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LAS BODAS DE CANÁ

CLASIFICACIÓN
Las bodas de Caná es una de las obras más famosas de Paolo Cagliari, más conocido como el Veronés,
datada hacia 1563, por lo que se encuentra encuadrada estilísticamente dentro del Manierismo italiano en la
escuela veneciana. Se trata de un cuadro realizado en óleo sobre lienzo, de 994 x 677 y actualmente
localizado en el Museo del Louvre, en París.

DESCRIPCIÓN
Se trata de una obra con tema bíblico, pero tratado de forma profana. Corresponde con el primer acto
milagroso con el que daría comienzo la vida pública del Mesías. En un momento dado de las Boda de
Caná, recogidas en el Evangelio de San Juan en el Antiguo Testamento, faltó vino, por lo que María pidió a
Jesús que realizara el milagro de convertir el agua que se encontraba en unas tinajas en vino.
Al banquete, que se celebra en un marco arquitectónico clásico con pilastras de orden toscano y corintio,
asisten más de 100 personas vestidas elegantemente al modo occidental y oriental que le otorgan un aire
exótico, la mesa está llena de vajillas y platos, y además se representan numerosos elementos anecdóticos
como los enanos, los numerosos perros…
En el centro de la composición aparece la figura de Jesucristo con un intenso halo de luz y junto a él está
María con una halo más suave, rodeando a ambos, y en una disposición que remite a los discípulos de la
última cena de Leonardo da Vinci, se encuentran algunos de los discípulos que acudieron a la ceremonia.
Además, se observa a un sirviente en pronunciado escorzo, vertiendo vino desde una tinaja mientras el
maestro de ceremonias, de pie y con un vestido blanco con bordados negros y dorados, lo cata. La mesa
también se muestra en escorzo creando profundidad. A la izquierda, un sirviente negro extiende una copa
con el vino producto del milagro al novio.

ANÁLISIS
En el entorno de una arquitectura clásica la multitud de personajes se distribuye en un espacio básicamente
organizado por tres grandes planos horizontales superpuestos en una perspectiva con un punto de fuga
central y el cielo y la arquitectura como fondo. Estos planos están conformados, de atrás para adelante, por
la escena de la balaustrada donde se encuentra una multitud de sirvientes y otros personajes. El
adelantamiento de planos en perspectiva fue un recurso bastante frecuente usado por los pintores desde el
Renacimiento y aquí toma unas proporciones monumentales.
En cuanto a las formas, cabe destacar que los personajes son variopintos, aparecen representadas personas
de distintas razas y en posiciones muy variadas. El artista se permite realizar un estudio detallado de cada
uno de los personajes. Las figuras están realizadas con gran precisión, realismo y meticulosidad , dotadas
de volumen mediante el claroscuro y aparecen en las más variadas posturas y con numerosos escorzos.
Como corresponde a la escuela veneciana, predomina el color sobre el dibujo. En la paleta aparecen los
pigmentos que importaban los comerciantes venecianos, entre ellos destaca el uso del lapislázuli, utilizados
en grandes cantidades para el cielo y algunos ropajes. Los grises y azules se entremezclan con gran armonía
con gamas de colores más cálidos. La carga de empaste es bastante suave lo que permite multitud de
transparencias, veladuras y detallismos.
La iluminación es difusa, y provoca en este cuadro un claroscuro bastante acusado que modela tanto las
figuras como la arquitectura representadas.
El espacio aparece perfectamente por medio de una perspectiva cónica frontal cuyo punto de fuga coincide
con el rostro de Cristo en el centro de la imagen.
Por otra parte, las líneas laterales de la mesa del banquete y las líneas de los entablamentos de los edificios
contribuyen a generar la sensación de profundidad espacial, acrecentado por el espacio vacío de la parte
central superior y el azul del cielo del fondo.
La diversidad de posturas crea un ritmo de movimiento , aunque su número crea cierta sensación de agobio.

COMENTARIO
Paolo Caliari, llamado “El Veronés”, por la ciudad en la que nació, es uno de los grandes pintores de la
escuela veneciana y junto con Tintoretto se le encuadra dentro del Manierismo, como muestra esa
diferencia entre espacio lleno y la parte superior del cuadro vacía.
Como es habitual en el Veronés, aunque el tema del cuadro es religioso, el tratamiento de éste parece
absolutamente profano. Este tratamiento profano llegó a provocar un interrogatorio de la Inquisición, que
lo acusaría de tratar el tema evangélico de un modo casi impío. Así, la probablemente humilde escena del
banquete de bodas evangélico aparece representada como si se tratara de una celebración de la aristocracia
veneciana contemporánea al pintor, reflejando la alegría de vivir y el esplendor de la república.
Los trajes son fastuosos y el ambiente, suntuoso. En su obra aparecen multitud de personajes. Estos alardes
creativos chocaban frontalmente con la fidelidad histórica de los hechos bíblicos, lo que motivó las
fricciones entre el artista y la Iglesia. Aunque es una fiesta, los participantes en ella no están ebrios ni
hablan. Hay que tener en cuenta que el destino del cuadro es un refectorio benedictino, donde el silencio
era algo fundamental.
Pero a pesar del aspecto profano de la imagen, El Veronés no descuida ni la descripción del episodio
evangélico en el que Cristo transforma el agua en vino, ni alusiones teológicas. Los símbolos religiosos que
anuncian la Pasión de Cristo (alusión al cordero místico), se sitúan justo sobre él. Así, se simboliza un
mensaje claro: los placeres terrenales son válidos pero siempre hay que ser conscientes de la llegada de la
muerte.
Además, junto a los músicos, símbolo de los placeres sensuales y en cuyos rostros algunos han visto los
retratos de los pintores Tintoretto, Tiziano y del arquitecto Palladio, aparece un reloj de arena que nos
recuerda la fugacidad de la vida, como en las llamadas “Vanitas”, pinturas en las que se alude a esta idea.
Fue tal la trascendencia del autor, que sus obras las clasifican de pre barrocas, en particular por la elegancia
de la forma, su gusto por las atmósferas diáfanas y el sentido decorativo de la composición. El veronese
liberó su maestría en grandes y complicadas obras, poniendo su acento en la perfección del dibujo llegando
a ser un excelente retratista.

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