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La sal de la vida

Esta historia podría empezar diciendo que el sodio se encuentra en las


estrellas y que, por su cantidad, es posible predecir cuándo esa estrella
va a morir. Podría hablar de la emisión de luz amarilla cuando el sodio
se quema o de su reacción explosiva con el agua: basta colocar un
pedacito de sodio en un vaso de agua para que se prenda fuego. Pienso
en lo sutil de la química cuando recuerdo que ese mismo sodio, con
apenas un electrón menos (el catión sodio) es la sal del océano y sin
embargo los mares no arden en llamas. Pienso muchas cosas. Pero lo
que no deja de maravillarme es que detrás del acto mismo de pensar,
también se encuentre el sodio.

Fue aislado por primera vez en 1807 por Humphry Davy (mentor de
Michael Faraday) que fabricó una lámpara que no explotaba en las
minas de carbón —aunque, según Davy, no fue el sodio sino Faraday
su mayor descubrimiento—. Eran épocas de inspirar monstruos,
doctores y criaturas, con un Luigi Galvani que colgaba ancas de rana
de un gancho de cobre suspendido en una barra de hierro y veía cómo
los músculos cobraban vida y empezaban a moverse gracias a un
tenue flujo eléctrico. Tanto así que se empezaron a dejar de lado los
espíritus y la ‘fuerza vital’ para hablar de electricidad. Y Faraday,
siguiendo los pasos de Davy, sentó las bases del electromagnetismo.
Todas piezas fundamentales para descifrar, además del lenguaje del
Universo, los dialectos de la mente.

En 1859 Helmholtz midió la velocidad de propagación de los


mensajes eléctricos en los cables biológicos de los animales (los
axones de las neuronas) y vio que era mucho menor a la velocidad de
transmisión eléctrica en un cable de cobre: apenas 27 metros por
segundo para el axón contra los centenares de miles de km por
segundo de la contraparte inanimada. Aún así, era suficiente para
enviar señales de una punta del cuerpo a otra, pero quedaban todavía
muchas preguntas sin resolver. ¿Cómo se producen y se propagan
estas señales eléctricas? ¿Qué naturaleza tienen los impulsos
nerviosos?

Edgar Douglas Adrian fue el primero en escuchar hablar a las


neuronas. Utilizó un electrodo conectado a un parlante y percibió
estos impulsos a los que llamó ‘potenciales de acción’. Vio que
solamente duraban una milésima de segundo y que todos tenían la
misma amplitud, en sus propias palabras: “Todos los impulsos se
parecen, sea que el mensaje esté destinado a suscitar una sensación
de luz, de contacto o de dolor; si los impulsos se agolpan, la sensación
es intensa, si están dispersos y separados por un intervalo, la
sensación es débil”. Quedaba por entender de qué manera el sistema
nervioso conduce la electricidad de estos impulsos.

Y acá es cuando unos tales Alan Hodgkin y Andrew Huxley agarraron


el axón gigante de calamar que mide 1 milímetro de diámetro y se
puede ver a simple vista. Este detalle hacía que fuera posible medir la
diferencia del voltaje a distintos puntos del cable (el axón) mientras
lo sumergían en líquidos con concentraciones distintas de sales.
Cuando estimularon eléctricamente al axón con concentraciones
normales de sales vieron que la aguja del graficador subía velozmente,
siempre hasta el mismo nivel, y luego bajaba. Estaban observando
potenciales de acción. Pero además de observar podían manipular su
sistema: si sacaban el sodio del fluido, no se veía nada, mientras que,
si ponían más, la amplitud del impulso aumentaba. Concluyeron
entonces que el ion sodio era el responsable de la abrupta subida del
impulso nervioso.
Así que allí está, a cada segundo que pienso en esta frase o que muevo
mis manos y tipeo estas palabras, una corriente de sodio entra a favor
de su gradiente electroquímico en los cables de mi cerebro,
conectándolo todo. El sodio: en cada impulso nervioso, en cada
pensamiento y detrás de cada sensación.
Consignas de trabajo
Lea atentamente el texto y desarrolle las actividades que se enumeran
a continuación:
1- ¿Cuál es el elemento que se menciona en el texto? Ubíquelo en
la tabla periódica, indicando, en un recuadro, cual es su número
atómico, número másico, cantidad de protones, neutrones,
electrones, grupo, periodo, tipo de elemento y estado del mismo.
2- Realice una línea del tiempo indicando los eventos más
importantes que lo tienen como protagonista a este elemento
químico.
3- Elabore un resumen utilizando sus propias palabras el cual
contenga 150 palabras (ni más ni menos).
4- Describa cual de los acontecimientos que se mencionan en el
texto le sorprendió o llamó la atención y porqué.

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