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Copyright 19t8. Cultúrel Cuzco S.A.
.k. de la Un¡óo 28Á, Of . 51 - LIMAf ERU
lmpro3o en el Perú.- Pr¡nted ¡n Perú.
MANUEL DE LA PUENTE Y LAVALLE
ESTITDTOS
SOBRE EL
COIYTRATO PRIVADO
') Se ha considerado de particúlar interes reurr¡r a lá doctina como fueñt€ del Der€cho posit¡v-
por cuaóto¡ sisu¡endo las sabias enseñanzas de SAVIGNY y PUCHTA, ¡unto al Oercho con'
5uetud¡nar¡o V al Oerecho legál ex¡ste una tercerá fueñte del Oerecho representa.lá po¡ las acti-
v¡dád de los ¡ur¡stás, a quienB compete pa.ti.ipar tamb¡én eñ la tarea dé la elaboraión del
Ddeho, que há dado lugar al llamado "Oer*ho de los jur¡5t6" o "Dereho c¡eñtíf¡co" (He¡-
ñut COING, "Fund6mentos de FilosoÍia del Derecho". Barcelona, 1976. pás- 2391-
Es de iñreres poner de manifiesto que la L€y de Bas6 del Cód¡go c¡vil 6páñol perm¡tia y
ácoñsejaba "\¡til¡zar las enseñanzas de la docl.ina en la so¡ució¡ de las duda6 suscitadas en lá
práct¡cá" y "ateñder a alguñas ñeesidádes solucioñes que tengú un fundameñto
c¡entífico o ún precedente autor¡zado en las leg¡slaciones propiás o extrañás, y obten¡do ya
común aseñr¡m¡ento entre nu6tros jur¡sconsu,tos, o que r6u¡ten bastánte ¡ust¡ficádas eñ vista
de expos¡c¡on6 de pr¡ncipio o de método
Estudios sobre el Contrato Privado
SECCION PRIMERA
CUESTIONES DE SISTEMATICA
CUESTIONES DE SISTEMATICA
CAPITULO I
ORIENTACION DE LA CODIFICACION.-
El Cód¡go de obl¡gaciooe. lue proñulgdo por 16 L6y tederál d€ 30 de marzo de 191l, hab¡éñ-
dose r€visádo lo. T¡rúlos 24 .33 po. L€y de 18 de d¡c¡e.ñb.€ ds 1936. Erie Código h6 pasádo
¿ scrla quiñtá parte del total Có.l¡go c'vil ru12o-
ganan al ser unificados; de otra pafte, que ex¡ste una serie de.contratos
7os mas corrientes: venta,transporte, §garos, contrato de edición' etc-,
cuya naturaleza civil o comercial no está def¡nida; o más bien, que son
civiles y comercial*, y, algunas v*es, al mismo tiempo, civiles y co-
merciales. lCabría entonces que se elaborasen para cada uno de ellos
dos series de textos?
Admitiendo gue se reglamentara al misño tiempo el der*ho civil
y el comercial, hay gue d*¡dir, pu6to que es sólo en el dominio de las
obligaiones gue las dos materias se unen o ¡untan, si se desprenderán
del código civil las disposicionx consagradas a las obligrciones, lo gue
conduce a promulgar un cód¡go de obligxiones, o si se consignará un
libro de obligxion* luego de las disposiciones especiales del derrcho
civil, lo gue conducirá a promulgar un código de derecho privado. Las
dos Comisiones francesas de Reforma del código c¡vil y del c6digo de
comercio se han inclinado por este último sistema".
(Los trúá¡os ds lá Com¡s¡ón refo.m¿dor6 dsl Código civ¡l ,ranc6 hrñ dejá.to d€ publ¡-
carse delde 1952).
CAPITULO II
Este Ema da lugar a una seria rned¡tac¡ón, pues el carácter que debe
tener un Código, especialmente un Código civil, depende esencialmene del
rol que cada uno de ncotros considera que debe desempeñar ese Código.
Algunc cuestionamientc surgen sobre el particular.
A) Ouienes utilizan el Código.-
En pirrner lugar, Ldebe el Código ser accesible sólo a lc jueces y abo-
gados, e incomprensible o, al rnen6, difícil de entender para lc profanc
en el Derecho?
A prirnera lectura, parecería que Henri MAZEAUD (81 (**) se inclina
por dar una respuesta afirmativa a esta pregunta. Sin embargo, analizando
su afirmacion dentro del cmtexto gBneral de la c¡ta que figura a ¡ie de pági-
na, puede observarse que la idea del tratadista francés tiende má bien a
explicar que el Código civil debe tener un plan tal que permita a quienes lo
cmsultan ubicar con facilidad 16 temas tratadc en é1.
Es LATOURNERIE (9), miembro, al igual que MAZEAUD, de la Ce
misión reformadora del Código civil francés, quien con su eleganb elocuen-
Eñ ra M€ñor¡a crel or- Albérto D'ANGELO GEREDA, Pr€.¡d€nt€ del cont.lo N.cion.l d€
Justici¿, (1975 - 1976), .€ i.dk. qu€ l! ComB¡ón Rsforrñádo.á d6l CócligD d. Comércio s hr
¡ncl¡nádo por la modern. t.ndenciá un¡l¡cador. d€l Dorecho privldq pára qu€ c¡.rtos contr.-
ios espÉ¡.16. como el da compravsnt., permula márcanlil, p7é.!!rnos msrc.ñt¡16§, pr.ñd.
ñ4áñril,6tc., s€an rr.!!do. de man.6 lñtegral por si Caigo ciuil.
Bot¡r¡árd0.6 . l. neá.id6d de f¡¡ar un pl.n deta!lsdo .ñtés dé ¡n¡c¡!r la codilic.ción, dic. MA
ZEAUo lo ri$¡¡ents;
cia pone de manif¡esto que el Código debe ser una obra eminenternente
práctica, por estar dest¡nado al público (").
Entre ncotros, Manuel Augusto OLAECHEA (101, dando respuesta a
las observaciones formuladas por Pedro M. OLIVEIRA a la Ponencia sobre
Act6 Jurídico presentada por OLAECHEA a la cons¡deración de la Comi-
sión Reformadora del Código civil peruano, afirma que "hay, sin duda, le-
yes que enseñan y ésta (el Código) puede considerarse en ese núrnero".
Comparto plenarnene las opiniones de LATOURNERIE y de OLAE-
CHEA. Considero que debe abandonarse la idea de que el Código civilsólo
debe estar al alcance de 16 peritc en Derecho y que, por el contrar¡o, debe
bnderse a hacer del Código un ¡nstrurnento claro y sencillo, que permita
a cjalqu¡er persona consultarlo y entenderlo.
Lc hombres pract¡camG a cada monEnto acto6 jurfd¡cc, tanto en la
vida familiar q¡anto en la cívica y la profesional. En la ncdida que un Cód¡-
go c¡vil n6 brinde respueta a nuestros cuestionamientG cuando dudamos
sobre cómo pr(rceder, será un buen Código.
Si se hace del Codigo una reco¡ilación de conceptG abstrusoc, s¡ se le
redacta con palabras ¡nnecesariamente técnicas, o si, en la necesidad de
usarla para la precisión de loe conceptc, no se recurre, con prudente medi-
da, a la definiciones, nG veremos privadc de lo que realnrnte neces¡ta-
mG: una gu ía para arreglar nuestras cmductas a las exigencias del Derccho
(**)
Se ha dicho {11} que el Código no tiene que estar al servicio de finali-
dades didácücas.. Dalmacio VELEZ SARSFIELD (12), por su parte, af¡rma
que "la ley nada üene de común con un tratado científico de derecho". Re-
sulta extraño que el autor del Código civil argent¡no, obra que si de algo pe-
ca es de una excesiva minuciosidad en la definición y explicación de la ma-
yoría de sus preceptos, se haya expresado así,
1') Exponiondo . la Comir¡óñ réforñador. !u plar¡t€am¡€ñto, r6p€c¡o al 6tilo qu€ debe pr¡ñlr
p.r.la el.bor-ióñ d.l Código t..nc¿s, LATOUBNEB¡E se dpr€s¿ ásl:
"Si, en un cierto moñento, algunos de nosotros han podido te-
mer que se ha guerido incurrir en un abuso de absttación, que se ha
querido imprimir a este Cfuigo un car*ter demaiado teóriéo, de lo
que, yo estoy persuad¡do, ninguno de noEotros ha tenido jamás ate
pensaniento, yo creo que e§ta aprehensión está descaftada. La teoría
tiene su lugar en otra parte distinta al Código, ella lo encuentra en la
F*ultd. Un Código de der*ho no debe sér una obra teórica, es una
obra eminentemente pr*tica; está destinada al públ¡co, está d$tinada
(") v¿re, por eis6plo, €l árt¡culo 137o del Código c¡vil, qué dico á3i:
Estudios sobre el Contrato Privado 27
Un! red*c¡óñ cúid.do!. y, €n lo p6¡b16, uná clá.. r.lerenc¡! , los efecto. de lá áe¡cción y á
l! ñarur.l.z. d€l sn..ñ¡ento, h¡brír p€rm¡iido. no 3o¡o .lo. lsnádor, riño trnb¡iin . lo. l€qo5 en
O€r€cho, !nt6d.r l. rrzón da r.t de €.ta r.gla.
28 Cuestiones de Sistemática
(') Mlnu.l aúil¡sto OLAECHÉ4, quien tuvo a s cargo l. r.d-ción d.l L¡bro d.l.s Obl¡g&ior¡€.
d.l anr€proy€cto d.t cód¡oo civ¡l dafin¡ó en .l ..riculo lo de la Sscc¡óñ Pr¡nr.r¿, d6rlñ¡d. .
lo¡ Actos Jurídicot. €l concopto de eto jurid¡co .ñ l. s¡gu¡snle torma:
Esudios sobrc el Contrato Privado 29
El hecho de que €.ros artículos coñi.ñi.ñ def¡n¡c¡oñei no pá5ó de.apsrc¡b¡do .la Co-
mirión al mom€nto dé 6probá.!os, pu6 OLAECHEA, al rBpoñder á l- ob*rvác¡on.6 pr€sen-
tá.13. po. OLIV El BA .la Poñenciá sobre Aclos Jurid¡cos 116), mán¡fe.tó lo s¡güi6ñr6.
más moderno que é1. El Código civil italiano de 1942 {fl, el Código civil
venezolano del mismo año, el Código civil checclovaco de 195O, el Código
civil etíope de 1960, el Código civil portugués de 1966 y el proyecto de Có-
digo civil holanclés cont¡enen definiciones de las relaciones jurídicas norma-
das por ellos.
Considero que el sistema de estos últ¡mc Códigos es el correcto.
En efecto, si se desea que el Código civil esté al alcance y pueda ser en-
tendido por lc ciudadanos, es ¡nd¡spensable consignar definiciones, pues es
la única forma como se ptrede conocer exactamente el sent¡do de cada insti-
tuc¡on.
Es má, eliminar las definiciones para estar a lo que la doctr¡na estime
respecto a la naturaleza de cada ¡nst¡tucion, const¡tuye, en mi opinión, un
grave error.
Todos lc estudiG6 del Derecho comprueban la constante evolución
de esta disc¡pl¡na, de tal manera que conceptos que pudieron ser unánirne-
rnente aceptadG en el siglo pasado y aún en la prirnera m¡tad del presente,
son cuest¡onados hoy día y, aún más, muchc de ellc considerados tam-
bién unánimernente como caduc6.
Tornemos como ejemplo el cmcepto de contrato. Primero se conside-
ró que era el acuerdo de voluntades destinado a crear relac¡ones jurídicas;
después se estimó que tal acuerdo no sólo estaba desünado a crear relacio-
nes ¡uríd¡c6 s¡no también a regularlc y extinguirl6; pGter¡ormente se con-
ceptuó que las relacimes jurídica materia del contrato debían tener carác-
ter patr¡mm¡al; y f¡nalrnente juzgan actualmente algunG autores que tales
relaciones deben obedecer a antereses opuestos, esto es obligar a uno de loo
contratantes frene al otro o a ambc recíprocamenE entre sí.
¿Cuál fue lá .azóñ .le €.ra. suprÉioñer? ¿Po. qué cámbia.o¡ dé opin¡óñ SOLF v MU-
BO y OLAECHEA. sobre todo el .egundo que haóía d€leñdido tan dec¡.|¡da.¡€nte la nec6¡,
dad óa €.a del¡n¡cioñGs? No ia r6t €.
Fede.ico PUIG PEÑA (19) conduye su comentar¡o y crít¡cá del Cód¡go civir ¡tátiáno de 1942
coñ las.igu¡ent6 fr.6e6:
Sob.€.1 mirno t6ñ., MESSINEO ¡ndk. qu6 6n el stículo !32'l d.l Códiso civil it+
l¡á¡o no pu€d. p.€.c¡ndir de dof¡n¡r ol co¡lrsto Y dá la réferúc¡! qu. tllí r€ h.cé á l.r .ol¡-
'€
cion6 iurídic6 pdr¡ñor¡álE, ys que !¡ tá hrrb¡.r! pr6c¡ñd¡do dé 6llo podrír p6ñ.!rse que l¿s
ñorma. sobrs €l contr¿to .e .pl¡c6ñ tñb¡éo . l!. ..lrci0ñ6 jurídic.. ño-prtrimonialer.
32 Cuestiones de S istemát¡ca
Luis ECHECOPAR GARCIA (231 (*) plantea como primer punro que
sugiere debe cmtemplaRe en una ley de enm¡enda del Libro Tercero del
Código civil de 1936, el siguiente:
- "1o.- lntroducción de todas las definiciones e*ncial* para la
debida apr*i*iónde las ¡nstituc¡ones".
' -En nuestro concepto más vate definir con una l¡mitada ¡mperfe.
ción que no definir, deiando todo a la duda o al capricho".
Me identifico plenanren@ cori este planeamiento, aplicándolo al Libro
Ouinto del mismo Código.
CAPITULO III
Las actas de la Comisión Reformadora del que fue deipués Código ci-
vil de 1936 ponen de manifiesto que, en materia de Derecho de las obliga-
ciones, hubo dc posiciones dist¡ntas y, en muchc caso§, opuestas entre sí.
"En un país como el Perú donde existe una pobbión tan alejada
de los centros de cultura jurídica y donde la ñasa tiene un nivel de
educación mucha veces elemental, no ha debido pre*indine de las
definiciones, cono se h*e írnicamente en sistemas de excesiva ttrnici-
dad admisibles por excepción en ñedios de extraotdinaria cultura no
sólo jurtdica sino también general.
D¿da su ¡¡nparci.lidad, rs.ultá iñ¡er€sant€ l. op¡n¡ón d€ F€derico PUIG PEñA (29) iob.6 él
Códiso civil lrtnc¿!:
(...) Ou¡zá lá 5int6si. más rel¡z re.p€cro a las caracreristicas d€ los Cód¡sos rráncés y
almá¡, ls háce Arturo vALENCIA ZEA (32) comeñta^do este último Códiso
Si se desea que el Código civil sea una obra que contenga todas las norm6
que deben reg¡r l06 actc y s¡tuac¡ones c¡viles, que respete la dignidad huma-
na a la vez que reconozca loo deberes del hombre ante la soc¡edad (*), debe
ser planeado para servir a tales prop6¡tos, estud¡ándose con detenim¡ento
cuáles son 16 ¡ntereses que conviene proteger y las eventualidades que es
deseable prever. Si se busca que ese Código sea también una obra dest¡nada
a ser conocida y entendida por lc ciudadanc, debe ser redactado en forma
tal que cumpla tal f¡nal¡dad. siendo el orden y la claridad loe factores que
fundarnentalmenE han de tomarse en cmsideración. LOPEZ de ZAVALIA
(34) hace una ¡neresanE relacion de lc diferentes rnetodo utilizadc por
los Códigoe m& conocidos, como el franés, el español, elsuizo, el alemán,
el brasileño, el portugués y el argentino.
Debe tener un s¡sEma en cuanto la distintas ¡nst¡tuciones conviene
que n en el orden I oo rco o ue les corresoon de seqún su naturale-
za. Si se pretende que el Código responda a un plan org¡án¡co, en el cual la
sucesión de los temas guarde armon ía con la secuencia de lc principic, de-
ben d¡stribu¡rse las materias en forma tal que el plan general responda a un
( ', Allredo COLMO (36 ) ref ir¡énd6€ á la ¡ócnic. lsg¡.|.i¡v., d ¡ca lo ¡¡g¡r ieñte
"Hay que notar que el contrato es el acto jurídico tipo, que , aún
deiando de lado el campo del derxho público, los actos jurídicos
(contrato, testamento, reconocimiento de hiios naturales, matrimonio,
etc.), son tan distintos los unos de los otros que no se podría redactar
útilmente ninguna regla general; que es normal tratar de las promesas
unilaterales a propósito de los contratos; que es peligroso edificar una
teoría general del acto jurídico ante la imposibilidad en que nos en-
contramos de enumerar todos los actos jurídicos; que, en fin, no hay
que obligar a los profesionales o pract¡cantes de Derecho, a consultar
en cada acto jurídico las disposiciones generales y las disposiciones
part¡culares de cada acto"-
('.) No se deró de reonocer la d¡r¡cu¡tád que entrañaba para el cod¡f¡cador francés lá eiaboracióñ
de la teoríá señeral de¡ eto juríd¡co- Soñ s¡qn¡f¡cátiva. las pálabras de LATOUBNERIE (4O)
sobre el part¡cular:
"Creo, en efecto, que es difícil hacer una teoría del acto jurídico;
nos encontramos frente a una materia nueva; pero se trata precisamen-
te de saber si la novedad de la cuest¡ón y si la dificultad de la cuestión
debe impedirnos entrar en el examen del asunto, o si debemos com-
proñeter nuestro honor para resolver esta dificultad- Esta es la ambi
ción que yo tengo. Yo tengo para mi país la ambición de que si hay
una aventura a correr -y yo creo, por lo demás, que esta aventura no
es tan grave, que ella no es, sobre todo, tan peligrosa a condición de
que se les preste todo el esmero y toda la buena voluntad- ella debe
ser corrida, rodeada de todas las garantías. La prudencia es una virtud
francesa, pero no la mediocridad".
1l El texto de l¿ parte pert¡nhte del actá de la Com¡sióñ reformadorá del Caigocivil franc6,
6 el sigu¡entei
ria de lc actos jurídicc al frente del Libro de las Obligaciones, siendo así
que, dentro del plan general del Código, éste es el Ouinto y últ¡mo Libro
del mismo?
Si sabemc que el matrimonio. la adopcion y el reconocim¡ento de
hijo, que están ubicadc en el Libro Segundo del Código, son act6 ¡uríd¡-
cc; si igualrnen@ conocemG que la aceptacion o renuncia de la herencia y
el testamento, situad6 en el Libro Tercero del Código, son también acto§
jurídicoe ; si aimismo estamcs ¡nformados que la const¡tuc¡ón de derechc
reales de garantía, legislado en el Libro Cuarto del Código, son del mismo
modo actos jurídicoe. Zpor qué no situar la pane general de 106 actG ¡uri
dico antes, no sólo del Libro Ouinto, sino también de lc otrc tres citado6
L¡bro6 del Codigo?
Es cierto que el Código civil argentino, que sirivió de fuente para mu-
chas de las dispoiciones sobre los actc jurídicos. coloca la Sección referen-
te a 106 actos jurídicc que producen obligaciones inmediatamente an@s de
la Sección que trata de las obligaciones que na@n de loe contrato, pero lo
hace en el Libro Segundo de dicho Código, que prccede al Libro Tercero
que trata de los Derecho reales y el L¡bro Cuarto que se ocupa de la trans-
misión de lc derecho por muerte y de las dispciciones comunes a 16 de-
rechc reales y personales.
Es sabido que el Código civil argentino ha sido añersamente criücado
por haber omitido cmsignar la teoría del acto jurídico después de la rela-
c¡ones de familia y de las obligaciones en general, así como de las obligacio-
nes con relación a su objeto y con relacion a las persmas (').
El codificador peruano reconoce que también el Código civil brasile-
ño ha cmstitu ído una fuente en lo relativo a lc act6 jurídicc, ¿por qué,
entonces, se apartó totalrnente del ejemplo de. este código que ubica el u-
bro de lc Hechc JurÍd¡cG al principio de la obra, inncdiatarnente después
('l Comentañdo el ñátodo .doptádo por el Códiso c¡vil árgeñt¡no, dlcé MOLMENTI (¿¡4) lo 3i
BIBLIOGRAFIA:
pá9. 87.
(33) GARCIA AMIGO. Manuel, "La cesión de contratos en el Derecho es-
paño|", Madrid, 1963, pá9. l.
(34) LOPEZ de ZAVALIA, Femando J., "Teoría General de los contrato6';
Buenos Aires, 1971, pá9. 34.
(3s) "Expcición de Motivc de la Comisión Redactora de la Reforma del
Código Civil argentino", Edicion del Código Civil de la República Ar-
gent¡na al cuidado de Luis Alberto ESTIVILL, Buenos Aires, 1975,
pá9. 1O27.
(36) COLMO, Alfredo, "Técnica legislaüva del Código civil argentino",
AbeledePerrot, Buenos Aires, pá9. 194.
(37) MAZEAUD, Henri, op. c¡t., pá9. 1 l.
(38) Loc. c¡t.
(39) "Travaux de la Comision de Reforme du Code Civil", Année 19¿16 -
1947 , París, pág- 242.
(40) lBlDEM, pág.249.
(41 Cita de Mar¡o A. MOLMENTI, op. c¡1., pá9.853.
)
EL CONTRATO PRIVADO
EL CONTRATO PRIVADO
(') PLANtoL y RIPERT (1) de§cr¡Den .sí la a€tuál dlforenc¡¡ ent.e él contr¡lo d€l D€r.cho prl+
do y el de Der¿cho pübllco:
Sobre el rñirrno iema. PLANIOL y FtIPERT (4), despu& de coñentar las restr¡cc¡oñas impuB
ts á l¿ libertád conr.áciua¡, d¡csñ lo 3igu¡Mte:
entre los tres estados (nobleza, iglesia y estado llano). Se otorgó a la volun-
tad el rol de fuente de todc los derechc, ya que, tal como indican los MA-
ZEAUD (13), el individuo no estaba ligado sino por su voluntad. directa-
nEnte en el contrato, indirecta y tác¡tarnente cuando la obligacion está
¡mpuesta por la ley, por no ser ésta más que la expresión de la voluntad ge-
neral (* ).
Al influjo de esta filcof ía, el principio de la autonomía de la voluntad
alcanzó en el siglo XIX una amplitud ¡mpres¡onante, llegando hasta pensar-
se que constituye un dogma científico. No se puso ningún límite al poder
de la voluntad, dándee al contrato el mismo valor de la ley (**I.
Segun CASTRO y BRAVO, el nE rc til¡smo hizo variar el dogma de
la autonomía de la voluntad, pues, aunque se le continuó respetando, no se
le consideró ya como una expresion de respeto a la libeñad individual, sino
como un eficaz instrurnento para el desarrollo del comercio. La "comercia-
lizacion" del Derecho determinó que la seguridad del tráfico ocupara el pri-
mer lugar entre las consideraciones sobre h conducta humana en el campo
(') CASfAN(17)explicaen¡as¡guientoformálacr6c¡mte3u.t¡iuc¡ónd6ldogrñadelásoberanía
de la vo¡úntad iñdrvidu.l po, €l princ¡pio ¡ntervenc¡onistaj
La repesión de la 6ura.
La aplicacion de la noción del abuso del derecho en el campo de la
resporsabi lidad contractual.
La prefijacior del cmten¡do mínimo del cmtrato.
Es ¡nteresante anotar que fespecto de la rescisión del contrato por le-
sión alguno autores, como PLANIOL y RIPERT, CASTAN, ALESSAN-
DRl. PUIG PEÑA, SPOTA, opinan, coincidiendo así con MESSINEO, que
la acogida de este principio por la legislación const¡tuye una manifestación
de la tendenc¡a socializadora del Derecho, m¡entrG que otro6 tratad¡stas,
como CASTRO y BRAVO, consideran que cmst¡tuye una figura en deca-
dencia.
Si bien existen, además de las manifustaciones de carácter general que
se han rnen cionad o, otr6 que inciden parücularmente en determ¡nados t¡-
pG de contrato6, como la inaplicabilidad de las cláusulas que están destina-
das a eludir la depreciación monetaria, la fiiagion de precim obligatorio¡
pa ra déte rminados bienes o servitios, el seguro obl¡gatori o contra determ
nados riesgos, etc., no es el ugar, por re rtrse este tr JOa con pnva-
do en qeneral, de examinarlas al detalle.
La situacim expuesta es, a grandes rasgos, la que se observa actual-
mente en la problemát¡ca legislativa y jurisprudencial del cmtrato, caracte-
rizada, como se puede observar, por un ¡ntervencionismo del Estado en la
contratac¡on, que se ha considerado es s¡gno de lG tiempos (201, en virtud
del cual los ant¡guc alcances, c6¡ ¡limitado§, del principio de la autonomía
de la voluntad -tanto en su aspecto de la libertad contractual, como en el
de la l¡bertad de cofltratar- han sufrido serioe recortes encaminadc a com-
pletar la trad¡cional paridad jurídica de lG contratantes, caracterizada por
la igual proección legal que se concedía a cada uno de ellc para pactar
libremente el contrato, con una tutela espec¡al al contratanE débil, parti-
cularmente en el aspecto económico, que le ponga a salvo de las presiones
poicológicas del otro contratante, a lo cual se agrega, como enfoque general,
un espíritu de adeo-¡ación del cmtrato a 106 ¡nEreses de la comunidad, lo
que se ha llamado también el,"principio de la solidaridad" (*).
r.) Jaim. SANTOS aRlZ el) n6 dt él iigu¡.nto sifoqü. d€ l. situ*ión .c1¡r.l €n l. que * 6ñ
culntra sl coñt.alo:
Crít¡cas farrorable§.
Se invoca en apoyo del principio de la autonomía de la voluntad
que lo derecho jurídico son facultades que la ley ha puesto al servi-
cio de loe individuc para satisfacer sus necesidades, siempre que con
el ejercicio de tales facu ltades no se violen principic que la ley consi-
dera intangibles, como son el orden público y las buenas cotumbres.
En estas condiciones. se dice, estando todos los hombres. dentro de un
ordenamiento legal civilizado, en pie de igualdad jurídica, su voluntad
común no puede ser fuente de iniust¡c¡a (22).
Se agrega, en otro orden de ¡deas, queel desarrollo del cornercio
en la época moderna ha proporcimado al cmtrato un campo que nun-
ca antes había ten¡do, y que tal campo sólo puede ser exitooarnente
aprovechado mediante el libre elercicio de la autonomía de la volun-
tad.
Finalrnente, se aduce como argumento a favor del principio el
gue 16 contratantes, en el libre ejercicio de su voluntad como fuente
creadora de obligaciones, son conscienEs de dicha libertad y aprenden
a usarla en forma no sólo provechca, sino también, y fundamental-
mente, justa. Privar a los contratantes de la autonomía de su voluntad
Fl Solución al problema.-
La prohibición de pactar csrtra lc principios del orden público y las
buenas costumbres ha demctrado ser insuficien@ para impedir el abuso de
la libertad. La experiencia diaria demuestra que s¡n atacarse esc principio,
y aún existiendo igualdad iurídica, existe desigraldad contractual. La real¡-
dad de la vida, dice QLAECHEA (24), es m& lqere que la voluntad de la
ley, o o.¡al da lu a ue ésta no ueda anular las diferencias r tn-
ft ta de tan tan variados factores ex¡sten entre los contratantes.
SPOTA (25) hace una comparación muy ¡nteresante entre lc dc po-
tuladG de la autonomía de la voluntad, o sea la igualdad y la libertad luri
dbas, y los m¡smo6 conceptos en el campo econórn¡co, indicando que es ne-
cEsario aquilatar la particular relevancia que adquiere:
(') R ISOLIA d€..r¡be con br sisp¡sntB pálabra3 lo qué, ú su op¡nión, .ign¡ficá ré.petar l. liber-
Este poder de la l¡bertad para hacer el bien debe enEnderse no sólo re-
ferido a buscar el bien de los contratantes, sino el bien en un sentido mucho
más general, el bien de todos, el bien común. Por eso, tal como escriben loo
MAZEAUD (29). debe reconocerse un papel importane a la voluntad, y
cmsecuenternente a la l¡bertad, "pero tan sólo como un medio al servicio
del Dersho, como un instrumento del bien común, debiendo intervenir et
legislador para que el contrato se conforme con ese bien común". Es en esta
nueva proyeccion del buen concepto de la libertad, donde encuentra iustifi-
cación la segunda característica de la evolución del principio de la autono-
mía de la voluntad, o sea que la libertad está dest¡nada a alcanzar no sólo la
finalidad, en cierto modo egoísta, del bien de los contratantes, sino a lograr
también, med¡ante su adeo:ado eiercicio, una rneta más alta, cual es el bien
de la comunidad, lo que se explica en elconcepto de la "solidaridad social".
Contestando ya a la pregunta formulada, cabe decir que el contrato, si
bien debe tener como elemento indispensable la l¡bertad de contratar o de
no contratar, su conten¡do no debe limitarse a ser el marco jurídico dentro
del cual la libertad de lc contratantes predomina s¡n límites, sino que es
necesario orientar esa libertad para que se respete la justicia entendida en su
concepción más amplia, esto es no sólo la just¡cia para lc prop¡os contra-
tantes, sino tamb¡én para todG qu¡enes, en una u otra forma, pueden verse
afectadc por el cmtrato (* ).
(') PUIG PEÑA (3o)descr¡be co¡ lás sigú¡eñt€É palabras su vis¡óñ del .ent¡do moderño clel contra
BAT lF FOL (36) .e presuñta si sñ los cont.atos er| to6 cuates tas rEtricciones iñpuestd a ta t¡-
b€rt¡d de contratác¡ón determlnan que, eñ cl€rtas áreáq no exista t¿l l¡beñad, cabe aün h¿btar
d€ co¡t6ro, ent6nd¡do ési€ como uña expr6ión de 16 voluntad común, y r€spoñóe que s ne
cesário eñtender b¡€ñ lá libert.d, ante3 d€ €Eeptar que ásta ha s¡do et¡m¡nadá. Sús interesáñtB
rerlexioñes son lás.igu¡ente§:
da como e¡emplG de esto último los casos del minorista al que legalmente
se le oblig a vender y del locador de un local conrercial que debe renovar el
arrendamiento a su venc¡m¡ento. Convengo cofl el planteamiento de BATI-
FFOL en lo que se refiere a que voluntar¡arnente se puede celebrar un con-
trato de adhesión, porque en este caso lo que está en discusión es la facul-
tad de negoc¡ar el contrato y no la de celebrarlo; en cambio, discrepo de su
posic¡ón, aunque admiro la sagacidad con que es expuesta. en cuanto a los
e¡emplc propuestos, pues est¡mo que en tales e¡emplos el m¡nor¡sta se
obliga a transferir la propiedad de las mercaderías a camb¡o de un precio,
pero no vendg y el locador cede el uso del inmueble por un nuevo plazo y
por una renta convenida, pero no arrienda.
En efecto, las relaciones jurídicas que Írsumen el minor¡sta y el locador
en lo ejemplc propuestos no emanan de sendc contratos, por cuanto no
ha existido en elloe acuerdo de voluntades con el comprador y con el
(') La tpotraio, s€gúñ PETIT l4O), era émpleoda como msd¡o de dár fuerzá juríd¡ca a lá. convsn_
cion6 d6t¡¡ad6 a produc¡r ura obl¡qác¡óñ. Cons¡3t¡á on uñ! ¡ntc.ros-¡ón del *reedor s€gr¡¡'
dá d€ uña r6pus3ta hecha por el deudor por ñ€dio dsl v6rbo ¿rpoid..e, apoidao.
'pondeaíG?
Agr€gE PETIT qúe la $(,¡5¡o tuvo pr¡me.o ctr¡ic§r .sliSr060, "pe.o que l¿s cer€rnoniá. que lá
rq¡p¿ñában fue.oñ dc..uidadc a cdrr¡ñu-¡ón . m.dida qJG to.ñó extensión,.ecabi€ñdo
eñtdlcas uñ no.ñbre m6 en amon;¡ cdr su ,unc¡ón, qua er. lortaleef 16convénc¡óñ de la6
pá.es: ást€ fu€ l¿ lipr¡l¡do- E6ta mánera dé co.rt.sLr ác*ó por s€r ¿Ecesible aúo a 16 €x'
rra.ieros. á condic¡óñ. sin e.nbárso, de €.ñpleár ot 06 tárm¡ñc, po.que l¿ pd*ra Toltdal!
quedó 6pec¡al párá l06 ciuddanos",
Flañs PLANITS (¡12) sr¡rma que m él Oerecho g€.mán¡co ol co.ttaio formal se mtn¡lieía en
do3 6psci.r: .l voro de fiddidad y el coniaro v.diado o W.diatio. Si b¡eñ sú contéñ¡do e3 el
m¡smo, el pr¡mero era util¡zádo por lo§ i6¡on€3, loa qÉrrñanos del no.te v lo§ frañco6, miefllr6ó
qu€ s¡ iegondo sra lá forma prelgida por lo. bávlrot, lor loñgobardos v lo§ fr¡soñes.
Et voto ds f¡del¡dad .€ manir6tab. l€v.ñt.ndo .l ind¡c€ o dos dedos de la mano d€.É
cha, lunqu. ramb¡én podia consi§t¡r en qu6 ambot contrsia.rtcú eleva§€n sus mano6 v l.! apo'
y6!añ pon¡6ndo lás palrña3 en co¡ircto.
El coñtrato v.d¡ado .e .€l¡2.b. ñ.d¡.nts 16 dt..g! do uña va.¡ta (a longob.rdo Ü..
dia, €n franco Lat¡c¡), debiendo pronuñciar.€ 6d€rñát cisrt.. pálrbtB solemñ€s. La fa3tucá.
un5 ram¡r. ds mad*4. pr¡m¡tivtnent€ un ,.licha. tl€vsbs en lá épocá .ít¡sua ol mblámr d€l
rlddor o 3¡gno dG s¡, cEa lf6t¡c. noran¡.
72 El Contrato Pr¡vado
l' ) RUGGIERO (43) reláta así la eogidá del contrato una vez que fue de§poiádo de las atadura§
ha denominado de ''dp<individr taliz acii:,n" o "imoe rson alización " del con-
trato (44) (*).
Por otro lado, surge nuevamenE el fofmalismo, no con lG m¡smos ca-
racteres del Derecho romano, sino como un medio de rehgar a segundo pla-
no la voluntad ¡ntema de 16 contratantes para dar lugar al valor decisivo
de la declaración, con la f¡nal¡dad de eviur la captac¡ón de la voluntad y
I ') Ref¡r¡éñdose p¿rt¡cularm€nte a e.ia ieguñda cla.s .le coñt.ato., dice TUNC lo sigüiénte
En lá monografia a que ya se ha hecho menc¡ón anter¡orménte (supra, pá9. 73), MARfIN BA_
LLESTEFO (5O) enroc€ cual debe ser la act¡túd del iur¡sta an¡e la cris¡s de¡ De.eho, d¡c¡endo
to de vista del Derecho positivo peruano ello puede afirmarse sin recelo,
desde que la seccion sexta del Libro ouinto del código civil trata expresa-
mente de las obligaciones provenientes de la voluntad unilateral, con lo que
se pone de man¡f¡esto que el codificador peruano ha aceptado este princi-
pio, aunque es necesario reconocer que la ha plasmado sólo tratándose de
los títulos al portador y de las pronnsas de recompensa ("), en el terreno de
la doctrina se presentan graves e ¡mportantes dificultades para admitirla.
En efecto, Zcabe que una percoria quede obligada porsu sola declara-
ción de voluntad, sin que exista un titular determinado o determinable que
haya declarado a su vez su voluntad de beneficiarse con lG efectos de esa
obligación?; en otras palabras, Zes pcible que una persona const¡tuya a
otra en ac.reedor suyo sin el consentim¡ento de ésta? La respuesta a este ¡n-
terrogante es indudablernente dif íci l.
Aun cuando este tema escapa a los alcances del presente trabajo, que
está or¡entado al estud¡o del contrato, o sea del acto jurídico plurilateral en
virtud del cual la voluntad común de dos o mas partes crea obligac;ones,
(') Al proponer a la Comi!¡ó¡ BeIorúadora del Código Civ¡l el Plañ del Labro V del ProyÉto,
Mañuel Aúg¡isto OLAECHEA plánteó la conveniencia de que ra s€cción sexta de d¡cho Libro
se ocupára cdno ñoredad legislátivá que ln costumbr€s r€clamatrán, de l6 obligac¡onc5 prove-
nientc. do l. yoluntad pu¡amante uñilele.C que debían constar de dos títulos que versarían,
respect¡vameñte, de los titulos al portador y de la .6ompeñsa.
En su pl¡ego de observacioñes . lá ponencia de OLAECHEA, Pedro M. OLIvEIRA má_
n¡lestó que arnque se tuviera lá vo¡uñt¿d unilateral como fúeñte de las obliq*¡on6¡ por cons'
trucción técn¡ca sól¡da de noble abolengo romaño, hab.ia que reconocer qúe, eñ e, estado ac
tual { 1923) dé los 6rud¡os jurí.1rco., no constitu¡a u¡a categoríá ¡ncoñtrovertib¡e cón dereho
¿ @upar un pu6to €n las clas¡f¡các¡onB leg¡slativa§,
Tao ¡nterEan¡e debate coñt¡ñuó con uña núeva arsúhé.ta¡óñ de OLAECHEA qúiñ
opiñó quG la doctr¡¡a de la voluntrd uñilrr€.rl par€cia gBoeralmente dñ¡t¡dá po. loi tr¿tadis,
tr§. ágreg¡¡do que el Añteproyccto d6t*.b. tólo do. l¡gürá3 de la volunid uñil.t€..¡: los ¡í.
rulos al porrador y lc prorne.s públ¡ca. d€ rÉornpm.á, p€ro que otr4 m.n¡l€.trcioñs! clel
ñi3rho 16ñómeno.florabañ eñ €l Aóteproyecto
Lá Comi5ión Refom¿do.á rprobó €r pl.nt€rrñi.ñro de OLAECHEA.
El Contrato Privado
') El movimiento in¡cial que d¡ó lugar a lá posición ásum¡da por 6te seto. de la doctrina se atri
buye al jurista atemáñ H€¡nrich Sl EGEL, quieñ la 6bozó iñicialmente en 1854 y la d€sárrolló
después, en lorma orsá.icá, eñ 1a73. En el campo de la doctriñá frañcesa fue Bené WOBMS,
quien en 1891 trató el tema con qrañ profund¡dad. En ltária cabe ci¡a. a MESSINA (1499) y
SCIALOJA (19O2). Esta ¡ñformac¡ón ha sido toñáda de LAFAILLE (65).
Estudios sobre el Contrato Privado 83
efectuada por aquel en favor de éste. Si es verdad, y creo que nadie pone es-
to en duda, que ninguna persona puede ser convert¡da en acreedora cmtra
o si n el concu rso de su propia voluntad, resulta, en realidd, paradólico que al-
guien asuma una obl¡gacion, o sea el deber de practicar una prestac¡on, y
que, por falta de un su¡eto act¡vo que acepte con\rert¡rse en tal, sea impo6¡-
ble cumplir la obligacion míasumida (*).
Sin embargo, de acuerdo con el planteamiento que se desarrolla más
adelante en este trabajo al tratar sobre el contrato a favor de ter@ro, cons¡-
dero que es poo ible que, p or establecerlo así la lev. suria de la declaración
de voluntad una obligación a cargo del declarante y un correlativo derecho
a favor de un tercero determinado o determinable ten exlstencia
vigen cia desde el momen ormu a la declaración , pero que es ne-
cssario, como requisito legal o condictio luris. para que el derecho así crea-
do ingrese en el patr¡mon¡o del acrcedor, que éste declare su voluntad de
adquirirlo.
En estas cmd¡ciones cabe estab lecer or mandato ex reso de la le
que r una declaraci un¡latera dev luntad se c ree rna nhlioar:ián a car-
go del declarante o du rante el lazo fi o
é1, pe ro que no puede ser exiqible oor el destinatario sino cuando éste de-
clara, expresa o tác¡tamente ac€o ta rla oportunidad en la cual se convierte
en acreedor aún cuando éste derecho or haber nacido cuando el obl¡
for@cto retroact¡vo a qse !:!o!!9¡!9.
Tal como dice GUIHAIRE (72) la determinación del su¡eto activo de
la obligación en el caso de la declaración unilateral de voluntad es necesaria
para la adquisición del derecho, mas no para la formación de é1. Esto es
muy ¡mportante por cuanto pone claramente de manifiesto que el acreedor
adquiere el derecho en virúd de la declaración unilateml y no de un h¡pot6
t¡co e ¡nexistente contrato que, podría pensarse, se formarÍa con la acepta-
ción de la promesa.
Debe reconocerse que el Código civil italiano de 1942 no concede
') MUÑOZ (14l nor dá una corcepto m¡rv cor¡plsto. .unquo pec. de erc6ivameñte ext€ñso. del
coñtrato, que del¡re así:
Estudios sobre el Contrato Privado 87
{') Es sJmamente ¡lustrátivo a 6re rBpero ¿l diátogo sosteñido eñ ta Comi3¡óñ Rsformadora del
Cód¡9o c¡vil fra¡cás coñ mot¡vo de leg¡sla. lá déf¡ñición ds co.trato:
El artículo !569 dd Cód¡gE civil p€n¡ano, qus tigür. sn €l Título corr€spond¡€hto a ta loca-
c¡óñ-conducc¡6ñ, dispons lo !¡gu¡6nte:
Me pár€ce que lá6 coñveñcion_E a qus slude 6le .rticulo son, €n r€ál¡drd, v€rdaderos
co¡trato5, ar¡nquá r€an iñ¡ominado., pu€s qsi€ñ€3 rcuerdú que uño clá par. qu. el otro haga,
así como quis¡€. &u.rdan que uno há9. p.rá qúe el otro dé,s.1á. cr€.ñdo rsl&¡on€. jurídi
cás obligatoriai, 6¡to e. obl¡gácioí6 de hac€r v de dar, respectivárñante, ltt cud6 ron añpar+
da y recoñocid.t por lá ley por lo cuál Ir rerm¡nología util¡zad! por el Cód¡go 6. inadecuada,
yá que ha débido d6c¡..a "los contrátoi de doy pa.á .....-....-,.....-.-".
reses opuestos. Dada la novedad e ¡nteÉs de esta teoría, ella será ma-
teria de análisis especial en el rubro "lntereses opuestG" de este capí-
tu lo.
(') GETE ALoNso (44) pleñsa qúe ¡dealmeñte se puede, a la luz del Dereho español, distiósuir
doi etapas én ¡a perf€cción de los cont.atos reales, siendo rá primera el ñomento eñ que exis
¡e uñ coñtrato en virtud del con§ent¡m¡eñto y lá 5e!únda el momento ea que ta¡ contrato s
ef¡caz por razón de l¿ entregá de la cosa, áunque ¿dm¡te que e§ta d¡cotomí¿ 4 inútit, pue§ no
se puecte dist¡ngu¡r netañente entre el nacimienlo del conrráto v la pe.feción del mismo
Estudios sobre el Contrato Privdo 95
partes que han celebrado el contrato pueden compelerse recíprocamente
a llenar la formalidad requerida", debe comprenderse en el sentido que
se refiere a aquellc ci§6 en que la formalidad es exigida ad probat¡o-
nem, o sea cuardo el contrato existe s¡n necesidd de la formalidad y
ésta es exigida como medio idóneo de prueba de haberse celebrado el
contrato, pero no a lG contratG solemnes en lc
cuales, como se ha
dicho, no se puede hablar de contrato mientras no se cumpla la forma-
lidad exigida. I
- Lc hechoo voluntar¡osprohibidas
son lícitos o ilícitos, siendo acto lícitc las ac-
por que puede
ciones voluntarias no la ley. de resultar algr-
na adquisición, modificación o extinc¡ón de derechc (art. 898).
- Sm actos jurídhos 16 actos voluntar¡c lfcit6, que Engan por fin in-
nrediato, establecer entrc las person* relaciones iurfdica, crcar, modi-
ficar, transferir, ccrservar o aniquilar derechc (art. 9¿141.
- L6 ctos jurídicos son un¡latorelB o b¡laterales, siendo unilaterales
cuando basta para formarlc la voluntad de una sola pefsona, como el
Estudios sobre el Contrato Privado 97
(') Enrré tos autor$ ¡ta¡¡ános, M€SSlNEo {87) défi¡€ ál negocio iu.id¡co como:
"una declaración de voluntad, o un con¡unto de d*laracio-
nes de voluntad, dirigidas a la producción de determinados efec-
tos juridicos, que el ordenamiento ¡und¡co reconoce y garantiza
-de ordinario- en los límites de la correspondencia, o cohoren-
cia, entre ellos y la voluntad que percigue tales efectos, Y en
cuanto se trate de efecto no¡íc¡tos".
(") Eñt.e tos autorcs espáñoles, CASTRO (ag) deriñe sl ñesocio ¡urídico como
En otro orden de idea, hay que tener presen@ que el hecho de que el
acto, o negoc¡o, jurídico sea una man¡festación, o declaración, de voluntad
no significa que el contrato, como acto jurídico plurilaeral, importe dos o
más manifestaciones un¡laterales de voluntad que se unen, o sea do6 actc
jurídicc unilaterales que dan lugar a un acto jurídico bilateral, pues como
bien escribe MESSINEO (91), en el contrato las declarac¡ones de voluntad
de los contratantes se presuponen mutuamente, de tal manera que no se
puede concebir la de uno sin la del otro, ni menos aún considerarse cada
una de esas declaraciones como un negoc¡o iuríd¡co un¡lateral.
Cuando se habla de que el contrato es un acto jurídico plurilateral se
le opone al acto jurídico un¡lateral, pues el contrato, por ser un acuerdo de
voluntades, requiere necesariamente la parüc¡pación de por lo menos dc
pe rson as, aún cuando el contrato que suria de ese acuerdo sea un contrato
con prestaciones un¡laterales, o sea con prestaciones a cargo de uno solo de
los contratantes, a diferencia del contrato c(xr pEstac¡ones correlativas, en
el cual ambos contratantes están recíprocamente obligado uno frente al
otro.
Esto lleva a tratar de un nuevo problema que preocupa bastante a la
doctrina moderna y que está referido a si el contrato puede efect¡vamente
ser un acto ¡urídico plurilateral, en el que intervienen más de dos partes.
Para poder abordar adecuadamen@ este problema es preciso tener en
cuenta, en primer lugar, que el conc€pto de parte no debe confundirse
con el de persona. En un acto lurídico pueden intervenir muchas person¿§,
como por e.iemplo tres compradores y cuatro vendedorcs, no obstante lo
cual ese acto jurídico sería ún¡camente bilateral ya que sólo habría dos par-
tes, el conjunto de vendedores de un lado y el coniunto de compradores de
otro, pues lo que interesa para el concepto de parte es el interés jurídico
propio. Si varias persona que realizan un acto ¡urídico tienen todas el mis-
mo interés iurídico, como por ejemplo lc condóminc que prometen ven-
der, el coniunto de ellc formará una sola parte y el acto jurídico que real¡-
cen será uno unilateral. Por el contrario, para el sector doctr¡nal que opina
en favor de que un mismo sujeto de derecho em¡ta dos declamaciones de
voluntad que se ¡mputen a dos partes contratantes, una sola persona puede
representar dos ¡ntereses jurídicc dist¡ntc, como tal sector soGtiene que
ocu re en el llamado contrato cmsigo mismo en el cual la misma persona
actúa, por un lado, en su propio ineÉs y, por el otro, en representacion
del ¡nterés de un tercero, con lo cual este acto iurídico, no ob6tante interve-
nir una sola persona, tendría carácter bilateral por existir dos ¡ntereses ju-
r ídicos distintos.
100 El Contrato Privado
EnEnd¡do cí
el cmcepto de parE, es necesar¡o establecer si puede ce-
lebrarse un contrato entre tres o m& partes, o sea si puede ser un acto ¡urí-
dico plurilateral. Tal como se verá cm m& detalle al desarrollar el rubro
"lntereses opuest6", algunos autores con§¡deran que para que exista con-
trato es necesar¡o que el interés de una de las parEs esé necesariarnente en
oposición con el de la otra, por lo aral le resulta diffciladm¡tir la pos¡bil¡dad
de act6 jurídico plurilaterales, en lc
cuales cada ¡n@és s€a opuesto a lc
demás ¡ntereses. Sin embargo, la mayoría de la doctrina opina que siempre
que haya ¡nGrcses d¡st¡ntc, aunque sean más de dc, habrá una parte c(,r-
tractual por cada interés, lo cual permite exisenc¡a de cqrtratc plurilate-
rales.
trato entendido como figura jurídica con un contenido proflo que es co-
mún a todos 16 contratG (*).
N) Relación entre el contrato y la obligación.-
El contrato es fuente de obligocimes. De aqrerdo con el régimen jurÉ
dico peruano, lo hechos jurídicG creadores de obligaciones son elcontrato
y la ley, así como. en c¡ertos casoe, la voluntad unilateral, por lo cual las
obligaciones creadas pueden ser contractuales, legales y provenientes de la
voluntad unila@ral,
La obligcion, pues, es el efecto o la consecuencia delcontrato, lo que
lleva a ALESSANDRI (931 a afirmar que no es propio decir que por el cm-
trato una persona se obliga, sino que el concepto correcto es que el contra-
to es el acuerdo de voluntades creador de obligaciones.
Esto es bien importante porque, aún cuandoen la práctica el contrato
y la obligoción se identifican, teóricamente el contrato es un eto jurídico.
es una manifest¿c¡ón de voluntad, m¡entras que la obligación es una conse
d¡encia de ese acto jur ídico, pero en s í no es otro acto lurídico, ni genera a
su vez nuevas relac¡ones obligatorias. La prestac¡ón es la forma de cumplir
la obligación, no el contrato, pues ésE cumple su función creando, regu-
lando o modificando la obligación.
(.) RUGGIERO (92) dÉcrib. rñuy .csrltd.m.nt€ l! tigur. d6l coñtrato corño calagorfa.brtrac-
r., dicia.do .l rc.pÉto:
"La idea del contrato se emanc¡pa de las cerradas y restringi
das categorías de los tipos fiios romanos, y se eleva a concepto
general y abstrxto; pasa a ser un esquema genérico, una catego-
na abstracta, en la que predomina el elemento consensual, capaz
de *oger en sí tod6 las figuras concretas creadas por la voluntad
de las pana. Contrariamente al sistema romano, el sistema con-
trxtual moderno no conüe tipos definidos y fi¡os de conven-
cion* obligatorias indefinidas y mudables, tengan o no un nom-
bre esprcífico que tengan por ob¡eto vincular una penona a otra
adguirir ésta un crédito contra aguella, que se celebran por exi-
gencia de la ¡nfinita variedad de las necesidada humanas y de los
cambios, Con tal gue puedan reducirse al esquema abstxto y ge-
neral, todas las dalarxiones bilaterales de voluntad se convieften
en contrato".
RUG¡6IERO lñdlci¡ Cúa PLANIOL .. opooa ¡ l¡ allrrn-lür da qua al atarctro ñodarño
con@a conv.nc¡oñ¡ indalinl.l¡ y mudablar, oba.rvan<lo qua loa.l.rn.nlo. a?cílbot qu.
d¡.¡l.gpan . lo. co.ri..to. añtra ti .on poco ñuñlaro.oa, paro agr.gr gu. l¡ oba.7v-lón .t rólo
¡uÍ..ñ p.ña porgua laa coitrbiñÉioñ- ala loa.lrñ.ntor ,r qua púadÍ ó-cofn9o6arr lo!
conúrtoa.oñ ¡ndat¡ñ¡d-.
102 El Contrato Pr¡vado
Ñ) Contenidopatr¡mon¡al.-
Se ha visto en el rubro "Conr¡ención y contrato" que el contrato es un
acto juríd¡co plurilateral que tiene por f¡nal¡dad crear, modificar o ext¡ngu¡r
obligaciones. Según esto, cualqu¡er convenio que diera lugar a una obl¡ga-
c¡ón sería un contrato.
Sin embargo, la doctr¡na no es uniforme en este punto y las divergen-
c¡as se presenta en una serie de aspecto del mismo.
En primer lugar, algunos artorcs, como GIORGI (**),cmsiderar que la
Por otro lado, debe tenerse presente que mediante el contrato no sólo
se crean obligaciones, esto es relaciones jurídicas entrc personas, s¡no que
eventualrnen@ pueden celebrarse contratoG cuyo efecto es la const¡tuc¡ón
de derechoc reales, o sea relaciones entre una persona y una cooa, por lo
cual es más adecuado considerar que mediante el cmtrato puedan afectarse
relaciones iurídicas patrimoniales, o sea que se afecten no sólo obligaciones
sino tamb¡én derechos reales, cuyo contenido es esencialmente patrimon¡al.
Tales razones son las que hacen aconseiable que la función del contra-
to sea la de crear, mod¡ficar y extingu¡r relaciofles jurídicas patrimoniales
(- ).
Desde luego, ello no significa que 16 acuerdo de voluntad dest¡nado§
SACCO (105) lt¿ma la ate ción iobre la neca.ida.l de p.e¡ssr cuál 6 el cr¡terio para d¡stingÚ¡r
sntrs !ñ¿ relacióñ ju.íilka patrimonial v uña que no lo €., dic¡sdo al r6p6to:
SPOTA (lOG) d6raa con prec¡s¡óñ ra d¡re'éñc¡a onr.e er ¿cto ¡uridico t ¡larerál v sl .ont..to
rriciendo al r6p6to:
Esudios sobre el Contrato Privado 109
ANDREOLI (1t3) coñs¡derá qúe ño c.be la d¡st¡nción eñrre &r¡erdo, eñtend¡do como satis
Ia.c¡óñ de ¡nter6é6 convergerte§, y coñrr.¡o, coñs¡düado como composición de iñte.eses
opuestos,.lando las.¡9uieñ¡6 razon$:
cuentran ello la esencia del contrato. Según estos autores el contrato sólo
puede ser un acto iurídico b¡lateral (r*1.
Para el sector doctrinario, al cual me he adherido, que considera que
para la ex¡stencia del contrato no es necesario que los ¡ntereses de las par-
tes sean opuestos sino simplemente d¡st¡ntos, no existe ningún inconve-
n¡ente conceptual para admitir el contrato entre más de dos partes, o sea
lo que, con doble impropiedad, se ha llamado el contrato plurilateral (en
primer lugar, existe plu rilateralidad también cuando solo hay dos partes,
ya que los términos antitético son unilateralidad y plu ri late ralidad. s¡endo
la bilateralidad uno de los casos de plurilateralidad; y, en segundo lugar, la
variedad de partes da lugar a que lo que sea plurilateral es el acto.jurídico
') Los a.gumeñtos que 69ri.ne MESSINEO (116) psra negár la existe¡cia del coñtrato pluri¡ate
ral, entend¡do coño el coñtráto orltre má6 dó dos párt6, soñ r05 s¡guientes:
RISOLIA 1119), refiréñdo3s ál .rtículo 1i37 del Cód¡go c¡vir arg€ñr¡no que ¡ndica, como t€
sabe, que
"hay coñtráto cuáñdo váriás personas se ponon de acuerdo sobre uñr d€cláración de
voruntal comúñ, de.l¡ñada a regl.r ius der€cho3", dicé lo s¡guiente:
te, según é1, la fusión de las voluntades en el contrato, se tendrán dos con-
tratc a título gratu¡to autónomoG, pero no un contrato de arrendam¡ento.
La voluntad contractual no puede, pues, versar sobre l6 efectG del contra-
to. esto es que las partes expGsen su voluntad de alcanzar esc efectos, sino
que debe ex¡st¡r la voluntad de celebrar el contrato, cuyc efectc vendrán
como consecuencia de ese acto ¡uríd¡co (* ).
Enfocando otro aspecto del acuerdo de voluntades, opina un sector de
la doctr¡na, const¡tuído principalmente por autores alemanes, que lo impor-
tante no es la coincidencia de voluntades, sino la coincidencia de las decla-
raciones de voluntad, contraponiéndose así a la pcición francesa -aun
cuando compartida tamb¡én por algunos tratadistG alemanes como SAVIG-
NY y ENNECERUS- según la cual el contrato se forma mediante el con-
curso de voluntades solamente ¡nternas. En realidad, se tralada al contrato
la ant¡gua pugna existente respecto del acto ¡uríd¡co, entre la teorÍa de la
voluntad y la teoría de la declaración (125).
Para encontrar una solución al apasionante problema de la naturaleza
de la voluntad contractual es conven¡ente meditar un poco respecto a la for-
macim del contrato. Según se verá más adelante, el cmtrato se forma me-
diante el consentimiento, que es el encuentro de la oferta con la aceptacion,
que es el encuentro de la oferta con la aceptación. Para que esto ocurra,
la aceptación debe co¡ncidir absolutamente con la ofurta, pues aquella se
traduie habitualmente en un "sí". Antes de producirse este consentimien'
to, 16 futuro6 contratantes pueden tener quercres completamente d¡feren'
tes, por eiemplo. el Uno vender caro y el otro comprar barato. Sin embargo,
(') SACCO {124) perc'be clarame'rte l¿ d¡ferencia eñrre ¡a volunrad dé celsbrar el cor¡¡r.to v lá
voluntad d€ obrener los ef€cto. del contrato, dic¡endo ál re§petor
I I Elernentc esenciales.
Se consideran esenciales aquello elementc sin los cuales el con-
trato no podría oristir, o no podrla tener validez. Amb6 cmceptc
no t¡enen igual contenido, ya que la falta del primero determina que el
contrato sea ¡nex¡stent€, o sea que nunca haya sido cor¡trato; m¡entra
que la falta del segundo determ¡na que un cd¡trato que se formó, aun-
que sea defectucamente, se le prive pceriorrnenE de validez como
contrato, por raz&t de sus propic defuctG. Tal como dice SANCHEZ
ROMAN, no es lo mismo no exilir que o(ist¡r yhaosamente. Conse-
cuentemente, 16 elernent6 esenciales se dividen en esenc¡ales para la
o(istam¡a del contrato y esenciales para la validez del contrato.
Estudios sobrc el Contrato Pr¡vado 125
E! .¡¡m.meñra ¡lutrrt¡vo .l d,.b¡ta qu. .. tr¡-¡ió on sl .€no d. lr com¡iióñ R.virora d.l Pro-
yccto drl Oód¡lo Ciyil ó. 1938 con rclElón .l p.oblom. d. l. ca.¡.. corño r.qlri.iro d.l .cto
jurídico. S. v. a rrj.crib¡r . contirir¡elón pf.t ó.1 i.¡to d. l. v.rtión t.qu¡er¡lk. d.l -i!
d. l. r.r¡ón d. dhh. Corñ¡.¡ón cel.br..r. !l 4 d..lDrto ds 1936:
que ha ocurr¡do es que, como dice Jcé Luis de lm MOZOS (137), más
que haberce negado la existencia de la causa, se ha hecho abstracción
de la causa. Debe tenerse presen te que existen otros ordenamiento le-
gales, c¡tados en la Expoición de Motivos que se ha transcrito, que
no cmsidera la carsa como requisito para la validez del acto o negocio
jurídico, no obstanE lo cual la doctrina de dichc pa íses se ha v¡sto
forzada a admitirla, aunque sea disimuladamente (* ).
Por lo demás, desde el año 1926, en el que se aprobó el antepro-
yecto de la Sección Ouinta del Código Civil, hasta la actualidad, ha
r.) Marcer PLANIOL 1139) soituvo eñ ra édic¡ón de su obra publicadá €ñ 1926 que la tsoriade
la caúsa, tal como la doctr¡ná trañcesa l. habia constru¡do. téñia un¿ dobls láll¿i 1o, 6§ lálsá,
á¡ me¡os e¡ do. de tres casost y 20- es iñútil, Dijo que é3 lals6 eñ los contrátos s¡na¡agñáticos
porqúe es uñ¿ iñpG¡b¡lid.d l6gic. que dos ob¡igacioñes, derivántes ds uñ m¡smo coñtralo,
ñázc¿¡ al ñi$no t¡qnpo. por lo cual 6 impo.ible que un. de ellas sea la c.us¿ de la otr¿; y eñ
l.¡ liberal¡dade., porque crrE6 da seit¡do q'J€ l. tolunlad de doDtr, que es lo qué consr'tuye
la cáusa d. u^¡ do¡e¡ó., ieá con.idérada independieñtern¿nt€ del r¡otivo. Oi¡o que 6 inút¡¡
por cúañto podia eñ todos los casos prelc¡ñd¡..e de l. ñoción de la causa pára est¿blGor lá ñu
lidad de los contra¡c,
Sin €mbargo. en su "f.átado pr&r¡co de Derecho c¡vi¡ franc€s" redactaclo posl€rio.
mente d uñión cl€ Geo.s6! RIPEBT, €l prop¡o PLANIOL s€ r€ct¡fic. dic¡€ñdo que l¡ctít¡ca
h*ha á l. c€!!., coñsid€rándol. coño fal.. .ñ los coñiráto3.inalagñát¡cos. carece cl€ €t€c¡os
s¡ se co¡3¡dcra la c.usá, no corño una cau.€ st¡cient€ siño coño una causá fiñal; y eñ la3l¡bera-
l¡dade§, €. ¡gurlm€ñte erró¡€s It crítica cu.ndo eñ lá prop¡a obl¡gacióñ s€ monc¡ona l! c€usa.
Eñ ¡o que se .€fi€re a l¿ ¡nutilid.d de l. c&.., diio que 6l¡0 ño * coñp¡€l¡ñmte cietto po.
crráñto la ragla dc 16 corrd.tivc eñ los contratos si¡alágmát¡cos ño es siño una aplicac¡óñ de
la teoría de l. c.u.a-
Po3t€.¡o.mente. G€orges BIPERT y J€añ BOULANGEA en s¡r "f.atado de Derecho c¡
vil según el filtádo de PIaniol" redactádo €ñ 1956, .ofut¡n €l p.imer pláñtéamien¡o do PLA
N lOL, d¡c¡Bndo que 6¡€ ent¡.ñde l¿ cáu.a 6n el senrido qu€ los románo! eñtendian la pal.br¡
cat3a p.ra dssigñ.r sl hocho m.t€rial ñ.tcod al cual ñ.c. lá ÓligE¡óñ, ¡rcu.r¡e¡do eñ e¡
érror de d*conocer e¡ csíáctor paicológico de ¡s cáúsá Y eñ p.steñder olv¡d.r l. verdader' ño_
Estudios sobre el Contrato Privado 129
SANCHEZ AOMAN l l40l sxplic¿ en la .iE¡i€ite fomr 616 d6 asp€cto. d.l con!€ntimieñro,
o s€¿ como alerñento p.r. la oxist€nci. dol coñtrato v coño elemento pára la válidoz del con-
I Forma. en lc
I Contratc solem-
ln"r.
Ex¡stenc¡a Especiales { lc
lEntrego, en
I ccrtrato reales.
Precio, en la
compñ¡venta.
f\Ierced cmduc-
Esenciales Especialísimc tiva, en el arren-
damiento.
Afftctio societ+
tis, en la socie-
dad.
Cap*idad
Validez
Cmsenümiento
Gratu¡dad, en el mandato.
Natu rales
Saneamiento, en la compraventa.
Cmdicict
Ací'identales Plazo
Modo
Estudios sobre el Contrato Privado t31
1 ) La normatividad.
Se entiende por tal la coincidencia que existe entre lo que las par-
tes quieren declarar nrediante el cmtrato y la figura iurídica crcada
por la ley. Ci ta CORNEJO como ejemplo el cro de la compraventa, a
la cual el ordenamiento jurídico le da el carácEr de promesa que hace
el vendedor de transmitir la propiedad de una cca, simultánea y reci
procamente a Ia prornesa que hace el comprador de pagar el precio en
dinero. Sempre que en la rcalidad de la vida se presente este supuesto,
se habrá celebrado una compmventa.
2l La c¡bietividad.
El contrñto debe ser la obn de persmas iurídicamente capaces
para obligarse med¡ante un contrato.
3) La rcluntar¡edad.
Significa que 16 csrtratantes deben actuar en todo momento, o
sea tanto en 16 act6 preliminarcs, comoen lo de celebr*ión y en lc
de elecución del cmtrato, con absoluta l¡bertad.
t32 El Contrato Privado
4) La eticidad.
Suporc, segun CORNEJO, una actitud social de ambas partes, lo
que a su \rez preeJpme una rect¡ ¡ntención y la mutua cmfianza en el
cumplimiento de le promesas que forman el cmtenido del acto cdr-
tractual,
5) La conmuabilidad.
En 16 c66 en que el cmtrato sea cütmutat¡vo, debe existir una
equivahncia, dentro de cieñc lírúEs, entre el valor de las respecüve
prestac¡ dles.
T) De{in¡c¡ón de contato.-
Existiendo diversa cmcepciones del cmtrato, ex¡sten también, lógica-
nEnte, d¡versd definicimes del mismo. Se va a tratar, a cmtinuación, de
agrupar la definiciones dad6 por lc tratad¡stás y 16 cmEn¡da en algunc
Códigos civiles de aorcrdo a las respectivas concepcimes del cmtrato.
En un prinrer grupo de definiciones pueden cürs¡derarse la que co
rrespcrden a la concepción del cmtrato como el acuerdo destinado sola-
mente a crear obligaciones, encmtránde entre ellas la dada por PO-
THIER (*),SANCHEZ ROMAN (.*1, GIORGI (*'*1, el Codlgo civil espdol
'Art. l2&t.-
El contrato existe desde gue una o varia per-
son᧠cot s¡enten en obligane, respecto de otra u otrx, a dar al'
guna cdtd o prestar algun servicio".
Sa pr!¡cinde dc l. refeterc¡a . la conv€nc¡ón, pont€ndo de t€1i6,6 qÚe el coñttdo €', en
rí, uña ¡nf ¡lrrción c..*tarístict.
( ' ') Def¡n¡c ión del ant¡suo cód igo c iv¡l bol¡viano
BOFFI (t¡r:l), r.l¡.iándo.€ a ¡. ubiceión d€ ¡! tooris g.nsr¡¡ .l€l coñtr.ro. dice lo !¡suiént :
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{ 13} MAZEAUD, Henri, ..., op. c¡1., Parte ll, Vol. l, pá9. 128.
( 14) CASTAN TOBEÑAS, Joé, op. c¡t., Tomo lll, pás.322.
( 151 MUÑOZ, Luis, "Cmtratc", Buenc Aires, 1960, Tomo l, piíg. 128.
Estudios sobre el Contrato Privado 139
'i
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( 82) SANCHEZ ROMAN, Felipe, op. cit., Tomo lV,fÉry.147.
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( 86) CORNEJO, Angel Gustavo, "Código civil - Expcición sis@máüca y
cornentar¡6", Lima, 1938, Tomo ll, Vol. ll, pá9. 17.
( 87) MESSINEO, Francesco, op. c¡t, Tomo ll, pág.338.
( 88) CASTRO y BRAVO, Federico de, "El Negoc¡o Jurídico", Madrid,
1955. pás.34.
( 8e) GARCIA AMIGO. "La cesion de cmtratc en el Derecho español",
Madrid, 1964. píq. 3I1.
( e0) RUGGIERO. Roberto de, op. c¡t., Tomo ll, Vol. l, piág.253.
( 91) MESSINEO, Frarcesco, "Doctr¡na general de contrato", Bueno Ai-
res, 1952, Tomo l, piág.40.
92l. RUGGIERO, Roberto de, op. cit., fomo ll, Vol. l, Ws-zil.
93) ALESSANDRI RODRIGUEZ. Arturo,..., op. cit., Tomo lV, pá9. 17.
94) MESSINEO, Francesco, op. c¡1., Tomo l, pá9.42.
95) lBlDEM, pá9.45.
96) GARCIA AMIGO, op. cit., pá9. 258.
97], GlORGl, Jorge, "Teoría de la obligaciones", Madrid, 1910, Vol. l,
pás.29.
( 98) COLMO, Alfredo, op. c¡1., pá9. 26.
( e9) PLANIOL, Marcel, ..., op. cit, Tomo Vl, pá9.36.
(100) TUHR, Andreas von, "Tratado de la obligaciones", Madrid, 1934,
Tomo l, pá9. 184.
(101I ALESSANDRI RODRIGUEZ, Arturo,..., op. c¡t., Tomo lV, pá9. 19.
(102 ) MUÑOZ, Luis, op. c¡1.. Tomo l, pá9.75.
(103) MESSINEO, Francesco, op. c¡1., Tomo l, pá9. 41.
(104) SPOTA, Alberto G., op. cit., Tomo l, pá9. 101.
(10s) SACCO, Rodolfo, op. cit., pá9.494.
0 06) SPOTA, Alberto G., op. cit, pá9. 18.
(107) CASTAN TOBEÑAS, Jcé, op. c¡1., Tomo lll, pág. 325.
(1081 JOSSERAND, Louis, "Derecho civil", Buenc Ai res, 195O, Tomo ll,
Vol. l, pá9. 15.
Estudios sobre el Contrato Privado 143
del primer oferente, quien podrá aceptarla o formular, por su parte, una
nueva contra-oferta, y así su@sivamente. Sin embargo, el contrato no se
forma sino en el momento en que'la oferta y la aceptación co¡nciden abso-
lutamenE y, por lo tanto, se produce el acuerdo de voluntades que const¡-
tuye el consentimiento contractual.
Algunos contratos, se forman, pues, ¡nstantáneamen te, o sea que la
oferta es seguida inmediatamente por la aceptación; otrG solo se forman
después de negociac¡ones más o menc prolongadas, en el curso de las cua-
les se suceden las ofertas y las contra-ofertas que van conduciendo a una
paulatina armonización de las d¡screpancias, h6ta que, en un momento de-
terminado, surge el acuerdo, esto es, la oferta de una parte es plenarnente
aceptada por la otra u otras, y se forma asíel cmtrato.
En estas condiciones, parecería lóg¡co estudiar la formacion del con-
trato en el mismo orden como ella se produce. o sea analizar primero la
oferta (la que va a ser aceptada), pcter¡ormente la aceptación y finalrnente
el cmsent¡miento. Sin embargo, para poder apreciar rnejor la naturaleza y
característicG de cada una de estas etap6 de, la formacion del contrato,
conviene conocer primero en qué consiste el consentimiento, lo que permi-
tirá captar nEior las difurencias que existen entre cada una de esas etapas y,
princ¡palmente, cuándo, al terminarse lc trat6 preliminares,be produce la
verdadera oferta y cuándo la aceptacion de ésta.
CAPITULO I
EL CONSENTIMIENTO.-
A titulo ñor.ñ€ñte ilurrrtivo csbe ñ€^cioñar que Mlnuol Loroñzo d€ VIDAUBRE (al 6ñ su
Expos¡c¡ón d.l Titulo 80. d6 la Sogunds P..ts del Proy.c6 del Cód¡go c¡v¡l p€ru.ño quo é'l
el.boró €n 1a35. al t.star d€ las cu.tro cond¡c¡oñG pst. It val¡dez dé uñ. coñeeñc¡óñ, c¡t. lás
menc¡on.ds sñ el artículo 11O8 del Códioo france., d¡c¡sñóo que ño v.ri. ds dicho Cód¡go,
.iño eñ el rs9uñdo punto. iñdiclndo qu.: "Yo d¡go coñ..ñlimioñto d. anibo.",
t50 Formación del Contrato
aceptación.
Soy consciente de que la teoría del negocio iurídico no acepta
este planteamiento, por cuanto considera que el contrato, como nego-
cio iurídico bilateral, está const¡tu¡do por dos declaraciones separadas
de volunad, una correspondiente a cada parte, Pero no puedo compar-
t¡r ese cr¡ter¡o, ya que el contrato es un acto o negocio jurfdico que se
forma por el acuerdo sobre una declaración de voluntad común. de tal
manera que si bien ese acuerdo es alcanzado mediante la coincidencia
de dos voluntades internas, estas dos voluntades, unidas mediante su
absoluta coincidencia, se exter¡or¡zan, no como dos declaraciones dife-
rentes, sino ctxno una sola declaración que debe ser considerada como
hecha conjuntamente por ambos contratantes. Como se verá más ade-
lante, si bien la oferta no e§ un acto ¡uríd¡co, en cambio sí es una de-
claración de voluntad, la aceptación, por su parte, no siendo tampoco
un acto jurídico, e§ también otra declaración de voluntad. Pues bien,
ninguna de esas dos declareiones de voluntad es el contrato ni tampo-
co lo es la coexistencia de ambas declaraciones porque si nunca llega-
ran a encontrarse, por má que exist¡eran, no se forrnaría el contrato.
Es el encuentro de las dos declaraciones, cuyo verdadero conten¡do no
es otro que el de expresarse recíprocamente ambos contratant6 dos vo-
luntades idénticas, pero individuales, lo que da lugr a que, para los efec-
tos del Derecho, sur¡a un nuevo ente cuya esencia es la de const¡tu¡r una
declaración de voluntad común que, prec¡samente por ser común y no
individual de cada una de las partes. es que recibe la protección jurídica
que le permite tener efectos obligatoric. No debe olvidarse que, tal como
se ha üsto en la Sección "El contrato privado". el contrato es algo más que
el acuerdo de voluntades, por tener un s€ntido técnico, esto es ser el medio
por el crral la ley permite que ese acuerdo adquiera virtualidad propia como
acto ¡urídico, no sólo respecto a los contratant6 s¡no también con relación
a terceros.
Las declaraciones de voluntad constitu ldas por la oferta y la acep-
tación t¡enen como ¡lnica consecr¡encia contractual la de poner de manifies-
to el acuerdo de voluntades, pero no van más allá, esto es no se logra aún el
segundo paso que es necesario para la existenc¡a del contrato, o sea el poner
de man¡fiesto que rnediante ese acuerdo se pretende una finalidad jurídica,
querida por ambas part6 y ampamda por el Derecho. Este segundo paso es-
üí constitu ído por asignar a esa fusión de dos declaraciones de voluntad un¡-
laterales el carácter de una declaración de voluntad común expresada por
las dos part6 cofl¡untarnente, esto es la conlunción de dc noluntsdG ¡ndi-
viduales en forma tal que quieren lo mismo, cuya expresión como declara-
c¡ón con¡unta surge oon el hecho de la aceptación, o sea cuando el aceptan-
154 Formxión del Contrato
te, hace suya, como si fuera propia, la voluntad del oferenE y lo declara
así, con lo cual las dc declaracimes así unidas t¡enen el carácter de una de-
claración cmiunta de voluntad común (* ). B al respecto sumamenE suges-
t¡vo el planteamiento de CORBIN (17 ) según el cual la oferta es el acto de
una persona por el que cmf¡ere a otra el poder de crear el contrato.
Cabe, pues, dec¡r que en la acrion de cmtratar ex¡sten dG consenü-
mientc o, melor dicho, el cmsenüm¡ento entendido en dc sentido: (a) el
consentimiento constituido por la coincidencia de las voluntades ¡ntrnas,
que es lo que determina que se acepÉ la oferta; y (b) el cmsenümiento
concebido como la exteriorización de esas dc voluntades co¡nc¡denEs que
cobra el carácter de una manifestacion conrunta de voluntad común, ya que
no debe olvidarse que para que exista co{rtrato no es sufic¡ene que la acep-
tación co¡ncida con la ofurta, sino que es necesario, adem&, que ambas par-
tes quieran que rned¡ante la aceptación se forme el contrato, esto es que
surja ese ente al cual la ley le otorga el poder de produc¡r electc jurídicc
obligotorios.
GIORGI (19) define el consenümiento como "la manifestacion rec í-
proca del acuerdo completo de dc o más persoas con el ob.¡eto de obligar-
se cada una a una prestacion respecto de la otra u otras; o bien cm el de
obligarse una o solo algunas para con la otra u otras que aceptan s¡n ¿sum¡r
"El consentimiento, que es, por otra parte, uno de los ele-
ñentos del contrato, lo debemos aprehender como la declarxión
o exterioriz*ión de la voluntad unilateral que formula cada uno
de los contratantes; y es la coniunción de esas dúlar*¡ones de
volund unilaterala lo que da origen a la llamada drlarxión de
voluntad común.
Confotme a ello, tendremos que s¡ el contrato es de dos par-
te¡,, existirán dos delar*ionq distintas, si es trilateral habrá Ües,
etc., pero grá la concurrencia de *a declar*iones lo gue dará
or¡gen a un uerdo, a una con¡unción de voluntades; en una pa-
labn, a u¡a d*lareión de voluntad común, gue constituYe el
mallo de la definicién gue de contrato nos da el art. 1137.
En otros términos; 6e elemento esencial de loE contratos
(sin periuicio del supuesto del contrato fonoso, n*esario o im-
pu6to, 6í como del contnto en el cual una de l¿rs part6 concu'
ne a fotmar la convención sobre la bas;e del principio de la mayo-
ría) exigc el concuno de dos o m& parta que expresan §¡ volul}
td iuríditx.
Estud¡os sobre el Contrato Privado 155
l') Jo.g€ MUÑ|Z ZICHES (2O) .on¡.nc Gñ s¡ ¡6ir un¡v.r.¡i.r¡. sobr..l t.ma da l! ¡ntérprer'
c¡ón dG lor contratos c¡v¡16 qu. €l procsd¡m¡añto ¡nv.stigator¡o d6 la. dÉlarÉ¡ooar d€ voluñ-
tad coñ.t! de cuáto ,t.p6: 16 Dr6psrátor¡!, l. coñcsplu!|, l. d€ ¡nl€gr&ión y l! do rev¡s¡óñ.
Befir¡éndot€ a la €tsp! concoptu.l, qu€ comprcñds la f.!€ de compT.nt¡óñ del contrslo y lá
de crl¡llc&lóñ del m¡.mo, d¡ce lo ¡¡!¡r¡en16r
(.) El .rticulo ¿]o- del eráyeto ac rextos sobrs lsB fuentE de las obl¡g¡oñÉ y !. ldrm-¡ón de
los coñtrato3, .prob.do po, l. Coh¡sió.! Relorm.dor¡ d.l Có<r¡go civ¡l ftá6c¿., d¡c. lo sisüie¡-
E) Formas de exter¡orización.-
CAPITULO II
EL DISENTIMIENTO.-
suscept¡ble de varios sentidc, y cada cual le asigna uno diferente sin que
haya razón para considerar como decis¡vo és@ o aquel.
MESSINEO (37) sostiene que el disenso oculto es deerminado por la
presencia de un error que cons¡s@ en la fal¡a @rec¡ac¡ón de la declaración
de la contraparte, y no por la presencia de lo que él denomina error.oblácu-
lo, o sea una falta de coincidencia entre su voluntad y su declaración. En
otr6 palabr6. el error se prcsenta respecto a la declaracion de la otra parte.
no a la propia declaracion (*).
1 ) Disconformidad en la declaración.
Sctiene von THHR (391 que la voluntad no integra el factum
(oí se denomina la hipótesis gue señala la ley para que un tccho o ac-
to produzca efectos ¡uríd¡ccl del contrato, sino la declaración de la
voluntad, pudiendo la voluntad faltar o diferir de la declaración. Sen-
tada esta premisa, agrega von THUR que aunque una o ambas decla-
raciones no correspmdan a la voluntad de su autor, el contrato puede
perfeeionarse si las declaraciones coinciden, quedando solo como re-
curso impugnarlo por error o falsa transmisión de la declaración.
ENNECERUS (40), por su parte, indica que se produce el disenso
cuando no concurren las leclaraciones coincidentes de las partes, por
lo cual para saber el contenido de cada declaración debe req¡ rrirse a la
¡nterpretac¡on, y en el caso que ésta pus¡era de manifiesto que sólo son
disconformes la voluntad y la declaracion, procede aplicar las reglas so-
bre el error en el negocio iurfdico, Dentro d9 erte plentsam¡ento,
ENNECERUS da tres eiemplos & dir€nso, gu6,€ citan a pie de pági.
na (* ).
PEREZ GONZALES y ALGUER (41) consideran que el plantea-
miento de ENNECERUS es válido para el Derecho español porcuanto
"el problema de la conformidad o disconformidad de la voluntad in-
terna con la declaración no debe confundirse con el de la conformidad
o disconformidad de las dos declaraciones, ya que la razón de la diver-
sidad de una y otra cuestión está en el distinto alcance que tiene la ¡n-
terpretación de una drclaración de voluntad, que sólo permite investí
gar la voluntd que haya tenido una expresión sensible en la declara-
ción y la comprobación del contraste entre la voluntad interna y la vo-
D) Conclusiones.-
Cabe cmcluir, pues, que para que exista consentimiento es ne@sario
la coincidencia de las voluntades exteriorizadas por declaraciones también
coincidentes que, como tales, tienen el carácter de declaracion conjunta.
Ex¡sten, por lo tanto, cinco pcibilidades:
172 Formación del Contrato
CAPITULO III
LA OFERTA.
Aün cúando muchos autores ul¡¡izan indistiñtamente las exprs¡oñes "ofert¡" v "policita
.ióñ", LAURENT (45) sostien€ que ño soñ sinón¡mos. púes frolic¡tacióñ es la oterta que aún
oo ha sido &eptada, denom¡nándo§e oterra prop¡ameñte d¡cha a lá que, por el heho de ser
&ept¿da, da lúgar a ra forñac¡óñ del contraro. El 'Diccionario de la lengua española" de la
Real Academia 6p¿ñola y el "D¡c.¡onario de Oer*ho úsúal" de G. CAAANELLAS de'finen
la policit&¡ón en igual sentido. Esta d¡stincaón e¡tre oferta y pol¡citac¡ón cobra iñportañcia
póra er estudio de cuál es la fuerza v¡nculante de ra oferta, o mejor dicho de la pol¡citación,
esto es hasta que punto et oferente queda obl¡gado por sú propuesta-
Estudios sobre el Contrato Pr¡vado 173
El P.oy€cto del FTESfAfEMENT Secoñd ol th€ L¡w or Contracts (49) poñe de mrn¡tie.ro
é3ta cá.acteríst¡cá de la oferta al establec€r sñ su numerál 24 to siguieñte:
r) Lái delaracionB d6prov¡s¡á ds $riectad que .on h€cha3 por juego o por irt¡ñc¡.;
b) La. otert- que son ácomp.ñ.dri ds ta ctáu$ta ,,r¡ñ obt¡9*¡ón, satvo coñf¡rm.c¡ón,,j
t74 Formación del Contrato
c) Las comuñ¡các¡oños ¡.formal¡vás coñ 1.. que e qu¡e.e dar ñot¡c¡. dé rá ex¡stencia de
rás ñercaderias o de iu5 pre.¡os. pero sñ 18 que el iñforñanle túñ ño h. romádo l¿ de
cisióñ de veñclér;
d) La ofe.i. hechá á pe.sona divef§r d€ aqusllás qu€ debe aceprarla, . ño ts, que el pfopo
neñto haya dado el encargo de coñun¡c..1€ al det¡¡atatio vetdadero.
El artículo 7 del Código de las obl¡gacionés de Suiza esrablece q¡ls el 6ulor de lá oferra
no quedá lig¿do si há hecho reservas exprsls5, o i¡ 3u ¡ntenc¡ón de ño obligar.s resulta sea de
las circunst.ñcias, .€s d€ l. naturalezá o5p€c¡.t clet ñegocio.
Estudios sobre el Contrato Privado 175
t'l Consid€rá voñ TUHB {63) que el nomb.s "d€cla.ación recept¡ci." os poco elegañte y ex-to,
ya que no bs5la qus lá dccl¿.*ión lles¡le. podsr de.lgu¡en.i .o se le d¡rig€ a é¡, pero qúe Ya
6rá el¡matado en €l léng¡¡ajé tecnico.
STOLFI (64) iñdicá que el oes@io ¡u.idico ss una d€cláte¡óñ de voluñtád, pero no uña de'
cláre¡ón de volúntad cuálquiera, sino qúe dsb€ satar irt.rEionádanr.frta diril¡idt a producir el
elcto porsa¡p¡do po. et delarante; y que tál elscro debe ser ¡uridico, esto 6s qúe debe dár la
v¡da, no a uná r€lacióñ cuálquiera, s¡no á uná rele¡óñ ¡uríd¡cá tal qu€ raá pro¡egida por el De
recho, v deñtro de é§ts por el Oerecho oos¡tivo.
Estudios sobre el Contrato Pr¡vado 179
inmueble, que es un contrato que, de acuerdo con el artículo 1474 del Cét-
digo civil peruano, debe hacerse por escritura pública. En tal caso, como ese
mismo artículo dispone que la aceptación podrá otorgarse en la misma es-
critura de donacion o en otra separada (ésto constituye un despropósito,
desde que la donación es un contrato que requiere de la oferta y de la acep-
tac¡ón, por lo cual mal puede hablane de una escritura de donación cuando
no hay todavía aceptac¡ón), debe entenderse que la oferta debe formularse
por escritu ra públ¡ca.
El Formaión de la oferta.-
Por ser la oferta una declaración recept¡cia de voluntad, esto es que es-
.tá dest¡nada a ser recibida por la parte a quien es dirigida, se considera que
queda formada a partir del momento en que la recibe el destinatario.
Sin embargo, puede el oferente establecer, al formular la ofe rta o por
acto separado, que ésta no debe cons¡derarse hecha sino al vencimiento de
un plazo determinado, eventualidad en la cual la oferta sólo se considerará
formada cuando venza dicho plazo, aún cuando ya haya sido recibida por el
destinatario.
F) Plazo de la oferta.-
Dado que la ofurta hace pcible la formación del contrato med¡ante su
sola aceptación, es necesario establecer, en cada caso, durante cuanto tiem-
po la oferta es suscept¡ble de aceptac¡ón, ya que transcurrido ese t¡empo ha-
brá caducado la ofurta, habÉ dejado de tener la calidad de tal, y, conse-
cuenEmenté, la declaración que formule el destinatario ya no podrá ser
considerada como aceptación.
Debe tenerse presente que el plazo de vigencia de la oferta no importa
necesariamente que ella no pueda ser revocada durante tal plazo, pues si se
adopta el principio de la libertad de revocación ésta podrá hacerse en cual-
quier mornento, aun cuando exista el plazo, sino ún¡camente que el destina-
tar¡o, para formular una aceptación válida, deberá hacer su declaración en
ese sent¡do dentro del plazo de vigencia de la ofe rta (*). Solo en un sistema
que aoepte la obligatoriedad de la oferta, o cuando se trate de una oferta
hecha voluntariamente en forma irrevocable, la oferta no podrá ser revoca-
da antes delvenc¡miento del plazo.
(') Refi.¡éñdúá ¿ la po6¡c¡ón a.loptada por BIBILONI €ñ su Anteproyecto de Código c¡vil para la
Bepúblic€ Argent¡na, quieñ er su ñotá al articulo 129a expreso qúe el plazo f¡iado pot el ole
rcñre para que la acepr-ión sbrevéngE ¡!o ¡ñporta aax¡ncia d dc.aafio da reva¡r l¡ ot¡ta.
c¡ta SPoTA (67) ra op¡nióñ de WINScBEID coñ relác¡ón ¿ la pos¡bilidad de reñunc¡a' el deiíl
cho de rá/oca. la olertá, exp.e§ada á;:
Esudios sobre el Contrato Privdo 183
Von fU H I € ! | dEe, eñ mi op¡n¡ón con ..ró. d€olro d6l p¡añteañi,?nto de esta teotí¿, qu€ al
olsront€ gus, !¡ñ h$erse rs.€ruádo 5l d6rÉho d. .€eocá. Ia pol¡cilác¡óñ, lo iñts¡la emit¡.ñdo
uns dÉl.rrción de reiroc*ió., ro viol. n¡ñgúñ dárécho n¡ es r€.pons3ble ds n.d.. !3nc¡llá_
rñ.¡t€ porqu. r¡núñ daño ctusa. El d€.tin.t.r¡o no t¡6e po. qué heer caso a 6ta ptot€ndi
cta rseocrci6n, y .¡ lo hace, v coñ 6110 d6¡. p!.!r sl moDeñro oportuno para lá &€ptE¡ón, ño
po.d€ heer .l ofe.€.rte respon.ablo de un d€.6uido tuyo (d.l d€ltinaasrio) v .ufrs lo¡ p.r¡ul_
c¡or que p.rr él s€ deriveñ de la tá¡ta d. concluiióñ d6l corlrato.
Estudios sobre el Contrato Privado t8s)
,) El lúndámento de CAFRAFIa {44) pa.a p€.ñrti. la revoc&aón p6e a la .enuncia h€chá a ella
radica eñ el heho, que ya se ha explicado con mayo. de¡alle al trátai de la ñatúr¿le¿á jur;d¡ca
de la olerta, de qué la .eruncia al dér€cho d€ tarocacióñ es. ar ¡gual que la ore.ta, uñ n€go.io
iuridico uñilater¿l recept¡c¡o que no t¡ene pot sí mbmo cá.&rer obl¡gator¡o.
Estudios sobre el Contrato Privado 191
(') SACCO (aA) iñd¡cá qus sl r¡tt€rñ. l..ncár modsr¡o r€coñoco dos t¡pos da olartá: aquellr.
plázo, ¡..aocábl€, y áquslla p€rpátus, 16rocabl€, .ersg.ndo qua, ¡mpl¡c¡t5m€ñ16, los intérpre-
tes sxcl!ven qus una ol€rta po.pátu! pu6d. !€. ¡.r6rocrbl€.
(" ) Com6ntá¡clo l¡ opinión do ettos auto.a3, SACCO la7) ¡ñ.llc. qu€ l. inc..tidumbre iobre er
tundsmento d6 los el€ctú d€ ¡! rsvoc&¡óñ ds un. oflrt! forñuladr ¡rrarocablemdte ha ¡n-
ducido a lo. áutors. ! pone. €ñ dud. l! ll..nád! .f¡c.c¡. "r.á1" d. It cláu$lt o ds¡ pacto dé
irr€vocáb¡¡¡áad, psra iun¡iLirlá con ta conce.¡óñ ds uns acc¡ón (de dañG, o para obteñe. la
conclus¡ó¡ del contratol . lá part6 contr' la cu!l .á há el6ctuado ls revocació¡.
192 Formación del Contrato
r^dicá SPOÍA que. rr¿t.ndo .r probl.ñ! d. l. q¡lpa iñ-conl.dürdo con r.l.cióñ a la mu€r¡.
del olé.eñto, IHEFIING rEonoció qua aaa .v.nlualidad aignific.b! un ..rio obatrkulo par..u
Estudios sobre el Contrato Privado t97
en contrario, el oferente se obligue unilateralmente, o sea
por efecto de su sola voluntad, a que se cdtsidere vinculanE
para él la voluntad expresada en su ofurta, que adquirirá así
el carácter de irrevocable, aún cuando tal voluntad pueda in'
teriorrnente cambiar. Esto significa que el oferente se com-
prornete, no a no cambiar de voluntad, desde que ello no
es suscepüble de compromiso, sino a que tal camb¡o, s¡ es
que ocurre, sea ¡rrelevante para los efectc de la oferta, de-
biendo considerarse que se manüene invariable su declara-
c¡ón de voluntad.
Comprendo que esto es f orzdoi admito que existe discre-
panc¡a entre lo indicado en el punto ¡l respecto a la existen-
cia de dos voluntades actuales (se entiende al mornento de la
formación del contrato) coincidentes y esta v¡nculac¡on. de
la que ahora hablo, a una voluntad que puede haber dejado
de ser actual, pero crco que éste es el esfuer¿o v¡olento de
que habla IHERING que debemos hacer pnra salvar e I esce
llo que se nG presenta.
En favor de esta soluc¡ón, debo abogar que no se trata de
una voluntad impuesta por la ley (que en mi opinión de.iaría
de ser voluntad) como ocurre co la teoría de la irrevocabili-
dad de la oferta, sino que el oferenE, voluntar¡arnenE, se
impme a sí mismo la obligación de respetar y dar valor, co
mo si fuera actual, a la voluntad expresada realmente en la
declaración de oferu.
iv) La irrevocabilidad voluntaria de la oferta puede bien ser in-
definida, esto es que Endrá efecto en tanto pueda emitine
válidament¿ una aceptac¡ón, o bien por plazo fijo o determi-
nable, eventualidad en la cual tal irrevocabilidad regirá du-
rante la vigencia del plazo.
vl Cuando el oferente haya declarado que su oferta es irrevoca-
ble, la revocacíón que eventualmente pueda formular des-
pués no tendrá efecto alguno, de tal manera que el contrato
se formará válidarnente si el dest¡natar¡o manifiesta su vo-
luntad co¡nc¡denG cm la contenida en la declaración de
ofe rta.
Podría objeurse que tanto da que la oferta sea naturalrnente
revocable pero que pueda hacerse irrcvocable npdiante una decla-
ración voluntaria expresa, como que la oferta sea irrevocable pero
que pueda, a su yez, convertirse en revocable por voluntad del
198 Formación del Contrato
'Artículo 1691 :
(1) Cuando la oferta
es h*ha sin fiiación de plazo, el autor
de la of*ta
queda ligado hasta el moñento que, razonablemente,
se puede entalder que el destinatario de la oferta ha podido emi-
tir su contest ¡ón".
(2) S¡ la aceptuión ha sido emitida tardíamente y el autor
de la oferta seconsidera gue no está ligdo, debe d*lararlo inme-
diatamente al aceptante".
''.) Provscto de Códaso civil de Bras¡l
"Art. I 137.-
(Cuarto párrafo)
El autor de oferta puede revocarla mientras la üepttrión
la
no haya llegado a su conuimiento. La *ept*ión puede ser revo-
cada entre tanto gue ella no haya llegado a conüimiento del au-
tor de la oferb".
Códiso cie¡l de Bol¡ú¡.:
') Añclre6 voñ TUHR, relir¡éndo.s. lar óoclara¡oñe. do voh¡nt- qu6 hrn cl€ €miti.!€.nte otra
psBoná, d¡ce lo r¡gu¡eñls:
"Esta dfflar*¡ón se ele denominar 'receptic¡a' (indica que
la expresión es de ZITELMANN), porgue -entre ausentes- sus
efectos cornienzan con la llegada a/ detinatario. La designación
no es completamente corrccta, ya que la dxlar*ión qe ha de
emitirse ante otra persdta, debe dirigirse a ella; no es suficiente
que le alcance si el autor de la declaraión no guiso tal circuns-
tancia. La expresión 'recept¡cia' no úsigna, pues, el elemento ca-
r*terístico de esta clase de drlar*iones Que exigen ser dirig¡-
das', pero el término gue mencionamos es el gue se usa común-
mente. A las dxlaraciones recept¡cias se oponen las que 'han de
emitirse ante una autor¡dad'y las que no exigen un destinatar¡o
208 Formación del Contrato
mulen oferta (* ).
Para dilucidar el problema debe tomarse en consideración que la
naturaleza de la oferta es ser la última de las propoeiciones contractua-
les, en forma tal que el cmtrato se forma sin que sea necesario un nue-
vo prmunciamiento del oferente.
ALBALADEJO (103) soetiene que según la circunsuncia y la
forma cómo en cada caso se plantee la oferta determinan que, en unG
cmc, el anuncio de la subasta sea la ofurta y la aceptación la pctu ra
de quien más ofrezca, o bien que elanunciosea una invitación a ofre-
cer y las pcturas sean las ofertas, siendo la aceptación la adjudicación
hecha por el subastador.
Opino que la adjudicación es siempre una manifestacion de vo-
luntad, pues rnediante ella el subastador pone en cmoc¡miento de los
pctores que la última pGtura es la que vale, de tal manera que la pe-
tura del pootor no puede constitu¡r la acepución del contrato, desde
que requiere un nuevo pronunciamiento delsubastador, o sea del hipo-
tÉticamente negado oferente. Por otro lado, el subastador no ha deja-
do al arbitrio del pctor el fijar el precio, como ocurre cuado el ofe-
rente deja a elección del destinatario el determinar lo que estaba inde-
term¡nado en su oferta, sino que se comprornete a obligarse cor quien
ofrezca el precio más alto, por lo cual la subata no puede aimilarse
a aquella forma de oferta.
En realidad, la subasta es, en su esencia, aunque con c¡ertc ca-
racteres particulares, una invitación a ofrecer, debiendo cdlsiderarse
que el subastador es el inv¡tante, la subasta es la invitacio¡¡, la pctura
más alta es la oferta, y la adjudicación es la aceptación.
Ol .-
Ext¡nción de la ofert
Además de la muerte o incapacidad del oferente, cuando la oferta no
se ha formulado con el carácter de irrevocab le, la oferta caduca en lc si-
gtrien@s casc:
I) Si el detinatario la rechaza, expresa o téciürrnente.
2l Si es revocada por el oferene anEs de ser aceptada por el dest¡natario.
3) Si vence el plazo por el cual fue formulada, sin haber sido eptada
por el desünatario.
4l § mientra se encuentra v¡genE, se prohibiese legalrnente celebrar el
contrato planteado en la oferta.
Esta proh¡b¡ción legal puede ser expresa para ese prec¡so ccttra
to, o Ener carácer general para una de@rminada clase de cmtratc,
Esrudios sobre el Contrato Privado 219
CAPITULO IV
LA ACEPTACION.-
A) Carácter de la aceptac¡ón.-
Sot¡enen muchos autores (von TUH R, MUÑOZ, MESSINEO, SPOTA,
VALENCIA ZEAI que la aceptac¡ón es una declaración de voluntad recepti-
cia, esto es que se dirige al oferente para que sea conocida por é1.
SPOTA (111) afirma que la aceptación es declaración recepücia aún
en el cao que el ccntrato entre ar.Eentes se perfeccione con el envío de la
aceptac¡on.
Von TUHR (112) y CARRARA (1 131 opinan en forma distinta, pues
consideran que cuando por dispcicion legal o por convenio el contrato se
considera celebrado en el mornento de expedine la aceptación, ésta no tie-
ne carácter recepüc¡o, pues lo que otorga a una declaración el carácter de
receptic¡a no es solo el estar dirigida a una persona determinada, sino que,
adem&, ésta torrn conocim¡ento de ella.
Cmcuerdo con LOPEZ de ZAVALIA (1 14) en que sólo cabe hablar
de declareiones recepticias cuando en el cdttrato entre ausene se acepta
la teor ía de la recepción (y también la de la cognición), mas no en sisernas
como el del Códilo civil de 1936 dmde r¡ge el sistema de la expedición.
220 Formación del Contrato
C) Oportunidad de la aceptación.-
Es requ¡sito indispensable para que la aceptción tenga el carácter de
tal el que sea declarada (ya se verá al tratar sobre el "Cofltrato entre ausen-
tes" s¡ es que la oportunidad de la aceptac¡ón debe considerarse el momen-
to en que es expresada, el monEnto en que es expedida, el mornento en que
es recibida, o el momento en que es conocida, por lo cual, para no adelantar
conceptG, hablaré simplemente de declaración de la aceptacion, deb¡endo
enenderse esto como el momento en que la aceptacion cobra plena vigen-
cia) m¡entras la oferta se encuentra vigente, bien sea por tener plazo indefi-
nido y no haberse revocado, o bien por no haber vencido el término duran-
te el cual se le dió el carácter de irrevocab le.
En el plazo que rned¡a entre la declaración de la ofena y la declaracion
de la aceptación, el cdrtrato se encuentra, como dice MESSINEO, in itine-
rg esto es en suspenso¡ por cuanto sólo cobrará existencia cuando se decla-
re la aceptación, desde que ésta opera ex nurrc, o sea desde ese momento en
adelan@ y no con efecto retroact¡vo (ex tuncl.
La oportunidad de la aceptacion da lugar a determinadas cuestiones,
que para mayor claridad se examinarán por separdo.
(') Thóo GUHL (116) con¡idd., coñ r¡:óñ. quo .n .ur¿ñci! dé un pla:o, el d6.t¡n!t.r¡o d!b.
cont.. coñ un ii..¡po mín¡mo p.r. E ptar, dab¡.ñdo !ñt.od..!. como t¡.6po mín¡mo.l
t¡ompo da r.flBxióñ indii{r€rs.bl..
224 Formación del Contrato
ble, la aceptación no deberá hacerse por carta, s¡no tamb¡én por cable
o bien por un rnedio más rápido que el cable, comoes el teléfono o el
telex.
3) La falta de aceptac¡on oportuna determina, como consecuencia inme-
d¡ata, la caduc¡dad de la oferta, por lo cual dela de existir la posibili-
dad de formarse el contrato propuesto por el oferente.
CARAARA (117) ¡ñd¡ca guo €st. rluc¡ón 6t.b. y! contd¡da a e¡ artículo 36 dsl .nriguo
Cód¡go d€ com€rcio itali.no. do -usrdo coñ l¡ int6.prst*ión d€da € lal artícllo por VIVAN.
TE.
Estudios sobre el Contrato Privado 227
Dl Forma de la aceptación.-
Cabe decir respecto de la forma de la aceptacion prácticamente todo
lo dicho cm relación a la forma de la oferta, ya que amba son l* declara-
ciones de voluntad que forman el contrato. En consecuencia,la aceptac¡ón
puede ser expresa o tác¡ta.
Sn embargo. traüándGe de la aceptaci6n tácita existe una modalidad
que no se presenta en la oferta, y es la aceptación manifestada rnediante la
ejecución del contrato.
El texto del árticu,o 36 del .ñlign o Cócligo cls come.c¡o italiaño es el sigrr¡ente:
D€b6 t6ñ.rse pr€.¿nta quc, l.l como d¡cé voñ TUHB (11a), no dobo co8¡d.t!r.€ &€pt&¡ón
lo. rcro6 qu. aiacu¡..1 d6t¡nstar¡o que,.i b¡m ap3rsntem..t. pu3ó6o.€r considor.do3 coño
o.á *3pt.ción t¡¡c¡r¡ por s¡scuc¡ón del conttato, ño lo e. d .€.|¡d¡d por no .x¡3tir l. vo¡uñ_
t.d d. r!pt.r. T.l ocu.... por .j.mplo, cuá to al9ui6ñ, ¡¡ñ t$er qua l. m.rc.ósr¡. qu. !.l.
h! r.mitido vr .comp!n.d. d. un. ofé.tá ds eeñt , coñ$mo tll ñ€.c€d€r¡r crcvando que cr¿
Estudios sobre el Contrato Privado 229
Siendo el contrato la declaración coniunta de una voluntad común, es-
ta voluntad no t¡ene significado contractual sino en la medida en que es ex-
teriorizada, pero no en forma individual sino con el carácter de declaración
coniunta.
Ello determina que no solo es necesario que el aceptan@ cmozca que
se ha formado el contrato con su aceptac¡ón, s¡no que el oferente debe tam-
bién saberlo. MESSINEO (119) d¡ce, con razón, que si bien la declaración
de aceptación es necesaria para la formación del contrato, ella no es srfi-
ciente, porque const¡tuye tamb¡én requis¡to necesario que el oferente co-
nozca que existe la aceptación, lo cual hace decir a MESSINEO que esta to-
ma de conocimiento es la verdadera última fase de fo¡maión del contrato.
Esta opin¡ón no es unánime. Algunos tratadista, como G|ORGl, con-
sideran que el cmtrato se perfucciona con la simple man¡fustac¡on de la
aceptación. Otroe, como ENNECERUS, opinan que la recepción de la acep-
tación es lo que marca la celebración del contrato.
Esta divergencia de criterios, que no tiene prácticarnente consecuencia
alguna tratándose de contratos entre presentes, porque la manifestacion,
la recepción y el conocimiento se producen, por regla general, en forma si-
multánea, cobra una enorme importancia cuando se cmtrata entre ausen-
tes, de tal manera que es conveniente, para no repeür 16 cmceptG, d¡furir
el análisis de este interesantísimo problema hasta el momento en que se tra-
te sobre el "contfato entre ausentes".
G) Autonom ía de la aceptación.-
Al tratar de la oferta, se han analizado ya lc problemas que surgen
respecto de su autonomía. Algunc de eso problemc vuelven a resurg¡r tra-
tándce de la aceptación.
Para evitar confusiones, es prcciso recordar que una vez declarada la
aceptación (el sentido de la expresión "declaracion " debe ser entend¡do co-
mo perfeccionamiento de la misma, o sea que depende de la teoría que se
acepte sobre el momento en que se perfucciona el contrato, sobre todo en-
tre ausentesl, el contrato se ha formado, de tal manera que la muerte o in-
capac¡dad del aceptante -que ya no será aceptante, sino contratante- da
lugar a un problema relacionado con el anmplimiento del contrato y no con
el de su formación,
El problema que no preocupa ahora es el de saber si el desünatario
de la oferta fallece o deviene ¡ncapaz antes de haberla aceptado, Zpueden
sus herederc o representantes legales aceptar la oferta?
Puede plantearse la cuestión en otros érm¡nG: tpor qué razon de una
oferta irrevocable ha adquirido el desünatario un derecho de aceptac¡on
230 Formación del Contrato
dice, citando a PACHIONNI, que hay una obligación que se impone al silen-
te de considerarse legalmente que su silencio tiene determ¡nado significado
(- ).
No es, por cmsiguiente, apropiado, decir -como lo hace la gran ma-
yoría de la doctr¡na- que el silencio se considerará (o no) o importará una
manifestación de voluntad, sino que el silencio -en el caso que no inEre-
sa, que es para lo efectc de la aceptacion- tendrá, por mandato legal, de-
term¡nado significado con relacion a la oferta, esto es, sign¡f¡cará acepta-
ciór¡, modificación o rechazo de ésta, según las c¡rcunstancias que la m¡sma
ley señale.
Discrepo de los MAZEAUD (131), de PLANIOL y RTPERT (j321, de
SPOTA (133), de ROCCO (134), de GUHL (135) cuando d¡cen que, en de-
term¡nadas c¡rcunstanc¡as, el silencio debe interpreurse como una manifus-
tac¡ón de voluntad del silente. Lo curico es que lo MAZEAUD, inrnedia-
tarnente después de hacer esta afirmacion. indican como ejemplo de esa
interpretación de voluntad, el que el legislador asigne a veces al silencio el
valor de la aceptacion.
Loe MAZEAUD tienen perfecta razón en el ejemplo -aunque el prin-
cipio esté mal plmteado- pues la solución legal adecuada en el cao del si-
lencio es que el le$slador le dé determinado valor, de tal manera que, en
Desde luego, la ley debe ser muy clara para establecer cuál es elvalor
que debe darse al silencio del desünatario cm relac¡ón a ¡a oferta del ofe-
ren te.
Considero que, en principio, es acmsejable que en el ordenamiento le-
9l firyrcn las siguienEs reglas:
1) El silencio del destinatario debe cmsiderarse, salvo dispcicion expre-
sa en contrar¡o. como rechazo de la oferta.
2l Las partes pueden convenir en un contrato preparatorio (contrato de
contratar y/o contrato de opción, o mediante cualqu¡er otra conven-
ción válida) que el silencio del dest¡natario tendrá el carácter de acep-
tación de la oferta del contrato def¡n¡t¡vo.
3) El silencio será considerado como aceptación si el negocio fuese de
aquellc en que no se acGtumbre la aceptación expresa.
La prueba de la
cctumbre corresponderá al oferente.
Para evitar cualquier cmfusión, debe tenerse muy claramente
presente que las regla anEr¡ormente cons¡gnadas no ¡mportan formas
expres¿rs o tácitas de aceptación o de rechazo, pues este punto ya fue
tratado en el rubro denominado "Forma de la aceptación " de este Ca-
pítulo, sino presunciones legales juris et de ¡ure de la aceptación o del
rechazo de la oferta.
Desde luego, las regl6 sugeridas están su¡et¿s a revisión a la luz
de lo que decida la Comisíor¡ Revisora del Código civil respecto al va-
lor del silencio en la teoría general del acto jurídico (*).
Eñ t6r s€ñrido, 6 de E.añ iñre.és cono.er !a§ nuevás orienre¡oñ6 de la doctriná éñ cuañto a lá
valorac¡óñ del s¡lenc¡o párá los efectos de los actos o ñegocios ¡urídicos. Rerat. SANTOS
BR lZ (r3a) un. opioión que ie va rormañdo sñ el sentido de valo'¿r c¡ertas conductá5 conclu'
yeñtes como si fúeséñ doclarác¡ones de volunt¿d, áunque en el caso coñcreto no coñcurra vo
luntád négociál alguna. dic'endo ál r6pe.to:
"La opinión dominante en Alemania deriva de un &ipuesto
de hecho general de 'declarxiones eñitidas negligenteñente' o
de 'responsabilidad de la confianza' dotada de efectos iurídicos
negociales en virtud de conductas concluYentes. Criter¡o que es
de admit¡r solamente en cuanto muestra la tendencia evolutiva
del Derecho civil hacia base más sólidas desde el punto de vista
ét¡co social. Por ello, el calificar la delarxión de voluntad como
&to suial es prueba de esta evolución. y su consecuencia inme-
diata limitar la impugnxión de los efectos y alterar los principios
de la ¡nterpret*ión. Todo ello es admisible mientras no implique
una excesiva limitación de la libre estructuración de relaciones iu-
Estudios sobre el Contrato Privado 235
J) Renuncia a la aceptación.-
El No. 151 del Código civil alemán dispone que la aceptacion no nece-
sita ser declarada si el oferente la ha renunciado. El Código civil braileño
ha recogido esta dispcic¡on en su artículo 1084 diciendo que si el oferente
hubiera dispensado la aceptacion expresa, el contrato se reputará cmcluido
si no llegara a t¡empo la retractac¡ón. El Código civil peruano la ha hecho, a
su vez, suya en el artículo 1333, concebido en término muy similares.
El principio es bastante peligroso. No debe olvidarse que la aceptacion
da lugar a la formación del contrato y que éste, en muchm casos, impme
obligaciones al que actuó como aceptante.
Si el oferente indica al destinatar¡o que lo dispensa de la aceptacion y
si el resultado legal de esta dispensa es que elcontratose repute concluido
s¡ el destinatar¡o no rehusa de inmed¡ato la ofurta, lo que se está haciendo,
en el fondo, es imponer al destinatar¡o la obligacion de rehusar la oferta si
el contrato no le interesa, pues de no hacerlo tal contrato se @ndrá por ce-
lebrado.
Esto importa porier a cargo del destinatario una obl¡gac¡ón de declarar
que no tiene por qué asumir y que va contra la regla conten¡da en el artícu-
lo 1O77 de nuestro Cód¡go civil.
Sugiero que esta d¡spos¡c¡ón sea suprimida. En todo caso podría ser
sustituida por una regla que establezca que el oferente puede dispensar la
aceptación cuando la oferta se hace en inteÉs exclusivo del destinatar¡o.
K) Revocación de la aceptación.-
En el caso de aceptar que el contrato se perfecc¡ona cuando la acep-
tación es rec¡bida o conocida por el oferente, no existe ningún impedimen-
to para que, en lG contratG entre ausentes, elaceptante, utilizando un me-
dio de comunicación más rápido que el empleado para declarar la acepta-
CAPITULO V
') LOPEZ de ZAVALIA (145) sral¡c¡ muv bi€ñ los electos .te ra d¡sr6ñc¡¡ ¡úrid¡cá, diciendo
que, por e¡emplo, g¡ sntre .usent6 uñ coñtralo coñcluido por cors.poñd€ñc¡á "ent.e P.¡mús
que se eñcuen¡r! sn Bu€nos Air6 y socu.dur qu.6§tá eñ Tucumáñ; p€ro qr,r€ var¡ando el
€jemplo y ubic.ndo a Securd¡r. en Mon¡sv¡dso (Urugráy) e¡ rugá. dé Tucumán (argpnt¡na).
pues entoñca3 vorerños gué enque la difiánc¡. fisic. disinuys, lá ¡uríd¡cá aurñenta, por
cuónto s€ ub¡ca a S.cundu. fuera dsl pri., .urg¡€ndo p.obleñas de Dar6cho anlorn*¡oñ¿l pr¡
Estudios sobre el Contrato Privado 239
federado t¡ene leyes prop¡6 que son aplicables dentro de sus res-
pect¡vas circunscri pcimes.
Desde luego, debe tenerse presente que las consecuencia que se deri-
van de la formación del contrato, tanto en lo relativo al moryEnto como al
lugar, tienen aplicacion solo en defecto de voluntad de las partes, pues ést¿§
rnediante cmvencion entre ellas pueden establecer cdtsecuenc¡a diferen-
tes, tales como determinar expresamente cuándo debe considerarse que ha
ocurrido la formacion del contrato y dónde debe est¡marse que se ha cele-
brado. Es má, las partes pueden convencionalmenE ir más lejc y, no obs-
tante, aún aceptando determinado momento como el de la celebración del
contrato, establecer reglas especiales que no esén necesariamente de acuer-
do con las consecuencias normales del criterio adoptado, como, por eiem-
plo, variar el momento en que debe reputarse revocada la oferta o la acepta-
cion, determinar que la oferta, a pesar de no ser irrevocable, obliga a lc he-
rederos, etc. lgualmente, tratánd6e del lugar de formacion del contrato, ca-
be pactar el sornet¡miento a una ley distinta a la que normalrnente corres-
pondería aplicar al contrato celebrado en determinado lugar, salvo desde
luego, las restricciones que, en este sentido como en otrG, pueden estable-
cerse legalmente con carácter obl¡gatorio.
C) Clas6 de teoría.-
RIPERT y BOULANGER (,1491 expresan que en lo relativo a la for-
macim del contrato existen dc criter¡o6 fundamentales, que pueden plan-
tearse bajo la forma de una altemat¡va: o se cons¡dera elcontrato como la
simple coex¡sterrc¡a de dos voluntades de confttar, elEntualidad en la cual
el solo hecho de la aceptac¡ón é la oferta dará lugar a que el contrato se
considere conclu¡do; o bien se exige un corrurso efectivo de las voluntadG,
lo que determ¡nará que el contrato no pueda formarse sino cuando el ofe-
r€nte haya sido informado de la aceptacion formulada por el aceptante.
Entre la simple coexiste¡rcia de dos voluntades y el compleio corEurso
consciente de ambas existen situaciones internredias que van desarrollándc
se desde aquella hasta éste. Así, ocu rre que el primer pco definitivo que
tenga relevancia jurídica que puede darse en la formacion del contrato es
que, efectivarnente, el aceptante, despues de cqrocer la oferta que ha rec¡-
bido del oferente, manifieste (prefiero utilizar, para este tema preciso, la pa-
labra "man¡festación" a la de "declaracion ", por el espec¡al significado que
tiene la segunda según la teoría del negocio jurídico) su aceptación; puede
el aceptante, sin embargo, dar un pao más y remitir su manifestacion de
aceptación al oferente; esta remision de la manifestación va seguida necesa-
riamenb (o casi necesariamente, ya que pueden ocurrir casc fortu¡tG o de
Estudios sobre el Contrato Pr¡vado 245
fuerza mayor y, aún, la propia actitud del aceptanE de reürar su aceptación
ya expedida) de la recepción por el oferente de la aceptac¡ón; y, por últ¡mo,
viene el conocimiento por parte del oferente de la aceptación recibida del
aceptan te.
¿En qué momento, en esta pcible cadena de s¡tuaciones, se produce
la formación del contrato?
Cuatro teorí6, correspondiente cada una de ellas a una de la q¡atro
situaciones indicadas, tratan de expl¡car las razones que iustifican en cuál de
los cuatro momentos en que se produce cada situación se da lugar a la for-
mación del contrato. Tales teor ías son las sigu¡entes: (l ) teoría de la decla-
ración; (2) teoría de la expedición; (3) teoría de la recepción; y (41 teoría
de la cognhión. Con cargo a analizar cada una de ellas con mayor detalle, se
va a indicar a continuac¡on la esencia jurídica de cada teoría:
1 l Teoría de la dclaraión.
Esta teoría, que ha sido llamada también de la agnición, o de la
manifestación, considera que el contrato se forma en el momento en
que el aceptante man¡fiBta, en el sentido de exteriorizar, su acepta-
ción. Es la teoría más simplista, pues descansa en el raciocinio de que
el acuerdo de volunudes se ha producido cuando eftctivamente ha
ocurrido así, o sea cuando el aceptante manifiesta su cmformidad con
la voluntad del oferente.
2l Teoría de la expedición.
Según esta teoría, no es suficiene que el ceptante marifieste su
conformidad con la oferta, sino que es necesario, además, que tal ma-
n¡festac¡on no quede aún suieta a su poder, por lo cual es necesario
que se desprenda de ella para que de¡e de cmtrolarla y, aún, de supri-
mirla.
3) Teoría de la recepción.
Para esta teoría. no es suficiente que el aceptante haya remitido su
manifustación de aceptación, por cuanto si bien ya ha delado de estar
ba¡o su cúrtrol, en c¿mbio no se ha aegurado aún que haya ingresado
en la esfera del oferenc, para lo cual es necesario que éste la reciba.
aún cuando no llegue a conocerla.
4l Teoría de la cognición.
Es conocida también con el nombre de teorÍa de la información,
y pctula que el cdrtrato se forma cuando el oferente conoce que su
oferta ha sido aceptada por el destinatario. Su fundarnento, que se de-
sarrollará más adelante, radica en que el acuerdo de voluntades que da
246 Formación del Contrato
bles para tomar al final de esb Capítulo una poición sobre la teorfa que es
mas aconsejable adoptar, al estudíar esta teoría de la declaración se va a uti-
lizar, al igual que cuando se estud¡en 16 otras teorías, elsistema de consig-
nar lG argurnentos a favor y los argument6 en contra, s¡n tratar, por ahora,
de evaluarlo, es decir, sin emitir opinión sobre e1106.
El Teoría de la expedición.-
Esta teoría, que es la que cuenta una aceptac¡ón más entusiata en la
doctrina, radica su justificacion en que, a diferencia de la anter¡or, o sea la
de la declaracion, e I aceptante n o solo ha dado lugar a la formacion del con-
trato med¡ante la manifestación de su aceptación, sino que, además, propor-
ciooa un elernento adicional para la seguridad del contrato al desprenderse
de su manifestacion de voluntad, esto es, al dar a su aceptacion un carácter
más defin¡tivo.
Antes de entrar a anal¡zar loo argumentos en fanor y en contra de esta
teoría, conv¡ene aclarar que no debe entenderse como expedición o remi-
sion la mera entrega de la manifestac¡on de aceptación, sino que esa entrega
debe ¡mportar desprendimiento por parte del aceptante. En este sentido,
debe distinguirse, por eiemplo, entre la entrega de la misiva de aceptación a
un rnensajero al servicio del aceptante, por cuanto éste conserva aún el po-
der de prohibir al mensajero la entrega de la misiva o de pedirle su devolu-
cion; y la entrega a una persona al servicio del oferen te, pues ya no ex¡ste
en este seg.rndo caso la facilidad de entrabar la entrega al oferente.
Tal como indica CARRARA (15O) el problema es más dif ícilcuando
la entrega se hace a un inErmediario que no está ni al servicio del aceptante
ni al del oferente, que es el caso más frecuente, como ocurre, por ejemplo,
tratándose de la entiela-al correo. Sobre este punto preciso, el problema no
puede discutirse en base a la legislación poetal, por cuanto ésta obedece a
cr¡teriG d¡st¡ntc encaminado a facilitar las comunicaciones, sino en base a
la legislación común, o sea aplicándole las reglas del contrato de transporte
rnercantil, en v¡rtud de lo dispuesto por el artículo 1570 del Código civil
peruano. La regla general del contrato de transporte mercant¡les que el car-
gador t¡ene el derecho de dar contraorden al porteador en tanto los efecto6
porteadc no sean entregadoG al destinatario.
1) ArErnrntc a favor.
(a) Propicia la firmeza del contrato, porque el aceptante no solo ha
declarado s.t voluntad de aceptar, sino que, al desprenderse de su
declaracion, da un pao más que demuestra una voluntad cont¡-
nuada.
Estudios súre el Contrato Pr¡vado 249
(b) La acepucion se manifiesta con un acto extemo, que da carácter
def¡n¡t¡vo a la declaración, Ademá, este acto externo contribuye
a que la aceptación tenga una manifestac¡ón material.
(cl Facilita conocer la feúa de la exped¡c¡ón (por eiemplo, rnediante
el matasellos del correo o la constanc¡a de expedición del telegra-
ma).
(d) EI aceptante ya ha hecho todo lo que estaba en sus manc hacer
para loEar la perfección del contrato. Demuestra no solo su vo-
luntad de aeptar rned¡anE la declaración sino, adem&, agota to-
do lo que debía hacer.
(el Como un corolario de las razones expuestas en lc punt6 prece-
dentes, la eoría de la expedicion es la que satisface melor la ne-
cesidades pr.íctic6, prec¡samene por la maErializacion de la de-
claración de aceptac¡m, lo que da mayor segu ridad sobre la exis-
@ncia del cúrtrato.
2l Argurnentos en contra.
(a) Facilita el arrepenümiento y la revocación de la acept ¡on, per-
m¡tiendo al aceptante, mediante la utilizacíón de un rnedio de co-
municacion m& rápido que el usado pnra el envio de su acepta-
cion, poner en conoc¡m¡ento del oferente su voluntad de revocar-
la. Por lo tanto, no propicia firnreza del contrato, pese a haberse
materializado la aceptac¡ón.
(bl Si bien el aceptante demuestra en forma más evidenE su volun-
tad de celebrar el contrato, esta demGtraci(rr no t¡ene valor ab-
soluto por oranto el aceptanE puede retirar la respuesta aún des-
pr.rés de expedida.
'Art,
52Í;.- El contnto cntrc penonas no presente§ se for-
ma en el momento en que la notific*ión de la *epta¡6n es ex-
pedida.
En car,o gue la notific*ión de la *eptaión no fuera n*ef,a-
254 Form*ión del Contrato
El Codigo civil de Brail (*), el Código civil del Peru (*r), y el Código
c¡vil de Etiopía (***), aí como el proyecto del nuevo Código civil de Fr¡r-
cia (****). La teoría de la recepción ha sido adoptada por el Código civil
de México (-----).
(') BOCCO {r5¡l), colocóndo.o .ñ la po.¡c¡ón de qu. mod¡¿nta.l co.trato t concil¡.ñ ¡ñlér€s€s,
s¡plic. l! .€..idai.de qu6 lor do. coñi.lttlte. coñozc¡ñ l. co¡ñc¡derc¡. d..u. dEl..*ione',
en l. t¡gu¡áhte lo.ma:
('I SACCO ( 155) oxplicá en l¡ risu¡6nts foín. l. roluc¡ón dad. po. 3l l€g¡.¡ádo. ¡taliano
Estudios sobre el Contrato Privado 261
CAPITULO VI
"Art.4.-
Los contratos concluidos por Eléfono e l* considera he-
chos entre presentes, si las part* o sus mandatari$ han atado
personalmente en comu nica ión ".
("') Código c¡vil del Brasil:
"Art. 63.-
268 Formación del Contrato
Sin embargo, el problema del contrato por @léfono puede ser notable-
rnente (no d¡go totalmente por las razones que a continuac¡o expondré)
solucionado si se establece como regla general qr.re, salvo estipulación en
contrar¡o, el contrato se forma tanto entre plesen@s como entre a(6entes
en el momento y en el lugar en que el oferente conoce la aceptac¡ón. De es-
ta manera, todo lo relerente a la ley aplicable al cmtrato, tomando en cm-
sideración la regla generalmente aceptada de que la naturaleza y efectc de
la obligación se rigen por la ley del lugar donde fue contra¡da, quedará limi-
tado a aplicar Ia ley que rija en el luger de la formacian del ccrtrato, cual-
quiera que haya sido la s¡tuación física y jurídica de lc contratantes, espe-
c¡almenE del aceptante.
He dicho que el problema no puede ser totalmente soluciorado, por-
que no es pcible descartar la pcibilidad de que alguna ley nacional impm-
gE que deErm¡nadc contratG queden regidc por la ley de ese país cuando
alguno de los contratanEs t¡ene la nacimalidad de éste, tal como ocurre
con el artículo 17 de la Constitucim Política del Perú y, en general, cm las
dispoiciones legales de lo países que han incorporado a sus legislaciones el
senüdo de la cláusula CALVO.
CAPITULO VI I
CONCLUSIONES.-
Por razón de todo lo expuesto en esta Secc¡on, cabe llegar a las s¡-
guienEs conclusíones:
BIBLIOGRAFIA:
I 771 JOSSERAND, Luis, "Derecho civil", Buenc Aires, 1950, Tomo ll.
Vol. l, pá9. 41.
( 78) ALBALADEJO, Manuelop. c¡1., Tomo ll, Vol. l, pág.324.
( 7s) POTHIER, Robert Jceph, "Tratado de los ccrtratG", Bueno Aires
1 9¿18, Tomo I , pág. 21 .
(112) TUHR, Andreas von, op. c¡t.. Vol. ll-2, pá9. 155.
(1 13) CARRARA, Giovanni, op. cit., pá9.234.
(1 14) LOPEZ de ZAVALIA, Femando J., op. c¡t., pá9. 115.
(115) ENNECERUS, Ludwing, ..., op. dt., Tomo tt, Vol. t, pág. 167.
(1 16) GUHL, T|1éo, "Le dro¡t lédéral des obligat¡ons", Zu¡ich, 1947,pás.
83.
(l l7) CARRARA, Giovanni, op. cit., pá9.230.
(118) TUHR, Andreas vm, op. cit., Vol. ll-2, pá9. 158.
(1191 MESSINEO, Francesco, op. cit., Tomo l,pág.322.
(120) LAURENT, F., op. cit., Tomo XV, páS. 550.
(121)TUHR, Andreas vor¡, "Tratado de la obligacianes", Madrid, 1934,
Tomo l, pá9. 138.
(1221 ALBALADEJO, Manuel, op. cit., Tomo ll, Vol. l, páS.329.
(123) COLIN, Ambroise,..., op. cit., Tomo ll, pág.275.
(124) CARRARA. Giovanni, op. c¡t., pá9.239.
(1251 BOFFI BOGGERO, Luis María, "Tratado de las obligacimes", Bue-
nc Aires, 1968, Tomo l, pá9. 112.
(126) LEON BARANDIARAN, Jcé, "Comentario al Código Civit perua-
¡6'1, guenos Aires, 1954. Tomo I - Acto jurfdico. pá9.66.
(127) CASTRO y BRAVO, Federico, "El negocio jurídico", Madrid, 1955,
pás.69.
(128) SAccO, Rodolfo, op. é¡t., pá9.61.
(129) RIPERT, Georges, ..., op. cit., Tomo lV, pág. 104.
(1301 COVIELLO, Nicolá, "Doctrina general de Derecho civil", México D.
C., 1938, pá9.385. I
(l3l) MAZEAUD, Henri,..., op. c¡t., Parte ll, Vol. l, páS. 156.
(132) PLANIOL, Marcel,..., op. c¡1., Tomo Vl, pá9. 140.
(133) SPOTA, Alberto G., op. cit., pá9.257.
(134) ROCCO, Alfredo. "Principic de Derecho mercanü1", México D.F.,
1966, pág. 332.
(135) GUHL, Théo, op. cit., pá9. 83.
278 Formación del Contrato
(1361 LEON BARANDIARAN, Jcé, op. cit., Tomo l, pág.66.
(137l SANTOS BRIZ, Jaime, op. cit., pás. 136.
(138) lBlDEM, pás. 140.
(139) CARRARA, Gioranni, op. cit., pág 265.
(140) LOPEZ de ZAVALIA, Femando J.. op. cit., pá9. 121.
(141) BOLAFFIO, [¡&r, " Decreto comercial" de BOLAFFIO, ROCCO,
VIVANTE, Buenc A¡ res, 1947, Tomo lll, Vol. lll, pá9.4.
11421 CARRARA,. Giovanni, op. c¡1., pá9. 175.
(1'$) C¡ta de MUÑOZ, Luis, op. cit., Tomo l, pág. 263.
114/.l LOPEZ de ZAVALIA, Femando J., op. c¡1., pá9. 119.
(145) Loc. c¡t.
(1¡16l RIPERT, Georges, ..., op.
cit., Tomo lV, pá9.232.
11471 BEVILAOUA, Clanis, "Codigo civil dc Estadc Un¡d6 do Brail",
Río de Janeiro, 1930, Tomo lV, Ég. 256.
(148) LEON BARANDIARAN, J6é, "Cornent¡r¡c al Codigo civil Ferua-
no", Uma, 19¡14, Tomo lll, pá9.73.
{149) RIPERT, Georges, ..., op. cit., Tomo lV, pág.228.
(150) CARRARA, Giovanni, op. cit., pá9. 176.
(151) RODRIGUEZ FONNEGRA, Jaime, "Del cdrtrato de compraventa y
mater¡d aledañ6", Bogotá, 1960, pá9.69.
(1s2) LAURENT, F., op. cit., Tomo XV. pá9. 55.
(1531 BOLAFFIO, león, op. cit, Tomo lll, Vol. lll, pá9. 5.
(154) ROCCO, Alfredo, op. cit., pá9.324.
(155) Cita de MAZEAUD, Henri, ..., op. cit., Parte ll, Vol l, pág. 174.
(1s61 SACCO, Rodolfo, op. cit., pá9. 153.
(1s7) TUHR, Andrea val, "Derecho civil". Buenc Aires, 1947, Vol. ll-2,
pás.142.
(158) GlORGl, Jorgg, op. c¡1., Vol. lll, pá9. 175.
(1591 JOSSERAND, Louis, op. c¡1., Tomo ll, Vol. l, pá9. 46.
(160) SPOTA, Alberto G., op. cit., pág. 285.
(161) ALESSANDRI RODRIGUEZ, Arturo,..., op. c¡t.. Tomo lV, ptá9.97.
{162} ARIAS, Jcé, op. c¡t., Tomo l,pág.122.
Estudiu sobre el Contrato Privado 279
(163I CASTAÑEDA, Jorge Eugenio, "Elernentc cmstitut¡vc del contra-
to", Rev¡sta de Jurisprudencia Peruana, Enero 1952, pá9. 1535.
(164) SACCO, Rodolfo, op. cit., pás. 180.
(1651 LOPEZ de ZAVALIA, Femando J., op. cit., pá9. 122.
SECCION CUARTA
MODALI DADES ESPECIALES
DE CONTRATACION
MODALIDADES ESPECIALES DE CONTRATACION
(.) Já¡m€ SANfOS BRIZ (6) do.crib€ coñ la6 siguieít6 p.labrrs como se produc€ ol coñ.ént¡
misnto en loa contratos por .dh6ión 6 coñd¡ciona3 g€n!r.l€! prerréd*t d3! por una dé 16
nes que regirán para l()§ cdltratc individuales que, en baoe a tales est¡pula-
ciones, celebren con todas las personas que deseen contratar cor ellas. En
es@ segundo c6o no se presenta necesariarnente, como en el caso del con-
trato por adhesión la exclusio¡ de toda p6¡b¡lidad de discuim, pues suele
ocurrir que lm estipulaciones prerredactada cubran solo una parE del con-
Enido contractual, dejando ab¡ertc a negociacian otrc aspecto del con-
trato, aún cuando plantean algunG autores que la estipulacimes pueden
comprender toda el área del contrato.y ser presentadas al público cm carác-
ter inmod¡ficable, de tal manera qúé,la cal-tr€tacion suele producirse tam-
bién por adhesim. Esta forma de contratación en bae a estipulaciones pre-
rredactadG un¡lateralmente por una de las parEs es lo que se conoce como
"condiciones generales de contratacion " o "est¡pulacimes generales de cm-
trataciofl ".
También const¡tuye una modalidad especial de cmtratación aquella en
que la pares no expres¿n su voluntad med¡ante declaraciqres sino median-
te actuaciones, lo que se da generalmenE en servícios que se prestan al pú-
blico, donde la celebración del contrato no se efectua rnediante sendas de-
claraciones de voluntad de la parte que ofrece el servicio y de la parte que
lo utiliza, sino que, especialmente esta segunda parte, se conduce en deter-
minada forma que, en la mayoría de lc casc,, está cmst¡tu¡da por la utili-
zacion del servicio, sin previa declaración. San lc llamadc "cmtratG de
hecho" o "relaciones obl¡gEtorias surgida de conductas social-t ípicas". En
elloc se da también el rasgo de la auencia de negociacimes preüas.
CAPITULO I
Co¡t¡ñúr SANfOS BRlz iñdicando qu. no d€bo confund¡r3€ l.t cond¡c¡onG. q€ne.álés
con los lormulrr¡o. cl6 c¡sltos cont..to!, ñ¡ coñ 6l u3(, de 3iglas qus büscan r¡rñplif¡cár la cele
br-ión dé coñt.!to.. n¡ c? lo5 6rrtutor do porlon.. iuríd¡ca.. pata coñcluir d¡cisñdo:
Como .e vsrá má6 ádelañto en €3re tr.bajo, ol Cód¡go c¡vil ¡r¿liano d€ 1943 tata en iu lrticulo
1341 d€ l.t condicionÉ g€oeralss d.l cont.áro, coñr¡dsrindo como talclr las 66tábl€cld.. po.
uno dá lo. coñtr¡tantes, lo que ha ll€vdo 6 la Cone d6llá Cá.ssz¡one ¡¡al¡ana a dscl.rar .n sü
s.ñrañciá ds 30 dé eoero de 1963 {43) qu. €l l.girl.dor itáliano h¿ fo.muládo uná d¡3t¡nc¡óñ
uñ¡v€ra¡l qu. sirve para cl..ilicrr todo3 loi contr.toE privádos: de uña parts, aquel tipo d€
"coñtrlto quá sc ,orma a t.¿vás ds unr pr6párác¡6n r€ll¡záda rolt¡ Pr volt¡ por la6 prrtos. d€
tal lorma qus €l contrsto t¡sne un contonido qur r6p.o.énrá el r€qlltdo d€ los tr.ios prÉon.
t.xir¡r¡.. .ñt.e lE pártÉ con ¡nté.6.6 coñt.apu6to3"; y, d€ ot.á, 3l a:ontratto pa? d-¡('|.,
cárÉt6r¡:áóo po.que €l "con.onl¡mi.nto d€ unt d€ ln p.rt6 6 6án¡fe.t.do m€d¡.ñla tu
dh6.¡óñ ! un €.queña coñtr-trr.l pr€di.pu.rlo por l. otra p6.té, pr@pon¡endo la lalt. d.
dircurión pre\rent¡va .obr€ el co.tsnido cl€ lü m¡.m.t cláual.s".
RISOLIA (¡r5) dics robre d p.rticul¡r qüa 3¡ .l cr.dor d. la exp.qi¡ón "contrato. d€.dh..
.¡ón", SALEILLES, .fi.rn. qu. tr¡o3 contr¡lo. "ño t¡.ñ.n d€ coñtrrto. mái qus .l noñbr.".
l. prrÉoi. neé coñ él m¡rno: ¿Dor quá l¡.m! contrato . lo qus,. q, c.¡ter¡o, no .sr,¡t!. at.
c.l id.d?
Esrudios sobre el Contrato Privado 291
CAPITULO II
') RISOLIA (&r) hace el sigúiente resum€n ro.pocto . l. s¡tueión ¡urid¡codoctr¡nal de loi coñ
trato. por adhe.ión:
lgualmenta lon .i6.nplos cle €.t¡pulác¡oñ6 gaheraler cle coñtrat&ión, é5ta v€z 6 el
cámpo nac¡oná|, ls rod.ctd.s por ELECfROLIMA pára el ministro de onorgii el¿Et.¡cá a
dom¡c¡¡io y to. rselrñ€nto§ que, al ,ñparo da lo d¡lpue§to oo.la Lev No.2753 v el oecrero
Sup.€mo No- aS ds 20 de d¡c¡ombre de 1963, d¡ct¿ñ las so.ledad€. an6n¡ma artorizada! p6ra
e.tattl€cer almacañ6. g6nar€!€3 de deoosilo.
Estudios sobre el Contrato Privado 303
ciales (como podría ser, por ejemplo, la venta de un automóvil de una mar-
ca muy difundida, pero fabricado especialrnente para un cliente), pero que
deben formar parte, necesariamente, de estos cmtratos.
que tengan carácter inmodificable y rijan para todos los cmtratos singulares
a celebrarse (*), mientras que las est¡pulac¡ones principales pueden ser ma-
ter¡a de negoc¡ac¡ón entre los contratantes, o al menc de elección por parte
del adherente.
También se clasifican las estipulaciones en neutrales -que no favore-
cen especialrnente al prerredactante y cuya finalidad es obtener una mayor
perfección en la contratación, para evitar futuros desacuerdos- y vejatorias
-que están dest¡nadas a colocar a la otra parte en una s¡tuación de inferio-
r¡dad-. Esta última clase de estipulaciones pueden establecerse (68) a bene-
ficio del predisponente como son las de limitación de responsabilidad, de-
claraciones de buen estado del bien, caducidad de las garantías de funciona-
miento, etc.- o bien a cargo de la otra parte -que pueden cons¡stir en re-
nuncia a plazos para interponer acc¡ones, asunción de la carga de la prueba.
competencia de tribunales, e tc.-
(') DOSSETO considera que la3 condicioñ6 accesorias,,poedeñ .tumir u¡ cár¡ictsr d€ g€ner¿ri.
dad en cuánto que ellas, por qu€dar ¡nmutábt6, esrán en apr¡tud de setu¡r no sotameñr€ p¿r ¡
un contrato singurar, s¡ño ¡ambidn par¿ una sef¡é iñdel¡ñid, de conrrátos que reñgan por obj.
to pr*tacion6 i.léñricas o siñ¡1ar6..,; cons¡derado descte esre asp€ro... reabeñ tá deñoñina
c¡ón t&ñica... de condicion€s geñe.atas del contrato,,.
Estudios sobre et Contrato Privado 305
G..ñ párt€ de los árgúmantot €ñumer¿do. h, .¡do lomda, l¡terá¡ñente .n la mayoría de los
cá!os, de la obrá de GABCIA AMIGO (75,, qu¡en, a iu v.2. hace la c¡t. co..6poñdie¡te á
otroi a¡tor€. qué le han satuido d€ lüént€, por lo cual s€ v. . cit.r el ño.nbre dG 6tos últimor,
ál lado del dE G ARCIA AM I GO, aun cuando cllo no s¡g.ií¡qu€ eñ todos lo. cüos qúe .e tg. ha
coñs¡ltado d¡rocirnente. Eñ lo. deñá3 casor, 3€ c¡ta dirocla.ñcnte la tueñrs d€l argumeñlo
J
{') R IPE BT (76) s€ prsgurta . quá .e debe que s¡ la jurisp.uchc¡a h. permansc¡do host¡l a ¡á v&
l¡dez de los cont.atos por adh.sióñ á cond¡c¡on€s impu6trs por uná de lás partes, lá ideá hav.
eñcontr.do una -og¡d. tám f¿vor.blé en la opin¡ón pública. y dá respuestá a e.€ ¡nterrogañ¡e
ligadas asi, son libres para desligarse, puesto gue tienen en sus
manos el poder público. i.Cómo resistirían ellas a la tent*¡ón?
Los más débils en el ¡uego contt*tual son los más fuertes en el
iuego político. Contra la soberanía del contft,to, sólo tienen gue
dirigirse a la soberan ía de la ley. Es esta la wrdadera idea que mo-
tiva la intenención del legislador en los contratos llamados de
adhesión".
312 Modal idades Especiales de Contratac¡ón
Ya DEMOGUE (77) eñ 1923. cuando el trár¡co econóñico no había alcan¿ádo el nivel en que
se encuenrra eñ sstos momeñtoi, perc¡b¡ó la Bencia del problema que se creá con las ofertas
que se p.esentan como esrableciendo coñd¡ciones .¡ne qua non, dic¡endo:
(.) R.rrlt. d6 p.rt¡cúlár ¡nterÉ l. op¡n¡ón d. F.tiF€ Ct.rn.or. d. otEGO (95), qs¡3ñ .; üñ cát.-
br€ dktr.n.n robrs tá clárs¡lr dé culnt! corr¡.nt. d. sfrEto., us.dá por ta E,lca d. Cárstuñ.,
BBf¡riándole al sisreña ádoptado por sl Cód¡go civil ítal¡¿no d€ 1942 réspecto á la ol¡c*ia dé
1.. condic¡0ñ6 g€n6ra¡€' cu.ndo el o¡ro coñtr.rante ha dab¡do conocerlas usando l. d¡l¡genc¡a
ord¡ñ!r¡6 (articulo l3¡1'l ) ASCABELLI ll O1, dice lo s¡guienr.:
(') D.sde lu€go. eñ el s¡steña l.qat peruano, cu.tqu¡s.. de e6t6 r.6 foñ6 de conr.ot rsñctri.
qu€ .er ¡ñprantada leg¡stat¡vñentG, v. qu€ no conisno3 e. duestro oerecho pos¡rivo con
p.ulas que perñ¡tan clarmér¡¡e ta ut¡t¡zá.ión €f€crivá d€ 5t9!rn. de eIas.
334 M odal idadq Espec ial x de Contratrc ión
2l lntervenciondministrat¡va.
Un segundo sistema de control, que no es, desde luego, incompa'
t¡ble can la intervención judicial, es el eiercido por las autoridades ad-
ministrativa.
Según este sistema, la est¡pulac¡ones generales de cmtratac¡ón
sofl sometidas a la consideración previa, es decir antes de que puedan
ser invocadas por el prerredactante como condiciones abstractas apli-
cables a lG futuros contratos, de los organismos adm¡n¡strat¡vG co-
rrespond¡enGs, lc cuales solo las aprobarán cuando juzguen que no
resultan periudiciales para los ¡ntereses'de los cl¡entes, cmsiderados
oomo masa o generalidad de terceros, o favorezcan indebidanente al
prerredactante.
Se cuestiona {112), con indudable pert¡nenc¡a, cuáles son los
efectos de la aprobación dministrativa prestada a las estipulaciones
Estudios sobre el Contrato Privado 335
vil etíope de 1960 (*) y la ley israelita 5.725 de 1964(**). Los pro)rectos
"Sección /.-
De las fuentes voluntaria de las obligaciones y
de la formación de los contratos.
'Art. 5.- Cuando las partes se han referido a un contrato-ti-
po o a un reglamento, ellas están obligadas por las disposicion*
de ese contruto-tipo o de ese reglamento, con la condición de gue
hayan estado en la posibilidad de conúerlo".
') Proyecro dcl Códigoc¡eil hotand¡sl
Sería un error colocarse una venda en los ojos y desconocer que cir-
cunstancias especiales del mundo actual en que vivimo han dado origen a
una nueva forma de contratac¡ón. Las disposiciones actualrnente ex¡stentes
en el Código civil de 1936 no contemplan la contratación en base a estipula-
ciones generales n¡ son susceptibles, en vía de ¡nterpretación, de solucionar
la problemática que crea esa contratac¡ón. Hago, pues, una ferviente invoca-
ción para que se introduzcan en el Código civil peruano las normas que per-
mitan solucionar tales problemas.
Ya se ha visto que la intervención legislativa es especialnente requeri-
da para controlar los abuso a que puede dar lugar la contratacior¡ en base a
CAPITULO III
L¿ c¡ta que h.ce SACCO de la op¡ñ¡óñ d. CROME .xpu6ta en io libro "Sy.ram d€. de6Élten
bürg. Rachr¡", Tubiñ9r. 19OO, p.3m, .. la.¡go¡ento:
SANTOS BRIZ (136) relata una nueva p6¡ción adoptada por autor€s
alemanes (BORNER, GUDIAN, MEDICUS) quienes sostienen que lo social
típ¡co no corst¡tuye una fuente del Derecho sino un criterio de interpreta-
ción. Ouizá es este planteamiento el que enfoca más prop¡arnente el proble-
ma de la conducta social típ¡ca pues, en realidad, la ejeojción de un hecho
que impona la repetición de hechc similares rEdiante lG cuales se e¡ecuta
hab¡tualrnente un contrato const¡tuye la exteriorización de una voluntad de
obtener los efectos del cmtrato, o sea las mismas consecuencia que produ-
ce la celebración de un contrato, por lo cual cabe ¡nterpretar que quien
practica tales actos se está obligando, en esa fo¡ma, contractualrnente. Agre-
ga SANTOS BRIZ que "la conducta social en el ámbito de la contratación
en masa podría explicarse segun la teoría contractual clásica".
Son de sumo interés dos de los supuestos en que se ha colocado BE-
TTl, o sea el caso del usuario del transporte público que no cono<iera la ta-
rifa y el de que dicho usuario fuera un incapaz absoluto.
Con relación al princr caso, considero que de aGlerdo con la opinión
corriente, cq¡ el conocimiento general que t¡ene el público, la ut¡l¡zación
de un medio público de transporte da generalncnte lugar a la obligación de
pagar la tarifa, sin que el efectivo conocim¡ento de la cuantía de la tar¡fa sea
requisito sine qua non para el nac¡m¡ento de la obligacion, de tal manera
que el solo hecho de la utilización del servicio, por ser una conducta soc¡al
típica, esto es una conducta que usualrnente genera determ¡nad6 conse-
cuencias, da lugar a la obligación correlativa a cargo del usuario, aun cuando
éste no haya declarado formalrrnte su voluntad de obligarse ni haya ccro
cido efectivancnte la tar¡fa. Debe tenerse presen@ que el tsuario no es que
no desea obligarse, o sea que considera que debe viajar gratuitarnente, s¡no
únicancnte que ignora la cuantía de su obligación.
Respecto al segundo caso, la situación es bastante mib complicada
pues el agente no t¡ene capacidad para obligarse. de tal manera que su con-
ducta no puede suplir esa falta de capacidad. Refiriéndoee a loe rrBnorcs
impúberes, SPOTA (137) cita una doctr¡na, recogida por el Anteproyecto
del Código civil argentino elaborado por una comisión bajo la direccion de
Jorge J. LLAMBIAS en 1954, según la cual tales rnenores pueden celebrar
lo que se ha llamado "pequeñc contratos", esto es cmtratoG vinculados
a las necesidades de su edad. SPOTA está en desacuerdo con esa soluLión
por considerar que no hay tales pequeños contratos sino "una conducta so-
c¡al típica que lleva ínsito el consentimiento y que está conteniendo, como
facta concludentis, la voluntad, no obstante que ésta suria como aceptrción
de hxho a una oferta públ¡ca".
Sin embargo, en esie c¿¡so el plan@amiento de SPOTA choca con el
obstáculo de que el corisentimiento es un acuerdo de voluntades que, por
35O Modalidades Especiales de Contratación
CAPITULO IV
CONCLUSIONES._
ella celebren.
9l La estipulacimes generales de contratación no aprobadas admi-
nistrativaÍEn@ sólo se ¡ncorpora¡án a la oferta de un contrato
particllar anando han sido puestE en conoc¡miento del publico
en general rrdiante una adecuada publicidad y el cliente declara
expresa o tácitarEnE su voluntad de contratar en bae a ellas.
El efectivo descmocimiento de las estipulaciones generales
por el clien@, cuando ha podido conoce rlas usando la diligencia
ordinaria, no debe ser causal de anulabilidad del contrato particu-
lar ni enervar los efuctos de ést€.
10) En los contratos típ¡cos celebradc en base a est¡pulaciones gene-
rales de contratación no aprobadas administrativanrnte, no se
considerarán válida las estipulac¡ones que sean contraria a las
normc dispoc¡tivas establecidís por la ley para ese t¡po de con-
trato§, a no ser que las circunstancias part¡culares de lc cmtra-
tÜltes ¡usüf¡quen la validez de tales estipulac¡ones.
MODALIDADES ESPECIALES DE CONTRATACION
BIBLIOGRAFIA:
CAPITULO UNICO._
El texto original del artículo 1339 del Codigo civil peruano era el si-
guiente:
"Art. 1339.- Se prohibe contratar entre cónyuges".
Este artículo no figuraba en el Anteproyecto presentado por Manuel
Augusto OLAECHEA a la consideración de la Comision Reformadora del
Código civil de 1852 en su sesion celebrada el 19 de mayo de 1926, ni fue
cofltemplado al discutirse y votarse dicho Anteproyecto en la sesión cele-
brada el 1o. de setiembre de 1926.
Sin embargo, en el Proyecto de Código Civil presentado por Alfredo
SOLF y MURO, Manuel Augusto OLAECHEA y Pedo M. OLIVEIRA al
Ministro de Just¡c¡a el 7 de marzo de 1936 se consigna el artíolo 1327 con
el mismo texto antes transcr¡to del que m& tarde fue artículo 1339 del Có-
digo civil de 1936.
A) Reseña hislúrba
Segú; IGLESIAS (51 en el Derecho romano clásico lc cónyuges po-
dían contratar entre sí, pl.Es sólo las donaciones entre ellc estaban prohi-
bidas, aun cuando la iu¡isprudencia admitió su validez cuando no ¡mporta-
ban un enriquecimiento para el donatario, tales como las donac¡ones de la
tumba y las hechas por la mu.ier para que el marido pudiera dar juegc pú-
blicc. También se admitieron las donaciones efectuadas al disolwrse el m&
tr¡mmio, sea por nr¡erE o por divorcio.
PETIT (61 adm¡E que en lo primerc t¡empc de Roma, cuando la
nxrjer no háía caido h lup (el régiren normal era que durane el matri-
monio correspürd ía al nu¡ido la poEstad manus se$rn la cual absorb ía el
patrimm¡o de. la m¡Fr, como si fuera su hiia, pero no era un égirnen obli-
gatorio), fw pe¡miüd¡ la dmación entre esp6o6¡ pero que peter¡orrnente,
hacia el final de la Rep.iblica y el princi¡io.del lmperio, debido a la relación
de las c6§lmbr€s, !¿ sstableció una prohibicion absoluta para evitar dne el
marido abusaa del afrcto o de la debilidad de la mujer para despoiarla, e-
gla que después se fi¡e haiendo rnenc infhxible debido a un senadoconsul-
to de SEVERO y CARACALLA y a las pcteriores modif¡cacionB introdu-
cidas por JUSTINIANO.
Respecto a lc otrc c(ntratcB no existfa ninguna proh¡bic¡on de ceh-
brarlc entrc esp6e por lo q¡al pwde afirmarse $.te en Roma la regla era
admitir la validez de lc conüatoe entre cónyuges y la excepción ft¡e la fo.
hibición de cehbrr dare¡ües entre ellos.
POTH IER (71 indica qrp irtügparrpne en Francia, especialnrnte en
las regiones dande einaba la cctumbre (supra, Tomo ll, pág.97), las mujq-
res císadas no pod fan cmtratar. a no ser cqr la autorización de sus mari-
dos, lo que ¡mportá8. sn realidad, que no pudierar cqrtratar cm éstc. Se-
gún lc MAZEAUD (81 en el rnüguo derecho estaban prohibidas 16 dona-
cimes entre cónyuger, teni€ndo la pcerior prohib¡c¡on de la compraventa
entre ést6 su razón & ser en que tales donaciones eran revocables, por lo
cual podía witarse la rcvocación simulando una compraventa.
La situación en ol Derecho germánico frre psEcida, gres afirma PLA-
NITZ (9) qr¡e dur te la época franca el mrrído bnfa plena potestad sobre
el patr¡monio de la nnrler, lo cual excluia necesariarcnte la posibilidad de
contratación entrB cúnyugÉs, ÍEro que esta situación cormnzó a camtiar a
partir del siglo Xll. por influencia de la lgl6ia, adquiriendo paulatinanrnte
la mujer una may(r l¡bertad que le prmiüó llegar a cmtratar l¡brenente,
inclusive con su espc;o.
Al tratar sobrc la poición de las legislaciones actuales, podrá observar-
se como el Códígo Napoleón y el BGB enfocan el problema de la contrat&
Estudir súre el Contrato Privdo 365
ci ón entre conyugos.
Bl Argúm€ntc en cmta,-
Entre 16 muc+ras razdres que se han invocado para prohibir la cqltra-
tacion entr€ cónyuges cabe c¡tar, por su import rcia u ori$nalidad, las si-
guienGs:
1) lndica GATTI (101 que algunc autores ant¡guc han sctenido que el
rnatrimm¡o da lugar a que amboe cónyugs fortlrn uia sola persana
(teoría de la unitas camis), lo que cmduce a que la,cqrtrateión entTe
cónyuges no es otra cgsa que lá cmtratac¡ón corigó mismo.
2l El csrsentimiento cofltratual supone necesar¡aíEne libertad de las
parE§ para declarar sus respectivas voluntades, Esta lihnad no existe
en el matrimonio porque la mujer está sometida a la autoridad del ma-
rido, lo que ha llevado a DEMOLOMBE (11) a decir qr.re "la voluntad
de la mufer en las relaciones cm su marido es la voluntad del marido
mismo".
3l En parecida línea ds Fnsamiepto se pme espqcial énfais sobrc la in-
flrrocia que t¡ene un cónyuge sobre el otrq, lo cual prrde inducirlo a
ór¡sar de la confianza de ésÉ en su pro¡io beneficio. Se ha dicho (12)
que el mar¡do o la rnrjer cai no parará mientes en defender sr¡s inere-
es cuando su cdrtratante sea la persona en la que ha depos¡tado todo
su alecto y cmfianza. Loe MAZEAUD (13) mntemplan la pc¡bilidad
de que uno de los cónyuges celebre una venta con el otro en cfidic¡o-
+es sumanEnte favorabhs para é1.
4) Permiür la cmtratación entre cónyuges supme, d¡oe GATTI (141, in-
troducir cuesüones de orden pecuniario en las relaci gles cgtyugales,
lo cual podría fabear el espír¡tu del matr¡mon¡o. RODRIGUEZ LLE-
RENA (151 af¡rmá qLE "la paz y la fulicidad que em.¡nan del matrimo
nio se varían perturbadas por |tr cmtratoi, si se les permitiera (a los
cónyugesI cebbrarlc".
5) Un argunento qtr cqr singular pertinencia se ha sgfimido en cqrtra
de ffmitir la cmtratación entrc cónyuges es la existBflc¡a en nuBtro
ordenarúento furídico, como oo¡rre también en grar parte de lc có-
digc extranjeros, de un éginen legal de bienes en el n¡atrimsrio cu-
yc efectc sm irrenunciables y, por lo tanto, inmodificabhs. Si se
pernútiera a lc conyuges cdttratar entre sí se estarí abriendo las
puert¡§, se dice, para burlar estos efectc obligaroric. RODRIGUEZ
LLERENA (16) indica en ese sent¡do que formada la sociedad de
garanciales entre lG cónyuges, resultaría implicanb la permisión de
cgrtratos entre ellos.
366 Contrattión entre Cónyuges
C) Argumentos a favor.-
Se van a c¡tar a cont¡nuacion loe argurnentos que se aducen para justi-
ficar la cofltratación entre conyuges:
1) El rnatr¡mm¡o no ¡mporta una fusión de personal¡dades, aún cuando
ex¡sta una fusión de afectos, Cada conyuqe cmserva su propia perso
nalidad, pues, como d¡ce TOULLIER (20), los espo66 son personas
dist¡ntas, tanto desde el punto de vista moral como físico. En el mis-
mo sentido, dice MAN RESA (21 ) que "el trad¡c¡onal ob6t¡áculo de la
unidad de persona, no cf€emos que pueda hoy alegarse seriamente por
nadie cuando es una verdad por todos recmoc¡da la que afirma la coe-
x¡stencia de la personalidad de cada uno de los cónyuges dentro de la
penonalidad iurídica fami liar".
2l El contrato, afirma GATTI, "hace nacer entre los esposos una comun¡-
dad, una colaboración que tiende a refo¡za¡ el lazo conyugal. Hay mu-
chos contratos que repo6an sobre la confianza que inspira el otro con-
tratante; todos l06 cmtratos intu¡t¡ personae, especialrnente el manda-
to y la sociedad, encuentran en este sent¡do, campo propic¡o entre l06
cónyuges". En el mismo sentido, HEMARD (221 ¡nd¡ca que el matr¡
mon¡o reúne de hecho dos penonas y dos intereses a lG cuales debe
estarles permit¡do tratar el uno con el otro todas las veces que ello sea
necesario o útil.
3) Si se prohibiera la contratación entre c(rlyuges se estarÍa creando en-
trc ellos una barrera que no existe en la contratación de cada uno de
ellc cm terceros ¿por qué se dice. deben estar privadc los cónyu-
ges de un rnedio, como es el contrato, a través del cual se puede lograr
Estudios sobre el Contrato Privado 367
"1. ?4. Será nula toda don*ión entre los cónyuges durztte
el matrimonio.
No se incluyen en esta regla los regalx módbos que los cón-
yugw se hagan en aasion* de regeijo pan la fanilia".
"1.458. El marido y la mu jer no podrán vendere raíprua-
mente. sino cuando se hubiae pactado la separ*ión de biena, o
cuando hubiera separxión judicial de los m¡s¡n6 bien6, attori
zada con arreglo al capt'tulo 6o., título 30, de'6te libro".
F) Conclusión.-
En virtud de las consideraciones anter¡orrnente expuesta cabe llegar a
la conclusión que es aconsejable que se estabbzca legislativamente la posibi-
lidad de contratar entre cónyuges (*), con la limitación de no afectar el ré-
girnen de comunidad de gananc¡ales en el matrimonio que establece la ley.
l. I Oieso ESPIñ (27), reliriéñ.lose ál Códiqo civil español d€ 1889 qoe éslablece que ¿l ñarido v
la mu¡er ño pue.ten veñde.i€ b¡enes reciprocar¡ente, d¡ce lo siguieñtol
BIBLIOGRAFTA:
CAPITULO UNICO..
"Art. 1.126.- Todo contrato tiene por ob¡eto una cosa que
una parte se obligta a dar, O gÚe una parte se obliga a hace-r'o a no
haer".
"Art. 1.127.- Puede ser ob¡etodel ccntrato el simple uso
o la simplepoxsión de una cosa, así como la cosa misma".
'ArL 1.128.- Só/o /¿s cosas gue están en el comercio pue-
dsr sr ob¡eto de la convettio¡¡a".
'Art 1.1 29.- Es n*aario que la oblig*ión tenga por obie-
to una co6a deerm¡nda at me{|Ds en cuanto a su espdc¡e.
La cantidd de le cosa Ftcde ser incierb, con tal que pueda
§r detcnni nada".
-Art. 1.130.- ¿ar co§r3 futur᧠pueden ser ob¡eto de una
oblipión.
Sin anbarp, no cab n ateiar I una sln*ión no abierta, ni
haer ningana *tipulción úE sme¡ante sraión, ni siquiera
on cl on*ntimiento & ,gl/f,,l de cuya sucaión * tnte"
378 Et ob¡eto det conaato
'Artículo 1347.- Todas las cosas gue no están fuera del co-
mercio de los hombres, incluyendo las cosas futuras, pueden ser
ob¡eto de un contrato. Todos los derechos gue no son transmisi-
bles pueden ser también o.b¡eto de contratos.
No puede celebrane un contrato sobre la herencia futura,
salvo en casos expresamente autorizados por ley.
Todos los sgrvicios gue no son contrcrios a la ley,la moral,
las buenas costumbres, el orden público o la polít¡ca pública pue-
den tamb¡én ser ob¡eto & un contnto".
'Attículo 1348.- La cosas o servicios imposibles no pue-
den ser objeto de contratos".
'Artículo 1349.- El obieto de cada contrato debe ser deter-
minado en su naturaleza El heho de que la cantidad no sea de-
terrn¡nable no será obst*ulo a la existencia del contrato, s¡eñpre
que sea pos¡ble determinar la misma, sin nrcesidad de un nuevo
contrato entre las partes".
Et¡opla (*1, tbnsn caplulC 6 fc¡abs para lratar.úrc cl obieto dei csr-
(obligtién de h*er), (oblig*ión de no hacer)
en una abstención
en una translerarcia de propiedad o la constitución de un dere-
cho real (obligxión de h*er)".
"Artículo 188-- La falta de obieto determina la existencia
del contrato.
Sin embargo, el ob¡eto puede cons¡stir en una cosa futura.
No obstante no se puede, baio pena de nulidad absoluta; renun-
ciar a una sucaión aún no abierta ni hrcer ninguna atipulxión
tobre una sucet¡ón de tal clw o wbre algún obieto gue la com-
prenda, aún con el corcentimiento dc la peñona de cuya sucesión
§e trata",
"Artículo 189.- El ob¡eto debe ser suficientemente deter-
minado, posible y lícito".
"Artículo l9O.- La determintión debe r*aer sobre la na-
turaleza y sobrc la cantidad del ob¡eto".
"Sin embqo, es ruf¡ciente que la cosa sea determinada en
su *pecie y que el contrato proporcione los medios de precisar
ul teri ormente la cantidad ".
"Attlculo l9l.- Es nulo el contrato en el cual una obliga-
ción recao sobe una casa o tobre un hüho imposible, guiera es-
ta impwibilidd preentc un car*ter absoluto e insuperable.
La imposibilidad quc no existe sino con relrción al deudor
no es obstáculo pan la mlidez del contnto; la oblig*ión ineiuu-
tada se resuelve entonccs en daños y periuicios".
"Artículo 192.- Et nulo el contrato cuando una obligrción
r*ae sobre un objeto iltblto o inmoral.
Las cosas que no sc cncuentran en el comercio no pueden
dar lugar a una obligaión.
Sin embrp, * debo orrer en cuenta, para la aplicxión de
esta regla, la nlatividd de la nuión de comercio, ciertos bienes
que rcpugnan a cierw oprtiones pueden pr$tarEe perfecta-
mente a otr6".
'Artículo 193.- Se ptnde promcter el heho de un tercero;
pero e§ta pom6a no comproñe@ cuando ella emana y deviene
sin ef*to mlctivamente a 16 terceros gue let fdta librtad'.
(1), DEMANTE (2}, BRUGI (3), RUGGIERO (4), PETIT (5), COSSIO (6),
DIEZ-PICAZO y GULLON (7), MUÑOZ (8) y SPOTA (9), se pronuncia en
el sentido que el ob.ieto del contrato es Ia prestacion o las prestac¡ones que
resultan obligatorias por razón de la celebracion del contrato. Es aí como
se dice (RUGGIERO) que el obieto del contrato es toda prestación consis-
tente en dar, hace r o no hacer, b¡en sea a cargo de una sola de las partes (en
el llamado trad¡cionalrnente contrato unilateral), o bien de ambas (en el lla-
mado tradicionalrnente contrato bilateral) (" ).
Una segunda pcic¡ón, entre cuyo6 defensores se encuentran BAUDRY
LACANTINERIE y BARDE (10), RICCI (11), GIORGI (12), PLANIOL y
RIPERT (13), JOSSERAND (I4), CASTAN (15), ALESSANDRI (16),
ARIAS (17), RISOLIA (18) y MESSIENO (19), que sotiene que el objeto
del contrato es la creac¡ón, modificación o extinción de las obligaciones, o
sea la obligación misma, y que no se debe, por ello, cmlund¡r el ob¡eto del
contrato -o sea la obligación- con el obieto de la prestación en que la obli-
gación consiste.r.De acuerdo a este planteam¡ento, la prestación está l¡gada a
la obligación, sea cual fuere el origen de ésta (legal, contractual o voluntad
unilateral), y no cons¡ste propiamente el objeto del contrato, aunque se ad-
mite que corrierlternente, y con una ins¡stencia que obliga al respeto de su
uso, se llama ob¡eto del contrato al ob¡eto de la prestac¡ón (ARIAS).
Existe una terce ra pc¡ción, que es defendida por VALVERDE (21) y
por RIPERT y BOU LANGER (22l,según la cual un contrato no t¡ene obie-
(') Belir¡éndoe a ¡& vicis¡tudes de Iá relación iuríd¡ca nac¡da dsl conÍáto, d¡ce MAFTIN'BA
LLESTERO (23) lo sisu¡e¡te:
386 El Ob¡eto del Contrato
BIBLIOGRAFIA
CON TRATOS
PREPARATO R IOS
CONTRATOS PHEPARATOR IOS
CAPITULO I
CONTRATO DE CONTRATAR._
otro lado, es necesario utilizar una denominación para poder referirse al te-
ma, por lo cual, simplenrente a título prov¡sional y en aras a su brc\redad,
utilizaé la palabra "precontrato", s¡n que ello importe admitir la propiedad
de su empleo.
') Es iñteresahts d6tacar que ROCA SASfBE (1'l) .dñite 6ó¡0 ¡¿ coñcepción uñ¡ta'¡a de un
coñtralo c@ven¡do "t.ñ .ólo eñ su3 bᧀ3 o I ¡ñ66 €3dc¡d6 y que 6spe..3u d€sá.ro¡lo, d6¿ñ,
volvr_mieñto o cqñpleñ€nt-ióñ". Pes . €llo ROCA SASTBE dice ási:
(' ) Arturo ALESSANOB I R.. c¡t6do por CER RUf I ( 16), stirmá 6ñlát¡cah€nte:
"que la promesa de celebrar un contrato Eea un contrato, es algo
que no n**ita demostrxión".
r") CARRARA (17) dic€. eñ traducc¡ón librs, lo si9uisnte
"El elemento fundamental del contrato prel¡minar debe buscarce
part6, que se dirige, no a
en el contenido espqial de la voluntad de las
(" ') MESSINEO 118) desarrolla el ñisño teñ6 én l¿ 3i9ui€ñte forma:
"Convención eficaz por sí, pero gue requiere una etapa más para
llegar a la plenitud de su validez".
A st¿ delan¡ción le f¿ltan prá.t¡camente todos los demmtc de¡ precontrato. lo cual determ¡
ña que sea muy de6c¡eñte.
CEFRUTI cr¡r¡c€ con r.zóñ la déf¡ñició^ de THOL pu6., ñgue .. b6trñts completa, pres-
c¡nde del ánál¡s¡s d€ lo que él ¡lamá "estrucñrra oblige¡o¿al d€l inat¡túto". po. lo cúal álaba la
defiñición de WINOSCHEIO. *9¡ñ lá cual "ál coñirato puéde preceder oto contrato coñ el
qw se asume la obl¡gációñ de co.¡clú¡, el co.rtrato princ¡pal".
EnÚe las priñeras cabe destacar e¡ reconociEiento del car&¡er p.eparato¡io del pre
.onÍaro y el requ¡sitode que se ésp&ifiqueñ los el€m€nto6 e§€nc¡al6 del contrato definitivo.
Entre los seguñdos, hay que meñc¡oñá. la er¡gencia ds que el coñtaro defiñtivo deba
s¿r legalmeñte ética2, ya que n¿da afecteria a la ex¡stenc¡a del p.écontrato él qúe, po, c¡rcuns
tancias aien.s a ¡as partes, el coñtraro delinitivo da¡ñiera e¡ iñericaz. Adémás, loi medios cle
eiocución d€l precoñr.ato soñ iñd€pendaeñte. de l. n.ru.ale¿a de éste, que constituye lo que
es ñ.teriá de la deliñic¡ón.
E) Denominación.-
Desde los pactos "de contrahendo" de POTH|ER y DOMAT, los
"avant-actes", de DEMOGUE y los "contratti preliminari" de CARRARA,
se han dado nunErosas y d¡st¡ntas denominaciones a lG precontratos (que
es la tradücción del térm¡no "vorvertrag" util¡zado por lG autores alemanes
y suizos).
La denominación "precontrato" es ut¡l¡zada por THOL, DIEZ-PICA-
ZO y GULLON, COSSIO, LARENZ, ALBALADEJO y VALENCIA ZEA;
la de "contrato preliminar" por von TUHR, de DlEGO y SANTOS BRIZ;
la de "pronesa de contrato" por PLANIOL, DALLOZ, LEVRET, MUÑOZ,
ALESSANDRI, PUIG BRUTAU, BARASSI y ALBALADEJO; la de "con-
trato de pronEsa" por ROCA SASTRE; la de "contrato preparatorio" por
SALANDRA; la de "ante-contrato" por LAFAILLE, SPOTA y RIPERT,
aunqrre a este último no le agrada por cons¡derarla muy vaga; la de "prG
Í€sa contractual de contratar" por CERRUTI; y la de "contrato de prone-
sa de celebrar contrato" por FUEYO.
Considero que 16 denominac¡ones de "pr€contrato", "ante-contrato"
y "prornesa de gontrato" son poco apropiadas por cuanto no dan a enten-
der algo que es fundarnental en la figura que estud¡amoc, o sea que es un
contrato.
Las denominaciones de "contrato preliminar", "contrato preparate
rio" y "contrato de proncsa" no adolecen de ese defecto, pero ¡ncurrcn en
el opuesto, o sea no indican que el contrato tiene por finalidad celebrar
otro contlato.
Las denominaciones que emplean CERRUTI y FUEYO superan con
venta¡a a las otras, aun cuando la utilización en ellas del térm¡no "promesa"
no es muy satisfactor¡a. En efecto, si bien técnicamente promesa es la ex-
presión de la voluntad de dar a uno o hacer por él una co6a (definición dada
por el Diccionario de la Lengua Española (39)), lo que encajaría bien con la
expresión de voluntad de celebrar el contrato definitivo, en la práctica indu-
ce a error, pues el obieto del pr¡rner cmtrato es celebrar el segundo contra-
to y no pronnter celebrar éste, porque tal prornesa ya está ¡nclu¡da en el
acuerdo de voluntades que constituye el prirner contrato.
"en la idea del f*,xe se comprende una serie de h*hos tan gran-
de, que puede h&er entrar en ellos la conclusión de un contrato bien
diferente del priñero, del cual forma el obieto".
408 Contratos preparator¡os
FUEYO (43) oxpl¡c. coñ acierto 6ra situ.c¡ón iurídbá q¡a ss pecul¡ar de lo que ét ll6m. et
contrá¡o d€ prsñ.¡.:
') El mirno FUEYO (¿14) c¡ta una 3sntsnc¡. de 16 Cort€ d€ Sánt¡€lo de Ch¡le de 26 da d¡c¡€ñb.e
do 1946 qus expr.!61á mlsm! ¡déa 6n lG s¡gpl€ntes tátm¡no6l
c¡ón del obl¡gado en el contrato definitivo, o sea que puede cmsistir en ha-
cer la oferta del contrato, o la aceptación, y, en general, en prestar toda la
cooperación que en cada caso corresponda para la conclusión del contrato
definitivo.
Podría ob¡etarse que siendo el origen del cmtrato la voluntad de las
partes, lo que su rge del contrato de cqrtratar no es una obligación con prcs-
tación de hcet, sino una obligación de querer, que es incercible, pero ca-
bría responder a ello con el sagaz distingo hecho por DEGENKOLB (45):
"en el precmtrato no se trata de obl¡garse a querer sino de obligarse a de-
clarar" (*) (**). LAMMFROMM (46) niega la pcibilidad del precontrato
de contrato conmutat¡vo, por ser carac@rístico de éste la duplicidad de la
causa; pero, como dice ALGUER, la naturaleza psicológica de estos argu-
mentos que veman sobre la distinción entre causa y motivo, determinan que
escape del ámb¡to de este traba¡o.
Estas son, en esencia, las razones que han llevado a grarr parte de la
doctrina a pronunciarse en el sentido que el cmtrato de contratar da lugar
a obl¡gaciones de hacer (-) (*-l (--*). Sin embargo, algun6 autores cms¡-
deran, como se r¡erá m& adelante, que el contrato de cmtratar se llega a
identificar con el cmtrato definitivo, de tal manera que la obligación que
surge de aquel es la misma que la que surge de éste, por lo cual cuando la
obligacion nac¡da del coritrato def¡n¡t¡vo es una prestac¡ón de dar, la del
contrato de contratar también lo será.
Como consecuenc¡a de la naturaleza de la obligac¡ón nac¡da del contra-
to de contratar, esto es s¡ es una obligación con prestac¡ón de hacer o una
obligación cm prestac¡ón de dar, las acciones dirigida a obtener el cumpli-
miento de tal obligacion podrán ser a su vez, personales o reales.
En efecto, de acuerdo con quienes consideran que la naturaleza del
contrato de contrat¡r es la que le reconce el concepto tradicional, como la
prestación exigible es un hecho, la acción para exigir el cumplimiento de ese
hecho es necesariancnte una accion personal (*). En cambio, para quienes
MANN (64), PUIG BRUTAU (65), GUH L (66) y MOLINEO (67) por ser prác-
t¡camente repetición de los mismos conceptos. A continuación de tales c¡tas
hago las de algunos otros tratad¡stas que cons¡deran que el contrato de contra-
tar y el contrato definitivo son dos contratos distintos (b-) (b,..) (b-.")
*
"Lo típico en los neguios iurídíca que los efectos se produ-
cen porque los quieren las partes; de allí el indiscut¡ble valor que pre-
senta la voluntad jurídica negativa, Si las partes man¡fiestan no querer
el contrato defin¡tivo ipor gué ha de irce más allá? Admitimos gue el
legislador pueda prohibir los preliminara. pero no que estatuya que
cuando las parta han querido inequíveamente un preliminar, deban
ser tratadas como si hubiéran quer¡do un contrato definitivo. Esto nos
suena a una irritante intromisión y tiranía".
418 Cont rat os P repa rato ri os
(c') ALGUER dBt¡ngu. íú. d p.€contráb d. coñrralo foÍñal, cúY. form. no !€r raqu¡s¡to p.ra
¡nvesr¡ls dG uná d.rDrm¡ntd. cual¡d.d ¡u.íólct. 3¡ño un obstáculo pu€.to por It l.v, v lc ó6
más pr€contat6 d. cdrü.lc ,ornal... Con r.l-lóñ , é6to5, d¡cé 6¡:
Dando su op¡n¡óñ tob.e lss crit¡c- ádv66á. h€chls al coñc€pto dG contrsto preparator¡o,
aculLAR (85) d¡c.:
das por una coerción, no cabe que el contrato de contratar, cuya finali-
dad es prec¡samente obtener un consent¡miento inmed¡ato o, al rne-
nos, muy rápido, se ut¡lice como medida para obligar a la celebración
de un futuro cmtrato solemne.
Con la opinión personal que se acaba de dar respecto a cada uno de los
cinco grupos de argurnento§, se cuenta ya cori elernento6 de juicio suficien-
tes para tomar pcicion respecto a lG puntc que es necesario solucionar.
En efecto. hasta ahora hemc venido tratando de la naturaleza del con-
trato de contratar, que, para unos, es la de ser un contrato y, para otros, un
simple acto preparatorio; de su ob¡eto, que es, para unc, el de celebrar otro
contrato y, para otro§, establecer un pro)€cto de contrato cuya vigencia
puede exigirse como contrato; de su efecto, que es, para quienes lo distin-
guen del definitivo, dar lugar a una obl¡gación con prestación de hacer, y,
para quienes lo identifican con éste, hacer surgir la misma obligacion que
surge del contrato definitivo, que puede ser con prestac¡ón de hacer, de no
hacer o de dar; del carácter de la accion para exigir su cumplimiento, que,
también según las mismas pciciones, puede ser solarnente perconal, o trn-
bién real.
Considero que la naturaleza del cmtrato de contratar es la de ser un
contrato principal, preparator¡o y, altemat¡varnente, con prestac¡ones co
rrelativas en unG cirsG y con prestac¡ones unilaterales en otros (*); que su
objeto es el de celebrar otro contrato d¡stinto, que puede ser de carácter
consencual, real y formal (**); que su efecto es el de dar lugar a una obli-
gación con prestación de hacer consistente en emit¡r una delcaración de vo'
luntad ('*'); y que la acción para exigir su cumplimiento tiene carácter
) Por l rázoner 6xpu€stá3 eñ 1.. pádnas ñums.ád6 d€l 281 ál 245 ¡ncloiive, conr¡dero qu. el
cmüato d6 contrátár É distiñto del contfato definitivo, Éeá &t6 d6 caráctef coñ.€n'ual, re¿l
(' ' ') Hab¡eñdo llegado.. lá conclu.¡óñ de que 6l co¡trato d¿ cont¿ta. e. dil€r€ñte d€l coñtráto de
f¡n¡tivo y que la cel€bre¡óñ ds éíe coñlt¡tuyé el ob¡ato de aqué|, ru él€cto e3 qú€ se hag6 ro
¡ecesario para lograr $ obi.to, o .éa €rn¡trr!€ una dÉla.&¡ón d€ vo¡urtad, qus es lo que, añ
todos lor cáos, p€rrñit€ lá cooclBióñ d. uñ coñtráto conseñs¡r!|, púdiendo e,i.r¡r ádemá.
un¿ obl¡g.c¡óñ de drr cuando él coñtrato dsf¡nit¡vo tM96 car¡icter r€€l y sea ñ6€.ar¡o dar algo
426 Contratos Preparatorios
personal (*).
p.6v¡ámeñte par¿ que e¡ contrato pueda surg¡r, coño serí. .l c6o de lá antr€ea.lel mutuo co-
mo requ¡sito ñac€..rio p¿rá que exiitá el co¡tráto uñ¡l¿ter¿l cl6 dddvs lo mutuado-
(') Compa.ro plsnlmcnte el plañr..mienro dé ALESSANDRI eñ €l *nticto qus t6 ¿Ec¡ón ouá oer-
siqJe lá 6ieuc¡óñ d€ u. h€cho d€be ser n€c.sarisments pertonal. Solo cab6 agr€sar qus, co.no
en €l punto (' ' 'l qué p.€c.d6, cusñdo ss. n€cesár¡o pará Ir c€lebrac¡óñ de un co.rÚaro re.l ls
praria enirégÉ cl¿ algo, la eción .dem& da.er pé..onal podró !€r la.hbián r€61.
Estudios sobre el Contrato Privado 427
RUGGIERO (981 explic. con gf.ñ clat¡dad la3 t.2on6 por lá¡ cualés ño 03 por¡bl8 oblene. ¡u'
dic¡alñsnte sl cúmpl¡m¡énto d€l cdrtrato prelim¡ñá. ni la e¡€cuc¡óñ da las Pr6tacioñB con
templad6 prrá el co.!tratodát¡ñ¡t¡vo, d¡c¡endo 6í:
"La función del contrato preliminar no es otra gue el vincular a
las partes compromet¡éndolas a la conclusión de un futuro contrato
que por ahora no se quiere o no se puede estipular; $! objeto no es,
pues, el propio contrato que habrá de celebrar* sino a la conclu-
sión de éste, o sea un faf,¡fe consistente en 6ent¡r o en pr*tarse a
cuanto preise para dar vida al contrato que se promete estipular (por
ejemplo, el contrato prel¡minar de compraventa no es compraventa, si-
no gue obliga únicamente a las partes a celebrar el contrato de com-
praventa). Ahora bien, como la prestación futura del consentim¡ento
es un uto estrictamente personal, no d¡r*tamente coercible, de tal
promesa n*e un crédito a la celebr*ión del contrato y su incumpli-
miento obliga a resarcir e/ id quod intei¡est; ¡amás produce los efectos
prop¡os del contrato cuya estpulación se proñetió en caso de haberse
estipulado, ya que la sentertia condenatoria no puede en modo alguno
sust¡tuir el consentimiento que no se prestó".
428 Contratos Preparatorios
('t comentándo uñ llllo .le lá Corte de Apsla¡ón de venÉia de t6 de f€b.cto dé 1922 (cuando
aú. regí.€l 6nüguo cód¡9ociv¡l itál¡áno), Frúcslco c/cBNELUTTI (lO4) dÉe:
Jl Orient*ión de la codificrión.-
El Código Napoleón, cm la famca declaración "la pronrsse de vente
vaut vente" cmEn¡da en su artículo 1589, marcó una ruta, seguida por al-
gunos códigc del siglo pasado y del presente, de Iimitar la proncsa al con-
trato de compra!,/enta y de identificar loo efectc de ella con lo de éste
cuando se ha prestado el consent¡m¡ento.
El Codigo civil de Chile, y 106 que siguen su eiemplo como son los de
Ecuador y Colombia, permite en su artículo 1554 (1610 del ecuator¡ano y
art. 1611 del colombiano) que la prornesa de celebrar un contrato, cuando
{') Lor roq.¡¡rito. qoe est&l6c€ .l Código civil de Ch¡le p.rs que lá p.om6a d€ c€¡€rlrar un coñ-
trato produzc! obliqÉ¡ón, 5o.r 16 t¡gu¡snt¿s: 1. Ouc lá p.omesa coñ3t€ Po. €.c.¡to; 2_ oÚe el
coñt61o pro.net¡do no i€á de .que¡lot que las levG. ds.l.ran ¡nef¡c*6;3. Ou. lE pt(m¿sa
coñt ñga un p¡r20 0 co.rd¡c¡im qu. f¡¡c la épea da l! colslrrac¡óo del coñtt¡toi ¡l oxe éñ ella
se Epec¡f¡que de tal mañe.a el contrato prodeticlo, que.ólo Iált6 par. qua sea p€rfecta l.
t.a.¡ic¡óñ de la cosá o las solsmnidsdei qúe lás leves presc.iban.
Estudios sobre el Contrato Privado 433
se obligan a la celebración de c¡erto contrato le son aplicables las dispcicio
nes relat¡vas al @ntrato pronEtido, salvo las relativas a la forma y las que,
por su razón de ser, no deben cons¡deraFe extensivas al contrato-profnesa.
Oobs d6t.c.Ee qúé Mlx ARIAS SCHREIBER (1(Xr) cr¡lic. 6dvsr..m€ñte al lslisl.dor pe.u.-
no ds ¡935 poho h.b3r con3id€rado €n sl Código c¡vil la promes dé coótrato como una en
tidad o cátegoría jurícl¡c. .plic&le a todo3 los contrátc, y proE oñe que se legisle lá p.omee
de coñt.sio en forma gEñár61.
Estudios sobre el Contrato Privado 435
soltrción deseable qie se concretará más adelante, una correlación adecuada
entre el contErto de contratar y el contrato de opción, considerándolos en
coniunto como dos formas alternativas de contratos preparator¡os, comple-
rnentada con un sistema de arra penitenciales aplicable exclusivarnente a
estos contratc y, por lo tanto, supr¡miendo las arras penitenciales en lm
contratos definitivos, en los cuales sólo cabe est¡pular las arras confirmato-
rias.
CAPITULO II
CONTRATO DE OPCION._
Er Dereto Loy No- 482 del gobi€rno de Cub¡, ptomulsádo el 19 dé lebrero d€ 1935. estable-
cs on §l artículo ll, ¡o s¡guieñtel
"La opción puede ser un contrato princ¡pal o un pacto xcesorio
de otro y tener por ob¡eto otorgar, siemgre dentro de un plazo fijo y
con el optante o con la persona gue éste designe, cualquiera de los
contratx reconüidos por la legislrción"
Estudios sobre el Contrato P vado 439
da obligada a respetarla.
Respecto del contrato, se ha discutido si la denominación "opción" es
adecuada. o es preferible utilizar la de "ad-refurendum", siendo las opinio-
nes abrumadorarnente mayoritarias en el priner sentido. Personalmente
considero, por las razones que más adelante se exprcsan, que la denomina-
ción más técnica es "cmtrato de ofertar". pero adm¡to que el nombre
"contrato de opción" es adecuado por poner de manifiesto algo que es esen-
cial a este contrato: la libertad de elegir o de optar que tiene el beneficiado
entre aceptar y rechazar la oferta hecha por el concedente, abonando en su
favor su difundida ut¡lizac¡ón.
Con relación al beneficiado o titular de la opción. se han sugerido por
diversos autores los nombres de "optante", "optatario", "opcionario" y
"aceptante". Considero que el nombre de "optante" es el más adecuado
por cuanto pone muy de manifiesto cual es elverdadero derecho que le ce
rresponde a esta parte, que es el derecho de optar entre aceptar o no.
En cuanto a quien da la opción se han propuesto loe nombres de "pro
rnet¡ente", "promitente", "oferente", "concedente", "opcionista" y "opta-
tario". Entre esta gama de denominaciones, me inclino por la de "cmce-
dente" por estimar que es la que está más de acuerdo con la situación de es-
ta parte en el contrato, que es la de conceder una opción para la celebración
del contrato definitivo.
C) Efectos del contrato.-
El contrato de opción produce fundanrntalmente determinados efec-
tos, que conviene analizar por separado.
I ) Concede un derecho de preferencia al optante.
Por razórí'de la celebración del contrato de opción, el optante go-
za del privilegio de ser preferido, respecto a todas las demás personas,
para oelebrar el contrato definitivo dentro del plazo fijado, si éste hu-
biera sido determ¡nado o determ¡nable, o que fijara judicialnente, si es
que, por no haberse señalado el plazo ni la forma de señalarlo, cerres-
ponda al juez suplir esta omisión de las partes (*).
(') G¡usépp€ TAMBURBINO (132) descr¡be cómo lG autorér ital¡anoG éxpr6an el cornport+
m¡snto quo corr€spoñd€ al coocsdente eñ el coñtratods opción:
(') TAMBURRINO ('133) .xpl''cá con l!. 3¡gu¡r¡t.. pC.bra! cuál s! l. con..cu€.c¡a dé que d
concedeñte qu.d€ obl¡grdo a contrárú sñ vl.tud do ru ofrec¡ñbnto ¡rravocabls tEmporál:
ALONSo MOYA (139) (-1, oSSORlo (140) (..) y CASTAN (141) (--.¡,
así como la contenida en el Decreto Ley No. 882 de Cuba (****).
En base a todos esto6 elernentos sugiero como definíción aprodada del
contrato de opción, la siguiente:
"Contrato por virtud del cual una de las part6 se obliga irrevaable-
mente a mantener vigente, por tiempo cierto y en determinadas condi'
ciones que s prccisan, una oferta exclusiva en favor de la otn parte
para, por dtisión pot*tativa de ésta, celebrar un futuro contrato defi
n¡tivo en tales condiciones, el cual quedará perfrccionado por la sola
Cmvenio por el cual una parte coÍrcede a la otra, por tienpo fi¡o
y en determinada cond¡ciones, la f*ultad, que se deia exclusivañente
a su arbitrio, de deidir resprto a la celebración de un contrato prin-
cipal".
("") Oétinicióñ dal Oéreto L6y No.a82:
(') Rofiriándo.é a la nstrrateza ds l. opc¡ón, SACCO (142). dcpué. ds oplnar qu6 .lla es uñ v6r-
ddaro contrato, dlc6 lo s¡su¡srito:
'Aclarada así la natunleza intrínseca de la qción, toda la aten-
ción de los intérpreta se ha vdcado sobre la diferencia que media en-
tre opción y oferta irreveable, Para d*ir la verdad, quien quisiera
acert¿n esta diferercia en bar;e a las definiciona que se encuentran en
nuestra litentrua y en 16 sentencid se hallaría en una gran incomodi-
dad. Los lugares cununes de nu*troc intérpreta se han articulado, en
realidad, en dos proposiciones claves:
opción y la oferta irrevaable, destinadd a prducir efertos
- la idéntic6,
jurídicos úo se difercncian por la *tructun, porque la pri
mera q una contnnciüt y la segunda a una dÉlar*ión unilateral.
- la situ*ión qte surge de la opción es divena de aguélla gue
surge de la oferta irranuable, en cuanto es un &r*ho subietivo, * ce-
dible, q una f*ultad de acqtar, a oponible a terceros.
Segun la pimera propxición, tendremos, pu6, dos lattispecie di-
versas, gue prducen ef*tc homogénea.
Segin la uler¡or opini6n, existirtb en cambio diferencia en la ca-
lific*idn de 16 efütos (diferencia no coneida por la ley, pero fiácil
de hallar mdiante la construcción de los it§titut6).
En ےte punto, rale la pena tlanr, ante todo, la diferencia de a-
tructura entrc oryión y oferta.
Estudios sobre el Contrato Privado 451 .
Hl opción.-
Legislaciones que conternplan el contrato de
Aparte del Decreto Ley No. 882 expedido porelgobiemo de Cubael
l9 de febrero de 1935 (*) que ya se ha cornentado anter¡orrnente, sólo le-
Art, lv.-
La opción gue se refiera al otorgamiento de contratos
sobre bienes inmuebles o der*hos real6 ¡mpuestos o que pudan im-
ponene sobre los mismos, será in*ribible durante el término de su úi-
gcncia, en el Registro de la Propiedad, siempre que reúna los requisitos
exigidos por la legislxión para los documentos su¡etos a in*ripción y
se determine en ella con pruisión y claridad el domicilio de cada una
de las partx, en el que habrán de hxene los reguer¡mientos a gue 6e
contrato diese lugar.
Art. V.- La oryión se hará constar en los Libros &l Registro de
la Propiedad por medio de una anot*ión preventiua.
Esta anot*ión, durante su vigencia, será preferente a todo dere-
cho real o personal que se anote o inxriba con posterioridad, aunque
se trate de dercchos nüidos antes de efectuarce la anoteión de la op-
ción.
Art. Vl.- Durante el ténnino de vigencia de la opción el optante
podrá hacer uso de su dereeho, otorgando el contrato definitivo por sí
o por medio de tercero, con el optatario o su repre*ntante legal o
apoderado; pero si por cualguier causa éstoc no firmaren el documento
correspondiente, el optante podrá dentro del término de vigerrcia de la
opción y hasta cinco día hábiles dapuéq concurrir mte el Juzgado de
Prhnera lnstarcia del Paftido a que corr*ponda el Begistro de la Pro-
piedd en We se halle anotada la opción, si ésta se refiere a un bien in-
mueble, a exigir el cumplimiento del contrato, iniciando al ef*to el
oportuno expediente.
Con el e*rito de promeión * *ompañará rrec*ariamente lo
que s¡gae:
A) Tqtimonio del poder qre xrcdite la penonalidad del promo-
vente si no lo hicierc el optante por su prqio der*ho.
B) Testimonio, con nota expresiva del pago de sus der*hos fisca-
les e inrcripción en el Registro de la Propiedad corespondiente, de la
acritura de opción, en st c¿rso.
C) Cert¡fic*ión del Reg¡strdor de la Propiefud, en día hábila a
la pr*entüión de la demanda, *Editativa de su caao, que no podrá
cr de fecha mterior en más de diez, que la anot*ión de owiónno se
ha cancelado en los libros del Registro ni se halla pendiente de cancela-
ción segun el Diario, así co¡no de 16 transmision* a tercero del dere.
cho a qte se rcfiera la opción, si la hubierc.
456 Cont rato§ Preparato ri os
"Opción. - Cuando las partes convinieren que una de ellas guede vin-
culda a s d*lar*ión y la otra tenga f*ultad de *eptada o no, la
dslartión de la primera e considerará como propu*ta irrevúable a
los ef*tos previstos por el art 1329".
cAPrfuLo ilr
coNcLUstoNEs.-
Por razón de lo tratado en esta Sección, cabe llegr a las siguientes
conclusiones:
1) Cooviene legislar sobre los cmtratos preparatoric de cualquier clase
de contratos definitivos.
LG contratoo preparatoric se d¡viden en: (a) cdrtratos de coo-
tratar; y (b) contratos de opción.
2l El contrato de cdrtratar es el cmtrato por el cual una parte se obliga
BIBLIOGRAFIA:
CAPITULO I
(.) L!. siguisntos pll$ra dé TRABUCCHI (1) nc pérmit¡.án comprsnder meior el rosl sisn¡f¡ca.
do da la6 oxpr6ion€. "¡ln6lagm6 g.ñético" y ".¡nalagm. tunc¡o.tal:
(') El texto del artícuto '11O2 del Cód¡lo c¡vil fráncés si el s¡gui6ñte:
Art. 1102- El contrato es s¡nalagm¡ítico o b¡lateral cuando lu
contratantes se obligan r*íprocamente unos para con otr6".
474 El Contrato con Varias Prestaciones
(') HEDEMANN ('15) expl¡ca 6n l! 3i$ri€nté torm. l. indolé d€l coñttato b¡|.!.rrl:
(.) Nad¡é mejo. qu€ el prop¡o ALONSO (17) expl¡ca lá pc¡ción de qu¡6n6, como é1, conid€r.ñ
qu€ é, llamdo conüato bilr!.rC aener. obligÉ¡oñGs simpl.rnonte reciproc8, d¡c¡árdolo con
r'l Em¡¡io aETTI (21 ) pá.t¡c¡pa de 6té cr¡terio, d¡c¡oñdo que 'S1bfe el CafáCtef de
oneraidad debe valer, además, un criterio de correlatividad, por el
cual sea pr*isamente el contratante deudor quien figura gravado con
la carga en compartión con el otro contratante gue de la carga obtie-
ne una ventaja ",6sr€se,do que "la tanta¡a t¡ene We estar aegurada a
uno de lq contratantes por la carga aumida por el otro, por tanto a
cargo de este último".
') D€.pue3 de cdn.ñt . l. pc¡c¡ó. de qu¡er|s. conrd*tñ, co.no ENoEMANN, que la oñe.o.i-
dád rd¡c¡ .n qü. c.dr pr€3taión qué !€ d. dcb. ror oqrivalcntc . l! qu. .e roc¡bc, AAFASSI
(23) pl&tto. l. pa¡c¡ón qirs r€
--a d. érprB.r 6í 6l t xto, dbiérido lo ¡¡gJ¡.nt€:
"Frente a esta opinión, gue se apoya con mucha apariencia de
fundamento sobre el significado *o¡tómico de la palabra bquivalen-
cia', se etpuentra otra, gue prevalece larydnente en la doctrina italia-
na, según la cual la oneruidad no presupone ne@sar¡añente un cam-
bio: el gue un contratante intente mediante la eguivalencia procurane
una venta¡a se entiende en un sentido mi* lato. En realidad si se en-
t¡ende prúunrse una venta¡a con el sometimiento a un 6fuerzo, a
una pdra. a un s*rifbio, y cuando la intensidad de este s*rif¡co sea
tal a los ojos de quien se somete que sea ad*uadamente coñpensado
con la Gnta¡a que bu*a, re encuentra allí una equivalerrcia"
( "') Sobre e¡ part¡culrr.l pr@¡oBETT| (24) d¡c€ lo 3igr¡isrt :
480 El Contrato con Varias Prestaciones
Lr crfüca qus h&6ñ lo. MAZEAU O . lor .rgr¡m.ñto. s¡ contru ds lG coñtrrtC b¡1fl€.a¡.ñ6ñ'
l. imp€rtscto6 d€.crir!.ñ l03 s¡gu¡ert- r.toñamientG:
directamente sobre el bien, sin tener que hacerlo valer contra otra per-
sona.
b) conc€pto de prestac¡ón.
La prestación es el comport rn¡ento o conducta gue, en ¡nterés
del creedor, debe obse¡va¡ el det¡dor (38). En tal sent¡do puede con-
sistir en un dar, en un iracer o en un no hacer.
De acuerdo con la doctrina tradic¡onal, el ob¡eto de la obligación
son las ccas o serv¡cios que se obt¡enen a través de una prestación del
deudor. o sea que en la obligaciones de darel ob¡eto de la obligación
es la cca prometida, y en 16 obl¡gac¡ones de hacer o de no hacer, es la
conducta del deudor.
Este concepto ha sido superado actualmente, aún cuando no exis-
te uniformidad en la doctrina al respecto.
La gran mayoría de lo autores sctienen que el ob¡eto de la
obligación es la prestac¡ón, o sea únicamente la actividaC que despliega
el deudor para el cumplimiento de la obligación. Como la expresión
"objeto" tiene do6 significados, se prefiere hablar del cmten¡do de la
obligación, lo que permite reservar la palabra ob¡eto para aplicarla al
bien que el acreedor alcanza a través de la prestacion del deudor. Así
en una obligación de dar una c6a, el contenido de la obligación sería
la acüvidad del sujeto de dar y el ob¡eto de la prestación sería la cosa
que el deudor debe dar.
Para obviar esta dif¡cultad de denominacion, otros autores opinan
que debe distinguirse entre el objeto y el contenido de la obligación,
ob¡eto de la obligación pues, como se ha dicho anter¡ormente, la
prestac¡on a cargo del deudor.
Esta últ¡ma tes¡s escapa en algo al campo del derecho de las
obligaciones, pues s¡ b¡en puede aceptarse que la cca o servicio sea el
obreto de la prestacion, no cabe adm¡t¡r que esa cosa o servicio sea el
obieto de la obligacion pues, como se ha dicho anEr¡ormente la
obligación establece siempre una relación jurídica entre do6 o más
personas, de tal manera que el objeto de la obligción no puede ser un
bien o un servicio, por cuanto este bien o servicio es el objeto de la
presteión y no el objeto de la obligación, la cual, en realidad, no tiene
ob¡eto s¡no contenido.
Por ello, rne inclino a cmsiderar que el cqttenido de la obliga-
cim es la prestac¡ón del deudor. Me induce a pensar asl el tccho de
que el acreedor puede obtener la cosa o servicio por un veh ículo dis-
t¡nto del deudor, con lo cual la obligación de éste no se habría cum-
488 El Contrato con Varias Prest*iones
plido. Por eiemplo, si "A" se obliga a dar a "8" el an¡mal "2" , y esr.e
animal es recibido por "8" de otra persona d¡stinta de "A" y por una
razón también d¡st¡nta de la obligación ex¡stente entre "A" y"8", es
c¡erto que "8" habría logrado lo que quería, pero la obl¡gac¡ón de
,,A,, no habría quedado
cumplida.
Con estc elernentos de juicio, considero que puede empezarse a tratar
de dar solución al problema del cdltrato en el que las partes establecen una
reciprocidad entre lo que cada una debe recibir.
Ante todo, es necesario recordar que se ha considerado en ese traba¡o
que el contrato es el acuerdo de doe o má partes sobre una declaración
con¡unta de voluntad común dest¡nada a constitu¡r, regular, modificar o ex-
tinguir una relación jurídica patrimonial.
Ello implica que el contrato, como tal, no representa la cmciliación de
intereses opuest6, sino que las voluntades de 106 contratantes son coinci-
dentes y por ello, cada uno de lG ctrrtratantes t¡ene una voluntad que es
común a todc y que está or¡entada a que el contrato genere las obligacio-
nes que ellm desean que ex¡stan.
Contando cm aquellG elementG de juicio y recordando esta concep-
cion del cmtrato, se van a analizar a cmt¡nuacion cada una de las cuestio-
nes que se encuentran en juego para determinar la solución legislativa más
acmseiable.
1) El contrato b¡lateral.
En el llamado cmtrato bilateral, la voluntad común de los con-
trantes se reflejaría en crear una obligación a cargo de uno o varios de
ellc que sería ¡nterdepend¡ente de la obligcion a cargo del otro u
otros c6rtratantes.
2l El contrato oneroso.
En este contrato, la voluntad común radica en que ambo§ contra-
tantes cdrsideran que la ventaja que uno de ellc recibe es equ¡valente
a la que el otro a su vez recibe por el mismo contrato.
En el eiemplo propuesto de la compraventa, que también es el
cdrtrato oneroso por excelencia, la onerosidad radica en que ambos
contratantes consideran que el precio que va a recibir el vendedor es
equivalente a la cca cuya propiedad va a adquirir el comprador. Si loc
contratantes declaran que tal equivalencia no exisE. no ob6tante lo
cual ambos desean que el vendedor se obligue a transferir la prop¡edad
de la c6a y el comprador a pagar el precio en dinero, de acuerdo con
la eoría tradicimal del cotrato oner6o, este cmtrato no sería una
compra\renta, por faltar la merosidad, sino un contrato atíp¡co.
Ocurre con la meroeidad algo semejante a lo que pasa coo la
bilateralidad, o sea que es también un cqrcepto impuesto por la
técnica jurídica.
3) El sinalagma funcional.
La experiencia legislativa del Código civil italiano de 1942 ha
puesto de manifiesto que conceptualrr€nte no ex¡ste impedimento pa-
ra que la interdependencia o causalidad rec íproca que en el contrato
bilateral rad¡caba en 16 obl¡gac¡one§, se traslade al campo de las pres-
taciones, o sea que en el cmtrato con prestac¡mes correspect¡vas la in-
terdependenc¡a rige para las prestacicres, aún cuando no lo haya en las
obli gaciones correspqrdientes.
Se ha v¡sto que la prestacion es el cmtenido de la obligción.
También se ha visto que la cca o servicio que uno de lG cdrtratantes
recibe en virtud del contrato no es el objeto de la obligación sino el
objeto de la prestacian.
490 El Contrato con Varias Prestaciones
(') E. ds iñterés la cita d€ SCALF I quo h&€ ALONSO (41) rof¡riéñdotá , lils v¡rtudes dol contrá
to coñ prest4¡oñ€s co.r€spectivss acog¡do por lá ñu€\r.si.temátic. d€l Cód¡so c¡vil ¡lalaano,
d¡c¡endo al respecto:
494 El Contrato con Varias Prestxiones
bio de ventaias y la inerrelación entre ellas determina que cuando exista re-
ciprocidad de prestaciones exista también onerosidad. Es interesante desta-
car que el ant¡guo Código civil portugués dice en su artículo 642 que hay
"contrato b¡lateral u oneroso cuando las parteE se transfieren r*íprocamen-
te algunos derechos, o rxíprocamente los aceptan", poniéndose así énfasis
en que la reciprocidad reemplaza con venta¡a a la equivalencia,
Por otro lado, el proyecto de Código civil holandés de 1974 denomina
"contrato mutuo" a aquél en que cada una de las dG partes ¿rsurne una
obllgación a fin de adquirir una exigencia frente a la otra parte est¡pulada
en calidad de cmtraprestac¡ón, agregando que la disposiciones relativas a
los contratG mutuG se aplican mutatis mutandis a 16 otras relaciones lega-
les destindas al intercambio de prestaciones, hasta donde la naturaleza de
tales relaciones legales no se oponga a ellas. Existe también en este proyecto
una ev¡dente equiparación entre el contrato bilateral y el contrato oner6o.
FARINA (43) ha opinado recienteñEnte sobre la obligaciones reci
procas, considerando que su concepto es equivalente al de lo contratos
one060s.
Se evitan, en esta forma, diferenc¡6, a veces incomprens¡bles, entre los
contrato bilaterales y lc
contratc onerGo6, como por e.iemplo el estable-
cer que el saneamiento por vicic ocultc sólo opera en lG contrat6 onero-
sos, cuando en realidad, para quienes sGtienen esa tesis. debería funcionar
fundamentalrnenE cuando existen prestac¡ones recíproca en las cuales, pa-
ra ellos, mi prestación de dar no se cumple satisfactoriamente si doy algo
que vale menos de lo que la otra parte creía que valía, pues la reciprocidad
conr¡encional cmstituye una razón más fuerte que la onercidad para justi-
ficar las acciones de reducción de precio y de rescisión.
Por último, la fórmula propuesta perm¡te que lc efectos de la recipro-
cidad se produzcan también en aquellc contratos llamadoc en forma im-
propia bilaterales imperfecto§, pues cqtceptualrnente no ex¡ste ningún argu-
mento realmente valedero que impida oponer prestac¡ones que, s¡ bien no
nacieron como recíprocas, surgieron pcteriormente a cargo de Ia parte or¡-
g¡nalmente no obligada, pues no debe olvidane que, desterrado el criterio
de la causalidad común, nada diferencia una prestacióh que emana de una
obligac¡ón or¡g¡nalrnente pactada de una prestac¡ón que surge con posterio-
ridad. Ambas son exigibles y. consecuentemente, ambas son oponibles (*).
(') Es ¡usto poñer de man¡f¡ero que au¡or€. r.n mods.nos como SACCO (44) no comparr€n €l
plañteam¡e¡to que se acába de expon€r, pue5 ét coniidárá qué ta presrnta co¡¡cid.nci. d€
on€ro6idad
= co.ret*¡óñ = bitatérat¡dad ño r6ir¡., n¡ 6ñ todo, ni e¡ parre. a la crit¡c!; y que
5s h. recoñocido a 16 tre3 catcaoríás un6 6utonom¡. toiat- Por orro tado, áu¡or6 no m6nos
ñoderñ6, coño BORDA {45), op¡n¿n qu€. t. cta.¡ticactóñ de to3 contratos e¡ uñ¡tarerat€s y
b¡lát€r5le§ ss poco clara y esrÉrit, puÉ no pr€.sñt. n¡ñgún ¡ntorih ¡uríd¡co rÉpecio á ¡. ct᧡fi
cac¡ón de lo§ conlr¿tos en grar¡ritos y onerosos. que ti€oe !h méjof susiento.
496 El Contrato con Varias Prestaciones
H) Terminología.-
Si, de acuerdo con lo que se ha visto en este Capítulo, el contrato b¡la-
teral nunca ha sido cmsiderado como tal en func¡ón de que ex¡stan en él
dos partes, sino en que de lugar al nacimiento de obligaciones recíprocas o
correlativas; y si, por otro lado, el "sinalagma", que determinó posterior-
mente la denominación de contratos s¡nalagmáticos, tampoco tienen vincu-
lación alguna con el número de partes que invervienen en el contrato, sino
en la ¡nterdependencia o causalidad rec íproca de las obligaciones que nacen
del contrato, habrá que llegar necesariamente a la conclusión que la deno-
minación de "b¡lateral", que el "Diccionario de la lengua española" (Real
Academia española, 1970) define como "perteneciente o relativo a dos la-
dos, partes o aspectos que se consideran", que se da a este tipo de contrato
no tienen nada que hacer con su naturaleza jurídica, por lo cual es necesario
desterrarla.
Por otro lado, la denominac¡ón de contrato s¡nalagmát¡co debe correr
i$ral suerte, no sólo porque su identificación histórica con el concepto de
contrato b¡lateral se debió a una interpelación que no figuraba en la no-
ción original del contrato bilateral del Derecho romano clásico, s¡no tam-
bién porque a la expresión "sinalagma" se le ha dado, equivocadamente
(porque su verdadero sentido es el de "reciprocidad "l, un significado de re-
lación de interdependenc¡a que, como se ha podido observar, no es conve-
niente que constituya una característica esencial del llamado contrato bila-
tera l.
Lo que tipifica al conoc¡do contrato del que tratamG es la correlac¡ón
de las prestac¡ones a que dan lugar las obligaciones que de él emanan. En
consecuencia, la denominación gue se de al contrato que tiene esta t¡p¡c¡-
dad debe responder a su naturaleza.iurídica, por lo cual las denominac¡ones
que, a prinrra v¡sta, parecen más adecuadas serán la de contrato "con pres-
taciones correspectivas", "con prestaciones rec íprocas" y "con prestaciones
correlat¡vas". No planteo que después de lq palabra "prestaciones" se con-
signe la palabra "plurilaterales" porque tanto la correspect¡v¡dad, como la
reciprocidad y la correlación, importan necesariarnente una pluralidad de
prestac¡ones.
El Diccionario de la lengua española (Real Academia española, 1970)
no contempla la palabra 'torresp€ct¡vo", razin por la cual, en atenc¡ón a
consideraciones de carácter lingriístico, debe ser descartada la denomina-
ción de "cdrtrato con prestaciones correspectivas". En cuanto al "cmtrato
con prestaciones rec íprocas ", si bien desde el aspecto semántico tal denomi-
nación es perfuctarnente adecuada, encierra el peligro que, debido a la in-
fluencia de POTHIER y del Código civil francés, elconcepto de obligación
Estudios sobre el Contrato Privado 497
recíprocá ha s¡do siempre íntimarnente vinculado al contrato s¡nalagmát¡co,
o sea que en el lenEraje jurídico común se puede fácilrnente confundir los
verdaderos alcances del término, induciendo a pensar que prestac¡ones recí-
proc¿rs son prestaciones ¡nterdepend ientes. Por ello, la expresión que resulta
más adecuada es la de "contrato con prestaciones correlativas", desde que
semánticamente es igualmente corecta por significar "relac¡ón recíproca",
s¡n tener el ¡nconveniente de antecedentes di cmceptualismo póco preciso.
Es por ello, que en d presente trabaio.se sug¡ere utilizar la denomina-
c¡ón "contrato con prestac¡ones correlativas" para identificar aquelcontra-
to que da lugar al nacimiento de obligaciones cuyo conten¡do son presta-
ciones que está recíproca o correlat¡vamente vinculadas entre sí.
En cambio, aquel contrato en el que exigte una o varias prestac¡ones a
cargo de una sola de las partes, sin la cexistencia rec íproca de prestaciones
a cargo de las demas partes, su esencia no está en la falta de reciprocidad, o
sea en la autonomía, de las prestaciúles, sino que ést6 son de cargo de una
sola parte, por lo cual sugiero que se denomine "cmtrato con prestaciones
un¡laterales".
CAPITU LO II
llo en que las partes unen sus respecüvas prestac¡mes para obtener conjun-
tarnente una ventaja, que puede ser divisible o indivisible entre ellas. Se tra-
ta, pues, de cdrtratos de aociacion de prestaciones. También puede darse
el caso de cmtratG cdl prestac¡ones plurilaterales autonomas en algunc
contrat6 atÍpic6 de cambio, en los cuales las partes excluyan conr¡encio
nalmente la reciprocidad de 16 prestac¡ones.
Las características de esta cl6e de contratG pueden ser establecidas
en la forma siguiente:
1l Participación de yarias partes.
La esencia de los cmtratos cm prestaciones plurilaterales es que
ellc deben formarse con el necesar¡o consent¡m¡ento de toda 16 par-
tes que lo celebran.
Se ha v¡sto que dada la naturaleza del cmtrato con prestac¡ones
recíproca puede darse el caso que el contrato sea nosólo bilateral, si-
no también trilateral, cuatrilateral, etc. según sea el núrnero de partes
que asurnen prestac¡ones correlat¡vas entre sí, desde que la correlativi-
dad puede darse tamb¡én entre más de dos prestaciones, como ocurre
en todos aquellos contrat6 en que ex¡sten prestdciones de distinta na-
turaleza a cargo de una de las partes que se practican separadamente,
aunque puede ser simultáneamene, en favor de cada una de 16 otr6
partes, las cuales, cada una por su lado, deben rec íprocamente pract¡-
car una o vari6 prestac¡ones en favor de aquella pr¡rnera parte.
Del mismo modo, en 16 contratG con prestaciones plurilaterales
autónomas pueden participar solo dc partes y también más de dc
partes, todirs las cuales deben aumir obligacimes de practicar respec-
t¡vas prestaciones a su cargo.
El hecho de que en un contrato con prestac¡ones plurilaterales
autónomas intervengan sólo dos partes no importa que esb contrato
se convierta en un contrato con prestaciones recíproca, ya que la
prxtación a cargo de una de las partes no está destinada a recibir una
contraprestación de la otra parte, sino que ambas prestacimes están
orientadas a satisfacer un interÉs d¡st¡nto, que es lo que determina que
tales prestaciones sean autónomas, como antitÉt¡co de correlativas. Tal
c(§a ocu rre en un contrato de soc¡edad, en el que pueden interven¡r
sólo dc partes, pero cuyos aportes, que constituyen las prestaciones a
sus re§pect¡vG cargo§, no se hacen en forma recíproca, como ocurre
en la compraventa o en la permuta, sino para la constitución del capi-
tal soc¡al en el cual participarán, por razón de sus aportes, en su cal¡-
dad de socios.
502 El Contrato con Varias Prestaciones
CAPITULO III
A) Excepción de incumplimiento.-
En el supuesto,.que ¿tcmo se ha visto constituye la regla general, que
las prestaciones derivada de un contrato deban ejecutarse s¡multáneamen-
te, se cdls¡dera que cada cmtratante tiene un med¡o de defensa en virtud
del cual puede diferir legít¡marnente el cumplimiento de sus propia obliga-
ciones hasta que la otra parte nocumpla u ofrezca cumplir simultánearnen-
te (49). El concepto puede resum¡rse en la idea de 'tumplo si tu cumples".
No existe unanimidad respecto a la naturaleza de este rnedio de deftn-
sa, pues m¡entrG la gran mayoría de 106 autores (ENNECERUS, von
TUHR, PEREZ y ALGUER, JOSSERAND, HEDEMANN, MAZEAUD, BO.
FFl, CARBONNIER, ALONSO, MOLMENTI), piensan que se trata de una
excepc¡on dilatoria en el sent¡do procesal que tiene este Érmino, otrc
(BAUDRY-LACANTINERIE) consideran que es la acción derivada del cm-
trato que se opme bajo la forma de excepcian, y finalmente otrc (ARIAS,
SALAS) creen que se trata de una acc¡txr que se plantea en forma recdtven-
cional.
Antes de op¡nar sobre este punto cdtv¡ene analizar un poco má a fot-
do sus características y efectc.
1. Reseña iristórica.
Algunos tratad¡stas, como HEDEMANN, SPOTA y BOFFI, afir-
506 El Contrato con Varias Prestffiones
1') El primer párraro del No. 32O del C&igo c¡v¡l .lsmán dice áí:
(') E3 lo.bl., pu€., la ñuerra r6d.cc¡ón dd! C rtfculo 12O¿¡ d.l Códiao civit üqántiño (táxro or-
cr€n.do pof t. ts\t 17.711 da 22 da n¡il d€ 1968), ts¡i¡ñ .t cu.t én t6 cqrt ato.con p.ú.r.-
clon€ r€c iprocs i€ eñüe¡d€ iñpríc¡t! l. teutlrd d. r¡oh- l- otaiF¡.n . .íülrtü d.
ello. €n c..o de qu€ uño d6 16 éontr.t ritG ño cumpt¡er. con ,., compromiso-
520 El Contrato con Varias Prestaciones
Comeñt¿.tdo la ¡ur¡spruderciá arg.ññña quá s6t¡eñe qu€ el p&to com¡sor¡o impl¡cá una con-
d¡ción resolurori€, ¡nd¡ca HALPEFIIN (77) qu6 está calir¡crión no sc aiu.ta á la nc¡ón juríd¡'
ca de l. coñd¡cióñ, que e. un acc¡denls de l. obl¡9r¡óó, máxime qu€ no áfer¿ al ñ€goc¡o ge
ñerádor s¡ño al v iñculo ¡uríd¡co qus aquel o.ig¡nó.
522 El Contrato con Varias Prestrciones
{') Rsr¡r¡éndose a ras fusñtés del Oer€cho c¡vil francós, COLIN y CAPITANf (79) dicsñ lo si'
lo 1204 del Código civil argentino, indicando que éste no acoge un cri-
ter¡o sub¡et¡vo, por lo cual la resolución procede aún en el cao de in-
cumplimiento no culpoo.
CORVETTO (871 opina en el sentido que la resolución por in-
cumplimiento funciona tanto en lG c6G de incumplimiento ¡mputa
ble al deudor como en el de impcibilidad de cumplimiento, pero que
la razón por la cual funciona es distinta, por cuanto en el cao del in-
cumplimiénto culpable la resolución opera por mandato ¡udicial, mien-
tras que en el cao de impoibilidad funciona la teor ía de lc riesgc
que resuelve el contrato de pleno derecho.
Pienso que si se toma en cmsideración que el incumplimiento de
una parte cültractual otorga a la otra el derecho de optar entte le e¡e-
cución forzada y la resolución del contrato, tal opción sólo e6 üable
en el cao de inormplimiento imputable al deudor y no en el de impo-
sibilidad de la presución, Fxies en esta e\rentual¡dad la primera altema-
tiva no sería viable.
6) Contratos en lc que puede aplicarse.
Hay unanimidad de criter¡o en el sentido que la acción de resolu-
ción por incumplimiento procede en todos los contratos llamados tra-
dicionalmente bi laterales.
RUGGIERO (88) limita la acción exclus¡varpnte a estc cqrtra.
tc, RIPERT y BOULANGER (89) consideran que rambién funciona
en 106 contratos unilate?ales en lc que hubiese excepcionalmente obli-
gaciones a cargo de cada una de las partes, pero a condición de que
ellas nazcan por voluntad de las partes.
14) Denomineión.
CORVETTO (991 hace una relacion de las diversas denominacio-
nes que recibe la figura de la resolución por incumplimiento en la doc-
trina en las legislaciones ("pacto comisorio t¿ícito", "clásula resolu-
y
tor¡a tácita", "condición resolutoria tácita", "acción de resolución ")
optando por denominarla "cláusula resolutor¡a legal".
Considero que el derecho que tiene la parte cumplidora de solici-
tar la resoluc¡ón de la relación obligatoria nacida del contrato no ema-
na de un pacto o de una cláusula que se supone debe existir en todo
contrato con prestaciones correlativas, s¡no de un derecho que es cm-
natural a este t¡po de cdrtratG y que cmstituye uno de loe eftctm
normales del mismo. Por ello, nB inclino por denominar a esta f¡gura
"derecho de resolución por incumplimiento" pues encuentro que ésta
es su verdadera naturaleza, o sea la de ser un derecho que la ley conce-
de a una de las partes de pedir la resolución de la relación obligatoria
nacida del contrato en cao de incumplimiento por parte de la otra.
l5) Posición de las legisleiones.
lnspirándose en el Código civil frances (*), numercas legislacio-
nes, como el Código civil chileno (** ), el Código civil ecuatoriano ("" * ).
parte que tiene ese derecho puede, en caso de mora de la otra parte,
desistir sin otorgarle un plazo atplementario. Lo misno ocurre cuando
la ejecución de la obligxión con posterioridad al venc¡miento del pla-
zo carezca de interés para el *reedor, en razón de la finalidad que per-
sigue, cuando fuese ella coneida por la parte constituída en mora".
(c) La resolución del contrato por incu mplimiento .debe ser declara-
da jud¡c¡almente; en el caso de la teoría del r¡esgo el cmtrato
queda disuelto automát¡camente.
(d) En el caso de imp6¡b¡lidad de cumplimiento de la prestación, lo
resultados se producen ¡nev¡tablemente, salvo renuncia expresa a
la aplicacion de la teoría de lc riesgos; mientras que en el cao é
inejecución, la resolucion del contrato puede evitarse: bien sea
por el acrcedor mismo, que opta por la ejecucion del cmtrato en
lugar de por su resolucion; o b¡en por rechazar el luez la demanda
o conceder un plazo de gracia.
r¡esgo se está des¡gnando el riesgo del contrato, esto es guien debe su-
frir el riesgo del incumplimiento por razón de la imposibilidad sobrevi-
nien@, que es algo distinto al riesgo de lá cosa, o sea sobre quien rec¿¡e,
o debe recaer, la pérdida de la c6a debida, que mot¡va que la presta-
ción de darla se cstv¡erta en ¡mpo6ible. El empleo de la palabra "ries-
go", sin agregar la precisión necesaria, da lugar, como dicen RIPERT y
BOULANGER, a que la d¡scus¡ón del problema se vea Gcurec¡da, da-
do el doble sentido que tiene esa palabra (*).
Esta ind¡cación es muy importanE, pues cms¡dero que, quizá, se
ha otorgado a la regla res perti domino unos alcances distinto a lc
que realrnente debe tener. Pienso que esta regla, que generalrnente se
coloca en el marco cqrtractual cuando se trata de la transferencia con-
vencional de la propiedad de una coa, no es aplicable para establecer a
quien correspcrde el riesgo dd contrato, s¡no ún¡camenE a quien co-
rrespmde el riesgo de la cosa. En efecto, el cmtrato es, en su esencia,
una fuenE creadora de obligaciones, las cuales, a su \rez, t¡enen como
cmtenido las respectivas prestacidres, lo que da lugar a que por razón
del eontrato existar una parte deudora y una parE acreedora, o que
la partes sean acreedora y deudora a la vez. Esto es exacto aún en
lc contratos reales, pues el hecho de que para que puedan celebrarse
ésto es necesario que haya entrega de una c6a, no deja de lado que
t¡enen que existir un deudor que debe entregar la c6a y un acrcedor
que debe recibirla. En estas condioimes, cuando el problema en d¡scu-
sión radica en establecer a cuál de 16 contratantes perludica el hecho
de que una de las prestacioles se cdrvierta en impcible, este perjuicio
puede recaer en el *reedor de la prestacim, esto.es que tenga que
cumplir con la contraprestac¡on a su cargo que cmt¡núa peible, o en
el der¡dor de la misma, o sea quq se le prive de recibir la contrapresta-
ción a cargo de la otra parte que csrtinúa pcible, por lo cual las reglas
Los citad6 áuto.ai dán el sigu¡eñt€ eiemplo para poner mád clrr6ments d6 msñ¡l¡e3to tá d¡f&
rénc¡á sx¡3t€ors sntre er riaago da la cÉ y et rbsgo del contato:
que realrnente importan son la res per¡t creditori y la res perit debitori,
que en realidad, debían ser m& propiamente las reglas periculum cre
diori y periculum debitor¡, mientras que la regla res perit domino, que
se refiere a la pérdida de la cca para su dueño cmstituye, en realidad,
una regla aplicable al riesgo de la cosa y no especialmente al riesgo del
contrato (* ).
En realidad, como dice acertadamente MANRESA (109), se ha
cmfundido el título cm el modo, el derecho real cm el derecho de
obligaciones, por cuanto el primero, como ya se ha dicho, establece
una relación entre una persona y una c6a, y el segundo una re lación
entre dG o más personas. Si bien rnediante un cmtrato consensual,
como es la compranenta, se puede cmstituir un derecho real, esto es la
transfurenc¡a de la propiedad, el csrtrato s¡gue siendo una fuente crea-
dora de obligaciones. La regla res per¡t dom¡no juega plenamente su
rol en el campo del derecho real, porque en este campo es donde exis-
te efect¡varnente un dueño, m¡entras que la¡s regl¿s res perit creditor¡ y
res perit debitor¡ encuentran su marco dentro del derecho de obliga-
ciones, que es dmde existe un rreedor y un dandor. por lo cual creo
que se hace mal al hablar que la c6a se p¡erde para el acreedor o para
PU lG BRUTAU ( l08) €ñloc¿ con 6¡ngrrlar e¡6rto 6.tá problsmá. d¡c¡sñdo al respacto
MESSINEO (114) expl¡c! en l. fom. .¡g¡¡¡eñt€ sl plsñtéñ¡éñto -optádo por El Códiso C¡vil
Código de las obligciones libanés ('), el Código civil griego (**1, el Có-
digo civil et íope (*), el Código civil de Corea (*'), el Códigp de las
obligaciones suizo (*) y el Código civil italiano (*.). To¿os ellos op'
tan por la regla res périt debitor¡, aún cuando el Código de las obliga-
ciones suizo y el Código civil italiano adoptan reglas d¡ferentes cuando
se trata de contratos con prestaciones correlativas mediante los cuales
se constituyen, o su finalidad es const¡tuir, derechos reales.
CAPITULO IV
coNcLUsroNEs.-
Por razbn de todo lo expuesto en esta Secc¡ón, cabe llegar a las si-
gu¡entes conclus¡ones:
1) En el llamado tradic¡onalmente contrato bilateral la causalidad recí-
proca de las obligaciones puede originar que tal causalidad ptreda invo
carse sólo al momento de celebrarse el contrato y no en la oportun¡-
dad de cumplimiento del m¡smo.
Por ello, la doctr¡na moderna ha descartado el fundamento de la
causalidad rec iproca de las obligaciones, para reemplazarlo por el de
reciprocidad o correlación de las prestaciones que const¡tuyen el con-
ten¡do de las obligaciones.
BIBLIOGRAFIA:
(107) RIPERT, Georges, ..., op. cit., Tomo lV, É9. 313.
(108) PUIG BRUTAU, José, "Fundamentoc de Derecho civil", Barcelona,
1954, Tomo ll, Vol.2o., prág. 181.
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español", Madrid, 1967, Tomo Vlll, Vol. l, pá9. 117.
(110) RIPERT, Georges, ..., op. cit., Tomo lV, É9. 316.
(111) ALBALADEJO, Manuel, "Derecho civil", Barcelona, 1974, Tomo
ll, Vo!. l, pá9.28.
|'112],LEON EARANOIARAN, José, op. cit,, Tomo ll, pá9. 17.
(1131 MEZA BARROS, Ramón, "Manual de Derecho civil-De las obliga-
ciones", Santiago , 1974, gÁ9.25.
fl 14) MESSINEO, Francesco, op. cit., Tomo ll, píg.368.
INDICE SUMAR.IO
INTRODUCCION o
SECCION PRIMERA
CUESTIONES DE SISTEMATICA.- l9
CAPITULO I..
ORIENTACION DE LA CODIFICACION 21
CAPITULO II._
CAPTTULO ilr.-
METODO DEL CODIGO 32
SECCION SEGUNDA
EL CONTRATO PRIVADO . . .. 47
5) La conmutab¡l¡dad 132
T) Definición de contrato 132
U) Sistemática 136
BIBLIOGRAFIA 138
SECCION TERCERA
CAPITULO I.-
EL CONSENTIMIENTO 148
CAPITULO II. -
EL DISENTIMIENTO 163
A) Clases de disentim¡ento 163
B) Efecto del d¡sent¡miento 164
C) Esencia de la disconformidad 164
572 lndice Sumario
cAPtTULO ilt.-
LA OFERTA 172
A) Carácter de la oferta . 173
B) Naturalezajurídica de la oferta . . . .. 174
1) La oferta como acto o negocio jurídico 175
2l La oferta como declaración unilateral de voluntad . . . 171
c) Diferencia entre oferta y promesa unilateral 180
D} Forma de la oferta . 181
E) Fornn ción de la oferta 182
F) Plazo de la oferta . . 182
1) Oferta con plazo fijo 183
2l Oferta con plazo indeterminado . . 184
G) Vinculación del oferente 185
1) Reseña H¡stór¡ca . . 185
2l Teor ía de la l¡bertad de revocación 186
3) Teoría de la obligatoriedad de la policitación 188
4l Renuncia a la revocación . . 190
a) El oferente puede revocar 190
b) El oferente no puede revocar 191
5) Solución aconse¡able al problema de la vinculación de
la oferta 191
a) Bazones de orden práctico . . 192
b) Razones de orden teór¡co 193
6) Posición de las codificaciones . . . . . 198
H) Oferta al público ..... 202
1) Manera como se hace la oferta . . . . . . . 203
2l Peculiaridades de la oferta al público . . 203
3) Diferencia con la promesa unilateral . . . . 204
4l Posición en contra de la oferta al público 204
5) Posición a favor de la oferta al público . . 205
6) Solución que se propone 205
Estudios sobre el Contrato Privado 573
CAPITULO IV..
LA ACEPTACION 219
CAPITULO V._
CAPITULO VI._
CAPITULO VII.-
CONCLUSIONES 269
BIBLIOGRAFIA 272
SECC¡ON CUARTA
CAP¡TULO I.-
EL CONTRATO POR ADHESION 286
A) Concepto y caracteres del contrato por adhesión . . . 287
1) Redacción previa y unilateral 288
2l Presentac¡ón como un todo unitar¡o 288
Complejidad y tecn¡c¡smo 288
4 Dest¡nado a una generalidad de terc€ros 288
5 Oferente disfruta de superioridad económica 288
6 Estado de necesidad de la contraparte 289
7 Ac€ptación mediante adhesión . 289
B) Naturaleza iuríd¡ca del contrato por adhesión 289
I) La adhesión como acto unilateral 291
2l La adhesión como contrato 293
3) Tesis intermedias 291
CAPITULO II._
cAPtTULO It.-
EL LLAMADO CONTRATO DE HECHO 341
Estudios sobre el Contrato Privado 577
CAPITULO IV.-
CONCLUSIONES 351
BIBLIOGRAFIA 354
SECCION OUINTA
BIBLIOGRAFIA.- 372
SECCION SEXTA
BIBLIOGRAFIA._ 387
SECCION SEPTIMA
CONTRATO DE CONTRATAR §2
A) Utilidad pr¡áctica del precontrato «,4
B) Concepto 395
578 lndice Sumario
1) Es un contrato 396
2l Su ob¡eto es la celebración de un contrato 397
3) Su efecto es necesar¡amente futuro . . - . . . 399
4l Es un contrato preparator¡o 399
5) Es un contrato principal /too
c) División de los precontratos . .. . . . 400
D} Definición 402
E) Denominación 405
F} Diferencia con actos iurídicos afines 406
1) Con el contrato normativo 406
2l Con el contrato de opción . . .. . 406
3I Con el contrato a plazo N7
4l Con el contrato condicional . .. 407
5) Con la retroventa 407
6l Con la promesa unilateral ...... 407
G} Naturaleza de la obligeción creada 407
H) Cuest¡onamiento del contrato de contratar 411
t) Exigibilidad del contrato de contratar . . . . 426
J) Or¡entaciónde lacodificación .. ........ 431
K) Justificación del contrato de contratar . . . . 433
CAPITULO II.-
CONTRATO DE ECION . .. . . 435
A) Característ¡cas del contrato de opción . . . 436
1) Es un contrato 436
2l Su finalidad es celebrar otro contrato . - . . . 436
3 Su efecto es necesariamente futuro 437
4 Es un contrato preparator¡o 438
5 Es un contrato principal 439
6 Libertad del optante . .. . .. 440
7 El contrato puede ser plurilateral o unilateral 440
8l Derecho exclusivo del beneficiado 442
B) Terminologfa 442
c) Efectos del contrato 443
l) Derecho de preferenc¡a del optante . 443
2l Obligción de no revocar la opción 444
3) El contrato definitivo surge automát¡camente 444
4l Efectos del contrato defin¡t¡vo 44s
Eswdios sobre el Contrato Privado 579
CAPTTULO ilt.-
CONCLUSIONES 458
BIBLIOGRAFIA._ 460
sEccroN ocTAvA
EL CONTRATO CON VARIAS PRESTACIONES 467
CAPITULO I.-
LA PROBLEMATICA DEL CONTRATO BILATERAL 470
A) Reseña h¡stór¡ca 471
l) Posicióntradicional 473
2l Posición moderada 473
3) Posición innovadora 474
B) La interdependencia de las obligac¡ones 474
C) La reciprocidad de las obligaciones 476
D) La oneroidad 478
1l La equivalencia de las prest ¡ones 478
2l La onerci&d debe derivar del mismo contrato . . , . . 480
3) La pretacimes deben ser a cargo de los contratan-
tes 480
580 lndice Sumario
CAPITULO II. .
CAP|TULO ilr. .
8 Efecto dé la condena 51 I
I Cumplimiento inadecuado de la prestación 51 1
Estudios sobre el Contrato Privado 581
CAPITULO IV.-
ooNcLtrstoiles 559
BIBLIOGRAFIA.- 563
INDICE SUMARIO 569
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