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RESUMEN SOBRE EL PECADO Y LAS VIRTUDES CRISTIANAS

1. LA CONVERSIÓN Y EL ARREPENTIMIENTO

Así como en el ejemplo anterior, el pecado es algo que podemos evitar. Dios siempre nos ha advertido
que el pecado atrae el mal a nuestras vidas, pero en nosotros está el hacerle caso o no:

Mira, yo pongo hoy ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia.


Si escuchas los mandamientos de Yahveh tu Dios que yo te prescribo hoy, si amas a
Yahveh tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, preceptos y normas,
vivirás y multiplicarás; Yahveh tu Dios te bendecirá en la tierra a la que vas a entrar para
tomarla en posesión. (Dt 30, 15-16)
A lo largo de todo el Antiguo Testamento Dios, a través de los profetas, le advirtió una y otra vez al
pueblo de Israel que se arrepintieran y dejaran de hacer lo que a los ojos de Dios está mal (Cfr. Is 1, 16),
pero ellos hacían caso sólo por ratos porque constantemente volvían a hacer lo que desagrada a Dios:

Yo los destino a la espada y todos ustedes caerán degollados, porque los llamé y no
respondieron, hablé y no oyeron, sino que hicieron lo que me desagrada, y lo que no me
gusta eligieron. (Is 65, 12)

Finalmente, Dios envió a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo que, haciéndose hombre en el seno de la
Virgen María. Nuestro Señor Jesucristo vino a nosotros como enviado del Padre (él es el Mesías
anunciado por los profetas en el Antiguo Testamento). Él nos solo vino como salvador, sino también
como maestro que nos enseña el camino que nos conduce al Padre Celestial. Este camino comienza con
el arrepentimiento de nuestros pecados.

Jesús, al comenzar su predicación en este mundo lo hace con una invitación fuerte al arrepentimiento
(Mt 4, 12-17):

Cuando oyó que Juan había sido arrestado, Jesús se retiró a Galilea, salió de Nazaret y se
estableció en Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí.
Así se cumplió lo anunciado por el profeta Isaías: “¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro del Jordán, Galilea de los paganos! El pueblo que habitaba en
tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en sombras de muerte una luz les ha
amanecido.”
Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Conviértanse, porque el Reino de los
Cielos ha llegado.»
La CONVERSIÓN y el ARREPENTIMIENTO se refieren a lo mismo: Un cambio de pensamiento, de
actitudes y de acciones, ES LA TRANSFORMACIÓN DE NUESTRA VIDA: LO MALO CONVERTIRLO EN
BUENO Y LO BUENO EN MEJOR. ESTE CAMBIO DEBE SER MOTIVADO POR NUESTRO AMOR A DIOS Y A
LOS HERMANOS.

Así, pues, la invitación de nuestro Señor Jesucristo es a renunciar al pecado que nos aleja de Dios y que,
como signo de nuestro amor a Dios y nuestra pertenencia al Reino de los cielos, comencemos un camino
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de arrepentimiento y conversión, el cual consiste en alejarnos de todo lo que pueda hacernos pecar y
arrepentirnos para volvernos a Dios. Para nosotros, que somos seguidores de Jesús, esta es una lucha de
toda nuestra vida, ya que siempre aparecerán las tentaciones y debemos tener la fortaleza para
rechazarlas, a ejemplo de nuestro Señor.

2. EL PECADO EN LA DOCTRINA DE LA IGLESIA

2.1. TIPOS DE PECADO EN CUANTO A SU ORIGEN

Ahora bien, en este mundo hay muchos tipos de pecado. Cuando rezamos el ACTO DE CONTRICCIÓN (lo
conocemos como “el yo confieso”) decimos que hay 4 tipos de pecado:

1) PENSAMIENTO: Son pecados que sólo quedan en nuestra mente y nunca los realizamos en la
vida real. Como, por ejemplo, cuando nos enojamos y pensamos malas palabras e insultos,
aunque con nuestra boca no los digamos. Todo tipo de pensamiento negativo y maligno, aunque
no hagamos lo que pensamos, pero es pecado.
2) PALABRA: Este tipo de pecados se comente con nuestras palabras: como hablar mal de los
demás, insultar, humillar o decir groserías o maldiciones. El chisme y la difamación, la mentira y
toda mala palabra.
3) OBRA: Aquí se considera todo lo que hacemos con nuestro cuerpo y que ofende a Dios y causa
un daño para nosotros mismos o para los demás. Por ejemplo: Pleitos, drogadicción o
alcoholismo, robos y todo tipo de pecados sexuales; cualquier acción que denigre o humille a
uno mismo o a cualquier otra persona. También acciones como el asesinato o actitudes que
lastimen, agredan u ofendan a las demás personas.
4) OMISIÓN: El pecado de omisión consiste en lo que no hicimos: es el bien que podíamos y
debíamos hacer, pero que, por cualquier cosa (miedo, flojera, enojo, molestia, desidia, etc.), al
final no hicimos. DEJAR DE HACER EL BIEN, en esto consiste este pecado.
2.2. TIPOS DE PECADO EN CUANTO A SU GRAVEDAD Y CÓMO DISTINGUIRLOS

En cuanto a su gravedad hay dos tipos de pecado: El pecado VENIAL y el pecado MORTAL (Cfr. 1Jn 5, 16-
17). La diferencia entre uno y otro se encuentra en el daño que, al hacerlos, nos causamos a nosotros
mismos y a los demás. El pecado mortal nos aleja completamente de Dios, mientras que el pecado venial
es como si fuera una distracción en el camino hacia Dios.

1) PECADO MORTAL: Para que exista el pecado mortal son necesarias 2 condiciones:
a) QUE EXISTA MATERIA GRAVE: Es decir, que sea una acción verdaderamente dañina al amor
de Dios en nosotros. Los diez mandamientos de la Ley de Dios nos indican lo que consideramos
como materia grave (Cfr. CIC #18581).

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CIC No. 1858: La materia grave es precisada por los Diez mandamientos según la respuesta de Jesús al joven rico:
“No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu
madre” (Mc 10, 19). La gravedad de los pecados es mayor o menor: un asesinato es más grave que un robo. La
cualidad de las personas lesionadas cuenta también: la violencia ejercida contra los padres es más grave que la
ejercida contra un extraño.
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b) QUE SE HAGA CON PLENA CONCIENCIA: Que la persona sepa perfectamente que lo que está
haciendo es un pecado y sabe, también, a quien dañará y qué daño les causará. Pero, a pesar
de esto, no le importe y haga lo que sabe que está mal.

c) QUE SE ACTÚE CON PLENA LIBERTAD: Que la persona haga el mal, lo que desagrada a Dios
o daña a sus hermanos porque eso es lo que prefiere, porque le gusta o encuentra alguna
especie de satisfacción al hacerlo.

2) PECADO VENIAL: Es aquél que debilita nuestra amistad con Dios. Este tipo de pecado no nos aleja
del todo de Dios, pero no nos permite crecer espiritualmente. Además, si no dejamos de hacerlo, el
pecado venial nos llevará al pecado mortal. A continuación, exponemos sus características:
a) MATERIA LEVE: Es cuando una acción no causa una molestia o un daño grave, por ejemplo,
cuando mentimos por ocultarle a alguien que estamos organizando su fiesta de cumpleaños;
aunque es una mentira, sin embargo, no es por algo malo o dañino.

b) NO HAY PLENO CONOCIMIENTO DE LO QUE SE HACE : Por ejemplo, cuando a una persona
le llevan con mentiras y engaños para participar en un acto de brujería y, en cuanto se da
cuenta de lo que pasa sale de ese lugar.

c) NO SE ACTÚA CON PLENA LIBERTAD: Por ejemplo, una persona que participa de la
corrupción en su trabajo, pero lo hace ya que de otra manera la despedirán y destruirían su
fama para que nadie más la quiera contratar.

LOS SIETE PECADOS CAPITALES Y LA VIVENCIA DE LAS VIRTUDES

1. SOBERBIA O ORGULLO
Estrictamente hablando la Soberbia es el orgullo que lleva a la persona a igualarse a Dios o ponerse en
antagonismo con Dios.

Pero este pecado capital también se refiere al orgullo que “consiste en una estima de uno mismo o amor
propio indebido, que busca la atención y el honor” (Catecismo de la Iglesia Católica #1886).

El orgullo tiene muchas formas de presentarse. He aquí sólo algunas:

a) VANIDAD: Deseo de ser apreciado por sobre los demás y, egoístamente, quedar bien.
b) ENGREIMIENTO: Creerse uno muy importante, necesario, creerse una gran cosa. Y para colmo:
no darse cuenta que cualquier cosa buena que tengamos nos viene de Dios, no de nosotros
mismos.
c) ARROGANCIA: Presumir nuestras fortalezas y cualidades a los demás para sentirnos más que
ellos y a ellos hacerlos sentir menos que nosotros.
d) AUTO-SUFICIENCIA: Creer que no necesito de Dios ni de nadie más; que todo lo puedo por mí
mismo y que las demás personas sólo me estorban.

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e) SUCEPTIBILIDAD: No aceptar crítica o corrección, además de molestarse sin suficiente razón.

CONTRA LA SOBERBIA VIVIMOS LA HUMILDAD

La palabra humildad viene del latín humilitas, que significa abajarse. Y de humus, que significa suelo,
tierra. De estos dos vocablos podemos inferir cómo obtener la virtud de la humildad: abajándonos hasta
el suelo. En ese abajarse reconocemos que nada somos y nada tenemos que no venga de Dios. Lo único
que tenemos de nosotros mismos es el pecado y nuestra nada. Humildad es decirle a Dios: Tú eres Todo
y yo soy nada. Y, de verdad, creerlo.

La persona humilde no está deseando la fama o el reconocimiento desesperadamente y pasando o


humillando a las demás personas. Más bien el humilde lo que quiere es reconocer cada vez más su
dependencia total de Dios: Nada somos ante Dios.

La persona humilde es la que sabe reconocer sus aspectos positivos, disfruta de sus logros y éxitos; pero
también reconoce que tiene fallas y errores y que necesita de los demás para ser mejor.

2. AVARICIA
ES la inclinación o deseo desordenado de conseguir placeres o posesiones materiales. Está prohibido por
el noveno y décimo mandamiento. (Catecismo de la Iglesia Católica #2514, 2534).

Este pecado consiste en tener como máxima prioridad en la vida el conseguir más y más dinero,
propiedades y todo tipo de cosas y guardarlas únicamente para uno mismo.

La avaricia es un deseo enfermizo de tener cualquier cosa, no sólo de dinero. El avaro, por lo general,
también es egoísta, por lo que se niega a ayudar en las necesidades del prójimo: no le gusta compartir y
no practica la solidaridad.

La avaricia es muy frecuente en nuestros días, pero sucede que está tan a la vista, que no se nota, pues
nos parece de lo más natural. Una variante de la avaricia es la TACAÑERÍA, es decir, no querer gastar aún
para lo necesario e indispensable para vivir o trabajar.

CONTRA LA AVARICIA VIVIMOS LA PRUDENCIA Y LA GENEROSIDAD

a) LA PRUDENCIA: En la vida hay que ser prudentes y previsivos con respecto de los bienes
materiales; por ejemplo, tener ahorros para cuando se presente alguna enfermedad o algún
gasto imprevisto. La prudencia nos lleva a buscar tener lo suficiente para llevar una vida sin
excesos (no tener de más, pero tampoco que nos falte lo necesario). En cambio, la avaricia nos
lleva a buscar tener demasiado y, en esa actitud puede llegar hasta el robo para obtener el
exceso de bienes que uno desea. Así por ejemplo podríamos considerar avaricia el querer tener
otro teléfono costoso cuando el que tenemos aún funciona perfectamente bien para lo que lo
ocupamos.
b) LA GENEROSIDAD: Para luchar contra la avaricia lo primero que se requiere es la templanza en el
uso de los bienes materiales, es decir, el evitar el exceso y el lujo, controlar cantidad y calidad de

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los bienes que adquiramos. La generosidad es la virtud que nos dispone a compartir con los
demás, no solamente bienes materiales, sino también de nuestro tiempo, talento y la propia vida
para cumplir la voluntad de Dios, sin esperar nada a cambio en este mundo.

3. ENVIDIA
Puede presentarse de varias maneras:

a) LA COMPARACIÓN: La envidia comienza cuando comenzamos a compararnos con los demás en


lo que somos y tenemos.
b) LOS CELOS: Sentir celos de lo que los demás tienen o han logrado y que yo no lo tengo ni lo soy.
Sentirme mal cuando tienen éxitos y alegrarme cuando les va mal.
c) LA CODICIA: Consiste en desear lo que los demás tienen y que los demás no tengan lo que yo si
tengo. Generalmente siempre está acompañada por la avaricia.
La envidia es un pecado muy escondido: casi nunca la persona envidiosa habla de estos sentimientos y
pocas veces se manifiestan abiertamente. Por eso es difícil detectar la envidia. La envidia forma parte de
los malos pensamientos, que las personas suelen pensar que son sólo de lujuria.

Otro problema para detectarla es porque el envidioso se siente con derecho a serlo: pareciera un
sentimiento natural, necesario, y no suele verse como pecado.

Sólo si la envidia se materializa haciendo daño al otro pueda que el envidioso se dé cuenta. Pero pudiera
ser puesta en evidencia la envidia cuando buscamos criticar y hasta calumniar al otro para disminuirlo
ante los demás.

CONTRA LA ENVIDIA VIVIMOS LA CARIDAD

La Caridad, generalmente, suele entenderse como un acto o sentimiento para ayudar al prójimo. Pero lo
que la caridad es en verdad una Virtud Teologal por la que la persona puede amar a Dios sobre todas las
cosas y, por esta razón, con ese mismo amor amar a las personas. prójimo con ese Amor con que Dios le
ama y con que la persona ama a Dios.

La caridad también puede significar un acto de entrega al bien de todas las personas.

Así pues, la caridad, vista como opuesta a la envidia consiste en desear siempre el bien del otro y
alegrarse por esto. Este deseo o búsqueda del bien del otro puede llegar a nivel heroico cuando se
procura el bien del otro, antes o por encima del bien propio, a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo que
se entregó a la muerte en cruz por nuestra salvación.

4. IRA
La ira es el sentido emocional de desagrado y, generalmente, antagonismo, suscitado por un daño real o
aparente. Es una reacción de irritación y rabia causada por la indignación de sentir que se ha atentado

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contra lo que creemos merecer. También puede producirse por la frustración de no alcanzar algún
objetivo o necesidad.

La ira es un estado emocional que varía en intensidad, yendo de la irritación leve a la furia intensa y tiene
muchas manifestaciones:

a) MAL HUMOR E INCOMODIDAD: Generalmente esto sucede cuando estamos en un lugar,


situación o con personas que nos desagradan o cuando debemos hacer algo que no queremos.
b) MAL TRATO O MALA EDUCACIÓN: Se refiere a cómo tratamos a las personas cuando éstas nos
han molestado o hecho algo que no nos ha gustado.
c) BERRINCHE Y ENOJO: Es la molestia con alguien o por algo. Por lo general se expresa con gritos,
insultos o actitudes que lastiman o agreden a los demás.
d) VIOLENCIA: Son actitudes y acciones que buscan dañar física, mental o anímicamente a los
demás.
CONTRA LA IRA VIVIMOS LA HUMILDAD, LA MANSEDUMBRE Y LA PACIENCIA

La terapia para la ira la da el Señor en Mt. 11, 29: “Aprendan de Mí que soy manso y humilde de
corazón”. Y para aprender del Señor hay que estarse a sus pies en oración, para que Él vaya haciéndonos
semejantes a Él en esa mansedumbre y humildad que requerimos.

a) LA HUMILDAD: Para controlar la ira hay que crecer mucho primeramente en humildad (ya la
estudiamos cuando vimos el pecado de la soberbia u orgullo). Esto nos ayuda a ir aceptando
mejor las dificultades de la vida, las diferencias con las personas y la aceptación de nuestras
propias fallas de las fallas de los demás.
b) LA MANSEDUMBRE: Es la que comúnmente conocemos por FORTALEZA DE CARÁCTER. Mediante
esta virtud la persona es capaz de dominar sus instintos e impulsos para actuar de una manera
más consciente y adecuada a la situación y a las personas con las que se encuentra. Pongamos
por ejemplo la reacción de nuestro Señor Jesucristo al recibir una bofetada por parte del soldado
(Jn 18, 22-23):
Apenas dijo esto, uno de los guardias que allí estaba, dio una bofetada a Jesús,
diciendo: «¿Así contestas al Sumo Sacerdote?» Jesús le respondió: «Si he
hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me
pegas?».
La mansedumbre no consiste en ser dejado, sino en elegir la manera de cómo actuar sin dejarnos
llevar por nuestras emociones.
c) PACIENCIA: Nos ayuda a controlar los arrebatos de cólera, al poder soportar con serenidad los
momentos que pueden encender la ira. La paciencia nace de nuestra comprensión de las
personas y de las situaciones, ya que al entender podemos tolerar. Si no somos capaces de
comprender nunca podremos ser pacientes.
La mansedumbre y la paciencia son Frutos del Espíritu (Gal 5, 22). ¿Cómo tener esos frutos? Son regalos
que el Espíritu Santo nos da mediante la práctica constante de las virtudes y la oración frecuente y
perseverante. Es como un tratamiento de antibióticos: requieren tiempo para comenzar a actuar y
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tiempo adicional para que su acción perdure: A medida que la conformidad se va asentando en el
corazón, a través de la oración y del auto-control, la persona puede ir frenando los movimientos de
cólera.

(Papa Francisco, 16-Abril-2015): "Si tú reaccionas en el momento de la furia, seguramente serás injusto.
Serás injusto. Y también te hará mal a ti mismo. Éste es un consejo: el tiempo, el tiempo en el momento
de la tentación".

Hablando de los resentimientos, aseguró que si lo alimentamos es inevitable que se estalle “en el insulto,
en la guerra” y “con estos malos sentimientos contra los demás, luchamos contra Dios”, mientras “Dios
ama a los demás, ama la armonía, ama el amor, ama el diálogo, ama caminar juntos”.

También “a mí me sucede”, admitió el Santo Padre. “Cuando una cosa no gusta, el primer sentimiento no
es de Dios, es malo, siempre”. “Detengámonos en cambio y demos espacio al Espíritu Santo”, para que
“nos haga llegar a lo justo, a la paz”.

5. LUJURIA
La lujuria es el goce del placer sexual en forma desordenada. Los deseos y actos son desordenados
cuando no se conforman al propósito para el cual Dios los creó.

En el caso de la sexualidad, Dios nos la dio para propiciar el amor mutuo entre los esposos unidos en
matrimonio cristiano y para favorecer la procreación.

Así que, cuando la búsqueda de placer está separada de la procreación y/o de la unión amorosa entre un
hombre y una mujer que estén unidos en matrimonio cristiano, se está cayendo en el pecado capital de
lujuria. Y, como todo pecado capital, la lujuria origina otros pecados:

d) LA FORNICACIÓN: Tener relaciones sexuales antes de casarse, cuando aún son solteros.
e) EL ADULTERIO: Una vez que se han casado tener relaciones sexuales con quien no es su esposo o
esposa.
f) LA MASTURBACIÓN: Ocasionarse placer sexual a uno mismo.
g) LOS ACTOS HOMOSEXUALES: Se llaman así ya que propiamente no son relaciones sexuales. El
acto homosexual es un pecado ya que atenta contra la naturaleza sexual con la que Dios nos ha
creado. Queremos aclarar que en la Iglesia no se condena a la persona, sino a la acción.
h) LA PORNOGRAFÍA: Consiste en causar o motivar el placer sexual mediante la observación de
personas teniendo relaciones sexuales o mostrando provocativamente sus cuerpos.
i) LA PEDERASTIA: Tener relaciones sexuales o buscar la excitación sexual con infantes.
j) LA VIOLACIÓN: Forzar, por cualquier medio o método, a la otra persona a tener relaciones
sexuales. En ocasiones hasta dentro del matrimonio se puede dar la violación.
k) LA PROSTITUCIÓN: Consiste en vender su tiempo y su cuerpo para que otro obtenga placer
sexual.
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(Ver Catecismo de la Iglesia Católica #2351 a 2359)

Un ejemplo puede servirnos para entender el mal uso que puede dársele a algo que Dios nos ha dado.
Dios nos dio los dientes para morder, rasgar y masticar los alimentos. Pero si un agresivo decide usarlo
para maltratar a los demás mordiéndolos, está cambiando la finalidad de una cosa buena para hacer algo
malo que termina por desvirtuar el fin para el que fue hecho.

PARA RESISTIR A LA LUJURIA NOS ESFORZAMOS POR VIVIR LA CASTIDAD

La castidad es la virtud que gobierna y modera el deseo del placer sexual según los principios de la fe y la
razón.

La castidad no es una negación de la sexualidad. Por la castidad la persona adquiere dominio de su


sexualidad. Por ese dominio, la persona es capaz de integrar la sexualidad en una sana personalidad, en
la que la persona usa su sexualidad para el propósito para el cual Dios nos la dio.

Algunas razones para defender la castidad:

1. La castidad purifica el amor humano y lo eleva a las alturas de Dios


2. Es la mejor manera de preparase para el Matrimonio. Desde la castidad se puede comprender y
practicar mejor el amor conyugal, ya que la vida matrimonial no se debe fundar solamente en el
sexo.
3. La castidad estimula a la persona para ir superando el egoísmo y la capacita para el sacrificio.
Ambas cosas indispensables para las buenas relaciones conyugales.
4. La castidad es una virtud indispensable para poder cumplir con la exigencia de la fidelidad
conyugal.
5. El amor conyugal les va a exigir entrega, generosidad y sacrificio, y al practicar la castidad, se
llega al Matrimonio con un buen entrenamiento.
6. Además, el mejor regalo que pueden darse unos esposos es el de un cuerpo y un alma íntegros y
limpios en todo sentido.
Para lograr la castidad debemos siempre estar vigilantes de nuestros pensamientos e imaginación, de los
lugares y personas que frecuentamos y de tener una vida plena, que no se centre y vea al sexo como una
necesidad de primer orden.

Además, hay que orar constantemente a Dios para que fortalezca nuestra alma y purifique nuestros
cuerpos con la participación asidua de los sacramentos, sobre todo de la eucaristía y la reconciliación.

6. GULA
La gula es el deseo desordenado por el placer conectado con la comida o la bebida. También está ligado
al consumo de drogas, alcohol o cualquier otra cosa que, al introducirlo en cantidades indebidas, pueda
dañar nuestro cuerpo.

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Este deseo puede ser pecaminoso de varias formas:

a) CAER EN EL EXCESO: Comer o beber en exceso más de lo que el cuerpo necesita.


b) VICIOS Y ADICCIONES: Fomentar el gusto por cierta clase de comida, bebida, sustancias y
medicamentos a sabiendas que hacen daño a la salud.
c) ALCOHOLISMO: El pecado de embriaguez consiste en consumir bebidas alcohólicas hasta el
punto de perder el control total de la razón. No es pecado tomar en dosis tolerables: una, dos o
tres cervezas o alguna copa de cualquier bebida que nos guste, pero nunca llegar a perder la
razón de lo que hacemos o decimos porque ya bebimos de más.
d) CAUSARNOS UN DAÑO POR CUALQUIER COSA QUE PODAMOS BEBER O INGERIR: El consumo de
drogas de cualquier clase y en cualquier cantidad o de cualquier otra sustancia que nos cause
daño y dependencia es algo que siempre debemos evitar.
CONTRA EL PECADO DE GULA VIVIMOS LA VIRTUD DE LA TEMPLANZA

La Templanza incluye la moderación y sobriedad en el comer y el beber, conduce a evitar toda clase de
exceso: el abuso de la comida, del alcohol y del tabaco.

Esta virtud tiene mucho que ver con el autoconocimiento y el autocontrol de nosotros mismos. La
práctica de la disciplina en nuestra y el cultivo de buenos hábitos nos ayudará en el desarrollo de la
templanza.

7. PEREZA
La pereza es el desgano culpable en el cumplimiento de las obligaciones, en el trabajo y en el estudio.
Este pecado incluye la ociosidad, que –como dice el dicho- es la madre de todos los vicios. Incluye la
postergación culposa: dejar para mañana lo que se puede hacer hoy.

Se considera pereza espiritual cuando es la falta de interés en los bienes espirituales y el desgano para
responder a las gracias divinas.

CONTRA EL PECADO DE PEREZA CULTIVAMOS LA VIRTUD DE LA DILIGENCIA

Diligencia es interés, responsabilidad, cuidado, eficiencia y también prontitud en el cumplimiento de


nuestro deber y nuestras obligaciones. También significa ánimo para hacer el bien.

Para llegar a ser diligentes debemos empezar a cultivar la disciplina en nuestras vidas, los buenos hábitos
y la prontitud en hacer nuestras actividades diarias.

Resumido de https://es.catholic.net/op/articulos/57918/cat/31/los-pecados-capitales-las-virtudes-y-
medios-para-vencerlos.html#modal

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