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COLOMBIA PACIFICO

TOMO II
Pablo Leyva (ed.)
© Derechos Reservados de Autor

37. POBLACION Y POBLAMIENTO

JOSE OLINTO RUEDA


Jefe División de Población
Departamento Nacional de Planeación

El poblamiento de lo que hoy comprende la cuenca del Pacífico colombiano ha sufrido un


transcurrir muy accidentado en los 500 años posteriores a la llegada de los españoles a
América. Sobre una base de población precolombina numerosa, aún indeterminada,
constituida por un rico conjunto de etnias distribuidas equilibradamente se produce, a
comienzos del siglo XVI, la conquista y colonización de su vasto territorio.

Atraídos por sus inmensas riquezas minerales se inicia un penoso y prolongado proceso de
poblamiento con consecuencias demográficas desastrosas para las poblaciones
precolombinas principalmente durante los siglos XVI y XVII. Frente a la práctica extinción
de la fuerza de trabajo aborigen y ante el avance de las actividades extractivas se
introducen fuertes contingentes de esclavos africanos que, a lo largo de los siglos XVII y
XVIII, constituirían el soporte de la explotación minera, el transporte, el comercio y la
servidumbre doméstica. La constante introducción de mano de obra esclava fue
conduciendo a su expansión demográfica, llegando a constituirse, bien pronto, en el grupo
étnico dominante en la región.

Los ricos aluviones de los lechos de los múltiples ríos y quebradas que surcan la región,
atrajeron a numerosos grupos humanos que, diseminados por todo el territorio, fueron
ubicándose a lo largo de sus cauces imprimiéndole un carácter disperso al poblamiento.

Sobre esta amplia red de pequeños asentamientos fueron surgiendo conglomerados de


alguna importancia en donde se concentraban las actividades administrativas, el comercio y
algunos servicios esenciales. Muchos de estos centros poblados fueron cambiando de
ubicación en el transcurso de cuatro siglos, bien por los ataques indígenas, por catástrofes
naturales, por cambios económicos o por razones climáticas.

Pese a sus extraordinarias riquezas y a la importante actividad económica mantenida a lo


largo de estos siglos, su ocupación territorial ha evolucionado con relativa lentitud. Como
se señaló anteriormente, los dos primeros siglos de la Colonia, aún con una fuerte y
creciente introducción de población africana, fueron de depresión demográfica. Es probable
que a finales del siglo XVIII empezara la recuperación poblacional. El siglo XIX se inicia
con una base demográfica cercana a los 35.000 habitantes. Es evidente que a lo largo de
esta centuria se produce una intensa expansión que si bien no es muy significativa en
términos absolutos, denota un auge que se mantendrá con similar ímpetu durante el
presente siglo.

Fueron necesarios cerca de cuatro siglos para que la región recuperara la base demográfica
existente al momento de la llegada de los españoles.

Transformaciones económicas relativamente recientes, como la actividad portuaria, el


transporte, la explotación forestal, la pesca, los servicios y la agricultura comercial
incipiente le están imprimiendo al poblamiento un nuevo carácter orientado hacia la
concentración en los tres principales núcleos urbanos, receptores del éxodo campesino y de
las zonas económicamente más deprimidas.

Esta extensa y rica región, que comprende el 7.1% del territorio nacional, aún en la
actualidad escasamente alberga al 3% de la población del país. Si se exceptúan los tres
grandes centros poblados (Quibdó, Buenaventura y Tumaco), cuya población sobrepasa
hoy los 400.000 habitantes, puede afirmarse que la región se halla virtualmente despoblada.

El poblamiento y la evolución demográfica en el período colonial

Las primeras fundaciones

Como se recordará, los primeros asentamientos en territorio colombiano tuvieron lugar


precisamente en la región del Darién. San Sebastián de Urabá, en el costado oriental del
golfo del mismo nombre, fue la primera fundación establecida en el año de 1509. Destruido
este poblado por la fiera resistencia indígena, Alonso de Ojeda funda en 1510 a Santa
María la Antigua del Darién, la cual fue una próspera y organizada colonia hasta 1524
cuando fue abandonada como resultado del hostigamiento indígena y de las luchas internas
de los conquistadores, lo que condujo a su traslado a la ciudad de Panamá, fundada por
Pedrarias Dávila (1) .

Las primeras incursiones por lo que hoy es el departamento del Chocó se producen cuando
Vasco Núñez de Balboa, en 1512, remonta el Atrato hasta Vigía de Curbaradó (Isla
Grande) en cercanías del actual municipio de Murindó. En carta al rey, Balboa le refiere su
hallazgo de ricos yacimientos de oro en la región. Por su parte, Pascual de Andagoya
bordea el litoral Pacífico y luego de expediciones accidentadas, en las que siempre padeció
la resistencia exitosa de las tribus indígenas, descubre en 1522 las bocas del San Juan. A
Andagoya se le debe el descubrimiento de la bahía de Buenaventura. La fundación del
puerto del mismo nombre se atribuye a Juan de Ladrilleros en 1539. Para algunos
historiadores esta fecha difiere entre 1536, 1540 y 1545. La isla donde tuvo su asiento era
conocida con el nombre de Cascajal y estaba habitada por un pequeño número de indígenas
pescadores de la tribu de los puscayaes.

Desde Buenaventura, Andagoya se encaminó al oriente y remontando la cordillera


Occidental llegó a Cali. Las noticias de los ricos yacimientos del litoral Pacífico pronto
estimularon la conformación de expediciones que, por la vertiente occidental de la
cordillera, descendían a los valles del San Juan y del Atrato. Entre 1540 y 1570 se
realizaron varios frustrados intentos de colonizar los territorios bajos de la costa Pacífica.
Las inclemencias climáticas, el hambre y los implacables ataques de las tribus indígenas
mantuvieron inexplotadas estas regiones. Con todo, Buenaventura se convirtió desde su
fundación en el puerto que comunicaba con el interior del país a través de la ruta seguida
por Andagoya, no exenta de insistentes ataques por parte de los aborígenes.

La explotación inicial de las riquezas del Chocó tuvo asiento en la ciudad de Nuestra
Señora de la Consolación de Toro, fundada por Melchor Velázquez en 1573 (2) en los
límites de los departamentos del Valle y del Chocó, la cual tuvo que ser trasladada por los
incesantes ataques de los noanamaes. Desde Toro se inicia la colonización del Chocó y la
explotación de sus ricos minerales. A finales del XVI se estableció el Real de Minas de San
Francisco de Nóvita, a orillas del río Tamaná, que posteriormente se convertiría en la más
importante productora de oro del Pacífico. Lento y accidentado fue el poblamiento de estas
regiones. Durante el siglo XVI se organizaron diversas incursiones por el territorio,
partiendo unos por el norte hacia el interior remontando el curso del Atrato, otros por el
sur-occidente por el San Juan y por las costas del Pacífico y los demás por el oriente a lo
largo de la vertiente de la cordillera Occidental. A finales del siglo XVI estaban
establecidas, además de Nóvita, Cáceres y otras explotaciones en el curso del Tamaná. No
obstante, a causa de la incansable hostilidad de los noanamaes, estas poblaciones fueron
abandonadas. “Sólo a partir de la década de 1630 pudieron restablecerse finalmente
algunos de los grupos mineros a lo largo del Tamaná” (3) , con la vinculación de mano de
obra esclava que reemplazó a la indígena inicialmente incorporada al laboreo de las minas.

En el norte, chocoes, noanamaes y tamanaes persistieron a lo largo del siglo XVII en la


defensa de sus territorios frenando el poblamiento de la extensa región del Atrato.
Asentamientos más estables, como los de Toro, Anserma, Arma y Cartago en el Valle del
Cauca fueron víctimas de la aguerrida lucha por desalojar a los españoles de sus territorios
tradicionales, obligando al traslado de las primitivas fundaciones hacia sitios más seguros.

Los vastos territorios del sur de la región habían permanecido prácticamente inexplorados
durante el siglo XVI. “Todavía ignoraban los españoles lo que había al otro lado de la
cordillera que vierte al mar, pues por algunas atrevidas incursiones hechas acia (sic) aquella
región, que encontraron cerrada de bosques impenetrables i llena de pantanos, la juzgaron
completamente inútil, i la despreciaron” (4) . Estos territorios estaban habitados por los
iscuandés, barbacoas y telembies quienes formaban una nación independiente de las del
alto y bajo Chocó.

Hacia 1590 el gobernador de Popayán decide emprender la conquista de la región de


Barbacoas. Con todo, esta expedición resultó infructuosa por la resistencia indígena. Sólo
10 años después, luego de feroces combates, don Francisco de Posada, logra someter a los
indígenas y fundar la ciudad de Nuestra Señora del Puerto de Toledo, nombre que luego
cambiaría por el de Barbacoas (5) . En el mismo año funda, Posada, a Iscuandé a orillas del
Pacífico. Nuevamente, la resistencia indígena y las dificultades de aprovisionamiento de
alimentos condujeron a su abandono hasta finales del XVII. Barbacoas e Iscuandé fueron al
principio una sola tenencia y luego se dividieron en dos, dependientes del gobierno de
Popayán. Más tarde Barbacoas fue erigida en provincia (6) .

Las regiones de Buenaventura y Guapí comenzaron a poblarse a mediados del XVII,


cuando numerosas explotaciones se establecieron en las vertientes y llanuras de esta zona.
“La población de Santa Bárbara en el Timbiquí se convirtió en el centro comercial y
político de la parte sur de la estrecha llanura costera” (7) .

El poblamiento estable de la región del Chocó sólo fue posible a partir de mediados del
siglo XVII, gracias a la labor de sometimiento de los pueblos indígenas llevada a cabo por
los misioneros jesuitas, Pedro Cáceres y Francisco de Orta, escogidos para la
evangelización de los noanamaes, chocoes y citaraes, los cuales, según Borda, alcanzaban
una población de 60.000 aborígenes (8) . A éstos se les unieron, posteriormente, otros cinco
sacerdotes quienes mantuvieron la misión por espacio de 32 años, retirándose en 1689.
Entre las poblaciones que fundaron los jesuitas se encuentra Quibdó, originalmente
conocida como Citará, en el año 1654, posteriormente destruida y reubicada en 1690 por
don Manuel González, cambiando su nombre en 1702 por el de San Francisco de Quibdó
(9) .

La depresión demográfica de la población aborigen

El sometimiento a las autoridades civiles y eclesiásticas, condujo a la incorporación de las


tribus indígenas a las nuevas formas de organización del trabajo a través de instituciones,
como la encomienda y la mita. De esta suerte, las poblaciones indígenas fueron vinculadas
a las actividades del laboreo de las minas, el transporte y la servidumbre doméstica.

La sobreexplotación del trabajo, las enfermedades traídas por los europeos (la viruela y el
sarampión, entre otras), la desintegración étnica y familiar, unidas a los estragos de las
luchas de resistencia, aniquilaron las bases demográficas de los numerosos pueblos
precolombinos. Refiriéndose a la región de Barbacoas, decía don Felipe Pérez, a mediados
del siglo pasado: “Pocos restos se ven ya de aquellas belicosas tribus cuyos individuos no
alcanzan a mil” (10) . En 1566, menos de 30 años después de la ocupación española, se
calculó que más de 100.000 indios (cabezas de familia) habían muerto en la sola provincia
de Popayán”. De acuerdo con Fray Jerónimo Escobar, la población de esta provincia había
descendido hacia 1590 a un décimo de su tamaño primitivo” (11) .

La introducción de población africana

Bajo las nuevas condiciones de dominación, cumplidas en lo fundamental a finales del


siglo XVII, la explotación de los ricos yacimientos auríferos floreció durante el siglo
XVIII. Las necesidades de una economía en auge, frente a una mano de obra nativa en
extinción, obligaron a la Corona a la introducción de mano de obra esclava. “El influjo de
los negros en las zonas mineras no se hizo aparente hasta fines del siglo XVI, cuando
resultó evidente el colapso de la población indígena” (12) .

Como se comprenderá, no es posible establecer el volumen y los procesos de incorporación


de esta nueva población en el territorio. Padrones parciales, registros aislados, memorias y
documentos varios y de distintas fechas dan cuenta de la significativa y creciente
vinculación de esclavos africanos a la explotación económica.

De una memoria anónima escrita en 1772, citada por Restrepo (13) , se menciona que “En
la Provincia de Popayán, con inclusión del Raposo, Quinamayó, vertientes de los ríos
Dagua, Yurumanguí y distrito de Barbacoas, se trabajan muchas minas de oro y se cuentan
4.756 esclavos, empleados por sus amos en su labor”. En 1778 se hizo el padrón de los
negros mazamorreros del Chocó, arrojando un total de 3.054. En Popayán y Barbacoas, en
ese mismo año, pasaban de 6.000. “En Nueva Granada por ejemplo, los negros se
convirtieron en el grupo predominante entre los trabajadores mineros durante los siglos
XVII y XVIII”. “A fines del siglo XVII y durante el primer cuarto del siglo XVIII se
llevaron muchos esclavos al Chocó y otras áreas costaneras del Pacífico. Hacia 1787, sin
embargo, las provincias de Antioquia, Chocó y Popayán, que incluían las principales minas
de placer de Nueva Granada, contaban sólo con 70.000 esclavos negros” (14).
MANUEL DOSITEO CARVAJAL. RESGUARDO DEL RIO IZCUANDE.
Colección Martha Fajardo.
Fotografía Oscar Monsalve.
“Para fines del período colonial se había formado en las regiones mineras de Nueva
Granada una abundante población de negros libres, compuesta por negros que habían
podido comprar su libertad, los que habían huido, los mulatos y los escasos individuos que
habían sido liberados por amos compasivos”. A fines del siglo XVIII una porción
sustancial de la población negra del Chocó había adquirido la libertad. “Los habitantes de
toda la costa Pacífica incluyendo el Chocó son negros en su mayoría” (15) .

Población y poblamiento a finales de la Colonia

La importación de mano de obra esclava a la región sólo en parte resolvió el problema de la insuficiencia de fuerza de
trabajo para el laboreo de las minas. A los altos costos de adquisición de los esclavos, se unió su bajo crecimiento
demográfico, determinado por la alta morbimortalidad ocasionada por la rudeza del clima y de los trabajos forzados, la
desnutrición, las endemias y las epidemias, que periódicamente asolaban a los pueblos indígenas y esclavos, además de
las condiciones sociales y familiares poco favorables para la reproducción de la fuerza de trabajo. La expansión de la
minería y de las actividades económicas conexas se vio restringida además por los altos costos de las subsistencias, por el
aislamiento de la región y por disposiciones de la Corona que prohibían, por ejemplo, la navegación por el Atrato para
evitar el contrabando de oro y de productos.

Pese a este tejido de restricciones, la abundancia y riqueza de los yacimientos auríferos atrajo capitales y generó una muy
activa explotación de los inagotables recursos. Durante el siglo XVIII prácticamente no había río o quebrada donde no se
encontraran grupos de gentes laborando las minas. Refiriéndose al Chocó, decía Felipe Pérez (16) : “Organizose luego el
país en tenencias, i después, 1739, en un solo gobierno con el nombre de Chocó, en el cual no había una sola ciudad
formal, sino pueblos dispersos i asientos de reales de minas”, “a causa de que los individuos de raza blanca que
frecuentaban aquellos lugares no pensaron nunca en establecerse en ellos” (17) .

Si bien la extraordinaria riqueza aurífera, que cobijaba prácticamente todo el litoral, favoreció una singular dispersión de
la población en innumerables pequeñas explotaciones a lo largo de los ríos y quebradas, no constituyó óbice para la
conformación, consolidación y desarrollo de diversos núcleos de relativa importancia demográfica.

A finales del siglo XVIII eran poblaciones florecientes Nóvita, Noanamá, Sipí, Lloró, Tadó, Bebará, Viro Viro, Bagadó,
Condoto, Cajón, San Pablo Adentro y Juntas del Tamaná, en el Chocó. Iscuandé, Santa Bárbara, Barbacoas,
Buenaventura, Timbiquí y San Francisco Naya, en la región meridional.

Padrones parciales levantados entre 1776 y 1778 señalaban para el conjunto de la región pacífica una población de 36.868
habitantes. De acuerdo con este padrón, la población negra representaba el 77% del total, los indígenas el 19.5% y los
blancos el 3,5% (18) .

Este registro probablemente incompleto pone de relieve algunos hechos que resumen la situación demográfica a finales de
la Colonia:

• un proceso de poblamiento muy lento a lo largo de tres siglos

• la reducción de la población indígena a cerca del 10% de su tamaño original

• la predominancia adquirida por la población negra, que entre libres y esclavos casi comprendía las tres cuartas partes de
la población

• la escasa población blanca reflejo de la baja capacidad de atracción migratoria de la región, pese a su extraordinaria
importancia económica

• la conformación de los patrones étnicos que en adelante definirían su composición.

Cuadro No. 1
POBLACION DE LAS PROVINCIAS DE CHOCO Y BARBACOAS
1776 - 1778

Provincia
Eclesiásticos Blancos Indios Libres Esclavos Total
Chocó (1)
23 309 5.389 16.160 5.756 27.637
Barbacoas (2) 14 907 1.793 4.134 2.388 9.236
TOTAL 37 1.216 7.182 20.294 8.144 36.873
Fuentes: 1/Gómez, Fernando. “Los censos en Colombia antes de 1905” en Compendio de
Estadísticas Históricas de Colombia. Bogotá, Universidad Nacional... 1970.

2/Archivo Histórico Nacional. Fondo Ortega Ricaurte. Comprende los Distritos de


Barbacoas, Iscuandé y Tumaco.

La población de la costa Pacífica en el siglo XIX

Durante el siglo XIX la población de la región de la costa Pacífica registra un lento y cambiante crecimiento. En los 80
años transcurridos entre 1825 y 1905, la población se multiplica 3.7 veces al pasar de cerca de 35.000 habitantes a
126.000 (Cuadros Nos. 3 y 6).

Las cifras de la población en los censos de este período muestran una gran variabilidad en las provincias, cantones y
distritos, que conformaban la región, como se observa en los cuadros Nos. 2 y 6, dificultando una interpretación más clara
de los procesos demográficos en los períodos intercensales. Dichas oscilaciones, a veces muy marcadas, obedecen a un
conjunto de factores derivados, unos de las características geográficas, económicas, étnicas y sociales de la región y otros
de la misma organización censal y de los frecuentes cambios en la organización político-administrativa.

Guillermo Wiedemann. “Sin título. - 1941


Oleo sobre lienzo. 66 x 80 cms.
Colección privada Galería Iriarte.

La dispersión geográfica de la población, la dificultad de las comunicaciones, el aislamiento e inaccesibilidad de las


comunidades indígenas, la trashumancia de la población, la fuga de esclavos y la cimarronería, entre otros factores,
afectaban la cobertura geográfica y poblacional de la región. Los frecuentes reordenamientos en la organización político-
administrativa que agrupaban o suprimían territorios, dentro de límites cambiantes, alteran la comparabilidad a nivel de
provincias y cantones. Por último, aunque de no menor importancia, la manipulación política de los datos con fines
electorales, práctica que hasta muy recientemente ha prevalecido en el país.

A pesar del sesgo que introducen estos factores, es posible advertir en la región, en su conjunto, cuatro momentos
claramente diferenciados en su dinámica demográfica en el lapso comprendido entre 1780 y 1905. El primer período
abarca desde los años finales de la Colonia hasta el término de las guerras de independencia, aproximadamente hasta el
año 1825, fecha en la cual se realiza el primer censo de la República. En este lapso, de unos 45 años, se observa un virtual
estancamiento de la población, cuyos volúmenes oscilan entre 37.000 habitantes, alrededor de 1778, y 35.000 en 1825.
Muy probablemente las guerras de la independencia, con el consiguiente deterioro de las actividades económicas,
incidieron en la determinación de este fenómeno. “La guerra de la independencia fue época de lucha; era preciso combatir
y poco tiempo quedaba para trabajar; entonces el producto de las minas disminuyó en 40 por 100. Luego volvió a tomar
un movimiento ascendente. La emancipación de los esclavos en 1851 fue el golpe decisivo para las minas del Chocó y
Barbacoas, que se explotaban en cuadrillas de esclavos” (19) .

A partir de 1825 y hasta 1851, se evidencia un singular auge demográfico correspondiente a la reactivación y expansión
de las explotaciones mineras y actividades económicas conexas. Es este quizá el período de mayor crecimiento
demográfico de la región. Las tasas de crecimiento promedio en este lapso son cercanas al 29 por mil. La población, en un
término de 26 años, aumenta más del doble, muy probablemente estimulada por importantes flujos migratorios.

A partir de esta fecha y hasta 1870, se evidencia un decaimiento demográfico. Las tasas de
crecimiento se reducen casi a la cuarta parte del período anterior, alcanzando niveles del
7.5 por mil. En un lapso de 19 años, la población sólo se incrementa en poco más de 11.000
habitantes. Según Restrepo. ..“ Hubo un lapso de tiempo que transcurrió entre 1850 y 1880
durante el cual pareció olvidarse que el suelo de Colombia fuera rico en metales preciosos.
Entonces el trabajo de las minas en el Chocó y Barbacoas fue descuidado por los hombres
que tenían alguna fortuna y abandonada a los mazamorreros” (20) .

El auge en ese periodo de otras fuentes de actividad económica, como la producción y exportación del tabaco, la
explotación de las quinas, el café, el comercio y el transporte, entre otras, debieron incidir en el desaliento de la actividad
minera la cual, de otra parte, se había resentido con la liberación de los esclavos aprobada en 1851, particularmente, en las
regiones del Cauca y del Chocó, sostenida en gran medida hasta entonces por mano de obra esclava.

El último periodo comprendido entre 1870 y 1905, presenta una modesta recuperación demográfica. En este lapso, la
población se incrementa en cerca de 59.000 habitantes con tasas de crecimiento ligeramente superiores al 11 por mil.
Según Restrepo (21) , la crisis económica y financiera de 1881 sirvió de estímulo a la explotación minera, notándose el
aumento en la producción de metales preciosos.

El siglo XIX se cierra con una población cercana a los 120.000 habitantes, con un lento crecimiento y una distribución
territorial en la que el Chocó absorbía la mayor proporción de población (alrededor del 43%); la provincia de
Buenaventura, cerca del 35% con 9 distritos y la de Pasto, el 22% y con ocho distritos.

Procesos demográficos en el presente siglo: 1905-1985

Dinámica demográfica en el contexto transicional: 1905-1985

En los ochenta años comprendidos entre 1905 y 1985, la población de la costa Pacífica ha
registrado una expansión demográfica alta y similar a la observada por el país en el mismo
lapso. En este período sus poblaciones casi se han septuplicado. La costa Pacífica pasó de
128.000 habitantes en 1905 a un poco más de 900.000 en 1985, con tasas promedio de
incremento anual del orden de 24 personas por cada mil habitantes. (Cuadros 6,7 y 8).

Con un ligero incremento, en la primera mitad del presente siglo, su peso relativo dentro
del conjunto de la población nacional se ha mantenido constante, alrededor del 3% (Cuadro
No. 7). En las primeras cuatro décadas de este siglo se observó unas tasas de crecimiento
superiores a las del promedio nacional pero, a partir de entonces, su dinámica ha sido
invariablemente más lenta. Este comportamiento parece indicar que la costa Pacífica,
aunque tardía y moderadamente, ha entrado de lleno en el proceso de transición
demográfica por el que atraviesa el país desde hace ya casi tres décadas.

Con todo, estos cambios no explican suficientemente las menores tasas de crecimiento de
la región frente a la dinámica demográfica nacional, en continua desaceleración. Exodos
importantes de población intervienen en la reducción de su crecimiento, particularmente en
el último periodo intercensal, cuando se observan las tasas más bajas en el presente siglo.
No quiere ello significar que su crecimiento demográfico sea desdeñable. Por el contrario,
puede considerarse elevado, aún dentro del contexto transicional. En los 12 años
comprendidos entre 1973 y 1985 su población se incrementó en cerca de 182.000
habitantes, volumen similar al observado en los 35 primeros años de este siglo. Aun dentro
de las tendencias hacia una progresiva y rápida desaceleración de su crecimiento, su
población se incrementará en cerca de 220.000 habitantes en los últimos 15 años del
presente siglo (Cuadro No. 15)

Población y pobreza

Ya es un lugar común señalar que la costa Pacífica es la región socialmente más deprimida
del país. En 1985, el 70% de su población se encontraba en condiciones de pobreza,
medida a través del método de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Por donde se le
mire, la costa Pacífica presenta los indicadores socio-demográficos y económicos más
adversos dentro del contexto nacional. La vivienda, la salud, la nutrición, la educación, los
servicios públicos, las comunicaciones, el empleo y el ingreso son tan precarios que
conforman un entorno en donde la pobreza se reproduce y en el cual los fenómenos
demográficos adquieren niveles excepcionales dentro del conjunto del país. La tasa de
mortalidad infantil promedio alcanza los 110 niños por cada 1.000 nacidos vivos, y en
municipios como Pizarro y Barbacoas, en Nariño, supera los 150 niños. Estas tasas son 4 y
5 veces superiores al promedio nacional y, frente a los patrones internacionales, se sitúan
entre las más altas del mundo, con rangos semejantes al Congo (115), pero superiores a la
India (90), Haití (94), Bolivia (106) y Bangladesh (108) (22) .

En 1985 el promedio de hijos por mujer en el Chocó era de 5.5, el más elevado del país con
2.3 hijos por encima del promedio nacional y más del doble del de Bogotá y otros
departamentos del país. En el campo sus niveles ascendían a 6.2, superiores en 1.7 hijos a
los promedios nacionales en las áreas rurales (23) .

Frente a la inexistencia de información demográfica desagregada, actualizada y confiable


sobre los procesos demográficos determinantes de la dinámica poblacional de la región en
su conjunto, se acudió a los estimativos publicados por el DANE para el departamento del
Chocó, en el período comprendido entre 1973 y 1988, estimativos que a nuestro juicio,
dadas las características del departamento, salvo en el caso de la migración, son aplicables
a la costa Pacífica en su conjunto. De acuerdo con los datos del Cuadro No. 10, la región
tenía en 1988 una fecundidad superior en un 50% a la del promedio del país; una
mortalidad más del doble de la nacional y un crecimiento natural, 25% superior al del país
en su conjunto.

Bajo estos regímenes de fecundidad y a pesar de la muy elevada mortalidad, la costa


Pacífica observa unos altos patrones de reproducción de su población. Según los
estimativos del DANE, el crecimiento natural promedio de los últimos años estaría
próximo a 26 personas, anualmente, por cada mil habitantes. Si tenemos en cuenta que el
crecimiento intercensal neto fue cercano a 19 personas por cada mil habitantes, tendríamos
que un promedio de 7 personas por cada mil residentes abandonan la región anualmente.
Ello equivale a un éxodo neto de unas 68.000 personas en los 12 años anteriores al censo
de 1985. Gracias a la gran capacidad de absorción de migrantes de Buenaventura y Quibdó,
y de Tumaco en menor medida recientemente, la pérdida de población de la región ha sido
menos intensa de lo que cabría esperar dentro de las condiciones de pobreza y atraso de la
región.

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1. Para una mayor información sobre estos primeros asentamientos, ver Las Regiones
Tropicales Americanas. Una visión Geográfica por James, J. Parsons. Bogotá, Fondo FEN
Colombia, 1992. Segunda Parte, pp. 934 siguientes. (Regresar a 1)

2. West, Robert. C, La minería de aluvión en Colombia durante el periodo Colonial. 1972.


Bogotá, Imprenta Nacional, pag. 27 y siguientes. (Regresar a 2)

3 West. op. cit. pg. 27 (Regresar a 3)

4 Pérez, Felipe Geografía Física y Política de los Estados Unidos de Colombia 1862.
Bogotá, Imprenta de la Nación. Tomo 1. (Regresar a 4)

5 Pérez, Felipe. op.cit. (Regresar a 5)

6. Pérez, Felipe. op. cit. (Regresar a 6)

7. Pérez, Felipe. op. cit. (Regresar a 7)

8. Borda, José Joaquín Historia de la Compañía de Jesús en la Nueva Granada. Imprenta de


S. Lejay et c°, 1872 Tomo 1, pags. 78 y 79. (Regresar a 8)

9. Contraloría General de la República Geografía Económica de Colombia Chocó. Tomo


VI, 1943. (Regresar a 9)

10. Pérez Felipe. op. cit. p. 294. (Regresar a 10)

11. West., Robert. C. op. cit. pags. 74 y 75. (Regresar a 11)

12. Restrepo, Vicente. Estudio sobre la Minas de Oro y Plata de Colombia. Bogotá,
Imprenta del Banco de la República 1952. (Regresar a 12)

13. Restrepo, Vicente. op. cit. (Regresar a 13)

14 West. C. Robert. op. cit. (Regresar a 14)

15 West. C. Robert. op. cit. (Regresar a 15)

16 Pérez, Felipe op .cit (Regresar a 16)


17 Pérez, Felipe op. cit. (Regresar a 17)

18 Archivo Histórico Nacional. Fondo Ortega Ricaurte. (Regresar a 18)

19 Restrepo, Vicente, op. cit. (Regresar a 19)

20 Restrepo, Vicente, op. cit. (Regresar a 20)

21 Restrepo, Vicente, op. cit. (Regresar a 21)

22 Presidencia de la República. Departamento Nacional de Planeación. Plan Pacifico. Una


Nueva Estrategia de Desarrollo sostenible para la Costa Pacífica Colombiana Doc. DNP-
2589. Santafé de Bogotá, marzo 30 de 1992 (Regresar 22)

23 PROFAMILIA -DANE La Fecundidad en Colombia 1985. Bogotá, DANE, octubre de 1990. (Regresar a 23)

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Título: 37. POBLACION Y POBLAMIENTO. Por: José Olinto Rueda
Autor: Rueda, José Olinto
Colección: Afrocolombianidad

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