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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Artes
Carrera de Estudios Musicales
Historia de la Música II
Laura Villa Pico
Mariana Robledo Russi

De la Ópera al Teatro Musical

Pregunta: ¿Cómo ha sido la evolución del teatro cantado y la técnica vocal del mismo desde
la ópera europea del siglo XVII hasta el teatro musical americano del siglo XX?

Objetivo General: investigar y consultar acerca de la evolución del canto a través de la


historia, haciendo un enfoque en la técnica vocal, y el repertorio para comprender cuál es la
influencia de la ópera en el teatro musical contemporáneo.

Introducción

La disciplina del Teatro Musical ha sido una expresión artística especialmente popular y
llamativa por la convergencia de tres lenguajes universales: la danza, el teatro y la música.
Así pues ha cautivado a millones de espectadores que fascinados por la articulación e
hibridación de estas artes dentro de un mismo escenario, se han conectado con cientos de
historias dentro de un género que después de una ardua evolución artística encontró su propio
lenguaje. De esta manera fue que llegamos al tema del presente ensayo, impulsadas por el
gusto que sentimos por este maravilloso género musical y en nuestra calidad de cantantes y
practicantes del mismo, decidimos ahondar y profundizar más específicamente sobre la
técnica vocal y su evolución dentro del género. Así pues, cuestionandonos cómo ha sido la
evolución del teatro cantado y la técnica vocal del mismo desde la ópera europea del siglo

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XVII hasta el teatro musical americano del siglo XX. Es por esto que a lo largo del texto
pretendemos investigar y consultar acerca de la evolución del canto en combinación con la
actuación a través de la historia, haciendo un enfoque mucho más específico en la técnica
vocal y en el repertorio para comprender cuál es la influencia de la ópera en el teatro musical
contemporáneo. Para esto iniciaremos por hacer una revisión de la historia del canto como
disciplina estudiada, definiendo así también las disciplinas del teatro musical y de la ópera,
con el fin de poder ver el papel de la técnica vocal dentro de estas mismas disciplinas
anteriormente mencionadas. De esta manera procederemos a encontrar aspectos similares
entre la ópera europea del S. XVII y el teatro musical americano del S. XX con el fin de
evidenciar este mismo proceso de transformación, para finalmente buscar el punto en el que
el teatro musical se separa de la ópera, indagando qué factores contribuyen a su divergencia,
distinción y claramente un diferenciación clara que no encuentra su propia identidad y voz.

El Nacimiento de la Ópera

El origen de la Ópera, se puede remontar a la antigua grecia, en donde se dieron cuenta de


que en los anfiteatros al aire libre, las palabras se podían amplificar de mejor manera, si se
cantaban. La iglesia católica también cayó en cuenta de este mismo fenómeno en la edad
media, y es por eso que la palabra cantada se utilizó en la liturgia durante este periodo. Servía
no solo para dar a escuchar el mensaje a todos los feligreses, sino como recurso para
transmitir la intensidad de los sentimientos y la intención del texto en latín, al pueblo
analfabeta. (Fawkes, 1999)

Antes del Siglo XVII, la música renacentista solía consistir principalmente de un tejido
polifónico de varias voces, de las cuales ninguna tenía más importante que las demás, pero
hacia el año 1600, en Italia, La Camerata de Florencia, un grupo de eruditos, empezó a
desarrollar desde la teoría, un nuevo estilo musical. Sus ideas las plasmaron en un tratado el
cual llamaron: Dialogo della musica antica è della moderna, el cual pretendía marcar un
antes y un después en la manera de escribir música vocal. De ahí, surgió el stile
representativo o recitativo: una melodía diseñada para un cantante solista, “con un
acompañamiento concebido en acordes” (Bukofzer, 1947). Hasta entonces, lo más parecido
que encontramos con las canciones para voz con acompañamiento de laúd, pero estos no
habían desarrollado aún el concepto de armonía como lo conocemos ahora.

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“Estas canciones para solistas no deben ser consideradas como monodias, ya que el
estilo de su acompañamiento era polifónico, por lo menos en potencia. Los primeros
ejemplos de cantos para solistas no tenían ni una melodía concebida en términos
armónicos, ni un bajo que les sirviera de apoyo, ideado desde un principio para
sostener las armonías.” (Bukofzer, 1947)

Uno de los intelectuales de la Camerata de Florencia, fue Giulio Caccini (1551-1618) quien
recurrió a la filosofía de la antigua Grecia, inspirado en Platón, escribió en el documento,
diciendo que un buen compositor debe empezar por escribir <<Letra, ritmo y luego notas; y
no al revés>>. Esto marcó una fuerte diferencia con la manera de componer que se venía
utilizando hasta la época, en la que los compositores se guiaban más por la melodía, dejando
a un lado la teoría, y le ponían letra al final. Esto causaba melodías sumamente melismáticas,
con varias notas por sílaba, haciendo que sea más difícil entender las palabras. A esta
práctica, Caccini la llamó el laceramento della poesia: Laceración de la poesía. Es por esto
que Caccini abogó por crear un nuevo género musical en el que una persona pudiese hablar
musicalmente, siendo fiel a los acentos, divisiones silábicas, fraseos y entonaciones naturales
del lenguaje.

Es bajo este ambiente que nace la Ópera, presentando el barroco musical a finales del Siglo
XVI, y fue Jacopo Pieri (1561-1633) un cantante y laudista romano que trabajaba para la
corte de la familia Medici, quien estrenó el género con su obra Daphne en 1598. Su siguiente
obra fue Eurídice en 1600. Aunque esta última no fue bien acogida en su estreno, Eurídice es
de gran valor histórico, pues al no existir copias escritas de Daphne, es considerada como la
ópera más antigua de la historia de la que se tiene registro. Simultáneamente, Emilio di
Cavalieri (1550-1602), compuso Rappresentatione di Anima, et di Corpo, que se estrenó en
1600. Ninguno de los dos compositores nombró sus piezas como Opera; Pieri las bautizó
como “Historias en música”, mientras que Cavalieri la llamó “Drama Sagrado”. Fue
posteriormente que se les dió el nombre con el que las conocemos hoy en día: Opera.

Con este género, nació también una nueva manera de cantar, y la técnica vocal como
disciplina estudiada, sentando las bases del canto que se estudiarían durante siglos hasta el
día de hoy.

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El Canto Como Disciplina

El estudio formal del canto se ha visto directamente relacionado con los descubrimientos
anatómicos desde el principio de la historia escrita. En la antigua grecia, se empezaron a
descubrir todos los órganos del sistema respiratorio, y se les empezó a conectar con sus
funciones fonatorias. En el siglo V a.c, Hipócrates ubica la laringe, en el siglo IV a.c,
Aristóteles descubre su función dentro del habla, afirmando que las vocales se forman en la
laringe, y las consonantes con los labios y lengua. En el siglo II a.c, se empezó a estudiar de
manera más formal la producción de sonido de manera más formal, identificando así, los
distintos elementos del aparato fonatorio. Con los nuevos descubrimientos científicos, el
estudio del tracto vocal ganó impulso, en especial con Galen Pergamum (130-200 a.c), el
padre de la laringología, quien nombró todos los músculos y cartílagos que son responsables
de la producción de sonido en el cuerpo humano. Sin embargo, el impulso se desvaneció,
pues durante más de ocho siglos, no se volvieron a publicar descubrimientos en el campo.
(Cobb-Jordan, 2001). No fue sino hasta después del año 1500, que el humanismo trajo
consigo un nuevo interés por la anatomía, y en particular, la laringología. Durante éste
periodo, científicos como Andrés Vesalio (1514-1564), escribieron lo que hoy en día son los
fundamentos de la anatomía moderna, que permitieron un estudio más metódico del aparato
vocal.

No es de extrañar que Italia, al ser la cuna de la ópera, y el epicentro musical europeo de la


época, fuera el primero en establecer una escuela de canto formal, en especial con la creciente
exigencia de las piezas vocales. Otras tres escuelas posteriores e igualmente importantes
fueron la alemana, la francesa y la inglesa. Cada una de éstas tres, tomaba como base la
técnica italiana del Appoggio para crear sus propias teorías. Cada escuela desarrolló un estilo
único de pedagogía: Mientras la escuela italiana hace énfasis a una respiración con el pecho,
la escuela alemana aboga por la inhalación concentrada en el bajo torso. Mientras los
alemanes buscaban controlar cada aspecto de la respiración al cantar, la escuela francesa
animaba a los pupilos a respirar de manera natural y espontánea. La escuela Inglesa exigía
una postura recta con el torso inclinado delante del eje central del cuerpo para expandir la
caja toráxica y aumentar la capacidad pulmonar. La Alemana, una cabeza erguida, un pecho
elevado y un coxis empujado hacia adelante para tensionar los músculos abdominales y
brindar apoyo al diafragma. La escuela francesa por su lado, hacía un gran énfasis en la
importancia de la naturalidad en la postura, pues decían que cantar no requiere un esfuerzo

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mayor a aquel de la voz hablada (Cobb-Jordan, 2001). Cabe aclarar que todas estas técnicas
diseñadas para la ópera, pretenden proyectar la voz humana de tal manera que se escuche por
encima de una orquesta entera. Así mismo, los compositores tuvieron siempre cuidado de
escribir acompañamientos lo suficientemente cargados, como para no perder la intensidad de
la emoción que se buscaba mostrar, pero no tanto como para opacar la voz del intérprete
vocal.

Nacimiento del Teatro Musical

El teatro musical es un género que como ya lo hemos mencionado anteriormente se


caracteriza por la utilización, hibridación y combinación de tres disciplinas artísticas
universales: la danza, el teatro y la música. Así pues en una puesta en escena que además es
complementada por una escenografia, iluminacion, diseño de luces, diseño sonoro, diseño de
vestuario, maquillaje, entre muchos otros elementos y departamentos que la integran, se
encarga de dar vida a grandes historias que dentro de una alta diversidad y gamas de colores
nos transportan a lugares inimaginados. Sin embargo, sería loco y hasta descabellado pensar
que como una gran excepción dentro de la historia del arte nace de manera repentina, es así
como nos remitimos a una serie de procesos creativos y evolutivos que nos permiten ver el
maravilloso desarrollo y la real cuna que envuelve el nacimiento del teatro musical. De este
modo nos remontamos a la antigua Grecia llegando aproximadamente al año 3000 ac, más
específicamente al teatro griego.

“Anyone who thinks that Oklahoma! was the first integrated musical, is off by a few
dozen centuries. The dramas of ancient Greece used dialogue, song, and dance as
integrated storytelling tools. In short, the early Greek dramas were musicals, and
while they had little direct effect on the development of modern musical theatre, it is
reassuring to know that the first theatre was musical—and that showtunes have been
around for 2,500 years.” (Kenrick, 2017)

Así pues resulta claro y además encantador evidenciar cómo los griegos sin tener la
capacidad de poder observar lo que sucedería en siglo XX en las calles de Broadway, ya
estaban articulando diferentes artes dentro de un solo espectáculo, combinando así lo que
serían diferentes disciplinas en servicio de presentar a una audiencia un show que tuviera la
capacidad de transportarlos a modelos e imaginarios de vida, sociedades y costumbres. De
esta forma, desde estas épocas se evidencia la utilización del diálogo y la música, viéndolo

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claramente en momentos como la intervención del coro a modo de comentario sobre lo que le
estaba sucediendo al héroe, momento que propiciaba una acción dramática y además aportaba
contraste entre escenas. Así pues a lo largo de la historia la evolución del género fue
avanzando de manera silenciosa, ya que fueron muchos años de desarrollo y muchos viajes a
través de culturas y formas artísticas las que propiciaron los elementos óptimos para su
creación, sin embargo, y como el propósito del presente ensayo no pretende realizar un
barrido histórico del género en cuestión, es importante realizar un pequeño salto histórico
hacia los años 1880 y 1919. Fue este preciso momento de la historia altamente influenciado
por la llegada a Estados Unidos de numerosos inmigrantes provenientes principalmente de
Irlanda, Alemania, Italia e Israel y provenientes de las secuelas que había dejado la primera
guerra mundial. Lo que este gran movimiento generó fue la mezcla y el encuentro de
múltiples culturas dentro de una sociedad impulsada a explorar nuevas alternativas de vida y
a encontrar distintas maneras de expresión, generando así nuevos y numerosos estilos
musicales, entre estos los shows callejeros, lo cuales al final de una serie de procesos
terminarían en los grandes teatros, ejerciendo el oficio que hace siglos atrás ya habían
empezado los griegos, el teatro musical.

Ópera y Teatro Musical

Es aquí como después de una breve contextualización surge la necesidad de enfocarse en la


relación estrecha pero a la vez divergente que está implícita en la ópera y el teatro musical
como dos expresiones artísticas independientes, pero que a los oídos y ojos de muchos
parecieran ser las hermanas cercanas. La convergencia y profunda conexión existente entre
estos dos géneros resulta motivo de fascinación para los amantes de estos dos, pero a la vez
resulta irresistible para los curiosos que pretenden desmenuzar ambas expresiones artísticas
con el fin de comprender dónde radica tal punto de separación o divergencia. Estas
diferencias vendrían siendo el punto o la línea que traza el límite entre las dos, y así pues la
raíz intrínseca que emana una belleza absoluta al brindar y dotar a una expresión artística de
una particularidad única y propia. En el caso de la ópera y el teatro musical la línea divisoria
comienza a trazarse en la utilización del diálogo (dramaturgicamente hablando) dentro de las
obras, ya que por muchos años ha sido el primer punto de referencia para establecer dicha
diferencia. Así pues, el hecho de que el teatro musical intercale pasajes musicales cantados
con momentos de diálogo, y que por el contrario la ópera sea una sucesión de momentos

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musicales donde el canto no se detiene, ha sido por mucho tiempo uno de los argumentos
protagónicos para establecer dicha separación. Sin embargo, este argumento no resulta lo
suficientemente convincente al encontrar numerosas óperas donde el diálogo si hace parte de
la puesta en escena y además se intercala con momentos musicales, tal como sucede en obras
como “La Flauta Mágica” (1791), “Fidelio” (1805), “La Hija del Regimiento” (1840) y
“Carmen” (1845); y de obras de teatro musical en las que no hay diálogo hablado como
“Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street” (1979), “Les Misérables” (1980), “Cats”
(1981), “Rent” (1996), y más recientemente, “Hamilton” (2015). Es aquí donde partiendo de
esta diferencia marcada por la utilización o no del diálogo entre pasajes musicales, nos
cuestionamos si la importancia de este elemento divisorio puede radicar más específicamente
en la forma, el momento y el motor que impulsa y marca el punto donde aparece o desaparece
dicho diálogo.

“Here’s the difference: Both genres seek to combine words and music in dynamic,
felicitous and, to invoke that all-purpose term, artistic ways. But in opera, music is the
driving force; in musical theater, words come first” (Tommasini, 2011)

Es así como la ópera, a pesar de que utilice el diálogo, siempre se verá impulsada por el
motor musical más que por el motor verbal, ya que su principal fuente de comunicación
siempre será la música como medio de expresión, transmisión y narración. Esta no necesita
valerse del diálogo para comunicar una emoción, contextualizar a la audiencia o si quiera
expresarse con mayor claridad, ya que el peso dramático cargado en la intencionalidad con la
que se canta es capaz de transmitir este mensaje sin la intervención del diálogo para esto. En
contraposición con el teatro musical, donde primero nace el diálogo como medio de
comunicación, narración y contextualización, y luego, cuando las palabras ya no son
suficientes para expresar una emoción o una situación en particular, se abre paso a la música
y al canto. No obstante es aquí donde quiero dar lugar a un factor crucial dentro del punto en
cuestión, el cual es el idioma. Si bien sabemos que la innovación ha permitido la generación
de subtítulos para la transmisión de múltiples óperas, esta herramienta resulta bastante
novedosa si uno realmente dimensiona durante cuánto tiempo millones de espectadores han
disfrutado y gozado de esta expresión artística sin entender siquiera una sola palabra. De este
modo no surge otra cosa sino el asombro y la admiración hacia una disciplina que ha logrado
conectar, estremecer y cautivar a numerosas audiencias durante siglos valiéndose de la
música y el drama operático implícito en la voz, la puesta en escena y demás factores que

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desde siempre no solo han creado una fascinación y deleite para el público sino una conexión
profunda con las distintas historias que han narrado a modo de canto.

“This explains why for centuries opera-goers have revered works written in languages
they do not speak. Though supertitles have revolutionized the art form, many buffs
grew up without this innovation and loved opera anyway. As long as you basically
know what is going on and what is more or less being said, you can be swept away by
a great opera, not just by music, but by visceral drama” (Tommasini, 2011).

Así pues, aunque la ópera sí utilice el recurso del diálogo, y además lo intercale entre
fragmentos musicales o de canto, no depende de este como mecanismo de comunicación o
transmisión, ya que como se ha expresado de diferentes maneras se vale en un cien por ciento
de sus elementos musicales como método para hacerlo. Por el contrario en el teatro musical
dicho panorama no ocurre, ya que la carga que se le atribuye al texto o a los momentos de
diálogo son cruciales para la comprensión de la obra misma, y es por esto que si el espectador
no maneja el idioma en el cual se está presentado la obra, el cual generalmente es inglés,
puede sentirse altamente perdido dentro de la trama de esta misma. Y es aquí donde
realmente se entiende uno de los grandes porqués de la importancia del diálogo dentro del
teatro musical, ya que el simple hecho de que la audiencia no entienda ni una sola palabra de
lo que se narra en la obra, puede generar la desconexión total de esta misma y la poca
comprensión de lo que se está viendo. Ahora bien, es importante resaltar que los momentos
musicales y de canto dentro del teatro musical también son altamente expresivos,
comunicativos y absolutamente estremecedores, sin embargo están ligados y hechos
justamente para impactar a la audiencia después de haber recibido una dosis de contexto,
conversación y aunque suene repetitivo y reiterativo, una buena dosis de diálogo. Como se
expresó anteriormente, la música en el teatro musical aparece justo en el momento en el que
las palabras ya no son suficientes para expresar, comunicar o siquiera describir lo que el
personaje está sintiendo. Es realmente un momento majestuoso donde solo las bellas,
electrizantes, energéticas, místicas, profundas e íntimas melodías pueden tener el efecto de
erizar la piel de la audiencia y realmente transmitir de manera acertada todo ese océano de
emociones que nuestro protagonista está viviendo, pero justamente este efecto emocional y
esta profunda conexión e identificación que el personaje logra con la audiencia se da gracias
a un contexto previo dado mediante el diálogo.

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En consecuencia y siguiendo nuestra ruta dentro de la línea divisoria que existe entre la ópera
y el teatro musical, solo nos resta remitirnos a una más, la técnica y proyección vocal en
ambos géneros. Así pues la diferencia que aquí radica nos permite cuestionarnos el porqué a
pesar de que en ambos géneros podamos encontrar maneras, formas o sonidos similares
dentro del canto y la técnica vocal, al final el resultado resulta tan distinto y definitivo. Y es
que el interrogante en cuestión se resuelve con una simple respuesta: el uso del micrófono
como un elemento de amplificación sonora. De este modo nos remitimos a la ópera, donde
las y los intérpretes necesitan emplear la utilización de elementos vocales tales como el
vibrato para poder generar una mayor resonancia capaz de proyectar su voz en todo el teatro,
es así como los artistas cargan con la responsabilidad de hacerse escuchar por absolutamente
todos y cada uno de los espectadores, teniendo que proyectar su voz sobre una orquesta
completa de instrumentos sin ninguna amplificación adicional que sus dos pulmones y un
vibrato continuo que le permite cubrir con el objetivo. Muy diferente a lo que ocurre en el
teatro musical donde los cantantes si utilizan micrófonos que amplifican inmediatamente su
voz, y que además están procesados mediante el trabajo de un ingeniero de sonido, el cual se
encarga de que las condiciones sonoras sean las mejores llevando a otro nivel esta
amplificación del sonido. Así pues, lo que genera esta gran diferencia es que los cantantes de
teatro musical utilicen técnicas y elementos vocales distintos a los que utilizan los cantantes
de ópera, empleando un uso mucho más reducido del vibrato y limitándose a los finales de
frase donde se interpretan notas largas, es por esto que el vibrato en el teatro músical se
vuelve un elemento expresivo más allá que un elemento de proyección. Adicionalmente es
importante resaltar que el uso del micrófono como elemento de amplificación vocal permite a
los cantantes de teatro musical cantar e interpretar con volúmenes mucho más bajos de voz,
lo cual le abre paso a una gama de efectos y colores más íntimos que permiten la utilización
incluso de susurros, voz de cabeza con poca proyección y voz aireada para dar un efecto
emocional, íntimo y profundo.

Conclusión

A manera de cierre no nos queda otra cosa distinta más que exaltar la belleza que se
encuentra dentro de los procesos evolutivos del arte, y como a manera de metáfora casi como
si fuese un “soplo de vida” una representación artística puede iluminar a otra dándole alas
para que esta misma encuentre su lugar dentro de la historia. Así pues fue maravilloso

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evidenciar cómo la ópera dio origen a la pedagogía de la técnica vocal, pero a su vez como
esto mismo evolucionó dando origen a la técnica vocal de lo que sería el teatro musical. No
obstante surge una segunda reflexión la cual apunta básicamente a lo maravilloso que es
evidenciar cómo a pesar de que las diferentes disciplinas artísticas pueden provenir de una
misma raíz, lo cual sucede en numerosa de ellas, cada una encuentra su manera de
distinguirse y encontrar ese diamante particular con el que ninguna de sus otras colegas
cuenta. De este modo nos deleitamos ante la majestuosidad del arte, que siempre encuentra
sus propias alas para volar.

Bibliografía

Cobb-Jordan, A. (2001). The Study Of English, French, German and Italian


Techniques of Singing Related to the Female Adolescent Voice. University Of
North Texas.
Bukofzer, M. F. (1947). La Música En La Época Barroca - De Monteverdi A Bach.
Nueva York: W. W. Norton and Company.
Fawkes, R. (1999). The History Of Opera. Alemania: Naxoz AudioBooks.
Tommasini, A. (7 de Julio de 2011). Opera? Musical? Please Respect the Difference.
The New York Times.
Kenrick, J. (2017). Musical Theatre - A History. Nueva York: Bloomsbury Publishing.

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