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San José es, pues, “el que hace crecer.” No sólo te ama paternalmente, sino
que tiene el poder de hacer crecer la presencia de Dios en tu vida y elevarte a
mayores alturas en tu vida espiritual. Durante siglos, este “secreto” de San José
estuvo oculto, aunque los Santos, los místicos y un puñado de Papas lo sabían.
Ahora te toca a ti descubrirlo.
¡AHORA ES EL TIEMPO DE SAN JOSÉ! La Iglesia y el mundo tienen una gran
necesidad de San José. Lo necesitamos para que nos ayude a regresar al amor de
Jesús y para llevar una vida llena de virtudes. Asimismo, necesitamos
desesperadamente la protección de San José. La familia — que es el fundamento
de la sociedad — se encuentra bajo ataque. La familia de Dios — la Iglesia
Católica — también sufre ataques violentos del mundo, de la carne, del demonio
y de algunos de sus propios hijos. Necesitamos que San José nos proteja. Él es
nuestro amoroso y misericordioso padre espiritual; un hombre santo, fuerte y
siempre dispuesto a ayudar. San José está unido eternamente a Jesús, a María y a
la Iglesia. Así como protegió a la Sagrada Familia, nos protegerá a nosotros
siempre que nos encomendemos a su corazón paternal y a sus cuidados
espirituales.
SAN JOSÉ ES TU PADRE ESPIRITUAL. Todos los hijos se parecen a sus padres, y si
tú eres hijo(a) de San José, tienes que parecerte a él, especialmente por la
imitación de sus virtudes y por su fidelidad a Jesús y María. San José cumple un
rol vital (dador de vida) en nuestro crecimiento espiritual y nuestro bienestar.
Ésta es la escencia de la consagración a San José. El Beato Guillermo José
Chaminade lo explica muy bien. Afirma:
San José no fue un instrumento pasivo en la gran obra de nuestra salvación; cumplió un rol muy
activo, y por este motivo fue parte de los consejos misericordiosos de la Sabiduría Encarnada.3
El amor misericordioso de Dios te dio a San José para que sea tu padre
espiritual. ¿Estás listo para ascender a mayores alturas en la vida espiritual?
¿Estás preparado para acercarte más a Jesús y María, para vivir y crecer en la
virtud? Entonces, ¡a buscar a José!
Nos vamos a consagrar a San José. Pondremos a sus pies todo lo que somos y todo lo que tenemos.4
— San Pedro Julián Eymard