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Por cada persona que muere por causas violentas, muchas más resultan heridas y sufren una
diversidad de problemas físicos, sexuales, reproductivos y mentales. Por otra parte, la violencia
impone a las economías nacionales cada año una ingente carga financiera, de miles de millones
de dólares de los Estados Unidos, en concepto de atención sanitaria, gastos judiciales y
policiales y pérdida de productividad.
El Informe mundial sobre la violencia y la salud es el primer estudio exhaustivo del problema
de la violencia a escala mundial; en él se analiza en qué consiste,a quién afecta y qué se puede
hacer al respecto. El informe, que tardó tres años en elaborarse, contó con la participación de
más de 160 expertos del mundo entero. Además, fue objeto de revisión científica externa y dio
pie a contribuciones y observaciones de representantes de todas las regiones del planeta.
La finalidad del Informe mundial sobre la violencia y la salud es contribuir a que se comprenda
la importancia que reviste ese potencial y hacer un llamamiento para que la salud pública
desempeñe un papel mucho más amplio y aglutinador en la lucha contra la violencia, siguiendo
las cuatro etapas tradicionalmente aplicadas en materia de salud pública, que consisten en:
Definir y observar la magnitud del problema; Identificar sus causas; formular y poner a prueba
modos de afrontarlo;Aplicar ampliamente las medidas de eficacia probada.
El Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud es el primer estudio integral del problema de la
violencia a nivel mundial; Analiza qué es, a quién afecta y qué se puede hacer al respecto.
Existe una percepción generalizada de que la violencia es una parte inevitable de la existencia
humana, un problema que el sistema de justicia penal tiene la responsabilidad de prevenir y
que el papel principal del sector de la salud es tratar y rehabilitar a las víctimas. Sin embargo,
estos supuestos están cambiando a medida que la evidencia muestra que la salud pública
puede ayudar a abordar las causas fundamentales de
enfermedades complejas gracias al éxito de las
intervenciones preventivas en otros problemas de salud
de origen ambiental o conductual, como las
enfermedades cardíacas, el consumo de tabaco y el
VIH/SIDA.
Como se indica en el informe, la salud pública debe basar la lucha contra la violencia en
investigaciones y datos creíbles respaldados por la evidencia más sólida. La estrategia
propuesta por Salud Pública no reemplaza las respuestas de la justicia penal y los derechos
humanos a la violencia, sino que complementa sus actividades y les ofrece más herramientas y
fuentes de colaboración.