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Freud y el silencio del nombre: de Edipo a Moisés

09/07/2022- Por Pablo Cúneo - Realizar Consulta

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El autor tira del hilo respecto de una curiosa omisión de Freud hacia Karl Abraham y pone al
descubierto una abigarrada trama donde se entrecruzan la génesis de un texto tan significativo
como “Moisés y la religión monoteísta” con ocultos asuntos familiares del creador del
psicoanálisis.

“… donde, como fantásticos rabinos, leemos los libros de derecha a izquierda”.

Jorge Luis Borges – “Los espejos”


I. Moisés

Empecemos por el final.

En 1912 Karl Abraham publicó en la revista Imago un texto titulado "Amenhotep IV: Una
contribución psicoanalítica para la comprensión de su personalidad y del culto monoteísta de
Atón". [1]

Allí desarrolla la figura del Faraón Akhenatón quien hizo una verdadera revolución al imponer
un único dios llamado Atón en la civilización egipcia, convirtiéndose así, dice K. Abraham, “en
el precursor del monoteísmo de Moisés” [2], señalando de esta manera la influencia que ello
pudo tener en la futura concepción monoteísta hebrea. Abraham cita una serie de poemas
egipcios en los que los estudiosos observaron una influencia directa en la composición del
Salmo 104.

“Se puede suponer que el Salmo 104 fue compuesto bajo la influencia directa del poema de
Akhenatón”, dice Abraham. [3]

Sobre la nueva religión afirma: "Todo el mundo de ideas y el entero sistema religioso de
Akhenatón manifiestan una tendencia única hacia la espiritualización. La idolatría fue dejada
de lado y junto con ella lo fueron todos los viejos arreos y accesorios de la religión". [4]
Como se podrá observar el texto de Abraham abrirá el camino al desarrollo que más adelante
realizará Freud veinticinco años después en su Moisés, al tratar el tema del monoteísmo
legado a los hebreos y el del progreso hacia la espiritualidad en la prohibición de levantar
imágenes en el judaísmo.

Lo interesante de todo esto es que Freud en su Moisés no cita en ningún momento el texto
de Karl Abraham, siendo significativo el olvido de quien fue considerado por el propio Freud
uno de los analistas más dotados. Incluso hay un pasaje de Freud que es el eco de un planteo
realizado por Abraham en su texto.

Freud intentando demostrar que el Dios de los hebreos no es otro que el dios único del
faraón Akhenatón transmitido por Moisés el egipcio, plantea que es posible que ello se
muestre a través de la semejanza fonética entre el nombre Atón del dios egipcio y el término
hebreo Adonai (mi Señor) ‒del semítico Adon (Señor)‒ con el que los hebreos llaman a YHWH
al tener presente la prohibición de pronunciar su nombre.

Abraham había planteado en su texto la semejanza fonética de los términos, pero para hacer
derivar al dios Adonis ‒al que también alude Freud en la semejanza fonética‒ del dios egipcio
Atón. Recordemos que Adonis es el nombre con el que los griegos llamaban al dios fenicio
Tamuz, creyendo erróneamente que ese era su nombre al escuchar a los semitas llamarlo
Adon (Señor). [5]

Aquí el pasaje sobre ese punto que escribió K. Abraham:


“La semejanza fonética de los dos nombres de Atón y Adonis es llamativa. Adonis era el
nombre del Sol poniente. No se puede excluir la posibilidad de que el culto de Adonis se
hubiera originado en Asia y difundido desde allí bajo el antiguo nombre de Atón.” [6].

Aquí el pasaje de Freud:

“Como es sabido, la confesión de fe judía reza: ‘Shema Israel Adonai Elohenu Adonai Ejad’. Si el
nombre del egipcio Atón (o Atum) no suena parecido a la palabra hebrea Adonai y al nombre
del dios sirio Adonis por mera casualidad, sino en virtud de una comunidad primordial de
lengua y de sentido, uno podría traducir así aquella fórmula judía: ‘Escucha Israel, nuestro dios
Atón (Adonai) es el único Dios.” [7]

¿Cómo explicar este silencio tan llamativo de Freud sobre un texto pionero en el tema, de
uno de sus discípulos predilectos?

En carta del 11 de enero de 1912 Abraham le anuncia a Freud sobre su texto [8]:

“acabo de terminar los trabajos preparatorios de mi artículo para la nueva revista. Sé que el
tema le interesará: Amenohtep IV y el culto de Atón.”

Freud le responde entusiasmado el 14 de enero de 1912:


“¡Imagínense, señores! Amenohtep IV bajo la luz del psicoanálisis. Este es, sin lugar a dudas, un
gran avance en la ’orientación’ ”.

El 2 de mayo le escribe:

“Imago espera ansiosamente su Amenhotep. ¿No quisiera incluir un retrato de ese interesante
rey?”, y el 9 de junio le dice:

“Me limitaré a comparar a Akhenatón con el paciente neurótico, como lo hice con Segantini
[otro estudio de Abraham]”, y el 21 de octubre:

“Su Amenhotep me ha gustado mucho más en la nueva redacción. Es un ornato para nuestra
Imago, que cuenta con sus futuras colaboraciones.”

La pregunta planteada sobre los motivos del silencio por parte de Freud acerca de Karl
Abraham, cuando aborda su polémico Moisés, tal vez pueda aportar una luz nueva a esa
relación tan compleja de Freud con su ensayo. Abraham había planteado que la instalación de
la nueva religión de Atón en sustitución de Amón por parte de Amenohtep IV, quien cambia su
nombre por Akhenatón, era el resultado de una rebelión hacia su padre fallecido.

Se trataría de un asesinato simbólico en el que los nombres de los anteriores dioses fueron
borrados por completo. Dice Abraham en su estudio:
“Trató de borrar todas las huellas del dios en cuyo homenaje habían sido bautizados su padre y
él mismo. Nunca más debía ser pronunciado ese nombre odiado” [9] y más adelante agrega “…
sólo estaba atento a la eliminación de todas las huellas del anterior politeísmo. La última
medida importante de su reinado de la que tenemos noticia fue el raspado de los nombres de
los viejos dioses, donde todavía permanecían”. [10]

Freud también se detiene en este punto cuando se refiere a la lucha contra los sacerdotes de
Amón:

“En el sexto año de gobierno de Amenohtep, las hostilidades ya se habían extendido tanto
como para que el rey trocara su nombre, del que era una parte el ahora desterrado nombre
divino de Amón. En lugar de Amenohtep se llamó Iknatón [en este punto nos dice Freud que
prefiere este nombre de grafía del inglés al habitual Akhenatón]. Mas no solo de su nombre
tachó al dios odiado, sino de todas las inscripciones, y aun allí donde se encontraba en el
nombre de su padre Amenohtep III. A poco de trocarse el nombre, Iknatón abandonó la Tebas
dominada por Amón y erigió río abajo una residencia nueva, que llamó «Akhetatón»
(«Horizonte de Atón»…” [11]

Como puede observarse todo gira sobre los nombres, sobre su borramiento y es aquí donde
se inserta el silencio sobre Karl Abraham por parte de Freud en su ensayo sobre Moisés. La
pregunta sigue en pie, avancemos pues.

En el volumen I de la biografía de Freud [12], Ernst Jones nos relata que Freud se reunió con
sus más cercanos allegados en Munich en noviembre de 1912 entre los que se encontraba
Jung, al que le reprochó escribir artículos sin nombrarlo a él. Ello derivó en un desmayo de
Freud, que repetía otro ocurrido en 1909, en el que le reprochaba a Jung albergar sentimientos
de muerte hacia él.
En este contexto se llevó adelante una discusión del ensayo de Abraham sobre Amenohtep
IV, en la que Jung, tal como lo relata Jones en el volumen II, protestó diciendo que:

“se estaba asignando una importancia excesiva al hecho de que Amenohtep se hubiera
aplicado a borrar el nombre de su padre y todas las inscripciones que éste había dejado.” [13].

Parece claro el entrecruzamiento dado entre el artículo de Abraham y el incidente Freud-Jung


a través del borramiento del nombre del padre.

Vayamos pues al Moisés de Freud con la esperanza de que la pregunta abierta nos devele algo
de luz de ese entramado tan complejo de Freud con Moisés, que ha llevado a tantas
elucubraciones.

Volviendo pues al texto de Freud vemos que mientras Karl Abraham se centra en mostrar el
“asesinato” del padre en la obra de Akhenatón al fundar el monoteísmo, Freud trata de
demostrar que Moisés fue asesinado por las tribus hebreas. El propio Freud señala la
importancia de este hecho para su propio ensayo:

“El asesinato de Moisés por el pueblo judío, discernido por Selling, desde las huellas que dejó
en la tradición…pasa a ser entonces una pieza indispensable de nuestra construcción, un
importante eslabón unitivo entre el proceso olvidado del tiempo primordial y su tardío
reafloramiento en la forma de las religiones monoteístas.” [14]

Freud busca el asesinato y la fundación del pueblo judío por un Moisés egipcio en las huellas
de los textos de la tradición judía. En ese trayecto estima y desestima lo que más le conviene a
su hipótesis, el mismo refiere su proceder arbitrario, y en muchos casos donde podría hacer
una lectura psicoanalítica del texto lo relega a la búsqueda de la realidad histórica.

Así por ejemplo ve en la dificultad en el habla de Moisés una desfiguración que encubre el
desconocimiento de éste del hebreo, un aspecto más que reforzaría la realidad histórica de su
origen egipcio, y sin embargo una lectura del vocablo hebreo “arel” utilizado en el texto bíblico
y que significa “incircunciso” y que habitualmente es traducido como “torpe de lengua”, nos
permite unirlo al oscuro episodio relatado en Éxodo (4: 24-26), que Freud cita para ayuda de su
hipótesis sobre la transmisión también egipcia de la circuncisión, perdiendo de vista todo el
entramado simbólico que abre el texto en relación al lenguaje y la ley. [15]

El propio Freud nos muestra el proceder detectivesco de su lectura:

“Con la desfiguración de un texto pasa algo parecido a lo que ocurre con un asesinato: la
dificultad no reside en perpetrar el hecho, sino en eliminar sus huellas. Habría que dar a la
palabra «Entstellung» [«desfiguración»; «dislocación»] el doble sentido a que tiene derecho,
por más que hoy no se lo emplee. No solo debiera significar «alterar en su manifestación»,
sino, también, «poner en un lugar diverso», «desplazar a otra parte». Así, en muchos casos de
desfiguración-dislocación de textos podemos esperar que, empero, hallaremos escondido en
alguna parte lo sofocado y desmentido, si bien modificado y arrancado del contexto. Y no
siempre es fácil discernirlo.” [16]
Encontrar en las desfiguraciones del texto y sus desplazamientos las huellas del asesinato. Es
aquí donde Freud avanza en un tema central como es el de la circuncisión: mientras la
tradición judía hace derivar la misma del pacto de Dios con Abraham, Freud sostiene que fue
Moisés quien les transmitió dicha costumbre egipcia a los judíos.

Citemos a Freud:

“Moisés no sólo dio a los judíos una religión nueva: con igual certeza se puede aseverar que
introdujo entre ellos la costumbre de la circuncisión. A este hecho, que tiene una
significatividad decisiva para nuestro problema, nunca se le ha otorgado su valor. Es cierto que
el testimonio bíblico lo contradice en varios pasajes; por una parte, reconduce la circuncisión, a
la época de los padres primordiales, como signo de la alianza entre Dios y Abraham; por la
otra, en un pasaje de notable oscuridad, narra que Dios se encolerizó con Moisés por haber
omitido este uso sagrado, quería por eso darle muerte, y la esposa de Moisés, una madianita,
salvó de la cólera de Dios a su marido ejecutando con rapidez la operación [se refiere al
episodio ya citado Éxodo (4: 24-26) que Freud retomará enseguida]. Pero son desfiguraciones
[en el original alemán Entstellung]; no deben despistarnos: más adelante lograremos inteligir
los motivos.” [17]

Luego de la cita que referimos sobre su proceder detectivesco en la lectura del texto, Freud
retoma el episodio del Éxodo (4: 24-26) en el que Sipora, la esposa madianita de Moisés, salva
a este de la ira de Dios por no ejecutar la circuncisión aparentemente en uno de sus hijos,
presentándolo como un pasaje para encubrir el origen egipcio de la circuncisión judía
transmitida por Moisés.
Vemos entonces que Freud saca a Abraham, figura central que es en la tradición judía,
literalmente de la escena. Comete un verdadero asesinato, lo hace desaparecer como figura
clave que le trasmite a los hebreos su legado: el de Dios y la circuncisión como signo de su
pacto con aquél.

Es aquí donde se hace comprensible el olvido, el silencio absoluto en su obra del nombre de
Abraham el analista, en tanto síntoma del asesinato que comete contra Abraham el patriarca.
[18] Un verdadero desplazamiento, un verdadero «Entstellung» en el sentido de «poner en un
lugar diverso», «desplazar a otra parte». Si Freud recriminaba a Jung la desaparición de su
nombre propio en medio de la discusión del ensayo de Abraham, es el nombre de este, ahora,
el que es silenciado de su novela histórica en lugar del Abraham bíblico, como resto de algo
que no puede ser nombrado.

“¿Se trata por lo demás de un descendiente de su homónimo?”, le pregunta en carta del 27 de


agosto de 1907 a Jung sobre Karl Abraham con el que recién comienza a tener contacto.[19]

Ahora bien, Abraham forma parte de una cadena de tres nombres que van juntos, el de los
patriarcas. Cuando YHWH (20) responde a la pregunta de Moisés sobre su nombre para
decírselo a los hebreos, le dice:

“El Señor, Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me
ha enviado a vosotros. Éste es mi nombre para siempre, y éste es mi memorial para todas las
generaciones” (Éxodo 3:15). [21]
Como se observará en esa cadena de nombres de los patriarcas hebreos está el de su propio
padre Jacob, que cambiará su nombre por el de Israel.

II. Edipo

Del Jacob bíblico a Jacob Freud habrá otro nombre silenciado en tanto secreto en la historia
familiar. En 1968 una investigación realizada por J. Sajner en los registros de nacimiento,
matrimonio y defunción de la familia Freud trajo a luz un dato biográfico desconocido por el
propio Freud y por sus biógrafos iniciales: la existencia de Rebeca, quien fue la segunda mujer
en la vida de Jacob antes de casarse con su tercera mujer, Amalia Nathanson, madre de
Sigmund. ¿A qué se debe este secreto, que evidentemente Jacob compartía con sus dos hijos
mayores nacidos de su primer matrimonio con Sally Kanner?

El peruano Honorio Delgado, que introdujo el psicoanálisis en América Latina y que tuvo
intercambio epistolar con Freud, escribió una biografía de éste en 1926. Allí señalaba que el
padre de Freud se había casado tres veces. Freud en carta del 22 de mayo de 1928 lo corrige y
le dice que fueron dos. [22]

En las cartas que van desde setiembre a octubre de 1897 que Freud le envió a Fliess podemos
seguir el paso decisivo, no exento de crisis, que llevó a Freud al planteo de la existencia
universal del Complejo de Edipo. Previo a esta crisis Freud consideraba ‒en el abordaje de su
clínica con pacientes histéricas‒ que el padre siempre tenía un papel real de seducción, pero el
21 de setiembre de 1897 le escribe a Fliess que ya no puede sostener su teoría basado en ello:

“No creo más en mi neurótica”. [23] He aquí las razones: “… la sorpresa de que en todos los
casos el padre debiera ser inculpado como perverso sin excluir el mío propio, la comprobación
de la inesperada frecuencia de la histeria para la cual debería repetirse esta misma condición
cuando es poco probable que la perversión en perjuicio de niños esté tan difundida”.

Se notará que no sólo es para Freud una cuestión de sus pacientes, también su padre está en
juego en la consideración. Es en este contexto, lamentando la imposibilidad de la obtención de
fama y riqueza, que Freud hace alusión a una anécdota judía:

“Todo ello dependía de que la histeria cediera o no. Ahora de nuevo puedo seguir tranquilo y
modesto, cuidar, ahorrar, y entonces se me ocurre de mi recopilación esta pequeña historia:
Rebeca, quítate el vestido, has dejado de ser novia”.

Se observará entonces que en este momento de crisis aparece Rebeca, que no podemos dejar
de considerar como una alusión a la segunda mujer de su padre secretamente escondida a
nivel familiar. Se terminó, no hay fiesta le dice Freud a Fliess. ¿Por qué traer aquí la figura de
Rebeca?

Unos párrafos anteriores a la anécdota sobre Rebeca, y conmovido por la caída de sus
concepciones Freud le escribe a Fliess:
“Es además notable que falte todo sentimiento de bochorno, para el cual podría haber
ocasión. Sin duda que no contaré en Dan ni hablaré de ello en Ascalón, la tierra de los filisteos,
pero ante ti y ante mí mismo tengo en verdad más el sentimiento de un triunfo que el de una
derrota (lo cual empero, no es justo)”.

La cita bíblica referida (2.Samuel 1:20) no es completamente textual y lo que es más


importante, Freud comete aquí un lapsus: en vez de decir Gath dice Dan. El lapsus señala que
hay ahí algo del orden de la verdad señalado a través del error. Podemos detenernos en el
hecho de que Freud sustituye a un hijo del Jacob bíblico por otro, pues ambos, Gath y Dan son
dos de los doce hijos de Jacob.

¿Tal sustitución no podría considerarse un desplazamiento hacia la generación posterior de


una más antigua, más precisamente la de Jacob bíblico que en complicidad con su madre
llamada Rebeca engaña a su padre Isaac y se hace pasar por su hermano Essaú para obtener su
primogenitura?

Tenemos entonces que Rebeca aparece como madre y esposa, madre del Jacob bíblico y
esposa secreta de Jacob Freud. Bisagra de tres generaciones, Rebeca aúna así las anécdotas
bíblicas que poblaron la infancia de Freud con su historia familiar siendo el puente para llegar a
su descubrimiento del Complejo de Edipo, a través del cual apela ahora a las sagas griegas.
Es así que en la carta siguiente del 3 de octubre de 1897 en pleno autoanálisis descubre su
atracción libidinal hacia su madre. Y en la posterior del 15 de octubre de 1897 le dice a su
amigo:

“Un único pensamiento de valor universal me ha sido dado. También en mí he hallado el


enamoramiento de la madre y los celos hacia el padre y ahora lo considero un suceso universal
de la niñez temprana… (semejante a la novela de linaje de la paranoia – héroes, fundadores de
religión) Si esto es así, se comprende el poder cautivador de Edipo Rey…”

De Jacob bíblico que se convertirá en Israel a Jacob Freud, Sigmund apelará a la literatura
griega preocupado de que la nueva disciplina que él funda no sea identificada como una mera
historia doméstica judía. Al final de su vida y a diferencia de los orígenes del psicoanálisis por él
fundado, será a Moisés y a la historia judía a la que recurrirá para crear su propia saga
histórica.

Referencias

[1] Karl Abraham, “Amenhotep IV: Una contribución psicoanalítica para la comprensión de su
personalidad y del culto monoteísta de Atón” [1912], en Psicoanálisis y psiquiatría, Hormé,
B.Aires, 1961.

[2] Ibidem. p. 273.


[3] Ibidem. p. 268.

[4] Ibidem. p. 2

[5] Sobre el nombre Adonis del dios griego ver mi artículo, Pablo Cúneo “El dios Adonis. Nota
sobre su nombre” [2022], en http://www.nuevasion.com.ar/archivos/32294

[6] Karl Abraham, op. cit., p.252.

[7] Sigmund Freud, “Moisés y la religión monoteísta” [1939], en Obras Completas, Amorrortu
XXIII, p.24-25.

[8] Todas las citas de la correspondencia con Abraham tomadas de Sigmund Freud – Karl
Abraham. Correspondencia [1965], Gedisa, Barcelona, 1979.

[9] Karl Abraham, op. cit, p.260.

[10] Ibidem. p. 272.

[11] Sigmund Freud, op. cit, p. 22.

[12] Ernst Jones, Vida y obra de Sigmund Freud. Volumen 1 [1953], Hormé, B.Aires, 1989, p.
329.

[13] Ernst Jones, Vida y obra de Sigmund Freud. Volumen 2 [1955], Hormé, B.Aires, 1989, p.
160.

[14] Sigmund Freud, op. cit, 86.


[15] Remito a mi texto, Pablo Cúneo “Moisés entre el lenguaje, la palabra y la ley” [2018], en
https://mensuarioidentidad.com.uy/?p=5759

[16] Sigmund Freud, op. cit. P. 42.

[17] Ibidem. p. 26

[18] Roudinesco da cuenta del hecho de que Freud no circuncidó a ninguno de sus tres hijos.

[19] Agradezco a Mario Beira el haberme recordado este pasaje de la correspondencia de


Freud a Jung Sigmund Freud – Carl Jung. Correspondencia [1974], Taurus, Madrid, 1978.

[20] La Biblia, traducción de León Dujovne – Manasés y Moisés Konstantynowski, Sigal B. Aires,
1973.

(21) YHWH es el tetragrama, las 4 letras del nombre de Dios, nombre que está perdido y que
no se sabe cómo se pronunciaba; era permitido decir su nombre por el sacerdote una vez al
año. El nombre de Dios está prohibido pronunciar y en su lugar cuando aparecen esas 4 letras
se lee Adonay que quiere decir mi Señor.

Las letras YHWH o IHVH son la transliteración en el alfabeto latino de 4 letras hebreas.

[22] Ver Walter L. Arias Gallegos, “Honorio Delgado (1892 - 1969), un repaso histórico sobre su
vida y su obra: a propósito de los 100 años del psicoanálisis en el Perú”, en
http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1415-711X2015000200004#not4

[23] Todas las citas de la correspondencia con Fliess tomada de Sigmund Freud cartas a
Wilhelm Fliess (1887-1904) [1986], Amorrortu, B.Aires, 1994.

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