La última parte del texto habla sobre las máximas morales que Descartes estableció
para guiar su vida.
La primera máxima consistía en seguir las leyes y costumbres de su país, conservando su religión pero evitando los excesos. La segunda máxima era ser firme en sus acciones una vez determinado, como caminar recto en un bosque. La tercera máxima era vencerse a sí mismo antes que a la fortuna, creyendo que solo los pensamientos están bajo nuestro control. Descartes decidió dedicar su vida al cultivo de su razón y al conocimiento de la verdad. Viajó por el mundo, observando y reflexionando, eliminando errores y buscando la certeza en sus pensamientos. Después de nueve años, decidió retirarse a Holanda, donde vivió solitario pero continuó buscando la verdad.