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GUERRA MUNDIAL
El caza de combate
Los británicos habían experimentado con la idea del caza de combate en 1911, pero
produjeron un modelo con avión y artillero, pesado y poco maniobrable. Pero los
que finalmente se convirtieron en cazas de combate eran los aviones usados para el
reconocimiento: monoplazas, ligeros y con motores potentes pero para llevar tan
sólo a una persona. Pronto se empezó a pensar en maneras de mejorarlos e
incluirles armas. La inteligencia militar era clave para el buen desarrollo de las
operaciones terrestres; derribar los aeroplanos podía marcar la diferencia. La
cuestión era cómo. Poco a poco aumentaron la potencia de los motores, dando
origen a fuselajes más resistentes y cargas más pesadas (más tripulación, bombas
y armas). De todos modos, hasta la primavera de 1915 todo esto se seguía
haciendo de manera rudimentaria, con fusiles, pistolas y lanzando las bombas con
la mano.
Fueron los franceses los primeros en desarrollar un sistema relativamente decente
para disparar desde los aviones. De hecho, hasta la llegada de los Fokker
alemanes, Francia fue la que llevó la iniciativa en la carrera tecnológica. En contra
tuvo una menor producción que Alemania y peor organización, eso y que los
germanos les superaron en un buen sistema de disparo.
Las tácticas de combate no se desarrollaron propiamente hasta finales de 1916 y
principios de 1917. Al comienzo de la guerra los pilotos ya tenían suficiente con
volar, observar y disparar como para pensar en formaciones. Pero cuando a los
alemanes les disputaron el dominio de sus Fokker, sorprendieron con los «circos
volantes», es decir, los primeros escuadrones de combate.
Los tanques fueron utilizados por primera vez en la Primera Guerra Mundial para
romper las líneas de trincheras en el frente occidental. Aunque al principio eran
rudimentarios y poco confiables, los tanques demostraron ser una herramienta
efectiva para superar las defensas enemigas.
Los primeros tanques en pisar un campo de batalla fueron los Mark I. Hicieron su
debut el 15 de septiembre de 1916 en la batalla del Somme. Unos cincuenta
tanques iniciaron el trayecto hasta las posiciones alemanas escoltando a la
infantería inglesa. El mayor logro que se le puede adjudicar a los tanques en esta
ocasión fue asustar a los alemanes. Poco más. Al igual que ocurrió con los antiguos
romanos cuando vieron aparecer elefantes entre el ejército cartaginés al mando de
Aníbal, los alemanes de la Primera Guerra Mundial abrirán los ojos como cráteres al
presenciar el avance imparable de monstruos de metal.
Sin embargo, como ocurrió con los elefantes de Aníbal, la impresión no fue
equiparable a la efectividad. La mitad de los tanques se quedaron por el camino
debido a averías, problemas mecánicos y la incapacidad de los tripulantes para
manejarlo. No hubo coordinación para sacarle más partido a la nueva máquina de
guerra, pues su construcción se llevó con tanto secretismo que ni siquiera los
oficiales habían tenido toda la información necesaria para un mejor uso en combate,
menos aún se habían preparado a los soldados encargados de controlar un
armamento muy incómodo y complejo.
“Por dentro, el tanque era una caja sin paredes, de forma que los tripulantes
estaban al lado del motor y respiraban sus vapores de monóxido de carbono,
además del humo generado por los disparos de sus armas. El ruido era
ensordecedor y, para evitar que los remaches que salieran despedidos les
hirieron, los hombres debían llevar una suerte de cota de malla y ropas y
cascos de cuero. Dado que las temperaturas dentro del vehículo alcanzaban
los 50 grados centígrados, tripular era cualquier cosa menos cómodo”.
Medicina y cirugía
La Primera Guerra Mundial, que se libró entre 1914 y 1918, dejó un legado duradero
en muchos aspectos de la sociedad, incluida la medicina y la cirugía. Esta
conflagración global no solo provocó una devastación sin precedentes en términos
de vidas perdidas y territorios arrasados, sino que también actuó como un motor de
innovación en el campo de la atención médica. A través de la necesidad de tratar a
millones de soldados heridos en el campo de batalla, la guerra impulsó avances
significativos en cirugía de emergencia, tratamiento de heridas, cirugía
reconstructiva y tecnología médica.
Otro aspecto importante del legado médico de la Primera Guerra Mundial fue el
surgimiento de la cirugía reconstructiva. Los soldados que sobrevivieron a heridas
graves, como desfiguraciones faciales, necesitaban no solo tratamiento médico para
sanar, sino también atención para restaurar su función y apariencia física. Este
desafío llevó al desarrollo de nuevas técnicas de cirugía reconstructiva, que
permitieron a los cirujanos reconstruir tejidos dañados y restaurar la función y la
estética en la medida de lo posible.
● Gas Cloro:
● Gas Mostaza:
Este gas, conocido formalmente como sulfuro de mostaza, fue introducido más
tarde en la guerra y se convirtió en una de las armas químicas más temidas. A
diferencia del gas cloro, el gas mostaza es un agente vesicante, lo que significa
que causa graves quemaduras en la piel, las vías respiratorias y los ojos. Estas
quemaduras pueden ser extremadamente dolorosas y pueden causar daños a
largo plazo e incluso la muerte en algunos casos.
● Fosgeno:
● Grupo: “603”