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Aprovechando el envión de la flamante y disruptiva Era Milei, ofrecemos aquí diez tips del
paradigma mileísta aplicados a nuestra vida espiritual. En verdad, ignoro si estos planteos surten
efecto provechoso en la vida económica y social de un país. Pero me sobran certezas de que son de
rotunda eficacia en la vida espiritual.
2. El que las hace, las paga. Se terminó la puerta giratoria del pecado, con que ingreso al
confesionario y salgo impune al rato. Se acabó el “peco, total después me confieso”. Mis
pecados ameritan una paga, una pena, una penitencia. Sin esa justicia, seguiré siendo
indolente a mis propias inconductas; no tendré incentivo para el cambio y lo peor: Otro
pagará las consecuencias de mis errores.
Es hora de hacerme cargo de mis errores y dejar de endosárselos a otro.
3. Ni papá-Estado ni mamá-Iglesia van a hacer por vos lo que vos no hagas por vos mismo. Se
terminaron los subsidios. Si no te formás, la culpa es tuya y no del catequista; si no aportás
algo para mejorar la Liturgia de tu parroquia, la culpa es tuya y no del cura. Si no das con
herramientas para los cambios que pretendés, la responsabilidad es exclusivamente tuya,
no del que no te los proveyó. Sé creativo, sé inquieto, sé proactivo, tené iniciativas y verás
los resultados. En una saludable cultura del trabajo espiritual el que se esfuerza vive bien,
y el haragán vegeta en su interior. Se terminaron los ñoquis en la Iglesia.
6. Con recurrencia te has focalizado en resolver las consecuencias de tus problemas, en vez
de ocuparte de sus causas. Como un médico ocupado en bajar la fiebre. Los resultados
están a la vista: de poco y nada te ha servido ese método. Por una vez, cambiá
drásticamente de foco: ocupate de las causas, que las consecuencias se acomodarán por
añadidura. Alguna vez vale la pena intentar siquiera la alternativa: la del hacha a la raíz. La
de aquellos que arrebatan el Reino con violencia. Sin titubeos, sin mediatintas. Sin
gradualismo.
7. Evitá por todos los modos la inflación pastoral. Esa que emite palabras sin el respaldo en
oro (oro de orar); que gasta más en actividades eclesiales de lo que recauda en plegaria. Lo
único que genera eso son palabras devaluadas que no valen ya nada. Una evangelización
sólida, estable, de moneda fuerte sólo es factible con un equilibrio minucioso en la balanza
oracional. La pastoral activista es un robo; sobre todo un sigiloso robo a los más
carenciados, hambrientos de palabras potentes y nutritivas. Se terminó la sanata de ambón
o de misión: el que no reza, que no hable.
Pero hay otro “no hay alternativa” que es más vertiginoso que el del ajuste. Porque en
definitiva un ajuste gradual, progresivo, moderado, poco a poco, puede no asustar tanto.
Pero tu balance no deja margen para eso: NO HAY ALTERNATIVA al shock. No hay margen
para la gradualidad. El riesgo de que tu vida se prenda fuego del todo y sin retorno, no es
menor. Urge tomar medidas drásticas, incómodas, molestas, violentas. Será el último
maltrago antes de la reconstrucción. Bebelo a fondo.
10. Sí, decididamente: hay luz al final del camino. Hay Luz y ésta brilla en medio de la máxima
oscuridad. Hay luz en Belén, hay luz en la más buena de todas tus noches. Hay Luz navideña
si aceptamos transitar la densa medianoche. Habrá que decirse a uno mismo mil veces que
esto termina bien, que hay esperanza, que el largo túnel termina en Luz. Que somos gente
de bien y nos merecemos una calidad de vida espiritual mejor.