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Paul Krugman es desde hace largos años uno de los economistas más reputados
del mundo, como lo acredita el Nobel que recibió en el 2008. Pero ahora, en su
calidad de cualificado pepito grillo frente a las fake news que a diario lanza Donald
Trump, el gurú neoyorquino es también todo un experto en lo relativo a la crisis
de la verdad. En entrevista con La Vanguardia con motivo de la publicación en
España de su libro Contra los zombis ( Crítica) –sobre viejos y falsos mitos de la
economía–, Krugman cree que hoy día “a la gente le importan menos las mentiras”.
El académico empieza por señalar que “todos somos vulnerables a las creencias
que nos resultan convenientes”. Y reconoce que él mismo ha sucumbido a esa
tentación alguna vez, aunque en general lucha contra ello. “Claro que todos –
señala–, deberíamos resistirnos a eso, pero lo cierto es que gran parte de la gente
no lo hace”. Y en política es peor: “La idea de que la honestidad al afrontar la
realidad es una virtud parece haber desaparecido de la vida pública”, opina.
perseguidas”
El abuso de la mentira va sin embargo por barrios. Es “asimétrico” en la medida
en que la verdad importa más a unos que a otros. Y así, en el caso de Estados
Unidos, la veracidad “preocupa más a los demócratas que a los republicanos”.
¿Cuál es la clave para que la falsedad se perdone ahora mucho más fácilmente que
hasta hace unos años? “No está claro. Pero al parecer una parte importante de los
ciudadanos creen en una verdad superior de tipo político o religioso y piensan que
no importa mentir si sirves a esa verdad más elevada”, responde el Nobel.
En este contexto, todos los expertos o estudiosos que trabajan con la lógica y los
datos están “a la defensiva”, asume Krugman. Pero los economistas –precisa– “no
pueden quejarse” si se comparan con los científicos del clima y el medio ambiente.
Pues éstos “se encuentran de pronto en un mundo donde las investigaciones más
certeras sobre la tierra y su futuro no sólo son ignoradas sino perseguidas”. En
suma, estamos en “una situación donde los peores parecen estar triunfando”, dice.
Krugman admite que, para hacer frente a los mentirosos, los expertos han de
cambiar sus forma de comunicar. ¿Cómo? “Ante todo –indica–, debemos dejar de
fingir que estamos manteniendo discusiones honradas y sinceras”. Por ejemplo, los
economistas “no estamos siendo honestos con la gente si damos la idea de que los
recortes de impuestos se pagan y se compensan por sí solos”, apunta en referencia
a una de las discusiones económicas más repetidas en todas partes.