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Comunicación inst it ucional y manejo de crisis. Una propuest a de explicación de las crisis inst it ucional…
Douglas A Chacón
Malas noticias:
La empresa en tiempos de crisis
Por Michael Ritter ©
Entre los muchos ejemplos que se pueden esgrimir no puede faltar -por supuesto-
el clásico del accidente industrial en grado de catástrofe y que se produc e
fulminante como un rayo para el cual nadie está preparado.
1
En las primeras horas de la mañana del 3 de diciembre de 1984, mientras la mayoría de los
humildes residentes de las villas de emergencia de Bhopal en la India dormía, una fábrica de
pesticidas de la multinacional americana Union Carbide experiment ó una pérdida fatal de gas
venenoso isocianato de metilo (MIC), producido por la planta. El accidente trajo aparejado la
muerte de más de 2.000 personas y lesiones graves, incluyendo ceguera permanente en muchos
casos, en un número estimado de 200.000.
2
Al amanecer del viernes 24 de marzo de 1988, mientras se efectuaban maniobras en la oscuridad
para evitar los témpanos de hielo desprendidos del glaciar Columbia, el buque petrolero Exxon
Valdez encalló en un banco de arena derramando 240.000 barriles de crudo en muy corto tiempo.
El desastre le costó a Exxon enfrentar multas y demandas por casi 7.500 millones de dólares.
la empresa debe prestar muchísima atención a la comunicación e interpretación
que se hace del hecho fáctico. Esto que parece una verdad de Perogrullo es
frecuentemente descuidado notoriamente. La opinión pública no busca tanto la
realidad sin filtro, como la confirmación de los rumores circulantes o de su propio
prejuicio. Los medios por su parte tienden a buscar chivos expiatorios porque eso
genera noticias de alto impacto que ayudan a la tirada del medio.
Entre los requisitos fundamentales para sortear una crisis se cuenta el “monitoreo”
del grado de posibilidad de aparición y del desarrollo de posibles crisis. Esto
significa ni más ni menos que racionalizar lo irracional.
Pensar en lo peor, nada tiene que ver con paranoia. La cuestión no es tratar de
evitar lo a veces inevitable sino estar preparado para ello.
Las crisis pueden originarse tanto desde el interior como desde el exterior de la
organización. Algunas veces son predecibles, pero en general su naturaleza
exacta, su momento de erupción o el lugar en que se producirán son imposibles
de predeterminar. Como sea, muchas de ellas pueden ser anticipadas y por lo
tanto se las puede prevenir con un plan, tanto desde el punto de vista operativo
como del comunicacional.
La regla de oro es que la percepción que tienen los públicos sobre la crisis es la
realidad para usted.
Las crisis pueden encuadrarse en categorías básicas. Las más usuales son cinco:
Luego están las crisis en la industria de los servicios, tal como las que se
producen a raíz de incendios en hoteles, accidentes ferroviarios, secuestro de
aeronaves o cortes prolongados de energía eléctrica.
La tercera categoría se refiere al medio ambiente. Las crisis más comunes en este
ámbito están vinculadas al vertido de productos químicos u orgánicos en suelos y
ríos, a explosiones de instalaciones industriales, emanaciones tóxicas, polución de
playas, derrames en plantas de energía nuclear, etc.
Sea cual fuere el origen de una crisis, cada una de ellas tiene sus propias
características y sigue su propio patrón. Es lo que la empresa haga en las
primeras 24 horas de desatada la crisis lo que afectará fundamentalmente su
reputación y le permitirá o dificultará el manejo de la situación.
En toda crisis usted tiene dos enemigos por sobre todos los demás: la
desorganización y la falta de fe. Por lo tanto, el primer objetivo de toda
comunicación en tiempos de crisis es mantener siempre la confianza a largo plazo
en su organización y sus productos. Cuando la crisis haya sido superada, su
compañía querrá tener un mercado, querrá tener clientes y usuarios, y querrá
tener accionistas. No importa cuán caóticas estén las cosas detrás de las
bambalinas, usted debe ayudar a su empresa y sus ejecutivos a aparecer
controlados y dominando la situación. La gente recordará mucho más su reacción
pública que al evento en sí mismo.
En general puede decirse que la reacción del público depende de tres factores: el
tipo de crisis, su espectacularidad y la persistencia en que ésta es noticia en los
medios. Mientras un accidente a nivel de catástrofe puede desencadenar temor,
miedos y hasta sensación de amenaza, un caso de corrupción puede provocar
desencanto e indignación. En todo caso, cuanto mayor es el tamaño de la
empresa involucrada, tanto mayor es también el placer malicioso de disfrutar de la
desgracia ajena, especialmente de “la debilidad del poderoso”. Vale recordar que
cuanto mayor es el tamaño de una empresa, tanto mayor es también el nivel de
desconfianza que el público en general tiene hacia la organización.
Recuerde: no hay dos situaciones de crisis iguales. Pero uno puede aprender de
las pasadas, propias y ajenas. Porque lo que sí nos dice la experiencia es que
frecuentemente las crisis siguen un patrón general.
El primer escalón de toda crisis es por supuesto la sorpresa. Esa sorpresa puede
producirse por ejemplo por el allanamiento de sus oficinas por parte de un juez o
por el llamado de un periodista. ¿Y por qué es una sorpresa? Porque ha ocurrido
un hecho impredecible o porque el o la periodista ha encontrado algo que si bien
usted ya sabía, estaba rezando porque nadie se enterara.
Se puede convenir entonces que gran parte de las crisis en que caen las
empresas son producto de las malas noticias en los medios de comunicación. De
ahí que en general se suela definirlas como hechos mediales.
Recuerde: casi toda crisis sorprende porque aunque si bien todos saben que
alguna vez puede ocurrir, nadie está seriamente preparado para ello.
Regla Nº1: Nunca crea que manteniendo un secreto se puede evitar una crisis
El designado debe poseer un alto índice de credibilidad frente a los medios. Deje
que sea él (o ella) quien maneje las comunicaciones y la que decida quién es el
que debe aparecer frente a la opinión pública.
En esa fase suelen aparecer también los políticos denunciantes que tratan de
sacar leña para su propia hoguera y la prensa amarilla.
En un ambiente cargado, cada error del management pesa pero este peso es
doble cuando el error se comete con el periodismo. Es por ello que la crisis es la
hora de la verdad. Ella puede significar la demostración de un gran
profesionalismo o el abismo de un gran fracaso.
En una situación de crisis usted debe ser tan abierto y franco como le sea posible
desde el comienzo a fin de ser tomado seriamente y poder manejar toda mala
noticia que pueda originarse a lo largo de la crisis.
Trate siempre de ser el primero en informar sobre las malas nuevas. De esta
forma tendrá más posibilidades de no estar en la primera plana.
Recuerde: Es un grave error permitir a otros -por ejemplo a los medios, sindicatos,
delegados, empleados afectados, ONG’s u organismos públicos- tomar la
iniciativa, cuando se trata de la difusión de malas noticias. La oportunidad de ser el
primero en hablar se habrá perdido, y con ello la de generar opinión en un campo
aún no “ocupado”.
A esta altura del partido lo único que usted desea es terminar con este fastidioso
asunto. Pero recuerde que lamentablemente las decisiones cortoplacistas
tomadas durante una crisis frecuentemente resultan en desastres en el largo
plazo.
La 8ª y última Regla: Mantenga la visión del largo plazo. No permita que ésta se
desvíe hacia cuestiones menores.
Hay una cantidad de pasos que toda empresa puede dar para prepararse para
cuando ocurra el desastre. He aquí algunas etapas que le ayudarán a no ser
sorprendido por una crisis.
Antes que nada identifique todas las posibles crisis que pueden afectar a su
compañía. Ello incluye a las crisis del pasado, dificultades del presente que
pueden derivar en situaciones de crisis y experiencias de empresas similares.
Aprenda a “oler” el advenimiento de una historia. No todas las historias que
publican los medios y que implican malas noticias sobre las empresas caen
inesperadamente del cielo. Algunas se refieren a cuestiones de todos los días que
hacen erupción repentinamente. Preste atención a lo que tienen que decir sus
empleados, sus clientes y sus usuarios Puede tratarse de la semilla de una crisis
en ciernes.
Identifique y desarrolle listas de otros medios que se ocupan del tema en forma
secundaria.
Implemente un proceso de aprobación rápida para todas las decisiones que deben
ser tomadas en el marco de la crisis.
Una vez conocidos los ángulos de la historia relatada por la prensa, identifique
cada una de las audiencias que deben ser notificadas; desarrolle estrategias
generales y específicas para responder a los medios durante la crisis.
Determine cómo hacer llegar la información a las audiencias seleccionadas y
suminístresela (por fax, correo, teléfono, reuniones, etc.).
Determine a una sola persona que cumpla el rol de vocero de la empresa. Déle
entrenamiento para actuar frente a los medios. Designe un suplente.
La función del vocero es tan importante como la de un arquero en un partido de
fútbol. No es fácil ni grata. Imagínese usted en la posición de un director o gerente
que, en medio de un desastre, se ve acorralado por una masa de movileros,
cronistas, fotógrafos, camarógrafos y otros, que lo quieren hacer hablar. Están allí,
justo en el peor momento, para que usted les dé explicaciones sobre hechos que
no han podido ser evaluados porque todavía se están produciendo. De modo que
a su desesperación por la catástrofe, a su preocupación para que se actúe en la
emergencia con la mayor eficacia y diligencia posibles, se viene a sumar esa
presencia indeseable. Pero están ahí, como buitres, cerrándole el paso con sus
micrófonos y grabadores. Y usted, y no otro, debe dar la cara. Usted es, le guste o
no, el vocero de la empresa y afrontará la prueba. Puedo asegurarle que no
olvidará fácilmente la experiencia.
De ser necesario, designe un lugar (sala de reuniones, oficina) que sirva de cuartel
general y equípelo con todo lo necesario (línea de teléfono, fax, PC’s, secretarias,
pizarras, etc.).
Lleve un registro cuidado de todo lo que se dice, muestra y escribe en los medios
acerca del tema, a fin de evitar duplicación de la información y determinar la
posición del medio frente al tema. Lleve un registro de los llamados de periodistas.
En caso de que no fuera conocido, presente cuanto antes al vocero a la prensa
indicando que es el único interlocutor oficial y autorizado.
Mantenga a los medios bien informados: no los tenga esperando por lapsos
indefinidos de tiempo: la velocidad es crítica.
Recuerde que el horario de trabajo de muchos periodistas comienza cuando el
suyo usualmente termina. Esté disponible para ellos también fuera de sus horarios
habituales. Facilíteles su número de teléfono celular y pídales el de ellos así como
sus direcciones de correo electrónico, Arme una base de datos.
Actualice la información tantas veces como sea posible. Si usted no conoce una
respuesta, dígalo. Sea concreto; no suministre a los medios opiniones, puntos de
vista, conjeturas o respuestas teóricas. Hágales a los periodistas el trabajo lo más
fácil posible.
Por eso evalúe continuamente su plan de respuesta y hágale los ajustes que
considere necesarios. Garantice el seguimiento de sus relaciones con la prensa.
Para ello genere canales de comunicación funcionales y confiables en su
organización que puedan ser sometidos a presión en caso de una crisis. Póngalos
a prueba en forma regular.
Implemente una sal de prensa virtual con los datos de la empresa, las
informaciones de prensa que vaya emitiendo y eventualmente fotografías (300
DPI) con calidad para ser publicadas.
Instruya a sus ejecutivos para que realicen una acción telefónica con sus clientes y
proveedores. Haga lo mismo con sus accionistas y las entidades financieras que
operan con su empresa. Infórmeles sobre lo que leerán al día siguiente en los
periódicos.
Si el tema esta cargado emocionalmente, trate de reemplazar esa emoción por
otra emoción y luego aplique la lógica. Un ejemplo clásico es el de los defensores
de los animales que atacan a los laboratorios médicos de investigación científica
muestreando fotografías de animales maltratados. La mejor forma de contrarrestar
los argumentos cargados emocionalmente por los activistas es mostrar, junto a las
estadísticas pertinentes, fotografías de pacientes que no estarían vivos a no ser
por las investigaciones médicas realizadas con animales.
“Lamentamos profundamente el
daño causado a nuestros clientes y
a sus familias. Sin embargo nuestro
deseamos aclarar que producto...”
Responda la requisitoria de los medios No admita fallas hasta que los hechos
velozmente. sean establecidos fehacientemente.
Un consejo final:
“Aunque la mayor parte de las catástrofes que se prevén nunca suceden, la que
asoma se transforma así en un problema por resolver”
Winston Churchil (Memorias de Guerra ).