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Introducción
Siempre que Dios llamó a hombres en la historia bíblica, debían cumplir con ciertos
requisitos que le dieran el mérito para ser enviados o utilizados, nuestro Dios ve en
nosotros lo que los hombres no pueden ver. Los seres humanos están sujetos, en todas las
áreas de sus vidas, a exámenes o evaluaciones de aprobación. En el colegio, para pasar de
curso se debe aprobar, en el trabajo para ser contratado o ascender en algún cargo, se
debe también aprobar; el que conduce un vehículo debe pasar por un examen teórico,
psicotécnico, médico (quien revisa su vista) y un examen práctico. En todas las áreas de
nuestra vida estamos siendo evaluados para ser aprobados.
Los hombres se preocupan de prepararse, lo mejor que pueden, capacitarse para ser
competentes en distintas áreas del trabajo y del estudio, ¿cuánto más debiera, el hombre
de Dios (usted y yo), estar preocupado de ser un obrero competente para cumplir un
llamado tan elevado como el que nuestro Señor nos hace al permitirnos trabajar para su
reino?, siendo Dios (quien nos llama) SANTO, JUSTO, ETERNO, OMNIPOTENTE,
INMUTABLE, AMOROSO, que son algunos de sus atributos.
Aprobado: Sig. alguien apto, suficiente, capaz, idóneo, competente (claramente estas
características son el estándar que Dios pide a quienes envía). Es el que cumple con lo
requerido y se comprueba su mérito para realizar la obra, se le ha dado un visto bueno.
Un sinónimo para aprobado es ACEPTADO.
Pablo, preocupado por su hijo amado Timoteo le dice: “Procura con diligencia
presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa
bien la palabra de verdad.” (2° Timoteo 2:15). Lo mismo manifiesta 1° Pedro 1:15-16
“sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra
manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”. Aquí vemos la
necesidad de ser dedicados, apartados y aprobados por Dios para realizar la magna tarea
de ser embajadores de su Reino.
La importancia del llamado no radica en los que son llamados sino en quien llama, lo más
maravilloso es que la competencia del hombre, para ser usado, no se basa en los méritos
propios, sino todo atributo positivo ha emanado de Dios a través de Cristo; lo declara así
2° Corintios 3:4-6 “Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; no que
seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos,
sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros
competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata,
más el Espíritu vivifica.”
En la gracia de Dios y por la gracia de Dios, podemos administrar las cosas santas de Él
como lo son la salvación y su iglesia. Él nos llama y nos capacita.
En aquellos días, dice la Escritura en Hechos 6:1 “Como creciera el número de los
discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de
aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria”. La iglesia de Dios, fue creada y
fundada por Él, pero es conformada y administrada por hombres, generando así
dificultades como las que estaba viviendo la primera iglesia. Había murmuración a causa
de una mala administración. La murmuración es nefasta y lo vemos en Éxodo capítulo 15 y
16 donde nos relata lo triste que fue para el pueblo experimentar las consecuencias de su
pecado en el desierto, produciendo el descontento de Dios y sufrir en carne propia su
justicia implacable.
Se estaba evidenciando un problema en la iglesia, la demanda era atendible (que hubiera
equidad en la atención de las viudas) pero la forma no fue la correcta (la murmuración
produjo división). En Hechos 6:2 dice “Entonces los doce convocaron a la multitud de los
discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a
las mesas.” Los apóstoles se dieron cuenta que estaban abandonando su llamado para
realizar un trabajo muy demandante, que les estaba alejando del mandato de Dios para
ellos. Es así como dijeron “Buscad, pues, hermanos a siete varones de buen testimonio,
llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.” Hechos
6:3.
Cuando examinamos los requisitos espirituales que los apóstoles pidieron para los
servidores, pareciera una exageración ¿lo era realmente? Cuando vemos la importancia
que nuestro Señor le da a la iglesia, sin duda no lo era ya que trabajar para la iglesia es
trabajar para su Reino.
Dios usa a hombres comunes
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne,
ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios,
para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo
fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para
deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.
Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según
la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; … 1° Corintios 1:26
Cuando vemos en el texto y a través de toda la Escritura quién es el que llama (nuestro
supremo Dios) nos damos cuenta de la necesidad de tener ciertos requisitos que nos
permitan poder ser aprobados y enviados. En la Escritura vemos cómo hay requisitos que
nuestro Señor encarga para realizar la tarea encomendada y lo reafirma el mandato de
Dios, mediante los apóstoles, de elegir hombres idóneos para el cargo. Hechos 6:3 3
“Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos
del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo”.
1.- De buen testimonio
2.- Llenos del Espíritu Santo
3.- Llenos de sabiduría
DE BUEN TESTIMONIO: ¿por qué buen testimonio? El buen testimonio refleja o
externaliza lo que hay en nuestro interior, muestra cómo somos realmente. A través de
nuestro testimonio (nuestras obras) mostramos y evidenciamos nuestra fe. Santiago 2:14-
20 (leer). El verso 20 dice la fe sin obra es muerta. Nuestras obras evidencian nuestra fe,
el buen testimonio debe ser reconocido y manifestado por los pares u otros. Proverbios
22:1 dice: “De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama
más que la plata y el oro”.
Hechos 24:16 Pablo ante Félix dice: “Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin
ofensa ante Dios y ante los hombres.” (buen testimonio)
1° Pedro 2:12 cuando manifiesta sobre vivir la palabra dice: “manteniendo buena
vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros
como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras
buenas obras.” Hemos visto aquí cuán importante es el buen testimonio.
LLENOS DEL ESPÍRITU SANTO: Un gentil no puede ser lleno del Espíritu Santo porque no
ha sido redimido, limpiado por la sangre de Cristo y no es templo de Dios, no tiene al
Espíritu de Dios. Si eres cristiano, el Espíritu vive en ti Romanos 8:9 dice: “Más vosotros
no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en
vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él.”
1° Corintios 6:19-20 dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo,
el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis
sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro
espíritu, los cuales son de Dios.
Todos los hijos de Dios tenemos el Espíritu Santo en nosotros, entonces debemos anhelar
ser tomados, guiados, usados y buscar ser llenos del Espíritu Santo , ¿qué es ser llenos del
Espíritu Santo? Es ser controlado por Él.
La palabra lleno en griego es pleróo y tiene la idea de influencia total, es ser dominado por
el poder del Espíritu Santo; ser lleno del Espíritu Santo significa que mi humanidad muere
y soy guiado por Él. Como Pablo decía: “Ya no vivo yo, más Cristo vive en mí”.
Nuestro ejemplo supremo está en Jesús y lo vemos en Lucas 4:1 que dice: “Jesús, lleno
del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto”.
Hechos 7:55 dice: “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio
la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios.” Al ser llenos del Espíritu Santo
logramos ver cosas espirituales que de forma natural no podríamos.
Ser llenos del Espíritu Santo es tener y vivir el fruto del Espíritu en nosotros, queda claro
en Gálatas 5:22 “Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. Por tanto, es
importantísima la influencia poderosa del Espíritu Santo en nosotros para cumplir la obra
por la cual Dios nos ha llamado.
Un llamado extraordinario
Hemos visto cuán importante es ser aprobados y cómo Dios llama a hombres comunes,
pero con cualidades especiales y pareciera que es mucho para un trabajo tan sencillo y/o
común como servir las mesas. Colosenses 3:23-24 dice: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de
corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la
recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”.
1° Corintios 10:31 manifiesta que todo es para la gloria de Dios y dice “Si, pues, coméis o
bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
El llamado de Felipe fue extraordinario porque el que lo llamó es extraordinario. El servir
las mesas ¿es extraordinario? ¡Sí! Porque le servía a los redimidos con la sangre de Cristo,
Felipe junto a los seis restantes que habían sido llamados, trabajarían para la iglesia del
Dios viviente.
1° Timoteo 3:15 “para que, si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios,
que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad”.
El llamado es extraordinario porque no hay privilegio más grande que ser usado por Dios
para ser sus embajadores en la tierra.
Vivimos en un mundo maravilloso y la creación muestra al Creador Romanos 1:20
“Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles
desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de
modo que no tienen excusa”. Vemos entonces su eterno poder (en lo creado) y su deidad
(en las cosas que vemos).
CONCLUSIÓN
Hermanos voluntarios, nuestro Dios desde la eternidad generó un plan para redimir al
pecador en cuyo grupo estábamos usted y yo, Él en su infinito amor y misericordia nos
eligió sin tener mérito alguno.
Debemos bendecir a Dios por ello, como lo hizo Pablo en su carta a los Gálatas 1:3-5
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de
la fundación del mundo, para que, fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor
habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo,
según el puro afecto de su voluntad…” y no sólo nos dio salvación, sino nos concede el
alto privilegio de trabajar para su reino celestial; siendo hombres comunes, sin mayores
atributos en nosotros mismos. El apóstol Pablo lo deja claro en 1° Corintios 1:26-27 “Pues
mirad hermanos, vuestra vocación que no soy muchos sabios según la carne, ni muchos
poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte”.
Siendo hombres comunes, el creador del universo nos ha llamado, con llamamiento santo,
por lo tanto, es un llamado extraordinario. El Creador de todo, el Soberano del universo,
el Incomparable, cuyos atributos nadie posee ni podrá tener jamás, nos miró con amor y
nos comisionó para trabajar en su obra, esa misericordia debe producir en nosotros un
incomparable gozo y debe movernos a trabajar con amor y pasión en su reino.
Felipe fue llamado a servir las mesas, pero terminó siendo un evangelista reconocido,
hacedor de milagros y un hombre guiado totalmente por el Espíritu Santo. Al momento de
ser llamado por Dios, no dudó en ningún instante, sino que se puso al servicio de su Señor.
Hermanos voluntarios, somos hombres comunes, pero debemos entender que el llamado
de Dios es tan elevado, que no podemos escatimar esfuerzos para lograr evidenciar en
nuestras vidas los tres atributos que tenía Felipe:
Buen testimonio
Lleno del Espíritu Santo
Lleno de sabiduría
Estos requisitos que poseía Felipe, deben estar en todos los que son enviados por Dios
¡Luchemos por la APROBACIÓN del Señor!