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Rus' de Kiev: contingencias de un tópico historiográfico y posibilidades de

investigación.

Becchi, Pedro M. /Universidad Nacional de Mar del Plata

Resumen
La presente ponencia apunta a un balance historiográfico de las principales aristas de investigación y
controversias que han gravitado la cuestión de la Rus’ de Kiev (​Киевская Русь, rus.) ​como categoría histórica.
Este tópico ha sido escasamente trabajado en Occidente con excepciones de variado peso y presenta aún
interesantes temas a ser repensados. En la misma aunaremos una multiplicidad de debates: el ya antiguo (tanto
como la disciplina histórica en el ex-imperio ruso) debate de la etimología e ‘identidad’ de dicha sociedad (o
sociedades), es decir los elementos formativos en la misma, y su cercanía o lejanía al concepto de Europa. Se
vuelve indisociable esto último de todas las cuestiones referentes a la cristianización del espacio boreal europeo
así como sus implicancias políticas, sociales y culturales; la historiografía ciertamente eslavófila ha buscado en
este espíritu ortodoxo la clave del ‘alma rusa’. Obviamente sería irresponsable no citar los avances de una
historiografía menos volcada al romanticismo decimonónico. Para finalizar este estado de la cuestión,
intentaremos aproximarnos a los conceptos de ‘estado’ y ‘feudalismo’ que atraviesan la obra clásica de
Vernadsky; cómo otros autores han recibido su exégesis y su aplicabilidad, qué problemática traen estas
conceptualizaciones. Sería atinado concluir el artículo dejando, por supuesto, interrogantes abiertos para
investigaciones a futuro.

Palabras clave​: Rus’ de Kiev- historiografía- debates- cristianismo- estado.

Abstract
The present project aims at striking a historiographic balance of the main research proposals and
controversies that have surrounded the Kievan Rus as a historic category. This topic has been scarcely dealt with
in Occident with minor exceptions and brings forth more topics yet to be rediscussed. In this work, we will
conjoin a multiplicity of debates: the old (as old as the historic discipline in the former Russian Empire) debate
between etimology and 'identity' of said society (or societies), that is its formative elements and its degree of
closeness to the concept of Europe. The latter becomes inseparable from northern Europe's process of
Christianisation as well as its political, social, and cultural implications; pure Slavophile historiography has
looked for the key to the 'Russian soul' in this orthodox spirit. Naturally, it would be irresponsible not to quite
the advances of a less romanticised and nineteenth-century historiography. To conclude, we will try to
approximate to the concepts of 'State' and 'Feudalism', which thread through Vernadsky's classical works, the
way in which other authors have received his exegeses and its applicability, and the problems attached to these
conceptualisations. It would be right to conclude the article leaving open-ended questions for future research.

Key words​: Kievan Rus’- historiography- discussions- Christianity- state.


¿Qué entendemos por Rus’ de Kiev?
Cuando abordamos esta entidad socio-cultural del medioevo oriental, son más las
certezas que tenemos en cuanto a su cronología que en cuanto a su composición.
​ о́весть временны́х лет, Póvest bremennyj let​)1
Remitiéndonos a la Crónica de Néstor (rus. П
, el primer gobernante será Riúrik, llamado en torno al año 860 por los ​cud’os, eslovenos,
krivichos y vesos ​(esto ya da cuenta de la multiplicidad de etnias convivientes, eslavas y
no-eslavas) para poner orden sobre su tierra2. Al momento que termina el relato del monje, o
probablemente de su discípulo Silvestre hacia el año 1117, gobernaba Volodímer en unas
tierras con aún alguna coherencia política3. El rotundo fin de esta experiencia estará signado
por la invasión de los mongoles, siguiendo la crónica de Nóvgorod. No tenemos razones de
peso para desconfiar de esta cronística, endeudada con los géneros griegos preexistentes (y
mediada por la obra búlgara) en términos de cronología, pero sí en cambio debemos
desconfiar de las interpretaciones y las concesiones de sentido (Bushkovitch, 2012: 36).
Una cuestión que de allí deviene, generando primigenias inquietudes en el tópico, es
la composición de la Rus’ así como el origen de sus gobernantes. Desde el siglo XVIII, dos
“escuelas” de pensamiento han intentado imponer su sentido sobre el pasado, evolucionando
notablemente hacia la convalidación historiográfica; normandistas y antinormandistas
(aunque más tarde se ha presentado una opción euroasiática). La primer corriente aúna a muy
diversos investigadores que, usando diversas fuentes (Néstor, pero también Ibn Fadlan)
otorgaban un origen nórdico a los primeros gobernantes de la Rus’. Un antecedente de esta
interpretación fue G. S. Bayer en el año 1729, respaldado por el historiador Nikolái Karamzín
en el siglo XIX (Karamzín, 1818), basándose en la etimología de los nombres aristocráticos;
Askold y Dir, por dar un ejemplo, son claramente germánicos, y posiblemente nórdicos
(Casas Olea, 2015). Versiones más actualizadas han intentado valerse de otras disciplinas
(numismática, arqueología, lingüística) con variopintos resultados para aggiornar la teoría,
bien sintetizada por Hita Jiménez (2001) y Casas Olea (2015) en nuestra lengua, demostrando
los fuertes componentes formativos escandinavos así como la particular importancia de la
región en uno de sus principales oficios, el comercio (de esclavos, miel, pieles, etc). Los anti

1
​Ángel Luis Encina Moral (2004) ​‘Relato de los años pasados’​, traducción hecha en base a las anteriores
traducciones de Ostrowski y Müller. La presente edición intenta cotejar los más de 5 manuscritos existentes,
todos de los siglos XII-XIII, que se superponen y agregan datos.
2
​Ibidem,​ p. 47.
3
​Ibidem,​ p. 171.
normandistas, por lo general, estuvieron vinculados al nacionalismo rusófilo del siglo XIX, y
tuvieron un efímero auge durante el estalinismo soviético (Hita Jiménez, 2001: 168). Estaban
fuertemente alineados con la eslavofilia política, cuestión que les empujaba a querer
demostrar la autoctonía del primer estado ruso. La idea de un gobernante foráneo era ruidosa
en un ámbito académico imbuido de nacionalismo. Los euroasiáticos (también
antinormandistas) planteaban escalas de análisis superiores, buscando así insertar a la Rus’
dentro de una dinámica mayor, donde Bizancio y el mundo nómade eran dadores de
elementos formativos, por sobre otras tendencias. Hubo también una tesis, poco avalada a
nivel académico y siquiera apadrinada por corrientes mayores de interpretación política, que
proponía un origen céltico de los rus’ (Shelújin, 1929) .
En conclusión, podemos dar unos lineamientos generales de lo acontecimental y
fáctico del período, pero el significado atribuido a dicho pasado aún no está totalmente
cerrado. La historiografía ha estado signada en su origen por el debate político y sólo luego
fue profesionalizada, con una tendencia foránea.

Etnias, movilidad, orígenes.


La cuestión referente a la composición de aquella experiencia medieval, parte de un
problema etimológico. Sabemos que hay una población eslava considerable (polianos,
drevlianos, etc.)4, que tiene una particular movilidad en el este europeo, o que al menos la irá
ganando con el tiempo. Asimismo, no podemos obviar la presencia de sociedades con otros
orígenes. Baltos, fineses, ugros, poblaciones nómadas renovadas constantemente, griegos y
escandinavos aparecen implícita y explícitamente a lo largo no sólo de la Crónica de Néstor,
si no también alrededor del Cantar de Hueste de Ígor (Contreras Martín, 1997), la Crónica de
Nóvgorod e Ibn Fadlan. De la exégesis de estos documentos (así como de la arqueología) se
han esbozado teorías más bien rayanas a la confusión que a la certeza. Heather, por ejemplo,
plantea el origen de los eslavos (diversos por condición biomática y relacional) en el norte de
los Cárpatos, y que es su particularmente adaptable modelo de emigración fortificada el que
les permite una rápida expansión hacia el norte y el este (Heather, 2010).
Una argumentación frecuente para esta dinámica dada a la etnogénesis constante es la
particular geografía del este europeo; yo mismo he intentado reforzar esta idea en trabajos
anteriores, empujado por el razonamiento inicial de la geografía posibilista sobre ese rincón

4
Crónica de Néstor, p. 44.
de Europa (De Reynold, 1951). Asimismo, el ritmo impuesto por las vías comerciales empuja
a una reunión generalizada, donde no sólo varegos, si no también jázaros, búlgaros del Volga
y pueblos esteparios dedicados a diversos productos de ese particular conjunto
regional-geográfico confluyen5. De manera que parece ser que la única constante es la
inconstancia demográfica permanente (Ortega Soto, 2014).6
La teoría euroasiática7 propondrá que el elemento nómada es más fuerte de lo antes
propuesta en la conformación de una comunidad política eslava. Por ejemplo, los príncipes
eslavos (​kniaz rus.) provendrían de una cacofonía de los gobernantes nómadas (​khan ​o
jagán​). Otro argumento utilizado es la presencia de eslavos bilingües (que utilizan el ​cudo​,
por ejemplo) en la Crónica de Néstor, o la misma existencia del príncipe Sviatoslav, un
hombre de la estepa que entra en conflicto con su madre Olga, la primer cristiana rusa de
quien tenemos noticia.
El consenso sobre el término ​rus’ ​también varió notablemente. Dependió no sólo de
especulaciones historiográficas sino también de las fuentes adoptadas. Ibn Fadlan refiere a los
varegos, o al menos a su élite, como esos antiguos Rus’ (Kliuchevski, 1987). Quienes
privilegian el pasaje de Néstor, creen con mayor solidez argumentativa proponer que el
nombre de los gobernantes y la etnia de allende el Báltico se convierte en un epónimo de su
nueva realidad geográfica8. El nombre que los fineses daban a los antiguos nórdicos (roth) así
como asociaciones que algunos autores harán entre el término y el color rojo han dado lugar a
aún más forzadas interpretaciones, por lo general del campo euroasiático.

“La Santa Rusia”9

5
A este respecto es interesante la crónica de Ibn Fadlan(2002​) Eaters of the dead​. Traducción: Lucrecia Moreno
de Saez y María José Sobejano. Ultramar Editores
6
​La tesis de Martha Ortega Soto simplifica bien esta noción a lo largo de los diversos períodos de la historia del
este europeo, particularmente en Rusia.
7
Propuesto por Gumiliev, Vernadsky, Bacic y Pritisak.
8
​Es particularmente revelador el pasaje de Néstor donde se expresa que “Oleg se estableció como príncipe en
Kiev. Y dijo Oleg: ‘Que sea esta la madre de las ciudades rusas’. Y estaban con él varegos, y slovenos, y los
demás, (y) se llamaron Rus’”​ (Encina Moral, 2004: 47).
9
​“​(...)comunmente un pueblo que desea proclamar el carácter nacional expresa esta proclama de ideal
nacional mediante aquello que para él es lo mejor de todo (...)¿Cómo proclama a Rusia? ¿La llama hermosa
antigua? ¿Habla de la gloria o el honor de Rusia?. Ustedes saben que no dice nada así, y, deseando expresar
sus mejores sentimientos hacia su patria, habla de la "Santa Rusia​". “Este es su ideal” (cit.Soloviev, Alexander.
Holy Russia. The History of a Religious-Social Idea. Ginebra, Mouton Gravengague, 1959, p.54/5) En:
Hubeñak, F. (2001)​ Rusia, teoría y praxis del imperialismo​. ​Tesis de doctorado, UNC-UCA.
El espíritu profundamente religioso ha sido una construcción posterior y una idea muy
fuerte que ha guiado no sólo al bagaje historiográfico, si no también a la política y las formas
culturales rusas más en general. Amén de los fuertes elementos paganos que persistieron en la
sociedad y las primeras producciones literarias nativas, como la Crónica de Néstor (García de
la Puente, 2004), es imposible disociar al cristianismo de la formación de la Rus’ de Kiev. La
escritura, por ejemplo, nace en el afán cristianizador: el glagolítico o cirílico está pensado
para las poblaciones de habla eslava que Bizancio pretendía incorporar a lo que se ha dado en
denominar ·”Commonwealth Bizantina” (Obolensky, 1974)10.
Las interpretaciones que han surgido de este proceso (de larga duración, con un
interludio de doble fe o dvoeverie​) han gravitado distintas aristas de análisis sin descuidar la
noción de lo fundamental de la religión en el desarrollo de la posterior Rusia.11 Para mayor
asequibilidad, las dividiré en tres opciones; económicas, socioculturales y sociopolíticas. No
son mutuamente excluyentes, y se ha vuelto común encontrarlas conjugadas en
interpretaciones de diversos autores.
Las económicas, privilegian el peso de la actividad comercial en el este europeo,
como nodo entre una diversidad de biomas habitados por distintas sociedades. Ibn Fadlan da
cuenta de la especial dinámica del Volga para unir a jázaros, varegos (o rus’), y son
incontables los testimonios de Néstor graficando la ruta y los lazos comerciales con Bizancio.
Para tejer alianzas más profundas e intrínsecas, adoptar la religión del Imperio Romano de
Oriente se volvía una cuestión, por demás, imperiosa (de Reynold, 1951: 97)12. Las
interpretaciones de orden sociocultural, por su lado, valoran la temprana adopción del dogma
por parte de un sector de la aristocracia rusa . Santa Olga, por ejemplo, es un caso interesante
que demuestra un poderoso influjo en los textos hagiográficos (Espinel, 2016 y Santana
Neves, 2016). El influjo que Bizancio ya ejercía (y que potenció más tarde) sería crucial para
comprender las razones de la adopción de una religión que reemplace a los antiguos ritos
paganos eslavos. Los estudios han ido desde la producción cultural material (Anguélov,
1978), hacia los ‘aspectos civilizadores’ de una interpretación cuyos principales exégetas

10
​Las iglesias ortodoxas consideran como un derecho la cristianización de los pueblos en su propia lengua. De
esta manera, además del griego, el hebreo y el latín, se traducen las escrituras al eslavo.
11
​Cabe mencionar que hasta bien entrada la Modernidad, los documentos (con alguna excepción de peso)
tienden a provenir de instituciones religiosas: el Monasterio de las Grutas, Santa Sofía, los íconos en general,
hagiografías, etc..
12
Pareciera haber una suerte de consenso sobre el peso que ejerce el Imperio Bizantino sobre la Rus’. No
obstante, varía la connotación que se le ha dado (si es un socio comercial o un civilizador).
están vinculados a la institución ortodoxa. Muy acordes a las razones culturales, las
interpretaciones de orden sociopolítico piensan en la necesidad de la Rus’ de Kiev de
sintonizar con los demás estados europeos,en clave diplomática. Rauschenbach (1988), por
ejemplo, afirma que ​“Su objetivo era situarse en un plano de igualdad con las monarquías
feudales evolucionadas, para lo cual era preciso realizar sin contemplaciones una reforma
feudal radical con todas las transformaciones consiguientes​”.
En este amplio marco interpretativo, quizá sea de mayor utilidad ver las modalidades
adoptadas, en un plano tangible y uno simbólico, e indagar quizá una nueva agenda de esta
cristianización, que parece nutrirse de cada una de las razones esgrimidas.

Estados y feudos
Esta discusión se presentó como dicotómica, generando revisiones constantes y, por
lo tanto, siendo sana a la historiografía. A las tradicionales consideraciones sobre el carácter
no-feudal de las sociedades del este europeo (o del ‘retraso’ del feudalismo hasta el siglo
XVI, cuando se considera el nacimiento de la ‘segunda servidumbre’), debemos contraponer
al historiador Georgii Vernadsky (1948), quien establece una distinción (simplificada adrede)
entre lo que considera ‘el feudalismo’ en sentido específico (o bien,en el sentido de Bloch) y
‘los feudalismos’ en sus sentidos más amplios. Asimismo, entre los segundos podemos
dividir jerarquías de feudalismos: político (referente a los lazos tejidos entre hombres libres,
de señor y vasallo), económico (sistema señorial de dominación coercitiva) y jurídico
(derechos personales y territoriales). El primero se circunscribe a la tradición esbozada por
Bloch y su congénere ruso Gurevich, entendiendo la particularidad del llamado sistema
feudal como aplicable a la sociedad europea occidental entre los siglos X y XIII
aproximadamente. El segundo, en cambio, es aplicable a sociedades disímiles en tiempos
históricos y que son fuente de controversias similares; el Japón del período Edo, la Rusia
pre-mongol (en el criterio del citado Vernadsky), diversos períodos de la historia china, etc.
Algo similar ocurre con la cuestión de la estatalidad. Claramente debemos eludir
cualquier esquema de interpretación que emerja de Max Weber, en cuyos bordes no cabría
una sociedad precapitalista. Pero si seguimos la noción esbozada por Poulantzas (1986), de
un estado entendido como “l​a organización que adopta un grupo social para ejercer el poder
sobre otro u otros en su beneficio​”13, se flexibiliza el sentido y somos capaces de acercarnos a
un entendimiento de lo que, en otros términos, podríamos comprender por ‘prácticas’ o
‘ejercicio de la dominación’, o dibujar un sentido de dominación política que implica la
desigualdad y jerarquización de sociedades de creciente complejidad (tendencia dominante en
la Rus’ de Kiev, también según Vernadsky).
De manera que, tampoco en esta dirección los sentidos aparecen cerrados. Propongo
que futuras investigaciones adopten estos debates como fundantes o al menos condicionantes,
pero avanzando en un estudio más pertinente a la renovación historiográfica; los actores, el
rol de las clases subalternas, quizá los modos de configurar dicho espacio político y de lo
material y simbólico referente a dicha construcción por parte de distintos sectores.

Bibliografía

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Barcelona: Ed. Crítica. Cap. VIII: La creación de la Europa eslava.

13
Nicos Poulantzas (1986) ​Estado, poder y socialismo​. Trad. Fernando Claudín. 6a Ed. México, Siglo XXI
editores, p. 9. Es la noción utilizada por Martha Ortega Soto en su mencionado trabajo.
Hellman, M. (1979)​ Historia Universal: Rusia. ​Editorial Siglo XXI.
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