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Nombre: Scarlet Rodriguez Cosme

Matricula: 20-EPSS-6-162
Asignatura: Antropología.
Profes@r: Francia Tiburcio Aquino.
Seccion: 683
Trabajo: Unidad 1.
LA ANTROPOLOGIA COMO DISCIPLINA CIENTIFICA:
Que es la antropología, su origen y evolución y las ramas que la
componen.
La antropología es el estudio del ser humano desde una perspectiva holística (integral), que toma
en cuenta tanto sus rasgos más físicos y animales, como los que componen su cultura y su
civilización. Su nombre proviene de los vocablos griegos anthropos, “hombre”, y logos,
“conocimiento”, de modo que se la puede definir como el estudio de la humanidad.

La antropología es una ciencia muy cercana a otros campos del saber científico-social, como la
sociología o la psicología, a los que acude a menudo en busca de herramientas. También se
vincula con otras ciencias naturales, como la biología, ya que su abordaje de la humanidad es
mucho más complejo y requiere de una mirada tanto social, como biologicista.

Obviamente, no es sencillo abarcar un tema tan amplio, y esa aspiración ha conducido a la


antropología a convertirse, en tiempos recientes, en una compleja colección de saberes de
distinta naturaleza, reunidos en cuatro grandes campos de estudio: la antropología física y la
antropología social, y sus dos disciplinas asociadas: la arqueología y la lingüística.

El objeto de estudio de la antropología es la humanidad como un todo. Dicho así, puede resultar
un poco vago, ya que el fenómeno humano es infinitamente complejo, y depende siempre del
modo en que lo encaremos.

Sin embargo, la antropología aspira a lograr una perspectiva integradora de todo ello, que
permita estudiar al ser humano en el marco de su cultura y sociedad, reconociéndolo al mismo
tiempo como un producto de ellas, es decir, de la historia misma de su civilización y su especie.

La antropología en tanto ciencia formal es relativamente reciente. Sin embargo, el interés por las
diferentes manifestaciones culturales y sociales existe desde tiempos antiguos y ancestrales.
Incluso las civilizaciones expansivas e imperiales de la Antigüedad Clásica se interesaron por
comprender qué es lo que nos hace humanos y cómo se alcanzó la diversidad cultural y social.

Pensadores griegos como Hipócrates (460-377 a. C.) o Aristóteles (384-322 a. C.) dejaron
importantes anotaciones respecto a la diversidad humana y propusieron modos de abordar esta
temática, que podían tomar en cuenta ciertos rasgos físicos como el tamaño y la forma del
cráneo, por ejemplo.

Estas áreas de acción de la antropología engendran un conjunto enorme de ramas y subramas,


como pueden ser:

Antropología física. Sus principales ramas son:

Antropología forense. Dedicada a la identificación y al estudio de los restos humanos


esqueléticos o preservados, para obtener conclusiones respecto a las condiciones de vida del
sujeto fallecido y, por ende, de sus orígenes, cuando no de su motivo de muerte.

Antropología genética. Cuyo campo de estudio es la evolución de los homínidos y especies


vecinas, a través de la comprensión del ADN.
Paleoantropología. También llamada paleontología humana, se dedica al estudio de la
humanidad primitiva y sus procesos de evolución, a partir de los restos fósiles y arqueológicos
hallados hoy en día.

Antropología sociocultural. Sus principales ramas son:

Antropología urbana. Centrada en el estudio de la vida en las ciudades y de sus fenómenos


propios, como la pobreza, la marginalidad, las clases sociales, etc.

Antropología de la religión. Cuyo campo de estudio se centra en las grandes tradiciones


religiosas, sean cultos, iglesias, tradiciones místicas, etc.

Antropología filosófica. Que como su nombre sugiere se centra en la reflexión en torno a lo que
el ser humano es, echando mano a la información respecto a su historia, su naturaleza, etc.

Antropología económica. Cuyo principal campo de interés es la producción, el comercio y las


finanzas, entendido todo como una actividad exclusivamente humana y profundamente
determinante en nuestra historia y nuestros modos de socializar.

Arqueología. Sus principales ramas son:

Arqueoastronomía. Fruto de la convivencia de ambas disciplinas, se especializa en el estudio de


las teorías astronómicas y cosmológicas de las culturas antiguas, a juzgar por los restos hallados
de observatorios y calendarios.

Arqueología subacuática. Encargada de adaptar a los entornos acuáticos (lagos, océanos, ríos) el
ejercicio de la arqueología.

Antropología evolucionista. Consistente en una mirada interdisciplinaria al origen de los modos


de socialización y de las facciones físicas humanas, a partir de las evidencias arqueológicas.

El Conocimiento En Ciencias Sociales.


Desde la configuración definitiva de la especie, los seres humanos han tenido la necesidad de
actuar sobre la realidad material exterior a su propio interior, una actuación que ha comportado
necesariamente su transformación históricamente paulatina como seres en sociedad. Esta
necesidad imprescindible de actuar ha puesto en relación el mundo exterior al ser humano con su
mundo interior.
La relación básica se ha establecido a través de la actividad cognoscitiva: los seres humanos
necesitan conocer en su interior mediante la fabricación de imágenes e ideas (es decir, la razón
cómo facultad específica de los seres humanos y pensamiento cómo actividad resultante de esta
facultad) para operar en la realidad espaciotemporal que les circunda y transformarla en el
sentido que ellos deseen. El trabajo interior (de la razón y la actividad pensadora) sobre el mundo
exterior, es lo que termina por fabricar conocimiento. Así pues, como argumenta Mario Bunge,
una definición posible del conocimiento es que se trata del producto final de una relación
dialéctica, permanente y necesaria entre el interior racional y cognoscitivo de los seres humanos
y el mundo exterior espacial temporal en el que se desenvuelven.
Este producto final, edificado en base a la facultad de razonar y entender (razonamiento y
entendimiento), termina por producir un resultado que son los conceptos, los juicios y los
raciocinios, es decir las ideas que construimos sobre la realidad. Estas ideas son, en términos
generales, el conocimiento.

Condicionamiento y contextualización socio histórica.


La teoría sociohistórica de Vygotsky es una teoría psicológica del enfoque sociohistórico que
pone de manifiesto la compenetración activa de los niños con su entorno y en la que se destaca el
papel de la socialización como proceso de desarrollo cognitivo.
Según esta teoría, todos los procesos superiores de la conducta, ya estén relacionados con el
pensamiento, el lenguaje o la actividad motora, tienen un carácter instrumental, ya que no sólo se
hace uso de los estímulos del medio, sino sobre todo de los recursos y estímulos internos del
sujeto, como si fueran herramientas físicas.
Estos recursos internos van siendo construidos por el sujeto a lo largo de su desarrollo, y
dependen en gran medida del medio social en el que vive el sujeto. La cooperación social, según
Vygotsky, permitirá a los niños interiorizar las normas y pensamientos sociales, convirtiéndolas
en propias.
El papel de los adultos o de los pares más avanzados, será el de guiar y dirigir el aprendizaje
antes de que el niño pueda dominarlo e interiorizarlo. Esta guía permitirá al niño cruzar la zona
de desarrollo próximo, la brecha entre lo que ya es capaz de hacer y lo que no puede lograr por sí
mismo. En el transcurso de esta colaboración, la responsabilidad de la dirección y control del
aprendizaje pasan gradualmente al niño.
Este teórico considera que el aprendizaje es un producto de la interacción social y cultural, pues
considera al sujeto como un ser eminentemente social, y por consecuencia el conocimiento como
producto de este, “…los procesos psicológicos superiores (comunicación, lenguaje,
razonamiento, etc.) se adquieren primero en un contexto y luego se internalizan. Pero
precisamente esta internalización es producto de uso de un determinado comportamiento
cognitivo en un contexto social.”

Complejidad y multidimensionalidad de los hechos sociales.


Recientemente diversas innovaciones teóricas en el campo de las ciencias sociales se inspiran en
los logros obtenidos por el “giro de la complejidad” (Blaikie 2007) en la biología y otras ciencias
naturales y físicas. En tal perspectiva, se suele subrayar la importancia del liderazgo intelectual
del Instituto de Santa Fe de Nuevo México, en los EE. UU., y de la “Comisión Gulbenkian para
la reestructuración de las ciencias sociales”, presidida por I. Wallerstein, la cual contó con la
participación del Premio Nobel de Química, I. Prigogine.
Como punto de partida, la Comisión Gulbenkian (Wallerstein et al. 2004: 4) sitúa la puesta en
marcha de la ciencia social moderna en las acciones encaminadas al establecimiento de “un
conocimiento secular sistemático sobre la realidad que tenga algún tipo de validación empírica”.
Simultáneamente, se propone, a efectos de estimular el avance de las ciencias sociales, eliminar
la separación entre “ciencias naturales” y “ciencias sociales”, y concebir la naturaleza de otra
forma, de tal modo que las leyes de la naturaleza den cuenta de la novedad, la autoorganización y
las dinámicas creativas de ésta. Asimismo, se subraya que ambos conjuntos de ciencias tienden a
confluir en la investigación de “sistemas complejos”. Por consiguiente, la Comisión Gulbenkian
(Ibid: 84) señala que:
Las ciencias sociales han venido avanzando en dirección hacia un respeto cada vez mayor por la
naturaleza; al mismo tiempo las ciencias naturales han ido desplazándose hacia una visión del
universo como inestable e impredecible, y por lo tanto a concebir al universo como una realidad
activa y no como un autómata sujeto a la dominación de los seres humanos, que de alguna
manera están ubicados fuera de la naturaleza.

“Occidente” y la categoría de “Otro cultural”.


Desde la segunda mitad del siglo XIX formas de vivir, sentir y pensar, desarrolladas
principalmente en Estados Unidos y en el centro-oeste de Europa, que conforman la denominada
hoy Cultura Occidental, se generalizan al Planeta hasta alcanzar su actual universalización
(Stocking, 1991; Thomas, 1994).
Este proceso de universalización, que no es nuevo históricamente, se profundiza y amplía
después de la Segunda Guerra Mundial y se multiplica cuantitativa y cualitativamente en las
cuatro últimas décadas del siglo pasado. Desde entonces se hace más intenso y extenso y genera
una mayor imbricación de lo global y lo local. Por ejemplo, el inglés se convierte en la lengua
dominante, en la que todos deben aprender para entenderse en cualquier territorio, pese a ser el
español la lengua más hablada junto al chino.
España se integra de lleno en este proceso desde los pasados años setenta, abriéndose
decididamente hacia el exterior, si bien tal incorporación se aprecia ya con claridad dos décadas
antes, no permaneciendo ajena en épocas precedentes del siglo XX e incluso a finales y periodos
puntuales -liberalismo- del siglo XIX.
Formas de vida, de sentir y pensamiento que hoy nos identifican también definen el universo
cultural de individuos, grupos e incluso naciones, que se hallan muy distantes geográfica y
culturalmente de lo que concebimos como nuestro mundo: generalización del fútbol o del
sistema político norteamericano: democracia constitucional.
Esta universalización obedece a que el desarrollo económico y político de la llamada Cultura
Occidental necesita llegar a todos los rincones del mundo desplazando los sistemas locales, como
en siglos anteriores se hiciera a través de los sucesivos descubrimientos geográficos, ya fueran
por tierra, los más próximos e intuidos, o por mar, los más remotos. Incide mucho en ello el
inmenso poder de los medios de comunicación, información y locomoción, que además posibilita
que ese contacto sea masivo y recíproco, a diferencia de cuanto supusieran los antiguos
descubrimientos geográficos. Tales medios, más incisivos, veloces y viajeros que las carabelas y
caballerías de antaño, han hecho posible que todos podamos saber de todos y, principalmente,
que quienes antes eran los conocidos puedan también conocernos.
El modelo de bienestar que disfrutan los individuos y grupos de esta Cultura de Occidente se
trata de alcanzar por los distintos pueblos de la Tierra. Se imitan y adoptan sus formas de vida,
sentir y pensamiento; y se producen unos movimientos migratorios que transforman
sustancialmente el signo de los vínculos mantenidos históricamente entre los diversos pueblos
del Planeta, profundizándolos y ampliándolos.
Este proceso de contacto que ocurre entre lugares muy distintos se desarrolla también en el
propio ámbito espacial y social de la citada Cultura Occidental. Dentro de sus territorios y por las
mismas causas, formas culturales, que son situadas como dominantes por los sujetos que las
protagonizan y dan continuidad debido a su posición de poder en las relaciones sociales
sostenidas con los actores sociales de las culturas frente a las que aquéllas se erigen, tratan de
imponerse de manera creciente sobre otras producciones culturales que coexisten con ellas y
sobre las que necesita reproducirse, especialmente en los aspectos económicos. Se trata de un
contacto que no es ajeno a los procesos de cambio experimentados sobre todo por las formas
culturales que son objeto de imposiciones.

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