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Estas notas tienen como función presentar las ideas más elementales que son relevantes en la
lógica, y se basa en el capítulo primero del libro Deducción y representación. Una introducción a la
lógica de primer orden (Buenos Aires, Economizarte, 2001). El apunte es una guía de los conceptos
básicos que son objeto de estudio a lo largo de la lógica simbólica y que es necesario tener en
cuenta frente a toda instancia de examen para chequear los propios conocimientos. La
comprensión de los conceptos básicos mencionados en cada sección es una condición necesaria
(aunque no suficiente) para el conocimiento adecuado de la lógica en su forma actual. El texto
condensa la parte más conceptual del contenido de un curso de lógica, sirviendo de hilo conductor
para el estudio, pero debe ampliarse mediante la bibliografía indicada en el programa respectivo.
El contenido corresponde, con algunas variaciones, a la unidad temática I del programa de la
asignatura LOGICA, FCE-UBA.
La lógica, tal como será entendida en lo que sigue, es una disciplina muy antigua que se
ocupa de los razonamientos o inferencias con el fin de determinar su corrección de acuerdo con
criterios muy específicos. Los seres humanos razonamos, hacemos inferencias, extraemos
conclusiones a partir de la información disponible. Esta actividad de razonar es esencial para la
vida humana: tanto para organizar el conocimiento del que disponemos como para llevar a cabo
las acciones con las que desarrollamos nuestra vida. En todos los contextos de la vida humana se
hacen inferencias: la resolución de los problemas cotidianos, la deliberación práctica, la toma de
decisiones para realizar alguna acción, la búsqueda de una explicación, la predicción de un evento
futuro, la evaluación de una situación determinada.
Los canales mediante los que nos comunicamos los seres humanos en tanto vivimos en
sociedad son sistemas de signos. Los razonamientos que resultan de esta actividad se expresan,
entonces, a través de sistemas de signos, entre los cuales se encuentra, de manera natural el
lenguaje cotidiano. Un ejemplo de razonamiento es el siguiente:
(1.1) Todo estudiante de la Facultad de Ciencias Económicas que haya aprobado la asignatura
Lógica, ha aprobado previamente la asignatura Algebra. Laura Pausini es estudiante de la Facultad
de Ciencias Económicas y ha aprobado Lógica. De aquí tiene que seguirse que Laura Pausini ha
aprobado previamente Algebra.
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La frase en bastardilla “De aquí tiene que seguirse” sirve para expresar que se ha hecho una
inferencia. Se ha concluido que Laura Pausini ha aprobado previamente Algebra a partir de tener
como premisas toda la información restante. Se hace explícito así el hecho adicional de que Laura
Pausini ha aprobado Algebra. Aquello que vincula lo que se concluye (la conclusión) y la
información de la que se parte (las premisas) es la relación de inferencia deductiva o deducción.
Esta relación es el objeto de estudio primario de la lógica (formal), y la lógica simbólica, la forma
moderna de la lógica, utiliza herramientas matemáticas con este fin.
Debería quedar claro que no se trata de estudiar cómo los seres inteligentes realizan
inferencias. Es decir, no se trata de un estudio cognitivo de los procesos de razonamiento en una
persona o un grupo de personas. Tampoco se trata, en rigor, de desarrollar software que simule
procesos de inferencia concretos. Más bien, la lógica simbólica presupone una idealización: ofrece
modelos matemáticos del razonamiento deductivo y aspira a ser una teoría general de la
inferencia en la que son dejadas de lado muchas limitaciones y rasgos especiales que manifiestan
tanto los seres humanos como las computadoras. Sin embargo, esto no es un obstáculo para que
los resultados de la lógica se apliquen en ciencias cognitivas y ciencias de la computación
(inteligencia artificial en particular). Muy por el contrario, la lógica es una disciplina fundacional
para estos campos, formando parte de ellos. En este sentido, la situación de la lógica simbólica es
comparable a la de la teoría de la decisión o la teoría de juegos.
Ahora bien, no sólo en los razonamientos aparece la lógica. Supóngase la siguiente
situación, añadida a las premisas de (1.1):
Uno pensaría que aquí “hay algo que anda mal”, pues sobre la base de lo afirmado como
conclusión en (1.1), nunca podría darse lo que afirma (1.2). La aceptación de que se da el hecho
descripto en (1.2) conduce a lo que se llama usualmente contradicción o inconsistencia, que es
también otro fenómeno que es estudiado por la lógica (por lo demás, se verá que la relación de
inferencia deductiva y la propiedad de contradicción están íntimamente conectadas.
La lógica es una disciplina muy antigua y con una tradición muy rica. De manera
sistemática, como una disciplina científica, digamos, surgió en la civilización griega de manera casi
simultánea con la matemática hace algo menos de 2500 años. La forma actual de la lógica,
entendida como teoría del razonamiento, es la lógica simbólica o lógica matemática. Esta forma
actual considera a la lógica como una disciplina exacta, habiéndose motivado por al menos dos
cuestiones distintas: (a) estudiar los razonamientos utilizando métodos matemáticos, (b)
encontrar una teoría general del razonamiento, que abarque toda inferencia de la que seamos
capaces los seres humanos. En cuanto a (a), se puede comparar la lógica con la teoría matemática
de la probabilidad (tal como se emplea en estadística), la teoría de la decisión o la teoría de
juegos. En cuanto a (b), la idea de una teoría general o universal funciona como un ideal, y en los
hechos lleva a problemas ligados al nivel de complejidad de las inferencias. Una aproximación a la
lógica simbólica no presenta grandes dificultades matemáticas. Las nociones usuales en
matemática discreta son más que suficientes para la comprensión básica de los aspectos
matemáticos de la lógica simbólica.
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2. Información proposicional
(2.1.) Un enunciado es cualquier signo del cual tenga sentido decir que es verdadero o falso.
Esta idea de lo que es un enunciado no está ligada a un tipo de signo en particular ni a una lengua
determinada. También deja de lado cuestiones gramaticales y lingüísticas, y cuáles son las razones
que hacen a un enunciado verdadero o falso. Lo que determina para que un signo sea un
enunciado es que tenga sentido adscribirle verdad o falsedad. Por ejemplo, en condiciones
normales no tendría sentido adscribirle verdad o falsedad al signo complejo ‘2 + 2”, a la luz verde
de un semáforo o a la sirena de una ambulancia, mientras que sí tiene sentido hacerlo de ‘2 + 2 =
5’. Queda claro que la información proposicional presupone que los componentes de la
información tienen significado. Es decir, el receptor de la información entiende la información
dada mediante enunciados y si la información es verdadera le proporciona conocimiento.
Por lo tanto, se trata de un concepto abstracto de enunciado. Verdad y falsedad se
entienden como valores de una función aplicada a signos. Se dice que esta función es semántica,
en el sentido que tiene que ver con aquello a lo que se refiere el signo. Por ello se habla en este
caso de información semántica. La información dada por enunciados es transmitida o
representada a través de sistemas de signos (los lenguajes en el caso más usual). Cuando la
información dada mediante el sistema de signos es aceptada (tomada como verdadera) y
almacenada, queda a disposición para ser empleada en razonamientos. En este caso, los
intérpretes de un lenguaje usan los enunciados para hacer afirmaciones. Esto lleva a otra
caracterización de lo que es un enunciado:
(2.2) Un enunciado es cualquier signo que pueda emplearse para hacer afirmaciones.
Las afirmaciones se adoptan como la base para hacer inferencias deductivas y hay un compromiso
implícito, digamos, en la comunidad de intérpretes para que todo lo que pueda deducir de
afirmaciones hechas también podrá ser afirmado. Ambas caracterizaciones de lo que es un
enunciado, (2.1) y (2.2), serán muy importantes para el estudio de la relación de deducción.
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Conceptos a tener en cuenta: información, signo, enunciado, verdad y falsedad, valor de verdad,
afirmación, semántica.
3. Deducción
Se puede resumir y poner en claro lo más importante de lo señalado hasta aquí mediante la
siguiente caracterización de razonamiento:
Las expresiones que indican el paso de premisas a conclusión suelen llamarse expresiones
derivativas y en el lenguaje cotidiano son frases de diverso tipo. Un ejemplo de razonamiento es el
indicado en (1.1.). Se trata, además, de un caso especial de razonamiento en el cual se infiere
deductivamente la conclusión a partir de las premisas. La inferencia deductiva tiene la peculiaridad
de ser una inferencia necesaria en el sentido de que hace forzosa la aceptación del enunciado
inferido a partir de otros enunciados ya aceptados. Por lo tanto, aquello que se infiere
deductivamente se sigue de manera irrevocable o irrebatible a partir de las premisas: El resultado
de una deducción no puede anularse ni rebatirse; no es posible “echarse atrás” una vez hecha la
deducción. Por estas razones, quien infiere deductivamente un enunciado a partir de otros
afirmados como verdaderos se ve obligado a afirmar a aquél como verdadero, es decir, en ningún
caso puede considerarlo falso. La naturaleza de una inferencia deductiva puede parecer en este
punto algo trivial pero misterioso a la vez. Al sano sentido común las inferencias deductivas le
pueden parecer obviamente correctas o válidas, pero a su vez uno desearía una explicación de su
validez.
Entonces, explicitar (1) cómo se construyen estas inferencias y (2) por qué son
deductivamente válidas son tareas de la lógica. Estas preguntas se responden desarrollando una
teoría lógica mediante la cual se van a construir sistemas lógicos; estos permiten determinar con
exactitud qué se sigue de la información disponible y sistematizar la información deductivamente.
La construcción de estos sistemas redunda en ventajas para el tratamiento y la organización de la
información.
3.1. Nota: el proceso de deducción. La relación de deducción puede analizarse como un proceso
que puede incluir pasos o etapas. Históricamente aparecen dos grandes concepciones del
razonamiento. La primera concepción se basa en la idea de diálogo. Dos o más personas quieren
conjuntamente determinar si pueden considerar a un enunciado verdadero (o no) sobre la base de
la información que tienen a disposición (las premisas). Los participantes del diálogo pueden utilizar
las premisas para hacer inferencias o pueden aportar nueva información que lleve a revisarlas. Hay
sucesivas etapas de afirmación, refutación o revisión. De esta manera se construye una
argumentación que concluye en la aceptación o no del enunciado como verdadero. En el proceso
hay cambios en las creencias que van teniendo las personas comprometidas en el diálogo. Un
ejemplo clásico se encuentra en la argumentación legal o jurídica y política. Así, en un juicio, el
fiscal y el abogado defensor van argumentando, a partir de la evidencia disponible, a favor o en
contra de la culpabilidad del acusado. Este proceso es dinámico, pues hay cambios en la
estimación de la verdad o falsedad de determinados enunciados. Por el contrario, en la segunda
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concepción se parte de la información dada (las premisas, digamos) para ver si se obtiene la
conclusión. Desde luego, aquí se requieren diversas estrategias y la aplicación de reglas que
implican un análisis de las premisas (véase más adelante el concepto de regla lógica). Si bien, hay
un proceso de obtención de una conclusión, este proceso es mucho menos dinámico que el que
tiene en mente la primera concepción, pues no se permiten cambios en las premisas. En este
sentido se trata de una idea más estática de razonamiento (que en cierto sentido es más simple).
En este caso el ejemplo clásico lo ofrece la demostración, tal como se la ha entendido en la historia
de la matemática y que ha influido enormemente en el razonamiento científico en general. La
lógica, entendida como una teoría de la demostración, se ha centrado en la modelización de esta
última concepción (si bien existen también modelos que toman en cuenta aspectos de la primera).
La primera concepción ha originado la teoría de la argumentación (o retórica), donde se debe
partir de situaciones que son de una mayor complejidad.
(4.1a) Si Júpiter es una estrella, entonces produce luz propia. Júpiter no produce luz propia. Luego,
Júpiter no es una estrella.
Dejando de lado ciertas ingenuidades astronómicas del ejemplo, este es un caso en que a la
verdad de las premisas le sigue la verdad de la conclusión, de acuerdo con la caracterización que
se acaba de ofrecer. Pero aquí surge un problema. En efecto, ¿qué sucede si un razonamiento
tiene alguna premisa falsa y conclusión verdadera y resulte a la vez válido? Sea, por ejemplo, el
siguiente razonamiento:
(4.1b) Si el número 341 es primo, entonces es divisible por sí mismo. El número 341 no es divisible
por sí mismo. Luego, 341 no es primo.
(La segunda premisa es falsa y la conclusión es verdadera.) Se podría alegar que si las dos premisas
fueran ambas verdaderas, la conclusión también lo sería, con lo cual se recurre a la idea de
circunstancias hipotéticas o supuestas. Pero, en los hechos, se da que una de las premisas es falsa.
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Del mismo modo, pueden encontrarse casos con todas sus premisas falsas y conclusión verdadera,
y, finalmente, con premisas y conclusión todas falsas y que sin embargo parecen ser válidos.
Este problema exige adoptar otra perspectiva. Simplemente, hay que buscar una
caracterización más general de validez, que no dependa de que, de hecho, ciertos enunciados sean
verdaderos o falsos. La idea clave está, una vez más, en el carácter hipotético de la verdad de las
premisas: si se supusiera en una circunstancia cualquiera que las premisas son verdades, la
conclusión lo sería. Esta posición implica dejar de lado las condiciones específicas que de hecho se
dan y que hacen a los enunciados verdaderos o falsos, e independizarse de las situaciones
concretas y, por lo tanto, a abandonar los contenidos concretos de los enunciados, es decir, a dejar
de lado sus partes descriptivas. Si esto es así, la validez será independiente de los valores de
verdad que tomen los enunciados según las condiciones concretas que sucedan.
La idea que se quiere presentar aquí es la siguiente: La validez de un razonamiento
deductivo no depende del contenido de los enunciados que lo componen, sino de lo que se
llamará su forma (o estructura). Esta forma de un razonamiento se obtiene al dejar de lado el
significado de todos los signos (frases, expresiones) puramente descriptivos (no lógicos). Esto
puede hacerse si se reemplaza a estos signos descriptivos por signos sin significado. Al hacer esto,
se destacarán ciertos signos (expresiones, frases) que no pueden reemplazarse, pues son los que
determinan la estructura que tiene el razonamiento. Estos son los signos (frases, palabras,
expresiones) lógicas, y deberán permanecer constantes.
Rápidamente, se advierte que los razonamientos (4.1a) y (4.1b) comparten la misma forma,
la que puede expresarse gráficamente como:
Los signos [] y áñ son meros esquemas, que funcionan como lugares vacíos para expresiones con
contenido (en este caso enunciados cualesquiera). Pero, además, en (4.1) "si ... entonces" y "no"
son expresiones lógicas (en este caso del tipo de las que se llamarán conectivas). Cada una de las
líneas integrantes de la forma lógica “Si [], entonces áñ “, “no áñ” y “no []” son formas (o esquemas)
de enunciados, de las cuales no puede afirmarse que puedan ser verdaderos o falsos, pues tienen
partes sin significado. Finalmente, (4.1) expresa entonces la forma lógica que tienen los dos
razonamientos (4.1a) y (4.1b). Al poner enunciados en lugar de los signos [] y áñ en las formas de
enunciados se obtienen ahora enunciados más complejos que contienen expresiones lógicas. Por
lo tanto, se puede proceder de manera inversa obteniendo razonamientos concretos a partir de
una forma. Si en lugar de [] aparece el enunciado “El depósito fue hecho mediante una
transferencia on-line” y en lugar de áñ se escribe el enunciado “El depósito se acreditó
instantáneamente en la cuenta”, entonces se obtiene un nuevo caso de la forma de razonamiento
(4.1), a saber:
(4.1c) Si el depósito fue hecho mediante una transferencia on-line, entonces el depósito se
acreditó instantáneamente en la cuenta.
El depósito no se acreditó instantáneamente en la cuenta.
Luego, el depósito no fue hecho mediante una transferencia on-line.
En la lógica simbólica se emplean signos especiales para estas expresiones lógicas, que
serán los signos lógicos. Estos signos representan aquello que es propiamente el estudio de la
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lógica, y que es lo que queda destacado especialmente en la forma lógica. De aquí, al hacer lógica
se trabaja en este nivel de las formas de enunciado y de razonamiento antes que con enunciados y
razonamientos concretos (con contenido pleno). Una consecuencia es que la teoría lógica deberá
dividir claramente entre las expresiones lógicas que aparecen en los razonamientos y las que no
son lógicas. Esto tarea requiere obtener previamente una idea clara del significado de las
expresiones lógicas y de sus propiedades más importantes.
En suma, se puede afirmar lo siguiente:
Esta afirmación es fundamental. Determinar si una forma de razonamiento es válida es uno de los
objetivos centrales de la lógica. Como se acaba de mencionar, la lógica se ocupa de formas de
razonamiento más que de razonamientos concretos, y, asimismo, en los métodos mismos de
validez no se hará referencia a contenidos específicos de los razonamientos, sino a su forma. Esto
es algo digno de ser subrayado porque lleva a comprender por qué a la lógica deductiva se la llama
lógica formal. La lógica no trata primariamente con el plano de los enunciados y razonamientos
concretos, sino en el plano de las formas de enunciado y formas de razonamiento.
P1
P2
:
Pn
────
C,
Donde la línea horizontal indica la relación de inferencia deductiva (un uso que se seguirá a partir
de ahora). Como se ve no hay un número determinado de premisas, pero sí debe ser un número
finito. Para aclarar esto, piénsese en la forma de razonamiento expresada en (4.1). Si uno tiene
enunciados que responden a la forma de sus premisas, entonces uno tiene el derecho de obtener
un enunciado con la forma de la conclusión. Por ejemplo, de las premisas de (4.1c) es lícito (gracias
a la validez de la forma (4.1)) obtener válidamente la conclusión de (4.1c). Y los mismo para otros
casos. De este modo, queda establecido lo siguiente:
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(RL) Una regla de inferencia es una forma válida de razonamiento que se aplica para deducir un
enunciado a partir de otro (u otros).
El número de reglas de inferencia posibles es infinito (del mismo modo que lo es el número de
formas de razonamiento válidas). A lo largo de la historia, los lógicos han propuesto diferentes
conjuntos de un número determinado de reglas, seleccionadas por su evidencia, simplicidad,
utilidad o criterios de adecuación sistemática. Estos conjuntos constituyen sistemas de reglas que
pueden ser vistos como “máquinas lógicas” cuya función es realizar inferencias a partir de
información dada, determinando la validez (o, a veces, la invalidez) de un razonamiento. Una
característica es que la aplicación combinada sucesiva de diferentes reglas puede permitir la
obtención de conclusiones de variado grado de complejidad.
De este modo, las reglas de inferencia o reglas lógicas parecen constituir el núcleo de la
lógica, sus “entidades básicas” por así decirlo. Sin embargo, existe otro enfoque (que prevaleció
sobre todo en los primeros desarrollos de la lógica simbólica, a fines del siglo XIX y en la primera
mitad del siglo XX) según el cual la lógica se sistematiza en términos de una serie de formas de
enunciado cuyos casos son lógicamente verdaderos, esto es, enunciados que nunca, bajo ninguna
circunstancia, puede ser falsos: son verdades irrefutables. Estos principios son las leyes lógicas,
pudiéndose decir lo siguiente.
(LL) Una ley lógica es una forma de enunciado, cuyas instancias son todas verdaderas.
Así, son enunciados verdaderos en toda circunstancia, sin poder ser nunca falsos. Por eso, se los
considera “verdades necesarias”: es necesario que sean siempre verdaderos.
El paralelismo con las reglas de inferencia salta a la vista. Puesto que todos los casos de
una ley lógica son siempre verdaderos, serán verdadero bajo cualquier condición en cualquier
circunstancia. Por esta razón se siguen lógicamente de cualesquiera enunciados. Así, las leyes
lógicas pueden verse como reglas de inferencia sin premisas: la ley es la conclusión, cuya verdad
no depende de premisa alguna.
Ejemplos de leyes lógicas son formas de enunciado como
(5.1) Si A, entonces A.
(5.3) Si A y B, entonces B.
Entre las potencialmente infinitas instancias de estas leyes estarían los siguiente enunciados
(5.1a) Si Buenos Aires está a orillas del Río de la Plata, entonces está a orillas del Río de la Plata.
(5.3a) Si hace frío en la Antártida y los pingüinos son graciosos, entonces los pingüinos son
graciosos.
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punto, ambas caracterizaciones son igualmente válidas. De todos modos, como se verá en el
curso, el concepto de regla lógica tiene cierta preeminencia sobre el de ley lógica, pues este último
puede verse como un caso especial del primero (como se dijo, una ley lógica será una regla lógica
sin premisas).
En realidad, sucede que la relación de deducción es el objeto primario y nuclear de la
lógica. Según los marcos teóricos en los que esta relación se defina, se hablará de consecuencia
lógica, derivabilidad, implicación, etc.
Esta relación de deducción es la base para caracterizar no sólo reglas y leyes, sino también
para determinar la inconsistencia de una serie de enunciados tomados conjuntamente. El
concepto de consistencia introduce otra vía para comprender la función de la lógica. Piénsese en el
caso de un conjunto cualquiera de enunciados que hablan de hechos determinados. Ahora bien, si
no existe circunstancia alguna en la que todos los enunciados del conjunto sean verdaderos (es
decir, siempre, en toda circunstancia concebible, habrá un enunciado falso), se dirá en tal caso que
el conjunto de enunciados sería inconsistente. Esto es normalmente algo indeseable, pues
equivale a decir que el conjunto es contradictorio. Y las contradicciones son problemáticas: no son
útiles para tomar decisión. Normalmente. tener una información contradictoria equivale a tener
cualquier información, y, por tanto, no proporciona conocimiento sobre el dominio ni sirve para
explicar, predecir o tomar decisiones. Por todo esto, un conjunto de enunciados inconsistente es
muy difícil de aceptar.
La forma de una inconsistencia sería representable por medio de una forma de
razonamiento que tuviera formas de enunciados como premisas, de las que se siguiera la forma de
un enunciado contradictorio. Dicho de otra manera, en un conjunto inconsistente de enunciados
no podrá darse que todos los enunciados sean verdaderos a la vez. La consistencia se puede
definir, así, sobre esta base, diciendo que una serie de enunciados tomados conjuntamente son
consistentes si no es contradictorio. De otro modo,
(I) Un conjunto de enunciados es inconsistente si se deduce una contradicción de uno o más de los
enunciados que lo componen.
Conceptos a tener en cuenta: regla de inferencia, ley lógica, verdad lógica, consistencia e
inconsistencia.
El interés por una representación exacta, clara y manejable de las formas lógicas llevó a la
construcción de sistemas de signos específicos. Todos ellos son “escrituras” o “grafías”, llamados
usualmente notaciones, cuyos signos se inscriben en una superficie y que presentan diversos
tipos. Muchos emplean signos concatenados en una única dimensión y con una dirección de
lectura (al modo de la escritura usual con el alfabeto latino, por lo cual se los llaman sistemas
“verbales” o “lingüísticos”). Otros utilizan las dos dimensiones de la superficie de escritura. Este
último es el caso de sistemas diagramáticos (el caso más conocido son los diagramas de Venn, y
en ingeniería e informática los diagramas de compuertas para circuitos lógicos). En el caso de la
lógica simbólica, por el momento está más arraigado el empleo de sistemas unidimensionales de
signos, que, por analogía con las escrituras de las lenguas históricas, se denominan lenguajes
formales.
En el lenguaje formal de la lógica se emplean, entre otros signos, letras del alfabeto, como,
por ejemplo, las letras ‘A’ y ‘B’ (llamadas a veces “letras esquemáticas”, ya que funcionan también
como meros esquemas para enunciados), y signos especiales para los conceptos lógicos la forma
del razonamiento (4.1) queda como
(7.1) (A ® B)
(¬ B)
¾¾¾¾
(¬ A)
En este caso, las letras A y B son letras esquemáticas para enunciados cualesquiera y los signos
‘®’ y ‘¬’ se refieren respectivamente a los conceptos lógicos condicional y negación a los que se
alude en el lenguaje ordinario con las expresiones como “si … entonces” y “no” respectivamente.
Los paréntesis sirven simplemente para indicar el agrupamiento.
La determinación de la validez de razonamientos requiere un conjunto de principios
básicos (sobre todo bajo la forma de reglas de inferencia y, eventualmente, leyes lógicas) que
funcionen, pretendidamente, como patrones para tal fin y que sean suficientes para probar todas
las formas válidas de razonamiento y todas las leyes lógicas. Estas reglas transforman signos, ya
sea mediante composición o descomposición de otros signos del sistema, produciendo secuencias
de signos que son llamadas derivaciones, deducciones o demostraciones. El conjunto de tales
principios forma un sistema deductivo para la lógica. En algunos de los sistemas para determinar la
validez de un razonamiento se generan enunciados a partir de las premisas y tras la aplicación en
sucesivos pasos mediante las reglas terminan en la conclusión deseada. Así, La lógica resulta,
entonces, una forma de manipulación de signos.
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7.1 La deducción formal y el concepto de computabilidad
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