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Cross
En la ciudad se me conocía por el dinero antiguo, pero vivía de la
tierra, un cavernícola actual. Me llamaban el recluso del pueblo,
me apodaban el hombre de la montaña, antisocial. Era cierto.
Pero entonces ella llegó a mi vida y puso patas arriba todo lo que
sabía.
Comenzó con Bailey perdiéndose en el bosque y encontrándose
en mi puerta.
Era dulce e inocente, tenía la mitad de mi edad, y no tenía control
cuando la excitación se creó entre nosotros esa noche.
Terminó conmigo tomando su virginidad en una noche llena de
pasión.
Pero luego se fue, y debí haberla perseguido, arrojarla sobre mi
hombro y exigir que fuera mía.
Cuatro años después y nuestros caminos se vuelven a cruzar.
Pensé que era más fuerte, capaz de controlarme, pero en lo que
respecta a Bailey, no había duda de que ella tomaba las
decisiones. Era dueña de mi corazón.
Se había metido bajo mi piel de la mejor manera, y sabía que esta
vez, no la dejaría escapar.
Me ama. Joder.
Me incliné de nuevo hacia adelante, tomé su mano en la mía y
enrosqué mis dedos alrededor de los suyos. Esperé hasta que me miró.
—Te amo, Bailey. Creo que me enamoré de ti cuando te vi en mi puerta
y mi corazón empezó a latir por primera vez en mi vida. — La oí jadear
desde detrás de su mano y luego la bajó.
—Esto es una locura, ¿verdad?
Lentamente sacudí mi cabeza. —No, es perfecto. Está bien. Sé
que lo sentiste. Vi eso en tu cara hoy temprano. Sentiste el tirón, la
química. No se puede negar.
Sacudió la cabeza ahora. —Es innegable.
Quería mostrarle en ese momento, con mis palabras, mis manos,
mi boca y mi lengua... mi polla, que quería decir cada palabra que
decía.
Mi polla palpitaba, mis pelotas se tensaban, y apreté mi mano
libre en un puño sobre mi muslo.
—Bailey— Dije su nombre lentamente. —Ven aquí. — No pude
evitarlo. Quizás debería haber pasado esta noche solo hablando con
ella, sin querer hacer nada más, pero oírla decir que me amaba me
hizo cosas. Cosas posesivas y locas.
Y sabía que no podía detenerme. Y la forma en que me miró me
dijo que tampoco quería detener esto.
Un año después…
Incluso todos estos años después, mientras miraba a Bailey,
todo lo que podía pensar era en lo jodidamente afortunado que era. No
sé quién me estaba cuidando, pero me habían dado el regalo de mi
vida, y nunca lo di por sentado. Sabía lo afortunado que era, sabía que
no había nada en este mundo que se pudiera comparar con mi esposa
o la familia que creamos.
Antes de que Bailey llegara a mi vida, no tenía a nadie, nada que
tuviera sentido. Dinero, propiedades, todo eso no significaba nada si
estaba destinado a morir solo. Pero entonces el destino la trajo a mi
puerta. Tal vez había sido un error tenerla, quererla cuando solo tenía
18 años en ese momento. Yo tenía el doble de su edad, pero joder, no
había sido por el sexo. Se trataba de que ella me mirara a los ojos y
viera un futuro.
Ahora, años después, aquí estábamos con una niña y otro bebé
en camino.
Fuimos muy bendecidos. Lo sabía. Con una niña feliz y
saludable, y un pequeño en camino, Bailey y yo estábamos creando
nuestro propio futuro, uno en el que la vida tenía un propósito.
Me tomé un descanso de la construcción del columpio que
habíamos recogido esta mañana. Era para Violet, aunque no podría
jugar en él por sí misma durante algún tiempo. Pero quería un
pequeño patio de juegos para mis hijos, con columpios y toboganes,
areneros e incluso un fuerte.
Fin…