con firmeza mi cintura mientras


bombea en mi interior.

—Quiero que acabes conmigo esta vez Ángel, acaríciate.

Sus palabras me enloquecen, muevo la mano hasta ese


pequeño botón placentero y realizo círculos a su
alrededor.
Mis gemidos son cada vez más audibles a medida que
me acerco a mi segundo clímax.

—¿Estás cerca, verdad?—pregunta embistiendo con más


fuerza.

—Sí—digo en un gemido.

Continua deslizándose en mi interior con más


profundidad y rapidez, mi corazón late desbocado
cuanto más cerca estoy.

Los dedos de mis pies se curvan y me tenso antes de


deshacerme de nuevo, Devan termina prácticamente de
forma simultánea.

Cuando sale de mi interior aparta el pelo de mi nuca y


planta un dulce beso allí.

—¿Ducha?—me pregunta.

—Sí, por favor—contesto, ambos estamos pegajosos y


sudorosos.

Después de una rápida ducha Devan y yo nos


separamos, él tiene que ir a trabajar y yo ya llego diez
minutos tarde a mi reunión con el Sr. Henderson.
No es que esté sumamente preocupada, la agradable
actividad física con Devan me ha puesto de muy buen
humor y no hay nada que pueda estropearlo ahora.

Dave me abre la puerta y me lleva hacía el despacho del


Sr. Henderson, allí se encuentra junto al Sr. Evans.

—Julliet, te presento al Sr. Evans, trabajó conmigo dos


años en el bufete de abogados, se graduó con honores
en una prestigiosa universidad del estado.

En persona es igual de atractivo que en las fotos, es decir


atractivo, muy atractivo.

¿Por qué conocen a gente tan atractivas estas personas?


¿Solo se mueven en círculos de guapos o qué?

Jared extiende su mano y la tomo, apretándola.

—Encantada—murmuro ligeramente fascinada.

Él asiente educadamente en mi dirección.

—Estará presente en algunas de nuestras reuniones,


pero no en todas, Jared trabaja en más casos de forma
simultánea.

—De acuerdo.
—El Sr. Henderson me ha puesto al tanto de la situación
actual y he leído todos los informes de las reuniones que
han tenido.

¿Habrá escuchado las grabaciones también?

El Sr. Evans se mantiene profesional todo el tiempo,


dirige gran parte de la reunión mientras el Sr. Henderson
va tomando anotaciones.

Su teléfono suena cuando estamos terminando y baja la


mirada hacía él con preocupación.

—Les pido disculpas, se trata de mi esposa—se excusa


levantándose de la silla y desapareciendo por la puerta.

Casado, comprensible.

Me pregunto quién será la afortunada.

—¿Le gusta?—me pregunta el Sr. Henderson.

—¿Qué?

—¿Si le gusta el Sr. Evans? ¿Le parece una buena opción


como abogado?

Ahhhh

—Sí, parece muy implicado.


—Es un hombre con buenos valores.

—¿Lo conoce bien?

—Lo suficiente para confiar en él.

—Eso es todo lo que necesito entonces.

—Parece de mejor humor hoy—me dice entrecerrando


sus ojos, me siento inspeccionada por su mirada.

Eso es gracias al demonio coqueto.

—Lo estoy.

Además de la noticia de que no se está cociendo ningún


bollo en mi horno.

Horno...

¡Mierda!

¡¿Se estará quemando el departamento de Devan?!

No recuerdo en ningún momento que hayamos apagado


el horno.

Salto de mi silla y busco el teléfono con desesperación.

Yo: ¿HAS APAGADO EL HORNO?

Devan: Lo he programado para que se apagara


automáticamente, ¿por qué? ¿todo bien?
Suspiro aliviada.

Yo: Sí, sí, no he dicho nada. ¡Que tengas una buena


noche!

Devan: Igualmente 😈

—¿Sucede algo?—pregunta el Sr. Henderson con el ceño


fruncido.

—No, no, todo en orden—le aseguro.

Jared abre la puerta y camina hacía nosotros.

—Discúlpenme, tengo a la niña con fiebre y he de


marcharme ya—comunica.

¿También es padre?

Adorable.

—No hay problema, espero que se recupere pronto—


murmuro.

—Gracias, Srta. Collins. Nos vemos la próxima semana—


se voltea hacía el Sr. Henderson—Hablamos mañana,
Andrew.

—No te preocupes, encárgate de tu familia primero.


—Gracias, nos vemos pronto.

El Sr. Evans se esfuma rapidamente dejándonos solos al


Sr. Henderson y a mí.

—¿Puedo hacerle una pregunta, Sr. Henderson?—le digo


mientras observo como recoge los informes del caso.

—Ya me la está haciendo.

Pongo mis ojos en blanco.

—¿Puedo hacerle dos preguntas más?

Observo como esconde una sonrisa, lo que derrite un


poco mi corazón.

—Claro, otra cosa es que quiera darle una respuesta.

—¿Por qué se ha tomado un mes de excedencia en la


universidad?

—Pensaba que ya se lo imaginaba.

Parpadeo expectante.

—Quiero estar cien por cien concentrado en el caso,


Srta. Collins.

Mi boca se abre con asombro.


—Pero...pero eso es

—Es lo que debo hacer, no suelo llevar muchos casos al


año, cuando lo hago me gusta estar centrado.

—Pero no es...¿excesivo?

Esta vez sonríe, mostrando sus perfectos dientes.

—Es necesario, requiere mucho tiempo prepararse bien,


y dando clases es algo de lo que no dispongo.

—Ni siquiera me ha dejado pagarle por sus servicios... y


ahora prescinde del sueldo de un mes.

Pone los ojos en blanco.

—Esto no se trata de dinero, Srta. Collins—mira el reloj


de su muñeca y después me mira a mí—Tengo que
encargarme de unas cosas del club. Nos vemos el
viernes.

—Muchas gracias, Sr. Henderson, hasta el viernes.

***

Cuando abro la puerta del departamento de Devan me


extraño de no encontrarla con la llave echada, mis
sistemas de alarma se activan cuando detecto la luz del
salón encendida y una figura masculina.

—¿Qué-qué haces aquí?—pregunto perpleja.


Kaden se pone rápidamente en pie y da un paso hacía
mí.

—El camarero me ha dicho que te esperara aquí, que


querías hablar conmigo.

Sacudo la cabeza.

—¿Como has entrado?

—Me ha dicho donde guarda la llave secreta.

—Devan no...

Kaden extiende su móvil, enseñándome los mensajes de


texto que ha intercambiado con Devan.

Busco mi teléfono y veo que tengo un mensaje suyo.

Devan: Podéis comeros el pastel, o entre vosotros 😏.

Maldita Celestina.

59. My Oasis
Oh , babe, I really need you
My feeling gettin' deeper
—Kaden yo no...—mi cerebro trabaja por intentar
manifestar en palabras lo que siento.
—¿No querías hablar conmigo? ¿Esto es algún tipo de
broma del camarero?—su ceño se frunce.

¿Porqué no puede llamarlo por su nombre ni una sola


vez?

—No, él solo...

—¿Qué?

—Él creo que deberíamos hablar, pero esto no es cosa


mía-digo saliendo de mis tacones.

—¿Porqué cree que deberíamos hablar? ¿Hablas de mí


con él?—su arrogancia me resulta odiosa a la vez que
atractiva.

Me encojo de hombros, incapaz de darle una respuesta


verbal.

—¿Así que, realmente, no quieres que esté aquí?—


pregunta.

Claro que sí que quiero, Papi Grey.

—No he dicho eso.

—Es lo que das a entender entre líneas.

—Kaden, ya sabes lo que pienso.


Cierra sus ojos unos segundos, cuando los abre parece
haber fuego en ellos.

—No sé por qué me sigo molestando contigo—masculla.

Una sonrisa sarcástica cubre mis labios.

—No confías en mí Kaden, y yo tampoco confío en ti, así


que ¿cuál sería el punto de todas formas?

Su boca forma una línea recta cuando aprieta sus labios.

—El punto es que no quiero estar lejos de ti, te necesito.

¿Quéeeeee?

Mis ojos se abren con asombro por su declaración.

—¿Por qué?—pregunto inconscientemente.

—Ojalá lo supiera, por que de ese modo intentaría


cortarlo de raíz. No me gusta pensar en ti
constantemente Julliet, no sé que has hecho con mi
mente pero no puedo sacarte de mi cabeza.

No puedo con esto, necesito ser más fuerte,


mantenerme al margen, pero si me dice estas cosas no
puedo hacerlo.
Cada vez que estoy a su lado es como si se batallara una
lucha interior.

—Con el tiempo se pasará—murmuro.

Se acerca, quedando a pocos centímetros de distancia.

—¿Lo hará? ¿El tiempo está funcionando para ti?

—Sí—miento.

—Eres incapaz de mirar a los ojos con firmeza cuando


mientes, nena—murmura alzando mi barbilla con sus
dedos.

Muerdo mi labio inferior y siento su pulgar acariciándolo.

—Solo yo, Julliet, solo yo.

Sacudo la cabeza para salir del trance en el que me tiene


y giro la cabeza.

—No puedes hacerme esto, Kaden.

—¿El qué?—la inocencia de su voz es totalmente fingida.

—Confundirme.

—No estoy haciendo nada-se excusa.


Me cruzo de brazos.

—¿No? ¿Y lo de venir dos semanas seguidas por un baile


privado?

—Ya sabes que me gusta verte bailar, no puedo evitarlo.

—Puedes ver el número general, no es necesario que


tires el dinero en un reservado.

—No es tirar el dinero, es invertirlo de la mejor forma


posible.

Pongo los ojos en blanco.

—¿Qué estamos haciendo, Kaden? ¿Por qué siento que


estamos todo el tiempo teniendo este tipo de
conversación?

Parece que estoy en un eterno déjà vu.

—Porque es lo que hacemos.

—Creo que he intentado ser muy clara las últimas veces


que nos hemos visto.

—Puede, pero ¿sabes cuál es el problema?

Sacudo la cabeza.
—Que no te creo.

—Tal vez es lo que prefieres pensar.

Sus labios se curvan, mostrando una perfecta sonrisa.

—Conozco tu cuerpo mejor que nadie, Juls. Sé lo que


provoco en el.

Aprieto mis piernas, ignorando el calor que siento en el


centro de ellas.

Estira su mano y aparta un mechón de mi pelo,


colocándolo detrás de mi oreja.

—Puedes estar con otros, con otras, lo que sea...pero


apuesto que nadie te hace sentir como yo.

Trago con fuerza.

Te compro esa labia, Papi Grey.

—Pareces muy seguro de ti mismo—murmuro.

—¿Quieres saber porqué lo sé?

Lo miro, expectante por su respuesta.

Inclina su cabeza, dejando sus labios a la altura de mi


oreja.
—Porque nadie más es capaz de proporcionarme el
mismo placer que tú me das. Me has hecho ser adicto a
ti, nena, y ahora no puedo simplemente dejarte ir.

Mi aliento se queda atascado en mi garganta.

Es tan seductor, tan tentador, no sé como resistirme.

Sus dientes muerden suavemente mi lóbulo, tirando de


el, mis ojos se cierran disfrutando de la sensación.

—Admítelo—demanda continuando por la curva de mi


cuello.

Mi cabeza se nubla por completo, me convierte en


alguien incapaz de formular un solo hilo de pensamiento
coherente.

—Dilo, Juls.

—Nadie puede hacerme sentir del mismo modo—


susurro de forma automática, como si estuviera bajo su
hechizo.

Y tiene razón, desde que empecé a explotar mi


sexualidad todas las personas con las que he estado me
han llevado al cielo del placer, sin embargo, cuando
estoy con Kaden todo es más intenso.
—Espera—le digo cuando noto su mano desabrochando
el botón de mis pantalones.

—¿Qué?

Aprovecho que se separa unos centímetros para dar un


paso hacía atrás.

—No podemos volver a esto.

Ya, cállate, déjame disfrutar.

—Lo estás deseando.

—¿Y luego qué? Estoy cansada, Kaden.

Me mira como si no entendiera a que me refiero.

—¿Luego qué, de qué, Juls?—pregunta en un suspiro.

—No quiero dramas, ni juegos, ni historias.

—No sé a que te refieres—dice entrecerrado sus ojos.

—Sí que lo sabes.

—No, no lo sé.
—Kaden...

—Ilumíname.

—¿Jenn en la fiesta? ¿Y luego en Mala? ¿Eran simples


casualidades?

—¿Jenn?—pregunta con confusión

Resoplo con indignación.

—Vamos, Kaden, no me salgas con eso ahora.

Empiezo a caminar hacía la cocina dando zancadas, abro


la puerta del horno y saco el sabroso pastel de
chocolate.

—No sabía su nombre—dice Kaden entrando en la


cocina.

Corto un pequeño trozo y lo llevo a mi boca. Está


delicioso. Devan sabe trabajar el chocolate de todas las
formas posibles.

Oh, sí...

Meto mi dedo en mi boca para limpiar los restos de


migas de chocolate que se han quedado impregnados
en el.
—¿Así que ni siquiera sabes el nombre de alguien que te
llevas a la cama?—le pregunto.

—Sé su nickname, la conocí en un página de relatos.

Mi frente se arruga, ¿de qué está hablando?

—¿Qué?

—¿Estás celosa de ella, Julliet?-la sonrisa de sus labios


me cabrea.

Yo sí, pero solo de que los orgasmos se los haya llevado ella
y no yo.

—No, claro que no—enfatizo sacudiendo mi cabeza—


Solo, no quiero que la utilices.

—¿Y si ella quisiera ser utilizada? Ya sabes, sexo sin


ningún tipo de compromiso, como hacías conmigo...

—Entonces está bien, pero no parecía el caso.

—¿Sabes porque llevé a esa chica a Mala? Porqué escribe


relatos eróticos, quería inspiración y un conocimiento
más amplio del mundo Swinger.

—¿Escribe relatos?
—Así es como la conocí—explica acercándose
lentamente a mí.

—¿Tú también escribes?

—No, solo leo algunos a veces, es una buena forma de


excitarse, ¿no crees?

—No sé, no he leído ese tipo de lecturas...—murmuro


con repentina intriga.

—Te pierdes un gran mundo-contesta con sencillez.

—De todas formas...eso de hacerme creer que no


repetías con nadie, los bailes, no sé, Kaden, me da la
sensación de que solo juegas conmigo.

—¿Quién dice que he vuelto a acostarme con esa chica?

Parpadeo, pensando en su pregunta.

—La besaste en la fiesta de Halloween.

—Ahora mismo suenas bastante celosa.

Quiero borrarle esa sonrisa arrogante de la cara.

—No es por eso—gruño—Es porque me mientes, me


mientes todo el tiempo o me ocultas información.
—No te mentí, no me acuesto con ninguna chica más de
una vez, Julliet, tú eres mi única excepción.

Es preocupante que eso me parezca en cierto modo


romántico.

Lo es.

—Y con respecto a lo de la información...respondo a


todas tus entrometidas preguntas, solo hay una cosa de
la que no me gusta hablar, ya lo sabes—continua.

—No me dijiste lo del accidente de mis padres.

—Porque no me correspondía a mí decírtelo, y en todo


caso, la única que miente aquí eres tú. Me dijiste que no
te follarías de nuevo a Andrew.

Paso las manos por mi pelo con frustración.

—¿Vamos a tener esta discusión de nuevo?—le pregunto


exasperada.

—¿Por qué él?

—No puedo evitarlo, ¿vale?—estallo— Me gusta, no


puedes elegir quién te atrae y quién no. ¿Por qué te
molesta tanto?
Aprieta los labios con fuerza.

¿Traumas de la infancia, celos, le gusta Andrew y lo quiere


para él?

—Hay miles de personas en esta ciudad, ¿y tú tienes que


follarte a mi hermanastro, Julliet?

—No quiero seguir con esta conversación, no llegaremos


a ninguna parte.

—¿Entonces cuando no quieres hablar de algo tenemos


que dejar de hablarlo y ya está? ¿Así cómo quieres que
confiemos el uno en el otro?

—Tú haces lo mismo, cada vez que he intentado hablar


de Bon—cuando veo su puño cerrado con fuerza me
callo de golpe.

—Será mejor que me largue—masculla.

Cuando observo su espalda desapareciendo por la


puerta no puedo evitar decir lo que digo a continuación:

—¿Cuando pensabas decirme que has estado en la


cárcel?

Kaden se congela en el lugar, muerdo mi lengua


arrepintiéndome al momento, el tiempo se detiene y en
esos momentos deseo ser capaz de controlarlo, volver
atrás y cerrar la boca.

Se voltea lentamente, la expresión de sus rostro es


indescifrable.

—¿Por qué tendría que hablarte de ello?

Lo acaba de afirmar.

Mi corazón empieza a bombear con más fuerza.

—¿No crees que es algo importante? ¿Qué debería


saberlo?

Da un paso hacía mí e instintivamente yo doy un paso


atrás.

—¿Ahora me tienes miedo?—pregunta inclinando


levemente la cabeza hacía un lado.

Trago con fuerza mientras sacudo la cabeza.

—¿Entonces porque me rehuyes?—da otro paso hacía


mí.

—¿Porqué fuiste a prisión, Kaden?

Una sonrisa macabra cubre sus labios, y esta vez sí


empiezo a temerle un poco.
—¿No crees que se condena a gente inocente muchas
veces?

—¿Fue tu caso?

Se encoge de hombros, sin darme una respuesta clara.

—¿Por qué no me lo habías dicho antes?—le presiono.

Extiende su mano en el aire, haciendo como si me


saludara.

—Soy Kaden Kane, he estado seis meses en prisión,


encantado—dice con dramatismo—¿Conoces a alguien
que se presente así?—resopla.

—No digo que te presentes de ese modo, pero hemos


pasado mucho tiempo juntos después, en algún
momento...

—¿En qué momento? ¿Mientras follábamos?

—También hemos hablado muchas veces, yo te expliqué


algunas cosas.

—Porque yo te preguntaba, nunca lo has hecho por ti


misma. Además, lo insinué una vez.
Intento recordar en que momento puede haber dicho
algo semejante, pero soy incapaz de pensar en uno.

—¿Cuando?

—El día que te "secuestré"—enfatiza levantando sus


dedos—Te dije que no me importaba una condena más.

Mi boca se abre ligeramente.

—¡Pensaba que estabas bromeando! ¡No se pueden


decir esas cosas tan a la ligera si son ciertas!—me
excuso.

—¿Por qué no? ¿Quién lo dice?

—Kaden, la prisión es un tema serio.

—No he dicho lo contrario.

Me exaspera, hablar con él es como toparse contra la


misma pared una y otra vez.

—¿Por qué te condenaron?—pregunto con valentía.

Mantiene su mirada clavada en la mía, la tensión del


momento crece a nuestro al rededor.

—¿De verdad quieres saberlo?


¿Quiero saberlo? ¿Cambiará mi forma de ver a Kaden?

Vacilo unos segundos y asiento.

Kaden abre la boca, dispuesto a hablar, pero su móvil


nos interrumpe. Baja la mirada y hace un mueca cuando
ve la pantalla de su teléfono.

—Me tengo que ir—murmura introduciendo su teléfono


nuevamente en su bolsillo trasero.

—Pero...

—Es importante, hablamos otro día, si quieres seguir


sabiéndolo.

—Kaden

—Buenas noches, Julliet.

Deja la pequeña llave del apartamento de Devan sobre


la encimera y se marcha dejándome totalmente
confundida.

***

Esta mañana he salido a correr.

Blake me asegura que la rapidez siempre puede ser uno


de mis mayores aliados en el momento de huir, por lo
tanto, estoy intentando seguir su consejo para mejorar
mi resistencia.

Cuando llego de nuevo al piso de Devan estoy


fantaseando con la ducha fría que muero por darme.

Mi teléfono vibra indicándome que tengo un nuevo


mensaje, llevo varios días hablando con la Sra. Coleman
sobre Lex, todavía no podemos visitarla y la información
únicamente se la dan a ella.

Echo de menos a Lexie, siento la necesidad de estar a su


lado, y saber que no puedo me genera un conflicto
interno.

Mientras el agua se desliza por mi cuerpo mi mente


baraja los diferentes motivos por los cuales Kaden puede
haber estado en prisión.

Ninguno de ellos me gustan, ¿insinuó que era inocente?

El Sr. Henderson y Sean me han advertido sobre Kaden


en más de una ocasión, sin embargo, no concibo que
Kaden haya hecho algo tan malo, después de todo
Andrew y él siguen manteniendo algún tipo de relación,
y dudo que Andrew esté del lado de alguien culpable.

Escucho como la puerta se abre, Devan debe de haber


llegado ya a casa.
Cierro el grifo y me envuelvo en la toalla, he olvidado las
zapatillas por lo que voy dejando gotitas de agua allá
donde voy.

Abro la puerta de la habitación de Devan y lo encuentro


allí desvistiéndose, mis pies resbalan por culpa del agua
y caigo de culo en un ruido sordo.

Devan se mueve automáticamente hasta mi lado para


extenderme la mano.

—Para ser una excelente bailarina eres bastante patosa,


Ángel.

—Buenos días a ti también—contesto poniendo los ojos


en blanco.

—Buenas noches para mí, estoy muerto después del


turno de anoche. ¿Comerás aquí hoy? Quiero todos los
detalles de como fue ayer con ya sabes quién—mueve
las cejas de forma sugerente.

—No, me quedaré en la universidad, y con respecto a lo


de ayer no puedo creer que me preparas una encerrona
—suspiro.

—Una encerrona sexual, deberías estar


agradeciéndomelo—comenta dejándose caer sobre la
cama.
—No vuelvas a hacerlo! —le digo dejando caer la toalla.

Devan se incorpora sobre sus codos.

—¿Cómo?

—Si quiero hablar con Kaden lo haré yo misma.

—Pero quieres y no lo haces.

—No todo es tan simple, Devan.

—Creí que solo ayudaba...

—Agradezco tu intención, pero no lo vuelvas a hacer, por


favor.

Se frente se arruga, su boca queda ligeramente curvada


hacía abajo.

—Disculpa, no quería molestarte—dice con honestidad.

Me sabe mal que se sienta culpable, solo quiero dejarle


claro que no me ha gustado su idea pero no quiero que
se sienta mal por ello.

—No pasa nada, pero en el futuro agradeceré no tener


una de tus "encerronas sexuales"—comento mientras
deslizo la ropa interior por mi cuerpo.
—¿Y si son conmigo?—pregunta ahora cambiando de
tono.

Una sonrisa se desliza por mis labios.

—Eso es diferente.

Devan salta de la cama y se pega a mi espalda, noto su


aliento mi nuca.

—Estás irresistible—murmura haciendo que mi piel se


erice.

—Tengo que ir a clase-advierto adivinando sus


intenciones.

—Podemos ser rápidos.

—¿No estabas tan cansado?

—Nunca lo suficiente para estar contigo—dice sellando


sus labios en mi piel.

***

Taylor no ha ido esta mañana a la universidad, y yo he


llegado una hora tarde por lo que ambas estaremos sin
apuntes de primera hora.
A ratos reflexiono porque sigo haciendo esto, ni siquiera
me veo como abogada en un futuro, echo tanto de
menos bailar, ahora que he vuelto a bailar en Mala tengo
mono todo el tiempo.

—¿Y viste la parte en la que...?

—Es una autentica zorra.

Los murmullos de mi alrededor no dejan que me olvide


ni un minuto de los dichosos vídeos, cuando volteo mi
cabeza hasta el sitio de donde provienen se callan de
golpe.

Empiezo a estar muy cansada de los chismes, me


pregunto cuanto tiempo durará esto.

Cuando estoy yendo hacía abajo del anfiteatro una


mano toca mi espalda.

—Julliet, hola, ¿sabes algo de Taylor?—me pregunta


Nathan, el casi novio, o tal vez novio de Taylor.

—No, no sabía que hoy no vendría, no me ha dicho


nada.

—Es que no responde a mi mensajes desde anoche y


estoy un poco preocupado de no verla hoy.
—Qué raro—digo sacando mi teléfono y escribiéndole
un mensaje—Tal vez se encuentre mal o algo,
seguramente estará en la residencia.

—Me pasaré a ver, muchas gracias-me dice con una


sonrisa cortés.

Voy hasta la cafetería y como algo ligero mientras tengo


los auriculares puestos, Taylor me ha hecho una Playlist
para que "me ponga al día", todavía no supera que no
conociera a Shawn Mendes.

Aprovecho para avanzar un trabajo al mismo tiempo que


como, desde que empezó el semestre me da la
sensación de que siempre tenemos algún trabajo
pendiente.

Tengo cita en media hora con el psicólogo que me ha


recomendado el Sr. Henderson, por el nombre que tiene
deduzco que o es italiano o tiene raíces italianas.

Cuando llego al complejo me atiende él personalmente.

—Sr. Martinelli—digo estrechando su mano.

—Puede llamarme Luca, Srta. Collins—dice manteniendo


su mirada clavada a la mía.

—Entonces llámame Julliet.


—Está bien, Julliet.

Tiene un acento ligeramente marcado, cuando


pronuncia mi nombre parece que diga Julliette en su
lugar.

Hace un gesto con su mano para que tome asiento, ya


estoy aborrecida antes de empezar, pero por lo menos
me recrearé la vista este rato con el sexy italiano.

—Cuéntame Julliet, ¿por qué estás aquí?—pregunta


mientras se sienta enfrente de mí.

Frunzo el ceño, pensando en su pregunta.

—Algunas personas de mi entorno creen que debería


hacer terapia.

—¿Y tú no lo crees?

Me encojo de hombro.

—No te ofendas Luca, pero no tengo mucha fe en esto,


he hecho terapia en dos ocasiones, y sigo igual.

—Como dice el famoso refrán, a la tercera va la vencida,


¿no?

Recuesto mi espalda contra la silla.


—Me temo que no soy tan optimista.

—¿Entonces por qué ha aceptado acudir a esta cita?

—Para decir que por lo menos lo he intentado.

Luca sonríe, y debo admitir que esa es una bonita


sonrisa, con hoyuelos y todo.

—Espero poder hacerte cambiar de opinión.

60. I Did Something Bad


"They say I did something bad
Then why's it feel so good?"
Puede que haya estado equivocada.

Sin duda el italiano sabe que decir.

La forma en que me mira, su tono de voz, la delicadeza y


astucia a la hora de formularme preguntas consiguen
que me abra a él de un modo sorprendente.
En nuestra primera sesión ya ha obtenido más
información que lo que consiguieron mis otro terapeutas
con decenas de sesiones.

Tal vez el vaso de agua que he bebido al principio tenía


suero de la verdad.

O simplemente es bueno en lo que hace, me pregunto si


también será bueno en...

Sht.

Luca consigue que le diga cosas que nunca me he


atrevido a decir en voz alta.

Cuando el tiempo termina me siento ligeramente vacía,


en un buen sentido, como si hubiera liberado una gran
parte de carga emocional.

—Antes de que te vayas... —empieza a decir.

—¿Sí?

—Quiero que vuelvas a tomarte la medicación, Julliet.

Me tenso.

En ningún momento le he dicho que hace meses que no


la tomo, ni si quiera que la tengo recetada.
—¿Cómo...?

—He consultado tu historial psiquiátrico, tu doctor te


recetó antidepresivos. No los estás tomando, ¿verdad?—
ajusta sus gafas.

Aprieto mis labios con fuerza, ya no me cae tan bien el


italiano.

—Hasta aquí íbamos bien, Luca.

—Julliet...

—Que tengas una buena tarde—le digo antes de huir


despavorida.

Era demasiado bonito para ser verdad, nunca encontré


un terapeuta que no me haga sentir incómoda o
presionada.

Escucho como me llama una vez más pero no me volteo


a mirarlo.

No pienso volver a tomarme esa mierda.

Hasta ahora he podido ocultárselo perfectamente a mi


psiquiatra, no sé cómo puede haberlo descubierto Luca
en tan solo una sesión.
Miro mi teléfono antes de arrancar y observo que no
tengo mensajes nuevos.

No se nada de Lexie, Taylor sigue sin responder y Kaden


no da señales de vida.

Me da la sensación de que tenemos la conversación


pendiente, sin embargo no quiero ir tras él.

¿A dónde se iría con tanta prisa anoche?¿Qué podía ser


tan importante?

Guardo el teléfono y conduzco hasta el gimnasio, cojo la


bolsa con ropa deportiva y voy hasta los vestuarios.

Tras cambiarme me acerco hasta la sala y observo desde


fuera, normalmente no llego tan pronto, pero tampoco
me daba tiempo de volver al departamento de Devan y
luego volver hasta aquí.

Blake está instruyendo a un hombre esta vez, lo cual me


sorprende, hasta ahora sólo había visto mujeres por
aquí.

Cuando el tipo que está peleando contra Blake queda de


lado mis ojos se abren por el reconocimiento.

Es mi nuevo abogado, el Sr. Evans.


Verlos ahí juntos es casi una fantasía.

Me apoyo contra el marco de la puerta y los miro con


sumo interés.

Jared no lo hace nada mal, más bien parece que no le


hace falta aprender nada.

—Empiezo a pensar que tu mujer es mejor pateando mi


trasero que tú—le provoca Blake.

Jared no se enfada, ni se ofende, simplemente sonríe y


esquiva uno de los golpes de Blake.

—Ella es mejor en todo—dice sonando completamente


enamorado.

Me gustaría tener algo así algún día. No ahora, no me


siento preparada para todo lo que conlleva una
relación...pero en un futuro quiero estar tan enamorada
con lo está Jared de su esposa.

Blake se agacha librándose de uno de los golpes de Jared


y aprovecha el movimiento para desestabilizarlo y tirarlo
al suelo.

—Te estás haciendo viejo—dice Blake con burla, parece


haber mucha complicidad entre ambos.
Cuando Blake extiende su mano para ayudar a ponerse
en pie a Jared, este aprovecha para tumbarlo y lo
inmoviliza boca abajo.

—Nunca te fíes—le dice Jared sonriente.

—Me pregunto quién te habrá dado tal sabio consejo—


murmura Blake desde el suelo.

Parece haber cierta complicidad entre ellos, como si se


conocieran desde hace tiempo.

Jared se aleja y se agacha para recoger su toalla del


suelo, cuando alza la cabeza su mirada se encuentra con
la mía.

—¿Srta. Collins?—pregunta ligeramente asombrado.

Doy un paso hacía adentro y sonrío educadamente.

—Buenas tardes, Sr. Evans. ¿Se encuentra mejor su hija?

Asiente, todavía parece un poco perplejo por


encontrarme allí.

—Me alegro por ello—le digo.

Blake llega hacía nosotros y nos mira ligeramente


intrigados.
—¿Lista para empezar? Podemos realizar la clase antes
hoy si quieres—me dice Blake.

—Eso sería estupendo.

—Nos vemos la próxima semana—se despide Jared de


Blake—Lo mismo le digo a usted, Srta. Collins—mueve la
cabeza en mi dirección.

Asiento y observo como se marcha dejándonos solos a


Blake a y mí.

—A correr—me ordena.

Empezamos a trotar al rededor del perímetro de la sala,


él reduce el tiro para ir a mi velocidad, le dirijo miradas
de soslayo todo el tiempo.

Cuando llevamos un rato siento todos los músculos


calientes, el sudor rueda por mi frente y necesito vaciar
mi botella de agua.

—¿Por qué sigues insistiendo en que corra?—protesto


mientras cojo mi botella.

—La huída es la mejor defensa, siempre—contesta con


sencillez.

Evito poner mis ojos en blanco.


—Pero todavía no soy buena con el cuerpo a cuerpo...

Creo vislumbrar un ligero brillo de diversión en los ojos


de Blake.

—No puedes pretender aprenderlo todo en tan poco


tiempo.

—¿Y no deberíamos trabajar más ese aspecto?

—Hoy haremos media clase de resistencia y media de


cuerpo a cuerpo, ¿te parece bien?

Me limito a encogerme de hombros, odio correr, pero


tampoco es que pueda llevarle la contraria.

Nos ponemos de nuevo correr por la amplia sala.

—¿Cuanto tiempo eres capaz de aguantar corriendo?—


pregunto al cabo de unos minutos, ni una gota de sudor
recorre su frente. Parece que ni siquiera conlleva un
mínimo esfuerzo esto para él.

—Nunca lo he calculado.

—¿Que tienes entrenamiento militar o qué?

Una sonrisa se desliza por sus labios y me paro de golpe,


cada vez tengo más curiosidad.
—¿Enserio? ¿Y qué haces aquí?—le interrogo.

—Demasiadas preguntas Collins, a correr, vamos.

Mi labios se tuercen hacía abajo con fastidio y le hago


caso.

***

El viernes Taylor aparece por clase.

—¿Donde has estado?—le pregunto nada más se sienta


a mi lado.

Ella me devuelve la mirada, confundida.

—No lo sé.

Mi ceño se frunce.

—¿Cómo que no lo sabes?

Ella aprieta sus labios con fuerza y mira hacía adelante.

—No recuerdo nada de ayer.

Me giro por completo hacía Taylor.

—¿Qué estás diciendo?


—No sé que ha pasado, esta mañana estaba en mi
residencia y he visto los mensajes, no entiendo nada—
suspira pasándose las manos por su rizada melena.

—¿Cómo...?¿Cómo es posible?¿Qué es lo último que


recuerdas?

—A Nathan dejándome en la puerta de la residencia—


suspira.

—¿Y no subiste?¿Jenn que dice?

—Jenn no estaba en la habitación esta mañana, pero


también tenía un mensaje suyo en mi teléfono.

—Tayor...

—Mira, no sé que ha pasado, pero estoy bien, da igual—


sacude la cabeza.

Es todo tan extraño. ¿Como no puede importarle?

Nathan viene hasta nuestro lado y empieza a hablar


Taylor, intento no prestarles atención pero no puedo
evitar escuchar como Taylor le miente diciendo que ha
estado en casa de sus padres por un asunto familiar y
dejó el teléfono.

¿Por qué le ha mentido?


Antes de que suene el timbre ella se levanta con rapidez
y se escabulle del aula.

Me quedo confusa en mi lugar, no entiendo nada de lo


que está pasando y no sé que hacer.

Cuando salgo observo que Taylor no está en la biblioteca


ni en la cafetería, como sola en una de las mesas
alejadas mientras intento contactar con el centro
psiquiátrico en el que Lex está ingresada.

Es una estupidez, porque sé que igualmente no van a


darme ningún tipo de información, de todas formas
decido intentarlo.

La persona que contesta al otro lado de la línea se


muestra distante y antipática, efectivamente no logro
sonsacarle nada.

La idea de intentar colarme resulta tentadora, pero solo


de pensar en poner un pie allí la piel se me eriza.

Tengo una reunión con el Sr. Henderson en menos de


media hora, por lo que apresuro mi paso hasta mi coche,
antes de llegar vislumbro desde la distancia la pintura
que cubre el lateral.

Zorra.
Qué originales.

Me pregunto cuantas veces tendrá que sufrir mi pobre


coche insultos.

Miro a mi alrededor varias personas miran con


curiosidad, levanto mi dedo del medio y lo dedico al
público en general.

Subo al coche dando un fuerte portazo y salgo de allí.

Paseo por toda la ciudad mi coche con el llamativo


mensaje en el lateral, cuando llego hasta la increíble
mansión del Sr. Henderson es cuando siento un poco de
vergüenza.

No quiero que lo vea, sin embargo es difícil de ocultar,


aunque con suerte no saldrá a recibirme.

Aparco en una zona diferente para intentar que no se


vea tanto el coche, cruzo el césped con rapidez, lo cual
no es una buena decisión porque los aspersores
comienzan a bañarme por completo.

Cierro los ojos y salto fuera del césped, el pelo mojado se


pega a mi cuello, la ropa ha quedado empanada en
cuestión de segundos.

Arrugo la parte inferior de mi blusa y escurro el agua.


Sería mejor dar la vuelta y marcharme de allí.

¿Por qué siempre me tienen que pasar estas cosas?

¿Qué le he hecho yo al universo para que me castigue de


este modo?

El Sr. Henderson está en la puerta con los brazos


cruzados, su mirada me recorre de arriba a abajo.

—¿Qué estaba haciendo?—pregunta frunciendo los


labios.

—Es que hoy todavía no me había regado—contesto con


sarcasmo.

Andrew sacude la cabeza y se hace a un lado.

—Le traeré algo de ropa seca—murmura


desapareciendo escaleras arriba.

Me quedo balanceando mi peso de un pie a otro, miro


mi alrededor, el cuadro que vi la última vez ya no está.

Me pregunto por qué lo habrá quitado.

Los pasos de Andrew resuenan, aparece con una toalla


doblada y ropa.

—Puede cambiarse en el baño—indica.


Es como si estuviera viviendo el dejavú tras caerme a su
piscina.

—¿Secarás mi ropa de nuevo?—pregunto mordiendo mi


labio inferior.

Sus ojos parecen hipnotizados en mi boca unos


segundos, aclara su garganta y sacude la cabeza.

—La estaré esperando en el despacho, puede dejar su


ropa mojada en el baño, le diré a uno de mis
trabajadores que se encargue de ella.

Hago una mueca, decepcionada, y voy hasta al baño.

La ropa mojada se resiste a salir de mi cuerpo,


sobretodo los tejanos. Cuando me seco paso la ropa del
Sr. Henderson por mi cuerpo, su olor provoca algo en
mí.

Dejo todo doblado encima del mueble y salgo hasta su


despacho. Abro la puerta y lo observo allí tecleando algo
en su ordenador.

No es justo que luzca tan caliente, produce estragos en


mi mente.

—Tome asiento—señala sin apartar la vista de la


pantalla.
Mírame sexy profesorcito

Muevo la silla de forma sonora y me siento justo


enfrente.

—Tengo información sobre la dirección IP desde la que


se subieron los vídeos—me comenta.

Mis manos aprietan con fuerza el filo de su escritorio.

—¿Y bien?

—Está es la dirección a la que está asociada—mueve un


papel y lo deja delante mío.

Bajo la mirada y le leo, parpadeo y vuelvo a leerlo.

No es posible.

—No puede ser, esta dirección...

—Es de su casa, lo sé.

—Pero yo no, no entiendo como...

—A la hora que se subieron los vídeos usted estaba aquí,


conmigo.

Paso la mano por mi pelo con desesperación.


—Por un lado tiene varios testigos, y la cámara de
seguridad captó que usted estuvo aquí, así que no
tendrá problemas respecto a la denuncia que formuló su
ex-prometido. Por ese lado puede estar tranquila.

—Ha sido él, seguro que tiene llaves el maldito hijo de...

—Si pudiéramos probarlo sería algo más que testificar


en su contra.

—No veo como.

—No se preocupe, ya pensaré en algo.

Empieza su interrogatorio habitual de preguntas, como


siempre exige respuestas muy rigurosas por mi parte, no
hay un solo detalle que permita que se me escape.

Cuando terminamos mi cabeza se siente lista para


estallar, mentalmente me tiene exhausta.

Se pone en pie e imito su gesto.

—Seguramente su ropa estará lista—comenta—Iré a por


ella.

—Puedo ir con usted—me ofrezco.


No oculto mi necesidad por él, ahora mismo es tan
intensa que siento que puedo ahogarme en ella.

Deseo, deseo, deseo.

Es como existiera una explosión de feromonas sexuales


a nuestro alrededor.

—No es necesario.

—¿Tiene miedo de que baje hasta allí con usted?—lo


provoco.

Sus labios se aprietan con fuerza.

—No—responde.

—Después de usted entonces—digo moviendo mi mano.

Farfulla algo incomprensible por lo bajo y sonrío.

Camina intentando mantener la mayor distancia


conmigo posible, por lo que practicante parece que
estemos haciendo una carrera hacía su lavandería.

Abre la puerta y los recuerdos invaden mis sentidos.

Mis pezones se tensan contra su camisa, cuando se


voltea su mirada se desliza hasta ellos y me siento
victoriosa.
—¿Rememorando algo?—le pregunto.

—A veces me gustaría amordazarla—tan rápido como


dice eso sacude la cabeza, como si no creyera lo que
acaba de decir.

—Creo que eso también me gustaría—digo tragando con


fuerza.

Se frota las sienes y suspira, camina hasta la secadora y


se inclina para sacar la ropa.

Las vistas de su culo bien formado me tienen practicante


babeando.

Me acerco a su lado y cuando se voltea estamos


separados por pocos centímetros.

—¿Qué está haciendo, Srta. Collins?

—Ya lo sabes.

Dejo de tutearlo, sé que eso lo vuelve loco.

—No puede repetirse lo que sea que esté pensando.

—Pero...

—No hay peros que valgan, Srta. Collins. Ya le he dicho


muchas veces lo inapropiado que es, ¿le tengo que
recordar nuevamente que es mi alumna y además
trabaja para mí?

Muerdo mi labio.

—Pero durante un mes no seré su alumna, ya no soy su


cliente y tampoco es mi jefe. Me contrato la Sra. Myers.

En sus ojos puedo ver como vacila, se lo está pensando.

—No, Srta. Collins.

—¿Por qué no? Lo quieres tanto como yo—lo tiento.

—Parece determinada a acabar con mi autocontrol.

Sonrío seductoramente.

—Tu autocontrol quedó fuera de aquel ascensor—


murmuro deslizando mi mano por sus duros músculos
de su torso.

Su mano se cierra con fuerza alrededor de mi muñeca,


deteniéndome.

—Esto está mal—masculla.

—¿Entonces por qué se siente tan bien?


Parece que ambos hemos dejados de respirar,
esperando pacientemente el próximo movimiento del
otro.

—Deje de tentarme.

—Deja de controlarte—susurro poniéndome de puntillas


para buscar sus labios con los míos.

61. Midnight sky


"Fire in my lungs, can't bite the devil on my tongue"

El contacto de su boca junto a la mía es fugaz, apenas


perceptible, pero el simple roce provoca una llamarada
que me recorre de arriba a abajo.

No logro entender el deseo desmesurado que siento por


él, sin duda es un hombre muy atractivo, pero es algo
más.

Sus manos se colocan de forma amable pero firme en


mis hombros.
—Su terquedad puede llegar a ser irritante o admirable
—susurra junto a mi boca.

—Prefiero quedarme con admirable—sonrío mostrando


mis dientes.

El Sr. Henderson se aparta y niega con la cabeza.

—¿Entonces no vas a enseñarme tu sótano?—pregunto


jugando con el borde de la camisa que llevo puesta.

Me mira con una expresión indescifrable.

—¿Qué espera lograr con eso?—dice apoyando su


espalda en la pared y cruzando sus brazos.

Buena pregunta.

Ni yo lo sé.

No me siento atraída por el mundo BDSM, sin embargo,


después de verlo en acción no he podido parar de
pensar en ello.

O soñar con ello.

Maldito subconsciente tomando acción de mis sueños.

Holi.
—Ya sabes que mi curiosidad no tiene límites.

—Sin embargo no está hecha para ese mundo.

Su afirmación me cabrea.

¿Qué sabrá él? ¿Ahora es adivino?

—¿Y en qué te basas para afirmarlo?

Una sonrisa condescendiente cubre sus labios.

—En que temblaba mientras flagelaba a aquella mujer


en Mala, le asusta, y no tiene material para ser sumisa,
está claro que ese mundo le queda grande, Srta. Collins.

Mi frente se arruga y mi  boca se curva, formando una


mueca.

—Me estoy empezando a cansar de que asumas cosas


por mí.

—Siempre lo hago basándome en los hechos.

Ugh, ¿no puede parar de sonar como un abogado ni un


solo minuto?

—Pues te equivocas, pero bueno, siempre puedo


encontrar a alguien más que me enseñe un poco de este
mundo.
—Seguro que puede—dice asintiendo firmemente.

¿Y no lo importa?

Yo quiero que sea él, no otra persona.

Grey supremo te elijo a ti.

Doy una zancada y cojo la ropa seca que ha dejado sobre


la secadora, empiezo a quitarme su ropa como si
quemara.

Se aclara la garganta y me giro para mirarle.

—¿Algún problema?—bufo.

—¿No puede hacer eso en la intimidad?

Resoplo.

—Por favor, no es nada que no hayas visto o tocado ya.

—Me pregunto donde quedó la chica tímida que se


avergonzaba por tener que cambiarse en un vestuario
mixto.

Pongo los ojos en blanco.


—Empezó a trabajar en Mala—contesto acercándome
para que tenga una buena imagen de todo lo que se está
perdiendo.

No aparta la mirada de mis ojos, pero observo como su


nuez de adán se mueve al tragar con dureza.

—Vístase—ordena con ese tono autoritario que hace


volar mi cabeza.

—¿O qué?—le reto.

Su mano derecha empieza a temblar levemente y mi


sonrisa se ensancha.

La situación tiene mi libido por las nubes, sobretodo


cuando me doy cuenta que empieza a marcarse la parte
delantera de su pantalón.

—Me pregunto que es lo que pasa por esa cabeza


testaruda tuya.

Casi lo tengo donde quiero, ya ni recuerda mantener la


distancia a la hora de hablarme de usted.

—Podría mostrártelo.

—Julliet...
Mi nombre en sus labios suena tan sensual, podría
grabarlo y escucharlo una y otra vez.

—Enséñame que es lo que te gusta, Andrew. Llévame al


sótano.

—No puedo—murmura.

—¿No quieres?

—No puedo—repite.

—¿Por qué? Solo este mes, mientras no sea tu alumna—


le tiento.

Suelta un largo suspiro.

—No es tan simple.

—Hazlo simple.

—No...

—¿Me deseas?—pregunto pasando mis dedos por la


parte inferior de su espalda.

La respuesta es más que obvia para ambos, aún así


quiero escucharlo.
—¿Quieres esto?—digo deslizando mis dedos hasta la
parte delantera, cuando encuentro el botón de su
pantalón cierra los ojos.

Me encanta sentirme de este modo, es adictivo.

—Dímelo—susurro mientras mi mano se desliza por el


interior de su ropa interior.

—Joder, sí.

Contengo una sonrisa cuando lo escucho maldecir,


envuelvo mi mano alrededor de su longitud y empiezo a
moverla, Andrew sigue con los ojos cerrados.

Con la otra mano tiro de su ropa y se la bajo, me


arrodillo delante de él levantando la mirada.

—Abre los ojos, Andrew.

Cuando nuestros ojos conectan saco la lengua y lamo su


punta, no deja de asombrarme lo grande que es.

El deseo en su mirada provoca calor por todo mi cuerpo.

Me separo unos centímetros y humedezco mis labios


con mi lengua, sus puños se cierran con fuerza y lo miro
con condescendencia.
—¿Qué quieres que haga?—pregunto.

Su respiración parece ligeramente alterada, al igual que


la mía.

Deslizo mi mano una y otra vez, notando como se


endurece bajo mi tacto. Hago un ademan de acercarla a
mi boca y me retiro.

—Ordénamelo—le pido.

—Métela en tu boca—exige con este tono autoritario


que quería escuchar.

Abro la boca y la introduzco lentamente, cuando la


siento contra la parte posterior de mi garganta intento
contener la arcada que intenta impedir que me ahogue.

—Succiona—dice agarrando con firmeza la parte


posterior de mi cabeza, enredando sus dedos en mi
pelo.

Hago caso de sus indicaciones y amo cada segundo de


ello.

Es sucio, morboso y brusco. No hay nada más que placer


al realizar un acto tan carnal y primitivo.
Pese a ser yo la que está hincando las rodillas en el suelo
me siento poderosa.

Cuando llevo un rato mi boca empieza a doler,


mantenerla abierta de ese modo resulta agotador, la
saco y observo como un hilo de saliva conecta entre
nosotros, lo limpio con el dorso de mi mano sintiendo
cero pudor.

—¿Dónde quieres terminar, Andrew?

—Siéntate sobre la secadora.

Acato su petición y con agilidad me subo encima del


electrodoméstico.

—Abre las piernas.

Su mano continua el trabajo que estaba haciendo


mientras me observa, deslizo primero una pierna y luego
la otra, quedando abierta por completo ante él.

—Quiero que acabes conmigo, Julliet. Tócate.

Muerdo mi labio inferior mientras pongo mi dedo índice


sobre mi clítoris, estoy tan húmeda que se desliza con
facilidad sobre el.
Mis caderas se mueven de forma automática, siento
como se va acumulando mi orgasmo lentamente en la
parte inferior de mi vientre.

En la sala solo se escucha nuestra respiración agitada.


No perdemos detalle de lo que está haciendo el otro.

Verlo autocomplaciéndose es tan erótico, las imágenes


se quedan grabadas en mi mente.

Material para la soledad.

Los dedos de mis pies se curvan hacía adentro, mis


piernas se tensan y una descargar me sacude mientras
observo como Andrew se deja llevar.

Su corrida mancha el suelo y parte de su mano.

Bajo de un salto de la secadora y voy hasta su lado, cojo


su mano colocándola delante de mi cara, saco la lengua
y la paso por su mano, saboreando parte su orgasmo.

Sus ojos se entrecierran mientras me mira.

—Solo este mes, Julliet. En cuanto vuelva a clase esto


tiene que terminar de raíz.

Asiento.
—Vístete y ven conmigo—ordena.

Me coloco la ropa con rapidez y lo sigo, debo admitir que


estoy bastante nerviosa. Caminamos por el largo pasillo
de fuera que conduce a unas escaleras que bajan otro
planta.

Cuando llegamos al último escalón observo la gran


puerta metálica, en mi cabeza lo imaginaba todo un
poco menos moderno.

Andrew coloca su dedo sobre un lector de huella y la


puerta se abre de forma automática.

—Para muchas personas no es un secreto mi estilo de


vida sexual, no es algo de lo que me avergüence.

Me quedo en el marco de la puerta vacilando sobre si


entrar o no.

—No vamos a hacer nada aquí dentro, Julliet, solo te


quiero enseñar donde quieres meterte—me dice
poniendo los ojos en blanco.

Parpadeo varias veces, asimilando todo lo que estoy


viendo.

La sala de la tortura.
O del placer.

—¿Nunca has hecho nada similar, verdad?

Niego con la cabeza.

—Supongo que tendrás muchas dudas.

Asiento.

—Debo reconocer que me gusta tu versión silenciosa—


dice con una sonrisa.

Normalmente intentaría replicarlo con algún comentario


sarcástico, sin embargo permanezco muda mirando los
extraños objetos y muebles de mi alrededor.

Algo llama mi atención y mis ojos se abren ampliamente.

—¿Eso es...?

—Una jaula, sí.

Mi boca se abre y se cierra repetidamente.

¿Para qué...?

Hay cosas que reconozco, pero casi todo resulta


desconcertante y nuevo.
Observo fijamente una rueda gigante anclada a la pared
que tiene agarres.

Grey supremo ha hecho una buena inversión en esta sala.

—¿Has usado todo esto?—pregunto.

—Sí. ¿Qué piensas?

—Yo...no estoy segura.

—La comunicación es esencial en este mundo, Julliet.

—Solo...necesito procesarlo.

Toda la valentía y curiosidad que sentía han quedado


reemplazados por miedo a lo desconocido.

¿Que sienten las personas al mantener este tipo de


relación sexual?

—¿Trabajas esta noche, verdad?

Asiento.

—Deberías ponerte en marcha sino quieres llegar tarde.

—¿Qué hora es?

—Las nueve y media.


¡¿Cómo?!

Tal vez hemos estado más tiempo del que pensaba en la


lavandería.

—Tengo que irme—murmuro con repentina


impaciencia.

—Te acompaño a la puerta.

Salimos de la sala y presiona un botón que cierra la


puerta, no sé que decirle, ni siquiera estoy segura de que
pensar.

—¿Por qué has dejado tu coche tan lejos?—pregunta


cuando abre la puerta exterior.

Oh, oh.

—No sé, estaría despistada—miento rascando mi nuca—


Esto...gracias por la sesión. Ya nos veremos.

—Julliet, espera.

Estira su mano tocando mi hombro para detenerme.

—No quiero que te sientas presionada a nada, tenlo


presente.

—Eh...está bien.
—Nos vemos más tarde.

***

—¿Noche de anonimato?—pregunto cubriendo parte de


mi cara con el antifaz.

—Exacto, hoy tanto clientes como trabajadores


permaneceremos en el anonimato—me dice Celeste
mientras ata su corpiño.

—¿Entonces tenemos que bailar con esto puesto?

—Sí—se limita a responder.

—Pensaba que la temática era exclusiva en la sala dos.

—Cada dos meses tenemos la noche del anonimato,


muchas parejas se animan a venir de este modo. Por
cierto, ¿irás la semana que viene a la acampada?

¿La acampada? ¿La misma acampada que me propuso


Kurt?

—¿Tu irás?

Una sonrisa se desliza por sus labios.

—Por supuesto.
—Yo...uhmm...todavía no lo he decidido, pensaba que
solo iban los camareros.

—La organizan ellos principalmente, pero puede ir


cualquier trabajador de Mala.

—¿Estáis listas?—pregunta la Sra. Myers entrando al


vestuario, sé que es ella por su tono de voz.

Asentimos y nos preparamos para salir fuera, todo el


mundo va con máscaras o antifaces, incluso las personas
de seguridad.

Antes de abrir la puerta a la sala tres siento unos brazos


alrededor de mi cintura.

—¿Ángel?—la voz de Devan en mi oído hace que me


estremezca.

Me giro y lo miro, su sonrisa vacilona es inconfundible.

—¿Como lo has sabido?

—Reconozco tu cuerpo a la perfección, me paso mucho


tiempo admirándolo—contesta encogiéndose de
hombros.

—Si sigues halagándome todo el tiempo terminaré con


un ego tan grande como el tuyo—resoplo.
—¿Y qué tiene eso de malo?

Me rio y sacudo la cabeza.

Celeste me llama la atención, en menos de cinco


minutos tenemos que salir todas para el número
principal.

—Tengo que irme.

—Lo sé—hace una mueca—Echo de menos tenerte por


aquí.

En estos momentos me parece tan tierno que siento el


impulso de abrazarlo.

—Mañana estaré aquí—le recuerdo.

Devan asiente.

—Venga, ve y disfruta seduciéndolos a todos con tus


movimientos—dice empujándome cariñosamente.

—¿Quedamos en la salida?

—Sí, que tengas una buena noche, Ángel.

—Igualmente, demonio.
Es extraño no poder identificar a nadie, aunque es cierto
que genera un ambiente mucho más morboso el no
saber a quién te estás dirigiendo.

Chris nos da pie a subir al escenario y seguimos nuestra


típica rutina, por suerte tengo bien atado el antifaz y en
ningún momento de mi número individual se cae.

Cuando termino estoy agotada, una de las bailarinas no


ha podido venir y he tenido que hacer más bailes.

Estoy bebiendo con desesperación una botella de agua


cuando Chris se acerca.

—Se que apenas has tenido tiempo para descansar pero


han reservado un privado para ti.

Los músculos de mi cuerpo protestan, sin embargo el


dinero extra que se consigue haciendo bailes privados es
demasiado bueno.

—Ahora mismo voy.

Hay mucha más personas en la sala tres hoy, por lo que


practicante tengo que ir esquivando a la gente.

Abro el reservado y cierro la puerta detrás de mí. El


cliente permanece ligaremne curvado con una copa en
sus manos.
Sé quién es nada más verlo.

—¿Por qué no contestas a mis mensajes? ¿Me tienes


bloqueado?—reprocha.

Enciendo el estéreo y evito poner los ojos en blanco.

—¿Por qué iba a bloquearte, Kaden?

—Eso me gustaría saber—dice llevándose la copa a los


labios.

Muevo mis caderas siguiendo el ritmo de la música.

—No tengo ningún mensaje tuyo, ni he ignorado nada—


le digo mientras mis rodillas tocan el suelo.

Paso las manos por mi muslo mientras subo lentamente


hacía arriba.

—No mientas, Julliet.

—No miento—le aseguro.

—¿Y esto?

Voltea la pantalla de su teléfono y me muestra nuestra


conversación, efectivamente hay varios menajes
enviados.
—Cambié de número a raíz de los vídeos, ese contacto
ya no existe—explico.

Se quita la mascara y observo su ceño fruncido.

—Pensaba que después de nuestra última conversación


no querías verme—suena completamente vulnerable,
algo que me deja bastante impresionada.

—Fuiste tú el que se marchó rápidamente, yo quería


hablar.

—Tenía algo importante.

Sus manos van automáticamente a mi cintura, como


hace siempre que me coloco sobre su regazo.

—No tienes que darme explicaciones.

—Suenas molesta.

—No me importa lo que hagas, Kaden.

En parte esa afirmación es una gran mentira, sin


embargo actuó bastante bien.

Sus dedos se hunden con fuerza.

—¿No te importa? ¿No te importo?—repite.


Niego la cabeza.

Mueve sus manos hacía arriba y cierro los ojos cuando


pasa por el contorno de mis pechos.

—Déjame verte—dice tirando del antifaz.

Cuando lo sube me siento más vulnerable, su mirada es


tan intensa que siento que está viendo el interior de mi
alma.

—¿No te importo, Julliet?

La canción ha terminado desde un par de minutos,


permanecemos mirándonos el uno al otro mientras
estamos en silencio.

No tengo claro que siento por este hombre, estoy tan


confundida que es como si mi cabeza fuera un hervidero
de pensamientos.

—Creo que te importo más de lo que te gustaría admitir


—murmura con seguridad.

—O eso es lo que quieres pensar.

Su pulgar acaricia mi mejilla, debería prohíbeselo y


llamarle la atención, pero sé que no servirá de nada.
Se inclina hacía mí, cuando siento su respiración en mi
cara debido a la cercanía dos golpes en la puerta nos
interrumpen.

—El tiempo ha acabado—digo saltando fuera de su


regazo.

—¿Podemos hablar a la salida?—me pregunta.

Asiento, porque siento que en parte debo escucharle.

—Nos vemos luego, nena.

Coloco nuevamente mi antifaz e intento calmar mis


pulsaciones.

—Tienes otro cliente—me dice Chris.

Paso las manos por mi falda abierta, alisándola.

—Puede pasar.

Chris se hace un lado y a los pocos segundos entra un


hombre, su cara va completamente cubierta por una
máscara, pero tiene un gran físico.

Chris nos cierra la puerta y pongo una canción.

—¿Listo para el baile?—pregunto de forma educada al


cliente.

—Lo estoy, cariño—responde la única persona capaz de


congelar mi sangre.
Nathan.

62. Dangerous Woman


"Something about, something about, something about
you
Makes me want to do things that I shouldn't"
La adrenalina se dispara por mi sistema, todas las alertas
se activan, lista para salir huyendo de ahí.

Sin embargo parece que alguien ha pegado mis pies al


suelo, no puedo mover ni un solo músculo de mi cuerpo.

—¿Cómo te va?—pregunta tranquilamente mientras le


da un sorbo a su bebida.

Necesito reaccionar, necesito reaccionar.

—Un gran número el de esta noche, por cierto, aunque


ya sabes que nunca me ha gustado que bailes—continua
hablando.

No me importa lo que te guste, capullo.

>>Te hace lucir como una perra en celo, aunque bueno,


visto lo que corre por internet, es lo que eres ahora, ¿no?
Gracias a Dios que tus padres no están vivos para ver la
zorra en la que te estás convirtiendo.

Trago con fuerza el nudo que se forma en mi garganta.

No entiendo que me pasa.

¿Por qué no puedo moverme? ¿Por qué no puedo decir


nada?

Se acerca lentamente hacía mí, mi corazón late tan


rápido que siento como si fuera a desfallecer en
cualquier momento.

—Retira la denuncia, zorra. No tienes nada que hacer


contra mí, me estás haciendo perder el tiempo y
dañando mi imagen.

Pienso en Lexie y empiezo a temblar con ira.

—¿La violaste?—escupo la palabra con rabia.

Nathan levanta las cejas, sorprendido.

—¿Estás tomando más medicación de la que debes o es


que ya empiezas a tener alucinaciones?

—Lexie...

Una sonrisa macabra adorna su boca.


—¿Qué pasa con la loca de tu amiga?

—¿Qué le hiciste?—mi cuerpo logra moverse, mis manos


cogen con fuerza el cuello de su camisa.

Tengo la insaciable necesidad de hacerle pagar por ella.

—Lo que todas las perras como vosotras queréis.

Mis puños se arrugan con más fuerza, con tanta fuerza


que mis nudillos se ponen blancos.

—Eres...eres....—no encuentro palabras para describir la


repulsión que me produce.

Sus manos se envuelven alrededor de mis puños,


liberando el agarre, con un rápido movimiento me voltea
tumbándome sobre el sofá.

El peso de su cuerpo sobre el mío hace que suba la bilis


por mi garganta.

—Suéltame—mascullo con ira.

—Tal vez debería hacer eso de lo que me acusas—


murmura con tono lascivo mientras recorre su mano por
el interior de mi muslo.
Intento recordar lo que me enseñó Blake la última clase
y lo aplico, antes de que pueda parpadear lo volteo y lo
tengo inmovilizado con mi rodilla presionando su cuello.

—Voy a meterte en la cárcel tanto tiempo que ni podrás


recordar como luce el exterior—murmuro contra su
oreja mientras clavo con más fuerza la rodilla.

El aire empieza a abandonar su cuerpo y me siento


tentada a continuar, la tentación es tan grande...

Se intenta zafar de mi agarre forcejeando, sin embargo


no logra nada, intenta decir algo, pero las palabras en su
boca son incomprensibles.

La puerta se abre y me tenso.

—Disculpad, me dejaba la chaqueta—comenta Kaden de


forma casual.

Levanto la cabeza y cuando nuestras miradas se cruzan


veo como analiza la situación.

—¿Este capullo se está pasando contigo, Julliet?—


pregunta con un tono tan frío que debe ser capaz de
congelar personas.

Aflojo un poco la presión sobre su cuello, lo escucho


toser con fuerza y disfruto cada segundo de ello.
—Lo tengo controlado—murmuro, mi tono de voz suena
demasiado inestable.

—Suéltame, zorra—masculla Nathan mientras se


retuerce, su mascará se mueve revelando su rostro.

—¿Ese es...?—la voz de Kaden suena cada vez más


tenebrosa—Muévete, Julliet—ordena.

—No—respondo.

—Deja que me encargue de él—pide.

—Esto es cosa mía, Kaden.

Nathan aprovecha mi distracción para tirarme al suelo y


ponerse en pie, se lleva las manos al cuello mientras me
mira con furia.

Kaden da un paso hacía él y Nathan retrocede.

—Cuidado con tu próximo movimiento si no quieres


acabar entre rejas—le advierte.

No debería estar disfrutando tanto de verlo


atemorizado.

O tal vez sí.


—Merecerá la pena—asegura Kaden cerrando sus
puños.

Me levanto de golpe y me interpongo entre ellos,


colocando mis manos sobre el pecho de Kaden para
frenarlo.

—Para, no lo vale, Kaden.

Sus ojos se desvían y cuando me mira veo como vacila.

—Solo un puñetazo, para dejar en paz mi alma—


murmura intentándome convencerme de ello.

Sacudo la cabeza.

—Muy bien escoria, vete de aquí y reza para no cruzarte


conmigo nunca más—sisea Kaden, advirtiéndolo.

Una sombra cubre la puerta que Kaden ha dejado


entreabierta.

—¿Qué está pasando aquí?—pregunta Andrew.

Su mirada salta entre todos nosotros.

—¿Intentas regalarnos el caso? No puedo creerme que


hayas podido ser tan estúpido, pero gracias—le dice
Andrew a Nathan.
Él se tensa.

—Solo estaba aquí por un baile.

—Estás acosando a Julliet.

—No sabía que era ella.

—Explícale eso a la policía.

—No he hecho nada, por lo que no tengo que dar


explicaciones a nadie.

—Voy a por mi teléfono, no dejes que se marche, Kaden.

—¿En serio quieres a la policía por aquí? ¿Que imagen le


dará al club?—le dice Nathan.

—Ahora mismo no me importa—responde Andrew


encogiéndose de hombros con indiferencia.

Nathan masculla algo por lo bajo.

—¿Por qué iba a hacerte caso?—resopla Kaden.

—Porque quieres ayudar a Julliet, ¿no?

Kaden aprieta los labios con fuerza y no dice nada más.


—Julliet—me llama Andrew moviendo su cabeza para
que lo siga.

La mandíbula de Kaden se cierra con brusquedad


cuando observa como voy junto a Andrew.

—¿Estás bien?—me pregunta Andrew colocando su


mano en la parte inferior de mi espalda.

—Sí—sacudo la cabeza, confundida por lo que está


pasando—Eso creo.

—Voy a a llamar a Jared también, creo que nos


aprobaran la orden de alejamiento.

—Andrew...él tiene razón, no deberías llamar a la policía,


el club...—le digo pensando en las consecuencias.

—No voy a discutir sobre esto.

Paso las manos por mi pelo con preocupación, lo último


que quiero es repercutir en la clientela de Mala.

Varias personas nos miran con curiosidad, supongo que


es porque ambos vamos sin cubrir nuestro rostro.

Caminamos hasta su oficina, Andrew reporta la situación


a la policía local y llama a Jared, mientras está al teléfono
la Sra. Myers entra y vienen hasta nosotros.
—¿Qué ha pasado?—pregunta.

No sé como resumirle la situación, así que me limito a


mirar al Sr. Henderson esperando que hable él.

—Gracias Evans, te envío la ubicación ahora mismo—


murmura Andrew antes de colgar el teléfono.

—¿Drew?—le pregunta la Sra. Myers a Andrew.

—Alguien ha intentado propasarse con Julliet—explica.

Supongo que ha llegado solo a la conclusión, porque en


ningún momento se lo he especificado.

—¡Oh! ¿Estás bien?—pregunta automáticamente la Sra.


Myers en mi dirección.

Asiento.

—He llamado a la policía—le dice Andrew.

—¿A la policía?—repite la Sra. Myers, suena más tensa


ahora.

—Sí, Agnes, a la policía.

—Pero...
—No quiero escuchar ni una palabra más—responde—
Me voy con Kaden, no me fío de dejarlo solo. Julliet, será
mejor que te quedes aquí hasta que lleguen los oficiales.

—Voy a ir contigo.

—No.

—Sí.

Cierra los ojos y coge aire con fuerza.

—Te quiero detrás de mí todo el tiempo.

Evito poner los ojos en blanco y asiento.

Cuando llegamos de vuelta a la cabina vemos como


Nathan pellizca su nariz, la cual ahora es un reguero de
sangre.

—¿Qué has hecho?—gruñe Andrew.

—Evitar que se escapara—responde Kaden


encogiéndose de hombros.

—No es cierto, ni siquiera me había movido—protesta


Nathan.

—¿Ah, no? A mí me lo parecía.


—¿Esto es lo que te gusta, Julliet? ¿Gente violenta?—me
dice Nathan.

—¿Quieres que te muestre que tan violento puedo llegar


a ser?—le amenaza Kaden.

Nathan se calla de golpe.


Dos personas de seguridad se unen a nosotros.
—Será mejor que te marches ya, Kaden—le sugiere
Andrew.
—No voy a dejarla sola con él.
—No esta sola.
Parece haber una guerra de miradas entre ellos.
—Llámame cuando salgas, Julliet—dice Kaden apartando
la mirada.
Se marcha sin decir nada más.
Al cabo de un rato llegan los comisarios para tomar
declaración y se llevan a Nathan esposado.
Me siento bien, me alegra saber que al menos esta
noche la pasará entre unos barrotes.
Necesito explicárselo a Lexie, por primera vez, desde que
todo esto inició tengo esperanzas en poder ganar el
caso.
***
Andrew me manda a casa antes del cierre, le explico
todo a Devan antes de marcharme y le comento que
veré a Kaden a la salida.
Él me está esperando fuera con un cigarrillo en la boca.
—¿Me sigues hasta mi casa?—pregunta tirando la colilla
al suelo.
—¿Tu casa? ¿No podemos hablar en otro sitio?
—Son las dos de la madrugada, Julliet. ¿En qué otro sitio
quieres hablar?—pone los ojos en blanco.
Su casa se siente como terreno peligroso.
—Está bien, no hacía falta entonces que viniera, podía
haber ido yo directamente.
—No me he ido en ningún momento.
La tensión entre nosotros es más que evidente.
—Seguiré tu moto entonces.
Él asiente y camina hasta ella, me espero a que suba y se
coloque en la carretera para arrancar el motor de mi
coche. El cual sigue con el mensajito lateral.
Mientras conduzco hasta su casa me pregunto si estoy
haciendo bien. Al menos eso es lo que se plantea mi
cabeza porque mi subconsciente parece estar cantando
alegremente.
Hoy es noche de sexoooo
Me pregunto si debería hablar de ello con algún
especialista.
No es necesario.
Sacudo la cabeza y me concentro en la carretera.
¿Debería estar en shock después de lo que ha pasado
esta noche?
Nathan ha intentado atacarme de nuevo, pero no siento
el temor de la última vez. Las clases de Blake sin duda
están dando sus frutos.
Debería ponerle un altar a ese hombre.
O ponerte sobre él.
Kaden aparca su moto sobre la acera y yo aparco mi
coche delante de su casa, cuando bajo el frío azota mi
piel, acaricio mis brazos intentando entrar en calor.
—¿Quieres mi chaqueta?—se ofrece
Sacudo la cabeza, estamos a cinco pasos de su casa.
Lo sigo hasta la puerta y observo cada uno de sus
movimientos, parece mucho más inquieto de lo normal.
—¿Te apetece tomar una copa?—pregunta una vez
estamos en el interior.
—Un poco de vino, gracias.
Kaden se inclina para sacar del armario dos copas,
descorcha una botella y la sirve. Tomo la copa con mis
manos y mis dedos juegan alrededor del borde de la
copa.
—¿Por dónde íbamos?—dice antes de darle un buen
trago a su copa.
—¿Por qué te condenaron seis meses, Kaden?
—Ah, sí, eso—le da otro trago hasta vaciar la copa—
Agresión mutua.
—¿Agresión? ¿Seis meses por una pelea?—mi ceño se
frunce con confusión.
—Seis meses y una orden de alejamiento.
Con lo último me tenso.
—¿Y la otra persona?
—Tres meses, solo por el hecho de ser mujer,
discriminación positiva.
—¿Fue Bonnie?—me atrevo a preguntarle.
—No quiero hablar de ella, Julliet, esa mujer me ha
arruinado demasiadas cosas como para que le dedique
un solo pensamiento.
—Disculpa—digo mordiendo mi labio inferior.
Kaden lo ve y automáticamente lo suelto.
—¿Entonces no fue tu culpa?—le digo.
—Agresión mutua, en parte lo fue.
—¿Pero qué lo inició?
—Celos, locura, obsesión...tal vez una mezcla de todos
ellos.
—¿Por tu parte?
Su frente se arruga, como si acabara de decir una
estupidez.
—Por su parte—aclara—Pero con el historial de mi
padre...lo tuvo bastante fácil en el juicio.
Mi mano se coloca de forma automática sobre su
hombro, como gesto de consolación.
—Lo siento.
—No importa, fue hace muchos años ya. Ahora que lo
sabes, ¿ves las cosas de otra manera?
Sacudo la cabeza.
—¿Entonces no vas a seguir huyendo de mí?
—No huía de ti por eso, Kaden—murmuro separándome
para generar un poco más de distancia entre nosotros.
—Me gusta estar contigo—admite.
Su confesión me deja muda.
—Y sé que a ti también te gusta.
—¿Qué es lo que quieres?—pregunto.
—Quiero ver hasta donde podríamos llegar.
—Creo que no te estoy entendiendo...
Da un paso hacía mí y levanta su mano para acariciar mi
pelo.
—Lo haces.
Uno de sus dedos dibuja una linea sobre mi labio
inferior.
—No puedo cumplir tus peticiones.
Me refiero a Andrew, y él lo sabe.
—No importa.
—Kaden...
—Mi necesidad por ti es superior, no puedo seguir
manteniéndome alejado. Sin reglas, sin normas, solo tú y
yo, Julliet.
Mi cabeza da vueltas y las mariposas en mi estómago
revolotean con fuerza.
—Pero...
—Shhh—susurra inclinándose, sus labios rozan
suavemente los míos—Sin peros, sólo dejarse llevar.
Mis ojos se cierran cuando nuestras bocas se encuentran
de nuevo.
Dejarse llevar.
Me gusta esto.
Dejarse llevar puede estar bien.
No se cuantas veces continuaremos jugando a esto;
perseguirnos, alejarlo, volver a caer.

Por mucho que lo intente no puedo seguir


resistiéndome, lo necesito tanto como él me necesita.

Su mano se cuela por debajo de mi blusa, tirando de ella,


alzo los brazos para ayudarle. Al mismo tiempo que cae
al suelo ya está quitando mi sujetador, su nariz roza mis
pezones erguidos, a continuación su boca rodea uno de
ellos, sus dientes tiran con mucha suavidad, provocando
que mi espalda se arquee.

Entierro mis uñas en su espalda, arañándolo con fuerza.

Su boca continua hacía arriba, me besa justo en la


comisura de mis labios, arrancando un gemido de la
parte posterior de mi garganta.

Desabrocha con habilidad mis pantalones, coloco mis


pies el uno sobre el otro para tirar de mis zapatos, una
vez fuera los quita por completo.

Acaricia mi trasero y continua bajando por la parte


trasera de mis muslos, coge una de mis piernas para que
le rodee con ella, cuando lo hago hace lo mismo con la
otra y me alza en sus brazos.
Sus brazos flexionados se marcan, y mi boca se hace
agua viéndolos.

Empieza a caminar conmigo en sus brazos mientras


continuamos besándonos con necesidad.

Abre la puerta de su habitación con el pie y me deja caer


en su cama, se separa el tiempo preciso para quitarse
toda la ropa que lleva puesta. Antes de que me de
tiempo a pensarlo ya está de nuevo sobre mí.

Tira con brusquedad de mi ropa interior, dejándome


completamente desnuda, se instala entre mis piernas y
siento su necesidad contra mi centro.

Mis caderas se elevan buscándolo.

Necesito más.

—Míranos, Juls.

Alzo la cabeza y mi mirada se desliza a nuestra unión,


muerdo mi labio con fuerza mientras observo como se
introduce lentamente en mi interior.

Empuja con profundidad y siento como me llena por


completo, agarro las sabanas de mi alrededor haciendo
un puño con ellas.

—¿Por qué te sientes tan bien?—me pregunta mientras


embiste con más fuerza.
Acaricia mi muslo lentamente y tira de mi pierna para
colocarla sobre su hombro, de este modo lo siento tan
profundo que duele.

Es un buen tipo de dolor, un dolor al que sin duda podría


acostumbrarme para siempre.

El sonido de nuestros cuerpos chocando con violencia


aumenta mi morbo, en estos momentos mi cuerpo
queda completamente rendido a Kaden.

Me acaricia por todas partes mientras me besa, nuestras


bocas se mueven de forma descuidada y distraída,
cuando su lengua roza la mía gimo con fuerza.

Coloca mi otra pierna sobre su hombro, con cada


arremetida siento que me lleva al cielo.

—Quiero sentir como te corres a mi alrededor, nena.


Dámelo.

—Dios—gimo cuando aumenta la velocidad.

—No me importa que me llames así—dice con una


sonrisa condescendiente.

Estoy demasiada sumergida en el placer para bromear,


mis ojos se cierran cuando siento como una corriente
eléctrica cruza mi cuerpo,
—Eso es, me encanta sentir como te contraes a mi
alrededor.

Continua sin detener el ritmo, escalándome a un


segundo orgasmo. Baja mis piernas de sus hombros y
me voltea para quedar sobre mis rodillas.

Golpea mi trasero y lo agarra con fuerza al mismo


tiempo que se introduce nuevamente en mí, mis
gemidos quedan amortiguados contra su colchón.

Daigual en que posición me tenga, Kaden me vuelve loca


de placer en cada una de ellas. Su mano libre se desliza
por delante para acariciar mi clítoris, lo hace con
destreza, provocando que todo mi cuerpo se tense.

Termina al mismo tiempo que me hace llegar, se deja


caer a mi lado y me envuelven en sus brazos.

Su cuerpo desnudo presionado contra el mío me gusta


demasiado.

Nos miramos el uno al otro, en uno de esos silencios que


dicen más de las que nosotros diremos.

El sueño poco a poco me va venciendo, mis ojos se


entrecierran y empiezo a estar en el limbo de la realidad
y la fantasía.

—Te quiero, Julliet. 


63. My Demons
"I need a savior to heal my pain
When I become my worst enemy
The enemy"
Despertar con la cabeza de alguien entre tus piernas es
una forma exquisita de iniciar el día.

—Sam...—gimo, todavía medio grogui, cuando siento su


lengua haciendo su magia.

El aire de la separación brusca hace que abra los ojos


por completo, bajo la mirada hacía abajo y me encuentro
a Kaden con el ceño fruncido.

Ups.

—¿Sam?—repite, suena ligeramente indignado.

Me incorporo sobre mis codos para verle mejor.

—Perdona, todavía continuaba un poco dormida—me


disculpo mordiendo mi labio inferior.
Kaden suspira y se pone en pie, cubro mi cuerpo
desnudo con las sábanas mientras observo como se
coloca unos pantalones cortos deportivos.

No dice nada, pero es más que evidente que le ha


molestado.

—Kaden, lo siento, pensaba que...

—Está claro que era lo que pensabas, Julliet—responde


interrumpiéndome.

No es mi culpa que Mami Grey sea la diosa del oral.

Sale de la habitación practicamente dando zancadas,


parece realmente cabreado.

Estiro mis extremidades y salgo de su cama, cubro mi


cuerpo con la primera camiseta que veo y voy hasta el
salón.

Kaden está fuera con un cigarro en la mano.

Las vistas al mar desde este lado de la casa siempre me


dejan sin aliento.

Abro la puerta corredera y voy hasta su lado.


—Kaden, de verdad que lo siento, no sé que más quieres
que te diga.

—¿Que tal mi nombre la próxima vez?

Bueno, si está pensando en próximas veces no está todo


perdido.

Aprieto mis labios con fuerza, sin saber que responder a


eso.

Es de las pocas personas capaz de dejarme sin


respuesta.

Suspira y se pasa la mano por el pelo, mientras su


cigarrillo cuelga de su boca.

—Daigual, no debería ponerme así...—dice rápidamente.

—Creo que será mejor que marche ya—murmuro.

Da una última calada y hunde lo restante contra el


cenicero.

—No, no te vas hasta que hayas gritado mi nombre unas


cuantas veces—advierte.

Y cumple su palabra.
Creedme, el sexo furioso con Kaden es una de las
mejores cosas que he experimentado.

***

Cuando llego al apartamento de Devan lo encuentro


tumbado en el sofá, mira tan concentrado su teléfono
que ni se percata de que acabo de entrar.

—Buenas tardes, Dev—le digo acercándome hasta su


lado.

Se sobresalta y el móvil le cae sobre la cara.

—Auch—protesta frotando su frente.

Mis labios se juntan, conteniendo la risa.

Me mira entrecerrando sus ojos y tira de mi para


colocarme encima suyo, una vez lo consigue hace una
extraña maniobra que termina conmigo debajo y él
enjaulándome con sus brazos.

—¿Te hace gracia mi sufrimiento, Ángel?—pregunta en


tono bromista.

Niego la cabeza rápidamente, intentando fingir seriedad.

—Bien, no quiero llevarme una idea equivocada contigo.


Sonrío cuando siento su boca contra mi cuello.

—Hueles a Kaden—murmura separándose—¿Ha ido


bien, entonces?

—Más o menos.

—¿Habéis hablado? ¿O solo han hablado vuestros


cuerpos?—mueve sus cejas de forma sugerente.

—No, hemos hablado...

Entre otras cosas.

—¿Y qué? ¿Ya habéis admitido vuestro profundo amor


por el otro?

Pongo los ojos en blanco.

—No es así, Devan.

De repente recuerdo el te quiero, lo que pasa es que no


sé si fue real o producto de mi imaginación.

—¿Qué pasa?

—¿Eh?—pregunto distraída mientras sacudo mi cabeza—


No, nada.
Me mira con suspicacia, como si intentará leer más allá
de lo que muestro.

—¿Y estás bien? Ya sabes, después de lo de anoche...—


su rostro se vuelve más serio.

Lo pienso unos segundos antes de contestar.

—Sí, lo estoy.

—¿De verdad?

Sonrío y hago con él justamente lo mismo que hice con


Nathan, cuando lo tengo totalmente inmovilizado
parpadeo mis ojos con inocencia en su dirección.

—Sé defenderme por mi cuenta.

—¿Está mal que esto me ponga un montón?

—Devan—suspiro.

—¿Entonces las clases de Blake están funcionando?

—Eso parece—le digo orgullosa mientras lo suelto.

—Me alegro, Ángel—responde con una sonrisa honesta


—¿Y con el terapeuta como fue?

Hago una mueca al recordarlo.


—No muy bien.

—Bueno, era la primera sesión, deberías darle alguna


oportunidad más, ¿no?

—No—contesto rapidamente.

Devan frunce el ceño, pero no dice nada más.

—Tengo que ducharme, he quedado con el Sr.


Henderson en una hora.

Se pasa una mano por la frente, secando sudor


imaginario.

—Qué vida tan agotadora la tuya.

—Es por lo de anoche, bruto—le empujo el hombro.

—Oh, vale, ¿entonces no cuento contigo para cenar?


¿Nos vemos directamente en el club?

—Sí—respondo dándole un cariñoso beso en la mejilla.

—Aunque no me quejo, preferiría ese beso en otro sitio.

Me rio mientras niego la cabeza.

—Kaden me ha dejado exhausta.


—Que envidia—contesta haciendo una mueca.

Le guiño un ojo y voy hacía su baño. Mientras el agua cae


sobre mi cuerpo me pregunto cuanto tiempo más
debería estar aquí, no quiero abusar de la hospitalidad
de Devan quedándome tantas semanas en su
apartamento.

Tardo mucho menos de lo previsto, por lo que decido


hacer un poco de investigación en internet modo
incógnito antes de visitar al Sr. Henderson

Empiezo poniendo palabras simples:

BDSM

Lo que me lleva a otras búsquedas:

SSC

RACSA

Relación dominante/sumisa

Palabra-código

Sub-space
Mi cabeza da vueltas por la cantidad de información que
intenta procesar, cierro todas las pestañas de golpe y me
pongo en pie.

Voy hasta la parte del armario que me ha cedido y Devan


y miro la ropa que me queda, empiezo a necesitar hacer
una lavadora porque mis opciones son bastante
limitadas.

Los vaqueros los necesito para ir a clase al lunes, así que


la otra opción es escoger entre el vestido negro ajustado
o el blanco con volantes, porque de ninguna forma me
pondré la falda para ir a ver al Sr. Henderson.

Al menos, por ahora...

Me siento estúpida dandole tantas vueltas a un trozo de


tela, por lo que estiro la mano y cojo lo primero que
alcanzo.

Deslizo el vestido por mi cuerpo y me coloco los zapatos,


ni siquiera me molesto en arreglar mi pelo porqué se
que en Mala me tocará hacerlo.

Devan silva cuando me ve.

—¿A mi me rechazas y para el Sr. profesor/jefe caliente


te arreglas? Que decepción, Ángel—niega la cabeza.
—Tengo que lavar mi ropa, me estoy quedando sin nada
—le explico.

—Me gusta este look—señala—Siempre llevas ropa de


abuela, Ángel.

—No es cierto—refunfuño.

—Sí lo es, aunque si es tu estilo que le vamos a hacer—


suspira teatralmente.

No es que sea mi estilo, es que ese ropa me evitaba


confortaciones con Nathan. Cuanta menos cantidad de
piel quedara expuestas menos miradas desaprobadoras
recibía por su parte.

Tal vez es hora de quemar toda esa ropa y renovar el


vestuario.

—Nos vemos en Mala—me dice levantando su mano


para despedirse de mí—Que vaya bien tu reunión—
enfatiza la palabra con una sonrisa perversa.

***

—¿Srta. Collins?—el desconcierto de su voz es casi


insultante. Su mirada me recorre de arriba a abajo varias
veces.
¿Qué le pasa?

En Mala he llevado atuendos mucho peores que este.

—¿Sí?—respondo cruzándome de brazos.

Parpadea y aclara su garganta.

—Esto...pase—dice moviéndose a un lado.—Me he


tomado la libertad de pedirle a mis cocineros que
preparen algo para cenar, entiendo que no le dará
tiempo de hacerlo si va a ir directa de aquí a su puesto
de trabajo, ¿o ya ha cenado?

—No, gracias, es muy amable por tu parte.

He decidido que voy a dejar de tratarlo de usted, creo


que de ese modo él acabará haciendo lo mismo.

—El Sr. Evans ha estado aquí hace un rato, aunque ha


tenido que marcharse antes de lo previsto.

—¿Se sabe algo?

—Está en libertad provisional, sin embargo, convocarán


una audiencia urgente para determinar las medidas de
protección.

—¿Cuando? ¿He de ir?


—Seguramente el lunes a primera hora y no, no es
necesario, puede ir únicamente Jared, que es quién ha
solicitado la orden, pero si quiere puede, aunque tendrá
que faltar a clase.

—Está bien.

Tampoco sería la primera vez que falto a alguna clase.

—Entonces si Jared no está...¿debería irme? El caso lo


tenemos que revisar con él, ¿no?

—Es lo que hemos estado haciendo hasta ahora Srta.


Collins, no soy su abogado pero ya le dije que
continuaría asesorándola. De todas formas mañana por
la tarde podrá prepararla para la audiencia con el Sr.
Evans, si finalmente decide acudir a ella.

—¿Y ahora que haremos?

—Redactaré un informe bien detallado de lo que sucedió


anoche, así que acompáñame hasta mi despacho, por
favor.

Vaya, que decepción.

Bueno, realmente este era a lo que venía.

Toda la búsqueda y preparación de internet para nada.


No creo que buscar un par de términos consistan en una
preparación.

Shhht

Sigo al Sr. Henderson hasta su despacho y procedemos


al desarrollo habitual de nuestras sesiones. Últimamente
me fijo mucho en sus reacciones, cada vez que le explico
algo de Nathan su frente se arruga o su mandíbula se
aprieta con fuerza.

—¿Quiere cenar algo?—me pregunta cuando deja de


teclear en su ordenador.

Declinaría su oferta, pero no aguantaré todo el turno sin


haber comido nada.

—Sí, gracias.

No sé porque me entusiasma la idea, solo está siendo


considerado, como lo es normalmente.

Pero al mismo tiempo se siente muy íntimo.

De camino a uno de los salones observo a distancia su


bonita piscina infinita, me pregunto si será igual hacerlo
en una piscina que hacerlo en la playa.
Las imágenes de mis piernas enroscadas en la cintura de
Kaden se deslizan por mi mente, la sangre se concentra
en mis mejillas y mi respiración se altera ligeramente.

—¿Tiene calor?—pregunta el Sr. Henderson.

Muerdo mi labio inferior y niego rápidamente.

Me indica con la mano que tome asiento, cuando veo


que va a sentarse en el otro extremo me cambio de sitio
para quedar a su lado.

—¿Qué está haciendo?

—Voy a cenar—respondo inocentemente.

—Puede cenar desde ese sitio—señala la silla en la que


estaba.

—Y desde aquí también, ¿no?

Me quito el tacón y estiro mi pierna para acariciar con mi


pie su gemelo.

—Nunca deja de sorprenderme, Stra. Collins.

Empieza a cenar como si nada, ignorando mis


acercamientos.
—He estado buscando algunas cosas por internet hoy—
confieso.

—¿Ah, sí?—levanta una de sus cejas mientras se lleva el


vaso a sus labios.

—¿Durante este mes tendré que firmar un contrato?

Se atraganta con el agua y empieza a toser.

—¿Enserio quiere hablar de eso ahora?

Miro a mi alrededor, algunos de sus trabajadores pasan


de vez en cuando pero ninguno nos presta verdadera
atención.

—¿Cuando sino?

—Pensaba que después de ver lo había en el sótano no


sacaría nuevamente el tema.

—No me asusta.

Lo cual es en parte mentira, pero la curiosidad es mayor


que el miedo.

—No acabo de creerla.

—¿Tienes palabra-código? ¿Utilizas metaconsenso?


El Sr. Henderson parpadea perplejo.

—¿Qué ha estado buscando exactamente?

—Oh, ya sabes, un poco de todo en general.

—Internet puede ser un lugar confuso, no todo lo que


lee es verídico.

—Lo sé—contesto rodando mis ojos.

—Sí quiere hacer esto Srta. Collins le pediré una lista,


una lista bien detallada con todas sus dudas e
inquietudes.

—¿Tengo que escribirla a mano?

—Eso es.

—¿Por qué parece que me estás enviando deberes?

—Porque lo estoy haciendo.

Genial, hasta cuando no es mi profesor continua siendo


mi profesor.

—¿Y una vez traiga esa lista iremos al sótano?

—Una vez responda a tus preguntas valoraremos si


estás dispuesta y preparada para algo así.
—La traeré mañana—le digo rápidamente.

—No hay ninguna prisa.

—¿Solo tenemos un mes, no? Hay que aprovechar el


máximo de tiempo posible.

El Sr. Henderson sonríe y me olvido de todo mientras lo


observo maravillada.

***

—¿Así que toca de nuevo el confesionario?—pregunto


sacando el disfraz de la taquilla.

—Una de mis noches favoritas—murmura Devan


colgando la cruz alrededor de su cuello.

—Dios castigará a la Sra. Myers por estas cosas.

Devan se rie.

—Tú no crees en Dios, Ángel.

—No, pero si finalmente existe voy a ir derechita al


infierno por trabajar aquí.

—Bueno, si te consuela estaremos todos allí, podremos


continuar la fiesta desde abajo—me guiña un ojo.
—Por cierto, Celeste me comentó ayer lo de la
acampada.

—¿Celeste irá? No ha confirmado asistencia—pregunta


extrañado.

—¿Eres parte de la gestión?

Asiente.

—¿Tú vendrás?

—Supongo—aunque la simple idea hace que suden las


palmas de mis manos.

—¿Sabes quién ha confirmado asistencia?—dice con una


sonrisa malévola.

—¿Quién?

—Empieza por K y acaba por Aden, ¿te suena?

—Pero...pero si él ya no trabaja en Mala.

—Y nunca se había interesado por estas cosas, está todo


el mundo tan sorprendido que han aceptado que venga,
sobretodo algunas mujeres del club.

Meto mi pelo bajo el velo y lo sujeto con horquillas.


Salimos del vestuario y vamos hasta la sala dos.

—No lo entiendo—le digo mientras continuo dándole


vueltas.

—Ni tu ni nadie, por eso es tan interesante. Aunque


tengo mis propias teorías.

Empezamos a dejarlo todo preparado cuando lleguen los


clientes.

—Tus teorías son siempre las mismas, Dev.

—Están taaaaaaan enamorado que vendrá por ti.

—Eso es un tanto perturbador—le digo.

Jules se acerca a nosotros.

—¿Podrás ser tu la primera que se encargue del


confesionario esta noche, Julliet?

—Claro, no hay problema.

Devan refunfuña algo antes de que me marche, entrar al


pequeño cubículo me trae recuerdos de Kaden.

Parece que no puedo dejar de pensar en él ni un minuto.


Al cabo de diez minutos llega el primer cliente, la
curiosidad por saber que fantasías me contarán me
mantiene expectante.

Al igual que la última vez, tras cada relato me voy


encendiendo más y más. Mi mano descansa contra mi
rodilla, aunque cada vez me siento más tentad de subirla
por mi muslo y terminar con la frustración acumulada.

—Ave maría purísima—la voz masculina del otro lado me


hace sonreír.

—Sin pecado concebida—respondo.

—Hace un tiempo confesé una de mis fantasías...

—Sí...

—La situación ha cambiado un poco desde entonces, he


caído en la tentación, más de una vez.

—A veces es difícil resistir nuestros impulsos.

—No puedo dejar de desearla, y me temo que estar un


mes con ella sea perjudicial. Quiero hacer tantas cosas
con ella, miles de escenarios cruzan mi mente.

Está indeciso, sin embargo se está abriendo para mí.


—Hágalas entonces, más tarde te absolveré de sus
pecados.

Se escucha silencio y de golpe la puerta de mi cubículo


se abre. El Sr. Henderson entra y la cierra, dejándonos a
ambos sin espacio.

—Una de ellas empieza aquí—susurra—Sé que la última


vez estuviste con alguien, y me moría por ser yo la
persona que estuviera aquí contigo.

—Pues es tu momento, Andrew—le digo mientras


levanto lentamente la falda del traje de monja.

Sus ojos se clavan en mis piernas y observo como traga


con fuerza.

—Es hora de devolverte el favor del otro día—dice antes


de arrodillarse ante mí.

Coloca sus grandes manos en mis rodillas y me acaricia


antes de arrancar mi ropa interior, abre ampliamente
mis piernas y se coloca entre ellas.

Mis ojos se cierran cuando siento su lengua contra mi


centro.

—Ave maría purísima—dice una voz femenina al otro


lado del cubículo.
Una nueva clienta.

Andrew levanta la mirada y recuero que tengo que


hablar.

—Sin pecado concebida—contesto con la voz


entrecortada.

—Quería comentarle una de mis fantasías, es bastante


recurrente y sé que está mal, pero no puedo evitar
excitarme pensando en ello.

—Adelante, sea libre de explicarla—digo conteniendo un


jadeo.

—Siempre es igual, estoy volviendo a casa de noche y no


hay nadie por la calle, sin fijarme por donde voy acabo
perdida, terminando por callejones de los cuales no
puedo salir.

Mis manos se agarran con fuerza al cuero cabelludo de


Andrew.

—Empiezo a tener miedo, por no saber encontrar la


salida, cuando de repente sale alguien entre las sombras
y me presiona contra la pared, lo hace con tanta fuerza
que apenas soy capaz de respirar.
Mi ceño se frunce a medida que escucho la fantasía de
este señora.

—Entonces, en contra de mi voluntad, empieza a


desgarrar mi ropa, le suplico que pare, pero no me
ignora.

Mis piernas se tensan y mi corazón empieza a golpear


con más fuerza, pero ya no es por la excitación.

—Le digo una y otra vez que no lo haga, pero él


continua.

Es como si me estuviera teletrasnportando a la noche de


la fiesta.

—Su mano se cuela entre mis piernas y escucho como


baja la cremallera de su pantalón.

Andrew ha parado de hacer lo que estaba haciendo, mis


ojos empiezan a picar y me doy cuenta de que estoy a
punto de llorar.

—Entonces...

—¡Cállate!—le grito interrumpiendo su discurso.

La mujer que esta al otro lado se queda repentinamente


en silencio.
Me pongo en pie y estiro el vestido de monja.

—¡¿Qué esta mal con usted?! ¡¿Cómo...?! ¡¿Cómo puede


fantasear con eso?!

Salgo enfadada del pequeño espacio y abro la cortina


para ver quién está ahí.

La señora parece completamente avergonzada.

—Solo...solo era una fantasía.

—¡Gracias a Dios por ello, porque sino le aseguro que no


fantasearía con algo tan...tan...!—las lágrimas empiezan
a rodar por mis mejillas.

Andrew coloca su brazo en mi espalda y le pide disculpas


a la mujer.

—Vamos a mi oficina—me susurra al oído.

Dejo que me guíe hasta allí, la gente nos observa con


curiosidad todo el camino.

Cuando cierra la puerta me desmorono, no puedo


quitarme la sensación de aquella noche.

Y ni siquiera llego a pasar nada.


No sé entonces lo mal que debe sentirse Lexie, Dios,
pobre Lex.

—Tranquila, estás bien, estás segura aquí—me susurra


mientras pasa su mano una y otra vez por mi pelo.

—¿Cómo? ¿Cómo puede decir eso?—pregunto mientras


sorbo la nariz.

—La verdad es que es una fantasía bastante popular


entre mujeres—explica.

—Pero eso es horrible.

—Obviamente esas mujeres no quieren experimentar


esa situación como tal, esta más relacionado con
despertar un sentimiento de deseo incontrolable en
otras personas.

—Es...es enfermizo.

—La fantasías son solo eso, Srta. Collins.

—¿Lo estás justificando?

—No, por supuesto que no.


—¿Y por qué me dices todo esto? ¿Sabes lo que es...? Su
descripción era como...—me estremezco solo de
pensarlo.

—Lo sé, lo sé—dice tirando de mí para envolverme con


sus brazos.

Estoy tan enfadada, tan disgustada, tan...

—Será mejor que te tomes el resto de la noche libre—


sugiere.

—No.

—Sí, Srta. Collins. ¿Quiere que le diga a Dave que la


acerque en coche?

—Puedo conducir—respondo limpiando con el dorso de


mi mano mis mejillas inundadas.

—No puede, está demasiado alterada.

—Sí que puedo.

Andrew suspira.

—Ya la llevo yo a casa.


64. BURN IT DOWN
"Caught in the burning glow"

—¿Qué le ha pasado a su coche, Stra. Collins?—pregunta


el Sr. Henderson cuando ve todo el lateral pintado con el
bonito calificativo de Zorra.

—He decido tunearlo un poco, para que quede más


llamativo, ya sabe—contesto de forma sarcástica.

Creo que últimamente echo tanto de menos a Lex que


se me están pegando sus contestaciones.

—Julliet—su ceño se frunce.

—No sé que ha pasado, lo encontré así el otro día en la


universidad. Después de los videos me he ganado
mucho odio general, así que no tengo idea de quién ha
podido ser.

Veo como su boca se curva, ni si quiera es algo que me


preocupe ahora lo del estúpido coche.
—Las llaves—me dice mostrando la palma de su mano,
las dejo caer y espero que abra para subir por el lado de
copiloto.

—¿A casa del Sr. Keen, verdad?—pregunta tras encender


el motor.

Asiento, le digo la dirección y conecta el GPS de su


teléfono, miro distraída por la ventana mientras nos
mantenemos en silencio.

Las palabras de la mujer están grabadas en mi cabeza,


cada vez que las reproduzco mi ira aumenta.

¿Cómo se atreve a fantasear con algo así?

Mi respiración se empieza a alterar, mis puños están


cerrados con tanta fuerza que tengo los nudillos blancos.

—¿Srta. Collins?

—¿Sí?

—Hemos llegado.

Miro a mi alrededor aturdida, ni siquiera me había dado


cuenta hasta ahora.

—¿Cómo vuelves ahora?—le pregunto.


—Llamaré a Dave, él vendrá a recogerme.

Cuando salimos del coche me devuelve las llaves.

—¿Quieres...esperar arriba?—ofrezco.

—Será mejor que me quede aquí.

Su rostro está completamente serio, y una parte de mí


quiere cambiar eso, ver algo de emoción en él.

—¿Por qué no quieres subir?

—No sé que intenciones ocultas hay tras su propuesta,


Srta. Collins, pero no creo que se el mejor momento para
averiguarlo.

—Genial, pues que tenga una buena noche—le digo de


forma sarcástica.

Tú te lo pierdes Grey Supremo.

No soy consciente de que continuo vestida como una


fantasía religiosa hasta que escucho un par de silbidos y
comentarios soeces referentes al vestuario.

Por unos segundos me tenso, se trata de dos tipos


jóvenes que están a pocos metros del portal de Devan.
Las llaves se me caen al suelo y me pongo todavía más
nerviosa.

—¿Te apetece pasar un buen rato con nosotros?—


pregunta uno de ellos, medio tambaleándose.

—¡Joder! ¿¡No es la de esos vídeos...!?—le dice el otro


codeándolo en el brazo.

Abre la boca con asombro y en sus ojos veo el


reconocimiento.

—¡Sí! Joder, está más buena todavía en persona.

Observo una sombra en el reflejo de la puerta de cristal


y los dos imbéciles se callan de golpe.

—Buenas noches—el tono de Andrew es hostil—Estoy


un poco sediento Srta. Collins, ¿le importa si subo con
usted?

Me giro para verle y él se agacha para recoger las llaves


que se me han caído.

—Cla-claro—respondo aturdida.

—Estupendo—se voltea parar mirar a los tipos que


continuan ahí plantados—¿Les puedo ayudar en algo?
¿Como aconsejarles que se vayan a la mierda antes de
que interponga una demanda por acoso callejero?

Uno de ellos parece que va a decir algo pero el otro le


interrumpe rápidamente.

—Ya nos íbamos.

—Puedo defenderme sola—es lo primero que digo


cuando recupero el sentido común.

—En ningún momento he dicho que no sea capaz de


hacerlo, Srta. Collins.

—Iba a decirles algo, no necesito que vengan a


rescatarme.

¿Qué tal un gracias en vez de ponerte a la defensiva?

—No quería ofenderla, simplemente...

—Estoy cansada de parecer la damisela en apuros todo


el tiempo, el otro día pude perfectamente con...

Coge mi cara entre sus manos y me obliga a mirarlo.

—Lo sé, Julliet.


No se cuantos segundos pasamos perdidos en la mirada
del otro, no puedo apartarme, por lo que es él el primero
que se separa.

—¿Entonces vas a subir?—pregunto.

—Hasta que llegue tu compañero, si te parece bien.

Me encojo de hombros, intentando mostrar indiferencia.

Se me hace bastante extraño tener por aquí al Sr.


Henderson, es como si no encajara en este espacio.

—Puedes dejar la americana en el colgador de la entrada


—le señalo.

Observo de reojo como se deshace de ella, desabrocha


los botones de sus mangas y las sube, cuando libera el
primer botón de su camisa trago con fuerza.

Y simplemente así lo he olvidado todo, el cabreo, los


problemas...todo ha desaparecido y ha quedado
reemplazado por el deseo.

Un deseo que sé que me hará desconectar de todo y


únicamente me proporcionará placer.

—¿Quieres tomar una copa?—le ofrezco.


Andrew inclina la cabeza a un lado.

—Será mejor que no.

—Más para mí, entonces.

Me quito el velo y lo doblo, dejándolo sobre la encimera,


tiro mi cabeza hacía adelante y hacía atrás para sacudir
mi melena.

Abro los estantes y miro la despensa de licores, cojo la


primera botella que alcanzo sin prestar atención en que
tipo de alcohol es y lo vierto en un vaso.

El Sr. Henderson está sentado en el sofá del salón, me


acerco y me dejo caer a su lado.

Después de colocar la botella y el vaso en la mesita me


giro para quedar frente a Andrew.

—¿Esto lo tengo que devolver ahora?—pregunto


levantando unos centímetros el dobladillo del traje
sexual de monja.

—No es necesario—me asegura poniendo su gran mano


sobre la mía, deteniéndome.

Resoplo mientras pongo los ojos en blanco y cojo


nuevamente mi vaso para darle otro largo trago.
El alcohol a temperatura ambiente es realmente una
mierda, pero rápidamente voy consiguiendo notar el
cosquilleo en mis piernas.

—Deja de mirarme así—le gruño.

—¿Así, cómo, Srta. Collins?

—Con esa mirada desaprobadora—señalo su rostro con


mi dedo—¿No crees que merezco una copa? Acabo de
escuchar algo repulsivo a lo que tengo que enfrentarme
mañana en los tribunales.

—Tiene razón.

Parpadeo, sorprendida.

—¿Cómo dices?

—Te mereces una copa, pero—rasca su nuca—no me


gustaría ver que esto se convierte en una costumbre,
Srta. Collins.

—¿Me estás llamando alcohólica?—pregunto a la


defensiva.

Sacude la cabeza.
—Es fácil recurrir a este tipo de distracciones—levanta la
botella— Y antes de que te des cuenta, estás metida
hasta el fondo. Salir de ahí es mucho más complicado
que entrar.

—Parece que hablas desde la experiencia.

El Sr. Henderson aprieta sus labios.

—Alguien cercano—murmura.

Muerdo el interior de mi boca, deseando ser capaz de


tener filtros que me hagan no ser tan bocazas.

—Oh—es lo único que soy capaz de decir.

—¿Sabes qué? He cambiado de opinión sobre lo de


tomar una copa. ¿Dónde tenéis los vasos?

Muevo mi cabeza en dirección a los armarios superiores


de la cocina.

—El primer armario de la izquierda.

Aprovecho para disfrutar las vistas de su agradable


trasero mientras termino mi copa. Antes de coger la
botella para servirme otro trago el Sr. Henderson se
adelanta y se sirve.
—¿No tenéis hielos?

Cuando recuerdo lo que hizo Devan con los pocos hielos


que nos quedaban me empiezo a reír.

—Nop—le digo marcando la p con mis labios.

Arruga su nariz cuando baja la vista a su bebida, se


encoge de hombros y la lleva sus labios.

—Esto esta asqueroso.

—Sí, pero funciona.

—¿Crees que concederán la orden de alejamiento?—


pregunto al cabo de unos minutos.

—Eso espero.

—Nunca pensé que las cosas terminarían de este modo,


no sé como no pude darme cuenta de como es él
realmente...

—Muchas personas ocultan su verdadera naturaleza, un


perfecto camuflaje adaptado a la sociedad. El lobo
vestido de inocente cordero.

—Sí, pero...después de todo este tiempo...fueron


muchos años, Andrew.
—La mitad de ese tiempo ni siquiera os visitéis mucho, y
antes de eso eras demasiado joven.

—Me siento tan tonta—suspiro pasando las manos por


mi pelo.

—No deberías, es un manipulador de libro, está claro


que os tenía a todos engañados.

—Yo solo...me gustaría que se hiciera justicia, que


pagara por lo que le hizo a Le—cierro la boca antes de
que se me escape el nombre de Lexie.

Andrew levanta una ceja.

—Puedes hablar conmigo.

—Sobre esto no, se lo prometí—hago una mueca.

Él suspira y se tira hacía atrás, pegando su espalda


contra el sofá.

—Tengo curiosidad sobre algo...—le digo varios minutos


después.

—Qué raro—responde con sarcasmo.

—Es sobre un rumor que he escuchado.

El Sr. Henderson entrecierra los ojos.


—¿Qué ha sido esta vez? Empiezo a pensar que solo
hablas de mí, Srta. Collins.

—¿Es cierto que...?—muerdo mi labio inferior.

—¿Es cierto que...?—repite, alentándome a continuar.

De repente la pregunta se siente demasiado


entrometida.

—No, nada—bebo otro sorbo, terminando mi segunda


copa.

El alcohol ya está haciendo de las suyas en mi sistema.

—Ahora me tienes intrigado.

—He cambiado de opinión.

—¿Tan malo es lo que quieres preguntar?

—No es que sea malo...solo...da igual, no he dicho nada.

—Sí, es cierto—contesta antes de terminar su copa.

Mi ceño se frunce.

—Pero si no he dicho nada.


—No, pero sé a que te refieres. A los trabajadores de
Mala les encanta chismorrear sobre mi vida sexual, o la
falta de ella.

—Pero no sabes que estaba pensando...

—¿Me ibas a preguntar si es cierto que no me he


acostado con nadie en tres años?

Abro y cierro la boca, sorprendida de que haya acertado.

—Cuento más tiempo paso contigo más fácil me resultas


de leer—dice con sencillez.

—¿Por qué yo, entonces?

Clava su mirada en mí.

—Porque me cautivas, Julliet.

Mi corazón golpea con fuerza, mis latidos van


peligrosamente en aumento.

No puedo contenerme, así que acorto la distancia que


nos separa y junto sus labios con los míos.

No hay vacilación, Andrew me devuelve el beso con la


misma pasión que estoy poniendo yo.
Antes de darme cuenta estoy subida a su regazo, mis
piernas se enroscan con fuerza alrededor de su cintura.

Sus manos se posan en mi clavícula, bajan hasta el inicio


de mi escote y escucho un crujido, acaba de romper el
vestido.

Su boca cubre toda la piel que acaba de exponer, mi


cabeza se tira hacía atrás mientras suspiro
placenteramente.

Cuando su lengua rodea mi pezón mis caderas se


mueven, buscándolo. Se aleja unos milímetros y noto un
soplido en la zona que acaba de humedecer.

Un gemido se escapa de mis labios.

Me coge con sus fuertes brazos y se levanta.

—¿La cama?—pregunta con la voz ronca por la


excitación.

—Tras esa puerta—jadeo al sentir sus dientes tirando


del lóbulo de mi oreja.

Andrew me lleva a una velocidad sorprendente a la


habitación de Devan.
Me deja sobre la cama y acaba de arrancar la tela que
cubre mi cuerpo.

—No te puedes imaginar la cantidad de cosas que me


gustaría hacer con tu cuerpo—susurra mientras me
abrasa con la mirada.

—Quiero que me enseñes cada una de ellas.

—Antes tengo que terminar algo—dice abriendo


ampliamente mis muslos para colocarse entre ellos.

Su lengua recorre toda mi intimidad antes de centrarse


en el punto principal, mi espalda se arquea cuando
pellizca el interior de mi muslo. El contraste del placer y
el dolor nubla mi cabeza, es increíble la fusión de ambas
sensaciones.

Me acerca al orgasmo con asombrosa rapidez, sin


embargo, cuando estoy apunto de estallar en miles de
pedazos, se detiene.

Gimo frustrada y bajo la mirada, Andrew se separa unos


centímetros y mientras voy en descenso vuelve a
acercarme, dejándome en las puertas del orgasmo de
nuevo.

—¿Qué estás haciendo?—protesto en un jadeo.


—Quiero oírte, Julliet.

¿Quiere oírme?

Muerdo mi labio con fuerza cuando siento su lengua en


mi entrada.

—Joder, deja de torturarme—gruño mientras muevo mis


caderas.

—Creo que puedes pedir las cosas de forma más amable


—se burla separándose de nuevo.

—Andrew...—gimo cuando estira con sus labios ese


punto.

—¿Sí?

—Deja que termine, por Dios.

Continua su placentera tortura de acercarme al éxtasis


para frenar en seco.

—Por favor—empiezo a implorar—


necesito...ah...necesito correrme, por favor.

—Eso está mejor—dice con aprobación.


Introduce un par de dedos en mi interior y los desliza
fuera y dentro, una y otra vez, mientras su lengua
continua devorándome.

Mi cuerpo entero se tensa y, debido a la acumulación de


tensión constante, el orgasmo me sacude con violencia.
Las oleadas de placer parecen durar una bendita
eternidad.

Estoy sin aliento, ha sido demasiado intenso para


recuperarme con facilidad.

Abro los ojos y observo la gran tensión en los pantalones


del Sr. Henderson.

—¿Por qué continuas vestido?—pregunto.

Una sonrisa cubre los labios de Andrew.

—Solamente estaba terminando de devolverte el favor.

—Quiero cobrarme los intereses—le digo dirigiendo mis


manos al botón de su pantalón.

Lo libero de su ropa y observo la imponente erección


que se alza, la rodeo con mi mano y lo acaricio.

—Necesito sentirte de nuevo en mi interior—murmuro


recorriéndolo.
—¿Tienes preservativos?

Niego la cabeza, pero al momento recuerdo algo.

—Espera—le digo.

Me muevo hasta la mesita y abro el primer cajón, sonrío


y agradezco mentalmente a Devan el ser un hombre
preparado.

—Esto...no sé si servirá—dice rompiendo el plástico—No


son mi talla.

Viendo su gran tamaño debe utilizar la talla extra de


condones.

Lo intenta hacer rodar por su erección, pero es más que


evidente que le queda demasiado apretado.

—Me está cortando la circulación, no acabaré nunca de


este modo—murmura tirando del preservativo.

—¿Y si...?—empiezo a decir.

—¿Qué?

—¿Y si me tomas por otro lado?

El Sr. Henderson parpadea sorprendido cuando se da


cuenta de lo que le estoy pidiendo.
—¿Has tenido sexo anal alguna vez?

Muerdo mi labio mientras niego la cabeza.

—Entonces no puedo hacerlo, te haría daño.

—Pero...quiero que lo hagas.

—Claramente no sabes lo que me estás pidiendo.

—¿No quieres intentarlo?—le tiento.

—No de este modo—asegura—Necesitas una


preparación previa si no quieres que te desgarre.

La palabra desgarro sí que consigue asustarme, así que


rápidamente descarto la idea.

Tanto parloteo está bajando la excitación de la situación.

—Está bien Julliet, no tenemos porque hacer nada más.

—Pero tu...

—Estoy bien.

—Pero...
—Ven aquí—dice extendiendo sus brazos para que me
coloque entre ellos—Ya tendremos tiempo para otras
cosas.

Acaricia mi cabeza una y otra vez, es la primera vez que


estamos juntos de un modo tan íntimo y cercano.

—Descansa—murmura antes de que caiga dormida.

***

Cuando me despierto el Sr. Henderson ya no está por


ningún lado, Devan ha reemplazado su hueco en la cama
y está profundamente dormido.

Me muevo con cuidado para no despertarlo, busco a


tientas algo de ropa. Suspiro mientras coloco un vestido
por mi cuerpo, necesito ir a mi casa y coger más cosas.

Voy de puntillas por el departamento hasta la cocina,


tras un rápido tentempié me coloco los zapatos y salgo
de allí.

Volver a casa me tiene bastante paranoica, no dejo de


revisar mi alrededor una y otra vez.

Es extraño que el lugar que he considerado mi hogar


todo el tiempo ya no se sienta así. Lo único que siento
son ganas de salir de allí lo antes posible.
Voy metiendo casi todas mis pertenencias en dos
grandes maletas, estoy tan concentrada en ello que
cuando la puerta de mi habitación se cierra de forma
repentina me sobresalto del susto.

Al principio pienso que se ha cerrado por la corriente de


aire, pero cuando veo la ventana cerrada empiezo a
preocuparme.

Camino hacía la puerta, mis manos se posan sobre el


manillar y tiran pero está no cede.

Lo intento de nuevo, y frustrada observo como continua


del algún modo bloqueada.

Golpeo con fuerza la puerta sin conseguir abrirla.

Los pasos de fuera me confirman lo que empiezo a


sospechar, alguien me ha encerrado en mi propio
cuarto.

Aporreo la puerta las manos.

El olor de algo quemándose activa mis alertas y el pánico


se apodera de mí.

Con dedos temblorosos busco mi teléfono, marco el


número de emergencias, antes de poder darle a llamar
mi teléfono me indica una llamada entrante.
Cuelgo e intento llamar a emergencias, pero de nuevo
me salta su número.

—¡Kaden!

—¿Julliet?

—¡La casa! ¡Yo...! ¡Necesito....emergencias!—ni siquiera


soy capaz de crear una oración con sentido.

—¿Qué pasa?—pregunta, suena ligeramente asustado.

—¡Emergencias! ¡Mi casa! ¡Estoy atrapada!

—¿Estás en tu casa?

—¡Creo que se está quemando! ¡Necesito llamar...!—las


lágrimas de terror empiezan a embadurnar mis mejillas.

—¡¿Julliet, que está pasando?!

Cuelgo la llamada y contacto con emergencias, apenas


soy capaz de darles explicaciones, me piden que intente
buscar vías de salida pero las ventanas de mi habitación
están bloqueadas también.

Parece todo demasiado bien premeditado.

Hace más y más calor.


Hago caso a las indicaciones que van dándome y arranco
las sábanas de mi cama, hago un ovillo con ellas y las
coloco bajo mi puerta. Voy hasta mi pequeño baño y
cojo una toalla, la humedezco y cubro mi nariz y boca
con ella.

Los minutos continuan pasando y el pánico se apodera


de mí cada vez más, me cuesta más respirar, me siento
en el suelo, lo más cerca posible de la ventana.

En estos momentos me sorprende las ansias que tengo


por continuar manteniéndome con vida, sé que si
hubiera sido unos meses atrás no me hubiera
importando que el fuego consumiera hasta mi última
célula. Sin embargo, la situación es muy diferente ahora.

No quiero morir, no así, no ahora.

Un golpe en la ventana hace que me sobresalte, me


aparto y miro a la figura que está subida en el tejado.

Kaden me indica con la mano que me aparte, me muevo


a un lado y tira una gran piedra contra la ventana.

Esta hace un agujero en el cristal, Kaden aprovecha ese


pequeño agujero que se ha formado para patear el resto
de ventana.
Miles de trocitos de cristal vuelan por el interior de mi
cuarto, me cubro el rostro con los brazos,
protegiéndome lo máximo posible.

—¡¿Puedes pasar por aquí?!—me pregunta extendiendo


su brazo.

Voy rápidamente hasta su lado y tomo su mano, agacho


la cabeza e intento colarme a través de la ventana, los
bordes irregulares del cristal arañan mis extremidades.

Tira de mi cuerpo y me rodea con sus brazos.

—¿Cómo has subido?—pregunto hiperventilando.

—El árbol del vecino—señala—Vamos.

Camino con pies temblorosos por el borde del tejado,


me sorprende que Kaden haya podido patear mi
ventana mientras estaba aquí subido.

Consigue ayudarme a bajar con extremada paciencia,


casi beso el suelo de la calle cuando me baja.

Los bomberos llegan a los pocos segundos y empiezan


su trabajo de extinción, es entonces cuando me doy
cuenta algo bastante obvio.

Alguien ha intentado matarme.


65. Round & Round
"Cause I'm getting dizzy
Going round and round"

—Estoy bien—le aseguro por décima vez a Devan.

Él todavía me devuelve la mirada con el ceño fruncido


por la preocupación.

—¿Por qué no has esperado a que me levantara para


que te acompañara, Ángel?

—Que nos hubiésemos quedado ambos encerrados en


mi habitación no hubiera servido de mucho.

—Tal vez, si hubiera estado contigo no...


—¿No has podido ver nada? ¿Algún rostro?—pregunta
Andrew, interrumpiéndolo.

Pongo los ojos en blanco, creo que han perdido la


capacidad de compresión. Parece que todo lo que he
dicho hasta ahora, explicar la versión de los hechos,
decir una y otra que estoy bien, no ha servido para nada.

—No sé quién ha sido, créeme que lo diría si hubiera


visto algo.

—¿Y tú no has podido ver nada?—le pregunta Andrew a


Kaden.

Es tan extraño verlos interactuar.

He llamado a Devan tras todo lo sucedido para que no


se preocupara, y él se ha encargado de avisar al Sr.
Henderson porque lo creía oportuno para "el caso".

Así que aquí estamos los cuatro.

Y no del modo que me gustaría.

—Estaba ocupado salvando su vida—se limita a


responder.

El Sr. Henderson suspira, en su rostro se puede leer la


clara frustración.
—¿Cuando podré marcharme?—pregunto en voz alta
mirando a mi alrededor.

Estoy empezado a cansarme de las comisarías, de tener


que estar testificando todo el tiempo.

—Solo faltan unas firmas—responde Andrew.

—Tengo ganas de ir a casa.

—Pues me han llamado del hospital para cubrir una


baja, no me gustaría que estuvieras sola hoy...—dice
Devan.

—Puedes venir conmigo—dicen de forma simultánea


Andrew y Kaden.

Salto la mirada entre ambos, completamente confusa.

Devan, que está sentado a mi lado, acerca sus labios a


mi oreja.

—Cara, Kaden, cruz, Sr. Henderson—susurra, hay un


atisbo de diversión en sus palabras.

Evito poner los ojos en blanco y niego.

—Quiero irme contigo—le contesto.

Se pone una mano en el pecho de forma dramática.


—Me siento tan halagado de ser el elegido, Ángel. Lo
entiendo, yo también me elegiría—dice con arrogancia—
pero estaré más tranquilo si pasas la noche con alguno
de ellos, después de lo que ha pasado...

¿Y ahora qué hago?

No es que pueda elegir entre ellos así sin más, y mucho


menos con el otro delante.

Pues los dos, solucionado.

—Puedes quedarte conmigo, así vamos directos a la


audiencia de mañana—dice el Sr. Henderson aclarando
su garganta.

—¿Audiencia?—repite Kaden.

—Sí, por lo de la madrugada del sábado. Mi abogado ha


solicitado una orden de alejamiento—le explico.

Kaden mira directamente a Andrew.

—¿Eso has hecho?

—Yo ya no soy su abogado—aclara.

—¿Porqué no?
—¿Dónde hay palomitas cuando hacen falta?—murmura
Devan en mi oído.

Le golpeo discretamente en el hombro.

—Echaré el pestillo, no necesito irme con nadie, y de


cualquier modo puedo defenderme yo sola—digo hacía
ellos.

—¿Ah, sí? No parecías tenerlo todo bajo control hace


unas horas, Julliet—contesta con burla Kaden.

Aprieto mis labios con enfado.

—Tienes razón—le digo y miro a Andrew—me iré


contigo.

¿Por qué? Hay más probabilidades de sexo con Papi Grey.

Ojalá supiera como callar la estúpida voz de mi


subconsciente.

Tú también me caes bien.

En la comisaría tienen el aire acondicionado tan alto que


tengo la piel completamente erizada, froto mis manos
por mis hombros, intentando proporcionar un poco de
calor sobre ellos.
—¿Tienes frío?—pregunta Devan cuando se percata de
mi gesto.

Muerdo mi labio y asiento.

—Toma—me dice Devan tras quitarse la sudadera.

—Pero tendrás frío tu—replico.

—No seas terca, Ángel—resopla mientras me coloca a la


fuerza su sudadera.

Deslizo los brazos por las cálidas mangas y voy sintiendo


como el agradable calor me envuelve junto al aroma de
Devan.

—¿Sra. Collins?—pregunta uno de los oficiales.

Me pongo en pie y voy hacía él.

—Simplemente debe firmar estos formularios y ya podrá


marcharse.

Leo por encimas las declaraciones y realizo un garabato


al final de las páginas.
—Nos pondremos en contacto con usted cuando
sepamos algo más.

—Gracias.

Me giro y allí están Andrew, Kaden y Devan,


esperándome.

Devan da un paso hacía adelante y cuando llega a mi


lado coloca su brazo sobre mis hombros.

—Me alegra que estés...

—¿Viva?—termino por él.

Hace una mueca por mis palabras.

—Mantente con uno de ellos dos.

—¿Y si ha sido uno de ellos dos?—digo bromeando.

—Julliet...—dice seriamente.

—Deja que bromee con esto, Dev, o acabaré internada


de nuevo en el psiquiátrico.

—¿Estás lista?—pregunta Andrew.

Asiento, Devan besa mi mejilla antes de soltarme.


—¿Cuál de los dos crees que está más celoso ahora?—
dice en voz baja mirando de reojo a los hermanastros—
Apuesto por Kaden.

—¿Qué murmuras, camarero?—le gruñe Kaden.

—Lo sexy que te ves hoy—le guiña un ojo.

Kaden pone los ojos en blanco y lo ignora, dirigiéndose


hacía mí.

—¿Te vas con él?

—Sí.

—Estupendo, adiós entonces—masculla.

—Kaden...—le digo, pero no se voltea en ningún


momento, pese a que me ha escuchado con claridad.

***

—¿Habitaciones separadas, en serio?—le pregunto a


Andrew.

Ya te había dicho que era mejor quedarse con Papi Grey.

—No sé a que viene ese tono de sorpresa, Srta. Collins.


—Hace unas horas estaba durmiendo en tus brazos, ¿a
que viene esto ahora, Andrew?—pregunto señalando la
cama.

Suelta un largo suspiro.

—No creo sea lo mejor dormir en la misma habitación,


necesitas descansar.

Una sonrisa sugerente se desliza por mis labios.

—¿Estás diciendo que no me dejarías descansar? ¿No


tenías tanto autocontrol?—me burlo.

Él hace caso omiso de mis palabras y tira de las sabanas.

—¿Qué? ¿Me vas a arropar y leer un cuento, también?—


ruedo mis ojos al ver como palmea el lado de la cama.

—¿Eso quieres?

Suspiro con frustración.

—Pensaba que durante este mes me ensañarías....cosas


nuevas.

—No creo que sea el mejor momento para mantener


relaciones sexuales, acabas de pasar por algo...intenso.
Intenso, el nuevo sinónimo de intento de asesinato.
—Precisamente por eso necesito distracciones—
protesto.

—El sexo no soluciona los problemas, Julliet.

—No, pero los mantiene alejados un rato.

Su frente muestras sus usuales arrugas de


preocupación.

—Me gustaría que continúes la terapia con el Sr.


Martinelli.

—Y a mi me gustaría estar en tu sótano, pero no siempre


tenemos lo que queremos.

—Estoy hablando seriamente.

—¿Qué te hace pensar que yo no?

Sacude su cabeza.

—Es uno de los requisitos que voy a aplicar, no te llevaré


al sótano si no te comprometes a continuar las sesiones.

Lo miro con fastidio.

—Esto es chantaje—mascullo.
—Yo lo veo más como un acuerdo, uno que tiene como
finalidad ayudarte, Collins.

—Empiezo a pensar que no haces más que poner


impedimentos a propósito; que si una lista, que si ahora
tengo que hacer las sesiones...¿A qué viene todo esto?¿A
qué tienes miedo?

—No estoy poniendo ningún impedimento a nada,


intento actuar de la forma más racional posible dentro
de esta insania situación.

—¿Crees que esto es una locura?—me cruzo de brazos.

—No es que lo crea, es una certeza.

—¿Entonces por qué has accedido?

Se queda en silencio, mientras me mantiene la mirada.

—Porque no puedo seguir resistiéndome.

—¿No? Hasta ahora lo haces de maravilla.

—Si fuera así no habría aceptado todo esto.

—¿Y qué es esto? ¿Dejarme dormir en tu cama en una de


tus habitaciones de huéspedes?
—Julliet—suspira—no quiero que utilices el sexo
conmigo de esa forma.

No conozco otra forma.

—Buenas noches, Sr. Henderson.

Sus labios se curvan, formando una mueca.

—Buenas noches, Srta. Collins.

***

La audiencia dura cuatro largas y tortuosas horas, Jared


es realmente bueno, pero no hay pruebas directas que
respalden la necesidad de una orden de alejamiento.

Lo único que tenemos es el intento de demostrar acoso


por parte de Nathan acudiendo de ese modo al local de
Mala y Nathan se escuda en que desconocía que era yo
la bailarina, puesto que mi rostro no era identificable en
ese momento, así que todo termina reduciéndose a su
palabra contra la mía.

Ojalá hubiéramos tenido imágenes del reservado para


acabar con Nathan de una vez, pero para mi suerte no es
así.
Nos comunican que la resolución la tendremos antes de
las veinticuatro horas, pero nada parece apuntar a mi
favor.

Puedo ver en la cara del Sr. Henderson la frustración, es


evidente que él piensa lo mismo que yo: no me van a
conceder la orden.

Cuando llego al departamento de Devan me lo


encuentro tirado perezosamente en el sofá.

—Hola, Dev—le digo acercándome a su lado.

Él se incorpora y me mira.

—¿Cómo ha ido?

Suspiro.

—No creo que la aprueben.

—¿Qué? ¿Cómo que no?—suena completamente


indignado.

—No lo sé yo...no hay pruebas suficientes...todo es


muy...no sé.
—¿Qué más tiene que pasar para que condenen a ese
degenerado?—dice golpeando las palmas de sus manos
contra la mesa del salón.

Hago una mueca.

—Perdona, ven aquí—estira su mano para envolverme


en uno de sus abrazos.

Descanso mi cabeza en su pecho, este es uno de lugares


que me hace sentir más segura.

—¿No deberías estar preparándote para ir a trabajar?—


le pregunto.

Noto como se tensa ligeramente.

—¿Qué pasa?—me separo para mirarle a la cara.

—Me han despedido—responde mientras rasca su nuca


con incomodidad.

—¿Qué? ¿Por qué?—es mi turno para estar indignada.

Mira hacía otro lado, rehuyéndome.

—No es algo de lo que me apetezca hablar ahora mismo.

Me siento tan mal por él, no se me ocurre un solo motivo


por el que hayan podido echar a alguien como Devan.
¿Están locos? Después de estar aceptando turnos
desbaratados todo el tiempo y esforzarse tanto...no es
justo.

—Creo que nos merecemos una noche de desconexión.

—¿A qué te refieres?—una pequeña arruga aparece en


su frente.

—A que esta noche tú y yo salimos.

—¿Quieres ir de fiesta? ¿No tienes clase mañana?

—¿Desde cuando eres tú el responsable y prudente?—


me burlo.

—Tienes razón, Ángel. Hoy salimos, así tal vez tenga algo
de suerte y te vea con uno de esos conjuntos de no-
abuela que tienes.

***

El local está hasta los topes, hay tal cantidad de gente


que siento que estoy siendo empujada todo el tiempo.

Devan se mantiene bien pegado a mí mientras bailamos,


estamos llegando a ese estado de embriaguez en el que
todo nos resulta divertido, así que ambos estamos
riéndonos como locos.
—Podrías hacerte un piercing aquí, Ángel. Se vería muy
sexy—dice acariciando mi vientre expuesto por el corto
top.

Me encanta sentir sus manos sobre mi cuerpo.

—Claro. ¿Por qué, no?—digo entre risas.

—¡Y yo voy a hacerme un tatuaje! Siempre he querido


tener uno—exclama con alegría.

—¿Te das cuenta de que querer tatuarte estando


borracho es una locura, no?—no puedo parar de reír.

Devan alza su copa en el aire y guiña el ojo antes de


vaciarla por completo en su boca.

Imito su gesto y termino mi copa, las dejamos sobre la


repisa de la columna más cercana que tenemos y
continuamos bailando.

Pone sus manos en mi cintura, las yemas de sus


pulgares acarician mi piel, cada segundo que pasa
estamos un poco más cerca.

Mi corazón late desbocado, necesito más de él.

Me pongo de puntillas y acerco mis labios a su oído.


—¿Alguna vez lo has hecho en unos baños públicos?—
pregunto mordiendo mi labio inferior.

Cuando me aparto veo una sonrisa perversa en su


rostro.

—Lo he hecho en todos los sitios que puedas imaginar,


Ángel. Aunque nunca lo he hecho en unos baños
públicos contigo...

Sonrío y tomo su mano, me muevo a través de la


multitud, tirando de él, cuando localizo los lavabos al
final de la sala humedezco mis labios.

Entramos en la primera cubeta libre, varias personas nos


miran con una mezcla entre descaro y curiosidad.

En cuanto giramos el pestillo de la puerta los labios de


Devan están sobre los míos, moviéndose con
desesperación. Su mano se desliza por mi muslo,
provocando que gima.

—Por eso me encantan las faldas, Ángel—murmura


contra mi boca con fascinación mientras tira de mi ropa
interior.

Levanto los pies para pueda deshacerse de ella, coge el


tanga en sus manos y lo hace ovillo, guardándolo en el
bolsillo de su pantalón.
Continua besándome mientras sus manos exploran mi
piel, cuando se cuelan entre mis piernas tiro de su labio
con mis dientes. Estiro mi mano y la paso por el bulto
que se forma en la parte delantera del pantalón.

Me acaricia con destreza, respiro hondo cuando siento


uno de sus dedos entrando lentamente en mi interior.

Desabrocho el botón de sus pantalones y bajo la


cremallera, cuando tiro de su ropa empujo también sus
bóxers. Rodeo mi mano alrededor de su erección y
empiezo a moverla de arriba a abajo.

—Tengo un condón en la cartera—me dice con la voz


ronca.

Busco a tientas en su bolsillo y saco su cartera, cojo el


condón y rompo el envase, cuando lo saco lo hago rodar
a lo largo de su longitud.

—Date la vuelta—murmura.

Le doy la espalda, mi frente queda recostada contra la


puerta del baño, sus manos levantan mi falda por
encima de mi cintura, coge mis caderas y las tira hacía
atrás para generar un mejor ángulo. Apoya una de sus
manos contra la pared, a la altura de mi cara mientras
que con la otra continua agarrando mi cadera.
Siento su excitación pegada a mi trasero, se mueve,
deslizándose de forma superficial.

—Devan—gimo en protesta mientras continua


frotándose contra mí.

—¿Sí?

—Fóllame de una vez—le pido.

—Tus deseos son órdenes.

Se coloca en la entrada y poco a poco se va hundiendo,


muerdo mi labio para contener mis gemidos.

Se desliza hacía fuera y me embiste de nuevo, con más


fuerza en cada arremetida.

—Más rápido—practicamente le ruego.

Me hace caso y empieza a moverse con más rapidez, de


forma frenética y casi desesperada.

Sexo.

Sin sentimientos.

Sin complicaciones.

Sin dramas.
Sólo sexo.

Estoy sin aliento, Devan me lleva a un completo estado


de euforia al que soy cien por cien adicta.

Cierro los ojos cuando siento la corriente de electricidad


recorrer todo mi cuerpo, mis músculos se contraen a su
alrededor mientras el continua el vaivén.

Una gota de sudor recorre mi frente, el pelo se pega a mi


nuca y empiezo a tener mucho calor en este pequeño
baño.

Devan continua un par de minutos más hasta que noto


como se deja llevar en mi interior, recuesta su frente
contra mi espalda y se queda completamente quieto,
planta un dulce beso en mi omoplato y sale.

Me volteo mientras bajo mi falda y le miro, está haciendo


un nudo con el preservativo y lo lanza a la papelera que
hay detrás suyo.

—Eres increíble, Dev—le digo en un jadeo, mi pecho


todavía sube y baja con rapidez.

—Lo soy—sonríe con arrogancia—¿Una copa más y


salimos de aquí?

—¿Quieres irte a casa ya?


—No, vamos a ir a un estudio.

—¿Mi ropa interior?

Tantea su bolsillo y pone una expresión extraña.

—No la encuentro—murmura mientras mira a nuestro


alrededor—Oh, oh.

Por lo visto debo haberla tirado al retrete mientras


sacaba su cartera del bolsillo, porque mi tanga está
flotando en el agua.

—¿Quieres que intente recuperarlo?—ofrece Devan.

—No—respondo rápidamente—Sería asqueroso.

—No me desagrada la idea de que vayas sin ropa


interior—dice coquetamente mientras agarra un cachete
de mi trasero por debajo de mi falda.

—Devan—protesto dándole un leve empujón.

—Oh sí, ahora es "Devan"—imita con voz irritante—pero


hace unos minutos era "Devan"—y empieza a gemir con
descaro.

Mis mejillas se tornan rojas y empiezo a reírme.

—Vámonos de aquí.
66. Breaking me
So tell me if you wanna
'Cause I got this feeling
I wanna hear you say it
'Cause I can't believe it

Devan se encarga de buscar un local de tatuajes que


esté abierto a estas horas de la madrugada,
continuamos en la fase borrachos divertidos y vamos
tambaleándonos de un lado a otro mientras soltamos
grandes carcajadas por todo.

Ir sin ropa interior no es tan horrible como imaginaba,


es...

Fresco.

Sí, eso sin duda.

—Tenemos que girar a la derecha—me dice Devan al


mismo tiempo que hace un ademán de girar a la
izquierda.

Estallo en carcajadas y él me mira con diversión.


—Dev, estás tan borracho que no sabes diferenciar tu
izquierda de tu derecha—señalo.

Parpadea con confusión.

—Es por ahí—le indico.

—Creo que sé perfectamente los número de mi teléfono.

—¿Qué?—y empiezo a reírme de nuevo.

—Cero, cuatro, ocho...—canturrea.

Niego la cabeza y tiro de su brazo, cojo su teléfono para


seguir las indicaciones mientras Devan sigue diciendo
cosas sin sentido.

—Sacrifice Tatto—lee el cartel cuando llegamos—No sé,


no me inspira buena confianza el nombre.

—Lo has elegido tú—le digo abriendo la puerta.

El sonido vibrante de una aguja en funcionamiento se


escucha desde la entrada, empiezo a sentir un poco de
nerviosismo hasta que recuerdo que yo no voy a
hacerme ningún tatuaje.

—¿Una tatuaje? ¿Vas a hacerte un tatuaje, Ángel?

—Tú querías hacerte uno.


—¿Yo? Me gusta la idea, podría hacer un super dragón
que escupe fuego, algo muy llamativo que se pase la
puta política de los hospitales por el...

Nunca había escuchado a Devan hablar de ese modo,


parece haber cierto rencor en sus palabras, aunque es
comprensible que esté enfadado con el hospital puesto
que no hace ni un día que lo han echado.

—¿Un dragón?—no puedo parar de reírme, me empieza


a doler el estomago y la comisura de los labios.

—O tu silueta desnuda, Ángel, no hay nada más...

—¿Puedo ayudaros en algo?—carraspea una voz


masculina.

Espera.

Conozco esa voz masculina.

Oh, oh.

Oh, sí.

El mejor amigo de Kaden me mira fijamente, parece


haber cierto brillo de diversión en sus ojos cuando me
reconoce.
—Uhm, seguro que sí—le contesta Devan con tono
coqueto mientras le guiña un ojo—Ángel, ¿quieres
quitarte la ropa para que este hombre pueda dibujarte?

No será necesario, Alec ya me ha visto desnuda con


Kaden.

—Devan no vas a tatuarte mi silueta desnuda—le digo


en un resoplido.

Hace un pequeño puchero ante mis palabras.

—Bueno, ¿tenéis dibujos de dragones gigantes


escupiendo fuego?—pregunta dirigiéndose a Alec.—Ah, y
ella quería un piercing en el ombligo.

—Tenéis algunos modelos en las carpetas de esa mesa—


responde señalando una pequeña mesa frente a unos
grandes sofás negros.

—Genial, vamos—dice Devan tirando de mi mano.

—¿Seguro que quieres hacerte un dragón, Dev? Creo que


esto es algo que deberías decidir sin la borrachera que
llevas.

—No estoy taaaaan borracho—asegura mientras se


tambalea ligeramente.
Coge una de las carpetas y mira atentamente los dibujos,
cuando veo el boceto del que me enamoré en la casa de
Kaden mi corazón se encoge un poco.

—Uhm, tengo que reflexionarlo—murmura recostando


su cabeza contra el sofá.

Cuando veo como sus ojos empiezan a cerrarse le toco


el brazo.

—Dev.

No hay reacción por su parte.

—¿No te irás a quedar dormido, verdad?—pregunto


zarandeando.

Devan suspira con los ojos cerrados.

—No, no, no. Devan, despierta.

Se cae de lado sin inmutarse, ha entrado en un estado


profundo de sueño.

—¿Necesitas ayuda?—me pregunta Alec, parece que está


intentando contener la risa.

—¿Puedes empezar a tatuarle aquí mismo a ver si así


despierta?
Se rasca la cabeza.

—No creo que eso sea posible.

—¡Devan!—exclamo mientras pellizco su hombro.

Farfulla algo inteligible y se acomoda en el sofá.

—Recuerda ponerte la crema tras el lavado—la voz de


Kaden empieza a escucharse más cercana.

Como es habitual, mi corazón empieza a latir a un ritmo


extraño.

¿Por qué hemos tenido que venir a uno de sus estudios?

—Ojalá pudieras ponérmela tú—le contesta una de las


dos mujeres de forma acaramelada.

Kaden pone los ojos en blanco y al levantar la vista se da


cuenta de mi presencia.

—Julliet—murmura, su ceño se frunce con confusión—


Alec, ¿puedes cobrar a esta señora?

La mujer hace un mueca ofendida ante la palabra


señora.

—Claro, el trabajo sucio para mí—farfulla por lo bajo


mientras se dirige hacía a ellos.
Kaden camina hacía mí y deseo con todas mis fuerzas
volverme invisible, sobre todo al recordar que me decidí
irme con Andrew en su cara.

—¿Que hacéis aquí?—pregunta friamente.

Estiro el dobladillo de mi falda con nerviosismo.

—Devan quería hacerse un tatuaje—respondo


riéndome.

Por Dios, que alguien haga que pare de reírme.

—¿Estás borracha?

—Un poco.

Suelta un largo suspiro y mira a Devan, una de sus cejas


se alza.

—¿Y este?—pregunta con menosprecio.

—Hemos salido a tomar algo juntos.

—¿Y decide tomar una siesta en mi sofá?

—Creo que hemos bebido un poquito más de la cuenta


—explico juntando mi dedo índice con mi pulgar.
—¿Así es como se encarga de cuidarte?—resopla
mientras estira la mano para sacudir el hombro de
Devan.

—No tiene qué cuidarme, yo...

—Puedo cuidar de misma, sí, sí, he escuchado eso antes


—termina la oración por mí—¿Y vas a cargar con él de
vuelta a vuestro nidito?

¿Está celoso?

Es tan obvio que ni diré obvio.

—Yo...

—Eso pensaba—rueda los ojos—Espera, creo que con


esto puede ayudarte.

Lo miro sin entender nada, camina hacía adentro del


estudio, en menos de un minuto está devuelta con un
vaso de agua en sus manos.

—¿Qué estás...?—antes de que pueda acabar de


preguntarle vierte el agua por el rostro de Devan, este
empieza a toser y se remueve incómodo.

—¿Qué diablos?—pregunta sacudiendo la cabeza.—


¿Kaden?—se frota los ojos.
—Buenas noches, camarero.

—¿Qué está pasando?—me dice Devan totalmente


confundido—¿Por qué está él aquí?

—Estamos en su estudio, y te has quedado dormido—le


digo.

—Todo se mueve...

—No, solo tú—explica Kaden.

—Creo que debería tumbarme un rato...

—No, no, no te vuelves a dormir aquí—masculla Kaden


agarrándolo por el brazo.

—Si quieres tengo hamburguesas en mi bolsillo—


murmura Devan antes de volver a decir un montón de
cosas sin sentido.

—¿Qué habéis estado bebiendo? ¿Seguro que solo era


bebida?—me pregunta Kaden.

Asiento enérgicamente viendo como Devan intenta


acurrucarse cerca de Kaden.

—Será mejor que os marchéis—sugiere Kaden haciendo


una mueca.
—Síiip—marco la p con mis labios—Vamos, Dev.

Intento colocar su brazo alrededor de mis hombros para


ponerlo en pie y ambos acabamos en el suelo.

Kaden resopla y estira de mí para ponerme en pie, me


tambaleo en sus brazos y me sujeta fuertemente por la
cintura.

Trago con fuerza al darme cuenta de la distancia que nos


separa.

—Estoy bien—susurro.

Pero no me suelta, simplemente se limita a mirarme


fijamente, cuando sus ojos se deslizan y se clavan en mis
labios no puedo evitar morder con fuerza mi labio
inferior.

—Nunca podré quitarte esta costumbre, ¿verdad?—


murmura librando mi labio.

Niego y una sonrisa cubre su boca.

Kaden se agacha y entre los dos levantamos a Devan.

—Uhm...¿otro trío?—farfulla Dev medio adormilado.

—En tus sueños, camarero.


—Uhm...

—¿Te encargas del cierre, Alec?—demanda Kaden


volteándose.

Alec levanta los pulgares como gesto afirmativo.

—¿Puedes irte así sin más?—le pregunto a Kaden.

—Soy el dueño, puedo hacer lo que quiera.

Devan se va balanceando mientras tiramos de él, y no es


que yo tenga el mejor equilibrio en estos momentos.

Cuando salimos al exterior tanteo el bolsillo de Devan


para buscar su teléfono y pedir un Uber, sin embargo,
Kaden no parece tener los mismos planes.

—¿Qué haces?—digo desconcertada al ver como nos


conduce a su coche.

—Os llevo a casa.

—No hace falta—aseguro rápidamente.

—Ya lo creo que sí—resopla—Mira, no está en


condiciones de discutir esto, apenas te mantienes en pie
Julliet, y no hablemos del camarero.
Cierro los labios con fuerza, es cierto que poco a poco
todo empieza a dar más vueltas de lo normal, así que
mantener la boca cerrada es la decisión más acertada.

Podría ser peor, podrías estar hablando en tu idioma


propio.

Cuando subo recuesto mi cabeza contra el frío cristal del


la ventanilla, estoy demasiado acalorada y confusa,
necesito cerrar los ojos.

—Kaden...—murmuro.

—¿Qué?

—Me importas...mucho.

Permanece callado ante mi declaración, abro un poco los


ojos y lo miro de soslayo.

—Y...yo...no te he dado las gracias por lo del otro día—


continuo, mi cabeza se siente cada vez más pesada y
densa—Por salvarme.

—No quiero que me des las gracias—masculla.

No entiendo su repentino tono de frialdad, tal vez cree


que no estoy siendo sincera.
—Lo digo en serio.

—Yo también.

Abro y cierro la boca, sin saber bien que decir.

—¿Es porque me fui con...?

—Mejor no hablemos de eso—contesta, tajante. Sus


manos se cierran con fuerza alrededor del volante.

—Pensaba que no importaba, tú mismo lo dijiste.

Me mira unos segundos, me sorprende ver confusión y


vulnerabilidad en su rostro.

—No sé que es lo que digo cuando estoy contigo,


rompes mis esquemas todo el tiempo, Julliet.

Sacudo la cabeza.

¿Qué pretende diciendo esas cosas?

—¿Entonces ya no piensas lo mismo? Dime algo, ¿era


cierto lo de que "podía estropear la poca relación que te
quedaba con Andrew"?

Aparece un sonrisa cínica en su cara cuando cito las


palabras que utilizó.
—No sé que pensar, es fácil decirlo, pero luego, cuando
veo que lo eliges a él...

—¿Estás celoso?—pregunto perpleja.

—No son celos, Juls. Me ofende que prefieras irte antes


con ese estirado que conmigo. Y no, no era cierto, lo de
la relación con Andrew te lo dije justamente para evitar
que pasarás más tiempo con él y terminaras eligiéndolo.
Como ya has hecho.

¿Complejo de inferioridad?

—No entiendo porque tiene tanta importancia para ti.

—Porque te alejará de mí—admite—Y no quiero


perderte.

¿Quién es este y que han hecho con Papi Grey?

Es fácil hablar honestamente cuando no nos miramos


directamente a los ojos.

—Esto no se trata de elegir a nadie, no estoy interesada


en tener ningún tipo de compromiso con ninguno.

¿Para que elegir si os puedo tener a todos?


—Sé como acaba esta historia, ya la he vivido antes.

Mi frente se arruga, estoy totalmente perdida con sus


confesiones.

—¿A qué te refieres?

—Hemos llegado—dice frenando bruscamente.

No sé como sentirme, estoy procesando lentamente


todo lo que ha dicho. Me sorprende ver las debilidades
de alguien que es tan arrogante todo el tiempo. Es como
si de repente Kaden fuera más...humano.

—Gracias por el paseo—murmuro mientras me ayuda a


sacar a Devan de los asientos traseros. Este permanece
felizmente en un estado de semi consciencia.

—¿Quieres...uhm...subir?—le pregunto cuando nos


acercamos al portal.

Después de todo lo que hemos hablado me gustaría


seguir continuando con la conversación.

—No, tengo cosas que hacer.

—Está bien, gracias de nuevo.

***
El dolor de cabeza es tan intenso que quiero bañarme en
un mar de analgésicos.

¿Por qué no recuerdo lo horrible que es la resaca y


vuelvo a coger semejantes borracheras?

Me remuevo incómoda, librándome del brazo que me


rodea.

Hay luz por todos lados, y es demasiado intensa y


molesta.

Cuando logro abrir los ojos por completo me doy cuenta


de que estoy completamente desnuda.

¿Por qué estoy desnuda? ¿Dónde estoy?

Miro a la persona que hay tendida a mi lado y me


sorprendo al percatarme de que no es Devan.

Levanto la sábana un poco para confirmar mi teoría y


efectivamente Kaden también está desnudo.

¿Cómo es posible que no recuerde nada?

No, algo recuerdo, el club...Devan...el estudio de


Kaden...el coche con Kaden.

Pero no tiene sentido, nos llevo a casa.


¿Qué hago en su casa?

Me muevo sigilosamente fuera de la cama y busco a


hurtadillas mi ropa.

—¿Qué hora es?—pregunta con voz rasposa, haciendo


que me sobresalte.

—Uhm...no lo sé.

¿Dónde están mis cosas? ¿Llevaba algo encima?

Es como si todos los recuerdos se hubieran borrado tras


subir al apartamento de Devan.

—Vuelve a la cama, apenas hemos dormido—suspira.

Siento el cuerpo entumecido y dolorido, eso sumado a


su frase cobra sentido.

Pero no recuerdo nada.

Una especie de angustia se instala en mi pecho, en cierto


modo me resulta asfixiante no recordar haberme
acostado con Kaden.

Esto se me está yendo de las manos.

—Tengo que...debería ir a clase—murmuro alterada


mientras rebusco algo con lo que cubrirme.
Kaden suspira y se incorpora.

—Tu ropa está esparcida entre la entrada y el pasillo, si


es lo que estás buscando.

—Eh...sí—mordisqueo mis uñas con nerviosismo.

Camino descalza, sintiendo el frío suelo contra la planta


de mis pies, mientras recojo mi ropa. No es la misma
ropa que llevé al club.

Me cubro el cuerpo con ella rápidamente, solo me falta


encontrar algo que tape mi parte superior.

Localizo mi camiseta justo en la entrada, cuando me


incorporo observo mi reflejo en el gran espejo principal
que hay. Voy cubierta de pequeños círculos morados por
todo el cuello que se extienden hacía abajo.

—¿Te apetece comer algo?—pregunta Kaden


acercándose hacía mí.

Va vestido únicamente con unos pantalones de deporte,


es entonces cuando veo que él también está cubierto de
chupetones.
¿Se los he hecho yo?

—Quiero llegar a las últimas clases, pero...gracias.


¿Sabes donde están mis cosas? Mi teléfono, las llaves, la
cartera...

—No trajiste nada contigo.

¿Y cómo vuelvo?

—¿Qué pasó anoche exactamente?

—Me llamaste al poco rato de dejarte en el apartamento,


¿no te acuerdas? No paraste de enviarme mensajes.

Niego con la cabeza.

—Supongo que ibas demasiado bebida—reflexiona.

Muerdo mi labio, la idea me perturba un poco.

—¿Lo hicimos?

Me lanza una mirada de obviedad evidente.

—¿Usaste condón?—le pregunto.

—¿Por qué iba a usarlo? ¿No estás en control de


natalidad?
—No quiero llevarme más sustos, Kaden. Lo de hacerlo
sin condón se ha acabado.

—Bueno, anoche no parecía importarte.

Tengo ganas de golpear mi cabeza contra la pared.

—Y ya no estás en Mala, ¿sigues haciéndote controles?

—¿Eh?

—Chequeos médicos, Kaden. ¿Estás limpio?

—No me he follado a nadie más en dos meses.

Su confesión me deja muda.

—¿Qué?—pregunto con una risa nerviosa al cabo de un


minuto.

—¿Estás lista? Te acerco a casa—murmura mientras se


pone en pie y desparece por el pasillo.

Lo sigo con paso vacilante.

No preguntes, no preguntes, no preguntes.

—¿Qué es eso de que no has follado con nadie más?—mi


boca funciona de forma descordinada con mi cerebro.
—Creo que la compresión de la oración es bastante
simple.

—Kaden...

—No le des tanta importancia.

Por primera vez aparto la curiosidad a un lado y decido


callarme, no quiero entrar en arenas movedizas, y seguir
hablando del tema que me llevará a un callejón sin
salida.

Se viste y coge las llaves de su motocicleta.

—Iremos más rápido de este modo. ¿Quieres que nos


veamos más tarde? Todavía tenemos pendiente el tema
del tatuaje...

—No puedo, uhm, tengo la tarde bastante ocupada.

—Podemos cenar juntos y lo hablamos, tengo algunos


diseños que...

—Termino mi clase de defensa personal tarde y...

—Ya veo.

—Pero podemos quedar mañana por la tarde—ofrezco,


sin saber bien por qué.
Una sonrisa aparece en sus labios tras escuchar mi
propuesta.

—No se si podré, tal vez tenga la tarde bastante ocupada


—se burla, imitándome.

Ruedo los ojos y le saco la lengua, al igual que la noche


que me llevo a bailar, se inclina y coge mi cara con sus
manos, saca su lengua y lame la mía.

—No me tientes—susurra separándose unos milímetros.

***

Devan continua en la cama cuando llego al apartamento,


por lo visto, anoche le dejé un post-it diciéndole:

Me voy a follar con Kaden, llegaré tarde.

Aunque es un misterio descifrar lo que pone, la letra es


bastante confusa, claramente escrito por alguien con un
alto grado de ebriedad.

Arrugo el papel con mis manos y lo lanzo a la papelera.

Busco mi teléfono y lo conecto a la corriente, he perdido


toda las clases de la mañana por lo que me queda
lamentarme en silencio mientras miro si han subido
tareas on-line.

Cuando la pantalla se enciende veo que tengo un


mensaje del Sr. Henderson y otro de Jared.

No han aprobado la orden de alejamiento.

Pese a que ya me lo imaginaba no puedo evitar sentir


una enorme decepción, busco entre los contactos el
número del Sr. Martinelli y solicito visita con él para esta
misma tarde.

Preparo algo de comer y llamo a la madre de Lexie, todo


sigue igual, no nos permiten ir a verla.

Tengo la necesidad de hablar con ella, necesito saber


que está bien, o todo lo bien que se puede estar después
de todo lo que está pasando.

La angustia empieza a ahogarme lentamente, así que


decido mantener mi mente ocupada preparando una
lista de todos los términos del mundo BDSM que me
confunden.

—¿Cuanto bebí anoche?—gruñe Devan acercándose


lentamente hacía donde estoy.
Es tan sigiloso que me asusta y tiro el papel donde
estaba anotando todo.

—¿Shibari?—pregunta leyendo la última línea que he


escrito.

—Trae—le digo arrebatándole el papel de las manos.

—¿Que es esto, Ángel?—pregunta divertido.

—Cosas.

Levanta una ceja, intrigado.

—¿Cosas? ¿Relacionadas con nuestro jefecito


dominante?

—No estoy autorizada a hablar de ello.

Se ríe negando la cabeza, su rostro cambia de repente y


empieza a olisquear.

—¿Intentas quemar la cocina?

—¿Qué?

Se acerca rápidamente a la olla que tengo en el fuego y


lo apaga, es entonces cuando también lo huelo.

Había olvidado por completo que estaba cocinando.


—Creo que voy a pedir unas pizzas, ¿cuatro quesos para
ti?

—Perdona Dev, se me ha ido la cabeza.

—No pasa nada, Ángel, sigue con tus deberes—dice


guiñando su ojo—De todas formas, no eres para nada
una buena cocinera.

—Ey—protesto.

—Hablo en base al conocimiento, no sé como has


sobrevivido sin mis dotes culinarias hasta ahora.

Ruedo los ojos y camino con mis papeles hasta el salón.

—Iré a la ducha, si llegan las pizzas ¿te encargas tú?

Levanto mi pulgar, mi boca está ocupada


mordisqueando el extremo del lápiz.

Al cabo de unos quince minutos llaman al timbre, justo


Devan sale del baño con una toalla alrededor de la
cintura.

—Ya voy—le aviso poniéndome en pie.

Recojo el pedido y nos sentamos tranquilamente a


devorar los carbohidratos.
—¿Un dragón que escupe fuego? Nunca dejes que me
tatué eso, aunque la idea de tu silueta desnuda si me
gusta—dice coqueto.

Le explico todo lo que recuerdo de anoche, así como


todo lo que me ha dicho Kaden.

—Espera, ¿dices que no te acuerdas de haberte follado a


Kaden?

Sacudo la cabeza.

—¿Y lo hizo contigo estando tan borracha como para


que ni lo recuerdes?—hace una mueca de disgusto.—Ya
no me gusta Kaden para ti, Ángel.

—Fue mi culpa, mira los mensajes que le mandé anoche


—le digo extiendo mi móvil.

Son todos bastantes insinuantes y explícitos.

—No me importa, él sabía lo que estaba haciendo tú no.

—No fue así, Dev.

—Está claro que no lo vemos del mismo modo, por


cierto, ¿hay resolución del caso ya?

Mis labios se curvan hacía abajo.

—Denegada.

Devan cierra la boca, su mandíbula se aprieta con fuerza.


—¿No se puede reclamar o algo?—masculla.

—No servirá de nada, ahora solo queda esperar hasta el


juicio.

—Lo siento, Ángel.

—Ya lo imaginaba—respondo encogiéndome de


hombros—Me han enviado también un mensaje los del
seguro, por lo del incendio.

—¿Y que dicen?

—Se harán cargo de reparar los daños, y he estado


pensando...Cuando esté reformada pondré la casa en
venta.

—¿La vas a vender?

—Creo que será una buena forma de seguir adelante.

Pone su mano sobre la mía y se inclina para besar mi


frente.

—Para cualquier cosa con la que necesites ayuda aquí


estoy.

Esa misma tarde, cuando salgo de la consulta del Sr.


Martinelli le envío una foto del justificante de visita al Sr.
Henderson.
Espero que cumplas con tu parte, así como estoy
haciendo yo.

67. CASTLE OF GLASS


"And show me how to be whole again"

Devan paseándose sin camisa todo el tiempo por su


apartamento es un regalo para la vista.

—¿Como ha ido la mañana, Ángel? —pregunta cuando


me ve.

Me encojo de hombros sin ofrecer una respuesta clara;


Taylor está últimamente muy extraña y el profesor
nuevo ha entrado oficialmente en la lista de profesores
más aburridos de la historia.

—Nos están machacando a trabajos, ¿por qué decidí


estudiar una carrera? —resoplo dejándome caer en la
silla.

Él se acerca a mi lado y besa la parte posterior de mi


cabeza.

—Muy buena pregunta, porque teniendo en cuenta


como bailas no sé que haces estudiando doscientas mil
leyes.
—Técnicamente, hay alrededor de unas cien mil en
nuestro país.

Devan bosteza de forma exagerada.

—Siguen siendo muchas. ¿Qué pasa con el baile?

—El baile no paga facturas—digo repitiendo el discursito


que he escuchado toda mi vida.

—Eso lo dice la gente frustrada que no cumple sus


sueños, Ángel, y tu no pareces ese tipo de gente.

—No está tan mal, ¿sabes? Algunas cosas son un poco


aburridas, pero otras me están resultando realmente
interesantes. Además, no me parece una mala idea ser
capaz de defender a mujeres que...—muerdo mi labio,
todavía se me resisten algunas palabras.

El entendimiento llega a sus ojos y asiente.

—Lo sé.

Deja un plato de comida delante de mí, Devan me cuida


como si estuviera en un hotel cinco estrellas.

—No deberías mimarme tanto, así conseguirás que


nunca me quiera ir de aquí—murmuro en tono burlón.
—Vaya, has descubierto mi estratégico y brillante plan.

Me rio mientras niego la cabeza, en cuanto me mude


echaré de menos la cocina de Dev.

Y al demonio coqueto y su increíble capacidad de convertir


cosas normales en perversiones sexuales.

—¿Has hablado con la Sra. Myers?—pregunto

—Sí, me ha dado más noches, sabe que soy el encanto


de Mala.

—Todavía no entiendo que no estás en el hospital—mis


labios se curvan con disgusto.

—No le des más vueltas, Ángel.

No entiendo por qué no quiere explicármelo, siempre


me cuenta cada minúsculo detalle de su vida, así como
presta atención por la mía.

—Pero...

—Estoy bien, voy a aplicar en otros centros y hasta


entonces Agnes me ha dado más turnos en Mala. Estaré
todas las noches por allí, exceptuando los domingos.
—Devan, si voy a estar viviendo aquí lo más normal es
que contribuya en...

—Lalalala—empieza a decir mientras tapa sus orejas.

Estiro mis manos para separar sus manos de sus orejas


y lo miro fijamente.

—No, Dev, o pago una parte o me marcharé.

—El dinero no es problema, Mala paga muy bien, ya lo


sabes.

—Sé que tienes todavía el préstamo de estudiante, y yo


estaré más cómoda si gasto una parte de mi sueldo en
pagar parte de este techo que me estás dando.

—Ni siquiera tienes tu propio espacio, no tiene sentido


que me pagues nada.

—Devan voy a vender mi casa, no sé cuando tendré mi


nuevo apartamento, pero hasta entonces si voy a estar
aquí tengo que aportar algo, ya he abusado demasiado
de tu hospitalidad.

—¿Esto cuenta como nuestra primera pelea de


compañeros de piso? —pregunta desviando el tema.

—No cambies de tema—le riño.


—Está bien, haré un cálculo aproximado—resopla
poniendo los ojos en blanco—¿Te apetece hacer algo
esta tarde? Sam ya está por la ciudad.

—En realidad...ya tengo planes.

—Ah, ¿sí? —levanta las cejas de forma sugerente—¿Con


quién?

—Kaden—me rasco el cuello.

Espero una holeada de respuestas insinuantes por su


parte, pero para mi sorpresa, se mantiene en silencio.

—¿Dev? ¿Pasa algo?—muevo mi mano por delante de su


rostro para llamar su atención.

Sacude la cabeza y me mira.

—No quiero que te haga daño.

—Kaden no...

—Después de lo que hizo el lunes por la noche no me


fío, es más, considero que...

—No hizo nada Devan, yo le escribí, no me acuerdo


porque yo bebí...¿Ves todos los "yo" que estoy diciendo?
—También veo un "él", sobre todo en la parte en la él se
aprovechó.

Ruedo los ojos.

—No fue así.

—¿Te acuerdas para saber que no fue así?

—Eso no significa...

Se cruza de brazos, permaneciendo completamente


serio.

—No puedo creer que quieras seguid quedando con él,


se está aprovechando de ti.

—Creo que es más bien lo contrario.

—¿Por qué le defiendes? ¿No puedes verlo?

El ambiente entre nosotros cambia por completo, y se


siente muy raro.

—Yo no siento que él se haya aprovechado, ¿a caso no


cuenta lo que yo siento?

Veo en sus ojos la vacilación.

—Sí, pero las circunstancias...


—No, Dev—le corto.

Paree querer decir algo más, pero la decisión de mi


mirada le deja claro que no pienso seguir discutiendo
sobre esto. Se levanta de su silla y se marcha sin decir
nada más. Parece como si se acabara de abrir una
brecha entre nosotros.

***

Cuando llamo a la puerta de Kaden y lo veo listo para


salir me quedo con cara de estúpida.

—Buenas tardes, Juls.

—¿No habíamos quedado? —tal vez estoy equivocada.

—Sí, estoy listo para salir.

—¿Salir?

¿Sexo en público, Papi Grey?

—He pensado que podíamos ir por ahí, para variar.

¿Variar el qué exactamente?

—Así que... ¿Qué te apetece hacer? ¿Qué es lo que más


deseas? —pregunta acercando su rostro al mío.
¿Quién se ha creído que es? ¿Lucifer Morningstar?

—Yo...quiero ver a Lex.

Ni siquiera sé porqué respondo eso, Kaden parpadea


confuso, como si hubiera esperado otra respuesta por
mi parte.

—¿Y por qué no vas a verla?

Suspiro.

—No se permiten visitas en el área que está ingresada.

—Hasta ahora la has estado visitando, ¿no?

Muerdo mi labio inferior con fuerza.

—La trasladaron al psiquiátrico, y donde está no puede


tener visitas...Yo sólo...quiero ver con mis propios ojos
que está bien.

—Bueno, pues ya está decidido, ¿no?

—¿Qué? —pregunto confundida.

—Nuestra cita de hoy, colarnos en el psiquiátrico.

Sacudo la cabeza, no entiendo a que se refiere.


¿Ha usado la palabra cita?

¿Y la parte de colarnos no es importante?

—¿A qué te refieres?

—Tú—me señala—yo—se señala—yendo al psiquiátrico.


¿Qué no entiendes?

—No podemos colarnos.

—¿Por qué no?

—Porque si nos descubren...

—Entonces tendremos que hacer que no descubran,


¿no? —dice con sencillez.

Lo hace ver todo demasiado fácil, no entiendo que


tienen en mente, y aún así le sigo con decisión, dispuesta
a ver lo que planea.

***

—Esto nos meterá en un lío—le digo con nerviosismo


atacando mis pobres uñas con mis dientes.

Kaden se ríe.

—Esa es mi especialidad, nena.


—No sé como estás tan tranquilo, ni siquiera sabes lo
que estás haciendo.

—Estoy llevando a mi querida paciente a su habitación—


murmura dándome unas palmaditas suaves en la cabeza
mientras que con su otra mano empuja la silla de ruedas
en la que ha hecho sentarme.

Levanto la mirada y contengo un suspiro, Kaden vestido


como celador es otra cosa que añadiré a mi lista de
fantasías.

—Las puertas van con pases identificativos, se van a dar


cuenta.

Estira una cuerda que tiene alrededor de su cuello,


mostrando una tarjeta. Parece que lo tiene todo muy
bien pensado para estar improvisando.

—¿De dónde has sacado eso?

—Lo he...tomado prestado.

—¿La otra persona sabe que lo has tomado prestado? —


resoplo.

Kaden sonríe mostrando sus perfectos dientes.

—Es un préstamo sorpresa.


Niego la cabeza.

—Estás loco.

—Bueno, estamos en el lugar indicando entonces.

Kaden se ha colado por el parquin de empleados hasta


el vestuario, en quince minutos ha salido vestido con un
traje sanitario de celador, una bata para mí y una silla de
ruedas.

No he querido preguntarle como ha obtenido todas esas


cosas, pero sin duda este lugar debe mejorar sus
sistemas de seguridad, porque está claro que se puede
colar cualquiera.

—Vale, ¿cómo encontramos a tu amiga?

—El ala restringida está en la cuarta planta, subiendo por


esos ascensores—digo señalando con discreción—. Pero
solo el personal autorizado puede abrir las puertas.

—Bueno, esperemos que...—lee su tarjeta identificativa


—Kevin tenga acceso.

Nos subimos al ascensor y cuando se están cerrando las


puertas alguien entra con nosotros.

Oh, oh.
Es una de mis antiguas enfermeras, y me odia, tengo la
certeza de que me odia.

—Julliet—dice sorprendida—No sabía que estabas por


aquí otra vez—sonríe con una amplia y falsa sonrisa.

Miro hacía adelante como si no la hubiera escuchado.

—¿Julliet?

—Está muy medicada, ya sabes como afecta eso—


carraspea Kaden.

—Oh, claro—asiente cautivada por Kaden—¿Eres nuevo?

—Sí, es mi primera semana por aquí.

Admito que estoy bastante asombrada por la


naturalidad que tiene Kaden a la hora de fingir.

—Oh, qué bien, yo estoy en el ala este, pero esta semana


me han enviado a la décima planta, espero verte por
aquí entonces.

Aborrezco tanto a esta mujer que me cuesta contener la


cara de indiferencia.

—Por supuesto—le sigue el juego.

Pobre ilusa.
Las puertas se abren y Kaden me empuja hacía fuera.

—Un placer, ehm...

—Kevin—contesta Kaden sonriente antes de que se


cierren las puertas.

—Bueno, Kevin, ¿y cuál es tu plan, exactamente? Si entro


en esta planta como pacienteno podré salir tan
fácilmente. Y no llevo pulsera identificativa, se van a dar
cuenta.

Kaden mira a su alrededor, en cuanto localiza un carrito


de auxiliar coge una sábana doblada.

—Uy, cuanto frío tienes, ¿verdad?—dice tirándome la


sábana por encima de mi cuerpo, dejando únicamente
mi cabeza descubierta—Intenta no sacar los brazos.

Tira de mi silla hasta la puerta, justo cuando va a pasar la


tarjeta identificativa por el lector la puerta se abre, un
hombre con bata de médico nos mira.

—Buenas tardes.

—Buenas tardes—responde Kaden educadamente


moviéndose a un lado para permitir el paso.
Antes de que se cierren las puertas nos cuela en el
interior.

—Bueno, nunca sabremos si Kevin tenía acceso. ¿Y ahora


a donde?

—No lo sé—murmuro mirando mi alrededor, estar aquí


no me trae buenos recuerdos.

—Pues continuamos improvisando.

Empuja la silla por el salón general, vamos mirando de


forma discreta intentando no levantar sospechas.

—La ventana de la izquierda, en esa esquina—susurro


por lo bajo. —Es ella.

O eso creo, porque está de espaldas.

Kaden me acerca y siento la expectación creciendo en mi


pecho, me deja al lado de Lex.

—Diez minutos.

Asiento y acabo de acercarme a Lex.

—Vale, no alucines ni llames la atención—le digo.

Lex ni siquiera se gira para verme, muevo un poco su


silla para quedar frente a ella.
—¿Lex? —cuando mis ojos se clavan en los suyos me
horrorizo. Parece un cascarón vacío, no hay nada de Lex,
es como si su cuerpo estuviera aquí, pero ella no.

Me llevo las manos a la boca de la sorpresa.

—Lex—estiro el brazo para tocar su rodilla, cuando


siente mi tacto se aparta bruscamente, como si le
repulsara.

¿Qué ha pasado? ¿Cómo...?

—Lex soy yo, Julliet—insisto.

Empieza a temblar ligeramente y me asusto, ¿qué le


pasa?

Su cuerpo tiembla cada vez con más intensidad,


llamando la atención del personal.

—¿Lexie? ¿Qué sucede? —pregunta un enfermero


acercándose rápidamente.

Ella continua en silencio mientras su cuerpo se sacude


con fuerza.

—Voy a administrarte algo para que estés mejor, ¿vale?


Ahora vengo—le dice
Kaden se acerca a nosotros lentamente.

—¿Qué pasa?

—Creo que tenemos que irnos—susurro.

—¿Y tú quien eres? —pregunta el enfermero con una


jeringuilla en la mano. Mira la placa identificativa de
Kaden y frunce el ceño—Tú no eres Kevin.

El Impostor ha sido descubierto.

—Sí, claro que sí, soy nuevo—responde Kaden a la


defensiva.

—¿Y tú? No eres paciente de esta planta, ¿qué hacéis


aquí?

El enfermero empieza a tantear algo en su bolsillo,


cuando saca un pequeño teléfono Kaden tira de mi
brazo y empezamos a correr por el lugar.

Se genera caos entre los pacientes, el vernos correr los


altera y el ambiente empieza a animarse.

—¿Qué pasa si nos pillan? —pregunto entre jadeos.

—Será mejor que no lo averigüemos.


Pasa la tarjea de Kevin por el lector y la puerta se abre,
algunos pacientes empiezan a escaparse junto a
nosotros y el caos se generaliza.

Varios celadores empiezan a correr en nuestra dirección


y Kaden me guía por las escaleras de emergencia.

Dejamos atrás nuestro una imagen bastante caótica que


me hace cuestionarme si vale la pena haber causado
este desastre por ver durante un par de minutos a Lex.

Sí, vale la pena.

Tenía que volver a verla, aunque no me guste lo que he


visto, mi cabeza se nubla por la cantidad de
pensamientos que pasan por ella.

¿Eso es culpa de Nathan? ¿Que Lex esté así es por él?

El odio crece en mi pecho, es tan intenso que lo noto en


cada fibra de mi cuerpo.

—Cuanto más rápido vayas menos probabilidades de


que nos cojan—dice en un gruñido bajo.

Acelero mis pasos intentando no morir escaleras abajo y


a los pocos minutos ya estamos en el sótano.

—¿La ropa? —le pregunto.


—No hay tiempo de cambios de vestuarios, Julliet.

—¡Eh! —se escucha detrás nuestro.

Mierda, mierda, mierda.

Nos subimos al coche de forma frenética y Kaden


arranca sin que de tiempo si quiera a que nos
coloquemos los cinturones de seguridad.

Cuando llegamos a la barrera del parquin el hombre


encargado de vigilar tiene cara de haberse enterado de
nuestra pequeña excursión.

—Bajen de forma calmada del coche—nos indica


levantando las manos.

¿Pero que le pasa? Ni que fuéramos a dispararle.

—¿Te cabreas mucho si lo dejo inconsciente? —me


pregunta Kaden.

—¿Qué?

—Me lo tomaré como un no.

Kaden se baja del coche y se acerca hasta el hombre con


agilidad.
—¿¡Kaden que estás haciendo?! —exclamo cuando veo
como hace algo extraño con su cuello, parece que vaya a
matarlo.

En pocos segundos el hombre se desploma cayendo


redondo al suelo.

—¿¡Kaden que has hecho?! —estoy en estado de shock.

—Lo he puesto a dormir un ratito.

—¿Lo has...? ¿Lo has...? —ni siquiera puedo decirlo.

Kaden se cuela en el interior de la caseta de seguridad y


activa el alzamiento de la barra automática.

—¿Qué? Julliet solo lo he dejado inconsciente, es una


técnica muy útil que me aprendí hace unos años.

—Pensaba que eso solo pasaba en las películas...parecía


que lo estabas ahogando.

—Para nada, en menos de un minuto estará consciente


de nuevo.

Me llevo las manos a la cabeza, lo que acabamos de


hacer es una total y completa locura.

—¿Estás bien? —pregunta, frunciendo el ceño.


—¿Bien? ¿Cómo voy a estar bien? ¿Comprendes el lío en
el que nos hemos metido?

—No van a poner una denuncia, al fin y al cabo, no


hemos hecho nada grave.

—Dios, mi antigua enfermera me ha reconocido en el


ascensor, no les costará encontrarnos.

—No te preocupes por eso, lo tengo controlado.

—¿Qué tienes controlado? ¿Qué nos metan en la cárcel?


Dios...

—Julliet, tranquilízate.

La adrenalina continúa circulando por mi sistema, es


imposible que me tranquilice.

—Y con el procedimiento abierto contra Nathan esto


solo manchará mi imagen...Y tú... ¡Joder Kaden, tienes
antecedentes! ¿Si te cogen de nuevo que pasa?

Kaden frena en el primer desvío que encontramos y me


mira.

—¿Puedes calmarte? Si te digo que lo tengo controlado,


es porque lo tengo controlado.
—Esto ha sido una locura, y Lex ni siquiera...Es todo una
mierda, no deberíamos haber ido—mi labio inferior
empieza a temblar.

No quiero llorar, y mucho menos frente a Kaden.

Pero esa no era Lex, y no es justo que le hayan robado


su vida.

—Julliet... ¿Por qué has estado ingresada en un


psiquiátrico?

Lo miro a través de las lágrimas que se están formando


en mis ojos, esto es algo que he hablado con poca gente,
entre ellos Devan y Andrew.

—¿Importa?

—Tú me importas.

Niego la cabeza, confusa por el efecto que me causan


sus palabras.

—Un día estaba cansada de todo, y tomé la estúpida


decisión de querer acabar con todo.

—¿Cómo lo hiciste? ¿Qué pasó?


La gente normalmente no es tan directa haciéndome las
preguntas, es un tema que genera bastante
incomodidad.

—Muchas pastillas y mucho alcohol...Nathan me


encontró y me llevó a urgencias, estuve cerca, tan cerca
que tuvieron que ingresarme en el psiquiátrico. Allí
conocí a Lex.

—¿La amiga de hoy?

Asiento mi cabeza.

—Ella ha sido lo mejor de estos últimos dos años y


ahora, por mi culpa...

—¿Por tu culpa? —pregunta frunciendo el ceño.

Sí, por mi culpa. Si no la hubiera conocido seguramente


Nathan la habría violado.

No es directamente mi culpa, pero indirectamente se


siente de ese modo.

—Es una larga y compleja historia de la que no hablaré.

—Me gusta esto.

Mi frente se arruga, no entiendo de qué habla.


—Quiero decir, me gusta que me cuentes más cosas,
que seas capaz de abrirte.

Me puedo abrir de otra forma, también.

—¿Podemos ir a tu casa, ahora? —le pregunto ignorando


lo último que ha dicho, no sé que responderle a eso.

—No, te llevaré al apartamento del camarero.

—¿No? —repito confusa mientras lo miro.

—No.

—¿Cómo que no?

¿Desde cuando Kaden rechaza un polvo?

¿Dónde esta Papi Grey?

—No puedo Julliet, tengo que...no puedo, ¿vale?

Lo miro, intentado leer lo que no quiere decirme entre


líneas.

No lo entiendo para nada.

Kaden arranca de nuevo el coche y me lleva hasta el


departamento de Devan.
—Gracias por...—ni siquiera estoy segura de que debo
agradecerle.

—Te escribiré para volvernos a ver.

***

El Sr. Henderson cancela nuestra reunión del jueves, lo


cual me cabrea bastante porque ya llevo tres sesiones
con el italianito que no están siendo recompensadas con
sexo.

Y ese no era el trato Grey Supremo.

Kaden propone que volvamos a vernos, y tras aceptar


alegremente me vuelve a dejar a dos velas.

Simplemente nos limitamos a cenar fuera, sin mi sesión


de sexo salvaje final.

El infierno debe estar congelándose.

Devan y yo apenas coincidimos en toda la semana, al


trabajar en Mala pasa gran parte de la mañana
durmiendo y cuando vuelvo de clases, o de los entrenos
con Blake, o de las sesiones con el psicoterapeuta, él ya
no está.
El viernes por la noche libra, porque es el fin de semana
que Mala cierra. Tengo mucha curiosidad por saber
porqué Mala cierra un fin de semana al año.

—Estoy preparando la mochila para mañana, ¿qué


debería llevar? —le pregunto intentando romper el hielo.

—Te recomiendo pantalones cortes, deportivas,


gorra...hacemos un rato de caminata y hay un claro al
final del sendero, así que puedes llevar bañador si
quieres.

Voy echando las cosas a mi mochila mientras lo miro.

Sin bromas, sin coqueteos...no parce Devan.

—¿Qué pasa, Dev?

—¿Qué pasa de qué?

—Llevas toda la semana distante, pensaba que entre


nosotros hablábamos las cosas.

—No pasa nada.

Ni Ángel, es extraño que no me llame así todo el tiempo.

—No me digas si que sigues cabreado por lo que te


conté.
Sus labios se aprietan.

—Será mejor que me acueste, mañana nos levantamos


temprano.

Odio esto. Odio que no quiera hablar conmigo y actué de


este modo, no me encaja para nada por como es él.

¿Pasará algo más?

Me acuesto en el otro lado de la cama, nuestros cuerpos


están bastante juntos, sin embargo, se siente una gran
distancia entre nosotros.
68. Mala Vida
"Mala vida que me persigue
Mala vida que no puedo salir"

Durante el día, cualquiera diría lo pervertidos que


pueden llegar a ser en este grupo. 

Tras llegar al campamento, el cual está reservado


exclusivamente para nosotros, nos vamos a hacer
senderismo por la zona.

Las cosas con Devan siguen un poco extraña, y él no se


despega del lado de Sam, parecen hablar de cosas serias
todo el tiempo, por lo que no interrumpo.

Kaden tiene a Rachel y Chelsea detrás todo el tiempo,


durante una ocasión parece querer lanzarlas barranco
abajo.

Así que aprovecho el camino para conocer un poco más


al resto de mis compañeros, prácticamente no me
separo de Celeste, Braxton y Nell.

—¿Y Halsey y Jules? ¿Vendrán esta noche? —pregunta


Nell.
—No, al final se han rajada en el último momento—le
explica Celeste.

Después de un largo día de caminatas la excursión


culmina en un pequeño claro, llevo el bañador tal y
como me indicó Devan, y para mi sorpresa no se
convierte en una fiesta sexual de agua, todo el mundo
mantiene su traje de baño y simplemente nos divertimos
un rato en el agua antes de volver al campamento.

Hay un buen ambiente entre ellos, exceptuando por


Chelsea y Rachel, que parecen cabrear a la gente, más
que otra cosa.

Cuando cae la noche, tras una buena cena, nos ponemos


todos en círculo.

Hay varias lonas de plástico estiradas por el suelo y han


colocado algunos cojines encima.

Me siento entre Celeste y Sam, ellas, por lo que he visto,


son bastante cercanas.

Me pregunto cuan cercanas son.

Nell coge un vaso y va pasando el resto de la pila para


que cada uno cojamos uno.

—No dejas de trabajar ni hoy, K—se mofa Micaela.


Keane rueda los ojos y niega la cabeza, va pasando uno
por uno haciéndoles elegir una pulsera, me recuerda a la
noche que acudí a Mala como clienta.

—¿Qué eliges esta noche, Julliet? —me pregunta con una


amplia sonrisa.

—No entiendo que tengo que elegir—le digo extrañada


viendo las cintas de colores que me ofrece.

Hay tres colores; lila, azul y rojo.

La muñeca de Keane está adornada por una cinta roja.

—Es para los juegos, el lila significa que estás dispuesta a


jugar con cualquiera de nosotros, el azul es que solo
quieres jugar con mujeres y el rojo es que solo estás
dispuesta a jugar con hombres—me explica Celeste.

En otras palabras, ¿quieres follarte hombres, mujeres o


ambos?

Estiro el brazo cogiendo la cita lila y la ato alrededor de


mi muñeca.

—Buena elección—indica Sam chocando su muñeca


junto a la mía, nuestras cintas entonan.
Cuando acaba de repartirlas me fijo en cada uno de
ellos.

Nell, Sam, Alessia, Kurt, Devan, Levi y Connor llevan una


pulsera lila.

Vía libre.

Emily y Margot han optado por coger una cinta azul, es


decir, que solo aceptaran retos o juegos que impliquen
otras mujeres.

Chelsea, Rachel, Celeste y Micaela llevan atadas una


cinta roja, y Braxton, Kaden, Ashton y Adrian han
escogido la azul.

Apuesto mi sueldo del mes a que Chelsea se muere por


tener un reto con Kaden, cada vez que he dirigido mi
mirada hacía ella la he pillado babeando por Kaden.

Devan se acerca y saca de las neveras portátiles varias


botellas de licor.

—Servíos vosotros mismos el vaso, yo sí que no trabajo


esta noche—dice con burla pasándole una de las
botellas a Braxton.

—¿Dev me pasas la sin? —le pide Celeste.


—Buenooo—resopla con tono bromista—Lo que me
pida mi bailarina favorita—le guiña el ojo y acerca la
botella, la destapa y le rellena el vaso de plástico.

¿Su bailarina favorita?

—¿No bebes alcohol? —le pregunto, extrañada.

—No, no me gusta.

—Es la rarita del grupo—contesta Alessia pasando un


brazo por su cabeza para revolverle el pelo.

—Lo triste es que se tenga tan normalizado que se tenga


que beber alcohol—señala Celeste.

Lo pienso por unos segundos, nunca lo había visto de


ese modo.

—Bien, esta es la única copa que sirvo.

Celeste le lanza un beso y Devan le sonríe en respuesta.

No sabía que se llevaran tan bien, aunque Devan


realmente se lleva muy bien con todo el mundo.

Por eso es el demonio coqueto.

—Vale, yo nunca...—empieza a decir Emily.


—¿En serio? ¿El yo nunca? —le pregunto al oído a Sam.

Ella asiente, divertida.

—Espera a saber que no ha hecho esta gente, la lista es


muy reducida—se ríe.

—...Yo nunca he dejado que me aten durante el sexo.

Empezamos fuerte, señores.

Casi todo el mundo bebe, yo incluida, a excepción de


unos pocos, entre ellos Devan y Kaden.

Ahora tengo curiosidad por atar a Papi Grey.

Dicen cosas bastante explícitas, y para mi no sorpresa he


hecho mucha de ellas, aunque todas han sido estos dos
últimos meses.

Cuando llega el turno de Kurt me sonríe perversamente.

—Yo nunca he estado en el famoso sótano del Sr.


Henderson.

Todos me miran con expectación, vaya grupito de


cotillas.

Repiqueo mis uñas contra el vaso de plástico y cojo aire


antes de dar un breve trago.
No me atrevo a saber que expresión tiene Kaden en su
rostro.

—¡Lo sabía! —exclama Nell—Ahora tienes que explicar la


historia completa, ¿estáis liados?

—¿Y qué pasa con el estúpido juego? —interviene Kaden


por primera vez.

—Kaden tiene razón—dice Sam—Es mi turno...yo nunca


he sido atada por el Sr. Henderson—sonríe mientras me
mira.

Realmente todavía no he sido atada por él, así que no


bebo.

Los del círculo se miran entre ellos con confusión.

—¿Y qué has hecho en el sótano del Sr. Henderson?


¿Tejer? —resopla Chelsea, ligeramente interesada por el
chisme.

Me encojo de hombros, intentando que den por zanjado


el tema.

—Es tu turno, Juls—me dice Celeste.

—Vale...Yo nunca...
Llevo un rato pensando que diría en mi turno, pero
alguna de las pocas cosas que no he hecho ya se han
dicho.

—Yo nunca me he acostado con un cliente de Mala—


finalizo la oración.

Todos beben.

Literalmente todos.

—Bueno, solo lleva dos meses, dadle tiempo—se ríe


Margot.

—Yo nunca he hecho un sritp-tease—dice Ashton.

Mis ojos van directamente a Kaden y siento como mis


mejillas se calientan, ni siquiera me fijo en quién más
bebe.

—Yo nunca me he tirado a más de una persona el


mismo día—expone Alessia.

Kaden frunce el ceño mientras ve como bebo de mi


copa, esto de tenerlo enfrente es peligroso.

No sé a qué viene su gesto, él estaba presente mientras


me follaba al mismo tiempo que Devan.
Ayyy los celos Papi Grey.

—Yo nunca...—empieza a decir Devan.

—¿Qué no has hecho Devan? —le provoca Sam entre


risas.

Si la voz de Sam es el sonido más sensual del planeta, no


puedo explicar lo que provoca su risa.

Mami Grey susúrrame al oído cosas sucias.

Devan se frota la barbilla, pensativo.

—Yo nunca he fingido un orgasmo—termina de decir.

Es triste que casi todas las chicas bebamos.

Los yo nunca continúan y tengo que rellenar mi vaso.


Voy a acabar alcoholizada antes de que termine la
primera ronda a este paso.

Cuando llega el turno de Kaden me siento impaciente


por saber que dirá.

—Yo nunca he dicho te quiero—dice Kaden sin apartar su


mirada de la mía.

—Que poéticos estamos, Kaden—se burla Levi.


—¿Qué clase de alma sin sentimientos no ha dicho un te
quiero con veintinueve años?—niega Sam.

—Kaden—contesta Kurt como si fuera obvio.

—Yo nunca he tenido fantasías sexuales con alguien de


mi familia—anuncia Adrian.

Celeste bebe y todos la miramos boquiabiertos.

—¡Va, chicos! No me creo que nadie más haya tenido


alguna fantasía.

—¿Aló, policía? —finge Micaela que llama con su mano.

—¿Con quién diablos fantaseas de tu familia? —exige


saber Adrian.

—Tengo un primo que está muy bueno, ¿vale? Si lo


vierais también fantasearíais con él.

—A ver, pasa su Instagram—murmura Devan sacando su


teléfono.

—Le van los coños, Dev—asegura Celeste.

Hace una mueca.

—Pues entonces deja que me recree la vista con sus


posts.
—No, eres demasiado peligroso.

—Sabes que no podría resistirse a mis encantos—


concluye con una sonrisa encantadora.

El juego continua y muchos trapos sucios y secretos van


saliendo a la luz.

Mi nivel de alcohol en el sistema es tolerable, después de


cada borrachera parezco tener mejor tolerancia al
alcohol.

—Yo nunca he participado en un vídeo porno—murmura


Chelsea.

Alessia y Connor se guiñan el ojo y beben.

—Julliet, ¿no bebes? —dice con un falso tono de sorpresa


Chelsea.

Sacudo la cabeza confundida.

—¿Perdón?

—He dicho, yo nunca he participado en un vídeo porno,


tú si que lo has hecho, ¿no?

Hija de puta.

—No, no lo he hecho.
—Pero yo vi un vídeo tuyo con...

—Cierra la boca, Chelsea—la interrumpe Kaden.

—¿A qué viene ese tono? —responde a la defensiva—No


he dicho nada malo, después de todo los vídeos han
circulado por tantos lados que han echado a Devan del
hospital por ello.

Jadeo sorprendida y miro a Devan, él está mirando a


Chelsea como si quisiera arrancarle la cabeza.

—¿No es eso lo que le decías antes a Sam? —parpadea


con inocencia.

—¿Por qué eres tan bocazas, Chels? —le dice Devan con
rabia.

—¿Es cierto, Dev? ¿Te han echado por mi culpa?

Sus estudios, su pasión por su trabajo, todo se ha


esfumado por mi culpa.

—No, no ha sido tu culpa. No permitiré que cargues con


la responsabilidad de esto, Julliet, esos vídeos ni los
grabaste tú ni los subiste tú.

—Eso dice... —suspira Rachel con tono malicioso.


De repente me siento como si ambas quisieran acabar
conmigo.

—Rachel...—murmura Nell con tono de advertencia.

—De Rachel nada, desde que ha aparecido—me señala


mientras se pone en pie—parecéis todos unos
cachorritos deseosos de su atención, dais pena y ya
estoy harta.

—Tiene razón—dice Chelsea poniéndose en pie junto a


su lado.

—Cortad los celos, que parecéis niñas de doce años


peleando por el chico que le gusta—interviene Celeste.

—¿Celos? No son celos.

—¿Por qué no das una vuelta y te relajas? —sugiere


Emily.

—Está bien, total, esto es aburrimiento con ella aquí. ¿Te


vienes, Chels?

Ella asiente con complicidad y vemos como desaparecen.

—Bueno, más alcohol para nosotros—dice Devan


alegremente acercándose más a su pareja para reducir
un poco más el círculo en el que estamos.
—Se ha acabado el Vodka—señala Micaela.

Varias personas empiezan a soltar risitas por lo bajo.

—¿Me he perdido un chiste? —le pregunto a Sam al oído.

—No, cuando terminamos el Vodka, cambiamos de


juego.

Oh.

Colocan una de las botellas de Vodka vacías en medio


del círculo que formamos.

—¿El juego de la botella? ¿Esto no es para críos? —no


puedo evitar preguntar.

—No nuestra versión—asegura Nelly con una risita.

—Son unos buenos preliminares—me susurra Celeste al


oído haciendo que se me erice la piel. —Ahora es cuando
empieza la fiesta de verdad.

—El primer giro decide la persona que llevará a cabo la


prueba, el segundo, su víctima. Los retos están escritos
de otros años—explica cogiendo un bote de cristal lleno
de papelitos doblados.

Retos de Mala.
Eso suena muy muy peligroso.

Y muy muy excitante.

—¿Y si a alguien le toca el sexo que no quiere? —


pregunto pensando en el color de las pulseras

—Pueden volver a girar—responde Kurt.

—¿Y se pueden a negar a hacer el reto?

—Sí, pero entonces hay que beber el chupito de la


muerte.

—¿Qué es eso?

—Una mezcla asquerosa que no te recomiendo probar—


admite entre risas

—Va, empiezo yo—dice Connor con evidente


entusiasmo.

Admito que estoy nerviosa.

Pero el alcohol está amortizando un poco los nervios.

Aunque estoy nerviosa.

Bastante nerviosa.
¿Estoy a punto de participar en una especie de orgía?

¿Qué estoy haciendo con mi vida?

Disfrutar como nunca.

—¿Qué puede salir de ese bote? —le susurro al oído a


Sam.

—Cualquier cosa, y cuando digo cualquier cosa, me


refiero a cualquier cosa.

Trago audiblemente y miro hipnotizada como la botella


gira eligiendo a la víctima de Connor.

Se para justo frente a Alessia y ambos sonríen, empiezo


a pensar que o han sido pareja o algo raro hay entre
ellos.

¿Han hecho un vídeo porno, tú que crees?

Micaela le acerca el bote de los retos a Connor y él saca


un papelito al azar.

—Bájale la ropa interior con la boca a tu víctima.

Vale, no es tan tan tan explícita como imaginaba.

Es explícita sí, pero por lo menos no va a follársela ahí


mismo.
Todavía.

Connor se acerca a Alessia y esta se pone en pie, lleva un


vestido ancho que le llega hasta las rodillas
prácticamente. Se arrodilla delante de ella y se miran con
complicidad, acaricia sus muslos lentamente hacía
arriba, alzando su vestido, cuando lo tiene por encima de
su cintura y se vislumbran sus pequeñas bragas acerca
su boca a su entrepierna.

Muerdo mi labio observando la escena, hay un aire


demasiado sensual entre ellos.

Contengo el aire mientras veo como los dientes de


Connor atrapan el elástico de la ropa interior de Alessia y
tira hacía abajo con lentitud.

Al trabajar en Mala hemos acabado viéndonos desnudos


prácticamente todos los presentes, sin embargo, sigue
sintiéndose intenso.

El vestido cae tapando lo que Connor estaba revelando y


vuelvo a respirar.

Connor vuelve a su sitio y Levi gira la botella, nunca


había estado tan inquieta por saber a que va a enfocar
un objeto inanimado.

La botella deja de dar vueltas y señala a Devan.


—A ver que me haces Levi—le guiña un ojo.

Este rebusca en el bote y saca uno de los retos.

—Acaríciale el clítoris a tu víctima hasta que se corra.


Bueno, eso va a ser difícil—se ríe.

—Mastúrbale la polla, sirve igual—propone Nell.

—No, tiene que sacar otro papel—interviene Adrian.

—Que decida Dev—dice Celeste.

—Saca otro reto, a ver si hay algo más jugoso.

Levi rebusca y coge otro reto.

—Muerde la oreja de tu víctima—lee en voz alta.

—Me tendría que haber quedado con el anterior—


suspira Devan con decepción.

Levi se acerca hasta a Devan y le susurra algo al oído


antes de tirar suavemente de la oreja de Devan.

Bueno, la cosa va bien.

—Es tu turno, Kaden—le dice Levi.

Vale, ¿por qué siento que es el momento de huir?


Kaden mira la botella con recelo.

—Solo tienes que girar la muñeca para que de vueltas —


se burla Connor observando como Kaden sostiene la
botella.

Este le lanza una mirada asesina que parece querer


decirle que va a estrellar la botella contra su cara.

Kaden gira la botella y mi corazón se para cuando


empieza a reducir la velocidad, esta tan cerca de mí, tan
cerca...pero para justo a mi lado, en Celeste.

Has calculado mal por unos centímetros Papi Grey.

Estira el brazo y saca un papel con rapidez, sus gestos


parecen indicar que no está interesado en nada de esto.

Pues bebe el chupito de la muerte.

Mira el papel y luego me mira a mí, su mirada salta a


Celeste y vuelve a leer el dichoso papelito.

¿Qué pone que está tan callado?

—¿Qué es? —pregunta Sam intrigada.

—Una gilipollez, dadme el chupito ese.


Celeste arruga su frente, parece un poco ofendida
porque Kaden haya pasado del reto.

—¿Estás seguro? —le dice Kurt.

—Pásame la botella—le exige.

Kurt coge una botella que contiene un líquido oscuro,


Kaden se sirve un poco en el vaso y lo bebe de golpe.

Su nariz se arruga cuando acaba de tragarlo y su cara es


bastante cómica.

¿Qué ponía en el dichoso reto?

El resto continúa jugando y me mente se queda


abstraída por un rato, parezco presa de la mirada de
Kaden, como si intentara decirme algo sin palabras.

Sacudo la cabeza volviendo a la realidad y me concentro


en lo que está sucediendo a mi alrededor, no sé en que
momento ha pasado, pero Emily y Margot están
haciendo un perfecto sesenta y nueve lésbico.

El nivel de excitación general cada vez es más alto, estoy


tan caliente que deseo que me toque ya ser la víctima de
alguien.
Braxton gira la botella y el universo parece escuchar mis
plegarias cuando para frente a mí.

Siento como mi interior se contrae, tengo los nervios a


flor de piel.

—Lame los pezones de tu víctima.

¿Solo eso? Que decepción.

Camina hasta mi lado y siento los ojos de todo el mundo


posándose en nosotros.

—Sino quieres que lo haga no pasa nada, Juls. Eres


consciente de ello, ¿verdad?¾me dice amablemente.

Me recuerda a Devan antes de jugar al Twister con Sam.

—No sé a que estás esperando —contesto con una


sonrisa.

Brax sonríe ampliamente y sube sus manos por mi


espalda, su aliento choca con mi cara y mi respiración
empieza a alterarse.

Saber que todo el mundo nos está mirando es uno de


mis nuevos placeres secretos, me excita demasiado.
Sus manos desabrochan con habilidad el cierre y tira de
mis tirantes, después de bajarlos prácticamente arranca
mi sostén.

Levanta mi camiseta, siento las palmas calientes de sus


manos contra mi cuerpo.

Cuando revela mis pechos se inclina hacía ellos y mete


uno de mis pezones en su boca, su lengua gira alrededor
humedeciéndolo y humedeciéndome. Se separa y tira de
el con sus labios antes de proceder a hacer la misma
acción con mi otro pecho.

—¿Cuánto rato duran los retos? —gruñe Kaden haciendo


que Braxton se separe.

Me baja la camiseta sin devolver el sujetados, mis


pezones están completamente erectos y cualquier puede
verlo.

—El tiempo que me de la gana si no se específica en el


papel—le contesta Braxton con una sonrisa fingida.

Kaden pone los ojos en blanco y le da un trago a su


bebida, su mano tiembla contra su rodilla, es algo que
me he dado cuenta que hace cuando quiere fumar.

Nell es la siguiente en jugar, y le toca uno de los retos


más atrevidos hasta ahora, montar durante cinco
minutos a su víctima, la cual, para mi irónica diversión,
es Kaden.

—Vamos a ver si las leyendas sobre ti son ciertas, Kay. —


le dice Nell seductoramente mientras se acerca.

No quiero ver esto y al mismo tiempo quiero verlo.

Se siente como si fuera a ver un atropello, no quieres


mirar pero al mismo tiempo la curiosidad extraña te
impide apartar los ojos.

—Chicos, espacio de sexo seguro patrocinado por Mala


—los interrumpe Micaela tirándoles un preservativo.

Es entonces cuando observo que custodia un gran bote


llevo de diversos preservativos, decenas de ellos.

Nell lo atrapa en el aire y se abanica con el, miro a


Braxton, esperando una reacción de celos por su parte,
pero está muy tranquilo.

Sin duda son una pareja swingeren toda regla, parece


inmune a todo lo que sucede, es más tiene una sonrisa
en la cara mientras mira lo que hace Nelly.

Nell coge la cara de Kaden con sus manos y se agacha,


antes de
—¿El reto dice algo de besarse? —le exige.

Nell niega la cabeza.

—No me gustan lo besos, limítate al reto.

Es un gilipollas.

Ella le acaricia la cara con ternura.

—Me pone muchísimo este rollo de duro que tienes,


Kaden.

Se agacha hasta su oreja y le susurra algo al oído, Kaden


me mira fijamente mientras Nell le cuenta algo que
ninguno de nosotros alcanza a oír.

Frota su mano por encima de la entrepierna de Kaden

—El tiempo corre—les advierte Sam.

—Y vosotros a este paso no—bosteza de forma


exagerada Connor.

Nell se baja los pantaloncitos cortos que lleva, diría que


me sorprende ver que no lleva ropa interior, pero
realmente no lo hace.
Su piel oscura contrasta con la de Kaden, sus manos
juegan con el cierre de su pantalón y la incita a moverse
para poder bajarle la ropa.
—De esto ya me encargo yo—le dice Kaden quitándole el
condón de las manos para colocárselo él mismo.
—Tres minutos—comenta alguien en voz alta.
Nell se sienta en el regazo de Kaden y cojo aire cuando
observo como baja lentamente sobre él.
No puedo explicar lo que siento en estos momentos,
porque nunca me he sentido así antes. Es extraño, no
identifico ni mis propias emociones.
Y hay que añadir que es un tanto perturbador que
mientras Nell lo monta Kaden no deja de mirarme.
—Tiempo.
Nell vuelve a su lugar como si nada y Margo gira la
botella, para delante de Sam y ambas sonríen.
El reto que le toca es hacer que su víctima se corra, de la
forma que quiera, en tres minutos o tendrá castigo, que,
por lo visto, el castigo consiste simplemente en uno de
esos chupitos mortales.
—Tranquila, con todo lo que estoy viendo ya estoy
demasiado caliente—le dice Sam.
Margot besa brevemente los labios de Sam, y tas quitarle
parte de su ropa, procede a besar sus otros labios.
—Joder, Margot—murmura con la voz ronca mientras
sus caderas se retuercen.
La respiración de Sam cada vez es más agitada, los
segundos pasan con rapidez, jugando en su contra.
Cuando la alarma del tiempo suena Sam gime con
frustración.
—No pares ahora—protesta—Tan cerca, joder...
Margot se separa, lamiendo el brillo de sus labios.
—Lo siento, Sam—le sonríe con malicia.
—Me vengaré como seas mi víctima—le promete
incorporándose.
El reto de Kurt consiste en hacerle durante tres minutos
una paja a Connor, curiosamente con los pies. Algo que
no había visto nunca hasta ahora.
Sam gira la botella y esta para frente a Ashton, las cosas
parecen caldearse cada vez más, sobretodo cuando el
reto que les toca es que su víctima se la folle analmente.
La excitación de todos los integrantes masculinos es
bastante evidente, Ashton coge un preservativo y se
acerca hasta Sam.
Devan les hace rodar un bote de lubricante, Sam se
coloca a cuatro impaciente por querer terminar lo que
Margot ha empezado.
He visto a Devan hacer lo mismo que está haciendo
Ashton con Sam ahora, así que ya no me sorprende ver
como Sam se corre expulsando fluidos a propulsión.
—Gracias—suspira placenteramente cuando Ashton sale
de su interior.
En estos momentos no me importaría que el juego
terminara y todo el mundo se pusiera a follar, es más,
estoy deseando que eso pase.
Lo necesito, entre el ambiente y el alcohol mi excitación
está por las nubes.
Es mi turno, giro la botella con impaciencia y observo
como se para frente a Keane, pero él está fuera de juego,
así que vuelvo a girar la botella.
Cuando frena frente a Kaden casi no puedo creerlo, mis
manos tantean dentro del bote y saco uno de los
papelitos doblados.
—Deja que tu víctima te palmee cinco veces el trasero.
Es en parte humillante, y eso, no sé por qué, me excita
todavía más.
Kaden se frota las manos y se acerca a mí.
—Sobre mi regazo, Juls—ordena cuando se sienta.
Tengo especial debilidad por sus ordenes, y tira de mi
ropa.
—¿Te gusta esto? Apuesto a que podría deslizarme con
facilidad en tu apretado coño—me susurra al oído.
Sentir la erección de Kaden apretada contra mi vientre
mientras se encarga de quitar mi ropa es demasiado
para mi frágil corazón.
—Joder, estás tan mojada...—murmura pasando sus
dedos por encima de mi ropa interior.
La baja y acaricia mis nalgas antes de dar un fuerte
golpe, me tenso durante el impacto de su palma contra
mi piel, y me relajo cuando vuelve a acariciarme.
Siento la zona golpeada rápidamente caliente, como si
toda mi sangre se estuviera concentrado en ese punto
específico.
Golpea de nuevo mi trasero, con más fuerza, muerdo mi
labio conteniendo un gemido. No sé si es de dolor, de
placer, o ambos.
—Tres más—susurra.
Los dedos de mis pies se curvan hacía adentro, mi
corazón late tan rápido que temo que el cualquier
momento se salga de mi pecho.
Pues espérate a estar en el sótano.
Cuando termina de palmear mi trasero lo siento
ardiendo, apuesto a que la palma de su mano debe
sentirla del mismo modo.
Vuelve a colocarme la ropa en su lugar y me acaricia
superficialmente, me incorporo y lo primero que noto es
la mirada asqueada de Devan.
Los retos continúan, y para mi desilusión, no soy
participe de ellos.
Cuando le vuelve a tocar a Kaden descarta de nuevo su
papelito, es entonces cuando vemos que el reto implica
follarse a Sam.
—¿Qué pasa? ¿Está demasiado consciente para tu gusto?
Abro mi boca con asombro mirando a Devan.
No acaba de decir lo que acaba de decir.
Mi enfado va incrementando a nivel exponencial, varias
personas miran a Devan sin entender nada.
Kaden parpadea con confusión mientras mira a Devan.
—¿Has dicho algo, camarero?
—Me has escuchado perfectamente.
Kaden me lanza una mirada acusatoria y me encojo en
mi lugar.
—¿Esa es la imagen que tienes de mí? Fuiste tú la que
me pidió que fuera a buscarte.

—No pienso nada, ¡ya se lo he explicado!

—No la manipules en mis narices—farfulla Devan


encarándose a Kaden.

—No sabes de lo que estás hablando, te sugiero que


cierres la boca si no quieres que te calle a golpes. —
advierte Kaden.

—Sí, todos sabemos lo mucho que te gusta arreglar las


cosas con violencia—resopla.

—¿Qué te pasa? ¿Todo esto son celos? ¿No te gusta que


me prefiriese a mí esa noche? —le provoca Kaden con
una sonrisa.

—¿Cuándo te ha preferido? ¿Cuándo decidió venir a vivir


conmigo? O unas horas antes cuando lo hicimos en los
baños públicos de la discoteca.
—¿Qué tal si os calláis los dos de una maldita vez? —los
interrumpo con enfado.

Todos siguen la discusión como si fuera un maldito


partido de tenis, mi estómago está encogido del
malestar que me están provocando estos dos.

Esto si que es bajar la lívido rápido.

—¿Sabéis qué? Me largo, no aguanto más tiempo estas


estupideces—masculla Kaden marchándose del lugar.
69. Mala vida (II)
Durante unos largos segundos se forma un silencio
sepulcral, soy incapaz de mirar a nadie y siento la
necesidad de hacer algo: ir tras Kaden.

Devan atrapa mi brazo, reteniéndome.

—Julliet, yo...—empieza a decir con arrepentimiento en


su mirada.

—Ya has dicho suficiente—lo interrumpo.

Camino rápidamente hasta el aparcamiento, no puedo


dejar que Kaden se marche en ese estado.

—¡Kaden, espera! —exclamo cuando lo veo abriendo la


puerta del mismo coche que me dejó semanas atrás.

Se gira y me observa, parece realmente cabreado.

—¿Qué quieres?

—No te vayas, no así.

—¿Y para que iba a quedarme? ¿Para ver como otros te


follan en mis narices? —suelta con una risa amarga.
Mi estómago se encoje, sus palabras parecen teñidas en
veneno.

—¿Entonces porqué has venido en primer lugar? Sabías


lo que pasaría aquí.

—Es una buena pregunta, debo ser más estúpido de lo


que pensaba.

—No puedo dejar que te marches, no puedes conducir


después de todo lo que has bebido.

—No pienso quedarme aquí.

Aprieto mis labios con fuerza.

—Pues invierte ese dinero que te gusta tanto


desperdiciar en un transporte que te lleve a casa.

—No me pasará nada, no he bebido tanto.

—Kaden...por favor...

Estoy cabreada con él, al igual que con Devan, el


numerito de hace unos minutos todavía hace que me
arda la sangre, pero no puedo permitir que se marche, al
menos no conduciendo.

—Está bien—accede con un gruñido.


Saca su teléfono y se distrae en él, cuando levanta la
mirada me quedo absorta en ese color tan hipnotizante.

—Ven conmigo.

Está ahí, la esperanza. Kaden espera que deje todo esto


y me marche con él.

Mi corazón golpea con tanta fuerza que siento los latidos


resonando en mi cabeza.

—No puedo—murmuro como respuesta.

—¿No puedes o no quieres? Son cosas muy diferentes,


Julliet.

Muerdo mi labio inferior con tanta fuerza que siento el


sabor metálico de la sangre en mi boca.

—Quiero estar aquí.

—¿Más de lo que quieres estar conmigo? ¿Los prefieres a


ellos? Ambos sabemos que soy capaz de hacerte sentir
mucho más que todo ese grupo de desesperados. —dice
dando un paso hacía mí.

Mis labios se curvan hacía abajo, no me gusta que hable


así de ellos, ni esta sensación de estar entre la espada y
la pared.
—Pensaba que ibas a dejar de hacerme escoger, Kaden
—mascullo cruzándome de brazos.

—Y yo pensaba que estábamos avanzando.

Mi frente se arruga, la sinceridad impulsada por la


embriaguez es demasiado peligrosa en estos momentos.

—¿Avanzando? ¿Hacía donde, Kaden? ¿Qué intentas


decirme?

Por su expresión parece tan perdido como yo.

—Yo...—suelta un largo suspiro—joder, déjalo estar. No


he dicho nada. ¿Quieres volver a tu estúpida fiestecita
para follarte todo lo que se mueve? Bien.

Se da vuelta y empieza a caminar hacía abajo, por lo


menos no va a coger el coche.

—Kaden...

Y como es habitual en nuestras discusiones me ignora,


una parte de mí quiere ir con él, pero otra parte se
muere por experimentar, y la curiosidad siempre es mi
debilidad.

Sacudo la cabeza y doy media vuelta, no soporto esta


sensación visceral que siento en mi interior.
Cuando llego de vuelta al círculo del vicio ni me asombro
por lo que están haciendo, muevo la cabeza de un lado a
otro, notando la ausencia de dos personas.

—¿Y Celeste? —le pregunto a Sam sentándome de nuevo


en mi sitio.

¿Celeste? Ambas sabemos que quieres preguntar por el


demonio coqueto.

—Se ha ido a la tienda con Devan. Oye, ¿qué ha sido eso?


—me pregunta poniendo una de sus manos en mi
rodilla.

—No lo sé.

Devan no es así, así que no entiendo como ha sido capaz


de exponerme de ese modo y enfrentarse a Kaden.

—¿Estás bien? ¿Quieres que vayamos a algún lado a


hablar?

Sam es posiblemente mi persona favorita en estos


momentos.

—Sí, solo quiero continuar con la fiesta.

—¿Estás segura?
—Sí, sí—le aseguro antes de darle un trago a mi bebida
—¿Cuándo dejamos de jugar a esto?

—¿Quieres jugar a alguna otra cosa, Julliet? —pregunta


Braxton con una amplia sonrisa.

—Sí—afirmo cogiendo la cara de Sam y plantando un


beso en sus dulces labios.

Ella ni tan siquiera vacila, su lengua invade mi boca


enviando corrientes de placer a lo largo de mi columna.

Cuando se aparta noto mis labios hinchados, su


respiración está ligeramente alterada, sus manos
acarician mi piel por debajo de mi ropa, subiendo hacía
arriba y llevándose el tejido con ella, levanto mis brazos
para que tire de ella.

A nuestro alrededor todos empiezan a hacer lo que les


apetece, dejando los retos de lado.

Noto como alguien me aparta el pelo y empieza a besar


mi nuca, sinceramente ni me importa saber de quién se
trata, lo único que quiero es perderme en las
sensaciones.

Mis ojos se entrecierran mientras observo como Sam me


quita la última prenda de ropa que cubre mi cuerpo,
muchos de nosotros ya estamos completamente
desnudos.

Con mi pulgar recorro el contorno del pecho de Sam,


siguiendo las líneas de su tatuaje, lo que me hace pensar
en Kaden unos segundos.

—Túmbate—me pide Sam tocando mi hombro


suavemente.

Cojo uno de los cojines que hay esparcidos por la lona y


lo coloco bajo mi cabeza al estirarme, el suelo no es uno
de los sitios más cómodos, pero en estos momentos nos
da demasiado igual a todos.

Kurt se auto complace a sí mismo mientras observa


como Sam va dejando un camino de besos hasta mi
entrepierna.

Adrian llega a nuestro lado y se coloca detrás de Sam,


ella eleva su cintura para que Adrian pueda quitarle la
ropa.

Mis ojos se cierran de forma automática cuando noto el


aliento de Sam contra mi centro, mis piernas se cruzan
en su espalda, maniéndola lo más cerca posible mientras
hace magia con su lengua.
Abro mis ojos y me incorporo sobre mis codos para
verla, cuando se percata de que estoy ensimismada
mirándola levanta la vista y me devuelve la mirada. Se
separa unos milímetros y sonríe mientras lame sus
labios brillantes. Su cuerpo se sacude de forma rítmica, y
es entonces cuando me doy cuenta de que Adrian se la
está follando desde atrás.

Joder, todo es demasiado excitante.

Tiro la cabeza hacía atrás, absorbiendo todo el placer


que está acumulando mi cuerpo, cuando giro la cabeza
hacía un lado veo algo que seca mi boca por completo.

Ashton está sentado con Nell encima, ella se mueve con


rapidez sobre él mientras Braxton se la folla por detrás,
al mismo tiempo su boca se mantiene ocupada lamiendo
el largo miembro de Levi.

Me corro en la boca de Sam con fuerza sin poder apartar


la mirada de Nell, parece totalmente ida y entregada.

—¿Te gusta lo que ves? —pregunta Kurt con interés


mientras continúa acariciándose a sí mismo.

Kurt debe ser la persona con más tatuajes del planeta,


sobretodo viendo que tiene tatuada hasta su...

—Sí—susurro lamiendo mis labios.


—¿Te gustaría ser Nell en estos momentos? —gruñe en
voz baja y yo asiento.

Adrian estira sus manos por la cintura de Sam,


avanzando hasta sus pechos, los presiona con fuerza
tirando de ella hacía arriba, Sam apoya las palmas de sus
manos en el suelo para no perder el equilibrio mientras
Adrian continúa embistiéndola salvajemente.

Los gemidos, los jadeos y los gruñidos adornan el


silencio de la noche, allá donde mire veo cuerpos
desnudos entregándose al placer y es muy morboso.

Keane se mantiene de pie mientras que Connor se


arrodilla ante él, sube las manos por sus muslos hasta
alcanzar su erección, acto seguido la acerca a su boca y
empieza a succionar de arriba abajo mientras que su
mano se pierde en el trasero de este. Keane gime y
empuja la cabeza de Connor con fuerza.

Kurt coge un preservativo y lo hace rodar a lo largo de su


longitud, su mirada es una petición silenciosa en toda
regla, me incorporo quedando arrodilla en el suelo y
cuando sin contemplaciones abro mi boca para tomarlo
con profundidad.
El plástico que lo cubre tiene una especie de sabor a
plátano de chuche, mi lengua juega alrededor de su
punta cada vez que muevo mi cabeza.

Me tenso unos segundos por la sorpresa de sentir


alguien jugando con mi entrada trasera, pero me relajo
al instante cuando el líquido frio y resbaladizo me cubre.

—Tengo que admitir que tu culo me vuelve loco—me


susurra Braxton al oído cuando libero mi boca.

Me volteo para mirarlo, dándome cuenta de que ya han


acabado con Nell, la cual está entretenida ahora con
Margot y Alessia.

Quiero vivir siendo Nell.

No, espera, retiro lo dicho.

Se ha follado a los padres de Nathan.

Puaj.

Un dedo resbaladizo invade mi entrada y mi aliento se


queda atascado en mi garganta.

—¿Alguna vez te han follado por aquí? —pregunta en voz


baja mientras su dedo continúa dilatándome.
Es una sensación tan extraña y excitante al mismo
tiempo, aunque hace una temperatura
considerablemente agradable tengo calo. Mucho calor.
Siento que mi piel arde.

—No—murmuro casi en gemido sintiendo como añade


otro dedo.

—¿Y te gustaría? ¿Te gustaría que lo hiciera mientras


Kurt folla tu coño? —pregunta extendiendo otro dedo en
mi otra entrada, la cual esta tan empapada que casi
recorre la parte interna de mi muslo.

Kurt me mira desafiante, esperando una respuesta por


mi parte, ¿una doble penetración? Miro el tamaño de
ambos y muerdo mi labio inferior. Braxton no la tiene
tan grande como Kurt, es larga, aunque no tan gruesa...

—Primero tú—le pido con un jadeo cuando noto un


tercer dedo.

Nunca pensé que le entregaría mi culo en bandeja a


alguien en una orgía, tenía la clara certeza de que Devan
o Andrew lo harían primero.

—Colócate sobre tus codos—me indica con la voz


cargada de deseo.
Kurt le pasa un preservativo a Braxton y tras colocárselo
se embadurna con lubricante.

—Tienes que estar relajada—murmura Braxton


restregando su erección mientras que con un dedo
acaricia en círculos mi clítoris.

Mi cuerpo para responder a cada uno de sus estímulos a


la perfección presiona en mi entrada al mismo tiempo
que agarra con fuerza mi cintura, se introduce
lentamente, dejando que me acostumbre a su tamaño.
La sensación de plenitud roza el dolor, pero poco a poco
noto como me adapto a su alrededor.

Un gemido, de una mezcla entre dolor y placer, se


escapa de mi boca cuando se retira y vuelve a entrar. Sus
dedos se clavan con más fuerza entorno a mi cintura a
medida que va penetrándome.

Y de un momento a otro, la molestia queda sucumbida


únicamente por el placer, mi interior se contrae, rogando
recibir algo de atención también.

—Espera...—le digo jadeante a Braxton.

Este se retira y siento el vacío que produce.

—Estírate, Kurt.
Este me sonríe ampliamente mientras acata mi orden.
Me muevo sobre él, colocándome sobre su regazo, cojo
su erección y la coloco en mi entrada.

—Puedes seguir, Braxton—murmuro en voz baja


mientras me deslizo sobre Kurt.

Agarra las mejillas de mi culo y las abre ampliamente


mientras vuelve a introducirse en mi trasero.

Siento tanta presión que me da la sensación de que me


van a romper en cualquier momento, pero es tan
placentero que no me importa.

Braxton me empuja suavemente para que quede


recostada sobre Kurt, y ambos bombean en mi interior
de forma inversa, jugando con mi cabeza y las
sensaciones que me proporcionan.

¿Por qué no había probado esto antes?

Sam se une a nuestra pequeña fiesta particular


sentándose sobre la cara de Kurt para que este la
devore.

Apoyo mis manos en el suelo y me incorporo para


buscar los labios de Sam, su lengua recorre mi labio
inferior antes de introducirse en mi boca.
Nuestros gemidos quedan amortiguados por la sesión
de besos, una de sus manos acaricia mi cuello y baja
hasta amasar uno de mis pechos.

Los dedos de mis pies se contraen mientras noto como


se acumula en la parte inferior de mi vientre uno de los
orgasmos más intensos que he tenido en mi vida.

Kurt aumenta la velocidad de sus embestidas


volviéndome loca de placer.

Sam separa sus labios y coloca dos de sus dedos en el


interior de mi boca, los succiono bajo su atenta mirada y
sonríe. Cuando los saca veo lo relucientes que están por
mi saliva, los desliza por mi cuerpo hasta acariciar con
maestría mi clítoris, no tardo ni diez segundos en llegar
de nuevo al orgasmo de ese modo.

Ella sonríe victoriosa y cierra los ojos cuando llega a su


propio orgasmo.

Por el sonido de la respiración de Braxton noto que cada


vez esta más cerca, su mano se enrosca el rededor de mi
nuca y tira de mi hacía atrás, creando un nuevo punto de
fricción entre ambos.

Trago con fuerza al notar como se empala con fuerza,


descargándose en el envoltorio de plástico que lo rodea.
Kurt continua un par de embestidas más y sigue a
Braxton, corriéndose en mi interior.

Cuando ambos salen desechan el condón que les cubre,


mañana deberemos recoger varios condones esparcidos
por toda la lona.

Nell viene hasta mi lado y me sonríe perversamente.

—Tú y yo tenemos algo pendiente desde aquel baile.

El recuerdo de mi primera noche trabajando en Mala


cruza por mi cabeza, como Nell me subió al escenario y
bailo contra mí, fue la primera vez que sentí que una
mujer era capaz de excitarme.

—Me muero por ver eso—dice Braxton apoyándose


sobre sus codos.

Nell se arrodilla y coge mi cara entre sus manos, acaricia


mi mejilla y coloca un mechón de mi pelo detrás de mi
oreja antes de besarme con devoción.

Su lengua sabe a algo familiar, a algo afrutado...sabe a


alguno de los condones de sabores de Mala, una parte
de mi se excita sabiendo que yo también debo tener el
mismo gusto.
Sus manos me recorren lentamente desde mi cintura
hasta mi trasero, el cual agarra con ganas.

Nos perdemos una en el cuerpo de la otra, Nell tiene una


de esas figuras increíbles que hacen que no puedas
apartar la vista. Sus pechos lucen cremosos y
apetecibles, agacho mi cabeza y me llevo uno a la boca
degustándolo con ganas.

Ella tira su cabeza hacía atrás y enrosca sus dedos en mi


pelo, empujándome contra su pecho.

Mi lengua recorre su pezón y siento como se endurece,


me separo y le presto la misma atención a su otro pecho.

Bajo mi mano y la acaricio, imitando sus gestos, noto lo


empadada que está y deslizo lentamente un par de
dedos en su interior. Después de tanta actividad entran
a la perfección.

Pasa una de sus piernas entre las mías haciendo que


nuestros sexos se rocen entre ellos, muerdo mi labio
cuando empuja su pelvis contra la mía, creando el punto
perfecto de fricción. Se mueve sensualmente contra mí
mientras me dedico a plantar besos húmedos por la
curvatura de su cuello.
Sus uñas se clavan en mi espalda y muerdo suavemente
su clavícula, mire a donde mire todo el mundo está
perdido en su propio juego de placer.

Esa noche paso por todas las manos posibles, y cuando


mis ojos se empiezan a cerrar por cansancio tengo claro
que es una experiencia que no tendría problema en
repetir.

***

La vuelta al departamento de Devan la realizamos


sumergidos en un incomodo silencio, no se atreve a
dirigirme la palabra hasta que entramos en su piso.

—Julliet...—empieza murmurar con tono de


arrepentimiento.

—¿Qué? —pregunto tajante.

—Yo...siento mucho lo de anoche, no debería haber


dicho... y menos de ese modo...yo, de verdad que lo
siento.

—Bien.

—Ángel...
—Acepto tus disculpas, Devan, pero estoy cabreada,
como has dicho no deberías haber dicho lo que dijiste.
Odio que intentes hacerme sentir que lo pasó fue
diferente a lo que sentí. Si lo sé no llego a contarte nada,
pensaba que entre nosotros había la suficiente confianza
para...

—Y la hay—me interrumpe.

—¿Entonces por qué no me dijiste el verdadero motivo


por el que te echaron del hospital?

Su mandíbula se aprieta con fuerza.

—Porque no quería que te sintieras culpable.

—¿Y pensabas que no me acabaría enterando?

—Julliet, estás pasando por tantas cosas que lo último


que quería era que acarrearas con un problema más.

—Esta noche dormiré fuera.

—¿Dónde...?

—No es algo de lo que me apetezca hablar contigo en


estos momentos.
Tiro un par de cosas a mi bolso y salgo de allí
rápidamente, las cosas están demasiado tensas entre
Devan y yo y siento que estar en su departamento es lo
último que debería hacer.

Marco el número de Kaden y este comunica, saltando


directamente al buzón de voz.

Suspiro y recuesto mi cabeza contra el volante.

Asumo que no quiere saber nada de mí después de la


forma en que nos despedimos la última vez.

Antes de pensar claramente estoy aparcando delante de


la impresionante mansión del Sr. Henderson. Dave tiene
ordenes de dejarme pasar siempre que quiera, así que ni
siquiera pierde el tiempo notificando mi llegada a
Andrew.

—El Sr. Henderson está reunido en su sala de reuniones


—me explica Dave abriendo la puerta principal de la
casa.

¿Reunido? ¿Ahora?

Entonces caigo en que debe estar con Jared,


normalmente tienen una reunión los domingos por la
tarde.
—Sí, estoy al tanto.

Voy hacía allí y pico a la puerta.

—Espere, Srta. Collins...—me advierte Dave.

Pero ya he abierto la puerta y la imagen que hay al otro


lado de ella me impacta por completo.

El bolso de mi hombro se resbala, cayendo al suelo.

Parpadeo varias veces y froto mis ojos, intentado aclarar


lo que estoy viendo.

Es imposible.

No es real.

No puede ser real.

La esposa del Sr. Henderson me devuelve la mirada con


curiosidad.
70. Como Estrellas
Y aún así me dice "no"
Pero en el fondo es que sí
Es ella.

La imagen que tengo grabada de su rostro en mi mente


no es exactamente igual, el paso de los años ha creado
un aire más adulto y sofisticado en la esposa de Andrew,
pero sin duda alguna es ella.

¿He empezado a ver muertos?

¿Estoy volviéndome más loca de lo que estaba?

—Srta. Collins...—murmura el Sr. Henderson con


sorpresa.

Ni siquiera soy capaz de mirarlo, mi vista permanece


clavada en la mujer que hizo descarrilar el coche de mis
padres, llevándose la vida de Matt con ellos.

—Tú...—mi voz se queda atascada.

Ella inclina la cabeza ligeramente y siento que está


analizándome detalladamente.

Por unos segundos, que se sienten como años, nadie


dice absolutamente nada.
Me doy cuenta de que en sus manos tiene un cheque
bancario.

—Julliet, no es lo que crees—me asegura Andrew


aclarando su garganta.

Niego la cabeza y lo miro. ¿Cómo puede no ser lo que


creo?

—Está viva—únicamente lo digo en voz alta para reiterar


la locura de la situación.

—Es la hermana de Anne—me aclara.

¿Hermana?

Es exactamente idéntica.

Sabes que existen los gemelos, ¿verdad?

Sin embargo, resulta un tanto perturbador ver la cara de


alguien que imaginas muerto de forma tan repentina y
sin anestesia.

—¿Y tú eres? —pregunta con una voz aterciopelada, todo


en ella grita elegancia.

¿Quién soy?

—Mi clienta—responde rápidamente Andrew por mí.


—¿Desde cuando tus clientas entran con semejante
desfachatez?

Mi frente se arruga tras escuchar sus palabras.

Bajo esa inspección detecto algo más...Desagrado, como


si mí mera presencia le irritara por completo.

—No es algo de tu inconveniencia, Chloe.

—Cierto, yo ya tengo lo que quería.

Dobla el cheque y lo coloca en el interior de su pequeño


bolso.

—Un placer verte Andrew, como siempre—le dice


retocando su peinado.

Se levanta y cuando está junto a mí, se voltea hacía el Sr.


Henderson y añade:

—Acuérdate de visitar a tu hija al hospital de vez en


cuando.

Y tras decir eso, ser marcha, no sin antes rozarme el


hombro al pasar por mi lado.

—¿A qué debo el placer de tenerla aquí, Srta. Collins?


Sé que espera una respuesta por mi parte, pero todavía
estoy en shock asumiendo la escena que se acaba de
producir.

Papi.

—¿Una hija? ¿La hermana? ¿Qué...? —miles de dudas


quedan en el aire.

Me invita con la mano a que tome asiento y camino de


forma automática hasta dejarme caer en la silla que hay
frente a la suya.

—Todos tenemos nuestros propios demonios, Srta.


Collins, y acabas de ver los míos.

—Su mujer...no entiendo...

—Sí, yo tampoco lo hacía. Anne y Chloe nunca tuvieron


una buena relación, por eso yo ni siquiera supe la
existencia de Chloe hasta...

Mi ceño se frunce, esperando su respuesta.

—Hasta que las confundí, justo como le acaba de pasar a


usted Srta. Collins.

—Pero... ¿Cómo pudiste confundirlas? Yo no conocía a


Anne, pero tu eras su marido.
—Uno de los pasatiempos favoritos de Chloe era
arruinar las relaciones de su hermana, me engañó, se
hizo pasar por Anne y nosotros...

Follaron.

—Os acostasteis—termino la frase por él.

El remordimiento tiñe su rostro cuando asiente.

—Y Anne se enteró...—voy atando los hilos—Por eso dijo


Kaden lo de que dejaras que cogiera el coche estando
alterada después de engañarla.

—Ese día Anne y yo nos enteramos de que Chloe estaba


embarazada, también fue el día que supe que Anne tenía
una hermana gemela.

—Pero...

—Ponte un segundo en su piel, Anne perdió la cabeza en


ese momento, ni si quiera pude explicarle que no
sabía...quiero decir, ella nunca me había hablado de
Chloe.

Me quedo en silencio tras su confesión, si yo pensaba


que la última despedida con mis padres había sido
jodida, la de Andrew con su esposa no quedaba atrás.
—¿Y Chloe tuvo una hija? ¿Tienes una hija...con ella?

Su cuerpo se tensa con mi pregunta.

No me imagino a Andrew siendo un mal padre, uno que


ni siquiera va a visitar a su hija hospitalizada.

—Sí, al principio vino para pedir dinero y abortar, pero


luego cambio de parecer y...nació Abigail. Ella...—suspira
—está en estado vegetativo. A los pocos días de nacer
cogió una infección muy grave y tuvieron que inducirle el
coma, los médicos nos han aconsejado miles de veces
desconectarla, no hay...nada que hacer, pero Chloe se
niega.

Se me encoje el corazón imaginando la situación, no


imagino lo duro que debe haber sido para Andrew. Mi
mano se ha movido para posarse sobre la suya, nos
miramos fijamente a los ojos y siento el impulso de
querer abrazarlo fuertemente.

—¿Y tú? ¿Qué es lo que quieres? —le pregunto.

Una sonrisa triste aparece en sus labios.

—No lo sé, no hay nada que hacer, y saber que no puede


descansar en paz me reconcome, pero no puedo hacerle
eso a Chloe. No es buena, pero sé que quiere a Abby, y
una parte de ella se alimenta de esperanzas.
—Si tú quieres desconectarla lo harán.

Si los médicos creen que es la mejor decisión y uno de


los progenitores así lo desea son dos contra una.

—Pero no puedo hacerle eso—reitera.

Pero en el proceso él está sufriendo, lo observo en


silencio mirando la batalla que parece librarse en sus
pensamientos.

—Es su cumpleaños, hoy cumple tres años...y no, no soy


capaz de ir a verla. Cada vez que lo hago...—la comisura
de sus labios se curva hacía abajo—Es demasiado duro
saber que está y no está aquí al mismo tiempo.

Así me sentía con Matt, era más doloroso saber que lo


mantenía vivo solo por mí, egoísta, pero no podía dejarlo
ir.

Aprieto mis dedos sobre su mano.

—Tal vez, podrías hacerle ver a Chloe que...

—Es un tema imposible con ella, se cierra en banda, los


médicos lo han intentado miles de veces.

—¿Y tú?
—Me reprocha que no estoy siendo un buen padre, que
me quiero deshacerde ella—declara con amargura, hace
un énfasis especial en la palabra deshacer, como si le
disgustara por completo la idea.

—Pero tú sabes que no es así, ¿verdad?

Sus ojos se entrecierran.

—Cuando te recomendé a Luca supe que podría


ayudarme, es un gran profesional basándome en mi
propia experiencia, él me ha ayudado mucho.

Hago una mueca.

—¿Qué? —pregunta viendo mi reacción.

—No me gusta—admito arrugando mi nariz.

—¿Por qué no?

Porque él sabe cosas wey

—Es muy...no sé.

—Es normal que no te guste hablar de los temas que te


atormentan, Julliet, pero si no lo haces no podrás
avanzar.

Cuando estás tan jodido no hay forma de avanzar.


Aprieto mis labios recordando la última sesión,
básicamente se limitó a una guerra de miradas entre el
italianito y yo.

Retiro mi mano de la suya y recuesto mi espalda en la


silla.

—Esta semana has cancelado nuestra reunión—le digo.

Esa reunión que parece estar evitando a toda costa,


empiezo a sentir que solo me está engañando para no
dejar la terapia.

—Ir a terapia y pedir un justificante no es ir a terapia.

Mi ceño se frunce.

—¿Y cómo sabes lo que pasa en mis sesiones? ¿Dónde


quedó la confidencialidad?

El Sr. Henderson me escudriña con la mirada.

—Luca no me ha dicho nada.

—¿Entonces por qué estas tan seguro de tus palabras?

—Porque sigues queriendo refugiarte en el sexo a toda


costa, Julliet, lo utilizas como una droga.
—¿Qué tiene eso de malo? —me cruzo de brazos—
¿Quién tiene que decirme que cantidad de sexo puedo
tener?

Él resopla.

—Puedes tener la cantidad de sexo que quieras, lo que


estoy diciendo es que no puedes escapar de la realidad
con orgasmos, acabarás lastimándote.

Pues hasta ahora me va bien, Sr. Aburrimiento.

—No estoy en ese punto...

—¿A qué has venido entonces?

—Yo...Eres tú el que dijiste que podríamos estar este


mes juntos.

—Lo sé, fui demasiado impulsivo, me dejé llevar por el


momento.

No me gusta nada como suena eso.

—¿Te estás echando para atrás?

Su rostro permanece impasible, dándome cero pistas


sobre lo que está pensando.
—¿Vas a dejar que pase el mes y luego seguirás
rechazándome por que soy tu alumna?

Me da igual sonar desesperada, necesito saber que se


siente estando bajo el control de Andrew, cada fibra de
mi cuerpo lo ruega a gritos.

Tantea algo en su escritorio y me extiende un papel,


dirijo mi mirada hacía abajo y veo una petición de
excedencia laboral.

—El juicio será en diciembre, he solicitado una


ampliación de mi excedencia.

Espero que Santa Claus le traiga una bonita condena a la


escoria de Nate.

—¿Qué quieres decir con esto?

—Empieza a sacar provecho de tus sesiones, Julliet,


tienes tiempo.

—¿Te crees que si tú no me das lo que quiero no podré


buscarlo en alguien más?

No es la primera vez que le dejo caer esto, pero empiezo


a estar cansada de que no siga el juego.
Se inclina hacía adelante, acercando su rostro al mío,
estamos tan cerca que noto el calor de su aliento
chocando en mi cara.

—Puedes hacerlo, pero ambos sabemos que eso no es lo


que quieres.

—No sé lo que quiero, dudo mucho que tú lo sepas.

—Cuida tu mente Juls, y cuando lo hagas yo me


encargaré de cuidar tu cuerpo.

Su promesa me hace apretar los muslos.

—Empezaré a creerte con tus actos, tus palabras ya no


son suficientes, profesor.

Una sonrisa se desliza por su boca.

—Soy duro negociando, Srta. Collins.

Niego la cabeza y me pongo de nuevo en pie.

—¿Hay alguna novedad del caso?

—No, pensaba que lo del incendio en tu casa sería cosa


suya, pero tiene una coartada solida para la hora del
incidente. Dime Julliet, ¿quién podría querer quemar tu
hogar y hacerte daño en el proceso?
Solo hay otro nombre que cruce mi mente.

—Bonnie.

El Sr. Henderson abre los ojos con sorpresa.

—¿Bonnie? —repite con desconcierto— No es muy


estable, pero dudo que sea capaz de cometer un
homicidio.

—Ella me...cuando me alejé de Kaden se acercó a mi


para advertirme sobre él, dijo que era como su padre e
insistió en que debíamos avisar a Jenn sobre él. Actuaba
como...no sé...como si estuviera fuera de sí.

—Es una de las mayores manipuladoras que he


conocido, y eso que estoy acostumbrado a ver este tipo
de personas en los tribunales.

—El coche, la advertencia...Siento como si estuviera en


su punto de mira.

Dos golpes en la puerta nos interrumpen, Dave, el


ayudante del Sr. Henderson se asoma por la puerta.

—El Sr. Evans ya está aquí—comunica.

Andrew y yo dejamos en el aire la conversación que


estábamos manteniendo, Dave prepara otra silla para
Jared y este tras saludar se sienta junto a Henderson.
Como siempre parece que estén preparados para
interrogarme.

—¿Tienes algo nuevo?

—Sí, aunque no sé si le gustará ver esto, Srta. Collins.


¿Esta es su amiga? —pregunta extendiendo algunas
fotos sobre la mesa.

Mi mano tiembla ligeramente cuando cojo una de ellas.

—Taylor...—susurro.

—¿Sabe si tiene algún tipo de relación con su ex


prometido?

Parpadeo varias veces, mis dedos recorren la imagen,


como si al hacerlo pudiera asumir lo que estoy viendo.

La ropa que lleva...es la misma ropa que le aconsejé


utilizar el día que tuvo la cita con Nathan.

—No que yo sepa, ella ni le conocía hasta la fiesta de


bienvenida.

Taylor está presionada contra una de las paredes de un


local, en la foto se ríe mientras Nathan besa su cuello,
pero no es el Nathan de nuestra clase, es el gilipollas de
Nathan.

—Por lo que sabemos el Sr. Nathaniel mantiene una


relación formal con la agente Allison, pero tenemos
varias imágenes de él con otras mujeres.

—Pero Taylor no...—sacudo la cabeza—Si ella incluso


está saliendo con Nathan...

Andrew y Jared me miran con confusión.

—No, no ese Nathan. Hay un alumno en nuestra clase


que se llama Nathan, yo la ayudé con el atuendo, tuvo
una cita con él en barco y luego...Al día siguiente no vino
a clase, ni nos dijo nada, actuaba de una forma...extraña.

—¿Remordimiento? —me pregunta.

Paso la mano por mi pelo con desesperación, no


entiendo nada.

—No, ella no...

—¿Qué tanto conoce a esta chica? ¿Es amiga suya de la


universidad? ¿La conoce de qué...? ¿Un par de meses?

—Sí.
—¿Y puede afirmar con certeza que ella no pueda hacer
algo así?

—Pero...pero no tiene sentido.

—Es mejor que por el momento no diga nada Srta.


Collins, seguiremos indagando sobre ello, hasta
entonces le aconsejo que actúe como si nada.

Cuando terminan de anotar todo en los últimos informes


Jared se despide de nosotros, recojo mis cosas y Andrew
me acompaña hasta la puerta.

—Dime algo... ¿no estás llevando tu dedicación del caso


a otro nivel? ¿Dos meses sin trabajar? Ni si quieras eres
realmente mi abogado ahora y...—le empiezo a decir.

—Sí—me interrumpe.

—¿Y siempre haces esto con todos tus casos?

—No.

—¿Entonces por qué...?

—Porque me importas, Julliet—admite mirándome


fijamente.
Abro mi boca y la cierro, su declaración me ha dejado sin
palabras.

Doy un paso más cerca hacía él y se retira,


confundiéndome.

—Nos vemos la semana que viene—murmura antes de


cerrar la puerta.

***

Llevo media hora dando vueltas sin saber exactamente


que hacer, tal vez debería quedarme simplemente en un
motel.

Estoy buscando en mi teléfono diferentes habitaciones


cuando me entra una llamada con un número que no te
guardado.

—¿Sí?

—¿Tengo el presentimiento de que alguien necesita una


cama calentita? —me pregunta al otro extremo de la
línea Sam.

¿Mami Grey?

—¿Cómo...? Devan...—suspiro.
—Culpable, sí, está algo preocupado, algo nada típico en
él, supongo que no habéis hecho las paces.

—No...Estoy bastante cabreada con él, la verdad.

—Te entiendo, y pongo a tu disposición mi habitación de


invitados. Mi compañera de piso esta fuera este mes, así
que es todo nuestro, bueno Kurt está por aquí
pululando, pero no nos molestará.

Oigo a alguien protestado de fondo, el cual debe ser


Kurt.

—Eres muy amable Sam, pero no hace falta que...—


antes de que pueda declinar su oferta me interrumpe.

—No quiero seguir escuchándote, te paso la ubicación


por WhastApp, ¡nos vemos!

No me atrevo a llevarle la contraria a Sam, así que al


cabo de un rato estoy llamando a su puerta.

Me abre vestida únicamente con una larga camisa, y no


puedo evitar que mis pensamientos fantaseen un poco
con la idea de pasar la mano por debajo de la camisa y
tirar de ella.
—¿Vas a entrar o a seguir babeando? —pregunta con
tono coqueto.

Le sonrío y doy un paso hacía adentro, Kurt está


preparando la mesa central.

—Buenas noches, Julliet—me dice con una sonrisa.

—Hola—contesto sonrojándome, la última vez que lo vi


estaba haciendo cosas muy explícitas con él y Braxton.

—Tenemos Hot dog'spara cenar—dice levantando uno de


los platos—Te gustan las salchichas, ¿verdad?

Muerdo mi labio con el doble sentido de su pregunta y


Sam se ríe.

—No me incomodes a Julliet, Kurt—le regaña mientras


tira de mi escaleras arriba.

Me arrastra hasta la habitación que hay casi al final del


pasillo.

—Esta es la habitación de invitados, te he puesto


sabanas limpias y puedes quedarte tanto tiempo como
quieras. Si quieres darte una ducha o algo siéntete libre
de elegir lo que quieras de mi armario, está en la
habitación contigua.
—Muchas gracias, Sam...

—De gracias nada, ya me lo cobraré en otro momento—


me guiña un ojo con picardía—Te dejo sola para que te
instales.

Después de cenar Sam le da un casto beso en los labios


a Kurt y me acompaña a la habitación de invitados.

—¿Así que es oficial? ¿Habéis vuelto?

—Sí, otra vez, por cuarta vez.

Parpadeo sorprendida, parece que detrás de eso hay


una historia que necesito escuchar.

Me encanta el chisme.

—¿No sería mejor que durmiera con él, entonces? —le


pregunto cuando se estira en la cama junto a mí.

—No, me quedo contigo.

—¿Estás segura?

—Sí, ahora a dormir, tengo un vuelo mañana temprano.

Coloca su mano en mi cintura y cierra los ojos.

—Descansa, Juls—susurra con dulzura.


—Buenas noches, Sammy.

Mis pies están clavados, siento como si cuerpo estuviera


compuesto de hormigón y fuera completamente imposible
moverlo.

—Ayúdame, Juls, por favor—suplica entre sollozos Lexie.

No puedo hacer nada, mi cuerpo no responde a ninguna


orden, solo soy capaz de limitarme a quedarme allí, viendo
como Nathan abusa de ella.

—¿Te gusta esto, cariño? —murmura lascivamente Nathan


mientras presiona sus manos por encima de su cabeza.

—Juls, no dejes que lo haga, no dejes que lo haga—repite


Lex una y otra vez.

Estoy atrapada, condenada a mirar la escena que se


desarrolla ante mis ojos.

—Sí lo quieres, todas las zorras como vosotras lo queréis—


dice Nathan entre risas mientras tira de su ropa interior.

No quiero ver esto, quiero gritar con impotencia, pero no


puedo hacer nada.

No puedo moverme, no puedo hablar, no puedo ni


pestañear.
—También tengo para ti cariño, no te pongas celosa—me
dice Nathan relamiendo sus labios.

—Julliet, ayúdame—implora Lex, sus lágrimas descienden


por sus mejillas. —¡No, por favor, no! —intenta zafarse
mientras Nathan se introduce con violencia en su interior.

Quiero vomitar, no puedo seguir viendo esto, es demasiado.

Cuando termina deja a Lex en el suelo, ella ha dejado de


llorar y se abraza las piernas mientras tiembla ligeramente.

—Eso es tu culpa cariño—me susurra al oído señalando a


Lex.

Me despierto sintiendo escalofríos, mi pelo se adhiere a


la parte posterior de mi cuello sudada. Mis mejillas están
húmedas por las lágrimas que escapan de mis ojos.

Me abrazo intentando calmar mis respiraciones, no


puedo deshacerme de la sensación de culpabilidad que
corre por mis venas.

71.  Prisoner
Why can't you, why can't you just let me go?

Me baja mí período durante esa noche.


Por fin.

No hay bebe en el horno.

Gracias medicina avanzada por permitirnos disfrutar del


sexo sin acarrear criaturas pequeñas lloronas.

Quiero mandarle un mensaje a Dev y festejarlo con él,


pero recuerdo como estamos y bloqueo el teléfono
antes de darle a enviar.

Cuando despierto tengo una nota de Sam junto a unas


llaves en la mesa auxiliar de noche, me ofrece quedarme
con ella hasta que encuentre otro lugar.

No puedo continuar así, no puedo estar viviendo de la


hospitalidad de todo aquel que conozco...hoy dedicaré
mi tiempo libre a buscar un apartamento, con el dinero
del seguro por el incendio tengo suficiente para una
entrada, y con la venta de la casa podré pagarlo y cubrir
de sobra mis gastos universitarios.

Estoy en ese punto en el que seguramente, por el


momento, no me hace falta trabajar, pero tampoco
quiero dejar Mala.

Bajo ningún concepto quiero dejar Mala.


Cuando llego a la cocina me doy cuenta de Kurt está
tarareando alegremente mientras cocina algo en la
sartén.

Desnudo en delantal.

Demasiado para mis hormonas alteradas.

—Buenos días bella durmiente, ¿se te ofrece algo para


desayunar? —me ofrece, detecto en su tono de voz
segundas intenciones.

—No, gracias, yo eh... ¿puedes darle esto a Sam? —


pregunto dejando sobre la mesa las llaves que me ha
dado Sam.

—¿No te quedas?

Niego la cabeza.

—A Sam no le importa, además Stef, su compañera de


piso, estará fuera todo el mes.

—Agradezco su propuesta, pero lo mejor será que...

—Deberías quedarte, no solo por ti, le vendrá bien tener


a alguien a su lado, aunque no lo parezca está bastante
afectada por lo de su padre—me interrumpe.
Me quedo callada pensándolo, ni siquiera le he dado el
pésame...

—¿Seguro que no será una molestia?

—Al contrario.

Muerdo mi labio, debatiendo la situación.

—Está bien, tengo que ir a por a clase y a por algunas


cosas. ¿Estarás tu por aquí más tarde?

—No, voy y vengo, no vivo con Sam, además estoy todas


las noches en Mala.

—Oh, está bien, pues ya nos veremos—sacudo la mano,


despidiéndome, mientras que con la otra mano
recupero las llaves.

Conduzco mi llamativo coche por la ciudad, debería


borrar la pintada lateral, pero apenas he tenido tiempo
de nada.

Debería pasar por el apartamento de Devan y recoger


mis cosas, pero la idea de verlo algo en mi interior.

Tengo un mensaje suyo que no me he atrevido a abrir,


aunque he podido leer una parte desde la barra de
notificaciones.
Quiero perdonarlo, pero el cabreo me impide hacerlo.

Tomamos asiento y esperamos pacientemente el inicio


de la clase, desde que no está el Sr. Henderson siento
menos motivación por hacer esta asignatura.

Los minutos pasan y me distraigo mirando ofertas de


apartamentos cerca de la universidad, aunque me vaya a
quedar con Sam un tiempo debo buscar algo más.

Cuando el profesor sustituto entra noto que no despega


su mirada de mí, varias personas también se percatan
de ello y me miran.

—Srta. Collins, ¿puede venir un momento? —pregunta


tras carraspear su voz.

Lo miro extrañada y recojo mis cosas, llego hasta su lado


y me habla por lo bajo.

—La rectora del campus la espera en su oficina.

—Pero... ¿ahora? Si la clase va a empezar...

—Ahora, sí.

El nerviosismo se instala en mi estómago, no sé porque


querría verme la rectora, no he hecho nada destacable.
Todo el mundo me mira con curiosidad, siento sus ojos
clavados en mi nunca mientras abandono el aula.

Nunca he tenido que ir a su oficina, por lo que encontrar


el camino me resulta un poco confuso.

La palma de mi mano está sudorosa mientras la cierro


en un puño y pico su puerta.

—Adelante—escucho desde el otro lado.

Abro lentamente, ella está sentada inspeccionando una


pila de papeles.

—Srta. Collins, tome asiento—noto cierto tono de


desdén por su parte.

—¿Quería algo? —es obvio que sí, sino no estaría aquí,


pero no sé de que otra forma empezar la conversación.

—Sí, la verdad es que no me iré por las ramas y le seré


muy clara. Su reciente "actividad" en las redes ha
salpicado la imagen de nuestro campus, y como pondrá
entender no podemos obviar la situación.

Abro la boca ligeramente asombrada, parece que me


esté acusando de haber subido los vídeos a propósito.

—Yo no...
Levanta la mano para callarme.

—Me veo en la potestad de sancionarla, la conducta de


la universidad es muy firme al respecto.

No puedo creer que me esté diciendo eso.

—¿Cómo...?

—Una sanción no implica la expulsión, pero dos sí, no


damos segundas oportunidades Srta. Collins, le sugiero
que mantenga su incesante vida privada para usted y
sus acompañantes de dormitorio.

Esto tiene que ser una broma.

¿Por qué siento que me está llamando puta con palabras


bonitas?

—¡Yo no subí esos vídeos, ni siquiera sabía la existencia


de ellos!

La rectora niega la cabeza, dándome a entender que no


le interesa.

—Los vídeos fueron subidos desde su cuenta.

—¡Alguien hackeomi cuenta!


—Tal vez, si no llevará una vida tan activa, no tendría
estos problemas. Replantéeselo. Y en un futuro piense
en las vidas que puede perjudicar, el Sr. Nathaniel ha
sido uno de nuestros mejores alumnos, es muy triste ver
como su imagen puede verse dañada.

No doy crédito a sus palabras, estoy tan conmocionada


que me quedo muda.

Arráncale las estúpidas extensiones.

—Espero que tome en serio mis palabras, Srta. Collins,


no me quedará más remedio que expulsarla si vuelve a
comprometer la imagen de nuestro centro. Puede
marcharse.

Puede marcharse usted a la mierda, gracias.

—Creo que se está equivocando—murmuro mientras


me pongo en pie.

—¿Me está desafiando? —levanta la ceja, sorprendida.

—Ni siquiera me ha dejado expresarme.

—No quiero escuchar sus justificaciones absurdas,


vuelva a clase y emplee su tiempo en algo de provecho.
Estoy tan indignada que no puedo soportar estar un
segundo más con ella.

Es posible que cuando cierre la puerta lo haga con un


poco más de fuerza, pero ahora mismo tengo ganas de
mandar a la mierda a todo el mundo.

Esos malditos vídeos están arruinando todo.

No estoy de humor para volver a clase, pero el nuevo


profesor no cuelga los temarios con tanta información
como hacía el Sr. Henderson.

Voy dando zancadas y cuando entro a la clase vuelvo a


ser el centro de todas las miradas, me siento en mi lugar
y no puedo evitar darme cuenta de que Taylor parece
darme esquinazo últimamente.

Intento no pensar en nada mientras me centro en no


dormirme y escribir todo lo que dice el profesor.

Este hombre es la cura contra el insomnio.

Cuando el timbre suena recojo mis cosas y me acerco


hasta Taylor. Las imágenes de ella con Nathan en el club
están grabadas a fuego en mi mente.

—¿Quieres ir a la biblioteca más tarde? —le pregunto.


—No puedo, he quedado con alguien ya. —se excusa.

—Oh, está bien.

Antes de se vaya no puedo evitar preguntarle:

—Taylor, ¿está todo bien?

Ella se tensa y se gira para mirarme.

—Sí, todo bien—contesta dedicándome una sonrisa


forzada.

Nathan llega hasta mi lado.

—¿Sabes que le pasa? Están tan rara últimamente.

—No tengo ni idea—contesto, aunque una parte de mí


me grita la respuesta, y no me gusta nada.

Sin las distracciones constantes de Taylor tengo mucho


tiempo para pensar, y en mi caso pensar nunca es una
buena opción.

En mi cerebro parece reproducirse en bucle la pesadilla


que tuve anoche, la mirada de Lex, las palabras de
Nathan...

Me siento culpable.
Después de verla en ese estado en el psiquiátrico la
sensación de culpabilidad es más intensa.

Algo se encoje en mi interior cuando revivo la imagen de


Lex en el psiquiátrico, nunca habría pensado que estaría
tan mal.

Mi teléfono vibra, distrayéndome del circulo vicioso de


pensamientos negativos.

Devan: Sé que no tendrás ganas de hablar, solo quiero


que sepas que esta tarde no estaré en el apartamento,
por si quieres pasar a recoger algo... Siento muchísimo
la forma en que actué, Ángel, la última persona a la que
me gustaría hacer daño eres tú. Igualmente, aunque las
cosas estén así puedes contar conmigo, cualquier cosa
que necesites sabes donde estoy.

No sé si es porque estoy más sensible, pero leyendo su


mensaje siento ganas de llorar. Devan ha cuidado tanto
de mí estos meses, se ha preocupado más que nadie y
ha estado a mi lado en todo momento.

Estoy redactando una respuesta cuando lo pienso mejor


y escribo a alguien con quién realmente necesito hablar.
Esa persona no tarda ni cinco segundos es contestar
diciéndome que puedo llamar para hablar, así que
marco el número y espero con nerviosismo.

—Julliet... —empieza a murmurar la Sra. Coleman.

—Hola, quería saber si tiene noticias nuevas de Lex.

—¿Fuiste a verla?—su pregunta suena completamente


acusatoria.

Muerdo mi labio inferior con culpabilidad.

Se lo han explicado.

—Yo...

—Dijeron que alguien se infiltró para hablar con ella.


¿Fuiste tú o no?

—Sra. Coleman solo quería...

—¡Es increíble, Julliet!—exclama irónicamente.—¡Si las


visitas están restringidas es por su bien!¡¿Te crees que yo
no tengo ganas de verla?!

Me quedo callada ante su reprimenda, tiene toda la


razón.
—Es muy egoísta lo que has hecho Julliet, muy egoísta. Si
de verdad te importa Lexie aléjate de ella.

No puedo creerme que me esté pidiendo eso. Lexie es


toda lo que tengo.

—No puede...

—Claro que puedo, es mi hija y sé lo que le conviene. Y


tú y tú expareja no le convenís.

Mi corazón se rompe un poco.

—Sra. Coleman...

—No, Julliet, no perderé a mi niña por tu egoísmo.

—Yo solo quería asegurarme de que estuviera bien...

—¿Bien? A raíz de la visita ha intentado hacerlo, otra vez.


Te quiero lejos de ella, Julliet. No me hagas ir por lo legal.

Y cuelga.

El aire abandona mis pulmones unos segundos.

Eso es tu culpa, cariño.

Eso es tu culpa, cariño.


Eso es tu culpa, cariño.

Eso es tu culpa, cariño.

La frase de Nathan se reproduce en bucle en mi cabeza,


mi corazón late con rapidez recordando la pesadilla de
anoche.

Siento una opresión en el pecho que dificulta mi


respiración, el hormigueo en mis manos es cada vez más
notorio y todo parece dar vueltas.

—¿Estás bien? —me pregunta alguien tocando mi


hombro.

Me sobresalto, asustada, y me volteó para ver quien es.


Jenn me devuelve la mirada con preocupación.

—No...no lo sé.

Tengo una sensación extraña, como si nada fuera real.

—¿Quieres sentarte? Parece que vayas a desplomarte en


cualquier momento. ¿Quieres que avise a algún profesor
o...?

Quiero decirle que no es necesario, pero ya ido en busca


de ayuda, me recuesto en la pared y cierro los ojos
intentando controlar mi respiración, como me aconsejó
el Sr. Henderson en el ascensor.

—¿Es ella? —pregunta al cabo de unos minutos una voz


grave que conozco bien.

Demasiado bien.

Mis puños se cierran con furia y abro los ojos.

—¿Qué haces aquí? —las palabras brotan de mis labios


con furia.

—Parece estar bien—le murmura Nathan a Jenn. —Creo


que solo quería llamar la atención.

Jenn frunce el ceño y sacude la cabeza.

—¿Estás mejor? —me pregunta, parece realmente


preocupada.

—¿Qué coño haces aquí? —le repito a Nathan.

—Relájate, cariño.

Odio esa palabra, la odio con todo mi ser.

—Voy a llamar a la policía—le advierto.

Jenn salta su mirada de uno a otro, sin entender nada.


Nathan se cruza de brazos y esboza una sonrisa.

—Adelante, cariño.

Eso es tu culpa, cariño.

Eso es tu culpa, cariño.

Sus aires victoriosos consiguen que mi cabreo aumente.

—No, mejor voy a partirte la cara.

No lo reflexiono, simplemente lo necesito, le doy con


tanta fuerza que siento el crujido de su nariz debajo de
mi puño.

Mala decisión. Muy mala decisión.

Una hilera de sangre brota de uno de sus orificios, en mi


mente veo a Kaden sonreír con orgullo.

No puedo evitarlo, una vez mis manos entran en


contacto con él necesito seguir soltando mi rabia, y lo
golpeo de nuevo.

Una y otra vez.

Él ni se inmuta, se limita a quedarse quieto mientras una


sonrisita de suficiencia le adorna su cara.
Como si quisiera esto, como si esperara esto de mí.

Las sirenas me sacan de mi realidad.

Ni siquiera sé que esta pasando hasta que noto las


esposas rodeando mis muñecas.

Lo miro confundida, su rostro ensangrentado, mis


manos magulladas, los murmullos... ¿qué está pasando?

Veo como gesticula un "gracias" antes de que me metan


en el coche patrulla.

¿Qué acabo de hacer?

Sentenciarte.

***

—No voy a preguntarte en qué estabas pensando,


porque entiendo el por qué—me dice mi abogado a
través de las rejas.

El Sr. Jared Evans luce como si se hubiera pasado toda la


noche despierto.

—Le han tenido que poner puntos, tiene el parte de


lesiones, pero no ha dado ha entender que quiera poner
la denuncia...todavía. —continúa explicándome.
Mi culo esta frio de estar tanto rato sentada en el suelo,
me pregunto que capacidad de aguante tiene mi copita
menstrual, por que de ningún modo he querido usar el
baño de la celda.

El guardia abre ruidosamente la verja y Jared me tiende


la mano.

—Gracias—farfullo por primera vez en horas, mi


garganta esta seca.

—Deberíamos curarte esas manos.

—Estoy bien—aclaro.

Me devuelven mis pertenencias y firmamos no sé que


documentos que en estos momentos me importan muy
poco.

—¿Ahora qué? —pregunto cuando noto el aire del


exterior, solo he estado un par de horas encerrada, pero
se han sentido eternas.

—Vamos a casa de Henderson.

Trago con fuerza, no estoy preparada para una


reprimenda de Andrew.

Pues yo sí quiero un castigo de Grey supremo.


—¿Es necesario?

La mirada que me da lo dice todo.

—¿Y mi coche? —pregunto subiendo al suyo.

—¿Dónde estaba la última vez?

—En el aparcamiento del campus.

—Pues supongo que ahí seguirá—se limita a contestar


mientras enciende la radio.

Y otra vez me quedo sin transporte propio.

El sonido de una llamada entrante interrumpe la canción


que se estaba reproduciendo.

Jared presiona un botón y una voz femenina suena a


través de los altavoces.

—¿A qué no sabes que he comprado para esta noche? —


le pregunta con voz seductora.

Jared carraspea y tose.

—Estás en manos libres, Lissa, y no estoy solo.

Se escucha una risa nerviosa en el otro lado de la línea.


—Estupendo, dejando de lado el momento bochornoso,
hola desconocido o desconocida, hablaba de la cena.

Jared se ríe abiertamente y sonrío con la situación.

—Uhm...Hola—contesto con timidez.

—¿Porqué me resulta familiar tu voz? —pregunta ella.

Yo me estaba preguntando exactamente lo mismo.

—Va al gimnasio de Blake, tal vez os habéis cruzado—le


aclara Jared.

—Ohhh sí, ¿Julliet, verdad? Blake me ha hablado de ti...

Interesante.

Un dato muy interesante.

—Espero que bien—murmuro mordiendo mi labio


inferior.

—¿Querías algo, Rubita? —pregunta Jared desviando el


tema.

—Dan se quedará con Danna esta noche, pasa por el


supery compra nata.

—Sutil Alissa, muy sutil.


Ella se ríe y cuelga, es más que evidente el amor que se
respira con estos dos.

—Perdón por eso—se disculpa finalizando la llamada.

—No importa—por unos segundos he podido


desconectar. —¿Andrew está muy enfadado?

—¿En la escala del cero al diez? Un once, tal vez.

—Eso me consuela, ¿las puertas del coche están


bloqueadas?

—Sí, ¿por qué?

—Para saltar y huir.

Jared frunce el ceño y se echa a reír cuando ve mi rostro.

—No será para tanto, Andrew es la persona más


inocente del mundo. No es capaz de pisar una araña.

Lo que dice es tan divertido que me sujeto la barriga de


tanto reír.

Esta claro que el sexy abogado no sabe nada del sótano de


la tortura.

—¿Me estoy perdiendo una broma privada?


—Sí—contesto limpiando las lágrimas que escapan por
el rabillo de mis ojos.

—Que no me vas a explicar...

—De ahí el concepto de privada—replico.

Niega la cabeza con diversión y dirige su concentración a


la carretera.

Cuando llegamos Henderson espera directamente fuera,


y sí, luce muy enfadado.

Lo que es sexy.

Aunque no es el momento de pensar eso.

Siempre lo es.

—Srta. Collins...—empieza a farfullar.

—¿Ha hecho que el Sr. Evans me traiga solo para darme


una reprimenda?

—Yo ya he cumplido con mi parte, aquí tienes el informe


—se despide rápidamente Jared.

Eso, huye tú que puedes.


—Métase dentro—ordena con ese tono exigente que ya
empezaba a echa de menos.

—¿No puede ser al revés? —pregunto coqueta, lo que


provoca que suelte un largo suspiro.

—A mi despacho, ahora.

—Necesito usar el aseo antes, ¿me da permiso? —le


pregunto con sarcasmo.

—No tarde.

Prácticamente voy corriendo al baño, llevo demasiadas


horas sin vaciar mi vejiga, cuando me quito la copa
menstrual me quedo confusa viendo que está vacía,
reviso mi ropa interior, no es que me la haya colocado
mal ni nada.

No entiendo que está pasando, esta mañana sí tenia un


poco de sangrado. ¿Por qué no he vuelto a sangrar en
todo el día?

Lavo la copita y la guardo, por lo visto no me hace falta,


lo que es preocupante.

¿Debería pedir visita con el ginecólogo? ¿La pastilla del


día después habrá ido mal?
Lavo mis manos y guardo el neceser en el bolso de
nuevo.

Camino hacía al despacho y veo que el Sr. Henderson ha


dejado un sándwich y un zumo en mi lado.

Enfadado pero considerado.

—Tome asiento—murmura tecleando con más fuerza de


la necesaria.

—Coma—exige empujando la bandeja en mi dirección.

—No tengo hambre.

—¿Cuándo ha comido por última vez?

No sé... ¿ayer?

—No lo recuerdo—muerdo mi labio.

Su frente se arruga, mi respuesta solo ha conseguido


enfadarlo más.

—¿Tengo que meterte la comida a la fuerza ahora?

Me lo imagino metiendo otra cosa a la fuerza y mi


interior se encoge.
Cojo el sándwich y le doy un inocente bocado, eso
parece tranquilizarlo un poco.

—Eso esta mejor.

Trago y le doy un sorbo al zumo para pasar mejor la


comida.

—¿No podría llevar un poquito de vodka esto? —


bromeo.

Su mirada me da a entender que no le hace ni pizca de


gracia la broma y continúo masticando.

—¿En que pensabas, Julliet? Sabes perfectamente que


esto puede acarrearte antecedentes penales. —dice
cruzándose de brazos.

—No pensaba, me pilló desprevenida...

—¿Y romperle la nariz y abrirle la herida de la ceja era la


forma de reaccionar? Lo usará en el juicio.

Me encojo en el lugar, no debería haber sido impulsiva,


pero necesitaba hacerlo, Lex...él...

—No diré que lo siento, porque no es así.

—No justifico la violencia nunca.


Solo cuando es para el placer, ¿no?

—¿Y cuando pegaste a Kaden? —suelto sin más.

La mandíbula del Sr. Henderson se cierra con fuerza.

—No sé de que estás hablando.

—Ambos tuvisteis heridas al mismo tiempo, demasiada


coincidencia, ¿no crees?

—No sabes lo que pasó, así que no hables de ello.

—¿Por qué os peleasteis?

—¿Por qué has pegado a Nathan? ¿A dicho algo?


¿Cuántos testigos había?

—Ya tienes el informe de eso—me cruzo de brazos.

—Quiero escucharlo de tu boca.

No sé porque eso me suena sexy.

Porque todo suena sexy con Grey supremo.

—Solo he tenido un mal día, y él estaba ahí y yo no he


pensado en las consecuencias.

—¿Qué ha pasado?
—Que le he dado unos cuantos puñetazos.

Sacude la cabeza.

—Quería decir, ¿que porqué ha tenido un mal día?

Me han sancionado en la universidad, denigrándome.

Me han culpado de que mi mejor amiga se haya


intentado suicidar de nuevo, y me han prohibido verla.

Y he visto al causante de todo esto.

Los lunes son realmente una mierda.

—Que todo lo que hago, por lo visto, sirve para joderlo


todo.

—Eso no es muy específico, Srta. Collins.

—¿Por qué quiere que le aburra con mis dramas?

—Si son parte de tu vida me interesan.

Pongo mis codos en la mesa del escritorio y me acerco a


él.

—Acabaré pensando que quieres algo más que sexo.


—No quiero sexo, y cuando entiendas la diferencia será
cuando podré llevarte al sótano que tanto ansias.

Coge mis manos entre las suyas y las examina.

—Vamos a curarte eso.

Mis nudillos están destrozados, mañana cuando haga


boxeo con Blake voy a alucinar.

Se pone en pie y arremanga su camisa, tengo especial


debilidad por sus brazos.

—Cuando vuelva quiero que no quede ni un pedazo de


ese sándwich—advierte.

Le hago un saludo militar y pone los ojos en blanco.

Estoy apunto de cogerlo cuando mi móvil vibra, lo saco


del bolsillo trasero y miro el mensaje que ha entrado.

Taylor: ¿Puedes venir a mi casa? Te necesito.

Si no hubiera escrito esas últimas palabras seguramente


lo hubiera ignorado, todavía estoy cabreada con él, pero
no puedo ignorarlo.

Me recoloco el bolso y salgo de la oficina, el Sr.


Henderson justo camina por el pasillo con un botiquín.
—¿Dónde va, Srta. Collins?

No te gustaría saberlo.

—Me ha surgido algo importante.

—No hemos acabado.

—¿Lo podemos dejar para el miércoles? Es algo


realmente importante.

—Vaya con cuidado.

En sus ojos puedo ver la decepción antes de que cierre la


puerta.

72. Candy
She's just like candy, she's so sweet

De todos los escenarios improbables posibles, este es el


más surrealista.
De verdad, de verdad, que empiezo a pensar que debo
estar loca.

—¿Querías algo? —pregunta Bonnie envuelta en una de


las toallas de Kaden que he usado alguna vez.

Su piel está completamente mojada, como si hubiera


salido con prisas de la ducha.

Mi capacidad de hablar de nuevo estaría bien, gracias.

—No tengo todo el día, Kaden me espera en la ducha—


insiste con una sonrisa malévola.

¿Y la orden de alejamiento? ¿Y las advertencias sobre él?


¿Qué diablos hace en su casa?

Me cierra la puerta en las narices y tardo por lo menos


un minuto en recomponerme.

Doy media vuelta, dispuesta a marcharme lo antes


posible, no sé que se traman estos dos, pero nada me
cuadra.

Mientras espero mi transporte de vuelta me doy cuenta


de que la moto de Kaden no está frente a su casa, lo que
es muy extraño.

Miro de nuevo el mensaje que me ha enviado Kaden.


Este mensaje fue eliminado.

¿Eliminado?

¿Qué clase de broma de mal gusto es esta?

¿Algún tipo de venganza estúpida?

Yo: ¿De qué coño vas?

Bloqueo el teléfono de nuevo y lo arrojo dentro del


bolso, estoy tentada de volver y montar una escena,
pero no, no debo meterme en esto.

Mientras estoy subida al Uber programo visita con el


ginecólogo, después de la pastilla y el período tan
extraño que he tenido necesito que alguien me explique
que diablos está pasando.

Cuando abro la puerta del apartamento de Sam ella está


allí, sentada en el salón, vestida con algo que me caliente
más de lo que admitiría en voz alta.

Se trata de un pequeño vestido negro de lencería, con


una transparencia que me permite apreciar los tatuajes
que rodean sus senos y los pequeños metales que
chocan contra la tela.
Se lleva un dedo a los labios, indicándome que no haga
ruido, me muevo sigilosamente y al acercarme observo
que tiene el teléfono pegado a la oreja.

—¿Y que te gustaría hacer con eso?—pregunta con ese


tono seductor que sacude mi interior.

¿Con quién está hablando?

¿Kurt?

Tal vez... ¿Devan?

—Muy, muy húmeda.

Trago con fuerza y la miro intrigada.

Sam se ríe, no sé que le habrá contestado la otra


persona, pero apuesto a que está debe estar
hipnotizado con ese sonido, al igual que yo.

Estoy a punto de retirarme, veo un poco inquisitivo estar


aquí, aunque a ella no parezca importarle.

Cuando ve como camino hacía atrás para dar media


vuelta, aleja el teléfono, tapando la parte inferior con la
mano.

—¿Quieres unirte? —me ofrece con una amplia sonrisa.


—¿Qué estás haciendo exactamente? —muerdo mi labio
con fuerza.

—Trabajando, si te apetece unirte podemos compartir


ganancias—dice guiñando su ojo.

En ese preciso instante recuerdo que Sam trabaja en una


línea erótica.

Virgen santísima.

—Puedes cambiarte si quieres y utilizar algo de mi


primer cajón, es más fácil si te preguntan que llevas
puesto.

—Yo...no sé...—murmuro indecisa.

—Es divertido, sino puedes quedarte por aquí, no me


molestas.

Lo sopeso unos segundos, mi corazón late más rápido


ante la idea de mantener conversaciones calientes con
Sam y gente desconocida.

—¿Cuánto tiempo estarás? Necesito una ducha.

—Todo el que quiera—humedece sus labios.


Parpadeo y sacudo la cabeza, Sam es demasiado sensual
para la poca estabilidad que me queda.

—Bajo en diez minutos.

Subo rápidamente las escaleras y me deshago de mi


ropa con rapidez, cuando estoy dentro de la ducha y el
agua caliente entra en contacto con las heridas en
nudillos protesto, ni siquiera las recordaba.

Me ducho en tiempo record y envuelvo mi cuerpo


desnudo en una gran toalla, camino de puntillas hasta la
cómoda de Sam, al abrir su cajón abro mis ojos
ampliamente.

Pensaba que en Mala estarían los trajes y la lencería más


atrevida que vería nunca, pero parece que Sam tiene ese
record.

Mis dedos recorren las piezas de ropa interior, con


indecisión, no sé que utilizar, y se siente extraño que me
deje su ropa, aunque hemos compartido cosas más
íntimas.

En la parte trasera del cajón hay una pequeña bata


blanca transparente de encaje, demasiado atrevido
ponérsela sin nada debajo...

Y eso es justo lo que hago.


No me atrevo a ver mi reflejo en el espejo, porque sé
que eso me echará para atrás.

Noto el temblor de mis piernas, pero lo ignoro, es Sam,


todo lo que ella me ofrezca va a estar bien.

Cuando me ve su boca se abre ligeramente.

Acaricio mi brazo y doy un paso vacilante hacía adelante.

—Estás...

Sonrió tímidamente sentándome frente a ella sobre mis


rodillas.

—¿Cómo lo hacemos? —pregunto, mi voz suena ronca


por la excitación que me provoca la morbosa situación.

—No le des vueltas, simplemente sígueles la corriente,


pagan un dineral por cada minuto que nos mantienen en
línea, algunos apenas aguantan unos minutos...es
divertido.

El teléfono rojo, el cual no es el teléfono privado de Sam,


no deja de sonar.

—¿Estás lista?
Asiento mientras mordisqueo mis uñas y Sam descuelga
poniendo la opción de manos libres.

Porque van a estar muy ocupadas esas manos.

—Buenas noches—contesta Sam con su habitual tono


hipnotizador.

—Buenas noches, Candy—responde una voz masculina.

La miro frunciendo el ceño ante el pseudónimo que ha


utilizado con ella.

Cojo el papel de la mesita y un bolígrafo.

¿Te conoce?

Le pregunto mediante la hoja.

Algunos son habituales.

Me escribe de vuelta.

—Dime, Jason, ¿que te apetece esta noche? Tengo una


amiga aquí a mi lado que está interesada en ayudarme esta
noche. ¿Eso te gustaría?—le ofrece Sam.

Escucho como traga audiblemente el hombre.


—Me encantaría. ¿Cómo se llama tu amiga? ¿Me está
escuchando ahora?

Sam mueve su cabeza en mi dirección indicándome vía


libre.

—Me llamo Ángel—contesto intentado controlar mi tono


de voz.

—Que dulce, y dime Ángel... ¿Qué lleva puesto Candy?

Lamo mi labio inferior mientras observo el atuendo de


Sam.

—Algo que seguramente te haría perder la cabeza—


susurro—Es tan atrevido que no deja nada a la
imaginación.

Jason suspira al otro lado de la línea.

—¿Te gusta lo que lleva?

—Me encanta—admito.

—¿Podrías describirlo para mí?

—Lleva un pequeño vestido de lencería negro, es


completamente transparente y lleva un pequeño tanga de
encaje a juego.
—Sí que suena interesante...

—¿Qué te gustaría más? ¿Qué juguemos contigo o lo


hagamos entre nosotras? —le ofrece Sam.

—Vamos a aprovechar la presencia de Ángel, pero me


tenéis que detallar todo lo que hagáis.—su voz suena cada
vez más alterada.

Sam sonríe ampliamente.

—¿Qué quieres que hagamos?

—¿Qué lleva puesto Ángel, Candy?

—Una simple bata transparente, no me llevará mucho


trabajo dejarla completamente desnuda.

—Tira del cordón de la bata y deja al descubierto sus


hombros.

Sam hace exactamente lo que le piden.

—¿Y ahora?

—¿Qué te gustaría hacerle a continuación?

—Me gustaría besarlos, su piel es irresistible.


—Hazlo, entonces, y mientras lo haces quiero que Ángel me
lo narre.

Sam se inclina y desliza su lengua desde la curvatura de


mi cuello hasta mi clavícula, luego succiona con fuerza y
gimo.

—No estoy escuchando, Ángel.

Carraspeo aclarando mi voz.

—Sa...esto Candy, está succionando mi cuello, antes de eso


ha pasado su lengua, humedeciendo la zona.

—Te gusta como se siente, ¿verdad?

Cierro los ojos absorbiendo el placer.

—Me encanta.

—Quítale la bata, Candy.

Tira de ella y esta cae al suelo.

—¿Ángel sabe porque te llamas así, Candy?

Sam se ríe mientras sacude la cabeza.

—No, ¿quieres que se lo enseñe?


—Muéstrale.

No me había dado cuenta hasta ahora de la pequeña


caja que tiene Sam junto al sofá, esta llena de juguetes
sexuales y paletas de caramelo.

Ella abre una de las paletas y la introduce en su boca,


miro boquiabierta como la lame y la succiona, Dios,
tengo muy buenos recuerdos del funcionamiento de esa
lengua mágica.

—¿Está buena la paleta? —pregunta Jason.

—Sí—murmura Sam.

—Frótala contra los pezones de Ángel.

Sam la saca de su boca, reluce por la humedad, la acerca


a mi pecho y la mueve en círculos, se siente muy
pegajoso.

—¿Lo está haciendo, Ángel?

—Ajá—jadeo.

—Y ahora límpialo con la boca—le ordena.


Sam mete la paleta en mi boca e inclina su cabeza para
meterse mi pecho en su boca, su lengua rodea mi pezón,
sus labios succionan y tiran de el.

—No sabéis lo excitante que es oíros—murmura Jason con


la voz entrecortada.

Cuando termina de atacar mis pechos los noto mucho


más sensibles de lo normal, mi excitación es tal que noto
incomodidad entre mis piernas.

—Tengo curiosidad... ¿quién es capaz de hacer llegar a la


otra antes?—pregunta Jason, suena más a desafío que a
pregunta.

—Creo que podría hacer que se corriera en menos de cinco


minutos.—contesta Sam con una sonrisa traviesa.

Jason se ríe en el otro extremo.

—El tiempo empieza ya.

Sam recorre con su dedo índice desde mi esternón hasta


mi cintura, pasando por medio de mis pechos erguidos.
Continúa bajando y roza ese punto, haciéndome
estremecer, se lleva el pulgar a mis labios y los acaricia
antes de introducirlo en mi boca.
Lo succiono y veo como una sonrisa se desliza por su
cara, lo saca y vuelve a esa zona llena de terminaciones
nerviosas.

Mi cuerpo es gelatina bajo sus caricias, otro de sus dedos


se pasea por mi entrada, recogiendo la humedad que
ella misma me está provocando.

—¿Qué está haciendo, Ángel?

Me da vergüenza explicarlo en voz alta.

—Ella...—jadeo cuando noto como introduce el dedo—


me está tocando...está metiendo un dedo en mi...—vuelvo a
gemir al sentir como sale y entra.

—¿Lo hace bien?

—Dios, sí.

Saca el dedo de mi interior y lo acerca a sus labios, los


recorre con mi humedad como si fuera un maldito labial.

—Está recorriendo sus labios con el dedo que tenía en mi


interior...—explico sin aliento.

Jason gime, estoy segura de que se autocomplaciendo


mientras nos escucha.
Sam da dos golpecitos en su boca.

—Bésame, Ángel—me reta.

Pasa su mano por detrás de mi nuca, acercando su


rostro al mío.

Como si la gravedad me empujara junto mis labios con


los suyos, el sabor de mi excitación me avergüenza al
mismo tiempo que me pone más caliente.

Su lengua se encuentra con la mía, entrelazándose en un


beso cada ves más húmedo.

—¿Sabe bien?

—Deliciosa—admite Sam. —Y no he tenido suficiente,


siéntate en el sofá.

En cuanto mi trasero toca el sofá de Sam ella está entre


mis piernas, abriéndolas ampliamente.

—¿Cuánto tiempo llevo? —pregunta Sam

—Dos minutos treinta y dos segundos.

Sam muerde sus labios y empieza a besarme, su lengua


recorre mis labios, se cuela en mi interior, se mueve en
círculos alrededor de mi clítoris, y siento como mi
orgasmo se empieza a construir.

Tengo una batalla interna entre cerrar los ojos y disfrutar


u observar a Sam devorándome.

Cuando mordisquea levemente ese centro de


terminaciones nerviosas mis pies se curvan y grito
corriéndome en su boca.

Ella se aparta con una sonrisa de satisfacción en el


rostro.

—¿Cuánto ha sido eso?

—Cuatro minutos exactos—murmura Jason con leve


asombro.

Intento superar el record de Sam, pero tardo dos


minutos más que ella, me promete al oído que me
ayudara a mejorar mi marca.

Admito que al final de la noche nos sacamos cerca de


quinientos dólares, todo por una cantidad infinita de
morbo y orgasmos.

***
Reviso mi teléfono en la sala de espera, no he recibido
ningún mensaje por parte de Kaden, es más, creo que
me ha bloqueado, porque ya ni siquiera pueda ver su
estúpida foto de perfil.

Solo espero no estar embarazada, meterse en internet


no ayuda a tranquilizarse, más bien todo lo contrario.

Cuando paso a la consulta tengo ganas de vomitar, pero


eso me pasa algunas veces que estoy extremadamente
nerviosa.

Mi pie golpetea el suelo con impaciencia mientras le


explico toda la situación a mi ginecólogo designado.

—Los resultados de los análisis son fiables un noventa y


nueve por ciento, no creo que deba preocuparse por
eso, Julliet, de todas formas, haremos una ecografía
transvaginal. Colóquese detrás del panel blanco, mi
compañera le indicará que hacer.

Me pongo en pie y camino hacía donde me ha dicho, la


enfermera me sigue y coloca el típico papel marrón
sobre la silla ginecológica.

—Quítate toda la ropa y colócate esta bata, los zapatos


te los puedes dejar puestos, luego te sientas en la silla y
pones tus piernas en cada lado, ¿vale?
Asiento nerviosa y cuando se marcha me quito la ropa,
estoy tan histérica que tiro mi bolso al suelo
accidentalmente, esparciendo mis pertenencias por
todos lados.

—¿Todo bien? —pregunta la enfermera asomándose.

—Sí—respondo incorporándome un poco mientras


aguanto mi bata.

No puedo tener un hijo, en el supuesto y remoto caso de


que estuviera embarazada tengo muy claro que es lo
que haría; abortar.

Recojo todo y me subo a la silla, poner mis piernas de


ese modo me hace sentir demasiado expuesta e
incomoda.

El doctor se acerca y se coloca unos guantes.

—Bien Julliet, esto será un poco molesto y lo notarás frío


por el lubricante del transductor.

Asiento como si estuviera entendiendo algo y lo veo


desenrollar un preservativo por un largo palo conectado
a una maquina.

—Relájate y coge aire—me indica la enfermera


amablemente mientras acaricia mi rodilla.
Siento la intrusión de algo en mi interior que me hace
tensar el cuerpo por completo.

—Oh sí, aquí lo tenemos. Mira, ¿ves esta mancha en la


pantalla? —pregunta señalando con su dedo el monitor
del ecógrafo.

¿Qué?

No, no, no, no quiero ver nada en ninguna pantalla.

¿Qué significa eso?

Que sea una broma, por favor.

—¿Julliet? —insiste.

—¿Qué?

—Mira—gira la pantalla móvil y la coloca frente a mí.

—¿Qué se supone que estoy viendo? —pregunto


completamente perdida.

—El motivo por el que no has tenido tu período con


normalidad este mes, esto de aquí es el óvulo, este mes
no has ovulado bien y no se ha liberado. Es algo que
puede pasar, no tienes que preocuparte por nada, tu
cuerpo lo reabsorberá solo.
¿No podría haber empezando por ahí? ¿El mini infarto
era necesario?

—¿No he ovulado bien? ¿Eso es posible?

—Sí, muchas veces el estrés influye en el funcionamiento


del hipotálamo, lo que a su vez puede hacer que se ovule
más tarde o ni se llegue a ovular. ¿Has estado estresada
últimamente?

Ja. Eso es quedarse corto.

—Es posible.

—Bueno, ahí tenemos el motivo seguramente, no debes


preocuparte por nada, puedes seguir haciendo vida
normal. Si notas cualquier irregularidad nuevamente
puedes volver a acudir a la clínica, pero todo está bien.

Y vuelvo a respirar de nuevo; un problema menos.

Cuando esa tarde voy al gimnasio de Blake paso un


tiempo extra magullando un poco más mis nudillos, no
quiero que llegue el día siguiente, no estoy preparada
para asimilar que mañana no podré celebrar otro
cumpleaños de Matt.

***
Intento llevar el día con la mayor normalidad posible,
pero no puedo evitar pensar en él todo el tiempo.

Me llaman para ir a recoger las pocas cosas que se han


salvado del incendio, las cuales son principalmente de mi
dormitorio.

Ver que he vuelto a perderlo todo reabre la herida en mi


pecho. Intento no pensar mucho en ello porque sé que
cuando lo hago es devastador.

Mi cabeza me traiciona rememorando todos los


momentos estúpidos en que la he cagado y todo se ha
ido a la mierda, y decido callarla tomándome alguna que
otra copa en el primer bar que veo.

No pienso en nada, solo actúo de forma automática.

Ni siquiera sé lo que estoy haciendo cuando me acerco


al desconocido del final de la barra.

La excusa de dejarse llevar revuelve mi estómago.

No se siente como otras veces en la que el placer


consume todo lo demás.

Mientras dejo que me folle un extraño en el baño del bar


intento convencerme de que es lo que quiero.
Cuando termina y se marcha me siento más rebajada
que un polvo barato, me recoloco la ropa interior y no
me permito llorar.

Voy dando tumbos hasta la consulta del italianito,


desearía haber bebido lo suficiente para no acordarme y
tener la horrible sensación que siento.

Se lo cuento todo, incluso estando medio ebria, y creo


que es la primera vez que la terapia puede ayudarme.

Debería cobrar un plus Luca por aguantarme esa tarde,


cuando estoy más despejada hago algo bien por primera
vez en mucho tiempo; ir a hablar con Devan.

Por su cara de asombro está claro que lo pillo con la


guardia baja, antes de que ninguno de los dos diga nada
nos limitamos a abrazarnos por un muy buen rato.

Luego me derrumbo y le explico todo.

***

El jueves estoy tentada a no salir de la cama de Devan,


pero cuando llega de su turno de Mala decido que es
mejor que descanse y voy a la universidad.

—Perdona, un chico me ha dicho que te diera esto. —me


dice una persona aleatoria de clase.
Cojo la tarjeta con recelo y miro a mi alrededor,
buscando de quién puede provenir.

¿Debería abrir el sobre sin más?

Sí, a ver que es.

Rasgo la carta anónima y del interior saco una pequeña


tarjeta, es de un restaurante del centro al que solía ir con
Nathan.

Un escalofrío me recorre la espalda.

Después de lo del otro día tenemos algunas cosas de las


que hablar. A las siete, a solas.

-N

Si piensa que voy a ir a cenar con él es que debe haberse


vuelto realmente loco.

Le doy vueltas una y otra vez, no ha puesto la denuncia


por agresión, y si la pone estoy perdida.

No puedo hacerlo.

Pero... ¿tengo otra opción?

Porque siento lo mismo que cuando estábamos juntos,


que me tiene bajo su control.
73. Lie to me
Now I wish we never met
Because you're too hard to forget
Me tambaleaba de un lado a otro.

Me sentía sucia.

Me sentía fácil.

Insignificante.

No había persona a la que odiara más en aquellos


momentos que a mí misma.

Si la única cosa que hasta ahora me había empezado a


hacer sentir bien no lo hacía; ¿Qué me quedaba?

El sexo había sido tan bueno, mi único refugio, el momento


en el que cubría ese vacío con placer.

La alarma de mi teléfono me recordaba que era hora de ir


a la sesión de terapia.

La imagen del Sr. Henderson se reproducía en mi cabeza


una y otra vez; sus palabras, la forma en que me miraba...

Antes de darme cuenta de mis acciones ya estaba dentro de


la consulta de Luca.
—No quiero estar aquí. —fue lo primero que solté.

—Pero aquí estás. —recalcó, señalando lo obvio.

—Solo quería decirte que cancelo esta y todas las citas. —


me excusé.

—Eso no era necesario hacerlo en persona.

Esperó pacientemente por que dijera algo, tenía razón, no


hacía falta que fuera de forma presencial hasta nuestra cita
para decírselo.

—Crees que lo sabes todo, ¿eh? Sentándote al otro lado de


la sala y analizando hasta como suspiro. —dije a la
defensiva.

A medida que las palabras salían sin control por mi boca


sabía que me arrepentiría de ellas, solo estaba teniendo
uno de esos ataques donde soltaba estupideces.

—¿Eso crees? —preguntó alzando una de sus perfectas


cejas.

Se puso en pie y caminó hacía mí, no entendía sus


intenciones por lo que retrocedí un paso.

—¿Qué estás haciendo?


Luca se sentó en el diván de pacientes y ladeó su cabeza
para mirarme.

—Sentarme a tu lado.

Lo miré desconcertada.

—Puedes sentarte, o puedes quedarte ahí de pie. —


continuó.

Había un hueco a su lado, pero sentí recelo por seguirle la


corriente, así que me limité a quedarme ahí de pie, aunque
no me sintiera muy estable

—No voy a sentarme porque pienso marcharme.

Él se limitaba a mirarme sin decir nada más.

—¿No quieres darme algún discursito que lo impida? —le


pregunté.

—¿Cuándo lo he hecho?

—¿Esto es algún tipo de psicología inversa de mierda?

Se cruzó de piernas, colocando su tobillo sobre su otra


rodilla y se inclina un poco en mi dirección.

—No estoy haciendo nada Julliet.


—Estás jugando con mi mente—solté, me sentía bastante
paranoica.

—¿Por qué piensas eso?

—Me largo—declaré.

Tenía el tirador de la puerta en mi mano, solo tenía que


moverlo y salir de ahí, pero no podía.

O no quería.

Sabía lo que haría a continuación, y no quería refugiarme


en el alcohol de nuevo, por primera vez no quería hacerlo
fácil.

—No quiero volver a rendirme—susurré para mi misma.

Decirlo se sintió tan cierto, como si la realidad me golpeara


de forma repentina.

—¿Decías algo?

Me volteé para mirarlo, me hacía sentir vulnerable y odiaba


esa sensación.

—No puedes ayudarme. —declaré.

—¿Y tú?
—¿Yo?

—Tú, Julliet. ¿Puedes ayudarte a ti misma?

Parpadeé varias veces, procesando su pregunta.

—No...

—Yo no puedo darte la solución para todo, pero sí puedo


darte herramientas para gestiones aquello que te genere
problemas.

—El Sr. Henderson cree que estoy utilizando el sexo como


excusa para no enfrentarme a los problemas.

—¿Y tú que crees?

—No soy una ninfómana. —solté a la defensiva, aunque él


no me lo había llamada de forma explícita es algo que yo
pensaba y detestaba.

—Ese término ya no se aplica hoy en día, Julliet. En todo


caso estaríamos hablando de hipersexualidad, y eso queda
sujeto a debate, puesto que para unos lo que se considera
normal para otros puede ser excesivo o insuficiente.

—¿Entonces?
—Podemos considerarlo como una conducta compulsiva
cuando se transforma en algo difícil de controlar, cuando se
utiliza para escapar de problemas, soledad, depresión,
ansiedad, estrés... Es algo que suele empeorar con el
tiempo. ¿Lo consideras como tal?

Estaba definiéndolo a la perfección.

—¿Eso que significa? ¿No puedo tener sexo cuando me


apetezca? —mis mejillas se sonrojaron levemente, se sentía
extraño decirle eso a Luca.

—Estaría bien aprender a separar, separar cuando es algo


que realmente deseas a cuando es un método de escape.

Me sentía tan perdida, como si estuviera en guerra conmigo


misma.

—Dime una cosa, Julliet, ¿qué es lo que más feliz te hacía


antes del accidente?

Ni si quiera debía pensar en la respuesta.

—Bailar.

Las comisuras de los labios de Luca se curvaron hacía


arriba.
—Bailar tiene muchos beneficios psicológicos, es una
manera de conectar con uno mismo, de liberar emociones
reprimidas, de mejorar el estado de ánimo... ¿No podría ser
una buena alternativa?

Bailar para mí misma, por diversión, por puro


placer...sonaba bien.

—Supongo—dije mordiendo mi labio inferior.

Luca se levantó y fue hasta su escritorio, trasteó algo en los


cajones y sacó una libreta pequeña, caminó hacía mí y me
la extendió.

—¿Qué?

—Quiero que escribas aquí lo que piensas, lo que te hace


sentir mal. Podemos trabajar en ello, Julliet.

Así que le acabo de dedicar dos páginas integras de odio


a Nathan. Ni siquiera estoy segura de lo que estoy
haciendo, pero sé con certeza que se trata de algo de lo
que me voy a arrepentir.

Aún así aquí estoy.

En la estúpida cita que él ha concertado.


El metre coge mi chaqueta y me lleva hasta la mesa,
cuando veo a Nathan mi cuerpo se tensa por completo.

Puedo hacer esto.

Puedo hacerlo.

O puedes coger el cuchillo de la carne y ver como brota la


sangre de su cuello.

Está bebiendo una copa de vino blanco mientras me


inspecciona con la mirada, algo que siempre ha hecho.

Casi puedo escuchar sus comentarios en mi cabeza, al


igual que escuchaba los de mi madre.

El maquillaje debería ser un poco más sutil.

El peinado es demasiado simple.

La blusa abrochada por encima del escote.

Los pantalones no están bien planchados.

Los zapatos son demasiado altos.

—Buenas noches. —su sonrisa carece de sentimientos, y


eso pone mis pelos de punta. —Toma asiento, cariño.

—No me llames así—siseo entre dientes.


—Vieja costumbre.

Podríamos desfigurarle la cara como nueva costumbre.

Recelosa, aparto la silla para sentarme en ella, lo hago lo


más alejada posible a la mesa.

Nathan levanta la mano y como acto reflejo me aparto


aún más, mis hombros se relajan un poco cuando veo
que sólo está llamando al camarero.

—Buenas noches, ¿ya saben lo que quieren? —pregunta


educadamente el metre.

Una cadena perpetua para el susodicho de aquí en frente.

—Mi prometida y yo estamos de celebración y


queríamos pasar una noche sin tecnología, ¿le
importaría quedarse con nuestros teléfonos hasta el
final de la cena?

Trago con fuerza y mis dedos se aferran alrededor del


teléfono, no puede estar hablando enserio.

—Oh, no puedo quedarme con sus pertenencias


personales.

Sí, gracias a Dios.


—Estoy seguro de que podrá hacer una excepción, es
una noche especial, es nuestro aniversario y
últimamente estamos muy distraídos. —intenta
coaccionarlo mientras saca a relucir un billete junto a su
móvil.

—Bueno, puedo hacer una excepción...enhorabuena,


por cierto.

Si mi cara es un reflejo de mis emociones, ahora mismo


debería estar asustando al metre.

—Cariño, tú teléfono. —insiste Nathan.

—Pero...—murmullo protegiéndolo en mis manos.

Él se ríe y estira la mano, cuando nuestros dedos se


rozan me deja sin respiración.

—Vivimos demasiado pegados a la tecnología—le explica


al metre mientras le extiende mi móvil.

Adiós plan perfecto.

Cuando se marcha, Nathan me mira con una amplia


sonrisa.
—No soy estúpido, cariño.

Lo único que quería era sacarle confesiones y tenerlas


grabadas, ahora estar aquí sentada se siente una gran
perdida de tiempo y pone a prueba mis instintos
asesinos.

—No puedes hacer eso—susurro.

—Hablamos como adultos por una maldita vez.

Mi puño se cierra automáticamente y lo cubro con mi


otra mano, intentando relajarlo.

Coge la carta, y me ignora por unos minutos.

—¿Qué quieres? —pregunto perdiendo la paciencia.

—Empezaré con un Carpaccio de...

—Sabes que no hablo de eso—lo interrumpo.

Nathan me mira por encima de la carta.

—Te estás volviendo toda una maleducada, ese no es el


tipo de educación que te dieron tus padres.

Odio que constantemente los saque a relucir en cada


conversación que mantenemos.
Aprieto mis labios con fuerza.

—Ve al grano, no quiero estar aquí.

Me siento muy valiente diciéndoselo, pero cuando sus


ojos parecen oscurecerse un poco me encojo en mi
asiento.

No, podría partirle la cara, no debo tenerle miedo. No es


más fuerte que yo.

Nathan niega con la cabeza con decepción.

—Apenas te reconozco, Julliet.

—Bien, eso significa que estoy haciendo algo bueno.

—¿Estás segura de ello? Pareces...

Arrastro la silla ruidosamente y hago un ademan de


ponerme en pie.

—Si eso es todo lo que tienes que decir me marcho.

Nathan deja la carta a un lado y coge un maletín que


tiene junto a sus pies, lo abre y me da un dossier lleno
de documentos.

—Esto te interesará.
Informes médicos, radiografías, facturas, partes de
lesiones...

—¿Qué es esto? —pregunto conociendo la respuesta.

—Tú y tus amiguitos lo sabéis muy bien.

—¿Qué quieres? ¿Por qué me enseñas todo esto?

—A tu compañero de piso no le pasaría gran cosa, pero


Kaden Taylor ya tiene antecedentes y tú, mi querida
Julliet, no estás hecha para la cárcel, y créeme que
después de la agresión del otro día unos meses, mínimo,
te caerían.

Echo un vistazo rápido al borrador de la demanda, la ha


redactado él mismo, soy capaz de detectarlo por la
pedantería del tono del escrito.

—Has hecho cosas peores, y pagarás por ello.

Me mira con desconcierto.

—¿Qué se supone qué he hecho exactamente?

Que me lo pregunte aumenta mi nivel de cabreo.

—No te hagas el inocente.

—No, explícamelo, no sé de que estás hablando.


—Tú, en la fiesta, intentaste...casi me...yo no quería y
tú...

Me cuesta encontrar las palabras, mis piernas tiemblan


mientras lo recuerdo bloqueando mi mente.

—¿Así fue? Creo que estabas demasiado bebida y


confundes lo que pasó.

—Sé exactamente lo que pasó.

Todavía tengo pesadillas sobre ello.

—¿Sí?

—Sí.

—Esto es lo que pasó; ambos fuimos a una fiesta en la


que bebimos, las cosas estaban un poco tensas porque
acabábamos de cortar, pero tu querías que te lo hiciera
en el baño, todo el mundo conoce tu insaciable y
reciente apetito sexual, pero llegó tu amiguito y se puso
celoso, por lo que me empezó a golpearme de forma
injustificada. Y tú, cariño mío, como no puedes admitir lo
zorra que eres, me acusas de algo que no es cierto.

Mi boca se abre mientras escucho las estupideces que


suelta por la suya.
—No fue así.

—¿No?

—Abusaste de mí, me tocaste, ibas a...—digo con cada


una de las letras—Y de no ser por Devan...

Niega la cabeza.

—No lo creo, ni yo, ni lo hará una corte que conozca tus


antecedentes y tus escándalos sexuales.

—Y a Lexie...

—¿La loca de tu amiga? ¿No estaba en el mismo


psiquiátrico que tu por imaginar cosas que no son?

—Yo la creo.

Una sonrisa se desliza por sus labios.

—¿Qué es lo que crees? Que yo sepa ella no me ha


acusado de nada.

Arrugo la servilleta de tela que tengo en mis manos cada


vez más.

—No te saldrás con la tuya—aseguro.


Pasa sus dedos por su barbilla mientras me estudia con
la mirada.

—Vuelve conmigo.

Sacudo la cabeza con incredulidad.

¿He escuchado bien?

—¿Estás loco? —no puedo evitar poner los ojos en


blanco.

—Esta bien que hayas tenido tu fase rebelde, después de


todo era de esperar, pero el único capaz de darte
aquello que necesitas soy yo.

—¿Y que es lo que necesito según tú? —suelto una


carcajada amarga.

—Estabilidad.

—Antes me mato a volver contigo.

—Cuidado con tus palabras, mi amor, acuérdate, los


antecedentes...

—No pienso volver contigo Nathaniel, nunca.

—Entonces seguiré haciendo de tu vida un infierno, y


créeme que acabaré contigo.
—No quiero escuchar ni una palabra más—digo
poniéndome en pie.

—Nos veremos por la universidad, cariño.

Voy en busca del camarero y le exijo que me devuelva mi


teléfono.

—¿Sucede algo, señorita?

—¿Puede, simplemente, devolverme mi puto teléfono?

Coge aire, Julliet, el camarero no tiene la culpa.

—¿Cuánto tiempo más va a hacernos esperar? Porque


nos marcharemos a otro sitio. —exige una voz delicada y
dulce.

Giro mi cabeza y admito que después de todo, ya ni me


extraño de ver a Kaden y Bonnie allí.

—Oh, hola Julliet—sonríe ampliamente.

Algo me dice que ella sabía que iba a estar aquí, pero
eso es una locura, ¿no?

—Julliet...—susurra Kaden completamente sorprendido.

Sacudo la cabeza, y vuelvo mi atención al camarero.


—Mi teléfono—insisto.

—Ahora mismo, señora. —murmulla antes de ir a por el.

No me giro, no quiero ver a Bonnie con esa mirada


triunfadora en el rostro.

—¿Qué haces aquí? —exige Kaden envolviendo su mano


alrededor de mi brazo.

—Nada—contesto de forma tajante.

—¿Con quién has venido? —continua.

—Kay...—le regaña Bonnie.

—Su prometido me ha dicho que le diera esto junto a su


teléfono—me dice el metre, lleva mi chaqueta, mi
teléfono y un sobre marrón.

—¿Prometido? —repite Kaden, su tono de voz suena


completamente alterado.

—Gracias—le digo al metre mientras cojo todo.

Intento escabullirme, pero Kaden no suelta su agarre.

—Suéltame.

—Quiero explicaciones, Julliet, y las quiero ahora.

—¿Estás demente? —pregunto con una risa histérica.


Emocionalmente me siento al borde, no necesito esto
ahora.

—Julliet...

Le doy un ligero codazo en el costado, cortesía de Blake


y sus lecciones de como librarse del agarre de alguien y
me libero.

—No lo hagas, Kaden—le advierte Bonnie.

—Vete a la mierda—le contesta.

Prácticamente voy corriendo hasta mi coche, lo cierro


echando el seguro.

—¿Qué hacías con él, Julliet? ¡¿Te has vuelto loca?! —


pregunta enfadado golpeando el pobre vidrio de mi
ventanilla.

Arranco el motor y lo miro antes de salir de allí.

Al poco rato me doy cuenta por el retrovisor que me


sigue con su estúpida moto, mis ojos están acumulando
las lágrimas y la carretera cada vez es más borrosa.

Empiezo a dar vueltas sin sentido por la ciudad, cuando


considero que ya es demasiado peligroso continuar
conduciendo aparco en el primer descampado que veo.

—¿Me vas a estar persiguiendo toda la noche? —le


pregunto sumamente cabreada.
—¿Me vas a dar una maldita explicación?

—¿Te estás escuchando a ti mismo? No te debo nada,


Kaden, nada.

Cuando se acerca un poco más su ceño se frunce.

—¿Estás llorando?

—No—mi voz tiembla.

—Me confundes, Julliet y no sé que hacer.

Da otro paso hacía mí y noto mi espalda chocar con mi


coche, pone sus brazos a cada lado, encerrándome.

No debo.

No debo.

—Ojalá no te hubiera conocido—murmuro, intentando


apartarlo con mis palabras.

—¿Sí? No podría estar más de acuerdo contigo, porque


olvidarte es jodidamente imposible.—sus ojos azules se
oscurecen.

Estrella sus labios contra los míos y apaga mi mente.

Lo quiero, aunque no lo quiera.


74. Help

I'm drowning in myself


It's sinking in, I can't pretend
Lo deseo por los motivos incorrectos, hacerlo ahora con
Kaden solo es una forma de distracción, de desconexión,
pero me hace sentir tan bien...Gimo cuando sus labios se
presionan contra mi cuello.

Mis ojos se entrecierran mientras succiona,


marcándome, siempre tan posesivo, tan reclamante.

Sus manos frías se cuelan por debajo de mi blusa,


estremece mi piel el contraste de temperaturas.

Lo quiero.

Pero no debo.

Pero lo necesito.

No es cierto.

Solo una última vez.

No quiero decepcionar a Luca tan pronto.

Él no tiene porque enterarse.


—Para—murmuro cuando soy capaz de abrir los ojos.

Me mira con confusión.

—Quieres esto—contesta antes de besarme


nuevamente.

Mis labios no colaboran con mis pensamientos.

—No—susurró empujándolo levemente.

Quiero arrancarle la camisa, no apartarlo.

—No entiendo...

—No necesito que lo entiendas Kaden, necesito que te


marches—decirlo cuesta más de lo que imaginaba.

—¿Es por Bonnie?

Mi frente se arruga cuando escucho ese nombre salir


por sus labios.

—Es por mí.

—Lo quieres, me quieres, es evidente, no entiendo por


qué...—pasa su mano por mi cuello y trago.

—Necesito quererme a mí, Kaden, no espero que lo


entiendas, solo...
—¿Esto es por algo qué te ha dicho el cabrón de tu ex? —
farfulla golpeando con su otra mano mi pobre coche.

—¿No puedes verlo? Es lo mejor para los dos...

—Voy a partirle la cara de una vez por todas si...

Niego con la cabeza.

—Hay un número limitado de veces que pienso ir tras de


ti Julliet, y esta es la última. —me advierte.

Las lágrimas siguen fluyendo por mis mejillas.

¿Por qué me entristece tanto esto?

—Esta bien—contesto intentando sonar firme.

Se pasa las manos por el pelo, frustrado.

—¿Bien? ¿Eso te parece?

Voy a gastar todas las hojas de la maldita libreta del


terapeuta.

—Adiós, Kaden.

***
Han pasado un par de semanas desde que lo vi, pero
siento que no puedo cerrar lo que sea que tuviéramos
hasta que no le devuelva su estúpido libro.

Sin embargo, me falta algo; coraje.

Maldito Kaden.

—¿Cómo tienes tan pocas cosas? —pregunta Kurt


dejando una de las cajas en mi nuevo mini apartamento.

—¿Eres tonto? —lo riñe Sam golpeando su nuca, se tiene


que poner de puntillas para llegar.

—¿Qué? —protesta Kurt acariciando la zona golpeada.

—Mi casa se quemó hace poco.

Los ojos de Kurt se abren con sorpresa.

—Oh, perdona...

—No importa—muevo la mano restándole importancia


al asunto.

Aunque esto me hará escribir unas líneas en lo que


ahora llamo el diario de mierdas diarias.
—Yo te ayudo a desempacar la caja de lencería sexy,
Ángel—bromea Devan sacándole hierro al asunto
rápidamente.

—No existe tal caja—le saco la lengua de forma infantil.

—Que vayamos de compras dice—comenta Sam


guiñando un ojo.

—Acabo de invertir gran parte del dinero que he ganado


con la venta, no me voy a gastar lo poco que queda en
lencería cara.

—Tenemos que buscarte un Daddy Sugar, entonces, que


te la compre él. Esto que llevo me lo regaló...—levanta su
camisa enseñándonos un sujetador precioso con
brillantes y transparencia.

Los tres babeamos ante semejante imagen.

Devan es el primero en recomponerse.

—Apuesto a que el Sr. Henderson aplicaría para ello.

Siento mariposas en el estomago cuando dice su


nombre, la última vez que lo visité fue para alquilar el
estudio de Mala un par de horas al día, él con su
tenacidad me dio las llaves y me dijo que podía utilizarlo
siempre que quisiera y no hubiera ensayo. Gratis.
—¿Ya esta todo? —le pregunto a Kurt ignorando el
comentario de Devan.

—Sí, si necesitas ir de compras o algo podemos coger mi


furgoneta, quiero decir, en algún lugar tendrás que
dormir...

En el apartamento faltan algunas cosas esenciales, como


una cama y agua caliente.

—He sobornado al de IKEA para que tarde en traer el


pedido y así pueda seguir durmiendo conmigo.

—O conmigo Dev, no acapares—le dice Sam con una


sonrisa de superioridad.

Me siento el caramelito de ambos.

Y eso que no he tenido sexo con ninguno de ellos en


todo este tiempo, mi nueva meta mental es estar
veintiún días sin acostarme con nadie.

Y estoy a pocos días de conseguirlo.

Aunque estos me tienen más caliente que un radiador


en invierno.

—Esta noche dormiré en mi nuevo saco de dormir, sobre


el sofá. —aclaro en voz alta.
Espero bromas por su parte, pero ambos saben que
estoy lidiando con ello en terapia y no me presionan.

Estas semanas me han servido para pensar, pensar


mucho.

¿Echo de menos a Kaden? Sí.

¿Odio a Nathan y una parte de mi quiere asesinarlo? Por


supuesto.

¿No puedo olvidar el maldito sótano de Henderson y mi


curiosidad por el mundo BDSM? Efectivamente.

¿Necesito saber de Lexie? Más que nada.

Y eso es básicamente en lo que invierto mis


pensamientos.

El resto de mi tiempo libre lo dedico a bailar y estudiar.

Le confesé a Luca en la última sesión el motivo por el


que había dejado de tomar los antidepresivos, y
consiguió que otro psiquiatra cambiara la pauta.

Y me siento...relativamente mejor.

Puede que algún día haya tenido que tomarme una copa
o dos de vino, lanzar un par de cojines por los aires,
llorar desconsoladamente en la ducha, pero tengo mi
objetivo muy claro; quiero estar bien.

Y esa idea ha eclipsado esos pensamientos negativos.

Y eso ya es algo, según Luca "es mucho".

—¿Te paso a buscar esta noche? —pregunta Devan


mientras colocamos la vajilla en los armarios.

—He quedado con Sean antes del turno.

—Bueno, sabes que soy un hombre de tríos.

Me rio y niego la cabeza, Devan y sus respuestas


pervertidas me dan años de vida.

—Vamos simplemente a cenar.

—Espero que no intente desbancar mi puesto de súper


mejor amigo.

—¿Te escuchas a ti mismo Dev? —meto los dedos en mi


boca fingiendo una arcada.

—Eres tú la que me ama tal y como soy.

—Me pregunto por qué—pongo los ojos en blanco para


provocarlo.
—La respuesta se encuentra bajo mis pantalones.

—Suficiente perversión por hoy—digo llevándome las


manos a los oídos.

Pedimos comida para llevar, Devan y yo queremos pedir


sushi, pero Kurt y Sam se alían para pedir pizza y
acabamos en un duelo estúpido de piedra, papel o tijera
entre ambos equipos.

Y ganan ellos.

La última vez que pedí pizza a domicilio me la trajo


Kaden, se siente como si hubieran pasado mil años
desde entonces.

Devan se encarga de abrir la puerta y allí está...

No, no es Kaden, pero alguien cerca a él; Amy.

Es entonces cuando recuerdo que Kaden trabajó por


ella.

¿Por qué esta ciudad es tan pequeña?

¿O porqué hemos tenido que pedir en esa maldita


pizzería habiendo diez más?

Por los descuentos.


Oh sí, hola pobreza.

—¡Tú, maldita zorra! —dice ella en cuanto me ve y se


lanza a soltarme una bofetada.

—¡Las pizzas! —protesta Kurt preocupado.

—¡Kurt! —Sam lo regaña.

No le da tiempo a golpearme porque Devan la atrapa


con sus brazos.

—¡Es tu culpa, imbécil! ¡Por tu culpa se va! —exclama


mientras se retuerce en los brazos de Devan.

—¿De qué estas hablando?

—Kaden se marcha, eso era lo que querías, ¿verdad? —y


me escupe en la cara.

Asqueroso.

—Voy a llamar a la empresa en la que trabajas, no sé


que problemas tienes con Julliet, pero ese no es modo
de tratar a las personas—sale Sam en defensa.

—Cállate, ¡zorra!

—Suficiente—dice Devan antes de echarla del


apartamento.
—Me va a robar el felpudo, ¿verdad? —los miro.

—¿Quién era esa? —pregunta Kurt con un pedazo de


pizza en la boca.

—La hermana del mejor amigo de Kaden.

—¿De que te conoce? ¿Se refiere a que se marcha él? —


me dice Sam mientras reparte la pizza antes de que Kurt
se la coma él solo.

—Ojalá lo haga—murmulla Devan por lo bajo.

—Coincidimos un par de veces cuando...no importa.

Pero sí importa, ahora no puedo dejar de pensar en lo


que ha dicho Amy.

***

Las palmas de mis manos se sienten sudorosas, debería


haberle escrito un mensaje antes de presentarme en su
casa.

Siempre puedo dejar el libro en el suelo, tocar el timbre


y salir corriendo.
Mi brillante plan se ve frustrado cuando Kaden abre la
puerta antes de que llame.

—¿Qué quieres? —pregunta aborrecido.

Me da un poco de miedo y me pone caliente a partes


iguales.

—Yo...solo quería devolverte esto—extiendo mi mano


mostrando su libro.

—Bien—lo coge y me cierra la puerta en mis narices.

No debería hacerlo, pero me encuentro llamando a su


puerta de nuevo.

—¿Qué? —pregunta de nuevo.

Si las miradas follasen, Kaden me estaría dando un buen


polvo ahora mismo.

—¿Te vas?

Que alguien me calle, a poder ser para siempre.

—¿Qué te importa?

Muy buena pregunta.

—Yo...tienes razón, perdona, gracias por el libro.


I-n-c-ó-m-o-d-o.

—¿Te ha gustado?

Ya me he dado media vuelta cuando me pregunta eso.

—No—admito con sinceridad—Pero tiene algunas


buenas frases.

Frases en las que me había visto reflejada, incluso


pensaba escribir una en mi cuarto de estudio.

Fuera porque ella había agotado todas las lágrimas o


porque su tristeza era demasiado aplastante para
dejarla correr, lo cierto es que permaneció sentada con
los ojos secos hasta que salió el sol.

—¿Sí? "Le di mi corazón, lo cogió, lo pisoteó hasta


dejarlo sin vida y me lo devolvió luego." ¿Cómo esa, por
ejemplo? —me pregunta.

—Me ha gustado más: "No se puede hablar de


compañía cuando una persona no sabe nada ni dice
nada".

Bienvenidos al concurso de quién de los dos es más tozudo;


hagan sus apuestas, señores.
—¿Me has echado de menos estas semanas? —pregunta
cruzándose de brazos.

—No se puede echar de menos a alguien que no


conoces, Kaden.

Muestra una sonrisa amarga.

—Sí, me voy. Me voy dos meses a Tailandia, es algo que


quería hacer al cumplir los treinta.

¿Con Bonnie? No quiero preguntarle...

—Que tengas un buen viaje.

—Cuídate Julliet, de verdad.

—Tu igual...

Quiero marcharme, pero algo me lo impide, la atracción


que siento por él es tan intensa que nubla todo lo
demás.

Mi cuerpo lo anhela, pero mi sensatez sabe que no debo


caer en la tentación de nuevo.

—Adiós, Kaden.

—Adiós, Julliet.
En esos momentos se siente como una despedida para
siempre, pero estoy terriblemente equivocada, solo que
ahora mismo no lo sé.

***

El juicio debía ser esta semana, sin embargo, no sé que


historias han hecho que lo aplacen nuevamente.

El Sr. Henderson se incorporará de nuevo en la


universidad tras las vacaciones navideñas, no puede
mantener más tiempo la excedencia.

Estas semanas no ha habido ni notas extrañas, ni


fotografías, ni amenazas, ni vídeos públicos... Mi vida
últimamente resulta de lo más extrañamente normal.

Quitando el hecho de que sigo trabajando en Mala.

La cual celebra la navidad con atuendos estúpidamente


sexys y poco navideños.

Estas últimas semanas he tenido sexo ocasional, siempre


con protección y consciente de lo que hacía y porque lo
hacía, pero siento que mi libido no es tan intensa a
cuando no tomaba la medicación.

Excepto cuando veo al Sr. Henderson.

Ese hombre es capaz de derretir mis hormonas con una


sola mirada.
Estoy ocupando una nueva libreta antes de empezar mi
rutina de estiramientos, tengo que aumentar la ingesta
de calorías porque entre las clases de defensa y las
horas de baile estoy perdiendo demasiado peso.

Mis pies empiezan a protestar a medida que giro en una


perfecta fouetté en torunant, las puntas maltratan mis
dedos que ya habían olvidado la sensación de sentirse
oprimidos.

Cuando la música salta a otra canción empiezo a reírme


y dejo de dar vueltas, no entiendo como una canción de
Shakira  se ha colado en mi lista de música clásica.

Observo en el reflejo del espejo mi risa y por unos


instantes no logro reconocerme, me deshago de las
puntas y baila la canción que resuena por los altavoces
del estudio.

Es imposible no mover las caderas al ritmo de Hips don't


lie, me encanta pasar de un extremo a otro, de un estilo
de baile a otro completamente diferente.

—¿Ve algo que le interese, Sr. Henderson? —pregunto


escondiendo una sonrisa cuando lo veo apoyado en el
marco de la puerta.

—Usted es un espectáculo digno de admirar, Srta.


Collins.
Recojo mi botella y le doy un largo trago, llevas evitando
un tema varias semanas y me siento lista para abordarlo
de nuevo, porque ya sé lo que quiere.

Cojo mi teléfono y busco una canción, con las primeras


notas de Downtown sonrío.

—Baila conmigo—le ofrezco.

Levanta una ceja, mi atrevimiento lo desconcierta y lo


divierte.

Coloca sus manos en mi cintura y me deja el completo


control del baile, siguiendo cada uno de mis pasos.

—Confianza—murmuro mientras me coge en sus brazos


y tira de mí hacía el suelo.

—¿Qué? —pregunta.

—No quieres sexo, quieres que confíe en ti, porque en


eso se basa una relación BDSM, en la confianza.

Me pone nuevamente en pie y me mira con fascinación.

—Solo quedan dos semanas para que inicie el curso,


Srta. Collins.

—Tiene muchas cosas que enseñarme hasta entonces.


75. Monster

And what if I, what if I sin?

Observo como mi pecho sube y baja con rapidez, mis


pezones se mantienen erguidos, en parte por el frío de la
desnudez, en parte por la excitación de la anticipación.

Desde aquí tengo una perfecta visión del liguero y los


tacones que me he puesto para complacer la normativa
de vestuario del Sr. Henderson.

Repaso mentalmente todas las posiciones y ordenes que


he estudiado por mi cuenta, cuando él no me indique
nada debo permanecer de pie, recta, con la cabeza baja
y las manos en la espalda, que es justo como estoy
ahora.

Los pasos del Sr. Henderson resuenan por todo el lugar,


provocando que mi estómago se encoja.

Recuerdo cada conversación que hemos mantenido


antes de llegar hasta este punto.

—Has hecho muy bien los deberes. —me felicitó mirándome


por encima del documento que le había entregado.
Crucé mis piernas para intentar apaciguar el efecto me
producía esa mirada.

—¿Cuáles son sus límites? —le pregunté sin rodeos.

Era el primer punto que había marcado en la lista.

—Hay diferentes límites, Srta. Collins; Límites positivos,


límites negociables y límites absolutos.

¿Tenía que ser tan complejo? ¿No podía arrastrarme al


sótano y ya está?

—Pero al final... ¿no son todo límites?

—A veces ponemos límites a cosas que creemos que no


estamos dispuestos a hacer, pero solo por desconocimiento,
vergüenza, temor a lo desconocido...—acarició su barbilla
mientras me inspeccionaba—Estoy seguro qué hace unos
meses no se hubiera imaginado estar aquí, sentada,
discutiendo cuales son sus límites.

Mis mejillas se sonrojaron.

—Está usted en lo cierto, Sr. Henderson, pero aquí me tiene.


—lo provoqué cuando me recompuse.

Sus ojos se entrecerraron y una sonrisa tiró de sus labios.


—Prosigamos—carraspeé antes de que me distrajera con
sus encantos. —Sus límites, Sr. Henderson.

—Menores, animales, muerte, sangre y fuego. —numeró—


Cualquier de esos temas es un límite absoluto. ¿Cuáles son
los suyos?

—Bien, no tengo experiencia en poder marcar exactamente


todos los límites, comparto los suyos, por supuesto, el resto
los iré explorando con usted.

—Entonces si, por ejemplo, quisiera ofrecer su cuerpo a


otro dominante...

La idea hizo que mordiera mi labio inferior.

—No tengo problema con ello, Sr. Henderson.

—Es un peligro en potencia, Srta. Collins. —soltó una


pequeña risa. —Empezaremos por pequeños pasos, y ya
veremos cuanto podemos subir la intensidad.

—Ahora que lo pienso hay otra cosa que me gustaría


añadir... el tema de la humillación...no sé que tan cómoda
estaría con el, sé que es bastante común en el mundo del
BSDM pero...hay cosas que no...no estoy interesada en
probar ni presenciar.

—¿Por ejemplo?
—Nada que incluya urolagnia o coprofilia.

—No es algo que me interese en particular, no hay


problema. ¿Límite absoluto, entonces?

Asentí.

—¿Algo más que quiera añadir, Srta. Collins?

La curiosidad me picaba con fuerza.

—¿Usted ha realizado alguna de esas prácticas? —arrugué


mi nariz.

—La lluvia dorada no es tan diferente a una eyaculación—


contestó con una sonrisa.

—¿Eso es un sí? ¿Le ha meado a alguien? —pregunté


ligeramente escandalizada.

—Sus reacciones son realmente entretenidas. Palabra y


gesto de seguridad, ¿tiene preferencia por algo en concreto?

—¿Y cambia de tema?

—Un caballero no revela los detalles.

—Usted no es un caballero, Sr. Henderson.


Me guiñó el ojo y si hubiera tenido algo que parar se me
hubiera parado en esos momentos.

—¿Palabra? —repitió.

—Se la dejo en su libre elección.

—Stop, es la más frecuente, muy fácil de recordar.

—Me parece bien. ¿Cuál será el gesto? ¿Alguna especie de


saludo secreto?

Apretó los labios para contener una risa, supongo que la


imagen era particularmente descabellada.

—Le daré una campanilla, cuando quiera que pare


simplemente la tendrá que dejar caer. —se inclinó
acercando su rostro al mío—Aunque no soy especialmente
fanático de las mordazas, me gusta oír las suplicas, Srta.
Collins.

Necesitaba autorociarme con un extintor, Andrew era capaz


de calentarme con unas simples palabras.

—¿Ha traído los resultados médicos?

Asentí, sacando del maletín la hoja.

—¿Y usted?
Andrew abrió un cajón de su escritorio y colocó una hoja
sobre la mesa.

—Si alguna vez participara un tercero sepa que siempre me


cercioraré de su estado de salud con anterioridad, Srta.
Collins.

—Confío en usted.

—No pretendo tener una relación exclusiva con usted, Srta.


Collins, pero quiero que sepa que no estoy interesado en
nadie más, solo quería hacérselo saber, al igual que
tampoco espero de usted ningún tipo de compromiso, es
libre de hacer lo que quiera, aunque estaré más tranquilo
sabiendo que lo hace con responsabilidad.

—Por supuesto. Otra cosa, ¿cómo quiere que me dirija a


usted?

—Señor o Sr. Henderson.

—¿Y usted como se dirigirá a mí? En el club llamó a aquella


mujer...esto...

—¿Perra?

No podía evitar cierto desagrado con ese término.


—Ella quería que la llamásemos así, Srta. Collins. A Sabrina
le excita que le hablen de ese modo. Yo...puedo llamarte
Julliet o puedo llamarte esclava, depende de lo que
satisfecho que me tengas.

No sonaba tan mal como perra, sonaba incluso un poco


excitante.

—¿Algo más?

—Sus orgasmos, cuando esté conmigo, son míos.

¿Cómo pretendía que hiciera eso? No era con un botón que


se pudiera encender o apagar.

—¿Hay algo de la lista que no quiera realizar?

Bajó nuevamente la mirada a la hoja que le había dado en


primer lugar.

—No, estaré satisfecho de cumplir todo lo que quiere


probar.

Tragué con dificultad, imaginándolo.

—¿Tiene alguna normativa? ¿Desea que utilice algo en


particular o...?
—Bueno...el uso de ciertos objetos requeriría, para su
comodidad, la ausencia de vello corporal, pero no es algo
de lo que debe preocuparse, ¿me equivoco?

Negué la cabeza, hacía mucho que me había hecho láser en


prácticamente todos los sitios posibles.

—En el vestidor que hay junto a la entrada del sótano


encontrara el vestuario que quiero que lleve; ligas y tacones.

—¿Ligas y tacones? —repetí.

—Ligas y tacones. Nada más.

Me visualicé mentalmente en ello y un rubor se extendió por


mi cuello.

—¿Entonces no me hará firmar un contrato?

Una sonrisa se deslizó por esos maravillosos labios.

—¿Prefieres hacerlo por escrito? No veo necesario dejarlo


plasmado en un papel, pero si se sientes más cómoda
podemos...

—No, no es necesario, yo...esto...pensaba que era algo


obligatorio.
—Te enviaré una copia de la grabación—me aseguró antes
de presionar a grabar.

Iba a ser extraño escuchar mi propia voz estableciendo


normas y límites sexuales.

—Yo, Julliet Evolet Collins, quien soy sumisa por voluntad


propia, en posesión de mis facultades, consiento, manifiesto
y deseo entregarme totalmente a Andrew Thomas
Henderson, quien será mi Amo.

—Por mi parte, Andrew Thomas Henderson, consiento,


manifiesto, deseo y pretendo tomar posesión de mi sumisa,
Julliet Evolet Collins. Las decisiones tomadas durante la
grabación pueden ser revocadas o rectificadas en cualquier
momento, la relación entre ambas partes se mantendrá
hasta el octavo día del primer mes del año dos mil
diecinueve.

Lamí mis labios cuando dijo la palabra mi sumisa, la idea


me hacía apretar los muslos.

—¿Nerviosa, Julliet? —pregunta acercándose a mí.

—No—contesto automáticamente.

—¿No? —repite confuso.

Lo miro desconcertada. ¿Qué espera que le diga?


—Uno, nada de mentiras o terminaremos antes de
empezar. Dos, esa no es la forma en que debes dirigirte
a tu amo, esclava. —demanda.

—Lo siento, señor. —me disculpo rápidamente,


mordiendo mi labio.

—¿Lo sientes?

—Pronto vas a sentirlo de verdad. ¿Cuál es la palabra?

—Stop, señor.

Sonríe.

—Bien, ¿prometes utilizarla? Sabes que eso no me


enfadará, ¿verdad?

—Sí, señor.

—Manos al frente—ordena con firmeza.

Extiendo mis brazos y observo como coloca unas


sujeciones en mis muñecas.

—Voy a dejarte suspendida, esclava, estarás totalmente


inmóvil y a mi merced.
Me lleva hasta una estructura metálica, ata mis manos
por encima de mi cabeza y abre ampliamente mis
piernas, atando cada tobillo en las barras laterales de la
estructura.

—¿Estás bien, esclava?

—Sí...señor.

—Por ahora.

Su mano se abre paso entre mis piernas, haciendo que


estas reaccionen intentando moverse.

Se da la vuelta y va hasta la pared para elegir uno de los


látigos que hay colgando, coge uno con muchas tiras de
terciopelo.

Cuando acerca el látigo a mi cuerpo se dedica a pasear


las tiras con suavidad, provocándome cosquillas.

Me retuerzo e intento contener la risa.

—¿Te hacen gracia los castigos, Julliet?

—No, señor.

—Bien—dice antes de golpear con fuerza mi trasero.


Cada molécula de mi cuerpo se tensa y contengo la
respiración.

—Demasiado suave, ¿cierto? —pregunta y tira con fuerza


de uno de los ligueros, haciendo que vuelva a mi piel con
un chasquido que me provoca un pequeño grito.

—Cuando te hago una pregunta, debes responder,


esclava.

Y vuelve a atizarme con el látigo con fuerza.

—Disculpe, señor.

—¿Es suave?

—No, señor.

—¿No? El látigo apenas duele, Julliet, vamos a mejorar


esa resistencia.

Y procede a darme una y otra vez, lo alterna con caricias


que a veces corren desde la parte interna de mis muslos
hasta mi sexo.

Deja caer el látigo al suelo y pasea su mano,


comprobando lo humillantemente excitada que estoy
por su castigo.
Mientras introduce un par de largos dedos en mi interior
acaricia con su pulgar mi clítoris, realizando pequeños
círculos con la presión adecuada para hacerme perder el
control.

Cuando siento como aumenta la velocidad la parte


inferior de mi vientre se encoge, el orgasmo se construye
a mi alrededor y es imposible detenerlo.

—No te he dado la orden de que te corras, esclava—hay


cierta diversión en el tono de su voz.

Me importa una mierda su orden en ese momento, lo


único que puedo hacer es correrme intensamente con
sus dedos en mi interior.

—Parece que quieres seguir siendo castigada, esclava,


¿es eso?

Mi respiración es pesada y me cuesta pensar con


claridad por los efectos secundarios al orgasmo.

—Tienes mucho que aprender, Julliet, y estoy encantado


de enseñarte.

Sus pantalones marcados son la prueba evidente de lo


que dice.

—Abre la boca—me ordena.


Cumplo su petición y mete sus dedos en mi boca,
cuando noto el sabor salado de mi excitación me percato
que son esos dedos.

—Los quiero bien limpios—advierte.

Paso mi lengua concienzudamente, llevándome la


prueba de mi desobediencia.

Saca los dedos de mi boca y se inclina para besarme, su


lengua busca con vehemencia la mía, sus manos amasan
uno de mis pechos mientras continúa devorando mi
boca.

—Tu sabor es adictivo, esclava. —murmura a escasos


centímetros de mis labios. —Pero basta de tentaciones,
ha llegado la hora de sentir. ¿Confías en mí?

—Sí, señor.

—Cierra los ojos.

Obedezco, dejando que el resto de mis sentidos se


agudicen.

—Voy a ponerte una venda, no tendrás ninguna


mordaza así que si es demasiado simplemente utiliza la
palabra de seguridad, ¿entendido?
—Sí, señor.

—Esto se tratará simplemente de sentir, Julliet.

Escucho un encendedor y mi cuerpo se tensa.

¿Qué diablos va...?

Una gota ardiente se desliza por el contorno de mi


pecho, solidificándose en cuestión de un segundo. Mi
exclamación de sorpresa y dolor se convierte en un
jadeo, el calor hace que me retuerza en mis amarres.

—¿Estás bien?

Muerdo mi labio con fuerza.

—Puedes hablar, Julliet.

—Estoy bien, señor.

Otra gota, de lo que asumo que es cera de una vela


rueda por mi vientre, haciendo que mi espalda se
arquee.

Es increíble lo muy excitada que estoy cada segundo que


pasa.

Continúa vertiendo el líquido por trasero y


seguidamente me da una fuerte palmada que me
arranca otro grito. Me retuerzo una y otra vez, al mismo
tiempo que mi cuerpo masoquista busca de nuevo el
contacto.

—Sopla, Julliet.

Soplo y el olor a humo impregna mis fosas nasales.

—Ahora me vas a decir que es lo que quieres. —


pregunta acercando sus labios a mi oído.

Muerde ligeramente y gimo.

—Quiero que me tome, señor.

—Vulgar, Julliet. No quiero florituras.

Muerdo mi labio con mucha fuerza.

—Quiero que me folles.

Destapa mis ojos y coge mi cara con sus manos,


obligándome a mirarlo, pero no me atrevo y mantengo
la vista baja.

—Mírame a los ojos y repite lo que acabas de decir


correctamente, estoy seguro de que no quieres otro
castigo, ¿verdad?
Mis ojos conectan con los suyos y mi cuerpo se
estremece, su mirada es tan dominante y cautivante
como él.

—Quiero que me folles, señor—repito con los labios tan


secos que tengo que pasar mi lengua para
humedecerlos.

—Va a ser muy divertido enseñarte a hablarme


correctamente, Julliet. —advierte antes de palmear con
fuerza mi trasero, este se encoje al momento.

—Lo siento, señor.

Desengancha mis tobillos, pero no libera mis manos.

—Sino te tuviera tantas ganas te enseñaría cuanto más


lo puedes sentir—amenaza mientras escucho la
cremallera de sus pantalones.

Libera su gran erección y coge mis piernas para que


rodee su cintura con ellas, cuando lo hago se ensarta en
mi interior de un solo golpe.

Muerdo su hombro mientras se desliza hacía fuera,


nunca podré acostumbrarme a su tamaño.

Embiste con más fuerza, enterrando sus dedos en mis


muslos mientras empuja una y otra vez.
Dios, necesito correrme de nuevo, me siento dominada
por el placer.

—¿Puedo correrme, señor?

—Sí, Julliet.

Gimoteo al sentir como entra con más rapidez y mi


orgasmo estalla recorriendo todo mi cuerpo, mis
músculos se contraen a su alrededor y mi cuerpo
termina completamente exhausto.

Andrew sale de mi interior y se corre sobre mí,


pringando parte de mi vientre, mi sexo y mi muslo. Su
eyaculación rueda en el sentido de la gravedad por mi
cuerpo.

—Ha estado estupenda, Srta. Collins. ¿Se encuentra


bien? —pregunta desatando mis manos.

—Como en el cielo—respondo sin aire mientras acaricio


mis muñecas.

—Venga conmigo, se merece un buen baño.

Sonrío encantada, le seguiría hasta el mismo infierno en


estos momentos.

***
—¿Cuándo acabas los exámenes? Echo de menos salir a
una buena fiesta—pregunta Sam mientras hace un
puchero.

Empiezo a pensar que ese gesto lo ha copiado a la


perfección de Devan.

—Finales de enero, el lado bueno es que en febrero no


tenemos clase.

—Que distribución más extraña tenéis—comenta antes


de untar un palito de zanahoria en humus. —¿Lo has
hecho tu?

Asiento con orgullo, últimamente estoy viendo videos en


YouTube para mejorar mi triste repertorio culinario.

—Nada mal Juls, nada mal.

—¿Alguna novedad del que no debe ser nombrado?

—¿Kurt te ha vuelto a obligar a ver las películas de Harry


Potter?

—No sé que obsesión tiene con esas películas—asiente.

Niego la cabeza mientras me río.


—No, no hay nada nuevo, por lo visto ayuda a no sé que
profesor en no sé que asignatura, pero por suerte no me
he vuelto a cruzar con él.

—Mientras más lejos mejor—dice levantando su copa de


vino para brindar conmigo.

Cuando le da un sorbo su rostro se vuelve un poco más


serio.

—Por cierto, había algo que quería comentarte...

—¿Qué pasa, Sam?

—Devan no te lo va a decir, por eso creo que sino te lo


digo y te acabas enterando te culparás más tarde. —
empieza a divagar.

—Me estás asustando.

—Le han ofrecido un trabajo a Devan de enfermero en


un hospital.

—Pero eso es genial—la interrumpo con alegría.

—El hospital está en Alemania.

Eso no es tan genial.

Mi sonrisa cesa al momento.


—Oh.

—Sí, oh.

—¿Y no ha aceptado?

Sam niega la cabeza.

—Todavía no ha dado una respuesta, pero no quiere


irse.

—¿Por qué no? ¿Es una mala oferta?

—Es una gran oportunidad, además el siempre ha dicho


que quería vivir en el extranjero.

—¿Entonces a que espera?

La idea de que se vaya revuelve mi estomago por


completo.

—¿No es evidente? —dice alzando una de sus cejas?

—¿El qué?

—Devan no quiere marcharse por ti, Juls.

Eso es mucho peor.


76. Physical

All night I'll riot with you


I know you got my back 
And you know I got you

Una parte de mí, la más egoísta, no quiere preguntarle a


Devan. Quiere fingir que las palabras de Sam nunca
sucedieron y continuar como si nada.

Pero eso no es lo él se merece, y si necesita un empujón


para continuar con su vida estoy dispuesta a dárselo, por
mucho que duela.

—Eres justo el regalo de Navidad que había pedido—


dice Dev en cuanto me ve con el estúpido atuendo.

Estoy cubierta únicamente por un lazo grande rojo que


tapa las zonas estratégicas, la Sra. Myers está
explotando demasiado la temática navideña.

—¿Puedo quedarme hoy en tu casa? Me gustaría hablar


contigo—le contesto cerrando con más fuerza de lo
necesario la taquilla.

—Las palabras "tenemos que hablar" deberían estar


prohibidas, ¿pretendes tenerme toda la noche en
ascuas? —refunfuña.
Coloco el gorro de Santa Claus en su cabeza y le doy un
beso en la mejilla.

—Sólo quiero pasar el rato contigo.

—Eso me gusta más, Ángel. Ahora quita esa cara de


seriedad, he sido un niño bueno y quiero mi regalo.

Le sonrío y niego la cabeza.

—A trabajar.

—Eso va a ser difícil viéndote así. —protesta haciendo


una mueca que lo hace lucir adorable.

Al ser épocas festivas hay mucha menos clientela de la


habitual, es de esperar teniendo en cuenta la cantidad
de viajes que se hacen en Navidad.

—¿Qué harás el treinta y uno? —me pregunta Dev


mientras descansamos en la barra.

—Lo mismo que hice el veinticinco.

Levanta una ceja, esperando algo más de información


por mi parte.

—Estudiar Dev, tengo finales en pocas semanas.


—¡Pero es Navidad! No puedes estar cada festivo
encerrada en casa.

—No existe la navidad para los universitarios.

—Ni ixisti li nividid—me imita con burla—Claro que sí y


vamos a ir a LA FIESTA, no aceptaré un no por respuesta
después del abandono del veinticinco.

—¿Sam está detrás de todo esto? —gruño mientras


guardo todas las copas limpias para entretenerme con
algo.

—Puedeeee—arrastra la e excesivamente.

—Como suspenda un solo examen escucharéis mis


lamentos hasta las próximas navidades—advierto.

—Ajá, ¿si suspendes no será por el tiempo que inviertes


con nuestro jefecito dominante? Y eso no va a pasar, no
he visto a alguien más cerebrito que tú—resopla.

Abro la boca y la cierro.

—No debería haberte dicho nada de Andrew.

—Andrew, oh, Andrew—se lleva una mano al pecho


mientras se dedica a burlarse de mí.
Lo taladro con la mirada y él se ríe continuando las
burlas.

—Azótame Andrew, he sido una mala alumna y no he


hecho el ejercicio cuatro—se inclina para marcar su
trasero.

—¿Srta. Collins puedo hablar un momento con usted? —


las palabras de Henderson nos hacen palidecer de golpe.

—Sr. Henderson, pensaba que no estaría aquí esta


noche—dice Dev con una risa nerviosa al mismo tiempo
que se incorpora.

—Es evidente, Sr. Keen. —contesta manteniéndose


completamente serio.

Oh, oh

—Creo que la mesa cinco puede necesitar algo, iré a ver


—murmura Devan escabulléndose con rapidez.

—¿Es tan amable de acompañarme a mi despacho? —


solicita.

¿En el lugar de trabajo?

Bueno, es Mala.
—Por-por supuesto.

¿Por qué estoy tan nerviosa de repente?

Lo sigo mientras mis pensamientos van de un lado a


otro, Andrew me tuvo el jueves varias horas en la jaula
atada mientras un aparato extraño se dedicaba a vibrar
en mi entrepierna una y otra vez, arrancándome tantos
orgasmos que llegué a pensar que no sería capaz de
correrme nunca más.

Un gran día.

—¿Está todo bien? —pregunto cerrando la puerta de su


despacho, cuando me giro veo un paquete envuelto
sobre la mesa.

Él asiente y coge el regalo de la mesa para


extendérmelo.

—¿Me está haciendo un regalo? —pregunto en voz alta,


totalmente desconcertada.

Humedece sus labios y dejo de respirar ese segundo.

—Eso parece.

—Pero ¿por qué...?


—Abra el maldito paquete, Srta. Collins.

Sonrío ante su tono exigente y rasgo el papel, la caja


desvela con el dibujo exterior lo que contiene en el
interior.

Y sin duda parece algo sexual.

—¿Qué es esto exactamente?

—Abra la caja.

—Pensaba que no quería que lo nuestro afectara al


trabajo, señor. —farfullo mientras saco el pequeño y
ovalado aparato.

—Agnes me ha llamado por unas gestiones y no he


podido...resistirme.

—¿Y ahora?

Da un paso hacía adelante y acaricia con su pulgar mi


labio inferior antes de meterlo en mi boca.

Se siente sucio y morboso lamerle el dedo bajo su atenta


mirada, me quita el juguete de las manos y lo reemplaza
por su dedo.

—Lámelo bien, Julliet.


Lo rodeo con la lengua y lo cubro con mis labios.

—Suficiente.

Estira de la tira roja que me envuelve y esta cae al suelo


dejándome desnuda ante sus ojos, mis pezones
rápidamente reaccionan invitándolo a lo que él desee.

Coloca su mano en mi cuello y tira mi pelo hacía atrás, se


inclina, dirigiendo sus labios a la altura de mi oído.

—Pon tus manos sobre el escritorio e inclínate—ordena


en un susurro.

Trago con dificultad mientras hago exactamente lo que


me pide, no sé para que me ha hecho humedecer el
juguete si estoy tremendamente húmeda.

Sus manos suben lentamente por mis muslos, cuando


nota el calor de mi entrepierna separa un poco más mis
piernas.

Introduce muy lentamente el juguete en mi interior y


gimo.

—Esta noche me servirá exclusivamente usted y ningún


otro camarero, Srta. Collins. ¿Queda claro?

—Sí, señor.
—Bien—se inclina y me arrebata un rápido beso. —
Vístase y vuelva al trabajo.

Coloca bien su corbata y me echa un último vistazo antes


de marcharse.

Cuando estoy de vuelta en la sala dos lo veo sentado en


uno de los sillones, el juguete invade en mi interior, pero
tampoco es difícil de soportar.

Camino de un lado a otro juntando bien las piernas,


rezando para que la tira no se escape del lugar y se vea.

—¿El Sr. Henderson ha dicho que vas a atenderlo tú? —


me pregunta Halsey confundida.

—Ahora mismo voy.

Aprovecho que voy hacía allí para pararme antes en la


mesa de enfrente, justo cuando estoy dejando las
bebidas lo noto; la vibración.

Muerdo mi labio con fuerza y me incorporo de golpe.

—Disfruten de sus bebidas—les digo amablemente a la


pareja de mujeres.

El Sr. Henderson tiene toda su atención en su teléfono


móvil.
—¿Puedo tomar su pedido, Sr. Henderson? —pregunto
con toda la amabilidad posible.

La vibración aumenta y tengo que contener con toda mi


fuerza de voluntad un gemido.

—¿Está bien, Srta. Collins? —el brillo de diversión en sus


ojos reluce intensamente.

—Estupendamente.

Después de la jaula estoy entrenada para soportar un


poco de vibración.

—Hoy en día se pueden encontrar aplicaciones


fascinantes, ¿no cree?

El ritmo de la vibración cambia, es totalmente gradual,


de una vibración lenta a una que se vuelve insoportable,
entonces para y se reanuda una y otra vez.

Cruzo mis piernas y apoyo mi mano en la cintura.

—Muy fascinantes.

Muerdo mi lengua para evitar gemir en voz alta, intentar


mantener la compostura mientras ese aparato hace su
magia es más complicado de lo que pensaba.
—Si alguien se da cuenta, el castigo será mayor, Julliet—
advierte en voz baja con una sonrisa.

Mi culo se encoje con esa información, recordando los


últimos azotes con la paleta del diablo.

—Tomaré un whisky doble escocés.

—Ahora mismo se lo traigo, señor.

Mi corazón va a mil por hora por culpa de la excitación,


camino rápidamente a la barra y rebusco entre las
botellas.

—¿Todo bien, Ángel? ¿Qué quería el Sr. Henderson?

Vierto el contenido de la botella en uno de los vasos de


cristal.

—Oh nada, solo hablar de los turnos del próximo mes.

Se acerca por detrás y coloca sus manos en mi cintura.

—Mientes tan mal—murmura contra mi oído haciendo


que me estremezca.

Un pequeño jadeo se escapa de mis labios cuando la


vibración se vuelve constante. No puedo más, necesito...

Y se detiene abruptamente.
Respiro de forma agitada, estoy segura de mis mejillas
están sonrojadas porque las siento en llamas.

Devan me voltea y me examina con curiosidad.

—¿Por qué estás tan cachonda?

—¿Qué? No, yo no estoy...—suelto una risa nerviosa y


coloco en la bandeja la bebida—Ahora vuelvo.

La vibración se reanuda y maldigo en voz baja.

—Aquí tiene, disfrute de su bebida.

El Sr. Henderson coge el vaso y mientras le da un trago


hace una señal con la mano para que espere.

Hace calor, demasiado calor, necesito meterme en agua


fría urgentemente.

No, lo que necesito es correrme desesperadamente.

Miro hacía un lado y veo a dos mujeres besándose, una


de ellas está subida al regazo de un hombre y mece sus
caderas con un ritmo hipnotizante.

Calentando la comida.

Esto no ayuda para nada.


Cierro los ojos un segundo e inspiro con profundidad.

Puedo controlarlo, puedo controlarlo. Aunque me muro


por arrastrar al Sr. Henderson a cualquier lado y
montarlo.

Aprieto mis dedos alrededor de la bandeja metálica


hasta que mis nudillos se ponen blancos.

—Julliet, mírame —ordena.

No quiero abrir los ojos, es más difícil concentrarse de


ese modo, pero no puedo rechazar su demanda.

Trago y abro los ojos, su mirada de diversión me cabrea


y excita a partes iguales.

—¿Quieres algo? —pregunta recostando su espalda en el


sillón.

No puedo evitar fijarme en el bulto que se forma en su


entrepierna, me siento victoriosa.

—¿Quiere algo usted, señor? —levanto mi ceja con


arrogancia.

—Sino me lo pides no lo vas a tener.


La vibración vuelve a ser gradual, torturándome de la
forma más placentera posible.

—¿Eso quiere, señor? —bajo el tono. —Quiere


escucharme rogar, ¿verdad? ¿Qué le suplique que me
deje correrme?

Su sonrisa se congela y sus ojos se oscurecen con deseo.

—Pero no quiero eso—murmuro—Preferiría bajar la


cremallera de sus pantalones, arrodillarme aquí, delante
de cualquiera que pudiera vernos, y meterme en la boca
su gran polla, señor.

Lo he dejado sin palabras.

Yo misma estoy sin palabras de mí misma, ¿acabo de


decir en voz alta gran polla?

La vergüenza para otro momento.

La tensión en tan intensa que me sorprende que no


estallen las luces del lugar.

—Vaya a mi oficina, Srta. Collins, ahora.

Pero no me apetece hacerle caso.

—Lo siento, señor, tengo mucho trabajo que atender.


—Julliet—advierte en tono amenazador.

—Estoy segura de que encontrará el castigo adecuado,


disculpe.

Y me giro sin mirar atrás.

***

—Vale, necesito saber dos cosas; una, ¿qué ha pasado


con el jefecito dominante? Dos, ¿de qué querías hablar?

—¿Y si hablamos por la mañana? Estoy exhausta—


contesto con un gran bostezo.

Devan me pasa uno de los pijamas que todavía tengo en


su cuarto y me deshago de mi ropa.

—Mi cabeza no para de darle vueltas, Ángel, me estás


matando.

—No exageres—murmullo pasando por su lado.

Cepillo mis dientes y veo el reflejo de Devan en el espejo,


mis ojos se abren alarmados cuando veo que tiene mi
diario de mierdas diarias.

—¿Por qué llevas esta libreta a todos lados?


Antes de que pueda interrumpirlo la abre, escupo
rápidamente en lavamanos y se la arranco de las manos.

—Esto es privado.

—"No quiero que Devan se vaya, le quiero" —recita una


de las últimas cosas que he escrito.

Un rubor se extiende por mis mejillas.

—No deberías leer las cosas de los demás, ¿entiendes el


concepto de privacidad?

Devan niega la cabeza.

—¿Qué está pasando, Julliet?

Oh, ha utilizado mi nombre.

—Sé lo de la oferta de trabajo, Devan.

Se cruza de brazos y asiente.

—¿Y?

—¿Cómo qué "y"? ¡Tienes que aceptar!

—Es un trabajo en Alemania, Julliet, no puedo irme así


sin más.
—¿Por qué no? —es mi turno para cruzarme de brazos.

—Porque...no puedo dejarlo todo.

—Claro que sí, es el trabajo de tu vida, Dev, no puedes


rechazarlo. Y es en el extranjero, Sam me dijo...

Resopla.

—Claro, todo esto es obra de Sam.

—Tienes que aceptarlo.

—Tú misma has escrito que no quieres que me vaya,


Ángel.

Cojo el diario y lo abro de nuevo.

—"Pero es por eso mismo que debe marcharse, porque


le quiero, y sé que es lo que le hará feliz" —le recito
leyendo las siguientes líneas.

Menos mal que escribí eso.

—También soy feliz aquí.

Suelto un largo suspiro y me siento en la esquina de su


cama.

—Devan... es una buena oportunidad, no la dejes pasar.


Se estira a mi lado y clava su mirada en el techo.

—¿Eso quieres? —pregunta al cabo de un rato.

Me muevo hasta su lado y recuesto mi barbilla en su


pecho, su mirada se encuentra con la mía y contengo las
ganas de llorar.

—¿Si fuera al revés que querrías tú?

Hace una mueca cuando entiende mi punto y me rodea


con sus brazos.

—Te voy a echar mucho de menos, Ángel.

—Y yo, Dev—admito antes de sumergirnos en el silencio.

Las palabras sobran.

***

Devan se marcha el ocho de enero, el mismo día que


empiezan las clases. La fiesta de año nuevo va a ser una
especie de despedida entre todos, lo que presiento que
será bastante agridulce.

Es la última semana del año y tanto Luca, mi terapeuta,


como Blake, mi entrenador, están de vacaciones, por lo
que tengo algo de tiempo extra.
Tiempo extra que empleo en estudiar, ayudar a Devan a
preparar la mudanza y conocer más del mundo BDSM.

El Sr. Henderson me ha pedido que coja el abrigo más


largo que tenga y me vista única y exclusivamente con el.
No lo veo como un reto ya que el transporte lo hago en
mi coche particular y nadie puede sospechar nada.

Cuando llamo a su puerta no abre Dave, como sucede


habitualmente. El Sr. Henderson me espera con una
mirada que me pone los pelos de punta.

—¿Has cumplido mi petición, Julliet?

Asiento mientras meto las manos en el bolsillo.

—Bien, pues deja que tome tu abrigo.

—¿Aquí, señor? —pregunto intentando ocultar el


nerviosismo.

¿Y si alguien de su personal me ve?

—No lo repetiré dos veces, esclava.

Mi estomago se encoje con anticipación y le doy mi


abrigo, el frío abraza mi desnudez y siento el impulso de
querer taparme con las manos.
Me barre con la mirada y no puedo evitar sonrojarme, es
una tontería porque me ha visto demasiadas veces así.

—Hoy tenemos una compañía muy especial, estoy


seguro de que aprenderás la lección de no desafiarme
de nuevo.

¿Compañía?

Virgen santa, si a veces me cuesta manejarlo solo a él...

Me extiende la mano y automáticamente la cojo.

Prácticamente voy pegada a su espalda mientras


recorremos su lujosa mansión hasta mi sótano favorito.

Cuando las puertas se abren me quedo congelada


viendo a Dom allí.

Soy muy joven para morir todavía.

Se pone en pie, su látigo se arrastra por el suelo con


cada paso que da. Parece capaz de arrancarme la piel
con el.

Va vestida como en el club, corsé negro de piel ajustado,


un pequeño tanga y unos tacones tan altos que me
sorprende la gracia que tiene para caminar con ellos.
—Buenas tardes, corderito, Drew me ha dicho que no
has sido una buena sumisa y que te mereces un doble
castigo.

Miro de reojo a Andrew, está desabrochando su camisa.

—Cuando te hablo me miras a mí—coge mi cara.

—Disculpa.

—¿Disculpa? —repite con burla. —De rodillas, ahora.

—Dom tiene tanta autoridad como yo, esclava, estoy


seguro de que eres capaz de satisfacernos a ambos.
¿Verdad? —me pregunta Andrew cuando viene hasta mi
lado.

El desafío en su mirada en tan evidente que quiero


demostrarle que puedo con esto.

—Por supuesto, señor.

—¿La palabra, Julliet?

—Stop, señor.

—Bien, úsala si en algún momento te sientes incomoda


—me ordena plantando un beso en mi frente.
Si algo he aprendido estos días, es que yo tengo el
poder. Pese a que cumpla cada una de sus ordenes y me
humille soy yo la que está decidiendo hacerlo.

Asiento y me arrodillo ante ellos, Dom chasquea el látigo


en el suelo y me pongo rígida de golpe.

—Cuando te dirijas a mí lo harás como si fuera tu ama,


Drew ha decidido compartirte hoy, por lo que eres tan
mía como suya.

—Sí, señora.

Da una vuelta a mi alrededor, inspeccionándome.

—Nada de señora, soy ama para ti. Apuesto a que


Henderson ha sido dulce hasta ahora, pero eso se ha
acabado corderito, hoy vas a ver un poco de realidad.

Nunca he estado tan nerviosa como ahora, Dom es


aterradoramente erótica.

—¿Te gusta la pala, corderito?

No, es lo más doloroso que he probado hasta ahora.

—No, ama.
—Bien, porque esto no es para tu placer, es para el mío.
Ponte en cuatro.

Cojo aire con fuerza, puedo parar esto en cualquier


momento, lo odio y me encanta al mismo tiempo.

Araña mi culo con sus uñas e impacta la pala con fuerza


haciendo que de un respingo.

—¿Cuántos latigazos quisiste que le diera a mi perrita?


¿Trece? ¿Debería darte las mismas veces a ti, corderito?

No, por Dios, no.

—No, ama, por favor.

—¡Anda! Si sabe decir las cosas por favor, que chica más
educada tenemos aquí—dice antes de golpearme
nuevamente.

Dom es experta en humillación, y por lo que sé de ella


esto no es nada.

Mis ojos contienen las lágrimas de dolor, pero mi


entrepierna cada vez está más húmeda, todavía no
entiendo como puedo sentir dos cosas tan contrarias a
la vez.
—Por favor, ama, haré lo que me pida—suplico
intentando librarme del próximo golpe.

—No hay nada que me guste más que unas buenas


suplicas. Te tomo la palabra, corderito, espero que seas
muy obediente, de lo contrario duplicaré el número de
golpes que le dimos a la perra.

¿Veintiséis golpes con la pala? Me dejará el culo plano si


pasa eso.

Y los moratones no se irán en semanas.

Solo de pensar en sentarme ya duele.

—Vas a gatear hasta Andrew, creo que está un poco


desatendido, ¿no crees?

Asiento y recibo otra vez un golpe en el trasero.

—Perdona, ama, sí, está desatendido.

Gateo sintiéndome un estúpido animal doméstico y


cuando llego hasta donde está sentado el Sr. Henderson
me mantengo en la misma posición.

—Sobre tus rodillas, Julliet. —demanda él.


—Manos en la espalda, no te harán falta por el momento
—exige Dom.

Me llevo las manos atrás y noto como las encadena


juntas.

—Bájale los pantalones a Andrew, corderito—me pide


Dom con falsa amabilidad.

Parpadeo un par de veces con confusión, mis manos


están atadas a mi espalda, ¿cómo coño pretende que
haga eso?

—¿Algún problema? No tengo todo el día.

—Mis manos, no puedo hacerlo, ama.

—¿No ibas a hacer todo lo que quisiera? Creatividad,


corderito, usa esa boquita que tienes en hacer las cosas
que se te ordenan.

Acto seguido coge mi pelo con fuerza y entierra mi cara


en la entrepierna de Henderson.

Tengo muy claro que Andrew hasta ahora ha sido


demasiado suave conmigo, y me gusta lo demandante
que es Dom conmigo.
Intento desabrochar con la boca el botón de los tejanos
de Andrew y con los dientes atrapo la cremallera y tiro
hacía abajo.

La enorme erección de Andrew me dificulta la tarea.

Sin duda me siento como un animal mientras bajo con


mi boca su ropa. Cuando va por la mitad del muslo,
Andrew se apiada de mi y me ayuda a bajarla.

—Chúpamela, esclava—ordena sin ningún tipo de


decencia.

El no tener las manos disponibles dificulta un poco la


tarea, normalmente me sirven de sujeción.

—¿Te gusta chupar pollas, corderito? —se mofa Dom


mientras se inclina para mirarme de cerca.

Me siento tan mortificada en estos momentos, y eso me


calienta tanto.

Agarra un mechón de mi pelo y tira hacía atrás para que


libere el miembro de Henderson de mi boca, un hilo de
saliva se queda colgando en mi boca.

—Responde.

—Sí, ama.
—Sí, ama, ¿qué? —repite con burla.

—Sí, ama, me gusta chupar pollas—mis mejillas están


tan rojas que creo que toda la sangre se concentra en mi
cara.

Se ríe y me suelta de golpe para que siga con mi tarea,


Andrew me coge la cara entre sus manos mientras lamo
y succiono.

Pinza mi nariz con sus dedos mientras empuja su cadera


con más profundidad en mi boca y el aire empieza a
escasear en mis pulmones, toso alrededor de su
miembro y él sale.

Tiene una mirada tan intensa en estos momentos que


parece atravesarme con ella.

—¿Hay algo que quieras decir, Julliet?

Me está poniendo a prueba, viendo que tan capaz soy de


llevar las cosas, como si esperara que fuera a utilizar mi
palabra de seguridad.

—¿Hay algo que quiera que diga, señor? —me muestro


lo más servicial posible.

Sonríe con aprobación y niega.


Dom me coge del hombro y me pone en pie, pone
delante de mi cara una joya anal.

—Utiliza toda la saliva que tengas, no voy a utilizar más


lubricante que tu boca, corderito.

Cuando dice eso mi trasero se tensa y me entretengo en


salivar bien el objeto metálico, Dom lo saca y lo mete de
forma obscena una y otra vez en la mi boca.

—Tienes una boquita exquisita, corderito. Ahora, ponte


de rodillas sobre Andrew.

Me tengo que lanzar prácticamente a su regazo porque


sin manos estoy bastante incapacitada. Me encanta
sentir su erección contra mi vientre y me muero por
notarla en mi interior.

—Una piel maravillosa, me encanta lo rojo que te ha


dejado el culo la pala—murmura con fascinación Dom
mientras arrastra de nuevo sus largas uñas.

Jadeo y me remuevo sobre el regazo de Andrew.

Las grandes manos de Andrew se posan en mi trasero y


lo abre, exponiéndolo bien a Dom, que introduce la joya
anal sin ningún tipo de delicadeza.
Mi cuerpo se tensa por completo, duele, pero es
soportable, por lo menos el tamaño del juguete no es lo
más grande que he tenido ahí.

Cuando la joya está en mi interior me pone en pie


nuevamente.

—Falta algo para estos pezones tan adorables, ¿no crees


corderito?

—Sí, ama.

—¿Dónde tienes las pinzas, Andrew?

—Segundo cajón.

Debería aprender a rezar, seguramente me haga falta con


esta mujer.

Chasquea las pinzas para darle más terror al asunto


mientras se acerca, para mi suerte son las mimas que
usó Andrew la ultima vez, así que el nivel de miedo baja
una rayita.

El dolor es punzante en el momento en que la pinza


aprieta mi pezón, pero luego es soportable.
Dom tira de la cadena que une ambas pinzas y jadeo.

—Perfecto—murmura. —Vuelve a tu lugar, corderito, el


suelo.

Me arrodillo de nuevo y Andrew libera mis manos.

Dom se sienta en el sillón que antes ocupaba Andrew y


me mira con una sonrisa perversa.

—Los tacones son fascinantes, ¿verdad?

Me da un poco de miedo responder a su pregunta.

—Sí, ama.

—Pues venéralos.

¿Qué?

¿Qué?

—¿Estás sorda, corderito?

—No he entendido, ama.

—Que vengas hasta aquí y lamas los tacones, ¿te hago


un mapa?
Muerdo mi lengua para no soltar ninguna palabrota y
voy hasta su lado.

¿Pretende que chupe sus zapatos?

Parpadeo un par de veces, sino quiero esto solo tengo


que decir stop, ya está, es tan sencillo como eso.

Pero el desafío me puede.

Cojo uno de sus pies, y me dedico a dar lengüetazos por


el charol reluciente de su zapato.

—Vas a poner esto sobre la aguja de uno de ellos y te


follaré ese precioso coño con el.

Dice tirándome un preservativo en la cara.

Esto es demasiado.

Pero me encanta.

Desenrollo el preservativo a lo largo de la aguja de su


tacón sin pensar demasiado en la situación, creo que
antes de me toque me correré.

—Te vas a dar la vuelta y te quedarás a cuatro, mientras


te folle con mi zapato se la chuparás a Andrew hasta que
se corra, pero no lo hará en esa dulce boquita, terminará
en el suelo, ¿y sabes que harás con su leche?

No, pero viniendo de ella me puedo imaginar cualquier


cosa.

—Vas a lamerla del suelo, corderito.

Vale, vale, vale.

Esto ya es un límite.

¿Lo es?

Una parte de mí quiere, y otra se avergüenza demasiado,


esto rebasa la línea de la humillación.

—¿Julliet? —pregunta Andrew, sus ojos intentan


descifrarme.

—Por supuesto, ama.

Levanto mi trasero y siento como el tacón que tiene el


preservativo puesto invade mi canal, es muy fino y no es
largo, por lo que se siente más como un dedo.

Andrew se queda de rodillas para que esté a la altura de


su masculinidad, estoy siendo follada por el tacón de
Dom mientras lo engullo a él con ansias.
La cadena cuelga entre mis pechos y Andrew tira de ella
provocándome un gemido.

—Puedes correrte las veces que quieras esta noche,


Julliet—me dice acariciando mi pelo.

Dom saca su zapato y de reojo veo como se coloca un


arnés doble.

—Voy a follarte por el culo y el coño a la vez, y quiero


que te corras un par de veces antes de que lo haga
Andrew, ¿está claro?

Intento asentir con la boca ocupada y sonríe.

Se coloca detrás de mí y esparce una buena cantidad de


lubricante en mi trasero, se introduce cuidadosamente
en mis dos agujeros y empieza con un ritmo tan suave
que me cuesta creer que sea Dom la que me está
follando.

Acelera el ritmo y el primer orgasmo me pilla


desprevenida.

—Más, corderito, quiero más—dice palmeando mi


trasero.

Mi cabeza sube y baja, cuando llego noto la punta la


rodeo con la lengua y bajo de nuevo por su tronco.
Ver la cara de placer de Andrew es una satisfacción
propia que junto a las embestidas de Dom me llevan al
segundo orgasmo en menos de dos minutos.

Noto que el miembro del Sr. Henderson está cada vez


más duro en mi boca, lo que me advierte que está cerca.

Tira de mi cabeza y sacude su erección un par de veces


antes de manchar parte de mi cara y el suelo.

Dom sale de mi interior y viene hasta mi lado, me


avergüenza ver mis fluidos vaginales en uno de los
penes de plástico.

—Hazlo—murmura.

Pongo ambas manos en el suelo y acerco mi cara hasta


él, he probado la corrida de Andrew otras veces, pero
hacerlo de este modo se siente tan humillante y sucio.

Saco la lengua y la paso por el suelo, recogiendo la


salinidad que ha esparcido el Sr. Henderson.

—Míranos, Julliet—exige Andrew.

Levanto la mirada y los veo, Dom y me siento


terriblemente mortificada.
Cuando termino Andrew me levanta bruscamente del
suelo y libera las pinzas de mis pezones, la sangre fluye
nuevamente hacía ellos y no pierde el tiempo en llevarse
uno a la boca. Dom imita el gesto, mientras él lame y tira
con suavidad Dom mordisquea y estira con rudeza, los
noto extremadamente sensibles.

—Has sido una chica muy buena, corderito.

Y se dedican a regalarme un par de orgasmos más


mientras me follan entre los dos.

***

Estoy dormida sobre el pecho de Andrew cuando la


vibración de mi teléfono me despierta.

Un número desconocido y muy extraño aparece como


llamada entrante.

¿Quién diablos llama a las cuatro de la madrugada?

Me froto los ojos con el puño y me destapo, camino


descalza sigilosamente para no despertar a Andrew y
voy hasta el baño.

¿Y si es Nathan?

El temor se instala en mi estómago y con dedos


temblorosos acepto la llamada.

—¿Sí? —contesto conteniendo el aire.


—Julliet.

Es lo único que dice la voz al otro lado de la línea, no


necesito que diga nada más para saber quién es y
escuchar su voz me provoca sensaciones extrañas.

—¿Kaden?

—Te echo de menos—admite sin vacilación, por la


entonación parece embriagado.

—¿Estás borracho?

Se ríe tontamente.

—Siempre pienso que es una buena forma de olvidarte,


pero creo que tiene el efecto contrario.

Trago con fuerza y paso las manos por mi pelo.

—Kaden debería colgar.

—¿Por qué?

—Son las cuatro de la madrugada y...

La voz de fondo de Bonnie llamando a Kaden me calla de


golpe.

Así que lo que imaginaba es cierto, está allí con ella.


No sé como sentirme al respecto, ella parece poco
cuerda y todo el tema de la orden de alejamiento me
confunde.

—No es lo que piensas—aclara rápidamente al teléfono.

—No sabes que es lo que pienso.

Vuelve a la cama y deja el teléfono.

Mi corazón martillea con más fuerza en mi pecho con la


frase de Bonnie.

—¿Julliet todo bien? —la voz profunda de Andrew suena


al otro lado de la puerta y estoy un noventa por ciento
segura de que Kaden lo ha escuchado.

—¿Estás con él? —las palabras suenan arrastradas por el


odio.

Sí, definitivamente lo ha escuchado.

No sé que contestarle, pero tampoco hace falta que diga


nada porque automáticamente corta la llamada.

Dejo mi teléfono sobre el lavábamos y suspiro.

—¿Julliet? —repite Andrew.

Abro la puerta y nuestras miradas se encuentran.

—Necesito saber que pasó exactamente entre Kaden y


Bonnie.
77. Too close

Got to be true to myself


And it feels like I am just too close to love you
So I'll be on my way

—¿Está todo bien? ¿Por qué ese interés tan repentino en


ellos a las cuatro de la madrugada, Julliet?

Suelto un largo suspiro y camino de un lado a otro de la


habitación, tengo una mala sensación sobre esos dos,
como si activaran todos los sistemas de alarma.

—Me dijiste que Bonnie podía llegar a ser peligrosa


y...esto puedo sonar extraño, pero tengo miedo de que
Kaden pueda estar en peligro.

O solo se han vuelto a liar.

Pero ella parece tan...tan inestable.

Andrew enciende la lámpara de la mesita de noche y se


sienta en la cama.

—¿Kaden en peligro? —repite con una risa de


incredulidad.
—Kaden me explicó que ambos fueron a prisión por
agresión, ¿hasta donde crees que podría llegar?

Su frente se arruga con desconcierto.

—No estoy entiendo nada, Julliet.

—Kaden está con Bonnie en Tailandia, ella me advirtió


que me alejara de él porque era peligroso, algo que os
habéis molestado en hacer todos, y tiene la orden de
alejamiento, no entiendo porqué está con él...Ni es legal
siquiera, pero ella parece buscarlo y...—suelto todo de
forma atropellada.

—Julliet, ven, siéntate y coge aire, no te pongas nerviosa.

Me siento cruzando las piernas y él pone una de sus


manos en mi rodilla.

—¿Qué es lo que te preocupa? —pregunta con voz


calmada.

—Bonnie...ella...no entiendo, ¿si tiene una orden de


alejamiento que hace en Tailandia con Kaden?

Andrew hace una mueca.

—Pese al daño que se han hecho mutuamente, Bonnie


parece encontrar siempre una manera de volver a su
vida. Kaden acabó bastante mal la última vez, me
sorprende que la haya dejado entrar en su vida de
nuevo, pero puedo llegar a imaginármelo.

—¿Mal? ¿En que sentido?

—Bueno, ya sabes la historia, Bonnie lo denunció por


violencia de género...

—Kaden me dijo que la agresión fue mutua—lo


interrumpo

—Al jurado le costaba creer eso, él tenía testigos, y según


su versión los daños fueron causados a partir de la
defensa.

Intento imaginarme la escena y me resulta imposible.

—Y le crees, ¿verdad?

—Conozco a Bonnie y conozco a Kaden, ambos juntos


son demasiado...—acaricia su barbilla pensando en el
termino correcto—explosivos.

—¿Piensas que no debió ir a prisión?

—No quiero entrar en detalles del caso, Julliet, lo que yo


crea o no pertenece al pasado.
—Pero Bonnie también fue a prisión, ¿no?

—¿Qué? —pregunta desconcertado.

—Bonnie fue tres meses a prisión ¿no? Eso me dijo


Kaden...

Andrew sacude la cabeza.

—No es cierto, la resolución del caso es dominio público,


si tienes tanto interés te daré la referencia.

¿Kaden me ha mentido? ¿Solo lo acusaron a él?

No sé porqué me sorprende si quiera, no es la primera


mentira que me dice.

Pero esto es diferente.

—¿Él te importa?

—Es complicado—murmuro al cabo de un rato.

—Me pregunto en cuantas cosas me ha mentido...

—Es especialista en eso, las advertencias nunca han sido


en vano, Julliet.

Suspiro y me recuesto en la cama, fijo la vista en un


punto aleatorio del techo.
—Tengo mucha curiosidad, porque hace unas semanas
Bonnie parecía querer alejarme a toda costa de él...

—Deberías dejar de darle vueltas al asunto, ambos son


adultos. Inmaduros, pero adultos.

—Pero está con él—insisto incorporándome de golpe—Y


cuando ella habló conmigo parecía tan...loca, quiero
decir, ¿quién sabotea el coche de alguien que no conoce
con la intención de acusar a su ex?

—Bonnie está obsesionado con él, ha sido desde que se


conocieron, pero como tiene la orden Kaden no puede
hacer nada —aclara.

—Tu mujer...era su amiga, ¿verdad? —pregunto


inconscientemente.

Mi parte racional intenta acuchillar a mi parte curiosa.

—Perdona, no debería haber preguntado eso...—


muerdo mi labio inferior.

Andrew me mira con una tranquilidad que me da a


entender que no le ha molestado la pregunta.

—Sí, ellas eran amigas desde el instituto. Bonnie cambió


mucho tras conocer a Kaden, Anne siempre lo dijo e
intentó hacérselo ver.
—¿Ella quería que no estuvieran juntos?

—Anne quería que ella estuviera bien, y con Kaden...—


deja la frase en el aire, porque esta claro lo mal que les
ha ido.

—¿Que pasó entre ellas?

—Dejaron de hablar y la perdí de vista, solo la volví a ver


en el funeral de Anne.

Cada vez que dice su nombre se siente demasiado


intenso.

—Tienes una foto en la que salís todos...

—Sí, ella nunca quiso quitarla y no sé, supongo que es


hora de que le busque otro lugar—reflexiona.

Nos quedamos en silencio y Andrew apaga la lamparita,


se acerca a mi lado para que nuestras extremidades
queden pegadas, el calor de emana su cuerpo junto al
mío es tan agradable.

—¿Echarás de menos esto? —me atrevo a preguntar


irrumpiendo el silencio.

—Vas a continuar presente en mi vida.


—Sí, pero, no de este modo...—paso mis dedos por su
pecho descubierto, haciendo figuras aleatorias.

—Como te he dicho otras veces, el sexo no lo es todo


Julliet—suspira—creo que a veces no tengo en cuenta lo
joven que eres.

—Lo joven que eres—repito con burla—Solo nos


llevamos, ¿qué? ¿Una década?

—Cuando naciste, yo ya estaba haciendo cálculos en la


escuela.

—No parecía importarte mucho mi edad hace unas


horas—le digo de forma provocadora.

Andrew niega mientras una sonrisa cubre sus labios.

—¿Cómo van las sesiones? —pregunta con repentina


curiosidad.

—Creo que es pronto para responder a es pregunta...

—Te noto diferente—pasa su mano por mi pelo—me


gusta el cambio.

Mi corazón se hincha de orgullo, es reconfortante.


Estoy demasiado desvelada para volverme a dormir,
cambio mi posición varias veces, pero mi cerebro no
para de trabajar imaginando que debe estar pasando
entre Bonnie y Kaden.

¿Por qué me importa tanto?

La respiración de Andrew se vuelve uniforme y me volteo


para mirarlo, no es la primera vez que dormimos juntos
y no debería sentirme tan cómoda a su lado porque esto
se está acabando.

Ocho días.

Miro nuevamente el reloj, ya son cerca de las cinco y no


logro conciliar el sueño. Suspiro y salgo de la cama.

Llevo un pijama demasiado revelador para pasear por su


mansión, pero considerando que ayer por la tarde
estaba completamente desnuda esto no es nada.

El diseño interior es increíble, todo es tan luminoso y


moderno que no puedo evitar quedarme ensimismada
en cada paso que doy.

Voy hasta la entrada y rebusco en mi bolso, es una


tontería lo mucho que últimamente me estoy
aficionando a escribir la cosas en el diario.
Lo abrazo a mi pecho y camino hasta su oficina para
buscar un bolígrafo, sé que no debería estar invadiendo
su intimidad, pero mis intenciones son completamente
inocentes hasta que veo la carpeta con mi nombre en el
cajón.

No debo hacerlo...

Pero ahí esta mi nombre.

Solo un vistazo rápido, sí.

Es un archivador demasiado grande, enciendo la


lámpara del escritorio y abro la carpeta.

Prácticamente son miles y miles de informes de todas las


conversaciones que hemos mantenido sobre Nathan,
tiene mi vida muy bien documentada.

Cuando llego a las entrevistas de los testigos mi


estomago se revuelve, hay gente que está declarando
que entré voluntariamente al baño con Nathan.

Tapo mi boca mientras continúo leyendo.

¿Por qué dicen eso?


Ni si quiera conozco a la mayoría, algunos nombres
resultan familiares, solo Taylor afirma que Nathan le
preguntó por mí.

Continúo mirando y veo que ha añadido todos los


papeles que me dio Nathaniel durante la cena.

Cada hoja que escanean mis ojos me hace sentir más


desesperanzada.

Al final del archivo hay un dossier con el nombre de


James, saco todo el contenido y veo que son fotografías
de Nathan de su vida cotidiana, debe ser el investigador
privado.

Tiene una vida nocturna demasiado activa, siempre con


diferentes mujeres... Me da pena contrastar esas
imágenes con las fotos que tiene junto a la oficial Allison.

Una de las fotografías me deja desconcertada, Nathan


está tomando un café con alguien que me resulta
demasiado familiar... ¿Pero de qué?

Estrujo mi cerebro intentando averiguarlo, lo vi hace


poco, sí.

¿Un cliente de Mala? No, no es de ahí...

¿Alguien de la universidad? No, tampoco...


¡El enfermero de Lexie!

¿Qué probabilidades hay de que sean amigos? Es una


coincidencia demasiada extraña.

Analizo la foto detalladamente, solo son ellos dos


tomando un café, no hay nada sospechoso a simple
vista.

Guardo todo en la carpeta y cuando voy a colocarla de


nuevo se cae algo del interior.

Es un pendrive, lo giro entre mis dedos, ¿serán los audios


de todas las sesiones?

Bueno, ya que he cometido el crimen de cotillear todo,


reproducirlo no hará más daño.

Como desconozco la clave del Sr. Henderson y no soy


hacker inicio la sesión de Invitado.

Invitada a irme a la mierda como me pillen

Introduzco el pen y mordisqueo mis uñas mientras el


sistema lo reconoce, solo me faltan las palomitas.

Para mi sorpresa no hay archivos mp3, hay un único


archivo y parece un vídeo.
No debería abrirlo.

Hazlo, está en tu carpeta.

Lo clico y el reproductor de vídeo se inicia, no tiene


sonido, parece... ¿una cámara de seguridad de un
ascensor?

Sacudo la cabeza con confusión, no entiendo para que


quiere...

Oh virgen santa, ahí estoy yo con la ropa que llevé el día


que el Sr. Henderson y yo...

No puede ser.

Sí, definitivamente es.

Avanzo el vídeo y trago con fuerza cuando veo que


efectivamente nuestra primera vez ha quedado muy
detallada.

¡¿Cómo se atreve a tener esto?!

Estoy tan indignada, dolida y confusa... Después de todo


lo que pasó con los vídeos que filtraron ¿Andrew tiene
esto?
Arranco el pen con furia y ni me molesto en recoger las
cosas, debería confrontarlo y preguntarle como una
persona madura, pero en estos momentos solo quiero
mandarlo a tomar por culo.

Guardo el pendrive en uno de los bolsillos de mi abrigo y


me largo de allí a toda prisa.

***

Fui lo bastante inteligente como para dejar mi teléfono


en la habitación de Andrew, así que llevo medio día
incomunicada.

Nota mental: cuando huyas de un lugar acuérdate de coger


algo tan vital como tu móvil.

Había quedado con Sam en el centro comercial para ir


en búsqueda de algo decente para utilizar mañana en la
fiesta de fin de año.

Por suerte llega puntual, sus ojos me escanean y luego


se lanza a abrazarme.

No entiendo nada, pero tampoco me quejo, es Sam.

—¿Por qué no respondes al teléfono? —me dice


acusatoriamente—Nos tenías a todos preocupados.
—¿Eh?

—Por lo visto el Sr. Henderson ha llamado a Devan,


quién a su vez me ha llamado a mí.

—Ah, puede ser—me rasco la nuca con incomodidad.

—¿Puede ser? ¡¿Juls te das cuenta de que teniendo un ex


loco no nos puedes asustar así?!

Sí, ahora me siento definitivamente culpable.

—Es que marché rápido de la casa de Andrew y no


recordé coger...

—¿Qué ha pasado? ¿Está todo bien?

Me encojo de hombros, pero eso claramente no le sirve


como respuesta así que le explico lo del vídeo.

—¿En un ascensor de Mala? Que morboso—suspira.

—¡Sam! —le riño.

—Perdona, sí, definitivamente deberías hablar con él,


pero no creo que debas preocuparte, eso fue hace
meses y obviamente no ha hecho nada con el vídeo.
Todos los puntos de Mala, exceptuando las salas y los
baños, tienen cámaras de vigilancia. Tal vez solo quería
borrarlo y se le pasó...

—Lo defiendes muy bien—comento alzando una de mis


cejas.

—Está claro que el hombre hasta ahora te ha ayudado


de todas las formas posibles, Juls, no desconfíes de él.

Muerdo mi labio, tiene razón.

—Hablaré con él más tarde.

—Y no saques conclusiones precipitadas, deja que se


exprese.

Decidimos parar a tomar algo entre compra y compra,


Sam se echa un par de pastillas a la boca y traga.

—Todavía tengo un dolor de cabeza terrible, ¿te puedes


creer que no recuerdo absolutamente nada de lo que
hice anoche?

Me resulta familiar, sí.

—¿Y tus amigas? ¿No ibas a salir de fiesta con unas


compañeras de trabajo?
—Una se enfermó y la otra se rajó en el último
momento, pero ya estaba arreglada, no podía
desaprovechar la ocasión.

Niego la cabeza con una sonrisa.

—Solo a ti se te ocurre salir de fiesta sola.

—Fue una mala decisión, me duele todo el cuerpo—


protesta mientras se estira.

Tiramos los vasos de los batidos vacíos a la papelera y


continuamos con la caza del vestido perfecto.

—¿Entonces no vas a decirme donde es la fiesta


mañana?

Sam se ríe de forma malvada.

—Te va a encantar.

—Devan dice de ir todos en su coche.

—Sí, Kurt llegará un poco más tarde porque estará con


su familia.

—¿Tu no irás con él? —pregunto mientras me sube la


cremallera.
—Su madre me odia con todo su ser, así que prefiero
mantener mi integridad y cenar con Dev, deberías venir
tu también, ya sabes que su cocina es exquisita.

Me volteo y miro mi reflejo en el espejo, es un vestido


negro ceñido, que tiene unas tiras muy finas de piedras
brillantes.

—¿Te gusta?

—Sí, pero no para fin de año—tira de nuevo de la


cremallera y voy a la siguiente opción.

—Esta tarde había quedado con Dev, le diré sobre


mañana.

—Este sin duda es muy fin de año—dice con aprobación.

Un vestido completamente dorado sin tirantes que se


adapta a mi cuerpo como una segunda piel.

—¿No es demasiado? —pregunto mirándome en el


espejo desde diferentes ángulos.

—¿Demasiado qué? ¿Sexy y estás maravillosamente


estupenda? Sí.

Me rio ante su comentario y decido hacerle caso.


—Tengo unos zapatos que te combinarán de muerte, así
que olvídate de los zapatos. —me dice mientras vamos a
la caja.

Cuando terminamos es tan tarde que decidimos


quedarnos a comer en uno de los restaurantes del
centro comercial.

—¿No notas a Devan muy desanimado? —comento


dejando de lado la carta.

—Vamos, es Devan, a la que pise Alemania y vea la


calidad de hombres que hay allí no tendrá tiempo de
lamentos.

—Sammy—me rio mientras golpeo su hombro.

—Además, ya sabes lo que dicen de los alemanes...

—¿Por qué tendría que saberlo? —frunzo el ceño.

Levanta un dedo en cada mano y empieza a crear


distancia entre ellos. Mi boca se abre cuando entiendo
su mensaje obsceno.

—Eres igual que él—le digo entre risas.

—Sí, y sin duda tendremos que ir a visitarlo y corroborar


la información —dice guiñando un ojo.
***

—¿También me vas a sermonear? —le pregunto a Devan


cuando veo su rostro de enfado tras abrirme la puerta
de su departamento.

Intento poner mi cara de perdóname la vida y suspira.

—No, pero solo porque nos quedan pocos días juntos y


no hay tiempo de peleas, de besos, sí—y tira de mí para
juntar sus labios con los míos.

La temperatura de mi cuerpo sube repentinamente


varios grados y solo soy capaz de pensar en lo bien que
se sienten sus manos agarrando mi cadera.

Cuando se separa unos milímetros estoy segura de que


necesito una bombona de oxígeno porque Devan me lo
ha robado todo.

—Hola, Ángel—sonríe.

Y esta es nuestra amistad, tal vez demasiada extraña


para el ideal de nuestra sociedad, pero nos queremos de
este modo.

—Hola, demonio coqueto—le sonrío de vuelta.


—He preparado uno de mis pasteles de chocolate—me
informa.

—Tú sí que sabes ganarte a una mujer.

—Ajá, uno de mis muchos encantos...

Niego y me quito el abrigo, dejándolo colgado en el


perchero de la entrada.

—¿Qué queda por empacar? —pregunto mientras voy a


la cocina, seducida por el olor del rico pastel.

—Por lo visto, el apartamento que me ponen está


equipado con trastos de cocina y eso, así que realmente
nada.

Sí, la oferta de trabajo es tan buena que mientras trabaje


en el hospital le ponen residencia gratuita, y por lo que
hemos visto en las fotos es una casa increíble.

Alemania sabe montárselo bien.

Y Devan sabrá montárselo bien.

—¿Entonces que hago aquí? —no se si la pregunta suena


clara porque tengo la boca llena de pastel.
—Si te decía que no me quedaba nada que empacar me
habrías dicho que no venías porque ibas a estudiar.

Trago rápidamente y limpio mi boca.

—Dev, sabes que tengo que estudiar...

—Solo un ratito—hace un puchero—Podemos ver una


película, te dejaré elegir y todo.

Este hombre debería ser político, es tan convincente y


persuasivo todo el tiempo...

—Estaaa bien—accedo.

Alza a un puño al aire, victorioso y pongo los ojos en


blanco. A veces parece tener doce años.

Nos dejamos caer en el sofá y busco algo en la sección


de terror, me rio cuando lo veo protestar por lo bajo
porque odia las películas de terror.

—Es que no tienen ningún sentido, sustos repentinos


esperables y tramas exactamente iguales—se queja.

—Esa es la gracia—comento poniendo mis piernas sobre


su regazo.
—Que sepas que voy a meterte mano toda la película,
porque no va a salir ningún actor guapo y tengo que
aprovechar mi valioso tiempo.

Me rio y llevo mi dedo índice a sus labios para indicarle


que se calle.

Aguanta quince minutos de película en silencio.

—Creo que ya no quiero mudarme a una casa, ¿has visto


lo escalofriante que son las mudanzas? —me dice.

—Tal vez tienes un vecino comestible que puede


protegerte por las noches.

—Eso suena mejor, ¿cómo se dice en alemán tienes sal?

Suelto una carcajada y lo miro, es tan condenadamente


guapo.

—¿Por qué quieres saber eso ahora?

—Tendré que ir a ver si es comestible con un pretexto, la


sal es un clásico—se encoje de hombros inocentemente,
aunque su mirada no tiene nada de inocente.

—Me estás distrayendo, shhh—le riño.


Mira hacía adelante y se comporta, cuando llega la
música de tensión en la película me pego más a su
cuerpo.

—¿Intentas seducirme? —pregunta un susurro.

El espíritu de la niña sale repentinamente en la pantalla y


me sobresalto.

—¿Ves? Si no paras de asustarte, ¿Por qué eres tan


masoquista? Podríamos estar viendo a Channing Tatum
sin camiseta.

Me rio y vuelvo a sentarme en mi lugar, Devan tira de mi


brazo y me lo impide.

—No, no, ahora te quedas aquí —dice colocándome


sobre su regazo de espaldas a él.

—Dev—protesto, sus dedos se clavan en mi cintura,


impidiendo que me mueva.

—Shh...tu mira la película—murmura.

Sus dedos apartan mi pelo hacía un lado, dejando


descubierto mi cuello, que no tarda en cubrir con besos
que me hacen cerrar los ojos.
Sus manos masajean mis hombros y suspiro
placenteramente.

—Te he echado de menos, Ángel—susurra contra mi


nuca.

Ni recuerdo cuando fue la última vez que nos acostamos,


yo sí que le he echado de menos.

Desabrocha el botón de mi pantalón y una de sus manos


se cuela en el interior, me acaricia por encima de la ropa
interior, haciendo que mi corazón empiece a latir a una
velocidad exagerada.

—¿Te está gustando la película? —pregunta con


diversión.

—Ajá—contesto en un jadeo.

—Mi parte favorita es esta—me dice justo antes de


mover a un lado mi ropa interior y pasear sus dedos por
mi humedad.

Empieza a realizar círculos sobre ese punto que reclama


su atención y el gemido se escapa de mi boca, mis
caderas se mueven acompasadas al ritmo que marca.

—Una película muy buena, sí—y es evidente que no está


hablando de la película.
Mi trasero nota la erección que se forma bajo el, eso
sumado al movimiento constante hacen que mi
excitación aumente.

—¿Quieres ir a la habitación? —propongo con la voz


ronca.

—¿Quieres tú? La película está en el mejor momento—se


burla.

—¿La película tiene condones aquí?

Se ríe y saca su mano de mis pantalones, mi cuerpo


protesta en silencio.

—Siempre matando el romanticismo—murmura entre


risas.

El corto camino del salón a su cuarto se convierte en un


concurso de prendas volando por los aires.

Cuando me empuja contra su cama solo queda mi


pequeño tanga por quitar, y Devan se encarga de
hacerlo, con sus dientes.

Levanto mis caderas para ayudarlo y se queda allí, entre


mis piernas, plantando suaves besos por el interior de
mis muslos.

—Te necesito con urgencia—demando con exigencia.

—¿Sí? —pregunta con una sonrisa traviesa.


Su lengua recorre mi sexo y se entretiene en mi clítoris,
lame y succiona, convirtiéndome en una masilla de
hormonas.

—Joder—farfullo cuando siento como mi orgasmo


empieza a construirse.

—Sí, eso planeo—me asegura introduciendo dos dedos


de golpe en mi interior.

—¡Devan! —exclamo moviendo más rápido las caderas.

Me agarra con fuerza, inmovilizándome, mientras


continúa degustándome como si fuera un manjar.

Mis dedos se enroscan en su pelo, presionándolo con


fuerza contra mi sexo.

Sus ojos azulados me miran mientras me corro en su


boca, cuando se separa lame sus labios.

Tanteo desesperadamente el cajón de su mesita y saco


un preservativo, lo rompo y lo hago rodar sobre su
erección.

Agarra mis caderas y me da la vuelta, tirando de mí hacía


atrás hacía él, sus manos acarician mi espalda de arriba
abajo, hasta que llega a mi nuca, la cual agarra con
fuerza mientras se desliza lentamente con profundidad.
Siento centímetro a centímetro como se va
introduciendo, estoy tentada de mover las caderas, pero
su otra mano agarra con fuerza una de mis nalgas
impidiendo que me mueva.

Cuando me llena por completo ambos suspiramos, se


sale unos centímetros y empuja con más fuerza, entierro
mi cara en la almohada y muerdo para no gritar de
placer.

Sabe moverse tan bien, su cuerpo parece diseñado para


matar de gozo, balanceándose en un tortuoso vaivén.

El tiempo se distorsiona y lo único que existe es el placer,


placer y más placer, giro mi cabeza y le miro, su boca
está entreabierta su mirada se ha vuelto vidriosa.

—Es mi turno—jadeo.

Me sonríe y sale de mí, me coloco de rodillas y lo tumbo


en la cama, cuando subo a regazo pienso en nuestra
primera vez.

Coloco mis brazos sobre sus hombros y agacho mi


cabeza para besarlo, nuestras lenguas se enredan
mientras continúo montándolo con rapidez.

Araña mi espalda y gimo en su boca, me muevo con más


frenesí, su boca se separa de mis labios y baja para
lamer uno de mis pechos.
Tiro mi cabeza hacía atrás, disfrutando de la sensación,
mis pies se curvan, tensándose.

—¿Estás cerca? —pregunta en un murmuro.

Asiento porque he perdido la capacidad del habla y


Devan empuja las caderas desde abajo, llevándome al
orgasmo mientras él también se deja llevar junto a mí.

Recuesto mi frente junto a la suya y cierro los ojos,


cuando mi respiración empieza a calmarse me muevo,
sacándolo de mi interior.

Rodea con sus brazos mi cintura, abrazándome al mismo


tiempo que apoya su cabeza entre mis pechos.

Lo voy a echar tanto de menos que cada vez que lo


pienso siento como si mi corazón se encogiera un poco.

—No quiero despedirme de ti—murmuro.

—Bien, porque no voy a dejar que lo hagas—asegura.

Recorro con mis dedos su cara, memorizando su


perfecto rostro.

—Te quiero, Dev.

Una sonrisa triste cubre sus labios.

—Y yo te quiero a ti, Ángel.


78. Nothing Else Matters

So close no matter how far


Couldn't be much more from the heart

Confrontar a las personas no es una de mis cosas


favoritas en el mundo, detesto la sensación que se
genera, el nudo en mi estómago, las palmas sudorosas,
los pensamientos entremezclados...

Andrew me espera apoyado en el marco de la puerta, su


expresión de cara de póker no me deja entrever que
puede estar pensando.

Seguramente en mandarme a la mierda.

Mi mano, metida en el bolsillo de mi abrigo, aprieta con


fuerza el pendrive.

—Tú teléfono—me dice con un tono completamente


neutro mientras me extiende el aparato electrónico.

—Gracias—respondo, tal vez demasiado brusca.

Se cruza de brazos y siento como me inspecciona


minuciosamente.
—Y ahora, ¿vas a pasar y decirme qué hacías husmeando
entre mis pertenencias privadas?

No, creo que es mejor huir.

—Solo buscaba un bolígrafo—intento excusarme,


diciendo la pura verdad.

Doy un paso hacía adelante y cierra la puerta, no


tardamos ni diez segundos en encerrarnos en su
despacho, no tengo ganas de tener esta conversación,
pero...

—¿Y el bolígrafo estaba en la sesión de mi ordenador


personal? —pregunta con sarcasmo.

Me cruzo de brazos, intentando controlar la ira que se


empieza a desatar en mi interior.

—Yo no soy la que tiene un video follando a expensas


del conocimiento de la otra persona—mi voz está teñida
en veneno.

La voz de Sam diciendo que deje que se exprese se


repite en mi cabeza.

—Pensaba que la fase de la confianza la habíamos


superado, Julliet.
—¿Confianza? —me jacto con una risa—¿Cómo puedo
confiar en ti sabiendo que tienes un vídeo mío sexual del
que no sé nada?

Se pasa la mano por el pelo con desesperación mientras


coge aire, su paciencia empieza a flojear.

—Ese video estaba en manos de otra persona, lo


recuperé para que no dañara la imagen de ninguno de
nosotros—me explica.

—¿De otra persona?

—Sí, y tienes derecho a estar enfadada, debería


habértelo explicado en su momento...Esto es algo de lo
que me tendría que haber deshecho, sin lugar a duda.

—¿Y porqué no lo hiciste? Esto sucedió hace meses, has


tenido tiempo más que suficiente para borrarlo,
destruirlo o lo que sea—exijo.

—Porque no lo he podido recuperar hasta hace pocos


días.

—¿Quién lo tenía? —demando.

—¿Qué?

—El vídeo Andrew, ¿quién tenía el puto vídeo?


Muerdo mi lengua, soy consciente de lo mal que estoy
hablando, pero es un tema que está totalmente fuera de
límites.

—Alguien que ya no trabaja para mí.

Lo pienso unos segundos y mis puños se cierran,


crispados por la ira.

Kaden.

Él nos sacó del ascensor, lo sabía, lo vio con sus propios


ojos.

—¿Por qué lo proteges ahora? ¿Se trata de Kaden? Di su


nombre alto y claro.

—Para recuperar el vídeo, digamos, que no he


sido...demasiado legal. No quiero problemas, así que
cuanto menos hablamos de quién o cómo, mejor para ti.

¿Me intenta proteger? ¿Es eso?

Sacudo la cabeza con confusión.

—¿No tendrás ninguna copia? ¿O él?

—No.
—Vas a borrarlo, delante mío—le ordeno extendiéndole
el dichoso USB.

Andrew lo toma e ignoro la corriente de deseo que se


despliega cuando nuestras manos se rozan. Es increíble
como reacciona mi cuerpo, parece vivir en otra realidad
ajena.

Introduce el dispositivo en el ordenador y lo elimina ante


mis ojos, cuando me lo devuelve lo tiro al suelo y lo piso
hasta que siento que cruje varias veces.

—Bien, y ahora...—lo cojo del cuello de la camisa y


estampo mis labios con los suyos.

La confusión le toma desprevenido, pero no tarda en


seguirme en un ardiente beso.

—Perdona por haberme ido de ese modo y haber


mirado entre tus cosas, pero no vuelvas a ocultarme algo
así—murmuro cuando me separo unos milímetros.

Su mirada salta todo el rato entre mis labios y mis ojos.

—Mis disculpas, Srta. Collins.

Y me derrite.
—Todo hablado entonces, que tengas una buena noche,
Andrew—sonrío mientras digo su nombre.

—¿Te marchas? —pregunta desconcertado.

—Sí, hoy no he podido repasar mucho rato para los


finales.

—Estudia mucho—ordena sonriéndome de vuelta.

***

Último día del año, no puedo dejar de pensar en la


cantidad de cosas que han pasado durante el último
trimestre y las ganas que tengo de que termine el
mismo.

Cada vez que imagino que en dos mil diecinueve iba a


casarme con Nathan me estremezco, la de vueltas que
ha dado todo...

He puesto una nueva norma en mi cabeza: No pensar


más en Kaden.

No después de saber lo del vídeo.

Vale, no lo difundió, pero lo tenía. Todavía recibo


mensajes y soy objeto de habladurías, no necesito más
mierdas relacionadas con mi vida sexual.
Hasta ahora he fracasado dos veces, pero una de ellas se
debe a que todavía conservo una de sus camisetas y esta
mañana la he cogido sin querer.

Me echo las manos a la cabeza con una ligera


desesperación, ¿por qué diablos sigo pensando en él?
¿Por qué?

No tiene sentido.

Ni siquiera lo conozco tan bien, y lo que creo conocer


seguramente ni es cierto.

¿Por qué le echo tanto de menos? ¿Por qué no puedo


parar de pensar en él y Bonnie?

Debo de estar volviéndome loca.

Decidido salir de casa e ir un sitio que me ofrezca paz


mental; el estudio de Mala.

He preparado una nueva lista de música, hace


demasiado tiempo que no bailo danza oriental y estoy
entusiasmada por practicarla de nuevo. Durante toda mi
vida, lo único que me dejaban bailar, oficialmente, era el
ballet, y lo amo, pero amo el resto de estilos de baile.

Conecto el teléfono al altavoz e inicio la reproducción de


la Playlist, cuando termino de estirar empiezo a bailar y
todo se desvanece. Solo existe la música, expresándose
en mi cuerpo con cada movimiento que realizo.

Es tan liberador, tan mágico.

Ojalá pudiera estar bailando todo el día.

El tiempo se distorsiona y solo me doy cuenta de que


debe ser tarde porque he terminado una lista que
duraba cerca de cuatro horas.

Estoy sin aliento y bañada en sudor, cojo la toalla que


siempre llevo, pasándola por mi frente y mi nuca.

Voy de camino a los vestuarios cuando me topo con


Dom, su mirada me recorrer de arriba abajo y sonríe con
una de esas sonrisas escalofriantemente atractivas.

—¿Trabajando el día de fin de año, corderito? El club está


cerrado hoy.

Niego la cabeza, despertando su curiosidad.

—Solo estaba...bailando.

—Oh, algo he escuchado, parece que eres la nueva


estrella de la sala tres.

—Uhm...—farfullo sin saber que responder a eso.


Dom suelta una carcajada y no puedo evitar tensarme,
esa misma risa la uso antes de...

—¿Por qué estás tan tensa? El látigo está guardado—dice


mientras guiña su ojo.

—No-no, estoy bien—miento.

Le tengo más respeto a esta mujer que a cualquier


persona del planeta.

Estira su mano y acaricia mi mejilla con suma delicadeza.

—Que tengas un feliz inicio del año, corderito.

—I-igualemente—contesto aclarando mi garganta.

***

Cuando Sam me abre la puerta reparo en que allí ya


están Devan y Kurt. Los saludo a todos apreciando lo
guapos que van, ellos están completamente vestidos y
arreglados, pero Sam va en una simple bata, que hasta
con eso está deslumbrante, su pelo está recogido por
varios rulos de plástico y camina con unos calcetines
gruesos muy coloridos.

—Me gusta el look festivo, mucho mejor que el vestido


rojo—le digo conteniendo una risa.
—Ha sucedido una tragedia, Juls, no es momento de
bromas—contesta con seriedad.

—¿Qué pasa?

Los chicos parecen demasiado tranquilos para que sea


algo grave.

Estira de mi brazo y me lleva a toda prisa a su cuarto.

—El vestido ha muerto—anuncia con voz tétrica


mientras señala la pieza roja sobre su cama.

—¿Qué ha pasado?

Lo inspecciono entre mis manos y observo una parte


carbonizada y rota.

—Es posible, que me haya olvidado de que lo estaba


planchando.

—¿Qué? ¿Cómo...? —no puedo evitar reírme viendo su


cara de frustración—¿Cómo se olvida alguien que está
planchando?

Sam se encoje de hombros mientras niega la cabeza


repetidamente.
—No sé que me pasa, estoy muy olvidadiza desde ayer,
Kurt no me ha dejado ni cocinar.

—Te faltan horas de sueño, Sammy

Se deja caer en la cama de forma dramática mientras


farfulla algo incomprensible.

—Vamos, seguro que te sirve algún otro vestido de otros


años...

Sam se incorpora rápidamente y me mira con


indignación.

—¿Repetir ropa en año nuevo? ¿Y por qué no le declaro


al universo que me parta un rayo al salir de casa?

Mi risa queda interrumpida por su mirada amenazante.

—Si es tan grave para ti, ¿por qué no utilizas tu mi


vestido y yo llevo alguno de tus otros años?

—No, no, ese vestido se hizo para que tu lo llevaras.

—Sam, no me importa el vestido, de verdad—insisto.

—No Juls, te queda estupendamente bien, y nos costo


cuatro tiendas encontrarlo.
Resoplo mientras llevo mis manos al lateral y tiro de la
cremallera para bajar la prenda por mi cuerpo, los ojos
de Sam se amplían y se quedan clavados en mis pechos
descubiertos.

—No tenía un sostén sin tirantes—aclaro con un


carraspeo.

—Joder, Julliet, eres pura tentación.

Sonrío y le lanzo el vestido.

—Póntelo y deja de desnudarme con la mirada.

—Es que no me dejas nada a la imaginación—las


comisuras de sus labios se curvan en una sonrisa
traviesa.

—Vestido. Ya—le ordeno.

—Tanto tiempo con Henderson te pasa factura—se


burla.

Pongo los ojos en blanco y camino hasta su armario, más


o menos tenemos la misma figura, pero soy unos
centímetros más alta que Sam.

—¿Qué te parece este? —pregunto cogiendo lo primero


que veo.
Cuando me volteo Sam se ha quitado la bata, luce un
body  rojo muy sensual que se adapta a cada curva de su
cuerpo, voy a decir algo más pero mi capacidad de
hablar queda interrumpida cuando baja de cada uno de
los tirantes y se deshace de la prenda con facilidad.

Trago con dificultad admirando su desnudez.

Ella sí que es pura tentación.

Su piel olivácea decorada con tinta parece tan suave que


resulta tentador tocarla para comprobarlo.

—Mis ojos están aquí—señala con dos dedos a su cara.

Muerdo mi labio recordando la sensación de su boca


sobre mi cuerpo, no debería pensar en eso ahora.

—Vale, o paras de mirarme así, o vienes aquí y haces


algo al respecto—me advierte poniendo sus brazos
sobre sus caderas.

Voy a dar un paso hacía adelante cuando dos golpes en


la puerta rompen el encanto.

Kurt asoma la cabeza y me medio escondo con la puerta


del armario de Sam, sí, me ha visto desnuda, sí, incluso
me ha follado, pero tampoco me apetece montarme un
trío...
¿Qué estás diciendo? Claro que sí.

Sam lo mira con interés y Kurt parece haber sufrido un


cortocircuito mental.

—¿Querías algo? —le pregunta Sam.

Parpadea con asombro, recomponiéndose.

—Sí, me voy ya a casa de mis padres a cenar, solo quería


despedirme...

Ella se acerca a él y se pone de puntillas para darle un


beso tan intenso que empiezo a sentir que estoy viendo
porno en directo. Sobretodo por la parte en la que Sam
continua completamente desnuda.

Las manos ultra tatuadas de Kurt se deslizan por la


espalda de Sam hasta agarrar una de sus nalgas.

—Nos vemos luego—le sonríe Sam separándose de


golpe.

—Sí, esto, gracias por la erección, amor. Va a ser una


cena estupenda.

Ella baja la mano por su pecho y le aprieta la entrepierna


mientras se ríe.
—Un placer.

—Nos vemos luego, Juls—murmura inclinando la cabeza


hacía a mi lado.

Me despido con la mano mientras continuo medio


oculta.

—¡Te estás perdiendo la fiesta de arriba Dev! —oímos


decir a Kurt.

—Hombres—suspira Sam—Uhm, ¿por qué no coges


mejor el negro?

Rebusco nuevamente, tiene como seis vestidos de fiesta


negros.

La mano de Sam aparece de la nada y siento su calor en


espalda.

—Este—murmura rozando mi hombro deliberadamente.

Cuando giro esta demasiado cerca, mi pecho sube y baja


con rapidez por mi respiración acelerada, sus labios se
ven tan rojos y apetecibles.

—¿Vamos a llegar tarde? —pregunto en un susurro.


—Sí—me confirma antes de juntar sus labios con los
míos.

Su mano se coloca modestamente en mi cintura,


empujándome hacía ella, la sensación de sus pechos
rozando los míos es algo que me encanta, son tan
tentadores...

—¿Lo de besaros entre vosotras dentro del armario es


alguna especie de metáfora? —pregunta Devan.

Ni si quiera lo hemos escuchado llegar, se sienta en la


cama tranquilamente mientras se come un plátano y nos
mira con atención.

—Julliet estaba tentándome.

—Dijo la mujer desnuda—responde Devan dando otro


mordisco al plátano —Por mí podéis seguir, no os
cortéis.

—No se habla con la boca llena, cerdo—le riñe


lanzándole lo primero que pilla de su armario.

Empiezan a tirarse cosas entre ellos y me aparto


escondiéndome de la batalla sin sentido que han
formado.

***
—¿Mala? ¿En serio? —abro mis ojos con asombro
cuando Devan detiene el coche.

—El Sr. Henderson nos deja utilizar el local


exclusivamente a los trabajadores y un acompañante
por persona en fin de año. Buena fiesta asegurada y
catering de primera.

—¿Estará él aquí? —pregunto con más interés.

—¿Por qué? ¿Quieres doce azotes para empezar el año?


—se burla.

—Curiosidad.

—Ajáaaaa—responde Sam.

—Sois insoportables—murmuro abriendo la puerta del


copiloto.

—Y nos amas—responden al unísono.

La decoración no es perversa como en otras ocasiones,


la gente va vestida con atuendos más decentes de lo que
estoy acostumbrada a ver.

La sala uno dispone de aperitivos y refrescos, la sala dos


y tres es simplemente música y alcohol.
—¡No sabía que tu también venías, Ángel! —comenta
Celeste animada cuando me ve—Hemos preparado un
número para media noche con las sillas, deberías
participar.

—¿Uhm? —pregunto con la tostada todavía en mi boca.

—¿Conoces el baile de la canción Express de Burlesque?

Asiento.

—Unas cuantas haremos el número después de


medianoche, así que tienes que bailar.

Miro hacía abajo, con el vestido que llevo es imposible


que me ponga a hacer piruetas sobre una silla.

—En la taquilla tenemos los maillots del último grupal,


no tienes excusa—se adelanta.

—Yo quiero verte—dice Devan animado.

—Y yo—añade

—Está bien—suspiro, aceptando la derrota.

Celeste realiza un mini salto de entusiasmo mientras


aplaude y comenta que va a avisar al resto.
—¿Eso son croquetas? —pregunta Devan persiguiendo
con la mirada una bandeja plateada.

—¿Has dicho croquetas? —repite Sam interesada, y


ambos desaparecen persiguiendo al camarero.

Busco algo que beber, estoy tentada de coger una


bebida alcohólica pero las palabras del psiquiatra me
detienen.

Con la nueva mediación no debo tomar alcohol.

—¿Está teniendo una buena velada, Srta. Collins?

Me volteo hasta la voz de Andrew y le sonrío.

—Sí, el dueño del lugar sabe hacer buenas fiestas.

—Estoy seguro de que le alegrará escuchar eso.

—¿Sí? Tal vez podría agradecerle personalmente—lo


provoco.

Sus ojos brillan con diversión por mi respuesta, pero no


hace ningún gesto por acercarse, ni lo hará, no aquí.

—Como he dicho otras veces, es usted un peligro, Srta.


Collins. Disfrute de la noche.

—Igualmente, Sr. Henderson.


El ambiente es muy tranquilo, la gente va llegando, entre
ellos Sean, que no pierde el tiempo de venir a hablar un
rato conmigo.

—¿Actuarás esta noche? —me pregunta.

—Sí, al final me han liado para bailar.

—Mucha gente participa en el concurso de fin de año, es


tradición.

—¿Concurso? ¿Qué? Nadie me ha dicho nada de un


concurso...—frunzo el ceño.

—Sí, el premio este año es un oral.

Mis ojos se abren con terror.

—¿Cómo?

Sean se echa a reír al ver mi cara.

—Es broma, deberías ver tu cara en estos momentos—


continúa riéndose—El premio es una escapada de dos
días en un lujoso resort con todo incluido.

—¿Con spa?

—Con el mejor spa del país—asiente.


—Uf, voy a estirar entonces—digo colocando mi mano
entre mis omoplatos.

Sean niega la cabeza con diversión, Devan y Sam vuelven


a mi lado.

—¿Vosotros sabíais lo del concurso? —les pregunto.

—Claro, Sam cantará esta noche—responde Devan.

—¿Cantas?

—Como los ángeles, lo tienes difícil, bailarina—me


provoca.

Mi sentido de la competitividad se activa con esa frase.

—Ya veremos. ¿Tu harás algo, Dev?

—Mi talento es ser guapo, estáis disfrutando de el todo


el tiempo.

Su autoestima es tan alta que debe llegar a la


estratosfera.

Pero razón no le falta.

—¿Y tú, Sean?


—Improvisaré algo en directo con la mesa de mezclas,
solo por diversión, no tengo oportunidad contra Sam, ha
ganado dos años consecutivos—explica.

Miro a Sam de nuevo, es cierto que su voz es lo más


increíble del mundo, tiene sentido que cante bien.

Cuando terminamos con prácticamente toda la comida


nos trasladamos a la sala dos, el escenario está
preparado para las actuaciones y no sé porque me pone
nerviosa la situación.

Bailo con casi todos mis compañeros y no paro de reír,


no recuerdo la última vez que me divertí tanto.

—¿Serás mi beso de medianoche? —pregunta Devan en


mi oído.

Asiento

—¿Y que tal mi último beso del año, también? —susurra


estirando del lóbulo.

Mis labios se secan de golpe.


El ambiente está cargado de expectación por la cuenta
atrás.

Devan acerca sus labios lentamente y los mantiene a


unos milímetros de distancia, su mano permanece
detrás aguantando la parte posterior de mi cabeza.

—Cuatro.

—Tres—murmuro.

—Dos.

No dejamos que llegue el uno, sus labios se mueven


demandantes sobre los míos, robándome hasta mi
último aliento. Me besa hasta que noto los labios
hinchados y los latidos de mi corazón desbocados.

—Feliz año nuevo, Ángel.

—Feliz año nuevo.

—¡Feliz año! —exclama Sam tirando de Kurt hacía


nosotros.

Nos pasamos los siguientes diez minutos felicitando a


todo el mundo, la gente va un tanto borracha a estas
alturas.
—¿Dónde está tu copa para brindar? —me pregunta
Kurt.

—Uhm, esta noche no bebo—me excuso.

—¡Ángel tenemos que cambiarnos! —dice Celeste


tirando de mi brazo.

—¿Ya?

—Salimos en quince minutos.

Me fijo que la gente esta alrededor del escenario, el cual


está iluminado por varios focos que no paran de
moverse.

Cuando llegamos al vestuario me percato de que allí ya


están el resto de bailarinas.

—No sabía que era un concurso, no quiero hacer que


perdáis—les digo mientras me quito la ropa.

—Eres la mejor, ganaremos seguro—afirma Alessia.

—Ni siquiera estoy segura de si recuerdo bien el número


—farfullo mordiendo mi labio.
—Vamos, el último baile no hizo falta ni que lo
repitiéramos, tras bailarlo una vez supiste hacer todos
los pasos.

—Sí, además cuatro es mucho más visual en el escenario


—comenta Margot.

Ella y Alessia ya están completamente vestidas, la verdad


es que el maillot queda perfecto para el número.

Cuando salimos hay cuatro sillas sobre el escenario,


respiro profundamente y repito mentalmente los pasos,
solo espero no hacer el ridículo.

Las luces se apagan por completo y los focos tenues nos


iluminan a cada una de nosotras, creando un efecto
visual que va coordinado con la música.

La voz de Christina Aguilera  resuena por todo el lugar,


Express  es una canción muy seductora, nos miramos
entre nosotras mientras hacemos chascar nuestros
dedos.

Abro mis piernas de golpe cuando se reanuda la parte


vocal, pasando mis manos por los muslos lentamente,
levanto la mirada y sonrío.

Todo el mundo está ensimismado mirando cada uno de


nuestros movimientos, le guiño un ojo a Devan y Sam y
giro la silla, coloco mis manos y me impulso con los
antebrazos para realizar una acrobacia en el aire, las
luces parpadean sobre nosotras.

Pensaba que no iba a ser capaz, pero mi cuerpo


reacciona a la melodía de forma automática.

Cuando terminamos la gente estalla en aplausos, nos


unimos todas y cogiéndonos de la cintura hacemos una
pequeña reverencia de agradecimiento.

—Ha sido muy divertido, deberíamos añadirlo en el


numero de los viernes—comenta Margot cuando
volvemos a los vestuarios.

—Sí, definitivamente—respondo con una gran sonrisa.

Como siempre soy la última en cambiarme y le digo al


resto de chicas que no me esperen.

Cierro la taquilla al mismo tiempo que se escucha el


estruendo que hace retumbar el lugar, como si algo
hubiera explotado.

El ruido ha sido tan fuerte que siento un pitido en mis


oídos, todo se empieza a llenar de polvo y luego llega la
oscuridad.
79. Lo Bueno Siempre Tiene Un Final

¿Cómo aceptar? Que lo bueno siempre tiene un final

Confusión, pánico, preocupación, miedo...todos esos


sentimientos se instalan en mi sistema como una bola
demoledora que me golpea con fuerza.

La opresión en mi pecho dificulta mi respiración y no


puedo pensar con claridad.

¿Qué acaba de suceder?

Miro la oscuridad que me rodea imaginando alguna


respuesta posible.

Se escuchan gritos lejanos y mi desesperación crece.

¿Qué está pasando?

—¡Julliet! —grita una voz familiar cerca.

No puedo ver nada, todo está demasiado oscuro.

—¡Julliet! —repite exasperado.

—¡Estoy aquí! —contesto tanteando mi entorno, algunas


cosas parecen haberse desplazado del lugar.
Empiezo a toser por la cantidad de polvo que envuelve
todo, piso algo resbaladizo que me hace tropezar y caer
al suelo. Ahogo un quejido e intento ponerme
nuevamente en pie cuando una luz blanca intensa
enfoca mi cara.

Automáticamente cierro los ojos, protegiéndolos de la


cegadora luz.

—Oh, gracias a Dios que estás bien—farfulla Andrew


corriendo hasta mi lado.

Me entierra en su pecho en un abrazo que me deja sin


aire.

—¿Tú estás bien? —tengo la necesidad de tocarlo y


asegurarme. —¿Dónde están los demás? ¿Qué ha
pasado?

—Tenemos que salir de aquí, no es seguro.

—Andrew, ¿dónde está Devan? ¿Está bien? ¿Y Sam? ¿Qué


pasa con el resto?

Sus ojos rehúyen mi mirada y empiezo a alterarme


pensando en que les puede haber pasado algo.

—¿Dónde están? —repito con exigencia.


Andrew tira de mi, protegiéndome con su cuerpo, vamos
esquivando los escombros que hay por todas bandas, la
zona exterior a Mala, las oficinas y los vestuarios, está
prácticamente en ruinas.

El techo se derrumba de forma aleatoria, parece que


estemos esquivando un campo de minas.

—He visto a Sam hace unos minutos, está bien, han


salido por la entrada de clientes.

—¿Y Devan?

Su silencio me produce una angustia asfixiante, siento


como mis ojos pican conteniendo las lágrimas.

—¡¿Y Devan?! —demando

La salida está bloqueada, Andrew impulsa su hombro


hacía ella sin éxito.

—No sé donde está el Sr. Keen, creo que lo he visto salir


después de tu actuación—murmura insistiendo en abrir
la puerta.

—Eso es bueno, ¿no? Estará bien entonces...—suspiro


aliviada.
Se gira unos instantes y la mirada que me ofrece vuelve
a tensarme por completo.

—La explosión ha sido fuera de Mala, Julliet.

Esa frase me rompe por completo.

Andrew le da una fuerte patada a la puerta y el exterior


se presenta como un caos; gente confusa de un lado a
otro, sirenas de coches de servicios autoritarios, una
nube de polvo que crea una especie de neblina que hace
ver todo borroso.

Mis ojos recorren la multitud, intenta identificarlo con


una milésima de esperanza, cuando localizo a Sam corro
hasta su lado, ella parece igual de histérica que yo
mirando a su alrededor.

—¡Juls! —exclama rodeándome con sus brazos. —


Pensaba, pensaba...—su voz se rompe en un llanto que
nos hace abrazarnos con más fuerza.

—¿Dónde están Devan y Kurt? —le pregunto


separándome de ella.

—Kurt quería salir a fumar y Devan lo ha acompañado,


nos los veo Julliet, no los veo por ningún lado—suena
aterrada.
Cada vez llega más gente, lo que dificulta la tarea de
encontrar a alguien, la prensa está por todos lados.

Por lo visto, el local colindante a Mala ha tenido una


explosión de gas, al ser año nuevo nadie se encontraba
en su interior.

Algunas personas con heridas leves están siendo


atendidas por el personal de emergencia sanitaria.

Devan, Devan, Devan...

—¡Kurt! —grita Sam corriendo a sus brazos.

Se funden en un beso mientras la cara de Sam continúa


siendo un reguero de lágrimas.

Me fijo en que Kurt tiene algunas heridas superficiales,


nada que parezca serio.

—¿Dónde está Devan?

Kurt amplia sus ojos cuando me ve, como si no pudiera


creerse que esté aquí.

—Ha ido a buscarte, cuando nos hemos dado cuenta de


que la zona afectada era la del personal ha salido
corriendo.
La noticia me tranquiza y me inquieta a partes iguales,
nadie debe estar dentro del local, no es un lugar seguro.

—¿Qué? ¿Cómo? Tengo que volver a por él—murmuro


dando media vuelta.

Alguien me coge del brazo, deteniéndome.

—No vas a volver a entrar ahí—declara Sam.

—Suéltame, Sam.

—Tiene razón, Julliet, no puedes hacerlo—dice Kurt.

Devan se está arriesgando por mí, claro que puedo


hacerlo.

—No podéis impedírmelo.

—No, pero yo sí—contesta de forma tajante el Sr.


Henderson.

—Tengo que ir por él—insisto volteando para mirarle.

Luce cansado, su ropa está estropeada y no me había


percatado de que tiene algunas heridas en los brazos,
como si se hubiera arañado varias veces.

—La comunicación de la sala dos al pasillo está hecha


escombros, Julliet, no voy a dejar que pases por ahí.
—Tú lo has hecho—replico.

—Y no ha sido fácil—asegura.

Niego la cabeza, no quiero escucharlos, quiero estar con


Devan.

—No me importa, he de...

—Deja que los bomberos hagan su trabajo—me


interrumpe.

Abrazo mi cuerpo con mis propios brazos, la tensión me


tiene demasiado...todo.

Nerviosa, histérica, triste, confusa.

Solo necesito verle, saber que está bien, escuchar la


palabra Ángel  de su boca.

Solo eso.

—Ven aquí—me dice Andrew intentando tranquilizarme


mientras pasa su mano por mi espalda.

Los segundos pasan tan lentamente que se siente como


horas.

¿Podría empezar de peor forma el estúpido dos mil


diecinueve?
Mi mirada se mantiene clavada en la puerta derribada,
deseando verlo.

Está dentro por mí, no debería estar ahí, si le pasara algo


no me lo perdonaría nunca.

Uno de los bomberos grita algo incompresible y dos


personas del equipo sanitario se acercan corriendo con
una camilla.

Mi rostro ya está inundado en lágrimas, apenas puedo


distinguir nada.

—¿Qué están diciendo? ¿Qué pasa? —pregunto


librándome del agarre.

—No puede acercarse, señorita—me dice


autoritariamente uno de los policías.

—¡Me importa una mierda! ¡Devan! —grito hacía la


puerta por la que hemos salido Andrew y yo.

—El techo se está derrumbando, es muy peligroso, sino


se retira voy a tener que arrestarla por desacato a la
autoridad—continua el policía.

—No se preocupe, me encargo de ella—le aclara Andrew


encerrándome en sus brazos
—Está bien ¿Verdad? ¡Tiene que estar bien! —lloro
contra el pecho de Andrew.

De reojo veo como colocan a alguien en la camilla, es


uno de los bomberos, no es Devan.

Mi angustia crece y crece.

—Ángel—pronuncia esa voz que anhelo escuchar.

¿Es una ilusión?

Me giro y lo veo.

Todo vuelve a estar bien el mundo.

No me importa nada más.

Él está aquí.

Andrew me suelta y doy dos pasos hacía él, su cara tiene


un corte que cruza su pómulo izquierdo, sus ojos me
dan una mirada de alivio.

—Estás aquí—susurro.

—Y tú estás aquí—me dice de vuelta con una gran


sonrisa.
Las lágrimas continúan, soy un mar de emociones,
inclina su cabeza, hasta que nuestras frentes están
pegadas y cierra los ojos.

Inhalo con profundidad, respirando su cercanía, en ese


preciso instante me doy cuenta; no es solo amistad, es
mucho más.

***

—Dos meses de reforma, voy a tener que buscarme algo


—le digo a Devan mientras volteo la tortilla en el aire,
haciendo que todo caiga fuera de la sartén.

Se ríe con ganas de mí hasta que ve mi expresión.

—No quieras correr antes de aprender a andar—me


contesta acercando el rollo de papel de cocina para
limpiar todo el estropicio.

—El otro día lo pude hacer, Sam es testigo—le aseguro.

Niega la cabeza con incredulidad.

—¿Pedimos algo?

—Mientras no sea pizza...


Vivo con el medio constante de encontrarme a Amy y
que me lance algún tipo de maldición.

—¿Mexicano?

Mi estomago suena como gesto afirmativo.

—Mucho picante para mí—le pido.

—Eso ya lo sé—me guiña un ojo de forma coqueta.

No me puedo creer que sea nuestra última noche juntos.

Después de la explosión de gas, la cual ha sido noticia de


primera plana en todos los telediarios y periódicos del
país, hemos estado pegados cada maldito día.

Una gran explosión, con daños materiales y cero


victimas mortales. La persona que más daños sufrió
había sido un pobre bombero al que le cayó un trozo de
hormigón sobre la pierna.

La gente todavía no se creía que hubiera estado en el


vestuario, y yo después de ver las fotografías del
vestuario tampoco.

La palabra milagro se quedaba corta, las taquillas se


habían llevado la peor parte, librándome de una muerte
segura.
El Sr. Henderson se había puesto manos a la obra el día
siguiente, pidiendo presupuestos, planos,
reestructuración.

El seguro cubría los costes, y todos íbamos a mantener


nuestro puesto sin ningún problema, lo malo era que no
iba a trabajar en dos meses, ni podía utilizar el estudio.

Entre lo ocupado que estaba por la reforma y lo apegada


que estaba a Devan estos días, no habíamos vuelto a
vernos. Si habíamos mantenido alguna conversación por
teléfono, pero nada más.

Y mañana empiezan las clases, lo que es equivalente a


que termina nuestro acuerdo.

Pese al sabor agridulce de la situación, esta semana


había sido una montaña rusa de emociones, la mayoría
de ellas felices.

Cada vez que no estaba con la cabeza metida entre


libros tenía alguna cita con Devan.

—Cuarenta minutos, eso equivale a dos capítulos de


Friends—propone.

—Voy a por los refrescos, ves poniéndolos.

—Sí, ama.
Ruedo los ojos, tanto él como Sam no han dejado de
hacerme bromas al respecto.

Todavía no tengo televisor en el apartamento, y no es


algo que plantee comprar, con el ordenador portátil
puedo ver Netflix, no necesito más.

—¿El de ellos no saben que sabemos que ellos saben que


sabemos?

Me rio recordando el capítulo y asiento.

Devan me hace un hueco en mi pequeño sofá y coge


uno de mis pies, últimamente le ha dado por
masajearlos y no tengo quejas al respecto.

—No creo que necesites buscarte algo, os pagaran el


suelo igualmente estos dos meses y te vendrá bien
descansar el fin de semana con tantos exámenes—
comenta con la vista clavada en el ordenador.

—No quiero tener tiempo libre—refunfuño.

Él se va, Sam estará con viajes largos todo el mes, por lo


que apenas pasará por casa, Taylor pasa olímpicamente
de mí y ni siquiera puedo preguntar por Lexie.

La soledad es una de mis viejas enemigas.


—Para eso existe Tinder—levanta las cejas de forma
sugerente.

—El día que me instale Tinder  se acabará el mundo.

—Tampoco te hace falta, esa carita liga cada vez que ve


la luz del sol—murmura pellizcando una de mis mejillas.

—Te voy a echar de menos—murmuro esforzándome


por no echarme a llorar.

Devan me mira con seriedad.

—Nada de despedidas.

—Tu vuelo sale en once horas—las palabras duelen.

—Tenemos seis horas de diferencia horaria, te llamaré a


las tres del medio día, aquí serán las nueve, siempre
sueles estar en casa a las nueve. Las clases de Blake
terminan a las ocho y media, ¿no?

—Sí. Devan no es necesario que...

—Las videollamadas son sagradas, eso no es un tema


negociable, la ropa en ellas sí—sonríe seductoramente.

Mi teléfono empieza a vibrar sin cesar, indicando la


llamada de un número externo.
Como cada noche desde la explosión.

Kaden.

—¿Por qué no lo bloqueas de una vez? —pregunta.

Me encojo de hombros, una parte de mí sigue sin


superarlo supongo.

—Déjame contestar—me dice alargando la mano para


arrebatarme el teléfono.

—No empieces, Dev—le advierto.

Me pone mala cara.

—No lo entiendo.

—No tengamos esta conversación de nuevo, te vas en


unas horas.

Suelta un largo suspiro.

—Tienes razón.

El timbre suena y se levanta de un salto a por nuestra


comida, cojo mi teléfono y voy hasta el baño.

—¿Qué? —contesto lo más fría posible.


Su respiración al otro lado de línea me desespera.

—Estás bien—afirma.

—Sí—susurro.

—Bien.

Y cuelga.

Escuchar de nuevo su voz despierta tantas cosas en mí,


quiero devolver la llamar y seguir hablando con él, pero
también quiero lanzar el teléfono hasta que quede
inservible.

—¡La cena! —exclama Devan llamando mi atención.

Meto el teléfono en el bolsillo de mi sudadera y lavo mi


cara, abro el pequeño armario auxiliar y busco los
antidepresivos.

Saco del frasco el comprimido y lo trago, hasta ahora


esta mediación es la que me está dando menos efectos
secundarios, aunque lo de no poder tomar alcohol...
Bueno, es algo que todavía me cuesta aceptar.

Devan ha colocado todo en la mesa de café que hay


frente al sofá, me siento a su lado y devoramos la
comida en tiempo record.
—Por cierto, te he conseguido una especie de regalo...—
menciona.

—¿Uhm?

—En realidad es una tontería—murmura, sus mejillas se


enrojecen un poco y estoy tentada de sacar una
fotografía de este evento único.

—¿Qué es? —pregunto con una risa.

Se levanta y desaparece un minuto, cuando vuelve tiene


en las manos una mini bolsa de la joyería del centro.

—Espero que lo de dentro no sea de la bolsa, las joyas


no son tonterías—le medio riño.

—Tú solo ábrelo.

Desato el nudo y saco la pequeña caja del interior.

—Devan, es una preciosidad—admito fascinada


mientras cojo el collar entre mis manos.

Las pequeñas alas tienen un diseño delicado y sutil.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para


continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Es una forma de mantenerme cerca de tus tetas a
distancia—explica.

Golpeo su hombro mientras me rio, solo él dice mierdas


como estas en momentos como este.

—No iba a olvidarte, no tenías que regalarme nada—le


aclaro.

—Déjame ayudarte—dice cogiendo el collar, aguanto mi


pelo mientras envuelve mi cuello con el —Sé que no vas
a olvidarme, te voy a dar la lata cada día.

—Es muy bonito, muchas gracias, Dev—murmuro


pasando mis dedos sobre el dije.

—Ya tienes alas, no permitas que nadie te las corte—


demanda plantando un beso dulce en mi frente.

No puede irse.

—Te quiero, Dev, mucho.

Sus ojos brillan escuchando las palabras de mis labios.

—Y yo te quiero a ti, Julliet Collins, siempre.

Esa es la primera noche en siete días que no nos


acostamos ni mantenemos relaciones sexuales, solo
charlamos, reímos y nos abrazamos hasta que la alarma
rompe la perfecta burbuja.

Definitivamente no estoy hecha para las despedidas.

***

Ver al Sr. Henderson de nuevo en clases es tan extraño,


la tensión entre nosotros no ha desaparecido y me
cuesta no perderme en mi mundo de fantasías cada vez
que lo veo.

Demonio coqueto: Hoy un paciente me ha dicho que


quiere casarse conmigo, tienes competencia, Ángel.

Yo: ¿Qué les haces para que te digan esas cosas?

Demonio coqueto: Solo soy yo mismo

Me rio en voz baja, no me puedo creer que haya pasado


solo una semana desde que se fue.

Voy hasta la biblioteca y busco un hueco, desde que la


abrieron tras las vacaciones o llegas de las primeras o
estás perdida para encontrar sitio, la época de exámenes
nos afecta a todos por igual.

Intento ignorar todas las miradas de reconocimiento y


disgusto que me dan el resto de los estudiantes, desde
los videos soy una paria para todo el mundo. Las únicas
personas que se atreven a hablarme son tíos que
quieren meterse en mis bragas.

Lo peor de eso es ver a Nathan de vez en cuando por el


campus, es tutor de algún par de alumnos de último año
por lo que he oído. Sabiendo el cariño que le tiene la
rectora no me sorprende.

Las semanas de enero continúan pasando y el resumen


de mi vida es: Estudiar, estudiar y estudiar.

Reanudo las clases de defensa personal, con tanta danza


que había hecho las últimas semanas estoy más en
forma que nunca.

—¿Alguien ha estado entrenando por su cuenta? Me


estás dejando sin aire, Collins—pregunta Blake con una
sonrisa.

—Solo mucho baile, nada de entreno, aunque...

—¿Qué? —parece realmente interesado.

—No voy a poder hacerlo en un tiempo, me he quedado


sin estudio—hago una mueca.
—La parte superior es un estudio de ballet, si quieres
puedo hablar con la dueña, a primera hora del día no lo
utiliza nadie—ofrece.

—¿En serio? —mis ojos se abren con entusiasmo y no se


que me impulsa a abrazarlo.

No hay quejas, estar en sus brazos es demasiado


caliente.

—Perdona—me disculpo separándome rápidamente.

Se ríe y mi interior tiembla, al final si que acabaré


descargando el maldito Tinder.

—No hay quejas al respecto—contesta con una sonrisa


coqueta.

Oh, Dios, ¿está coqueteando?

¿Blake?

Me desmayo internamente mientras le devuelvo la


sonrisa.

—¿Y crees que aceptará? ¿Conoces mucho a la dueña?

—Demasiado—admite arrugando la nariz.


Mi lado curioso se despierta queriendo saber más del
tema.

—Le pagaré lo que sea, realmente necesito un nuevo


sitio en el que bailar.

—Más tarde le envío un mensaje y te digo que me dice,


¿vale?

Asiento entusiasmada.

—Entonces... ¿te doy mi número de teléfono para que


me puedas decir?

Levanta una ceja con sorpresa y tengo que morder mi


lengua para no decir nada más.

—Uhm, claro, espera, buscaré mi teléfono.

Grito interiormente sabiendo que voy a tener el teléfono


de Blake, aunque es solo por el estudio, nada de
fantasear al respecto, es mi instructor de defensa
personal, solo eso.

Ojalá fuera menos atractivo, eso ayudaría a la causa de


no provocarme fantasías cada vez que tiene su cuerpo
sobre el mío.
—Te escribo más tarde—me promete. —Y ahora a la
ducha, Collins, te hace falta.

Me sonrojo y le enseño el dedo del medio.

—Habla por ti.

—Ese dedo se ha ganado veinte minutos de


calentamiento el próximo día—dice con una sonrisa
malvada.

Sabe que odio correr, maldito.

—Ha sido un calambre—me excuso.

Se ríe con mi respuesta.

—Ten una buena noche.

—Adiós, Blake, gracias por la clase.


80. Lost on You

Tell me that you love me more than hate me all the


time
And you're still mine

—Vale, ¿quién no para de acosarte? —pregunta Devan


en un resoplido.

—¿Eso son celos, Sr. MeGustaCompartir? —le provoco.

Me da una sonrisa triste.

—No es compartir si ya no puedo tenerte.

Un incómodo silencio se forma entre nosotros.

—¿Quieres hacerme llorar? —le riño intentando


mantener la compostura.

Sacude la cabeza, solo han pasado cuatro semanas y se


está haciendo difícil.

—Solo... te echo de menos. Más de lo que pensaba.

—Lo sé, me pasa exactamente lo mismo.

— ¿Cuándo vendrás a probar una buena


salchicha  alemana?
Me rio por el tono descarado que utiliza.

—¿Qué tal si paso allí unas semanas después de que


termine el curso? Puedes ser mi guía turístico.

—Voy a anotarlo en el calendario y empezar la cuenta


atrás, un momento—dice levantando un dedo con
dramatismo que me provoca más carcajadas.

Mi teléfono continúa vibrando por la entrada de


mensajes y Devan enarca la ceja con interés.

—¿Y bien? ¿Quién es mi competencia?

—Estoy hablando con Sam...y Blake—lo último lo digo


por lo bajo.

—¿Con quién? No hables entre dientes que no se te


entiende.

Carraspeo y digo de nuevo su nombre.

—¿Pierson? —repite con asombro—Pensaba que no se


atrevería.

Mi frente se arruga con esa información y me acerco


más a la pantalla para mirarlo.
—¿Cómo que pensabas que no se atrevería? ¿A qué te
refieres?

Devan pone los ojos en blanco.

—Esta claro que está coladito por ti.

—Eso piensas tú de todo el mundo, pero las cosas no


son así, Dev, no le gusto a medio plantea tierra—aclaro
rodando mis ojos.

—No, estoy seguro de que debe ser a un ochenta por


ciento del planeta, y al otro veinte no lo entiendo—niega
la cabeza.

Entro a mi apartamento y dejo el teléfono sobre el


recibidor, tiro de mi chaqueta y de repente una música
clásica de striptease empieza a sonar.

Devan apoya su cabeza en sus manos y me mira


ensimismado.

—¿Esa música la has puesto tú? —pregunto conteniendo


una risa.

—Shhh, tu sigue con lo que estabas—me alienta.

—Esto es apto para todos los públicos, nene—aclaro


trasladándome a la cocina.
—Prefería ver el striptease y no como quemas tu cena—
protesta haciendo un puchero que lo hace lucir
irresistible.

—Siempre puedes cortar la llamada—le reto.

—No, algo es algo—suspira. —¿Cómo ha ido el examen


de hoy?

Él también está terminando de comer, se siente casi


como si cenáramos juntos a diario.

—No estoy segura—muerdo mi labio—Es de los últimos


y tengo la sensación de que los he estudiado menos.

—Ya, y luego cuando te pregunte la nota me dirás "al


final no me fue tan mal, he sacado un nueve", odio a ese
tipo de personas, Ángel, pero bueno, siempre hay
excepciones, como tú. Ahora que lo pienso...no me
desvíes del tema, ¿qué pasa entre Pierson y tu?

—¿Qué pasa de qué?

—¿Ahora os mensajeáis? ¿Habéis follado ya? —pregunta


relamiéndose uno de los dedos.

—Eres tan vulgar siempre...


—Podría recitarte unas cuantas vulgaridades que han
salido de esa preciosa boca tuya.

Me sonrojo al recordar unas cuantas y niego la cabeza.

—Solo nos estamos conociendo—aclaro.

—Ajá, ajá, hay muchas formas de conocerse. Mi favorita


es la que no implica ningún tipo de ropa.

—Eres incorregible—bufo.

Alguien llama al timbre de Devan y clavo la mirada en la


pantalla.

—¿Quién es?

—Mi cita de hoy, habíamos quedado hace diez minutos


—explica.

—¿Estás llamándome, teniendo una cita?

—Más o menos...

—¡Devan! Podríamos no haber hablado hoy, con los


mensajes de texto ya es suficiente.

—Ya dije que eran sagradas las videollamadas.

—Anda, cuelga y diviértete—le ordeno.


—Sí, ama.

Antes de pueda decirle algo me lanza un beso y termina


la llamada.

Esa noche, me es imposible conciliar el sueño, no paro


de dar vueltas en la cama con miles de pensamientos en
mi cabeza que me impiden cerrar los ojos.

Tal vez, si estuviera muy cansada...

Mi mano recorre superficialmente mi vientre, continúa


descendiendo y las fantasías invaden mi mente,
proyectando con tal realidad diferentes escenarios que
noto como empiezo a excitarme.

No hay un rostro definido, solo un cuerpo grande y


musculado que me lleva al delirio constantemente. A
veces los brazos están tatuados, otras no, a veces me
ordena que haga cosas, otras me venera.

Mi respiración se acelera, la tensión de mi cuerpo se


concentra en un punto especifico. No sé que me sucede,
pero por mucho que insista y fantasee no puedo
alcanzar el orgasmo.

Gruño frustrada contra la almohada y salgo de la cama.


Ahora estoy caliente y parece que no hay forma de
poder remediarlo.
***

Cuando ya no tienes una reputación que mantener, las


decisiones que tomas pueden ser tan estúpidas que el
momento de tomarlas ni siquiera te lo parecen.

Dejo la nota doblada sobre la mesa del Sr. Henderson y


me siento en primera fila, justo delante de su escritorio.

El aula, a diferencia de otras veces, no está repleta de


alumnos. El motivo de este suceso recae en que esta
clase no es una clase normal, se trata de un repaso
previo al examen final y algunos rezagados han decido
no venir.

Varios alumnos protestaron sobre el profesor sustituto


de Andrew y él se ha ofrecido a hacer dos clases de
repaso antes del examen.

Esta es la segunda y última clase.

Y aquí estoy yo, con la estúpida falda sin ropa interior


bajo ella.

¿Me arrepentiré de ello más tarde? Seguramente, pero


ahora no me importa.
Lo único que me importa es ver su rostro al percatarse
de que estoy cumpliendo su fantasía.

Para que negarlo, desde que confesó su fantasía aquella


noche, se había convertido en mía.

El timbre suena y Andrew entra al aula, cerrando la


puerta con fuerza detrás de él.

—Buenos días—murmura en general para toda la clase.


—Repasaremos del temario doce al catorce, he
resumidos los puntos clave en diapositivas que tenéis
disponible en el Moodle, para acceder a ellas tendréis
que utilizar un código que escribiré en la pizarra,
intentad tomar nota porque al finalizar la clase volverán
a estar en oculto.

Nos está haciendo una especie de regalo a los alumnos


que hemos decidido acudir presencialmente.

Abro el portátil y entro en mi sesión, mantengo las


piernas cruzadas todo el tiempo, mi pie se mueve de un
lado al otro con nerviosismo.

El Sr. Henderson escribe el código en la pizarra y se


sienta en su escritorio, me da una mirada rápida de la
que soy plenamente consciente.
Cuando repara en mi falda el fuego es evidente en sus
ojos, la tensión se dispara por mis venas, la necesidad
que siento es prácticamente dolorosa.

Le está dando un sorbo a su café cuando despliega la


nota, sus ojos se abren con asombro y empieza a toser
cuando se atraganta.

Algunos alumnos contienen la risa, se ha tirado un poco


de café sobre su perfecta camisa blanca.

Dobla la nota y la mete en su bolsillo, muerdo mi labio


con culpabilidad, se me ha ido de las manos y no debe
hacerle ninguna gracia.

Quiero ocultar mi cara detrás de la pantalla de mi


ordenador y no mirarlo por el resto de la clase, pero me
doy cuenta de que en ningún momento me mira.

Tal vez está muy muy cabreado.

—Tengo que atender una llamada importante,


disculpadme un momento—comunica sacando su
teléfono del bolsillo.

Varias personas cuchichean mientras abandona la sala,


la verdad es que se toma literal el momento, porque en
un abrir y cerrar de ojos vuelve a entrar a la clase.
Descubro que no ha ido a realizar ninguna llamada
cuando la vibración me hace apretar los muslos.

Empieza a hablar de términos generales e intento anotar


cada palabra que dice, pero estoy demasiado distraída
con el juguete en mi interior.

Me recoloco en la silla un par de veces y tengo que


morder mi lengua para no gemir en medio de la clase.

—No hay nada mejor que leer los conceptos en voz alta,
ayudan con proceso de memorización. Así que estos
puntos los leeréis vosotros—coge la lista que tiene sobre
el escritorio—Porque no empieza... ¿Srta. Collins?
¿Podría leer la diapositiva?

Una sonrisa desafiante adorna su rostro y quiero


morirme, ¿quiere que hable en voz alta mientras eso
continúa haciendo su magia?

Los compañeros que tengo a los laterales se voltean


para mirarme y la sangre se concentra en mis mejillas.

—No tenemos toda la mañana, Srta. Collins—me


presiona.

Se sienta en su escritorio y apoya su cabeza sobre sus


dedos entrelazados.
La venganza es una mierda, pero dos pueden jugar al
mismo juego.

Descruzo mis piernas y sus ojos se pierden en segundo


bajo mi pupitre.

Carraspeo e inspiro con profundidad, tomando todo el


aire posible.

—Podría hablarse de Historia Jurídica de juristas y de


Historia Jurídica de historiadores.—mi voz suena
demasiado grave—La primera se escribiría para obtener
datos... e interpretaciones que puedan ser útiles...—la
vibración de mi interior se incrementa y mi respiración la
iguala—...para resolver controversias jurídicas. La segunda
trataría

Mis ojos se sienten pesados, estoy tan cerca de estallar


que me cuesta mantener la concentración. Las palabras
se ven difuminadas y me toma todo en mí focalizar la
mirada en la pantalla.

—...de obtener nuevos datos o interpretaciones para


avanzar en el conocimiento del pasado.—mi dedos
aprietan con fuerza la pequeña mesa del pupitre—Tanto
una como otra son disciplinas legítimas, pero no
necesariamente coincidentes.
—Srta. Carson, prosiga usted—ordena pasando la
diapositiva.

Junto mis piernas con ímpetu, entierro mi cara en mis


manos mientras el orgasmo saquea mi cuerpo, cuando
levanto la mirada la noto vidriosa, veo a un borroso Sr.
Henderson con una sonrisa divertida y la vibración se
detiene abruptamente.

Gracias a Dios.

Estiro el plisado de la falda, atrayendo de nuevo la


mirada de mi querido profesor.

No sé que más dicen el resto de los compañeros que


leen en voz alta, estoy todo el rato observándolo a él;
consciente de cada uno de sus movimientos, de sus ojos,
de su perfecta boca...

El timbre sacude mi fantasía haciéndome volver a la


realidad, mis piernas todavía se sienten debilitadas por
el orgasmo por lo que permanezco completamente
quieta mientras todo el mundo se apresura a salir.

No tenemos ninguna otra clase, y los alumnos están


desesperados por acabar de repasar antes del último
examen.
Finjo no estar nada alterada y guardo todo muy
lentamente en mi mochila, cuando el último alumno
abandona el aula me pongo en pie.

La humedad en mi entrepierna resulta un tanto


incomoda con cada paso que doy.

—Cierra la puerta, Julliet—ordena extendiendo su pase


acreditativo electrónico.

Oculto una sonrisa de satisfacción y me acerco a la


puerta para pasar la tarjeta por el lector, cuando
escucho el sonido de bloqueo la emoción crece en mi
interior.

—¿Sabes que se hace con las alumnas que tienen una


mala conducta, Julliet? —pregunta concentrado en los
papeles de su mesa.

—No, señor—muerdo mi labio.

—Claro que lo sabes, pero es precisamente lo que


quieres, ¿verdad? —ladea su cabeza y me mira con
intensidad—Que te castigue—apoya las manos en el
escritorio mientras se levanta, sus brazos ven tan tensos.

Totalmente comestible.

Doy pasos vacilantes hasta quedar frente a él.


—Yo solo quería cumplir su fantasía, señor—murmuro
lamiendo mis labios secos.

Estira su mano y acaricia el labio que acabo de


humedecer.

—¿Sabes que esta clase por la tarde se utiliza para


impartir Arquitectura? —pregunta.

Niego la cabeza.

—Es un dato interesante para tener en cuenta, mira la


cantidad de material que tienen.

Abre uno de los cajones y arroja un montón de reglas de


madera enormes sobre su mesa, trago con fuerza
mientras las miro con atención.

—Elije una—ordena arremangándose los puños de la


camisa.

Hay diferentes estilos, me pregunto que podrá hacer con un


semicírculo...

Decido ser clásica y cojo la regla recta de toda la vida del


señor.

—Sobre mi regazo, Julliet.


No me da tiempo ni a parpadear cuando ya estoy
recostada sobre sus muslos, mi abdomen se siente
presionado y su erección se clava con fuerza en mi
vientre.

Lo necesito con desesperación arremetiendo en mi


interior.

Las yemas de sus dedos recorren el límite de la piel que


cubre mi falda lentamente, voy a pedir más cuando sus
manos acarician y amasan mi trasero.

Continua por la parte interna y sus dedos tiran del


vibrador remoto, haciendo que jadee.

—Este juguete es peligroso en tus manos, míralo, todo


empapado. ¿Es por mí?

Me pongo roja mientras asiento.

—No creo haberte dicho que estés callada, pero


hablarás en susurros, no quieres que nadie te escuche
ahí fuera, ¿verdad? —pregunta.

—No, señor—murmuro.

Dios lo echaba tanto de menos esto.


—Lo guardaré para que no vuelva a ser objeto de
tentación, límpialo con la boca.

Muerdo mi labio con reparo, no es la primera vez que


pruebo mi propio sabor, pero hacerlo del juguete me
sonroja.

Aparta el pelo de mi cara mientras lo presiona contra


mis labios, mi lengua lame la viscosidad que lo cubre,
cuando termino lo guarda en su bolsillo.

—Muy bien, ahora déjame probar—indica


incorporándome para besarme con vehemencia.

Su lengua se enrosca con la mía arrancándome un


gemido que vibra en nuestras bocas, sus labios están
ligeramente hinchados y rojos cuando se aparta.

Tan tentadores.

Me vuelve a colocar boca abajo sobre su regazo y levanta


mi falda por completo, exponiendo mi trasero.

La regla de madera impacta con un chasquido al golpear


mis nalgas, mi cuerpo se tensa y cuando me acaricia con
la mano me vuelvo a relajar.

Repite esta acción seis veces más, haciéndome contarlas


en voz baja. Mis ojos contienen las lágrimas de dolor,
pero se siente tan bien que mis caderas se elevan
inconscientemente pidiendo más.

Cuando se cansa tira la regla y me sienta sobre el borde


del escritorio, no tarda ni cinco segundos en
desabrochar mi blusa y tirar de mi sostén.

Baja la cabeza y tira de mi pezón con su boca, lo chupa


con fuerza volviendo completamente sensible y mis
manos se enredan en su pelo para no apartarlo de ahí.

Se siente tan bien su boca sobre mi pecho que creo que


podría llegar solo con eso, cuando mi mirada se posa en
él y veo su lengua rodeando mi pezón me quedo sin aire.

Su nariz roza el espacio entre mis pechos, continúa


bajando, plantando besos por todos lados.

Sus manos van desde mis rodillas hasta el interior de


mis muslos, abriéndome por completo.

Cuando noto su lengua sobre mi no puedo evitar gemir


con fuerza, me agarro con tal intensidad al filo del
escritorio que pierdo la sensibilidad de mis dedos.

Mis piernas lo rodean, impidiendo que nunca más se


mueva de allí, su respiración contra mi sexo me estaba
volviendo ansiosa.
—Oh, por favor—suplico con necesidad.

Su pequeña risa hace vibrar mi cuerpo, voy a implorarle


cuando noto su lengua contra mis pliegues, recoge toda
la humedad y se concentra en mi clítoris.

Lo rodea, tira de el, lo lame, provocándome un gemido


tras otro.

Cuando su dedo se cuela en mi interior, saliendo y


entrando de forma rítmica, me tapa la boca con su otra
mano amortiguando el grito que escapa de mis labios.

Mi segundo orgasmo me golpea con tanta fuerza como


el primero, dejándome fuera de combate unos
segundos.

Recuesta mi espalda por completo sobre su escritorio,


algunas cosas caen al suelo, pero no les prestamos la
mínima importancia. Me coge de las piernas,
empujándome hacía él al mismo tiempo que me embiste
profundamente.

Mis ojos se quedan prácticamente en blanco, su tamaño


a primeras siempre es difícil de asimilar, lo noto tan
grande, como si pudiera romperme con facilidad.

Se siente tan bien, es tan increíblemente increíble que


me faltarían increíbles para describirlo.
Mi mano agarra en un puño la parte posterior de su
camisa, su mirada es tan penetrante como él mismo y no
puedo resistir la tentación de perderme en sus labios.

Su boca es el cielo, o tal vez el infierno, sea cual sea de


las dos no me importaría pasar la eternidad allí.

Noto como mi cuerpo se sacude con su movimiento, mis


caderas se levantan para recibirlo cada vez que se
entierra por completo.

El olor almizclado de nuestro deseo impregna el


ambiente haciéndome perder la cabeza, eso sumado al
ruido de su cuerpo chocando con el mío se convierte en
un escenario totalmente excitante.

—Quiero que te corras al mismo tiempo que yo, Julliet.

Mi mirada se siente pesada mientras asiento con


obediencia, aunque estoy demasiado cerca para
prometer nada.

La construcción de mi orgasmo se vuelve insoportable,


necesito dejarlo ir, clavo mis uñas profundamente en su
trasero y gruñe por lo bajo.

—Acaba conmigo—ordena con voz grave.


Mis músculos se contraen a su alrededor de forma
espasmódica, dejo de respirar unos segundos mientras
lo noto completamente rígido descargando en mi
interior.

Me siento sin fuerzas, como si toda la energía hubiera


abandona mi cuerpo de forma repentina.

Abotono mi camisa y Andrew me da una sonrisa


ladeada.

—Es usted adictiva, Srta. Collins.

Me rio tontamente y voy a contestar cuando el sonido


del desbloqueo de la puerta nos tensa a ambos.

—Muchas gracias Sra. Howe, estoy seguro de que debe


de estar aquí el carga...—su frase queda suspendida en
el aire cuando tanto la alumna como la secretaria nos
miran boquiabiertos.

Todo el mundo se queda petrificado en el lugar mientras


pasan los segundos.

—Oh Dios mío—murmura la Sra. Howe tapando su boca.

No sé si la impresión se debe al tamaño que guarda


Andrew en sus pantalones o a que lo haya pillado
conmigo.
Probablemente ambas.

—Sr. Henderson—farfulla escandalizada.

Andrew se mantiene sereno, por lo menos uno de los


dos lo hace porque yo estoy entre reírme histéricamente
o llorar.

Espero que ninguna.

Mis manos tiemblan mientras bajo mi falda.

—¿Así es como te aseguras el aprobado? —se ríe con


burla la chica.

No sé su nombre, se suele sentar en tercera fila y nunca


hemos hablado, sí sé que suele estar junto a un par de
chicos de clase que han intentado "grabar su propio
video conmigo".

—Su comentario es totalmente inadecuado, Srta.


Yverson —dice Andrew con seriedad.

—¿No lo es también follarse alumnas, Sr. Henderson? —


pregunta con inocencia batiendo exageradamente sus
pestañas.

Andrew aprieta la mandíbula con fuerza, estamos en un


buen lío.
—Sr. Henderson, como comprenderá debo reportar la
situación a la dirección del campus—dice la Sra. Howe
con incomodidad.

—Lo entiendo, la acompaño y admitiré lo ocurrido.

—No—lo interrumpo.

—Hablaremos de esto más tarde, Srta. Collins.

—No es lo que parecía, yo le he obligado a...—empiezo a


explicar con nerviosismo.

—Obviamente no hagan caso de ninguna palabra que


salga por su boca, aceptaré toda la responsabilidad de lo
sucedido—me corta.

—Andrew, no, no puedes...

Me ignora por completo y se marcha junto con la


secretaria.

Ahora es el momento de enloquecer, de pensar la


irresponsabilidad que acabo de cometer, lo imprudente
y estúpido que ha sido.

—Te acabas de cargar al único profesor que valía la


pena, espero que el polvo te haya valido la pena para
acabar con su carrera, zorrita—murmura mi compañera
pasando por mi lado.

***

Intento hablar con Andrew los siguientes días, lo único


que se limita a decirme es que está intentando
solucionarlo y que ya contactará conmigo, por lo que me
hundo en la culpabilidad.

Me siento tan tonta que no soy capaz de decírselo a


Devan.

—Lo he arruinado todo, una vez más—suelto una risa


sarcástica.

—¿Qué habíamos hablado sobre manifestar este tipo de


pensamientos de forma negativa? —pregunta Luca.

Me levanto de un salto, cuando estoy nerviosa no puedo


estar quieta, necesito caminar.

Voy de un lado a otro por el pequeño espacio de su


consulta, mi terapeuta me sigue con la mirada todo el
tiempo.

—¿No lo ves? Primero fastidio el trabajo soñado de mi


mejor amigo, y ahora voy a hacer que despidan a mi
profesor y Dios sabe que más.
Luca se levanta y se sienta en mi diván, hace eso siempre
que quiere dejar de lado la sensación de rol-terapeuta
por lo que suspiro imaginando que me va a decir.

—¿Eso crees? Vamos a intentar verlo de otra forma,


olvídate de todo por unos segundos y presta atención a
lo que voy a decirte.

Interrumpo mi caminito histérico y recuesto mi espalda


en la pared, fijando mi mirada en él.

—Conozco a una persona, una mujer joven que no tiene


ningún compromiso con nadie y está explorando su
sexualidad de forma consensuada y protegida.

—Luca, no...—lo interrumpo.

—Déjame explicarte la historia, no pienses en ti, solo


escucha la historia en tercera persona, Julliet.

>>Esta chica ha tenido sexo con diferentes personas, sin


su conocimiento ni su autorización se filtraron unos
vídeos explícitos de ella manteniendo relaciones
sexuales con algunas de estas personas. ¿Cuál es el
crimen? ¿Realizar una practica tan común y antigua
como nuestra propia existencia?

>>No lo sabía, no lo podría haber imaginado, no hizo


nada malo y desde luego no es culpa suya. Alguien quiso
hacerle daño, y esa persona es la única responsable de
todo esto.

Limpio con mi manga la lágrima solitaria que recorre mi


mejilla, tragando el nudo que se forma en mi garganta.

—Con todo el remordimiento que sientes Julliet, no


mereces ponerte más peso sobre los hombros.

—Pero lo de Andrew...Yo...—no sé ni que decir.

—¿Acostarte con tu profesor en el aula ha sido una mala


decisión? Seguramente, no es ético y probablemente
haya alguna repercusión al respecto, pero no fue
únicamente tu decisión, fue cosa de dos. Ambos sois
igual de responsables de lo que pasó.

—Soy estúpida—replico.

Luca entrecierra los ojos cuando me escucha, se levanta


y busca algo en su escritorio.

—Quiero que escribas y leas en voz alta la siguiente


oración: "Soy una persona humana, que, a veces, toma
decisiones desacertadas, pero todos nos equivocamos y
aprendemos de ello."

Mi frente se arruga.
—¿Cómo si fuera un castigo de escuela?

Suelta una risa jovial.

—Diez veces, y mientras lo escribes lo repites en voz alta.

Le hago caso sintiendo tonto el ejercicio, pero admito


que cuando salgo de la consulta no me siento tan mal.

***

El sábado Blake me invita a un local a tomar algo con él y


un par de amigos suyos, no he sabido interpretar la
invitación puesto que no es realmente una cita si están
sus amigos.

Cuando llego allí estoy nerviosa, lo de conocer gente


nunca sabes como va a funcionar.

—Julliet, estos son Marcus, Elena y Grayson.

Me siento un poco tímida puesto que ellos deben rondar


la edad de Marcus, es decir al menos unos diez años
más, pero rápidamente me integran en el grupo.

Grayson coquetea como loco todo el tiempo conmigo, lo


que provoca unas miradas interesantes por parte de
Blake hacía él.
—Tienes la edad para beber ¿no? —pregunta Marcus
cuando llega con las bebidas.

Miro con anhelo las bebidas alcohólicas que toman


mientras bebo mi simple refresco.

—En unas semanas cumplo veintidós—aclaro


sintiéndome de prescolar. —Es solo que no tengo ganas
de tomar ninguna copa hoy.

—¿Y como os conocisteis tú y Blake? —pregunta Grayson


enfocándolo con la parte superior de su botellín de
cerveza.

—Es mi instructor de defensa personal.

—Y es muy buena, así que cuidado con ella—advierte


Blake con una sonrisa.

Me gusta la confianza que se está desarrollando entre


nosotros, en algún momento de la noche me saca a la
pista de baile y ese es mi lugar feliz.

Coge mis brazos para que le rodee el cuello con ellos,


cuanto más cerca están nuestros cuerpos siento la
temperatura del lugar subir.

Bailamos juntos tantas canciones que pierdo la noción


del tiempo.
Su rostro parece estar cada vez más cerca del mío y
siento un nudo en el estomago.

—¿Crees que estamos cometiendo un error? —pregunto


en un susurro cuando sus labios están a milímetros de
los míos.

—Seguramente—afirma asintiendo con convicción antes


de besarme.

Esta bien, es bueno besando, hay un poco de chispa


entre nosotros, pero no puedo evitar pensar que algo se
siente incorrecto.

Algo no, alguien.

Me empujan con fuerza haciéndome tropezar, Blake me


sujeta por los hombros para impedir que me coma el
suelo.

—Mi error, no os había visto—se excusa alguien con


tono soberbio.

El aire abandona mi cuerpo, no puedo creerme que esté


aquí.

—¿Que tal unas disculpas? Imbécil—le contesta Blake


con enfado.
Él me mira fijamente, sacudiendo mi mundo por
completo.

—Lo siento, nena—murmura Kaden con una gran


sonrisa de lado a lado.

81. Hoy Ya No

Cuánto amor te atreviste a prometer


Sin saber lo que vendría después
Mi dolor
Tu dolor
—¿Lo conoces? —pregunta Blake cuando Kaden
desaparece entre la multitud.

—Trabajamos juntos en Mala—explico con los


pensamientos completamente desconectados de todo.

—Parece bastante... ¿estás bien?

—Necesito ir un segundo al baño—me excuso.

¿Estará con Bonnie?

¿Qué hace aquí?


Me siento mareada por la cantidad de sentimientos que
me golpean de forma tan repentinamente.

Lavo mi cara varias veces y echo un poco de agua fría


sobre mi nuca.

—¿Estás teniendo una buena noche?

No me atrevo a mirarlo, temo que acabe perdiendo el


sentido común por el magnetismo que le rodea.

—Estaba—aclaro haciendo una bola con el papel que


seco mis manos.

—Las cosas siempre se pueden poner mejor.

Su voz, su voz es tan peligrosa.

Todo en él invita a pecar.

No, no, no.

—¿Qué quieres, Kaden? ¿La última vez no dijiste que era


la última vezque ibas detrás de mí? —mi voz suena firme,
pero me estoy engañando a mi misma.

Lo quiero.

Dios mío.
Lo quiero.

—Parece que el destino te empuja a mis brazos—da un


paso hacía mí.

—Más bien el que estaba empujando a alguien eras tú—


le encaro.

—Puedes hacerlo mejor que con Don Musculitos, Juls—


sonríe.

—¿Con quién? ¿Con Bonnie, por ejemplo? —mis palabras


suenan envenenadas.

Creo que saca lo peor de mí.

La sonrisa superficial se borra rápidamente de su rostro.

—No tienes ni puta idea de lo que estás hablando—


masculla.

—No, no la tengo, y ahora si me disculpas.

Apoya su brazo contra el marco de la puerta


interrumpiendo mi paso.

—Aparta—demando.

—Bésame y apartaré la mano—su tono provocativo me


altera.
Una risa de incredulidad escapa de mis labios. ¿Por qué
todo es tan loco cuando se trata de él? ¿Me habla así y
ahora quiere un beso? No tiene sentido.

—Estás completamente loco, no voy a besarte. Te odio,


Kaden—mis palabras suenan tan falsas que ni yo me las
creo.

—No me odias a mí, te odias a ti por quererme tanto,


nena.

De mis ojos saltan chispas de furia y estoy perdida


cuando clavo mi mirada en la suya.

—Lo único que quiero es que te alejes de mí.

Inclina su cabeza y contengo la respiración.

—¿He escuchado que me acerque? —una sonrisa


arrogante adorna ese rostro demasiado perfecto para
ser real.

—No—aclaro empujando su pecho.

Oh, no.

Tan duro y terso bajo mi mano.

Tocarlo es peligroso.
—Vamos, si tanto me odias no significará nada este
beso. Un beso inocente a cambio de tu libertad.

El concepto inocencia no existe a su alrededor.

—No pienso participar en ninguno de tus jueguecitos—le


aclaro.

Levanta una ceja con arrogancia.

—¿Temes lo que pueda desatar? ¿Qué no puedas parar?


¿Qué luego, inconscientemente, toques tus labios
reviviendo lo placentero que ha sido? —la última
pregunta la hace en un susurro que altera por completo
mi ritmo cardíaco.

Me cruzo de brazos, con impaciencia.

—¿De verdad te crees tan memorable? —ruedo los ojos.

—Tengo tooooda la noche—dice mirando sus uñas con


interés.

—No quiero tener a tu noviecita usando mi coche de


saco de boxeo, aparta, Kaden.

—No tienes que preocuparte por ella—asegura.


—Permíteme que me lo cuestione—resoplo.

Alguien golpea la puerta al otro lado con impaciencia.

—Déjame salir—insisto.

—¿Por qué? Ni siquiera parecías estar pasando un buen


rato.

No entiendo porque lo he echado de menos si me saca


de quicio.

—¿Me estabas espiando? ¿Qué haces aquí de todas


formas?

—Es imposible no mirarte cuando estas en el mismo


lugar que yo, nena.

Sacudo la cabeza, intentando cortar el encantamiento en


el que parece tenerme.

—Estoy cansada Kaden, ¿puedes actuar como alguien de


tu edad y moverte de una vez? Se debe estar formando
cola fuera.

Estira la mano y sus dedos acarician la curvatura de mi


cuello, cuando deja su mano contra mi clavícula me
pregunto si puede notar lo rápido que late mi corazón.
—Vas a volver a mí, puedes engañarte todo lo que
quieras Julliet, pero ambos lo sabemos.

Su rostro cada vez esta más cerca del mío y quiero


apartarme, pero mi cuerpo permanece clavado en el
lugar, como si no pudiera moverme.

Quiero besarlo, quiero besarlo tanto...

Siento su cálida respiración contra mi cara, sus labios


entreabiertos son una invitación tan tentadora.

Solo un beso.

Mis ojos se cierran cuando su boca presiona la mía, el


simple roce desata el deseo de cada molécula de mi
cuerpo.

Lo necesito, una necesidad física real que me empuja a


envolver mis brazos alrededor de su cuello para atraerlo
con más fuerza.

Su espalda choca con la puerta y sus manos están por


todas partes, me siento tan viva como nunca, algo que
me recuerda a porque me fui con él por primera vez.
Kaden me dijo un día que nuestros cuerpos estaban
hechos para estar juntos, y en este preciso momento no
puedo negar lo evidente y certero que es.

Sus labios son tan demandantes como él, me encanta


como su lengua reclama la mía, sabe exactamente que
hacer para convertirme en masilla en sus manos.

Me deja sin aliento, cuando separo mis labios hinchados


de los suyos veo algo en sus pupilas que no había
notado antes y me desconcierta.

—¿Estás drogado? —pregunto confundida.

No responde los primeros segundos y luego se ríe.

—No te pongas de ese modo, a veces pasarlo bien no


esta mal, ¿sabes?

Mi ceño se frunce por el tono despreocupado que utiliza.

 ¿A veces? ¿Desde cuando hace esto?

—No es una broma este tema, Kaden—algo aplasta mi


pecho.

 ¿Preocupación?
—No es necesario ponerse así, nena, en las fiestas es
normal que la gente consuma. Relájate.

—¿Qué me relaje? ¿Sabes la mierda que hace eso en tu


sistema?

—Claro que lo sé, no tienes que preocuparte, es solo un


poco de diversión.

No sé porque me siento tan decepcionada por su


respuesta porque no soy el mejor ejemplo cuando se
trata de enmascarar la mierda que rodea tu vida.

—Ya has tenido tu estúpido beso, ahora aparta.

Retira el brazo y coloco la mano sobre el manillar.

—Ya sabes donde encontrarme—afirma con una


seguridad que me hace dudar de mi misma.

Cuando vuelvo con Blake siento que todo se ha


arruinado, porque solo hay una persona que ocupa mi
mente.

Esa es la primera noche que estoy tentada de ir a


buscarlo.

***
Cuando veo a Jared sentado en la silla mirando unos
papeles me quedo complemente descolocada, pensaba
que Andrew quería hablar conmigo, a solas.

—Buenas tardes, Srta. Collin—me saluda Jared cuando


cierro la puerta.

—Toma asiento, por favor—indica Andrew.

No me gusta nada la expresión de su rostro, la


adrenalina se dispara por mi sistema tensando cada
músculo de mi cuerpo.

—No quiero ir con rodeos, tienes todo el derecho a tener


la información de la que disponemos así que creo que es
importante que veas esto—murmura Andrew
extendiéndome un sobre.

Mis manos tiemblan ligeramente mientras lo vuelco


sobre la mesa, las fotos se esparcen por el escritorio.

Mi corazón se salta varios latidos asimilando las


imágenes.

Es Sam.

Sam con Nathan.

Esto tiene que ser una pesadilla.


Una de la que espero despertar pronto.

—Es la Srta. Samantha Acosta, sois amigas, ¿cierto? —


pregunta Jared—Lo desconocía por completo, Andrew
me lo ha notificado hoy, me hubiera ahorrado mucho
tiempo esa información.

En una de las fotos se están besando mientras él toca el


interior de sus muslos.

Quiero arrancarme los ojos, y a él las manos.

Las piezas empiezan a caer en mi cabeza, una tras otra.

Lexie.

Taylor.

Sam.

Oh, Dios, ese enfermo va a por todas las amigas que


tengo.

¿Por qué? ¿Qué clase de persona retorcida...?

—¿Quién hace estas fotos? —me siento mareada, como


si en cualquier momento me fuera a desmayar.
Jared y Andrew se miran entre ellos.

—Tenemos un investigador privado siguiéndolo.

Veo la fecha en el lateral de la imagen y las nauseas


suben por mi garganta.

—Sam salió el veintinueve de diciembre, me dijo que...


me dijo que no recordaba nada—mis ojos se empañan—
Fue lo mismo que me dijo Taylor.

Me cuesta respirar.

—Ellas se van voluntariamente con él, las lleva un motel


y las devuelve en Uber a sus domicilios—explica Jared.

Me llevo una mano a la boca, la noticia no para de ser


demasiado impactante.

—¿Abusa de ellas? —pregunto en voz alta temiendo la


respuesta.

Las palabras de Sam diciendo lo mucho que le dolía el


cuerpo se repiten en mi cabeza.

No puede ser real, no puede ser real.

Esto es solo un mal sueño, uno de esos en los que él me


hace sentir culpable.
—No tenemos pruebas de ello, Julliet—aclara Jared
carraspeando la garganta—Creemos que utiliza algún
tipo de droga, lo más probable es que sea BDEA.

No soy experta en drogas, pero eso no lo he escuchado


en mi vida.

—¿BDEA? —repito confundida.

—Es una modificación química de la escopolamina, algo


muy caro y relativamente reciente en el mercado negro.
Solo conozco rumores de fiscales que están intentando
indagar más sobre el tema, es tan fácil de camuflar y tan
difícil de detectar que es perfecta para el crimen—
explica Jared.

—¿Qué hace esta droga?

—Anula la voluntad de la víctima, haciendo que deje de


presentar tanto resistencia física como psicológica.
Podrías decirle a alguien que saltara a las vías del tren y
lo haría.

Necesito aire fresco.

—También tenemos entendido que deja secuelas;


reducción de la concentración, ansiedad, perdida de la
capacidad de atención, amnesia a corto plazo, aislamiento
social... No tienen porque darse todas ellas, ¿te son
familiares con tus amigas? —me pregunta Andrew.

No quiero escuchar más, no quiero escuchar nada más


de lo que tengan que decir. Necesito borrar esta última
hora de mi vida.

Andrew se levanta, llegando hasta mi lado, se agacha y


me mira mientras coloca una de sus manos en mis
rodillas.

—Julliet... ¿Es posible que lo haya hecho contigo alguna


vez? He estado revisando las conversaciones, dices que a
veces no recordabas...

Niego la cabeza frenéticamente.

—Es imposible, no, imposible—aseguro mientras mi


pecho sube y baja con rapidez.

—Apenas recuerdas vuestra primera relación sexual—


me recuerda, suena tan tenso.

—Bebí alcohol, por eso me cuesta recordarlo bien, fue


hace muchos años, seguro que en su momento sí lo
recordaba mejor.

Su mirada de incertidumbre me pone enferma.


No quiero ni pensar en ello.

No puedo pensar en ello.

—Tenéis que hablar con ellas, ¿no? —mi voz se quiebra


mientras hago la pregunta.

—Jared se encargará de ello.

—¿Es posible que recuerden? Si les mostráis las


imágenes...—pregunto con voz temblorosa.

No sé si es mejor vivir en la ignorancia o recordar algo


tan horrible y espantoso.

—Lo más probable es que no.

Y en ese momento necesito confesarlo.

—Lexie recuerda que él la ha...

—¿Lexie? ¿Tu amiga? —pregunta Andrew y asiento.

A él le he hablado mucho de ella, así que está al tanto de


su situación actual.

—No tendría ningún tipo de validez su testimonio


estando en una institución mental, ¿verdad?—murmuro
con pesar.
Tanto Jared como Andrew hacen una mueca.

>>Pero no tiene ninguna patología mental que altere la


distorsión de la realidad, solo, solo...

—Julliet, confío plenamente en tu palabra, pero ¿no la


operaron hace unos meses por una neoplasia cerca del
hipocampo?—me interrumpe Andrew.

Me asombra lo bien que recuerda cada cosa que le he


dicho.

—No vamos a descartarlo, pero tal vez en su situación


no es lo más conveniente...—valora Jared.

Tiene razón, pero no puedo seguir permitiendo que...

—Todavía no podemos demostrar si quiera que es lo


que está haciendo, es solo una suposición, una muy
grave, debemos abordar el tema con delicadeza, y pese a
que tenga relación con lo que te sucedió, esto sería una
nueva acusación llevada por la fiscalía—continúa
diciendo.

No sé en que momento he empezado a llorar, pero


cuando froto la palma de mi mano contra mi ojo noto la
humedad.
Desearía ser capaz de controlar el tiempo, de haber
tomado otras decisiones, me arrepiento tanto...

Cuando Jared se marcha Andrew me abraza por un largo


rato, no me dice nada porque no hay nada que pueda
decirme para hacerme sentir mejor.

Ni la muerte de Nathan en estos momentos me haría


sentir mejor.

—¿Qué ha pasado con la universidad? —pregunto al


cabo de un rato, cuando siento que no me queda una
sola lágrima por soltar.

Acaricia mis mejillas con sus manos y se separa.

—He presentado mi dimisión.

No me sorprende, pero aún así me sigue afectando.

>>No quiero influenciar de forma negativa en el caso.


Creo que es momento de que mantengamos cierta
distancia Julliet, aprovecharé para evaluar la posibilidad
de abrir un nuevo local en Los Ángeles y...

El mundo se detiene por completo.

¿Qué?
—¿Los Ángeles? ¿En serio? —repito

—Llevo un tiempo considerándolo, y tengo que hacer un


estudio de mercado antes de...

Niego la cabeza, no quiero escuchar nada más, no quiero


que él se marche.

Él también no.

Alejo a todo el mundo.

Hay algo malo conmigo, no paro de joder la vida de los


demás. Literalmente.

Me llevo las manos a la cabeza con desesperación. ¿Qué


está mal conmigo?

—No te vayas—susurro.

—Es mejor que estemos separados, Julliet, estoy


actuando de forma irracional y eso está repercutiendo
en tu vida, no debería haber dejado en primer lugar que
pasara nada entre nosotros.

—No—niego con firmeza—No digas eso.

—Nadie tiene porque saber nada, he hecho un pacto con


la rectora, podrás retomar tus clases con normalidad y...
Ella me odia y está deseando sacarme de allí, me extraña
que me permitan continuar.

—No es justo que te marches por mi culpa.

—Ya está decidido, continuaré informándome del caso


con Jared y lo ayudaré, el club se abrirá el mes que viene
y Agnes está al tanto de que puedes utilizar el estudio
bajo tu libre albedrío, le he propuesto que trabajes
ambos días como bailarina, si es lo que quieres.

No quiero escucharlo, simplemente quiero que no se


marche, todo lo que me está diciendo me da igual.

¿Por qué se tiene que ir él también?

—Es lo mejor para ambos, confía en mí.

Sacudo la cabeza de un lado a otro, no es lo mejor, no


puede irse.

—No quiero que te vayas—admito egoístamente.

—Lo siento, Julliet, pero tus deseos no afectan a mi


decisión final.

Parece tan determinado, ni siquiera sé que más decir.


Recojo mis cosas incapaz de mirarle, pensaba que no
podía sentirme peor después de las fotos, pero esto me
supera.

Antes de abrir la puerta me giro manteniendo la vista en


al suelo.

—Gracias por todo lo que has hecho por mí, de verdad—


murmuro con la voz temblorosa.

—De nada, Srta. Collins.

Mientras abandono el lugar un único pensamiento se


repite en mi cabeza.

¿Puede irse todo más a la mierda?

Ojalá no me hubiera preguntado eso, porque al día


siguiente recibo la peor llamada que pueda imaginarme.

***

No quiero sentir, sentir es una mierda.

Todo en general es una mierda.

Estiro del edredón por encima de mi cabeza, intentando


bloquear la luz del exterior.

¿Por qué?
¿Qué sentido tiene la muerte?

¿Porque debemos tener sentimientos?

¿De que sirve querer a alguien para que luego te lo


arrebaten de golpe y sin anestesia?

Sin ni siquiera poder despedirse. 

Un día forma parte de tu mundo y al día siguiente ya no


está.

Es tan simple que resulta ridículo.

No quiero salir de la cama, no quiero ni moverme.

Ojalá no pudiera pensar, todo sería mucho más sencillo.

Ella tendría que seguir aquí, no yo.

No es justo.

No es justo.

Al día siguiente me arrastro fuera de la cama y me meto


en la ducha, ni siquiera soy capaz de llorar, me siento tan
vacía en estos momentos que ni puedo llorar su pérdida.

Estoy tan absorta en la nada que resbalo cayendo con


fuerza en el plato de la ducha, no me importa.
Nada importa.

El agua continúa fluyendo y siento que no hay forma de


que pueda a volver a estar bien.

Creo que al cuarto día llaman a mi puerta, no me


molesto en mirar quien es, no me molesto en nada
porque ya nada importa.

Llevo desconectada del mundo cuatro días, o tal vez,


cinco, el tiempo se siente demasiado relativo.

Ya no queda comida en el apartamento, tampoco es que


me importe porque apenas he comido nada estos días.
Me pregunto cuanto tiempo tarda en alguien en
consumirse por completo, yo ya me siento consumida.

Enciendo el teléfono, ignoro todas las llamadas, todos


los mensajes y realizo la compra online.

Creo que mi aspecto asusta al repartidor, pero me


importa una mierda.

Coloco todas las botellas sobre la mesa y las miro con


atención.

No creo que me hagan sentir mejor, pero por lo menos


podré bloquear la sensación de culpa y odio que siento
hacía mí misma.
Descansar de eso un rato estaría bien.

Todo es mi culpa.

Es mi culpa.

Cuando la botella está medio vacía solo hay calor en mi


cuerpo, mi cabeza se siente pesada, densa, todo es más
tranquilo de este modo.

Continúo bebiendo y llega la fase de diversión, las cosas


siguen sin importar, pero por lo menos ahora me
apetece hacer algo, así que le escribo un mensaje, luego
otro y creo que también le envío mi ubicación.

Me tambaleo hacía la puerta, me gusta la sensación de


movimiento que me envuelve, es graciosa.

Justo me da tiempo a abrir la puerta antes de


desplomarme en el suelo, el dolor de cabeza llega de
forma repentina, es tan intenso que siento que va a
estallar.

Duele, duele demasiado.

No quiero más dolor.

Gritan mi nombre, yo solo quiero silencio.


82. Into You

A little bit dangerous, but baby, that's how I want it


A little less conversation 
And a little more touch my body

Siento el cuerpo pesado, mi boca está demasiado seca y


odio lo molesta que es la luz que intenta derretir mis
retinas.

Muevo la cabeza, intentando evadirla a toda costa,


detecto algo nuevo, el ruidito constante de un pitido.

Me recuerda a Matt.

Mi corazón se encoge pensando en él.

Los recuerdos poco a poco inundan mis pensamientos.

Lexie.

Taylor.

Sam.

Todo es mi culpa.

Es mi culpa.
Los pitidos se incrementan, se escuchan pasos rápidos y
ajetreo, órdenes confusas mezcladas con un caos
generalizado, creo que me zarandean de un lado a otro y
seguidamente noto un escozor en el brazo.

La calma llega de nuevo, reinada por la paz y el silencio.

Ojalá pudiera ser así todo el tiempo.

***

No quiero abrir los ojos, pero es el momento de hacerlo,


intento adaptarme a la luz y me enfoco en un punto en
concreto que poco a poco va tomando forma.

Quiero apagar la maldita máquina que no para de pitar y


me está dando un dolor de cabeza espantoso.

Intento estirar el brazo, se siente más pesado de la


habitual, logro alcanzar uno de los cables y tiro de el con
fuerza.

Para mi pesar el pitido no cesa, se convierte en un


sonido mucho más intenso y constante.

A los pocos segundos entran dos personas vestidas de


blanco con cara de espanto, cuando me ven frunciéndole
el ceño a la estúpida maquina sus expresiones se
relajan.
Me recuerdan a Devan y el dolor en mi pecho se
incrementa.

—Hola, Julliet, soy Claire, la doctora, ¿sabes porque estás


aquí? —pregunta amablemente mientras aparta los
mechones de pelo que tapan mi cara.

Lexie tendría una respuesta ingeniosa y fuera de


contexto para una pregunta así, diría algo como: "retiro
espiritual" o "los hoteles cinco estrellas están
sobrevalorados".

Permanezco en silencio, recuerdo alcohol, mucho


alcohol.

El otro, que debe ser enfermero porque va vestido igual


que Devan, toquetea la maquina y esta vuelve a pitar de
forma intermitente, conociendo las opciones prefiero
quedarme con este ruido.

—Por lo que detectamos en los análisis mezclaste


antidepresivos con una ingesta muy elevada alcohol, ¿te
habían explicado lo grave que era eso? —dice mientras
revisa el historial que hay a los pies de mi cama.

Vacilo antes de asentir.


>>He revisado tu historial, me consta que estabas en
tratamiento con el Dr. Martinelli y te había derivado a
una nueva psiquiatra, la Dra. West.

Me encojo de hombros, no entiendo porque me habla


de todo esto.

>>Hemos conseguido estabilizarte, pero has estado muy


cerca de sufrir daños irreversibles en órganos diana, por
suerte hemos podido revertir la situación a tiempo, pero
solicitaré una interconsulta con el psiquiatra de guardia
para que pueda venir a visitarte más tarde.

—Has tenido mucha de suerte de que tu primo te


encontrara—comenta el enfermero.

En su identificación puedo leer que se llama Gabriel, no


sé porque su rostro me resulta conocido.

Le devuelvo la mirada con desconcierto.

¿Mi primo?

Solo tengo una tía y sé que no tiene hijos, además vive


en la otra punta del mundo.

—¿Qué primo...?
—Un hombre alto, con tatuajes...Él—indica señalando la
puerta que ahora está abierta.

Kaden me observa con detenimiento, su rostro


permanece impasible mientras su mirada se mantiene
fija en mí.

—¿Puedes esperar un segundo fuera, por favor? —le


pide Claire a Kaden.

Él no contesta, pero obedece.

—Dice que es tu primo—aclara Claire con desconfianza.


—¿Es así? No hemos podido encontrar ningún otro
teléfono de contacto en tu ficha a parte del número del
Sr. Devan Keen.

—Y Devan nos ha insistido en que no es ningún familiar


tuyo—dice Gabriel.

¿Han avisado a Devan?

Instintivamente me llevo la mano al cuello para tocar el


collar, la ausencia de este me hace entrar en pánico.

—¿Y mi collar? —pregunto palpando mi clavícula.

Claire y Gabriel se miran entre ellos.


—Tal vez te lo quitaron en la ambulancia o en urgencias.

No, no, no.

—Necesito el collar—insisto.

—Déjame echar un vistazo a tu bolsa de pertenencias—


ofrece Gabriel.

Saca una bolsa de plástico del armario y rebusca en ella,


solo esta mi ropa junto con mis zapatos, no hay nada
más.

—Llamaré más tarde a urgencias para preguntar, ¿vale?


—me dice con tono tranquilizador.

Parece que tiene buena intención, pero no me sirve.

Solo necesito mi collar.

—Al tener información contradictoria necesitamos


verificar si podemos permitir que, ehm... su primo pueda
visitarla, así como darle respuesta a las dudas sobre su
estado de salud.

¿Ha estado preguntando por mí?

Que más da, nada importa.


Esperan pacientemente a que hable con ellos, no tengo
ganas de hablar, no quiero nada.

Me encojo de hombros de nuevo, esperando que capten


la indirecta y me dejen tranquila.

—Está bien, ¿tienes dolor, Julliet? La medicación que te


he administrado es fuerte y puede producirte cefaleas.

—Quiero mi collar—es lo único que soy capaz de decir


en un débil murmullo.

Claire me mira como si no supiera como lidiar conmigo,


comprensible.

—Preguntaré en el control de urgencias, Gabe ¿le


explicas donde tiene el timbre?

Gabriel asiente y la doctora me da una sonrisa amable


antes de marcharse.

—Devan me ha estado preguntado por ti todo el tiempo


—me comenta Gabriel mientras da vueltas a un cable
alrededor de la barandilla de mi cama.

Me pregunto cuanto tiempo ha sido ese.

—Tengo aquí mi teléfono, por si quieres llamarlo—


ofrece.
Niego la cabeza con firmeza y sus labios se curvan en
una pequeña mueca.

—Está realmente preocupado—insiste.

Mi corazón late con más rapidez, no puedo hablar con él,


no puedo hablar con nadie.

—El botón rojo sirve para avisarnos, los amarillos


controlan las luces—indica señalándome el mando que
deja colgando junto a mi cama.

Pensaba que después de todo lo que había vivido ya


había tocado fondo, nunca hubiera imaginado que
existiera un nuevo infierno para mí.

Gabriel se va permitiendo que Kaden entre en la


habitación.

—No voy a permitir que vuelvas a hacer algo así—señala


mientras se sienta a mi lado.

No soy capaz de mirarle, flexiono las piernas, acercando


las rodillas a mi cuerpo para poder rodearlas con mis
brazos, recuesto mi cabeza ahí mientras mantengo clavo
la vista en la pared.
—Julliet, ¿qué coño ha pasado para que estés así? ¿Quién
te ha hecho daño? —suena tan cabreado que mi cuerpo
se tensa por el tono que utiliza.

Estoy convencida de que si soltara un nombre ahora se


encargaría de ir a buscar a esa persona y acabar con ella.

Lo malo es que no puedo decirlo en voz alta, porque la


respuesta es: yo.

Yo soy la responsable de todo esto.

Esto es mi culpa.

Su muerte es mi culpa.

La echo tanto de menos que duele, no es justo. No es


justo que ella no esté ya aquí y yo sí, debería ser al revés.

—Julliet—dice intentando llamar mi atención.

Pone su mano en mi cara, tocando con delicadeza mi


rostro, no me aparto, odio sentir un cosquilleo
producido por su tacto.

—No voy a rendirme—asegura.

Las palabras de Nathan resuenan con burla en mi


cabeza.
Seguiré haciendo de tu vida un infierno, y créeme que
acabaré contigo.

Odio sentir que lo está logrando.

***

Me dan el alta médica al cabo de un par de días, el


psiquiatra desaconseja que me marche a casa, pero la
idea de volver al psiquiátrico consigue hacerme
enloquecer y gritar. No puedo ir donde estaba ella.

Kaden en ese momento descubre la raíz del problema y


asegura que cuidara de mí, el Sr. Pastillas no parece muy
convencido, pero acaba accediendo siempre y cuando
retome las sesiones con Luca.

No sé ni en que día vivo, la definición del tiempo se ha


vuelto un concepto extraño en mi cabeza.

No hablo con nadie, simplemente obedezco a todo lo


que dicen, es más fácil de ese modo.

Kaden viene constantemente a mi departamento, incluso


se ha tomado la libertad de llevarse la copia de las llaves.

Entra, me deja comida encima de la mesa y me arrastra


hasta la silla esperando que coma algo, no tengo ni
ganas ni fuerza para discutir así que mastico un par de
bocados hasta que se siente satisfecho.

No me gusta la mirada de preocupación que mantiene


en el rostro todo el tiempo, incluso cuando me obliga a
tomar una ducha, sé que me sigue deseando, es tan
evidente... pero hasta en esos momentos sigue con el
ceño fruncido lleno de preocupación.

Me habla todo el tiempo, creo que mi estado


permanente de silencio le está volviendo loco.

Explica como le ha ido el día, los extraños diseños que le


piden los clientes, las discusiones estúpidas que tiene
con Alec, a veces, cuando parece que no sabe que más
decir, me lee.

Siempre parece esperanzado tras acabar de que le diga


algo, pero mi expresión corporal habla por mi misma.

Las visitan continúan, me lleva junto a Luca en mis


sesiones semanales, es él único que consigue
arrancarme algunas palabras, pero aún así parece
desesperado y sé porqué.

Todo el mínimo progreso que hicimos se ha ido a tomar


por culo.
No tengo ningún tipo de motivación por absolutamente
nada, simplemente me limito a hacer lo que esperan o
quieren que haga.

He perdido el hilo de lo que me está diciendo Luca, así


que asiento cuando parece esperar una respuesta por
mi parte.

Suelta un largo suspiro y se coloca frente a su mesa.

—Tu vida no es un juego, Julliet.

—Los juegos son divertidos, mi vida no tiene nada de


divertido—aseguro.

—Háblame de Lexi Davis.

Sabe como provocarme, pero nunca consigue


derribarme, los muros que se han formado a mi
alrededor son demasiado estables.

—La echas de menos, ¿verdad? —pregunta.

Aprieto mi mandíbula con fuerza.

—¿Qué crees que te diría si estuviera justo aquí y ahora?

Seguramente alguna tontería sobre lo bueno que está


Luca, que por él sí que haría todas las terapias del
mundo y luego me miraría y me diría "día urgente de
spa".

El nudo en mi garganta duele, espero unos segundos a


que pase y contesto.

—Eso no importa, porque no está, ni estará—replico con


rabia contenida.

—Ella no, pero tú sí, Julliet. Los accidentes, las


enfermedades, las catástrofes se pueden llevar a la
gente que amamos, pero está en nuestro deber
continuar por ellos, se lo debemos a todos aquellos que
no pueden hacerlo. ¿No quieres hacer eso por Lexi? ¿Por
tus padres? ¿Por Matt?

Lo miro con recelo, impaciente por que termine de una


vez la sesión.

>>Necesitas llorarla, Julliet, e intentar seguir adelante, no


puedes estancarte.

Necesito que no esté muerta.

***

Kaden tiene las llaves de mi apartamento y no se


molesta en llamar al timbre, así que cuando el pitido en
mi apartamento no deja de cesar, junto con los golpes
que aporrean mi puerta me levanto.

Por la mirilla observo que se trata de Sam, no quiero


hablar con ella, pero su tenacidad es impresionante por
lo que acabo abriendo la puerta.

—¿Qué ha pasado, Julliet? ¿Qué está pasando?

Da un paso hacía adelante para acercarse e


instintivamente me alejo.

Luce espectacular, más bronceada de lo habitual, tiene


algunas trenzas pequeñas en su melena morena rizada.

Su frente muestra arrugas de preocupación mientras me


mira.

No puedo decir nada, solo me imagino a Nathan


haciéndoselo como en mis pesadillas.

Una y otra vez.

Es mi culpa.

Me pregunto si habrá hablado ya con Jared, supongo


que no ya que está aquí plantada en mi puerta.

Soy incapaz de abrir la boca, pero he de hacerlo...


—Vete—mi voz suena rasposa.

Sacude la cabeza, como si no entendiera mis palabras.

—No pienso marcharme hasta que me expliques porque


pareces muerta en vida—exige cruzándose de brazos.

Sam siempre es muy directa, es una de las cosas que


más me gusta de ella, y por eso mismo vuelvo a decir:

—Vete.

Estira su mano para rozar mi hombro, su intento de


consolarme sumerge mi estomago en los abismos más
profundos de culpabilidad.

No puedo dejar que vuelva a entrar en mi vida, necesita


mantenerse fuera, como todo el mundo.

Fuera están seguros, están a salvo.

Retiro su mano con brusquedad.

—No quiero volver a verte, ¿ignorar los mensajes y las


llamadas no es lo suficientemente claro? —pregunto con
crueldad.
Es la primera oración tan larga que pronuncio a alguien
que no sea Luca, da un paso hacía atrás, herida por mis
palabras.

—¿Esto es por lo que me ha dicho tu abogado? Ha


hablado conmigo, Julliet, lo sé todo.

La vergüenza me arrolla, sabe que ha sido por mi culpa.

—No quiero verte, entiéndelo de una vez, es bastante


simple—mascullo.

—No tienes porque hacerte esto, Julliet, soy tu amiga y...

—¡No! ¡No eres nada mío! ¿¡Es tan difícil de entender!?

Sus ojos se abren con asombro, y su rostro refleja todo


el daño que le estoy haciendo con mis palabras.

Sacude la cabeza y poco a poco va dando pasos hacía


atrás, hasta que finalmente se marcha.

Bien.

Cuanto más lejos esté mejor.

Cierro la puerta con tanta furia que tiembla, es la


primera vez en mucho tiempo que noto algo tan intenso.
Empiezo a gritar con ira, destrozando todo lo que
encuentro por mi paso, hay un extraño placer en liberar
este cumulo de rabia rompiendo las cosas.

La cólera me consume hasta que no queda nada de mí,


me siento cansada, débil y el llanto arranca de mi
garganta con una fuerza que resultado doloroso, me
hago un ovillo en el suelo hasta que mis ojos se cierran.

***

Unos brazos fuertes me cargan en brazos, mis párpados


se abren y ven la mirada azulada de Kaden.

—Asumo que nadie ha entrado en tu apartamento a


romperlo todo—me dice mientras me deja caer en mi
cama con suavidad.

Vuelvo a estar despierta, despejada y cabreada con el


universo.

—¿Porqué no te largas de una vez por todas? —le


pregunto temblando con rabia.

Oculta su sorpresa de obtener una respuesta por mi


parte con rapidez.

—Eso ya lo sabes—responde.
—No sé nada.

Coge mi cara entre sus manos, acercando su rostro


peligrosamente cerca.

Mi pulso se vuelve loco.

—Por el mismo motivo por el que intentas mantenerme


lejos, porque te quiero, Julliet.

—No puedes quererme—susurro tragando con fuerza.

—Eso no es tu decisión, nena—asegura antes de


presionar sus labios junto a los míos.

Me cuesta reaccionar, como si mi cuerpo y mis instintos


hubieran estado dormidos demasiado tiempo.

Cuando tira de mi labio inferior con sus dientes un débil


gemido escapa de mi garganta.

El beso se convierte en fuego, un fuego tan ardiente que


nos consume a ambos por completo.

Separa sus labios y continúa besando mi mejilla, la


curvatura de mi cuello, el lóbulo de mi oreja...

—Quiero oírlo—ordena en voz baja en mi oído.


Mis ojos se vuelven a llenar de lágrimas en menos de
veinticuatro horas.

—Te quiero, Kaden.

No tiene sentido que lo siga negando, no me importa


nada, ni las mentiras, ni los estúpidos trucos, ni los celos,
le quiero.

Le quiero desde que impusimos las estúpidas normas


que ninguno de los dos hemos cumplido nunca.

Sus manos recorren mi cuerpo con gentileza,


devolviendo una parte de mí a la vida.

Esa noche sucede algo que nunca hubiera imaginado,


Kaden y yo formalizamos nuestra relación.
83. If It Ain't Love

If it ain't love
Why does it feel so good?

Kaden se esfuerza todo el tiempo por provocar algún


tipo de reacción por mi parte, pone tanto empeño que
poco a poco me vuelvo más consciente de todo.

Como si fuera despertando de un sueño, de un sueño


horrible.

Aparecen los matices de nuevo, el dolor se mantiene


presente y constante, pero otras emociones algunas
veces son capaces de eclipsarlo.

Y así, sin darme cuenta, un día empiezo a mirar el reloj,


deseando que este aquí conmigo. Empezando una
cuenta atrás mental anhelante de su presencia.

He salido de la cama por voluntad propia, mi


apartamento se mantiene recogido, pero bastante vacío,
sobretodo después de mi último arrebato de ira cuando
vino Sam a verme.

Pensar en ella me tienta a volver de nuevo a mi


apartamento y enterrarme debajo del edredón, pero
descarto esa idea de la misma forma que aparece.
Borro todos los mensajes de mi teléfono, el cual vive en
constante silencio, sin ni tan solo mirarlos. No puedo
afrontarlos, sé lo que pasará si lo hago, no puedo
joderles más la vida.

Tengo una nueva determinación, y eso me da la energía


suficiente para motivarme de nuevo; Quiero encerrar a
Nathan.

Quiero que pase todo el tiempo posible en una pequeña


prisión que le arrebate la libertad, así como ha hecho él
con ellas.

La adrenalina vibra por mi cuerpo, el deseo de venganza


alimenta cada parte de mí, aunque antes de nada debo
hacer algo.

Mis nudillos golpean con demasiada fuerza la puerta, el


nerviosismo y la culpabilidad intentan toman el control
de mis pensamientos.

Espero con impaciencia mientras el peso de mi cuerpo


recae de una pierna a otra.

Ni siquiera sé si está aquí, tal vez estoy haciendo el


ridículo plantada frente a su casa.

El ruido del seguro de la puerta desbloqueándose me


tensa.
—¿Julliet?

Sus ojeras están tan marcadas como las mías, apuesto a


que duerme igual de bien que yo.

—Sra. Coleman...—mi voz empieza a temblar, pensaba


que sería más firme a la hora de verla.

No hay rencor ni hostilidad en su mirada.

—Ven aquí, cariño—me dice tirando de mí para envolver


en un abrazo.

Sollozo contra su hombro, su olor me recuerda al de


Lexie, tenían la costumbre de utilizar el mismo perfume.

—Lo-lo siento tanto—digo entre lágrimas.

Me disculpo por todo, por muchas más cosas de las que


soy capaz de decir en voz alta, pero sobretodo por no
haber ido al funeral.

—Shh, tranquila—contesta acariciando mi espalda.

Su consuelo es sincero y siento una extraña calidez en el


pecho, cuando se separa sorbo con fuerza, antes de
girarse observo sus ojos enrojecidos, como si ella
estuviera conteniendo las ganas de llorar.
La Sra. Coleman prepara un poco de té negro, mi mirada
la sigue por la cocina.

Estar en su casa se siente extraño, solo he estado un par


de veces porque Lex compartía apartamento con otra
persona.

Una vez me propuso irnos juntas a vivir, me arrepiento


tanto ahora de no haberlo hecho.

Ojalá pudiera cambiar las cosas.

—¿La policía ha podido encontrar algo más? —pregunto


aceptando la taza caliente que me ofrece.

El olor impregna mis fosas nasales, rodeo la taza con mis


manos, absorbiendo el calor que desprende.

Niega la cabeza con pesar.

—¿No le dijo nada a nadie? ¿A dónde iba?

Alguien la atropelló, la encontraron en una cuneta cerca


de la carretera principal que conduce hacía el
psiquiátrico.

No murió en el impacto, si alguien la hubiera encontrado


a tiempo tal vez...
La simple idea hace hervir mi sangre.

Quien fuera huyó, dejándola al borde de la muerte.

—Pensaban que estaba catatónica, se sorprendieron


mucho al darse cuenta de que no estaba allí, Julliet—me
explica.

La voz de Nathan resuena como un eco en mi cabeza,


culpándome, una y otra vez.

Mi pie empieza a repiquetear contra el suelo de forma


compulsiva.

Cuando la vi estaba tan pérdida, me parte el alma tener


ese último recuerdo suyo, me pregunto que pensó, si me
reconoció, si mi presencia le hizo más mal que bien...

Es increíble saber que ella ha acabado así teniendo en


cuenta como nos conocimos.

He encontrado algo de esperanza en la desesperanza, esta


es mi salida, por fin.

La cuerda que rodea mi estomago se encuentra


perfectamente camuflada por mi camisón, solo tengo una
oportunidad, debo hacerlo bien.
Localizo el punto ciego de la cámara, es perfecto, bajo la
cuerda por mi cuerpo y mis pies salen de ella, la tomo entre
mis manos y estiro, comprobando la resistencia.

Me ha tomado toda la noche trenzarla, nunca pensé que


una sábana con un hilo suelto podría resultarme tan útil en
este infierno. Solo tuve que empezar a estirar y trenzar,
estirar y trenzar, así repetidamente, toda la maldita noche.

Tiro la cuerda hecha de retales de sabanas sobre la


estructura de la farola, me pregunto si alguna vez se han
dado cuenta de lo perfecta que es.

Hago varios nudos, asegurándome de que está bien atada,


trepo por la farola y rodeo mi cuello con el extremo de
cuerda que cuelga.

Se siente como el collar de la muerte.

—¿Te queda mucho? Quiero aprovechar yo también antes


de que los auxiliares se den cuenta.

Su voz es dulce, pero sus palabras suenan demasiado


retorcidas, bajo la mirada y por un segundo creo estar
viendo un ángel.

Su pelo rubio brilla con intensidad por el reflejo de la luz


solar, todo en ella parece frágil y delicado, su piel es tan
blanca como los vendajes que cubren sus brazos.
—¿Qué? —es la primera palabra que digo en meses.

—Date prisa, llegarán pronto—me alienta moviendo sus


manos.

El tiempo de recreo en el parque del recinto dura veinte


minutos, todavía tengo mucho tiempo.

—No es cierto—replico.

—Hacen un conteo rutinario cada cinco minutos por las


cámaras.

Solo tengo que soltarme y dejarme caer para terminar con


todo, pero la presencia de esta chica me perturba.

—¿Eres stripper o algo? Tu agarre es increíble, no se si voy a


ser capaz de mantenerme con la misma firmeza, ¿qué tal si
primero me ayudas a subir y luego cuando me mate te
matas? —me pregunta.

Lo dice con una tranquilidad que parece que me esté


preguntando si quiero un poco más de tarta, en vez de que
la ayude a colgarse.

¿Si la ayudara se consideraría homicidio?

—Estás loca—resoplo.
—Bueno, amiga, yo no soy la que tiene una cuerda
alrededor del cuello.

—Márchate—le ordeno.

—¿Crees que te romperás el cuello o simplemente te


quedaras sin aire? Pueden ser ambas. —su pregunta suena
llena de curiosidad.

Mi cuello duele mientras trago, no quiero pensar en ello, sé


que no va a ser agradable, pero...

>>Tranquila, perderás la consciencia por la restricción de


flujo sanguíneo arterial, tampoco te tiene que preocupar.

—¿Por qué sigues aquí? —mis manos empiezan a temblar


mientras continúo aferrada a la barra metálica.

Ella gira la cabeza, mirando por encima de su hombro.

—Se acerca alguien—murmura.

Resoplo con fastidio, no me dará tiempo, el pánico a que


me descubran me hace actuar de forma impulsiva, antes de
sentir mi cuerpo colgar unos brazos rodean mis piernas,
manteniéndome en alza.

—¿Por qué haces esto? ¡Suéltame! —intento patalear.


Alguien vestido de blanco se da cuenta y corre mientras
grita pidiendo ayuda.

Miro con rabia a la chica rubia.

—Te odio—le gruño.

—¿Sí? Tu a mí me has caído bien—suena tan casual que me


vuelve loca—Soy Lexie, por cierto.

Parpadeo con fuerza volviendo a la realidad, la Sra.


Coleman me ha preguntado algo, mis manos acarician
inconscientemente mi cuello desnudo.

Necesito el collar de Devan.

Ya tienes alas, no permitas que nadie te las corte.

Su recuerdo acelera mis pulsaciones.

—¿Julliet? —repite ella, su ceño está fruncido.

—Perdona, yo...tenía la cabeza en otro lado—me excuso.

—¿Estás descansado algo, cielo? Pareces exhausta.

Mis hombros se encogen como respuesta.


—¿Te gustaría llevarte algo? En su cuarto no hay muchas
cosas, casi todo lo tenía en el apartamento, pero he
pensado que tal vez querrías algo.

—Tal vez en otra ocasión—farfullo con rapidez,


declinando su invitación.

No me siento preparada para mirar sus pertenencias, no


sé si quiera si alguna vez lo estaré.

La Sra. Coleman habla de ella todo el tiempo, algunas


veces se le escapa el presente y duele tanto que no
aguanto más que veinte minutos allí.

Me excuso con alguna tontería y me marcho, cuando me


subo al coche entierro mi cabeza en el volante mientras
los sollozos me dominan.

Lloro con tanta fuerza que mi cabeza duele por la


tensión en mi frente y mis ojos se hinchan,
completamente enrojecidos.

Lo siento tanto Lex, lo siento...

***

La visita a la madre de Lexie me devuelve un par de


semanas más a la cama, no me gusta sentirme débil, lo
odio.
El colchón se hunde a mi lado, Kaden empieza a cantar y
eso despierta mi curiosidad por completo.

Me volteo y lo veo con un pequeño pastel en sus manos,


adornado con dos velas.

—¿Qué es esto? —pregunto aclarando mi voz.

Kaden continúa cantando como si nada y miro a mi


alrededor.

—No es mi cumpleaños—puntualizo cuando termina.

Creo que deben haber pasado al menos dos meses, pero


no estoy segura, ¿estaba en el hospital por aquel
entonces?

—No tuviste ninguna celebración, tienes que soplar las


velas.

Acerca el mini pastel de chocolate a mi cara.

—Kaden, no tenga ganas de...

—Sopla antes de que tu cama salga en llamas, y


preferiría que eso lo causáramos nosotros, nena.

Bufo deseando que todo el dolor termine, es lo único


que quiero.
Quita las velas y las deja sobre la mesita auxiliar.

La verdad es que luce bastante apetecible, abro mi boca


para preguntarle como lo va a cortar y esta se llena por
la estampada del pastel en mi rostro.

Mis ojos se cierran automáticamente intentando librarse


de recibir chocolate en la córnea, me cuesta unos
segundos procesar la situación.

—¿Acabas de tirar mi pastel?

Estoy dividida entre el enfado y la diversión, lo que me


saca con rapidez de la tristeza, asombrándome.

Coge mi cara entre sus dedos y mordisquea mi mejilla,


degustando parte del pastel.

—Estás buenísima—asegura sacándome una risa tan


tonta que me avergüenzo de ella.

—Eres tan tonto—le digo

—Si eso te hace reír nena, no me importa.

Mi corazón se salta un latido y siento calor por todas


partes.
Todavía me cuesta acostumbrarme a la idea de un
nosotros, pero se siente tan bien y correcto que es
imposible no imaginárselo.

—Realmente parecía estar bueno—suspiro.

Su dedo recorre mi cara, quitando el exceso de pastel.

—Pruébalo—ofrece colocando dicho dedo en mis labios


entreabiertos.

El gesto se siente morboso mientras lo rodeo con mi


lengua. En todo esto tiempo, ni siquiera sé exactamente
cuanto, no hemos hecho nada, más que unas caricias por
su parte completamente aptas para todos los públicos.

Su paciencia es algo que me ha sorprendido, siempre he


pensado que lo que fuera que sintiera por mí era
puramente físico.

Retira su dedo de mi boca, sus ojos no ocultan el deseo.

—¿Quieres ducharte?

Asiento y antes de que pueda parpadear me coge en


brazos y me lleva hasta la ducha, su camiseta se mancha
por el chocolate en mi cara.
Cierra la puerta y abre la regadera para que el agua se
caliente.

Tira de mi ropa, deshaciéndose de ella como si le


molestara.

—Entra—ordena mientras sus manos se deslizan


brevemente por mi cintura.

Las cuatro paredes del cubículo están empañadas por el


vaho, asomo mi cabeza y veo a Kaden recostado en la
pared de brazos cruzados, sus ojos permanecen
cerrados.

—¿Y tú? —le pregunto tragando con fuerza.

—¿Yo qué?

—¿No te duchas?

Intento ocultar el nerviosismo que me invade.

Sus ojos se abren por completo y su ceja se alza con


interés.

—¿Eso quieres?

No sé porque me siento tan tímida de repente, mis


mejillas se sonrojan mientras asiento y Kaden se quita la
ropa en lo que debe ser, sin duda, alguna especie de
tiempo record.

Su cuerpo musculado lleno de tatuajes me roba el


aliento, quiero recorrer mi lengua por cada trazo de piel
cubierto de tinta.

—Si me miras así, puede haber consecuencias, Juls—


advierte encerrándome entre sus brazos.

Mi espalda siente el frío del mármol, provocando que


mis pezones se yergan, su mirada recae en ellos y
humedece sus labios.

Estoy terriblemente mojada, y no precisamente por el


agua que cae sobre nuestros cuerpos.

Hacía tanto tiempo que no sentía esto, el placer es


anestesiante.

Sus manos apartan mi pelo, colocándolo detrás de mis


orejas, continúa recorriendo mis pómulos con lentitud,
como si me dibujara con las yemas de sus dedos, cuando
encuentra mis labios mi respiración se acelera.

—Eres tan... joder, Juls, ni siquiera creo que exista una


palabra que lo abarque.
Noto como mi nuez de Adán se mueve cuando trago, le
quiero tanto que la sensación llena mi pecho.

—Te quiero—susurro contra sus labios cuando me


pongo de puntillas.

Una sonrisa victoriosa se desliza por su boca antes de


unir sus labios junto a los míos.

Cada beso, cada roce, cada caricia me complementa de


nuevo, uniendo todas las piezas rotas que apenas me
sostienen.

—Te necesito—jadea cuando recuesta su frente contra la


mía.

Asiento con desesperación y me alza con facilidad. Mis


piernas lo rodean, noto la agradable presión de su
erección caliente y dura contra mi vientre.

Mis caderas se balancean, buscando alivio de forma


inconsciente.

—Aquí no—murmura cerrando el grifo y tirando la toalla


sobre mi espalda, va dejando pasos húmedos por el
apartamento hasta mi habitación.

No me preocupa que pueda resbalar, solo soy capaz de


pensar en su boca sobre la mía, todo el tiempo.
Ojalá todo se detuviera en este instante, viviendo en un
estado permanente de efímera felicidad rodeada del
placer más intenso que existe.

Tira la toalla y luego me deja caer, el frío causado por el


contraste de temperaturas queda cubierto por su boca,
que besa cada centímetro y rincón de mi piel.

Mis manos se pierden en su espalda, no quiero cerrar los


ojos, quiero deleitarme con su presencia.

Toma mi muslo, obligándome a rodear su cintura con


ellos, muerdo mi labio cuando presiona contra mi
entrada y sonríe.

Se hace de rogar, como siempre.

—Sin juegos, te necesito—imploro.

Se introduce lentamente, estirándome por completo, mis


pies se curvan cuando lo siento profundamente.

—Te quiero, Juls—susurra en mi oído mientras sale


cuidadosamente.

Vuelve a deslizarse con tanta lentitud que siento que voy


a morir en cualquier momento, por lo menos será una
muerte placentera.
—Te sientes tan jodidamente apretada—jadea, su
respiración se vuele dificultosa.

Mis músculos internos parecen escucharlo,


contrayéndose a su alrededor.

—Amo cuando haces eso—murmura mordisqueando mi


clavícula.

—Kaden, te necesito...

—Me tienes—asegura, mi espalda se arquea cuando


atrapa uno de mis pezones entre sus labios.

Mi pelvis se eleva, encontrándolo en cada embestida.

—No, más rápido—gimo.

—Eres un poco codiciosa, pequeña mandona—sonríe


aumentando la velocidad.

Los gemidos se vuelven incontrolables, mi cabeza se


nubla por completo, soy fiel creyente de que una de las
maravillas del universo es este momento.

Sus dedos se clavan con más fuerza, reclamando mi piel.

—Mío, todo esto es mío, Julliet—gruñe mientras me


toma con más fuerza. —Dilo.
—Sí—suspiro placenteramente.

En estos momentos sería capaz de decir lo que él


quisiera.

—No, quiero escucharlo—reclama.

Mis ojos se clavan en los suyos, su mirada azulada me


ahoga por completo.

—Tuya—susurro.

Alza mi pierna sobre su hombro, encontrando más


profundidad, una profundidad que roza el dolor.

Me encanta esa línea invisible que los separa.

Mi cuerpo se tensa, acercándose al clímax.

—Dame tu orgasmo, nena—demanda haciéndome


estallar.

Un líquido caliente se derrama en mi interior y esa es la


balda de realidad que necesitaba.

Empujo el hombro de Kaden y este me mira


desconcertado.

—Joder, Kaden, hace meses que no tomo las pastillas.


Y entonces otra cosa alerta mis sistemas.

¿Está limpio? ¿Lo hizo con condón con Bonnie?

Salto fuera de sus brazos, sintiendo el pánico.

—Relájate, iré a por la pastilla del día de después ahora.

Su esperma se empieza a escurrir por el interior de mi


muslo y me pongo más nerviosa.

—No es solo eso, Kaden.

Se sienta en el borde de la cama, mirando como voy de


un lado a otro con histeria.

—¿Qué pasa?

Mordisqueo mis uñas.

—Bonnie, ¿lo hiciste con ella?

No soy capaz de mirarlo a la cara, su respuesta me


dolerá por muy hipócrita que sea por mi parte.

—Eh, relájate, ¿vale? —estira su brazo para atraparme y


me acerca a su cuerpo.

Levanta mi barbilla, obligándome a mirar su rostro.


—No es como crees, no hicimos nada, ella quería que
creyeras eso y yo...

—¿Tu?

—Solo quería, no sé, ver si provocaba algún tipo de celos


en ti.

Mi frente se arruga mientras intenta asimilar sus


palabras.

—¿Dónde está? ¿Qué pasó en Tailandia? ¿Te ha dejado


en paz de verdad?

Sus facciones se endurecen mientras asiente con


convicción.

—No pienso compartirte con ella—le reclamo.

—No me tienes que compartir con nadie, nena.

—¿Entonces sigues limpio? ¿Te has hecho algún control?

Parece un poco ofendido por mi pregunta, pero


responde con un tono de suavidad que me tranquiliza.

—No tienes que preocuparte por nada, no lo haría


contigo sin condón de lo contrario.
84. Without me

Just running from the demons in your mind


Then I took yours and made them mine 

Dos meses después.

Atrapa mi pie con sus manos, intento retorcerlo para


liberarme, pero eso le motiva a torturarme con más
ímpetu.

Tengo sentimientos encontrados cada vez que hace eso.

Odio que me hagan cosquillas, pero amo que me las


haga él.

—Su-éltame—lo ordeno entre risas.

En esos momentos su mirada hincha mi pecho, todo es


cálido y agradable, me encanta esta sensación.

Le tiro un poco de agua, defendiéndome de su ataque y


empieza a toser.

Me muevo quedando encima suyo mientras lo


inspecciono con preocupación hasta que veo su estúpida
sonrisa.
—Ahora sí que debería ahogarte por asustarme de ese
modo—refunfuño empujando sus hombros hacía abajo.

No ceden ni un milímetro.

Sus manos, resbaladizas por el agua, se cierran


alrededor de mi cintura, empujándome sobre su pecho.

Muerdo mi labio cuando mi intimidad entra en contacto


con la suya, me pregunto si alguna vez dejará de ser
insaciable, aunque no tengo quejas al respecto.

Tampoco es que sea mejor que él en ese aspecto.

Sé que estoy en un terreno peligroso desde hace unos


meses, mi corazón se siente frágil e ilusionado con su
simple presencia.

Todo es demasiado intenso a su alrededor.

Kaden atrapa mis labios con sus dientes con fuerza y tira
de el al mismo tiempo que su lengua lo acaricia.

—Mío—gruñe con desaprobación.

Mi respiración se agita levemente y me aparto antes de


que vuelva a tomarme en su lujosa bañera.
Todavía tengo adoloridos los músculos internos y Dios
sabe que necesito un poco de descanso.

—Vale, ¿qué preferirías, tener tres piernas o tener tres


brazos? —le pregunto recostando mi espalda.

Una sonrisa arrogante cubre sus labios.

Últimamente nos ha dado por jugar a este juego, las


respuestas de Kaden suelen ser bastante peculiares, y
sus argumentos aún más.

—Ya tengo tres piernas—contesta levantando ambas


cejas.

Contengo una risa y le salpico un poco más, esparciendo


espuma por todos lados.

—Responde—insisto.

Acaricia su barbilla, luciendo pensativo al mismo tiempo


que coloca espuma en su cara, lo que me hace reír un
poco.

—Supongo que tener tres brazos, así los podría tener


todos ocupados contigo, nena—guiña su ojo—Vale, mi
turno, ¿qué preferirías, no salir nunca de la ciudad, o
salir, pero nunca poder volver?
—La segunda opción—respondo sin ni siquiera
planteármelo.

Su frente se arruga por mi respuesta.

—¿Y yo qué? —pregunta acercando su rostro al mío.

—Podrías venir a visitarme cuando quisieras.

—No te dejaría ir tan fácilmente, Juls—su boca recorre


mi cuello con lentitud.

Jadeo sus labios succionan con fuerza, marcándome,


como le gusta.

—Kaden...—le advierto con voz temblorosa mientras


empujo su pecho con mi mano.

Se aparta de mala gana y, por unos instantes, me siento


mal por rechazarlo.

El ambiente cambia por completo y lo odio.

Me acerco de nuevo a él, rodeando su cuello con mis


brazos.

—Solo estoy un poco adolorida, perdona—murmuro


plantando besos por su mandíbula.
Se relaja y me alivio, no me gusta verlo molesto, mucho
menos por mi culpa.

—Perdonada, aunque hay algo que no me canso de


escuchar—sus manos recorren mis muslos.

Una risa tonta escapa de mis labios.

—¿Qué pasó con el no creo en el amor y bla bla bla? —le


pregunto con burla para provocarlo.

—Eso era cuando todavía no te conocía.

Mi corazón se salta un latido con su declaración.

—Te quiero—le susurro al oído, complaciéndolo.

Su boca reclama la mía con urgencia, tengo miedo de lo


que provoca en mí, de lo que es capaz de hacerme
sentir.

***

Me deja en el apartamento e intento ignorar el vacío que


empieza a consumirme. Es tonto que me entristezca
separarme de él unas cuantas horas.
Cierro la puerta y recuesto mi espalda sobre ella, mis
piernas tiemblan ligeramente. Las lágrimas no tardan en
aparecer, embadurnando mi cara por completo.

Es muy tarde, pero Kaden tenía que pasar por el estudio


un rato ya que Alec tenía un compromiso.

Es estúpido lo mucho que necesito su presencia,


sobretodo por la noche, cuando me siento tan insegura.

Me quedo sentada en la entrada de mi apartamento


hasta que siento entumecidas mis extremidades, no
entiendo porque me pasa esto y estoy tan cansada.

Toma toda mi fuerza de voluntad moverme del lugar, a


veces la tristeza me absorbe hasta que me siento
consumida.

Estoy quitándome la ropa cuando de reojo veo mi perfil


en el espejo, mi clavícula y los huesos de mi cadera son
mucho más notable que hace unos meses.

Mi madre siempre había tenido un control estricto de mi


peso, vigilando cada cosa que llevaba a mi boca y
contando las calorías sobre ello.

La imagen lo era todo, estaría contenta de ver lo delgada


que estoy ahora.
Coloco la camiseta sobre mi cabeza y la manga roza la
cicatriz de mi antebrazo, inconscientemente acaricio la
marca que dejó la quemadura sobre mi piel hace dos
meses. El recuerdo se reproduce en mi cabeza como si
hubiera sucedido hace un par de horas tan solo.

No puedo callármelo ni un segundo más, necesito que sepa


que lo sé.

—Leí la resolución judicial, vi el caso—confieso.

Kaden parece confuso al principio, poco a poco el


entendimiento se refleja en su mirada.

No dice nada.

Doy un paso hacía adelante quedando frente a él, lo único


que llena el silencio de la sala es el agua hirviendo que tiene
en el fuego.

—Me mentiste, ¿por qué? —le pregunto.

Necesito saberlo.

—No te mentí—contesta de forma tajante.

Me niego a apartar la mirada, tengo que cerrar este tema.

—Según el informe médico le fracturaste la clavícula.


Decirlo en voz alta me hace cuestionármelo todo, una parte
de mí se niega a creerlo, después de ver a Bonnie no puedo
creerme nada.

Andrew lo defendió, él nunca lo hubiera hecho si Kaden


hubiera sido culpable, sin embargo, algo en todo esto no
termina de encajar.

—Te expliqué que había sido mutuo, todo lo inició ella.

—A ella no la condenaron, mentiste sobre eso —mi voz


suena calmada, algo que no refleja los nervios que empiezo
sentir florecer en mi estomago.

—¡Ella manipula a todo el mundo a su antojo! ¡Era


culpable! —la vena de su cuello se pronuncia cada vez más.

Es algo que le pasa siempre que se cabrea intensamente.

Cruzo mis brazos sobre mi pecho.

—El jurado solo te condenó a ti, Kaden, no entiendo porque


tuviste que mentirme sobre eso.

Sus ojos brillan con furia.

—¡Eso es lo que ella quería hacer creer, que era igual que él
y no es así! ¡No es así! ¡Utilizando la carta de mi estúpido
padre cuando ella hizo esto!
Su mano sale dispara cuando intenta estirar su camiseta, lo
que provoca que se derrame parte del contenido de la olla,
que cae sobre mi brazo.

Un quejido brota de mis labios, el dolor intenso cala con


profundidad, el escozor y el ardor se vuelven insoportables
y mis ojos se humedecen al acto.

—¡Joder, Juls!

El rostro de Kaden se vuelve la personificación de la


preocupación, tira de mi con rapidez y coloca mi brazo bajo
el grifo de la cocina, dejando que el agua helada
contrarrestare sobre mi piel ardiente.

Solo pienso y siento el dolor, la quemadura se hace


visiblemente rápidamente sonrosando casi todo mi
antebrazo izquierdo.

Muerdo mi lengua conteniendo un gemido mientras él


intenta aliviar la quemazón.

—Lo siento, amor—se disculpa mientras su mano asciende


y desciende sobre mi espalda.

—Ha sido un accidente—le digo negando la cabeza,


rechazando sus disculpas.

—Aún así.
Más tarde Kaden me explica todo lo que le hizo Bonnie,
cada engaño, cada traición, cada manipulación. Como no
ha dejado que ninguna otra mujer se acercara a él,
monopolizándolo. Empezó su estúpida regla de no repetir
por ello básicamente.

Todo lo que me cuenta me hace odiarla, sobretodo cuando


me enseña una de las cicatrices de su pecho cubiertas por
uno de los tatuajes.

A veces me preocupa que me siga acechando o que siga


acosando a Kaden, pero él tenía razón cuando me dijo
que no preocupara más por ello, Bonnie en todo este
tiempo no ha dado señales de vida.

La marca rosada de mi antebrazo no ha llegado a


desaparecer, es mucho menos notable, pero destaca
contra mi piel pálida.

Abro la mesita de noche y echo un par de pastillas a mi


boca, rezando por no tener pesadillas esta noche
también.

***

Estoy tomando clases a distancia, Kaden me ha insistido


más de una vez en que lo deje estar, piensa que con mi
talento en la danza no debería estar perdiendo el tiempo
en Derecho, pero una parte de mí no puede dejarlo.

He trasladado mi expediente a la universidad a distancia,


de ese modo me aseguro de no tener que cruzarme a
Nathan nunca más en el campus.

Muchas veces he estado tentada de escribirle a Andrew,


decirle que vuelva a retomar las clases, que ya no estoy
ahí, pero soy incapaz.

Soy incapaz de hablar con ninguno de ellos.

Devan ha intentado contactar conmigo por todos los


medios posibles, en una ocasión ha llegado a estar en la
ciudad, pero justamente ese fin de semana no salí de la
casa de Kaden.

Me encontré su carta al volver a mi apartamento, cuando


Kaden la vio enloqueció un poco.

Desde el primer momento acordó que quería una


relación exclusiva conmigo, nada de compartir. Lo
entendía, yo tampoco quería compartirlo a él.

No la llegué a leer completa, sus palabras me


entristecían demasiado, la guardo bien custodiada bajo
la caja de mi armario.
Luca y la psiquiatra mantenían mi baja laboral, pero aún
así he dejado Mala.

Mi cuerpo anhela bailar, pero una parte de mi se rehúsa


a hacerlo, como si no mereciera la felicidad que me
produce.

La culpa es algo que me cuesta demasiado trabajar, a


veces miro las redes de Taylor, sigue sin postear nada.

He hablado con Nathan alguna vez, preguntándole por


ella, me explicó que terminaron en Navidad y que Taylor
parece muy perdida, que está todo el tiempo alejando a
todo el mundo.

No me atrevo a afrontarla para intentar mantener una


conversación con ella, al igual que tampoco con Sam.

Lo que les pasó es mi culpa.

Da igual cuantas veces Luca intente convencerme de que


no es así, yo sé que sí, porque sino las hubiera conocido,
Nathaniel no les habría hecho nada.

Otra de las cosas que me genera ansiedad es el


sobreseimiento de la denuncia a Nathaniel, Jared está
intentado recurrirlo por todos los medios posibles,
tampoco es tengamos pruebas nuevas, el investigador
privado que contrató el Sr. Henderson no está
encontrando nada nuevo contra él.

Kaden quiere solucionar las cosas de otro modo,


sobretodo cuando me despierto llorando a su lado las
noches que pasamos juntos, tengo que recordarle más
de una vez que no puedo perderlo a él también por ir a
prisión.

Y más teniendo en cuenta sus antecedentes.

Me descargo el temario online y lo releo una y otra vez,


intentando mantener distraídos mis pensamientos
negativos.

He intentado retomar el diario, pero se me hace muy


difícil reflejar con palabras la culpabilidad que siento,
como si escribirlo me hiciera cómplice del delito.

Mi teléfono vibra, notificándome la entrada de un nuevo


mensaje.

Kaden♥️: Te paso a buscar a las tres, puntualidad o


escarmiento.

Muerdo mi labio, fantaseando sobre su idea de


escarmiento.

Lo amo tanto.
Me mantiene tan viva en toda esta penumbra de
negatividad.

Me hace tan feliz la mayor parte del tiempo que estoy a


su lado.

Ha estado preparándome citas románticas espontaneas,


es la primera vez que siento que estoy en una relación
real, con Nathan era todo tan diferente.

Mi favorita hasta ahora ha sido el picnic nocturno en la


playa.

Juntos nos complementamos a la perfección, como si


todo estuviera correcto cuando está a mi lado.

No es todo rosa, también hemos tenido alguna


discusión. No puedo soportar la sensación de saber que
Amy le ronda cada vez que puede. Los viernes Alec tiene
la costumbre de cenar en su casa, y Amy cada vez que
puede revolotea por allí, coqueteando con él todo el
tiempo e intentando llamar su atención.

La odio.

Y odio más que Kaden no lo corte de una vez, es cierto


que no le sigue el juego, pero también parece darle igual.
De todas formas, nuestras peleas acaban de la mejor
forma posible; en muchos orgasmos furiosos.

En sexo desenfrenado que suele implicar ropa rasgada o


apartada, por la frenesí del momento.

Cuando se acerca la hora me siento llena de energía, me


ducho y me visto con rapidez, bajando las escaleras del
apartamento con entusiasmo.

Kaden espera recostado contra la puerta de su coche,


me extraña que no venga en su motocicleta.

Me lanzo a sus brazos, buscando sus labios para darle


un saludo en condiciones.

Sus manos se aprietan alrededor de mi blusa y gruñe


contra mi boca cuando intensifico el beso, lo he echado
demasiado de menos esta noche y esta mañana.

—¿Intentas estropear mis planes haciendo que quiera


subirte a tu pequeño apartamento para terminar lo que
estás empezando? —murmura sin aliento en mi oído.

Niego la cabeza con una mirada inocente en el rostro


que le saca una sonrisa.

Acaricia mi mejilla con el dorso de su mano,


estremeciéndome por la dulzura con la que lo hace, baja
hasta mi clavícula y aprieta sus dedos sobre mi cuello,
dificultando mi respiración.

—Más tarde ajustaremos cuentas sobre este saludo,


nena.

—¿A dónde vamos? —pregunto con curiosidad.

Debe ser importante para que no me tome ahora.

—Es una sorpresa.

Mi lado curioso odia las sorpresas, tengo la necesidad de


saberlo todo.

Mi labio inferior sobresale formando un puchero.

—¿No me lo vas a decir?

Niega con firmeza y resoplo, lo que le divierte.

—Sube al coche, señorita curiosa—ordena mientras


palmea suavemente mi trasero.

La forma en que me llama y la palmada me congela unos


instantes, trayéndome recuerdos de Andrew.

No me gusta pensar en él porque no me gusta sentir que


lo echo de menos.
Kaden siempre conduce con la música a todo volumen
mientras tararea por lo bajo, tiene una cara tan fría y
dura con toda la humanidad en general que siempre me
causa desconcierto verlo así, relajado, cantando.

El maldito hace todo bien.

El trayecto es largo, salimos de la pequeña ciudad y me


pregunto todo el tiempo a donde me lleva.

Cuando veo que toma el desvío lo miro intrigada, él


sonríe, pero sigue manteniendo el misterio.

Solo he estado dos veces en el centro de Nueva York y es


caótico, conducir por aquí es prácticamente arriesgar tu
vida.

Mis ojos no pueden despegarse de la ventana, amo lo


bulliciosa que es la ciudad.

Kaden frena delante de un gran edificio que no logro


identificar.

—¿Dónde estamos?

Su brazo va hasta la parte trasera, rebusca algo y deja


caer en mi regazo una bolsa pequeña deportiva.

Lo miro a él y a la bolsa, ¿pretende que la abra?


—Adelante—indica moviendo la cabeza.

—¿Para que quiero esto? —pregunto alzando el pequeño


maillot negro.

—Para tu audición.

Parpadeo varias veces con incredulidad.

—¿Para mí qué?

—Has escuchado bien, nena, así que mueve ese bonito


trasero y baja del coche.

Mi mente se bloquea con esa información, ¿Cómo que


una audición?

—¿Audición? No, no, no —farfullo nerviosa, empiezo a


sentir náuseas.

—Sí, sí, sí—repite.

—¿Para qué? No, no puedo, Kaden, no puedo.

Acerca su rostro al mío, manteniendo su mirada a mi


altura.

—Sabes qué si te tengo que llevar en brazos, lo haré.


—No estoy preparada para esto, hace mucho tiempo
que no practico y ni siquiera sé de que trata la audición.

—Hace poco tuve a un cliente que hará un nuevo


videoclip...

—¿Un cliente? ¿Le tatuaste?

Asiente mientras saca su teléfono.

—¿Y es cantante? ¿Tatúas a famosos? —mi boca se abre


con asombro.

Un aire arrogante adorna su increíble rostro mientras se


encoge de hombros, como si no fuera la gran cosa.

—¿Conoces a Lil Msk?

Mi frente se arruga, ¿un rapero?

Conozco alguno de sus temas más famosos,


precisamente porque una de sus canciones la bailamos
en Mala.

Creo recordar incluso que este año ganó algún premio


Billboard y AMA.

—Sí—contesto.

—Es para su videoclip—explica.


No puede ser real.

La repercusión que tienen sus videos es de millones de


visualizaciones.

No puedo hacer esto.

—Quita esa mirada de pánico del rostro, esto es lo que


te gusta, Juls, no le des la espalda a una oportunidad así.

No me lo merezco.

Sacudo la cabeza, mis piernas empiezan a temblar como


anoche.

Pone su mano sobre mi rodilla, calmando los temblores.

—Puedes hacerlo y vas a lograrlo.

La determinación de su mirada me tranquiliza.

Tiene razón.

Y en cuanto demuestro lo que soy capaz de hacer me


cogen al momento.

No me puedo creer que vaya a salir en videoclip como


bailarina principal.

***
Kaden y yo salimos a festejar por la noche, el ambiente
de fiesta en la ciudad es insuperable. Bebemos hasta
que apenas nos mantenemos en pie.

Sus manos no se despegan de mi en todo el tiempo,


reclamándome y ahuyentando cualquier persona que
intente acercarse.

Hay un solo momento en el que me despego de él unos


segundos para coger las copas, el camarero flirtea
conmigo, rozando mi brazo de forma descarada y Kaden
pierde la cabeza.

—Déjalo estar—le ruego tirando de su brazo.

Me ignora mientras asesina con la mirada al pobre


camarero que parece estar rezando interiormente.

—Nos va a echar—continúo insistiendo—No ha hecho


nada.

Consigo calmar a la bestia, pero para mi suerte alguien


en la pista de baile me reconoce por los estúpidos videos
que, por lo visto, me perseguirán toda mi puñetera vida.

Y ahí Kaden sí que pierde los papeles del todo, los


comentarios lascivos del chico que me reconoce no le
ayudan a su rostro, que rápidamente queda golpeado
por el puño de Kaden.
El tipo va con amigos dos amigos, pero Kaden es muy
capaz de encargarse de ellos, la ansiedad me invade e
intento meterme por medio para detenerlo antes de que
acabe cometiendo más locuras y lo arresten.

Recibo uno de los golpes en el rostro, no sé si por su


parte o por uno de los hombres que está peleando por
él, pero eso sirve para detenerlo.

Noto en el interior de mi boca la sangre y con el dorso de


mi mano limpio el labio que empieza a sangrar.

—Juls...—murmura con arrepentimiento cogiendo mi


cara entre sus manos.

Miro por encima de su hombro, viendo como el personal


de seguridad se acerca.

—Tenemos que irnos antes de que llamen a la policía—


susurro ignorando el dolor que empiezo a sentir.

Cuando logramos escapar nos metemos en la parte


trasera de su coche, los cristales de este lado están
tintados y nadie puede vernos.

Entre el alcohol, los nervios y el dolor estoy demasiado


sensible.
—¡¿Qué coño estabas pensando?! —le digo en tono de
riña mientras inspecciono la herida de su ceja, es el
único golpe que ha recibido.

—¡No podía permitir que te faltara al respeto de ese


modo!

Tengo ganas de golpearlo para hacer entrar en razón, lo


que es bastante irónico.

Cojo aire y cuento mentalmente hasta diez para no decir


ninguna estupidez.

—No puedes pelearte con todo el mundo, Kaden.

Pone los ojos en blanco.

—Por ti, sí.

—¡No! —exclamo—Ni por mí, ni por nadie. No puedes


acarrear ninguna nueva condena, no puedo perderte.

—No vas a perderme—asegura.

La sola idea me provoca ganas de llorar.

Recuesta su frente en la mía y cierra los ojos, hago lo


mismo, respirando su cercanía, sintiendo la calidez de su
aliento contra mi cara.
Es extraño describirlo, pero es como un momento de
conexión, como si pudiéramos expresarnos sin palabras.

—Te quiero, Juls—susurra.

Es todo lo que necesito.

—Te quiero—contesto de vuelta.

Su boca se acerca a la mía, lo que empieza como un beso


lento, doloroso por el golpe, termina en algo frenético.

Siempre es así.

Nuestros cuerpos no conocen la tranquilidad.

Me recuesta parcialmente sobre el asiento trasero


mientras cuela su cabeza bajo mi camiseta, mi boca se
abre mientras tira de mi sujetador y su lengua se dedica
a jugar con uno de mis pezones.

Mis manos buscan algo a lo que aferrarse y entre el


acolchado del asiento mis dedos se topan con algo
familiar. Atrapo el aluminio y cuando observo que está
vacío veo rojo.

Golpeo el pecho de Kaden, intentando apartarlo.

El envase del condón no luce antiguo, es más, luce tan


nuevo que empiezo a temblar con ira.

Nosotros no utilizamos condones.


—¡¿Qué mierda es esto, Kaden?! —le reclamo tirándolo a
su cara.

Permanece calmado, lo que me saca más de mis casillas.

—Eso no es mío, amor—asegura con rapidez.

Odio que utilice esa palabra en estos momentos.

—Mío seguro que no es—mis dientes prácticamente


castañean de la rabia que me consume.

—Le dejé el coche anoche a Alec, tal vez echó un polvo


en la parte trasera.

—¿Esperas que me crea eso? —el tono de mi voz es tan


inestable, no sé si quiero chillar, llorar o acabar de
volverme completamente loca.

—Es cierto, ¿no confías en mí? —pregunta


completamente ofendido—Habla con Alec, entonces.

Niego la cabeza con enfado, no sé que pensar.

—No puedo creer que desconfíes de mí, después de


todo lo que he hecho por ti—me reprocha.

Tiro de mi camiseta y me aparto lo máximo que puedo


de su lado, estoy confundida y herida.
>>Nunca te haría algo así, Juls ¿Por qué estaría con
alguien más cuando te tengo a ti? Nadie sería tan
estúpido, tú lo eres todo.

El nudo en mi garganta me impide hablar, quiero creerlo


y al mismo tiempo siento desconfianza.

—Tú eres la única, Juls. Nunca nadie me había hecho


sentir esto, no dejes que una tontería así afecte a lo que
tenemos.

Trago el nudo e intento contener las lágrimas que pican


por salir de mis ojos.

—Eres mío—gruño.

Sueno como él cuando me reclama.

—Tuyo

85. La Di Die

Loving me is suicide
Confío en él.
Confío en él.
Me repito a mi misma la frase una y otra vez cada vez
que las dudas intentan adueñarse de mis pensamientos.
El mensaje que acabo de leer cambia por completo mi
estado de ánimo.

Esta es la cuarta noche consecutiva que Kaden tiene que


quedarse hasta tarde trabajando, guardo el móvil de
nuevo en mi bolsa, con un nudo en el estomago.

Rebusco la toalla entre mis cosas, las gotas de sudor


ruedan por mi frente, los ensayos me mantienen
exhausta.

¿Quién diría que un simple videoclip pudiera dar tanto


trabajo?

—Julliet tienes que ir a la segunda planta para la prueba


de vestuario—me dice alguien del staff.

Es imposible aprenderse el nombre de tanta gente,


muchos llevan la identificación colgando del cuello, pero
no logro leer la de este hombre.

—¿No puedo darme una ducha primero?

Estoy bañada en sudor tras varias horas bailando.

El tipo me inspecciona y se encoge de hombros.

—Quince minutos.
Recojo todas mis cosas y salgo disparada hacía el
vestuario, voy tan acelerada que choco con una puerta
que se está abriendo.

Automáticamente me llevo la mano a la frente,


frotándola para amortiguar el dolor.

—¿Estás bien? —pregunta amablemente una chica joven.

La cabeza me da un par de vueltas.

—Eso creo—contesto.

—Espera tu eres...

Aquí vamos.

¿Cómo es posible que los dichosos videos hayan llegado a


todo el planeta tierra? ¿Alguien no los ha visto?

—La bailarina principal, ¿cierto?

La miro confundida, eso me toma totalmente


desprevenida.

>>Te vi en la audición, fue increíble, me gustaría llegar a


bailar tan bien como tú.

Los halagos son algo extraño, todavía no he aprendido


como reaccionar a ellos.
¿Gracias?

Oh, no es para tanto.

Sí, la verdad es que soy una diosa bailando, me lo suelen


decir.

Mis opciones son una mierda, simplemente asiento con


la cabeza.

—Soy Anastacia—comenta estirando su mano para que


la estreche.

—Como la cantante...—murmuro, tomándola.

Ella se ríe, tiene una risa melódica fascinante, de esas


capaces de contagiar una sonrisa.

—Sí, mi madre es una fanática.

—Yo soy...—no sé porque en esos momentos pienso en


Nathan—mierda, tengo mucha prisa, lo siento.

Se siente raro conocer gente nueva.

Me cuelo dentro del vestuario, dejándola perpleja.

Tiro la bolsa al suelo, desnudándome con rapidez,


cuando estoy por entrar a las duchas solo veo miembros
masculinos colgando por todos lados.
Penelandia.

Mis ojos se salen de sus orbitas y automáticamente


coloco la toalla sobre mi cuerpo.

Algunas personas se ríen de mi reacción mientras mi


cara pasa por todos los matices del color rojo.

—¿Te has perdido, bonita? —pregunta uno de ellos.

—Eh, yo, esto, eh...

¿Os han preguntado alguna vez que poder os gustaría


tener? Bien, no sabéis lo mucho que desearía poder
volverme invisible en estos momentos.

—No seáis capullos—contesta uno que, gracias a Dios,


tiene una toalla alrededor de la cintura. —El vestuario de
mujeres es justo el que hay enfrente.

Asiento repetidamente mientras camino lentamente


hacía atrás.

No sé cuanto tiempo he perdido, pero alguien me riñe


por tardar tanto en llegar a la prueba de vestuario.

Me empiezan a colocar ropa, me siento como si fuera


una barbie a la que viste y desviste su dueña.
Noto un pinchazo cerca de mi cintura y me sobresalto.

—Tienes que estarte completamente quieta—refunfuña


la modista.

—Sé más buena con mi bailarina principal, Audrey—la


amonesta otra persona.

Giro mi cabeza lentamente y ahí está Lil Msk, su piel


oscura está cubierta de tatuajes, me pregunto cuales de
ellos serán obra de Kaden. Tiene algunas perforaciones
en la ceja y en el pómulo izquierdo.

Se queda allí quieto, comiendo tranquilamente una bolsa


de patatas de la máquina expendedora.

—Disculpa—murmura con falsedad Audrey.

—Así que tu eres la novia de Kaden, ¿no? —me pregunta


él.

Asiento sintiéndome intimidada por su presencia.

—Fascinante.

—Callum ves quitándote la parte superior—le ordena


otro de las modistas.
Cuando se deshace de su camiseta aparto la mirada,
tiene una cicatriz justo en el centro de su pecho, una
línea recta por encima del esternón.

Audrey acerca un par de alas blancas que me hacen


contener la respiración.

Pensar en Devan duele demasiado.

—¿Qué es esto? ¿Tengo que llevar esto? —pregunto


nerviosa.

—A partir de la mitad del videoclip—contesta.

—Luce como un ángel, pero tiene una mirada salvaje que


podría matarte—canturrea Lil Msk—Tú serás el ángel.

No puede ser verdad, ¿acaso es algún tipo de señal todo


esto? ¿O solo una broma cruel del destino para que
piense en él?

Esos pensamientos mantienen mi mente ocupada para


el resto del día, sobretodo cuando recojo el correo de mi
buzón y encuentro un billete de avión dentro de un
sobre con destino a Alemania.

Me ha enviado un billete para ir a verlo.

***
A la mañana siguiente Kaden y yo comemos juntos en mi
apartamento, entre mis clases a distancia, la terapia y los
ensayos parece que no tenemos tanto tiempo como nos
gustaría últimamente.

—Es que deberías dejar esa gilipollez de una vez—replica


de forma grosera.

Pongo los ojos en blanco por su tono de desprecio.

—No es una gilipollez.

—En ningún momento has querido estudiar eso, Julliet,


¿Por qué continuas? —sus ojos se entrecierran—¿Es por
él? ¿Te hace sentir conectada a él?

¿Él? ¿Qué él?

Sacudo la cabeza, intentando encontrarles sentido a sus


palabras.

—No te sigo, Kaden...

—No importa—recoge su plato y se levanta de la mesa


sin decir nada más.

—¿Por qué se supone que te has cabreado ahora? —


pregunto siguiéndole.
Deja las cosas de mala manera, haciendo que el plato
repique contra el metal.

—Solo no entiendo porque estudias algo que no te


gusta, es tiempo que podrías emplear de otra forma y
dinero que ahorrarías.

Niego la cabeza, ya hemos discutido sobre esto antes y


empiezo a estar cansada.

—No es así, me gustan algunas asignaturas, son


interesantes, estoy aprendiendo muchas...

Sacude la mano, cortándome.

—Ahórrate el discurso que ni tú misma te crees.

Frunzo el ceño con indignación, su actitud me vuelve


loca.

—¿Por qué te molesta tanto?

—Porque pierdes el tiempo.

—¿Te estás escuchando? ¿Des de cuando decides en que


tengo que invertir mi tiempo?

Suelta una risa sarcástica.

—No seas melodramática.


—¿Yo? ¿En serio? Claro, yo estoy siendo la
melodramática—resoplo con ironía.

Pone los ojos en blanco.

—Mira, para el poco tiempo que tenemos últimamente


prefiero no tener que estar discutiendo.

Su tono es cien por cien acusatorio, lo que me


desmorona todavía más.

—Tú eres el que está pasando todas las noches fuera, no


lo digas como si solo fuera mi culpa. —me cruzo de
brazos.

No contesta, pasa por mi lado y simplemente abre la


nevera, rebuscando algo.

Saca un bote de nata montada, mis ojos se abren


ampliamente, él se encargaba de traer el postre, pero no
imaginaba esto.

—No tengo fresas para eso—murmuro tragando con


fuerza.

—Entonces tendré que comerlo con otro tipo de


acompañamiento—su mirada se ha convertido en la de
un cazador a punto de devorar a su presa.
Puede que no se entienda nada de lo que sucede entre
nosotros, no creo que ni nosotros mismos nos
entendamos, pero está bien, no tenemos que
entendernos cuando nuestros cuerpos lo hacen.

Y arreglar las cosas de este modo es lo único que


conocemos.

Se acerca y cae de rodillas, su mirada me provoca


mientras tira de mis zapatos, sus manos continúan con
el cinturón, cuando se deshace de el, baja mis
pantalones de un tirón, llevándose la ropa interior con
ellos.

Desliza las manos por mis caderas y continúa subiendo,


arrugando mi camiseta en sentido ascendente.

—Levanta los brazos, Juls—ordena.

Mi cuerpo se convierte en esclavo de sus peticiones,


ansío esto. Lo anhelo con cada fibra de mi ser.

Prácticamente me arranca la camiseta, mis pezones se


mantienen erguidos, expectantes y deseosos de
atención.

—Coloca tus manos juntas detrás de tu espalda.


Mi boca se seca, hacía tiempo que no practicaba nada de
esto con Kaden, él fue el primero en atarme durante el
sexo.

Siento que ahora me tiene atada en muchos más


sentidos.

Utiliza mi propio cinturón para amarrar mis manos con


fuerza, estoy bastante limitada de este modo.

Rodea sus brazos entorno a mis muslos y me eleva,


subiéndome sobre la encimera.

—Es la hora del postre, abre la boca.

Hay algo obsceno en su tono de voz que ruboriza cada


parte de mi cuerpo, agita el bote de nata de forma
enérgica y apunta a mi boca, trago y paso la lengua por
mis labios, dejándolos completamente limpios.

Kaden presiona su cuerpo junto al mío, su erección se


clava con fuerza en mi vientre, dándome una idea de lo
mucho que me desea, un gemido escapa de mis labios.

—Me toca a mí—susurra trazando una línea desde el


hueco de la base de mi garganta hasta mi ombligo.
Se quita la camiseta y recreo mi mirada con su
deslumbrante y firme torso, como me gustaría ser yo la
que pasara la lengua por él.

Su boca recoge lentamente toda la nata de mi cuerpo,


muerdo mi labio mientras lo observo, mis músculos
internos se contraen con impaciencia.

Dispara una nueva cantidad de nata sobre uno de mis


pezones, su lengua se enrosca alrededor de el,
tomándose todo el tiempo del mundo.

Mis manos se retuercen en el amarre, tengo ganas de


hundir mis dedos en su pelo y empujarlo con más
fuerza.

Me estremezco cuando sus dientes muerden con


suavidad, ojalá todo en la vida fuera esto. Esta
sensación. La sensación que nubla todo y solo deja
placer.

Soy tan adicta, pero ¿quién no lo sería después de


probarlo?

Su mano, que descansa sobre mi rodilla, empieza a


deslizarse por el interior de mi muslo.

—Tan necesitada siempre—se burla presionando sus


labios en mi otro pecho.
Se incorpora y reclama mi boca, me besa tomando todo
de mi mientras sus dedos realizan un lento vaivén entre
mis piernas.

Su boca se abre, empuja su lengua y saboreo la nata.

—Me vuelves tan jodidamente loco, no creo que puedas


entender lo mucho que te deseo—gruñe separándose
unos centímetros.

Las mariposas en mi estomago revolotean con


intensidad. Me encanta este tipo de agresividad, debilita
mis defensas por completo.

Saca los dedos de mi interior, veo lo brillantes que están


antes de que se los lleve a la boca.

Kaden se agacha hasta quedar a la altura de mi


entrepierna, esparce nata por todos lados y la recoge,
dejando caminos húmedos por mi cuerpo.

—Yo también quiero—jadeo.

Una sonrisa perversa se desliza por sus labios.

—Lo siento, nena, te necesito demasiado.

Baja la cremallera de sus pantalones de un tirón y se


desliza con profundidad en mi canal. Mi cabeza choca
con el mueble de la cocina, pero el dolor queda
amortiguado por el disfrute.

Sus caderas se mueven con rapidez, creando la fricción


perfecta que acelera mis pulsaciones hasta un punto
insano.

Muerde su labio cuando aumenta la intensidad, sonrío


viendo lo perdido que está en el gozo.

Me agarra con tanta fuerza que es extraño la vez que mi


cuerpo no tenga alguna marca suya, pero siempre ha
sido así, y no negaré que amo esas marcas de rudeza
sexual.

Me baja de la encimera y me voltea, su mano aferra mi


pelo y casi estrella mi cabeza contra la encimera de la
cocina. Cuando se introduce desde atrás llego al
orgasmo.

Uno de esos orgasmos que hace temblar mi cuerpo.

Sus choques rebotan contra mis nalgas en cada


embestida, arrastra una de sus manos arañando el
centro de mi espalda, lo que me hace gemir con más
fuerza.
Palmea mi trasero, y automáticamente siento el escozor,
estoy segura de que su mano se empieza a dibujar en mi
piel blanquecina.

Agarra mi pelo de nuevo y levanta mi cara para susurrar


en mi oído:

—Quiero que te corras de nuevo, Julliet. Acaba


conmigo  esta vez.

Su mano baja por mi vientre hasta encontrar ese


pequeño punto, sabe tocarme de un modo que me hace
llegar con rapidez.

Mis caderas lo buscan en cada arremetida, deseosas del


segundo orgasmo.

Pellizca suavemente y estallo a su alrededor, sintiendo


como él también se tensa y derrama un líquido caliente.

Desata mis manos, me doy cuenta en ese instante que


casi se me han adormecido.

Y simplemente así, fingimos que la discusión de antes no


ha sucedido. Queda enterrada como cualquier otra
discusión que hayamos tenido hasta ahora.

Vamos a la ducha, lo que nos lleva a otra ronda rápida.


Mientras seco mi pelo Kaden se marcha a vestirse, noto
mi cuerpo adolorido por la intensidad de nuestro
ejercicio físico.

No escucho como entra al baño simplemente arranca el


cable del secador y me voltea para que lo mire.

—¡¿Qué mierda significa esto?! —exige.

Empuja la pantalla iluminada de mi teléfono en mi cara.

Tengo una notificación de un mensaje de un número no


registrado.

Me han contado lo del desnudo en el vestuario


masculino, tú si que sabes entrar a lo grande.

-Anastacia

¿Cómo tiene mi número?

—¿Qué haces mirando mi teléfono? —es lo primero que


suelto.

Y eso no le gusta nada.

Lo deja caer con fuerza sobre el mueble del baño.

—¿Qué. Coño. Significa. Ese. Puto. Mensaje. Julliet?


Trago con fuerza, su cara empieza a enrojecerse con ira.

—No es lo que parece, iba con prisa y he confundido los


vestuarios—aclaro.

—¿Desde cuando eres tan tonta que no sabes


diferenciar cual es el vestuario femenino del masculino?
—sus palabras, cargadas con veneno me afectan por
completo.

—¿Perdona?

—¿O lo has hecho a propósito? Después de saber lo que


has hecho con los de Mala no me sorprendería.

Mi mano actúa más rápido que mis pensamientos y se


estrella con su mejilla.

Le tiene que haber dolido porque a mi me arde la palma

—Perdona, no quería...—me disculpo al momento.

—Sabes, si esto hubiera sido al revés la situación se vería


mucho peor—escupe.

—Kaden...

Niega la cabeza mientras levanta sus manos y sale del


baño.
Tardo un par de minutos en recomponerme.

Cuando voy hacía mi cuarto no lo veo por ningún lado,


se ha marchado.

***

Llevamos dos días enviándonos mensajes muy extensos.

Una parte de mi siente que exageró y la sensación de


culpabilidad por abofetearlo me produce nauseas.

Le echo de menos.

Le necesito.

Necesito que las cosas se solucionen entre nosotros.

No puedo estar con este sentimiento constante que me


pone enferma.

Guardo las esposas en el fondo de mi bolso, estoy


segura de que una buena sesión de sexo perverso nos
vendrá bien.

Coloco un vestido ceñido que se aferra a cada curva de


mi cuerpo, no me molesto en llevar ropa interior, le
gusta más de este modo y así también evito perder otra
pieza de mi carente cajón.
Me emociono imaginando su reacción, casi puedo sentir
el fuego de su mirada abrasando mi piel.

Me pregunto si terminaremos haciéndolo en la playa, me


encanta hacerlo de noche en el agua.

Introduzco la llave que tengo de su casa y me muevo de


forma sigilosa por el apartamento, seguramente está
dormido, podría despertarlo de su forma favorita...

La sorpresa me la llevo yo cuando abro la puerta de su


dormitorio, mi cuerpo se congela unos instantes.

Cuando vuelvo en mí, busco mi teléfono y con manos


temblorosas hago una foto antes de salir corriendo de
allí.

Quiero gritar, quiero golpear algo, no, quiero golpearlo a


él y a ella.

Siento tanta rabia, una furia que me enloquece por


completo, llevándome a mi próximo destino.

—¡¿Lo sabías?!

El cliente que está pagando se aparta asustado.

Le enseño la pantalla de mi teléfono, la cara de Alec


cambia por completo.
—¿Qué es esto?

Es difícil de confundir la imagen.

—Es de hace veinte minutos. Alec, por Dios, te juro que si


lo estás ocultado y defendiendo...

—¿Estás loca? Lo ultimo que querría en mi vida es que


mi hermana se metiera con él, Kaden me prometió...

—¿Qué no se la follaría? ¿Así como me prometió


exclusividad a mí? ¿El condón era tuyo?

—¿El condón?—repite confundido.

—Había un condón en la parte trasera del coche de


Kaden, ¿era tuyo?

Alec parpadea varias veces, como si estuviera


procesando todo, niega con la cabeza y mi ultima
esperanza estalla en mil pedazos.

No sé que me pasa durante los siguientes minutos, pero


acabo con los brazos de Alec a mi alrededor, intentando
tranquilizarme.

Solo hay un objetivo en mi cabeza; la venganza. Quiero


hacerle daño, que sienta la traición del mismo modo que
yo la estoy sintiendo.
Sabía que había algo entre ellos.

Debería haber confiado en mi instinto.

—¡Lo odio! ¡Lo odio, joder! ¡Maldito mentiroso! —le grito


a la nada.

—¡Tienes que parar ya, Julliet!

Miro a mi alrededor, he destrozado un par de cosas de


su estudio de tatuajes.

¿Qué me está pasando? ¿Por qué reacciono de este


modo?

—¡No! ¡Quiero que le duela!

—Yo también, pero los muebles no tienen la culpa.

Una revelación aparece ante mí, tenemos un objetivo


común y reacciono por pura venganza aplastando mi
boca sobre la suya.

Entiende mi punto, y puedo saborear la sed de venganza


en sus labios.

La pasión que nos mueve es muy diferente a cualquier


que haya sentido, es un instinto primitivo mezclado con
odio y rabia.
Sé que esto le destrozará, en estos momentos es lo que
quiero.

Las manos de Alec tiran mi vestido hacía arriba mientras


enrosco mis piernas en su cintura.

Una parte de mi siente culpabilidad por disfrutarlo, la


otra se regodea victoriosa por la vindicta.

***

Me encierro en mi propio mundo, aislada de cualquier


estimulo externo. Noto como si estuviera en piloto
automático de nuevo.

La tranquilidad y el silencio duran medio día.

Kaden entra prácticamente arrollando mi puerta, debe


de haber visto el mensaje que le envié en el que
simplemente le mandaba la fotografía que les tomé.

—Vete—es lo primero que le digo.

—Déjame explicártelo—murmura con desesperación en


la mirada.

—Largo. No quiero escuchar una explicación de como


eres un puto infiel.
—¡No fue así! ¡¿Puedes parar de sacar conclusiones
precipitas siempre?! ¡¿No sabes hablar las malditas
cosas?! —grita con furia mientras golpea la pared.

Doy un paso atrás, manteniendo una distancia


prudencial.

—La recogí borracha, se vomitó encima y por eso le puse


mi ropa, yo duermo sin camiseta. Eso es todo—explica.

No le creo, no le creo una maldita palabra.

Debería haberlo sabido, soy una estúpida, las lágrimas


de impotencia nublan mi mirada.

—Estaba en tu cama Kaden, en tu casa hay muchas


habitaciones y ella estaba en TU cama.

—¡No pasó nada! —exclama con histeria.

—Oh, claro, ella se durmió y en tu casa no había ninguna


otra cama en la que poder dejarla, por eso, era mejor
meterla en tu puta cama, con tu puta ropa, mientras tu
descansabas desnudo a su lado. ¿Puedes imaginar por
un solo segundo como sería si la cosa fuera al revés?
Mira, si quieres, puedes imaginarlo porque anoche me
follé a Alec en tu estudio.

Solo se escuchan nuestras respiraciones aceleradas.


—No lo has hecho—murmura en un ruido apenas
audible.

Trago con fuerza, mis ojos brillan con impotencia.

—Dime que es una broma, Julliet, dime que no te has


follado a mi mejor amigo—sus dedos se clavan con
fuerza en mi brazo.

No retracto mi palabra, es la verdad.

El nudo de mi estomago se incrementa, ¿cómo hemos


llegado a este punto?

—Me has engañado, me has engañado todo este tiempo


—susurro, sintiendo como mi confianza está
completamente destruida—¿Qué podía hacer?

—¡Nunca te he engañado, joder!

Mi espalda impacta con fuerza con la pared, me cuesta


varios segundos procesar lo que acaba de suceder.

La realidad se convierte en algo desconcertante, ¿acaba


de pasar lo que acaba de pasar?

Solo ha sido un empujón, está enfadado.


Tu también estabas enfadada anoche, por eso te follaste a
una de las personas más importantes de su vida, te lo
mereces.

Kaden sigue temblando con ira, tengo miedo de lo


siguiente que pueda pasar.

Da un paso hacía a mí y me encojo en el lugar, antes de


que pueda coger aire si quiera se marcha.

Cierra la puerta con tanta fuerza que el marco tiembla.

Solo ha sido un empujón, está enfadado.

Cuando acudo a la visita con Jared intento mantener la


mejor cara posible, pero todo eso se va a tomar por culo
cuando veo la presencia de alguien más en el despacho.

Andrew Henderson.

86. The Heart Wants What It Wants

Strung out, a little bit hazy


Hand over heart, I'm praying
That I'm going to make it out alive
Una tormenta de emociones arrolla mi anterior.

¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Cuatro meses? ¿Tal vez un


poco más?

Su cabeza está prácticamente rapada, y ese aire


sofisticado ha sido reemplazado por una mirada más
dura.

Luce diferente, como si la energía que lo envuelve no


fuera la misma.

—Srta. Collins—asiente en mi dirección.

¿Eso es todo? ¿Después de todo lo que ha pasado entre


nosotros?

¿Un simple "Srta. Collins"?

Los latidos de mi corazón golpean con más fuerza,


seguramente debo de estar más pálida de lo normal,
porque siento como si la sangre hubiera abandonado mi
rostro.

No puedo reaccionar, la conmoción me tiene


enmudecida y paralizada.
Andrew mira a Jared y él asiente, una especie de
comunicación sin palabras entre ellos hace que Jared
deje la sala.

Verlo aquí empuja todos los recuerdos de los últimos


meses de golpe y la herida de mi pecho que pensaba
que estaba cicatrizado arde con intensidad,
abrasándome.

Se levanta y se acerca a mí, su cabeza se inclina


levemente para estar a la altura de mi mirada, es tan
expresivo el remordimiento de su mirada que me
atrapa.

—Siento lo de tu amiga, Julliet.

Sé que habla de Lex, para la oscura parte de mi cabeza


piensa ¿Cuál de todas?

Porqué no puedo evitar pensar también en Sam y Taylor.

—¿Qué haces aquí?

—Hay pruebas nuevas, el juicio se celebrará la próxima


semana.

—¿Pruebas nuevas?—repito confusa.

—Testigos que han decido declarar y...


—¿Y?

—Los vídeos que se subieron desde tu cuenta, desde la


ubicación de tu antigua casa, sabemos quién los subió.

—¿Quién?

—Nathaniel Campbell.

Su nombre es algo que escucho con frecuencia o que me


persigue cada noche, cuando cierro los ojos, aún así,
cada vez que lo oigo consigue erizar mi piel.

—¿Por qué subiría él mismo vídeos que le involucran?


Aparece en ellos.

—Te tenía vigilada, tiene vídeos tuyos desde diciembre


de dos mil diecisiete.

Es el mes en que me dieron el alta médica, cuando por


fin salí del psiquiátrico.

—¿Cómo no lo vi? Es tan... él no—mis ojos se amplían—


¿Dónde estaban las cámaras?

—En cada sala de tu casa.

Una arcada sube por mi garganta, mientras un escalofrío


me recorrer por completo.
Él lo sabía, sabía que le engañaba con Kaden, lo vio,
cuando fui a terminar nuestra relación él ya lo sabía.

¿Por qué ese nivel de control?

¿Por qué ese nivel de obsesión?

La cabeza me da vueltas.

—¿Cómo...? ¿Cómo has conseguido todo eso?

Mira hacía otro lado, como si no quisiera responder la


pregunta.

—Andrew...—insisto.

—La fuente no ha sido muy legal.

—Entonces no será válido para el juicio.

—También hemos arreglado eso.

Me pregunto hasta donde llega su influencia y su poder


en los tribunales.

>>No puedo decirte su nombre, bueno, ni si quiera lo sé,


es alguien que ofrece sus servicios en Legacy.

—¿Legacy?—mi frente se arruga repitiendo las palabras


—¿Qué se supone que es eso?
—El mayor mercado negro en línea.

Mi boca se abre con asombro, no me esperaba que


alguien tan prudente y legal sea capaz de acceder a un
lugar así.

—¿Has contratado a un hacker que trabaja en la darknet?

—Cuentos menos detalles tengas sobre todo esto,


mejor.

Niego la cabeza con incredulidad, ni siquiera se lleva


honorarios, no entiendo como está malgastando tantos
recursos y tiempo en este caso.

—¿Has tenido acceso a los vídeos?

—En ellos se puede apreciar el día que los colocó y el día


que los retiró, lo tenemos un punto que no se lo
esperará.

No quiero ilusionarme, no quiero sentir ni una pizca de


esperanza porque luego la decepción será mucho
mayor.

—¿Te quedarás o te volverás a ir?

—Después del juicio me iré, estoy trabajando en la


apertura del nuevo local en LA, es rentable, funcionará.
Me duele. Me confunde que me duela, ¿por qué no
puedo superarlo?

—Está bien, ¿puedo preparar las preguntas con Jared?

—Julliet...Entiendo que estés enfadada.

Sacudo la cabeza con firmeza.

—No, no entiendes nada.

Sus ojos me miran con una intensidad que me veo


obligada a apartar la mirada.

—Has estado ignorando mis mensajes y llamadas—me


dice. No suena acusatorio, simplemente es una
afirmación veraz.

—Las de todo el mundo, no te sientas especial por ello.

—No me gusta que estés con él, no es bueno para ti.

Las marcas recientes de los dedos de Kaden en mi brazo


parecen quemar.

—¿Cómo sabes...?

—Me mantengo al día de tu vida personal, hasta que


termine el juicio es relevante todo lo que hagas.
—¿Entonces por qué no volviste? ¿Dices que él no es
bueno para mí? ¡Me quiere! ¡Y yo también le quiero! Me
ha estado cuidando y...

—A veces queremos a la gente equivocada—me


interrumpe.

Parece que hable por si mismo y eso me enferma.

Me pongo de pie en un salto mientras una risa sarcástica


se escapa de mis labios

—¿Y vienes tú a decírmelo? ¡Vete a la mierda, Andrew!

Paso rápidamente por el pasillo, no me puedo creer que


vuelva así sin más y suelte toda esa mierda.

—¿Julliet? —pregunta Jared con confusión mientras me


escabullo con velocidad por el pasillo.

—Lo dejamos para otro día, ¿Sí?

—El juicio es la semana que viene, deberíamos...

—No puedo, hoy no.

***

Me ha tenido vigilada todo este tiempo, de forma


enfermiza, ni siquiera era consciente de ello. Los vídeos
en mis redes personales, los papeles con las imágenes
esparcidos por mi salón...

¿Cómo ha podido? ¿Cómo nunca me he dado cuenta?


¿Quién es Nathan realmente?

Todo lo que pensaba saber de él cada vez parece más


distorsionado, como si hubiera vivido una eterna
mentira.

En los ensayos para la grabación del videoclip estoy


distraída, el baile es la única cosa capaz de nublar de mi
mente de una forma más o menos sana, pero hoy es
imposible.

La cantidad de pensamientos que cruzan mi cabeza me


mantiene ausente, no puedo silenciarlos, todo se siente
cada vez más difícil de asimilar.

Estoy cansada.

¿Cuándo termina todo esto?

¿Acaba de alguna forma o solo se sigue complicando


hasta que no pueda más?

Anastacia se acerca a mí cuando terminamos.


—¿Recibiste mi mensaje? No estaba segura al cien por
cien de si ese era tu teléfono.

Pienso en la discusión con Kaden, cortesía de ese


mensaje.

—¿Cómo tenías mi numero? ¿Por qué me enviaste ese


mensaje? —sueno demasiado a la defensiva y ella frunce
el ceño.

—Nuestros datos están en la hoja del vestuario, solo


quería hablar contigo, no sé, no pensaba que te
molestaría...

A tomar por culo la protección de datos, que bien.

—Mira, no tengo tiempo para hacer amigas, disculpa—


contesto con una frialdad que me recuerda demasiado a
alguien.

Sé que estoy siendo la borde del año, pero no puedo


permitirme conocer a nadie, no hasta que él esté entre
rejas. No es seguro.

—La grabación será entre mañana y pasado mañana,


intentad dormir todo lo posible y nada de lesiones, no
queremos bajas de último momento—advierte la
coreógrafa.
—Eh, exhibicionista, iremos todos a cenar para celebrar
que empieza el rodaje, ¿te apuntas? —pregunta el chico
que me indicó donde estaban los vestuarios.

Recuesta su brazo de forma casual sobre el hombro de


Anastacia.

—No tengo tiempo, gracias.

Por un momento desearía que todo fuera diferente,


decirles que sí, salir de forma casual, pasarlo bien,
conocer gente nueva.

Pero no es el momento.

Una de las cosas que odio de este nuevo trabajo es el


trayecto, nuestro pequeño pueblo se mantiene a casi
dos horas de la ciudad y odio conducir tanto tiempo.

Me engaño.

Tal vez no.

No puedo confiar en él.

Su discurso sonaba convincente.

Alec dijo que el condón no era suyo.

Tal vez hay una explicación para eso.


Amy me espera en el portal de mi apartamento, mis
músculos se tensan por completo y se forma un nudo en
mi estómago.

Eso de que sepa donde vivo no me hace ni pizca de


gracia.

No sé porque parece querer asesinarme con la mirada,


teniendo en cuenta que ella es la que ha estado en la
cama de mi  novio.

Cuando mis ojos hacen contacto con los suyos tira el


cigarro que tiene en la boca y lo aplasta con el pie.

Ese gesto parece totalmente copiado de Kaden, no me


gusta que pasen tiempo juntos, la odio tanto.

Un odio fomentado por celos. La emoción es tan


negativa y oscura que saca a relucir ideas extrañas en mi
cabeza.

Ideas malas, como querer ver su cara en el pavimento


mientras la aplasto con mi pie.

—Lo has jodido de nuevo. ¿No te cansas de arruinar la


vida de los demás? —pregunta cínicamente.—Él solo
cuidaba de mí, como ha hecho siempre, si estaba a su
lado en su cama era simplemente para cuidarme y
vigilarme. Eres una zorra, no te mereces tenerlo.
—¿Has venido hasta aquí solo para decirme eso?

—Te has cargado la relación entre mi hermano y Kaden,


¿ya estás contenta? ¿Te queda algo que joder?

Cojo aire y cuento mentalmente hasta diez.

—Mira, no me conoces suficiente para...—empiezo a


decirle.

—Te conoce todo internet, tu fama te precede, puta.

No sé cuantas veces he escuchado esa palabra desde


que se filtraron los vídeos, he llegado a perder la cuenta.

Lo que más me preocupa es sentirme como tal.

Lamentarse no sirve de nada, no deshace acciones.

—Amy, cierra la boca—gruñe Kaden a mis espaldas.

Me volteo lentamente, el nerviosismo se dispara en mi


sistema.

No me sorprende encontrarlo con una herida en la ceja,


le han dado puntos recientemente.

Quiero saber como está Alec, pero obviamente está


fuera de lugar preguntarlo.
No sé qué creer, no sé qué pensar, pero sí sé que me
alegro de que esté aquí. 

Le echo de menos. 

Le necesito.

El ambiente es tan tenso que resulta palpable.

—Pero...—empieza a protestar Amy.

—Márchate—le contesta él, interrumpiéndola.

—Solo quería...—sigue excusándose.

—Ya.

Pasa por mi lado, golpeando intencionadamente su


hombro con el mío, me desestabiliza y pierdo el
equilibrio.

Kaden estira su brazo y me agarra con fuerza, evitando


que me caiga al suelo.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto con voz temblorosa.

—Tenemos que hablar.


No me gusta como suenan esas palabras, la intención
que puede haber tras ellas infunda el miedo en mi
cabeza.

No quiero que me deje.

La he cagado, pero no puedo imaginarme no estar a su


lado.

Trago con fuerza mientras asiento y subimos en silencio


a mi apartamento.

Cierra dando un portazo que me sobresalta.

—Kaden...

Aparta su mirada con repulsión.

—No puedo ni mirarte sin pensar en ello, joder

—Kaden, lo siento...

—¿Por qué? ¿Por qué no eres capaz de hablar las cosas?


¡No tardaste ni un día Julliet, ni un puto día!

El sentimiento de culpa encoje mi estomago.

—Pensaba...
—¡Eso es lo que más rabia me da! ¡¿Porqué coño dudas?
Creo que te he demostrado más de una vez de que tú
eres la única a la que quiero.

—Alec me dijo que el condón no era suyo, estaba


enfadada y...

—Le ensañaste la foto, claro que iba a decir que no era


suyo. Sólo quería tener su estúpido ataque de venganza,
como tú.

Muerdo el interior de mi boca hasta que pruebo la


sangre.

—Lo siento.

—Ahórrate tus disculpas, el puto daño está hecho.

Está realmente cabreado, sólo lo he visto hablar de ese


modo cuando está al límite.

Se pasa las manos por el pelo, con frustración, resopla y


golpea con ambas manos la mesa antes de mirarme.

—¿Lo disfrutaste? ¿Te corriste?

La vergüenza tiñe mis mejillas, sí, lo hice. Lo peor de


todo y esto es algo que nunca me atreveré a decir en voz
alta, es que me gustaría repetir.
Esta experiencia me ha servido para darme cuenta de
que por mucho que ame a Kaden, quiero separar el sexo
del amor y las relaciones. Quiero seguir experimentando
con otras personas, como hacía antes de formalizar
nuestra relación.

También extraño explorar mis límites en el BDSM,


desarrollar nuevas fantasías con varias personas a la vez.

Kaden nunca querrá eso para nosotros y me siento mal


por tener esos pensamientos. Me siento lo que todo el
mundo piensa de mí; Que soy una zorra.

—Kaden, por favor...

—¿Utilizó condón?

Doy un paso atrás, y él me sigue, me siento acorralada y


no quiero responder a nada de lo que me está
preguntando.

—¿Empezaste tú? ¿Fue solo una vez?

No quiero llorar, pero el sentimiento de traición baña


mis ojos.

Está tan dolido, todo esto se lo he hecho yo, en ese


momento era lo que quería, pero ahora no.
Odio hacerle esto.

—Necesito saberlo, necesito saber cada puto detalle,


Juls.

Mis piernas chocan con la altura de la cama y caigo


sobre ella de culo.

Kaden alza mi barbilla con sus manos.

—Responde.

—Yo...lo siento—susurro.

Sus ojos llamean con ira.

—Mía, joder, m-í-a.

Todo es extraño y confuso.

Rasga mi ropa con furia, me voltea y sujeta con fuerza mi


cabeza boca abajo, apenas puedo respirar, me gusta la
asfixia erótica, disfruto de ella, pero solo cuando puedo
ver a la persona que me lo hace. Kaden no puede ver
que casi me está ahogando.

Mi cuerpo parece ajeno a todo, no le importa lo que está


pasando entre nosotros, sigue recibiendo el placer del
mismo modo que hace siempre.
Mi cabeza, por primera vez, no se nubla en el éxtasis.

Se siente extraño.

Se siente mal.

Le quiero, me gusta que tome de forma ruda, ¿por qué


no puedo sentirlo como siempre?

Provoca las reacciones habituales en mí; me estremezco,


mi respiración se altera, me humedece, me hace llegar al
orgasmo.

¿Entonces porque se siente mal todo?

Las lágrimas mojan la almohada que continúa


dificultando que el aire entre en mis pulmones. 

Cuando acaba no se marcha, se tumba a mi lado y besa


mi frente.

Me siento extraña, como si de algún modo todo fuera


distinto ahora.

No entiendo nada.

No entiendo nada.

No entiendo nada.
Repito eso una y otra vez, el sueño no me vence. Estoy
exhausta, pero soy incapaz de dormirme.

Miro como su pecho sube y baja con tranquilidad, estiro


mi mano, acariciando suavemente su cara.

Le quiero tanto que quema. Duele.

Nadie es perfecto, podremos arreglar esto.

Vale la pena luchar por ello, no debemos rendirnos a la


mínima.

Cuando la luz baña la habitación me muevo


sigilosamente, quitando el brazo que rodea mi cuerpo
con lentitud.

Kaden dormido me transmite un tipo de paz extraña.

Voy de puntillas a la ducha, antes de que caiga la


primera gota sobre mi rostro ya lo noto húmedo.

No entiendo porque estoy tan sensible.

El agua caliente no me relaja, tal vez estoy nerviosa


porque hoy es la grabación.

Debe ser eso.


Envuelvo mi cuerpo en una toalla y decido no secar mi
pelo, así no lo despertaré.

Para mi sorpresa él está despierto, mi armario está


abierto y lo que tiene entre sus manos me altera.

—¿Me puedes explicar que es esto? —su voz tiene un


falso tono calmado.

El billete que me ha enviado Devan da vueltas en sus


manos.

—No es nada.

—¿Te lo ha enviado él? ¿Me ibas a dejar sin decir nada?


¿Ibas a  marcharte con él?

—Kaden, no, no es así...

—Bien, porque no irás a ningún lado—dice rompiendo


por la mitad el billete.

Me duele, siento como si intentara romper mi amistad


con él.

La cual ya debe estar rota.

Por mi culpa.

—¡¿Cómo te atreves?! —exijo zarandeándolo con rabia.


Atrapa mis muñecas entre sus manos y las mantiene
alzadas.

—¿Le quieres? —pregunta buscando la respuesta en


mirada.

No, no, no.

No estamos teniendo esta conversación.

—Sólo responde una maldita vez, ¿le quieres sí o no?

¿Qué es mejor? ¿Vivir en una mentira? ¿O hacerle daño


con la verdad?

Siempre voy a querer a Devan, nadie puede llevarse eso,


por mucho que lo ame a él.

—Sí—susurro—Pero estoy con...

No termino, el dolor corta mis palabras.

No entiendo que ha pasado.

Sí lo entiendo, pero prefiero no afrontarlo.

La conmoción y la confusión son más bonitas que la


realidad de lo que ha vuelto a hacer.
Él parpadea varias veces, como si no pudiera creer
tampoco lo que ha hecho.

No le falta tiempo para marcharse, supongo que tiene


mucho que asimilar.

Como yo.

***

—¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien, cielo? —pregunta la


maquilladora viendo el desastre de mi cara que tiene
que tapar.

—Me he resbalado en el baño—comento con una


sonrisa de disculpa.

Eso se lo dije mi primer día de clase a Andrew, que gran


ironía todo.

—La torpeza no ayuda el día de rodaje—suelta una


pequeña risita—Intentaré no hacerte mucho daño
cubriendo eso.

—Tranquila—digo mostrando mi mejor cara.

Las alas de mi disfraz se sienten una burla cruel.


Pensaba que este momento sería un antes y un después,
estoy grabando un videoclip, debería estar en las nubes,
en su lugar, me da la sensación de que estoy en el puto
infierno.

Kaden aparece en el estudio de grabación cuando


estamos terminando, lleva un gran ramo de rosas entre
sus manos.

Son hermosas.

Lil Msk, quiero decir, Callum se acerca sonriente a


saludarlo, pero él mantiene su atención solo en mí.

La mirada de fascinación que le dedican las otras


bailarinas no me pasa desapercibida, lo desean, intentan
llamar su atención.

Siempre es así con él, es demasiado atractivo, es capaz


de atraer toda la atención posible, su frialdad con la
humanidad es el único escudo que hace que no se
lancen a sus brazos todo el tiempo.

Cuando estamos en el coche acaricia con gentileza mi


pómulo cubierto de maquillaje.

—Lo siento, amor, he perdido la cabeza pensando que


podías dejarme.
Las lágrimas pican en mis ojos, pero no permito que
ninguna se derrame.

>> ¿Sabes como es no? Imagínatelo por un segundo, que


tu hubieras encontrado unos billetes de avión de los que
no te hubiera hablado para irme a ver a mi examante.

Trago el nudo de mi garganta y asiento.

—Me odio por hacerte daño, lo siento muchísimo.

¿Por qué le sigo queriendo?

Está mal, sé que está mal.

¿Entonces porque no puedo detener esta emoción tan


arraigada en mi pecho?

—Iremos a mi casa y te preparé un baño, tienes que


estar cansada. He comprado un poco de champagne
para brindar por tu primer día de rodaje.

Si lo vuelve a hacer me marcharé.

Me trata con tanto amor que me confunde de nuevo,


pero lo puedo ver, me quiere, le quiero.

No ha sido para tanto.

La situación es difícil.
87. Praying

Oh, some say, in life


You're going to get what you give
But some things only God can forgive
—¿Un informe psicológico forense?

—Lo aportaremos en el juicio —me explica Jared ante el


profesional que parece escudriñarme con sus ojos. —Así
tendremos uno más actualizado.

No me gusta responder preguntas exhaustivas de mi


relación con Nathan, ni de lo que pasó en la fiesta,
después de tantos meses de preparación y
conversaciones es algo que he aborrecido por completo.

Tengo ganas de terminar todo esto, de saber la dichosa


resolución final.
Evito a Andrew a toda costa, me he vuelto experta en
evitar a las personas que me importan, no resulta un
trabajo arduo.

Kaden me mantiene varias sorpresas el resto de los días,


amo cada una de ellas.

Una vocecita en mi cabeza resuena todo el tiempo,


advirtiéndome sobre él, intento callarla por todos los
medios posibles.

Estamos en su casa, él está distraído en su sala de


pintura, me encanta verlo dibujar y pintar, tiene un don
para ello.

Observo las curvas de su espalda, su ceño fruncido,


como mordisquea el extremo del pincel decidiendo el
siguiente trazo.

—Iré a preparar algo de cenar—murmuro acercándome


por detrás y plantando un beso en medio de su espalda.

—Está bien, amor, si no quieres podemos pedir algo.

—Me apetece cocinar.

—Que Dios nos bendiga—susurra por lo bajo


sacándome una sonrisa.
Cuando estamos bien estamos tan bien.

No vale la pena comerse la cabeza, solo tengo que vivir


el presente. Eso es.

Busco los ingredientes y me muevo cómodamente por la


cocina, utilizo el sistema sofisticado de electrónica que
tiene Kaden para cocinar.

El timbre suena y la imagen de las personas que están


en la puerta se refleja en una pequeña pantalla.

¿La policía?

Seco mis manos en el trapo de la cocina y voy hacía la


puerta, algo me dice que es mejor no abrir, pero la mano
de mi tirador actúa a expensas de mis pensamientos.

—Buenas tardes.

—Buenas tardes, señorita, buscamos al Sr. Kaden Kane.

Miro un segundo por encima de mi hombro y entrecierro


la puerta, dejando más intimidad, no sé que me impulsa
a mentir.

—No está en casa ahora mismo.

Se miran entre ellos, como si no creyeran mis palabras.


—¿Puedo ayudarles en algo?

—Han reportado la desaparición de Bonnie Simmons, la


última vez que tuvimos noticias de ella se dirigía a
Tailandia, justamente el destino en el que se encontraba
el Sr. Kane en ese momento, hay registros que los sitúan
en el mismo hospedaje.

—Oh—mi boca se abre con sorpresa.

—El Sr. Kane tenía una orden de alejamiento,


necesitamos hacerle unas preguntas.

—Se lo notificaré cuando llegue, que tengan una buena


tarde.

Cuando cierro la puerta recuesto mi espalda intentando


controlar mi respiración.

—¿Quién era? —pregunta Kaden con curiosidad


acercándose a mí.

Llevo mis manos a su cuello y lo abrazo, volteándolo en


dirección contraria a la puerta.

—Solo alguien que vendía galletas.

—Pareces asustada—comenta apartando un mechón de


pelo que ha escapado de mi coleta.
—Los carbohidratos son aterradores—una risa nerviosa
me traiciona.

Frunce el ceño y lo distraigo con un beso inocente.

—Se quemará la cena—murmuro separándome unos


centímetros de sus labios.

Vuelve a besarme con más ganas.

—Apagamos la placa y listo.

—Kaden me estás llenando de pintura...—protesto con


una risa mientras su boca demanda con más insistencia.

—¿Baño entonces? ¿O playa?

—Nos ganaremos una multa por escándalo público a


este paso.

El nudo de mi estomago continua presente,


recordándome la conversación con los oficiales.

Es tan complicado intentar aclarar mis pensamientos,


ojalá existiera la forma de poder apagarlos.

—Eso le da un punto extra de morbo—mordisquea mi


mandíbula.
—La verdad es que me tiene que venir el periodo esta
noche y tengo calambres—me excuso apartándolo.

—Está bien—murmura plantando un dulce beso en mi


frente.

Continúo preparando la cena, el temblor de mi mano


derecha cada vez se vuelve más difícil de controlar.

Kaden mira distraído su teléfono mientras cenamos.

—¿Va todo bien? —pregunto cuando terminamos.

—Me tengo que pasar un momento por el estudio para


solucionar una cosa.

Intento ocultar mi cara de decepción, no ha pasado la


prueba.

—Claro, ¿me marcho a casa o...? La verdad es que es un


poco tarde y me gustaría despertarme contigo—
murmuro pasando mis brazos por sus hombros,
recostando mi cabeza en la curvatura de su cuello.

—Quédate, nena, no me importa.

—Iré a la cama ya entonces, estoy bastante cansada.

—Está bien—besa mis labios suavemente.


Cuando estás tan acostumbrado a fingir, las reacciones
surgen de forma más esporádica y natural.

Me recuesto en su cama y cierro los ojos, manteniendo


una respiración profunda. El sonido de la puerta me
avisa de que se ha marchado  y salgo de la cama.

Todo sale perfectamente como esperaba.

La casa de Kaden es grande y no sé cuanto tiempo


tendré, así que me dedico a las habitaciones que
frecuenta poco.

Hago fotografías de como está todo para ir dejándolo


exactamente como lo encuentro.

Recorro cada estante con frustración, puesto que ni


siquiera sé que estoy buscando.

El suelo suena diferente en una de las habitaciones, miro


con confusión, pensando que me he vuelto loca.

Vuelvo a pisar y noto de nuevo la diferencia, la alfombra


bajo mis pies llama mi atención, Kaden no suele tener
alfombras en ninguna habitación.

La retiro y repiqueo con el puño, para ir escuchando la


diferencia. Retiro la tapa de suelo falso y saco la caja.
Estoy muy nerviosa mientras la abro. La miro
detenidamente, el contenido de su interior me deja
perpleja.

No soy experta en drogas, pero estas lo parecen.

Dinero.

Un arma.

Una jodida pistola.

Pasaportes, documentos y más papeleo.

Cuando abro uno de los pasaportes me congelo.

La fotografía sonriente de Bonnie parece devolverme la


mirada.

Un teléfono móvil, intento encenderlo, pero resulta


imposible, cuando quito la funda una pequeña fotografía
cae al suelo.

Es una mini tira de fotos de Kaden y Bonnie.

No quiero pensar mal, pero cada cosa que encuentro


hace que todo resulte más turbio.

El miedo va en incremento, sobretodo cuando escucho


la puerta de nuevo.
¿Cuánto tiempo ha pasado?

Guardo todo a la mayor velocidad posible y me escabullo


de la habitación, colándome en el baño.

Echo agua fría sobre mi rostro varias veces, cuando miro


mi reflejo en el espejo veo a Kaden detrás de mí. Lo que
provoca que me sobresalte.

—¿Qué haces en este baño? —pregunta con


desconfianza.

—¿Qué haces tú apareciendo de ese modo? ¿Quieres


infartarme? —contesto llevándome la mano al pecho.

—No te he visto en la cama, sólo te estaba buscando.

—He tenido un mal sueño, eso es todo—miento.

La vocecita que gritaba peligro todo esto tiempo ahora


parece tener un megáfono y las sirenas resuenan con
fuerza en mi cabeza.

Tengo que hacerlo.

Debo preguntárselo.

Es peligroso.

Necesito saberlo.
Apoyo mis manos en el tocador y levanto la mirada,
viéndolo por el cristal del espejo.

—Dime algo, Kaden, ¿dónde está Bonnie?

Me mira como si acabara de perder la poca cordura que


me debe de quedar.

—Llámala y pon el altavoz—insisto.

Su mandíbula se aprieta con fuerza, y mis dedos se


agarran con más fuerza al borde del tocador.

—Llámala—continúo—¡¿Por qué no lo haces?! ¡Hazlo,


joder! ¡Hazlo y demuéstrame que me equivoco!

El entendimiento llega a su mirada y me rompo en mil


pedazos, no sé que quedaba de mí, pero en estos
momentos es nada.

—No es cierto, dime que no es cierto, por favor. Estoy


loca, ¿verdad? Sólo estoy imaginando cosas.

Una mirada furiosa corta mi respiración.

—¡Iba a hacerte daño! ¡Era ella o tú!

Mis manos tapan mi boca, conteniendo el asombro y los


sollozos.
Esperaba que fuera paranoias mías, que lo negara.

Esto no puede ser real.

Lo miro con otros ojos, no reconozco a la persona que


tengo enfrente.

>>Tu coche, el incendio, la explosión, ¡todo era obra


suya! ¡No podía permitir se saliera con la suya! ¡Hasta
ahora solo estabas teniendo suerte! —estalla.

¿Suerte? ¿Eso es tener suerte?

Me volteo para mirarlo de frente.

—¿La-la has matado? —mi voz tiembla.

Las palabras se sienten surrealistas, necesito que alguien


me despierte.

No lo afirma, tampoco lo niega, su mirada atormentada


parece querer responder por él. Entonces pienso en
todas las veces que lo he visto drogado desde su viaje de
Tailandia, intentando ocultármelo.

—No puedo seguir contigo, hemos terminado Kaden—


decirlo duele porque una parte de mí no quiere
separarse de él.
—No.

Alza su mano para tocarme, pero doy un paso atrás,


alejándome.

—Sí.

—No puedes dejarme—murmura, sus puños se cierran


con fuerza.

Mi visión se nubla por las lágrimas.

—No te acerques.

—Julliet, yo te quiero. Lo he hecho por ti, por nosotros.

No necesito añadir cargos de culpa a mi conciencia.

—Iré a la policía si das un paso más.

—Juls...

—¡No!

He sentido miedo en su presencia otras veces, pero el


temor de ahora es hacía mi propia persona. Un temor
tan real que congela mi alma.
Echo a correr con miedo de que me siga, agarro mi bolso
de la entrada y rebusco las llaves de mi coche, mis
manos tiemblan todo el rato.

Cuando mis pies tocan el suelo de la calle me doy cuenta


de que voy descalza.

No me importa, no puedo volver a entrar en esa casa.

No puedo.

Es extraño conducir descalza, también lo es no saber


donde ir, miro constantemente por el espejo
asegurándome de que no me sigue.

No tengo donde ir.

Ni siquiera llevo pantalones.

Todo es una mierda.

Una grandísima mierda.

Miro el deposito de gasolina, tampoco es que me de


para mucho, estoy por las afueras del pueblo y solo
conozco un sitio que quede cerca.

¿Cuál era la verdad de todo esto? ¿Qué parte de razón


tenía Bonnie?
Mis dedos presionan el timbre con insistencia.

—¿Sí?

—Necesito ver al Sr. Henderson—pido con


desesperación.

—¿Srta. Collins se da cuenta de que son las tres de la


madrugada? —indica Dave a través del interfono.

—Por favor, es urgente.

La reja automática empieza a moverse, permitiéndome


el paso.

Conduzco dentro de su propiedad, aparcando lo más


cercano a la puerta. Andrew me espera en la entrada,
lleva los pantalones de pijama únicamente y me siento
mal por despertarlo de ese modo.

—¿Julliet que pasa? ¿Estás bien? —pregunta con


preocupación.

Me lanzo en sus brazos y me envuelve con ellos, mi


cuerpo no para de temblar, soy incapaz de pronunciar
una solo palabra.
—Tranquila estás conmigo, estás a salvo—repite
acariciando mi pelo una y otra vez.

Cuando logra calmarme un poco le miro, retira las


lagrimas de mi cara con sus pulgares.

—Necesito irme de aquí, tengo que largarme de aquí,


tengo que irme bien lejos—murmuro.

—Julliet, el juicio es en dos días.

Sacudo la cabeza.

—Tengo que marcharme.

—¿Qué ha pasado?

No puedo contárselo, no quiero que le pase nada.

Le sigo queriendo tanto que tengo ganas de golpear mi


cabeza por lo estúpido que es eso.

—¿Puedo quedarme aquí hasta el juicio entonces? ¿Por


favor?

Tiene a gente de seguridad y no le imagino viniendo


hasta aquí.

—Julliet....
—Por favor, luego me marcharé, por favor.

—Claro que puedes, pero...—me señala, estiro mi


camiseta cubriendo un poco la ropa interior muestro—
¿Qué ha pasado?

Niego con énfasis.

Veo el sufrimiento en su mirada, la desesperación por


ayudarme sin saber cómo.

Todo se siente demasiado.

Andrew no me presiona, me deja todo el espacio posible,


son los dos días más largos de mi vida y creo que los
nervios empiezan a afectar mi salud.

Kaden no es uno de los testigos, pese a que él vio a


Nathan amenazándome al principio de todo, Andrew
nunca ha creído que pueda mantener la compostura, yo
tampoco.

Estar en la casa de Andrew despierta muchos recuerdos


perversos, pero a diferencia de los últimos meses de mi
vida, no quiero sexo.

No quiero nada más que huir de aquí, a otro puto


continente si es posible.
El ayudante de Andrew compra ropa para mí, todo es
demasiado elegante y clásico.

Andrew recoloca su corbata y me mira con interés.

—¿Estás lista? —pregunta.

—¿Se llega a estar listo para esto alguna vez? —muerdo


mi labio inferior con fuerza.

Coloca ambas manos en mis hombros y me tenso


inconscientemente por su contacto, al darse cuenta de
ello las aparta con rapidez.

—Irá bien.

—Solo quiero que todo termine—murmuro.

Jared nos espera a las afuera de los tribunales, no quiero


ver a Nathan, no quiero verlo.

Me da la sensación de que soy una marioneta, siendo


manejada de un lado a otro sin saber realmente que
está sucediendo.

No puedo pensar nada con claridad desde que dejé a


Kaden.
Necesito paz mental, pero solo obtengo un caos
constante.

Tomamos asiento y mantengo la mirada clavada en el


suelo, no quiere verle la cara a ese ser repulsivo.

Pese a que estoy finalizando mi primer año de derecho


no entiendo la mitad de las cosas que suceden.

El secretario lee los escritos de acusación y defensa,


mientras mis manos arrugan el final de la falda.

—Nathaniel Campbell. Póngase en pie. Se le informa de


su derecho a no declarar contra sí mismo y a no
confesarse culpable. Si va usted a declarar, responda a
las preguntas del Señor Letrado Jared Evans.—ordena el
juez.

Hay una cosa en Nathan que siempre le ha hecho


destacar: su carisma.

Es capaz de meterse a cualquier persona en el bolsillo,


por eso todos sabíamos que se convertiría en un
excelente abogado.

Quiero taparme las orejas de forma infantil para evitar


escuchar las sandeces que suelta.
—Con la venia—dice Jared levantándose de la silla que
hay junto a mi lado.

Se acerca y mira fijamente a Nathan.

—¿Dónde estaba la noche del veintiséis de septiembre


de dos mil diecinueve entre las once y las doce de la
noche, Sr. Campbell?

Nathan le mira con inocencia fingida.

—En la fiesta de iniciación de la facultad de derecho que


se celebra cada año en el campus norte.

—¿Mantenía una relación sentimental con la Srta. Collins


por aquel entonces?

—No, ella rompió nuestro compromiso unos días antes.

—¿Sabía que la Srta. Collins se encontraba en esa fiesta?

Nathan salta la mirada entre mí y Jared, y yo me hundo


un poco más en el asiento.

—No lo sabía, ella nunca ha sido muy fiestera y tampoco


hablábamos por aquel entonces.

—¿Pero pregunto por ella? ¿No es así? En el informe


policial, tenemos la declaración de un testigo que afirma
que usted le enseñó una imagen suya junto a la Srta.
Collins al mismo tiempo que preguntaba por ella.

—Sí, quería saber si estaba allí, después de todo...


pasamos muchos años juntos, quería intentar mantener
la cordialidad entre nosotros.

Jared mira al jurado, Nathan parece tenerlos a todos en


su bolsillo.

—¿Dónde le dijeron que estaba?

—Me dijeron que probablemente estaba en el baño, por


lo visto había tomado algo y no le había sentado bien,
quise revisar si se encontraba bien.

—¿Eso le explicaron? No se menciona nada de eso en el


informe.

—Sí, lo recuerdo perfectamente, estaba un poco


preocupado, con la medicación antidepresiva que
tomaba mezclarlo con el alcohol podía ser peligroso.

Jared se tensa un momento y me da una mirada rápida.

—La Srta. Collins no tomaba antidepresivos por aquel


momento, pese a tenerlos recetados, le hacían sentir
mal y dejó de tomarlos cuando le dieron el alta médica.
—Oh—Nathan finge sorpresa.

—¿Entró en el baño femenino en busca de la Srta.


Collins?

—Sí, ya les he comentado que velaba por su salud.

—¿Y como la encontró?

—Bien, un poco tomada, pero estaba bien.

—Explique con sus palabras que sucedió a continuación.

—Le pregunté si estaba bien, hablamos un poco de si se


lo estaba pasando bien, ya sabes, temas triviales,
entonces dijo que me echaba de menos, que se
arrepentía de haberlo dejado y me besó.

Quiero reírme por el estúpido cuento que se está


formando y al mismo tiempo quiero golpearlo con toda
la rabia que me apodera.

—La Srta. Collins afirma lo siguiente: Unas manos le


rodearon la cintura mientras lavaba su cara. Cuando
levantó la mirada se encontró al Sr. Campbell, ella le indicó
que le soltará y el acusado se rio y cito "¿Por qué? Ahora
eres una perra, ¿no?" La Srta. Collins insistió nuevamente en
que la dejará tranquila y el Sr. Campbell la presionó junto a
la pared del baño mientras besaba su cuello y admitía
haber tenido relaciones con una de las amigas de las
amigas de la defensa. Ella suplicó que parase lo que estaba
haciendo cuando empezó a tocar su sexo de forma ruda sin
consentimiento, le apartó la ropa interior y frotó sus
genitales junto a los de ella, al mismo tiempo que
magreaba otras zonas del cuerpo de mi cliente. Un amigo
de la Srta. Collins los encontró y los separó.

—Esa ultima parte sí que es cierta, todo lo demás son


puras invenciones.

—¿Por qué inventaría algo así, según usted?

—Supongo que debía gustarle ese amigo, pocos días


después mantuvo relaciones sexuales con él, tal vez
quería darle otra imagen en ese momento y se
arrepintió. Ella fue la que se me acercó, quería hacerlo,
en ningún momento dijo que no. A veces lo hacíamos un
poco rudos, sí, ambos habíamos bebido un poco.

—¿Cómo sabe que días después tuvo relaciones


sexuales con ese amigo?

—Por los vídeos que subió Julliet a su cuenta de


Instagram, aparece la fecha de grabación.

—Tenemos pruebas válidas sobre quién subió esos


vídeos, y fue usted, Sr. Campbell.
Él salta la mirada a su abogado, que parece perplejo
también por unos segundos mientras revisa los papeles.

—¿Quería repercutir la imagen social de la Srta. Collins?


Usted ha estudiado derecho, sabe que la difusión de
esos vídeos sin el consentimiento de las partes
implicadas vulnera la ley Orgánica de protección civil del
derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la
propia imagen.

Nathan luce confuso unos segundos, se le cae la


máscara de perfección que adorno su estúpido rostro.

—No es de lo que se me acusa en este tribunal.

—No lo dejaremos pasar, no se preocupe.

—¡Protesto, Señoría! —exclama el abogado de Nathan.

—Se admite—contesta el juez.

Jared sonríe como si nada y continúa interrogando a


Nathan.

—Después de aquella noche, ¿vio esa misma semana a


la Srta. Collins?

—No lo recuerdo.
—¿No recuerda ir a su casa y amenazarla con no contar
nada? ¿Agarrarla del cuello hasta dejarla sin aire para
luego tirarla al suelo? Página catorce de los anexos,
tenemos imágenes de unas marcas en el cuello de la
Srta. Collins que coinciden con su mano.

Mis ojos se abren ampliamente. ¿Cómo tenían esas


imágenes y porque no sabía nada al respecto?

—Eso no es cien por cien fiable. Podrían ser de cualquier


otra persona que tenga una mano similar a la mía —
resopla.

—¿Entonces niega bajo juramento haber ido a casa de la


Srta. Collins para amenazarla y agredirla?

—Sí, lo niego.

—Vaya, las cámaras del registro vecindario lo sitúan allí,


en las fechas indicadas, página once del anexo.

Tengo ganas de aplaudir a Jared, él y Andrew se


guardaban más cartas bajo la manga de lo que parecía.

—Esto no tiene vali...

—Han sido peritadas.


Jared continúa acorralándolo y Nathan cada vez parece
más nervioso, aunque se esfuerza mucho por ocultarlo.
Saca a relucir lo de las amenazas extrañas que recibí y el
hecho de que Nathan solicitara un baile privado
conmigo.

Intenta excusarse de todas las formas posibles.

—Señoría, no hay más preguntas—finaliza Jared.

El abogado de Nathan le hace preguntas estúpidas que


me hacen ver como la mayor zorra del planeta y a él
como a una pobre victima inocente, eso eclipsa un poco
todo el discurso anterior.

Sobretodo la parte en la yo golpeo a Nathan en la


universidad, eso no luce nada bien a mi favor.

Las palmas de mis manos están sudorosas mientras


terminan.

—Puede sentarse, Sr. Campbell. Que se llame a declarar


al primer testigo—baja la mirada a uno de los
documentos que tiene en la mesa—Al Sr. Devan Keen.

Dejo de respirar unos instantes y mi corazón empieza a


latir desbocado.

¿Está aquí? ¿Está realmente aquí?


Giro mi cabeza, el tiempo parece detenerse mientras la
puerta se abre.

Devan entra con decisión, su rostro está tan serio que


me cuesta reconocerlo por un instante.

Las emociones me abruman en ese momento.

Devan toma asiento, su mirada se mantiene fija en


Nathan y siento celos, deseando que me mire a mí.

El juez lo mira por encima de sus gafas.

—¿Jura decir la verdad?

—Sí, juro decir la verdad.

—Diga su nombre y apellidos.

—Me llamo Devan Keen.

—¿Conoce usted al acusado y tiene alguna relación de


parentesco, amistad íntima, enemistad manifiesta o
relación laboral con alguno de ellos o tiene algún interés
directo o indirecto en esta causa?

—Lo conocí la noche de los hechos, no es una de mis


personas favoritas realmente, pero estoy aquí para
contar la verdad de lo que presencié.
—Sr. Keen, responda las preguntas del Señor Letrado
Anthony Bachs.

El abogado de Nathan prácticamente llega a insinuar que


tengo comprado a Devan con sexo para declare a mi
favor.

Además, lo pintan de violento por haber golpeado a


Nathan como un arrebato de celos.

Devan, la persona menos celosa del planeta tierra.

Es simplemente increíble la cantidad de sandeces que


suelta.

—No hay más preguntas, Señoría—contesta con una


sonrisa victoriosa.

Es cierto que el jurado parece haberse tragado todo el


discursito que ha intentado montar el abogado de
Nathan.

Jared se levanta de nuevo cuando el juez le ordena


interrogar a Devan.

—Sin sacar conclusiones, descríbanos exactamente lo


que vio—le pide Jared a Devan.
—Entré al baño porque escuché sollozos desde el otro
lado, cuando abrí la puerta vi al Sr. Campbell
restregando sus genitales a punto de penetrar a la Srta.
Collins, la cual lloraba y temblaba. Ella estaba siendo
presionada contra la pared, quedando completamente
inmovilizada.

Su afirmación está cargada de ira, lo que no acaba de ser


del todo bueno. Aún así creo que está controlando la
rabia al recordarlo.

Mis ojos se llenan de lágrimas, no solo por eso, sino


porque recuerdo que luego nos acostamos por primera
vez.

Mi pecho se llena con su presencia, necesito abrazarlo


con fuerza, disculparme por haberlo ignorado.

Me siento tan estúpida.

No sabría decir exactamente quién lleva las de ganar,


cuando dejan un tiempo para que el jurado haga sus
deliberaciones siento que voy a morir

—¿Cómo declara el jurado el acusado?

La breve pausa en la que no se oye ni un suspiro, es


como si todo el mundo dejara de respirar al mismo
tiempo.
—El jurado ha decido declarar al acusado inocente,
Señoría.

—Se levanta la sesión, despejen la sala—declara el juez


aporreando su mazo.

Sabía que no debía ilusionarme, aún así la resolución


duele más de lo que imaginaba. El brazo del Sr.
Henderson rodea mi espalda en un gesto de consuelo.

—No lo dejaremos aquí, Julliet—me promete.

Quiero decirle que no sirve de nada, pero tengo la


garganta cerrada y no puedo hablar.

La mirada de satisfacción en el rostro de Nathan me


provoca nauseas.

La gente empieza a abandonar la sala, estamos en el


pasillo cuando observo como se acercan a Nathan dos
agentes de policía, una de ellas es Alison, su novia.

—Hola, cariño—le sonríe él con una falsedad muy bien


actuada, pero ella se aparta.

La compañera de Alison saca unas esposas y se coloca


detrás de Nathan.
—Nathaniel Campbell, queda detenido por violación y
agresión sexual a Julliet Collins, Alexandra Davis, Taylor
Monroe, Samantha Acosta, Arizona Smith, Charlotte Wilson,
Beatrice Jones, Clarise Williams y Nancy Brown. Tiene
derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que diga
puede y será usada en su contra en un tribunal de
justicia. Tiene derecho a hablar con un abogado y que el
mismo esté presente durante cualquier interrogatorio. Si
no puede pagar un abogado se le asignará uno de oficio.
¿Le han quedado claro los derechos previamente
mencionados?

88. Love the way you lie

I apologize
Even though I know it's lies
I'm tired of the games
I just want her back
I know I'm a liar
La conmoción hace que reine el silencio en el pasillo,
ojalá tuviera una fotografía de la cara que pone Nathan
en estos momentos.

No entiendo nada.

Bueno, obviamente entiendo lo acaba de decir, pero...

No entiendo nada.

¿Ha mencionado mi nombre? ¿Por qué ha mencionado


mi nombre?

No llegó a violarme.

Miro a Andrew en busca de respuestas, pero él luce tan


perdido como yo. Jared también. Nadie parece saber que
está pasando.

—¿Es una broma, cariño?—la risa de Nathan suena muy


nerviosa.

—Uf, Nathaniel, no sabes las ganas que tenía de


encontrar los vídeos. No hay nada más tonto que un
tonto grabándose cometiendo un delito, cariño—dice
con burla.
El tono arrogante de la oficial Allison me prende un poco
en esos momentos, no lo negaré.

—Andrea, ella es la Srta. Collins—le dice Alison a una


mujer mientras me señala.

La tal Andrea se aproxima hacía mí, extendiendo su


mano.

—Soy la fiscal del distrito y voy a meter a ese cerdo entre


rejas—se presenta.

Es un buen saludo.

Me cae bien.

Estoy muy interesada en todo lo que está sucediendo,


pero cuando mis ojos conectan con los de Devan ya
puede estallar un maldito meteorito aquí mismo, que
nada me importa más que él en este momento.

—Ángel...—susurra logrando estremecer mi piel.

No se como acabo envuelta en sus brazos, pero si el


mundo se detiene ahora me parecerá bien.

Su pelo ya no es rubio, tiene un extraño tono blanco que


le queda bien.
—Te he echado de menos—murmura besando mi pelo.

Solo lloro, porque parece que ya no se hacer nada más


en esta vida.

Cuando limpia las lágrimas derramadas por mi rostro,


me mira con confusión.

—¿Qué te ha pasado?

—¿Qué? —pregunto sin entender su pregunta.

—¿Te has hecho daño?

Debo de haber arruinado mi maquillaje con tanto


lloriqueo.

Asiento mientras muerdo mi labio inferior.

—Mi vuelo sale mañana por la tarde, ¿podemos hablar?


—me suelta y rebusca algo en su chaqueta. —Parece
que alguien ha perdido sus alas.

Mis ojos se abren con reconocimiento.

—¿Cómo...?

—El enfermero que te cuidó durante el ingreso lo


encontró pocos días después de tu alta médica, intento
llamarte, pero no contestabas. Me contacto a mí, sabes,
se lo monta bastante bien haciendo...—susurra el que en
mi oído y me pongo roja.

—¡Dev! —le riño golpeando su brazo, haciéndolo reír, lo


que a su vez me hace reír.

—Le dije que lo guardara hasta que volviera, quería


dártelo en persona de nuevo, ¿puedo?

Asiento y sus manos rodean mi cuello con suavidad,


cuando el colgante vuelve estar en su sitio siento una
calidez agradable en el pecho.

—Gracias—le digo con toda la sinceridad del mundo.

—Julliet, deberíamos hablar con Andrea—me comenta


Jared carraspeando la garganta.

Parece sentirse mal interrumpir el momento.

Asiento distraída, Devan saca una tarjeta de su bolsillo y


me la extiende.

—Me alojo aquí, ven a verme, por favor.

Quiero decirle que sí, ¿Porqué no lo hago? ¿Cuál es el


problema?
Antes de contestar ya estoy siendo llevada a otra sala, no
estoy preparada para la cantidad de información que me
lanzan.

Andrew y Jared no iban desencaminados, Nathan


utilizaba BDEA para drogar a sus víctimas y abusar de
ellas.

Por lo que me dicen soy una de ellas, hay más de cien


vídeos míos. 

No recuerdo nada de ello. 

No recuerdo ninguna situación de abuso. 

Me ha estado violando todos nuestros años de relación.

Los vídeos no solamente los tenía Nathan, por lo visto,


en la Darkweb  se consume mucho este tipo de material:
Violaciones reales.

Todas las que había grabado Nathan son "públicas" en


Legacy, en una especie de foro para degenerados que se
excitan visualizándose y retándose para violar mujeres y
niñas.

No puedo creerlo.
Vomito un par de veces cuando proceso eso en mi
cabeza.

Es extraño el sentimiento, porque las pruebas están ahí,


pero al mismo tiempo no recuerdo nada.

—Julliet, sé que esto es muy duro y difícil de


sobrellevar...

Mi mente está en blanco, escucho las palabras que me


dicen, pero estoy en modo automático.

—No quiero verlos—susurro. —No quiero.

—Está bien, cielo. No tienes porque verlos—me dice


Allison.

Me giro hacía Andrew.

—Necesito que los veas tú—le pido. —Yo no puedo


hacerlo.

—Julliet...

—Andrew, por favor.

Él también parece querer vomitar.

Salgo de la sala acompañada por Jared, me muevo de un


lado a otro mientras discuten dentro de la sala.
Hay un video con Sam, otro con Taylor y otro con Lexie,
aparte de más chicas que no conozco.

La culpa sigue presionando en mi pecho, porque algo en


mi siempre pensará que si no hubieran sido mis amigas
él no se habría acercado a ellas.

Aunque quiero, no me permito ir a visitar a Devan, tras


salir de la corte voy al cementerio.

Me quedo un rato sentada, contemplando la tumba de


Lexie.

Le hablo, aunque seguramente desde fuera luzca como


una maldita lunática, le explico todo.

Esa noche no voy a mi apartamento, ni a casa de


Andrew, ni al hotel en el que se hospeda Devan, ni a casa
de Sam, ni a casa de Kaden.

Voy a casa de Lexie, la Sra. Coleman me recibe con los


brazos abiertos.

Sé que lo último que espera es escuchar algo así, pero le


debe justicia a su hija y toma todo mi coraje explicarle lo
que ese monstruo le hizo.

Duermo en el cuarto de Lex.


Todo es doloroso, pero tengo esperanzas, y me aferro a
ellas como si fueran una pequeña barca salvavidas en
medio del océano.

El juicio se celebra rápidamente por la gravedad del


asunto.

Cadena perpetua.

Casi lanzo confeti cuando declaran la sentencia.

Solicito poder hablar con Nathan antes de que lo


encierren, y algunas personas me miran como si acabara
de crecerme una nueva cabeza en el hombro.

Nos llevan a una sala privada, el permanece esposado


junto a una guardia todo el tiempo.

—Esto acaba conmigo, Nathan. Aquí y ahora, no


permitiré que te acerques a ninguna otra mujer.

Me da una mirada aborrecida, como si no creyera mis


palabras.

—Deja el discurso feminazi para la mierda de opinión


popular. Todas queréis lo mismo, os gusta, lo sé, lo
siento mientras follo esos...
Mi puño impacta en su ya maltratada nariz antes de que
pueda terminar la oración.

La guardia silva mientras mira fijamente el techo y sonrío


cuando veo un hilo de sangre manchando su rostro.

—La vida te devuelve las mierdas que haces, espero que


el Karma se lo cobre bien contigo entre esas rejas, a los
violadores les dan un trato especial en prisión—doy
toquecitos con mi dedo en mi labio inferior—Sobretodo
aquellos que tienen un padre abogado que los ha
encerrado ahí, ¿no? —sonrío.

Sus ojos llamean con ira y una parte de mí se siente en


paz, otra todavía tiembla porque él siempre será mi
agresor. 

Intento mantenerme firme en todo momento, pero


cuando salgo de allí me derrumbo.

El dolor es algo curioso y creo que he experimentado


toda la variedad posible.

Me despido de Andrew y  le agradezco a Jared, Andrew y


Allison todo lo que han hecho.

Acaricio el colgante de mi cuello y conduzco, conduzco


mucho rato hasta que llego al único destino en el que
siento que debo estar.
Traspaso las puertas, mirando a mi alrededor, la chica de
recepción me dirige una sonrisa amable.

—Bienvenida—me dice.

—Quiero internar voluntariamente—contesto.

Por primera vez en mi vida, sé que estoy haciendo lo


correcto.

No es el mismo psiquiátrico en el que estuve, y solicito


poder llevar una parte de la terapia con Luca.

Lo cuento todo, hasta lo que he vivido con Kaden estas


ultimas semanas.

Siento que mis opciones eran ingresar aquí o acabar con


mi vida de nuevo.

La segunda opción ya no es una opción, se lo debo a


Lexie.

Aunque no dejan tener collares, llego a un acuerdo para


mantener el mío, de ese modo siento a Devan presente
siempre conmigo.

Seis meses después.


Recibo mi alta médica sin poder creer todo el tiempo
que ha pasado.

Me siento diferente, como si no fuera la misma persona


que entró.

Os diría cosas como que ahora me paro a oler las flores


y he encontrado nuevos significados del universo
mirando las nubes del cielo, pero mentiría. Sigo lidiando
con mi mierda interna a diaria y sé que, probablemente,
toda mi vida será así.

Sin embargo, ahora tengo recursos, tengo capacidad de


afrontar todo eso de una forma mucho más sana.

Soy capaz de admitir mis problemas en voz alta.

He sido víctima de violencia de genero.

He sido víctima de reiteradas violaciones y abusos.

He sido víctima de los juegos mentales de un exnovio


perturbado y obsesionado.

He sido víctima de una sociedad que me ha tachado de


zorra, siendo objeto de burla.
Pero la palabra víctima es algo que dejo atrás, no la llevo
colgada en el cuello, nada de eso me define ahora, no a
mi versión actual, todo son cosas del pasado.

No sé por donde empezar, la condena de Nathan nos


proporcionó una buena cantidad de dinero a todas
nosotras, pero se siente dinero sucio. 

Tal vez pueda ayudar a las víctimas de violencia de


género con el.

Lo primero que hago es ir a visitar a Sam.

Ni siquiera sé si continúa viviendo en el mismo lugar, no


la he visto desde el juicio de Nathan y no fui capaz de
intercambiar ni una sola palabra con ella.

Llamo a su puerta y espero impaciente mientras


balanceo el peso de mi cuerpo de una pierna a otra.

—¿Sí? —la voz de Devan me desconcierta.

No es él al que esperaba ver aquí.

—¿Quién es? —pregunta Sam apareciendo por detrás.

—¿Juls? —Sam sonríe con esa sonrisa capaz de gobernar


la ciudad—Llegas justo a tiempo para nuestra partida de
Twister  de los miércoles—guiña el ojo.
Me rio cuando tiran de mí y envuelven en un abrazo
entre los dos, les debo muchas disculpas y explicaciones
a ambos.

—¿Qué haces tú aquí? —le pregunto a Devan cuando me


separo.

—Después de todo el escándalo y que se supiera la


verdad sobre los vídeos, me contactaron para volver a
trabajar en el hospital general, una vacante como
supervisor.

—Eso es genial, Dev—le felicito.

—Los mandé a la mierda—aclara mientras asiente—Han


construido un nuevo hospital y necesitaban personal,
cuando vi la oferta envié la solicitud y aquí estoy de
nuevo. Sin embargo, tenemos un viaje pendiente a
Alemania, no creas que me he olvidado de eso.

—Os he echado de menos, siento tanto haber


desaparecido de ese modo.

—El rencor envejece—dice Sam dando toques en sus


firmes pómulos—Así que cero rencores.

—Nunca podría enfadarme contigo, excepto si me


enterara que has estado viendo capítulos de Friends sin
mí. No es así, ¿cierto? —pregunta Devan.
Niego la cabeza.

Les cuento todo, cada detalle de todo lo que viví en su


ausencia.

Ambos son tan geniales como siempre.

—Tengo que volver a mi apartamento, no sé si seguirá


en pie si quiera—me rio.

Todo es un proceso que voy asimilando poco a poco.

—¿Nos vemos mañana? ¿Carbonara en mi casa? —ofrece


Devan.

—Me haces propuestas difíciles de rechazar.

***

La vida sigue, por muchas veces que haya sentido que es


imposible, lo hace.

Nos cambia, resurgimos de nuestra propia miseria y


continuamos afrontándola.

Retomo mis clases a distancia de Derecho, es algo


personal ya, necesito terminar esa carrera.

Busco empleo, y aunque sé que podría volver a Mala


acepto otro tipo de trabajo.
Profesora de baile de niñas preescolar.

Es lo más divertido y adorable que he hecho en mi vida.

Me lo paso tan bien con ellas que sino me pagaran por


ello seguiría disfrutando.

Estoy valorando la posibilidad de volver a trabajar en


algún videoclip, las ofertas no se han detenido en ningún
momento.

Incluso me ha llegado una propuesta de bailarina en


alguna gira, pero no me siento lista para nada así.

Estoy apagando las luces del estudio de baile cuando


siento como tapan mi boca, en pocos segundos pierdo la
consciencia.

Despierto en un lugar demasiado familiar, su fragancia


me trae recuerdos.

—¿Qué estás haciendo, Kaden? —pregunto


desorientada.

—Estoy recuperando al amor de mi vida.

Trago con fuerza, mi boca se siente demasiado seca.


El amor que sentía por él se extinguió cuando me
hicieron darme cuenta de la realidad que viví a su lado.

Dependencia emocional.

Una vía de escape.

—No, lo nuestro se acabó.

—¿Y ahora que has salido del loquero pretendes volver


con él? ¿Eliges al camarero? Te estaba esperando, y tú te
vas con él. ¿Cómo has podido elegirlo?

Niego la cabeza.

—No he elegido a nadie más que a mí misma. Devan es


mi amigo, siempre lo será.

—¿Un amigo al que te follas? —los celos vibran en su


voz.

—No lo entiendes, nunca lo entenderías.

—Tu lado es junto a mí, Julliet, somos perfectos el uno


para el otro.

—No, solo nos hacíamos daño.

—No era así, solo tuvimos algunos altibajos—acaricia mi


mejilla.
—No era amor Kaden, eso no era amor.

El miedo se instala en mi sistema cuando veo como el


arma plateada apunta en mi dirección, nunca había sido
apuntada por una, la vida se siente tan frágil en estos
momentos.

—No lo hagas, no seas como tu padre, Kaden—le


suplico.

Eso le quiebra, no esperaba escuchar esas palabras.

—No es así, yo te quiero.

Su mano tiembla, es la primera vez que lo veo tan


vulnerable.

—No se lastima a la gente que quieres—le recuerdo.

—Tú lo haces todo el tiempo, me lo estás haciendo a mí,


ahora.

—No nos conviene estar juntos, tú mismo me lo dijiste,


no me convenía enamorarme de ti.

—Pero lo hiciste, ¿lo haces? No me dejes, lo


intentaremos de nuevo, podemos empezar en otro
lugar.

Niego la cabeza.

—Si no eres mía no serás de nadie. No puedo permitirlo.


Lo veo en sus ojos, como si pudiera leer cada uno de sus
pensamientos.

Estas es su idea de amor.

Una idea intoxicada principalmente por la posesividad y


los celos.

Y esa idea, cuando aprieta el gatillo que apunta a mi


pecho, acaba conmigo.

Mi cuerpo se desploma por inercia, estoy acostumbrada


al dolor, pero este tipo de dolor físico es diferente.

La presión en mi pecho es intensa, la sangre brota


tiñendo mi camiseta de un color carmesí, noto como si
mi cabeza palpitara con tanta fuerza que en cualquier
momento fuera a perder el conocimiento.

El aire empieza a escasear y mis ojos pesan mientras


mantengo la vista clavada en él.

Pienso en todas las noticias que he visto en televisión y


diarios, en lo ajeno que siempre lo he sentido.

La cantidad de veces que he visto "un hombre asesina a


su esposa/novia/pareja".

¿En eso me he convertido? ¿A todo esto se reduce mi


vida?
Tal vez debería haber denunciado, pero los "tal vez",
como he dicho antes, en el presente no sirven.

Hay que tomar acciones cuando estás a tiempo, si no,


corres el riesgo de ser yo.

Y créeme que en estos momentos no te gustaría ser yo.

—¡Julliet! —el arrepentimiento de su voz es ambiguo.

Se acerca a mí y deja caer el arma, me sujeta entre sus


brazos, los noto más cálidos de lo habitual, pero creo
que es porque estoy destemplada.

Sus manos presionan la herida que él mismo ha


provocado.

No hay nada que hacer, no hay forma de salir de esta.

Mis ojos cada vez pesan más y más.

Mi mano se mueve a tientas por el suelo, con debilidad,


cuando alcanza el arma apunto con la poca fuerza que
me queda.

No sé donde ha sido, pero le he disparado.


Epílogo

DEVAN

—¿Se han llevado al del cuatro a TAC?

—Estaba en el seis, no he visto a ningún celador.

—Tenemos que mantenerlo vigilado el resultado de...

La alarma del monitor empieza a pitar mientras la


lucecita roja parpadea, la saturación de oxígeno está
bajando en picado.

Busco la Mónagan en la parte inferior del carro, la


conecto rápidamente al oxígeno, giro la rueda al máximo
y la coloco en el paciente.

—¿Habéis enviado la gaso  al laboratorio?—pregunta uno


de los residentes de último año acercándose a mi lado.

—Hace diez minutos—contesto.

—Necesito la radiografía ya ¿Dónde está el técnico de


rayos?

Me encojo de hombros mientras intento concentrarme


en cargar toda la medicación correctamente.
Una de las cosas que menos me gusta del servicio de
Urgencias es el estrés, un estrés que puede llevarte a
cometer un error.

Él residente suspira y saca el teléfono del bolsillo de su


bata.

—Voy a llamar al intensivista, adminístrale tres


miligramos de cloruro mórfico.

El walkie  hace el ruido de aviso y escucho las palabras


que pronuncian a continuación.

"Tenemos dos ambulancias fuera esperando"

Ha habido un terrible accidente automovilístico en la


carretera y nos faltan manos, apenas nos las estábamos
arreglando con los pacientes que ya teníamos en
urgencias.

—¿Todavía hay más víctimas del accidente?—le pregunto


a mi compañera.

Nos estamos colocando la bata de plástico a la mayor


velocidad posible.

—No, se trata de una pareja. Herida por arma de fuego,


necesitamos quirófano urgente.
Me desconcierta unos segundos.

—¿Ambos? ¿Algún robo o algo?

No le da tiempo a responder mi pregunta, entran la


primera camilla y rápidamente ayudo a trasladar al
paciente, cuando bajo la vista veo las esposas que lo
mantienen arrestado a los barrotes metálicos de los
laterales, reparo en su rostro y me congelo un segundo.

—Varón de treinta años, herida por arma de fuego en el


hipocondrio derecho, no hay orificio de salida, sin
antecedentes médicos ni alergias conocidas, presunto
sospechoso de ...—el técnico de ambulancia continúa
hablando, veo como su boca se mueve, pero no puedo
entender una sola palabra.

—¿Devan has canalizado otra vía? Hay que administrarle


un Ringer—pregunta una de las doctoras que hay junto a
mí.

—¿Quién es el otro paciente? —mi pregunta es apenas


un murmullo audible.

—Devan, ¡Vía! ¡Constantes! ¡Ya!

Kaden tiene la mirada vacía, está consciente, pero parece


completamente absorto.
—¿Quién. Es. El. Otro. Paciente? —repito.

Alguien me da la respuesta, con la esperanza de que me


calle.

—Mujer de veintidós años, herida de...

Salgo corriendo.

Cuando estaba en mi primer día de clases me pregunté:


"¿Y si un día tengo que atender un ser querido...?"

Siempre he pensado que sería algo demasiado


impactante, que tal vez no podría reaccionar
adecuadamente.

Mis ojos detallan la extrema palidez de la chica que está


en la camilla, le hacen compresión en la herida de su
pecho que no para de sangrar.

Todo el mundo parece ir de un lado a otro mientras


intentan mantenerla estable. El caos reina el pequeño
box de urgencias.

—¿Brown ha terminado la intervención ya? —pregunta


desesperado la Dra. Clark

—Todavía está con el politraumático—contesta uno de


los camilleros.
—Necesita un quirófano, apenas podemos mantener las
constantes, debe haber algún vaso afectado...

—Hay que hacer una reserva a Banco de sangre...—


interrumpe su discurso cuando me ve—¿Devan que
haces aquí? ¿No estabas en el uno?

—Ángel...—susurro sin poder decir nada más.

Solo puedo verla a ella.

Porque es ella.

Julliet está aquí, en esa camilla, luchando por su vida.

Escucho un fuerte pitido interno en mi cabeza, los


murmullos y las voces están distorsionadas, como si
intentara escucharlos estando bajo el agua.

No quería descubrir esta sensación. No quería darle


respuesta a la pregunta "¿Y si un día tengo que atender
un ser querido...?"

Porque siento que quiero morir.

Que quiero cambiarme con ella.

Que no es justo.
Que no merece esto después de todo lo que se ha
esforzado.

Julliet es una de las personas más luchadoras que he


visto, no puede ser que esté aquí, no puede ser que esté
en ese estado.

Nunca he sido creyente. He visto a muchos pacientes


rezándoles a sus dioses, y en estos momentos desearía
tener uno al que rezarle por ella.

Al que poder hacer promesas a cambio de milagros.

La conmoción es tan intensa que no logro salir del


bloqueo que me genera verla ahí tumbada.

—Su pulso cada vez es más débil, ¡avisad que entramos


ya! —exclama Clark quitando los seguros de la camilla
para moverla.

Se la llevan.

Se la están llevando.

Sus ojos están cerrados, el collar plateado destella en su


cuello, ni siquiera les ha dado tiempo a quitárselo.

El shock me mantiene paralizado varios minutos más,


cuando logro recomponerme mis pies me llevan solos.
—¡¿Qué le has hecho?! —reclamo con furia.

Dos personas tiran de mí, alejándome del monstruo que


mantiene la mirada perdida en un punto de la pared.

No se atreve a mirarme, parece estar en shock, sus


manos están teñidas de rojo, no sé si se debe a su
propia sangre o a la de ella.

Parece arrepentido, y eso me cabrea demasiado.

—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué lo has hecho?! —le exijo.

—¡Devan, cálmate, es un paciente! —me indica una de


las auxiliares que me retiene.

—¡Es un puto asesino! ¡Eso es lo que es!

Varias personas jadean conmocionadas, nadie me ha


visto perder los papeles jamás.

Kaden mueve la cabeza en mi dirección, cuando


nuestras miradas conectan siento muchas emociones;
desprecio, repulsión, rabia, odio...

Pensaba que nunca podría odiar a nadie, el maldito


violador del exnovio de Julliet me hizo descubrir ese
sentimiento, y ahora Kaden lo perpetua.
El odio es un sentimiento demasiado intenso, consume
mi sentido común haciéndome actuar de forma primitiva
e irracional.

—Será mejor que te marches de aquí.

—¡No! ¡No lo curéis! ¡No se merece nada de esto! —


intento estirar de una de las vías que le han conectado.

—¡Devan, basta!

No sé que probabilidades tiene, el pequeño orificio me


da una ligera idea, y deseo con todas mis fuerzas que la
bala haya perforado su hígado y se esté desangrando.

Me sorprende a mí mismo tener este tipo de


pensamientos.

—Vete de aquí. No te quiero cerca de él—me advierte


uno de los médicos.

Tal vez acabo de ganarme mi despido, en estos


momentos no me importa, solo me importa Julliet.

Necesito saber como está, pero sé que no me dejarán


entrar al quirófano así que ocupo mi tiempo en
contactar con Andrew.
—Espero que tenga un buen motivo para llamarme a la
una de la madrugada, Sr. Keen—contesta Andrew con un
gran bostezo.

—Están operando a Julliet, le han disparado.

El silencio reina unos segundos que se siente eternos.

—Envíame la ubicación. Cogeré un vuelo para allí.

—La policía cree que ha sido Kaden, él también está


aquí, herido.

Su respiración se corta y las siguientes palabras suenan


cargadas de furia.

—No dejes que salga de ahí.

***

Cuando estás ansioso por saber algo el tiempo parece


ralentizarse, los segundos se sienten minutos, y los
minutos horas.

El reloj se burla de tu impaciencia con cada movimiento


que realiza.

Le he escrito un mensaje a Sam, no ha tardado en


aparecer con varios cafés en la mano.
Me abraza en cuanto me ve, pero ni así logro aliviar la
sensación que encoje mi pecho.

Kelly me ha prohibido seguir preguntando por Julliet, me


ha comentado que hasta que no termine la intervención
no me dirán nada más.

La impotencia me está volviendo loco, no hay nada que


pueda hacer y eso me carcome.

A Kaden también lo están operando, justo en el


quirófano contiguo.

La policía ha hablado con nosotros, por lo visto, también


lo investigan por la desaparición de otra chica desde
hace más de medio año, no tienen pruebas de ese caso,
pero con lo que le ha hecho a Julliet la fiscalía ya le está
preparando una condena.

Si Julliet no sale de esta no habrá ninguna condena que


sienta que le haga justicia.

No soy partidario del ojo por ojo, pero en este caso es lo


único que deseo.

Kelly sale del quirófano, intento descifrar su expresión


antes de que mueva sus labios.
—Necesitamos sangre, hemos agotado casi todas las
reservas con las víctimas del accidente automovilístico.

—¿Para Julliet? —pregunto levantando mi manga,


mostrando mi brazo en ofrecimiento.

—Devan, necesitamos sangre y ya, sabes que es algo


voluntario y no puedo decir para quién.

—Si es para él no pienso hacerlo.

Sam me mira como si no me reconociera.

En estos momentos ni yo mismo lo hago.

Julliet ocupa una parte demasiado grande de mi corazón,


no puedo ni imaginar...

—Devan...—susurra Sam, con solo mi nombre dice


muchas cosas.

Al final donamos los dos, solo espero que toda la sangre


sea para Julliet.

La intervención se alarga un par de horas y cuando


vuelve a salir Kelly mi mundo se detiene.

—Está estable pero débil, la trasladaremos a la unidad


de cuidados intensivos.
Vuelvo a respirar de nuevo, es como si todo el aire que
estaba conteniendo pudiera expulsarlo de golpe.

Sam sonríe y me abraza con fuerza.

—¿Puedo verla?

—Los horarios de visita de la UCI son muy restringidos,


está demasiado débil y...

—Por favor, Kelly.

—Está bien, cuando la traslademos te avisaré.

Suspiro aliviado y me dejo caer en la silla, todavía no sé


en que condiciones está ni que le han hecho, pero tengo
la esperanza arraigada a mi pecho.

—Dale recuerdos de mi parte—me dice Sam besando mi


frente.

Asiento.

Al cabo de hora y media la ingresan en la UCI, me visto


con los equipos de protección y me acerco a ella.

No puedo evitar observar que hay un guardia frente a


uno de los boxes.

Allí debe estar Kaden.


Pensar en eso me hace cerrar los puños con fuerza, pero
ahora no es importante, lo único importante es Julliet.

Abro la puerta con delicadeza y la observo.

Está cableada por todos lados, varias bombas le


perfunden medicación de forma constante.

Miro el monito, hago una mueca observando sus


constantes, está demasiado apurada.

Cojo el taburete de ruedas y me siento a su lado.

Le aparto uno de los mechones que cruza su cara y


acaricio su mejilla, está destemplada y sudorosa, no me
gusta nada verla así.

—¿Me oyes, Ángel? Te quiero.

Mi corazón se salta un latido cuando la pequeña y débil


sonrisa que cubre sus labios afirma que sí me ha
escuchado.

—¿Si te digo cosas pervertidas te despertarás para


reñirme y decirme "Devaaan"?

Su pecho sube y baja con dificultad, tiene demasiado


trabajo respiratorio, lo que no es nada bueno.
—Tienes un aspecto horrible, Ángel, creo que necesitas
un buen baño y estaré encantado de dártelo. ¿Quieres
eso? ¿Qué sea tu enfermero personal?

Su mano tantea sobre la cama, con debilidad.

—Julliet...—susurro cuando sus dos ojos azules me


devuelven la mirada.

—¿Qué-que ha pasado? —su voz suena rasposa, asumo


que se debe al tubo que debe haber tenido por horas. —
Kaden... ¿Dónde está Kaden?

Niego la cabeza.

—Lo importante ahora eres tú. ¿No recuerdas que ha


pasado?

No sé si puedo decírselo, y que pregunte por Kaden me


da la idea de que recuerda algo.

—Duele, Devan.

—Lo sé, Ángel, pero tienes un buen cóctel de analgesia


en vena.

Traga con fuerza y sus ojos brillan con lágrimas.

—Te quiero—dice con un largo suspiro.


—Y yo a ti—contesto.

Cierra los ojos, apretando su mano alrededor de la mía.

—Duele—repite.

Miro el monitor de nuevo, todo se empieza a alterar de


forma repentina y me asusto.

Toco el timbre de enfermería al mismo tiempo que le


hago una revisión general.

Varias personas corren y me apartan, quiero decirles


que puedo ayudar, pero de nuevo me congelo.

No entiendo que acaba de suceder, pensaba que estaba


bien.

Las lágrimas llegan tan rápido como se marca la asistolia


en el monitor; no hay latido, no hay vida.

Empieza a realizar soporte vital avanzado, los minutos


juegan en nuestra contra porque cuanto más tiempo
pasa más daños colaterales hay si remonta.

Odio el tiempo en estos momentos.


Le hacen el masaje cardíaco, le inyectan la adrenalina,
mantienen el oxigeno, pero nada consigue traerla de
vuelta.

Declaran la hora de la muerte y caigo de rodillas sobre el


suelo. Escucho como alguien me dice que me deja
tiempo a solas para que pueda despedirme.

Despedirme.

No puedo despedirme.

El nudo que se forma en mi garganta se vuelve doloroso,


no soy capaz de ver nada porque se nubla mi vista.

Aprieto su mano con fuerza y beso el dorsal de su palma.


Lo beso hasta que el tacto se empieza a volver frío.

No quiero separarme de ella.

No quiero que este momento termine.

No estoy listo para decirle adiós.

Dos auxiliares entran con una camilla, debo llevar


demasiado tiempo aquí con ella.

Soltarle la mano es una de las cosas más difíciles que he


hecho en mi vida.
Cuando salgo de la UCI veo a Andrew, tiene los ojos
enrojecido, alguien debe habérselo notificado ya, niego
la cabeza y él entiende lo que no me atrevo a decir en
voz alta en estos momentos.

No sé ni como voy a superar esto.

La tristeza me sobrecoge de forma demoledora.

Al día siguiente me atrevo a preguntar por Kaden,


sobrevivió, pero ayer alguien preguntó por él en la
recepción y más tarde encontraron al guardia que lo
custodiaba sedado y Kaden no estaba por ningún lado.

Necesito que page por lo ha hecho, y espero no


encontrármelo nunca de frente, porque me tomaré la
justicia por mi mano.

***

Organizamos el funeral de Julliet dos días después.

La sala está bastante llena, trabajadores de Mala, su


terapeuta, Andrew, Sam, Sean, la madre de Lexie,
algunas niñas a las que Julliet les estaba enseñando
danza.

Últimamente había ampliado su circulo, y hay caras


nuevas que no logro identificar.
Se escuchan algunos sollozos, Sam aprieta mi mano con
fuerza.

Cuando el cura termina el discurso me pongo en pie, no


me he preparado ningún discurso, quería hablar de
forma espontanea.

Miro a la multitud y cojo aire.

—Uno nunca está preparado para afrontar la muerte de


un ser querido, no hay forma de mentalizarse de ello,
saber que nunca más podremos ver a esa persona nos
entristece y solo queda buscar consuelo en los
recuerdos que has formado a su lado.

>>Recuerdo muchas cosas de Julliet, la primera vez que


la vi llevaba más de un día sin dormir porque había
estado buscando información médica de la condición
que mantenía a su hermano en coma. Ella representaba
la perfecta imagen de la determinación y la esperanza en
ese momento. La admiré por ello. Muchas personas no
conocen toda su historia, pero os puedo asegurar que ha
sido una luchadora todo este tiempo, nunca he visto a
nadie con esa fuerza. Julliet no juzgaba, quería lo mejor
para todos de forma desinteresada, ella era...—mi voz se
quiebra en medio del discurso.
Aparto la mirada un segundo, intentando
recomponerme.

>>Ella es y será una parte de mí, siempre.

Me volteo sobre su ataúd cerrado y deslizo la mano por


la madera.

—Te quiero, Ángel—le susurro.

Vuelvo a mi sitio, siento que decir esas palabras en voz


alta libera un poco la presión de mi pecho.

El cura continúa hablando de cosas que no me interesan


y cuando termina me cuesta levantarme del sitio,
sabiendo que una vez me marche de aquí todo
terminará.

No voy a verla reír de nuevo, no voy a ver como frunce el


ceño cuando está concentrada leyendo sus apuntes
desastrosos, o como cierra los ojos cuando le da el
primer mordisco al pastel de

chocolate que nos gusta cocinar juntos, o la seguridad


con la que bailaba, que era algo de otro mundo, todo un
regalo de observar.

Una mano cae sobre mi hombro y levanto la mirada.


Juraría que Andrew está tan destrozado como yo, me
pregunto hasta que punto llegaba su amor por ella.

Era imposible no querer a Julliet, no enamorarse de ella,


había un magnetismo que la envolvía difícil de ignorar.

—Tenemos que irnos—me dice.

—No sé si puedo.

Andrew suspira y se sienta a mi lado.

—Ella te quería y te admiraba muchísimo—me comenta


con la vista al frente.

—Era recíproco.

—Decía que el mundo necesitaba más personas como


tú.

Una sonrisa triste aparece de forma automática en mi


boca, sé lo que está haciendo Andrew.

Nos quedamos en silencio unos minutos.

—Ella también te quería—le digo.

—No tanto como me hubiera gustado—admite en un


murmullo.
Su declaración no me sorprende en absoluto,
continuamos en silencio, mi mente está sumergida con
sus recuerdos.

Al cabo de media hora se llevan el ataúd de Julliet, la


pondrán junto a su familia.

Miro a mi alrededor, no queda nadie, estamos


completamente solos.

—Es hora de irse.

Asiento, todo es demasiado surrealista.

Cuando llegamos a la salida observo una figura, pensaba


que estábamos solos, pero una mujer espera junto al
marco de la puerta.

Miro a Andrew, sus ojos están abiertos con sorpresa.

—Bonnie—jadea en voz baja.

La mujer tira de la visera de su sombrero, en un gesto de


saludo, se voltea y se marcha.

Miro a Andrew con confusión, él parece haber visto un


fantasma.
—Tengo que marcharme, cuídate—murmura con prisa.

Antes de que me de tiempo de contestar ya ha


desaparecido.

Los días pasan, el dolor no cesa, simplemente aprendes


a vivir con el.

A veces cuando cierro los ojos puedo imaginarla frente a


mí, casi puedo sentir su aroma envolviéndome y su risa
melódica llenando el silencio.

Tenía la mejor risa, una que se reflejaba en sus ojos


brillantes y te contagiaba de alegría.

Hacerla reír para llenar toda la tristeza que la ahogaba


era una de mis cosas favoritas.

Me cuesta hacerme a la idea de que no está, a veces me


quedo mirando nuestra ultima conversación, con la
absurda esperanza de que aparezca en línea de nuevo.

Es tonto que mire al cielo, pero de vez en cuando lo hago


pensando en ella, mi Ángel.
FINAL ALTERNATIVO

La pesadilla se repite una y otra vez en mi cabeza, como


si viviera en un eterno bucle del disparo.

Las imágenes se distorsionan y lo visualizo de forma


externa, como si yo no fuera la persona que recibe la
bala.

Lo vivo cientos de veces de distintas formas.

Necesito escapar.

Necesito salir de una vez de ese maldito infierno.

La voz de Kaden queda reemplazada por una más dulce.


Intento centrarme en ella.

<<Te quiero>>

Mi pecho se llena de una agradable calidez que se


extiende por todo mi cuerpo.

Yo también te quiero, Dev.

Quiero decírselo, quiero que me escuche, pero mi boca


no obedece ordenes, es como si estuviera
completamente desconectada y no pudiera hacer ningún
tipo de acción.

<<¿Si te digo cosas pervertidas te despertarás para


reñirme y decirme "Devaaan"?>>

Solo quiero despertarme y abrazarlo, necesito sentir su


cuerpo contra el mío, aunque sea una última vez.

<<Tienes un aspecto horrible, Ángel, creo que necesitas


un buen baño y estaré encantado de dártelo. ¿Quieres
eso? ¿Qué sea tu enfermero personal?>>

Nunca pierde su encanto, incluso ahora.

Intento estirar la mano, deseo tocarlo con todo mi ser.

Mis parpados se sienten menos pesados y los enfoco en


ese azul celeste que tanto me gusta.

Mi mano responde, deslizándose sobre la cama.

—Julliet...—susurra con incredulidad.

—¿Qué-que ha pasado? —me cuesta pronunciar las


palabras. —Kaden...¿Dónde está Kaden?

¿Ha sido todo un sueño? ¿Una pesadilla?


Mi pecho arde, los calmantes que cuelgan a mi alrededor
no son suficientes, el dolor es tan intenso que siento que
tira de mí.

—Lo importante ahora eres tú. ¿No recuerdas que ha


pasado?

Su tono de voz me confirma la realidad.

Mi cabeza quema, es un hervidero de pensamientos.

¿Le disparé?

¿Yo le disparé?

¿Lo he matado?

¿Quién nos ha encontrado?

¿Cómo he llegado hasta aquí?

El dolor se intensifica, y el simple hecho de coger aire


hace que sienta pinchazos por todos lados.

—Duele, Devan—murmuro conteniendo el aliento.

Acaricia mi frente y ese gesto me distrae unos segundos


del sufrimiento.
—Lo sé, Ángel, pero tienes un buen cóctel de analgesia
en vena.

Observo con atención cada una de sus facciones, su


belleza interior eclipsa su belleza externa.

Quiero decirle mil cosas, pero me centro en la más vital.

—Te quiero—admito con toda la sinceridad del mundo.

—Y yo a ti—responde automáticamente.

Su mano aprieta la mía y cierro los ojos unos segundos,


saboreando este momento.

Sigo aquí, él está a mi lado, eso es todo lo que importa


ahora.

El pinchazo se intensifica, intenta arrastrarme, me


retuerzo, me encojo, nada lo alivia.

—Duele—quiero gritarlo, pero no tengo fuerzas.

No tengo fuerzas.

Debería aceptar la oscuridad que me rodea de una vez


por todas, pero no quiero.

No quiero morir.
No ahora, no así.

No estoy lista.

ANDREW

Ver a muchas personas correr en dirección al box de la


mujer que amas no es una buena señal.

Mis músculos se tensan, el aire abandona parcialmente


mi cuerpo. Me dejo caer en una de las sillas y me apoyo
mi cabeza entre mis manos, mantengo la vista clavada
en el suelo, memorizando la cantidad exacta de figuras
irregulares que tiene.

No me había sentido así nunca, ni siquiera cuando me


llamaron para darme la noticia de Anne.

El enfado, la tristeza, la indignación y la impaciencia me


mantienen bloqueado.

Es como si el mundo se acabara, como se si se detuviera


por completo y no pudiera hacer nada más que mirar.

La impotencia es la peor parte.

Busco de forma inconsciente el box donde está él. Hay


un guardia delante de su puerta que está distraído
mirando su teléfono.
A efectos legales soy el único familiar de Kaden, me han
dado la información referente a su salud.

Va a necesitar un trasplante hepático, pero, de todas


formas, el pronóstico, si es que encuentran un donante,
suele ser de unos cinco años.

Tengo la necesidad de entrar y preguntarle por qué lo ha


hecho, pero en el fondo sé que dijera lo que dijera no
me serviría de nada, porque ha sido un acto
injustificable.

El remordimiento se adueña de mis pensamientos, ¿hice


mal defendiéndolo en el juicio de Bonnie?

No, yo lo vi. Vi como ella le clavó la navaja.

Pero...

Kaden no es bueno, pero tampoco pensaba que podía


llegar a ser un...

Sacudo la cabeza, Kaden no importa ahora. Julliet sí.

Estiro mis piernas y cierro los ojos mientras muevo mi


cabeza hacía atrás. Cojo aire con fuerza, reteniéndolo en
mis pulmones demasiados segundos.
La situación se vuelve demasiado insostenible por
segundos, hoy se cumple un mes exacto desde que
desconectamos a Abby, estar en un hospital es lo último
que querría y hubiera imaginado.

Sal de esta Julliet, tienes que salir de esta.

Debería haber aprovechado el tiempo a su lado, no


marcharme de ese modo. En aquel momento pensé que
era lo más adecuado para su salud mental, mantenerme
al margen, pero en este preciso instante siento que he
desaprovechado la oportunidad de hacerla reír, de
exasperarla, de ver sus mejillas sonrojadas, su mirada
concentrada que le hace fruncir el ceño, su boca
entreabierta cuando llega al orgasmo.

Necesito seguir viviendo eso.

Quédate Julliet, quédate, por favor.

Lucha.

Resiste.

El sonido del movimiento capta mi atención, por el


rabillo del ojo veo como Devan sale del box.

Tiene los ojos enrojecidos y parece conmocionado.


Intento tragar el nudo que se forma en mi garganta.

—¿Cómo está? —la pregunta me atemoriza, porque no


estoy seguro de querer conocer la respuesta.

Prefiero imaginar que esté bien. Que me confirme lo


contrario podría destruirme en estos momentos.

Devan parpadea y me mira, parece desorientado, como


si no pudiera verme con claridad.

—Se ha parado...su corazón se ha parado—murmura en


un susurro apenas audible.

El mundo se desploma.

>>Pero...la han remontado, está estable. Débil pero


estable—continúa farfullando.

El peso que tengo sobre mis hombros se aligera con la


palabra estable.

—¿Puedo verla? Necesito verla. —solicito, tal vez, con


demasiada impaciencia.

—Hasta dentro de seis horas no, horario de visita.

Me dejo caer de nuevo en la silla con resignación.


Le esperanza es lo único que me alimenta ahora,
conozco lo fuerte que es, después de todo es una
luchadora.

—¿No te marchas a casa? —me pregunta Devan


sentándose a mi lado.

—No me voy a ir de aquí hasta que no la vea con mis


propios ojos.

Asiente con firmeza y busca con la mirada donde está él.

—¿Vas a encerrarlo?

—Tiene que pagar por lo que ha hecho.

Devan no parece del todo convencido.

—Quiero matarlo—murmura por lo bajo.

—Hay cosas peores que la muerte—le aseguro.

Y la suya ya está sentenciada de todas formas.—¿Crees que


podríamos haberlo evitado?

Suelto un largo suspiro, eso es algo que me ha estado


atormentando a mí también.

—No lo sé.
El olor a hospital me enferma, y cuantas más horas
pasamos aquí peor me siento.

Samantha aparece de nuevo en algún momento de la


mañana, trae desayuno para todos, pero rechazo su
amable gesto. Tengo el estómago cerrado desde que
recibí la llamada de Devan.

Intento mantener mis pensamientos ocupados mirando


correos, pero nada funciona.

Devan ha estado revisando cada media hora con sus


compañeros el estado de Julliet, así que he estado en
constante tensión.

—Entra tú—me dice cuando el horario de visita está a


punto de iniciar.

—¿Estás seguro? —pregunto realmente sorprendido.

Asiente con sencillez y me pongo en pie, la tensión me


tiene rígido.

Paso la puerta principal, el ruido de las maquinas es lo


único que llena el silencio. Las luces son demasiado
intensas, rozando el punto de molestia.

Una de las enfermeras me entrega una bata desechable


que me coloco antes de meterme en el box.
Julliet está mucho más pálida de lo habitual y me
preocupa, hasta que no veo su pecho bajar y subir no
vuelvo a respirar con tranquilidad.

Detallo todo la que la rodea, hay demasiadas máquinas y


sueros que me hacen pensar en Abby, aunque Julliet no
está intubada, sólo tiene una pequeña cánula en su
nariz.

Anhelo tanto verla despierta, es lo que más deseo en


estos momentos.

Me acerco con cautela y acaricio el dorso de la única


mano que no tiene vías conectadas.

—No sé si eres capaz de escucharme, pero necesito


hablar contigo, Julliet. Necesito decirte todo lo que ha
pasado por mi cabeza este tiempo.

>> ¿Crees que hay una persona perfecta para cada uno
de nosotros? Pensaba que sí. Tal vez era demasiado
iluso, cuando Anne apareció en mi vida nunca creí que
pudiera amar a alguien más, no como la quería a ella...
Pero tú... Tú vuelas mi cabeza, pones mi mundo al revés.
A tu lado solo siento la necesidad de cuidarte y quererte
como mereces.
>>Y ahora me arrepiento de haberme marchado. Sabía
que no te convenía, que era un egoísta cediendo a mis
deseos cuando pactamos el contrato verbal, por eso no
podía quedarme, no podía seguir haciéndote daño de
esa manera perjudicando tu imagen.

>>Pero ahora quiero ser egoísta, Julliet, quiero quererte


sin que nada se interponga.

>>Leí tus cartas, las que me enviaste durante tu ingreso.


Quería responder, quería venir y estar a tu lado, pero
Abby me necesitaba en ese momento. Y yo necesitaba
enterrar a mi hija para que descansara en paz de una
vez por todas.

Miro los números del monitor de signos vitales sin


acabar de entender lo que significan.

Su respiración parece tranquila, y me pierdo en lo


relajado que luce su rostro.

Acaricio su mejilla, lo hago cuidadosamente para no


mover ningún clave o tubo de su sitio.

—Tiene que recuperarse Srta. Collins, es una orden.

El tiempo de visita es muy breve, antes de que me de


cuenta ya lo he agotado.No quiero marcharme, quiero
ver sus asombrosos ojos devolviéndome la mirada.
Cautivándome, cómo siempre hace.

—Disculpe, el horario de visita ya ha finalizado—insiste


uno de los auxiliares abriendo el box.

Le echo un último vistazo a Julliet, grabándome a fuego


la imagen en mi cabeza.

***

Devan insiste en que descanse un poco y vaya a casa,


pese a que él luce mucho más cansado que yo.

Julliet despierta de nuevo por la tarde, Devan está con


ella y me alegro de que no se encuentre sola en esos
momentos, aunque ansío poder ser yo el que hable con
ella.

Todavía no creo que esté en condiciones de dar una


declaración oficial, pero confirma que Kaden le disparó, y
eso me produce sentimientos encontrados.

A Kaden lo trasladan de área, hablo con mis contactos


del departamento de policías y entro a su habitación.

Ni siquiera es capaz de mirarme.

—¿No vas a decir nada?


—¿Eres mi abogado? —su pregunta suena a burla.

Mi puño se cierra de forma automática y me obligo a


coger aire contando hasta diez.

—Soy su  abogado.

—No tengo nada que hablar contigo, no he autorizado


ninguna visita—dice tocando al timbre de enfermería.

—Necesitas ayuda profesional, Kaden.

Una parte de mí siente que le ha fallado pese a lo que ha


hecho.

—Necesito que te largues.

—¿Se encuentra bien, Sr. Kane? —pregunta una


enfermara que entra de forma apresurada.

—No he autorizado ninguna visita, echadlo.

La pobre mujer luce incomoda mientras me mira.

—No sé en que estabas pensando, pero no te quiero


cerca de ella—le advierto.
Eso despierta su curiosidad, y por primera vez me
devuelve la mirada.

—¿Está bien? ¿Se ha salvado?

Ojalá pudiera ser capaz de saber que piensa en estos


instantes.

Aprieto mis labios con fuerza, negándome a darle ningún


tipo de aclaración.

—Ella está bien, ¿verdad? —su sonrisa me resulta


confusa—De lo contrario no estarías aquí tan tranquilo.

—Busca ayuda Kaden, la necesitas.

—Tú no sabes lo que necesito... o tal vez sí, tal vez


necesito exactamente lo mismo que tú; a ella.

Me toma toda mi fuerza de voluntad controlar mis


instintos de aplanar su cara a golpes. Niego con la
cabeza y salgo de allí antes de continuar dándole cuerda
a sus perversas intenciones.

Antes de marcharme a casa hablo un rato con Devan y


Samantha. Por lo visto, Julliet ha preguntado por mí, y
saber que quiere verme me ilusiona más de lo que
debería.
***

A la mañana siguiente, hay varios agentes de policía que


despiertan el interés común de todo aquel que pasa por
el lado.

—Sr. Henderson, necesitamos hablar un momento con


usted.

Esas palabras no suenan demasiado prometedoras, los


sigo allá por donde me indican y llagamos hasta el
despacho de gerencia médica.

Rechazo la taza de café que me ofrece la directora y


tomo asiento.

—El Sr. Kane ha desaparecido, anoche drogaron al


agente que se encargaba de vigilarlo y se llevaron al Sr.
Kane.

Mi boca se seca de forma repentina.

—¿Julliet está bien? —es lo primero que necesito saber.

—Sí, sigue en cuidados intensivos, pero está mejorando


—responde la directora.

—¿Qué pasó? ¿Qué es lo que saben?


—Lo único que sabemos es que se trata de una mujer
pelirroja que vestía el uniforme del centro—informa uno
de los agentes.

—No trabaja ninguna mujer pelirroja en el turno de


noche en esta área—nos aclara la directora del centro.

—¿Han revisado todas las cámaras? —pregunto mientras


hago un repaso mental de que persona puede haber
sacado de esta a Kaden.

Tiene demasiados conocidos de su breve estancia en


prisión, recursos y mucho dinero.

El tema es complejo.

—No hay cámaras que revisar, se las han llevado y son el


único rastro físico que existe.

—¿Cómo es posible que nadie se haya dado cuenta?


¿Qué clase de seguridad tienen? —mi indignación va en
aumento.

—Sr. Henderson, esto no deja de ser un hospital, nos


centramos en velar por la vida, no...

Dejo de escuchar las excusas que ofrece, me paso las


manos por el pelo con desesperación, si Kaden está
suelto por ahí Julliet continua en peligro.
Necesito hacer algo.

—De todas formas, será fácil de rastrear, el Sr. Kane


necesita un trasplante, deberá ingresar tarde o
temprano en alguna institución hospitalaria—insiste la
directora con positivismo.

No me sirve su discurso, Kaden conoce otras formas no


legales de acceder a este tipo de asistencia médica.

—Quiero que pregunte a cada persona que estuvo en la


planta anoche, si vieron a alguien, si algo les resulto
extraño, lo que sea—exijo.

—Eso es parte de nuestro trabajo, Sr. Henderson—dice


uno de los policías.

Solo tengo una cosa en mente, y es mantener como sea


a Julliet a salvo.

—Pues háganlo.

Tras recopilar toda la información posible sobre lo


sucedido hago una llamada.

—Necesito tu ayuda—es lo único que necesito decirle a


la persona que está tras la otra línea.
Horas más tarde se declara oficialmente la muerte de
Julliet Collins.

3 años después.

La piel blanca de mi esposa ha sido reemplazada por un


tono rojo intenso. Siempre he admirado el tono
sonrosado que permanece en su piel tras los castigos,
pero esto es diferente, ninguno de los dos estamos
disfrutando por ello.

—Lo notarás frío—le advierto.

Se estremece mientras le aplico la loción sobre su


cuerpo.

—¡Ah! —protesta intentando escabullirse moviéndose


hacía adelante.

—Solo a ti se te ocurre dormir bajo el sol a las doce del


medio día—murmuro reteniéndola.

—Nadar me deja exhausta.

—¿Y para que tenemos la sombrilla?

—Pero después de nadar quería sacarme un rato al sol—


replica.
—Bueno, ya sabes que te tocará escuchar el discurso de
Devan sobre el cáncer de piel y la gravedad de la
exposición solar.

Se voltea y pone una mueca que me hace reír.

Me arrodillo y siento como se clavan los granos de arena


en mi piel, le subo el pequeño hilo del bikini para
continuar aplicando la crema, es lo único que cubre su
cuerpo y es lo que me vuelve loco de deseo.

—No te veo protestando por tener que cubrirme de


crema esa zona—me dice echándome un vistazo.

Presiono con cuidado una de sus nalgas.

—No tengo quejas, Srta. Henderson.

Sonríe ampliamente cada vez que utilizo su nuevo


apellido y sus ojos brillan con una luz muy especial que
me tiene completamente encandilado.

Tengo varias cosas preparadas para nuestra penúltima


noche, por lo que me esmero en cubrir toda su piel.

Le pongo crema en las manos para que se encargue de


la parte delantera, no puedo masajear sus tetas sin
acabar con una erección difícil de ocultar.
Aunque estamos en una zona privada, intentamos
mantener nuestra vida sexual al margen de zonas que
pueden ser susceptiblemente públicas.

Los vídeos de mi esposa que hoy en día todavía circulan


en la red son un incentivo más que suficiente para
recordarme que debemos hacerlo en privado.

—¿Así que ya has terminado los asuntos tan importantes


que tenías? —sus manos se mueven de forma descarda
y provocadora por sus pechos.

Mis ojos ahora solo son capaces de centrarse en los


picos duros que se han formado.

Asiento mientras trago con fuerza.

—¿Entonces te tengo todo para mí? —su tono lascivo me


envía diferentes fantasías.

—Más o menos...

Su mirada intrigada me hace sonreír, es muy divertido


preparar sorpresas a alguien como Hope que desea
conocer todo en todo momento.

>>Por ahora tenemos una excursión reservada, así que


vístase Srta. Henderson, salimos en veinte minutos.
He hecho unas llamadas para asegurarme de que lo que
vamos a hacer ahora no supone un riesgo para su
corazón.

Mientras conduzco se entretiene en canturrear y grabar


videos, cada vez que hacemos un viaje hace un montaje
de las cosas que hacemos.

Le encanta verlo después, se emociona mucho con ello.

—¿Qué visitaremos hoy, Andrew?—pregunta


enfocándome.

Me encojo de hombros con una amplia sonrisa mientras


continuo atento a la carretera.

—La cámara te guardará el secreto, puedes decírselo—


me insiste.

—Esa es una táctica pésima, cielo, lo verás tu misma en


un rato.

No la miro, porque sé que me está poniendo uno de


esos pucheros que consigue tenerme a sus pies.

Cuando freno delante de la ubicación ella me mira


extrañada.
—¿Qué es esto? —pregunta boquiabierta cuando
bajamos del Jeep—¿Y la excursión?

—Esto es una de las sorpresas de hoy.

—Pero si le tienes miedo a las alturas, no entiendo...

Hope me ha contado más de una vez algunas de las


cosas que quiere hacer, saltar en paracaídas es una de
ellas.

—A veces tenemos que hacer frente a nuestros temores,


y si es a tu lado, valdrá la pena.

Continua en shock unos segundos hasta que empieza a


dar pequeños saltos y viene a abrazarme con fuerza.

Verla así de emocionada me calma un poco el


nerviosismo, tengo un nudo en el estomago de pensar
en la altura a la que estaremos.

Hope parlotea todo el rato, señal de que ella también


esta nerviosa, cuando subimos al helicóptero le tomo la
mano.

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? —pregunta


mirando por la ventana.

—Estoy seguro de que quiero hacerlo todo contigo.


Se acerca a mi oído, para que nuestros instructores no la
escuchen.

—Eso me hace pensar cosas sucias, Sr. Henderson.

Se aleja y me guiña un ojo.

—¿Estáis listos? —nos pregunta uno de los instructores.

—¡Síiiii! —exclama Hope con entusiasmo.

—¿Quién será el primero?

—Las damas primero—señalo tragando con fuerza.

Me da un beso rápido en los labios.

—Te amo, Andrew.

Siento sus palabras resonando por toda mi cabeza, es


increíble la fuerza que tiene un simple sonido.

—Te amo, Hope.

Sonríe y ajustas sus gafas, cuando se colocan al borde


del helicóptero siento mil emociones de golpe.

Creo que verla saltar primero a ella ha sido más duro


que el hecho de que yo hubiera saltado primero.
Miro hacía adelante cuando llega mi turno y cierro los
ojos, seguramente mi estomago está al revés y la cabeza
me palpita con fuerza.

—¿Listo? —me pregunta el instructor.

—Listo—contesto.

Y caemos al vacío.

No negaré que el terror me hiela unos segundos, y luego


disfruto de la adrenalina que se dispara por todo mi
cuerpo.

El viento azota con fuerza y tengo la sensación de que se


me corta el aire.

Los instructores nos acercan, tomo de las manos a Hope


y la beso a cuatro mil metros de altura. Es un una
sensación tan especial y única que guardo este
momento en mi mente.

Hope grita todo el tiempo, luce tan feliz que solo puedo
centrarme en ella.

Cuando los paracaídas se despliegan disfruto del paisaje,


España ofrece unas vistas espectaculares.
La tierra cada vez esta más cerca, cuando vuelvo a
pisarla me desenredo de todas las cuerdas y la busco.

Hope da un pequeño grito de euforia y viene corriendo a


abrazarme. Doy vueltas con ella en brazos. Parece tener
toda la energía del mundo concentrada en su pequeño
cuerpo porque cuando la suelta sigue moviéndose de un
lado a otro.

—¡Eso ha sido increíble! ¡In-cre-í-ble!

Y esta es solo una de las sorpresas de hoy.

***

Después de la cena conducimos de vuelta a la villa


privada, Hope como hace casi a diario, llama a Devan.

—Me ha rechazado la videollamada—murmura, unas


arrugasen su frente denotan la preocupación.

—Estará ocupado, cielo.

—Pero siempre me avisa, ¿y si le ha pasado algo?

—Seguro que esta bien, no te preocupes.

Muerde su labio con fuerza, y cuando recibe un mensaje


se tranquiliza.
—Dice que está ocupado, que llamará más tarde.

—¿Ves? —le sonrío.

Cuando pasamos la puerta coja el bikini que he dejado


preparado y se lo entrego.

—Ahora vas a obedecerme, ¿verdad que sí?

Asiente con una sonrisa juguetona.

—Ponte esto—digo entregándole el bikini.

—¿Aquí? —mira a su alrededor.

—¿Algún problema? —levanto mi ceja.

—No, señor.

Se quita la ropa bajo mi atenta mirada, su pecho ya


empieza a delatar su respiración irregular.

—¿Vamos a ir a la playa? —pregunta.

—No exactamente—cojo el material de seda—Ahora voy


a taparte los ojos.

Hope se relame los labios y me distrae unos segundos


de mi función.
Una vez la tengo como quiero me deshago de mi ropa y
me subo los pantalones del bañador.

La guío por toda la casa, hasta que escuchamos el ruido


de las burbujas. El jacuzzi que tiene la villa es uno de los
más grandes que he visto.

—Esta es nuestra luna de miel, y quiero que todas tus


fantasías se cumplan—susurro en su oído antes de tirar
del lóbulo de su oreja. —Yo sólo miraré, dame un buen
espectáculo, Hope.

Le retiro la venda que cubre los ojos.

—Que seas su esposa no significas que dejes de ser


nuestra—murmura Samantha sacándose la parte
superior del bikini.

—Ven aquí, Ángel—le indica Devan tendiéndole la mano.

Hope parece sumida en el placer, es una de sus


expresiones que más me fascina.

Durante nuestra relación nunca le he negado nada en el


terreno sexual, al contrario, me encanta observar como
se deja llevar, y aunque ha estado con Devan y
Samantha anteriormente, sé que fantasea con que yo la
mire.
Así que recuesto mi espalda y me llevo a los labios la
copa de champagne.

Observo atentamente como Hope se deja caer sobre el


regazo de Devan, este pasa las manos por su espalda,
subiendo y bajando lentamente.

Samantha le coge la cara con la mano y la obliga a


mirarla para seguidamente robarle un beso húmedo,
puedo ver la guerra que hay entre sus lenguas y mi
bañador cada vez se siente más tibante.

Devan la voltea sobre su regazo, dejándola de cara a


Samantha. Las manos de Devan estiran la parte superior
del bikini de mi mujer hasta descubrir sus apetecibles
pechos. Agarra en un puñado su pelo húmedo y tira
hacía un lado, dejando libre su cuello. Su boca
rápidamente cubre toda la zona y los gemidos de Hope
llenan toda la sala.

Samantha esparce un aceite comestible sobre los pechos


de Hope y esa imagen es una de las más sensuales que
he visto nunca, sobre todo por la mirada de complicidad
que tienen ambas.

Hope balancea sus caderas todo el tiempo sobre Devan,


puedo imaginar como es sentirla contra mi regazo y eso
me pone tan duro que tengo que sacar mi polla del
bañador.

Las manos de Hope se enredan en el pelo de Samantha,


que está prendida lamiendo los senos de mi esposa.

Devan continúa bajando sus manos hasta que llega a la


cuerda de la parte inferior del bikini, estira de el hasta
que se queda con el trozo de tela en la mano.

La visión de Hope desnuda entre ellos me excita


demasiado, sobretodo por la cara de placer que tiene
todo el tiempo.

No hay nada más exquisito que verla disfrutar.

Tras una sesión intensa de beso entre los tres llevan a


Hope al borde de la piscina, Samantha abre sus piernas
ampliamente para acceder con su boca a su coño
brillante por la humedad.

Hope jadea y cierra los ojos mientras Samantha se da un


festín con ella, Devan no se queda al margen y se coloca
tras Samantha, al principio no para jugar con ella
paseando su miembro entre sus nalgas, cuando esta
para de comerse a mi esposa y le da una mirada asesina
Devan se ríe.
—Recuerda que el que ríe el último ríe mejor—le
advierte Samantha con burla.

—Me encantan tus venganzas, Sammy.

Agarra su culo con fuerza antes de deslizarse en su


interior y Samantha jadea. El vaivén de las caderas de
Devan desconcentra a Samantha y Hope se frota a si
misma en círculos mientras los observa.

Los jadeos de ella van en aumento, sus ojos están


entrecerrados y sus dedos se clavan en los muslos de
Hope. Cuando termina Devan tira de Hope y ella se
coloca sobre su regazo de nuevo.

Hope sube y baja sobre él, el movimiento que hace con


su cadera es hipnotizador, levanta la mirada y sus se
clavan en los míos, muerde su labio inferior con fuerza
mientras sigue montando a Devan.

No puedo evitarlo, rodeo con fuerza mi erección y


muevo la mano de arriba abajo disfrutando de la visión
que me ofrece.

Samantha se coloca detrás de Hope y desliza su mano


por su vientre, hasta encontrar el punto entre sus
piernas, mueve la mano con una intensidad que hace
que mi mujer se corra varias veces mientras continúa
follándose a Devan.

Mi excitación culmina cuando mi esposa le devuelve el


favor a Samantha con su boca.

No se cuantos orgasmos se dan unos a otros, pero todos


acaban exhaustos al final de la noche.

Hope se encarga de mostrarme lo agradecida que está


más tarde en nuestro cuarto, en privado.

Una semana después.

Es de madrugada cuando recibo el correo que he estado


esperando por un tiempo.

Hora de la muerte 03.23 a.m

Confirmación médica, certificado de defunción adjunto.

El mensaje no me deja dormir por el resto de la noche, y


cuando Hope despierta nota rápidamente que algo
sucede.

—Tengo que darte una noticia—le digo.

—¿Por qué estás tan serio? Me estás asustando...

—Kaden ha muerto —suelto sin rodeos.


Su frente se arruga con confusión, niega la cabeza,
parece un poco aturdida.

—¿Qué?

—Puedes recuperar tu antigua identidad si quieres, no


es necesario que te sigamos ocultando, Julliet.

Hace años que no utilizo su verdadero nombre, se siente


demasiado extraño, como un pequeño viaje en el
tiempo.

No hay ninguna amenaza ya, Nathaniel Campbell murió


hace poco más de un mes por un sangrado muy intenso.

Julliet no quiso saber los detalles, pero yo estoy al tanto


de ellos y saber que las violaciones le ha habían
producido un desgarro interno tan fuerte que no le
había dado tiempo de llegar al hospital era
extrañamente satisfactorio.

Y ahora Kaden.

Ya no hay más amenazas, puede tener de nuevo su vida.

Se queda pensativa unos minutos hasta que niega la


cabeza.
—No, no la quiero. Estoy bien así, me gusta vivir aquí, me
gusta la vida de Hope, ella tiene lo mejor de Julliet.

Detrás de esa sonrisa no puede ocultarme el miedo, por


muchas sesiones que haya hecho sé que una parte la
atormenta. Ha vivido tantas cosas... pero continúa
levantándose a diario con una sonrisa deslumbrante.

El orgullo hincha mi pecho.

—Decidas lo que decidas voy a apoyarte.

—¿Por qué he tenido tanta suerte contigo?—su mano


acaricia mi mejilla.

—¿Te vas a poner melosa? ¿Es algo que deba grabar para
la posteridad?

—Retiro lo dicho, eres terrible—resopla contra mi


hombro.

Le cojo de la barbilla, para admirar su mirada azulada.

—Y tu encantadora—beso su frente—Me cautiva, Stra.


Henderson.

—Me cautiva, Sr. Henderson.

También podría gustarte