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Existe una infinidad de combinaciones entre las organizaciones familiares y las sociedades
anónimas, las que representan distintas estructuras donde se combinan de forma diferente
las capacidades de monitoreo y control. Dependiendo de los precios relativos de los
distintos factores, la empresa escogerá aquella mezcla de recursos de menor costo. Esta
mezcla óptima de recursos dará por resultado una forma eficiente de organización, que
puede corresponder a la de una empresa, una sociedad anónima o una mezcla de ambas.
En Latinoamérica, Japón, Corea y algunos países europeos, los grupos económicos son
formas que mantienen algunas estructuras de control minoritario sobre las empresas que
administran, pero que generan ciertos mecanismos de control que limitan la existencia de
altos costos de agencia. En general, estas formas de conglomerados, cuentan con
estructuras de control de propiedad cruzada o piramidal, donde suele separarse el control de
la organización de la propiedad de sus flujos de caja.
La concentración en la propiedad de las empresas entre países varía enormemente. Los dos,
tres, cinco o diez mayores accionistas mantienen en ciertos casos una proporción
significativa de las acciones de la empresa, mientras que los otros accionistas, en su
conjunto, no pueden elegir siquiera a un director.
La mayoría de los países resguarda los derechos de los accionistas no controladores, y tales
resguardos son particularmente bien vigilados cuando los socios no controladores tienen
porcentajes altos de propiedad en la empresa.
Sin embargo, como puede suponerse por la coexistencia de empresas con distintos grados
de concentración de la propiedad, la atomización de dicha propiedad sugiere la existencia
de ganancias. El hecho de que exista difusión de la propiedad no significa que las empresas
no maximicen ganancias.
El caso de los grupos económicos: Hacia 1978, Leff resaltó los rasgos que
caracterizaban a los grupos latinoamericanos. Estas peculiaridades eran, en primer
lugar, la conglomeración productiva, la segunda característica era que, a pesar del
gran tamaño de esas empresas, existía una organización de tipo familiar y la tercera
característica era la integración al sector financiero.
La hipótesis más plausible, explorada por Paredes y Sánchez (1996), es que la
estructura de los grupos económicos respondió en su tiempo a los incentivos
económicos de la región, y que al cambiar las instituciones que dieron lugar a esos
incentivos, esa estructura organizacional es hoy menos útil y ha variado.