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TEMA 56

QUÉ HACER CUANDO EL MIEDO Y EL MALESTAR TE IMPIDEN


VIVIR
Hablemos de SALUD MENTAL. Hoy acompáñenos a reflexionar sobre…
QUÉ HACER CUANDO EL MIEDO Y EL MALESTAR TE IMPIDEN
VIVIR
Este pequeño relato pertenece a una de las metáforas con las que trabaja la
Terapia de Aceptación y Compromiso. Relata que había una vez un hombre
que vivía con su familia en un pequeño pueblo en la linde de una colina. Tenía
un trabajo y una bonita casa, era una persona apreciada entre los vecinos y, se
podría decir, que tenía una vida plena y feliz.

Un día empezó a escuchar una especie de rugido que venía de lo alto de la colina.
Con el paso del tiempo, aquel sonido cada vez era más frecuente y fuerte, por lo
que decidió ascender hasta la cima. Con horror descubrió que allí vivía un
dragón, Este hecho le causó mucho miedo, pensaba que en cualquier momento
podría bajar al pueblo y atacar a la gente. Cuando estaba en casa con su familia
o en el trabajo no podía pensar en otra cosa que, en el dragón, notaba una
sensación de alarma y miedo permanente ante la idea de que pudiese bajar y
causar algún mal, no dormía bien, apenas comía, no tenía ganas de
relacionarse con los demás…
Lo único que le producía algún alivio era subir y comprobar que el dragón aún
continuaba en lo alto de la colina. De tal manera, que cada día tras terminar la
jornada subía a la cima. Empezó también a escaparse en la hora de comer, en
su tiempo libre, prácticamente pasaba todo el tiempo con el dragón.

Cada vez se sentía más angustiado, tenía problemas en el trabajo por sus
ausencias, su familia le reclamaba el poco tiempo que pasaba con ellos y
cuando sus amigos le llamaban para salir, él nunca podía… Estaba tan
preocupado por controlar que el dragón no hiciera nada malo que había dejado
de vivir. Pobre hombre…
¿CÓMO PODRÁ SALIR DEL CÍRCULO VICIOSO?

Este pequeño relato pretende mostrarnos, cómo nos quedamos captados a


nuestros miedos, ansiedades, pensamientos obsesivos y en definitiva, al
síntoma. EN ESE MOMENTO ES CUANDO SE CAE EN UN CÍRCULO
VICIOSO, pues todas nuestras energías van encaminadas al control de aquello
que nos genera malestar, centrándonos en esa sensación y dejando de lado
todo lo que nos haría sentirnos mejor. Por ejemplo, dejamos de salir con
amigos, practicar nuestras actividades de ocio, poner en marcha acciones que
nos generan bienestar y lo que hacemos, sin darnos cuenta, es que aumente
nuestro foco atencional sobre dicho malestar y disminuya nuestro estado de
ánimo, aumentando la apatía y la falta de energía, lo que incrementa de nuevo
el malestar y así sucesivamente.
¿QUÉ PODEMOS HACER ANTE ESTO?
La clave está en que a pesar de que el “dragón” exista, continuemos en la
medida de lo posible con nuestro día a día. En definitiva, que sigamos
viviendo, dirigiendo nuestras fuerzas y energías a aquellas cosas que tienen
valor para nosotros y luchemos por conseguir las metas propuestas. Y…
¿SABES CÓMO TERMINA LA HISTORIA?
El hombre finalmente se dio cuenta que no le servía quedarse cerca del dragón
para sentirse mejor, que la sensación de alerta y angustia no se solucionaba de
aquella manera. Entonces, a pesar del miedo, fue poco a poco recuperando su
vida. Se esforzó en pasar tiempo con su familia, en concentrarse más en su
trabajo y en disfrutar de su tiempo libre. Y, aunque a veces escuchaba al
dragón rugir y le asustaba la idea de que pudiese bajar en cualquier momento,
entendió que lo que le importaba en su vida estaba en el pueblo y no en la cima
de la colina.
La reflexión bíblica en Josué 1:9 nos exhorta. “No tengas miedo ni te
desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que
vayas.” Dios nos invita a vivir sin temor, lleno de valentía, concentrándote
en las personas más importantes de tu vida y quienes necesitan y esperan
mucho de ti.

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