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Era cerca del mediodía, aú n lo recuerdo todo.

La lluvia de la noche anterior había


dejado esa humedad fresca en el ambiente, esa sensació n a aire tá cito que se te ofrece
a ser respirado. El reloj puesto donde siempre, los pasillos con los cuerpos inquietos
de mis compañ eros quienes discutían otro caso de posesió n de armas. Digo “Otro
caso” con tanta cotidianidad, es increíble que todo esto sea parte de nuestra
cotidianidad; Pisos blancos, armas, niñ os desaparecidos (estudiar a qué brigada
corresponde)…. No deberían ser parte en el día a día de nadie, pero es mi trabajo y no
tiene caso alguno resistirse, alguien tiene que hacerlo ¿Verdad?... Sin embargo este día
me invitaría (aba?) a pensar de manera diferente, había algo particular y no era
precisamente el residuo de la lluvia y la tierra mojada, era algo que casi podía olerse,
hemos aprendido a desarrollar esos instintos (cuá les?) en este lugar.
Cerca de las doce treinta, que es la mejor hora para ir por otro café, aparece
empujando la puerta de cristal ella, una (***Yo la haría aparecer antes)Mujer de
mediada edad y ojeras marcadas, con el pelo desordenado y una blusa azul que
pareciera llevaba puesta hace varios días. Luego de este viaje introspectivo para a
develar su misteriosa presencia, se acerca a mi, y como yo soy propensa a los
desconocidos la atendí con la mirada. Pero ella no dijo palabra alguna, se me quedó
mirando como si la realidad fuese mas fuerte que ella, como si las circunstancias le
hubieran robado las palabras de la boca, a lo que yo respondí amablemente con un
generoso “¿Necesita algo?”… Rá pidamente recuperó el aliento y comenzó a
hablarme… A veces las personas solo necesitan que las miren a los ojos y les
pregunten si necesitan algo para poder hablar. Todos dan por hecho que hablar es
fá cil, cuando no es así, el mundo te acondiciona a no hablar, y alguien, como dije, tiene
que hacerse cargo de eso. La mujer comienza a balbucear, me cuesta tanto entender
pues divaga sin decir nada concreto, veo en su rostro un esfuerzo inminente por poder
hilar una frase con otra, de pronto, escucho salir de su boca un nombre, “Pedro
Arenas”… Su hijo que hace no mas de dos semanas había desaparecido en el sector de
Cajó n del Maipo, “Arenas”… Claro, recordé, es un caso abierto y del cual nos estamos
haciendo cargo. Fue extrañ o percatarme de que a pesar de haber estado días
pensando en “Arenas” no había conocido a su madre sino hasta hoy. Quedé atenta a
sus palabras, que parecían estar flotando en un océano verde de gran densidad, y en
ese preciso instante su mal aspecto dejó de ser un distractor.

-Ver el contexto PDI. Brigadas desaparecidos.


-lA CANtidad de personas que desaparecen al añ o, la desaparició n tema país. Datos
estadísticos.

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