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Lógica www.javiernc.jimdo.com/ Mg. Javier Núñez C.

LÓGICA

Definición

Es la ciencia que se basa en las leyes, modalidades y formas del conocimiento científico. Se trata de
una ciencia de carácter formal que carece de contenido, ya que hace foco en el estudio de las alternativas
válidas de inferencia. Es decir, propone estudiar los métodos y los principios adecuados para identificar al
razonamiento correcto frente al que no lo es.

Lógica y cotidianidad

Todos tenemos alguna idea sobre la lógica y sobre su uso, aun sin haber estudiado el tema
formalmente. En el lenguaje cotidiano usualmente calificamos como “lógico” lo que nos parece evidente o
claro, lo que aparentemente no deja lugar a dudas: “Es lógico que, si tengo sobrepeso, debo comer menos”.
Por el contrario, decimos que algo es “ilógico” o que “no tiene lógica” cuando nos parece absurdo,
imposible, carente de sentido: “No existe razón lógica para pensar que los alzados en armas puedan tener
interés en desmovilizarse”.
Pero también la expresión “es lógico” se utiliza para indicar que una afirmación se sigue
inevitablemente como consecuencia de otra u otras: “Es lógico que Juan sepa nadar, porque es buzo
profesional”. Este enunciado encierra tres afirmaciones. Una de ellas está enunciada explícitamente: “Juan
es buzo profesional”; otra está implícita en el texto: “Todo buzo profesional sabe nadar”. La tercera
afirmación, “Juan sabe nadar”, está precedida de la expresión “es lógico“, como aseveración de que ella
está garantizada por las dos afirmaciones anteriores. En síntesis, en este ejemplo, la expresión “es lógico”
se utiliza con el significado de “es inevitable concluir que…, dado que…”.
El estudio de la lógica permite identificar, en los argumentos cotidianos, ciertas estructuras válidas de
razonamiento utilizadas por los seres humanos. Tales estructuras son usadas generalmente en forma
espontánea, sin que nos detengamos a analizar la estructura utilizada. Por ejemplo: no ponemos las manos
en el fuego porque hacerlo nos causa quemaduras. (Y como no estamos dispuestos a causarnos quemaduras,
¡pues no ponemos las manos en el fuego! Es así de simple).
Con frecuencia opinamos que algo “es lógico” o, por el contrario, que “no tiene lógica”. Sin embargo,
no siempre lo que es “lógico” para algunos, lo es para todos. Por ejemplo, si sé que hoy es miércoles y que
todos los miércoles tengo clase de Cálculo, es “lógico”, es “natural” concluir que hoy tengo clase de
Cálculo. Y es razonable esperar que todos concluyamos así, pues tal conclusión está prácticamente
contenida en las afirmaciones que la preceden y por lo tanto se deriva de ellas de manera inevitable. Pero
no siempre coincidimos todos en calificar como “lógicas” algunas conclusiones. Consideremos, por
ejemplo, el caso de alguien que exclama: “¡Es lógico: Juan estaba mintiendo! ¿Notaron cómo se puso de
nervioso cuando lo interrogaron? ¡Eso pasa cuando uno está mintiendo!”. Detengámonos un poco en el
argumento. En él se afirma que cuando una persona miente se pone nerviosa al ser interrogada (¡por lo que
más quiera, no diga “se pone nerviosa”!). Además, se afirma que “Juan se puso nervioso al ser interrogado”.
Y se concluye que “Juan estaba mintiendo”. Preguntémonos ahora: ¿es lógico concluir que Juan estaba
mintiendo? ¿No podría ser que no estuviera mintiendo, sino que una actitud hostil y amenazante del
interrogador lo puso nervioso? De ser así, no sería “lógico” afirmar que Juan estaba mintiendo. Igualmente,
puede haber desacuerdo en calificar como “lógica” la conclusión en este caso: “Todos los que votaron por
Chávez están de acuerdo con la nacionalización del petróleo. Entonces usted no está de acuerdo con la
nacionalización, porque no votó por Chávez”. Si usted considera “lógicas” las conclusiones de los dos casos
anteriores, pronto aprenderá que está en un error.

Frases y proposiciones

El lenguaje, instrumento por excelencia para comunicar el conocimiento, está formado por frases.
Estas pueden ser de tipo declarativo: “El oxígeno es necesario para la vida”; de tipo interrogativo: “¿Cuál

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es la temperatura local en este momento?”; de tipo imperativo: “¡Retírese de ahí, inmediatamente!”; y de


tipo exclamativo: “¡Ojalá llueva pronto!”. Usualmente, pero no exclusivamente, los razonamientos están
formados por bloques de frases declarativas.
Una proposición es una frase declarativa que puede ser afirmada o negada. De acuerdo con esta
definición, sólo las frases declarativas constituyen proposiciones. Su contenido debe ser calificable como
verdadero o como falso, sin que esto signifique que se haya establecido o se pueda establecer explícitamente
tal carácter de verdadero o falso.
Los enunciados siguientes son ejemplos de proposiciones:

1. Bogotá D.C. es la capital de Colombia.


2. Aristóteles, filósofo griego, fue discípulo de Platón.
3. 8 es un número primo.
4. Todo número par mayor que 2 puede ser expresado como suma de dos números primos.
5. La señora Hillary Clinton es la esposa del presidente de Estados Unidos.
6. Dios existe.

Estas seis frases son enunciados declarativos, es decir, afirman cosas; y lo que afirman será verdadero
o falso según que se corresponda o no con los hechos. Las proposiciones 1 y 2 son verdaderas y la
proposición 3 es falsa, y para calificarlas como tales se requiere disponer de información o conocimientos
adecuados. No obstante, para catalogar un enunciado como proposición sólo se exige reconocer que el
enunciado debe ser verdadero o falso, sin que sea necesario establecer explícitamente que es lo uno o es lo
otro. Por ejemplo, al momento de escribir este texto la verdad o falsedad de la afirmación 4 de la lista
anterior, conocida como “La conjetura de Goldbach”, sigue sin establecerse, a pesar de más de 250 años de
esfuerzos de connotados matemáticos. Sin embargo, es claro que tal afirmación tiene que ser verdadera o
tiene que ser falsa, y por lo tanto es una proposición. En cuanto a la afirmación 5, ella fue verdadera sólo
durante el tiempo que el señor Clinton fue el presidente de los Estados Unidos (1993-2001). La inclusión
del ejemplo 6, como lo adivinará el lector, tiene la intención de ilustrar el hecho de que la calificación de
verdadera o falsa no tiene que ser universalmente compartida. Finalmente, la proposición “Ernesto Samper
Pizano, presidente de la República de Colombia entre 1994 y 1998, supo, durante su campaña, que a esta
habían ingresado dineros ilícitos”, es un ejemplo de proposición cuya verdad o falsedad probablemente
nunca conozcamos.
A veces se hace diferencia entre una proposición y la frase que la expresa. Por ejemplo, “Pedro
escogió la camisa blanca”, “La camisa blanca fue escogida por Pedro” y “Pedro chose the white shirt” son
tres frases distintas, pero enuncian la misma proposición. En sentido estricto, la frase es la cadena de
símbolos (palabras) utilizadas en el enunciado; la proposición es lo afirmado por la frase. Por esto, cada
sistema de representación simbólica de proposiciones muy posiblemente utilizaría los mismos símbolos
para denotar cualquiera de los tres enunciados anteriores, si se representa la proposición y no la frase.

Proposiciones compuestas

Las frases declarativas pueden ser proposiciones compuestas. El enunciado “A Juan le gusta el cine
y a Pedro le gusta el teatro” está formado por dos proposiciones conectadas con la conjunción “y”: “A Juan
le gusta el cine”, la primera, y “a Pedro le gusta el teatro”, la segunda. En este caso la proposición compuesta
será verdadera si (y solamente si) las proposiciones que la componen son verdaderas. Otro tipo de
proposición compuesta se forma conectando dos proposiciones con la disyunción “o”: “El próximo
semestre debo matricularme en Inglés o Francés”. (Esta es la forma usual de enunciar la proposición
compuesta: “El próximo semestre debo matricularme en Inglés o el próximo semestre debo matricularme
en Francés”). Observe que el enunciado no afirma que “El próximo semestre debo matricularme en Inglés”
y tampoco que “El próximo semestre debo matricularme en Francés”. Lo que afirma es que el próximo
semestre debo matricularme por lo menos en una de las dos materias.

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Un tercer caso de proposición compuesta se obtiene al conectar dos proposiciones con el condicional
“Si..., entonces...”. Por ejemplo, “Si Juan logra el primer puesto, entonces recibirá la beca de estudios de la
compañía”. A diferencia de las proposiciones compuestas mediante las conjunciones “y” y “o”, este
enunciado condicional no hace afirmaciones sobre la verdad de las proposiciones que lo componen. Lo
único que se afirma con este condicional es que hay una relación de dependencia entre las dos
proposiciones: si el antecedente es verdadero, es decir, si Juan logra el primer puesto, necesariamente el
consecuente será verdadero, es decir, Juan recibirá la beca de estudios de la compañía.

Razonamiento y argumentación

Usualmente se denomina razonamiento a una forma especial de pensamiento, raciocinio o actividad


mental: “Es la acción de discurrir, ordenando ideas en la mente, para llegar a una conclusión”, dice el
Diccionario de la Real Academia Española, DRAE. El texto siguiente, tomado de El hombre anumérico:
El analfabetismo matemático y sus consecuencias, ilustra magníficamente la definición anterior. El autor
presenta un razonamiento para mostrar que algunos cálculos sencillos pueden resultar interesantes: “¿Cuál
es el volumen total de la sangre humana existente en el mundo? El macho adulto medio tiene unos cinco
litros de sangre, la hembra adulta un poco menos, y los niños bastante menos. Así, si calculamos que en
promedio cada uno de los 5 mil millones de habitantes de la tierra tiene unos cuatro litros de sangre,
llegamos a que hay unos 20 mil millones (2x1010) de litros de sangre humana. Como en cada metro cúbico
caben 1.000 litros, hay aproximadamente 2x107 metros cúbicos de sangre. La raíz cúbica de 2x107 es 270.
Por tanto, ¡toda la sangre humana del mundo cabría en un cubo de unos 270 metros de largo, un poco más
de un dieciseisavo de kilómetro cúbico!” [Paulus, 1988, p. 22].
En este caso, el razonamiento es el proceso mismo mediante el cual se articulan unas ideas con otras
hasta llegar a la conclusión. Este sentido de razonamiento como “acción mental” es también el que utiliza
Moore en Los mejores problemas lógicos 2 al referirse a las habilidades necesarias para resolver la clase
de problemas que conforman su libro: “Todo lo que se precisa es sentido común, una cierta capacidad de
razonamiento…”, [Moore, 1991, p. 7]. Y es también el que utilizamos cuando explicamos la forma en que
llegamos a la solución de un problema diciendo: “Yo lo pensé así:…” o “Este fue mi razonamiento…”.
En lógica formal se considera que un razonamiento es un bloque especial de proposiciones, más que
una actividad mental. En este sentido, cada uno de los tres bloques siguientes de afirmaciones, en los que
algunas de ellas constituyen el soporte, fundamento o justificación de otra afirmación del mismo bloque,
es un razonamiento. Sin embargo, ninguno da cuenta del proceso mental mediante el cual se va pasando de
una afirmación a la siguiente:

1. Todos los hombres son mortales. Sócrates es hombre. Por lo tanto, Sócrates es
mortal.
2. Los pingüinos vuelan. Porque todas las aves vuelan, y los pingüinos son aves.
3. Es martes o no es martes. En consecuencia, la luna es un pedazo de queso amarillo. En efecto, si
es martes, la luna es un pedazo de queso amarillo. Y si no es martes, la luna es un pedazo de queso amarillo.
Lo importante para resaltar aquí es que entre el razonamiento cotidiano y el razonamiento lógico formal
hay un elemento común, que sirve de fundamento a la siguiente definición aplicable en ambos casos:
Un argumento o razonamiento es un bloque de proposiciones con el cual se afirma que una de ellas,
llamada conclusión, se deriva, se desprende o se sigue como consecuencia de otras proposiciones del
mismo bloque, llamadas premisas. Sobre la base de la definición anterior, identificaremos la conclusión y
las premisas en cada uno de los tres ejemplos que la preceden. Preste atención a la función de las expresiones
en negrillas; ellas contribuyen a tal identificación:

1. “Todos los hombres son mortales. Sócrates es hombre. Por lo tanto, Sócrates es mortal”. La
expresión “Por lo tanto” separa la afirmación “Sócrates es mortal” de otras dos, que la justifican: “Todos
los hombres son mortales” y “Sócrates es hombre”. Es claro que si aceptamos que todos los hombres son
mortales y que Sócrates es hombre, tendremos que aceptar que Sócrates es mortal. Se trata de un

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razonamiento con dos premisas: “Todos los hombres son mortales” y “Sócrates es hombre”. La conclusión,
“Sócrates es mortal”, va después de las premisas. Es un esquema de razonamiento de la forma: [premisas].
Por lo tanto [conclusión].
2. “Los pingüinos vuelan. Porque todas las aves vuelan, y los pingüinos son aves”. En este caso
aseguramos que [conclusión], “Los pingüinos vuelan”. Y lo hacemos sobre la base de dos afirmaciones
[premisas]: “Todas las aves vuelan”, primera premisa, y “Los pingüinos son aves”, segunda premisa. En
este caso la conclusión precede a las premisas. Es un esquema de la forma: [conclusión]. Porque [premisas].
3. “Es martes o no es martes. En consecuencia, la luna es un pedazo de queso amarillo. En efecto, si
es martes, la luna es un pedazo de queso amarillo. Y si no es martes, la luna es un pedazo de queso amarillo”.
Este es un caso en el que la conclusión, “la luna es un pedazo de queso amarillo”, va entre las premisas:
P1 Es martes o no es martes.
P2 Si es martes, la luna es un pedazo de queso amarillo.
P3 Si no es martes, la luna es un pedazo de queso amarillo.

Premisas implícitas

Cuando una persona afirma que “Juan cree en Dios porque es católico”, está razonando a partir de
dos premisas: una explícita, “Juan es católico”, y la otra implícita, “Todos los católicos creen en Dios”. La
incorporación explícita de tal premisa al razonamiento produce este razonamiento válido: “Juan cree en
Dios. Porque Juan es católico, y todos los católicos creen en Dios”. En forma análoga, una premisa
implícita en el razonamiento “Hoy tengo clase de lógica puesto que es lunes”, es: “Los lunes tengo clase
de lógica”. Si escribimos “Hoy tengo clase de lógica puesto que es lunes y los lunes tengo clase de lógica”,
es fácil apreciar la estructura válida del razonamiento.
En términos generales, llamaremos premisas implícitas a aquellas premisas que hacen parte de un
razonamiento pero que no se enuncian en el mismo, sino que se sobrentienden, o se espera que se
sobrentiendan, por parte del lector o de la contraparte en la argumentación. Determinar las premisas
implícitas e incorporarlas al argumento es esencial para decidir sobre su validez, en el caso de los
razonamientos deductivos, o sobre su fuerza, en el caso de los razonamientos inductivos (clasificación que
estudiaremos posteriormente). Sin embargo, no siempre es tan sencillo como en los ejemplos anteriores
identificar las premisas implícitas o coincidir en ellas. Y es fácil entender el porqué de esto: algunas piezas
de información que el autor del argumento considera tácitas, sobrentendidas, bien pueden no serlo para
quien lee o escucha el argumento.

Ejemplo

La afirmación “No es lógico que un defensor del derecho a la vida esté de acuerdo con el aborto, porque
el aborto quita la vida a un ser humano“, es un razonamiento. Su conclusión, “No es lógico que un defensor
del derecho a la vida esté de acuerdo con el aborto”, se sustenta en dos afirmaciones. La primera es una
premisa explícita: “El aborto quita la vida de un ser humano”. La segunda es una premisa implícita: “No es
lógico que un defensor del derecho a la vida esté de acuerdo con acciones que quitan la vida a un ser
humano”.

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