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Capítulo 1

Lógica e información

1. Problemas, tratamiento de la información e inferencias

En todos los contextos de la vida humana es necesario hacer inferencias: la


resolución de los problemas cotidianos, la deliberación práctica, la toma de decisiones
para realizar alguna acción, la búsqueda de una explicación, la predicción de un
evento futuro, la evaluación de una situación determinada. En todos estos casos, los
seres humanos tenemos la capacidad de extraer información a partir de la información
disponible. Esta capacidad de hacer inferencias es parte esencial de la inteligencia
humana.
Existen dos situaciones típicas en las que se hacen inferencias (a) la
resolución de problemas y (b) la organización y procesamiento de información. Así,
en primer lugar, muchos son los problemas cuya resolución exige hacer inferencias.
Esto quiere decir que su resolución consiste en hacer una afirmación que se infiere
(se extrae, se sigue) a partir de la información representada por los datos del
problema. La resolución de un problema parte de un estado inicial (los datos del
problema) y hay otro estado al cual se quiere llegar. Mediante operaciones de
transformación de estados a partir del estado inicial se resuelve el problema, llegando
al estado deseado. Las inferencias son, entonces, un tipo peculiar de estas operaciones
de transformación. En estos casos puede decirse que se está frente a una resolución
lógica de un problema; las transformaciones de un estado a otro se hacen mediante
operaciones lógicas.
Considérese el siguiente problema a título de ilustración. Tenemos tres
personas: Romina, Paula y Santiago. De ellos sabemos lo siguiente:

(a) Los tres trabajan en tres lugares diferentes.


(b) Cada uno de ellos trabaja en un único lugar.
(c) Los lugares son una escuela, un hospital y un canal de T.V.
(d) Aquel que de los tres es varón trabaja en el hospital.
(e) Paula no trabaja en la escuela.

El problema es determinar quién trabaja en qué lugar.


Rápidamente, el conocimiento de sentido común y el raciocinio de todos los
días proporcionan las respuestas:
1) Santiago trabaja en el hospital, pues él es el único varón de los tres (aceptando que
Santiago es exclusivamente nombre de varón).
2) Paula trabaja en el canal de T.V., pues se sabe que no trabaja en la escuela (por (e))
ni puede trabajar en el hospital (por la afirmación 1)).
3) Romina, finalmente, trabaja en la escuela.

Estas respuestas constituyen los estados finales de la resolución del problema,


que ha hecho uso de inferencias lógicas, las cuales pueden explicitarse para cada una
de las respuestas como sigue:

1`) Aquel que sea varón trabaja en el hospital (d). Santiago es un varón (supuesto
implícito por su nombre). Luego, él es quien trabaja en el hospital.
2`) Según (e), Paula no trabaja en la escuela. Por 1`), y (d), tampoco trabaja en el
hospital (caso contrario se entraría en contradicción con (a)). Luego, trabaja, por (c) y
(b), en el canal de T.V.
3`) Por 1`), 2`) y (b), Romina no trabaja ni en el hospital ni en el canal de T.V. Luego,
teniendo en cuenta (c), Romina trabaja en la escuela.

Así, en la resolución de este problema se realizan inferencias que conducen a


conclusiones, introducidas en el ejemplo por medio de la palabra “luego”.
En segundo lugar, las inferencias lógicas están vinculadas con el
procesamiento y la organización de la información: la inferencia puede caracterizarse
como la obtención de información que estaba implícita en la información explícita.
Actualmente, en la “era de la información”, hay diferentes puntos de vista acerca de la
naturaleza de la información y hay diferentes modelos para explicar el “flujo” de la
información. En lo que sigue se hará referencia siempre a información proposicional,
es decir información cuya representación tiene como unidades fundamentales a
proposiciones o enunciados. Un enunciado, a grandes rasgos, es una oración que
describe un posible estado de cosas, y de la cual se dice que es verdadera o falsa,
según que el estado de cosas se dé o no. Ejemplos de enunciados, formulados en
castellano, son “Buenos Aires está a orillas del Río de la Plata” y “Jorge Luis Borges
es el autor de Don Quijote de la Mancha” (el primero verdadero, el segundo falso).
La información es transmitida o representada a través de un lenguaje. Cuando
la información es aceptada (tomada como verdadera) y almacenada, esta información
constituye conocimiento del que se dispone para obtener nuevo conocimiento o para
tomar decisiones sobre acciones a realizar. Mediante inferencias deductivas es posible
extraer a partir de información adecuadamente organizada información que no está
explícitamente formulada en esta. El siguiente ejemplo ilustrará esta idea.
Considérese el caso de una “cátedra de lógica” imaginaria acerca de la cual
disponemos de determinada información (una “base de datos”), expresada mediante
los siguientes enunciados:

(1) Gottlob Frege es profesor titular.


(2) Bertrand Russell es profesor adjunto.
(3) Gerhard Gentzen es ayudante.
(4) Kurt Gödel es ayudante.

Los nombres pueden resultar extraños o desconocidos. Se trata de lógicos que


hicieron contribuciones fundamentales al desarrollo de la lógica simbólica o
matemática. Frege (1848-1925) es considerado el “padre” de la lógica matemática y
formuló en 1879 el primer sistema de lo que hoy se denomina lógica de primer orden.
Russell (1872-1970) escribió en 1910, junto con Alfred North Whitehead, los
Principia Mathematica, considerado el primer tratado exhaustivo de lógica simbólica.
Gerhard Gentzen (1909-1945) desarrolló el sistema de deducción natural y realizó
investigaciones básicas en la rama de la lógica que se llama “teoría de la
demostración”. A Kurt Gödel (1906-1978) se le deben resultados que muestran las
limitaciones de la formalización de las matemáticas.
Si se pregunta: “¿Es Gerhard Gentzen ayudante?”, se responderá
afirmativamente, e igualmente frente a la pregunta “¿Es Bertrand Russell profesor
adjunto?”. En ambos casos, la justificación se encuentra directamente en los
enunciados (3) y (2) respectivamente. Por el contrario, las preguntas: “¿Es Gottlob
Frege ayudante?” y “¿Es George Boole profesor adjunto?” reciben respuestas
negativas sencillamente por no encontrarse los enunciados respectivos dentro de la
información disponible. Hasta aquí se trata de testear si el enunciado en cuestión está
o no está en la lista.
Consideremos ahora que se ingrese la siguiente información general acerca de
las cátedras de lógica:

(5) Los profesores titulares son doctores.


(6) Los ayudantes dependen de los profesores adjuntos.

Si se hace la pregunta “¿Es Gottlob Frege doctor?”, la respuesta será afirmativa. Sin
embargo, el enunciado en cuestión no está en la lista (como ocurría en los casos
anteriores), de modo que la justificación deberá ser diferente y se basará en que la
respuesta se obtiene indirectamente infiriendo (más precisamente, como se verá más
adelante, deduciendo) a partir de los enunciados (5) y (1). Lo mismo ocurriría con la
pregunta “¿Depende Gödel de Russell?”, cuya respuesta afirmativa se justificaría
gracias a los enunciados (6), (2) y (4).

2. Inferencias deductivas

En los dos ejemplos recién mencionados, el de un problema y el de una base


de conocimiento, se hacen inferencias. Se trata en particular de contextos deductivos,
contextos en los cuales se pretende obtener información, expresada por medio de
enunciados, cuya verdad se afirma sobre la base de información dada, cuya verdad ya
ha sido afirmada. La inferencia deductiva tiene la peculiaridad de ser una inferencia
necesaria en el sentido de que hace forzosa la aceptación del enunciado inferido a
partir de otros enunciados ya aceptados. Quien infiere deductivamente un enunciado a
partir de otros afirmados como verdaderos se ve obligado a afirmar a aquél como
verdadero, es decir, en ningún caso puede considerarlo falso
La naturaleza de una inferencia deductiva puede parecer en este punto algo
trivial pero misterioso a la vez. Al sano sentido común las inferencias deductivas le
pueden parecer obviamente correctas o válidas, pero a su vez uno desearía una
explicación de su validez. Por ejemplo, dados los enunciados (1) “Gottlob Frege es
profesor titular” y (2) “Los profesores titulares son doctores” se considera válido
inferir

(7+) Gottlob Frege es doctor,

es decir, se considera una inferencia bien hecha; una vez afirmados aquellos
enunciados, resulta forzoso afirmar este último. Por el contrario, los enunciados (1) a
(6) no permiten inferir válidamente el enunciado

(8+) Kurt Gödel es doctor;

aquellos no proporcionan información suficiente para hacer tal inferencia. Es cierto


que no hay nada que haga imposible afirmar (8+) (no sería contradictorio con la
información disponible), pero no se sigue necesariamente de (1) - (6).
Explicitar cómo se hacen estas inferencias y por qué son deductivamente
válidas es tarea de la disciplina llamada lógica. Estas preguntas se responden
desarrollando sistemas lógicos; estos permiten determinar con exactitud qué se sigue
de la información disponible y sistematizar la información deductivamente.
La construcción de estos sistemas redunda en ventajas para el tratamiento y la
organización de la información. Supóngase, por ejemplo, que se dispone, en el caso de
la “cátedra de lógica”, de una máquina que responde a las preguntas formuladas
anteriormente. En el caso de las dos primeras preguntas, la respuesta necesitaba
únicamente que la máquina “leyera” la lista y comparara la pregunta con ésta. En las
dos últimas preguntas, en cambio, hacía falta que la máquina tuviera “conocimiento
lógico”, es decir, que tuviera incorporados los mecanismos (reglas) para realizar
deducciones. Estos mecanismos serán provistos por sistemas lógicos que la máquina
deberá incorporar.
En las construcción de sistemas lógicos no se trata de analizar las inferencias
concretas que hacen las personas, sino que se consideran a las mismas inferencias
como objetos independientes de la naturaleza de los seres inteligentes que las lleven a
cabo. La lógica resulta ser una teoría de la inferencia. Naturalmente, surge aquí la
pregunta de qué tipo de entidad es una inferencia y, considerada como una operación,
a qué tipo de entidades debe aplicarse (hechos, pensamientos, oraciones, por
ejemplo). Aquí aparece el concepto de razonamiento o argumento.

2.1. Inferencias y razonamientos

Un razonamiento se puede definir como un conjunto de enunciados de un


lenguaje determinado, uno de los cuales es destacado especialmente de los restantes
por medio de la indicación explícita de que se infiere de estos. Al enunciado inferido
se lo llama conclusión del razonamiento y a los demás premisas del razonamiento.
Algunos ejemplos de razonamientos son:

(i) Todos los profesores titulares son doctores. Frege es profesor titular. Luego, Frege
es doctor.

(ii) La disminución de la capa de ozono parece ser condición suficiente para el efecto
invernadero y el aumento de la temperatura en la superficie terrestre. Así es que,
como está disminuyendo la capa de ozono, la temperatura de la tierra puede aumentar
en los próximos años.

(iii) Algunos lógicos son miopes. Consiguientemente, algunos miopes son lógicos.

(iv) Por lo general, todos los ejecutivos de empresas multinacionales tienen más de un
auto. Juan Pérez es ejecutivo de una empresa multinacional. Por lo tanto, Juan Pérez
tiene más de un auto.

(v) Si aumenta la tasa de natalidad, entonces hay escasez de alimentos. Efectivamente,


hay escasez de alimentos. De aquí, la tasa de natalidad ha aumentado.
Las expresiones que indican el paso de premisas a conclusión suelen llamarse
expresiones derivativas. Estas expresiones son frases que pueden anteceder a la
conclusión, como "en consecuencia", "de aquí", "así pues", "consiguientemente",
"luego", "se sigue que", "por lo tanto", "implica que", "se concluye que", o pueden
anteceder a las premisas, como "porque", "se debe a que", "pues", "se sigue a partir
de", "por la razón de que". Con estas expresiones el hablante quiere expresar la
existencia de una relación de inferencia entre premisas y conclusión.
Ahora bien, surge naturalmente el problema de determinar la validez o
corrección de un razonamiento deductivo. Por ejemplo, un razonamiento como (v) no
parece estrictamente correcto, pues la información contenida en las premisas no es
suficiente para afirmar la conclusión. (Bien podría haber ocurrido que la tasa de
natalidad hubiese incluso disminuido, debiéndose la escasez de alimentos a otros
factores.) Sin embargo, puede alegarse que, en este caso, las premisas dan razones
aceptables para tomar en cuenta la conclusión, por lo menos mientras no se obtenga
una conclusión más segura o haya información en contrario, y, por lo tanto, el
razonamiento mismo puede considerarse aceptable, aunque inválido desde el punto de
vista deductivo. Algo semejante puede decirse de (iv). Por el contrario, en el caso de
(i), (ii) y (iii), su validez es más evidente: no parece posible poner en duda la
conclusión una vez que se aceptan las premisas. En estos casos, las premisas parecen
dar razones suficientes para la afirmación de la conclusión, de modo que se dice que
esta última se deduce de aquellas. Esto lleva a distinguir, en forma paralela al caso de
las inferencias, dos tipos de razonamientos: deductivos (como (i), (ii) y (iii) y no
deductivos (como (iv) y (v)).

3. Validez y forma lógica

En suma, dados razonamientos deductivos como (i), (ii) y (iii) se dice que la
conclusión se sigue necesariamente de las premisas, es decir, dadas las premisas, debe
darse la conclusión, puesto que aquellas dan toda la información que es suficiente
para la afirmación de ésta. Esto significa que, en sentido estricto, no se agrega nueva
información al pasar de premisas a conclusión. Tal sólo se hace explícita información
que en las premisas se encontraba implícita. De aquí que la deducción tenga que ver
con la organización de la información existente. Según cómo esté organizada la
información, la deducción, en cierto sentido, la reorganiza: separa información dada
implícitamente o conecta información que estaba dada en forma separada. Esto tiene
un valor cognoscitivo fundamental: permite que quien posee la información conozca
explícitamente información que poseía de manera implícita.
Otra manera equivalente de caracterizar razonamientos deductivos usa la
propiedad que tienen los enunciados de ser verdaderos o falsos. Los razonamientos
deductivos conservan la verdad de las premisas en la conclusión. Esto significa:
Cualquier circunstancia que haga verdaderas a las premisas también hará verdadera a
la conclusión. (Y ésta no es otra cosa que expresar la necesidad de la inferencia.) En
este caso se dice que las premisas ofrecen un fundamento concluyente y que estamos
frente a razonamientos deductivos (válidos).
Tomemos el siguiente caso de un razonamiento válido que contiene premisas
y conclusión (supuestamente) verdaderos:

(3.1a) Si Júpiter es una estrella, entonces produce luz propia. Júpiter no produce luz
propia. Luego, Júpiter no es una estrella.

Aquí, a la verdad de las premisas le sigue la verdad de la conclusión, de acuerdo con


la caracterización que se acaba de ofrecer. Pero aquí surge un problema. En efecto,
también puede encontrarse un razonamiento válido con, p. ej., alguna premisa falsa y
conclusión verdadera:

(3.1b) Si el número 341 es primo, entonces es divisible por sí mismo. El número 341
no es divisible por sí mismo. Luego, 341 no es primo.

(La segunda premisa es falsa y la conclusión es verdadera.) Asimismo, pueden


encontrarse casos con todas sus premisas falsas y conclusión verdadera, y, finalmente.
con premisas y conclusión todas falsas.
Así pues, hay que buscar una caracterización más general, que no dependa de
que, de hecho, ciertos enunciados sean verdaderos o falsos. La idea clave está en que,
dado un razonamiento válido, si las premisas llegaran a ser verdaderas en una
circunstancia cualquiera, entonces la conclusión también lo será. En el fondo, buscar
una caracterización más general conducirá a abandonar los contenidos concretos de
los enunciados, es decir, a dejar de lado sus partes descriptivas.
La validez de un razonamiento deductivo no depende, entonces, del contenido
de los enunciados que lo componen, sino de lo que se llamará su forma, la cual se
obtiene al dejar de lado el significado de todos las expresiones descriptivas (no
lógicas), i.e. reemplazándolas por "letras esquemáticas" sin significado y dejando
constante las "palabras lógicas". Ahora bien, los razonamientos (3.1a) y (3.1b)
comparten la misma forma, a saber:

(3.1) Si p, entonces q.
no q.
Luego, no p.
En esta forma de razonamiento (llamada tradicionalmente modus tollens) "si ...
entonces" y "no" son expresiones lógicas (llamadas conectivas) y "p" y "q" son letras
esquemáticas de enunciado, puras formas que pueden ser reemplazadas por
enunciados cualesquiera.
En suma, se afirma lo siguiente:

(VR1) Un razonamiento deductivo es válido si su forma es válida.

Determinar si una forma de razonamiento es válida es uno de los objetivos centrales


de la lógica. En este sentido, la lógica se ocupa de formas de razonamiento más que
de razonamientos concretos, y, asimismo, en los métodos mismos de validez no se
hará referencia a contenidos específicos de los razonamientos, sino a su forma.

4. Métodos de deducción

La lógica simbólica, a lo largo de su desarrollo histórico, ha encontrado (al


menos) dos enfoques básicos para atacar el problema de la determinación de la
validez de razonamientos. Un primer enfoque se basa en la idea de refutación o
búsqueda de un contraejemplo para el razonamiento o forma de razonamiento; un
segundo enfoque parte de la idea de demostración de la conclusión del razonamiento
(o forma de razonamiento) a partir de sus premisas.

4.1. Búsqueda de contraejemplos

El primer enfoque parte del hecho de que un razonamiento válido conserva la


verdad; transmite la verdad de premisas a conclusión: A premisas verdaderas debe
seguirle una conclusión verdadera. Dicho de otro modo,

(VR2) Una forma de razonamiento es válida, si no existe ningún ejemplo o caso


concreto de esa forma de razonamiento que tenga premisas verdaderas y conclusión
falsa.

Para ilustrar este enfoque, véase el siguiente razonamiento:

(4.1a) Si el hierro es un metal, entonces es conductor de la electricidad. El hierro es


conductor de la electricidad . Luego, el hierro es un metal.

En (4.1a) tanto sus premisas como su conclusión son consideradas verdaderas (al
menos en el momento de su formulación). Su forma lógica es:
(4.1) Si p entonces q.
q
Luego, p.

Ahora bien, dada esta forma de razonamiento, se puede construir un ejemplo de la


misma con premisas verdaderas y conclusión falsa como el siguiente:

(4.1b) Si Borges escribió el Quijote, entonces es un gran escritor de la lengua


castellana. Borges es un gran escritor de la lengua castellana. Luego, Borges escribió
el Quijote.

Por lo tanto, de acuerdo con (VR2), (4.1) será una forma inválida de razonamiento
(llamada tradicionalmente "falacia de afirmación del consecuente") y asimismo (4.1a)
será también un razonamiento inválido.
Este procedimiento puede aplicarse también a la determinación de la validez
de un razonamiento (y no sólo su invalidez), dando lugar a lo que se llama método o
por refutación o de búsqueda del contraejemplo. Esto es, dado un razonamiento
cualquiera, supóngase que es inválido, es decir, supóngase que sus premisas son
verdaderas pero su conclusión es falsa. Si bajo esta suposición puede llegarse a que
alguna de las premisas del razonamiento debe ser falsa (originando una
inconsistencia, en el sentido de que un enunciado es calificado a la vez como
verdadero y falso), entonces nuestra suposición era incorrecta, de modo que el
razonamiento debe ser válido. De acuerdo con esta idea, si un razonamiento es válido,
entonces siempre que sus premisas sean verdaderas, se dará que la conclusión también
es verdadera. En este caso se dice que la conclusión es consecuencia lógica de las
premisas.

4.2. Demostraciones

El segundo enfoque, basado en la idea de demostración, establece que una


forma de razonamiento como (3.1) puede considerarse válida porque su conclusión se
obtiene a partir de la aplicación de principios que se aceptan previamente como
válidos. (La validez de (3.1) sería secundaria -o derivada- respecto de la validez de
los principios.) Entre estos principios se encuentran otras formas de razonamiento
cuya validez resulta indiscutible. Por ejemplo, la forma de razonamiento

(*) Si p, entonces q
p
Luego, q
se considera indudablemente válida porque se sigue del significado mismo con el que
usamos la expresión "si...entonces". Piénsese en el siguiente ejemplo: “Si 100 es
múltiplo de 4, entonces es par. 100 es múltiplo de 4. Luego, 100 es par.” La forma (*)
es un caso de regla de inferencia (sobre el concepto de regla de inferencia, véase la
sección siguiente.)
Además, se acepta la validez del método por el absurdo como método de
demostración. Este dice, en pocas palabras,

(**) Si a partir de suponer p se infiere un absurdo, entonces puede afirmarse no p.

Su validez surge de cómo entendemos la palabra “no”. Es decir, si a partir de p se


infiere un enunciado que nunca puede afirmarse como verdadero, entonces “algo
andará mal con p”, es decir, será imposible afirmar p como verdadero, de modo que
podrá afirmarse el enunciado no p. El método por el absurdo ha sido empleado desde
los orígenes de la ciencia, siendo uno de los principios mas elementales de la razón y
la argumentación humanas.
Sobre esta base se demuestra la validez de (3.1). La demostración se realiza
argumentando como sigue: Supóngase, contrariamente al caso dado, que de las
premisas de (3.1) se obtuviera p, entonces por (*) se obtendría q, en contradicción con
la segunda premisa. Una contradicción es siempre inaceptable, de modo que la
suposición de que se obtiene p es incorrecta, obteniéndose así el enunciado “no p”. La
demostración puede organizarse a partir de las premisas en los pasos siguientes:

1) p (supuesto).
2) q (de 1) y la primera premisa “si p entonces q”.
3) absurdo (contradicción entre 4 y la segunda premisa “no q”, lo que indica un
absurdo).
5) no p (por el método del absurdo a partir del supuesto 1)).

El ejemplo muestra que la validez de la forma de razonamiento queda establecida al


deducir su conclusión a partir de sus premisas aplicando principios lógicos aceptados
como válidos y esta deducción conforma lo que usualmente se llama una
demostración. Así queda establecido lo siguiente.

(VR3) Una forma de razonamiento es válida si hay una demostración de su conclusión


a partir de sus premisas aplicando principios lógicos.
(Esta es la idea que está detrás, por ejemplo, del sistema llamado de la deducción
natural que se expondrá en el capítulo 5.)

5. Reglas lógicas y leyes lógicas

En el parágrafo precedente se empleó la forma de razonamiento indicada con


(*) para demostrar la validez de (3.1). En general, toda forma válida de razonamiento
puede emplearse como una regla de inferencia, o regla lógica. Se la llama regla
porque prescribe la afirmación de la conclusión a partir de las premisas: “A partir de
las premisas P1, P2 ..., Pn infiérase la conclusión C”. Esto se expresa también de la
siguiente forma:

P1
P2
:
Pn
────
C,

donde la línea horizontal indica la relación de inferencia deductiva. De este modo,


queda establecido lo siguiente:

(RL) Una regla de inferencia es una forma válida de razonamiento que se aplica para
deducir un enunciado a partir de otro (u otros).

Entre las innumerables reglas de inferencia se cuentan (3.1) y (*) (véase el apéndice
sobre reglas y leyes de la lógica de predicados de primer orden). El número de reglas
de inferencia posibles es infinito (del mismo modo que lo es el número de formas de
razonamiento válidas). A lo largo de la historia, los lógicos han propuesto diferentes
conjuntos finitos de reglas, seleccionadas por su evidencia, simplicidad o utilidad o
conveniencia sistemática. Estos conjuntos constituyen sistemas de reglas que pueden
ser vistos como “máquinas lógicas” cuya función es realizar inferencias a partir de
información dada, determinando la validez (o, a veces, la invalidez) de un
razonamiento.
De este modo, las reglas de inferencia o reglas lógicas parecen constituir el
núcleo de la lógica, sus “entidades básicas” por así decirlo. Sin embargo, es común
otro enfoque según el cual la lógica aparece fundamentalmente como la ciencia de las
leyes lógicas. Puede decirse lo siguiente.
(LL) Una ley lógica es una forma de enunciado, cuyas instancias son todas
verdaderas.

Así, son enunciados verdaderos en toda circunstancia, sin poder ser nunca falsos. Por
eso, se los considera “verdades necesarias”: es necesario que sean siempre
verdaderos.
El paralelismo con las reglas de inferencia salta a la vista. Puesto que todos
los casos de una ley lógica son siempre verdaderos, serán verdadero bajo cualquier
condición en cualquier circunstancia. Por esta razón se siguen lógicamente de
cualesquiera enunciados. Así, las leyes lógicas pueden verse como reglas de
inferencia sin premisas: la ley es la conclusión, cuya verdad no depende de premisa
alguna.
Ejemplos de leyes lógicas son formas de enunciado como

(5.1) Si p, entonces p.

(5.2) No es el caso que p y no p.

(5.3) Si p y q, entonces q.

Entre las potencialmente infinitas instancias de estas leyes estarían los siguiente
enunciados

(5.1a) Si Buenos Aires está a orillas del Río de la Plata, entonces está a orillas del Río
de la Plata.

(5.2a) No es el caso que el vuelo AF417 vaya a París y no vaya a París.

(5.3a) Si hace frío en la Antártida y los pingüinos son graciosos, entonces los
pingüinos son graciosos.

Por extensión, también se llamará leyes lógicas a las instancias concretas.


Como consecuencia, existen dos maneras de caracterizar la lógica: en primer
lugar como la ciencia de las reglas lógicas; en segundo lugar como la ciencia de las
leyes lógicas. Hasta cierto punto, ambas caracterizaciones son igualmente válidas. De
todos modos, el concepto de regla lógica tiene cierta preeminencia sobre el de ley
lógica, pues este último puede verse como un caso especial del primero (como se dijo,
una ley lógica será una regla lógica sin premisas).
6. El concepto de consistencia

Otra manera de comprender la función de la lógica se basa en el concepto de


consistencia. Piénsese en el caso de un conjunto cualquiera de enunciados que hablan
de hechos que suceden respecto de un dominio de entidades. Ahora bien, si no existe
circunstancia alguna en la que todos los enunciados del conjunto sean verdaderos (es
decir, siempre, en toda circunstancia concebible, habrá un enunciado falso), se dirá en
tal caso que el conjunto de enunciados sería inconsistente. Esto es normalmente algo
indeseable, pues equivale a decir que el conjunto es contradictorio. Y las
contradicciones son problemáticas: no son útiles para tomar decisión. Normalmente.
tener una información contradictoria equivale a tener cualquier información, y, por
tanto, no proporciona conocimiento sobre el dominio ni sirve para explicar, predecir
o tomar decisiones. Por todo esto, un conjunto de enunciados inconsistente es muy
difícil de aceptar.
Para ilustrar esta idea, recúrrase nuevamente al ejemplo de la “cátedra de
lógica” dado anteriormente y agréguese al conjunto (1) - (6), el enunciado:

(7*) Gentzen no es ayudante.

El conjunto de enunciados formado por (1) a (6) y (7*) es inconsistente. Esto es así
por dos razones. En primer lugar, no pueden considerarse a todos estos enunciados
como verdaderos. En efecto, tal como se entiende normalmente la negación, si (3) es
verdadero, (7*) será falso, y si se toma a (7*) como verdadero, (3) deberá ser falso. En
segundo lugar, de (3) y (7*) se deduce, de manera muy natural,

(8*) Gentzen es ayudante y no es ayudante.

Este enunciado nunca puede ser afirmado como verdadero y es lo que se llama una
contradicción. Generalmente, esta situación es indeseable, pues se considera que un
conjunto inconsistente no cumple su cometido, que es el de poder llegar a dar
información verdadera.
De aquí, se extraen dos maneras, que resultarán equivalentes, de caracterizar
inconsistencia.

(I1) Un conjunto de enunciados es inconsistente si no existe situación alguna en que


todos los enunciados que lo componen puedan ser afirmados conjuntamente como
verdaderos.
(I2) Un conjunto de enunciados es inconsistente si se deduce una contradicción de
uno o más de los enunciados que lo componen.

Si se añaden a los enunciados (1) a (6) y (8), referidos a la “cátedra de


lógica”, los siguientes enunciados

(9*) Gentzen es doctor.


(10*) Nadie que sea profesor titular es ayudante,

el conjunto resultante resulta consistente (por ejemplo, nada impide que Gentzen sea
ayudante y doctor). Puesto que, obviamente, un conjunto de enunciados es consistente
si no es inconsistente, se tendrá lo siguiente.

(C1) Un conjunto de enunciados es consistente si existe al menos una situación en


que todos los enunciados que lo componen puedan ser afirmados como verdaderos.

(C2) Un conjunto de enunciados es consistente si no se deduce una contradicción de


uno o más de los enunciados que lo componen.

Ahora bien, el agregado de reglas de inferencia inválidas puede hacer


inconsistente a un conjunto de enunciados. Por ejemplo si se permite el uso de la
forma inválida de razonamiento (3.2) vista más arriba se obtendría una inconsistencia,
pues del enunciado (5) de la sección 1 y de (9*) se extrae, por medio de (3.2) que
Gentzen es profesor titular, lo que, dado (10*), lleva a una inconsistencia, en el
sentido apuntado. Por este motivo, una inferencia inválida puede conducir de un
conjunto originalmente consistente a obtener otro que es inconsistente.
Por esta razón, otra función importante de la lógica es la de dar tests o
pruebas de consistencia. Esta función guió el desarrollo de la lógica matemática en el
presente siglo, al buscarse una solución para las situaciones paradojales
(inconsistentes o contradictorias) que presentaban partes de la matemática.
Los conceptos de validez y consistencia están estrechamente vinculados entre
si (son como "dos caras de la misma moneda"). Por ejemplo, si el agregado de un
enunciado hace inconsistente a un conjunto de enunciados dado (por lo demás
consistente), entonces la negación de ese enunciado (que es una manera de afirmar su
falsedad) se infiere válidamente del conjunto. Esto puede aplicarse a los
razonamientos, dando origen a los métodos por refutación mencionados más arriba: Si
al suponer la falsedad de la conclusión de un razonamiento y añadirla a las premisas
se obtiene un conjunto inconsistente, entonces el enunciado se infiere válidamente de
las premisas.
En suma, un sistema de deducción adecuado puede servir tanto para dar
solución de la validez de razonamientos como para probar la consistencia de
conjuntos de enunciados (si bien es cierto que hay sistemas que cumplen sólo una de
estas funciones).

7. Sistemas de deducción

Procedimientos formales como los mencionados en la sección 4 fueron


conocidos y desarrollados ya desde la antigüedad, en el pensamiento griego. Durante
la Edad Moderna se planteó repetidas veces la idea de un "lenguaje ideal", puramente
formal, en el cual expresar el pensamiento y formular razonamientos y también se
concibió la posibilidad de mecanizar los procesos inferenciales, reduciéndolo a
mecanismos formales donde se aplican reglas de inferencia.
En la segunda mitad del siglo XIX, con la intención de reconstruir
formalmente la matemática, se comenzaron a desarrollar lo que hoy llamamos
lenguajes formales, cuya gramática está íntegramente especificada de antemano. Es
posible representar en este lenguaje la forma lógica de muchos enunciados de las
lenguas históricas como el castellano, de modo que, indicando una traducción, pueden
formularse en él razonamientos del lenguaje ordinario.
La determinación de la validez de razonamientos requiere un conjunto de
principios básicos (reglas de inferencia y, eventualmente, leyes lógicas) que funcionen
como patrones para tal fin y que sean suficientes para probar todas las formas válidas
de razonamiento y todas las leyes lógicas. El conjunto de tales principios forma un
sistema deductivo para la lógica. Más precisamente, para determinar la validez de un
razonamiento se requiere realizar una deducción, que explicita la generación de
enunciados que parte de las premisas y que tras la aplicación en sucesivos pasos de
reglas de inferencia termina en la conclusión deseada. Un ejemplo de deducción
aparecía antes, en relación con la demostración de que (3.1) era una forma válida de
razonamiento.

7.1 La deducción formal

La codificación de tales reglas de inferencia conforma justamente el sistema


deductivo. Si el sistema se formula en un lenguaje formal, como el lenguaje de primer
orden, que se verá en el capítulo 3, se obtendrá un sistema deductivo formal, donde
las reglas funcionan como mecanismos de transformación de símbolos del lenguaje
formal. Se las puede considerar entonces como “reglas de reescritura”, que prescriben
como “reescribir” expresiones del lenguaje formal como otras expresiones. La lógica
resulta, entonces, una forma de manipulación simbólica.
Como consecuencia de este enfoque, el proceso de deducción pasa a ser un
procedimiento efectivo: el enunciado a demostrar resulta de aplicar un número finito
de veces las reglas de inferencia del sistema. Frente a una secuencia cualquiera de
enunciados puede determinarse si constituye o no una deducción (en otras palabras, el
problema es decidible). Es así que la formalización de procedimientos deductivos
tiene importantes consecuencias en relación con la automatización de la deducción: al
ser las reglas mecanismos de transformación de fórmulas, determinan procedimientos
algorítmicos que pueden implementarse computacionalmente.
Sistemas deductivos basados en el lenguaje de predicados de primer orden
determinarán las reglas y leyes de la lógica de primer orden. Un sistema semejante
fue formulado por primera vez también por Frege, en los orígenes de la lógica
simbólica o lógica matemática. Dicho muy brevemente, el sistema deductivo que
concibió Frege consistía de un conjunto seleccionado de leyes lógicas, que eran los
axiomas del sistema y de un conjunto de reglas de inferencia, reglas lógicas, mediante
las cuales podían obtenerse a partir de los axiomas otras leyes lógicas que eran los
teoremas del sistema. El procedimiento de obtención de teoremas recibe el nombre de
demostración, basándose en la idea clásica de demostración, sobre todo en
matemática Este es el caso de los sistemas axiomáticos para la lógica de predicados
de primer orden.
Posteriormente, se construyeron otros sistemas deductivos equivalentes al
original de Frege. El sistema de la “deducción natural” (véase el capítulo 5) carecía de
axiomas y contenían únicamente reglas de inferencia. En estos casos, la validez de un
razonamiento se determina al obtener la conclusión del razonamiento a partir de las
premisas por medio de las reglas de inferencia, y las leyes lógicas son teoremas del
sistema, obteniéndose mediante las reglas una deducción que carece de premisas. La
deducción natural será objeto de análisis más adelante.
Los sistemas deductivos formales reproducen la idea de demostración en un
sentido amplio. Los procedimientos de refutación o de búsqueda del contraejemplo,
pueden verse también como demostraciones y en ellos puede también basarse la
construcción de sistemas deductivos.

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