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Sermón para el día del Señor, 10 de marzo, 24

Título: Anhelemos la llenura del Espíritu Santo


Texto: 1 Juan 4:13
Cualquiera persona fuere un creyente en Jesús, debe estar lleno del Espíritu Santo. Esto se debe a que
estar lleno del Espíritu Santo es el estándar de vida cristiana presentado en la Biblia. La llenura del
Espíritu Santo esconde tesoros asombrosos que nos ayudan a comprender por qué creemos en Jesús.

Se lleva a cabo la maravillosa obra de creer en la Palabra cuando estamos llenos del Espíritu Santo.
Cuando estamos llenos del Espíritu Santo, creemos en el reino de los cielos. Cuando estemos lleno del
Espíritu Santo, comprenderemos sorprendentemente las palabras del Señor. Cuando estemos lleno del
Espíritu Santo, las palabras y canciones mundanas desaparecerá de nuestra boca, pero saldrán
naturalmente la alabanza y la oración.

Cuando estemos llenos del Espíritu Santo, nuestros pensamientos no son vanos, sino puros y libres de
malos pensamientos, orgullo o pensamientos lujuriosos. Cuando estemos lleno del Espíritu Santo,
podemos deshacernos de los placeres mundanos y desarrollar un corazón que ama sólo al Señor.
Cuando estemos llenos del Espíritu Santo, podemos cumplir la misión que el Señor nos ha confiado y
difundir el evangelio con valentía. Cuando estemos lleno del Espíritu Santo, seremos
sorprendentemente capaz de predicar la Palabra con valentía.

Si estamos lleno del Espíritu Santo, tendremos buena salud. Un profesor de seminario dijo que, si uno
está lleno del Espíritu Santo, se curarán hasta hemorroides. Si uno está lleno del Espíritu Santo, su
mente estará clara, y si está lleno del Espíritu Santo, podrá manejar sus palabras sabiamente.

Si uno está lleno del Espíritu Santo, comprenderá los secretos del cielo y anhelará ese reino. Cuando está
lleno del Espíritu Santo, desarrolla un corazón para amar a su familia, a su iglesia y tener compasión por
las almas.

Cuando uno esté lleno del Espíritu Santo, ya no vivirá una vida atada a las posesiones. Cuando esté lleno
del Espíritu Santo, puede disfrutar como cristiano de mayor gozo y el gozo que viene a través del placer
espiritual es más poderoso que el placer mundano.

¿Pero cuál es nuestro problema? El problema son nuestros hábitos pecaminosos que bloquean la gracia
continua del Espíritu Santo y causan tristeza al Espíritu Santo.

Sin embargo, no es fácil romper con un hábito pecaminoso. El pecado es adictivo. Vivir según los deseos
carnales es adictivo. Nuestro cuerpo tiene un fenómeno de abstinencia que le hace querer disfrutar de
sus deseos.

Si uno intenta dejar de menospreciar a los demás, puede experimentar un fenómeno de abstinencia en
el que su vida se vuelve vacía y poco interesante. Quizás se sienta aburrida cuando de repente intenta
vivir para el Señor en lugar de vivir sólo para su propio beneficio.
Suele esto a una persona adicta a cosas obscenas y siempre lucha cuando se mete en ellas, pero cuando
piensa en dejarlas, se produce un fenómeno de abstinencia. Viene la sensación como la que la vida no
tendría sentido si renunciara al placer de beber, fumar u otras drogas.

Esto hace que se enamoro tanto de su personaje favorito a través de la televisión o YouTube. Se le
preocupa que si vivirá una vida sin sentido y sin alegría en caso de que le priva algo que le proporciona
placer físico, como el ejercicio, los viajes, los objetos, los círculos sociales o cualquier otra cosa que le
proporcione placer físico y mental.

Lo que Dios odia es que uno viva según su voluntad y según la carne. Es difícil alejarse de ello una vez
que se acostumbra y se atrinchera de esos. Todos son libres de pecar. Sin embargo, es muy débil la
determinación de apartarse del camino del pecado. Si pudiera controlarlo con su propia determinación,
no tendría necesidad de hacer nueva resolución que la gente hace siempre.

Dios quiere ayudarnos a escapar de ese tipo de vida. El Señor está haciendo algo porque nosotros, los
hijos de Dios, no debemos vivir ese tipo de vida y ya no podemos verlos viviendo en pecados secretos y
hábitos pecaminosos que son como adicciones todos los días. Esos bloquean todos los canales de gracia.
Nos impide experimentar el sabor de la gracia del Señor que experimentábamos antes. Si eso no
funciona, Dios usa el entorno para confrontar nuestro yo interior. Si venimos a la iglesia en el día del
Señor y las palabras que escuchamos durante el sermón no nos cambian, movilizará Dios toda su
providencia para tratarnos.

A veces se utiliza terapia de choque y, a veces, medidas de emergencia. Él nos hace experimentar
dificultades. Hace sufrir enormes pérdidas. Hace que se enfrente a enormes problemas. Por eso Él nos
quebranta y hace que nos sometamos y nos entreguemos por lo que somos fuertes en orgullo. Esta es
una vara de amor dada por Dios porque nos ama. Dios trata de restaurarnos llevándonos de regreso al
lugar de la gracia de Dios a través de tal refinamiento debido a que somos objeto del amor especial de
Dios.

Un antepasado en la fe llamado Newton dijo: “¡Dios, danos gracia abundante!” Pero él se experimentó
la respuesta de Dios al respecto a esa petición de manera inversa, humillándole y vaciándole.

Dios se pone triste porque no estamos llenos del Espíritu Santo, por eso, usa martillos, cinceles y espinas
para hacernos entender de esto para que dejemos de vivir según la carne. Por eso debemos humillarnos
bajo la mano de Dios. Debemos humillarnos completamente. Realmente debemos ayunar y orar por
nosotros mismos y tomarnos tiempo para humillarnos.

No entrará la luz si el polvo del pecado se acumula en las ventanas de nuestra alma. Estamos
entristeciendo al Espíritu Santo tan claramente, pero ni siquiera lo sabemos ni lo vemos. Lo que
necesitamos buscar ahora no es la plenitud de la gracia. La gracia de ser llenos del Espíritu Santo ya ha
venido a nosotros. No hay necesidad de esperar la gracia de ser lleno del Espíritu Santo. Es Dios, más
que nosotros mismos, quien quiere que seamos llenos del Espíritu Santo. Dios desea fervientemente
que recibamos gracia abundante, pero nuestro problema es que hemos vivido sin esa gracia.

Lo que debemos orar ahora es: “Por favor, ayúdame a romper con mis hábitos pecaminosos que
bloquean la gracia de la llenura continua del Espíritu Santo y causan dolor a Dios.”

Entonces, ¿cómo podemos recibir específicamente la llenura del Espíritu Santo?


Como dije antes, el Espíritu Santo ya está presente en nosotros. La razón por la que pudimos creer en
Jesús, llamar a Dios Abba, Padre, y llamar a Jesús nuestro Salvador que redimió nuestros pecados fue
por la presencia del Espíritu Santo otorgada por la plena gracia de Dios.

El Espíritu Santo ya habita en nosotros. Llegamos a tener fe mediante la obra del Espíritu Santo, y con
esa fe, nos presentamos como aquellos que cumplían con el estándar de justicia de Dios.

La obra del Espíritu Santo que está presente al principio que cree en Jesús por primera vez es tan
pequeño que simplemente permanece en la etapa de creer en Jesús y amarle. Entonces, aunque esta
persona conoce y cree en Dios, todavía no tiene el deseo de dedicarse plenamente al Señor. Esto se
debe a que, todavía no tenemos el estado mental o el deseo de que el Espíritu Santo obre más allá de
eso, aunque hemos cumplido las condiciones básicas para convertirnos en un creyente que profesa la fe.

Es que se sigue la esperanza en el mundo, el gozo del cuerpo, el placer de los ojos, el deseo de exaltarse
en este mundo, el deseo de popularidad y reconocimiento en el mundo. Por eso, el Espíritu Santo tiene
poca influencia en esta persona. No se da la llenura del Espíritu Santo en ella.

No está mal decir que significan lo mismo estar lleno del Espíritu Santo y estar lleno de Jesús.
Necesitamos ser llenos del Espíritu Santo a través de Jesús, pero las cosas mundanas ocupan demasiado
lugar en nuestros corazones.

Debería ser Jesús el Soberano de todos los pensamientos, decisiones y acciones de esa persona, pero
como no lo hace, se convierte en una persona de doble ánimo. Es una persona que tiene un pie en el
mundo y un pie en Dios.

Por eso debemos discernir bien. Una persona que cree en Jesús es una persona en quien reside el
Espíritu Santo. Debemos reconocerlo y permitirle que obre dinámicamente dentro de nosotros para que
el Espíritu Santo obre libremente dentro de nosotros.

Al permitirle influir libremente en mí a través de mis acciones, estoy conectado a una estructura en la
que la plenitud de Jesús y la plenitud del Espíritu Santo vayan juntas, con Jesús reinando dentro de mí.
Cuando eso sucede, sorprendentemente, Jesús puede asumir el papel de Señor en el trono de mi
corazón, y automáticamente se acompaña la obra del Espíritu Santo obrando donde está Jesús, que es la
llenura del Espíritu Santo.

En Romanos capítulo 7 nos dice que hay dos corazones peleando dentro de nosotros. Uno es un
corazón que desea seguir al Señor, y el otro es un corazón que desea seguir al viejo hombre, al viejo
hombre en la carne, en lugar del Señor (Capítulo 7, versículos 22-23). Por eso el apóstol Pablo dijo:
“¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” Es decir, decía que, dos corazones
están peleando dentro de mí: un corazón está con el viejo hombre, que quiere seguir los deseos de la
carne, y el otro está con el hombre del Espíritu Santo, que quiere seguir la voluntad del Señor según el
Espíritu Santo (v. 24).

Por eso, siempre debemos recordar que el Señor debe reinar en el trono de nuestro corazón para que
no pequemos cediendo a los deseos de nuestro viejo hombre. Si este gato blanco que se muestra aquí
es un hombre del Espíritu Santo, entonces se puede decir que el gato negro aquí es un viejo hombre, el
viejo yo perteneciente a la carne.
¿Cómo podemos hacer que el gato blanco gane todos los días cuando pelean estos dos gatos?

¡Así es! No alimentar al gato negro ni dejarlo dormir, haciéndolo sufrir. Al gato blanco dale comida bien
y nutritiva, hacerlo descansar bien en una cama muy cómoda mientras come filete de pescado. Y le da el
ejercicio adecuado. Así siempre el gato blanco ganará la pelea con el gato negro.

Eso es todo. Podremos superar las palpitantes pruebas y tentaciones que nos presentan los deseos de
nuestro viejo yo sólo cuando el Señor, que está presente a través del Espíritu Santo dentro de nosotros,
se vuelve Soberano sobre todos nuestros pensamientos, corazones, planes y decisiones.

Por lo tanto, debemos esforzarnos por escapar de la influencia de nuestro viejo hombre carnal, que
causa la tentación de pecar. La forma de negar su viejo hombre es no permitir que su viejo hombre
coma ni duerma. Si lleva este viejo hombre a la cruz, como ya fue rota su columna vertebral cuando
Jesús fue crucificado hace 2.000 años, está en un estado en el que ¡no puede levantarse ni caminar! Es
decir, ¡ya fue crucificado y muerto cuando el Señor fue crucificado! ¡Ya no puede tener ninguna
influencia sobre nosotros, ni puede tener influencia más sólo Jesús reina en nosotros!

De esta manera, debemos proclamar cada día la muerte de nuestro viejo hombre. La palabra que nos
ayuda a hacerlo mejor es Gálatas 2:20.

20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo
en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

Ya ha muerto mi viejo hombre y ahora el Señor vive como el Soberano dentro de mí. ¡La razón por la
que vivo tal vida es porque Él me amó tanto que incluso murió en la cruz por mí! Cuando recuerdo esa
gracia, estoy dispuesto a vivir una vida que crucifica los deseos de mi viejo hombre pues, ya no vivo
según mi lujuria, orgullo y deseo por lo que veo.

¡El motivo de escribir el Cuaderno del Caminar con Jesús es para capacitarnos para eso!

¡Escríbalo aquí!

["Señor, mi viejo hombre ya fue crucificado cuando Tú fuiste crucificado en la cruz. Ahora el Señor es mi
Soberano. ¿Qué quieres que haga en este momento, Señor? Dejaré a un lado todos mis deseos y
obedeceré Tu voluntad, Señor."

Para confirmar al Señor dentro de nosotros, memoricemos las palabras que aclara que el Señor está en
mí”. ¡Todos conocen el versículo 13 del 1 juan 4! (*Ponga en la pantalla el pasaje)

Entonces tenemos fe en que Jesús está dentro de nosotros. Y luego tendrá que enfrentarse a su viejo
hombre en una batalla decisiva: "¡Ey, Viejo! Ya no vivo la vida que quieres. Vivo una vida dominada sólo
por Cristo, que está presente dentro de mí en Espíritu Santo. ¡Viejo, ya fuiste crucificado y muerto
cuando Jesús fue crucificado! ¡No tienes poder sobre mí! ¡Ahora el Maestro Soberano de mí es Jesús!"

"¡Tomé una decisión voluntaria y decidí en el centro de mi corazón vivir para que Jesús fuera Señor en
mí! Estoy apretando los dientes ahora. Ya no vivo esa vida."
El Espíritu Santo está presente para ayudarnos cuando hacemos este compromiso. Sorprendentemente,
la presencia del Espíritu Santo obra poderosamente en el espacio dentro de nosotros donde el ego no
tiene influencia. Ésta es la plenitud del Espíritu Santo.

Por lo tanto, debemos reservar regularmente un tiempo en nuestros días para negar a nosotros mismos.
Cuando permitimos que Dios se siente en el trono de la autoridad para tomar decisiones en nuestros
corazones a través de nuestra voluntad y evitamos que nuestro viejo hombre haga esa actividad, se
crean las condiciones que permiten al Espíritu Santo que obre dinámicamente.

Entonces, la influencia de nuestro viejo hombre ya no existirá y se expandirá el área en la que el


Espíritu Santo puede operar, por lo que experimentaremos la plenitud del Espíritu Santo que obra
poderosamente.

Debemos considerar que hay dos corazones luchando dentro de nosotros. Y debemos pensar en ello
cuando los deseos del viejo hombre sigan saliendo a la luz: ¡El viejo hombre está obrando otra vez! ¡Los
deseos de la carne, los deseos de los ojos y el orgullo de este mundo trabajan en mi corazón y me guían a
través de mis pensamientos y mis palabras!

¡Mi viejo hombre que está vivo dentro de mí! ¡Tú ya moriste cuando Jesús murió en la cruz! ¡Nunca haré
lo que me digas! ¡Soy receptor de la gracia del Señor y nunca me traicionaré a Jesús! ¡No vivo según tus
deseos, sino según la voluntad del Señor! ¡Vivo según la voluntad que agrada a Jesús!

Cuando proclamamos así, sorprendentemente, el Espíritu Santo nos da gran fuerza y determinación
para vencer el pecado.

Seremos llenos de la abundancia del Espíritu Santo del Señor cuando Jesús se siente en el trono de
nuestros corazones, por lo que podremos mantener Su influencia bajo el control del Espíritu Santo.

Por ello, debemos disponer de este tiempo dos o tres veces al día. Sería un pecado si me convirtiera en
el amo de seguir voluntariamente la voluntad del Señor, por eso elijo voluntariamente dejar que el
Señor sea el Amo de mi tiempo, mis decisiones, mis riquezas y mis placeres.

Por favor, reserve tiempo dos o tres veces al día y entrene así. Si hacemos eso, el ego que sigue tratando
de ejercer su influencia dentro de nosotros no podrá usar su poder y viviremos una vida guiada por el
Espíritu Santo, siguiendo siempre la guía del Espíritu Santo y la voluntad de Dios.

¡Hermanos!

Echemos un vistazo a esto y abordemos nuestro problema. No estar llenos del Espíritu Santo es el
resultado de nuestra incapacidad para derrotar espiritualmente a nuestro viejo hombre y entregarnos al
Señor, quien es nuestra responsabilidad.

No hay necesidad que esperar por el Espíritu Santo. Más bien, el Espíritu Santo ha estado esperando en
nosotros durante mucho tiempo para que tengamos el control. Por lo tanto, es nuestro problema no ser
llenos del Espíritu Santo. Por lo tanto, debemos vivir y caminar una vida que siga la voluntad del Espíritu
Santo. El Espíritu Santo es quien quiere hacer realidad el deseo de Jesús, por eso, cuando analizamos el
deseo de Jesús y seguimos su voluntad, sorprendentemente recibimos guía del Espíritu Santo.
Por lo tanto, es sencillo para nosotros vivir una vida espiritual victoriosa. Aunque somos inadecuados y
no tenemos suficiente fe, pero el Espíritu Santo ya está presente en nosotros y sólo necesitamos negar
el viejo hombre tomando la decisión de seguir la voluntad del Señor. Tengamos fe en que venceremos al
pecado y vivir una vida victoriosa renunciando al deseo de ser propio amo.

Debemos darnos cuenta de que no estamos viviendo una vida en la que el Señor nos gobierna por
completo debido a nuestro deseo de fama, popularidad y éxito mundanos, y debemos deshacernos de
estos deseos vanos y anhelar y esperar la gracia del Espíritu Santo.

¿Está realmente dispuesto a dejar que Dios controle cada área de su vida? Dios quiere controlar incluso
sus pensamientos y su imaginación. ¿Está dispuesto a darle todo el poder de decisión al Señor?
¿Desearía que su hombre dejara de gobernarle?

Si es así, está listo para desear la llenura del Espíritu Santo. ¡Ahora ore con un corazón ferviente y
anhelando la llenura del Espíritu Santo! Con ese deseo, reconozca que el Señor es el Amo de su vida.
Dele ese lugar de soberanía. La plenitud del Espíritu Santo obrará naturalmente cuando entrega su viejo
hombre a la cruz.

¡Por eso, queridos hermanos!

La llenura del Espíritu Santo es una gracia que deberíamos dar por sentado, pero es una gracia que
hemos perdido por nuestra propia culpa. Por tanto, debemos buscar esa gracia nuevamente. Entonces,
con esa gracia, incluso en este mundo difícil, debemos disfrutarlo con el coraje, el espíritu, el gozo, la
felicidad, la alegría, la capacidad de vencer el pecado y el poder de salvar el alma de una persona.

Los bendigo para que la gracia del Señor que nos da el poder de vencer al mundo, la gracia de caminar
con el Señor y la gracia de saborear la gloria del cielo en esta tierra siempre esté plenamente.

Les presento unos motivos de oración en este momento.

-Arrepintámonos de cómo por nuestros descuidos y deseos mundanos hemos tomado a la ligera la
gracia de Dios y hemos vivido sin poner nuestra esperanza sólo en el Señor.

-Arrepintámonos de nuestra debilidad ante las tentaciones del mundo y los deseos de la carne,
abrazando un doble corazón dentro de nosotros mismos.

-Ahora ya no escucharé las voces de mi viejo hombre carnal, sino que reconoceré que el Señor es mi
Señor y obedeceré sólo Sus palabras y Sus deseos.

-Oraremos así y anhelaremos la gracia del Espíritu Santo que el Señor nos da.

-Por favor, que oremos así y oremos también por la llenura del Espíritu Santo.

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¡Padre Dios, Tú eres verdaderamente grande en amor y misericordia!


Damos gracias a ti, Señor, por derramar Tu gracia, el Espíritu Santo, entre otra gracia que ya nos ha
concedido.

Sabemos que no podemos confesar a Dios como nuestro Padre y al Señor como nuestro Salvador sin la
morada del Espíritu Santo, que ya nos ha sido concedido. Confesamos que es claramente nuestra falta
no acoger y seguir plenamente al Espíritu Santo que ya habita en nosotros.

Hemos seguido lo que el viejo hombre quería y así también a los deseos de mi carne. No pudimos
deshacernos el deseo de la carne escondida en nuestro corazón, la cual capturó los pensamientos y el
corazón en lugar de las palabras y la voluntad del Señor.

Nos arrepentimos de haber entristecido el corazón del Espíritu Santo que está en de nosotros.

¡Por favor, ayúdanos a romper los hábitos pecaminosos que bloquean la gracia de la llenura continua del
Espíritu Santo y causan tristeza a Dios! ¡Por favor ayúdanos a hacer lo mejor que pueda para encontrar
la voluntad de Jesús para que el Espíritu Santo, que habita en nosotros, pueda tomar control de nosotros
para hacer realidad el deseo de Jesús!

Siempre viviremos negando al viejo hombre para controlar su deseo de ser amo.

De hecho, dado que Jesús, que habita en nosotros en el Espíritu Santo, es nuestro Soberano, podemos
vivir una vida en la que el Señor gobierna sobre nosotros, permítanos vivir así, que el Espíritu Santo, el
Espíritu de Cristo, gobierne nuestros corazones y mentes libremente.

Oramos en el nombre de Jesús, ¡amén!

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Pregunta 1. ¿Qué es lo que más le impide ser lleno del Espíritu Santo?

Pregunta 2. ¿Qué es lo debe hacer para ser lleno del Espíritu Santo?

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