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Anexo 1

A la conquista del Tahuantinsuyo


La noticia sobre un territorio llamado Birú, situado al sur de Panamá, donde abundaba el oro y la
plata, despertó la ambición de los conquistadores españoles, quienes no dudaron en establecer una
alianza para emprender el viaje que los llenaría de riquezas.

El proyecto de Levante
Mientras Vasco Núñez de Balboa exploraba nuevos territorios, la Corona envió un nuevo gobernador
para Castilla del Oro: Pedro Arias Dávila, más conocido como Pedrarias trasladó su gobernación a
Panamá, ciudad en la que existía un interés mayor cantidad de riquezas.
La ciudad de Panamá se convirtió entonces, entre los años 1514 y 1519, en un nuevo foco de
expansión desde donde partieron numerosas expediciones en varias direcciones en busca de
aventuras de conseguir un botín y de alcanzar privilegios. En esta ciudad se gestó la empresa que
posteriormente conquistaría el Tahuantinsuyo.

La empresa de Panamá
Hacia 1524 vivían, en Panamá, Francisco y Diego de Almagro, ambos con “experiencia en las Indias”
debido a sus varios años de permanencia en América.
Por lo tanto, tenían un gran interés sobre las ricas tierras que se encontraban al sur, de las cuales
habían tenido noticias por parte de los indígenas centroamericanos.
De esta manera, Pizarro y Almagro, que carecían de los recursos económicos para financiar y
organizar una incursión a “Birú”, se asociaron con el vicario de Panamá, Hernando de Luque, quien al
parecer era testaferro del rico comerciante Gaspar de Espinosa. Los tres personajes pasarían a ser
parte de la historia como los “socios de la conquista”
Luque fue quien aportó la mayor parte del capital para posibilitar la constitución de la empresa que
conquistaría a los incas y su vasto territorio. Por entonces, era usual que varias personas
contribuyeron a financiar estos proyectos con diferentes cantidades de dinero, ya que eran muy
costosos.
Según el contrato se estableció que Pizarro se encargaría de la dirección de las huestes: Almagro, de
la provisión de hombres y de alimentos; y Luque, de los fondos económicos. Las ganancias obtenidas
se repartirían en partes iguales. Para iniciar la empresa solo faltaba la autorización del gobernador,
que fue otorgada rápidamente por Pedrarias.
Anexo 2
Primeros viajes de Francisco Pizarro
- El Primer viaje (1524 – 1525). Pizarro y sus huestes bordearon la costa del Pacifico haciendo
diversas escalas hasta llegar al río San Juan, para luego retornar a Panamá.
- El segundo viaje (1527 – 1528). Pizarro partió de Panamá, pero al llegar al río San Juan la
tripulación se separó: unos se internaron en esta parte del continente y otros siguieron
navegando. Estos últimos protagonizaron el famoso incidente de la isla del Gallo, por lo cual
solo algunos prosiguieron el viaje, mientras los otros regresaron a Panamá. Pizarro y su escasa
tripulación llegaron a Guayaquil y luego a Tumbes, donde hallaron una balsa tripulada por
comerciantes del lugar, a los cuales capturaron. Estos navegantes nativos informaron a Pizarro
acerca de la existencia de un gran Estado más al sur que estaba sumido en una guerra interna
entre Huáscar y Atahualpa, hijos del fallecido inca Huayna Cápac.

Los 13 de la fama
En el segundo viaje, los expedicionarios sufrieron una serie de inconvenientes que desalentaron a la
tropa, compuesta por ochenta soldados. Ellos enviaron un mensaje a Pedro de los Ríos, el nuevo
gobernador, para que ordene el regreso de Pizarro a Panamá.
Cuando el emisario enviado por el gobernador llegó a la isla del Gallo, Pizarro se negó a obedecerlo y
llamó a los hombres más valientes para que sigan con él en la empresa conquistadora.
La tradición cuenta que desenvainó su espada y trazo una línea sobre la arena. Luego pronunció las
siguientes palabras:
“Por este lado se ve a Panamá, a ser pobres; por este otro, al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere
buen castellano lo que más bien le estuviere”
Ante la firmeza de sus palabras, solo trece de sus tripulantes decidieron continuar con él la
expedición, mientras que los demás retornaron a Panamá. (Del Busto, 2009)
La balsa de los tumbesinos
Un relato anónimo fechado por Raúl Porras en 1528, constituye la primera versión del contacto entre
españoles y hombres andinos, pues en sus páginas se describe el célebre encuentro de la balsa de tumbesinos,
el cual es ubicado después del desembarco en tierra firme, en una tierra llana y muy poblada, donde recalaron
los expedicionarios en busca de agua y para precisar su posición respecto a los astros; allí tomaron una balsa
que navegaba las aguas cercanas a la costa, en la cual viajaban once personas, tres de las cuales fueron
apresadas por los españoles, huyendo las restantes, si bien la narración anuncia que algunos fueron los
interpretes que llevó consigo Pizarro en su viaje definitivo, y que tuvieron papel importante en los
acontecimientos de la conquista de los Andes. Fueron llamados Martinillo, Francisquillo y Felipillo.
Asombró a los navegantes españoles el contenido de la balsa. La describieron como “hecha de unas cañas tan
gruesas como postes, ligadas con sogas de uno que dicen henequén, que es como cáñamo, detallando a la vez
sus mástiles de fina madera y velas de algodón; pero lo que más llamó la atención era que la balsa conducía un
rico cargamento de joyas, ropa fina de algodón y lana y otras especias que incluían piedras preciosas.
Todo ello confirmó a los españoles que habían llegado a una zona ansiadas riquezas. (Pease, 1992)
Anexo 3
La Capitulación de Toledo
Pizarro y Almagro volvieron a Panamá después de su segundo viaje con noticias ya confirmadas
acerca de la existencia de los ricos territorios del sur. Luego se dirigieron a España para que el
emperador Carlos I les autorizara explorar dicho lugar.
En 1529, Francisco Pizarro volvió a Toledo (España) y se presentó en la Corte cargado de
mercaderías de origen americano y con los tumbesinos capturados durante se segundo viaje. El
conquistador realizó una impresionante narración al rey sobre las vastas riquezas que podrían
encontrar si autorizaba su incursión a dichos lugares. El 26 de julio del mismo año, Carlos I firmo la
Capitulación de Toledo, a través de la cual la empresa conquistadora recibía el apoyo, la protección
y participación directa de la Corona española.
La Capitulación de Toledo se convirtió en el instrumento jurídico que legalizó políticamente la
nueva empresa. Pizarro sería nombrado Adelantado, Capitán General, Gobernador y Alguacil
Mayor de todos los territorios que descubriese; Diego de Almagro recibiría la gobernación de
Tumbes, el título de hidalgo y una renta anual; Hernando de Luque fue designado protector de los
indígenas. Algunos historiadores señalan que la poca equidad entre lo otorgado a Pizarro y a
Almagro fue la semilla de la rivalidad que surgió más tarde entre ambos conquistadores.

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