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Segunda parte de "El servicio a Dios"

1 Corintios 1:27-29 “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para
avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios,
y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su
presencia”

Hay una batalla entre considerarnos aptos o no para servir al Señor,


esto se debe a que consideramos que no somos lo suficientemente “idóneos”
“santos” o “maduros” para servir a Dios, pero en realidad esto no se trata
de cuán buenos o perfectos seamos, sino de cuán poderoso es Jesucristo
para hacer Su voluntad en cda una de nuestras vidas.

Debemos considerar por ejemplo a uno de los discípulos del Señor Jesús y
es Pedro. Éste hombre era nativo de Galilea, una tierra distante de
Jerusalén, los galileos no eran hebreos puros, además era Galilea una zona
con poca escolaridad, y por lo tanto Pedro no tenía mucha capacitación.

Era además Pedro un pescador (entonces no era de familia sacerdotal, ni


descendiente de algún escriba, ni siquiera auxiliar en la sinagoga local), y
si reflexionamos en su carácter vemos que era inconstante e impetuoso en
cada una de sus decisiones. Pero a pesar de todo estas cosas, el Señor Jesús
lo llamó para convertirlo en uno de los doce apóstoles.
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Al reflexionar en el proceso de formación de Pedro, vemos que en varias


ocasiones cometió errores, y algunos de ellos fueron grandes (como decirle
al Señor Jesús que no fuera a la cruz). A pesar de éstas cosas cuando el
Espíritu Santo se derramó sobre los ciento veinte en el aposento alto, vemos
que también vino sobre el apóstol Pedro (quien además había negado al
Señor Jesús tres veces).

Después del derramamiento del Espíritu de Dios se convirtió en un


instrumento poderoso en las manos divinas para predicar y salvar a miles
de personas en el poder del Espíritu de Dios. El Señor nos escogió por Su
amor y no por nuestros méritos. Él es bueno.
Damos gracias al Señor quien tiene misericordia de cada uno de nosotros y
perdona nuestras rebeliones, él trata con nuestro carácter y transforma
nuestro corazón paso a paso, perseverando en Su propósito y
enseñándonos como un padre instruye a su hijo, aunque a veces por
nuestra obstinación el escenario de aprendizaje lo hacemos difícil y
doloroso.

El Señor toma lo necio y débil del mundo para avergonzar a los fuertes y
sabios, para que nadie se jacte en Su presencia. Entonces a la pregunta
¿Por qué Dios me escogió? Debemos responder por Su gracia y bondad.

Debemos destacar destacar la última expresión del texto de hoy que dice:
“Para que nadie se jacte en Su presencia”. Pues debemos tener claro y
presente que lo que somos lo somos por Su amor y gracia. Podemos servirle
y cumplir con Su propósito porque todo viene de él, la palabra, los dones
son de él, el ministerio es de Cristo, la unción es del Espíritu Santo, las
personas son de Dios, el oro y la plata le pertenecen, entonces ¿qué es
nuestro? Todo es de él, por eso la gloria y honra le pertenecen
exclusivamente a nuestro Señor.

Conclusión: Pedro falló en el aprendizaje, pero tuvo la virtud de hacerlo


de nuevo, de humillarse en la presencia de Dios, perseveró aferrado a la
gracia de nuestro Señor, hasta alcanzar el plan de Dios para su vida. Por
eso adelante, no desmayes, el Señor está contigo. Dios te cuida.

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